Enseñanza

Bereshit: «Por Causa del Principal» (El Mesías)

Por P.A. David Nesher

La palabra hebrea Bereshit equivale al primer soplo de la Divinidad, equivale a la virtud divina más alta Keter (Corona), es el PRINCIPIO Espiritual, cuando fueron creados los cielos y la tierra y aún no se creó al ser humano. Bereshit, el principio, es la Luz ESPIRITUAL del Infinito (Ein Sof), es la Consciencia del Espíritu de YHVH, capaz de expandir, formar, generar, ordenar. Así en el primer versículo del libro de Génesis, Bereshit es el principio espiritual, capaz de expandir el universo, cuando se crearon los Cielos y la Tierra.

Para lograr captar los maravillosos secretos que esta palabra hebrea contiene de manera encriptada, los invito a conocer la historia de un sabio judío: Salomon Meir Ben Moisés

El rabino Shlomo Meir Ben Moshé (Salomon Meir Ben Moisés) fue un eminente rabino del siglo XVII. Nació en Casal en el ducado de Montserrat, en el año 1606. Fue nombrado Shlomo (Salomon) en memoria de su abuelo, y Meir, que significa «iluminar«, por causa de nacer en la semana de la lectura de la Torah que contiente el relato del nacimiento de Moshé (Moisés), cuya entrada en la tradición mundial declara haberse distinguido por una luz sobrenatural, que iluminó toda la casa de su padre en esa ocasión.

Cuando tenía apenas trece años, el joven Shlomo comenzó a componer discursos en hebreo; y prosiguió sus estudios en el Talmud y el Zohar durante muchos años con tal éxito, que al final alcanzó la reputación de uno de los judíos más eruditos de esa época.

Lo cierto es que dondequiera que Shlomo viajaba, sus conferencias en las sinagogas eran escuchadas con admiración; y los judíos de Jerusalén lo honraron con el título de “rabino”, y con frecuencia lo enviaron a recolectar las contribuciones eleemosynary (ofrenda para los pobres), que suelen recibir de sus hermanos en otros países de Asia, África y Europa.

Lo interesante de la biografía de este sabio será que en el año 1665, a la edad de cincuenta y nueve años, estudiando los códigos encriptados en la Torah (especialmente en la palabra Bereshit) llegó a la conclusión de que Yeshúa el netzarita, era de hecho el Mesías anunciado en la TaNaK. Por causa de esto, el rabino anteriormente respetado pronto se vio marginado de sus hermanos judíos. Y al no encontrar una comunidad judía nazarena en el siglo XVII, no vio otra opción para convertirse en cristiano.

Lo cierto de toda esta historia es que uno de los viejos amigos del rabino Shlomo había sido un joyero llamado David Jouaillier. Cuenta la anécdota histórica que este varón se molestó tanto cuando escuchó que Rabí Moshé había abrazado a Yeshúa el netzarita como Mesías, que declaró públicamente que deseaba tener el corazón de Rabí Moshé, para asarlo sobre las brasas y luego arrojarlo para que lo devoraran los perros.

Cierto día, Jouaillier se encontró accidentalmente con su antiguo amigo en la casa de un amigo común que era cristiano. El rabino Shlomo preguntó si era cierto que su viejo amigo había expresado este salvaje deseo. David reconoció que lo había hecho y declaró que estaba convencido de que, si sus circunstancias hubieran sido revertidas, el rabino Shlomo habría dicho lo mismo. Shlomo le preguntó a su viejo amigo si repetiría este deseo si Shlomo podía probar que Yeshua era el Mesías. «De ninguna manera.» dijo David, «pero ¿cómo probarás que la fe es verdadera?»

El rabino Moshe le dijo a su viejo amigo que podía mostrarle que Yeshúa es el Mesías
en la primera palabra de la Torah.

David Jouaillier dijo que si Shlomo podía hacer esto, aceptaría a Yeshua como el Mesías inmediatamente.

