Arrepentimiento

¿Yahvéh Endureció al Faraón?… ¿Cómo es Eso?

Por P.A. David Nesher

«Porque la Escritura dice al faraón:
«Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra». De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece..»

(Romanos 9:17-18)

El Eterno no endureció el corazón de Faraón en contra de la voluntad de este. El endurecimiento del corazón del Faraón no es debido a una decisión predeterminada del Eterno, porque violaría el principio de la libertad para elegir. 

En verdad, el Señor confirmó de que Faraón tenía una inclinación malvada en contra de Israel. El Eterno sabía desde el principio que Faraón no estaría de acuerdo con la petición de Moisés. No era una sorpresa para Dios que Faraón no escuchara a Moisés.

Sin embargo, vemos como el Eterno no endurece el corazón del Faraón sino hasta después de haber pasado cinco plagas. Durante las cinco primeras plagas fue el mismo faraón que fortaleció su corazón para no hacer caso a la palabra del Eterno. Según el midrash, las cinco primeras plagas duraron cinco meses.

Es valioso aquí citar lo que el célebre intérprete Rambam escribe refiriéndose a este tema:
“No pienses lo que dicen los necios de las naciones del mundo, como también la mayoría de los indoctos de Israel, que el Santo, bendito es, decreta desde el principio de su creación si el hombre va a ser justo o malvado, así no es… No hay nadie que le obligue, que le imponga o que lo arrastre hacia cualquiera de estos dos caminos, sino que él mismo y por su propia decisión se inclina hacia el camino que desee.”

Así pues, lo que Yahvéh simplemente hizo fue darle fuerza a Faraón en la maldad que él ya había elegido. Recordemos que Yahvéh había dicho que Él fortalecerá el corazón del Faraón (Éxodo 4:21). La palabra hebrea que aquí se utiliza es jazak, que significa “hacerse fuerte» «ser fuerte”, “tener valor”, y/o “endurecerse”. El Eterno prometió fortalecer el corazón del faraón para que él siguiera en su decisión rebelde y no perdiera esa fuerza para resistir al Eterno. Si Yahvéh no hubiera fortalecido su interior, no podría haber hecho los últimos grandes milagros ante todo el mundo. Así que Yahvéh se aprovechó de la obstinación del faraón cuando él ya había tomado la decisión de ir por el camino rebelde.

Ahora bien, cuando llegamos al capítulo siete de Shemot notamos como el Eterno dice que endurecerá el corazón del faraón (7:3). La diferencia aquí es que la palabra hebrea usada es kashá,que significa “ser duro”, “difícil”. Es la única vez que la palabra endurecer aparece en relación con el faraón.

La llave para comprender el tema se encuentra en el comentario de Rashí. El mismo explica que el término «kasháh» debe traducirse como «está pesado» (como un sustantivo calificativo y no como verbo). Es decir, el corazón del Faraón «está pesado» por sí mismo y no (sólo) producto de una acción, porque Yahvéh lo endureció. El corazón del Faraón «estaba pesado» de por sí, poseía una testarudez natural que generaba que se oponga a la voluntad de Yahvéh; (además de ello, Yahvéh lo hizo más pesado aún, para endurecerlo más allá de su naturaleza testaruda).

Así pues debemos entonces destacar que en las primero cinco plagas vemos como el faraón fortalece su propio corazón en su rebeldía. Durante este lapso encontramos que se usa la palabra jazak, “fortalecer» . Luego, aparece la palabra kasháh (que deriba de kavad), y significa “estar pesado”, “ser pesado”, “ser una carga”; “recibir honores” (7:13, 22; 8:19; 9:12, 35; 10:20, 27; 11:10; 14:4, 8, 17). Lo interesante de esto es que en la mayoría de las veces el hebreo usa la palabra  kasháh  para referirse cuando Faraón endurece su corazón voluntariamentey usa jazak cuando el Eterno fortalece el corazón de Faraón en su actitud rebelde. Es decir, que el Paróh estaba lleno de vanagloria, lleno de orgullo, y decidió no escuchar u obedecer la advertencia amorosa del Eterno. Así logramos apreciar que el Eterno que ha otorgado libre albedrío al hombre para escoger, simplemente fortaleció y reforzó el hecho que Faraón había rehusado oír. 

