pecado

¿Dios Protege al Pecador?… ¿Qué significa Jatat?

Por P.A. David Nesher

 “Habla a los hijos de Israel, diciendo: Si alguien peca inadvertidamente en cualquiera de las cosas que YHVH ha mandado que no se hagan, y hace alguna de ellas; si el que peca es el sacerdote ungido, trayendo culpa sobre el pueblo, que entonces ofrezca a YHVH un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado, por el pecado que ha cometido.

(Vayikrá/Levítico 4:2-3) 

Sin duda alguna debo comenzar diciendo que, al mencionar las ofrendas del Mishkán o Tabernáculo (más tarde el Templo), las imágenes que se aparecen en la mente moderna son barbáricas, paganas y primitivas. Matanza de animales, sangre y tripas que son llevadas a altares, quema de incienso y sacerdotes con vestimentas elaboradas realizando rituales complejos pero aparentemente sin sentido.

Sin embargo, dado que una parte importante de la Torah (la mayoría del libro de Vayikrá Levítico) se dedica a las detalladas leyes de las ofrendas, parecería que este tema tiene una importancia más profunda que nos demanda una detenida y profunda investigación.

En el día de hoy nos toca considerar un korván (ofrenda) lleno de códigos que revelan la gracia infinita de nuestro Dios. El mismo es llamado en las Sagradas Escrituras con el nombre de jatat, que es el nombre que se le da a la ofrenda por el pecado.

Comenzaré comentándoles que palabra jatat, se puede traducir como “error” y “pecado”. Esta palabra proviene de la raíz jatá, que significa “fallar”, “errar”, “pecar”.

También les diré una interesante curiosidad escritural. Cuando leemos el versículo 23, de este capítulo 4, nos damos cuenta que esta ofrenda también es llamada korbán, término que nos revela que también es un medio para poder ascender a YHVH para sentirse más cerca de Él. Pero, lo interesante es saber que en el resto de los versículos de este capítulo normalmente no se usa la palabra korbán (“ofrenda” o “ascensión”), como en el caso de la olá y la minjá, sino sólo le-jatat, que en la versión Septuaginta fue traducida simplemente como “pecado”. Así que el término griego técnico para una ofrenda de pecado es simplemente “pecado”. Tendiendo en cuenta este hecho, podremos entender correctamente el texto griego de la segunda epístola a los discípulos de Corintios donde está escrito:

Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él.
(2 Corintios 5:21)

Esto significa que el Mesías fue hecho un sacrificio de pecado, en hebreo un le jatat, por nosotros. Es decir que no es que él haya sido hecho pecado, en el sentido literal de la palabra (como lo explican los líderes cristianos), sino que en esa expresión hay una alusión clara al sacrificio de pecado que encontramos en el capítulo cuatro de Levítico.

Pecados por omisión y por premeditación: ¿cómo los trata Dios?

Ahora quiero enseñarles una cosa más en cuanto a este interesante asunto. Existen dos tipos de sacrificios por el pecado: jatat y asham. El primero expía por ciertos pecados cometidos por error u omisión, el segundo expía por ciertos pecados cometidos con premeditación.

El jatat expía por los pecados cometidos contra los mandamientos negativos que si hubieran sido cometidos deliberadamente, el pecador hubiera sido reo del castigo de caret (extirpación) del Pueblo. Hay 43 pecados de este tipo, la mayoría de ellos son de relaciones sexuales prohibidas. El jatat sólo expía por estos pecados cuando son cometidos por ignorancia. Esto nos enseña que la falta de conocimiento no exime al pecador de su responsabilidad. El que peca sin saber también es culpable delante del Eterno.

Al leer el versículo que encabeza esta bitácora, vemos que en el primer caso se habla del sacerdote ungido que peca, trayendo culpa sobre el pueblo.

La Torah revela que como el Sumo Sacerdote (Kohen Gadol) representa al pueblo, su pecado repercute sobre toda la nación. El pecado también puede consistir en que el Kohen Gadol haga una mala interpretación de la Torah y luego él mismo siga esa decisión halájica equivocada resultando en que también el pueblo la siga. 