El rabino Shlomo advirtió a su amigo que considerara cuidadosamente aquello a lo que se estaba comprometiendo, pero David se mantuvo firme en su compromiso.

El rabino Shlomo comenzó su exposición señalando que la primera palabra de la Torah es בראשית (Bereshit); entonces señaló que esta palabra, traducida literalmente, significa «Al principio de«, dejando una elipsis, que algunos han proporcionado insertando todo, y otros repitiendo el segunda palabra en el texto; como, «Al principio de todas las cosas«, o «Al principio de la creación«, o, finalmente, «Por causa del Principal, Elohim creó«. El rabino Shlomo Meir Ben Moshé señaló a su amigo que esta forma elíptica de expresión fue utilizada por Elohim, no por falta de otras palabras, sino por diseño, para indicar algún misterio oculto.

Shlomo continuó su enseñanza así:

«Divide la palabra en dos y tendrás בר אשית (Bar ashith), que significa «nombraré, estableceré o colocaré al Hijo». La palabra ( בר ) Bar tiene un doble significado: también significa grano o pan, en alusión al pan de la Pascua, ya las palabras de Yeshúa que dijo: “Yo soy el pan vivo, que descendió del cielo» (Juan 6:51). Hay una gran belleza en designar al Hijo con un término aplicable también al pan, con preferencia a otras palabras que significan sólo un Hijo; y también hay una propiedad sorprendente en la denominación que aquí se le da al grano, que se ha distinguido por tres nombres adaptados a los tres estados diferentes en los que se han encontrado hombres:
En primer lugar el grano se llama (דגן) DAGAN, que simboliza que antes de la caída, el hombre debía subsistir del producto del árbol del paraíso, convertido en pan, y llamado דגן , que también puede traducirse como “del huerto”.
En segundo lugar el grano de trigo también se llama (חטא) JITA que también significa «pecado» simbolizando así el período desde la caída del hombre hasta la venida del Mesías.
Finalmente el grano también se denomina (בר) BAR que también significa “hijo” simbolizando que desde la venida del Mesías, el pan simboliza al Hijo de Yah encarnado; según la declaración de Yeshúa, «Si alguno come de este pan, vivirá para siempre«.

David Jouaillier quedó maravillado con el misterio que estaba revelando el rabino Shlomo.

El rabino Shlomo luego comenzó a mostrarle a su viejo amigo una serie de mensajes incrustados en la primera palabra de la Torah, que extrajo a través de Notarikon (un método cabalístico por el cual una palabra hebrea se toma como un acrónimo, o por el cual un acrónimo es a la inversa hecho a partir de una frase). Para conocer estos mensaje, te invito a escucharlos en esta enseñanza:

Con los años, muchos rabinos, influenciados por estos descubrimientos del supuesto rabino «hereje» Salomón Meir, han encontrado mensajes incrustados en la palabra  בראשית (Bereshit); por ejemplo:

ב ראש’ת ר אה א לוהים ש יקבלו י שראל ת ורה
«En el principio, Elohim vio que Israel recibiría la Torah«

Así también, entre los mensajes que el rabino Moshe le mostró a su amigo:

ב ן ר וח א ב ש לושתם י חד ת מים
El Hijo, el Espíritu, el Padre, son tres, una perfecta Unidad

“Adorarás a mi primogénito, mi primero, cuyo nombre es Yeshúa”
ב כורי ר אשוני א שר ש מו י שוע ת עבודו

Cuando venga el Maestro cuyo nombre es Yeshúa, adorarás
ב בוא ר בן א שר ש מו י שוע ת עבודו

De este modo, y a través de este maravilloso método de hermenéutica judía, el rabino Shlomo Mair Ben Moshé le mostró a su viejo amigo muchas más pruebas. David fue vencido por los misterios que estaba revelando su viejo amigo, y profesó que Yeshúa era de hecho el Mesías.


