Por P.A. David Nesher
«Porque no por salir hacia el oeste, ni del desierto a las montañas, porque Dios es el Juez, El humilla a uno y levanta a otro»
(Tehilím/Salmos 75:6- 7)
¿Cuál es el significado de estos versículos?
Antes que nada debo explicar que este tipo de texto pertenece al fruto literario de lo que se conoce como el movimiento sapiencial de Israel. El movimiento de la sabiduría (jokmah) o sapiencial en su triple dimensión, intelectual, moral y religiosa, influyó poderosamente en el pueblo. El mismo comenzó con David, continuó con Salomón y se diseminó como reguero por diferentes caminos humanos, entre ellos los profetas pre-exilicos. Su principal finalidad era orientar la vida práctica en consonancia con la fe, aplicando a las mil y una situaciones de la existencia humana las enseñanzas de la Instrucción (Torah) de Dios de modo que se asegure una vida dichosa, digna de ser vivida. El género sapiencial aparece en la TaNaK entrelazado con la poesía y constituye lo esencial de tres libros: Job, Proverbios y Eclesiastés, bien que en otros hallamos pasajes del mismo carácter en forma de máximas, refranes, acertijos, parábolas, etc. (Jue. 9:8-15; 14:14; 1 S. 24:13; 2 S. 12:1-6, entre otros).
En la sabiduría hebrea de Israel, a diferencia de la de otros pueblos orientales, se combina el conocimiento adquirido por la experiencia con la revelación que otorgan los códigos de la Luz Infinita, escritos en la Torah. Es una cualidad natural que se cultiva mediante la instrucción de padres a hijos, y de maestro a discípulos; pero también es un don de Yahvéh (Job 11:6, Pro 2:6 y ss.; Ec. 2:26), fruto de la acción inspiradora de su Espíritu (Job 32:8), y que solamente se adquiere por la fe verdadera (emunah).
Ahora sí, dicho esto, y respondiendo a la pregunta que inició esta bitácora, dire que estos versículos revelan que una persona no necesariamente se vuelve rica por viajar, por negocios de este a oeste, o por aventurarse a lugares distantes, tales como montañas y desiertos. Más bien, sí así ha sido ordenado, Dios despoja de dinero a una persona y provee para algún otro.
Por esta razón, aquellos que estamos redimidos en el Mesías debemos educar a nuestra conciencia para que no cometamos error alguno a la hora de conectarnos con el dinero. El Espíritu de Yahvéh, quien nos unge con su poder, también nos da la inteligencia para administrar los recursos financieros. La sabiduría te puede ayudar a prosperar mucho, pero la falta de ella te deja pobre. Shakespeare decía: «La gente que vive comprando bienes superfluos, llega a tener que vender los bienes necesarios.» Si sigues el camino de la sabiduría y el dominio propio, llegará el día que tendrás con que comprarte lo que quieras; pero si te apresuras, pronto te endeudarás.
Por esto, conviene mucho a nuestra salud integral conocer la cosmovisión que Israel adquirió por medio de lo que las palabras hebreas que usaba a la hora de hablar de dinero. Los nombres hebreos relativos a dinero indican su movilidad:
- Nejasím, traducida como posesiones.La palabra nejasím indica que después del fallecimiento de una persona, sus pertenencias son sustraídas de ella, y entregadas a otro. (Nejasím está íntimamente relacionada a la raíz mejusé/ ellas son ocultadas de él)
- Zuzím (un tipo de moneda) significa que aún cuando una persona está viva, su dinero cambia de manos, moviéndose de uno al otro. (Zuzím es derivado de la palabra raíz mover.)
- Mamón: Mamón es una contracción de la expresión: «Ma ata mone», que al traducirla queda: «¿Qué estáis contando? ¡Es realmente nada!»
- Maot, traducido como dinero, significa realmente «ma laet» que se traduce: «¿Qué acerca del futuro?» Con ella se da a entender que el dinero no es una posesión eterna (como son al Torah y sus mitzvot -mandamientos-), sino que permanece con una persona sólo por un cierto período ordenado por Yahvéh.
