Shemot

El Fuego del Sábado y las Tareas para Edificar la Vida.

Por P.A. David Nesher

Lo Teba’ru Esh BeJol Mishbotejem BeIom HaShabat

«No encenderás fuego en todas sus moradas el día del Shabat»

((Éxodo/Shemot 35:3)

Estamos estudiando la continuación de lo relatado en Shemot capítulo 34, vers. 29, donde la Torah relata cuando Moshé descendió del Monte Sinaí con las dos Segundas Tablas (10 de Tishrei). Inmediatamente después de esto, la Torah describe las tareas necesarias para construir el Mishkán (Tabernáculo), el precursor del Sagrado Templo.

Lo interesante es que la bendita Torah insiste nuevamente sobre la naturaleza especial del Shabat y en especial acerca de la necesidad de abstenerse de realizar melajáh, que es el trabajo prohibido en ese día sagrado. El texto hace mención específica de no encender fuego en Shabat

Sobre este pasaje hay diversos puntos de análisis e interrogantes, algunos de los cuales son expuestos y formulados también por los comentaristas de la Torah.

Primeramente debemos entender y asumir que este mandamiento pertenece a la categoría de las leyes conocidas como “jukim”, acerca de las cuales, hemos dicho, la Torah no ofrece mayores explicaciones.

En segundo lugar, me es necesario también insistir en el hecho de que Shabat en su esencia es que el ser creado encuentre el reposo junto a su Creador. Es decir que Shabat no es sólo velas, pan, vino, mesa servida, etc; su esencia va mucho mas allá de lo que nuestros sentidos puedan percibir. Shabat no debe de ser una carga litúrgica sino un reposo espiritual en el que el alma humana se eleva a las dimensiones de la verdadera fe (emunah) dónde todo se hace posible para el que cree (Marcos 9:23).

Ahora sí, comenzando en el tema que aquí nos convoca, diré que la Torah especifica no trabajar ni encender fuego. Pero tenemos que en los Yamim Tovim (Días Festivos), cuando se prohíbe todo trabajo, sin embargo, sí se permite la preparación de alimentos, lo que incluye encender fuego para cocinar. En cambio, en Shabat no se puede encender fuego ni siquiera para la preparación de alimentos, con mucha mayor razón para otras necesidades, [Rav Shemuel Ben Meir/Rashbam].

Referente a lo que dice el texto, Moshé enseñó a los israelitas las halajot (leyes) de las 39 labores principales (avot melajot) prohibidas en Shabat. Una de ellas será el encendido del fuego, como ahora lo explicaré.

Hacer fuego está prohibido por la Torah. Pero debemos tener en cuenta que hacer fuego hace aproximadamente 3.500 años era un trabajo arduo. No se giraba una perilla y apretaba un botón o encendía un fósforo (cerillo). Hacer fuego era un trabajo en sí. Había que ir a buscar ramas secas o leña, partir las ramas con las manos o los leños con un hacha. Traer paja seca. Cargar con la leña. Acomodar. Frotar con una rama sobre una madera plana con paja. Soplar. Ventilar con una pantalla. Mantener la llama. Para hacer todo eso uno se cansa. Es decir que, históricamente, cuando se encendía fuego en una casa era para mantenerse ocupado y concentrado en quehaceres. Por eso, para comprender una mitzvá también hay que analizar el tiempo en el cual fue otorgada y en medio de que circunstancias. Es muy necesario conocer el contexto de todo asunto a fin de evitar errores de hermenéutica (interpretación).

Antes de continuar con todo esto necesito aclarar que con este aporte que estoy haciendo aquí no pretendo decir que es legal crear una llama de fuego literal en día de Shabat, pues el mitzvah (mandamiento), como jukot que es, es muy claro en eso. Pero sí necesito decir que este mandamiento también hace referencia a una creación de fuego que no habla de calor ni luz físicos, sino de uno que habla de luz y calor metafísicos.

Así pues les diré que al comenzar la construcción del Tabernáculo, el Eterno, por medio de Su Torah, recuerda a Israel la observancia del Shabat para decirnos que a pesar de dicha construcción no se debe profanar la santidad del reposo espiritual. En Shabat no se harán labores para el Tabernáculo. ¡Qué interesante!; a pesar de que los trabajos del Mishkán eran en honor a Yahvéh, éste debía ser suspendido al llegar el Shabat.

La tarea efectuada para el Mishkán se considera “melajáh”, es decir, “tarea” (en hebreo), y las distintas labores se denominan “melajot” (que son 39 en total). Éstas son las prohibidas en Shabat.

La razón por la cual la Torah nos enseña que las actividades productivas en el mundo material es que son a la vez, aquellas que son necesarias para construir un espacio a fin de desarrollar la santidad. La raíz de las 39 melajot del Shabat, son entonces los 39 trabajos del Mishkán, que derivan y provienen de dichos trabajos.

Estas 39 acciones tienen una cosa en común: son acciones que los humanos pueden hacer, pero los animales no. Todos estos son ejemplos de casos en los que los seres humanos utilizan su inteligencia con el fin de manipular y transformar la naturaleza, a fin de dominar las circunstancias que se producen por la ley de causa y efecto.

Ahora bien, una serie de planteos surge ante este mandamiento (mitzváh) que encabeza nuestro estudio: ¿Por qué la Torah yuxtapone la construcción del Tabernáculo con el mitzvah (mandamientos) de cuidar Shabat? ¿Qué significa realmente esta Mitzvá? ¿Acaso se debe de conectar solamente a lo literal? ¿Debe una persona afirmar que guarda Shabat cuando sus impulsos de fuego (Nefesh) han sido encendidos precisamente ese día? Trataré pues de responder estas preguntas en la medida que nuestra mente se abra a la Luz y voluntariamente se organice en sus pautas y lineamientos.

El Eterno está revelando aquí que el Shabat y el Tabernáculo son uno solo. Ambos son eslabones que nos unen con una dimensión trascendental. Durante los distintos años de exilio del pueblo de Dios, Shabat sirvió como el santuario (Mishkán), el lugar para restaurar y refrescar la perspectiva en un mundo con frecuencia hostil hacia los valores de la Torah.

El Mishkán une a todo el Pueblo de Israel, es el centro en el cual Yahvéh mora dentro de Israel. Y por eso la introducción de la parashá dedicada a la construcción del Tabernáculo es con las palabras “Y congregó Moshé” ( ויקהל משה, Vayakhel Moshé). Todo el pueblo de Israel se reúne para ser una gran comunidad, una gran sociedad. Pero en Shabat no hay necesidad de la acción de construir el Tabernáculo, porque el Shabat mismo es el secreto de la unión del Pueblo de Israel.

Es por eso que nuestros sabios han encontrado en esta parashá los códigos que revelan que durante Shabat es otorgada a cada hijo de Israel la denominada “Neshamá Yeterah,” (נשמה יתירה) o Alma Divina Adicional que lo saca de sus preocupaciones personales y lo conecta con todo el pueblo de Israel (Tikunei Zohar 6, 23b). Dicha alma adicional nos ayuda a adentrarnos a la verdadera esencia del Sagrado Shabat desconectándonos de lo pasajero, lo material, etc. Esta Neshamah Yeterah se va de una persona cuando Nefesh (alma animal) comienza a surgir en pleno Shabat, es aquí en donde podríamos entender un poco mas lo que esta mitzváh de «no encender fuego en Shabat» trata de enseñarnos.

El Eterno anhela que sus hijos no permitan que el nefesh («impulso de fuego«) sea encendido en todas las habitaciones de nuestro ser el día de Shabat, pues este es un día de alegría, regocijo, amor, santidad, etc.

En el Zohar está escrito que, del Shabat reciben bendición todos días de la semana. Por eso, cuando cuidamos el Shabat como es debido, trae bendición y éxito para todos los días de la semana; esta bendición proviene del Cielo. Del Zohar leemos:

«…No hay movimiento en lo Alto hasta que no haya movimiento abajo. Las bendiciones de lo Alto solo se encuentran donde hay alguna sustancia y no un mero vacío…»,
[Zohar I, 88ª].

El Rebe de Lubavitch explica sobre la santificación del Shabat y el apartarse del trabajo físico:

«…Acerca de esto se puede preguntar:
“¿Si no invertimos en el negocio todas nuestras fuerzas y toda el alma, cómo aseguraremos su éxito y crecimiento?” A ello debe responderse que se requiere también creer en Dios. El judío tiene fe que al fin y al cabo el sustento viene del Altísimo. La función del hombre es hacer el “recipiente” para recibir la bendición de Hashem y por ello debe trabajar y dedicarse a su actividad comercial, pero quien define si va a ganar del trabajo y cuánto, es Hashem. Siendo así, cuando el Eterno dice que el judío no debe sumergirse totalmente en el trabajo, esto mismo indica que el camino para recibir la bendición de Di-s y afianzar el negocio, es exclusivamente cuando se cumple con la Voluntad de Di-s y no cuando se actúa contrariamente a ella. Quienquiera desee el éxito de sus actividades comerciales, debe abstenerse de invertir en ello toda su alma, puesto que esto es lo que Hashem quiere y es Él quien brinda la bendición. Cuando el judío trabaja durante los seis días de la semana, de acuerdo a las instrucciones de la Torah, también su Shabat es diferente. No tiene dificultad en dirigir sus fuerzas hacia los temas del espíritu, y no permanece pensando constantemente en sus actividades mundanas. De esta manera vivenciará una verdadera vida judía, tanto en los días de la semana y cuánto más, en el Shabat…»,
[Reve Lubavitch, resumen de la Parashá].

El Talmud (Shabat 73a) explica:

«La Torah yuxtapone Shabat y el Tabernáculo para enseñarnos que aquellas actividades usadas para construir el Tabernáculo, son las mismas actividades que están prohibidas en Shabat. Por ejemplo, ya que el Tabernáculo implicaba coser, nosotros no cosemos en Shabat; ya que implicaba cocinar, no cocinamos

¿Suena arbitrario? Difícilmente. Los expertos en la decodificación de la Sabiduría de la Torah explican la conexión de la siguiente manera:

En general, en Shabat está prohibido hacer aquello que demuestra el dominio del ser humano sobre la naturaleza. Es decir, lo que manifiesta la faz creadora humana. Ya que así como el Eterno cesó de crear el primer Shabat, tal debe hacer el redimido con mentalidad hebrea en el día consagrado del Eterno:

«Elokim bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Elokim había hecho para hacerse.«
(Bereshit / Génesis 2:3)

El Eterno creó el mundo en seis días y descansó en el séptimo; en nuestro esfuerzo por emular a Yahvéh debemos asimismo descansar en el séptimo día. Pero para saber como descanso Dios en el séptimo día, primero debemos entender qué acciones creativas hizo durante los primeros seis días.

Aquí es donde el Mishkán o Tabernáculo es la clave. Sumerjámonos pues en estos códigos:

El Mishkán o Tabernáculo representa un microcosmos del universo, es decir que es el símbolo de una destilación de todas las energías, diseños y recursos encontrados en el mundo material interestelar. Betzalel, el arquitecto principal del Tabernáculo, entendió los planos para la construcción del mismo solamente porque comprendió el código de la Creación. De hecho, el nombre Betzalel significa «en la sombra de Dios».

Por eso al ser el microcosmos de la Creación, las actividades llevadas a cabo construyendo el Tabernáculo, son precisamente paralelas a aquellas acciones realizadas por Elokim (por así decirlo) al crear el mundo. Ya que el Tabernáculo implicaba escribir, nosotros emulamos el descanso de Dios al no escribir en Shabat.

Las actividades prohibidas en Shabat – «melajáh» – son diferentes de la definición secular de «trabajo«; es decir que ellas hablan de que en Shabat nos abstenemos de «acciones creativas,» no de «esfuerzo.» Por ejemplo, en Shabat puede que este permitido acarrear una caja pesada desde el sótano hasta el ático, pero al mismo tiempo esta prohibido encender un fósforo para encender la cocina. Mover la caja no implica un cambio en el estado creativo del objeto, mientras que prender el fósforo para activar la hornalla claramente si.

En otras palabras debemos aceptar que el “descanso de Shabat” no es un descanso de la labor física, sino que es un descanso de nuestro constante e inútil esfuerzo por controlar el mundo y sus circunstancias. Es un día para sentarnos y permitir que el mundo continúe su rumbo sin que nosotros intentemos cambiarlo. Es un día para dejar de hacer y comenzar a ser. Es un día en el que no permitimos que la lucha por un futuro «mejor» arruine el goce del aquí y el ahora. Cuando renunciamos por 25 horas a controlar el mundo, nos encontramos en una posición que refleja más acertadamente nuestra realidad, en contraste de cuando pensamos que tenemos el control. Es una oportunidad para encontrar un espacio de paz y humildad dentro de uno mismo.

Así, cuando cada redimido entra a un lugar más espiritual en su interior, su escala de valores comienza a modificarse. La necesidad de tener cada vez más dinero se torna menos importante. El éxito se muestra más voluble. Y el poder parece ser irrelevante. Pero, por otro lado, la familia, el amor, la búsqueda de sabiduría y la apreciación de lo bueno de la vida pasan del “blanco y negro” en el que están durante los días de la semana, a una profundidad de “32-Bit de color”.

El efecto es profundo. En Shabat, cuando dejamos de crear, no sentimos más la necesidad de competir con el mundo que nos rodea.

La Torah elige la expresión «prender fuego» como su único ejemplo de melajáh, porque justamente personifica lo divisivo, energías de combustión que Shabat pretende evitar. En vez de imponer nuestra voluntad sobre el mundo físico, estamos en armonía con él.

En Shabat, todos somos reyes. Aprovechamos la espiritualidad extra infundida en Shabat para enfocarnos en nuestras metas espirituales, las cuales expresamos a través de oraciones, estudio de Torah, comidas festivas, y tiempo que pasamos con familia y amigos. Por un día cada semana, no hay competencia. Sólo hay abundancia.

Éste es el propósito de Shabat. Un día para salirse de la locura de la semana y comenzar a vivir en el mundo real.

El Esfuerzo Místico Para Construir una Comunidad (Parashah Vayakhel)

Por P.A. David Nesher

“Y Moisés reunió a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que ordenó hacer el Eterno. Seis días trabajarás y en el séptimo descansarás, pues sería día santo, es decir dedicado al Eterno.»

(Shemot/Éxodo 35:1-2)

Al llegar a esta porción denominada Vayakhel notamos que se repite, prácticamente, la misma historia que encontramos en las parashot Terumah y Tetzavé, es decir que se nos habla de nuevo de la construcción del Mishkán o Tabernáculo. Toda las palabras de este pasaje fueron pronunciadas al día siguiente de lo que más tarde conoceríamos como “Yom Kippur”, es decir, estos eventos ocurren desde un 11 de Tishrei.

La expresión «Vayakhel» significa “Y congregó”, y está relacionada con el vocablo “congregación” o “comunidad”. Considerada así nos damos cuenta que la Torah nos está dando aquí una lección estupenda y pretende que nos enfoquemos en sus líneas interesándonos en descubrir todos los poderes mesiánicos que se esconden en un término: congregación.

De aquí aprendemos que para hacer morar la Presencia Divina en el seno del pueblo de Israel, antes debe alcanzarse, en un esfuerzo mancomunado, unidad en el vínculo de la paz y la conciencia de ser una única comunidad o «Kahal». Esta porción nos revela la importancia de crear unidad como parte de nuestro trabajo espiritual por lo que debemos buscar despertar el deseo por la unión que nos permite velar por los demás. La unidad es fundamento de la Shalom (Paz).

Leyendo el libro del Zohar me encontré con la explicación de que la parashá «Vayakhel» revela a los israelitas que cada uno de los seres humanos venimos a este mundo  con una falsa vasija (idea) mental; es decir, que creemos que estamos separados los unos de los otros. Así, la tendencia será que cada quien viva su vida, cada quien resuelva cada circunstancia como pueda, cada quien estudie lo que mejor cree que le viene bien, cada quien busque el trabajo que le plazca, cada quien trate de hacer una familia propia, etc. Es decir, cada quien viva a su manera. De este modo, todo eso  se convierte en un relativismo personal por medio del cual cada quien establece la manera de medir sus éxitos y fracasos. Así es la praxis de la mentalidad reptiliana que los hebreos habían aprendido en Mitzrayim (Egipto).

Siendo así, y sabiendo que de acuerdo al propósito eterno de Dios revelado, en algún momento los hebreos debían unificarse en la consciencia, para convertirse en un reinado de sacerdotes para el Eterno (Éxodo 19:6), ¿cómo podrían conciliar la vida de cada quien (y su unicidad) en una misma cosmovisión? ¿Cómo podrían unirse cuando tenían una real consciencia de separación, demostrada en el pecado del becerro de oro? La respuesta divina es congregándose.

La parashá Vayakhel explica que los israelitas comprendieron a través de la enseñanza mosaica que los seres humanos, en el diseño divino original, venimos a este mundo a esculpir a Malkut. Venimos a construirla, ese es el objetivo mesiánico de cada vida humana.

¿Qué es Malkut? Es el Reino de la nobleza humana; es el sueño de todo ser humano sobre una vida ideal. Permítanme explicar mejor esto que estoy diciendo. Desde que nacemos queremos Luz, pero como nacemos con la consciencia de separación, confundimos el deseo de Luz con el deseo de cosas materiales, así que comenzamos a crecer y, paralelamente, crece nuestro deseo de más cosas. Por ejemplo: de bebé queríamos un juguete específico, y ya adultos queremos un auto de tal marca y/o modelo, o anhelamos una casa de ciertas características. A eso se le llama agrandar nuestra vasija, que es lo mismo que agrandar nuestra capacidad de deseo. Sin embargo, viene el Eterno, a través de Su Sabiduría en la Torah, y nos dice que todos esos anhelos que tenemos están intentando llenar a una falsa vasija. ¿Cómo podemos saber que esto es cierto? Porque nunca estamos satisfechos.

Lo cierto de esto es que una vez que logramos la casa y el auto, nos sentimos contentos por un tiempo, y luego surge de nuevo la insatisfacción. Cuando esto sucede, aparece un nuevo anhelo o reto y nos movemos hacia donde sea para lograr satisfacer lo que sea que surja como deseo. Mientras estemos en esa etapa, estamos llenando a la falsa vasija. Los sabios llaman a esta falsa dinámica de vida: supervivencia.

Lo que no hemos entendido (porque nadie nos los dijo antes), es que cuando en lugar de llenar la falsa vasija llenamos la vasija real,  entonces la etapa de supervivencia se llena sola, sin que tengamos que hacer todos los esfuerzos que hacemos (Mateo 6:33).

La pregunta que surge es ¿cómo llenamos la vasija real? ¿De dónde la sacamos?

La Torah, en sus códigos de sabiduría, revela que la vasija real está muy unida a la vasija falsa (el 1 y el 99% de la existencia), y lo único que nos hace falta es “apuntar” al lado correcto. Hacer Teshuváh, es decir, regresar a la Fuente. Esto se logra afinando nuestros anhelos a fin de elevar nuestro deseo. Tenemos que aprender que no queremos la casa ni el auto, sino la satisfacción (la Luz) que ello nos proporciona para sentir que nuestra familia vive en mejor nivel de parnasah (sustento) y shelemut (plenitud).

Por lo tanto, mientras más claro tengamos en nuestro interior que lo que queremos es adhesión con el Creador, y esta meta sea cada vez más clara para nosotros, más Luz entrará a la vasija real (nuestra alma enfocada a la Intención del Eterno). Así pues, todo lo que haremos será perseguir esta Luz Infinita, y procuraremos que las chispas de la misma escondida en las cosas nos sean otorgadas. Ahora bien, ya hemos aprendido que la Luz sólo la obtenemos cuando anhelamos otorgársela a otros. Siendo así, al querer sólo la adhesión con el Creador, nos convertimos en una “máquina” de dar.

Pero, ¿qué tiene que ver todo lo anterior con congregarnos? Líneas arriba, expresé que el objetivo de nuestra existencia en este mundo es construir a Malkut. Sin embargo, el secreto está en que nosotros no estamos aquí para construir nuestro propio Malkut, sino para construir el Malkut de los otros. A eso se le llama Malkut Elokim (Reino de Dios). Por ello, congregarse es encontrarse, es reunirse con gente que tiene nuestros mismos objetivos, porque juntos es como somos más fuertes. Juntos, conseguimos ser unánimes en el esfuerzo de unir los pedazos de la vasija real y manifestarla con el nombre que el Eterno le ha concedido: Israel, Su Esposa.

Para lograr unificarnos, tenemos que vencer a una fuerza opositora llamada división o fragmentación. Si una sola persona quiere levantar un ladrillo, hace mucho más esfuerzo que si tiene a otra que le ayude, ¿cierto? Ese es el principio de ser un equipo. Pues bien, tenemos que lograr ser un equipo en todos los ámbitos de nuestra vida.  

La importancia de esto es  poder entender que la suma de chispas de luz que se conducen al unísono, es decir que marchan todas juntas, es capaz de ejercer el control de la mente sobre la materia. Es  como cuando vemos a un grupo de pájaros que vuelan todos juntos, al mismo ritmo y en la misma dirección. Uno guía al otro, y juntos parecieran que bailaran al ritmo de una misma melodía porque cuando existe una comunidad se crea una conciencia grupal extremadamente fuerte.


Bandada de estorninos en plena danza de unidad

Una persona sola puede quebrarse fácilmente, pero cuando es apoyada por otros entonces entonces se sostiene y enfrenta los problemas con determinación. Así lo expresaba el sabio rey Salomón al escribir:

«Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto


(Eclesiastés 4:9-12)

¿Cuál es la parte difícil de conformar una Comunidad? Tolerarnos. Es decir, aceptar las diferencias en amor, entendiendo que el otro solo me muestra mi parte oscura o la luminosa,  todo depende de lo que yo vea en él. Es aceptar que cuando veo en el otro la oscuridad en realidad estoy resonando con mi propia oscuridad interna, pero si veo en él  la luz, es mi propia luz la que se está proyectando. Sin embargo cuando pertenecemos a una comunidad con un objetivo egoísta, es decir, de sólo recibir, de ver lo que la comunidad me puede aportar, de cómo puedo  aprovecharme de ella  para mejorar mi vida, entonces el HaSatán se infiltra a través de ese egoísmo para  dividir, separar y destruir. Es así como vemos división entre vecinos, amigos, razas, socios de un club, etc.