De todos estos textos surge una maravillosa enseñanza mesiánica: cuando una persona se empeña en rebelarse contra la voluntad del Eterno llegará a un punto donde la gracia del Eterno se retira y ya no habrá más posibilidad de arrepentimiento. Ya pasó la raya y es juzgada para ser un vaso de ira preparado para la destrucción, tal como le enseñara el apóstol Pablo a los creyentes del Camino residente en Roma:

«¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?”
( Romanos 9:22 )

Está entonces bien claro, después de ese punto decisivo, el Eterno fortalece la persona en su rebeldía con un triple propósito:

  • Primero, para fortalecer la decisión de la persona y así darle el derecho de vivir según su propia decisión libre. Escogió ese camino y por ese camino tendrá que caminar y sufrir las consecuencias de su decisión.
  • Segundo, para mostrar a todo el mundo que el aparente arrepentimiento que la persona pueda mostrar hacia fuera no era sincera (cf. 9:27), para que cuando venga el castigo, nadie diga que Dios castigó a los arrepentidos. Su rebeldía es evidente a todos y por lo tanto nadie se equivocará pensando que el castigo divino vino por una injusticia del Eterno.
  • Tercero, para así mostrar su poder mediante los fuertes castigos que son manifestados de modo que el pueblo de Israel y las demás naciones conozcan su tremendo poderío (cf. Éxodo 7:3-5; 9:15-16).

En base a esto, notamos que el malvado rey nunca hizo nada para quebrantar su orgullo. El endurecimiento del corazón de Faraón se muestra cuando él ni siquiera quería escuchar el análisis de sus propios consejeros. No había ninguna razón lógica por la cual él insistía en resistir y rechazar a Yahvéh, como verdadero Dios. El Paróh rechazó voluntaria y tozudamente al Dios vivo y verdadero, y por eso, Yahvéh lo usó para Su propósito eterno.

Si el Faraón hubiera querido someterse a Yahvéh después de un sincero arrepentimiento, nada se lo habría impedido. Recordemos que la »teshuváh» (arrepentimiento o regreso), es la base principal sobre la cual descansa la relación del ser humano con el Creador. Justamente los sabios y entendido en códigos hebreos, aseguran que el Eterno había dicho a Moshé:

«…Yo daré a Paróh una oportunidad de hacer teshuvá por la duración de las primeras cinco plagas. Si él después de eso persiste en su iniquidad Yo detendré de Mi mano auxiliante que está lista para asistir a aquéllos que hacen teshuvá…».

Es claro entonces que a Paróh se le dio en las esferas celestes un tiempo para hacer teshuvá. El mismo abarcó hasta la quinta plaga a fin de no castigarlo; luego Yahvéh endureció su ser.

En Yejezkel/Ezequiel 18:23 encontramos esta cualidad de la acción misericordiosa del Eterno:

«¿…Acaso deseo la muerte del malvado, dice el Señor, el Eterno, ¿acaso no (deseo) que vuelva de sus caminos (malos) y viva?…”,
[Ezequiel 18:23 – Tanaj Katz].

Pero el rey no rectificó, por lo que la destrucción para Egipto era inminente; los idólatras se encontraban ya dentro de lo que se llama la «espiral involutiva», esto es, una progresión (o hélice), que los haría girar de una desgracia hacia otra. Dicho de otro modo, los egipcios “saltarían de la olla al sartén”, o viceversa.

Pensando en este tema, los sabios comentan que, cuando se ve al individuo afectado por enfermedad, se entiende que la negatividad (por mano de Satán), está actuando en una pequeña escala. Pero cuando se desatan de manera extendida las más grandes y temibles enfermedades, una tras otra, es porque al HaSatán se le ha concedido un espectro más amplio para sembrar caos [Torah Kabalística, pág 76].

