tetragramatón

Nombres con Justicia y Redención

Por P.A. David Nesher

Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.”

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

Quisiera continuar con la decodificación del Nombre YHVH que comencé en la bitácora anterior.

Habíamos visto como, ante la queja de Moshé (Moisés), Dios promete resolver la situación obligando al Paróh (Faraón) con mano fuerte, es decir, obrando prodigios que han de pesar duramente sobre el faraón. La negativa del soberano egipcio ha servido para que la ira omnipotente del Eterno se manifieste.

Así hemos considerado en el estudio anterior como el Eterno se manifiesta solemnemente como que es el mismo Dios de los patriarcas (v.2), pero con la expresa distinción de que éstos no lo conocieron con el Nombre de YHVH (Yahvéh) sino como El Shadday. Los patriarcas fueron privilegiados de conocer al Dios que hizo el pacto, pero para ellos el pacto apenas si fue cumplido. Los patriarcas conocían a Dios como el Hacedor del Pacto. Moisés y la generación del Éxodo conocerían a Dios como el Único que cumpliría el Pacto a través de Su brazo libertador.

Ahora bien, a lo ya expresado en dicha bitácora podemos agregar dos significaciones más de ese Nombre.

Para ello, conviene saber que los dos nombres divinos más usados en las Escrituras son Elokim y YHVH. El nombre Elokim (traducido al español como “Dios”) aparece unas 2.500 veces en el Tanak (Antiguo Testamento) y YHVH aparece casi 7.000 veces.

Aunque YHVH sea el nombre esencial y personal del Eterno y Elokim un nombre genérico, los intérpretes de las Escrituras hebreas ven en estos dos nombres una tendencia de diferentes emanaciones del Infinito (EinSof) que al mismo tiempo son opuestos y complementarios. El Nombre YHVH está relacionado con las misericordias del Infinito. En cambio, el nombre Elokim está relacionado con su justicia. Así que, normalmente cuando aparece escrito el nombre Elokim, traducido como Dios, está relacionado con un acto de justicia. Así mismo cuando aparece el nombre YHVH, está relacionado con un acto divino de misericordia. Es decir, que YHVH revela que Dios tiene siempre el deseo de intervenir en la historia de sus hijos por medio de sus misericordias, con el fin de erradicar decreto de juicios (din) de exilio que se decreten sobre Israel, Su Pueblo.

De esta manera llegamos a la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.

Entonces es muy importante para nuestra fe entender el hecho de que lo primero que Moshé recibió, en la magnífica revelación de la zarza ardiendo, es el interés del Eterno de actuar con compasión y misericordia a favor de Israel:

“ Y Yahvéh dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos… Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.”
(Éxodo 3:7, 9)

Esta manifestación de la misericordia (hbr. .rajem) del Eterno no había sido conocida por Abraham, Yitzjak y Yaakov.

Además, encontramos en este Nombre de cuatro letras (Yud Hei Vav Hei) otro aspecto que está relacionado con los dos anteriores: la redención. Leamos con atención estos dos pasukim (versículos):

Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel… Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.
(Éxodo 3:8, 10).

Los hijos de Israel necesitaban una redención para poder salir de Egipto. Cuando una o varias personas han llegado a una situación de peligro, esclavitud, pobreza, enfermedad o algo semejante, y no tienen los medios para salir de allí, necesitan redención para poder ser liberados de esa situación.

Un redentor (hbr. goel) es una persona que tiene la capacidad para sacar a los que necesitan ser liberados de un exilio.

En este caso el Eterno se presenta como el Redentor para sacar a los hijos de Israel de Egipto (Mitzrayim), porque ellos no pueden hacerlo por sí mismos:

“En tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con tu poder los has guiado a tu santa morada.”
(Éxodo 15:13)

Así mismo, en el salterio quedará atestiguado del poder redentor de Su Nombre:

“Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Yaakov y de Yosef.”
(Salmo 77:15)

Entonces, nuestra mente se expande en el entendimiento al comprender que los patriarcas no tuvieron la experiencia con el Eterno como el gran Redentor. Ahora YHVH se manifiesta a los hijos de Israel como Su Redentor, para liberarlos de la esclavitud que el exilio provoca al alma escogida.