¿Por qué la Torah, en su sabiduría, nos explica que la pareja en alianza (matrimonio) es fundamental para el crecimiento personal?

Porque dicho diseño es la manera mas fácil de enseñar a la humanidad la metodología correcta para construir el Malkut de la persona a quien se ama. El hecho de amar a alguien nos facilita la cosa porque nos da el combustible. Cuando un ser humano no sabe lo que es habitar en matrimonio (sea por la razón que sea) es como consecuencia del «midáh keneguev midáh» (medida por medida) que se está pagando, y que debe recibir tikun (rectificación). Tenemos que saber que lo que hay que hacer, en ese caso, es un esfuerzo mayor, que consiste en renunciar al egoísmo para poder construir el Malkut del otro, sin recibir nada a cambio. La misma actitud que existe en una pareja en alianza es la que debe imperar en las almas de los redimidos que se convocan y encuentran en la Mesa de Comunión del atardecer del Shabat.

La historia de la construcción del Mishkán  nos enseña que una de las tareas más importantes y difíciles que enfrenta un ser humano, es encontrar una comunidad que funcione armónicamente, ser el líder y  construir una nueva congregación o participar en forma proactiva dentro de una comunidad que pueda lograr cohesión y  unidad, y desde allí estimularse a transformar el mundo a través de las buenas obras que otorgan los mitzvot (mandamientos) de la Torah.

El asunto, en esta porción, radica justamente en comprender y aceptar secreto de construir el Mishkán (Tabernáculo): un sitio de encuentro en donde todos podamos elevarnos. Nuestras asambleas justamente se convierten en eso cada atardecer de los días sábados, pues muchos de ustedes esperan con ansias la shiur (lección) o catequesis de la semana para estudiarla y meditarla corporativamente. Cada uno de ustedes siente que congregarse es un medio celestial que otorga una visión más clara de la Luz que buscan. Y por eso, contra viento y marea, trabajan todos los días de la semana en la construcción de ese Tabernáculo. Es decir, se enfocan en que debe llegar Shabat, y el mismo debe ser finalizado en asamblea, como la Novia que procura ataviarse para su Novio con las mejores galas.

Así tiene que ser los días de nuestra vida, amigos: desde el primero hasta el sexto día se trabaja en la construcción del Mishkán (en donde quiera que éste se pose). Sólo en Shabbat descansamos, porque ese día el Tabernáculo se eleva a las dimensiones celestiales de Binah, donde todo se renueva y hace posible. Es como si el domingo el obrero comienza a construir un muro del castillo, y el viernes lo termina. Cada semana hay una parte del castillo que construir: a veces no logramos ni poner un ladrillo o nos quedamos a la mitad, pero cada vez vamos afinando nuestra técnica para que podamos concluir la obra con éxito. Sinceramente, aunque la comparación es grotesca, siento este encuentro en Shabbat como si fuera una gallina que se posa en su nido (se asienta para empollar, dándole calor a sus huevos).

Por eso la Torah nos enseña por medio de esta porción (Vayakhel) que el primer paso para formar una comunidad es, antes que nada, tener un objetivo claro y definido que sea común. Luego, basado en eso, se establece el sistema de valores del grupo. Por lo tanto, en función de eso debemos encontrar las personas afines que quieran unirse a esos objetivos y valores, de modo de crear el entorno que nos ayude a lograrlo. Y sobre todo, lo que no puede faltar para poder crear una comunidad es el rigor de Guevurah, porque para que funcione, es necesario crear leyes o un sistema de control, para que ninguno de sus miembros abuse de los recursos o de los otros miembros. Es justamente el rigor de Guevurah lo que permite entender por qué somos talmidim (discípulos) o gente que acepta la disciplina que impone el Maestro que hemos escogido para recibir los códigos de la Instrucción.

El asunto es que bajo estos principios el Creador, nuestro Abba, creó este mundo y nos dio la Torah como el sistema de valores que debemos seguir. Todo lo que tenemos que hacer es imitar este modelo para cualquier cosa que hagamos. De esta manera podremos sentirnos estimulados a perseguir la unificación con el Creador,  como la prioridad de nuestra vida, por encima de todos los obstáculos que se nos pueden presentar cada día.

Queridos amigos, la demanda que nos implanta la porción de esta semana es hacer de cada aspecto de nuestra vida, un lugar de congregación para los otros. El lugar de trabajo, las reuniones sociales, la familia, etc., constituyen oportunidades para construir el Mishkán del Eterno, y el Malkut de otro, y esto sólo se puede hacer cuando damos Luz. La Luz no es otra cosa que satisfacción de propósito en la mente y el corazón.

Mujeres Expertas en Hilar Pelos de Cabra

Por P.A. David Nesher

«Toda mujer dotada de la respectiva capacidad artística hiló con sus manos; y trajo sus hilados hechos con lana turquesa, lana púrpura, lana roja y lino fino. Toda mujer dotada de la respectiva capacidad artística hiló pelos de cabra.»

(Shemot/Éxodo 35:25-26)

La sección denominada Vayakhel destaca el hecho de que todos los miembros de Israel, tanto varones como mujeres, pobres y ricos, príncipes y sirvientes, tuvieron parte en la construcción del santuario de YHVH. El mensaje divino revelado era claro: si cada uno no jugaba su papel en particular, este diseño de conexión cósmica no podría ser completado (cf. Efesios 4:16).

Así pues, después de escuchar a Moshé, toda la congregación de los hijos de Israel salió delante de él.

Los hijos de Israel, todos los hombres y mujeres cuyo corazón los movía a traer algo para toda la obra que Yahvéh había ordenado por medio de Moisés que se hiciera, trajeron una ofrenda voluntaria a Yahvéh”.
(Éxodo 35:29)

Ahora bien, al leer los dos versículos del encabezamiento, aprendemos que el Eterno le confiere una importancia suprema a la mujer dentro de la construcción de Su propósito eterno aquí en la Tierra. La Torah nos indica acerca de lo bien encaminado que debe ser su comportamiento, además de lo cuidadosamente pensada que debe ser su función en esta vida.

Las mujeres que viajaban con Moshé en el desierto tenían una aguda conciencia de su alma mesiánica.

Cuando Moshé enumera las contribuciones que los israelitas hicieron para el Tabernáculo, menciona entre ellas la contribución de las mujeres, quienes tejieron exquisitas telas para las cortinas del Lugar Santo. Como podemos ver, esas mujeres vieron su expresión creativa como parte de su servicio a YHVH, y Él valoró tanto sus dones que en la Torah se hace una mención especial de ellos.

“…Toda mujer hiló pelos de cabra”

Al leer el Talmud me encontré con un comentario que explica que las mujeres usaron una técnica única para hilar la lana de los carneros:

“…Era una artesanía extraordinaria, pues ellas hilaban de los vellones en el lomo de los carneros [antes que fuera esquilada]…”
[Shabat 74b]

¿Por qué las mujeres hilaron los vellones mientras aún crecían en el lomo de los carneros?

Rabí Obadia ben Yacob Sforno, rabino y filósofo italiano del siglo XVI, explica que la lana de carnero pierde mucho de su brillo una vez que es esquilada; y al peinar e hilar la lana mientras aun crecía, las mujeres hacían mantener su brillo. Yahvéh no les dijo que hilaran los vellones para las cortinas de esta manera. Por su propio sentido de la belleza, ellas diseñaron las cortinas de la forma más creativa, para embellecer el Santuario.

El Rebe agrega otra dimensión a esta idea; las mujeres hebreas no vieron su contribución solo como una donación; ellas la vieron como un sacrificio Yahvéh. Si ellas tenían ojo para diseñar y mano para coser, quisieron dar al Eterno un sacrificio usando su ojo y mano, las herramientas que les fueron dadas.

¿Cómo Prosperar con el Poder de la Imaginación?

Por P.A. David Nesher

El poder de la imaginación debe ser usado sólo desde una mente ascendida en los caminos de la Luz Infinita. Si no es así, la impaciencia se apodera de ese poder y lo conduce a la destrucción total del destino de propósito que Yahvéh ha otorgado al ser humano.

#ParasháKiTisé#BecerroDeOro

El Uno Penetrando al Dualismo Cambiante

Por P.A. David Nesher

«Separa a tu hermano Aharón y a sus hijos de los israelitas. Acércalos a ti para que Aharón y sus hijos -Nadav, Avihú, Eliézer e Itamar- sean Sacerdotes para Mí.
Habla con la gente talentosa (sabios de corazón), a quienes Yo he dotado de espíritu de sabiduría, con cualidades artísticas, para que confeccionen las vestimentas de Aharón, y los subsiguientes Sacerdotes principales], para consagrarlo como Sacerdote Mío.»

(Shemot/Éxodo 28:1, 3)

Al sumergirnos en este relato, descubrimos que de acuerdo a la orden del Eterno hubo que realizar un ciclo de siete días de entrenamiento e iniciación de Aharón y sus hijos a fin de asegurar una consagración perfecta del cuerpo sacerdotal (Éxodo 29:35). Si en la ceremonia faltase algo, la consagración sería inválida. Leyendo el Midrash me encontré con el comentario de que durante los siete días inaugurales, los sacerdotes serían vestidos diariamente y al fin de cada día serán desvestidos. De esta forma se iniciarán en el servicio de YHVH.

Al leer el relato descriptivo de las prendas de los kohanim (sacerdotes) y el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) me surgió una pregunta: ¿Qué ropa vistió Moshé durante los siete días de instrucción e iniciación de Aharón y sus cuatro hijos?

Así fue como encontré en el Midrash que Moshé usó una túnica blanca, simple y modesta, sin joyas ni adornos.

Pero lo que más me impresionó de esto fue que en estos siete día de entrenamiento sacerdotal coexistieron tres juegos de ropa:

  • una prenda de Moshé,
  • ocho prendas de Aarón y
  • cuatro prendas de los kohanim regulares.

Esta división numérica de las ropas en 1, 8 y 4, alude claramente a las tres letras de la palabra «Uno«, en hebreo “Ejad” (אחד ) que tienen valores numéricos de 1 que es la letra Alef (א ), el valor de 8 de la letra Jet (ח), y 4 que es el valor numérico de la letra Dalet (ד), respectivamente. Pues bien, profundicé la investigación de esto y encontré una explicación que nos permitirá usar esta información para ayudarnos en nuestra búsqueda que nos permita alcanzar una dimensión más profunda de nuestra interioridad mesiánica.

Encuentro muy conveniente compartirte lo que encontré en una enseñanza del Rav Ginsburg quien nos explica lo siguiente:

«…Todos los días, dos veces al día, pronunciamos la palabra “Ejad” (אחד , Uno) en voz alta con intenciones especiales: «Oye, Israel, YHVH es nuestro Dios, YHVH es Uno«. Al decir la palabra «Uno» debemos tener en mente el valor numérico de cada una de las letras de la palabra en hebreo, con la intención de que la alef (א) valor numérico de 1, alude al Todopoderoso, la letra jet (ח) de valor numérico 8 alude a los 7 cielos junto con la tierra, y la letra dalet (ד), con un valor numérico de 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Esto significa que no tenemos percepción de la alef (א), porque el Eterno mismo es una unidad singular, por encima de cualquier definición o limitación y no tenemos comprensión alguna de Él. Sin embargo, Su Unidad penetra en el mundo y se puede comprobar a medida que desciende de cielo en cielo hasta llegar a la Tierra, que es la letra jet-, (ח), y se difunde a través de las direcciones del espacio -letra dalet-, (ד).
Entre la letra jet y la letra dalet, la mayor notoriedad es la de la jet, que logra descender y evoluciona de un mundo superior a un mundo inferior, en comparación con la dalet, que representa a la difusión en un plano (…)
Moshé se aferra a la verdad Divina, y conoce al Eterno mejor que nadie. Por eso él viste solo una túnica blanca, porque integra la luz brillante de Dios, tal como Él está en la unidad simple, por encima y más allá de todos los diferentes colores y sus matices. Esto es exactamente como la letra alef (א) de la palabra «uno» (אֶחָד ), que alude a la unidad de Dios (…)
Las cuatro prendas del sacerdote común logran hacer que la luz blanca sea tangible y perceptible para el ojo humano. Dalet o 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Las ocho vestimentas del Sumo Sacerdote son aquí nuestro punto culminante, ya que tenemos una colección de bellos colores que incluye una gran variedad de tonos, del reino vegetal (lino), animal (lana) y mineral (oro y piedras preciosas). Incluso portan campanitas que llaman nuestra atracción a través de nuestro sentido del oído. Todo el mundo está impresionado y alaba al Sumo Sacerdote, «¡En verdad, qué magnífico que era la visión del Kohen Gadol! Esta es la letra jet (ח) de la palabra «Uno» (אֶחָד ), que logra ilustrar la unidad de YHVH dentro de las miríadas de cambiantes matices de este mundo…».

Bitácora Relacionada:

Recomiendo estudiar: Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

¡Del Salario a la Sobre-Abundancia! (¿Cómo Desarrollar Consciencia de Terumáh)

Por P.A. David Nesher

Di a los hijos de Israel que separen para Mí una ofrenda; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, tomaréis mi ofrenda.


(Shemot/Éxodo 25:2) 

Al leer el comienzo de la parashá (porción) Terumáh, notamos que la misma trata, en la lectura llana (nivel Peshat) de las donaciones que el Eterno le está pidiendo al pueblo de Israel, para construir el tabernáculo y el Arca de la Alianza (Aarón) que más tarde albergaría a las tablas de las Atzeret HaDivrot (10 enunciados). Aquí se describen todo los detalles, bien precisos, para estas construcciones. Ahora bien, cuando nosotros leemos sobre esto (que parece sin ninguna praxis para nuestra vida cotidiana), nos surge la pregunta: ¿Acaso Dios necesita donaciones? Sinceramente, ¿quién puede creer eso?

Entonces discernimos lo que los sabios exégetas de la Torah explican, y es que esta parashá no trata simplemente de donaciones. En ella, se esconde un mensaje divino atemporal, en el que se revela un medio cósmico para facilitarnos la elevación de las chispas de Luz que se esconden en nuestro espíritu. De hecho, la palabra Terumáh (traducida como “dádiva”, “presente”, “regalo”, “contribución”, “aporte”, “tributo”, “ofrenda”) proviene de la expresión Tarom He (o también “Taromhei”) que significa «Elevación hasta la Hei» (señalando a la primera letra Hei del Nombre divino YHVH). Considerado así, les diré que la segunda Hei es el aspecto de Malkut (Reino) del nombre de Dios Yud Hei Vav Hei; y es el único lugar en donde las chispas de Luz se elevan. Por eso, el Eterno sólo quiere aquellas chispas que sean dadas de corazón. Ya sabemos que el corazón se refiere a Zeir Anpin, que es en donde está nuestro trabajo espiritual (hebreo: avodáh), y que es el nivel del Ruaj (Espíritu) trabajando energéticamente sobre el espíritu por medio de su fuerza vital (neshamáh). Entonces, debemos aquí aceptar que la expresión «Tarom He» significa «tomar la Luz» escondida en Malkut, el Mundo de Abajo, y conectarla con Binah (representada por la primera letra Hei), a través del proceso de Zeir Anpin (las emociones controladas por el Espíritu). En este caso, alude a la elevación espiritual de los materiales que se donan para la construcción del Santuario: esto no es otra cosa que la «materia al servicio del espíritu» [Torat Emet].

El asunto es que, según lo hemos aprendido en Shovabbym (primeras seis parashot o porciones del libro de Éxodo), si para recibir la Luz de Binah (zona divina de leyes para proyectos creativos) tenemos que pasar por un proceso emocional (Zeir Anpin), también debería haber algo emocional que nos ayude, una herramienta que nos permita pasar por encima del proceso de Zeir Anpin e ir directamente a Binah, y así obtener sus beneficios de Inteligencia Emocional . ¿Cómo lo sé? Porque…: «de la misma manera que si existe una enfermedad, antes existe la planta que la cura…» (dice el Ari), «así mismo, sé que este sistema es misericordioso, y nos da miles de soluciones para que nos reconectemos con él«. En otras palabras, debemos creer y confiar que para todo problema, hay una solución; para toda enfermedad, hay una cura. Pues bien, esta herramienta cósmica se llama fe, pero no en el sentido dogmático de piedad, sino en la mentalidad hebrea de emunáh.

Los códigos secretos de la Sabiduría (Jojmáh) de la Torah divina explican que la fe (emunáh) es el atributo que permite al creyente conectar a Malkut (su nobleza psico-física) con Binah (su entendimiento). De este modo, cuando Binah y Malkut se unifican, la fe hace al alma redimida co-conductor de las leyes que gobiernan el mundo espiritual. A esta altura, necesito enfatizar que la fe de la que hablamos, no es la fe ciega de los devotos religiosos. Enfatizaré una vez más que en hebreo, fe es emunáh, un estado espiritual de absoluta convicción y certeza en aquello que los sentidos no pueden captar, y la razón explicar. La emunáh no se adquiere porque otro nos dice cómo son las cosas. La emunáh se consigue cuando la experimentamos al sujetarnos voluntariamente al señorío del Mesías.

De este modo, cuando adquirimos la emunáh, nos metemos bajo el manto de Binah: sin cuestionar si es verdad o no, lo sabemos más allá de lo que los otros puedan pensar y decir, y nada es más importante que sostener esta conexión. Es como si fuiste un bebé abandonado y, un día, encontraste a tu madre. Lógicamente, por nada del mundo, quieres volver a separarte de ella. Esto es estar bajo la guía del Espíritu de la profecía que es testimonio de Yeshúa (Revelación/Apoc. 19:10).

La emunáh, una vez en nuestro espíritu, desarrolla todos los mecanismos de percepción necesarios para la generación de milagros, ampliando nuestra vasija, pues es la persistencia en el deseo de dar, de elevarnos. La emunáh es un regalo divino que Binah nos dio para que, a través de ella, tuviéramos de qué agarrarnos para vencer todas las dificultades que pueden presentársenos. ¿Cómo se adquiere la emunáh? A través de la disciplina en el trabajo espiritual. Para comprender mejor, necesito que se fijen en esto: cuando uno quiere cambiar su vida, que despierta en lo espiritual, empieza a buscar su vía de evolución. Comienza a crear movimiento porque, instintivamente, se siente vacío, así que sale a buscar con hambre la Luz de la Palabra divina, pues llega un momento en que se da cuenta que ella no llega gratuitamente.

Este camino espiritual que tomamos como vía de ascensión, requiere una disciplina, porque la Luz tenemos que adquirirla, aprendiendo los cómo para hacerlo. Así, las experiencias que tenemos en nuestras conexiones y, sobre todo, los resultados de ese trabajo en nuestra vida cotidiana, van construyendo la emunáh. Hasta que llega el momento en que esa conexión se hace tan fuerte que, te digan lo que te digan, tú vas a hacer todo por buscar esa Luz escondida en tu interior. Sabes, a ciencia cierta, que la Luz te está esperando cada día y cada vez que haces esa conexión. No creas que ese momento de conexión sólo eres tú quien lo espera. De la misma manera como tú deseas recibirla, ella desea darte. Así, la Luz de la creación te espera todos los días. Por eso, Yeshúa enseñó que lo ideal es usar el mismo sitio para meditar y la misma hora (Mateo 6:6). Allí se va creando un puente que se abre todos los días. Es como si todos los días fueras a una cita amorosa (esto no es metafórico, sino literal). Ahora, les solicito que para captar mejor esto se sumerjan conmigo en la explicación que les compartiré a continuación.

De esto  se trata de vivir la vida cotidiana como el Mesías. Es vivir día a día, esta vida terrestre, conectado permanentemente con lo superior, y esto solo es posible a través de la conciencia en constante ascensión (aliyáh). La emunáh es un pilar sólido que se va construyendo cuando el pensamiento del Creador encaja con una emoción y la eleva por sobre toda circunstancia cósmica.

No obstante, que el título de esta porción se llama “Terumáh”, la Torah conduce a cada israelita a centrar sus ojos en el Mishkán (Tabernáculo) santo que, además de ser morada de la Conciencia Divina o Shekináh, será el centro espiritual donde los israelitas tendrán que presentar todos sus korbanot (sacrificios) que servirán para expiar sus transgresiones y manifestar su gratitud al Creador. Todos los tipos de korbanot quedarán englobados en el concepto de tzedakáh.

El diseño cósmico llamado Mishkán, proclamará la maravillosa Betzoráh (Buena Noticia) de que la Shekináh del Todopoderoso volvería a este mundo después de estar alejada; la Shekináh, es el reflejo de la Majestad Divina. En Bereshit Rabá leemos esta explicación:

«…La verdadera morada de la Shekináh estaba en este plano inferior de la Creación. Cuando Adam pecó, la Shekináh se fue, (ascendió) al primer firmamento; cuando Kaín pecó, ascendió al segundo firmamento; pero en contraposición a éstos surgieron siete tzadikim y ellos la trajeron de regreso haciéndola descender a la tierra. Moshé (el séptimo tzádik), la trajo hasta aquí mismo, al plano físico inferior…».

De acuerdo a esta porción llamada Terumáh, el Tabernáculo de YHVH sería construido para darle al pueblo de Israel una localización física donde pudieran conectar con el Creador. Pero profundizando en la codificación de toda esta sección bíblica, el Mishkán, no obstante, será solo un símbolo para el verdadero lugar de descanso de la Shekináh (la Divinidad), el corazón de todo hebreo redimido. ¿Cómo es posible hacer que el corazón de uno, sea un Mishkán para la Shekináh? Esto es, dedicando su corazón a la disciplina del estudio de la Torah y a la avodáh, servicio sacerdotal a YHVH, [Midrash].

Por eso, notamos que aquí hay dos preceptos en el arranque de esta sección:

  • (1) tomar una ofrenda y,
  • (2) construir el Tabernáculo con todos sus utensilios.

El Eterno ordena a Moshé designar recaudadores para recolectar la “terumáh” destinada a la construcción del Tabernáculo consagrado al Eterno. Toda la existencia es de YHVH, por lo que la expresión «Que tomen para Mí» parecería redundante. Más bien, el versículo viene a transmitir a los recaudadores y tesoreros a cargo de fondos comunitarios, que su trabajo debe ser para YHVH es decir, deben consagrarse a su tarea y hacerla en honor al Nombre del verdadero Dios; ellos se deben a Él, deben dejar de lado mezquinos intereses personales para aplicarse y ajustarse a la causa que tengan a su cargo.

A primera vista pareciera que la orden central es la de construir el Santuario (Mishkán), mientras que la donación es la cuestión relativamente secundaria. Sin embargo, leyendo con atención, notaremos que el orden de los versos nos muestra un cuadro diferente; primero viene el Precepto: «…Tomarás para Mí una contribución«, mientras que el orden para construir el Mishkán aparece después: «…Me harán un Santuario…”. Pues bien, en ese mismo orden estudiaremos este interesante capítulo.

El vocablo hebreo “terumáh” se menciona tres veces al comienzo de la sección homónima de la Torah:
1) “…Ellos tomarán para Mí una terumáh”;
2) “…De aquellos a quienes su corazón motive tomarán Mi terumá”; y
3) “…Y ésta es la terumá que tomarán de ellos: oro, plata y cobre…”.
Por este motivo, es que desde los días del nacimiento del pueblo de Israel, la noción de la idea de «Terumáh» formará parte de la vida cotidiana comunitaria judía.

La terminología hebrea que en este pasuk (versículo) se ha traducido “separen para Mí”, significa que esta ofrenda especial llamada terumáh debía ser consagrada a Su Nombre. En este sentido, «» se refiere a la letra “Yud” (י), primera del tetragrama YHVH. Ello significa que cuando alguien, con mentalidad hebrea, da tzedakáh (caridad o justicia social), debe tener sí o sí en mente el Nombre del Todopoderoso יהוה (YHVH), ya que el dinero que se dona representa la Yud (י). La mano con que se da, está en la primera Hei (ה), pues la mano tiene cinco dedos y esta letra es el equivalente al número cinco. El brazo extendido del donante está representado en la letra Vav (ו). Y finalmente la segunda Hei (ה), está simbolizada en la mano del pobre, o sea, aquel que recibe la tzedaká. Toda esta codificación nos enseña que el Eterno יהוה (YHVH), siempre estará del lado del necesitado, del débil y el pobre.

Los sabios de Israel nos enseñan que, el motivo por el cual el Eterno pidió de Am Israel su colaboración, no fue por necesidad, sino porque quería educar a los israelitas para que aprendieran los secretos de prosperidad material que se esconden en la actitud del dar, ya que por naturaleza a la persona le cuesta mucho trabajo tal ejercicio. Además, el rav Baal Haturim explica que el motivo por el cual antes de pedir la donación, el Eterno le mandó a Moshé: “Háblale a los hijos de Israel”, fue para que Moshé les hable de buena manera, sin ningún tipo de imperativo, para así despertar en ellos el deseo de donar. Esto era imperioso pues ésta era un mitzvá (mandamiento) difícil de cumplir ya que la persona tenía que entregar algo de valor alto de entre sus bienes para poder llevarla a cabo. Con ello, el Eterno Elokim los acostumbra a cumplir uno de los mitzvot más importantes de la Torah: la tzedakáh (caridad o justicia social).

Explican los sabios especialistas en codificación hebrea que cuando damos caridad o ayuda a algún necesitado, en realidad no estamos dando sino tomando, estamos recibiendo. Lo que el donante da al pobre es un bien limitado, temporal, que con el paso del tiempo desaparece. Sin embargo, la recompensa por haber sido piadosos es infinita e ilimitada; es un bien que perdura eternamente en el mundo venidero. Cuando damos caridad por amor al Cielo, estamos creando un espacio oportuno que activa a un malak (ángel) en su misión de abrir camino de prosperidad financiera.

Ahora bien, si todo esto ocurre con la donación hecha a un semejante mortal como nosotros, cuánto más sucederá si se dona para la construcción del Santuario de Dios. Luego entonces, cuando los israelitas presentan su “terumáh” para la construcción del Tabernáculo, en realidad no estaban dando sino…¡recibiendo!

Es preciso poner en relieve que tzedakáh, no solo es dar dinero, sino que más bien, es estar ahí acompañando empáticamente y siendo solidario con el prójimo en múltiples maneras. Sin duda alguna, la ofrenda más esencial, es la que citan los textos del Mishlé (Proverbios) 23:26, que es la de ofrecerle nuestros pensamientos y voluntad, leamos:

“…Tenah beni libejá li veeineijá derajai tirtzenah (…)

«Dame hijo Mío tu corazón, y tus ojos cuiden Mis caminos…”,

[Tanaj Katz].

De acuerdo con la opinión de varios sabios, no existe nada que glorifique tanto al Creador, y santifique Su Nombre, como traer almas en teshuváh convirtiéndolas a Su Camino de Luz. Esto es realmente transformar el mal en bien. Ellos aseguran que, según este versículo, a esto también se le llama “traer una ofrenda (terumáh) a Dios”.

En pocas palabras, el mandamiento de construir Mishkán (el Tabernáculo), significa desarrollar la capacidad de traer impíos a la actitud mental de teshuváh (arrepentimiento o regreso). El que trae en teshuváh a un impío y le hace tomar la decisión de alejarse del mal camino, consigue tres cosas:

  • Somete bajo sus pies al Sitra Hajara (traducido como «el Lado Oscuro«).
  • Contribuye a glorificar a HaKadosh Baruj Hu. («El Santo Bendito Sea«, forma de referirse al Nombre de YHVH)
  • Contribuye a llevar al mundo a la perfección hasta cumplir el Paradigma divino “Como es Arriba es Abajo”. Así cumplimos con lo que dice la plegaria del PadreNuestro: «HÁGASE TU VOLUNTAD, en la tierra como en el Cielo«.

Me identifiqué con este sentir de un estudioso de la sabiduría de la Torah:

«Este Justo verá a sus nietos, y será feliz en este Mundo y en el Mundo venidero; este Justo irá al Jardín del Edén sin encontrar obstáculos; su descendencia será poderosa, su posteridad estará compuesta de Justos, la gloria y la riqueza estarán en su casa, y la Justicia (la sabiduría de la Torah) perdurará en su familia

[“La Kabbalah de la vuelta al Edén”, Tomo 2].

Les aseguro que esta es la mentalidad correcta que se desarrolla cuando se comprende y acepta la propuesta mesiánica de amar la Torah de acuerdo.

Entonces, re-configurando nuestra visión de acuerdo a al Verdad: ¿Qué significado espiritual tiene el Mishkán y qué importancia tiene esta lectura en el tiempo presente? El Santo Bendito Sea, ama inmensamente al pueblo de Israel cuando estos cumplen Su Voluntad y se comportan de manera honorable. Esta relación de amor puede entenderse bajo la siguiente ilustración:

««…Había una vez un rey que tenía una hija. Mientras la hija aún era pequeña podía ir por donde quisiera, y cada vez que el rey la encontraba, le hablaba, incluso en público, en presencia de las demás personas. Pero cuando ella empezó a madurar y a desarrollarse, el rey le dijo:
“…Ahora debo proporcionarte una habitación especial. Ya no está a la altura de mi dignidad hablarte en público. Por eso debemos designar un lugar especial, de otro modo, cuando te hable, todos sabrán cuánta estima te tengo…

[Meam Lo’ez].

Esta era la realidad de la nación de Israel; hasta ese momento ellos no poseían sabiduría ni conocimientos. Se habían criado junto a los egipcios, fabricando ladrillos, es decir, dejándose esquematizar sus pensamientos por un sistema reptiliano. Pero cuando YHVH los redimió, luego de haber presenciado los grandes milagros del éxodo y de experimentar el fulgor de la Shehináh (Presencia Divina), el pueblo abrió los ojos reconociendo Su grandeza queriendo comulgar con su almas. Por eso, al erigir el Santuario (Mishkán) se generó una extraordinaria innovación en la manera de pensar de cada israelita, algo que no había antes; se construyó una “Casa Material” en este mundo, en la que mora y se enviste YHVH mismo, en Su Gloria y Esencia. La Esencia divina quería comenzar a morar y manifestarse desde las fibras más íntimas de cada corazón redimido de Israel.

Así pues, el Altísimo elige al pueblo de Israel de entre las naciones y hace de él un nuevo tipo de entidad dándole un elevado rango en comparación con el resto del mundo. YHVH tomó a seres humanos terrenales y los convirtió en un “reino de sacerdotes” y en una “nación santa” (Éxodo 19.6; cf. 1Pedro 2:9).

Mientras más meditemos en todo este maravilloso asunto, notaremos que el contribuir a una causa sagrada y justa, es por lo tanto, una manera de ascender, de escalar personalmente, porque uno transciende sus necesidades inmediatas y se enriquece espiritualmente al atender las solicitudes de otros. El poder de “dar” es muy superior al de “recibir”.

Pues bien, aquí está el secreto. El Gran Maestro dijo:

Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”
(Hechos 20:35)

Por eso, la persona más feliz no es la persona que recibe cosas, sino la que da cosas a otras personas. ¿Sabías tú eso?⁠ Explicaré esto. La cualidad primordial de YHVH es la de ser un dador ilimitado. Así pues, emular a Dios (por medio de dar a otros) es una de las expresiones espirituales más elevadas que existen. YHVH quería que todo Israel fuera parte del proceso realizando donaciones para ayudar a Su construcción. La ofrenda debía proceder de aquellas personas a quien voluntariamente mueva su corazón, sin compulsión ni coacción, así lo indica el pasuk:

“…Todo aquel que su corazón lo motive…”
(Éxodo 25:2)

El miedo a donar es en verdad ausencia de Fe verdadera (emunáh), porque el donar dinero cuando no te alcanza para pagar tus cuentas pareciera cosa de locos. Hacerlo requiere absoluta convicción de que estamos empleando una tecnología avanzada que trasciende la racionalidad humana. El asunto es que el resultado es inmediato, pero tenemos tanto miedo y estamos tan metidos en la carencia que nos negamos a nosotros mismos el derecho de experimentar.

Dice la Torah que YHVH eligió a Jacob como su propiedad, y por eso el libro El Zohar dice: “Cuán amados son los hijos de Israel por el Creador, quien los quiere, desea apegarse a ellos y conectarse con ellos y por eso considera a Israel  como su pueblo”.

Recordemos que fue Jacob quien descubrió la tecnología cósmica del diezmo, a través del sueño de la escalera, que prácticamente se ha convertido en una obligación. Sin embargo Terumáh no es obligación,  porque como bien dice la Torah, se trata de ofrendas dadas de corazón. Es decir,  se trata de usar una tecnología que tiene la capacidad de tomar el control de las emociones que contaminan la energía de nuestro sustento, que nos llega ya sea a través del salario o cualquier otro tipo de ingresos.

Es importante entender por qué donar, en esta sección, se traduce en elevación espiritual. El dinero es uno de nuestro mayores objeto de idolatría, es uno de los apegos más fuertes que tenemos a lo físico, porque podríamos decir que aparentemente, a nivel práctico, nuestra capacidad de hacer depende de cuánto dinero recibimos. Por tal razón se ha formado una egregora (“mente colectiva”) reptiliana alrededor del dinero que está cargada de muchos sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la avaricia, el egoísmo, la victimización, la creencia de injusticia y otras creencias colectivas. Sin embargo, aprendemos en la sabiduría de la Torah que tenemos que desligar la idea de que el sustento solo proviene del salario que recibimos (por ejemplo la creatividad) también nos da capacidad de hacer, así que también es considerado sustento y además el sistema utiliza muchos otros conductos para hacernos llegar lo que se nos ha otorgado en la Fiesta de Yom Teruah.

Pero bueno, la mayoría delos seres humanos aún no llegamos a ese nivel de conciencia y solo dependemos del salario. Entonces supongamos que es así, que el sustento se traduce solo en el dinero que recibimos cada mes de nuestro sueldo. Entonces la Torah nos enseña que todas estos sentimientos negativos que mencioné anteriormente están grabadas solo en el aspecto de Malkut del dinero que representa el 10% de lo que nos ingresa. En ese 10 % está pegado el HaSatán (Oponente) y por eso es de todo nuestro interés separarlo del resto. Sin embargo, no podemos dejarlo al azar, es nuestra obligación elevar el caos que está pegado en ese 10 % (maazer o «diezmo»). Así pues, debemos aceptar que cuando nuestra virtud Malkut (Nobleza) está desconectada de su lugar dentro del Árbol de la Vida (la imagen del Mesías), producto de estos sentimientos erróneos de los que hemos hablado, está desconectada de la vida, por lo tanto los aspectos de muerte ontológica la sobrepasan, e invaden nuestras áreas de vida (finanzas, familia, pareja, hijos, salud, profesión, etc.) procurando que caigamos en el caos.

En verdad estamos en este mundo para elevar todo el caos y sobre todo el que nos concierne personalmente, como el de nuestro árbol familiar, o este del dinero. El Mesías hoy nos está diciendo desde esta parashá (Terumáh) que la manera de elevar el caos de Malkut (nuestra nobleza) consiste en llevarlo hasta el nivel celestial de Binah, que traducido quiere decir entendimiento. Por eso es que al donar para la expansión de la sabiduría divina revelada en la Torah, logramos trepar por esferas superiores del árbol de la vida y pararnos frente a la Puerta que permite ingresar a todas las posibilidades (eso significa alcanzar la consciencia Binah), que dicho sea de paso se abre cada semana en Shabbat.

El Eterno reveló en esta porción a su Pueblo que hacer las cosas de corazón es la clave para ser exitoso en la vida. Cualquier acción que involucre el altruismo, el amor, el cuidado, la compasión y la sensibilidad, nos acerca a los mundos superiores, y ese es el secreto final de haber vivido con propósito. Cuando todo lo que hagamos posea una conciencia de Terumáh (amor perfecto en constante compartir) entonces habrá un flujo abundante entre los mundos superiores y los inferiores (Juan 7: 38). Esto es cuando conseguimos asimilar la frecuencia de Kedusháh (traducida como «Santidad«) en lo que hacemos: en el hogar que construimos, en nuestra familia, en nuestros negocios, etc. Cada quien decide cual es el espacio que va a santificar para que la divina Shekinah habite en él, y desde allí se manifieste arreglando el Planeta.

Nuestro Gran Maestro y Dueño Yeshúa sabe que si damos porque queremos hacerlo desde nuestro corazón, entonces seremos felices. Es por eso que nos dice: “Den a otros, y Dios les dará a ustedes” (⁠Lucas 6:38). Es decir, acostúmbrense a dar para que otras personas hagan teshuváh. Si hacemos eso, no nos sentiremos tristes por estar siempre esperando que otros hagan algo bueno por nosotros. Por el contrario, estaremos ocupados haciendo felices a los demás. ¡Y cuando hacemos eso, somos las más bienaventuradas de todas las personas!

Shalom!


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

La Receta Satánica de la Carne Mezclada con Leche

Por P.A. David Nesher

… No cocines al cabrito en la leche de su madre.»


(Shemot/ Éxodo 23:19)

Al estudiar los Mishpatim que conforman el denominado Sefer HaBrit («Libro del Pacto» o «Código de la Alianza») tenemos que entender que todos los mandamientos que aquí se registran fueron dados individualmente, no obstante, los veamos agrupados juntos. Esto es así en cuanto a los miztvot dados en esta sección, así como en también en cualquiera otra parte. Es difícil pues, muchas veces, decir qué mandamiento va primero y cuál le sigue más tarde.

El precepto de no cocinar al cabrito en la leche fue dictado en la Torah hasta en tres ocasiones (Ex. 23:19; Ex. 34:26, Deut. 14:21). Según algunas opiniones, ésta, que es la primera, fue para prohibir comer carne con leche y derivados; la segunda vez fue para prohibir el aprovechamiento de esta mezcla, y la tercera prohíbe cocinar estos dos alimentos juntos [Talmud Pesajim 26].

Respecto de dicha mezcla, los sabios de Israel de todas las generaciones, han intentado encontrar alguna razón por la cual fue exigida esta mitzváh, aquí expondremos algunas de ellas.

De acuerdo a lo que hemos aprendido, en la anatomía de la Torah este mandamiento pertenece a la categoría de leyes denominadas «jukim», que definen los preceptos cuyas razones no nos fueron reveladas expresamente.

El sabio y médico Maimónides ve en este mandamiento un precepto de higiene psíquico-físico; Ibn Ezrá, agregará que por eso es un precepto de piedad.

Muchas tribus primitivas consideraban a la leche como un equivalente de la sangre. O sea que para comer, entonces , un cabrito hervido en leche de su madre, quien lo hacía consideraba que lo comía con la sangre de su madre y la energía vital que ella poseía encerrada. Recordemos que por esa razón la Torah prohíbe consumir sangre.

Por dicha razón, el sabio Abarbanel escribe que los pueblos idólatras antiguos lo hacían con el objeto de activar sobre ellos las fuerzas oscuras de la fertilidad, y por eso Yahvéh ordenó esto a fin de que lo israelitas no imitaran dichas costumbres.

Maimónides está de acuerdo también con esto y sostiene que mezclar carne roja con leche era una costumbre pagana que tenía lugar durante las celebraciones de los idólatras. Esta idea de Maimónides ha sido confirmada por algunos descubrimientos recientes de la ciencia arqueológica (los escritos de Ugarit). El rito mágico consistía en cocinar un cabrito en leche de su madre y rociar con ella luego el suelo para hacerlo más productivo por medio de las energías que se suponían las divinidades de la fertilidad hacían descender sobre ellos y su hacienda.

Los sabios Abarbanel y Luzzatto consideran este mandamiento como una medida humanitaria destinada a desarraigar la insensibilidad y la crueldad.

El rabbenu Levi ben Guershon ve en ello una finalidad sanitaria; mientras que Recanatti entiende que la mezcla de carne y leche está incluida en la prohibición de la mezcla de las especies en general (en hebreo: כלאים, «quilaím») . Así mismo, casi todos los sabios aseguran que cuando la Torah menciona “leche” no se refiere sólo a la de la madre sino que abarca la de los demás mamíferos kasher.

Ante todas estas interpretaciones, Ibn Hezra entiende que no escapan a lo correcto, pero insistirá en que es vano tratar de buscar motivos específicos, ya que la razón de los חוקים, «jukim» escapa al intelecto humano. No tienen una explicación razonable, sino que deben ser obedecidas tal como un párvulo obedece a su padre, sin preguntar.

Lo que sí se ha aceptado es que la mitzváh enseña que, así como está prohibido derivar cualquier beneficio de la leche cocinada con carne, está asimismo prohibido derivar cualquier beneficio de los primeros frutos (leer el pasuk como contexto). Leído así, logramos captar que en la circunstancia que la Torah menciona la prohibición dos veces, lo hace después de la orden dada sobre las fiestas … como que Yahvéh estuviera diciendo: «Cuando vengas delante de mí en tus fiestas, no hervirás los alimentos en la forma como los gentiles solían hacer.’’

La mezcla de carne con leche deja de ser kasher; y dado que todo lo que consumimos se transforma en sangre y energía para nuestro cuerpo, es de vital importancia respetar la dieta que Yahvéh ha indicado.

La prohibición de la mezcla de la carne con la leche, es mucho más estricta que cualquier otra ley dietética de la Torah. Y no obstante, que la Torah ni siquiera menciona la palabra “comer” en este precepto, aun así, la puerta se nos cierra y no hay manera en que la carne cocinada con la leche esté permitida. Podría parecer muy difícil comprender por qué una mezcla de carne y leche está prohibida, en tanto que cada elemento por separado es permitido. Sin embargo, es obvio que, si la Torah prohíbe cocinar carne y leche juntas, seguramente está prohibido comerlos juntos. Del Meam Loez compartimos el siguiente apunte:
«…Jananía, Misael y Azaría pudieron escapar de muchos problemas porque tuvieron cuidado de no comer “alimento prohibido” (Dan 1:8). Aparte de la otra comida no-kasher, que Nabucodonosor sirvió, él acostumbraba siempre servir leche junto con carne. Esto era servido en cada comida (…) Es por esta razón que fue salvado en la cueva de los leones, ya que Daniel había sellado su boca para no comer cualquier alimento no-kasher, Dios selló la boca de los leones para que no pudieran dañarlo…», [Meam Loez, pág 123].

El autor del libro Tzeror Hammor dice que, de acuerdo con los místicos de Israel, la razón sería el no mezclar «fuerzas«. Es decir, que la finalidad sería el no mezclar «fuerzas opuestas» como las culturas paganas pretendían para dominar el Mundo de Arriba. El Eterno está ordenando no mezclar la «fuerza» del rigor con la «fuerza» de la compasión y viceversa; ya que los estudiosos de estos códigos explican que la carne alude al atributo de “rigor” ( מדת הדין – «middat hadin»), por su color rojo proviniendo de un animal degollado y destazado, mientras que la “leche” representa al atributo de “Jésed” (Benevolencia ilimitada), por su color blanco, al provenir de un animal vivo. De tal forma que si se mezclan estas dos cosas se origina un choque espiritual en los dominios celestiales así como en el alma que ingiere la comida. Los seres humanos en la tierra pueden combinar dichos atributos pero sin mezclarlos sabiendo cuándo uno debe comportarse con severidad y cuándo con misericordia.

Por otra parte, en el color rojo de la carne está simbolizada la idea del pecado (o muerte y corrupción), mientras que lo blanco de la leche representa la idea de la absolución (vida), y por eso hay que separar a ambos. Por esta misma razón, el Eterno ha prohibido la relación conyugal mientras la mujer está en sus días de impureza; YHVH no permite que la “vida” (semen del hombre) se mezcle con el flujo menstrual (tejido muerto), la vida es incompatible con la muerte.

Según el intérprete Rashí, la palabra que ha sido traducida como “cabrito”, en hebreo guedí, y significa una cría de cualquier animal, no necesariamente la cabra, o sea que puede ser también de oveja o de vaca. Por ello, cabe aquí aclarar que aunque la Torah se refiere específicamente a “cabrito”, la restricción se extiende a todos los tipos de carne; vacuna, ovina y caprina. No se incluye pescado y las aves. Sin embargo, por una manipulación farisaica, el judaísmo, mediante un decreto del rabinato babilónico, hizo que el pollo y otras aves recibieran el nivel legal de “carne” con respecto a las leyes de «leche y carne». Más nosotros seguimos lo que las Sagradas Escrituras establecen en su códigos, y no tradiciones humanas.

Yendo a partir de lo expuesto a una generalización que permita una praxis eficaz en nuestra vida cotidiana, entendemos que la carne representa muerte, la leche vida, por lo tanto, la persona de alma misericordiosa no mezcla la vida con la muerte, no tolera macular la pureza con la impureza.
La persona misericordiosa, especialmente no soporta el dolor de un hijo con su madre, en pocas palabras, un israelita misericordioso no aprueba la injusticia social en el mundo que habita.

En resumen, notemos que se habla de un cabrito, y no de carne, para que aprendamos que este mandamiento no es solamente algo referido a la digestión, sino eminentemente vinculado a la espiritualidad. Por lo tanto, y para finalizar debo señalar que las leyes dietéticas del kashrut, más que al bienestar físico apuntan primordialmente a asegurar el bienestar del alma redimida. El creyente mesiánico debe aceptar que cada alimento, además de ser un nutriente del cuerpo, lo es también del espíritu. Por eso, la emunáh (fe) en el Eterno debe primar ante preceptos de esta índole de forma incondicional.


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

Metatrón: ¡El Ángel de Dios!

Por P.A. David Nesher

«Mira, Yo envío un ángel ante ti para protegerte en el camino y para llevarte al sitio que tengo preparado. Sé prudente delante de él y obedece su voz; no seas rebelde contra él, pues no perdonará vuestra rebelión, porque en él está mi nombre. «


(Shemot/Éxodo 23:20-21)

Estos pasukim que el Eterno nos otorga para meditar en este día, tienen una maravillosa finalidad: enseñarnos que en el Camino de peregrinación de nuestra fe (emunáh) jamás estaremos solos. Un enviado de Dios, que conlleva el Nombre Santo del Eterno en Su esencia constitutiva nos cuidará todos los días en el Camino.

El Eterno quería que Israel viviera con alegría y seguridad porque Su amor perfecto los cuidará siempre con su maravillosa Presencia (Shekinah). Él guardará por siempre a Su Pueblo Escogido, mandando a sus ángeles para que nos protejan. La misión de sus ángeles guardianes (o custodios) es cuidar a cada integrante de Israel para que su misión sacerdotal en esta vida se complete. Esta misión es sagrada. Es el propósito eterno de Dios en la vida terrenal de cada redimido en la sangre pascual. Dichos ángeles cuidan que los pasos de cada hebreo para que se encamine hacia la realización de esa misión, y se manifieste Israel como una Reino de Sacerdotes (Éxodo/Shemot 19:6).

Estas huestes de ángeles guardianes protegen a los que integramos Israel, defendiéndonos físicamente, y nos fortaleciéndonos al momento de combatir con las fuerzas del mal. Ellos luchan con todo su poder por y con nosotros.

La Torah Kabalística dice:

«…Los ángeles de la guarda son enviados de Dios para protegernos. Una vez que aprendemos a reconocer su presencia y las señales que envían a nuestro camino, nos damos cuenta de los mucho que nos ayudan. No estamos solos…»

[Torah Kabalística, pág 226]

En algunos textos de las Sagradas Escrituras se ve a los malakim (ángeles) tomando apariencia humana. Explicando esta capacidad misional, en el Zohar, (Behalotejá 152:1), se lee:

«…En el momento en que ellos descienden se revisten con ropajes de este mundo terreno y de no ser así, ni ellos pueden mantenerse en este mundo, ni tampoco el mundo podría concebirlos a ellos…».

Retornando a la consideración de los dos versículos que encabezan nuestra bitácora, debo decir que ellos nos revelan que todas las legiones destinadas a nuestro servicio (Hebreos 1:14) se encuentran organizadas corporativamente y en sujeción absoluta a la autoridad de un Heraldo celestial muy particular.

Ese Heraldo de Yahvéh, es uno de los personajes más misteriosos en el TaNaK (mal llamado Antiguo Testamento) es conocido como “El Ángel de YHVH” o “El Ángel del Señor” traducido de la expresión hebrea “Malak YHVH”. El tema en sí radica en el hecho de que la palabra hebrea Mal’ak traducida en las Escrituras como “ángel” proviene de una raíz poco usada, que significa “enviado como representante y/o sustituto.

El primer problema se encuentra exactamente en el malentendido del significado de la palabra “ángel”  (del  hebreo “Malak”, del griego «Angelos”) ya que ambas palabras se han traducido en su nivel llano como “mensajero”. Por ende, la precisión de todo argumento referido a este ser celestial se determina sobre la manera en cómo se define el significado de esta palabra, para evitar llegar a una conclusión errónea.

Lo primero que debemos comprender es si la palabra «ángel» está siendo usada para definir los siguientes tres tipos o clases de mensajeros:

  1. Un Mensajero Celestial
  2. Un Mensajero Humano (1Reyes 19:2; Job 1: 14; Hageo 1: 13; Lucas 7:24, 9:52)
  3. El Mesías como mensajero de la Buena Noticia (betsoráh o evangelio) del Reino de Dios.

Esto es lo que tenemos que distinguir por medio de la investigación de las Sagradas Escrituras en su contexto mismo. Normalmente interpretamos la palabra “ángel” como un ser espiritual creado por Dios, y como un agente y ministro de Su voluntad. Esta función es lo que define la responsabilidad de ser Su mensajero. Pero, ahora ya entendemos que las Sagradas Escrituras definen una variedad de mensajeros,

Entonces, y con el fin de re-configurar nuestra cosmovisión, nos haremos la pregunta:

¿Qué es un ángel?

Así mismo se lo preguntaba el sabio Agustín, antes de responderse a sí mismo desde su investigación en el texto hebreo:

Ángel designa una función y no una naturaleza. ¿Tú preguntas cómo se llama esta naturaleza? Espíritu. ¿Preguntas la función? Ángel. En cuanto a lo que es, es un espíritu. En cuanto a lo que hace, es un ángel”.

Para comprender la misión del ángel, uno debe entender el concepto hebreo de la «Ley de la Agencia». Definiendo esto, el Talmud dice:

(שלוחא דמלכא כמלכא)
El agente del gobernante es como el gobernante mismo”.
[Baba Kama 113b, cf. Jaguiga 10b, Nedarim 72b, Soncino Press Edition].

La palabra para “agente” en hebreo es “shaliaj” que significa “enviado” (como el griego apostolos -apóstol-). El shaliaj actúa como representante del emisor (meshuleiaj).

El Tratado Jagiga dice:

שלוחו של אדם כמותו
“El agente de un hombre es como él mismo”.
[Jagigá 10b, cf. Nedarim 72b, Soncino Press Edition].

Teniendo esta cosmovisión en su mente, Yeshúa aclara el principio del Shaliaj:

El que os recibe me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió. El que recibe a un profeta en nombre de un profeta recibirá la recompensa de un profeta; y el que recibe un tzadik “justo” en nombre de un tzadik recibirá la recompensa de tzadik
(Mateo 10: 40-41).

Ahora bien, desde las entrañas de la Edad Media, fruto de los textos cabalistas, surgirá a la fama pública el nombre de Metatrón. Así, este «Ángel» se convertirá en el tema más controversial de la dogmática judeocristiana. Para ambos bandos, el «Ángel» Metatrón será un ser difícilmente comprensible a través de los múltiples textos que a lo largo de la historia lo han descrito de manera dual y en ocasiones contradictoria. Sin embargo, en cualquiera de sus acepciones, se trata del ser más poderoso en el ámbito de las esferas celestiales, lo que le ha valido el título de “Pequeño Yahvé”.

La opinión de los sabios que interpretan hebreo, y que unifica toda controversia, señala que, este «Malak» («Ángel«), es el gran jefe y príncipe de los ejércitos Celestiales. En el judaísmo místico se lo menciona anteponiéndole el título del arcángel Metatrón. Para todo exégeta del texto que estamos aquí considerando, este es el Ángel que actúa como la Voz misma de Dios en todos los asuntos. La verdadera voz del Eterno tiene la autoridad de matar a cualquiera que lo escuchara, y no obedeciera.

Este nombre se forma desde dos expresiones hebrea (Meta-trón) y así, enlazadas, significarían, “el que sirve detrás del Trono”, o «el que sirve sobre el Trono«. Algunos también sostienen que Metatrón proviene de la expresión hebrea «guardián de la entrada«. Así mismo, esta expresión está muy relacionada también con la palabra antigua “metator” que se usaba para designar a un ministro que iba delante de un rey. Este era el ministro principal del rey, y su sola presencia representaba la esencia regia del soberano mismo. Así, y sólo desde su significación etimológica, esto significaría que Metatrón es el «ángel principal» que dirige a todos los demás ángeles. Para sellar esta explicación etimológica, debemos también saber que metator también se puede traducir como «expresador de legiones» o «el que crea y activa legiones con su boca«.

Les contaré aquí que dado que no es mencionado explícitamente, ni en el Antiguo, ni el Nuevo Testamento, la figura del arcángel Metatrón no es aceptada por el cristianismo, en ninguna de sus variantes. En cambio, sí aparece en el Talmud, lo que llevó a la tradición rabínica a contemplarlo como el escribano celestial y el más importante de los arcángeles. Los estudiosos de la Cábala, encuentran en el texto del Zohar una identificación con el Ángel que guió al pueblo de Israel durante su éxodo y lo describe como el Rey de los Ángeles, que reina sobre el árbol del bien y del mal.

Interesante será para nosotros conocer que las Sagradas Escrituras también llaman a este ser:

el Ángel de Su faz» [en hebreo Malak Panayu] (Isaías 63:9),
el Ángel del Pacto» [del hebreo Malak Beriyth] (Malaquías 3:1) y
el Ángel de Dios» [del hebreo Malak Elokim] (Génesis 31:11).

Lo que convierte en misterioso (y tan controversial) a este ser, es que cada vez que aparece en el TaNaK, se lo ve actuando con atributos que le corresponden pura y exclusivamente al Eterno. Es decir que lo podemos encontrar hablando como el Eterno mismo, haciendo promesas, perdonando los pecados, confortando, aceptando adoración, actuando como juez y vengador de Israel, y hasta haciéndose llamar YHVH. Para ejemplificar lo aseverado hasta aquí, los invito a ver algunos pasajes que lo muestran así:

“De tal manera multiplicaré tu descendencia, que no se podrá contar…. Como Yahvéh le había hablado, Agar le puso por nombre “El Dios que me ve” pues se decía: “Ahora he visto al que me ve.”
(Bereshit/Génesis 16:10, 13)

Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, pero en ese momento el Ángel de YHVH le gritó desde el cielo…. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
(Bereshit/Génesis 22:10, 12)

“Estando allí, el Ángel de Yahvéh se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente… “Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”
(Shemot/Éxodo 3:2, 6)

“El Ángel del Señor subió de Guilgal a Boquín y dijo: “Yo los saqué a ustedes de Egipto y los hice entrar en la tierra que juré darles a sus antepasados…”
(Shofetim/Jueces 2:1)

“Mientras la llama subía desde el altar hacia el cielo, el Ángel de Yahvéh ascendía en la llama. Al ver eso, Manoa y su esposa se postraron en tierra sobre sus rostros. Entonces Manoa se dio cuenta de que aquél era el ángel del Señor. ¡Estamos condenados a morir! Le dijo a su esposa. ¡Hemos visto a Dios!»
(Shofetim/Jueces 13:20-22)

Dado que este mensajero del cielo poseía títulos especiales y una autoridad que sólo se le atribuye a Elokim (Dios), los estudiosos del hebreo describen sus encuentros con seres humanos como «teofanías”, es decir, “manifestaciones visibles de la deidad del Eterno.” [Baker’s Evangelical Dictionary (Diccionario evangélico de Baker)]. O sea que este ser que se apareció ante varias personas en la TaNaK (Antiguo Testamento) era el mismo ser divino que más adelante se manifestó en la Tierra como Yeshúa HaMashiaj (Jesús el Cristo) quien revela corporalmente a la divinidad:

» Nadie ha visto jamás a Dios; pero el Único, que es Dios, está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios.»
(Juan 1:18).

Lo más interesante es que en este ángel está el Nombre del Eterno. Por ello, vale la pena comentar el interesante hecho de que en los antiguos sidurim (libros judíos de oración) de la celebración de Rosh HaShanáh está escrito la expresión «Metatrón es Yeshúa«, que traducida es «Metatrón es la Salvación de Yahvéh«. El texto dice exactamente lo siguente:

Sea voluntad tuya que el sonido del Shofar. Sea llevado al Tabernáculo de Dios por intermedio de nuestro delegado “Tartiel,” cuyo nombre a Elías, sea su memoria bendecida, le fue dado, y a través de Yeshúa el Príncipe del Rostro y del Príncipe Metatrón, que la gracia sea dada a nosotros.Bendito seas Señor, Dios de gracia.”

Podemos ver que esta oración identifica el delegado “Tartiel”, “Yeshua el Príncipe del Rostro” y “Metatrón” uno con otro. El origen del nombre Tartiel es desconocido, pero algunos especialistas sugieren que es un derivado de las palabras tartei El, que significa “la otra forma de Dios” en cual YHVH se revela en plenitud.

Con todas estas consideraciones podemos discernir que este Ángel Metatrón es el representante de YHVH. Al menos así el famosos Rebbe Najman explica:

“El ángel Metatrón es el shaliaj de Dios, su agente a cargo de este mundo físico”.
[Mayim, Breslov Research Institute, pág. 79]

El Rebbe Najman también dice en su libro Likutey Moharan:

“Porque el nombre de Metatrón es como el de su Maestro, como está escrito (Éxodo 23:21)” porque mi nombre está en él “.
Esta es la unificación inferior. En otras palabras, el Santo, Bendito es, se viste de Metatrón durante los seis días de la semana y gobierna el mundo a través de él.»

[Rebbe Najman de Breslov, Likutey Moharan 11.5, Instituto de Investigación Breslov, pg 183]

El Comentario de Breslov explica lo siguiente:

Shabat está en un nivel mucho más elevado de santidad que los días de la semana. Es completamente sagrado, con las fuerzas y cualidades negativas del mal, el mal, la falsedad, etc., que no tienen lugar allí. Esto no es verdad de los días de la semana. Durante los seis días de la semana, predomina una mezcla de bien y mal, falso y verdadero, etc. Del mismo modo, Dios es, por así decirlo, completamente santo. La regencia del mundo en Shabat está enteramente bajo su jurisdicción y dominio personal. Sin embargo, durante los días de la semana, Dios se viste como el ángel Metatron (Yevamot 16b, Tosafot, Zohar I, 126a). A través de él, Dios gobierna el mundo, no directamente y abiertamente, sino indirectamente a través de un velo. Este distanciamiento de la santidad absoluta permite la aparición de una creación separada e incluso desprovista de Dios, que en última instancia es lo que le proporciona al hombre el máximo de libre albedrío para servir a Dios por su propia voluntad.»
[Comentario sobre Likutey Moharan 11.5, Instituto de Investigación Breslov, pg 183]

El erudito judío del primer siglo Filón de Alejandría preservó la tradición de este ángel y sus muchos títulos (que encierran los 72 Nombres de Dios). Esto nos ilustra la antigüedad del concepto en la mente hebea:

Y aun si todavía no hay alguien digno de ser llamado hijo de Dios, no obstante, que trabaje seriamente para ser adornado según su Palabra primogénita, el Mayor de sus ángeles, como el Gran Arcángel de muchos nombres; porque él es llamado, la Autoridad y el Nombre de Dios, y la Palabra, y el Hombre según la imagen de Dios, y el que ve a Israel. Por eso fui inducido hace poco a alabar los principios de aquellos que dijeron: “Todos somos hijos de un solo hombre”. Porque incluso si todavía no somos aptos para ser llamados hijos de Di-s, aún podemos merecer ser llamados los hijos de su Imagen Eterna, de su Palabra más sagrada; porque la Imagen de Dios es su Palabra más antigua. Y, de hecho, en muchos pasajes de la ley, los hijos de Israel son llamados oidores de él que ve, ya que el oído es honrado con el segundo rango después del sentido de la vista, y dado que lo que necesita instrucción es en absoluto segundo después de lo que puede recibir impresiones claras de los sujetos que se le presentan sin dicha información.«
[Filón de Alejandría, Sobre la confusión de las lenguas» p. 28]

El Ramban (acrónimo por el que se conoce al sabio judío Maimónides) responde la pregunta de la etimología del nombre diciendo:

“Este es el gran ángel, que por eso se llama Metatrón, el significado de la palabra es” la guía del camino “. Así los Rabinos han dicho en el Sifre:” El Santo, bendito sea Él, era el metatron (guía) para Moshé, y Él le mostró toda la Tierra de Israel.»
[Ramban, Éxodo 12, Bo, traducido por el Rabino C. Chavel, Shilo Publishing House, pág. 410-411, 413]

A fin de alcanzar una mayor comprensión de quién es este ser, nos remitiremos a la gematría (valor numérico) del nombre. Así pues, Metatrón es igual al Nombre Divino “Shaday”.

שדי = 314 [Shaday (10 + 4 + 300)] 

314 = מטטרון [Metatrón (50 + 6 + 200 + 9 + 9 + 40)]

Ahora bien, la palabra Shaday en sus letras Shin-Dalet-Yud forma también un notarikón (es decir un acróstico) de la frase, “Shomer Daltot Israel”, que se traduce: «Guardián de las Puertas de Yisrael».

Si hacemos memorias de lo que hemos aprendido en los ciclos anteriores de estudio de la Torah, recordaremos que ella ordena poner las palabras de YHVH sobre los postes de la puerta (mitzváh mezuzot).

“Y los escribirás sobre los postes de tu casa y sobre tus puertas”. (Deuteronomio 11:18)

Por otra parte, es increíble que, de acuerdo a lo que se le reveló a Yaakov, la Puerta del Cielo sea Jerusalén, específicamente el Monte del Templo.

“(Yaakov) tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! ¡Esto no es más que la casa de Dios y esta es la Puerta del Cielo
(Génesis 28:17).

Jerusalén está formada por tres valle; el Cedrón en el oriente, el Tyropoeon en el centro, y el Hinom en el oeste. Estos tres se encuentran en el sur. Juntos forman la letra Hebrea Shin. ¡Así es! ¡Sorprendentemente, como si el anillo de YHVH se hubiera impreso como un sello, la letra hebrea Shin está estampada en Jerusalén! Veamos esto en detalle. Los tres valles que la forman son:

  • El valle de Kidron
  • El valle del Tyropeón
  • El valle de Hinnom

Pues bien: estas huellas en la topografía reproducen la letra “Shin” invertida (lo que habla de un misterio oculto relacionado con el significado de esa letra).

Leyendo El Zohar me asombré al leer una declaración que identifica a Metatrón como La Puerta:

Y, además, aquellos que dominan en este mundo lo hacen a través de él, METATRÓN. Y aquellos a quienes se les impide gobernar, caen a través de él. Todos ellos dependen de esta escalera, METATRÓN. Yud Hei Vav Hei los domina a todos. Como está escrito:
“Y he aquí YHVH estaba sobre él”.
Cuando se despertó, está escrito:
“Esto no es otra cosa que la casa de Elokim, y esta es la Puerta del Cielo”.
De seguro, METATRÓN es la Casa de Elokim, la puerta por la cual uno pasa para entrar, como está escrito:
“ábreme las puertas de la justicia, entraré a ellos, y alabaré a Yah (Yud-Hei)” (Tehilim 118: 19). ) Y “esta es la puerta a YHVH (Yud Hei Vav Hei)” (Tehilim/Salmo 118: 20) es la Puerta del cielo. Y todo es Uno, lo que significa que las puertas de la justicia son la puerta de YHVH y la Puerta del Cielo, y esa es Metatrón.»

[Fin de Sitrei Torah (Secretos de la Torá – Zohar, Vayetze]

Encarnando todos estos secretos de la Sabiduría de la Torah, nuestro amado Yeshúa se identifica a sí mismo como la Puerta o Puerta en el evangelio de Juan:

Yo soy la Puerta. Si alguien entra por mí, se salvará, entrará y saldrá, y encontrará pastos.«
(Juan 10: 9).


Para ir finalizando este extenso y profundo estudio, comentaré que, de acuerdo a los especialista bíblicos, en la cosmovisión de Israel, Metatrón ha sido siempre identificado con la Palabra (hbr. Davar o gr. Logos) de Dios.

Así pues, Metatrón es Dios en acción; por eso es que la tradición exegética hebrea lo llama el «pequeño YHVH» o «manifestación universal del Gran Yo Soy«. También recibe el Nombre de Sar HaPanim («Príncipe del Divino Rostro») pues se lo considera como la primera revelación de la Shekináh. Por ende, cuando se las Sagradas Escrituras se refieren a Él con la expresión Malak (Ángel) se está señalando al descenso espiritual total del Eterno, por medio del cual la totalidad de sus Sefirot (virtudes o emanaciones) ser realizan en el mundo, siendo así el Mediador universal.

Asumiendo y meditando todo esto, podemos decir claramente que Yeshúa Raveinu, nuestro Mesías, “es una forma de la manifestación de Dios”; “El se sienta en el trono de Dios”, y “El Nombre de Dios está en Él”. Por lo tanto, “en Yeshúa, vemos el Rostro de Dios” No en vano Yeshúa mismo dijo:

El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
(Juan 14:9)

Y por último, con todo esto en nuestra mente podemos profundizar mejor Su promesa dada en la Gran Comisión:

» …y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén»
(Mateo 28: 20)

Diferencia entre Servidumbre y Servicio.

Por P.A. David Nesher

Ki tikneh eved ivri shesh shanim ya’avod uvashvi’it yetse lajofshi jinam.

Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada.”


(Shemot/Éxodo 21:2)

Si hay algo que amo cada día más de los lineamientos y pautas que encuentro en la Torah (Instrucción) divina es el hecho de no dar calce a que el ser humano que a ella se acerca se tentado a quedarse filosofando en lo que ellos revelan. Por el contrario, los códigos de la Torah son pragmáticos. La Torah enseña solamente a actuar.

Si el Eterno nos quiere libres, pues su Instrucción nos enseña cómo se realiza la libertad.

En cada letra de la Torah brilla una certeza: el portador de la libertad es Yahvéh y Su Emet (Verdad) absoluta (torat). Es así como Él mismo se presenta al iniciar el Decálogo (Azeret HaDivrot):

«Yo soy YHVH tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.«
(Éxodo 20:2)

Este momento histórico de Redención es perpetuado y celebrado por el pueblo de Israel, de generación en generación por medio de la Festividad de Pesaj (Pascua), celebración que también es definida como “tzemán jerutenu” (el “Tiempo de nuestra Libertad”).

Ahora bien, hay un paradigma que necesito enseñarles. La Torah también me ha sorprendido en el hecho de que en la cosmovisión divina se es libre de y para.

Sí, así es como funciona en el diseño mismo de la verdadera libertad. Liberarse de conlleva la idea de quitarse un yugo de encima (en el caso de Israel, el yugo egipcio).

Así queda expresada la libertad en su enfoque negativo: negación de un yugo. Pero, una vez obtenida esa negación es necesario transitar al lado positivo (o afirmativo). Eso se logra preguntándose: ¿qué hacer ahora con la libertad? Ser libres, sí, pero ¿para qué?

Israel tenía que aprender que la convivencia, y la existencia misma, requieren vivir conforme a normas, leyes. Salidos de Mitzrayim (Egipto), en Pesaj, el Camino conduce a Sinaí, para celebrar Shavuot (Pentecostés). El cese de la esclavitud era solamente un prerrequisito para el cumplimiento de la voluntad Divina que sería revelada en el monte Sinaí siete semanas después del Éxodo de Egipto.

Es decir que los israelitas serían conducidos por la Shekinah (Presencia) divina a tomar conciencia que habían dejado de servir al Paróh (Faraón) para comenzar a servir al propósito mesiánico del Eterno, a través de la obediencia a su mitzvot (mandamientos). Por eso, el mismo Yahvéh usará la misma palabra servir al decirle al Faraón: «mis siervos son«.

En el idioma hebreo no hay diferencia entre esclavo y siervo. Los hijos de Israel fueron esclavos en Egipto en el sentido de que no tenían el derecho ni la libertad para dirigir sus propias vidas.

Entonces, ¿en qué se diferencia una servidumbre de otra?

En que se sirve al Faraón para el benefició del Faraón. Servidumbre.

En cambio, se sirve al Eterno para beneficio del servidor y su entorno socio-económico. Servicio.

Las leyes del Faraón velan por los intereses exclusivos del Faraón y su poderío.

Los mitzvot de Yahvéh velan por los intereses humanos y sus derechos.

Sin embargo, tenemos que entender que el concepto de siervo o esclavo en la sociedad hebrea era muy diferente al concepto de esclavitud que se ha vivido en la edad media, especialmente con las ventas de los esclavos de África para América. En esta Parashá vemos como un esclavo en la sociedad hebrea tenía que ser tratado con respeto y tenía sus derechos legales, a diferencia de los esclavos de los gentiles. El versículo 21:5 muestra que un siervo hebreo podía tener el deseo de seguir siendo propiedad parcial de otro, porque le beneficiaba, en lugar de querer ser libre. Esto nos muestra cómo fue tratado un siervo hebreo y un esclavo en la sociedad israelita. Como siervo no tenía la responsabilidad de su propio sostén económico y para algunas personas era preferible, antes que tener que buscarse la vida. Para él era una situación cómoda.

La única manera para que un hombre hebreo pueda ser vendido como siervo es si ha robado algo y no tiene con qué pagar para restituir el robo. Entonces el tribunal, beit din, tiene la obligación de venderle como siervo por el valor de su robo (cf. 22:3). Este mandamiento no aplica a las mujeres.

Leyendo a muchos detractores de la Vedad que creemos, veo que la impresión que a primera vista ellos tienen, los conduce a pensar que el Decálogo esculpido por el dedo del Eterno en las dos tablas, sería restrictivo, y pondría límites a la libertad humana.

Pensando cómo responder a estos sincero enemigos de la Verdad, encontré una interesante explicación en la Midrash, explicando cómo debe decodificarse el versículo 17 del cap. 32 del Sefer Shemot. Leamos esto:

Las tablas fueron trabajo de Dios, y la escritura fue escritura de Dios, grabada sobre las tablas” (Éxodo 32:17). No leas “grabada” (jarut), lee más bien “libertad” (jerut) pues ninguna persona es verdaderamente libre excepto aquella que labora en Torah.»

Mishná Pirke Avot 6:2

Como podemos ver los eruditos y exégetas de las Sagradas Escrituras comprendieron muy bien que siempre existirán aquellos deseosos de manipular la libertad para adecuarla a sus intereses. Expresaron este concepto al señalar que la palabra “jarut” utilizada al describir las Diez Palabras o Decálogo (Aseret HaDibrot) que fueron “jarut”: grabados, de manera permanente, sobre Dos Tablas de piedra, al hacer un cambio de las vocales, que en hebreo no están explícitos en el texto escrito, se puede dar un nuevo sentido a este vocablo. Así formularon, “al tikrá jarut ela jerut”, no leas en el texto la palabra como “jarut” sino “jerut”. Al descubrir esta codificación de la Torah propusieron entonces que la palabra “jarut” que quiere decir “grabado” también alude a la noción de “jerut” que significa libertad. Entonces descifraron la revelación mesiánica de que a través del cumplimiento de las Diez Declaraciones (Aseret HaDibrot) que están grabados de manera permanente, el ser humano adquiere la verdadera libertad, la posibilidad de expresar su propia personalidad pero siempre dentro de un marco que respete el derecho de libertad del prójimo.

Pues bien, contrario a lo que intuimos, los sabios argumentan en esta enseñanza que la verdadera libertad solamente se alcanza a través de un compromiso sine qua non con la Torah. Entonces me pregunto: ¿Cómo puede el “laborar en Torah” y vivir una vida de acuerdo a las exigencias de la Torah producir libertad?

Es que esta Instrucción (Torah) con sus mandamientos, lejos de esclavizar, siempre libera. En otros términos: sólo siendo siervos de Yahvéh y Su Instrucción, se alcanza la verdadera libertad. Puesto que, según Yahvéh, este beneficio es exclusivamente para el servidor, su propia vida: obra a favor e sí y no de otro; sus intereses y no los de otros; y eso es la libertad en términos pragmáticos y reales.

Así pues, en la cosmovisión celestial (hebrea), la libertad tiene un valor intrínseco pero que es insuficiente por sí solo. En realidad la libertad tiene que estar acoplada a una conducta que persiga hacer el bien en la sociedad.

El filósofo y psicoanalista judío Erich Fromm, influenciado por su educación en la Torah, sostiene que el hombre y su sociedad no son factores separados. Él asegura que los humanos somos sujetos históricos: hay seres individuales, pero su comportamiento en conjunto es el que otorga el impulso que provoca cambio sociales en la historia. Así pues, existe una retroalimentación entre hombre y sociedad, el uno afecta a lo otro, en ambas direcciones. En este contexto, ¿qué es la libertad?: una búsqueda constante y turbadora de ser uno mismo, en su relación con los otros componentes de su mundo sociopolítico, hasta que de éste surjan, tanto un hombre como una sociedad nueva.

Por ello, el conjunto de ordenanzas contenidas en las Sagradas Escrituras, especialmente en el texto de la Torah, constituyen un recetario para la aplicación perfecta de la libertad a las actividades humanas.

Recordar Mi Esclavitud Me Asegura la Libertad

Es muy interesante notar que el tema de la libertad perseguirá a todo miembro de Israel a lo largo de toda la Torah:

«Recordarás que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.«
(Devarim/Deuteronomio 24:22)

¿Por qué este trabajo memorístico? ¿Para qué revivir este recuerdo? ¿No conviene más bien cultivar la tendencia a recordar lo positivo y bueno y olvidar lo malo?

Sucede que si bien ese recuerdo tiene un ancla en el pasado, en verdad alude al presente y al futuro. El Eterno ordena ejercitar la memoria en este recuerdo, para que nosotros como hebreos, entendamos que se puede recaer en esa esclavitud en cualquier momento. Por otra parte el que siempre recuerda que fue alguna vez (él o sus antepasados) esclavo sabrá visualizar la esclavitud en torno de su persona, en sí y en los otros, y sabrá comportarse con esclavos.

Así, la propuesta divina para Su Pueblo es que en los momentos más festivos de su vida debe recordar aquella esclavitud, como cuando bendice sobre el vino (kidush) en noche de fiesta. Pareciera que siempre estamos ante esa gran alternativa:

Dios / Faraón

Entendiendo por Faraón un símbolo de cualquier régimen donde factores de poder imponen sus normas, sus valores, que están al servicio de… los mismos que legislan y ejecutan las leyes de ese sistema de cosas.

Desarrollando un Servicio Anti-Faraónico.

En la sección (parashá) Mishpatim, queda bien claro que Yahvéh es lo anti-faraónico. El que saca a cada israelita de Mitzrayim (Egipto) y de su maneras de ser y conducirse para establecer la vida sobre los fundamentos de la Torah que tiene como única finalidad el mejoramiento de la propia humanidad en su vocación a la equidad. Es por eso, que cuando el Eterno se pone a legislar por medio de Su Instrucción, empieza justamente con la ley relativa a los esclavos.

El realismo de esta porción dice: hay esclavos, hubo esclavos, y probablemente siempre los habrá… El Eterno quiere que sus hijos vean la realidad y la conozcan, si en algo ellos anhelan y pretenden rectificarla y transformarla.

El realismo de la Torah se aplica a ver qué se puede hacer por los esclavos, y para mejor perspectiva del tema tenemos que remontarnos a milenios atrás. Los esclavos eran seres humanos dignos de toda consideración.

¡Esto es ya toda una revolución en la praxis que aquellas sociedades de la antigüedad se conducían!

Esta revolución se verá fortalecida por el diseño profético del Shabat y todos sus preceptos y leyes. Es justamente el día de las semana en el que se anula toda forma de esclavitud, toda diferencia de clases. En él descansan todos por igualdad, hasta los esclavos.

Este diseño sabático se aplicará como ley, no en día, pero en años. Seis años el esclavo hebreo trabajará y en el séptimo será libre. sin pago alguno por su parte.

Así, por medio de estos mishpatim, cada israelita tomaba conciencia que un esclavo es propiedad de otra persona. Entonces, desde ese sentido los hijos de Israel ya no podían ser esclavos, puesto que en el caso de llegar a ser vendidos como “siervos” no lo sería para siempre, sino sólo hasta el año shemitáh, remisión, que cae cada séptimo año.

Entonces esto no se trataba de una esclavitud en el sentido de la palabra sino más bien una servidumbre con derecho de vivienda, ropa, comida y lo necesario para su vida personal, pero nada más, a cambio de un servicio de 24 horas al día. Por ello, el Talmud parte de la premisa de que al adquirir un siervo, se compraba su trabajo, pero no su cuerpo, y mucho menos su alma.

Un Agujero en la Oreja Evita Un Olvido en Mi Corazón.

Ahora bien, si el siervo no deseaba ser libre en el año de remisión fue marcado en el lóbulo de su oreja como una señal y así serviría en la casa de su amo hasta el año de jubileo, que caía cada 49 años, y el que sí o sí debía ser liberado. De esta manera un siervo hebreo nunca llegaría a ser propiedad absoluta de otra persona. Es que todo merece un Shabat ,un cese, incluso la esclavitud elegida.

Ese acto simbólico, primitivo, de horadar la oreja, seguramente venía a enseñar que el individuo quedaba adherido a esa casa definitivamente.

Esta bien, pero ¿por qué justamente la oreja?

La respuesta es porque la esclavitud se producía por dos grandes posibilidades. Una, robando; el ladrón era vendido como esclavo. Otra por libre determinación; quizás a causa de una deuda asumía que no se podía pagar.

Si el esclavo llego a tal condición por ser ladrón, estaba obligado a declarar este mensaje:

«esta oreja que oyó en el Monte Sinaí, la orden: «No robarás«, y sin embargo fue y robó debe ser horadada.»

Si el esclavo llego a tal condición por haberse vendido a sí mismo, estaba obligado a declarar este mensaje:

«esta oreja que oyó la Voz de Yahvéh cuando dijo: «De Mí son los hijos de Israel, mis esclavos«, y no obstante fue y se vendió a otro dueño debe ser horadada.»

Respondida aquella pregunta, surge otra cuestión:
¿Por qué esto había que hacerlo bajo el marco de la puerta?

La puerta es el símbolo de la liberación de la esclavitud egipcia. En efecto, en la última plaga, la que concluyó por presionar al Faraón para que liberase a los israelitas, estos hicieron una señal sobre el travesaño superior de la puerta, como signo de identidad, de voluntad de libertad. Por eso, en la jamba de la puerta ha de realizarse aquel ritual.

¡La Mesa Está Servida!

Para buscar un cierre a todo lo que aquí he expuesto, los invito a leer el inicio de esta parashá (porción):

 “Y estas son las ordenanzas que pondrás delante de ellos.” 
(21:1)

Con todo esto, debo decir que los mishpatim pues, son los que regulan la actividad humana societaria, hombres con hombres, a fin de vivir la verdadera libertad, la que respeta la dignidad del prójimo.

Si volvemos ahora al lenguaje del versículo se verá está escrito:

«…que pondrás delante de ellos.”

Esto en lugar de «enseñarás», por ejemplo. ¿Por qué?

El sabio Rashí explica que la expresión hebrea tasim (traducida como «pondrás») también puede leerse así:

«las colocarás delante de ellos como si fuera comida servida sobre la mesa«

Considerándolo así, notamos con toda claridad que no basta con dar la Torah en forma de información que se acumula en la mente. Más bien hay que colocarla delante del pueblo de tal manera que la pueda captar, digerir, en orden, como una mesa servida.

Por eso, en el rollo de Devarim (Deuteronomio) encontramos a ese verbo en la fórmula sima befihem (coloca en la boca)

«…ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel
(Devarim/Deuteronomio 31:19)

La comida es función del que la trae, la coloca sobre la mesa, la dispone para que los que allí se encuentran, decidan llevarla a sus bocas. Es decir, que aquí Moshé es el delegado del Eterno que trae la comida que Él envía a sus hijos, la Torah.

Aquí hay pues dos momentos. El que tiene que tiene por protagonista al maestro, y luego, el que tiene que ver con la receptividad del discípulo.

Ahora bien, el Eterno deja bien en claro que malo es aquel maestro que se limita a entregar su lección y luego se va.

Falta el segundo momento, el primordial: el discípulo recibe, analiza, digiere, entiende, reflexiona internaliza, ahonda con su propia mente y acorde a su personalidad.

De este modo la Torah llega a su plenitud. Es del Eterno, pero se hace del ser humano., dentro de él, en su absorción particular. Será el poder del escogimiento que tiene cada alma redimida el que permitirá que la Torah se encarne en la mente y el corazón de cada hebreo.

En Mishpatim el Eterno revela que únicamente la persona que se somete a un régimen de disciplina personal, puede ejercer cabalmente la libertad. Por el contrario, aquel que es prisionero de la gula, quien cede ante todos los deseos carnales y de otra índole, rinde el ejercicio de la libertad a los apetitos que nunca son enteramente satisfechos.

Una de las consecuencias de una vida que se rige por los diversos instructivos contenidos en la Torah, es que le permite a la persona ser el dueño de sus pasiones, evaluar una situación para luego actuar de una manera consciente y responsable de acuerdo a la convicción y no por la utilidad o conveniencia; acorde a la reflexión y no al deseo momentáneo.

Así, y solamente así, el pueblo de Israel, logrará escoger voluntariamente y en todo momento ser siervo del Eterno. Escogerá diariamente servirlo con humildad y entrega. Entenderá y aceptará por qué Abraham avinu se definía a sí mismo “eved” (siervo) de Dios, al igual que el resto de los patriarcas.

Innumerables son las veces que aparece en los textos bíblicos el nombre de Moshé/Moisés acompañado del término “eved («siervo», «esclavo») del Eterno”.

“Porque es a mí a quien sirven los hijos de Israel, siervos míos son a quienes yo he sacado de la tierra de Egipto. Yo soy El Eterno, vuestro Dios”
(Vayicrá/Levítico 25:55).

El profeta Yishayahu (Isaías) dejó escrito este oráculo del Señor:

«Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Yaakov, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije:
Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché»
(Isaías 41:8-9).

Por ello es necesario continuar celebrando año tras año, y generación tras generación, la fiestas de Pésaj y Shavuot, con la conciencia de valorar la libertad que el Eterno nos a conferido y la posibilidad de utilizar dicha libertad para acercar al ser humano aún esclavo en Egipto a su Creador cuyas características de justicia y verdad debe imitar.

Después del Éxodo de Egipto, vibraba en los lugares celestiales una importante pregunta: ¿acaso ejercerían estos esclavos su recientemente obtenida libertad para convertirse en los futuros capataces de otro sector más frágil de la sociedad? Se sumarían los hebreos a los poderosos de otras naciones que se aprovechan de los indefensos, o al contrario, proclamarían en voz alta y sonora que la esclavitud es una perversidad, que cuando el más fuerte impone su voluntad sobre el débil está cometiendo una inmoralidad y corrompiendo más al planeta. La libertad obtenida tenía que ser canalizada hacia algún propósito diferente, loable y productivo, necesario para un proceso de acercamiento al Creador que es el Ser auténticamente libre. Por eso, Yahvéh los hizo peregrinar el desierto hasta el Sinaí. Pesaj era la salida a la libertad, Shavuot sería la promoción al compromiso libertador que lo mesiánico concedería al mundo.

Por ello es necesario continuar celebrando año tras año, y generación tras generación, la fiestas de Pésaj y Shavuot, con la conciencia de valorar la libertad que el Eterno nos a conferido y la posibilidad de utilizar dicha libertad para acercar al ser humano aún esclavo en Egipto a su Creador cuyas características de justicia y verdad debe imitar.

Terminaré con las palabras de Erich Fromm que considero sintetizan perfectamente la propuesta divina de la Nueva Humanidad que se revela en Mishpatim:


«La función de la sociedad nueva es estimular el surgimiento de un Hombre Nuevo, cuya estructura de carácter deberá tener las siguientes actitudes: Disposición a renunciar a todas los modos de tener, para llegar a ser plenamente. Sentir seguridad, gozar de una disposición de identidad y confianza que se sustenten en la fe de lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en vez de fundamentarse en el deseo de tener, poseer, dominar el mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones. Aceptar el hecho de que nadie ni nada exterior al individuo le otorga significado a su vida…”.

Una Boda Extraterrestre al Borde del Monte Santo

Por P.A. David Nesher

¡Y llegó el momento esperado! El instante en que el mundo sufriría un cambio histórico, al recibir cada ser humano, las raíces de comportamiento ontológico y moral, para la eternidad.

Por veintiséis generaciones, desde la creación de Adam HaRishón, el Eterno había esperado transmitir a la humanidad la preciosa Torah la cual había precedido la creación del universo. Su Intención eterna había sido que ésta vibre en sus códigos metafísicos en el corazón y la mente de cada ser humano.

Finalmente, Yahvéh había encontrado un pueblo dispuesto a aceptarla. El grandioso momento de su Revelación fue aguardado ansiosamente por el universo íntegro puesto que con ello se llevaría a cabo el objetivo espiritual de toda la Creación en cada uno de sus planos y dimensiones existenciales.

Cuando llega la hora de presentarse al pie de monte Sinaí para recibir la Torah, los israelitas experimentan un milagro mayor que el éxodo de Egipto y las diez plagas y más maravilloso que la división del Mar de Cañas.

Cuenta el Midrash que los hijos de Israel estaban reunidos al pie de Har Sinaí, varones y mujeres separadamente. Sin embargo, el Eterno provocó que en ese momentos fueran unidos por todas las millones de almas no nacidas aún de sus descendientes y por las almas de los guerim (prosélitos), es decir todos aquellos que aceptarían la Torah en generaciones futuras. Cuando Yahvéh descendió sobre el Har Sinaí en un estallido de fuego, rodeado por una multitud de 22.000 ángeles, la tierra se estremeció, y hubo tronar y relampagueo. Entonces los Benei Israel oyeron el sonido de un shofar tocándose continuamente, creciendo en intensidad hasta que alcanzó el más grande volumen que las personas podían soportar. El fuego de Har Sinai se elevó hasta los mismos cielos, y la montaña humeó como una caldera. Entonces el pueblo tembló de miedo.

El milagro que ocurre en el monte Sinaí fue la revelación de la Luz Infinita de Dios al género humano a través del pueblo de Israel. Este “tercer día” en el Monte es la fecha conocida como «Shavuot», (que en griego se denomina Pentecostés o Quincuagésimo). Este es asimismo un “Jubileo” en miniatura (jubileo de 50 días), ya que 50 días transcurrieron desde la salida de Egipto hasta la revelación del Sinaí. Por esta causa, notamos que en las conversaciones de los sabios del libro El Zohar se nombra a este tercer día, como el «Día del Amor«.

Tal y como hemos estudiado, en Rosh Jodesh Siván (primer día del mes de Siván) los Benei Israel (Hijos de Israel) arribaron al desierto de Horeb. Entonces surgen algunas cuestiones: ¿Por qué fue que YHVH no presentó a Su pueblo la Torah tan pronto como ellos abandonaron Egipto? ¿Por qué Él esperó siete semanas entre Yetziat Mitzraim (Salida de Egipto) y Matán Torah (entrega de la Torah)?

Leyendo el Talmud, descubro que los sabios intérpretes de todos los siglos están en concordancia en que la entrega de la Torah ocurrió en el primer Shabat del mes de Siván. Har (Monte) Sinaí estaba estremecido de excitación ante el trascendental evento a punto de tener lugar sobre él. Todas las montañas estaban en un estado de agitación junto con él hasta que Yahvéh les hizo recobrar la calma.

Sin embargo, los benei Israel fueron despertados por truenos y relámpagos sobre Har Sinaí y por Moshé llamándolos:

«¡El jatán (novio) está esperando que la Kaláh (novia) arribe a la Jupáh!«

Tras este llamado Moshé llevó al pueblo al Har Sinaí como el «amigo» que conduce a la kaláh a la boda. ¡Si así es! En el Monte Sinaí ocurrió una boda. Una especial boda. Una boda «extraterrestre«.

Por eso, y desde este sobrenatural evento, en Israel, la tradición de la «boda hebrea» está íntimamente ligada con el evento de la entrada en el Pacto y la entrega de la Torah. Así pues, Israel es “la novia” y YHVH es “el novio”. Moshé es el “amigo del novio”, mientras que los ángeles son los “testigos de la boda”. La densa nube manifestada sobre el Pueblo, es la “jupáh”, o dosel matrimonial.

De hecho, Tashbetz Katán (nº 467) enuncia lo siguiente:

«Sabed que todas las acciones y practicas de la novia y el novio en su boda son derivadas de matan Torá donde YHVH actúa coma un jatán hacia la kalá, K’Ial Israel.«

El proceso matrimonial tenía las características que ahora les describiré.
Ante la propuesta de matrimonio, se interpretaba que la “mujer” o doncella se encontraba ante una manifestación física de la Providencia divina que la redimía de su estado de esclavitud (ser soltera y dependiente de su padre y hermanos varones) para que se pueda casar y conformar una casa profética de bendición para las generaciones que desde esa vasija surgirían para transformar el mundo.

El varón le hacía una propuesta de matrimonio a través de su la presencia física de un “amigo”, que oficiaba como el mediador. Apenas la “mujer” aceptaba la propuesta voluntariamente y el “amigo” pasa la respuesta al “hombre”.

Al igual que el rito actual, Israel, la “mujer” celestial, recién había pasado por la mikvé o “tevilá” (baño ritual) en el cruce del Yam Suf (Mar Rojo), y las siete semanas de marcha, para así ingresar a un nuevo nivel.

El evento es anunciado con toques de Shofar. El «novio”, Yahvéh, sale de su lugar para ir al encuentro de “la novia” (Israel). La “novia” sale de su casa al encuentro del “novio”.

Los dos entran en el primer paso del pacto matrimonial hebreo, llamado «Kidushim» (o «santificaciones«), cuando los dos se consagran, se apartan el uno para el otro. Ya están atados él y ella, por eso este paso también es llamado «erusín», del verbo “aras” (atar). Así y tal cual, los dos están atados, ahora su trabajo será irse apegando en mente y corazón hasta hacerse totalmente Uno.

En ese momento se entrega un contrato matrimonial a la “novia”, llamado “Ketuváh” («Escritura de Alianza» o «Contrato Matrimonial»), donde están estipuladas las condiciones para el Pacto Matrimonial, y en las que queda comprometida la vida íntegra del «novio». Es que en ella el novio considerado a partir de ese momento como esposo, ponía por escrito su compromiso con la novia, sus promesas y aquellos aspectos sobre los cuales él habría de cumplir una vez que vivieran juntos. De no cumplir su nombre (reputación) quedaba seriamente afectado. Por su parte la novia al aceptar la Ketuváh, se comprometía a honrarle, obedecerlo y santificarse en exclusividad para él.

Por eso, la Ketuváh es propiedad pura y exclusiva de la kaláh (novia) y ella debe tener acceso a ella a través del matrimonio. Con este documento en sus manos, ella como esposa podrá meditar en su corazón cada vez que la lea y así fortalecerá sus pensamientos confiando que el pacto hecho con ese varón que la escogió no será por él roto.

En el Rollo de Devarim (Deuteronomio 20:7), vemos que hay un tiempo entre este primer paso de desposorio y el casamiento. Y allí mismo (Devarim/Deuter. 22:23-24), vemos que el primer paso del pacto matrimonial hace que ella sea llamada “la mujer de él”, aunque no hayan consumado el matrimonio todavía.

Después del primer paso (kidushim), la novia va a la casa de su padre para preparar su traje de boda y otras cosas. El “novio” va a la casa de su padre para preparar una vivienda digna para los dos.

Cuando el padre del novio ve que los dos están listos, da permiso a su hijo con un toque de shofar para que vaya a tomar a su esposa. El hijo se va a la casa de la novia y la arrebata para llevarla a la casa de su padre donde se efectuará el segundo paso matrimonial, llamado «Lakaj»que significa “tomar” (Gén 24:3). Inmediatamente comenzará la fiesta matrimonial denominada «Nisuín«, que viene de “nasáh” y signifiva «elevar» (2Crónicas 24:3), debido a que el novio entra al tálamo nupcial con su amada y la hace suya físicamente por medio del acto sexual aprobado por los Cielos para ello. Mientras tanto, los familiares y demás invitados festejan en los patios de la casa de la nueva familia.

Por eso, cuando leí el Pirké de Rabí Eliezer me encontré con este evento registrado del siguiente modo:

«…Y Moshé se puso en camino y llegó al campamento de los israelitas y los despertó de su sueño diciéndoles:
¡Despiértense de su sueño y contemplen. Su Dios desea entregarles la Torah. El Novio desea llevar a la Novia y entrar en la cámara nupcial. El Santísimo, Bendito Sea, fue a encontrarse con ellos para entregarles la Torah!…»

Así pues, en el momento de la entrega de las Tablas al pueblo de Israel interactuaron tres esencias:

  • la esencia del Supremo,
  • la esencia de la Torah y
  • la esencia del pueblo de Israel.

Entonces, debemos aceptar que el objetivo final de la entrega de la Torah es asumir que la Esencia del Supremo se une con la esencia de Israel a través de la observancia de la esencia de la Torah (los 613 mitzvot contenidos en ella), los cuales constituyen la Esencia de Su Voluntad. Por ello es que en el Zohar se lee: «…Dios, la Torah e Israel, forman una Unidad…»

Con todo esto, podemos decir que la Ketuváh (contrato matrimonial) es un documento legal que protege a la mujer, la resguarda en caso de que el esposo falte a sus compromisos y asegura un bienestar para los hijos, además de ser una carga moral para el esposo en caso de que llegara a pensar en incumplir la parte de su pacto.

En otras palabras, un contrato matrimonial es un sinónimo de bendición, de formalidad del amor del varón hacia la mujer.

Cuántos varones no dicen amar a sus parejas, pero a la hora de pensar en un compromiso mayor, respaldado por un contrato matrimonial, simplemente desaparecen. La Torah es un prototipo de dicho contrato matrimonial, de acuerdo a Jer. 2:1-3:

«Vino a mí palabra de Yahvéh, diciendo:
Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo:
Así dice Yahvéh:
Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.

Santo era Israel a Yahvéh, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Yahvéh.»
(Jeremías 2:1-3)

Así es, el Eterno entregó a su pueblo una Ketuváh en el monte Sinaí. Aquel evento sobrenatural, fue nada más y nada menos que un contrato formal en el que Yahvéh se comprometía a ser su Dios, a protegerla, guardarla y preparar una habitación para que Él y ella se hicieran Uno (Ejad).

La historia nos dice que el pueblo a causa de aquel miedo paralizanta falló a la parte de su pacto al adorar el becerro de oro. No supo esperar la segunda parte del proceso matrimonial. Aún así Yahvéh se mantuvo siempre fiel aunque Israel no. Y de tal manera la amó que mandó a su Hijo a renovar dicho contrato para que en un futuro muy cercano, aquellos que somos sus hijos primogénitos, miembros de la Keiláh Santa (Israel) podamos consumar la boda y morar por siempre con Él.

En esto aprendemos que el Eterno todo lo hace a través de pactos, y dada la formalidad de este momento, Él mismo lo firmó (Ex. 31:18) sin intermediarios o mediadores, tal y como una boda lo requiere.

Es por todo lo anterior que no podemos considerar la Torah dada a Israel como abrogada, ya que es justamente el único documento que avala nuestra relación formal con Yahvéh, que consolida la «salida» de Israel del exilio de Mitzrayim (Egipto) y que además nos da un ejemplo muy claro para nuestros días: el verdadero amor espera hasta que se formalice por medio de un Pacto de compromiso matrimonial.

Las “ASERET HADIBROT” (DECÁLOGO/ DIEZ PALABRAS) y sus Secretos Develados.

Por P.A. David Nesher

«Elokim habló todas estas palabras, diciendo:


(Shemot/Éxodo 20:1).

Es muy importante para mí resaltar el hecho de que la Torah no emplea jamás el término “Mandamientos” para señalar a estas declaraciones divinas que Israel vio y recibió allí en el Monte Sinaí.

Siendo fiel a la verdad, debo decir (y remarcar) que la expresión “diez mandamientos” no aparece en las Sagradas Escrituras. Es más, siendo aún más sincero, debo decirte amado lector que los llamados «Diez Mandamientos» por la teología cristiana, en realidad contienen catorce mandamientos (mitzvot). Es justamente a causa de una incorrecta traducción de los eruditos cristianos que hemos heredado impropiamente esta incongruente expresión. Por ello, en este tiempo de transición, es nuestro deber desterrarla de nuestro lenguaje y especialmente de nuestra manera de pensar.

Si vamos al capítulo 34 del Rollo de Shemot (Éxodo), veremos que en el versículo 28 se encuentra la expresión “las Diez Palabras”, que en hebreo se dice: «Aseret Ha-Divrot«, en referencia a las declaraciones divinas que aparecen en Éxodo 20: 2-17. Esta misma expresión hebrea la volveremos a encontrar desde la pluma de Moshé (Moisés) en el quinto libro del Jumash o Pentateuco (cf. Deuteronomio 4:13 y 10:4) Así pues es evidente que es más exacto hablar de las “Diez Palabras” que los “diez mandamientos”. El nombre griego «Decálogo» significa igual: “Diez Palabras”, y por lo tanto puede también ser usado en nuestro léxico como una forma correcta de señalar a este maravilloso pasaje de las Sagradas Escrituras.

Profundizando más en esta expresión, les comentaré que en hebreo, el término Divrot es traducido como «locuciones«, «enunciados«, «menciones«, «frases«, «palabras«, (Nota: el singular de divrot se dice: diveráh, diver y vienen de davar palabra activa y creadora-) Así pues, los mal llamados «Diez Mandamientos» pueden ser llamados «Los Diez Enunciados», «Los Diez Dichos», «Las Diez Palabras», pero jamas «Diez Mandamientos».

Para que ustedes puedan comprender mejor todo esto, diré que un mandamiento supone la existencia de hombres a los cuales es dirigido y que están listos a reconocerlo como tal; por eso, un mandamiento que ninguna persona respete o que todo el mundo viole, cesa de ser un mandamiento. Puede entonces ser relegado al estante de las viejas reliquias. No es así con las Leyes Divinas. El Eterno las designa bajo el nombre de “Palabras” o “Sentencias” «Dichos«. De ese modo, el que éstas sean escuchadas o no no las afecta en su trascendencia. Las Palabras permanecen siendo tal como han sido pronunciadas. Permanecen siendo las Palabras de Dios, que son la expresión de la Única y Absoluta Verdad, inalterable por siempre. Y aún en el caso de que el pueblo de Israel, todo entero, dé la espalda al Creador y a Su Ley, las Palabras del Decálogo permanecerán hasta la Eternidad, sin verse afectadas en nada por esta falta. Ellas son pre-existenciales a todo lo creado, por lo tanto, ellas vibrarán en potestad más allá de la creación misma.

Por las razones hasta aquí explicadas, nos damos cuenta que las «Aseret Ha-Divrot« (Decálogo) no tienen en sí mismas el carácter de “deber hacer”, sino que más bien son indicaciones para el Camino de justicia que permite la capacitación de tzadikim (“justos”) que se convertirán en un reinado de sacerdotes para Yahvéh. Visto así, debemos aceptar que las “Diez Palabras” determinan el lugar del hombre en el mundo, como vasija que contiene a la Luz Infinita y creadora. Las «Aseret Ha-Divrot« expresan lo que el hombre es y como llega a su meta. El Eterno mismo las ha escrito con su propio dedo sobre las Tablas de Piedra (Éxodo 31:18). Sólo Él, desde Su mundo, puede indicar cuál es la estructura del hombre. Sus normas provienen de otro mundo, porque si fueran sólo de este mundo no serían válidas más allá de la muerte. Con esto, entendemos por qué estas Diez Palabras son la única porción de la Torah escrita por el Eterno mismo, y que justamente este hecho marcará la importancia que YHVH le da a estos enunciados. (Éxodo 31:18)

El Decálogo es en realidad la Carta Magna o Constitución de la naciente nación de Israel. En ella están representados todos los demás mandatos o instrucciones que Abba nuestro dio a nuestros ancestros (y nosotros) para que vivir como hijos suyos, y protegerse de toda adversidad que impone el sistema reptiliano desde las leyes de Causa y Efecto.

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy YHVH Adonay”.
(Levítico 18:5.)

Así pues, sabiendo ya que en las Escrituras el número diez representa la totalidad, estas diez palabras representan toda la Torah en su máxima expresión esencial.

La Torah misma nos revela que estas diez palabras estaban escritas en dos tablas de piedra. Hemos visto que “piedra”, en hebreo, se dice “EBeN”; que contiene, eternamente, lo inmodificable. Todo aquello que tiene que ver con el hombre, contiene la forma de lo incambiable. Aquello que hace del hombre un ser divino frente al Eterno y frente al mundo, está determinado por Dios en su forma inmodificable.

La tradición histórica enseña que en la primera tabla había cinco palabras y en la segunda había cinco. Las cinco primeras tienen que ver con la relación entre el hombre y el Eterno y las cinco últimas tienen que ver con la relación entre el hombre y su prójimo. En las cinco primeras palabras aparece el nombre YHVH ocho veces, pero en las últimas cinco palabras no aparece. Las diez van desde lo más importante hasta lo menos importante. La primera es la más importante pero la última es la más difícil porque es más fácil controlar las acciones que los pensamientos.

Dos” Tablas se entregan; a pesar de que forman una Unidad, son “Dos” como la Letra Alef, dividida y unificada; el “cinco” superior se refleja armónicamente en el “cinco” inferior.

La tradición de los sabios también comenta que las letras estaban grabadas atravesando diagonalmente las Dos Tablas, sin manifestarse del lado opuesto como escritura “en espejo”. Así el Eterno revelaba a Israel el gran secreto del propósito eterno: aquello que tiene que mostrarse en el mundo como bilateral, es unilateral en su esencia. Los Dos lados mostraban una Unidad incomprensible para nosotros.

Entonces, ¿cuál es el sentido de estas “Diez Palabras”, de estos “Dos 5”?

Ellas muestran al hombre en su esencia misma. No son leyes morales, ni higiénicas, ni mucho menos sociales. Éstas son sólo sus imágenes. Cuando la Sexta Palabra dice: “No debes matar”, ella significa literalmente “no debes matar a otro ser humano”; pero el principio en sí es “no deber matarabarca la vida humana en la totalidad de sus expresiones, en todos los niveles. Por ejemplo no se debe avergonzar al prójimo en público. Retar a “alguien” en presencia de terceros cae bajo el principio de “derramar sangre”. Ello puede, por lo tanto, suceder en distintos niveles.

Otro maravilloso mensaje encriptado aquí surge del hecho que la Sexta Palabra se encuentra en la segunda Tabla exactamente frente a la Primera Palabra de la Primera Tabla, es decir, aquella Tabla en la cual el Eterno estableció en cinco Palabras lo que ÉL ES. Entonces el mensaje es que cada uno de los hijos del Altísimo tiene que relacionarse con el hombre, imagen de Dios en la tierra, de la misma manera que con Dios mismo .

Entonces, con esta explicación en nuestra mente, logramos captar porque en las primeras comunidades mesiánica se insistía en lo siguiente:

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?»
(1Juan 4:20).

Así pues, queda bien claro en la mente hebrea que el ser humano no es sólo una tuerca en la gran sociedad, dentro del gran aparato reptiliano que la domina; así cada israelita lo fue en Egipto (mundo de la forma), donde se lo trató sólo estadísticamente. Donde fue un “número más en la ficha” que archivaba el Faraón y toda la élite que con él manipulaba con maldad a la masa del Imperio.

La Primera Palabra expresa que Dios llevó al pueblo fuera de Egipto. Y justamente allí se encuentra la síntesis del sentido de la Redención: toda la Creación descansa en el hecho de regresar del exilio de Egipto, símbolo del mundo de la dualidad. El concepto “dualidad” abarca la creación, creación de la dualidad. La vuelta del camino 1 -2 al camino 2 -1. Es el milagro expresado en el Éxodo de Egipto. Esta “vuelta” sólo puede venir de YHVH, de la fuerza del “Uno”, de Elohim en su origen, de Yahvéh manifestándose en el mundo, como el Único y Verdadero Elokim. El hombre, como imagen de Yahvéh lleva dentro de sí el deseo (suspiro/anajáh) por esta vuelta. El ser humano tiene en su interior el hambre de Dios, y su anhelo de regresar a Él como fuente. El hombre quiere hacer teshuváh (regreso). Por eso, la busca en todos los terrenos, tiene la necesidad de llevar la creación de vuelta a su descanso.

Las Tablas entonces obligan a ejercer la correcta cosmovisión mesiánica. Cada hombre tiene que ser visto entonces como una imagen-espejo, como una imagen de Dios. Respecto de “humillar a un ser humano o matar en él esta conciencia”, la Torah manifiesta que tal situación es como si toda la creación fuese aniquilada.

Interesante resulta considerar que las Diez Palabras de la creación (cap. 1 de Génesis) comienzan con el “Dos”, es decir con la letra “Bet” de la Palabra BereshitEn el comienzo«); mientras que las “Diez Palabras” («Aseret Ha-Divrot«) , sin embargo, comienzan con el “Uno”, es decir con la letra Alef de la voz “Anojí” (Yo”), del versículo:

Yo Soy YHVH Tú Dios
(Éxodo 20.2).

Precisamente “Anojí” se escribe como (1-50-20-10 = 81), porque aquí termina el mundo de la “dualidad”. Dios mismo ha terminado en este octavo ciclo la liberación de las 26 generaciones de la dualidad. Esta revelación comienza con el “Uno” (el Aleph), tal como la Creación había comenzado con el “Dos” (la Bet).

En este momento, el largo camino a través de los cuatro “ele toldot” (traducidas como “estas son las generaciones”), es decir el Camino de Salvación recorrido por la Luz en las cuatro historias generacionales de la humanidad, ha encontrado su fin, llegó a Su tiempo de Propósito (ET). La humanidad toda ya está libre de las fuerzas del desarrollo, del veneno de “la mordedura de la serpiente”.

El desarrollo dinámico y aplicación vital de estos Diez Enunciados están descritos de forma pragmática en los 613 mitzvot (mandamientos), que tratan con detalle todos los aspectos de la vida, de la nación, y el culto de Israel. Ellos (los mitzvot) completan el significado, y otorgan el método exacto par la aplicación del Decálogo.

Por ello, existen distintos tipos de mitzvot. Unos son para los pensamiento, como por ejemplo creer en que nuestro Abba Yahvéh es Único. Están también los mitzvot de la lengua, que son muy importantes, como la mentira, el chisme y el falso testimonio. Así mismo, nos encontramos con los mitzvot de acción o ejecución, como honrar a los padres o dar tzedakah. Existen los mitzvot de retracción (o de abstenerse), como las leyes dietéticas (kashrut) y el evitar el adulterio. Y por supuestos están los mitzvot de culto al Creador que son los más importantes de todos, pues están llenos de códigos lumínicos que revelan como dominar y sobreponerse a toda asignación astrológica del sistema reptiliano que alimenta al gran dragón escarlata.

Pero esencialmente todos los mandamientos están basados en el amor perfecto de nuestro Abba, según lo define La Escritura misma:

«Solamente de tus padres se agradó YHVH, y los amó, y de entre todos los pueblos escogió a su descendencia después de ellos, es decir, a ustedes, como hoy pueden verlo
(Deuteronomio 10:15).

Entonces, a esta altura de nuestra investigación, comprendemos y aceptamos que estas Diez Palabras contienen una “alternativa” para este mundo. El hombre está frente a una dualidad. Él puede preferir el camino de las imágenes, seguir el desarrollo, o elegir otro camino, el camino de vuelta de la dualidad a la unidad. El prime camino es el de la muerte ontológica, es decir, el optar por pervertirse egoicamente en sus pensamientos para terminar corrompiendo el mundo. El segundo camino es el de la Vida, o sea, la opción por aceptar el trabajo del refinamiento de conciencia para alcanzar la potestad de reparara y transformar el mundo.

Justamente este principio de la “alternativa ontológica” de la vida se expresa por el número de vocablos de estas “Diez Palabras”: 172. Este número es el valor total de la voz EQeV, (70 + 100 + 2 = 172), que significa “Si”, condicional que encontramos a lo largo de todo el Pentateuco o Jumash.

El hombre está libre, está en el límite, tiene la posibilidad de elegir. Todo está dado por el Eterno; sólo la “actitud” del hombre frente a Él está abierta para que en su retorno se deje guiar por amor, confianza y bondad, sin expectativas de premios y sin tasar mecánicamente sus obras.

El hombre puede lograr la Unidad en esta vida “Si” vive según la estructura divina; pero también puede no querer seguir este camino. Puede permanecer en la corriente del desarrollo material continuo, pero entonces no encontrará la unificación en esta vida, sino sólo después del largo camino lleno de angustias, de muerte, después del camino “inestable y fugitivo” de Caín.

Amado lector, ¡tú debes elegir! … Yo sólo espero que lo hagas correctamente.

Shalom!

El Impulso Natural a Rebelarnos.


Autor: Rabino Elisha Coffman* 

“Y Moshé hizo que los hijos de Israel viajasen del Mar Rojo…”

(Shemot/Éxodo 15:22)

De este verso se entiende que fue Moshé, no El Eterno, quien los hizo viajar inmediatamente después de haber cruzado el mar. Sobre esto, el Midrash comenta (1):

Rabí Eliézer dice:
‘No viajaron por instrucción del Eterno, sino que fue Moshé quien los hizo viajar con un palo, pues una vez que vieron los cadáveres de los egipcios que estaban flotando sobre el mar, dijeron: ‘No sobrevivió ninguno de ellos, nombremos un líder y regresemos, hagamos un ídolo que vaya delante de nosotros y regresemos a Egipto’.

Quizás pensarías que lo pensaron pero no trataron de hacerlo, sobre esto dice el verso:

Pero ellos, nuestros padres se comportaron malvadamente y endurecieron sus cuellos y no escucharon Tus mandamientos. Y se rehusaron a escuchar y no recordaron Tus maravillas y endurecieron sus cuellos y nombraron a un líder para regresar a la esclavitud en su rebeldía
(Nejemia/Nehemías 9:17).

Por eso el verso señala que fue Moshé quien los obligó a avanzar después que se partió el mar.

Como siempre, el Midrash nos sorprende. Después que los hijos de Israel presenciaron las plagas, salieron de la esclavitud egipcia y cruzaron el mar, se rehusaron inmediatamente a seguir avanzando y trataron de regresar a Egipto. Pero no sólo eso, pues el verso en Nejemia es bastante claro: “Y se rehusaron a escuchar y no recordaron Tus maravillas y endurecieron sus cuellos y nombraron a un líder para regresar a la esclavitud en su rebeldía”. El deseo de rebelarse contra El Eterno fue tan poderoso que estuvieron dispuestos a regresar a la esclavitud en su rebeldía.

Todo ser humano posee un impulso natural a rebelarse contra cualquier autoridad superior a él. De hecho, gracias a este impulso es que los habitantes de algún país cambian gobiernos y se sublevan en contra de los líderes que los oprimen. Pero no sólo contra gobiernos: este impulso a la rebeldía nos lleva a atentar contra todo aquello que nos limita, inclusive si es benéfico para nosotros.

El impulso a la rebeldía es un impulso natural que nos lleva a rebelarnos contra aquello que nos limita, simplemente porque nos limita.

El Talmud (2) relata un diálogo entre Rabino Yehudá haNasí y Antoninus acerca de cuál es el primer momento en el cual el iétzer hará (inclinación al mal) ingresa al ser humano. Rabino Yehudá haNasí le da la razón a Antoninus que es partir de que el ser humano nace y no desde el momento en que fue concebido, tal como Rabino Yehudá haNasí opinaba.

El argumento de Antoninus con el cual convenció a Rabí Yehudá haNasí fue:

Si el yétzer hará estuviese dentro de su madre estando ella embarazada, el bebé patearía a su madre para intentar salir”.

La implicación es tremenda: si el bebé sale de su madre estando aún ella embarazada y antes que sea el momento adecuado de nacer, el bebé moriría, pues su sustento depende de la madre.

Pero así es el impulso natural a la rebeldía: no importa que uno muera, no quiero depender de algo o alguien superior a mí, no quiero subyugar mi voluntad a una fuerza superior. Muchas personas no tienen problema alguno en aceptar a El Eterno como el Creador del universo, siempre y cuando Él no se inmiscuya en sus vidas.

El pueblo hebreo estuvo dispuesto a regresar a la esclavitud de Egipto en su rebeldía contra el Eterno.

En Egipto serían esclavos, pero no importa. El impulso a la rebeldía los llevó a revelarse contra HaShem, pues se dieron cuenta que dependían totalmente de Él.


(1) Shemot Rabá 23.
(2) Sanhedrín 91b.

Datos del Autor:

El Rav Elisha Coffman es mexicano de origen, donde estudió la Licenciatura de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Vivió 9 años en Israel, donde estudió en varias Ieshivot (Aish HaTorá, Binian Olam y Ieshivat Mir). Posteriormente regresó a México con su esposa e hijos y coordina el Midrash Or HaDaat, un centro de kiruv para jóvenes universitarios

El Faraón Envió al Pueblo… Y Dios les Trazó el Camino

Por P.A. David Nesher

Vayehi beshalaj Par’oh et-ha’am velo-najam Elohim derej erets Plishtim ki karov hu ki amar Elohim pen-yinajem ha’am bir’otam miljamah veshavu Mitsraymah.

“Y sucedió que cuando Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos, ya que era cercana, porque dijo Dios: No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea guerra y se vuelva a Egipto.”

(Éxodo/Shemot 13:17)

Luego de la décima plaga en la que murieran millares y millares de egipcios, los hebreos, finalmente salen libres viajando de Ramsés a Sucot, alrededor de seiscientos mil hombres a pie, que estaban en edad de pelear, además de las mujeres y los niños. Con este éxodo, concluyen 210 años de esclavitud, aunque su sufrimiento real fue de 86 años, desde el nacimiento de Miryam. Esta fue la razón de que se la llamara “Miryam”, que es un derivado de “maror” (“amargura”).

«El faraón había escoltado personalmente al pueblo de Israel cuando éste partió de Egipto pidiéndoles que intercedieran por él ante Yahvéh. Los escoltó con la esperanza de que ellos aceptaran orar. También todos los aristócratas y oficiales egipcios acompañaron a los israelitas hasta que éstos llegaron a Etam, (cap 13:20)» [Meam Loez, Beshalaj].

Así pues, el faraón dejó ir al pueblo con el fin de que no volviera (cf. 9:28; 11:1; 14:5). En tiempo y forma les he explicado que el Eterno no puede hacer nada ilegal, nada injusto, y por esto era muy importante que la salida fuera hecha con el consentimiento y decreto del faraón, si no, hubiera sido un hurto, un acto ilegal; un rapto de vidas humanas. Yahvéh no es un ladrón ni un mentiroso. Él no quebranta su propia Torah. La Torah es la expresión misma de su carácter.

Sin embargo, el “día después” de la salida de los hebreos, el rey se dijo: “… ¿Qué hice? ¿Por qué los dejé ir”…? A lo que sus propios consejeros le advirtieron que perseguirlos sería un gran error. El rey, con su mente obstinada se propuso ir tras ellos para matar a los hebreos y, de lo perdido, recuperar lo que se pudiera. Pasa que los malvados nunca aprenden la lección. De esta forma, Paróh volvía a caer en el juego de HaSatán. Como ya se los expresé en la bitácora de introducción a Beshalaj, ea estrategia de HaSatán es proporcionarnos los materiales que requerimos para continuar con nuestro caos.

Por tal motivo el Eterno no guió a Su Pueblo por el camino de los filisteos porque era corto. La ruta costera (conocida en la historia por su nombre latino Via Maris o “el camino del mar”) era la ruta más corta y más común para ir de Egipto a Canaán.

Hubiera sido muy fácil para los Israelitas el pensar que la Via Maris era el camino para andar; tenía caminos buenos y fácil de andar, era también la distancia más corta, era una ruta comercial, así que el agua y la comida podrían ser traídos con facilidad. Pero los peligros del camino también eran muy grandes, aunque ellos no los pudieran ver. Yahvéh, nuestro Dios, anticipó los peligros que no podían ver.

La Via Maris era el camino donde también estaban los puestos militares de Egipto. Yahvéh sabía que el pueblo de Israel no estaba preparado para enfrentarse a esto, así que Él les condujo por un camino diferente.

Existen dos razones por las que Yahvéh no quería que entraran en territorio de los filisteos:

  • Si los filisteos atacan, los hijos de Israel, temerosos por causa de su mentalidad de esclavos, querrían volver a Egipto.
  • Por el pacto de paz que hubo entre Abraham y Abimelek los hijos de Israel no podían atacar a los filisteos, (Génesis 21).

Por otra parte el Rabí Moshéh Sofér se refiere igualmente a nuestro versículo, pero en un sentido totalmente diferente. Polemizando contra la introducción de nuevos sistemas de educación en Israel, que tratan de conceder una parte importante al estudio de la cultura moderna (designada bajo el nombre de “dérej éretz”), él interpreta así:

«…El Eterno no condujo al Pueblo hacia la “dérej éretz” (cultura) de los filisteos, porque estaba cerca de la de los egipcios, a fin de que el pueblo no estuviera tentado a volver a caer en los errores del pasado egipcio. Al contrario, le hace falta hacer un gran rodeo para evitar toda influencia…», [Proyecto Jai].

Por el camino de los filisteos (pelishtím), los israelitas pudieron haber llegado a Kenaán, hasta en once días a un paso normal. Empero, viendo Yahvéh que no estaban preparados para constituir un pueblo bien disciplinado, con sus leyes y estatutos, les lleva por un camino opuesto a fin de entrenarles espiritualmente antes de ocupar la Tierra Prometida.

El mensaje es aplicable a nuestras vidas. De la misma manera que hizo con Israel cuando salió de Egipto, el Eterno nunca dejará que nos enfrentemos a más de lo que podamos soportar. Él conoce nuestro nivel de resiliencia (1 Corintios 10:13). Yahvéh escogió cuidadosamente el camino fuera de Egipto; no el más cerca, pero sí el más seguro desde el punto de vista de la fe (emuná). Él no nos prueba más de lo que podemos resistir: así que ordena a la materia, de modo que la maldad no esté lista sino hasta que nosotros lo estemos para enfrentarla con la certeza de Su Victoria.


Curiosidad

El nombre hebreo del Mar Rojo es Yam Suf, cuya traducción correcta es “Mar de las Cañas”.

Es probable que la razón por la que es llamado mar Rojo sea por un error de traducción. Sucede que en las primeras traducciones al inglés se tradujo como Reed Sea, que se traduce como “Mar de Cañas”. Pero todo indica que los que luego tradujeron la Biblia, usando el inglés como base, se confundieron y entendieron la palabra reed, “caña”, como red, rojo. El mar de Cañas no es rojo. Cuando uno va allí, lo ve bien azul, como todos los mares. El mar de Cañas es el nombre de todo el mar incluyendo los dos golfos, Suez y Aqabá.

Video Importante:

Beshalaj: El Juego de la Restricción.

Por P.A. David Nesher

La expresión hebrea Beshalaj significa “Cuando envió”.

De forma diferente a la mayoría de los Shabat del año, el de esta semana lleva un nombre especial, se le conoce como “Shabat Shiráh”, que significa “el Shabat de la Canción”, porque en la Torah leemos la canción Shirát HayamCanción del Mar«) que cuenta historia de la liberación definitiva de los hijos de Israel. Muchas congregaciones destacan este Shabat al crear servicios llenos de música extraordinaria para celebrar a Moshé (Moisés) y Miryam (María), que guían a los israelitas a través del Mar de Cañas (Mar Rojo) y fuera de Mtizrayim (Egipto).

En el relato de esta sección semanal encontraremos la asombrosa apertura del Mar Rojo. También aquí aparecen revelados los 72 nombres de Dios que son la vedette de la porción. Así mismo, en esta sección aparecerá el Maná, que se describe como el pan caído del cielo, y que determinará esta disciplina de estudiar la Torah por porciones (parashot) y ascensiones (aliyot).De igual modo, veremos aparecer el omer por primera vez, que era una medida de peso como decir kilo. Aparece el episodio del agua amarga que se convierte en agua dulce; y por último la guerra de Amalek, el enemigo perpetuo del pueblo de Israel.

De esta manera, hemos llegado a la más extraordinaria parasháh de la Torah, porque cuando leemos el episodio de la apertura del Mar Rojo percibimos que se concluye con la salida o éxodo de Egipto.

Entonces, la primera pregunta que tenemos que hacernos es, ¿porque la salida de Egipto esta divida en 3 parashot (porciones)?.

La Torah quiere enseñarnos que cada cambio es un proceso, y que dentro de él hay etapas que transitar. Por lo tanto cuando un cambio se ha producido en nuestras vidas es porque hace ya un momento que venimos transitando etapas emocionales e intelectuales para que este cambio opere en nuestras vidas.

«Beshalaj» es una porción que contiene relatos prodigiosos y grandes fenómenos sobrenaturales en donde lamentablemente existe un patrón recurrente; después de cada milagro, los israelitas olvidaban que habían sido salvados y comenzaban a quejarse, a temer lo que proseguía y a querer regresar al cautiverio.

Siete días después de la salida de Egipto los hijos de Israel llegaron Yam Suf (Mar de los Juncos). Allí el relato nos dice que los israelitas en lugar de estar contentos, ellos estaban realmente asustados.

¿Cómo es posible que, al poco tiempo de su salida hacia la libertad, el pueblo quisiera continuar en el maltrato y la explotación? Esto es bastante incomprensible.

Tenemos que saber que este es un paradigma que continúa repitiendose hasta hoy; la esclavitud existe y se expresa de muchas maneras.

Después de generaciones de ser esclavos en Egipto, no tenían memoria ni sentido de libertad. Ignoraban en qué consistía esta preciosísimo bien de la dignidad humana. Así mismo sucede con nosotros cada vez que encontramos una oportunidad de hacer algo nuevo en nuestra vida. Aun cuando sufrimos en la situación en la que estamos, algo interno nos hace amar el dolor de esa zona de confort. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, será el refrán que resonará en nuestra boca para llamarnos a la «cautela» que impide todo cambio.

Sucede que para cambiar tenemos que estar dispuestos a salir de nuestro supuesto lugar seguro. Nos gusta nuestra vieja realidad, incluso si esta nos hace infeliz, y siempre encontramos excusas para preferirla en lugar de intentar una nueva aventura. Miramos hacia la libertad, pero al mismo tiempo le tememos, por lo que nos encontramos paralizados, tal y como se describe en esta historia.

Luego pues, independientemente de lo que hagamos, si nuestras acciones están basadas en la servidumbre de una idea, de una persona, de un objeto o situación, significa que seguimos “esclavizados en Mitzrayim (Egipto)”. Es necesario recordar que Mitzrayim (Egipto) es en realidad un código lumínico que nos ayuda a identificar nuestro ego (todo aquello que nos impide crear un puente entre nosotros y la luz del Creador). Salir de ese estado de esclavitud (o “salir de Egipto»), requiere entender y recordar que cada reto, situación incómoda y dolorosa, proviene de lo Alto.

El capítulo describe la milagrosa apertura del “Mar de Suf”. Ahora bien, contrario a las descripciones convencionales de este evento, debemos saber y aceptar que no fue el Eterno quien abrió el Mar. Fueron Moisés y los Israelitas quienes llevaron a cabo este acto y al hacerlo superaron a la naturaleza. Esta fue la primera vez que se le dio a la humanidad las herramientas para generar un milagro. Aquí aprendemos a apreciar a Moshé por haber empleado una tecnología celestial conocida en el libro del Zohar como los 72 Nombres de Dios.

Así pues, el “mar que se abre”, es también una metáfora del poder para “abrir el cielo” y derramar milagros, esto es, bajar el “poder divino» a la Tierra a fin de que esta se transforme y sea promocionada a las alturas lumínicas de las esferas divinas. Mediante esta lectura nos conectamos con la realidad potencial de la mente sobre la materia; que es la conciencia en control de lo físico.

Ahora, en la era del Mesías, nosotros como asamblea de hijos primogénitos, nos encontramos muy cerca de eliminar el caos de nuestro universo produciendo pruebas del poder de la emunáh o verdadera fe. Estamos listos para recrear milagros que son igual de grandiosos que la apertura del Mar Rojo. Sin embargo, tal como lo revela esta historia, todavía depende de nosotros eliminar el caos de nuestra vida personal. El verdadero problema es nuestra naturaleza como seres humanos, y su tendencia a lo malo (yetzer hará) lo cual ha sido algo que hasta el momento no hemos sido capaces de cambiar.

Estas herramientas divinas (los 72 Nombres de Dios) son solo efectivas para aquellos de nosotros que siendo proactivos seguimos el camino de la fuerza creadora de Yahvéh. Pero nunca podremos lograr un estado proactivo de conciencia si no ejercitamos la restricción con cada paso del camino.

Muchos de nosotros, enfocados en nuestras debilidades, sucumbimos al juego de HaSatán (el Oponente), tan claramente demostrado en esta historia.

Vivimos en el juego del Oponente, convirtiéndonos en los detectives del después, si tan solo no hubiera hecho esto u aquello todo estaría perfecto. Siempre somos brillantes después de que las cosas sucedieron, esto es HaSatán. Una vez que caemos en esto, el Oponente nos proveerá todo el material que necesitamos para continuar con nuestro caos. El validara todo para nosotros sin importar que tan estúpido sea, pues HaSatán nos dirá cuan brillantes somos. Nos dice como a ese ultimo desastroso error solo le falto una «cosita» de nada que si hubiéramos hecho no habría resultado en error.

La historia de Beshalaj relata que faraón se despertó un día después de que los israelitas dejaron la tierra de Egipto y se dijo algo así: «¿Qué he hecho? ¿Por qué los deje ir? Hay que regresarlos, no pueden sostenerse solos allá afuera.»

Sus consejeros le dijeron que seria un error, pero a pesar de esto los persiguió. ¿Era faraón estúpido? No. Simplemente estaba siguiendo el juego de HaSatán.

Igual acontece muchas veces con nosotros. ¿Cuántas veces nos dice nuestra voz interna o aquellos a nuestro alrededor que no hagamos algo? Pero aún así lo hacemos por que creemos que sabemos más y mejor. Lo hacemos porque vivimos en el juego reactivo de HaSatán sin ejercitar la única conexión que puede vencer al adversario en su propio juego; la restricción.

La restricción es el único juego que nos queda. Cualquier otro juego en donde desciframos y manipulamos es jugado por las manos de HaSatán.
Sin restricción no hay forma que estas herramientas (os 72 Nombres de Dios), que son el puente entre la realidad no física y la física puede ser actualizada. Podemos hablar y estar convencidos de mente sobre materia pero no podremos llegar a experimentarlo sin la implementación de los 72 Nombres de Dios.

Arvéh: El Golpe de Dios a la Oscuridad del Alma (Plaga de Langosta).

P.A. David Nesher

«Vayomer YHVH el-Moshe neteh yadeja al-erets Mitsrayim ba’arbeh veya’al al-erets Mitsrayim veyojal et-kol-esev ha’arets et kol-asher hish’ir habarad…Vayejas et-eyn kol-ha’arets vatejeshaj ha’arets vayojal et-kol-esev ha’arets ve’et kol-peri ha’ets asher hotir habarad velo-notar kol-yerek ba’ets uve’esev hasadeh bejol-erets Mitsrayim.

«Yahvéh le dijo a Moshé:
“Levanta tu mano sobre la tierra de Egipto, para que surjan las langostas sobre la tierra de Egipto, que consumirán toda la vegetación del país, todo lo que quedó del granizo…
Cubrió la superficie de todo el país [tan espesamente] que la tierra se oscureció. Consumió toda la vegetación de la tierra y todos los frutos de los árboles, remanentes del granizo. No quedó nada de verdor, ni en los árboles ni en las plantas del campo, en todo Egipto.«

(Shemot/Éxodo 10:12)

En la parashá (porción) Bo, de esta semana, se completa el relato precedente (desde la anterior parashá Vaerá) de los 10 golpes o “plagas” que el Altísimo asestó contra la tierra de Mitzrayim (Egipto). La porción inicia con el octavo golpe, la plaga de langostas, en hebreo ארבה – léase: Arvé-.

Haciendo memoria de lo visto hasta aquí, recordaremos que cuando Moshé se presentó por primera vez ante Faraón, este dijo con irónica soberbia:

«¿Quién es Yahvéh para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?»
(Éxodo 5:2)

El hecho de que Faraón aún no se sometiera al Eterno mostraba de que él no sabía quien era el Señor aún. Esto fue a pesar de que Yahvéh, nuestro Dios, hubiera puesto en claro de quien era Él:

· Más grande que el dios Khnum (el guardián del Nilo)

· Más grande que el dios Hapi (el espíritu del Nilo)

· Más grande que el dios Osiris (quien tiene al Nilo como su torrente sanguíneo)

· Más grande que la diosa Heqt (la diosa rana de la fertilidad)

· Más grande que la diosa Hathor (madre diosa con forma de vaca)

· Más grande que el dios Imhotep (el dios de la medicina)

· Más grande que Nut (la diosa del cielo)

· Capaz de detener toda la adoración de los dioses egipcios con repugnantes piojos y enjambres de insectos.

A pesar de todo esto, Faraón mostró que él todavía no conocía a Yahvéh Dios. Por lo tanto, el Eterno le mostraría aún más.

Por ello, Moshé trajo una nueva plaga, las langostas que devoraron la vegetación del país.

Por decirlo de alguna manera, la plaga de langostas se convierte en una bisagra, entre el golpe anterior, el granizo, y el golpe inmediatamente siguiente, la oscuridad.

Entrando a considerar los códigos de este 8º golpe celestial, nos damos cuenta, que durante el relato de la plaga de langostas se menciona en tres ocasiones [Éxodo 10:5, 12 y 15] la palabra ברד –barad-, refiriéndose al granizo que había caído previamente. Pero también utiliza el término (חשך- joshek), quizá anunciando el siguiente golpe que vendría sobre Egipto, la oscuridad.

Necesitamos saber que justamente existe un denominador común para las tres últimas plagas, es el factor llamado “oscuridad” (en hebreo: Joshek) relacionada con el vers. 2 del primer capítulo de Bereshit (Génesis 1:2). Esto significa que en el lenguaje metafórico (amén del significado real de las mismas), la mente de Paróh ya estaba sumida en la contusión y la oscuridad propia de la influencia del infra-mundo.

En relación a la plaga de las langostas (hebreo: arvéh אַרְבֶֶׁ֔ה), leí que el rabino Ibn Hezra comenta acerca de la calamidad que suponía esta plaga. Él cita al profeta Yoel (Joel), en cuyos días se originó una devastadora plaga de langosta que afectó a la tierra de Israel. Llama la atención que, con referencia a dicho episodio, Yahvéh, por boca de su profeta Yoel denomina a la langosta חילי הגדול , («Heli haGadol«), que se traduce como “Mi Gran Ejército” (Yoel 2:25). No podemos menos que concluir remarcando la ironía que encierra el enfrentamiento de Paróh y el Creador de la Naturaleza, pues mientras Paróh contaba con un inmenso ejército bien pertrechado, el Creador de la Naturaleza enfrentará también con Su “gran ejército», que consiste en débiles y frágiles langostas que, por su numerosa cantidad, oscurecen la luz del día.

Esta es la referencia que el profeta Yoel hace acerca de la invasión de langostas en la tierra de Israel:

“…día de tinieblas y lobreguez, día nublado y de densa oscuridad. Como la aurora sobre los montes, se extiende un pueblo grande y poderoso; nunca ha habido nada semejante a él, ni tampoco lo habrá después por años de muchas generaciones.”
(Joel 2:2 )

¿Cómo es posible que en la Torah esté escrito que no habría tantas langostas (v.14) después cuando el profeta Yoel dice que nunca ha habido nada semejante?

El sabio Rashí dice que la profecía de Yoel muestra que esa plaga de langostas fue más severa que la de Moshé. Pero no hubo contradicción porque la plaga de Yoel estaba compuesta por numerosas especies de langostas en conjunto: las especies arvéh, yélek, jasil y gazam (Joel 2:25). Pero la plaga de Moshé consistió en una sola especie, e igual a ella no hubo antes ni habrá después.

También podríamos interpretar estos dos textos de manera que las dos plagas ocurrieron en dos países distintos, Egipto y la tierra de Israel. La promesa de que nunca será algo semejante se refiere sólo a Egipto. La plaga que se menciona en el libro del profeta Yoel está en relación con la tierra de Israel, y allí no había ocurrido nada semejante, ni tampoco habrá después.

La plaga dañaría lo verde que aún quedaba en Egipto y que pudiese servir como alimento. Esta octava plaga fue por el pecado de los egipcios de obligar a los hebreos a plantar y cosechar para que solamente los nativos gozaran de sus frutos.

Registran los antiguos midrashim (estudios/comentarios), que los egipcios se alegraron del anuncio de esta plaga porque vieron en estos insectos una oportunidad para atraparlas y comerlas; pensaban almacenar todas las que se pudiesen. Pero no imaginaban que estas langostas fuesen de una naturaleza diferente a las que esperaban, no eran una especie común, ni comestible.

Como se ha señalado, una plaga semejante se registra en el libro de Yoel 2:2. Sobre esta plaga, dice el pasuk (versículo) que no quedó nada verde en árbol ni en planta del campo en toda la tierra de Egipto (vers. 15). Esto significa que millares y millares de langostas se interpusieron entre el sol y la tierra. Desde lejos, el enjambre de langostas parecía como una pesada nube extendida por todo el territorio. Al acercarse ensombreció la atmósfera y oscureció el lugar por completo -al impedir que llegasen los rayos del sol-. Por dondequiera que pasaba este enjambre devastaba el suelo, y los últimos vestigios de verdor desaparecían de los campos.

Con esta plaga el Eterno se reveló a Sí mismo más grande que al equipo de divinidades egipcias conformado por:

  • Anubis: deidad de los campos.
  • Isis: deidad femenina protectora contra la langosta.
  • Serapis: deidad que resultaba de la asimilación de Apis, a su muerte, con Osiris.
  • Min: deidad de la fertilidad y la vegetación, protectora de la cosecha.
  • Nepri: el cual era el protector de los cultivos, las cosechas y el pan.

Aquí les pido que recordemos que con estas plagas Dios hizo con Faraón lo que Él hará siempre en nuestras vidas: exponer y derribar a cada dios falso que creamos en nuestra mente mística y dogmática. Cuando confiamos en estos dioses seguramente dolerá el verlos caer, pero es mejor que el verlos expuestos delante nuestro alimentando la cáscara del yetser hará (tendencia al mal) o ego.

Los consejeros de Paróh, le pedían a su rey que dejara en libertad a los hebreos, que no tenía sentido que ellos siguieran en Egipto. Faraón pide perdón a Elokim por su pecado pero siguió oponiéndose a Sus órdenes.

Trascendiendo su estricta literalidad, el texto nos interpela con agudeza y profundidad en relación a las dramáticas horas que vivimos.

Sabemos por la visión que tuvo el apóstol Juan en Patmos, que demonios en forma de langostas, que vendrán sobre el mundo en los últimos tiempos, (cf. Revelación 9:1-11). Justamente eso es lo que hoy estamos viviendo. La oscuridad en sus diversas formas, acecha nuestra humanidad. Avaricia de poder, desidia, indiferencia, intolerancia, egoísmo resultan en penumbras que nos abruman y confunden, al extremo de desconocernos; y tras este desconocimiento del prójimo, provocamos a la vez el desconocimiento de nuestra común condición humana. Así, sumidos en las penumbras, nos alejamos del camino de la Luz Infinita y de Su redención.

Es imperioso en los tiempos que corren, ejercitar la generosidad asumiendo el compromiso con y por el otro, a fin de que la solidaridad nos convierta en una vasija restaurada que puede volver a reconectarse con la Luz.

La actual crisis de la civilización postmoderna pone en el tapete la “cuestión espiritual” como posible instancia de refundación de nuevos proyectos de comunidad humana que posibiliten la coexistencia, a la vez que potencien todo lo divino que mora dentro de lo humano que somos.


Bitácoras Relacionadas con este Tema:

Las 10 Plagas y los 10 «Y dijo Dios» del Bereshit

P.A. David Nesher

Me ha maravillado sumergirme en lo que los distintos sabios han estudiado en aquellos secretos de la Sabiduría divina encriptados en los códigos de la Instrucción (Torah) divina. Entre tanto conocimiento se encuentra el hecho de que los Sabios aseguran que las diez plagas están directamente conectadas con la Creación del universo relatada en el primer capítulo de Bereshit (Génesis).

Ellos lo explican de la siguiente manera:

«…En el libro del Génesis, la frase “Y Dios dijo”, aparece diez veces. Cada una de estas apariciones es una referencia oculta a las Diez Sefirot o Emanaciones de la Luz del Creador. Cada una de las plagas descritas en el libro del Éxodo eliminó una klipáh, o cubierta de una de estas emanaciones. A través de este proceso de purificación, las diez frases “Y Dios dijo” del libro del Génesis fueron reveladas como los Diez enunciados que Moshé recibió en el monte Sinaí. Así pues, en efecto, la Creación fue la semilla y los Diez enunciados fueron la manifestación. Pero había existido tanta negatividad desde que se plantó la semilla (el diluvio, la torre de Babel, Sodoma y Gomorra), y más que tenía que producirse una limpieza a nivel semilla antes de que la manifestación pudiera tener lugar…».

Así pues considerado, nos damos cuenta que el Eterno con cada plaga en verdad des-andaba el camino perverso llevado por los egipcios de impureza y destrucción del mundo. Como procurando un retorno a un origen casto, en una especie de limpieza espiritual de la Creación. Es decir, que con esta acción, el Eterno manifestaba Su Dominio e interés por lo que acontece en Su Creación. Pues, cuando creó el universo por medio de diez locuciones no hubo testigos, mientras tanto, en la liberación de una minúscula nación de las garras del imperio poderoso, los testigos de los diez actos de Dios, fueron numerosos (600.000 almas).

Por eso, y como detalle más importante, debemos entender que el Mundo estaba por dejar de ser un solar desprovisto de Torah, pues a partir de la manifestación de Israel, que comenzó con la liberación de Mitzrayim por medio de las diez plagas, se preparó el camino para Su Revelación en Sinaí, y el Pacto que nos compromete al acatamiento de Sus mandamientos que permiten que el alma humana vuelva a revestirse de luz.

El Eterno sacó a Israel de Mitzrayim (Egipto) porque consideró inmoral e injusto que un pueblo sea esclavizado por otro pueblo. La Torah nos enseña que la razón principal por la cual Yahvéh libera a los hijos de Israel fue para entregarles Su Torah, norma de vida para el pueblo, a fin de que se cumplan Sus enseñanzas y obtener, además, la “libertad espiritual”, amén de la física.

Para entender esta idea a cabalidad, examinemos la correlación que hay entre los Diez Enunciados de la creación y las Diez Plagas. El orden entre las plagas y la creación es inverso: dado que la creación pasó de tener la conexión a Dios más cercana posible a la más lejana, las plagas debían ir en la dirección opuesta para poder re-conectarnos con el diseño original:

La última plaga fue la muerte de los primogénitos. Esta fue una plaga única, en la que Dios no sólo mostró control sobre la «naturaleza» sino que distinguió sobrenaturalmente quién era Su primogénito: Israel (Éxodo 4:22). Esto fue un reconocimiento de que Dios creó el comienzo, asociándose a las primeras palabras de la Torah: en el comienzo.

Por eso, es maravilloso destacar que inmediatamente después de este andar para atrás por intermedio de las plagas, los israelitas recibimos los
Aseret HaDibrot (Las Diez Palabras o el Decálogo) que contiene en cada una de las diez locuciones un estricto paralelismo con las órdenes impartidas por Dios al momento de la Creación (Pesikta Rabbati parashá 21).

Todo esto nos sirve para reconocer que sin dudas que el Todopoderoso no deja a Su Creación, y está siempre re-creando el universo, y manteniéndolo según Su Voluntad, aunque nosotros no seamos testigos oculares, ni conscientes, de tal realidad.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de clarificarle al mundo en general (y al pueblo hebreo en particular) la conexión que hay entre Dios y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia de Yahvéh como el único Dios verdadero.

Bitácora Relacionada:
Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

Preparándonos para Nuestra Liberación en Pesaj.

Por P.A. David Nesher

En la porción Vaerá encontramos develados los secretos del Cielo que revelan la lucha del alma al usar el poder del libre albedría para escoger entre pervertirse o refinarse.

En la tzelem Elohim que tenemos en nuestra esencia contamos con las diez sefirot (virtudes) divinas por medio de las cuales puedo autodisciplinarnos para investigar los secretos del Cielo, y con ellos dominar mis emociones para ser pro-activo con nuestras acciones en la misión de hacer Tikkun Olam (reparar el Mundo).

¿Yahvéh Endureció al Faraón?… ¿Cómo es Eso?

Por P.A. David Nesher

«Porque la Escritura dice al faraón:
«Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra». De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece..»

(Romanos 9:17-18)

El Eterno no endureció el corazón de Faraón en contra de la voluntad de este. El endurecimiento del corazón del Faraón no es debido a una decisión predeterminada del Eterno, porque violaría el principio de la libertad para elegir. 

En verdad, el Señor confirmó de que Faraón tenía una inclinación malvada en contra de Israel. El Eterno sabía desde el principio que Faraón no estaría de acuerdo con la petición de Moisés. No era una sorpresa para Dios que Faraón no escuchara a Moisés.

Sin embargo, vemos como el Eterno no endurece el corazón del Faraón sino hasta después de haber pasado cinco plagas. Durante las cinco primeras plagas fue el mismo faraón que fortaleció su corazón para no hacer caso a la palabra del Eterno. Según el midrash, las cinco primeras plagas duraron cinco meses.

Es valioso aquí citar lo que el célebre intérprete Rambam escribe refiriéndose a este tema:
“No pienses lo que dicen los necios de las naciones del mundo, como también la mayoría de los indoctos de Israel, que el Santo, bendito es, decreta desde el principio de su creación si el hombre va a ser justo o malvado, así no es… No hay nadie que le obligue, que le imponga o que lo arrastre hacia cualquiera de estos dos caminos, sino que él mismo y por su propia decisión se inclina hacia el camino que desee.”

Así pues, lo que Yahvéh simplemente hizo fue darle fuerza a Faraón en la maldad que él ya había elegido. Recordemos que Yahvéh había dicho que Él fortalecerá el corazón del Faraón (Éxodo 4:21). La palabra hebrea que aquí se utiliza es jazak, que significa “hacerse fuerte» «ser fuerte”, “tener valor”, y/o “endurecerse”. El Eterno prometió fortalecer el corazón del faraón para que él siguiera en su decisión rebelde y no perdiera esa fuerza para resistir al Eterno. Si Yahvéh no hubiera fortalecido su interior, no podría haber hecho los últimos grandes milagros ante todo el mundo. Así que Yahvéh se aprovechó de la obstinación del faraón cuando él ya había tomado la decisión de ir por el camino rebelde.

Ahora bien, cuando llegamos al capítulo siete de Shemot notamos como el Eterno dice que endurecerá el corazón del faraón (7:3). La diferencia aquí es que la palabra hebrea usada es kashá,que significa “ser duro”, “difícil”. Es la única vez que la palabra endurecer aparece en relación con el faraón.

La llave para comprender el tema se encuentra en el comentario de Rashí. El mismo explica que el término «kasháh» debe traducirse como «está pesado» (como un sustantivo calificativo y no como verbo). Es decir, el corazón del Faraón «está pesado» por sí mismo y no (sólo) producto de una acción, porque Yahvéh lo endureció. El corazón del Faraón «estaba pesado» de por sí, poseía una testarudez natural que generaba que se oponga a la voluntad de Yahvéh; (además de ello, Yahvéh lo hizo más pesado aún, para endurecerlo más allá de su naturaleza testaruda).

Así pues debemos entonces destacar que en las primero cinco plagas vemos como el faraón fortalece su propio corazón en su rebeldía. Durante este lapso encontramos que se usa la palabra jazak, “fortalecer» . Luego, aparece la palabra kasháh (que deriba de kavad), y significa “estar pesado”, “ser pesado”, “ser una carga”; “recibir honores” (7:13, 22; 8:19; 9:12, 35; 10:20, 27; 11:10; 14:4, 8, 17). Lo interesante de esto es que en la mayoría de las veces el hebreo usa la palabra  kasháh  para referirse cuando Faraón endurece su corazón voluntariamentey usa jazak cuando el Eterno fortalece el corazón de Faraón en su actitud rebelde. Es decir, que el Paróh estaba lleno de vanagloria, lleno de orgullo, y decidió no escuchar u obedecer la advertencia amorosa del Eterno. Así logramos apreciar que el Eterno que ha otorgado libre albedrío al hombre para escoger, simplemente fortaleció y reforzó el hecho que Faraón había rehusado oír. 

De todos estos textos surge una maravillosa enseñanza mesiánica: cuando una persona se empeña en rebelarse contra la voluntad del Eterno llegará a un punto donde la gracia del Eterno se retira y ya no habrá más posibilidad de arrepentimiento. Ya pasó la raya y es juzgada para ser un vaso de ira preparado para la destrucción, tal como le enseñara el apóstol Pablo a los creyentes del Camino residente en Roma:

«¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?”
( Romanos 9:22 )

Está entonces bien claro, después de ese punto decisivo, el Eterno fortalece la persona en su rebeldía con un triple propósito:

  • Primero, para fortalecer la decisión de la persona y así darle el derecho de vivir según su propia decisión libre. Escogió ese camino y por ese camino tendrá que caminar y sufrir las consecuencias de su decisión.
  • Segundo, para mostrar a todo el mundo que el aparente arrepentimiento que la persona pueda mostrar hacia fuera no era sincera (cf. 9:27), para que cuando venga el castigo, nadie diga que Dios castigó a los arrepentidos. Su rebeldía es evidente a todos y por lo tanto nadie se equivocará pensando que el castigo divino vino por una injusticia del Eterno.
  • Tercero, para así mostrar su poder mediante los fuertes castigos que son manifestados de modo que el pueblo de Israel y las demás naciones conozcan su tremendo poderío (cf. Éxodo 7:3-5; 9:15-16).

En base a esto, notamos que el malvado rey nunca hizo nada para quebrantar su orgullo. El endurecimiento del corazón de Faraón se muestra cuando él ni siquiera quería escuchar el análisis de sus propios consejeros. No había ninguna razón lógica por la cual él insistía en resistir y rechazar a Yahvéh, como verdadero Dios. El Paróh rechazó voluntaria y tozudamente al Dios vivo y verdadero, y por eso, Yahvéh lo usó para Su propósito eterno.

Si el Faraón hubiera querido someterse a Yahvéh después de un sincero arrepentimiento, nada se lo habría impedido. Recordemos que la »teshuváh» (arrepentimiento o regreso), es la base principal sobre la cual descansa la relación del ser humano con el Creador. Justamente los sabios y entendido en códigos hebreos, aseguran que el Eterno había dicho a Moshé:

«…Yo daré a Paróh una oportunidad de hacer teshuvá por la duración de las primeras cinco plagas. Si él después de eso persiste en su iniquidad Yo detendré de Mi mano auxiliante que está lista para asistir a aquéllos que hacen teshuvá…».

Es claro entonces que a Paróh se le dio en las esferas celestes un tiempo para hacer teshuvá. El mismo abarcó hasta la quinta plaga a fin de no castigarlo; luego Yahvéh endureció su ser.

En Yejezkel/Ezequiel 18:23 encontramos esta cualidad de la acción misericordiosa del Eterno:

«¿…Acaso deseo la muerte del malvado, dice el Señor, el Eterno, ¿acaso no (deseo) que vuelva de sus caminos (malos) y viva?…”,
[Ezequiel 18:23 – Tanaj Katz].

Pero el rey no rectificó, por lo que la destrucción para Egipto era inminente; los idólatras se encontraban ya dentro de lo que se llama la «espiral involutiva», esto es, una progresión (o hélice), que los haría girar de una desgracia hacia otra. Dicho de otro modo, los egipcios “saltarían de la olla al sartén”, o viceversa.

Pensando en este tema, los sabios comentan que, cuando se ve al individuo afectado por enfermedad, se entiende que la negatividad (por mano de Satán), está actuando en una pequeña escala. Pero cuando se desatan de manera extendida las más grandes y temibles enfermedades, una tras otra, es porque al HaSatán se le ha concedido un espectro más amplio para sembrar caos [Torah Kabalística, pág 76].

Con esta idea en mente, si hacemos una lectura cuidadosa del libro de Yov (Job), quedará claramente ilustrado esto que estamos considerando (Job 1:6-22).

Respecto de Yov el libro de El Zohar registra:

«…R. Judá respondió:
_ ¡Efectivamente, hablas verdad! Pero también está escrito que Satán dijo:
“Pero tiende tu mano y toca su hueso y su carne”, y que el Santo Mismo dijo a Satán:
“Y tú me persuades contra él”.
Lo que prueba que se dio a los poderes del “otro lado” permiso para que pudiesen levantarse contra el hombre por causa de los actos que efectuó en este mundo (…)
R. Eleazar discurrió entonces sobre el versículo:
_ Y hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a estar ante el Señor y entre ellos vino también Satán.
_ Este “día” —dijo— era Día de Año Nuevo, en el cual el Santo juzga al mundo.
“Los hijos de Dios” son los seres superiores designados para vigilar las acciones de la humanidad (…)
Así se le dio a Satán permiso de perseguir a Yob y mostrar que sus motivos no eran realmente puros. Pues tan pronto como se lo sometió a prueba abandonó el camino recto y no permaneció firme:
“El no pecó con sus labios” pero pecó en su mente, y después también con su lenguaje. Pero no fue tan lejos como para ligarse al “otro lado”, como Satán había dicho. Y como Yob no se apegó al “otro lado”, “el Señor bendijo el postrer estado de Yob más que al primero»

[Zohar Bo].

Evidentemente, para poder actuar, HaSatán requiere el permiso de lo Alto. Un pasaje que nos ayuda a clarificar esto es el que leemos en los escritos apostólicos con Mashiaj Yeshúa expresándole a uno de sus talmidim lo siguiente:

“…Shimón, Shimón, he aquí ha Satán busca con diligencia cómo zarandearte como a trigo; pero ya rogué por ti, que tu emunah no sea destruida. Y tú, a su tiempo, harás teshuváh y traerás gran consolación a tus hermanos»,
(Lucas 22:31-32. – Código Real del NT)

Si Faraón hubiera aceptado la evidencia del poder de Yahvéh dada en la primera plaga, se hubiera ahorrado todos los juicios que siguieron. Pero su marcada tozudez pedía aún mayores demostraciones del poder divino, y las plagas cayeron una tras otra hasta que finalmente fue llamado a mirar el rostro sin vida de su propio primogénito y de los primogénitos de su connacionales, mientras que los hijos de Israel, a quienes él tenía como esclavos, no sufrieron daño de las plagas, ni fueron tocados por el ángel destructor.

Faraón endureció su corazón y después Yahvéh lo endureció más. Dios puede hacer lo mismo hoy. En nuestra rebelión, podemos alcanzar el lugar donde Dios nos fortalecerá en nuestro deseo malvado:

«Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones … Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.»
(Romanos 1:24, 28).

A lo largo de mis años ministeriales, he visto a muchas personas volverse a Dios en un tiempo de calamidad, y cuando las cosas se ponen mejor, ellos casi inmediatamente cambian su corazón de nuevo endureciéndolo hacia Dios. Evidentemente, Faraón no fue un ejemplo inusual de la humanidad; él es la codificación escritural que describe la mayoría de los seres humanos, modernos o antiguos.

La tendencia es siempre la misma. Al continuar en pecado e ir rechazando simultáneamente las oportunidades del Eterno para nosotros, para que nos arrepintamos y volvamos a Él, el endurecimiento continua. Esto se ve comúnmente en todo lugar del mundo. Un varón no comienza apostando su paga semanal en el casino de la ciudad; se iniciará al aceptar una apuesta amistosa entre sus amigos, mientras observan un partido de fútbol; y su corazón empezará a endurecerse. Un varón no empieza con una perversión vergonzosa; comienza con unas pocas revistas, un par de vídeos rápidos por Internet, y su corazón se endurecerá poco a poco, hasta ya no regresar. Una mujer no empieza adicta al alcohol; comienza a beber dentro de los círculos sociales, y su corazón se endurecerá hasta la condenación.

Yahvéh le dio muchas oportunidades al Faraón para arrepentirse de su pecado, tanto como hoy lo está haciendo con la humanidad rebelde:

“El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9 )

“… el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.”
 (1 Timoteo 2:4 )

El mensaje aquí es que tú no debes endurecer tu corazón ante el llamado del Eterno. Humíllate y pídele un corazón blando. Es peligroso cuando el corazón de alguien se cierra o endurece. Que el Santo y Bendito nos libere de eso.