Con esta idea en mente, si hacemos una lectura cuidadosa del libro de Yov (Job), quedará claramente ilustrado esto que estamos considerando (Job 1:6-22).

Respecto de Yov el libro de El Zohar registra:

«…R. Judá respondió:
_ ¡Efectivamente, hablas verdad! Pero también está escrito que Satán dijo:
“Pero tiende tu mano y toca su hueso y su carne”, y que el Santo Mismo dijo a Satán:
“Y tú me persuades contra él”.
Lo que prueba que se dio a los poderes del “otro lado” permiso para que pudiesen levantarse contra el hombre por causa de los actos que efectuó en este mundo (…)
R. Eleazar discurrió entonces sobre el versículo:
_ Y hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a estar ante el Señor y entre ellos vino también Satán.
_ Este “día” —dijo— era Día de Año Nuevo, en el cual el Santo juzga al mundo.
“Los hijos de Dios” son los seres superiores designados para vigilar las acciones de la humanidad (…)
Así se le dio a Satán permiso de perseguir a Yob y mostrar que sus motivos no eran realmente puros. Pues tan pronto como se lo sometió a prueba abandonó el camino recto y no permaneció firme:
“El no pecó con sus labios” pero pecó en su mente, y después también con su lenguaje. Pero no fue tan lejos como para ligarse al “otro lado”, como Satán había dicho. Y como Yob no se apegó al “otro lado”, “el Señor bendijo el postrer estado de Yob más que al primero»

[Zohar Bo].

Evidentemente, para poder actuar, HaSatán requiere el permiso de lo Alto. Un pasaje que nos ayuda a clarificar esto es el que leemos en los escritos apostólicos con Mashiaj Yeshúa expresándole a uno de sus talmidim lo siguiente:

“…Shimón, Shimón, he aquí ha Satán busca con diligencia cómo zarandearte como a trigo; pero ya rogué por ti, que tu emunah no sea destruida. Y tú, a su tiempo, harás teshuváh y traerás gran consolación a tus hermanos»,
(Lucas 22:31-32. – Código Real del NT)

Si Faraón hubiera aceptado la evidencia del poder de Yahvéh dada en la primera plaga, se hubiera ahorrado todos los juicios que siguieron. Pero su marcada tozudez pedía aún mayores demostraciones del poder divino, y las plagas cayeron una tras otra hasta que finalmente fue llamado a mirar el rostro sin vida de su propio primogénito y de los primogénitos de su connacionales, mientras que los hijos de Israel, a quienes él tenía como esclavos, no sufrieron daño de las plagas, ni fueron tocados por el ángel destructor.

Faraón endureció su corazón y después Yahvéh lo endureció más. Dios puede hacer lo mismo hoy. En nuestra rebelión, podemos alcanzar el lugar donde Dios nos fortalecerá en nuestro deseo malvado:

«Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones … Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.»
(Romanos 1:24, 28).

A lo largo de mis años ministeriales, he visto a muchas personas volverse a Dios en un tiempo de calamidad, y cuando las cosas se ponen mejor, ellos casi inmediatamente cambian su corazón de nuevo endureciéndolo hacia Dios. Evidentemente, Faraón no fue un ejemplo inusual de la humanidad; él es la codificación escritural que describe la mayoría de los seres humanos, modernos o antiguos.

La tendencia es siempre la misma. Al continuar en pecado e ir rechazando simultáneamente las oportunidades del Eterno para nosotros, para que nos arrepintamos y volvamos a Él, el endurecimiento continua. Esto se ve comúnmente en todo lugar del mundo. Un varón no comienza apostando su paga semanal en el casino de la ciudad; se iniciará al aceptar una apuesta amistosa entre sus amigos, mientras observan un partido de fútbol; y su corazón empezará a endurecerse. Un varón no empieza con una perversión vergonzosa; comienza con unas pocas revistas, un par de vídeos rápidos por Internet, y su corazón se endurecerá poco a poco, hasta ya no regresar. Una mujer no empieza adicta al alcohol; comienza a beber dentro de los círculos sociales, y su corazón se endurecerá hasta la condenación.

