Shemot

El Poderoso Bastón de Moisés

Por P.A. David Nesher

Lech el-Par’oh baboker hineh yotse hamaymah venitsavta likrato al-sfat haYe’or vehamateh asher-nehepach lenachash tikach beyadecha.

«Por la mañana preséntate ante Paró, él saldrá hacia el río [Nilo] y tú ponte delante de él junto a la orilla del río.»

(Shemot/Éxodo 7:15)

Presumir, dice el diccionario de la RAE (Real Academia Española) que significa vanagloriarse, tenerse en alto concepto. Y justamente Paróh (Faraón) presumía de deidad, y como tal aparentaba no tener necesidades fisiológicas. A tal punto llegaba su presunción (y la de cada faraón egipcio) que a la madrugada, mientras el pueblo aún dormía, él iba al río a hacer sus necesidades. Sí, tal como lo han leído… ¡madrugaba para defecar! De ese modo, el rey preservaba su “imagen divina”, y mantenía la admiración de las masas que lo valoraban como la encarnación del dios Horus (hijo de Osiris e Isis) sobre la Tierra. 

Así es. Faraón (y cada uno de los soberanos egipcios a lo largo de la historia, aseguraba que se había creado a sí mismo, y que luego había creado el río Nilo. Por eso él, al ser él un “dios”, no requería satisfacer necesidad alguna, sino solamente sumergirse en el Nilo en la madrugada, para permitir que el Sol (Ra) tuviera libre su camino para amanecer y brindar sus luz cada día. ¡Imagínense… con una mentira de tal magnitud vibrando en la cabeza ancestralmente, no había forma de que un corazón humano sea sensible al amor perfecto del Eterno!

Los Midrashim siguen relatando que Moshé cuestionó a faraón diciéndole que resultaba extraño que un dios defecara igual que un simple humano:

«… – ¿Quién ha dicho que soy divino? –Preguntó faraón-.
Moshé responde con pregunta: ¿No le dices eso a los egipcios?
–¿Y quiénes son los egipcios? –Replicó faraón-. ¡Esos tontos no son seres humanos, sino asnos! ¡Qué importa lo que yo les diga a ellos!
…»

[Midrash, Pág 54]

En contraste con esta cosmovisión humana presuntuosa, nos encontramos con Moshé, un hombre muy humilde. En él nunca hubo ningún deseo de mostrar que era el mejor; los motivos de su corazón estaban muy por encima de esas actitudes de los carnales.

En la bitácora de ayer vimos que a pesar de que la vara (et) de Aharón tenía más fuerza que las varas/dragones de los magos egipcios y las devoró, no hubo cambio de actitud ni en los magos, ni en el Faraón. Moshé no ganó la batalla mostrando que su poder era superior al otro, ya que el corazón del faraón estaba endurecido. Este relato contiene la Intención divina de revelarnos un secreto importantísimo para ejercer con plenitud el liderazgo profético. Lo acontecido en esta historia es muy común en las discusiones; el que ha ganado la discusión ganó con su argumento, pero no ganó el corazón de su oponente, lo cual es lo más esencial.

No necesariamente se considera como ganador de una discusión a aquella persona que ofreció los argumentos más fuertes. Es posible que, en efecto, gane la discusión en sí, pero no ante el Eterno; el enfrentamiento de poderes entre Moshé y los magos de Egipto es un ejemplo de ello.

Por ello, es mejor perder una discusión que perder un corazón. Es mejor perder un argumento pero ganar el corazón y la apreciación del oponente cuando ve que no estás interesado en apoderarte de él ni tomar control sobre su mente ni jactarte y elevarte por encima de tu prójimo. Que el Eterno nos ayude a ser humildes en todo para no buscar nuestra propia exaltación en ninguna área de nuestra vida. “…Bienaventurados los humildes porque ellos heredarán la tierra…”, dijo un sabio de la Torah (Yeshúa Melej HaMashiaj – Mateo 5:5).

Ante estas consideraciones, logramos una mejor comprensión de por qué el Eterno hizo que Moshé pareciera «como Dios» al faraón (7:1), es decir, una persona poderosa que merecía ser escuchada. Al Paróh se lo consideraba un dios, así que Moshé estaría a su mismo nivel. Sin embargo, el hecho de que el Paróh se negara a ceder ante las demandas de Moshé demuestra que no estaba dispuesto a considerarse inferior en autoridad a nadie.

Entonces, el Eterno que mira lo que hay en los corazones de los hombres, sabiendo que el corazón de Paróh es pesado por naturaleza, pero que además se ha tornado más pesado y que permanece obstinado sin conmoverse ante lo que ven sus ojos, ordena a Moshé:

» y tú ponte delante de él junto a la orilla del río ,…»


El sabio intérprete Abarbanel dice que esto «quiere decir: «preséntate ante él de forma que no pueda escurrirse de ante ti, por acá o por allá …».

Por otra parte, Ibn Hezra sugiere que Paróh (además de hacer sus necesidades fisiológicas) aprovechaba para constatar en cuántas gradas había crecido el río Nilo. Cabe recalcar que la primera de las plagas consistirá en transformar el agua del Nilo en sangre, por lo que la idea parecería ser presionar a Paróh en su vulnerabilidad, ya que su economía era agrícola y, por ende, su país dependía exclusivamente de la calidad de las aguas del Nilo.

Moshé primeramente habría de tomar la misma vara que se había convertido en serpiente/cocodrilo, en sus manos, y luego se la habría de entregar a Aharón, para que viera Paróh que desde el mismo instante en que Aharón golpeara el río, éste se convertida en sangre. Así demostrarían a los testigos presenciales que hubiere allí, que es Yahvéh el que cambia la naturaleza, y maneja soberanamente todas las leyes físicas.

Así es como el Eterno habilitará la vara (et) que le otorgó a Moshé en Sinaí, como representante simbólica de su esencia redentora, con la siguiente orden:

«… he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano…  Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto…»
(vv. 17, 19)

El sabio exegeta Ibn Hezra explicando estos versículos (pasukim) dice:

«De acuerdo con mi opinión, el sentido literal del versículo dice que Aharón extendió su mano y golpeó el río Nilo y tendió su mano hacia todos los puntos cardinales de la tierra de Egipto para trocar el agua en todo el país. »

En realidad, de acuerdo con el versículo 17, era Moshé quien había advertido a Paróh que él mismo golpearía las aguas del río, para trocarlas en sangre. Mientras que en el versículo 19 se le atribuye este acto a Aharón. Esto lleva a Rashí a decir:

«Ya que el río había protegido a Moshé cuando éste había sido arrojado al mismo y, por ende, le había salvado la vida, no será el mismo Moshé el que castigará a la fuente de su salvación. «

Entonces el sabio Rashbam, conciliando las dos opiniones, dice que Aharón golpeaba con su vara como emisario del mismo Moshé.

Es importante recordar aquí, que el río Nilo también era considerado un dios y por esto fue juzgado por el Dios de los hebreos. Yahvéh dice que Él golpeará las aguas del río, no Moshé. Es decir, que la vara de Moshé estaba también en la mano del Eterno. Vemos que hubo una colaboración íntima entre lo que estaba haciendo Moshé y lo que estaba haciendo el Eterno. El Eterno estaba golpeando las aguas del río por medio de su shalíaj, emisario, Moshé.

Por último, resulta muy interesante considerar lo que el Midrash cuenta acerca de la vara o bastón de Moshé. Parece ser que las plagas con las que el Eterno golpearía a Egipto estaban grabadas en el bastón de Moshé en forma de acróstico en tres palabras: Datzaj, Adash y Beajav.

Y este es su significado:

  • DaTzaJ: (dam=sangre, tzefardea=rana y jinim=piojos).
  • AdaSh: (arov=mezcla de animales, déber=epidemia, y shejin=llagas).
  • BeAJaV: (barad=granizo, arvé=langosta, jóshej=oscuridad, vejorot=primogénitos).

Con ese poderoso instrumento, Moshé traería a Egipto la ira de Yahvéh Elokim.

Ahora, lo que queda es considerar el relato de las plagas con las cuales el Eterno Eloah arrasará a aquel Mitzrayim opresor. Cada una de ellas correspondería al castigo que los benei Israel sufrieron de parte de sus esclavizadores.

La Vara (Et) de Aarón y Su Poder contra el Caos.

Por P.A. David Nesher

Ki yedaber alechem Par’oh lemor tnu lachem mofet ve’amarta el-Aharon kach et-matcha vehashlech lifney Far’oh yehi letanin.

Vayavo Moshe ve’Aharon el-Par’oh vaya’asu chen ka’asher tsiva Adonay vayashlech Aharon et-matehu lifney Far’oh velifney avadav vayehi letanin.

Vayashlichu ish matehu vayihyu letaninim vayivla mateh-Aharon et-matotam


(Shemot 7: 9-12)
“Cuando Paró les diga: ‘Hagan alguna señal milagrosa, entonces le dirás a Aharón: ‘Toma tu bastón y arrójalo ante Paró’, y se convertirá en serpiente.
Moshé y Aharón se presentaron ante Paróh e hicieron como YHVH había ordenado. Aharón arrojó su bastón ante Paró y ante sus sirvientes, y se convirtió en una serpiente…
Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos.

(Éxodo 7:9-10; 12)

Moshé tenía ochenta años y Aharón ochenta y tres cuando partieron a cumplir su misión. Sabiendo que Paróh se impresionaría con un acto mágico, Aharón arrojó un bastón al suelo, que se convirtió en una serpiente.

Tras ser convertida la “et” (vara) de Aharón en serpiente, ¿cuál es la respuesta del rey egipcio? El Midrash cuenta el detalle de que el Faraón no se sorprendió del milagro, pero sí se mofó diciendo: ¡”…Bien hecho! Egipto está lleno de hechiceros. En este momento llama a sus jóvenes quienes también convierten bastones en serpientes…!”.

Se vio a la vara de Aharón convertirse en una culebra, pero una palabra hebrea diferente es usada aquí, ella es: תנין («Tanin«). El problema es que esta palabra se ha traducido como serpiente sólo en este capítulo, ya que en el resto del TaNaK se traduce como «cocodrilo» o «dragón» (así es la opinión de especialistas como Ibn Hezra, Abarbanel y los comentarios de Iahel Or y Karne Or). Después de todo el cocodrilo, era el símbolo de Egipto en sí mismo (Salmos 74:13).

Así mismo, Yehezkel (Ezequiel), el profeta, denomina a Paróh «el monstruo grande el que yace en medio de sus arroyos» (Ezequiel 29:3); en hebreo התנים הגול «Hatanim hagadol«. Por ende, la vara de Aharón se transformó, pues, en un cocodrilo.

Nos detendremos a meditar en el hecho de que en la Torah, la serpiente es el símbolo del caos (recordemos a la primera pareja en el Edén). Al respecto el Targum Yom señala: «…Para que así todos los habitantes de la tierra escuchen el grito de rabia de Egipto cuando se desplome; así como todas las criaturas oyeron el silbido de la serpiente (en el paraíso) cuando ésta fue expulsada…».

La palabra תנין («Tanin«) incluye un significado satánico, y por este motivo los traductores cristianos utilizaron en sus paradigmas dogmáticos la palabra «serpiente». Pero en verdad en esta ecena se esconde un interesante mensaje del Mundo de Arriba: ¡No hay Dios como YHVH!

Justamente el motivo de esta señal se fundaba en el hecho de que los egipcios adoraron al cocodrilo, que ocupó un lugar importante en la adoración y religión de Mitzrayim (Egipto).

La deidad del mal era Sebak y tenía una cabeza de cocodrilo. Es dios, tenía un representante en los cielos inferiores cuyo nombre era Apepi (tambien llamado Apep o Apofis), el gran enemigo de los dioses solares, que personificaba el caos, aparecía siempre bajo la forma de un cocodrilo gigante o «dragón«. Por esto, Apepi era visto como una serpiente gigante con títulos como «Serpiente del Nilo» y «Lagarto Malvado de las Tinieblas«.

Los sacerdotes y magos egipcios se dedicaban a los rituales mágicos que se celebraban en el templo de Amón-Ra, en la ciudad de Tebas. Estos ritos perseguían realizar conjuros estratégicos que trazaran una raya a Apepi y Sebak, impidiéndoles así que acabarán con la influencia beneficiosa de Ra y todo su séquito de divinidades solares que los egipcios invocaban para ser bendecidos con prosperidad plena.

Apepi vivía en la región más baja de los cielos. Desde esa posición, procuraba cada día evitar la salida de Ra, el dios del sol. Para logar este cometido, provocaba los relámpagos, truenos, tempestades, tormentas, huracanes, lluvias y trataba de obscurecer la luz del sol llenando el cielo de nubes, bruma, niebla y obscuridad.

Se creía que la victoria de Ra cada noche era asegurada por conjuros de los sacerdotes y los rezos de los creyentes egipcios en los templos. Los egipcios practicaban varios rituales y supersticiones que creían que alejarían a Apep y ayudarían a Ra a continuar su viaje por el cielo. Generalmente, los sacerdotes al pronunciar sus palabras mágicas, movían sus bastones en el aire con el fin de trazar los límites a esta divinidad del inframundo.

El ritual egipcio, que constituía un intento de destruir a Apepi, era prominente en en todo aquel imperio, y por eso fue el primer objetivo contra el cual Yahvéh asestó un golpe.

La pregunta que el Eterno hacía a Mitzrayim era: ¿Cómo haría el Faraón y su supuesta naturaleza divina para detener el obrar de Aquel que es el Padre de todos los espíritus?

El “et” (vara de madera seca), es la respuesta frente al caos. En general, en los ambientes dogmáticos, se tiene la idea que la serpiente de Aharón engulló las serpientes de los brujos egipcios, esto va más allá de dicha percepción porque el pasuk no dice que la serpiente de Aharón devoró las otras serpientes sino que; “el bastón (madero) de Aharón se tragó a los otros maderos”. El caos no puede dominar al caos, (o sea, serpiente versus serpiente), pero el “et” sí puede destruirlo, según apreciamos en los pasukim:

“…Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos…”,
[Exo 7:12 _ Torat Emet].

Es común que una serpiente se coma a otra. Luego pues, esto no es una señal auténtica de lo Alto. Aquí está el poder infinito de Dios: después de regresarse las varas a su estado normal, y creyendo los encantadores egipcios haber igualado el poder del Omnipotente, para su sorpresa vieron cómo la madera (bastón) de Aharón deglutió los palos de ellos. Esto es lo que aterrorizó a los egipcios y la Torah da fe de este hecho. Esto revela la superioridad del poder del Eterno sobre el poder mágico que viene de los demonios que aquellos magos invocaban.

Enseñan los intérpretes de códigos hebreos que el “et” (madero), es un elemento muy modesto cuya naturaleza es la de “compartir” (la madera nos es útil para nuestra vida cotidiana), y solo algo con un propósito de “compartir” puede tragarse la negatividad de lo egoico.

El Zohar ve también en el bastón de Aharón un antecedente de la resurrección de los muertos en la Era Mesiánica, pues si una simple y seca madera puede transformarse en una criatura viviente como una serpiente, ¡cuánto más una criatura humana, que consiste de un cuerpo y un alma, será nuevamente llamada a vivir!

La Torah no menciona los nombres de los hechiceros de la Corte faraónica, sin embargo, los Midrashim señalan que Janes (Yujani) y Jambres (Jmamré), eran los nombres de los brujos que pretendían ridiculizar a Moshé, pero que vez tras vez fueron vencidos.

Siguen explicando los sabios que estos brujos eran hijos de Bilam, los cuales al final de las plagas llegarían a unirse a los israelitas. Ellos formarían parte de los “Erev rav” (multitudes mixtas) que irían marchando tras los israelitas.

Una de las cartas evangélicas, basándose en la tradición judía cita a los brujos de Egipto:

“…Y de la manera que Yanés y Yambrés resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe…”
(2 Timoteo 3:8, Código Real del NT)

Según todo esto el Faraón debería haber compredndio, cuando la vara de Aharón devoró las demás, que se estaba indicando la subyugación de Mitzrayim (Egipto) y la ejecución de juicios «contra todos los dioses de ese sistema de cosas». Pero, deseando cerrar sus ojos ante dicha evidenciay considerando a Moshé y Aharón como simples magos amateurs cuyo poder era igualado por los suyos, el Faraón prefirió endurecer su corazón convirtiéndose así en un imán de todas las fuerzas del rigor celestial que anhelan ejecutar los juicios divinos sobre los hombres.

El Eterno revelaría que Su Nombre era el único soberano sobre todo otro nombre que se invocare en la Tierra.

Genealogía, Linaje y Propósito…

Por P.A. David Nesher

«Éstos son los jefes de las familias de sus padres … «

(Shemot/Éxodo 6: 14)

¡De repente una genealogía interrumpe la continuidad del relato histórico!… ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué significa esto en el Propósito eterno de Dios?

Todos los exégetas de la Torah recalcan su extrañeza ante la interrupción del relato cronológico de la Torah para intercalar la genealogía de Moshé y de Aharón.

Las razones aparentes que los exégetas hallan como respuesta a esta «interrupción» están basadas, generalmente, en los midrashim.

Entre tantos comentarios, encontré y elegí aquí la opinión de Rashbam (acrónimo hebreo para: RAbi SHamuel Ben Meir ), basada en lo que él mismo denomina el פשת («Peshat» o «interpretación literal» del texto bíblico):

«De acuerdo con el Peshat, ya he explicado en el libro de Bereshit (Génesis) que la Torah procedió a enumerar los años de la vida de las personas que existieron desde Noah hasta Abraham y después de Abraham enumera los años de Itzjak y después los de Yaakov y después los de Leví, su hijos y después los años de Kehat y después los de Hamram, sucediéndoles los años de Moshé, de Yehoshúah, de los Jueces, de los Reyes, de los setenta años del exilio babilónico y también los años del Segundo Templo de Yerushalaim, en Daniel

De este exegeta que las genealogías eran utilizadas para establecer credenciales y autoridad, al igual que para trazar la línea histórica del linaje de una familia. Por lo tanto, se infiere que la finalidad de este relato genealógico es elevar a Moshé y a Aharón al rango de importancia de los Patriarcas de Israel, como hombres de gran influencia profética que hicieron la historia del Pueblo Escogido en la época bíblica.

Es decir que el escritor (Moshé) introduce, inspirado por Dios, esta información con el fin de dejar claramente establecida la situación final antes de encarar el paso siguiente. Es decir que el Eterno quiere mostrar por medio de este pasaje quiénes son las personas a las que Él les ha asignado esta tarea de redención. Yahvéh quiere asegurar en la mente y corazón de cada israelita el linaje levítico de Moshé y Aharón, crucial para establecer la legitimidad de esta misión celestial.

Por otra parte, tengamos también en cuenta que, a pesar de la esclavitud que había situado a los hijos de Israel en el último peldaño de la escala social, los hebreos mantuvieron plena conciencia de su estirpe. Todos ellos eran descendientes de los Patriarcas, y seguían respetando sus cabezas de familia. En su angustia moral y social, su ascendencia familiar representaba su mayor bien, que preservaban con celo.