Hay una revelación maravillosa que necesitamos meditar e interpretar. Los hijos de Israel eran esclavos. Un esclavo no tiene el derecho de su propia vida, no es dueño de sí mismo. Otra persona es el dueño de él. Para nosotros es difícil entender esto porque no lo hemos vivido.

Ante lo hablado hasta aquí, hay un detalle importante a destacar. La Torah no revela en detalle cómo llegaron a ser esclavos. Pero el hecho de que eran esclavos implica que en algún momento perdieron la libertad. Algunos especulan que quizás se vendieron como esclavos por propia voluntad, otros aseguran que fueron obligados a ser esclavos por la fuerza. Lo cierto es que eran esclavos y como tales eran posesión del faraón. Esto implica que el Eterno no podía sacarlos de Egipto sin el permiso de su dueño. Por eso vemos que Moshé no ordenó al faraón dejar ir a los hijos de Israel para celebrar fiesta al Eterno, sino simplemente le pidió permiso, hasta rogando:

“Entonces ellos dijeron:
El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro. Déjanos ir, te rogamos, camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a YHVH nuestro Dios, no sea que venga sobre nosotros con pestilencia o con espada.”
(Éxodo 5:3)

Jurídicamente el Eterno no podía reclamar a los hijos de Israel porque estaban bajo la autoridad del faraón y eran su posesión. Si el Eterno los hubiera sacado sin el permiso del faraón, sería un ladrón y no respetaría el principio de autoridad que él mismo había establecido desde las esferas celestes. Esta será pues la razón por la que Moshé tenía que pedir permiso hasta siete veces para sacar a los hijos de Israel, (cf. 5:1; 7:16; 8:1, 20; 9:1; 10:3). En ninguna de estas ocasiones está escrito que YHVH ordenó al faraón que soltara al pueblo. El Eterno no puede cometer ningún acto de injusticia:

“Justo es YHVH en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.”
(Salmo 145:17)

Así mismo, debemos también considerar que el Eterno tenía, a la misma vez, toda la autoridad sobre el faraón. Fue Él quien le había puesto como rey en Egipto, (cf. Romanos 13:1-6), delegándole parte de su propia autoridad. Por lo tanto, Dios tiene el derecho de juzgar las acciones del faraón, y esa también fue parte de la misión de Moshé, que actuaba como Elokim (juez junto al Juez) en este caso sobre el rey de Egipto. Con esto, logramos entender que las plagas vinieron porque el rey de Egipto, junto con su pueblo, no habían respetado las leyes de autoridad espiritual del Eterno que son para todos los hombres de la tierra.

Entonces, debemos aquí afirmar que Moshé fue enviado con dos propósitos principales:

  • _ juzgar la autoridad que no estaba cumpliendo su función según la voluntad de Aquel que la puso en su lugar, y
  • _ redimir a los hijos de Israel de su esclavitud.

De esta manera se revelan los dos nombres Elokim y YHVH en esta obra. Elokim como el Juez justo que dicta y ejecuta sentencia sobre un gobierno autoritario y maligno; y YHVH como el misericordioso Redentor que saca a su pueblo de la esclavitud.

De la misma manera el Eterno se ha manifestado en su Hijo Yeshúa el Ungido, nuestro Redentor. Cuando él fue manifestado en carne al mundo vino con los dos propósitos, juzgar el príncipe de este sistema mundial y su pueblo, y sacar a los hijos de Israel de la esclavitud del pecado y de la muerte.

En Yeshúa es revelada la justicia de Elokim y la misericordia redentora de YHVH. La muerte del Mesías es la máxima revelación de la justicia de Elokim y la misericordia de YHVH.