Yahvéh le dio muchas oportunidades al Faraón para arrepentirse de su pecado, tanto como hoy lo está haciendo con la humanidad rebelde:

“El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9 )

“… el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.”
 (1 Timoteo 2:4 )

El mensaje aquí es que tú no debes endurecer tu corazón ante el llamado del Eterno. Humíllate y pídele un corazón blando. Es peligroso cuando el corazón de alguien se cierra o endurece. Que el Santo y Bendito nos libere de eso.

Tisha b’Av: el Ayuno del Quinto Mes y nuestra Victoria sobre toda angustia

 
 
 

Tisha b’Av o Tish’ah b’Av (en hebreo תשעה באב, tish‘āh bə-āḇ) es el principal día de ayuno y abstinencia de la Casa de Judá (judaísmo) y es regida por costumbres de origen rabínico. Justamente por ser una ordenanza rabínica, es optativa para los que no son de la Casa de Judá (judíos). Por una cuestión de unidad (NO de obligación) yo recomiendo hacerlo.      

Tisha b’Av es la culminación de las tres semanas de duelo en las que los judíos lamentan la pérdida, por dos veces, de su Templo, la pérdida de Jerusalén y el consiguiente exilio. En Jerusalén, muchos pasarán la noche y el día junto al Kotel, el único vestigio del Templo que sigue en pie, que hoy, más que nunca, es el Muro de los Lamentos.        

Su nombre hace referencia al noveno día (Tisha) del mes hebreo de Av. Ha sido llamado el día de la calamidad para Israel y posteriormente para el pueblo judío.    

Según la tradición judía estos son los acontecimientos de dicha fecha:    

1. Fue en este día cuando los doce espías que habían sido enviados a reconocer la Tierra Prometida, trajeron un mal reporte acerca de la tierra que causó que los israelitas sintieran pánico, lloraran, y no quisieran ir, por lo cual YHVH ordenó que esta generación no entraría a la Tierra. (Números caps. 13 y 14).      
2. Fue en un 9 de AV cuando el Templo de Salomón fue destruido, y cuando en el año 586 A.C. el Reino de Judá fue destruido por los Babilonios liderados por Nabucodonosor, y los judíos fueron enviados al exilio Babilónico.
3. El Segundo Templo fue destruido en el año 70 D.C. por el Imperio Romano, y el pueblo judío fue esparcido por el mundo para un exilio de 2.000 años.      
4. La rebelión de los Bar Kojba falló. Bar Kojba fue asesinado, al igual que el rabino Akiva y muchos otros sabios importantes de la Mishná. (132 D.C.).    
5. El Monte del Templo fue socavado y Jerusalem fue reconstruida como una ciudad pagana.      
6. La declaración de las Cruzadas por el Papa Urbano II en 1095.      
7. La quema del Talmud en el año 1242.      
8. En 1290, se firmo el Edicto del Rey Eduardo I expulsando los judíos de Inglaterra.      
9. El Decreto de la Alambra que lidero la expulsión de los Judíos de España en 1492.        
10. Comenzó la Primera Guerra Mundial en 1914.      
11. Los primeros asesinados en Treblinka en 1942.      
12. La AMIA (Asociación Mutua Israelita Argentina) fue atacada por terroristas Árabes hecho que ocurrió el 18 de Julio de 1994 en Buenos Aires Argentina. 86 muertos y mas de 120 heridos…      

Por todos estos, y otros, hechos, el día 9 de Av ha sido tradicionalmente un día de ayuno del pueblo judío. Es un día de aflicción muy especial al que se llega después de 21 días de ayuno parcial.      

Esas «Tres Semanas» que van desde el 17 de Tamuz y Tishá B’Av han sido, históricamente, días de desgracia y calamidad para el pueblo judío. Entre otras tragedias, durante este tiempo fueron destruidos tanto el primero como el segundo Templo, como ya señalé.      

Las «Tres Semanas» que sirven en la historia judía como preludio a Tishá B’Av representan un período de duelo por la caída de esas murallas que protegían el Templo y la fuente de la santidad espiritual del mundo.      