Además, la elección divina de Moshé y Aharón, hijos de la tribu de Leví, para esta misión libertadora, no será más que el preludio de la elección definitiva que se hará de la tribu de Leví para dedicarse exclusivamente al servicio de Yahvéh, primero en el Mishkán (Tabernáculo) que se construirá en el desierto, después de la salida de Egipto. Luego en los Santuarios de Israel y en los dos Templos de Yerushalaim.

En otro orden de cosas, en un comentario introductorio al Seder HaHavodah de Yom Kippur, esta idea queda plasmada en las palabras siguientes:

«De su estirpe (de Itzjak) elegiste a Yaakov, hombre íntegro, sellado por Tu Pacto.
Doce tribus a él diste por posteridad, amados por Ti, ¡oh, Dios! desde su nacimiento.
De entre las tribus elegiste a Leví para servirte; de entre todos sus hermanos. le concediste la corona del sacerdocio. Hamram fue elegido de la estirpe de Leví, y a Alzaron, su descendiente, consagraste para Tu culto»

( Majzor para Yom Kippur a la usanza de los judíos sefaraditas.
Versión castellana de Marcos Edery. Edición 1969.)

Así notamos que esta porción es importante debido a que el sacerdocio que eventualmente vendría por parte de la familia de Aharón pasaría a sus descendientes. Por lo tanto era primordial el saber exactamente quienes eran sus descendientes.

¿Qué nos enseña este registro?

Hay personas que se sienten pequeñas por no tener un título académico. Otros se sienten demasiado importantes, dado su extenso currículum. Pero la Torah no presenta a Sus emisarios conforme a títulos, sino de acuerdo a su linaje.

¿Queremos saber cómo es una persona? Miremos su familia o preguntemos cómo es su familia. El que la Torah haga énfasis en la ascendencia de Moshé y Aharón significa que nadie logra realizar el trabajo espiritual solo o en el vacío, Moshé y Aharón estaban sostenido sobre los hombros de sus antepasados.

Shalom!


Bitácora Relacionada:

Los Pasos de la Redención Mesiánica.

Por P.A. David Nesher

Lachen emor livney-Yisra’el ani Adonay vehotzetí etchem mitachat sivlot Mitsrayim vehitzaltí etchem me’avodatam vega’altí etchem bizroa netuyah uvishfatim gedolim.

Velakajti etchem li le’am vehayiti lachem le’Elohim vidatem ki ani Adonay Eloheychem hamotsi etchem mitachat sivlot Mitsrayim.

«Por tanto, dirás a los hijos de Israel:
Yo soy YHVH; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy YHVH vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo YHVH. » 

(Shemot/Éxodo 6: 6-7)

Yahvéh finalizará exclamando: “Vehevetí” (» Y os meteré», también traducido como “Y los llevaré” (6:8).

En este texto encontramos siete promesas:

  1. os sacaré – [primera copa llamada kidush, “santificación”]
  2. os libraré – [segunda copa llamada “juicio”]
  3. os redimiré – [tercera copa llamada “redención” o “bendición”]
  4. os tomaré – [cuarta copa llamada “alabanza”]
  5. yo seré vuestro Dios.
  6. os traeré.
  7. os la daré.


El teólogo experto en hebreo bíblico Kaiser explica que “cada uno de estos verbos hebreos, las cuales están en tiempo pasado (ejemplo, pasado perfecto), en lugar del tiempo futuro, tan cierto estaba Dios en su cumplimiento que fueron vistos como si ya se hubieran cumplido.

Ahora bien, para un mejor entendimiento de nuestra emunáh (Fe) necesitamos concentrarnos en los pasos celestiales que el Eterno realiza siempre para redimir a Su Pueblo.

Como notarán en el listado de las promesas, los sabios intérpretes, basándose en las cuatro primeras expresiones de la Torah, fijaron la piadosa costumbre de beber cuatro copas de vino en la noche de Pésaj. Estas cuatro copas que marcan el esquema del Seder (Orden) de la Cena Pascual, estaban vigentes en los días del Señor Yeshúa, y aún persiste la costumbre hasta el día de hoy.

Aquí les comparto un texto de la tradición oral sobre el establecimiento de ellas:

«…El precepto de las cuatro copas de vino, que se beben en el Seder, es una ordenanza que la Torah no exigía originalmente. La acción principal del evento está solo en comer. La bebida no se prescribe. La cena de Pésaj no es un hecho mundano, sino una comida de mitzváh (mandamiento), por lo que la Torah nos exige que comamos ciertas comidas en particular, como son el sacrificio de Pésaj, la matzáh (pan sin levadura), el maror (hierbas amargas), para cumplir con el Alto Precepto (…)
Pero en la mesa también se debe beber, si bien la bebida es secundaria con respecto a la comida. Y así como la Torah estableció que se debía realizar una comida de mitzváh, los sabios en la época del exilio babilónico fueron un poco más allá y decretaron que también debería haber una «bebida de mitzváh», entonces establecieron las cuatro copas de vino. Pero ese acto de beber tampoco debería ser como el de todos los demás días…»

Detengámonos un instante a analizar estas cuatro expresiones, que son de gran profundidad. Ya dijimos muchas veces que los israelitas fueron sometidos de tres maneras:

  • 1) Al ser extranjeros,
  • 2) Al ser esclavos,
  • 3) Al ser torturados, donde cada aflicción es peor que la anterior.

Por eso, una vez que Yahvéh llegó para redimir a Israel, en primer lugar los libró de las torturas de los egipcios, luego los salvó de la servidumbre y el dominio, y finalmente, los redimió, poniendo término a su calidad de extranjeros. Pero si bien todos esos actos pusieron fin a la relación negativa con Egipto, no causaron en si nada positivo, hasta qué… “os tomaré como pueblo Mío”. Así Israel se convierte en la nación de Yahvéh.

El libro Bené Isajar (s. XVIII) explica que las cuatro copas representan los cuatro méritos que Israel tuvo en Egipto:

  • ellos no cambiaron sus nombres hebreos;
  • ellos conservaron su propia lengua;
  • ellos fueron cuidadosos en no tener relaciones ilícitas;
  • y no había delatores entre ellos.

El libro Méshej Jojmá (f. 1926) agrega que esto indica cuán importantes son estas medidas de autoprotección, porque a pesar de que Israel fue derrotado por todas las otras impurezas de Egipto, el hecho de que ellos fueron cuidadosos en estas cuatro áreas les hizo ganar el título de ser «distinguidos» en las esferas celestiales y por este mérito fueron redimidos.

Así mismo, Rabí Itzjak Abarbanel (s. XIV) nota que las cuatro copas representan las cuatro diferentes redenciones que Israel ha experimentado. La primera fue cuando Elokim eligió a Avraham y a sus descendientes, de quienes Él sembró la semilla de la nación de Israel. La segunda fue la liberación de Egipto. La tercera redención es el hecho de que Dios ha mantenido a Su Pueblo a través de prolongados exilios, liberándonos de los enemigos que quisieron destruirnos. La cuarta copa es la redención final que nos espera en el futuro.

Así pues, y explicado con otras palabras, las cuatro expresiones de redención son oráculos escatológicos expresado por la boca del Eterno, y se corresponden también a las cuatro redenciones del pueblo de Israel. La primera de ellas, del exilio egipcio, y las otras, del resto de las diásporas, a saber, del exilio babilonio, del exilio greco sirio, y del exilio causado por los romanos, siendo este último nuestro actual exilio. En este contexto, la cuarta expresión, “los tomaré”, alude a la Redención de la presente situación diaspórica que será efectuada por las manos del Mashiaj.

De lo antedicho se entiende, que la quinta expresión que señala el texto bíblico, “los llevaré”, refiere a un grado más de elevación espiritual una vez forjada la Redención futura, pues de modo general, la Era Mesiánica se divide en dos grandes épocas: “Yemot HaMashíaj” (los días del Mashíaj), y “Jad jaruv” (un milenio de desolación).

Según Sanedrín 97ª, el vocablo “desolación”, no significa destrucción. La Guemaráh explica que el séptimo milenio es análogo al séptimo día de la semana (el Shabat), en el que se prohíbe trabajar, y al Año Sabático (Shemitáh), en el que los trabajos de la tierra están prohibidos. “Jad jaruv” es interpretado como una época “desolada” de la normativa que rige la vida de hoy en día, es decir, se trata de un estado superior en la Era Mesiánica misma.

Aquí les comparto la enseñanza que di en la Mesa de Comunión de esta parashá… Espero que te atrevas a escucharlo y meditarlo:

Nombres con Justicia y Redención

Por P.A. David Nesher

Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.”

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

Quisiera continuar con la decodificación del Nombre YHVH que comencé en la bitácora anterior.

Habíamos visto como, ante la queja de Moshé (Moisés), Dios promete resolver la situación obligando al Paróh (Faraón) con mano fuerte, es decir, obrando prodigios que han de pesar duramente sobre el faraón. La negativa del soberano egipcio ha servido para que la ira omnipotente del Eterno se manifieste.

Así hemos considerado en el estudio anterior como el Eterno se manifiesta solemnemente como que es el mismo Dios de los patriarcas (v.2), pero con la expresa distinción de que éstos no lo conocieron con el Nombre de YHVH (Yahvéh) sino como El Shadday. Los patriarcas fueron privilegiados de conocer al Dios que hizo el pacto, pero para ellos el pacto apenas si fue cumplido. Los patriarcas conocían a Dios como el Hacedor del Pacto. Moisés y la generación del Éxodo conocerían a Dios como el Único que cumpliría el Pacto a través de Su brazo libertador.

Ahora bien, a lo ya expresado en dicha bitácora podemos agregar dos significaciones más de ese Nombre.

Para ello, conviene saber que los dos nombres divinos más usados en las Escrituras son Elokim y YHVH. El nombre Elokim (traducido al español como “Dios”) aparece unas 2.500 veces en el Tanak (Antiguo Testamento) y YHVH aparece casi 7.000 veces.

Aunque YHVH sea el nombre esencial y personal del Eterno y Elokim un nombre genérico, los intérpretes de las Escrituras hebreas ven en estos dos nombres una tendencia de diferentes emanaciones del Infinito (EinSof) que al mismo tiempo son opuestos y complementarios. El Nombre YHVH está relacionado con las misericordias del Infinito. En cambio, el nombre Elokim está relacionado con su justicia. Así que, normalmente cuando aparece escrito el nombre Elokim, traducido como Dios, está relacionado con un acto de justicia. Así mismo cuando aparece el nombre YHVH, está relacionado con un acto divino de misericordia. Es decir, que YHVH revela que Dios tiene siempre el deseo de intervenir en la historia de sus hijos por medio de sus misericordias, con el fin de erradicar decreto de juicios (din) de exilio que se decreten sobre Israel, Su Pueblo.

De esta manera llegamos a la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.

Entonces es muy importante para nuestra fe entender el hecho de que lo primero que Moshé recibió, en la magnífica revelación de la zarza ardiendo, es el interés del Eterno de actuar con compasión y misericordia a favor de Israel:

“ Y Yahvéh dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos… Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.”
(Éxodo 3:7, 9)

Esta manifestación de la misericordia (hbr. .rajem) del Eterno no había sido conocida por Abraham, Yitzjak y Yaakov.

Además, encontramos en este Nombre de cuatro letras (Yud Hei Vav Hei) otro aspecto que está relacionado con los dos anteriores: la redención. Leamos con atención estos dos pasukim (versículos):

Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel… Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.
(Éxodo 3:8, 10).

Los hijos de Israel necesitaban una redención para poder salir de Egipto. Cuando una o varias personas han llegado a una situación de peligro, esclavitud, pobreza, enfermedad o algo semejante, y no tienen los medios para salir de allí, necesitan redención para poder ser liberados de esa situación.

Un redentor (hbr. goel) es una persona que tiene la capacidad para sacar a los que necesitan ser liberados de un exilio.

En este caso el Eterno se presenta como el Redentor para sacar a los hijos de Israel de Egipto (Mitzrayim), porque ellos no pueden hacerlo por sí mismos:

“En tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con tu poder los has guiado a tu santa morada.”
(Éxodo 15:13)

Así mismo, en el salterio quedará atestiguado del poder redentor de Su Nombre:

“Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Yaakov y de Yosef.”
(Salmo 77:15)

Entonces, nuestra mente se expande en el entendimiento al comprender que los patriarcas no tuvieron la experiencia con el Eterno como el gran Redentor. Ahora YHVH se manifiesta a los hijos de Israel como Su Redentor, para liberarlos de la esclavitud que el exilio provoca al alma escogida.

Hay una revelación maravillosa que necesitamos meditar e interpretar. Los hijos de Israel eran esclavos. Un esclavo no tiene el derecho de su propia vida, no es dueño de sí mismo. Otra persona es el dueño de él. Para nosotros es difícil entender esto porque no lo hemos vivido.

Ante lo hablado hasta aquí, hay un detalle importante a destacar. La Torah no revela en detalle cómo llegaron a ser esclavos. Pero el hecho de que eran esclavos implica que en algún momento perdieron la libertad. Algunos especulan que quizás se vendieron como esclavos por propia voluntad, otros aseguran que fueron obligados a ser esclavos por la fuerza. Lo cierto es que eran esclavos y como tales eran posesión del faraón. Esto implica que el Eterno no podía sacarlos de Egipto sin el permiso de su dueño. Por eso vemos que Moshé no ordenó al faraón dejar ir a los hijos de Israel para celebrar fiesta al Eterno, sino simplemente le pidió permiso, hasta rogando:

“Entonces ellos dijeron:
El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro. Déjanos ir, te rogamos, camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a YHVH nuestro Dios, no sea que venga sobre nosotros con pestilencia o con espada.”
(Éxodo 5:3)

Jurídicamente el Eterno no podía reclamar a los hijos de Israel porque estaban bajo la autoridad del faraón y eran su posesión. Si el Eterno los hubiera sacado sin el permiso del faraón, sería un ladrón y no respetaría el principio de autoridad que él mismo había establecido desde las esferas celestes. Esta será pues la razón por la que Moshé tenía que pedir permiso hasta siete veces para sacar a los hijos de Israel, (cf. 5:1; 7:16; 8:1, 20; 9:1; 10:3). En ninguna de estas ocasiones está escrito que YHVH ordenó al faraón que soltara al pueblo. El Eterno no puede cometer ningún acto de injusticia:

“Justo es YHVH en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.”
(Salmo 145:17)

Así mismo, debemos también considerar que el Eterno tenía, a la misma vez, toda la autoridad sobre el faraón. Fue Él quien le había puesto como rey en Egipto, (cf. Romanos 13:1-6), delegándole parte de su propia autoridad. Por lo tanto, Dios tiene el derecho de juzgar las acciones del faraón, y esa también fue parte de la misión de Moshé, que actuaba como Elokim (juez junto al Juez) en este caso sobre el rey de Egipto. Con esto, logramos entender que las plagas vinieron porque el rey de Egipto, junto con su pueblo, no habían respetado las leyes de autoridad espiritual del Eterno que son para todos los hombres de la tierra.

Entonces, debemos aquí afirmar que Moshé fue enviado con dos propósitos principales:

  • _ juzgar la autoridad que no estaba cumpliendo su función según la voluntad de Aquel que la puso en su lugar, y
  • _ redimir a los hijos de Israel de su esclavitud.

De esta manera se revelan los dos nombres Elokim y YHVH en esta obra. Elokim como el Juez justo que dicta y ejecuta sentencia sobre un gobierno autoritario y maligno; y YHVH como el misericordioso Redentor que saca a su pueblo de la esclavitud.

De la misma manera el Eterno se ha manifestado en su Hijo Yeshúa el Ungido, nuestro Redentor. Cuando él fue manifestado en carne al mundo vino con los dos propósitos, juzgar el príncipe de este sistema mundial y su pueblo, y sacar a los hijos de Israel de la esclavitud del pecado y de la muerte.

En Yeshúa es revelada la justicia de Elokim y la misericordia redentora de YHVH. La muerte del Mesías es la máxima revelación de la justicia de Elokim y la misericordia de YHVH.

En su muerte fue condenado el pecado y el príncipe de este mundo fue juzgado y echado fuera.

En su muerte fue manifestada la justicia de Dios que no puede perdonar al pecador y declararlo inocente sin pagar por las consecuencias del pecado.

En la muerte del Mesías es manifestada la misericordia de YHVH para que todo aquel que crea en ese sacrificio sustituto sea perdonado y redimido de la esclavitud del pecado y sus últimas consecuencias eternamente.

Ante todo lo dicho aquí, y meditando en nuestros corazones, podemos decir que cuando toda la ayuda humana ha fallado, y el alma afligida, exhausta y desesperada ha perdido la esperanza en el hombre, Dios se acerca, y dice: «YO SOY«.

Elevo plegaria a nuestro Abba para que vuelvas a leer estas dos partes de la primera aliyáh de Vaerá, una y otra vez, a lo largo de la semana, para que puedas palpar Su poder redentor en Yeshúa a favor de tu vida y familia.

Shavuá tov!

Bitácora Relacionada:

En mi Nombre YHVH No Me Di A Conocer

“En Mi nombre YHVH (יְהוָָ֔ה) no me di a conocer”

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

Moshé se encontraba desanimado por que él creía que el Eterno estaba corto en actuar y en ayudar. Su desánimo se debía a que él estaba muy impresionado por el Faraón y no tan impresionado por Dios.

La respuesta de Elokim muestra que Él quería que Moshé supiera que el Señor esta en control de todo.

«En Mi Nombre YHVH no me di a conocer»
(בְאֵֵ֣ל שַדֶָׁ֑י וּשְמִֵ֣י יְהוָָ֔ה לֵּ֥אֹ נוֹדִַ֖עְתִי לָהֶָֽם )

¿Qué clase de respuesta es ésta al planteo de Moshé?

Yahvéh intenta transmitirle a Moshé que el objetivo del exilio y la esclavitud en Mitzrayim (Egipto) es preparar al pueblo para una revelación superlativa a través de la entrega de la Torah, donde entonces les revelaría Su Nombre esencial, revelación que ni siquiera los patriarcas experimentaron. Y el sufrimiento que ahora estaban soportando los israelitas era a efectos de despertar su anhelo de liberación.

Esto no quiere decir que los patriarcas no sabían cuál era el nombre personal de Dios (YHVH es usada unas 160 veces en Génesis) .

Desde Génesis cap. 2 vers. 4 había sido conocido su Nombre YHVH y los patriarcas habían recibido la tradición oral desde Adam (cf. Génesis 4:1; 24:31).

Además encontramos que en Génesis cap. 4 vers. 26 los hombres empezaron a invocar el nombre de YHVH.

En el capítulo 15 vers. 2 de Génesis vemos que Avraham está mencionando el nombre YHVH en su oración. Luego está escrito que Avraham creyó a YHVH y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). En el capítulo 17 de Bereshit leemos:

“Cuando Avram tenía noventa y nueve años, YHWH se le apareció, y le dijo: Yo soy El Shadai; anda delante de mí, y sé perfecto.” 
(Génesis 17:1)

Todo este testimonio escritural nos deja bien en claro que los patriarcas conocían el Nombre de YHVH (cf. Génesis 26:21-25; 28:10-16). Entonces ¿Cómo vamos a entender esta expresión que el Eterno le da como respuesta a Moshé?