Será muy importante que leas la siguiente BITÁCORA a fin de ampliar lo que AQUÍ se ha explicado:

El Deseo de Ser Persona Elevada… (Parashá Mishpatim)

Recuerda diariamente superar tu animalidad elevándote al claro propósito de tu esencia: ser persona que agrada al Creador.

Te invito a considerar tres minutos de tu tiempo, y meditar en lo que este video tiene para decirnos:

Metzorá: Otro Nombre para el Mesías

Por P.A. David Nesher

La parashá (porción) que estudiaremos esta semana se llama Metzorá, que significa: el Leproso. La misma trata de las leyes que deben aplicarse a una persona enferma y afectada por manchas en su piel, la que debe ser apartada de todos los asentamientos del campamento.

Ahora bien, tremenda sorpresa me llevé al leer una porción del Talmud en la que se pregunta por el nombre de Mashíaj (el redentor del pueblo divino), pues allí se contesta de inmediato que su nombre es ¡“Metzorá”!


«Rabí Yehoshua ben Leví encontró a Elías de pie junto a la tumba de Rabi Shimon bar Yojai – le preguntó a Elías:
“¿Cuándo vendrá el Mesías ? ”
-“Ve y pregúntale “, respondió Elías. “¿Dónde está sentado?”
Preguntó el rabino Yehoshua, respondiendole Elías: ” En la entrada a la ciudad de Roma.”
– “¿Cómo voy a reconocerlo? ” Preguntó el rabino Yehoshua.
Elías respondió: “Él está sentado entre los pobres leprosos , todos aquellos que se vendan sus heridas
…”

(Sanhedrin 98b)

Ya lo he enseñado en otras bitácoras: la «lepra bíblica» (hebreo tzaráat) no es la misma enfermedad de la lepra de hoy, pero sí comparten algunas afinidades. Es más, según la Torah de Dios, contraer aquella lepra hacía a una persona inmunda. Dicha inmundicia le impedía participar en los rituales del Mishkán (Tabernáculo), y después, el Templo. Así mismo, la persona afectada por tzaráat no podía comer de los sacrificios , y estaba obligado a vivir fuera de la comunidad hasta que dichas manchas desaparecieran y un sacerdote declarara su restauración e reintegración al campamento.

Ahora, y continuando con lo planteado más arriba, de todos los títulos y nombres aplicados al Mesías, uno de los más extraños es el título del Talmud: “El Mesías Leproso”. Dicho título se deriva del oráculo del profeta Isaías que dice:

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido 
( Isaías 53:4)

Al realizar la lectura de la profecía de Isaías 53, un buen números de sabios del idioma hebreo entendieron que el tal «Siervo Sufriente» descrito aquí, presenta las características de carácter para ser el Mesías. Así mismo, dichos sabios interpretaron que la frase “…ciertamente llevó él nuestras enfermedades…” está siendo usada por el profeta para referirse a la lepra.

Esto último, se los explicará así: los sabios del Talmud, al citar Isaías 53:4 y llamar al «Siervo Sufriente» como «El Leproso«, aseguran que el profeta Isaías usa la misma palabra para describir la aflicción del siervo sufriente. Ellos enseñan que existe una asociación de palabras entre el leproso y el siervo sufriente que implica al verbo hebreo negá (נגע) que significa “herir”, y que en la Torah se utiliza este verbo para referirse a la condición de la lepra (tzaráat) con la forma sustantiva de la misma palabra que significa plaga, y aflicción.

Para comprender bien lo dicho en el párrafo anterior, es interesante notar que la palabra «herido«, o mejor traducido, “plagado” se traduce del hebreo “nagúa“, que también puede traducirse como “llagado“. Y tiene como raíz hebrea la palabra “nagá“, que también es raíz de la palabra “negá“, la que se traduce como “llaga” o “plaga“. Y en el pasaje de leemos:

«Cuando un hombre tenga en la piel de su carne hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y se convierta en llaga de lepra en la piel de su carne, será llevado al sacerdote Aarón, o a uno de sus hijos los sacerdotes
– (Levítico 13:2 – BTX)

La traducción de “llaga de lepra” se hace del hebreo “negá tzaráat“, y era la señal de una persona que será considerada por el sacerdote como “leprosa” o “metzorá“; la cual debía ser puesta a vivir en cuarentena fuera del campamento de Israel para su sanamiento.

