Por P.A. David Nesher
«Mira, yo te he constituido dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta».
(Éxodo 7: 1 _ RV 1995)
Estudiando el libro de Shemot (Éxodo), existe este momento del relato que sorprende a nuestro entendimiento, sometiéndolo a muchos cuestionamientos. Leemos que el Eterno, nuestro Dios, dio a Moshé un cargo extraordinariamente grande: ser un elohim (dios). Sí, tal y como lo hemos leído e interpretado, el texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim – נתתיך אלהים – para el faraón.
(Nota: Antes de continuar me gustaría invitarlos a leer el estudio que escribí acerca del significado y origen del término hebreo Elohim aplicado al Eterno, nuestro Dios y Abba).
Para comprender bien este pasuk (versículo) debemos recordar que Faraón había rechazado el lidiar directamente con Yahvéh al decir:
”¿Quién es YHVH, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a YHVH, ni tampoco dejaré ir a Israel.”
(Éxodo 5:2)
Ante esta actitud ególatra de este soberano, el Eterno determinó que lidiaría con Faraón a través de Moshé. Por eso, YHVH otorgó a Moshé un cargo extraordinariamente grande. El texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim para el faraón.
Ahora, bien, quiero señalar que esta es la segunda ocasión que está escrito que Moshé es elohim. Leemos en el capítulo cuatro:
«Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti como boca, y tú serás para él como Dios (Elohim)».
(Éxodo 4:16)
La palabra hebrea traducida aquí “como” es en realidad la partícula ל (letra lamed). A pesar de que esta partícula podría simplemente marcar las palabras “boca” y “Dios” como objetos directos del verbo repetido “será”, en contexto, puede ser tomada como expresando comparaciones. Es decir, aunque Moisés no era Dios como Aarón no era una boca, Moisés es comparado a Dios y Aarón es correspondientemente comparado a una boca. El término técnico usado aquí para esta forma de hablar es símil.
Un símil es una figura retórica que utiliza el recurso de la comparación o semejanza entre términos. En este caso Aarón es comparado a una boca para Moshé, y Moisés es asemejado a Dios para Aharón. Al entender que estamos frente a un símil, se logra interpretar que en esta misión divina, la relación de Moisés a Aarón se asemeja a la relación de Dios con una boca humana. Desde aquí nos queda bien claro que Moisés no es llamado «un dios», ni tampoco es llamado «Dios».
Ahora, yendo a la segunda ocasión en la que se dice que Moshé es elohim – נתתיך אלהים – para el faraón (Éx. 7:1), el hebreo dice: «Yo te he hecho Dios para el Faraón.» Por favor, nótelo bien: Yahvéh no le dijo a Moisés que él «es» Dios, sino que Yahvéh ha «constituido» o «hecho» a Moisés Dios «para el faraón.» Estas calificaciones dejan absolutamente claro que este texto ha de entenderse en el mismo sentido que Éxodo 4.16, que como hemos visto, en el hebreo es un símil. Lo que sí debemos saber, es que en este texto, la falta de partícula ל cambia la forma de hablar de un símil a una metáfora.
Una metáfora es una figura retórica del lenguaje que produce el desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética. En la metáfora ocurre un desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética, en el que se hace una comparación sin el uso de la palabra “como”. En otras palabras, una metáfora es equivalente a un símil en cuanto al significado, pero con un toque estético. De manera qué, las frases: «Mi hija es como un ángel» y «Mi hija es un ángel» significan exactamente lo mismo. Cualquiera que lea la primera frase y luego poco después lea la segunda frase, no debería de tener problema en la comprensión de que la segunda frase es una metáfora. Ante lo que estamos considerando:
Símil — … “y tú serás para él como Dios.” (Éxodo 4:16)
Metáfora — … “yo te he hecho Dios para Faraón” (Éxodo 7;1)
Por eso, es a la luz del símil de Éxodo 4:16, es que se debe de entender Éx. 7:1 como una metáfora. Esto significa que debemos traducir el hebreo Elohim de Éx. 7:1 «[como] Dios» en lugar de «un dios«.
Como hemos visto, ni Éx. 4:16 ni Éx 7:1 afirman que Moisés era Dios o que Moisés era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de que Aarón (4:16) y el faraón (7:1) se relacionan a Moisés como si fuera Dios en relación con ellos.
Esto nos enseña que la palabra hebrea elohim – אלהים – no es un nombre personal, sino un cargo. Dicho de otra forma una función gubernamental. El título elohim destaca a una suma de autoridad y poder. El término tiene que ver con autoridad en abundancia y un conjunto de poderes para poder afirmar su voluntad. Desde esta acepción la palabra elohim reúne en sí todas las fuerzas infinitas y eternas. Con otras palabras elohim podría ser traducido como “máximo gobernante” y “juez supremo”. Por lo tanto el atributo elohim está íntimamente conectado con la justicia. Esta será la razón por la que es uno de los títulos que el Tanak (Antiguo Testamento) emplea para referirse a los jueces de una ciudad o asamblea (Éx. 22:9; Sal. 82).
De aquí entendemos que la función de elohim implica una responsabilidad y una autoridad sumamente grandes. Como un representante autorizado Moshé tenía el poder para hablar palabras poderosísimas como el Eterno mismo. Además, tenía el poder para hacer milagros poderosas las veces que quería. Él debía de estar ante Faraón en lugar de YHVH, no solamente llevando Su mensaje, sino también acompañándolo de actos de poder para demostrar la autoridad de dichos mensajes.
Cerrando toda consideración hasta aquí tratada, comprendemos que ni Éxodo 4:16 ni Éxodo 7:1 afirman que Moshé era Dios o que Moshé era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de Moshé como Dios para Aarón y el faraón. La connotación aquí es que Moshé actuaría en representación de Yahvéh, como su embajador.
Esta idea será llevada a la praxis de los discípulos del Nuevo Pacto, especialmente cuando el apóstol Pablo escribe de que los creyentes en Mashiaj son como cartas escritas por el mismo Yeshúa, las cuales todo el mundo lee (2 Corintios 3:2-3). Las personas que no ven al Eterno nos ven a nosotros; aquellos que no leen la Instrucción (Torah) leen nuestras vidas.
Para finalizar, y buscando una aplicación práctica a nuestras vidas, entre los hijos primogénitos del Eterno debemos aceptar que aquel que ha recibido tanta confianza divina es porque ha sido aprobado en sus exámenes y ha mostrado una fidelidad extraordinaria. Cuanto más fidelidad una persona muestre al Eterno, más autoridad y responsabilidad es capaz de administrar. Moshé era fiel y Yahvéh le confió el cargo de ser elohim. De la misma manera, Yeshúa asegura que habría señales de potestad celestial que seguirían a los discípulos que en Él creyeran (Marcos 16: 17-20).
Por favor, lector/a amigo/a, sé fiel en lo poco y serás digno de confianza a los ojos de Aquel que ve en lo secreto, y se complace en recompensar en público. Usa lo que te ha dado con fidelidad y tendrás cada vez más y más, hasta recibir la corona de la Vida cuando Él venga.