Consideremos lo que el intérprete Rashí dice:

“Aquí no está escrito “no les di a conocer”, sino “no ME di a conocer”. Yo no era conocido por ellos con mi cualidad de veracidad, por la cual mi Nombre es llamado YHVH, Fiel para hacer que mi palabra se verifique. Así pues, les había hecho una promesa, pero no la he cumplido.”

La Torah asigna una gran importancia a la definición de los diversos Nombres de Dios, como se deduce de este pasaje y de otros más. Estos nombres, en efecto, hacen conocer al Ser Supremo bajo diferentes atributos: unos lo califican como Creador, Amo de los Destinos, Señor de los Ejércitos, Ser Absoluto, y los otros lo designan en su calidad de Dios de Amor, Juez Supremo, Fuente de Bendiciones y de la Santidad, de la Providencia y de la Omnipotencia.

Según Rashí, el texto quiere decir que las manifestaciones Divinas a los Patriarcas, anunciándoles promesas en el futuro, estaban sostenidas en el Nombre del “Dios Shaday”; (por ejemplo, Génesis 18: 1; 28:3 y 35:11). Pero el nombre YHVH no les era nada conocido, es decir, demostrado en su realidad. Ese Nombre es atributo de verdad, Él cumple Su Palabra y expresa que tiene el poder de cumplimiento. Aunque ese poder no fue jamás manifestado a los atriarcas, ninguno de ellos había expresado la menor duda sobre Su Omnipotencia. Su fe en las promesas Divinas era total.

Tenemos que entender que la revelación de uno de los nombres del Eterno implica, no solamente el conocimiento de la pronunciación o escritura del nombre, sino la revelación de una acción por medio de la cual el Infinito se relaciona con el mundo. El Eterno se revela mediante sus diferentes nombres. Cada nombre revela una acción que está de acuerdo al significado del nombre. De esta manera hay que entender este versículo. Hay una acción implicada en la revelación del nombre YHVH y esa acción todavía no había sido revelada en su totalidad a los Patriarcas. Pero sí les fue revelada la acción que está implícita en el nombre El Shaday.

El nombre El Shaday puede entenderse principalmente de dos maneras, como el Dios Todopoderoso y el Dios Todosuficiente. Los Patriarcas habían conocido al Infinito con ese nombre, que corresponde a esa manera específica de actuar hacia ellos y el resto del mundo.

Habían conocido la mano protectora de El Shaday cuando pasaban por peligros. Habían conocido sus milagros sobrenaturales en la creación. Habían experimentado que El Shaday les había dado todo lo que necesitaban para estar satisfechos. Está escrito que Avraham murió satisfecho (Génesis 25:8). Pero el Eterno no se había dado a conocer a ellos como YHVH.

¿Qué carácter y acción están implícitos en ese Nombre?

Ya hemos citado a Rashí que destaca en ese nombre la fidelidad para cumplir sus promesas. Hasta cierto punto Avraham había conocido esa acción del Eterno, al recibir a Yitzjak como hijo de una manera milagrosa por medio de una promesa, como está escrito en :

“Entonces YHVH visitó a Saráh como había dicho, e hizo YHVH por Sará como había prometido.”
 (Génesis 21:1 )

Sin embargo, existían varias promesas que el Eterno no cumplió en la vida de los patriarcas, por ejemplo la promesa de tener una descendencia como las estrellas del cielo, el polvo de la tierra y la arena del mar; la promesa de recibir la tierra de Kenáan en posesión perpetua. Esas promesas no fueron cumplidas en la vida de los patriarcas. Además ellos estaban esperando que viniera una ciudad celestial a la tierra de Kenáan:

“Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios…
Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad…
Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.”
(Hebreos 11:9-10, 13-16, 39-40 )

Así que el Eterno no se dio a conocer a los patriarcas con el nombre de YHVH en el sentido de cumplir todas las promesas. Los patriarcas solamente tenían las promesas, no las cosas prometidas.

De esta manera podemos sacar la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.

Para nosotros, el Eterno quiere ser más que Dios Omnipotente (El Shaday). Él quiere que nosotros lo conozcamos personalmente, como al Dios que hace promesas y las cumple, en el cual podemos confiar para cualquier cosa.

La suprema necesidad en cada hora de dificultad y depresión es una visión de Dios. El verle a Él es el ver cualquier otra cosa en una proporción y perspectiva apropiada.

Los creyentes se debieran de preguntar a sí mismos si en realidad conocen a Dios por dichos nombres.

Bitácora Relacionada:

Nombres con Justicia y Redención

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás” (Parashá Vaerá)

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

(Texto Original Hebreo)

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

וָאֵרָָ֗א

Vaerá: significa «Y se apareció».

Después de haberle vaticinado Elohim al Profeta (Moshé) en atención a su protesta desesperada sobre lo que sucederá a Paróh (Faraón) una vez terminada la tarea de rescate, pasa a expresarle lo siguiente:

¡“YO SOY YHVH”!

Esto quiere significar que Yahvéh cumple lo que promete. Ésta expresión asegura al alma del escogido que el Eterno es fiel a Sus Pactos. De este modo, el Señor está actuando en la mente de Moshé para que comprenda la trascendencia e importancia de su misión.

Naturalmente, Moshé sin la guía de «HaKadosh Baruj Hu« (que se traduce: «El Santo Bendito Sea«), no podría llegar a ninguna parte. Al respecto hay un refrán que dice:

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás”.

También hay otro semejante:

“Si no sabes a dónde vas, no encontrarás un camino que te lleve ahí”.

Esto nos enseña que sin dirección y sin saber hacia dónde nos encaminamos, estamos perdidos. Pero Moshé tendría como timonel y conductor al Santo Bendito Sea, cuyo Nombre es YHVH, marchando junto a él, y al frente de los clanes hebreos. ¡La victoria estaba de su lado!

En «Vaerá», Moshé refiere al pueblo maravillosas promesas de liberación y de introducción a la tierra prometida. Mientras los israelitas están esclavizados, las diez plagas constituirán el comienzo de la saga del éxodo. El envío de éstas, no era necesariamente para convencer al Faraón, su finalidad principal era la de seducir y convencer al pueblo de Israel. Las plagas servirían para su propia rehabilitación espiritual.

Fue por intermedio de estas plagas que se quebrará la soberbia del Faraón y de los egipcios.

La sección Vaerá hace referencia a la mayoría de las catástrofes que arribaron a Egipto estando el rey en un bucle temporal que él mismo se buscó. [Bucle: patrón, ciclo o acción repetitiva].

Faraón y su pueblo, sufrirán el azote de grandes calamidades, una seguida de otra. Él pudo haber evitado las plagas si tan solo hubiese aprendido lo que debía aprender y hubiese dejado ir a los israelitas, pero aún después de cada plaga, el rey no reconocía la autoridad del Omnipotente y seguía sintiendo que ese era su dominio y por ello no dejaba en libertad a los esclavos hebreos.

La Torah, a través de esta parashá, nos enseñará que cuando la persona rehúsa tomar responsabilidad por sus acciones, indudablemente certifica que no es capaz de tomar control de ellas; y una vez que la persona reconoce que es incapaz de escoger entre el bien y el mal, afirma de manera equívoca que su verdadera voluntad es repetir la transgresión.

La actitud de Paróh/ Faraón pareciera entonces tonta, pero ¿acaso no vemos este mismo comportamiento hoy en día en nuestra persona o en los demás creyentes?

A semejanza de la actuación del rey egipcio, la realidad es que nuestras experiencias dificultosas también tienen un patrón recurrente, pero a ese patrón nosotros podemos llamarle “oportunidad”. Faraón tuvo sus oportunidades para seguir siendo próspero y forjar un gran país, pero las rechazó y ello lo condujo a la ruina.

Recordar el Éxodo de Egipto constituye un mandamiento (mitzvah) que debe cumplirse todos los días, pues si bien en la realidad física éste tuvo lugar una única vez en la historia, en sentido figurado, esto quiere decir que la persona debe “salir de Egipto” todos los días.

El “Egipto interior” (que cada hombre posee), es muy poderoso, por lo que igualmente se le tiene que azotar con “plagas”, esto es, mediante el servicio a Yahvéh. Es con el servicio sagrado que el gobierno del “Egipto espiritual”, puede ser vencido. Para abandonar al “Egipto impuro” y librarse de él, la persona debe introducir calidez y vitalidad en todo lo que se relaciona con la santidad. Por lo contrario, la frialdad de la santidad llevará, eventualmente, a que el individuo se involucre en la “impureza egipcia”.

Los sabios nos enseñan que la opresión física fue tan desgastante que provocó que los hijos de Israel se “bloquearan” espiritualmente. Como se explicó en capítulos anteriores, la conciencia del pueblo había descendido hasta el nivel 49 de negatividad. La “Puerta 50ª”, sería el nivel del cual no había más retorno. Por eso, aun después de que Moshé transmitiera a los Benei Israel (hijos de Israel) el mensaje de redención, ellos no creían a sus palabras.

Quien estaba destinado a ser guía de los escuadrones hebreos era Moshé, sin embargo, Aharón también formó parte del propósito redentor. ¿Por qué el Eterno solicita a dos misioneros y no solo a uno? En las Escrituras vemos que el Eterno emprende los proyectos de Su Obra en sociedad con dos agentes, tenemos los ejemplos de: Mordejai (nombre que inicia con מ “mem” inicial, o letra “M”), y su sobrina Esther (cuyo nombre comienza con alef, א); Menashé y Efrayim (también con “mem” y “alef”); Mashiaj y Eliyahu (con “mem” y “alef”). Como podemos advertir, la fórmula «Mem (מ) – Alef (א)», aparece reiteradamente. Son las primeras letras de cada nombre -y personaje- que ha sido llamado a participar en los planes de Yahvéh.

El extraordinario rescate de los hijos de Israel en Mitzraim/Egipto, es una señal o anuncio para la gran redención de nuestro pueblo Israel en los últimos tiempos, redención que será operada por Mashiaj. En el libro del profeta Zejaryah (Zacarías) leemos:

“…Les silbaré y los juntaré, porque los habré rescatado (…)
Los haré volver de la tierra de Egipto y de Ashur los juntaré…”,
[10:8, 10 _ Tanak Katz].

A fin de entender los códigos escondidos en esta parashá y en las seis primeras del rollo que componen el acrónimo SHoVaBBiM, explicaré algunos secretos que necesitamos manejar para sanar nuestras almas de toda toxicidad reptiliana.

En el plano espiritual nuestro cuerpo es llamado “Egipto” y nuestra alma es llamada “Pueblo de Israel” (Am Israel). Por ello, la postura de Egipto/Mitzraim será buscar continuamente el dominio sobre Israel; esto es, que el cuerpo intentará subyugar al alma constantemente.

Por otra parte, “Paróh” (Faraón), es un código para “Ego”. El ego es la valoración desmedida de uno mismo. El ego, es la conciencia de sí mismo, el orgullo, la presunción y el “yoísmo”.

Pharó/Faraón se creía un dios que se hizo a sí mismo y que no necesitaba nada de nadie y que nadie estaba sobre él. ¡Qué equivocado estaba!

Ya lo he ensañado en otra bitácora, pero necesito nuevamente recordárles que la palabra Mitzrayim (Egipto) proviene del término “metzarim”, que significa “límites”, y este a su vez viene de la raíz hebraica “mitzrá” que significa “comprimir” o “encerrar”. Esto aplica a los condicionamientos, frenos y restricciones de movimiento que existen en cada persona. Por esta razón, cada día, el individuo debe llevar a cabo un símil de «salir de Mitzraim/Egipto», superar y librarse de esas limitaciones a fin de brindar a su alma la libertad de expresarse de acuerdo a sus verdaderas aspiraciones.

Para que los hijos de Israel pudieran ser liberados, el Eterno debía, primeramente, rescatarlos de su esclavitud interna. Este es también un mensaje para nosotros en esta época porque si queremos verdaderamente ser hombres y mujeres libres debemos quitarnos los grilletes de la servidumbre de nuestra propia mentalidad y rechazar todo aquello que sea opresivo y egoísta.

Los sabios que manejan el nivel «Sod» de interpretación aseguran que jamás se debe pelear contra un enemigo con la misma oscuridad de la que él se sirve, porque no se combate a la oscuridad con oscuridad; dar luz al opositor, es mejor que guerrear contra la oscuridad que proviene de él. ¿Pero cómo lidiamos contra la oscuridad? La respuesta es bastante simple: ¡encendiendo una luz!

En estos criterios celestiales peregrinaremos con nuestra mente y corazón en cada una de las ascensiones (aliyáh) que este maravillosa sección de Vaerá nos otorgará en impartición a nuestras almas.

¡Dispongámonos a elevarnos a grandes cosas de nuestro Dios!

Moisés Montó al Asno del Mesías y Alistó su Vara Redentora.

Por P.A. David Nesher

Vayikaj Moshe et-ishto ve’et-banav vayarkivem al-hajamor vayashov artsah Mitsrayim vayikaj Moshe et-mateh ha’Elohim beyado.

«Moshé tomó a su mujer y a sus hijos, los montó sobre el asno y se volvió a la tierra de Egipto. Moshé tomó en su mano el bastón de Elokim.»

Shemot/Éxodo 4:20

El Eterno le encomendó a Moshé llevar su vara con todo lo que ésta implica, es decir, la vara que identifica al gobernante y al conductor de una nación. Así también la vara da una prueba tangible del valor y coraje que deberá tener Moshé al presentarse delante de Parhóh y realizar todos los portentos, en nombre de Yahvéh y no como una suerte de sortilegio.

El Eterno le da a Moshé la vara que le acompañaría en su misión para persuadir al rey egipcio. Leyendo comentario de libro El Zohar encontré esta interesante explicación:

«…La vara de Moshé era especialmente sagrada porque el Nombre sagrado fue marcado sobre ella en las dimensionalidades del Gan Edén mismo (…) La vara de Moshé tenía por lado los 72 Nombres de Dios, y por el otro, el Nombre divino de 42 letras…»,
(Zohar Vaerá 15:17)

La vara en el Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) representa a tres poderes:

  • el poder regio dado a los reyes (Génesis 49: 10)
  • el poder espiritual concedido a los sacerdotes (2Reyes 4:29)
  • el poder de la justicia Divina otorgado a los jueces (Isaías 10:5).

Por otra parte, la «serpiente» era símbolo mismo del poder real en Egipto (c.f. Ezequiel 29 :3). Por eso, el mensaje de Yahvéh era claro: el tiránico poder egipcio seria sometido por la justicia Divina anunciada por Moshé como profeta del Cielo.

Ahora bien, resulta interesante para fortalecer nuestra emunáh (fe), saber que la vara que Yahvéh entrega a Moshé tiene la Intención divina de representar al Mesías. Así lo dejará bien claro el contexto bíblico que Moshé mismo escribirá en la Torah:

El cetro no se apartará de Yehudá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Shiló, y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
(Génesis 49:10 )

Así también en el rollo de Bamidbar/Números quedará escrito:

“Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca; una estrella saldrá de Yaakov, y un cetro se levantará de Israel que aplastará la frente de Moav y derrumbará a todos los hijos de Shet.”
(Números 24:17 )

En una forma maravillosa, este pasuk (versículo) conduce al lector a decodificarlo sumergiéndolo en las características de la misión y el carácter del Mashiaj.

El «BURRO del MASHIAJ»

Encontramos a Moshé partiendo hacia Egipto, llevando a su familia montada en un asno. Este animal es el signo más fuerte del Mashiaj obrando a favor de Israel.

¿Qué se entiende por el «burro del Mashíaj»?

La expresión «burro del Mashíaj», aparece por vez primera mientras Abraham se dirige a cumplir con la “Akedá de Itzjak” (atadura de Isaac) que el Eterno le había ordenado. Cuenta la Torah que Abraham se levantó muy temprano de mañana y preparó su asno; lo cargó con los elementos necesarios para el sacrificio y para la caminata de tres días desde Jevrón (Hebrón) al monte Moriáh. Esta escena está plena de códigos mesiánicos.

Siete generaciones después, Moshé también es despachado por Elokim a una importante misión. Leíamos en el pasuk (verrsículo):

“…Saca al pueblo de Israel de Egipto y llévalo al monte Sinaí, donde Yo les comunicaré su misión en la vida como Mi pueblo elegido…”
(Éx. 3:10)

Así pues, las imágenes de Avraham y Moshé junto a un burro, son de un profundo contenido mesiánico y profético que se complementan para dejar bien claro los detalles de la misión de Mashiaj.

El intérprete Rashí explica que el «Rey Mashiaj», se revelará entrando a la Santa Yerushalayim (Jerusalén), montado en un pollino. Agrega Rashí que, la misma bestia que ensillaron Avraham y Moshé en épocas antiguas, será el mismo en que ha de cabalgar Mashiaj para manifestarse a Israel [Zejariá 9:9; Pirké d’Rabí Eliézer 31].

El profeta judío Zejaryah (Zacarías) lo predice de la siguiente manera:

“…Regocíjate mucho, hija de Tzión (Sión), da voces de júbilo, hija de Yerushalayim. He aquí tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, humilde [pobre] y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”,
[Zejaryah 9:9, Tanaj Katz].

Al leer con atención notamos que el profeta Zejaryah describe a Mashíaj como “un pobre, cabalgando sobre un burro”. Explica el Rebe de Lubavitch que el significado simple de esta profecía es que Mashíaj, el más importante ser humano de la historia, es el epítome de la abnegación:

“…Será más grande que Abraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”
[Ialkut Shimoní sobre Isaías 52:13].

De hecho, la humildad es la marca de calidad de los justos: ellos reconocen que sus tremendos logros y talentos, y el poder investido en ellos como líderes, no son de ellos sino de su Creador. No viven para concretar y satisfacerse ellos mismos, sino para servir al propósito Divino de la Creación. En un nivel más profundo, el «burro del Mashíaj» representa la esencia misma del proceso mesiánico: un proceso que comenzó con el principio del tiempo y que constituye al alma misma de la historia.

El «burro del Mashíaj» tiene una larga y prestigiosa historia; una y otra vez hace su aparición en el curso de las generaciones, surgiendo en coyunturas claves del proceso mesiánico. Cada vez lo vemos cumpliendo la misma función, pero de una manera ligeramente diferente, reflejando los cambios que experimenta nuestro mundo a medida que evoluciona a su definitivo estado de perfección.