Todos estos términos para dinero enseñan a una persona con mentalidad hebrea que sus finanzas sirven a su propósito apropiado sólo si ella lo usa en el Servicio de Yahvéh. El dinero debe usarse de una manera que agrade a Dios (Lucas 16:9). Se debe emplear con responsabilidad y honradez (Hebreos 13:18).
Por ello, los textos sapienciales animaban a un israelita a mirar sus bienes como un medio de la materialidad que garantizaba la elevación de las generaciones en el conocimiento y la proclamación de los secretos celestiales revelados en la Instrucción (Torah) divina.
«La herencia del bueno alcanzará a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.»
(Proverbios 13:22)
Yahvéh nos quiere bendecir tanto que podamos llegar a dejar herencia aún a nuestros nietos. Por ello, debemos hacer nuestros bienes en el orden que el Eterno establece.
«Prepara tus labores fuera, dispónlas en tus campos y edifica después tu casa.»
(Proverbios 24:27)
El orden que Yahvéh aquí nos enseña para hacer las riquezas es primero «en los campos», es decir en un proyecto de destino bien planificado, después la «casa», representando a aquellos bienes que a corto plazo el ritmo de vida mismo suele proponer, pero con no hacen al orden prioritario de la economía real.
La Trasferencia divina de riquezas.
La herencia del bueno alcanzará a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.
Dice la última parte del verso que la riqueza del pecador está guardada para el justo.»
En vedad, la sabiduría está señalando a un nivel alto de prosperidad que apunta a ese momento específico cuando un escogido ya no sólo trabaja para hacer las riquezas, sino también cuando las riquezas trabajan para él y su propósito. Las Sagradas Escrituras dicen en esta porción que el Eterno trasladará las riquezas de los pecadores al justo. La pregunta que cada uno debe hacerse es: «¿soy yo una persona productiva e íntegra en mi trabajo, para que el Eterno se agrade de mí y me entregue las riquezas de los impíos?»
lo dice así:
«Porque, ¿quién comerá y quién se gozará sino uno mismo?
Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dejárselo al que agrada a Dios.
También esto es vanidad y aflicción de espíritu.»
(Eclesiastés 2:25-26)
Cuando un redimido ha trabajado de una manera que agrada a Yahvéh, el mismo Dios tomará la riqueza de otros y la pondrá en las manos de aquel hijo que agrada Su corazón. En la parábola de los talentos, el amo ordenó que al siervo malo que no produjo lo echaran a las tinieblas, y que el talento que le tenía se lo dieran al que tenía diez talentos. Porque al que tiene se le dará más, y el que no tiene, aún lo que piensa tener, se le quitará (Mateo 25: 28-30). Así se cumplió el verso que dice que las riquezas de los impíos serán trasladadas a las manos de los justos. Es cómo si el Eterno dijera: «He encontrado un hombre que producirá conforme a mi voluntad, a las manos de él ordeno que pasen las riquezas de otros.»
¡Esto es maravilloso! Un redimido puede prosperar por su buen trabajo, y por el mal trabajo que otros hacen.
Bendito sea el Eterno por Su Instrucción que nos exhorta y anima a ser mejor cada día. Esto nos permite esforzarnos por salir adelante, y continuar a una mayor ascensión de consciencia. Por esto, bendice al Señor por las adversidades que tengas, ya que ellas te hacen cada día mejor, y te provocan a buscar más la presencia del Espíritu Santo y vivir en santidad.
Al observar las características de las comunidades mesiánicas del primer siglo, notamos que aquellos discípulos traían los bienes y las propiedades a los pies de los apóstoles. Y si a ellos les traían los bienes, era porque ellos podían producir una multiplicación en esa bendición. El Señor habló a mi espíritu respecto a esto y me reveló que a los apóstoles tenemos autoridad para bendecir la vida económica de los fieles a Su Yugo. Por eso, hoy quiero bendecirte, declarando que en todo lo que haces vas a ser una persona productiva, vas a poder hacer crecer primero tu negocio, y luego tu casa, y también tanto como para darle a otros sembrando en los centros de capacitación que enseñan a decodificar los secretos del Cielo revelados en la Torah. ¡Serás próspero en todas cosas!
Te declaro ¡Shalom!