Por P.A. David Nesher
«Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se allegaron entonces a Aarón, y le dijeron:
(Éxodo 32:1-6)
Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
«Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos.
Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón. El cual los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición.
Entonces dijeron:
Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo:
Mañana será fiesta a Yahvéh.
Y el día siguiente madrugaron y ofrecieron holocaustos, y presentaron pacíficos: y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse.
El tema principal de la porción (parashá) de la Instrucción (Torah) de esta semana, llamado Ki Tisá, es el pecado del becerro de oro (en hebreo: Jet HaEguel), el cual es considerado como la máxima transgresión del pueblo de Israel hacia el Eterno. Por eso es importante entender de qué se trata y cómo se relaciona con nosotros.
Primeramente, debemos aceptar que la grandeza de la denominada «Generación del Desierto» no puede ser subestimada en ningún aspecto.
Esto se debe a que los hebreos, después de pronunciar «naasé venishmá» («haremos y escucharemos«), sus vidas se revistieron de inmortalidad, llegando sus cuerpos a glorificarse, recuperando así, el nivel de Adam HaRishón (primer Adán) antes de que pecara, tal como lo explica proféticamente el rey David en el salterio (Salmo 119:1).
Es decir que el Eterno les reveló la Luz de Bilá HaMávet LaNétsaj (la eliminación total del dolor, el sufrimiento y la muerte) o libertad del Ángel de la Muerte. De este modo habían quedado transformados por Yahvéh, en un abrir y cerrar de ojos, y así estar libres del ángel de la muerte. Así pues, por causa del ejercicio de su emunah (fe) ellos se transformaron en tzadikim (justos), contando con un espíritu fuerte que lograba controlar el yetzer hará («la inclinación al mal«).
Siendo todo así, habiendo alcanzado pues los hebreos este nivel existencial, ¿por qué tropezaron en el Jet HaEguel («Pecado del Becerro de Oro«)?
Algunos comentaristas explican que el pueblo en realidad no intentó crear un substituto de Dios, sino que más bien sustituyeron a Moshé por un falso líder, el becerro, creyendo erróneamente que aquel los había abandonado. Por lo tanto el pecado arquetípico del pueblo como un todo es ir detrás de un falso liderazgo. Otros sabios aseguran que Israel pretendió representar al Eterno en ese becerro de oro.
Es muy importante saber que desde Abraham avinu, hasta Moisés la humanidad vivió un proceso de acercamiento a Dios en forma progresiva y colectiva, por eso el pecado del becerro de oro se asocia con idolatría.
Entonces en concreto el pecado del becerro de oro significa el deseo de reemplazar al Eterno y a Moshé su Ungido, es decir al ver que Moshé no aparecía, el pueblo dudó a pesar de todo lo que presenciaron desde su salida de Egipto y pensaron en reemplazarlo. Esta duda rompió el eslabón que por siete generaciones los patriarcas habían formado y que terminaría de ser completado con la revelación de la Torah escrita, del monte Sinaí, por eso fue tan grave.
Entonces, el becerro no era un simple ídolo de un becerro. Era más bien un símbolo de un sistema de culto y creencias que tarde o temprano penetraría a Israel y destruir el sistema litúrgico de adoración, dividiéndolos en dos Reinos (Casa de Efraín y Casa de Judá).
El becerro de oro es por lo tanto un código que indica el retroceso que la humanidad hizo en su separación con el Creador, por lo cual se destruyeron estas primeras tablas.
Los Tres Pecados del Eguel
Como ya habrás observado, la expresión becerro en hebreo se escribe Eguel (עגל). Esta palabra está compuesta de tres letras (Ayin, Gimel, Lamed). Dichas letras convierten a la expresión Eguel en el acrónimo de tres pecados muy fuertes que son los que conducen a que una vida justa caiga en las aberraciones de las tinieblas a través de la idolatría.
Considerando pues a Eguel como un acrónimo, entendemos que el becerro de oro significa lo siguiente:
- Ayin: Ayin Hará (עַיִן הָרַע- Mal de ojo), es decir, la envidia.
- Guimel: Gilui Arayot (גילוי עריות- Uniones prohibidas), es decir, desperdiciar la energía sexual a través de la lujuria.
- Lamed: Lashón Hará (לשון הרע- Hablar mal de otros)
Estas tres cualidades (midot) negativas son las causantes que una vida humana, y también toda una comunidad, queden por muchos años estancados, dando vueltas alrededor de la misma estructura errónea de pensamiento, sin la posibilidad de trascender (Deuteronomio 1:&). Veamos atentamente cómo es esto.
Eguel, también quiere decir «redondo«, pues viene de la raíz gilgul que significa cíclico o periódico. Entonces el «Pecado del Becerro de Oro» estaría relacionado con mantenerse preso de los impulsos instintivos, recibiendo los golpes de «los ciclos naturales” que nos dominan siendo incapaces de mantener el equilibrio en nuestras vidas. La redondez es un fenómeno neutro que puede ser positivo o negativo. La redondez negativa es cuando una persona sigue los ciclos de la naturaleza, sin reconocer la Providencia Divina en el mundo. La palabra hebrea para “naturaleza” es teváh, también es circular y significa “anillo”. Lo Divino y el camino de la Torah es rectitud. Si una persona está inmersa sólo en los ciclos de la naturaleza, siempre estará dando vueltas y nunca penetrará los confines del círculo. Este también puede ser un círculo político negativo.
Por eso, otra palabra con la raíz ain-guimel-lamed es agalá, que significa “carro”. Al ser un cierto tipo de vehículo, la conexión obvia con la redondez son sus ruedas giratorias. En hebreo, hay siete sinónimos para el concepto “camino”. El séptimo es maagal, “circuito”, cuya raíz también es agalá. La aparición más importante de la palabra maagal la encontramos en el Salmo 23: “maaglei tzedek” (sendas de justicia), en el cual el rey David le implora a Yahvéh que lo guíe por caminos justos circulares. La palabra tzedek (“justicia”), siempre aparece en conjunción con maljut (“reinado”). Siendo que maagal es el séptimo sinónimo de “camino”, entendemos que también corresponde a reino. Por lo tanto, el reinado rectificado es el sendero circular rectificado. El reinado debe penetrar los ciclos y rectificarlos.
La conclusión entonces de este shiur (lección) es sencilla pero muy profunda: quien lleva a cabo estas tres malas midot está adorando al becerro de oro y todas las bendiciones celestiales son obstruidas. Por eso, quien comete el pecado del becerro de oro no tiene acceso a la Torah y se encuentra bloqueado espiritualmente dando su vida vuelta siempre en el mismo «puntito», sin la posibilidad de trascender la «redondez» de la vida física, para ascender a mayores dimensionalidades cíclicas en Yeshúa.