Jesús Montó un Asno y Entró en Jerusalén

Sabemos que Yeshúa montó un pollino cría de asna para entrar a la ciudad de Yerushalayim (Jerusalén). Ahora bien, al hacer él esto, ¿cumplió él la profecía de Zejaryah (Zacarias)? Para lograr responderlo, les pido que por favor leamos lo que el libro del Evangelio de Marcos dice:

«… Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, y les dijo: 
Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?” decid: “El Señor lo necesita”; y enseguida lo devolverá acá. Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron. Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!…”


(Marcos 11:1-10)

Montar un borrico era también una costumbre de los monarcas orientales, especialmente israelitas. Al menos así se aprecia en muy variados ejemplos, como el caso del rey Shelomó, (1Rey 1:32-38). De acuerdo a lo leído en las cartas apostólicas, Yeshúa ben Yosef, ben Miryam, que biológicamente desciende de reyes (David HaMélek y Shelomó), monta un asno y entra a Yerushalayim, en medio de un escenario de algarabía y júbilo -por parte de algunas multitudes-, de una forma muy apegada a como lo predijo Zejaryah (Zacarías), por favor leámoslo nuevamente:


“Da voces de júbilo (…)
Tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, pobre y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”

(Zacarías 9:9)

También resulta para nosotros muy interesante saber que los sabios del hebreo siempre aseguraron que, en un futuro, el verdadero Mashiaj sería reconocido pues cumpliría la profecía del profeta Zejaryah entrando a Yerushalayim (Jerusalén) montado en un burro. Es así como prepararon al pueblo de la Casa de Judá a estar listos a reconocerlo cuando esto sucediera delante de sus ojos. Por ello, el pueblo en su bendita injenuidad reconoció en Yeshúa al verdadero Mashiaj tal como los maestros le habían enseñando.

Pero a pesar de esto, cada vez que los discípulos de Yeshúa afirmamos que Yeshúa de Nazaret cumplió la predicción de Zejaryah, los maestros judíos esgrimen algunas refutaciones como ésta:
“Muchas personas, desde los tiempos antiguos llegaron a entrar y salir por las puertas de la Ciudad de Jerusalem montados en un burro, lo cual era bastante cotidiano…”.

En verdad, esto es cierto, pero tal objeción tiene sus partes débiles, por ejemplo; que ninguna de “aquellas personas” era Mashíaj, ya que dicha personalidad debe ser… “más grande que Avraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”, según he referido líneas atrás de acuerdo a lo que los sabios mismos sostuvieron a lo largo de todos los tiempos pre-mesiánicos. Por lo tanto, la profecía sigue en pie. Es incontrovertible que nadie en la historia del pueblo judío puede encuadrar mejor para el cumplimiento de esta profecía que el nuestro Mesías, Yeshúa HaNotzrí (de Nazaret), no hay competidores serios que se le acerquen.

Pero ante tan fuertes evidencias, algunas opiniones en el judaísmo, cerradas en su orgullosa necedad, señalan al gobernador Nehemiyah Nehemías) como “aquel que entró a Yerushalayim montado en un asno” (Nehemías 2:11-13), y que, consecuentemente, la profecía se ha cumplido en él. Sin embargo, esta conclusión, no es compartida del todo por la gran mayoría de los sabios.

Al respecto podríamos preguntarnos: ¿llegó ya el establecimiento de la época mesiánica? No. El mundo judío aguarda con paciencia esta hermosa Era. En el Talmud, una de las tradiciones más conocidas e interesantes que nos habla de la Edad Mesiánica y que merece la pena comentar, señala así:

«…Seis mil años existirá el mundo: dos mil años de caos, dos mil años de Torah y dos mil años de la llegada del Mesías (…)
En el tercer milenio que le sigue a los 2.000 años mesiánicos, la resurrección de los muertos ocurrirá…»,
[Avodá Zará 9; Sanedrín 97 a y b].

De acuerdo con este aporte profético de los talmudistas y haciendo los correspondientes cálculos, podríamos afirmar que nos encontramos, sin ninguna duda, en los «Tiempos de Mashiaj».

Lo maravilloso de todo esto es que la referencia del Talmud, cronológicamente coincide con la aparición de Yeshúa en Eretz Israel [y no precisamente con Nehemiyah (Nehemías) el gobernador). Así pues, según el tratado talmúdico, estaríamos justamente dentro de los dos milenios de “Época mesiánica”. Dos milenios han transcurrido del inicio de la predicación del Maljut Hashem (Reino de Dios) por parte de Yeshúa; dos mil años atrás, él entró a Yerushalayim montado en un pollino cría de asna y muchos le aclamaron como el “Ben David” esperado [Mattityahu/Mateo 21:4-11; Yohanan/Juan 12:12-15]. Por estas razones, hoy no son pocos los eruditos del ámbito judío que creen que Yeshúa HaNotzrí ha cumplido, en parte, la profecía de Zejaryah (Zac. 9:9).

Ahora bien, en su contexto etimológico, “burro” en hebreo se dice “jamor”. Este el vocablo está vinculado con la palabra hebrea “jomer” que significa “materia” (o “materialismo”). Por eso notamos que “jamor” y “jomer”, poseen la misma raíz hebraica. Teniendo en cuenta esto, logramos discernir que el «burro del Mashíaj», es la “bestia material alistada”; es lo físico encaminado a fines superiores y más excelsos, por la autoridad de aquel que logró colocarse sobre él (montarlo y dominarlo).

De aquí que en el nivel interpretativo llamado «Sod» (Secreto), la expresión “montar un asno” significa tener dominio sobre las fuerzas del mal; estar en dominio sobre la fisicalidad o materialismo. Considerando esto, nos damos cuenta que el rey del que nos habla el profeta Zejaryah, ha de dominar no solo a las propuestas materialistas del sistema, sino que logrará esta posición de autoridad porque primeramente ha domado toda tendencia egoica en su naturaleza humana, es decir sus instintos y pasiones (su yétzer hará). De este modo, Mashiaj pues, recibirá poder del Cielo para someter a las fuerzas de la oscuridad que dirigen al mundo en la Redención final, ya que primeramente aprendió la obediencia (Heb. 5:8) como clave para dominar todo plano de la existencia.

En la obra jasídica Likutei Sijot se explica que Mashíaj es quien representa la máxima plenitud de la Torah, él mismo cabalga el burro de lo material, pues él anuncia un mundo en el que la materia ya no es más el elemento “inferior” o secundario, sino un recurso totalmente refinado, una fuerza en nada menos central e importante para el bien que la creación más espiritual, [Likutéi Sijot, Vol. I, págs. 70-72].

Concluimos que, juntos, Abraham avinu, Moshé y por último, Mashiaj Yeshúa, dan ejemplo de cómo depurar y santificar los aspectos mundanos de nuestras vidas, y cómo integrar nuestro ser y ambiente materiales a nuestras metas espirituales.

Un último comentario lo he extraído de la obra “El Rebe enseña”. La misma señala lo siguiente al hablar del burro del Mesías:

«…Abraham, Moshé y Mashíaj: tres personajes que emplean este antiguo burro en su cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el alcance con que el burro está involucrado en su misión difiere. Con Avraham, lleva sus pertrechos; con Moshé, su esposa y niños; mientras que Mashíaj es descripto como cabalgando él mismo sobre el burro…»,
[Rebe Lubavitch].

Una Tierra de la que Fluye… ¿Leche y Miel?

Por P.A. David Nesher

Va’ered lehatsilo miyad Mitsrayim uleha’aloto min-ha’arets hahi el-erets tovah urejavah el-erets zavat jalav udevash el-mekom haKna’ani vehaJiti veha’Emori vehaPrizi vehaJivi vehaYevusi.

«Y por eso he descendido, para salvarlo del poder de los egipcios y para hacerlo emigrar de aquella tierra hacia una tierra buena y amplia, tierra de la que fluye leche [de cabra] y miel [de dátiles e higos]; al lugar [donde habita el pueblo] kenaanita, el jitita, el emorita, el prizita, el jivita y el ievusita.»

Shemot/Éxodo 3:8

Los términos «Zavat halav udevash» (“que fluye leche y miel”), hacen alusión a la fertilidad de la tierra. La expresión «Leche» es la metáfora para riqueza ganadera, y «miel» la analogía ideal para frutos de la tierra.

Pero esto puede ser entendido también en otro nivel; la leche es el alimento primario y básico de todo ser humano en su primer período de vida. El lactante depende, inexorablemente, de la “halav” (leche) de su madre y recurre a ella, naturalmente, como fuente segura de nutrición.

Muy diferente es «devash» (miel), ya que es un alimento «externo» producido por la naturaleza después de una ardua intervención del hombre para obtenerlo, su importancia se debe, básicamente, a su sabor.

Estos dos alimentos representan, en el lenguaje simbólico, la nutrición espiritual que cada redimido por el Mesías debe recibir:

a) la leche: son las enseñanzas de la Torah que ha bebido desde sus primeros instantes de vida;

b) la miel, que es el sabor placentero de toda la peregrinación interpretativa que aprende a realizar cada hebreo peregrinando en las parashot, a través del método PaRDeS.

Ambas cosas en conjunto determinan un crecimiento armónico del alma hebrea.

Las Semillas de «Lo Hebreo» Se Multiplican… ¡A Pesar de Todo!

Por P.A. David Nesher

Vayamot Yosef vejol-ejav vejol hador hahu. Uveney Yisra’el paru vayishretsu vayirbu vaya’atsmu bime’od me’od vatimale ha’arets otam.

«Falleció Yosef, y también todos sus hermanos y toda aquella generación.
Los israelitas eran muy fértiles y prolíficos y se multiplicaban cual enjambres. Llegaron a ser tan numerosos que el país estaba colmado de ellos.»

(Éxodo/Shemot 1:6-7)

Al principio de su descender a Mitzrayim (Egipto), junto a su padre Israel, en tiempo de Yosef, los hebreos fueron fieles a su identidad mesiánica. Ellos, lejos de asimilarse a la sociedad egipcia dejándose encantar por su cultura progresista (en lo social, lo cultural y lo económico) permanecieron fieles a sus principios espirituales demostrándolo en sus vestimentas hebreas, a sus tradiciones familiares y sus nombres hebreos.

Sin embargo, al morir las cabezas de las tribus, hubo entre los nuevos descendientes hebreos, aquellos que ya no deseaban vivir aislados en Goshén. Estos nuevos hebreos, gustaban comer en la mesa con los egipcios entrando en sociedad con ellos con el propósito de llevar una vida más placentera, cómoda, pero lamentablemente también corrupta.

Los Midrashim nos relatan que la tendencia a mezclarse con los egipcios se dio a partir de la muerte de los hijos de Yaakov, además de las rivalidades y odios gratuitos (sin motivo alguno), que se fueron generando entre ellos. Poco a poco fueron adoptando las costumbres idólatras del país, por lo que Yahvéh se irritó contra ellos permitiéndole al faraón endurecer su mano contra esas nuevas generaciones de israelitas. Por ello subraya el pasuk (versículo) “vatimale ha’arets otam”, que se traduce: “la tierra se llenó de ellos”.

Justamente esta expresión encriptada de Luz (“Vatimalé haaretz otam”) ha ocasionado interesantísimos debates interpretativos entre los jajamím (sabios) intérpretes de la Torah.

Algunos aseguran que los verbos empleados en esta expresión para definir este crecimiento son comunes a la vida del reino animal. Por eso, quieren ver en esta sucesión de verbos, casi sinónimos entre sí, un indicio de alumbramientos múltiples por parte de las mujeres. Llama poderosamente la atención que, contrariamente a lo que sucede en casos de alumbramientos múltiples y simultáneos, los hijos de Israel nacen sanos y fuertes. Este hecho es el que realmente abrumará a los egipcios, de constitución débil.


Todos los sabios del Midrash que sostienen esta interpretación ven en esta proliferación la protección del Eterno a los hijos de Israel y el cumplimiento de la promesa formulada por Él a los patriarcas de Israel, asegurándoles descendencia, prolifera cual estrellas de los cielos y cual arena de la mar. (Basado en comentarios de Rashi, Rabbi Itshak Arama y S.R. Hirsh).

Para otros, la traducción de “vatimalé haaretz otam” debería decir: “la tierra los llenó”, o mejor traducido: “se llenaron del polvo de la tierra”, «se llenaron con el polvo de esa tierra«. Dicho así esto, el texto nos está revelando que los israelitas se impurificaron al involucrarse con los hábitos sociales de la vida egipcia. Así pues, en términos místicos, la fraseología apunta, en lo general, al apego por las cosas de este mundo; apego a las ilusiones físicas; apego a lo terreno (material), apego a las bajezas humanas; a la tendencia a enojarse, a la ira, etc.

¿Que es el apego?

El apego es una expresión de inseguridad. Cuando la conciencia humana vibra en el apego solo piensa en liberarse del sufrimiento lo más rápido posible y alcanzar la felicidad para la familia, amigos, parientes y otros cercanos.

Al apego lo consideramos negativo porque nos crea infelicidad, sufrimiento y problemas. La felicidad y la paz provienen de acciones positivas y la infelicidad, el sufrimiento y los problemas vienen de las acciones negativas.


En la cosmovisión de la Torah, existen una infinidad de formas de “llenarse de tierra”, o ensuciarse impurificándose, sin duda. En sus líneas leemos que nadie es inmune a estas situaciones. Sin embargo, la Torah revela que debemos hacer para que nuestra conciencia se desconecte de esos comportamientos y así no darle más “oxígeno” al « lado oscuro».

Por ello es que los sabios dicen que vivir en Egipto es vivir en el “mundo de la materia” o «el sistema de cosas de la fisicalidad«.

Una reflexión saludable debería ser: “¿Me estoy llenando de tierra?” o «¿me encuentro limpiando el caos de mi vida?»

Entonces, entendamos que la expresión “vatimalé haaretz otam” contiene la codificación de un llamado divino para que no descuidemos nuestro esfuerzo diario de elevar nuestra conciencia al compromiso de ser congruentes con nuestra misión redentora. “Vatimalé haaretz otam” nos dice que debemos tener cuidado, no importa donde estemos, de que nuestra conciencia no ceda a la tentación de apegarse a lo que la masa reptiliana se apega, pues es entonces cuando nuestra conciencia hebrea, automáticamente se irá para abajo. Entrando poco a poco al llamado del miedo paralizante que Mitzrayim (el sistema de cosas reptiliano) nos ha implantado con sus ideologías y dogmas materialistas, para lograr que los apegos se hagan nuestros dueños, produciendo que el ego, en todas sus formas permee nuestra vida, abandonando así nuestra misión de traer redención al mundo.

Esta bajada de guardia, impide nuestros momentos de introspección y esta condición espiritual permite darle paso al Satán, por medio de la transferencia de energía vital positiva que le hacemos a través de nuestras acciones egoístas que en hebreo se dice «averá» (עֲבֵרָה) que significa «transgresión«, «desconexión» «un cruce«, «una transferencia«… Entonces la pregunta es: ¿qué estamos transfiriendo cada vez que nos desconectamos?… Transferimos nuestra energía mesiánica al Sitrá HaRá (el Otro Lado de la Pureza), y lamentablemente sólo podremos rescatarla a través de las aflicciones que nos llaman al esfuerzo de retornar a nuestra posición de identidad y herencia.

Si todo Israel se hubiera juntado a comer en la misma mesa de los paganos, jamás habrían salido de Egipto. Pero gracias a que no todos compartieron el pan con los idólatras es que pudieron ser libres del yugo opresor.

Como ya se los he señalado en párrafos anteriores, los Benei Israel (hijos de Israel) en su mayoría se distinguieron de los egipcios por las siguientes características:

  • 1) _ Preservaron sus nombres en lengua hebrea.
  • 2) _ No dejaron de hablar su idioma (la lengua sagrada del Creador), el hebreo.
  • 3) _ No se vistieron conforme al uso egipcio.
  • 4) _ Practicaban diariamente el jésed (bondad).



El hecho de cuidar estas cuatro cosas le otorgó a los hijos de Yaakov una protección especial para que no se impurificaran a pesar de estar rodeados de los egipcios y para que mantuvieran su propia identidad.

Betzalel: Bajo la Sombra de lo Profético

“Habló Yahvéh a Moisés, diciendo:
Mira, yo he llamado a Betzaleel… y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, inteligencia, ciencia y todo arte, para inventar diseños y trabajar en oro, plata y bronce… y he puesto con él a Aholiab, para que hagan todo lo que te he mandado… 
Entonces Moisés dijo a los hijos de Israel:
«Mirad, el Señor ha nombrado a Betzaleel hijo de Uri hijo de Hur, de la tribu de Judá.
Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, en la talla de piedras de engaste y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Ha puesto en su corazón el don de enseñar, tanto a él como a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, y los ha llenado de habilidades para que hagan toda obra de arte y de invención, de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor e inventen todo diseño.”

(Éxodo  31:1-6; 35:30-35)

 

Un personaje destacado que aparece en la parashá de esta semana (Pekudei) es Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur. Según el Talmud (Sanhedrín13 b), Betzalel sólo tenía 13 años cuando construyó el tabernáculo. ¿De dónde sacó tanta sabiduría?

Yahvéh, nuestro Dios y Abba, dio inteligencia a Betzalel, capacitándolo para investigar materiales en su esencia simbólica, y estudiar sus beneficios proféticos para realizar las obras ordenadas del Mishkán, el templo itinerante de la fe. Betzalel recibió así de lo alto la habilidad para usar piedras, metales, tintas, tejidos y maderas para tan importante trabajo, para “crear invenciones”, como lo dice en el versículo bíblico.

Por ese motivo, Betzalel, puede ser considerado un maestro en varias especialidades: diseñador, científico, arquitecto, ingeniero, artesano, orfebre y decorador. Y otra función muy importante: la del profesor, pues el Señor le encargó, así como a su Aoliabe, enseñar el conocimiento adquirido de ahí en adelante.

Destacando dos de las funciones más importantes citadas, Betzalel es uno de los primeros arquitectos e ingenieros registrados en la historia. Obviamente, ya existían esos profesionales en otras culturas, aunque no se los conociera con esos nombres -pirámides erguidas en Egipto y otras construcciones no habrían sido erguidas sin ellos y sus proyectos.

Estos dos varones fueron grandes profetas para el pueblo de Israel mientras peregrinaba la pedagogía del Eterno en el desierto. Bajo la dirección de Moisés, quien tuvo una clara imagen del Reino Celestial y escuchó las descripciones detalladas del diseño que el Eterno deseaba para el Mishkán (Tabernáculo) representación física del Proyecto Emanuel. Estos artistas recibieron de Moisés la visión y el diseño, pero en verdad, ellos fueron los responsables de traer ese diseño espiritual al plano terrenal. Ellos dependían del Espíritu Santo para hacer evidente y visible la experiencia de Moisés para el resto de Israel y las naciones de la Tierra.

Según el Talmud (Berajoth 55 a), Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur era nada más y nada menos que un experto en guematría, un sistema alfanumérico de código/cifra que asigna valor numérico a una palabra / nombre / frase en la certeza de que las palabras o frases con valores numéricos idénticos llevan alguna relación entre sí o tienen alguna relación con el número mismo. En pocas palabras, la guematría es el cálculo de la equivalencia numérica de las letras, palabras o frases hebreas, y sobre esta base lograr un aumento de la comprensión de la interrelación entre los diferentes conceptos y explorar la relación entre palabras e ideas. En la cosmovisión hebrea se asume que de momento que el mundo fue creado a través del «habla» de Yahvéh Elohim, cada letra representa una fuerza creativa diferente.

Betzalel conocía la sabiduría de unir las letras con la que se creó los Cielos y la Tierra. Debido a esta sabiduría, él construyó el Mishkán (Tabernáculo) y él fue elegido entre todo el pueblo de Israel. Y así como fue elegido en lo alto, el Creador quiso que fuese elegido abajo. En lo alto está escrito que el Creador dijo a Moisés, “Mira que he designado a Betzalel”, y abajo está escrito que Moisés dijo a Israel, “Miren, el Señor ha designado a Betzalel”. Su nombre fue designado por el superior, Betzalel, que deriva de dos palabras: Betzel El; por lo que su nombre significa «a la sombra de Dios«. Es decir, que este varón es un justo, que se sienta a la sombra de Dios. Es decir, que practicaba, con su corta edad, una comunión con ese Dios que ilumina en lo alto con el objetivo de, a través de un justo, iluminar abajo con los diseños de Su Malkut (Reino).

Ese significado del nombre Betzalel, ha orientado a los comentaristas ha descubrir diversas guematrías muy interesantes. En primer lugar la del nombre mismo Betzalel que es 153, porque es el número secreto de Tov (טוב), “bien”. De ello se deduce que Betzalel (בצלאל) representa al bien llevado a su máxima expresión.
ב = 2
צ = 90
ל = 30
א = 1
ל = 30
Total: 153

El siguiente secreto se encuentra en la guematría de la expresión: “Betzalel, hijo de Uri, hijo de Jur”. “Ben Uri”, significa el hijo de la primera luz que el Creador creó en la obra de la creación. “El hijo de Jur”, quiere decir el hijo de Jerut (libertad) de todo. Este es Betzalel, a quien por medio de este nombramiento divino, se le designó el bastón de Judá, para comprender los fundamentos mesiánicos del Reino Celestial, y así exponerlos físicamente a través de la estructura del Mishkán.

Cuando calculamos la guematria de Betzalel ben Uri, ben Jur (בצלאל בן-אורי בן-חור) vemos que es 688:
בצלאל = 153
בן-אורי = 269
בן-חור = 266
————-
Total: 688

בסוד = 72
התורה = 616
————–
Total: 688

Se trata de la misma guematría que la de la expresión BeSod Torah (בסוד התורה), “en el Secreto de la Torah”. ¿De qué secreto nos están hablando? Sin duda de la ciencia de la guematría, ya que según el Talmud, Berajoth (55 a) «Betsalel sabía cómo combinar las letras con las que fueron creados los Cielos y la Tierra», pero de algo más: de sus profecías mesiánicas ocultas.

Por otra parte, el sabio Baal haTurim nos explica que el nombre de Betzalel aparece en tres ocasiones en la Torah, en Éxodo (31:1), Éxodo (35: 30) y Éxodo (38: 22), concretamente al principio de esta parashá. Esto corresponde según este gran sabio a tres atributos de Betzalel: sabiduría, inteligencia y conocimiento.

Betzalel, como artesano ungido tenía la habilidad sobrenatural de traer en su arte una obra de la realidad espiritual de Yahvéh a nuestra realidad visible para así poder experimentar las verdades que la revelación contiene en lo referente al Código Sagrado, es decir el Mesías prometido para fundar el Proyecto Emanuel («Dios con nosotros») perfectamente develado en el diseño del Mishkán.

Betzalel era un gaón (erudito) en las ciencias proféticas. No sólo era un experto artesano y artista, sino un varón que entendía cómo diseñar los nombres que representan los atributos de Dios en su obra. Él heredó un sentido del celo y de la misión de ambos sus abuelos. A los trece años de edad se adelantó y fue ordenado desde arriba como «en la Sombra de Dios». Diseñó y construyó la estructura más sagrada y más bella de la historia, y luego desapareció. A lo largo del resto de Tanak nunca se lo menciona de nuevo. Evidentemente es un tipo perfecto de Yeshúa HaMashiaj, el León de la Tribu de Judá. Al igual que lo haría nuestro amado Mesías, Betzalel, el jefe de la obra del Tabernáculo dio total espacio al Espíritu de Dios para que Él actuase en su vida. Habilidad, conocimiento, inteligencia, eficiencia y respeto fueron solamente algunos de los muchos frutos de la sumisión correcta y saludable.

Betzalel tenía su único propósito en el mundo, y humildemente lo encontró aceptando con mansedumbre la tarea que se le encomendaba. El Pirkei Avot («Tratado de los Padres») dice: «No existe persona que no tenga un momento«. Esto significa que en el mundo del Eterno hay una razón por la que cada uno de nosotros nació. Cada uno tiene sus «quince minutos (al menos) de fama«.

La lección que da la vida de Betzalel,  es que la próxima vez que se te pida que hagas una tarea, por incómoda que sea, para tu familia, tus amigos o tu gente, hazlo como un héroe. ¿Quién sabe? Tal vez fue para ese mismo momento que naciste en el mundo.

Vida Humana en Corto Circuito (el Pecado del Becerro de Oro)

Por P.A. David Nesher

«Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se allegaron entonces a Aarón, y le dijeron:
Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 
«Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos.
Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón. El cual los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición.
Entonces dijeron:
Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo:
Mañana será fiesta a Yahvéh.
Y el día siguiente madrugaron y ofrecieron holocaustos, y presentaron pacíficos: y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse.

(Éxodo 32:1-6)

El tema principal de la porción (parashá) de la Instrucción (Torah) de esta semana, llamado Ki Tisá, es el pecado del becerro de oro (en hebreo: Jet HaEguel), el cual es considerado como la máxima transgresión del pueblo de Israel hacia el Eterno. Por eso es importante entender de qué se trata y cómo se relaciona con nosotros.

Primeramente, debemos aceptar que la grandeza de la denominada «Generación del Desierto» no puede ser subestimada en ningún aspecto.

Esto se debe a que los hebreos, después de pronunciar «naasé venishmá» («haremos y escucharemos«), sus vidas se revistieron de inmortalidad, llegando sus cuerpos a glorificarse, recuperando así, el nivel de Adam HaRishón (primer Adán) antes de que pecara, tal como lo explica proféticamente el rey David en el salterio (Salmo 119:1).

Es decir que el Eterno les reveló la Luz de Bilá HaMávet LaNétsaj (la eliminación total del dolor, el sufrimiento y la muerte) o libertad del Ángel de la Muerte. De este modo habían quedado transformados por Yahvéh, en un abrir y cerrar de ojos, y así estar libres del ángel de la muerte. Así pues, por causa del ejercicio de su emunah (fe) ellos se transformaron en tzadikim (justos), contando con un espíritu fuerte que lograba controlar el yetzer harála inclinación al mal«).

Siendo todo así, habiendo alcanzado pues los hebreos este nivel existencial, ¿por qué tropezaron en el Jet HaEguelPecado del Becerro de Oro«)?

Algunos comentaristas explican que el pueblo en realidad no intentó crear un substituto de Dios, sino que más bien sustituyeron a Moshé por un falso líder, el becerro, creyendo erróneamente que aquel los había abandonado. Por lo tanto el pecado arquetípico del pueblo como un todo es ir detrás de un falso liderazgo. Otros sabios aseguran que Israel pretendió representar al Eterno en ese becerro de oro.

Es muy importante saber que desde Abraham avinu, hasta Moisés la humanidad vivió un proceso de acercamiento a Dios en forma progresiva y colectiva, por eso el pecado del becerro de oro se asocia con idolatría.

Entonces en concreto el pecado del becerro de oro significa el deseo de reemplazar al Eterno y a Moshé su Ungido, es decir al ver que Moshé no aparecía, el pueblo dudó a pesar de todo lo que presenciaron desde su salida de Egipto y pensaron en reemplazarlo. Esta duda rompió el eslabón que por siete generaciones los patriarcas habían formado y que terminaría de ser completado con la revelación de la Torah escrita, del monte Sinaí, por eso fue tan grave.

Entonces, el becerro no era un simple ídolo de un becerro. Era más bien un símbolo de un sistema de culto y creencias que tarde o temprano penetraría a Israel y destruir el sistema litúrgico de adoración, dividiéndolos en dos Reinos (Casa de Efraín y Casa de Judá).

El becerro de oro es por lo tanto un código que indica el retroceso que la humanidad hizo en su separación con el Creador, por lo cual se destruyeron estas primeras tablas.

Los Tres Pecados del Eguel

Como ya habrás observado, la expresión becerro en hebreo se escribe Eguel (עגל). Esta palabra está compuesta de tres letras (Ayin, Gimel, Lamed). Dichas letras convierten a la expresión Eguel en el acrónimo de tres pecados muy fuertes que son los que conducen a que una vida justa caiga en las aberraciones de las tinieblas a través de la idolatría.

Considerando pues a Eguel como un acrónimo, entendemos que el becerro de oro significa lo siguiente:

  • Ayin: Ayin Hará (עַיִן הָרַע‎- Mal de ojo), es decir, la envidia.
  • Guimel: Gilui Arayot (גילוי עריות- Uniones prohibidas), es decir, desperdiciar la energía sexual a través de la lujuria.
  • Lamed: Lashón Hará (לשון הרע- Hablar mal de otros)

Estas tres cualidades (midot) negativas son las causantes que una vida humana, y también toda una comunidad, queden por muchos años estancados, dando vueltas alrededor de la misma estructura errónea de pensamiento, sin la posibilidad de trascender (Deuteronomio 1:&). Veamos atentamente cómo es esto.

Eguel, también quiere decir «redondo«, pues viene de la raíz gilgul que significa cíclico o periódico. Entonces el «Pecado del Becerro de Oro» estaría relacionado con mantenerse preso de los impulsos instintivos, recibiendo los golpes de «los ciclos naturales” que nos dominan siendo incapaces de mantener el equilibrio en nuestras vidas. La redondez es un fenómeno neutro que puede ser positivo o negativo. La redondez negativa es cuando una persona sigue los ciclos de la naturaleza, sin reconocer la Providencia Divina en el mundo. La palabra hebrea para “naturaleza” es teváh, también es circular y significa “anillo”. Lo Divino y el camino de la Torah es rectitud. Si una persona está inmersa sólo en los ciclos de la naturaleza, siempre estará dando vueltas y nunca penetrará los confines del círculo. Este también puede ser un círculo político negativo.

Por eso, otra palabra con la raíz ain-guimel-lamed es agalá, que significa “carro”. Al ser un cierto tipo de vehículo, la conexión obvia con la redondez son sus ruedas giratorias. En hebreo, hay siete sinónimos para el concepto “camino”. El séptimo es maagal, “circuito”, cuya raíz también es agalá. La aparición más importante de la palabra maagal la encontramos en el Salmo 23: “maaglei tzedek” (sendas de justicia), en el cual el rey David le implora a Yahvéh que lo guíe por caminos justos circulares. La palabra tzedek (“justicia”), siempre aparece en conjunción con maljut (“reinado”). Siendo que maagal es el séptimo sinónimo de “camino”, entendemos que también corresponde a reino. Por lo tanto, el reinado rectificado es el sendero circular rectificado. El reinado debe penetrar los ciclos y rectificarlos.

La conclusión entonces de este shiur (lección) es sencilla pero muy profunda: quien lleva a cabo estas tres malas midot está adorando al becerro de oro y todas las bendiciones celestiales son obstruidas. Por eso, quien comete el pecado del becerro de oro no tiene acceso a la Torah y se encuentra bloqueado espiritualmente dando su vida vuelta siempre en el mismo «puntito», sin la posibilidad de trascender la «redondez» de la vida física, para ascender a mayores dimensionalidades cíclicas en Yeshúa.


Bitácoras Relacionadas:

¿Cómo se produce un Avivamiento Espiritual? (Parashá Ki Tisá)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Moisés le dijo al Señor:
―Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.
―Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el Señor.
―O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra?»

(Éxodo 33:12-16)

 

Evidentemente, el episodio del becerro de oro había conmovido los fundamentos mismos de la fe de Israel. En aquel episodio hemos visto tanto el castigo implacable como el perdón magnánimo concedido por el Eterno. Era necesario que la Vida volviera a esta gran comunidad de redimidos. ¡Era urgente una avivamiento!

Por eso, en esta porción (parashá) la Torah nos lleva a meditar en la cúspide de  la relación de intimidad espiritual y el grado de percepción profética de Moshé. Esta idea está plasmada en las palabras siguientes:

 “… y hablaba Yahvéh a Moshé cara a cara «

(ודבר ה´ אל משה פנים אל פנים » – “Vedibber YHVH el Mosheh panim el panim”)

 

Esto ha sido la consecuencia del amor manifestado por Yahvéh a Moshé desde los inicios, pues así leemos en Shemot:

«Yo me aparecí a Abraham, a Yitzjak y a Yaakov por El-Shaddai, empero por Mi Nombre YHVH no Me he dado a conocer a ellos.«

(Éxodo 6: 3)

En el libro de Badmibar/Números (12:8) pone en claro lo que esto significa. Allí el Eterno contrastó el cómo habló a Moshé en comparación de cómo habló a otros profetas; Moshé escuchó clara y plenamente, y los otros profetas escuchaban en sueños y visiones.

Esto posiblemente también significa que Yahvéh se apareció a Moshé en forma humana, de la forma que Él lo hizo con Abraham (Génesis 18). Pero también la frase “cara a cara” es una forma figurativa que significa tener un compañerismo abierto y sin censura.

Como consecuencia de este grado de cercanía veremos que Moshé pedirá «conocer los caminos de Dios«. Esto no será una mera «curiosidad» u osadía espiritual, sino más bien, el poder conocer los caminos del Eterno para poder conducir al pueblo de Israel en tiempos difíciles como había sido el «mahaseh haheguel» (episodio del becerro de oro).

En estos versículos (33: 12-23) estamos muy limitados. Todos los comentaristas de la Biblia abordan el texto con mucha aprehensión, ya que el mismo nos conduce hasta los límites del conocimiento de Dios. Límites impuestos por los alcances de la razón humana. El texto hace alusión a lo que está más allá de la razón humana y su lógica, posiblemente para indicarnos que existe un dominio trascendente, inaccesible a nuestro entendimiento, por lo cual no resulta fácil conocer su pensamiento exacto al respecto.

En síntesis: el camino que nos queda es reunir todos los elementos que el Tanak (Antiguo Testamento) ofrece al respecto, limitándonos a ellos, por supuesto, y tomando las palabras siempre en su contexto.

El esquema resultante sería el siguiente:

De acuerdo con Éxodo 23:20, Dios le dice a Moshé:

«He aquí que Yo envío a un Emisario delante de ti para custodiarte en el camino y para traerte al lugar que Yo he predispuesto«.

Esta promesa corrió el peligro de ser alterada por causa del  «mahaseh haheguel»  (episodio del becerro de oro); así leemos:

«Y ahora déjame y que se encienda Mi furor contra ellos y los exterminaré. Mas haré de ti un pueblo grande.»

(Éxodo 32: 10)

Ante la oración de Moshé, Dios desiste de ello. Pero, de acuerdo con Éxodo 33:10, no será Dios quien estará con Su pueblo en lo sucesivo, pareciendo que la Divinidad se «alejaría» del pueblo de Israel.

Pero Moshé, amparado en el perdón prodigado por Yahvéh por el episodio del becerro de oro, encuentra un «het ratson» (tiempo de benevolencia) para tratar de restablecer la cercanía de Yahvéh con Su pueblo Israel. Para Moshé no era suficiente el saber que él e Israel lograrían llegar a la Tierra Prometida. Para su estima, la Tierra Prometida no era nada especial sin la especial presencia del Señor. Esto fue audaz. Moshé tenía la determinación de tener la presencia de Yahvéh lo más cerca posible para con Israel. Este era el siguiente paso hacia el avivamiento y restauración de su relación con el Eterno.

Moisés estaba preocupado en obtener una garantía de esa presencia para su pueblo, y también del gozo de una experiencia más cercana para él mismo. Él conocía que la misericordia del Señor es eterna, mientras que Su ira es efímera y por eso Moshé formulará dos pedidos, a saber: conocer los caminos de Dios y ver la manifestación de Su Gloria.

Como respuesta al primer pedido el Eterno le contesta:

» … Yo haré pasar toda Mi bondad ante ti y proclamaré el Nombre de Yahvéh ante ti, y agraciaré a quien agracie y Me apiadaré de quien Me apiade«

(Éxodo 33: 19)

Esto quiere decir que Yahvéh hará conocer Sus atributos de bondad y misericordia. La Gloria de Dios descansa en Su bien. Cuando Moshé vio la Gloria de Dios, su primer entendimiento era que Yahvéh era bueno. Si no sabemos que Dios es bueno, entonces no sabemos mucho de Él. En la forma de pensar de los antiguos hebreos (y también en otras culturas antiguas), el nombre representaba el carácter y naturaleza de una persona. Dios prometió el revelar Su carácter a Moisés, y no solamente un título.

Lloyd-Jones nos da una idea de lo que el Eterno le dijo a Moisés:

Yo me bajaré a tu debilidad. Te dejaré ver algo. Pero aún más importante que eso, Yo haré que todo mi bien pase delante de ti. Te daré revelación más profunda y un entendimiento de yo mismo, de mi carácter, de lo que Yo soy. Esto es lo que realmente necesitas saber.”

Al segundo pedido, la respuesta fue: » … No podrás ver Mi presencia, ya que no puede verme el hombre y vivir.» (Éxodo 33:20). Yahvéh asegura que Moshé no podrá ver su rostro, es decir, la plenitud de su perfección y la grandeza de su estructura esencial, y vivir, ya que ningún humano podría soportar, en su estado actual, todo este descubrimiento completo. Pero Él agrega, “y verás mis espaldas”, que quiere decir que lo que Moshé podrá conocer serán los caminos de Dios a través de Sus acciones, en la naturaleza y en la historia. En palabras del Salmista:

» … El hace conocer Sus caminos a Moshé y Sus acciones a los hijos de Israel… «

(Salmos 1 03: 7)

Esta hambre de más de Dios es una marca de una verdadera relación de avivamiento y restauración. Fuera lo que Moshé hubiera experimentado con Yahvéh, ahora él quería más. Cuanto más un hombre conoce acerca de Dios, él tendrá un deseo mayor de conocerlo.

Como consecuencia de este «het ratson»  (tiempo de benevolencia) el Eterno le dirá a Moshé que recibirá otra vez:

» … Dos tablas de piedra como las primeras y Yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las tablas primeras, que quebraste«

(Éxodo 34: 1)

Moshé sabía que nada que lo que Yahvéh pudiera darles los haría verdaderamente diferentes de las otras naciones. Sólo la fuerte Presencia de Yahvéh mismo podría hacer eso.

La relación de Israel con Yahvéh los hacía diferentes de todos los pueblos antiguos. El Eterno entre ellos los hizo diferentes. Era importante que Israel supiera esto por ellos mismos; y también era importante que las otras naciones supieran esto.

Yahvéh honró la intercesión audaz de Moisés, y Él prometió el restaurar Su relación con Israel.

“¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, yo y tu pueblo? ¿No es acaso en que tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (33:16)

Vemos que la gracia dada a Moshé es pasada al pueblo. La palabra “gracia” en hebreo jen, significa “gracia”, “belleza”, “favor”, “aprecio”. La raíz de jen es janán, que significa “inclinarse para mostrar benevolencia a un inferior”, “compadecerse”, “conceder un favor”. La palabra “jen” aparece seis veces en este contexto. La primera vez que aparece en las Escrituras es en Génesis donde está escrito:

“Mas Noaj halló gracia (jen) ante los ojos de Yahvéh.”

(Génesis 6:8)

El Midrash dice: “Noaj fue salvado no porque lo merecía, sino porque halló gracia.” Moshé halló gracia en los ojos del Eterno y el pueblo de Israel recibió el perdón por el pecado del becerro por medio de la gracia y el pacto fue renovado a base de esa gracia. Según esta parashá, hallar gracia ante los ojos del Eterno implica cinco cosas:

  • Conocer los caminos del Eterno, (v. 13).
  • Conocer al Eterno, (v. 13).
  • Caminar con el Eterno, (v. 16).
  • Distinguirse de todos los pueblos de la tierra, (v. 16-17, cf. 34:9).
  • Obtener el perdón del Eterno, (34:9).

Este acto, que denota el perdón prodigado por Dios, devolverá las cosas a su estado anterior, y culminará con la concertación de un pacto entre Yahvéh y el pueblo de Israel. Así leemos:

 «Dijo Él: he aquí que Yo voy a concertar un pacto; frente a todo tu pueblo habré de hacer portentos que no han sido obrados en tierra alguna ni en pueblo alguno. Y verá todo el pueblo -el que tú estás en medio de ella obra de Yahvéh, ya que imponente es, lo que Yo voy a hacer contigo.»

(Éxodo 34: 10)

¡Este es el método efectivo para lograr un avivamiento en una comunidad de fe!

 

¡Solo…, Nadie es Nada! (La Enseñanza del Medio Shekel)

“ Cuando hagas un censo de los hijos de Israel para contarlos, cada uno dará a Yahvéh un rescate por su alma cuando sean contados, para que no haya plaga entre ellos cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Yahvéh. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Yahvéh. Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Yahvéh para hacer expiación por vuestras personas. Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Yahvéh, para hacer expiación por vuestras personas.”

(Shemot/Éxodo 30:12-16)

Para comenzar, necesito que nuestra memoria se remonte a lo que aprendimos en nuestros estudios del libro de Bereshít (Génesis). Por medio de este ejercicio recordaremos específicamente que según la promesa hecha por el mismo Elohim a Abraham, no se podía contar a los hijos de Israel (cf. Génesis 15:5; 32:12). En base a esta promesa divina, los hebreos comprendieron que si se cuenta a los hijos de Israel se expone al Pueblo escogido al peligro de las zonas del rigor (Guevurah) y por ende a ser blanco de plagas. Así pues, y teniendo en cuenta esta revelación del libro de Bereshit, ahora podemos entender el por qué cuando el rey David intentó censar al pueblo una vez, con el fin de saber con qué recurso específico contaba para la guerra, vino una plaga de parte de Dios sobre el pueblo (cf. 2 Samuel 24:1-10; 1 Crónicas 21:7).

Entonces, al ingresar en el estudio de la parashá Ki Tisá, hayamos que, para evitar la extinción de Israel como Pueblo escogido del Eterno, aquellos que eran sus hijos reciben la instrucción divina de hacer dos estrategias celestiales que no viniera plaga alguna sobre ellos:

  • La primera estrategia consistía que cada uno dé una moneda y así se puede contar las monedas en lugar del pueblo directamente.
  • La segunda estrategia era que esa moneda de plata serviría como un precio de rescate, una expiación para que no venga la plaga al ser contados.
¿Cuál es el significado de este mitzváh (mandamiento)?

Encontré toda una discusión en el Zohar acerca del hecho de dar ½ shékel, que en parte se trata de unir y reconectar cada una de las almas hebreas con la Luz del Creador.

Recordemos que esta era ya la tercera ocasión que los Benei Israel eran contabilizados; la primera vez que fueron computados es cuando viajaron a Egipto, en esa ocasión el número fue de 70 almas. La vez segunda, cuando abandonaron Egipto la cantidad ascendió considerablemente, fueron contabilizados 600.000 hombres en edad militar. No obstante, que ahora son enumerados por tercera vez, tal conteo no se realizó directamente sino que se ordenó que cada israelita hiciera una donación, esta era la mitad de un shékel. Contando la plata se obtiene el censo.

Ahora surge una pregunta de interés para nuestro estudio: ¿Cuál es la razón por el que se pide un cómputo indirecto de la población?

En las fuentes de Sabiduría judía como el Talmud o el Zohar leemos:

«…La bendición no puede hallarse en lo que se cuenta, en lo que se mide ni en lo que se pesa, a causa del «mal de ojo», la bendición está solamente en aquello que está oculto a la vista…».

¿Qué características tuvo este censo?

Para comprender bien este mandamiento, debemos captar la idea central del Eterno:

La Torah enseña que está prohibido contar a los Benei Yisrael (Hijos de Israel) de la manera usual en las demás naciones (censos político-económicos), y que cuando sea necesario hacer un censo la gente debe donar objetos, los que a su vez serán contados. Por medio de dichas donaciones se logrará inferir el número de los israelitas.

Por ello, en el caso del censo en el desierto, se le pidió a las personas, tanto ricas como pobres, que cada una donase medio shékel para la edificación y mantenimiento del Mishkán (Tabernáculo). De aquí que la condición de los hijos de Israel se dignifica cuando contribuyen a proyectos filantrópicos, y tal es la razón fundamental de que hayan sido contados por medio de un donativo de toda la nación unificada en aras de una causa sagrada. Este concepto se deriva del mandamiento impartido en el versículo 12, el que literalmente dice «Cuando eleves en censo [per cápita] a los hijos de Israel según su número» (Baba Batrá 10b. Pesikta Zutreta), implicando que la función de estas contribuciones no sólo era facilitar un censo y proveer bienes materiales para el Tabernáculo, sino también el nivel espiritual y ético de los contribuyentes.

La participación de todo el pueblo por igual en esta estrategia dejaba un claro mensaje de parte del Eterno:  todos los Hijos de Israel deben coparticipar en la realización de los objetivos nacionales; todos deben estar incluidos en el censo (v. 14) dejando de lado sus intereses personales y/o egoístas por el bien de la nación. Quien así actúe, obtendrá un beneficio inconmensurable, puesto que la misión de Israel pende de la unidad de la nación como un todo (de los comentarios de Rabí Hirsch). 

El censo que Yahvéh ordena a Moshé incluía a todo aquel varón que tenía de veinte años para arriba (hasta 60 años). Esta era la edad en que el israelita alcanzaba su máxima madurez para salir a cumplir misiones militares. A partir de esta edad el joven israelita era considerado un hombre adulto, apto ya para el ejército. Esta posición era denominada: יוצא צבא , «íotse tsava» (véase Números 1:3).

Otra característica para tener en cuenta, es que en esta estrategia divina no se contaba a las mujeres. Las mujeres no tenían la obligación de pagar este impuesto para el Tabernáculo ni de ir al ejército.

Leemos que cada alma tenía un precio de rescate de medio siclo. De ese modo, los ricos no pagaban más ni los pobres pagaban menos. Así el varón israelita que participaba aprendía la lección divina de que cada alma tiene el mismo valor delante del Eterno, no importa el estatus económico que la misma haya alcanzado. Es muy interesante notar que, el hecho de que se pida medio siclo y no uno completo, quería indicar que toda contribución no representa más que un fragmento del conjunto. Toda persona necesita a la otra para formar la tan anhelada unión. El mensaje: solo, nadie es nada. Por eso, entendemos que el medio shekel alude al hecho de que cada uno de nosotros es solo la mitad. Desde esto cada varón de Israel se cuestionaba: ¿Cuál es la Otra Mitad?… Y la respuesta surgía rápidamente: el Otro.

En primer lugar, el varón israelita meditaba en la Otra Mitad es el Eterno. Su mente lograba la reflexión: «soy un ser creado y mi existencia es relativa (sólo la mitad). Pero creo en Dios, quien es la realidad absoluta y el Creador de todo.» Por medio de este dinero de rescate, la Torah hablaba con claridad: todos y cada uno de los hebreos le deben a Yahvéh; por lo tanto, todos están obligados a Él. El Eterno mandó que cada varón mayor de veinte años debía de pagar medio siclo como dinero de rescate, confesando que él merecía morir, dando lo que era en deuda hacia Dios, y dando la suma demandada como un tipo de gran redención la cual sería más tarde pagada por las almas de los hijos de los hombres.

En segundo lugar, estos versículos asimismo hablan en términos de la expiación que se obtiene al participar en este cómputo «del medio shékel», porque cuando la nación se unifica esforzándose en alcanzar un objetivo común, la misma se hace más robusta. Es decir que cuando todos y cada uno se suman a una causa constructiva, los méritos espirituales de los individuos se unen a su vez, de tal manera que no sólo sus donativos, sino asimismo sus logros personales son unificados en solidaridad mutua (T. Avot 2:2). Un solo ser humano puede rara vez sobrevivir al escrutinio divino, pues, ¿quién está libre de pecados y carencias? Sin embargo, cuando se manifiesta la unión nacional, ésta se eleva a un plano superior, como resultado del hecho de que todos sus miembros individuales fusionan sus virtudes propias con las de los demás. Y el fruto de ello es que dicho colectivo nacional es juzgado con mucha mayor benevolencia (el rav Kuzarí explica que esta es también la razón por la cual es tan importante rezar con un Minián [quórum] en vez de individualmente). Este sería el motivo por el cual la mujer shunamita (II Melajim 4:13), que fue tan extraordinariamente generosa con el profeta Elishá (Eliseo), se rehusó a su ofrecimiento de rezar por ella o interceder ante las autoridades a favor suyo, pues ella conjeturó que si se le destacaba de entre los demás, sería juzgada de manera más severa en la balanza Celestial. Esto cobra mayor sentido desde el momento que, como enseñan los Sabios, tal incidente tuvo lugar en Yom Teruah, el Día del Juicio (comentario de Rabenu Bejaie).

Dicen algunos comentaristas que este impuesto no se tomó solamente una vez, sino en el futuro también. El medio siclo servía para el servicio del Tabernáculo. La primera vez sirvió para las basas y demás objetos de plata (cf. Éxodo 38:25-28). El Talmud de Jerusalén cuenta que este impuesto anual se usó para la adquisición de las ofrendas comunales (cf. 2 Reyes 12:4; 2 Crónicas 24:6; Nehemías 10:32; Mateo 17:24-27).

En el tiempo del segundo templo se recordaba anualmente en todas las ciudades en el primer día de adar (último mes del año) que cada uno preparara medio shekel para el Beit HaMikdash (templo). La colecta ocurría entre el 15 de adar y rosh jódesh (el primer día) Nisán.

¿Yeshúa obedeció este mandamiento?

Sí, nuestro Maestro y Dueño fue fiel en el cumplimiento de este mitzváh. Así lo apreciamos al leer en el relato evangélico la ocasión en que vinieron a nuestro Maestro a pedir el impuesto anual del Templo, según lo que relata el apóstol Mateo:

“Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Él dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo:
¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?
Pedro le respondió: De los extraños.
Jesús le dijo:
Luego los hijos están exentos.
Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.”

(Mateo 17:24-27)

Al leer el relato evangélico, e interpretarlo desde las costumbres de Israel, notamos que lo que nuestro Maestro y Dueño quiso revelar al cumplir con este precepto del medio shekel, es que cada miembro del Pueblo escogido está obligado a creer y aceptar que todo lo que posee incluyendo su misma vida es una bendición de Yahvéh. El ser humano hebreo, especialmente el varón, tiene que aceptarlo con modestia, entendiendo lo efímero que es todo lo que posee, incluyendo su vida.

Cuando el hombre cuenta su riqueza o el número de personas que componen su grupo, tribu, ejército, se debe a una suerte de soberbia humana, pareciendo indicar con ello la posesión absoluta de las cosas o personas, cosa que provoca la ira de divina. La misma se manifestará por medio de la naturaleza misma creada por Dios que afectará al hombre soberbio o al hombre que asume actitudes de soberbia.

Por último, escuchando a Yeshúa Rabeinu en esta anécdota evangélica, el texto hace notar otra creencia que surgía de la práctica de pagar el medio shekel: la «Otra Mitad» es mi prójimo, aquel a quien estoy obligado a amar, y compartir los bienes del Olam HaZé (Mundo actual), particularmente el cónyuge. Es decir esa persona en cuyo mérito un hebreo logra su transformación en una persona completa. Por ello, en última instancia, hay algo muy importante en sentirse a la mitad desconectado de la otra mitad. Esta es la sensación de «un corazón contrito y humillado«, es decir, el desarrollo de la humildad necesaria para encontrar el favor a los ojos de Yahvéh.

Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

“Y montarás en él cuatro hileras de piedras. La primera hilera será una hilera de un rubí, un esmeralda y un carbunclo” (LBLA revisada) – Hoy no se sabe con exactitud cuál es la identidad de estas doce piedras… y la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe; todas estarán engastadas en filigrana de oro. Las piedras serán doce, según los nombres de los hijos de Israel, conforme a sus nombres; serán como las grabaduras de un sello, cada uno según su nombre para las doce tribus.” 

(Shemot/Éxodo 28:17, 20-21)

Mientras investigamos y meditamos en los códigos de la parashá (porción) tetzevá, hemos aprendimos que estas piedras preciosas engastadas en oro nos enseñan acerca del inmenso valor que tiene cada uno de los hijos de Israel delante del Eterno. No solamente habla del valor y la importancia de cada individuo, sino de que cada uno está en el corazón del Mesías para ser llevado delante del Eterno perpetuamente. Querido hijo de Israel, tú estás en el corazón del Mesías en este momento. Él está mencionando tu nombre delante del Padre en todo momento. Él lleva casi 2000 años sirviendo como intercesor delante del trono, orando por cada uno de los hijos de Israel. ¡Bendito sea el Eterno por el ministerio de su Mesías!

Hemos estudiado que los sacerdotes tenían que usar vestimentas especiales para el servicio en el santuario. Todas estaban hechas de lino blanco y constaban de una camisa, pantalones, cinturón y turbante. El Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) usaba además las vestimentas de oro; jóshen (pectoral), efod (delantal) y tzítz (banda de la cabeza).El sumo sacerdote llevaba un pectoral sobre el cual había piedras brillantes, que llevaban cada una de ellas los nombres de cada una de las tribus de Israel. Pero además es una figura de lo cerca que está Yahvéh de sus escogidos  y lo mucho que ama a cada uno de los creyentes, de tal modo que su propio Gran Sumo Sacerdote (Yeshúa) los lleva sobre Su pecho y muy cerca de Su corazón.

Los nombres de los doce hijos de Israel estaban en estas doce piedras. La piedra número once fue un ónice (cf. v. 20). Esa piedra corresponde al nombre Yosef. Mashíaj ben Yosef, Mesías hijo de Yosef, es el nombre que se ha dado al Mesías sufriente. La piedra de Yosef, ónice, también estaba sobre los hombros. Esto nos enseña que el Mesías como siervo sufriente, hijo de Yosef, llevó las doce tribus sobre sus hombros.

Según el Midrash, junto con los doce nombres de los hijos de Israel también fueron grabadas las letras de los nombres de los tres patriarcas, Abraham, Yitzjak y Yaakov y luego las palabras Shivtei Yeshurún, que significan “las tribus de Yeshurún”. El nombre Yeshurún es el nombre más sublime del pueblo. Los tres nombres del pueblo son, Yaakov, Israel y Yeshurún, (cf. Deuteronomio 32:15; 33:5, 26; Isaías 44:2).

El pectoral estaba formado por doce cuadros ordenados en cuatro hileras de tres piedras preciosas cada una correspondiendo a cada tribu, tal como vemos en las siguiente imagen:

De esta manera había seis letras en cada piedra, en total 72 letras, incluyendo las 22 letras del alfabeto hebreo. Las seis letras en cada tribu, simbolizaban la creación del mundo en seis días. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y el Tumim.

[Nota: Cabe aclarar aquí que las letras que aparecen en esta imagen no fueron las mismas que se grabaron en el pectoral del juicio. Allí fueron grabadas las letras hebreas arcaicas. Las letras que actualmente son llamadas “hebreas” en realidad están derivadas de las letras arameas. Después del cautiverio babilónico fueron sustituidas las letras originales hebreas por las arameas, inclusive en el texto sagrado del rollo de la Torá. Así que hoy en día estamos leyendo hebreo con letras arameas, o judaicas, de la misma manera como estamos leyendo español con letras latinas.]

Volviendo a la distribución de las doce piedras, diremos que, además del nombre de la tribu, las piedras llevaban el nombre de los Patriarcas, Abraham, Itzjak y Yaakov, así como las palabras Shivtei Yeshurún (las tribus de Dios), distribuidos de tal modo que en cada piedra había seis letras, lo que totalizaba todo el alfabeto, necesario para la combinación de los mensajes de los urim ve´tumim.

Las matriarcas estaban representadas en las cuatro filas.

El total de letras, 72, corresponde a las 72 letras que componen el nombre de Dios y que sostuvieron la creación durante la formación del mundo. Los urim ve´tumim eran pergaminos en los cuales Moshé había escrito las 72 letras del nombre oculto de Dios y que hacían que el pectoral se alumbrara para dar respuestas a través de las distintas combinaciones de letras, a las consultas o decisiones que afectaban a todo el pueblo de Israel o a un tribunal para la obtención de una sentencia definitiva.

Recordemos que las piedras estaban colocadas según el orden de nacimiento de los hijos de Yaacov.

La Sabiduría divina enseña que cada una de las tribus de Israel representa una sensibilidad o sentido particular del alma mesiánica:

  • Yehudá se asocia al habla,
  • Isacar al pensamiento,
  • Zebulún al movimiento,
  • Reubén a la vista,
  • Shimón a la audición,
  • Gad al trabajo,
  • Efraim a la sexualidad,
  • Menashé al olfato,
  • Benjamín al dormir y los sueños,
  • Dan a la ira justiciera,
  • Asher al comer y
  • Neftalí a la risa.

Cada tribu tiene su propio sentido o sensibilidad, donde encuentra gracia (jen). Justamente la palabra para pectoral, joshen (חושן) es en realidad una abreviatura de jush jen, que significa «un sentido de gracia«. Por supuesto, cada idea codifica una riqueza de información que debe ser elavorada en profundidad para ser apreciada. Es también importante recordar el principio de interinclusión, según el cual todos los sentidos tienen dentro de si una traza de todos los otros. No son mutuamente excluyentes, sino que más bien están conectados esencialmente y entramados con los otros, formando un sólo conjunto unificado.