Ahora bien, si el Mashíaj soporta enfermedades y sufrimientos: ¿cómo sabemos que se trata de tzaráat?

La respuesta a esto reside en el significado profundo de las manchas de tzaráat. Ya hemos aprendido que la tzaráat de la Torah no es una enfermedad natural, sino un castigo específico del cielo (por hablar Lashon HaRá – la mala lengua). Es decir que la mancha de tzaráat es la revelación del poder del juicio celestial, que encuentra expresión en el mundo terrenal en forma de mancha.

Es por eso que la mancha en sí misma no indicaba impureza, sino que debía ser mostrada al kohen y sólo cuando éste la identificaba como una mancha de tzaráat, recaía la impureza sobre la persona manchada. Cuando el kohen establecía que se trataba de una mancha pura, no se trataba de una negación de impureza, sino de una revelación de la severidad celestial de santidad, un nivel espiritual muy elevado. El significado de que la mancha puede ser impura es que, en su descenso desde los niveles espirituales más elevados, algo negativo puede desencadenarse de la severidad celestial, hasta llegar a una mancha de tzaráat.

Con todo lo explicado en el párrafo anterior, debemos aceptar que el significado de la severidad celestial, en su fuente, no es impartir castigo o evitar dar flujo de energía a las creaciones. Al contrario, como su nombre lo indica Guevuráh, no significa solamente “severidad” o «rigor», sino también “poder” e “intensidad”. Es decir que la Guevuráh es esencialmentela poderosa intensidad con la que el Eterno envía su energía al mundo. El problema está en el hecho de que cuando el receptor de energía con tamaña fuerza no está listo para recibirla, la Guevuráh se expresa en juicios y dificultades para el tal.

Este es exactamente el significado de la mancha de tzaráat. En su sentido espiritual, se trata de la intensidad de la santidad de YHVH. De aquí se desencadenan los “juicios duros” en los mundos espirituales que posteriormente se manifestarán en el plano físico. En este caso, con la aparición de las manchas impuras.

Esta es la razón por la que Mashíaj es llamado metzorá. En Él, el Eterno quiere expresar el elevado nivel de santidad que anhela revelar a través la humanidad. Una santidad de una intensidad poderosísima, que supera toda medida y límite. Esta santidad se revelará a través de nuestro Justo Mashíaj, quien soportó en su cuerpo los juicios que los seres humanos deberían haber recibido a fin de que todo aquel que en Él crea tenga vida eterna (Juan 3:16).

Este nivel de santidad será el que se irradiará durante el Milenio, desde el Tercer Templo, porque en dichos tiempos de la Redención ya no existirá impedimentos humanos para obstaculizarla. La santidad se revelará en el mundo terrenal tal y cual es en su fuente espiritual.

Esto se logrará a través de nuestra confianza puesta en que “nuestras enfermedades» él (Mashíaj) cargó. Con esto él refina al último de los israelitas en la época actual de los “Talones de Mashíaj”, hasta que todos se vuelven recipientes adecuados para las “luces Divinas” de la Redención verdadera y completa, rápido en nuestros días.

Sobre la base de todas estas asociaciones, los sabios se refieren al Mesías hijo sufriente de José como “El Leproso” (Metzorá). El Mesías Ben Yosef (hijo de José) lleva el sufrimiento del exilio y el castigo del pueblo de Israel (especialmente las 10 tribus perdidas) como un leproso lleva su aflicción.

Los sabios entendieron que el versículo significaba que el Mesías tomó la lepra de la nación, no literalmente, sino figurativamente. El título “El Mesías Leproso” suena como una depreciación, y contradice la propia descripción que las Sagradas Escrituras (la Biblia) hacen del Mesías:

He aquí, mi siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado
(Isaías 52:13 LBLA).