En su muerte fue condenado el pecado y el príncipe de este mundo fue juzgado y echado fuera.

En su muerte fue manifestada la justicia de Dios que no puede perdonar al pecador y declararlo inocente sin pagar por las consecuencias del pecado.

En la muerte del Mesías es manifestada la misericordia de YHVH para que todo aquel que crea en ese sacrificio sustituto sea perdonado y redimido de la esclavitud del pecado y sus últimas consecuencias eternamente.

Ante todo lo dicho aquí, y meditando en nuestros corazones, podemos decir que cuando toda la ayuda humana ha fallado, y el alma afligida, exhausta y desesperada ha perdido la esperanza en el hombre, Dios se acerca, y dice: «YO SOY«.

Elevo plegaria a nuestro Abba para que vuelvas a leer estas dos partes de la primera aliyáh de Vaerá, una y otra vez, a lo largo de la semana, para que puedas palpar Su poder redentor en Yeshúa a favor de tu vida y familia.

Shavuá tov!

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En mi Nombre YHVH No Me Di A Conocer

“En Mi nombre YHVH (יְהוָָ֔ה) no me di a conocer”

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

Moshé se encontraba desanimado por que él creía que el Eterno estaba corto en actuar y en ayudar. Su desánimo se debía a que él estaba muy impresionado por el Faraón y no tan impresionado por Dios.

La respuesta de Elokim muestra que Él quería que Moshé supiera que el Señor esta en control de todo.

«En Mi Nombre YHVH no me di a conocer»
(בְאֵֵ֣ל שַדֶָׁ֑י וּשְמִֵ֣י יְהוָָ֔ה לֵּ֥אֹ נוֹדִַ֖עְתִי לָהֶָֽם )

¿Qué clase de respuesta es ésta al planteo de Moshé?

Yahvéh intenta transmitirle a Moshé que el objetivo del exilio y la esclavitud en Mitzrayim (Egipto) es preparar al pueblo para una revelación superlativa a través de la entrega de la Torah, donde entonces les revelaría Su Nombre esencial, revelación que ni siquiera los patriarcas experimentaron. Y el sufrimiento que ahora estaban soportando los israelitas era a efectos de despertar su anhelo de liberación.

Esto no quiere decir que los patriarcas no sabían cuál era el nombre personal de Dios (YHVH es usada unas 160 veces en Génesis) .

Desde Génesis cap. 2 vers. 4 había sido conocido su Nombre YHVH y los patriarcas habían recibido la tradición oral desde Adam (cf. Génesis 4:1; 24:31).

Además encontramos que en Génesis cap. 4 vers. 26 los hombres empezaron a invocar el nombre de YHVH.

En el capítulo 15 vers. 2 de Génesis vemos que Avraham está mencionando el nombre YHVH en su oración. Luego está escrito que Avraham creyó a YHVH y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). En el capítulo 17 de Bereshit leemos:

“Cuando Avram tenía noventa y nueve años, YHWH se le apareció, y le dijo: Yo soy El Shadai; anda delante de mí, y sé perfecto.” 
(Génesis 17:1)

Todo este testimonio escritural nos deja bien en claro que los patriarcas conocían el Nombre de YHVH (cf. Génesis 26:21-25; 28:10-16). Entonces ¿Cómo vamos a entender esta expresión que el Eterno le da como respuesta a Moshé?

Consideremos lo que el intérprete Rashí dice:

“Aquí no está escrito “no les di a conocer”, sino “no ME di a conocer”. Yo no era conocido por ellos con mi cualidad de veracidad, por la cual mi Nombre es llamado YHVH, Fiel para hacer que mi palabra se verifique. Así pues, les había hecho una promesa, pero no la he cumplido.”