Las piedras están colocadas sobre el pectoral de arriba abajo y de derecha a izquierda, según el orden del nacimiento. Había tres piedras en cada hilera habiendo un total de cuatro hileras. La siguiente es una lista de los nombres de las tribus (hijos) de Israel, el significado del nombre, la piedra y el color de la misma. (Nota: es difícil traducir algunas de las palabras antiguas por términos modernos. Por lo que es factible que encuentre usted diferentes listas de piedras, dependiendo de la traducción de la Biblia que use usted. Esta lista procede del «Temple Institute»). En las distintas fuentes y traducciones (Onkelos, Yerushalmi, Yonatán y otras) se le asignan diferentes identidades y colores a aquellas piedras del pectoral que figuran en las Escrituras y que en esta ocasión se hará mención a la utilización con mayor frecuencia.

  • Rubén significa hijo de y la piedra es el rubí (roja)
  • Shimon significa erudición y la piedra es el jade (verde)
  • Levi significa señorío y la piedra es la ágata (roja, blanca y con franjas negras)
  • Judá significa adoración y la piedra es el carbunclo (azul verdoso)
  • Isacar significa asociación y la piedra es lapis-lazuli (azul)
    Zabulón significa compañerismo y la piedra es el cuarzo de cristal (transparente)
  • Dan significa juicio y la piedra es la turquesa (azul)
  • Neftalí significa mano de obra, arte y la piedra es la amatista (púrpura)
  • Gad significa compañerismo y la piedra es la ágata (gris)
  • Aser significa comunión y la piedra es la aguamarina (Azul verdosa)
  • José significa liderazgo y la piedra es el onix (negra)
  • Benjamín significa herencia y la piedra es el ópalo (una piedra que posee todos los colores)

La composición del pectoral del Sumo Sacerdote muestra que sólo cuando cada tribu cumple su rol y realiza su contribución particular y necesaria a la nación en conjunto, el alma colectiva de Israel puede alcanzar la perfección y la consumación. Y sólo entonces la voluntad objetiva de Dios para la creación, representada por las letras brillantes del pectoral, se pondrá de manifiesto como un estado de gracia, paz y armonía dentro del pueblo de Israel y entre las naciones.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo del Eterno en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades de Israel. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad de Yashvéh, se revelaba como profecía en el pectoral.

El Corazón Pastoral de un Líder.

Un tzadik (justo) como Aharón percibe el sentido especial de cada persona. El Sumo Sacerdote (Kohen Gadol), en su corazón era sensible a los cambios sutiles que tienen lugar en cada tribu, así como aquellos que se producen en cada alma. Está lleno de amor y preocupación por todos. Él «ama la paz/integridad y persigue la paz/integridad«.

¿Qué significa el «Pectoral del Juicio«? Rashi dice que significa «expía la corrupción de la justicia«. Pues bien, este elemento de la vestimenta  representaba que el corazón de Aarón, y de todo Sumo Sacerdote, infunde a todos el amor mutuo, hasta que todos se perdonan mutuamente de todo corazón si han adquirido o hecho algo injustamente. De esta manera todo queda expiado.

Aharón es todo corazón. Su nombre en hebreo אהרן es igual a ocho veces lev (לב), que significa corazón. Este número está relacionado a las ocho vestiduras del Sumo Sacerdote. En guematráa, joshen es igual a Mashiaj (משיח), lo que revela que el Mashíaj siente a toda la nación de Israel dentro de su corazón, tal como está escrito en el libro del profeta Ishaiahu:

«Él seguramente carga nuestros padecimiento». 

(Isaías 23:4)

Este es el secreto del liderazgo del Mesías. Esta es la clave de Su diseño de Corazón Pastoral. En el cuarto evangelio, el apóstol Juan nos presenta a Yeshúa como el Pastor que conoce a sus ovejas por su nombre:

«A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por nombre, y las saca.»

(Juan 10:3)

Los nombres de la tribus en el pectoral representan también los nombres de los auténticos creyentes, que están escritos en el corazón de Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Los nombres están grabados en la piedra y no pueden ser borrados, de la misma manera que nosotros tampoco podemos perder la vida eterna una vez que hemos depositado nuestra fe y confianza en Él.

«Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.»

(Juan 10:28)

Por último, es interesante notar que las piedras con los nombres de los hijos de Israel están más lejos del corazón que el Urim y el Tumim. Esto nos revela que la voluntad del Eterno siempre debe ser más importante para un sacerdote que los hombres. Por lo tanto, tiene la máxima prioridad, y es la cosa más cercana al corazón. Este es el resultado del Pacto Renovado, como está escrito en :

Porque por una ofrenda él ha hecho perfectos (tumim) para siempre a los que son santificados. Y también el Espíritu de santidad nos da testimonio; porque después de haber dicho: 

ESTE ES EL PACTO QUE HARÉ CON ELLOS DESPUÉS DE AQUELLOS DÍAS: PONDRÉ MIS LEYES EN SU CORAZÓN, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRÉ (urim),

añade: 

Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES (tumim).

(Hebreos 10:14-17)

Cada vez que un líder mesiánico ora por los preciosos hermanos que están en su corazón, tiene el Urim y el Tumim como base, pidiendo que la voluntad del Eterno sea revelada y que las personas puedan cumplirla y llegar a ser perfectas, como está escrito por el apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses:

“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros (todos los nombres en los hombros), por vuestra participación en las buenas nuevas desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra (urim), la perfeccionará (tumim) hasta el día del Mesías Yeshúa. Es justo que yo sienta esto acerca de todos vosotros, porque os llevo en el corazón (el pectoral), pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación de las buenas nuevas, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.”

(Filipenses 1:3-7)

A los discípulos de Corinto les escribía:

“Y rogamos a Dios que no hagáis nada malo (urim)… 

Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; también oramos por esto: que vosotros seáis hechos perfectos (tumim).”

(2 Corintios 13: 7a, 9)

Así mismo a los creyentes de Colosas les escribía:

Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros (todos los nombres en los hombros) y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual (urim)para que andéis como es digno del Señor (tumim), agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios (urim); fortalecidos con todo poder (tumim) según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia (tumim), con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado (tumim) para compartir la herencia de los santos en luz (urim).”

(Colosenses 1:9-12)

“A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría (urim), a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en el Mesías (tumim).”

(Colosenses 1:28 )

Evidentemente estas dos aristas regían la pedagogía paulina:

“…porque en todo fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en todo conocimiento (urim)

… el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesús el Cristo (tumim).”

(1 Corintios 1:5, 8)

Así mismo Pablo da revela que para esto fueron dados como hombres-dones los cuatro ministerios del corazón pastoral:

“Y él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos (tumim) para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno (urim) del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías (tumim).

(Efesios 4:11-13 )

¡Que Glorioso es nuestro Abba! Nuestro Gran Sumo Sacerdote, Yeshúa HaMashiaj, nos guarda, nos ama, y nos guía, diariamente mientras se mueve en intercesión delante del Trono del Eterno.

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¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

La Fisiología del Urim y el Tumim

Por P.A. David Nesher

 

 

“Y harás el pectoral de juicio, obra de hábil artífice; lo harás como la obra del efod: de oro, de lana azul, lana púrpura y lana escarlata y de lino trenzado lo harás.”

(Shemot/Éxodo 28:15)

 

Se desconoce la etimología y el significado exacto del término hebreo, traducido comúnmente por «pectoral«, siguiendo la antigua versión latina (pectorale) y teniendo en cuenta que se trata de un objeto colocado sobre el pecho del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Leemos que los vv. 15, 29 y 30, lo califican de «pectoral de juicio«(Joshen Mishpat). Se trata de un juicio o procedimiento de tipo oracular que servía para juzgar.

Hay dos explicaciones por las que el pectoral es llamado “de juicio”. La primera, que se encuentra en el Talmud, dice que es llamado así porque hace expiación por la perversión de la justicia civil. La otra interpretación que es presentada por Rashí, dice que es llamado pectoral de juicio porque prueba las afirmaciones que hace por medio del Urim y Tumim, y sus promesas son verdaderas, (cf. Números 27:21). Cuando había duda con respecto a qué hacer en cuanto a asuntos importantes para la nación, se acudía al Sumo Sacerdote. Él se volteaba hacia la Shekiná (la presencia divina), y el que preguntaba se colocaba detrás y hacía su pregunta.

Este sistema oracular era uno de los dos métodos para resolver cuestiones de importancia para la comunidad, donde no es aceptable el error humano. La mayoría de tales decisiones eran hechas por el Sanedrín, un consejo compuesto de setenta  de los sabios más grandes de la generación. Cada sabio se distinguía por haber alcanzado tal grado superior de conocimiento de la Torah, que incluso sus respuestas instintivas a las preguntas y las experiencias de la vida eran consistentes con las verdades de la Torah. Aun así, los prejuicios personales eran minimizados más todavía con el requerimiento de que se reglamente según el voto de la mayoría. Pero para ciertos interrogantes tales como ir a la guerra o no, se buscaba el consejo divino por medio este «pectoral».

En el pectoral estaban todas las letras del alefato (alfabeto hebreo). Las letras se alumbraban milagrosamente para formar la respuesta deseada. De este modo el pectoral aclaraba sus afirmaciones y fue llamado por eso, “pectoral de juicio”. Rashí enseña que la palabra hebrea para “juicio” (mishpat) usada en este sentido tiene tres significados:

  • Las palabras alegadas por los litigantes.
  • El veredicto, la sentencia.
  • La ejecución del castigo, capital, por azotes o monetario.

Por eso, según Rashí, en este caso mishpat significa “confirmar una afirmación”.

El Urim y el Tumim eran dos inscripciones del Nombre Divino. Cuando Moshé estaba en el cielo estudiando la Torah, Yahvéh le reveló el secreto de cómo hacer el Urim y el Tumim. Sólo Moshé, a quien el secreto le fuera revelado, podía hacerlos y ponerlos en el pliegue del pectoral. Por lo tanto, en ningún lugar está escrito que nadie haya contribuido en hacer el Urim y Tumim, o que se diera alguna instrucción a los trabajadores sobre como hacerlos.

En el idioma hebreo, Urim (אוּרִים),  plural de ur, significa “llamas”, «luces«,  y Tumim (תּוּמִים), plural de tum, significa “cumplimientos”, “perfecciones”, «sin culpa» o «Integridad«.  En consecuencia, Urim y Tumim se ha traducido tradicionalmente como las luces y perfecciones de la Voluntad divina. Sin embargo, aunque el significado aparente de las palabras es plural, el contexto sugiere que se trata de un pluralis intensivus (palabras en singular que son pluralizadas para realzar su majestad). Las formas singulares (ur y tum) han sido conectadas por antiguos eruditos con los términos babilónicos urtu y tamitu, que significan oráculo e instrucción, respectivamente. Muchos eruditos sostienen que אוּרִים (Urim) deriva simplemente del término hebreo אּרּרִים (Arrím), que significa condenado, de modo que Urim y Tumim significaría culpable o sin culpa, en referencia al juicio divino respecto de un acusado. En otras palabras que Urim y Tumim responderían a la pregunta de ¿inocente o culpable?. Todos los estudiosos del tema dan por sentado que se trataba de un instrumento diseñado para tomar decisiones en base a una pregunta concreta, susceptible de ser respondida por sí o por no (similar a una moneda que cae de cara o cruz).

Son la única forma de consulta que esta detalladamente escrita en la Torah y el  Tanak (Antiguo Testamento). Con ellos no se incurría en equivocación de utilizar la percepción para fines de adivinación, ego, lucro, falsedad, idolatría o vanidad. De este modo el Eterno evitó que incurriesen en pecado de superstición yendo a consultar a los oráculos gentílicos de los pueblos vecinos. Conforme a esto, el rey Salomón afirmará:

«La suerte se echa en el regazo, mas de Yahvéh viene toda decisión.»

(Proverbios 16: 33 – BLA)

El Urim y el Tumim eran utilizados por el Sumo Sacerdote, y tenemos dos ejemplos en los que se acudió a este sistema de oráculos: Josué al repartir las tierras, y el rey David para decidir adecuadamente. La confianza en estos medios únicos de revelación (Nm. 27:21; Dt. 33:8) parece haber cesado después del reinado de David, Aunque se dio un intento de reavivar la práctica durante el periodo post-exílico, en el siglo quinto a. EC. (Véase Esdras 2:63; Nehemías 7: 65).

El Talmud dice:

“¿Por qué fueron llamados “Urim y Tumim”? “Urim” porque hicieron que sus palabras se iluminaran y “Tumim” porque cumplieron sus palabras.”

Por esto en el Talmud, a la expresión el Urim y el Tumim se interpreta como “Revelación y Verdad”. Con estas dos gemas semipreciosas que forman parte viva de la Tierra, Yahvéh permitía utilizar una herramienta de la tierra como las piedras para evaluar cómo está la vibración, la energía, o las expectativas de cualquier cosa.

Según Rashí, Urim ve-Tumim es el nombre de un pergamino en el que estaba escrito el Nombre del Eterno. Ese pergamino fue puesto dentro de los pliegues del pectoral y causaba que las letras se iluminaran y se perfeccionaran cuando daba una respuesta divina.

El Urim y el Tumim se deberán colocar sobre el corazón de Aharón, cuando este delante de Dios, y discernirá para los hijos de Israel sobre su corazón ante Dios (Éxodo 28: 29-30). Así pues, cuando se traía un interrogante ante el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), él meditaba en el Santo Nombre del Urim. Esto provocaba que las letras sobre las piedras del pectoral se iluminaran o resaltaran. Estas letras formaban la respuesta a la pregunta. Sin embargo, dado que no estaban especialmente ordenadas, nuevamente el Kohen Gadol  tenía que meditar en el Santo Nombre del Tumim y entonces se le daba Ruaj Hakodesh (inspiración Divina) un nivel de profecía menor que aquel llamado “nevua” para ordenar las letras apropiadamente y transmitir la respuesta correcta.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo de Yahvéh en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades del pueblo hebreo. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad del Eterno, se revelaba como profecía en el pectoral.

Esto significa que el Urim y el Tumim representan la revelación de la voluntad del eterno. Urim – luces – es la revelación de su voluntad. Tumim – perfecciones – es el cumplimiento de su voluntad. En el ministerio de Malki-Tsedek Urim y el Tumim están dentro del corazón del sacerdote. Su único deseo es que se haga la voluntad del Eterno. Tiene una oración constante: “Señor, revélame tu voluntad y ayúdame a cumplirla perfectamente”.

Por último, vale agregar un dato interesante. El Urim y el Tumim deben haber sido pequeños objetos de metal o piedras inscritos con símbolos, posiblemente las 22 letras del alfabeto hebreo, en base al hecho de que la primera letra del Urim (Alef) y la primera letra del Tumim (Tav) son las primera y la última letra del alfabeto, respectivamente. Esto se refiere a la unificación del Mundo de Arriba (los Cielos) y el Mundo de Abajo (la Tierra) tanto en sus manifestaciones espirituales como físicas (alma y cuerpo). Esto nos lleva a merecer Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) y profecía.

En el mal llamado Nuevo Testamento, uno de los títulos que se le da al Mesías Yeshúa es «el Alfa y la Omega«, mala traducción de «Aleph y Tav» (את).

 

 

Por lo tanto, este sistema oracular de justicia tipificaba el perfecto obrar sacerdotal de Yeshúa, tal como lo anunciara el profeta Isaías:

«El se deleitará en el temor del Señor,
Y no juzgará por lo que vean Sus ojos,
Ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos;
Sino que juzgará al pobre con justicia,
Y fallará con equidad por los afligidos de la tierra.
Herirá la tierra con la vara de Su boca,
Y con el soplo de Sus labios matará al impío.
La justicia será ceñidor de Sus lomos,
Y la fidelidad ceñidor de Su cintura.»

(Isaías 11: 3-5)

Este nivel mesiánico se logra por medio de las siete capacidades que da el Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) del Eterno (cf. Isaías 11: 1-2). Con esta cosmovisión, explican los apóstoles a las primeras comunidades de discípulos que para que un redimido pueda acceder a cumplir su objetivo en la vida, debe tener constantemente sobre su corazón, “pectoral de juicio”, debiendo analizar diariamente su senda. Pero el “juicio” solo no es suficiente, sino que hace falta tanto el “Urim” , como el «Tumim«. Importante es saber que “Urim” proviene de la palabra “Or” que significa “Luz”, haciendo alusión a la Torah escrita en la mente y grabada en el corazón. Es decir que el verdadero o justo “juicio” es a través de la Torah, ya que sin ella no se sabe lo que está bien y lo que está mal (Juan 7:24). Y “Tumim” es una palabra que proviene “Tam” que significa «simple«. Es decir que el verdadero “juicio” es cuando la persona posee “Torah” y  desde ella adquiere“simpleza” en su corazón, que permite la manifestación de la mansedumbre y la humildad. Esto es al fin y al cabo el objetivo final de la Gran Vocación que Yeshúa nos hace:

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»

(Mateo 11: 28-30)

¿Dos «Piedras Mágicas» o Dos Hombros Compasivos?

Por P.A. David Nesher

«Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; seis de sus nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de nacimiento de ellos.
De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello, harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Yahvéh sobre sus dos hombros por memorial.
Harás, pues, los engastes de oro, y dos cordones de oro fino, los cuales harás en forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes.»

(Éxodo/Shemot 28: 9-14)

Hemos ya visto que el pectoral era una prenda que el Sumo Sacerdote llevaba sobre el pecho cuando entraba en el Mishkán (Santuario) o tenía que decidir cuestiones de gran importancia.

Era la vestidura más importante que llevaba el Sumo Sacerdote. Esta prenda representa la parte de sus vestiduras descrita  como «vestiduras de salvación«:

«En gran manera me gozaré en Yahvéh, mi alma se alegrará en mi Dios;

porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.»

(Isaías 61:10)

Recordemos que esta prenda consistía en una pieza de bordado doble, cuadrada de 25 centímetros, de tela muy fina. Estaba engarzado con doce piedras preciosas, cada una de las cuales tenía grabado uno de los nombres de las doce tribus y estaban colocadas en el mismo orden que le correspondía a las tribus en su campamento en el desierto. Así, el sumo sacerdote llevaba simbólicamente los nombres de las doce tribus sobre su corazón cuando estaba delante de Yahvéh.

El material del efod del sumo sacerdote era de la misma clase al usado en la confección del velo del Mishkán, con hebras de oro tejidas en él para añadirle a su «honra y hermosura».

El frente y parte posterior del efod estaban unidos con «hombreras». Se colocaron dos «piedras de ónice», en «engastes de oro», sobre estas hombreras.

La palabra hebrea para «ónice» (shoham). Es interesante saber que la expresión “shohám” ( שהם ) podría remitirse a la raíz “séh”, que significa “cordero”, o bien a la raíz “shovéh”, que significa “ser semejante«. Shohám (traducido como «ónice») se refiere a una piedra muy preciosa que podía «brillar como el fuego». Esto marca diferencia respecto al  ónice que se conoce hoy, «que no es ni precioso ni brillante».

El ónice es una piedra que tiene capas blancas que se alternan con otras negras, marrones, rojas, grises o verdes. Parece que el color pálido producido por la combinación de las capas rojas que se transparentan a través de las translúcidas capas blancas de esta piedra les recordaba a los griegos la uña, llamada en griego ó·nyx. Desde tiempos remotos se ha utilizado el ónice en adornos, sortijas y cuentas. Sus capas de diversos colores lo convirtieron en una gema especialmente popular para los camafeos.

Es la primera piedra preciosa mencionada en la Torah. En sus primeras líneas se nos cuenta que la “tierra de Hávilá” era rica en ónice en los albores de la historia.:

“El oro de aquella tierra es bueno; allí hay bedelio y ónice” 

(Génesis 2:12)

Ahora bien, el Eterno mostró a Moshé diseños celestiales que enseñaban cómo el Mesías actuaría en Su misión. Por ello, considerar estas dos ónices en las hombreras del efod, resultará muy edificante para nuestra fe. Sabemos por lo que revela este pasaje que en una piedra estaban los nombres Reuvén, Shimón, Leví, Yehudá, Dan y Naftalí. En la otra piedra Gad, Asher, Yisajar, Zvulún, Yosef y Binyamín. Esto significa que había 25 (veinticinco) letras hebreas en cada piedra, 50 (cincuenta) letras en las dos.

El Midrash cuenta como fueron grabadas las piedras. La expresión «en el orden de su nacimiento«, quiere decir que se iban colocando los nombres en las dos piedras de ónix simultáneamente, empezando por la piedra situada a la derecha. A modo de ejemplo, el nombre de Reuvén estaría grabado en la piedra de la derecha, mientras que el nombre de Shimhón, segundo hijo de Israel, estaría grabado en la piedra de la izquierda, y así sucesivamente; de esto resulta que no figuraban seis nombres de acuerdo con el orden de nacimiento en una piedra, y seis en otra, sino más bien, que figuraban alternadamente (Minhah Belulah).

El Midrash también cuenta como fueron grabadas las piedras. Los nombres de las tribus fueron escritos con tinta. Luego fue traído un gusano pequeño como el grano de cebada que se llama shamir. El shamir tenía la capacidad para partir la piedra. Cuando el shamir se comió la tinta, cortó dentro de cada piedra con tal precisión que ni siquiera una minúscula astilla de un diamante se perdió. Como resultado de la incisión. fue grabado el nombre de cada una de las tribus en la piedra de una manera perfecta.

Hemos dicho que Aharón es un tipo del Mesías (es decir, lo representa proféticametne). Aharón llevaba los nombres de Israel ante Yahvéh siempre que el entrara en la Tienda, y se identificaba a si mismo con ellos. Justamente la expresión que se ha traducido «… para piedras memoriales a los hijos de Israel«, debería en verdad decir: «como piedras de recuerdo a favor de los hijos de Israel«. Los sabios intérpretes del hebreo dicen que esto «…quiere decir, que aquellas piedras harán que Aharón recuerde siempre en su pensamiento y en sus oraciones a los hijos de Israel, fijando permanentemente en ellos su pensamiento, y ello lo prepararía para recibir la profecía concerniente a los asuntos de los hijos de Israel. «(Minhah Belulah)

Considerando todo esto, aprendemos que sobre los hombros del Mesías se encuentran los nombres de las doce tribus de Israel, sobre dos piedras negras. Esto nos enseña que cuando el Mesías llevó el madero sobre sus hombros desde la ciudad hasta el lugar donde fue colgado, estaba llevando el pecado de las doce tribus de Israel. Como Israel es la nación sacerdotal, representa a todas las naciones. Así que sobre los hombros del Mesías cargaba el pecado de todo el mundo:

“Debido a la angustia de su alma, él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos.”

(Isaías 53:11)

Es bajo esta cosmovisión que el apóstol Juan relató la pasión del Señor:

“Tomaron, pues, a Jesús, y él salió cargando su viga al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota” 

(Juan 19:17)

En  la primera epístola que Juan escribiera, él testifica acerca de esto así:

“El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros (los judíos), sino también por los del mundo entero.” 

(1 Juan 2:2)

Las dos piedras de ónice sobre los hombros no solamente hablan de la carga del pecado de los hijos de Israel, sino del gran peso que conlleva ser responsable para el desarrollo espiritual de los demás, tal como lo experimentará el apóstol Pablo en su misión :

“Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las congregaciones.”

(2 Corintios 11:28)

Esta carga es conocida como la carga del intercesor. La intercesión es un ministerio sacerdotal (cf. Lucas 22:32; Juan 17:9). Sobre los hombros del intercesor pesan aquellos nombres que también están en su corazón. Tiene que llevarlos delante del Eterno en todo momento y mencionar sus nombres constantemente:

“…orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros”

 (Filipenses 1:4)

“no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones.”

(Efesios 1:16)

“Doy gracias a Dios, a quien sirvo con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones”

 (2 Timoteo 1:3)

“Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones.”

 (Filemón 4)

“¿Quién es el que condena? Jesús, el Cristo, es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” 

(Romanos 8:34)

Aquí será muy importante abrir nuestros espíritus para recepcionar una curiosidad profunda en significados celestes. Sabemos que el ministerio del Mesías según el orden de Malki-Tsedek fue entregado a sus discípulos cincuenta días después de su resurrección, en el día de la Fiesta de Shavuot (Pentecostés), cuando el Espíritu fue dado (cf. Hechos capítulo 2). Interesante resultará saber que esos cincuenta días corresponden a las 50 letras de los nombres de los hijos de Israel que están sobre los hombros del Mesías. Yeshúa estuvo 40 días con sus discípulos después de su resurrección (cf. Hechos 1:3). Los diez últimos días antes de Shavuot estaba en el cielo. Si cada letra corresponde a un día, vemos como la letra número 41 corresponde al primer día en el cielo. Esa letra es la primera del nombre Yosef, la yud, que tiene el valor 10. En ese día cuando Mashíaj ben Yosef entró en el cielo empezó el proceso de su glorificación y luego consagración como Sumo Sacerdote. Él fue investido en el cielo con esa ropa verdadera, que también tiene los nombres de los hijos de Israel sobre sus hombros. Así él puede llevar la memoria de los hijos de Israel delante del Padre constantemente:

“Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.” 

(Hebreos 7:25)

Como el Mesías está llevando los nombres de los hijos de Israel en las dos piedras que están sobre sus hombros, hay un constante recuerdo de su muerte delante del Padre a favor de todos nosotros.


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El Efod: Las Fuerzas de Hombros Eternos

Por P.A. David Nesher

“Harán también el efod de oro, de lana azul, lana púrpura y lana carmesí y lino trenzado, obra de diseñador… Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel, seis de los nombres en una piedra, y los seis nombres restantes en la otra piedra, según el orden de su nacimiento. Así como un joyero graba un sello, tú grabarás las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; las engastarás en filigrana de oro. Y pondrás las dos piedras en las hombreras del efod, como piedras memoriales para los hijos de Israel, y Aharón llevará sus nombres delante de Yahvéh sobre sus dos hombros por memorial.” 

(Éxodo 28:6, 9-12)

Entendemos, por la revelación de la Instrucción (Torah) divina, que para que Aharón pudiera ejercer el sacerdocio como sumo sacerdote tenía que utilizar ciertas prendas de vestir. Y las vestiduras señalaban simbólicamente al Mesías y Su Misión. Debo reconocer que es cierto que la mayoría de las instrucciones dadas en el libro del Shemot (Éxodo) no constituyen una lectura apasionante, pero sí nos revelan las dimensiones místicas de la persona de Yeshúa HaMashiaj.

Para comprender las profundidades de la Sabiduría divina, tengamos en cuenta que el Sumo Sacerdote en la Tierra es una sombra del Sumo Sacerdote celestial. Todo lo que Moshé tenía que hacer en el Mishkán (tabernáculo) terrenal era una copia de lo que había visto del cielo. Esto nos enseña que Moshé vio el Sumo Sacerdote celestial.

Tengamos en cuenta que en el cielo no existe el factor físico espacio-tiempo, por lo que las estructuras metafísicas que allí existen no se conforman al factor tiempo que hay en la Tierra. Así que, a pesar de que el Mesías Yeshúa todavía no había nacido, ni había muerto, ni había sido resucitado, ni había sido glorificado ni instalado en su ministerio celestial eterno según el orden de Malki-Tzedek, Moshé lo vio. Lo que vio fue el ministerio futuro del Mesías en el templo celestial.

Con esta cosmovisión en nuestra mente, llegamos ahora a uno de los más esenciales partes de la vestimenta que completa y ensalza la vestidura del sumo sacerdote: el efod.

El efod era esencialmente un ornato, como un delantal, hecho de oro, tela azul, púrpura, lino fino y carmesí. Para que ustedes puedan entenderlo bien, digamos que era una pieza muy elaborada semejante, posiblemente a un chaleco sostenido por dos tirantes. Cada tirante tenía una piedra preciosa en las que estaban grabados seis de los nombres de las doce tribus de Israel. Esto representaba que el Sumo Sacerdote llevaba la carga de toda la nación de Israel sobre los hombros al representarla delante de Yahvéh.

Tal como pueden notar, en este pasaje, el efod es la pieza más colorida portada por el sumo sacerdote, a la vez de ser la más compleja. Tal como todas las otras partes de la vestimenta, el efod representa un aspecto específico del carácter de Yeshúa, el cual nosotros debemos apropiarnos.

¿Qué es lo que el efod significa?

El efod trae un significado espiritual de responsabilidad y fidelidad al propósito eterno de Dios. Después que Yahvéh llena al creyente con Su Espíritu, Él demanda que se vistan con la responsabilidad y fidelidad del Mesías, nuestro gran Sumo Sacerdote, de tal manera que ellos puedan utilizar el poder de Yahvéh, su kedushá (santidad) de una forma responsable, hasta convertirse en justos (tzadikim).

Considerando pues este paradigma de nuestra Gran Vocación, los invito a que analicemos los códigos lumínicos escondidos en la composición de esta prenda.

El efod estaba hecho de los siguientes cinco materiales (o colores): oro, púrpura, morado, y fino lino (blanco). Estos cinco materiales son mencionados siete veces en, exactamente, el mismo orden a través del Éxodo. De hecho, estos materiales siempre aparecen en el mismo orden a través de toda la Escritura. Esto nos sugieres que hay algo espiritualmente significante en estos materiales y en la forma en que son ordenados.

Según Rashí, el efod estaba hecho como una especie de delantal que el kohén ceñía por la espalda a la altura del corazón, debajo de los codos. Su anchura era un poco más grande que la anchura de la espalda de un hombre y llegaba hasta los talones.

El cinto estaba tejido a su borde superior, siguiendo su ancho y prolongándose hacia ambos lados para que pudiera rodearlo completamente y ceñirse con él.

Las hombreras estaban unidas al cinto, en la parte de atrás y llegaban hasta los hombros y un poco más de modo que se doblaban hacia delante hacia abajo. Las piedras de ónice estaban incrustadas, una en cada hombrera. Las dos cadenas de oro fueron insertadas en los dos anillos superiores del pectoral, una a la derecha y otra a la izquierda, y las dos puntas de cada cadena fueron insertadas en el engaste de cada hombrera. Así el pectoral colgaba de los engastes del efod hasta la altura del corazón.

Los dos anillos que estaban en las dos esquinas bajas del pectoral coincidían con los dos anillos que estaban en la parte de arriba del cinto efod, descansando unos sobre otros. Estos anillos fueron atados entre sí con un hilo de lana azul para que el pectoral estuviese pegado al cinto del efod y no se moviese.

Según el Talmud, las cinco clases de materiales estaban trenzadas en cada hilo. El oro se aplanaba en láminas delgadas que se cortaban en hilos finos. Luego se retorcía una hebra de oro con seis hebras de lana azul, una hebra de oro con seis hebras de lana púrpura y así también con la lana carmesí y con el lino. Luego se retorcían los cuatro hilos juntos y así formaban un hilo con veintiocho hebras.

El mensaje revelado en esto es que el ser responsables y fieles al propósito eterno de Dios conlleva el derecho y deber de apropiarse de las virtudes espirituales que estos cinco materiales significan. Estos cinco materiales de hecho forman el efod. Sin estas cinco virtudes, no podemos, fiel y responsablemente ponernos ante el Eterno y solicitar su socorro. Con esto en mente, consideremos ahora el significado espiritual de estos cinco materiales.

  • ORO: Símbolo de lo incorruptible, lo más valioso. En esta prenda representa la Justicia Divina (la rectitud, pureza, santidad), y vindicación de Dios, su perfección y todos sus atributos juntos.
  • AZUL: Representa la majestad y completitud de la deidad. El color azul, en hebreo es Tekheleth, del hebreo “kahlah” que significa perfección, o completitud. El filamento azul en los bordes de su manto era precisamente símbolo de completitud.
  • PURPURA: Significa la autoridad que juzga.
  • CARMESÍ: Representa lo humano. También se le asocia a la sangre y a la vida (Génesis 9:4-5, Deuteronomio 12:23), el sacrificio (Éxodo 12: 13; 23:18;, la remisión de los pecados (Hebreos 9:22, I Juan 1:7; Apocalipsis 1:5), señal del pacto (Éxodo 24:8, Mateo 26:28, Romanos 5:9, Hebreos 9:12; 13:12), la guerra (1Reyes 2:05, 1Crónicas 22:8).
  • LINO TORCIDO: En la antigüedad, era la vestimenta de los nobles y de los sacerdotes, y se escogió debido a que representaba la frescura y limpieza del alma humana. El fino lino torcido en el efod sacerdotal habla de la pureza de vida que se manifiesta en la conducta producto de poner en práctica la Torah y sus preceptos. En la medida que somos limpiados por la sangre del Mesías, nuestra conciencia se limpia, y entonces estamos capacitados para caminar sobre una vida pura, que siempre garantiza el éxito.
El Gran Sumo Sacerdote Intercediendo por la Restauración de las Doce Tribus.

Al comienzo de esta bitácora comenté que sobre las dos piedras de ónice, debían estar grabados los nombres de las doce tribus de Israel (seis en cada piedra). También dije que cuando el Sumo Sacerdote entraba en el Mishkán (Tabernáculo), llevaba escritos dichos nombres sobre sus hombros. Este detalle destaca el poder y la representatividad del Sumo Sacerdote delante del Trono del Altísimo.

¿Recuerdas la parábola que Jesús pronunció sobre la oveja perdida? El pastor del rebaño salió a buscarla y al encontrarla, la trajo de vuelta sobre sus hombros. En los Escritos Mesiánicos (mal llamado Nuevo Testamento) y hablando de Yeshúa HaMashiaj, nuestro Gran Sumo Sacerdote, cumpliendo su rol sacerdotal dice:

«Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.»

(Hebreos 7:25)

En estos días, nosotros estamos disfrutando de vivir después de la primera manifestación del Mesías, cuando vino como siervo sufriente. Después de su resurrección fue elevado, glorificado, investido e instalado en el servicio celestial como nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Entonces al estudiar la ropa del sumo sacerdote terrenal podemos saber qué tipo de vestidura tiene el Mesías en el cielo en estos momentos. Sobre sus dos hombros hay dos piedras de ónice. Sobre una de las dos piedras hay seis de los nombres de los hijos de Israel, y sobre la otra los otros seis nombres. El propósito de estas piedras es llevar los nombres de las doce tribus delante del Eterno en memoria para que el Eterno se acuerde de cada una de esas tribus y sus descendientes

Esto nos revela que cuando el Mesías está sirviendo día y noche en el templo celestial como Gran Sumo Sacerdote, está mencionando delate del Todopoderoso los descendientes de los hijos de Israel que están viviendo en el mundo, y posiblemente también los que han muerto esperando la resurrección. Yeshúa el Mesías lleva casi dos mil años intercediendo por la restauración de las doce tribus. ¿Crees que su oración será oída?

Cuando los hijos de Israel habían clamado al cielo durante cuatrocientos años vino una respuesta poderosísima desde el cielo, con la liberación de la esclavitud egipcia con todos esos milagros y prodigios maravillosos. ¿Cómo será la respuesta a la oración del Mesías que ha estado clamando durante un tiempo que es cinco veces más largo, con un alma totalmente pura y justa y desde su posición celestial?

¿Cómo será la restauración de las doce tribus?

El profeta Isaías nos da la respuesta, según lo que escribió:

“Y ahora dice el SEÑOR (el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob vuelva a El y que Israel se reúna con El, porque honrado soy a los ojos del SEÑOR y mi Dios ha sido mi fortaleza), dice El: Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.”

(Isaías 49:5-6)

Y en  el oráculo del profeta Zacarías leemos:

“Fortaleceré la casa de Judá y la casa de José salvaré, y los haré volver porque me he compadecido de ellos; y serán como si no los hubiera rechazado, porque yo soy el SEÑOR su Dios, y les responderé.”

 (Zacarías 10:6)

 La oración de nuestro Gran Sumo Sacerdote celestial será oída de manera muy poderosa. Las doce tribus serán recordadas delante del Eterno. Y no sólo eso, la salvación llegará a los confines de la tierra junto con la restauración de las tribus. El mundo verá cosas tan poderosas que si se contaran ahora nadie las creería. ¡La oración del Malki-Tzedek celestial será oída! Los nombres que están escritos sobre sus hombros serán recordados y restaurados, y entonces el mundo nacerá de nuevo.

Me imagino que a esta altura del estudio tú te estarás preguntando: ¿dónde está el nombre de mi tribu si yo no pertenezco a las tribus de Israel?   Por el momento solo debes saber que Yahvéh hizo lugar para ti en la Tribu de Benjamín, la cual es la última generación antes de que el Señor regrese. Esto lo sabemos por el oráculo de Moshé que cuando bendijo a Benjamín le dijo:

«El amado del Señor vivirá confiado cerca de él,  y se apoyará sobre sus hombros, pues el Señor lo protegerá siempre.» 

(Deut. 33:12)

Y es que nuestro amado Mesías es capaz de salvarnos más allá de que conozcamos o no nuestra genealogía hebrea. Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote, tiene la fuerza y el poder para hacerlo.

Pues bien, esta es la verdad que sostiene nuestra fe. Cargados en sus hombros, donde Él vaya, nosotros vamos. Él nos lleva sostenidos en sus hombros, su poder nos mantiene lejos de todo principado y potestad, por encima de toda pobreza, enfermedad, caída financiera, por encima de HaSatán (Satanás). Solo ahí podemos tener vista de águila de todo lo que sucede.

Los nombres de las tribus están engravados perpetuamente, no solo escritos, nunca podrán ser borrados por nadie, así que podemos estar seguros que así es con nuestras vidas. Estas cosas están escritas para que sepamos que Él nos sostiene en sus hombros, de donde no nos caemos, no por lo muy bien agarrados que estemos, sino por lo muy bien que él nos tiene agarrados. Aquel que cuida de nosotros no duerme ni se adormece (Salmo 121:4).

¡Bendito sea el Eterno por sus grandes planes! ¡Y bendito sea el Eterno por haber levantado a Yeshúa como el Sumo Sacerdote celestial! ¡Bendito sea Yeshúa por haber sido fiel en llevar la carga y la memoria de los hijos de Israel delante del Eterno durante aproximadamente dos mil años! ¡Digno el Yeshúa el Mesías de recibir honra, gloria, poder y alabanza por su ministerio sacerdotal!