Todas las Sagradas Escrituras, en sus pasajes mesiánicos, indican que el Mesías será el más sabio de todos los hombres, exaltado por encima de Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, e incluso los ángeles. Su estatura excederá la de todos los grandes hombres y reyes de la tierra.

Por lo tanto, la enseñanza jasídica concluye que el Talmud sugiere un significado más profundo cuando se refiere al Mesías como “El Leproso”. Esto indica que el redentor sufre las agonías y aflicciones del exilio de Israel. Él impacientemente espera la redención final cuando Él pueda purificar a la nación, pero hasta entonces, Él personalmente sufre el dolor de la aflicción leprosa-como de Israel, la agonía del exilio en curso.

Mientras el exilio persista, el Mesías se llama El Leproso. Él mismo es esencialmente puro y perfecto. Su aflicción sólo refleja la condición del exilio. El “día de su purificación” se refiere al momento de la redención, cuando el Mesías será revelado y Su verdadera persona y justicia se manifestarán a todos.

Esta es una de las razones de que  el  ministerio de nuestro Maestro Yeshúa se centró en la curación de leprosos. Es más, al leer el evangelio de Mateo, en el cap. 10 vers. 8, Él dice a sus discípulos que la curación de los enfermos y de limpieza leprosos son signos más certeros del Evangelio del Reino de los Cielos. Cuando Yeshúa sanó leprosos, les dio instrucciones de que presentarán los sacrificios prescritos en la Torah para su ritual de purificación.

Así mismo, Mateo escribe el siguiente relato:

«Cuando bajó del monte, le siguió mucha gente. Y vino un leproso y se postró ante él diciendo:

“Maestro, si quieres, puedes limpiarme”.

Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo:

“Quiero. Queda limpio”.

Y al instante quedó limpio de la lepra. Entonces Jesús le dijo:

“Mira, no se lo digas a nadie; pero ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos”. –

(Mat.8:1-4 – VIN)

Aquí está la señal para los sacerdotes de que él era el Mesías, mandándole al sanado que cumpliera con los requerimientos de la Torah, ya que estaba el Templo en pie y oficiaban los sacerdotes; y por esto muchos creyeron en él. Aquí está la prueba de lo que dijeron los rabinos en el Talmud, sobre que el Mesías sería llamado “el Estudioso Leproso“. Y “estudioso” es porque nadie tuvo, como humano, mayor conocimiento que Él, pues nadie tuvo una relación tan cercana con Yahvéh que Yeshúa. 

Ahora bien, agregaré un comentario más. Por un lado, vemos que la tzaráat era una enfermedad real, una aflicción temible equivalente a una especie de caminar muerto. Por otro lado, la tzaráat puede ser entendida como un arquetipo para todas las enfermedades humana, tanto del cuerpo, como así también del alma. Con esto último, se entiende que es el símbolo de la corrupción de nuestra carne humana.

Por ello, los invito a poner su atención en el hecho que el Evangelio dice que el leproso es limpiado, más que sanado de la tzaráat. ¿Limpio de qué? De sus pecados. Esto significa que sus pecados son perdonados para que continúe el proceso de purificación creyendo en él, e imitándole.

En todos los casos anteriores, Yeshúa ofrece la respuesta. Él es el Siervo Sufriente del pasaje de Isaías. A través de su ministerio, Él cumplió este pasaje exactamente como el Talmud interpreta. Tomó la impureza de la condición humana, haciéndose Metzorá, con el fin de sanar a todos los hombres. Así está escrito en Isaías:

Mas El fue herido por nuestras transgresiones,
molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El,
y por sus heridas hemos sido sanados


(Isaías 53:5).

Seguramente te interesa sumergirte en el trabajo pedagógico-práctico de esta enseñanza, por ello te invito a la. siguiente lección virtual: