«Maridos, amad a vuestras esposas, y no seáis amargos para con ellas.»
Colosenses 3:19
Un varón verdadero y maduro te amará de pies a cabeza, y hasta la última estría y arruga que vaya apareciendo en tu cuerpo.
Jamás se avergonzará por tu estatura o por tus defectos, y por sobre todo, nunca te juzgará por tu pasado.
Un varón de verdad te querrá todos los días, incluso en aquellos días del mes en los que ni tú misma te aguantas.
Ese varón de verdad creerá en tu libertad, y la defenderá con su propia vida. Amará tus ocurrencias, tus metas, ambiciones, y cada detalle que hace «perfecta» a una mujer.
Nunca querrá cambiar nada de ti, simplemente te acompañará para que crezcas íntegra. Te ayudará a que tengas sed de ser mejor que ayer. Porque un varón maduro no cambia; un varón maduro acompaña a crecer y evolucionar.
Un varón verdadero y maduro te da alas, no te las corta. Te da la mano cuando estás en el suelo. Te coloca el hombro para que llores cuando ya no aguantes más; sus brazos cuando no te sientes segura, y su calor cuando sientas frío.
¡Clama al Eterno para que Él permita que un varón verdadero y maduro te escoja por mujer!
El discípulo y servidor (diácono) Fabián Ferro me envió por Whatsapp esta reflexión con respecto a lo que Yahvéh nos ha implantado hoy desde Su Instrucción (Torah) en esta parashah llamada Vayeshev. Por eso, encontré oportuno volver a compartir sus palabras:
«Shalom PA!:
Que bueno es ver en esta parashá, como Yosef , a pesar de todo lo que venía pasando desde que salió de la casa de su padre a buscar a sus hermanos, evidencia que él estaba seguro de que Abba tenía un proyecto con su vida, aunque el todavía no sabía cuál era.
Lo que me llama la atención es que Potifar se dio cuenta de que YHVH estaba con él. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Como sabía que Yosef conocía a YHVH? ¿Será que sabía que era hebreo? ¿Lo sabían los mercaderes?
Entonces, también pensé ¿no será que Yosef lo daba a conocer todo el tiempo? Y me di cuenta de que sí. Es seguro que hablaba de su Dios, el Abba kadosh. Fui allí que reflexioné acerca de cuántas veces las personas a mi lado vieron que muchas cosas me salían bien , que la prosperidad estaba siempre de mi lado, que pude crecer y expandirme en muchas cosas. Sin embargo, nadie se dio cuenta que Abba estaba conmigo porque nunca lo nombré. Nunca hable de sus promesas. No prediqué de su amor por mí y de mi amor por Él. Sólo pasé como una buena persona.
¡Que maravilloso sería que pudiéramos ser así como Yosef, quien a pesar de la situación de esclavitud, él seguía mostrando en quién creía con su proclamación de palabra y hecho!«
La persona promedio pasa por lo menos una hora al día comiendo. Es decir que al llegar a los 30 años, has pasado el equivalente a dos años poniendo comida en tu boca. ¿Cómo podemos hacer de esta una experiencia más placentera, productiva y significativa?
El pensamiento hebreo tradicional tiene mucho que decir sobre lo que comemos, cómo comemos, cuándo comemos e incluso por qué comemos. Muchas de estas cosas son las que recomiendan los científicos modernos.
1. Come cuando tengas hambre.
¿Cuándo fue la última vez que entraste a una estación de servicio para llenar el tanque que ya estaba lleno? Probablemente nunca. ¿Pero cuándo fue la última vez que comiste algo sin tener hambre?
Revisar si tienes hambre antes de llevar ese bocado a tu boca, te permitirá mantener tu peso bajo y construir autocontrol. ¿Asistes al segundo evento de la noche y ya cenaste pero aun así tienes el impulso de seguir comiendo?
Al igual que los nutricionistas contemporáneos, también el Rey Salomón advierte contra del consumo innecesario de alimentos:
«El justo come para satisfacer su alma»
(Proverbios 13:25).
2. Siéntate.
¿Se te hace tarde para el trabajo? ¿Tienes que correr tras los niños? ¿Estás haciendo trámites? No hay ningún problema: simplemente ese no es el mejor momento para ingerir tu comida. Aunque pueda ayudarte a ahorrar tiempo, es una mala idea. En su obra maestra Mishné Torah, el Rambam dice que uno nunca debe pararse o caminar mientras come.
La investigación científica moderna también afirma que comer de esta forma engorda y no es sano. De hecho, incluso hay una dieta basada en esta idea. Se llama «The Sit-Down Diet» (la dieta de comer sentado), y sugiere que consumimos menos calorías cuando comemos sentados que al estar parados o caminando. También digerimos mejor cuando estamos sentados y masticamos como se debe.
3. Reconoce.
Tienes hambre y te sientas para comer. Ahora reconoce de dónde viene la comida. Tomarse tres segundos para reconocer los detalles básicos del platillo culinario que tienes frente a ti puede fijar el tono del resto de la comida. Algo tan simple como reconocer verbalmente el trabajo del cocinero, especialmente si es un padre o tu pareja, puede tener un efecto profundo en tu ánimo.
Prestar atención a cada uno de los ingredientes puede hacer la experiencia incluso más sabrosa.
En el judaísmo, cada vez que se consume un alimento se debe recitar una bendición de reconocimiento antes de dar el primer mordisco. Un error común es pensar que la bendición o brajá que se dice antes de comer es una forma de agradecimiento. No es exacto. Mientras que la bendición de Birkat Hamazón que se dice después de la comida menciona el acto de agradecer, la bendición previa no menciona el agradecimiento. Se trata de reconocer que Dios es el Creador de la comida y en esencia pedirle permiso para tomar Su comida.
4. Aleja las distracciones.
No se puede disfrutar completamente una comida mientras respondes e-mails o miras Facebook. Disfrutar la comida es tan importante para el judaísmo que cada una de sus festividades incorpora en la celebración el placer de comer. Pero nos robamos a nosotros mismos de este disfrute cada vez que comemos sin prestar atención.
¿No te importa disfrutar de la comida? Debes saber que comer distraídamente causa que la digestión sea menos efectiva en desglosar el alimento, lo que disminuye el sabor e incrementa la posibilidad de sufrir inflamación, gases y estreñimiento. ¿Quieres bajar de peso? Los estudios demuestran que mientras más te distraes al comer, más kilos aumentas. Actos simples como prestar atención al olor, sabor, apariencia y textura de la comida, pueden ayudarte a mantener el foco en tu comida.
5. Mastica, traga, espera… Repite.
¿Alguna vez devoraste la mitad del plato en un minuto sin ni siquiera darte cuenta? Engullir toda la cena puede desanimarte pero también puede dejarte con grasa extra en tus caderas.
Desconectar el piloto automático de tu cuerpo mientras comes también tiene grandes beneficios espirituales. Al describir las formas de oponerse a los hábitos alimenticios instintivos, el gran sabio iraquí del siglo XIX, Rav Iosef Jaim, en su libro Ben Ish Jai, recomienda algo que puede ayudarte a tener control. Él escribe que no se debe tomar el siguiente bocado hasta que el bocado anterior no se haya tragado por completo.
La experiencia me enseñó que esto es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, una vez que lo dominas, este hábito te permite sentirte en control y elevado. En especial si lo llevas al siguiente nivel y dejas los cubiertos en el plato entre bocado y bocado.
6. Agradece.
Ahora que estas satisfecho y tu espíritu se recargó, llegó el momento de agradecer. Decir gracias es mucho más difícil cuando quieres ir a otro lugar. Quizás es por eso que la única bendición que ordena la Biblia es la bendición después de las comidas y no antes de ellas.
Agradecer es un valor judío básico. De hecho, los judíos son llamados yehudim que viene de la palabra Yehodot, y significa agradecer. La gratitud impregna toda la experiencia judía, desde las primeras palabras que pronunciamos al despertar, hasta mencionar nuestro agradecimiento tres veces al día en nuestras plegarias.
Sorpresivamente, hace poco descubrieron los beneficios secundarios de sentirse lleno de agradecimiento, entre ellos una mejora en la salud, el aumento de la autoestima e incluso la posibilidad de dormir mejor. Tomarnos los minutos extras para valorar el privilegio de tener saciados nuestros estómagos ahora debe parecernos mucho más fácil.
Aunque no es práctico para cada comida, esforzarse por llegar a estas metas puede ayudarnos a tener vidas más significativas, controladas y saludables.
“Pacientemente esperé a Yahvéh, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. «Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Yahvéh”
(Salmo 40:1-3)
Constantemente enseño (y no me cansaré de hacerlo) que cada redimido has sido llamado a ser el protagonista de su vida, es decir un héroe de la Historia de la Salvación. Cuando digo héroe quiero darle a este término un matiz de la palabra hebra correspondiente: guivor; palabra que conlleva la idea de «aquel que aprendió a vencerse a sí mismo«. Sólo esa alma humana puede ser considerada protagonista, ya que aprendió a espera en Yahvéh pacientemente antes de actuar. El héroe ve la vida con optimismo y se convierte en el gerente de su vida, haciéndose co-equiper del Creador.
En este momento, encuentro oportuno compartirles un cuento de la tradición judía que nos ilustra si somos héroes o víctimas de los pozos que la vida ofrece.
“Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal rebuznó por horas mientras el campesino trataba de buscar la forma de ayudarle pero finalmente decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo necesitaba ser tapado con urgencia, así que echando tierra podría solucionar los dos problemas a la vez. Con ese fin pidió ayuda a sus vecinos.
Cada uno tomó una pala y empezaron a echar tierra al interior del pozo. El burro al notar lo que se le venía encima empezó a rebuznar con más fuerza pero después de un rato se aquietó. La gente no lo veía y pensaba que habría quedado enterrado pero lo que realmente sucedía era que el burro estaba ocupándose de sacudirse la tierra que le arrojaban con cada palada.
Al poco tiempo, para sorpresa de todos, empezaron a verse las orejas del asno que, apoyándose en la tierra que se sacudía y caía al suelo, estaba logrando elevarse. Cuando llegó a la altura de la boca del pozo, dando un salto, salió corriendo alegremente dejando boquiabiertos a sus supuestos enterradores.«
Mientras estudiamos la parashá Vayeshev, nos encontramos que Yosef (José) es cruelmente tirado a un pozo por sus diez hermanos mayores. Sin embargo, al leer todos los acontecimientos siguientes a esta circunstancia, y su fin de pleno propósito celestial, nos damos cuenta que la razón por la que Yosef podía levantarse bajo esta persecución de sus hermanos, se fundaba en que él no se centró en sus circunstancias, sino en el Pastor Eterno (Génesis 49:24; Yojanán 10:14). Él logró salir de los dos pozos que Yahvéh permitió experimentar gracias a que permitió que el Espíritu Santo del Creador lo educara en siete principios que deben tenerse en cuenta cuando se está en el pozo.
Primer Principio:La Intolerancia a Toda Condición Actual es lo que Crea Futuro.
Si usted se siente cómodo en el pozo, no saldrá de allí. Por favor, renuncie al acostumbramiento a su pecado, sus adicciones, o a las cosas en su vida que HaSatán (Satanás) ha usado para destruir su potencial. A quién el Hijo libera es verdaderamente libre (Juan 8:36), y puede ser liberado de sus adicciones si confía plenamente en Él.
No se acostumbre a vivir con miedo. No tema a su pasado; mejor olvídelo.
No tema a su futuro; acepte que el mismo está en las manos del Creador. No tema al fracaso. No sé lo que el mañana tendrá, pero si sé quien nos sostendrá mañana. No se acostumbre al pozo, ya que no es su destino; el palacio es su destino.
Segundo Principio: Recordar que el Oponente ataca a quienes están en la siguiente Línea de Promoción Celestial.
HaSatán (el Oponente) atacó a Yosef porque conocía el potencial de que este tenía para traer el Camino del Mesías al mundo. Si HaSatán hubiera logrado aplastar a Yosef en el pozo, o hacer que renunciara a la esperanza en la prisión por la desesperación y la depresión, nunca Yosef hubiera llegado al palacio donde cambiaría el destino del mundo.
De igual modo, cuando Yeshúa (Jesús) estuvo en el desierto, el Oponente (HaSatán) sabía que si podía conseguir que el Señor se inclinarse a él, Él no iría a la cruz. Y si Él no iba a la cruz, nadie podría ser salvado.
Cuando nos fijamos en las Sagradas Escrituras, vemos lo rápido que puede promover Yahvéh. Yosef fue desde el pozo hasta el palacio en un día; Daniel pasó de la boca del león al palacio en un día; David salió de las cuevas de Saúl al palacio en un día. Usted es el siguiente en la línea para la promoción y Satanás ataca porque él conoce su potencial. Él está tratando de aplastar su sueño en el pozo, está tratando de destruir sus esperanzas en la prisión. Dios va a devolverle siete veces más de lo que el adversario ha tomado de usted porque su destino está en el palacio con Él.
Tercer Principio: Desenfocarse de lo que está pasando, y Centrarse en lo que en Verdad ocurrirá.
Aceptémoslo: ¡No hay Premio sin un Costo! ¡No hay corona sin cruz diaria! No hay amanecer sin una noche, y no hay victoria sin lucha. Por ende, ¡no mire el pozo en el que está!; ¡mire el palacio que lo espera! No mire a la crisis; mire hacia el Mesías. ¡Usted, en Yeshúa, es un hijo del Rey; ¡viva, actúe y piense como tal, en Nombre de Yeshúa!
Cuarto Principio: Toda Reacción ante otra persona en en el Pozo determinará cómo Yahvéh Accionará cuando Ud. esté en el Pozo.
Esa es la interpretación del versículo:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados; porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Así que, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también hacedles vosotros.» (Mateo 7:1-2 y 12)
¿Cómo reacciona frente a otras personas cuando ellas están en el pozo?
Vendrá un día en que usted cosechará exactamente lo que sembró. Los hermanos de Yosef lo echaron en el pozo y, absolutamente indiferentes, se sentaron y almorzaron juntos. ¿Cómo responde a un adicto a las drogas? ¿Cómo reacciona a una persona sin hogar? ¿Cómo reacciona a una adolescente embarazada? ¿Cómo reacciona a las viudas y a los huérfanos?
El consejo apostólico dice que «la religión pura y sin mácula delante del Dios y Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación, y guardarse a sí mismo sin mancha del mundo.» (Santiago 1:27).
El punto es que si Ud. quiere que Yahvéh lo ayude en su día de angustia, Ud. debe ayudar a alguien más en su día de angustia. Cuando vea a un hermano o una hermana que ha caído en el pecado en el pozo, es necesario levantarlo con la fuerza que el Señor le ha dado. Pablo dice:
«Hermanos, aun cuando una persona sea sorprendida en alguna falta, vosotros, los espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre.»
(Gálatas 6:1)
Quinto Principio: Aferrarse al Dolor del Presente no permite Controlar el Placer del Futuro.
Su amarga situación actual, seguramente puede ser muy dolorosa, pero ella no controla su futuro.
El apóstol Pablo, teniendo en mente este principio, escribió:
«Todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad.»
(Filipenses 4:8)
¿Su empresa quebró? ¡Claro que es doloroso, pero no controla la oportunidad de mañana!
Ser traicionado por su familia, al igual que Yosef fue traicionado, es doloroso, pero eso no quiere decir que Yahvéh no orquestará un día en que sus hermanos regresen, su anciano padre se reúna con usted y en su hogar haya alegría de nuevo. Sólo porque alguien le rasgó su camisa no significa que usted no use un manto real mañana. El hecho de que las personas que lo aborrecen lo han arrojado a un pozo, no significa que mañana esas personas no se inclinarán ante usted.
El profeta Isaías asegura esto al escribir:
«Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Yahvéh, Sión del Santo de Israel.»
(Isaías 60:14)
¡Su destino no está en el dolor del pozo; está en el bienestar del palacio!
Sexto Principio: Tener en cuenta que las Armas de Ataque favoritas del Tentador son los más cercanos a usted.
Los hermanos de Yosef lo tiraron al pozo y su hermano Yehudah (Judá) lo vendió por el precio de un esclavo.
Así mismo, Judas el Iscariote traicionó a Yeshúa por el precio de un esclavo. En sus observaciones personales a Timoteo, el apóstol Pablo nos dice que Demas, su compañero en el ministerio, lo abandonó por amor a este mundo (2Timoteo 4:10). Absalón quería matar a su propio padre David (2amuel 15:1 a 18:33). Créame que, cuando el adversario se prepare para lanzar el golpe definitivo y ponerlo fuera de combate, no utilizará a ningún extraño. Él usará a alguien que usted ama, preferiblemente alguien en su propia casa.
Séptimo Principio: Jamás se Gana la Batalla Espiritual desde la Lógica Personal.
Cuando Yosef fue arrojado al pozo, tuvo que ser despojado de sí mismo para ser capaz de confiar en el Creador. Yahvéh no pide que lo defienda, porque Él es omnipotente y Él no lo necesita. El Señor no pide que lo entendamos, porque nuestro intelecto es demasiado inferior para entenderlo. Por lo tanto, el Eterno no necesita que le explique, porque si usted no puede entenderlo, usted no puede explicarle a Él.
Dios sólo ha dicho:
«Confía en YHVH con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas.»
(Proverbios 3:5-6)
En el pozo, el Eterno despoja del poder del ego. Por lo tanto, si usted está en el Pozo, acepte que Él tritura el dios de sí mismo sentado en el trono de su alma, para que Él pueda moldearlo a Su imagen.
Mientras usted se comporte arrogantemente en la adoración como un pavo real, Él no lo puede usar. Él lo pondrá en el pozo, y allí, en Su prensa de «Getsemaní» Él lo exprimirá y lo hará más como Él. ¿Por qué? Con las uvas trituradas hacen el mejor vino, y con las aceitunas trituradas hacen el mejor aceite. Los pétalos aplastados de una rosa hacen el perfume más raro. Con el grano triturado se produce el pan para alimentar la vida. De igual manera, es una persona triturada la única que puede convertirse en un siervo de Dios.
«Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.»
(Marcos 9:35)
Yahvéh está buscando a alguien a quien Él ha triturado, y cuando Él ve a esa persona, Él se ve a sí mismo. El Eterno sólo usa a una persona que ha sido quebrada y cuando está rota y aplastada y se parece a Él, entonces usted está listo para llegar a su destino,porque ya es el guivor (héroe) de su historia, y puede ser una maravillosa vasija del Camino de la Luz en la Historia de la Salvación.
Por todo estos principios, le pido para concluir que tenga siempre en cuenta que todo lo negativo que nos sucede puede ser transformado en algo positivo. Como al burro de nuestro cuento, la vida nos tira a veces, todo tipo de tierra. Si usted lo interpreta como un problema y se bloquea sintiéndose víctima de la situación, esa tierra puede acabar aplastándolo y sepultándolo para siempre en el olvido. Pero si lo contempla como un desafío, usted se ubicará en la perspectiva protagonista de un héroe. Encontrará la forma de sacudirse esa tierra y la usará para dar un paso hacia arriba.
¡Así, cualquier situación se transformará en una oportunidad para lograr un nivel más elevado de conciencia en el propósito eterno de la Luz Admirable: Yeshúa HaMashiaj!
Todos buscamos lo mismo en esta vida: sentirnos plenos. Lo que nos diferencia, es la manera en que esperamos conseguirlo.
Lamentablemente, mientras permanecemos esclavos de una mente reptiliana, los humanos queremos poseer, pues creemos que necesitamos cosas para ser felices.
En cambio, cuando nos volvemos a la Intención de la Fuente, descubrimos que todo lo que necesitamos para ser felices está en nuestro interior. Entonces desaparece la necesidad de poseer y aparece el sentimiento de agradecer. Despertamos agradecidos al Eterno de que no necesitamos poseer personas ni cosas para ser felices.
Hemos aprendido por medio del apóstol David Nesher que en el mes de Jeshván el Eterno nos capacita para ir contra la energía adversa propia del mazal de escorpio. Es por ello que símbolo de este tiempo es un pie pisando un alacrán.
A través de las fiestas de nuestra fue podemos ver que YHVH nuestro Dios es el mejor de los pedagogos. Suele usar elementos físicos para ayudarnos a aprender, es decir, que al verlos podamos recordar determinadas características simbolizada en el objeto.
Por esa causa, investigué primeramente si existe un tipo de escorpión típico de Israel y cuáles son sus características para ver de qué manera éstas pueden tomarse como un mensaje para nuestra alma.
El animal se lo conoce como escorpión dorado o israelí; y también “escorpión muerte acechante”. Vive en el norte de África y en el cercano Oriente incluyendo obviamente a Israel.
Sus características son:
• Muy agresivo: es así tanto con los seres humanos como así también con los de su propia especie, a quienes en ocasiones devora. (1)
• Se camufla: su color dorado puede variar según el entorno donde habita asemejándose bastante al terreno a fin de pasar fácilmente inadvertido.
• Muy venenoso: es considerado como el alacrán más venenoso del mundo, una picadura es suficiente para matar a un niño, un anciano o a un adulto con problemas cardíacos. Varias de ellas pueden matar a un humano adulto sano. (2)
• Nocturno: suele ocultarse en el día en hoyos o bajo rocas donde encuentra la humedad que necesita.
• Apareamiento: el macho debe hacer una danza para simpatizar con la hembra, en caso de que ella se ponga nerviosa puede matarlo y comerlo. Si el cortejo es exitoso, el macho deja en el suelo una especie de bolsa con esperma y se retira, el continente es tomado por la hembra quien la introduce en su cuerpo para terminar el proceso de fertilización. (3,4)
¿Cómo se relaciona con nosotros?
Los paralelismos que meditando con el Señor encontré útiles para nosotros son varios. El escorpión (en hebreo akrav) simboliza nuestro ego, nuestra tendencia al mal que debemos dominar.
Durante este mes, nuestro ego está especialmente activo intentándonos llevar a la agresividad tanto hacia nosotros mismos como a nuestro entorno.
Esa agresividad puede manifestarse en un “comer al otro”, en el sentido de hablar mal (con mala intención) del mismo; lo cual sabemos, es mortal para nuestra propia alma.
A veces se disfraza detrás de una “crítica constructiva” o una “ira santa” pero que en verdad oculta el manjar del chisme (Proverbios 18:8).
Es porque el ego como el escorpión muerte acechante suele camuflarse. Cuando hemos pensado que ya lo hemos vencido, si nos descuidamos sale debajo de las zonas oscuras de nuestra alma para picarnos (1 Cor. 15:55).
Su picadura es venenosa, tiene un veneno mortal para las personas más débiles, y esto nos recuerda que es en nuestras debilidades donde el adversario busca que nos descuidemos y dejemos que el ego nos pique haciéndonos pecar.
Según el sitio Ecomirada.com el veneno del escorpión israelí “es 100% mortal en niños…”. Lo que nos recuerda que, si dejamos que el pecado tenga parte en nosotros, mataremos la naturaleza inocente, la de niño, que debemos preservar (Mateo 18:3/Romanos 6:23).
En cuanto a lo sexual, la práctica de apareamiento de este tipo de alacrán es muy llamativa. Un macho que se excita deja su esperma y se va; y una hembra que si se altera termina matando a su pareja.
En la celebración de luna nueva de Jeshván de 2018 el apóstol Nesher mencionó que era un tiempo para refrenar el “frenesí sexual”.
La vinculación que encuentro es que el ego lleva a que se haga un mal uso de la genitalidad, un uso hedonista y utilitarista donde no importa que las acciones -incluso dentro del matrimonio- den muerte en lugar de vida.
Conclusión
Lo descripto hasta ahora no persigue un objetivo meramente informativo ni tampoco persigue el decaimiento del lector. Porque como Nesher ha explicado, las lunas nuevas son celebradas por Israel para poder romper contra el dominio astral al que están sujetas las naciones. Por eso, conocer estas características del animal asociado a la energía negativa del mes es útil para tomar mayor consciencia y actuar preventivamente.
Vale recordar que este es el octavo mes, y el ocho es el número que simboliza al Mesías. Número de nuevos comienzos, de redención, porque justamente por medio de la fuerza que tenemos en Yeshúa para vivir la torah, podemos vencer la muerte como Él lo hizo.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”
“No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las cosas y donde los ladrones roban. ¡Háganse tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que puedan corromper, ni ladrones que les roben!, pues donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón”
(Mateo 6:19-21 | NBV)
Para comenzar esta meditación quisiera compartirles una secuencia común.
Llega el momento de presentar la tesis, es tu momento, lo que has esperado por años, lo que te ha costado tanto esfuerzo, noches de desvelo y hasta lágrimas…¡Aprobaste!, te tiran huevos, te celebran, fotos, muchas fotos, festejo, trasnochar…8 am del siguiente día: no sabes qué hacer con tu vida, angustia, estás más perdido que San Martín en la Guerra de las Galaxias.
Este relato se repite una y otra vez con quienes egresan de una carrera terciaria/universitaria, ¿por qué? Porque este sistema nos inculca desde mucho antes que podamos tomar consciencia de ello que nuestro fin, nuestra máxima meta es acumular tesoros en la Tierra y a menudo las carreras son un perfecto lazo para creer esa mentira.
No estoy diciendo que estudiar “sea del diablo”, como lastimosamente se decía en la religión en otras generaciones. Tampoco lo digo desde un prejuicio sino desde la vivencia, ya que tengo (después entenderán por qué destaco este verbo) un título de grado y otro de posgrado y lo he vivido.
Existe una mentalidad propia de la lógica empirista griega que implanta, sin que lo percibamos racionalmente, algunas ideas como las siguientes:
Necesitas un título para ser alguien
Tu carrera es el propósito de tu vida
La carrera que elegiste es la mejor
Un título te garantiza el éxito, o al menos la supervivencia segura
Si miramos estos paradigmas al reverso diríamos: sin título no soy nadie, no tengo propósito en la vida, me pierdo lo mejor y estoy destinado al fracaso.
¿Crees que exagero? Imaginemos una mesa de café donde hay tres amigos con título y llega un amigo de uno de ellos, el cual no tiene formación superior. Uno se presenta diciendo “soy abogado”, otro “soy docente” y se sabe que el que lo introdujo en la mesa “es” ingeniero. Más allá de que no se lo pregunten, el recién llegado estará posiblemente tentado a pensar “y yo soy…nadie”.
Seguramente muchos dirán, “ya sé que una carrera no me hace más que nadie”, pero por algo este sistema hace que la gente diga “yo soy” al hablar de su profesión u oficio.
La primera carta de Pedro, capítulo 2 versículo 9 dice:
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (NVI)
Ese es justamente el propósito de todo aquel que haya nacido de nuevo en el verdadero Mesías, en Yeshúa, ejercer un sacerdocio santo que reconcilia y promueva toda la creación (empezando por la humanidad) a fin de unirla al Eterno para que sea plena.
Ese es tu propósito si estás en la Luz admirable: reconciliar al mundo con YHVH.
En ese inmenso y maravilloso propósito necesitaremos de todos nuestros recursos al servicio del Señor, por eso dice Devarim (Deuteronomio) 6:5 nos indica que debemos amarlo con todo lo que somos y tenemos (a eso se refiere con “fuerzas”).
Vuelvo a destacar el verbo tener, porque eso es un oficio o una formación académica, una herramienta, un recurso que tenemos, no que somos, uno de tantos para servir al propósito eterno de nuestro Dios.
¿Es valioso? Sí, por supuesto, porque al estudiar se amplía el conocimiento y se piensan cosas nuevas. Es sumamente importante si y sólo si las herramientas que nos brindó una carrera las disponemos al servicio del amor perfecto; en cambio, si sólo sirven a nuestros fines individualistas, no son nada. Porque de hecho en el mundo venidero sólo quedarán las obras que hayamos realizado aquí, y conforme a ellas será la recompensa que tengamos.
Por eso, como dice el profeta Tony González en base a Devarim 32, “nuestra herencia es la Torah” (1). Porque sólo viviéndola en plenitud gracias a la obra de Yeshúa el Mesías, la Torah encarnada, podremos acumular los “tesoros en los cielos” que nos anunció Él como maestro.
Los bendigo en Su nombre y espero que estas palabras puedan servirte para darle la justa importancia a tu estudio o trabajo, ni el extremo de la dejadez o mediocridad, ni la idolatría del becerro de oro.
«El Eterno hará que la lluvia de tu Tierra sea polvo y tierra; del cielo descenderá sobre ti hasta que seas destruido.»
(Deuteronomio/Devarim 28:24 – parashá Ki Tavó)
Habiendo aprendido cuáles son los niveles de interpretación para la Torah (es decir el PaRDeS) Podemos decir que en este pasuk (versículo), desde una interpretación en el nivel Peshat (literal) Yahvéh asegura que una Israel desobediente sería maldecida en su clima, y perjudicada en su producción agrícola.
Sin embargo, desde una interpretación más profunda (Sod), encontramos que en este texto existe una codificación de Luz maravillosa. La expresión hebrea “cielo” hace referencia al dador, mientras que la expresión “tierra” hace referencia al receptor.
Entonces el “cielo”, el dador, debe transmitir frescura e hidratación con mensaje llenos de bendiciones, simbolizado en la misión de la “lluvia” misma sobre la tierra. Por eso, la Instrucción divina revela que lo triste es cuando el “cielo” solo genera “polvo”, es decir, un mensaje seco y desabrido, lleno de rigor, que establece juicios y produce maldiciones.
Entonces este pasuk revela que la bendición ocurre cuando los que tienen que influenciar transmiten una Torah fresca y “humectada” que señala hacia la obra redentora del Mesías.
“…Señor mi Dios, yo te he obedecido y he hecho todo lo que me mandaste. 15 Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel.”
(Deuteronomio 2:14-15)
El pasaje da una idea simple: obedecimos todo, por eso queremos ser bendecidos. Debemos recordar siempre que la palabra “torah”, mal traducida como ley, significa instrucción. Toda instrucción consiste en un conjunto de directivas que, si son cumplidas adecuadamente, permiten alcanzar un objetivo; es decir, cumplir un propósito.
La pregunta es, ¿cuál sería el propósito de la Torah del Eterno?
Romanos 10:4 dice:
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (RVA 2015).
Este versículo ha sido utilizado (en el sentido más utilitarista del término) para justificar la doctrina errada de que por medio de Jesús, el Eterno anuló la Torah (mal llamada ley) ya que Él la cumplió para que ahora vivamos “por la gracia”.
Esto no es así. Primeramente, porque antes de la llegada del Mesías también se vivía por gracia, dado que nadie alcanzaba la salvación por las obras de cumplimiento de la “ley” sino que por la fe en la promesa mesiánica se obedecía la instrucción. Como demuestra el capítulo 11 de Hebreos.
En segundo lugar, las traducciones no son inocentes: una ley puede anularse, una instrucción es válida siempre. Sólo dependerá de los individuos el seguirla o no para llegar a su objetivo, pero una vez cumplido el objetivo, la instrucción no deja de ser, sigue ahí para todo el que la quiera seguir.
Un ejemplo simple pero didáctico de esto sería: una ley de la Constitución se puede anular, pero una receta (que es una instrucción) para una torta, no se anulará porque alguien cocine esa torta, sino que será válida para todo el que quiera seguirla y hacer una y otra vez el platillo.
Volviendo a Romanos, la palabra traducida como “fin” es telós en griego y además de límite o finalización, significa “propósito”. Es decir, que el Espíritu Santo está revelando en Pablo que el propósito, la intención, el objetivo de la torah es Cristo.