La Torah asigna una gran importancia a la definición de los diversos Nombres de Dios, como se deduce de este pasaje y de otros más. Estos nombres, en efecto, hacen conocer al Ser Supremo bajo diferentes atributos: unos lo califican como Creador, Amo de los Destinos, Señor de los Ejércitos, Ser Absoluto, y los otros lo designan en su calidad de Dios de Amor, Juez Supremo, Fuente de Bendiciones y de la Santidad, de la Providencia y de la Omnipotencia.

Según Rashí, el texto quiere decir que las manifestaciones Divinas a los Patriarcas, anunciándoles promesas en el futuro, estaban sostenidas en el Nombre del “Dios Shaday”; (por ejemplo, Génesis 18: 1; 28:3 y 35:11). Pero el nombre YHVH no les era nada conocido, es decir, demostrado en su realidad. Ese Nombre es atributo de verdad, Él cumple Su Palabra y expresa que tiene el poder de cumplimiento. Aunque ese poder no fue jamás manifestado a los atriarcas, ninguno de ellos había expresado la menor duda sobre Su Omnipotencia. Su fe en las promesas Divinas era total.

Tenemos que entender que la revelación de uno de los nombres del Eterno implica, no solamente el conocimiento de la pronunciación o escritura del nombre, sino la revelación de una acción por medio de la cual el Infinito se relaciona con el mundo. El Eterno se revela mediante sus diferentes nombres. Cada nombre revela una acción que está de acuerdo al significado del nombre. De esta manera hay que entender este versículo. Hay una acción implicada en la revelación del nombre YHVH y esa acción todavía no había sido revelada en su totalidad a los Patriarcas. Pero sí les fue revelada la acción que está implícita en el nombre El Shaday.

El nombre El Shaday puede entenderse principalmente de dos maneras, como el Dios Todopoderoso y el Dios Todosuficiente. Los Patriarcas habían conocido al Infinito con ese nombre, que corresponde a esa manera específica de actuar hacia ellos y el resto del mundo.

Habían conocido la mano protectora de El Shaday cuando pasaban por peligros. Habían conocido sus milagros sobrenaturales en la creación. Habían experimentado que El Shaday les había dado todo lo que necesitaban para estar satisfechos. Está escrito que Avraham murió satisfecho (Génesis 25:8). Pero el Eterno no se había dado a conocer a ellos como YHVH.

¿Qué carácter y acción están implícitos en ese Nombre?

Ya hemos citado a Rashí que destaca en ese nombre la fidelidad para cumplir sus promesas. Hasta cierto punto Avraham había conocido esa acción del Eterno, al recibir a Yitzjak como hijo de una manera milagrosa por medio de una promesa, como está escrito en :

“Entonces YHVH visitó a Saráh como había dicho, e hizo YHVH por Sará como había prometido.”
 (Génesis 21:1 )

Sin embargo, existían varias promesas que el Eterno no cumplió en la vida de los patriarcas, por ejemplo la promesa de tener una descendencia como las estrellas del cielo, el polvo de la tierra y la arena del mar; la promesa de recibir la tierra de Kenáan en posesión perpetua. Esas promesas no fueron cumplidas en la vida de los patriarcas. Además ellos estaban esperando que viniera una ciudad celestial a la tierra de Kenáan:

“Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios…
Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad…
Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.”
(Hebreos 11:9-10, 13-16, 39-40 )

Así que el Eterno no se dio a conocer a los patriarcas con el nombre de YHVH en el sentido de cumplir todas las promesas. Los patriarcas solamente tenían las promesas, no las cosas prometidas.

De esta manera podemos sacar la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.

Para nosotros, el Eterno quiere ser más que Dios Omnipotente (El Shaday). Él quiere que nosotros lo conozcamos personalmente, como al Dios que hace promesas y las cumple, en el cual podemos confiar para cualquier cosa.

La suprema necesidad en cada hora de dificultad y depresión es una visión de Dios. El verle a Él es el ver cualquier otra cosa en una proporción y perspectiva apropiada.

Los creyentes se debieran de preguntar a sí mismos si en realidad conocen a Dios por dichos nombres.

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Nombres con Justicia y Redención

«¿Cuál es tu Nombre?»… EHYEH ASHER EHYEH… (Yahvéh)

Por P.A. David Nesher

«Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo:
El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés:
EHYEH ASHER EHYEH (En hebreo es: «SERÉ EL QUE ACONTECERÉ»)
Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: EHYEH (SERE) me envió a ustedes.
Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel:
Yahvéh el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.» 

(Shemot/Éxodo 3: 14-15)

En este evento sobrenatural en el que Moshé se encuentra con el Creador a través de una zarza ardiente que no se consumía, vemos que Dios presenta su identidad de un manera misteriosa. Moshé imaginaba justamente que el pueblo reaccionaría con una pregunta. Al anunciar el encargo, preguntará: “¿Cuál es Su Nombre?”

Esta pregunta es clave, y es una duda directa hacia la identidad de Dios. El cuestionamiento es al mismo tiempo una petición de información sobre Su Nombre, y de explicación de su significado.

Moshé le manifiesta al Creados que ciertamente el pueblo de Israel querrá saber algo más sobre la Intención de Él hacia ellos. Al preguntarle Su Nombre, en verdad, Moshé no está manifestando que no conozca cuál es el mismo, sin que busca comprender el nuevo tipo de relación que el Eterno establecerá con la Comunidad a la que lo está enviando. En el pasado el Eterno se había relacionado como el Dios de los padres. ¿Qué Intención de relación tendrá ahora con Israel?

El Todopoderoso entrega a Moshé una respuesta que se distingue de aquella destinada al pueblo, en respuesta a su eventual petición. El hecho que la respuesta esté dirigida a Moisés, indica que la pregunta no es tomada de manera superficial. Ésta revela algo de Moisés y del pueblo. Dios dijo: “Yo soy aquel que soy” o mejor dicho «Yo soy el que seré«… o más cercanamente traducido en su literalidad: «Yo fui, soy y seré lo que aconteceré«.  Esta expresión divina es ultra paradójica, ya que se trata tanto una respuesta como un rechazo divino a responder. «Seré» como contestación a la pregunta «¿Cuál es tu Nombre?» parece como la bofetada de un maestro a su discípulo, como un severo rechazo a la propia pregunta.

Entonces para captar realmente la esencia del texto en cuestión, debemos entender que esta pregunta, en realidad, está en el marco de la segunda objeción que Moshé presenta a Dios para el cumplimiento de su misión vocacional. Dios quiere hacerle entender a Moisés que se manifestará según su proyecto de propósito eterno, más allá de todo lo que sus escogidos hayan planificado para sus vidas.

Por ello, enseguida Dios dará una respuesta a la pregunta del pueblo dado a Moisés, «Así dirás a los israelitas: Yahvéh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros». (v. 15). También el pueblo experimentará el Proyecto del Altísimo en su futuro más allá que Israel quiera o no. Una vez explicado el significado del nombre, en una propuesta que es paralela a la del versículo 14, se le da el mismo nombre inefable: Yahvéh el Dios con el que los padres se había revelado. Es él quien ha enviado a Moshé. La parte final del versículo 15 está dirigida nuevamente a Moshé: “Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación”. El nombre se revela no para satisfacer la curiosidad de Israel, sino para ser instrumento de una adoración continua, que permitirá que este Pueblo se transforme en un reinado de sacerdotes (Éxodo 19:6).

Por lo explicado, debemos aceptar que el texto llega aquí a un lugar que se encuentra más allá de las palabras, a la vez que trata de crear una apertura en nuestra conciencia que permita una ascensión al mundo de arriba.

Debo aquí decir que cuando se habla de las cuatro letras o tetragrama no estamos hablando de un nombre civil o una identidad distintiva entre muchas. Más bien estamos hablando de una naturaleza divina que solamente posee en sí mismo el Creador de todo lo existente. Es obvio que si no existe otro Elohim entonces no es necesario distinguir entre lo únicamente distinguido que existe, ya que no hay otro que pueda ser competencia o variedad. Su naturaleza divina consiste en la eternidad del supremo reino que sobrepasa aun los límites del tiempo y del espacio.

Nombre en el idioma hebreo se dice Shem y cuya percepción por un hijo de Israel no es limitado a una identidad civil como sucede en occidente sino a una esencia del ser a quien se refiere. Por ejemplo notemos que cuando Moshé le pregunta por Su nombre, Él responde: «ehyéh asher ehyéh»  («Seré El Que Seré«) y eso fue todo lo que El respondió en cuanto a Su nombre. Buscar una fonética al tetragrama es como tomar literal la Torah, lo cual si sucede así nunca se llegará a comprender su sentido y objetivo, y por mucho que se luche por conseguirlo lo único que se logra es que el tiempo pase sin darnos cuenta y de esta manera descuidamos lo más importante que es accionar en base a la voluntad divina.

«Seré el que Seré» puede querer decir «No tengo nombre, porque ningún nombre podría abarcar lo que realmente soy«. También se puede interpretar: «No importa cómo Me llames , porque lleno todos los nombres (todas la palabras, todas las cosas, todos lo tiempos, y todos los lugares), y cualquier nombre que pretenda describirme Me será realmente un título que exalte Mi Esencia«. El Midrash explica que esta expresión significa: “Yo no soy llamado por ningún nombre permanente; Mi Nombre varía de acuerdo con el modo en que Mis acciones son percibidas por el hombre… El nombre Ehiyé asher ehiyé significa que al igual que Yo estoy con ellos en este exilio; así estaré con ellos en sus futuros exilios.”

La palabra “Ehyêh” (אֶהְיֶה), viene de la raíz primaria “hayâh” (הָיָה) que es un pasado en hebreo que se conoce como conjugación “qatâl”, en la que “hayâh” significa, “el que fue, o ha sido” Por tanto, al ser “Ehyêh” un futuro en primera persona se entiende como “Yo seré”.

La respuesta se vuelve más clara cuando, a lo largo de todas las Sagradas Escrituras, el Tetragramatón (Yud, Hei, Vav, Hei), una combinación imposible del verbo «ser» (Havah). Es decir, que el nombre יהוה  no existe como palabra corriente, sino que es construida a partir del presente del verbo serהוה  (Havéh)  y el prefijoי (yod) que indica la tercera persona del futuro, indicando el ser que es ahora y continúa siendo en el futuro. Se revela como el Nombre correcto para señalar al verdadero Dios, y estaría dando a entender «El que hace Ser«, «El que da el Ser«, o «El que trae las cosas a la existencia«, y desde este supuesto equivaldría en cierto modo a la idea de «Creador omnipotente y eterno». Este nombre fue considerado por Israel como el representante del Or Ein Sof  (Luz Infinita) manifestándose en la Creación con la Intención de traer todo al

Veamos detenidamente esto. La expresión: «Yo Soy El Que Seré», nos indica eternidad sobre todo lo existente. Está diciendo que Dios es el Ser mismo. Todo el Ser; y de aquí surge la frase para definir Su naturaleza divina («El que fue, el que es, y el que vendrá a Ser») que en hebreo se dice:

Cuando se toman las primeras letras de cada término entonces se forma el conocido Tetragrama o Tetragramatón (YHVH). Esta palabra YHVH (Yud, Hey, Vav, Hey) está relacionada con los dos verbos hayá (ser, estar, existir) y havá (existir, devenir, llegar a ser, ocurrir). De este modo el estas cuatro letras estarían pautando que Él Creador que habla y envía es Todo el Ser.

En la mente de Moshé la consciencia se elevó hacia las certezas que aseguran que Todo contiene a Dios. No hay ningún lugar, ningún momento, ninguna cosa, por cierto ninguna persona que no esté llena hasta rebosar de la Divina Presencia. Por esto, el Nombre Y-H-V-H, no debería ser traducido como Dios o Señor, sino más bien como «Es-Fue-Será» o «Es-Fue-Vendrá«. No es en absoluto un verdadero sustantivo, sino que es un verbo que se detiene artificialmente mientras está en movimiento y que se lo hace actuar como si fuera un sustantivo. Un sustantivo que en realidad es un verbo nunca puede ser sujetado de forma muy firme. Ni bien crees que «lo entiendes», cuando entiendes a Dios como «entidad» más o menos claramente definida, ese sustantivo se te escapa y se convierte en verbo otra vez.

Dios es el Ser. Las cuatro letras del Nombre, tomadas a la inversa, deletrean la palabra HVYH, que se pronuncia HaVaYaH, la cual significa «existencia«. Todo lo que es existe dentro de Dios, tal como lo expresara el apóstol Pablo a los atenienses (Hechos 17: 28). Pero cuando damos vueltas esas letras y las convertimos en el Nombre, se agrega el misterio que se le reveló a Moshé desde la zarza. El cosmos que es infinitamente variado le da paso a un único Ser, a Uno en cuya presencia sentimos que estamos de pies, Uno a quien nos permitimos dirigirnos en la oración. Este Uno a quien nos dirigimos en su integridad es infinitamente más que la suma de sus partes. «Dios es el lugar del mundo, pero el mundo no es el lugar de Dios«, será la frase con la que los sabios intérpretes del Tanak (Antiguo Testamento) asegurarán que el universo existe enteramente, y en todos sus planos existenciales, dentro de Dios, pero Dios a su vez permanece trascendente al universo. Un misterio que nunca el ser humano terminará de entender, YHVH (Yahvéh) es infinitamente mayor que HVYH (Havayah).

Entonces el Nombre YHVH (Yahvéh) se vuelve garantía en la conciencia de Moshé. Este Nombre contiene el pasado, el presente y el futuro. Todo lo que fue, es y será existe en una sola simultaneidad porque el abrazo divino es más grande que cualquier división en tiempo lineal. Solo para los mortales , que nos vemos limitados por el tiempo, es real esa división. Yahvéh significa, “él estaba, está y estará”, “él está presente y en absoluto control”. Esto significa que Yahvéh es un Dios activo, cuyo señorío se manifiesta en su acción liberadora en la historia (Ex 3:7-10). Lo decisivo no es el valor lingüístico del nombre divino, sino la relación que en él se expresa entre Dios y los eventos históricos. Él es Eterno, Perfecto, Infinito, Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente, Inefable, Incomprensible, Sabio, Santo, es el Creador de todas las cosas, no está limitado a nada, y es el único digno de ser adorado y de recibir culto por parte del ser humano. Él es el mismo de ayer, de hoy, y por los siglos de los siglos. (Hebreos 13:8).

Moshé deberá enseñar a Israel los códigos de este Nombre, ya que los hebreos podrán confiar en lo que dicho Nombre revela, promete y garantiza: un Dios será eficaz para Israel en todo momento.  Ellos captaron por medio de este Nombre el amor perfecto de YHVH por su Pueblo, pues estas letras proclamaban un mensaje de amor:

«Seré el que Seré» (o «Aconteceré en quien aconteceré«),

es decir:

«Estaré con ellos en esta aflicción y estaré con ellos cada vez que me requieran«.

Por esta causa, la fe de Israel no se basó nunca en la etimología del oscuro nombre de Ex 3:14, sino en el hecho que Yahvéh reveló su nombre en su acción poderosa y salvadora en favor de su Pueblo.  Así ellos caminarán en Nombre de su Dios, si Él camina «con ellos» (Miqueas 4:5).

Yahvéh revela a Moshé, desde la zarza, su Intención de darse a conocer y entrar en relación matrimonial con Israel, pero al mismo tiempo, se revela en un Nombre que no puede ser objetivado y manipulado, cuyo sentido puede ser captado sólo a través del actuar histórico del Eterno. Ninguna interpretación teológica podía abarcar su misterio.

Moshé asume así la certeza de que el Nombre que se acaba de revelar no es una definición filosófica de la esencia divina, sino más bien una descripción de su actuar benevolente en el mundo a favor del ser humano, a través de Su Pueblo Escogido. El nombre indica en la Sagradas Escrituras la identidad del Dios que actúa en la historia. Así Moshé encuentra la fortaleza que le garantiza la convicción del porqué y para qué sacará a los hebreos de la esclavitud en Mitzraim.

Ante todo esto, es maravilloso entender que Dios se manifiesta a Moshé revelando Su Nombre. El hombre esclavo de la religión pretende reducir a Dios a una imagen e introducirlo en sus propios esquemas.

En ese sentido se debe recordar cómo en la antigüedad la imagen de la divinidad era considerada como una realidad mágica, poseyéndola era posible dominar al mismo dios. La lucha contra las imágenes de Dios es una lucha contra cualquier intento por reducir al Eterno a un objeto manipulable del hombre, de hacerse un dios para su propio uso y consumo, un dios a su imagen que se conforma a su semejanza. Por lo tanto, al revelarse como Yahvéh, Israel aprenderá que Él es un Dios que se debe escuchar antes de ver.

Por lo tanto, el Altísimo se revela a sí mismo sin ofrecer una imagen, pero buscando una relación con el hombre. Y en la plenitud de los tiempos se descubrirá que esta imagen asume todos los rasgos de un hombre, Yeshúa HaMashiaj. Yahvéh se hará visible en Yeshúa, en el que podemos descubrir la verdadera imagen de Dios (Colosenses 1: 15).

Ampliando pues este estudio, recordaremos que la palabra YHVH (Yud, Hey, Vav, Hey) está relacionada con los dos verbos hayá y havá, lo cual implica que Él es (eternamente), Él vive (y no puede morir) y Él hace vivir (da existencia a todo ser vivo). Él es el que existe por si mismo, el único ser real, el eternamente presente. Él es la fuente de toda realidad, incomparable, sin límite, autosuficiente, eterno e inmutable. Por eso el profeta proclamó:

“¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado, llamando a las generaciones desde el principio? Yo, HaShem (YHWH), soy el primero, y con los postreros estoy.”
(Isaías 41:4)

Esto nos enseña que el Eterno no está dentro del tiempo. Él es el primero y al mismo tiempo está con los postreros. Él está en estos momentos presente en el huerto del Edén cuando Adam toma el fruto prohibido. Él está en estos momentos presente cuando su Hijo está derramando su sangre en el madero. Él está presente en este mismo momento en la segunda venida del Mesías y en el juicio eterno. Él está en el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo. Él es Omnipresente. No necesita recordar el pasado, ya que Él está en el pasado. Él no necesita pronosticar el futuro, pues está en el futuro. Él es el primero y con los postreros está.

Esto implica que Él no necesitaba ver el futuro y el pasado en el momento cuando el Mesías murió por todos los hombres. Él estaba presente en todas las vidas de las personas que habían vivido, las que vivían en ese momento y las que iban a ser creadas en el futuro. Y por razón de que Él es YHVH, él puede trasladar los pecados de todos los hombres del pasado, presente y del futuro, y colocarlos en el cuerpo de su Hijo a fin de que él pueda morir por todos sin excepción. Así que en estos momentos el Eterno está viendo la muerte de Yeshúa, sangrando por ti. Su muerte está eternamente presente ante el trono celestial.

Por causa de esa muerte tú y yo tenemos acceso a su Trono de misericordia. Por causa de que ÉL ES, podemos nosotros estar con Él y recibir su vida eternamente y para siempre.

¡Bendito sea su Nombre!