La expresión “el sacerdote ungido” es la traducción del hebreo ha-kohén ha-mashíaj. Ésta es la primera vez que aparece la expresión ha-mashíaj, “el ungido”, en la Torah. Dicha expresión aparece tres veces en esta aliyá (v. 3, 5 y 16). Ahora bien, no sé si logran darse cuenta de la maravilla que esto revela: ¡Es muy significativo que la primera vez que el Mesías es presentado en la Torah, es en relación con el sacrificio de pecado! Tenemos tres versículos como testigos firmes que muestran que la tarea primordial del Mesías es redimir el mundo por medio de su propio sacrificio de pecado “para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Al leer el versículo notamos que dice así: “si el que peca es el sacerdote ungido (HaMashíaj), trayendo culpa sobre el pueblo” En este texto está escrito que HaMashíaj es el que tiene pecado y ese pecado llega sobre el pueblo. La imagen de la sombra mesiánica está invertida, ya que en el arquetipo divino es el pecado del pueblo el que vino sobre el Mesías Yeshúa, y la justicia suya vino sobre el pueblo.

Al leer el versículo 5 vemos que está escrito:

Luego el sacerdote ungido (HaMashíaj) tomará de la sangre del novillo y la traerá a la tienda de reunión

Aquí está escrito que HaMashíaj es el que trae la sangre al Mishkán (Tabernáculo). Así mismo, en el arquetipo divino, fue Yeshúa el Mesías quien llevó su propia sangre al Santuario Celestial.

En el versículo 16 vuelve a aparece una expresión semejante:

Entonces el sacerdote ungido (HaMashíaj) traerá sangre del novillo a la tienda de reunión

La Torah revela aquí que parte de la sangre debía ser llevada sí o sí al Mishkán. Esto anunciaba el momento cuando el Mesías Yeshúa llevaría Su bendita sangre al Santuario Celestial, tal como queda explicado en el libro de Hebreos:

“… y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.”
(Hebreos 9:12)

Según el intérprete Rashí, el novillo tiene que tener tres años de edad, figurando así a Yeshúa, quien cumplir su obra redentora, ya tenía tres años de ministerio terrenal.

Enfocándonos más detalladamente en la halajá de este korbán nos encontramos con la revelación de que una vez que la sangre del novillo era llevada dentro del Tabernáculo, el resto del animal no se podía comer, sino que debía quemado fuera del campamento (cf. Levítico 4:21; 6:30; 16:27, Hebreos 13:11-12). Por favor, tengamos en cuenta que esto nos habla de la muerte del Mesías, cuya sangre fue llevada al interior del santuario celestial, pero su muerte ocurrió fuera de las murallas del Templo, cerca del altar que estaba en el Monte de los Olivos.

Es muy importante que al ver los korvanot, tengamos en nuestra mente que todos los sacrificios son sombras del sacrificio del Mesías ya que base del sacrificio del Señor estos sacrificios obtienen validez delante de YHVH.

Ahora quiero invitarlos a que miren un detalle asombroso de la gracia divina escondido en estos korvanot:

Pondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío y lo degollará en el lugar donde se degüella la ofrenda de ascensión delante de HaShem; es una ofrenda por el pecado.” (v. 24)

Resulta que en el lugar donde era degollada la olá, es decir al lado norte del altar, se degollaba también el jatat, con un solo objetivo: no avergonzar al pecador (cf. v. 29, 33). Así los demás ofertantes no veían si el sacrificio era de ascensión o de pecado, y no se daba lugar para pensamientos prejuiciosos y lashón hará (lengua maligna) contra el pecador que regresaba a YHVH.

Es decir, que cuando una persona venía con un sacrificio al Tabernáculo todo el mundo podía ver esa acción. Pero lo interesante de esto es que no se sabía a qué venía el sacrificio, si era para una ofrenda de ascensión (olá) o una ofrenda de pecado (jatat), ya que ambas ofrendas se ofrecían en el mismo lugar. Nadie más que el pecador arrepentido y el sacerdote de turno sabían para qué era dicho sacrificio. De esa forma el pecador arrepentido quedaba protegido de las habladurías de la gente, porque no sabían que su ofrenda era de pecado.

Este detalle nos enseña que el Eterno es muy cuidadoso para no avergonzar al hombre, especialmente cuando tiene un corazón arrepentido. En lugar de exponerlo en público lo protege y no solamente cubre su pecado mediante el poder de la expiación del sacrificio sino también cubre su honra por medio de esta ley que estamos estudiando. ¡Es evidente que el Eterno protege de esa manera la fama de cualquier pecador arrepentido!… ¡Su amor es grande y asombroso!

Así mismo hoy la Torah divina persigue que aprendamos de nuestro Padre celestial y lo emulemos en lo mismo. En sus líneas está claro que no debemos actuar avergonzando a uno que está arrepentido de su pecado y, por lo tanto, jamás debemos revelar los pecados de los demás, si estos ya han sido perdonados por el Eterno en la Sangre preciosa de nuestro Señor Yeshúa.

¡Alabemos al Eterno por su amor, su perdón y su respeto al hombre!