Ahora bien, si creemos que el término “cristo” se reduce a un nombre propio, como si fuese el segundo nombre de Jesús, se puede pensar que el objetivo de la “ley” se cumplió con la venida del Salvador.
Sin embargo, cristo o mesías (hebreo) significa ungido, esto es alguien capacitado. ¿Para qué? Para unir Cielo y Tierra, lo cual es la función de todo sacerdote. Entonces, entendemos según 1 Pedro 2:9 que YAHVÉH nuestro Dios, por medio de Jesús el Mesías, nos hizo sacerdotes, no para anular la torah sino que por medio de la fe en Su Hijo, pudiésemos obedecer la Torah con su ayuda e interpretación (yugo) a fin de llegar a ser justos.
Por eso el pasaje citado dice: “…para justicia a todo aquel que cree”.
En este sentido se puede entender mejor lo declarado por nuestro Maestro:
“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre”
(Jn. 14:12).
Jesús nos habilitó con su sangre el perdón de nuestros pecados y por la fe en Él podemos estar en Él y así en el Padre.
Pero la fe en el Hijo no anula la instrucción, sino por el contrario, nos habilita para hacer las mismas cosas que Él hizo, que básicamente se resumen en reconciliar, elevar, reconectar el mundo físico para que esté unido en amor al Creador.
Por eso, Juan 14, es decir, el mismo capítulo donde dice que haremos las mismas obras que Cristo, declara: “Judas (no el Iscariote) le dijo:
―¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo?
23 Le contestó Jesús:
―El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías, sino del Padre, que me envió”. (Jn 14:22-24)
La condición para que la presencia de El Señor viva en nosotros es que obedezcamos su Palabra, no en nuestras fuerzas sino desde la fe en el Mesías. Porque, ¿cómo podría Jesús haber anulado la Torah y al mismo tiempo decir que quien lo ama debe cumplir las palabras de Su Padre?
Y al cumplirla, el Eterno nos bendecirá como juró que lo haría a Abraham, Isaac y Jacob, como declara el versículo con el que encabezamos esta reflexión. Es simple, sólo debemos creer y obedecer.
Entre las naciones, a lo largo de la historia humana, ha existido una guerra que se libra cuerpo a cuerpo contra el enemigo que invade y destruye el patrimonio de una nación. Cada vez que esto sucede, los soldados salen a salvaguardar la seguridad del país que ha sufrido afrenta. Pero, en nuestros días somos testigos de otro tipo de guerra. Un conflicto internacional es más difícil de librar: la lucha contra el terrorismo fundamentalista. Esta guerra se destaca en el hecho de que el adversario se encuentra dentro de la misma nación, viviendo en alguna ciudad de la misma. Muchas veces es un ciudadano nativo que ha sido fascinado por los dogmas y la cosmovisión de dichos sentimentalismos del terror. Este enemigo, se comporta la mayoría de las veces como un aliado de la causa nacional, esperando el momento exacto para cometer el atentado que debilite la vida de dicho país, llevando a todo el territorio al desbalance y el caos.
De igual modo, todo redimido en la sangre de Yeshúa debe aceptar que vive un constante enfrentamiento ideológico contra su yetzer hará (tendencia al mal) descripto por el apóstol Pablo en el capítulo 7 de su carta a los romanos. Ese instinto maligno, en las manos del adversario (HaSatán) tiene por misión terrorista intentar que el miembro de la asamblea de primogénitos de Yahvéh se aparte del camino de la justicia, trazado por Yeshúa el Tzadik (Hechos 22:14). Esta tendencia al mal, es nada más y nada menos que el «veneno de la serpiente«, que implantado en el fluir psíquico de cada hombre, se muestra como una falta identidad de cada persona humana. Estoy refiriéndome al ego, esa cáscara que el oponente (HaSatán) ha instalado en la humanidad caída, y que logra una programación anárquica en la mente de cada individuo de la misma, mediante los dogmas del sistema reptiliano, que el mismo adversario gobierna.
Para conseguir que el ego se manifieste mediante el yetzer hará, HaSatán utiliza todo tipo de artimañas para engañarnos y así conseguir su vil cometido. Entre tantas estrategias que utiliza, la que mejor funciona es la de hacernos pensar que ya lo vencimos, y que podemos continuar tranquilos nuestra marcha por esta vida. Este será el principio de la perdición de quien se jacta de su aparente triunfo, una vez más el oponente habrá logrado recapturar a su antigua víctima.
Por eso nos advierte la Torah: «Cuando salgas a la guerra contra tu enemigo» … Esta expresión divina quiere significar en su codificación:
“Si te mantienes alerta, si tomas las medidas precautorias y estás consciente de que cada día debes salir a la guerra contra tu enemigo (el ietzer hará )”, ENTONCES Yahvéh lo entregará en tu mano y podrás vencerlo.»
Por lo tanto, la parashá de esta semana nos llama a reconocer que si no fuera por la Presencia bendita del Eterno, a través del Espíritu de Su Hijo, el redimido en Su sangre no podría vencer a su inclinación malvada.
Por eso te solicito que nunca te confíes, ¡no te duermas en los laureles!, pues aunque le hayas ganado un poco de terreno, la fuerza del mal nunca se rendirá. HaSatán es una fuerza que trabaja contra ti 365, 24, 7 (los 365 días del año, durante las 24 horas, de cada una de las semanas). En otras palabras, el oponente nunca descansa. Pero hay una buena noticia (betsorah): ¡La Luz Infinita (Or EinSof) tampoco descansa! Por eso, ella ha prometido estar contigo «todos los días hasta el fin del sistema de cosas» (Mateo 28:20).
¡Así es, tendrás que luchar contra él durante toda tu vida! Esa lucha terminará cuando el Eterno haga sonar su Trompeta final, anunciando el triunfo de la fe. En ese momento se verá quién fue el vencedor y quién el vencido.
Por eso debemos cuidarnos de nunca pensar que ya lo vencimos, porque esa es su arma más letal. La táctica por emplear es ir ganándole poco a poco. Para eso tenemos armas que no son de este mundo (2 Corintios 10:4-6). Ellas son primordialmente: la meditación en la Torah, el estudio y la praxis de los mitzvot y la vida de tefilah (oración de alianza).
Considerando todo esto, debo agregar en mi consejo que la más pequeña victoria que obtengas en tu cotidianidad sobre el espíritu maligno, apréciala como significativa para tu propósito, de forma que sea un peldaño hacia una victoria mayor. Desde ello, aprende a ser más cauteloso, aceptando que mientras más te fortalezcas, el enemigo lo hará también…
Para que esto se entienda mejor, te invito a considerar esta historia.
Cierta vez un campesino se dirigió a la ciudad para abastecerse de comida y todo lo necesario para su familia. Entró a una tienda y pidió harina.
_ “¿De qué tamaño quieres tu bolsa?”, preguntó el tendero.
_ “Pues… una grande”, respondió el cliente.
El vendedor le mostró un costal que se encontraba cerca de una de las paredes.
_ “Aquí tienes tu bolsa. Dentro del costal vas a encontrar una pequeña pala para que te surtas de toda la harina que desees.”
El campesino fue hacia el costal, lo abrió y comenzó a llenar de harina la bolsa que había recibido. Llenó la bolsa hasta un cuarto de su capacidad y la entregó al tendero, quien la colocó en uno de los platillos de la balanza y, del otro lado, colocó las pesas medir.
_ “¿Quieres aumentar la cantidad de harina, o así te parece bien?”, preguntó al campesino.
El aldeano fue hacia el costal, tomó la pala y la vació en la bolsa que todavía se encontraba en la balanza.
_ “¿Eso es todo lo que quieres llevar?”, preguntó de nuevo el tendero con amabilidad.
_ “¿Puedo agregar más?”, preguntó el campesino con timidez.
_ “¡Claro, hombre! ¡Toma todo lo que desees!”, fue la respuesta del tendero.
El cliente dijo con entusiasmo: “Mi abuela me enseñó que no debe despreciarse ningún ofrecimiento, así que con permiso…”.
Tomó la bolsa, la llevó hacia el costal y la llenó hasta el borde. La llevó a la balanza y la depositó de nuevo en el platillo. El tendero colocó del otro lado las pesas correspondientes y le dijo:
_ “Son cincuenta rublos”.
_ “¡¿Cincuenta rublos!?”, dijo sorprendido el campesino.
_“Mi esposa me pidió un solo rublo de harina. ¿Cómo pretendes que te pague cincuenta?”.
_ “¡Si serás necio!”, le gritó el tendero.
_ “¿Por qué me hiciste perder mi valioso tiempo con tus juegos? ¡¿Crees que no tengo cosas que hacer en todo el día..?!”. “¡Tú tuviste la culpa!”, se defendió el campesino. “Tú me incitaste una y otra vez a agregar harina a la bolsa.”
_ “¡Eres más necio de lo que creí!”, le dijo el tendero. “¿No sabes que nada en la vida es gratis? ¿Acaso no te fijaste en que por cada palada de harina que ponías en la bolsa yo agregaba la misma cantidad en peso del otro lado de la balanza, y el precio subía equivalentemente…?”. [Tomado de: Mathamim LeShulján Shabat; Perashat Vayikrá]
En ocasiones la persona olvida que nada en esta vida es gratis. No se da cuenta de que a cada “cucharada de harina” que adquiere le están agregando al mismo tiempo, en el otro platillo de la balanza, el peso equivalente al mal instinto que acompaña cada “éxito” que obtiene. Cuanto más elevado sea el nivel que alcance una persona, mayor será la lucha que debe librar contra su fuerte impulso al mal.
¿Desafío difícil? ¡Vaya que lo es! Pero es para el bienestar de la persona. Si fuera de otra manera, se convertiría en una contienda desigual y el propósito de la creación del hombre ya no tendría razón de ser debido a que, desde la caída, cada ser humana vino a este mundo a ganarse, por medio de la lucha contra su instinto negativo, su lugar en el Mundo Venidero.
Antes de enfrentar a un enemigo, lo primero que debemos hacer es conocer sus fortalezas y sus debilidades. ¿Sabes dónde se encuentra el instinto maligno? En los lugares que piensas que no se encuentra. Él intenta incansablemente encontrar tu lado débil, para hacerte caer en sus engaños. Otra de sus artimañas es apresurar a su víctima a cometer el acto; cuando se te antoja algo, te apremia para que actúes precipitadamente con el fin de no darte tiempo para reflexionar, pues si piensas en lo poco que dura el gusto te darás cuenta de que no fue tan placentero ni tan delicioso como te lo presentó.
Otra de sus estrategias es menospreciar lo bueno que haces. Te hace pensar que no es gran cosa, que podrías hacerlo mejor; hasta te muestra otros que te superan en el acto en cuestión y te dice: “¿Para qué sigues? No lo haces tan bien”. Y después de perder el valor de tus acciones, pierdes la alegría, quedando impuro en tu alma. Es entonces que te encuentras vulnerable para caer en el pecado. Por eso los sabios de Israel siempre aconsejaron: “Aléjate de toda tentación y de toda persona que pudiera influenciarte para pecar”. Desde este dicho se fundamentaba el apóstol Pablo al decir a los creyentes de la ciudad griega de Corinto:
«¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.»
(1 Corintios 15:33)
¿Cuál es la debilidad del yetzer hará? ¿Cómo podemos contener su ataque?
El Todopoderoso puso en nuestras manos ciertas defensas que, si las utilizamos adecuadamente, nos ayudarán a lograrlo. Primero necesitamos saber qué es lo que HaSatán busca cuando nos tienta usando el yetzer hará. Este villano atenta contra nuestra vida. Los 120 años que Yahvéh nos concede en este mundo no le interesan; el adversario va sobre algo mucho más valioso: quiere abatir la vida eterna. Si tenemos esto siempre presente, vamos a defenderla sin tregua. Sacaremos, si es necesario, nuestras fuerzas ocultas para huir del peligro que nos acecha.
Hay una frase llena de sabiduría que se encuentra en la Guemarah, que dice:
“Si te encuentras con ese villano (el yetzer hará), llévalo al Bet HaMidrash. Si es una roca, se desmoronará; si es de hierro, se hará pedazos”
(Sucá 52b)
Este es el consejo exacto. El Bet HaMidrash (Templo Santo) es ese momento de encuentro íntimo que un creyente en el Mesías se asegura para estar meditando los secretos celestiales revelados en la Torah. Sin embargo, para lograr esto exitosamente, hay una condición divina: Ki Tetzé (“cuando salgas”), es decir, cuando te sientes a estudiar en tu interioridad o aposento, “sal” primero de tu negocio, de tu casa, de cualquier cosa que pueda distraerte; y así Yahvéh pondrá en tu mano a tu enemigo interno, el ego, que busca vencerte por medio de yetzer hará.
La inclinación al mal (yetzer hará) ataca principalmente el estudio de la Torah. Ella trata de evitar con todas sus fuerzas que la persona estudie la Instrucción del Eterno. Porque una pequeña porción de luz aleja mucha oscuridad. Por eso, el antídoto contra ese enemigo es la Torah. Si tú la estudias y meditas, no caerás en su trampa.
«Jueces y policías pondrán para todos en los puertos de las ciudades que YHVH te da para habitar y juzgarán al pueblo con justicia»
(Devarim/Deuteronomi 16:18).
Así comienza la parashá (porción) de la Torah que nos toca investigar esta semana.
En la cosmovisión hebrea dada por el Creador, la función de un juez es decidir qué es lo que se debe dejar pasar por las puertas de una ciudad. A su vez, la función del policía, es controlar que lo que ingresa sea exactamente lo que ha determinado el juez.
Pero, ¿pasar adónde? ¿Cuáles son estas puertas? La codificación de este mitzvot revela que se trata del individuo, y que las entradas son los cinco sentidos. Y pasar no sólo implica lo que entra, sino también lo que sale (por ejemplo, lo que se dice, en el caso de la boca).
La clave de todo esto está en saber si lo que dejo atravesar esas puertas me altera espiritualmente, si me acerca al mal (al RA, el deseo egoísta) por medio del yetzer hará (tendencia al mal) que me acompaña y hostiga desde el día de mi nacimiento.
Para corregir estas conductas nocivas es necesaria una gran dosis de voluntad y, principalmente, entronar a un rey que nos gobierne y conduzca nuestros actos para llevarnos hacia la evolución espiritual diseñada en el propósito eterno de Dios. No se trata de un gobernante externo, que nos diga qué hacer, sino de uno interno. Acudir a otro para resolver nuestros problemas hace que le cedamos también el beneficio espiritual que resulte de nuestra acción. Se trata de Aquel que, siendo la Luz Infinita, habitó entre los hombres en forma de hombre y hoy ha sido coronado como el Rey de reyes y Señor de señores. Estoy hablando de Yeshúa HaMashiaj.
Esta semana, indaga en esas cosas que haces aunque sabes que te perjudican y esfuérzate por cambiar al menos una. Si crees que no vas a poder con ella, un secreto puede ser elegir uno de los 248 preceptos positivos que sientas que podrás cumplir, y usar la energía ganada para debilitar la fuerza opositora del cuerpo.
Aprovecha la energía presente que te otorga la presencia del Rey y corona a tu conciencia para que Él reine en ti, enseñándote los secretos del Cielo que se esconden en la Instrucción (Torah) divina.
Cuando veas que alguien está haciendo algo bien, exprésale tus pensamientos positivos. La retroalimentación sincera, honesta y positiva ayuda a la autoestima de otros y los pone en estados positivos. No necesitas ser conocido de alguien para hacer esto. Aun si ves un total extraño haciendo algo bien, dilo. Con más razón aún, dale retroalimentación positiva a los miembros de tu familia, empleados o estudiantes Cuando estás complacido con la gente que hace servicios para ti, dícelos: taxistas, operadoras de teléfonos, vendedores, meseros, reparadores y cualquiera que te ayude de alguna manera.
¿Piensa en tres personas que apreciarían tu retroalimentación positiva? ¿Qué les dirías a ellos y cuando?
Espejos
Un espejo es una herramienta económica de bioretroalimentación para ayudarte entrar en un estado dichoso. Cuando ves un espejo, ves tu expresión facial y puedes notar fácilmente cuando empiezas a sonreír.
Mientras te ves en un espejo, pregúntate a ti mismo, “¿Cuándo estuve antes en un estado dichoso? ¿Cómo sé que estoy dichoso cuando estoy dichoso? ¿Cómo me vería ahora mismo si estuviera dichoso? ¿Cómo se ve la persona más dichosa que alguna vez conocí?” Toma unos momentos para responder estas preguntas y ve para ti mismo qué efecto tienen en ti.
Cuando te ves en un espejo trata la estrategia de “si estuviera”. “Si estuviera dichoso en este momento, ¿cómo me vería?” “Si tuviera confianza y energía ¿cómo me vería?
Una herramienta que es súper efectiva para producir estados positivos es verte a ti mismo en un espejo y repetir, “Me siento bien. Me siento grandioso”. Al mismo tiempo chasquea tus dedos mientras balanceas tus brazos de lado a lado. Imagina que estás escuchando una música animada. Es casi imposible para la mayoría de las personas hacer esto por tres minutos sin sonreír. Pruébalo y ve qué es lo que pasa.
Un espejo es también una buena herramienta para sobreponerse al enojo. La próxima vez que estés enojado mírate en un espejo y compárate cómo te ves cuando estás haciendo una sonrisa sincera. Luego haz caras graciosas para ti y ve cómo se derrite el enojo.
Un espejo también puede ser usado para construir la autoestima. Mírate en un espejo y repite: “Me gustas mucho. Eres una persona extremadamente valiosa”. Repítelo continuamente hasta que realmente lo sientas.
Autor: Zelig Pliskin
Selección de enseñanzas extraídas del libro “Empieza Nuevamente Ahora”, por Zelig Pliskin,
«Cuando un varón se deja moldear por la Luz que brindan los códigos de la Instrucción divina comienza a madurar, dejando de escoger entre nalgonas, cabello largo, tetonas etc. Todo lo contrario, un varón maduro en su propósito, más bien, despierta su conciencia dándose cuenta que la mujer que ha escogido amar, será por él apreciada como sea, con defectos y virtudes, no por una simple apariencia.»
«Cuando estéis afligidos y todas estas cosas os hayan acontecido, al final de los días, regresaréis a El Eterno, vuestro Dios, y escucharéis Su voz. 31 Pues El Eterno, vuestro Dios, es un Dios compasivo…»
(Deuteronomio/Devarim 4:30)
La palabra hebrea que aquí se traduce como “afligido” es “betzar”, que proviene de la palabra “tzarot” que significa “problemas, aflicciones”.
La palabra “tzar”, que se relaciona con la aflicción, también se relaciona con “tziur” que significa “imagen, dibujo”.
La relación es que la persona no tiene que esperar tener “problemas, aflicciones” para volver al Eterno, sino que tiene que ser inteligente, y saber “dibujarse” mentalmente la consecuencia de ir por un camino diferente a la Torá.
La persona tiene que meditar en los problemas del mundo, concluyendo que la raíz de cada aflicción es el desvió de la voluntad divina.
De esta manera, al “figurarse” mentalmente cada sufrimiento del mundo, no tendrá necesidad de sufrir en carne propia, experimentando constantemente el “regreso al Eterno”, y Su “compasión”.
“Mas acuérdate de Yahvéh tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.”
(Deuteronomio/Devarim 8:18)
En mis años de servicio pedagógico para capacitar a los santos, he notado que es una tendencia común en el ser humano redimido que, en tiempos de abundancia, se olvide fácilmente del Eterno, dejando de buscarlo con la urgencia que una vez tuvo. Seguramente, alguno de mis lectores preguntará: ¿en verdad puede el dinero interferir en cosas más importantes? Y la respuesta es: Sí, lamentablemente las riquezas pueden llegar a convertirse en el centro de nuestras vidas y tomar el lugar de que al Eterno le corresponde. Las riquezas pueden producir en nosotros actitudes negativas acerca de las cosas materiales. Nuestro Maestro y Dueño Yeshúa lo advirtió así:
«… Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee».
(Lucas 12:15)
«Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.« (Mateo 6:24)
Por esto también la exhortación profética advierte de este modo:
«Así dijo Yahvéh:
No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Yahvéh, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Yahvéh».
(Jeremías 9:23-24)
Al mirar en las Sagradas Escrituras, en la sección llamada Ekev, descubrimos que ellas revelan en sus líneas un paradigma muy importante que todo hijo primogénito debe tener en su conciencia constantemente: las riquezas son un resultado del pacto entre el Eterno e Israel. Entonces el asunto queda perfectamente claro: si cumplimos nuestra parte del pacto podremos disfrutar también de bendiciones materiales, tal y como está escrito en la enseñanza paulina:
“Dios… nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos.”
(1 Timoteo 6:17)
Hemos visto que el Eterno saco a Su Pueblo de Mitzrayim (Egipto) para llevarlos a la tierra de promesa. Un lugar donde ellos tendrían la manifestación de muchas bendiciones en diversas áreas de su materialidad. Sus vidas prosperarían al punto de tener más allá de lo suficiente. ¡Las bendiciones sobreabundantes iban a ser evidente en sus vidas!
Por ello, Moshé le dice a los israelitas que debían recordar lo que Yahvéh había hecho por ellos durante sus cuarenta años en el desierto. Él recontaba la fidelidad de Dios y su prueba con el maná. Él les dice:
«no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios.«
Es decir que si Israel pusiera cuidado en cada palabra que procede de la boca de Yahvéh, entonces el SEÑOR tendría cuidado de sus necesidades materiales, y los traería hacia una tierra llena de bienes materiales. Así queda demostrado que Dios no está en contra de bienes materiales en la vida de sus hijos redimidos, excepto cuando se interponen entre nosotros y Él. El Eterno quería, quiere y querrá bendecir materialmente a un Israel espiritualmente obediente.
Ante eso, Moshé les recuerda acerca de la corrección paternal de Yahvéh. Durante su lucha de cuarenta años, «Sus vestiduras no se gastaron, ni sus pies se hincharon…» Él les dijo que Dios estaba con ellos durante todas sus luchas.
También habla de un tiempo y lugar en el futuro donde comerán buena comida, sus cosechas florecerán, vivirán en casas que no construyeron, y su tierra recibirá una bendición sobrenatural de productividad. Por eso, les ordena:
“Así que comerán y estarán satisfechos, y bendecirán a YHVH su Elohim por La Tierra buena que Él les ha dado.”
(Deuteronomio 8:10)
El Eterno manifestó que el futuro de Israel era un futuro glorioso y lleno de la provisión divina. Pero existía un peligro, …¡el peligro del olvido de Su Nombre! Por eso, Yahvéh les advierte a todo el pueblo que estén vigilantes para no cometer el error de olvidarse que Él era la Fuente que les daba la habilidad poderosa de adquirir riquezas.
Es común que tengamos en gran estima a nuestro arduo trabajo e inteligencia, y no está mal. Sin embargo, debemos también pensar constantemente en que Yahvéh nos da el cuerpo, el cerebro y el talento para lograr todo cometido. ¡Todo es de Dios!
Por eso, cada vez que estemos viviendo en escasez tendremos que hacernos el siguiente planteo: Si los bienes materiales son parte del pacto que tenemos con el Eterno ¿por qué no tenemos más riquezas?
Para contestar esta pregunta presentamos aquí ocho razones posibles:
Presencia activa de maldiciones.Estas pueden ser de tres categorías:
Maldiciones ocasionadas por la iniquidad familiargeneracional: Es decir, que sufrimos las consecuencias de la desobediencia de nuestros antepasados. Si confesamos los pecados de nuestros antepasados y pedimos perdón por ellos, cambiando nuestra conducta, y no haciendo más como ellos hicieron, obedeciendo los mandamientos, podremos romper esas maldiciones.
Maldiciones regionales y/o nacionales: Por vivir en un país pobre es posible ser parte del ambiente de pobreza que hay allí. Las maldiciones que han causado esa pobreza no son levantadas sin el arrepentimiento del pueblo, de aquellos pecados que causaron esas maldiciones. Especialmente los tres pecados cardinales causan este tipo de maldiciones en las naciones: idolatría y ocultismo, derramamiento de sangre inocente y sexo libre. Es posible romper la maldición sobre una tierra de manera parcial, como vemos en la vida de Yitsjak en Génesis 26.
Maldiciones pronunciadas: Por medio de tu lengua podrás traer pobreza o abundancia sobre tu vida. Por eso no digas “No tengo” o “soy pobre”. Cambia tu Programación Neuro Lingüística (PNL) y di en voz audible: “el Eterno me dará todo lo que yo necesito.” Acostúmbrate a confesar con tus labios lo que está escrito: “nunca he visto desamparado al justo ni a sus hijos mendigando pan” (Salmo 37:25). “Yahvéh es mi pastor nada me faltará” (Salmo 23:1). En la carta a los Romanos, el apóstol Pablo dejó escrito: “Con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). Recuerda que Salvación implica que el hombre sea rescatado de una situación que lo limita en angustia para que no logre cumplir el propósito del Eterno. Así que, salvación implica también la liberación de la pobreza económica, y para obtener esa salvación hay que confesar la Torah con la boca. La confesión de las Palabras del Eterno te salvará de la pobreza.
2. Desobediencia a los mandamientos (cf. Deuteronomio 28, Levítico 26).
3. Retención del diezmo y las ofrendas (cf. Malaquías 3:9).
4. Hurto no restituido (cf. Zacarías 5:1-3).
5. Prioridades equivocadas (cf. Hageo 1). Las prioridades del Eterno tienen que ser las mías. Lo que él considera importante tiene que ser importante para mí. Si puedes gastar en un restaurante más dinero para una comida que en la ofrenda para apoyar al que te enseña la Torá, has mostrado que tu estómago es más importante que tu amor por Yahvéh. Estás más interesado en satisfacer tus deseos naturales que buscar el Reino del Eterno.
8. Mala administración: Cuando hemos aprendido a administrar lo que tenemos de manera correcta, Yahvéh nos da mucho más. Si hay una mala administración de los bienes materiales, el Eterno retiene su mano, porque no confía en nosotros. Si no sabemos administrar poco, ¿cómo él nos confiará mucho?
El versículo 18 es claro en cuanto al propósito de las riquezas que el Eterno quiere otorgar a sus hijos:
«A fin de confirmar su pacto»
Esto nos recuerda por qué Yahvéh nos ha bendecido. Su objetivo es que al se cumpla su propósito eterno: la Redención plena del mundo. Es por esto que nuestras riquezas materiales deben ser utilizadas para expandir Su Reino en la Tierra, no en el cumplimiento de nuestros deseos egoístas.
Yahvéh, nuestro Dios, quiere que disfrutemos de los beneficios, pero hay un propósito más grande que nosotros y nuestra comodidad personal. Él anhela que Su pueblo sea conducto de Sus bendiciones por el propósito de Su Reino y justicia, no solo recipientes de la bendición (Mateo 6:33).
NOTA PROFÉTICA:
Mientras meditaba en todo esto, me doy cuenta por qué en estos últimos tiempos el Eterno me ha permitido, a través de este Blog, tomar contacto con un grupo de varones y mujeres del mercado que anhelan ser canales de bendición para que el Evangelio del Reino (la Torah en la mente y el corazón del hombre) sea proclamado en las naciones. Estos son personas profesionales alrededor del mundo con pericia y experiencia, que me han manifestado que están estableciendo negocios con el único objetivo de generar grandes cantidades de dinero para que las almas alrededor del mundo tengan el conocimiento que en este Blog se comparte. Son personas con experiencia en el mercado, dotadas con habilidades para los negocios. Ellas me han manifestado que sólo estarán satisfechas cuando los códigos de la Torah produzcan la transformación cultural de ciudades y naciones enteras. No piensan en una congregación, sino más bien en llenar una nación entera con congregaciones que capaciten a los santos para la obra del ministerio.
Muchos de ellos me han solicitado que los guíe a formar alianzas del Reino. compuestas de equipos ungidos, que usarán sus empresas para generar ganancias con el solo propósito de hacer llegar este evangelio del Reino hasta lo último de la Tierra.
Intercediendo por ellos, Yahvéh me ha mostrado que dará a estos varones y mujeres «invenciones y estrategias ingeniosas» mientras duermen. Él me ha manifestado que estas personas tienen una unción especial para liderazgo en negocios o gobierno. Ellos son persona de abundantes recursos que prefieren conducir su trabajo en privado, lejos del centro de atención del hombre, pero bajo el centro de atención del Cielo. Varones y mujeres que despiertan en el medio de la noche para orar para que el Reino de Elokim venga. Su tiempo de oración está enfocado en la promesa: «Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la Tierra» (Salmos 2:8). Sus empresas y ganancias jugarán un papel dominante en la implementación de estrategias en estos días postreros.
Arden con el fuego del Eterno en su ser con el interés de generar millones solamente para el Reino. Ellos caminan humildemente delante del Señor. ¡Ellos viven Deuteronomio 8:18!
El Eterno me ha encomendado que ayune y ore a fin de recibir la capacitación que me conducirá a pastorear a estos varones y mujeres y comisionarlos y enviarlos a generar dinero para la Cosecha del Tiempo Final.
El Talmud (Gittin 56) habla de Shemaia, uno de los mas prestigiosos judíos de Jerusalén que quería organizar una fiesta para todos sus amigos, por lo que elaboró una lista de invitados e instruyó a su sirviente para que enviara las invitaciones. Uno de los varones en la lista de invitados se llamaba » Kamtza » , pero el sirviente cometió un error e invitó a » Bar Kamtza » en su lugar. Vaya, Bar Kamtza era en realidad un enemigo declarado del anfitrión.
Cuando Bar Kamtza recibió su invitación, estaba muy agradecido de pensar que el anfitrión finalmente había hecho las paces.
Reinaba gran alegría en el espacioso salón de la casa de Shemaia. Se oían jubilosos aplausos y una conversación animada. Un exquisito aroma brotaba del lugar, signos de una suntuosa fiesta que habla sido preparada en honor de sus invitados. Había extensas filas de mesas largas ya servidas con los manjares. Se acomodaron alrededor de las mismas los invitados que apetitosamente se servían.
Todos conversaban acerca de lo mismo: «¿Habría revolución en Jerusalém? ¿Estallará la guerra contra los romanos? ¿O, a cambio, se oirá la voz de la paz?«
Entre los invitados se hallaban estudiosos de Torah que estaban embuidos en problemas de Halajá (ley) .
Shemaia, el anfitrión, de pie en la puerta recibía a sus invitados. De vez en cuando pasaba entre las mesas para verificar que todo estuviera en orden. De pronto, quedó asombrado al darse cuenta que, su amigo Kamtza no habla asistido al festin.
_ «No, no ha venido, mi mejor amigo no llegó al banquete«, pensó. «Envié a uno de los sirvientes especialmente para que lo invite. Quién sabe qué es lo que está ocurriendo en Jerusalén«.
Prosiguió controlando la asistencia de sus invitados. Se acercó a uno de los comensales, helado ante lo que sus ojos veían.
_ «¿Puede ser? ¿Acaso, mi peor enemigo, Bar Kamtza, está sentado en mi mesa, disfrutando de los manjares? ¿Acaso ha asistido para enfadarme?«
El anfitrión con una mirada llena de resentimiento, ordenó a su sirviente que inmediatamente expulsara a Bar Kamtza del local.
Cuando se le pidió que se fuera, Bar Kamtza dijo:
_ «Entiendo el error. Pero es vergonzoso que deje la fiesta. Con mucho gusto pagaré el costo de mi comida si me permite quedarme«.
El anfitrión no escucharía nada de esto, y reiteró su exigencia de que se elimine a Bar Kamtza.
Bar Kamtza apeló nuevamente:
_ «Incluso estaría dispuesto a pagar la mitad del costo de todo el partido, si solo me permitieran quedarme«.
De nuevo, la solicitud fue denegada. En ese momento, el angustiado Bar Kamtza suplicó:
_ «¡Pagaré por toda la fiesta! ¡Por favor, no me avergüences de esta manera!«
El anfitrión, sin embargo, se mantuvo firme y arrojó a Bar Kamtza. Los rabinos presentes habían observado este intercambio, sin embargo ninguno protestó; Bar Kamtza entendió que esto significaba que aprobaban el comportamiento del anfitrión.
El Talmud informa que Bar Kamtza estaba tan dolido y molesto, que se sentía humillado. Por eso, Bar Kamsa juró venganza contra los rabinos presentes que no lo defendieron y le permitieron avergonzarse públicamente.
Ese mismo día, preparó su equipaje y se encaminó hacia Roma, a solicitar una cita con el emperador romano.Delante de enormes escalinatas de mármol pulido, se encontraba un hombre judío, de la ciudad de Jerusalén, que miraba confuso a los soldados ubicados en la entrada.
_ «¡Ey, judio! ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué asuntos te traen por aquí?«
_ «Sí,…mmm… Quiero hablar con el emperador«, murmuró el judío.
_ «¿De veras? ¿Y qué le dirás?«
El hombre arregló sus ropas y dijo:
_»Me llamo Bar Kamtza. He venido desde Jerusalén, y tengo un mensaje secreto para el emperador«.
Los soldados se miraron entre ellos,
_ «Bien», dijeron, «si» es como dices, ven, te llevaremos ante el emperador».
Así fue como llegó hasta el emperador.
_ «¿Qué es lo que te trae desde Jerusalén, judío? Me dijeron que tienes un secreto para mi«.
_ «Tengo malas noticias para su majestad. Los judíos están planeando una rebelión. Quieren destronar al rey «.
El emperador no se sintió a gusto. Hasta el momento habla escuchado que la ciudad estaba tranquila, y ahora Bar Karmtza venía con novedades.
_»Me traes graves anuncios, judío. ¿Cómo sé que me dices la verdad?«
_ «Vea por usted mismo», aseguró Bar Kamtza. «Pruebe a enviar un carnero para que lo sacrifiquen en nombre del emperador. Y veremos si es que lo aceptan.«
El emperador mandó con Bar Kamtza un carnero tierno y ordenó:
_ «Este carnero llévalo a Jerusalén y diles a los sacerdotes: «Este camero lo envió el emperador para que lo ofrezcan como sacrificio de paz en vuestro Templo, para el bien del Emperador y del Imperio romano«. Y tú verás si lo aceptan o no, y me lo comunicas» .
Bar Kamtza viajó a Jerusalén. En el camino dañó al carnero en el lugar que implica un defecto para los judíos pero no para los gentiles. Al llegar a Jerusalén, los sacerdotes del Templo, lo revisaron y enseguida notaron que tenía un defecto.
Al ver al animal desfigurado, los rabinos del Sanedrín presentes en el Templo tienen que tomar una decisión sobre cómo responder a la delicada situación presentada. Algunos defienden prescindir de la ley y ofrecer el animal de todos modos para evitar la guerra. Este plan es vetado por el rabino Zecharia ben Avkolos, quien teme que las personas comiencen a llevar animales manchados al Templo para ser sacrificados. Luego sugieren matar a Bar Kamsa para demostrar que tiene la culpa, pero el rabino Zecharia ben Avkolos nuevamente se niega, porque esta no es la penalización obligatoria por traer intencionalmente una ofrenda descalificada al Templo.
El rabino Yochanan dice que debido a las acciones del rabino Zecharia ben Avkolos, el templo fue destruido y los judíos fueron exiliados de la tierra.
Lo cierto es que Bar Kamtza no fue asesinado, y el sacrificio no fue ofrecido. Bar Kamtza retornó a Roma, como temían los sacerdotes, con el informe de que los judíos se hablan negado a aceptar su ofrenda. Esta era toda la prueba que el emperador necesitaba para comprobar que los judíos estaban por rebelarse.
El César, indignado, envió un ejército para sitiar a Jerusalén, que finalmente condujo a su caída en el año 70 E.C. El historiador judío Josefo (Guerras II, 17: 2) también atribuye el comienzo de la guerra a la negativa a aceptar la ofrenda del emperador . El registro del Talmud está destinado a ilustrar cómo las tensiones internas entre el pueblo judío exacerbaron la amenaza externa de los conquistadores romanos.
Haciendo la reparación
Podríamos pensar que el Segundo Templo fue destruido por una combinación de razones complejas, una serie de eventos fuera de nuestro control. Sin embargo, no es tan así. Fue simplemente debido al pecado del odio injustificado entre los judíos, que los condujo a fisuras en sus vínculos, que ocasionaron enemistades dogmáticas, por las que llegó la destrucción y el caos. El resentimiento y el rencor entre hermanos fueron en verdad las causales de la derrota ante los enemigos.
Cuando deseamos la redención de nuestra gente, la clave es centrarse en arreglar lo que hemos arruinado. La forma de reparar esta tragedia es opuesta a su causa: todos deben hacer un esfuerzo máximo para amar a cada miembro del pueblo escogido.
Esto es lo que nos falta hoy, y esto es lo que lloramos en Tisha B’Av. Cada vez que entras en una pelea con alguien y no lo resuelves, piensa por mucho tiempo que eres personalmente responsable de retener el cumplimiento final de nuestra redención. Y cada vez que amas a un hermano en la fe de Avraham incondicionalmente, lo acercamos un paso más.
(Basado en el Talmud Babli, Guitin Páginas 55 y 56)
“Y Moshé anotó los puntos de partida según sus jornadas, por el mandamiento de YHVH, y estas son sus jornadas, conforme a sus puntos de partida.”
(Números/Bamidbar 33:2)
Moshé registró el itinerario de los hijos de Israel a través del desierto desde el momento en que abandonaron Egipto hasta su llegada a las llanuras de Moav… Moshé anotó los 42 (7×6) viajes que los hijos de Israel hicieron en la estepa. Ahora bien, ¿por qué «viajes» y no «viaje»?
Los sabios del hebreo dicen que el proceso de liberación de «Egipto» (hebreo Mitzraim) no es un hecho de una vez, sino que es algo que continúa en cada generación, hasta ingresar a la verdadera y completa redención a manos del Mashiaj. De aquí que existen varios propósitos por los cuales estos lugares fueron escritos:
Fueron escritos para mostrar a la posteridad que la salida de Egipto de millones de personas no es un cuento. Hay datos específicos de lugares y sucesos, que muestran que realmente estuvieron allí. La mayoría de los desiertos descritos en este relato eran completamente inhabitables porque allí no había ni agua ni vida vegetal. Una gran población de hombres, mujeres y niños jamás hubieran podido sobrevivir de manera natural. Sólo la intervención divina podía sostenerlos en aquellos lugares inhabitables.
Fueron escritos para dar a conocer la bondad del Eterno en medio de una sentencia de tener que dar vueltas durante 40 años en el desierto. En 40 años sólo hubo 42 viajes. Así que no estuvieron vagando de un lado para otro todo el tiempo, sino que en varios lugares se quedaron acampados durante mucho tiempo. Rashí menciona que sólo hubo 20 viajes en 38 años, porque se hicieron 14 viajes durante el primer año, y ocho viajes después de la muerte de Aharón en el cuadragésimo año. Además estuvieron en Kadesh durante 19 años. Durante el resto del tiempo estuvieron en 19 campamentos durante 19 años, que corresponde a un promedio de un viaje por año.
Fueron escritos para que los hijos de Israel supieran que sus peregrinajes fueron dictados por un diseño espiritual definido.
Fueron escritos para que nos acordemos del viaje en el desierto. Cuando estamos viviendo en la prosperidad hay que recordar los momentos difíciles que nos han llevado hasta allí. Así nos mantendremos humildes y agradecidos. Si no hubiera sido por el sostenimiento mediante la gracia del Eterno, nunca hubiéramos podido llegar a donde estamos en estos momentos.
Como podemos apreciar, la Torah no nos cuenta cosas sin razón. Siempre hay en ella una enseñanza que podemos tomar para nuestras vidas.
La vida es un constante viaje. Es un viaje permanente desde que nacemos: de la infancia a la juventud; de esa juventud, a la edad adulta; de la edad adulta a la ancianidad; de la ancianidad a… Y en un viaje hay dos aspectos:
tanto cuanto hayas viajado hasta ahora, hay más para viajar y
aunque sólo hayas hecho un viaje, ¡no deja de ser un viaje!
Esos cuarenta y dos viajes, no son simplemente estaciones, son más bien episodios de vidas. Son nuevos viajes que traen enseñanzas. Hay instancias en nuestras vidas que pueden ser consideradas hitos: finalizar una carrera, iniciar una familia, obtener el empleo soñado, materializar algún proyecto largamente deseado… A pesar que la consecución de las metas nos genera satisfacción, pronto descubrimos que siempre hay nuevos caminos por explorar, experiencias inesperadas acechando en la vuelta de la esquina. En definitiva, nuestras vidas no son mas que un entramado de viajes continuos, efímeros, inconclusos y no siempre satisfactorios.
Eso es lo que todos nosotros vivimos durante nuestra existencia para llegar a entender lo que somos. Para llegar a descubrir quiénes somos… mediante una continua búsqueda del camino correcto. Todos hemos vivido vidas diferentes en la vida única que hemos tenido. Esos han sido nuestros personales viajes de aprendizaje, que no son detenciones para descansar en un largo caminar.
Nunca un día es igual a otro día. Nunca un instante se repite y dentro de ese continuo y distinto pasar, debemos elegir el mejor camino para lograr como meta de nuestro corazón… la ALEGRÍA (simjah) del VIVIR.
Todos nosotros hemos emprendido muchos viajes a lo largo de nuestras vidas, tanto físicos como espirituales. Hacemos muchas paradas en el camino. Estas paradas son importantes, son etapas hacia nuestro destino. Todo es muy fácil, una vez que llegamos y nos olvidamos de lo que pasamos. A veces, nos olvidamos de las personas que nos ayudaron durante el recorrido.
La Torah nos recuerda que a pesar de que hayamos llegado a nuestro destino, siempre debemos ser conscientes del camino que nos llevó y no dar por sentado sobre lo que nos han alentado y guiado a través de nuestros “viajes”. Esas etapas previas pueden parecer como “piedras” en el camino una vez que llegamos a la meta, pero son importantes. En su momento, representaron un paso más cerca hacia nuestro destino. Siguen siendo importantes ahora, porque sin ellos no estaríamos donde nos encontramos.
Desde esto, aceptamos que a nivel espiritual, nuestra vida también es un viaje de una etapa a otra, y esto es ilustrado por nuestra parashá, el salir de Mitzraim fue solo el comienzo. Salimos de las estrecheces (hebreo meitzarim) para iniciar un camino de elevación y perfeccionamiento en nuestro viaje a la Tierra Prometida, aquella en la que construiremos una morada para el Eterno en este mundo.
En otro sentido, el momento en que decidimos liberarnos y dejar atrás todo aquello que nos esclaviza y nos impide crecer como seres humanos, no es un evento único e irrepetible. Muy por el contrario, es un proceso continuo, que durará mientras tengamos aliento.
Así como el peregrinar de Israel en el desierto solo tenía sentido por tener un objetivo y una guía claros, el entramado de viajes que constituye nuestra vida no tendrá sentido alguno si no tomamos como guía a Aquel gracias el cual respiramos, nos movemos y somos.
Un joven estaba viajando desde Jerusalem hasta Galilea. Llegó a un cruce de caminos de cuatro vías y vio que el cartel se había caído. Ahora no tenía forma de saber qué camino tomar. ¿Qué iba a hacer?
La respuesta fue simple. Sabía de donde venía, Jerusalem. Arreglando entonces las señales de tal forma que Jerusalem quedara apuntado el camino en el que venía, pudo darse cuenta de qué camino tomar.
Cuando sabemos de dónde venimos, podemos saber hacia dónde nos dirigimos. Esta porción de la Torah nos recuerda esto. Que todos podemos luchar y, finalmente, llegar a nuestro destino:
«… hasta que todos lleguemos a la unidad de la ciencia y el conocimiento del Hijo de Dios, un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.»
(Efesios 4:13)
En conclusión, la parashá Masei nos enseña que todos los viajes son parte del gran viaje hacia la redención mesiánica. A pesar de los obstáculos y las amenazas que encontremos en nuestros viajes no debemos olvidar algo: los descensos de las travesías son parte integral del ascenso. Entonces, cuando nos encontremos en las llanuras de la incertidumbre, no nos debemos desesperar. Por el contrario: es el momento en que debemos fortalecernos con mayor intensidad y vigor, teniendo presente de que justamente en ese momento (el momento en que todo parece más sombrío) está a punto de suceder la más grande y extraordinaria elevación: la verdadera y completa redención a manos del Mashiaj.
«Porque no por salir hacia el oeste, ni del desierto a las montañas, porque Dios es el Juez, El humilla a uno y levanta a otro»
(Tehilím/Salmos 75:6- 7)
¿Cuál es el significado de estos versículos?
Antes que nada debo explicar que este tipo de texto pertenece al fruto literario de lo que se conoce como el movimiento sapiencial de Israel. El movimiento de la sabiduría (jokmah) o sapiencial en su triple dimensión, intelectual, moral y religiosa, influyó poderosamente en el pueblo. El mismo comenzó con David, continuó con Salomón y se diseminó como reguero por diferentes caminos humanos, entre ellos los profetas pre-exilicos. Su principal finalidad era orientar la vida práctica en consonancia con la fe, aplicando a las mil y una situaciones de la existencia humana las enseñanzas de la Instrucción (Torah) de Dios de modo que se asegure una vida dichosa, digna de ser vivida. El género sapiencial aparece en la TaNaK entrelazado con la poesía y constituye lo esencial de tres libros: Job, Proverbios y Eclesiastés, bien que en otros hallamos pasajes del mismo carácter en forma de máximas, refranes, acertijos, parábolas, etc. (Jue. 9:8-15; 14:14; 1 S. 24:13; 2 S. 12:1-6, entre otros).
En la sabiduría hebrea de Israel, a diferencia de la de otros pueblos orientales, se combina el conocimiento adquirido por la experiencia con la revelación que otorgan los códigos de la Luz Infinita, escritos en la Torah. Es una cualidad natural que se cultiva mediante la instrucción de padres a hijos, y de maestro a discípulos; pero también es un don de Yahvéh (Job 11:6, Pro 2:6 y ss.; Ec. 2:26), fruto de la acción inspiradora de su Espíritu (Job 32:8), y que solamente se adquiere por la fe verdadera (emunah).
Ahora sí, dicho esto, y respondiendo a la pregunta que inició esta bitácora, dire que estos versículos revelan que una persona no necesariamente se vuelve rica por viajar, por negocios de este a oeste, o por aventurarse a lugares distantes, tales como montañas y desiertos. Más bien, sí así ha sido ordenado, Dios despoja de dinero a una persona y provee para algún otro.
Por esta razón, aquellos que estamos redimidos en el Mesías debemos educar a nuestra conciencia para que no cometamos error alguno a la hora de conectarnos con el dinero. El Espíritu de Yahvéh, quien nos unge con su poder, también nos da la inteligencia para administrar los recursos financieros. La sabiduría te puede ayudar a prosperar mucho, pero la falta de ella te deja pobre. Shakespeare decía: «La gente que vive comprando bienes superfluos, llega a tener que vender los bienes necesarios.» Si sigues el camino de la sabiduría y el dominio propio, llegará el día que tendrás con que comprarte lo que quieras; pero si te apresuras, pronto te endeudarás.
Por esto, conviene mucho a nuestra salud integral conocer la cosmovisión que Israel adquirió por medio de lo que las palabras hebreas que usaba a la hora de hablar de dinero. Los nombres hebreos relativos a dinero indican su movilidad:
Nejasím, traducida como posesiones.La palabra nejasím indica que después del fallecimiento de una persona, sus pertenencias son sustraídas de ella, y entregadas a otro. (Nejasím está íntimamente relacionada a la raíz mejusé/ ellas son ocultadas de él)
Zuzím (un tipo de moneda) significa que aún cuando una persona está viva, su dinero cambia de manos, moviéndose de uno al otro. (Zuzím es derivado de la palabra raíz mover.)
Mamón: Mamón es una contracción de la expresión: «Ma ata mone», que al traducirla queda: «¿Qué estáis contando? ¡Es realmente nada!»
Maot, traducido como dinero, significa realmente «ma laet» que se traduce: «¿Qué acerca del futuro?» Con ella se da a entender que el dinero no es una posesión eterna (como son al Torah y sus mitzvot -mandamientos-), sino que permanece con una persona sólo por un cierto período ordenado por Yahvéh.
Todos estos términos para dinero enseñan a una persona con mentalidad hebrea que sus finanzas sirven a su propósito apropiado sólo si ella lo usa en el Servicio de Yahvéh. El dinero debe usarse de una manera que agrade a Dios (Lucas 16:9). Se debe emplear con responsabilidad y honradez (Hebreos 13:18).
Por ello, los textos sapienciales animaban a un israelita a mirar sus bienes como un medio de la materialidad que garantizaba la elevación de las generaciones en el conocimiento y la proclamación de los secretos celestiales revelados en la Instrucción (Torah) divina.
«La herencia del bueno alcanzará a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.»
(Proverbios 13:22)
Yahvéh nos quiere bendecir tanto que podamos llegar a dejar herencia aún a nuestros nietos. Por ello, debemos hacer nuestros bienes en el orden que el Eterno establece.
«Prepara tus labores fuera, dispónlas en tus campos y edifica después tu casa.»
(Proverbios 24:27)
El orden que Yahvéh aquí nos enseña para hacer las riquezas es primero «en los campos», es decir en un proyecto de destino bien planificado, después la «casa», representando a aquellos bienes que a corto plazo el ritmo de vida mismo suele proponer, pero con no hacen al orden prioritario de la economía real.
La Trasferencia divina de riquezas.
La herencia del bueno alcanzará a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.
Dice la última parte del verso que la riqueza del pecador está guardada para el justo.»
En vedad, la sabiduría está señalando a un nivel alto de prosperidad que apunta a ese momento específico cuando un escogido ya no sólo trabaja para hacer las riquezas, sino también cuando las riquezas trabajan para él y su propósito. Las Sagradas Escrituras dicen en esta porción que el Eterno trasladará las riquezas de los pecadores al justo. La pregunta que cada uno debe hacerse es: «¿soy yo una persona productiva e íntegra en mi trabajo, para que el Eterno se agrade de mí y me entregue las riquezas de los impíos?»
lo dice así:
«Porque, ¿quién comerá y quién se gozará sino uno mismo?
Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dejárselo al que agrada a Dios.
También esto es vanidad y aflicción de espíritu.»
(Eclesiastés 2:25-26)
Cuando un redimido ha trabajado de una manera que agrada a Yahvéh, el mismo Dios tomará la riqueza de otros y la pondrá en las manos de aquel hijo que agrada Su corazón. En la parábola de los talentos, el amo ordenó que al siervo malo que no produjo lo echaran a las tinieblas, y que el talento que le tenía se lo dieran al que tenía diez talentos. Porque al que tiene se le dará más, y el que no tiene, aún lo que piensa tener, se le quitará (Mateo 25: 28-30). Así se cumplió el verso que dice que las riquezas de los impíos serán trasladadas a las manos de los justos. Es cómo si el Eterno dijera: «He encontrado un hombre que producirá conforme a mi voluntad, a las manos de él ordeno que pasen las riquezas de otros.»
¡Esto es maravilloso! Un redimido puede prosperar por su buen trabajo, y por el mal trabajo que otros hacen.
Bendito sea el Eterno por Su Instrucción que nos exhorta y anima a ser mejor cada día. Esto nos permite esforzarnos por salir adelante, y continuar a una mayor ascensión de consciencia. Por esto, bendice al Señor por las adversidades que tengas, ya que ellas te hacen cada día mejor, y te provocan a buscar más la presencia del Espíritu Santo y vivir en santidad.
Al observar las características de las comunidades mesiánicas del primer siglo, notamos que aquellos discípulos traían los bienes y las propiedades a los pies de los apóstoles. Y si a ellos les traían los bienes, era porque ellos podían producir una multiplicación en esa bendición. El Señor habló a mi espíritu respecto a esto y me reveló que a los apóstoles tenemos autoridad para bendecir la vida económica de los fieles a Su Yugo. Por eso, hoy quiero bendecirte, declarando que en todo lo que haces vas a ser una persona productiva, vas a poder hacer crecer primero tu negocio, y luego tu casa, y también tanto como para darle a otros sembrando en los centros de capacitación que enseñan a decodificar los secretos del Cielo revelados en la Torah. ¡Serás próspero en todas cosas!