Por todo eso, estos días son aludidos como el período “entre las estrechuras” o “entre los días de angustia” (bein hametzarim), de acuerdo al versículo: «Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras» (Lamentaciones 1:3).        

Durante este período toda la Casa de Judá observa varios aspectos de duelo: Minimiza la alegría y la celebración – no se hacen bodas, no se escucha música, no se cortan el pelo ni la barba. Las expresiones de duelo se intensifican a medida que se acercamos a Tishá B’Av.        

Hacia el final de la tarde previa a Tishá B’Av se acostumbra comer la Seudat Hamafseket – una comida que consiste de pan, agua y huevo duro. La comida se unta en cenizas, un simbolismo de duelo, y los judíos se sientan en el piso para comerla (Las reglas son un poquito diferentes cuando Tishá B’Av cae en Shabat o en domingo).       La puesta de sol marca el comienzo de Tishá B’Av. En ese momento comienza el ayuno y no se permite comer ni beber hasta el anochecer del día siguiente. Tampoco está permitido bañarse o lavarse, utilizar zapatos de cuero y tener relaciones maritales. Tampoco estudiamos Torá, a excepción de textos relevantes a Tishá B’Av y a duelo – por ejemplo el libro de Lamentaciones y Job, y algunas secciones del Talmud (incluyendo la historia de Kamtza y Bar Kamtza).    

El Libro de Eija (Lamentaciones) – el lamento poético de Jeremías por la destrucción de Jerusalem y el Primer Templo – se lee en la sinagoga como parte del servicio de la noche. Se leen «kinot» (elegías) especiales, tanto a la noche como a la mañana.Para nosotros, los primogénitos de Su Monte, este ayuno no solo es quebrar el cuerpo sin probar alimentos; es alimentar el alma con un juicio de amor hacia uno mismo, reconociendo nuestras fallas, la falta de amor al prójimo; haciendo volver a nuestra alma y cuerpo a La Fuente de Luz, con arrepentimiento sincero y gratitud, ya que un ayuno sin meditación en la Torah es como un cuerpo sin alma.  

Por ello, en Tishá BeAv, los primogénitos de Sión, tenemos que reflexionar sobre nosotros mismos. ¿Estamos agradecidos por todo lo que Abba ha hecho por nosotros? ¿Confiamos en Él? ¿Estamos dolidos por el sufrimiento de nuestros hermanos? ¿Creemos que el Eterno nos ayudará si salimos a ayudar a nuestros hermanos judíos?           ¡Por supuesto! ¡Dios quiere que Sus hijos retornen a Él!    


Bitácora Relacionada para leer:

Las Llamas que Consumieron al Segundo Templo

¿Qué se considera Arrepentimiento Completo?

Por P.A. David Nesher

 

«Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento»
(Mateo 3:8)

 

Según los códigos amorosos de las Sagradas Escrituras, el arrepentimiento completo es aquel que incluye el abandono del pecado y conduce al alma humana a sujetarse a la guía de la Torah (Instrucción) de Yahvéh. ¿Hasta qué punto? Hasta que Él, nuestro Amado Consolador, quien conoce lo oculto, da testimonio en Yeshúa, al Padre, de que esa persona no reincidirá en el pecado.
La palabra teshuvá (mal traducida como arrepentimiento) indica la idea de regreso. La voz hebrea “teshuvá” tiene su raíz en “shuv”, que quiere decir “volver”, “volverse”, “darse la vuelta con intención de regresar a una posición anterior”. Desde esta significación, se entiende que en la cosmovisión divina (yahveísta) en la idea de arrepentimiento el pecador vuelve al diseño pre-existencial: un ser humano en propósito lleno de capacitación celestial (idea encerrada en la expresión hebrea Mesías, el Ungido). En otras palabras, un hombre en la Palabra del Eterno Dios. Esta ubicación original le permite al hombre ser aceptable ante el Eterno Dios, tan amado por Él como antes del pecado. Esto significa que la teshuvá, en la cosmovisión yavehista, borra totalmente todo resto de pecado para el futuro. La teshuvá, hecha en el amor perfecto, saca de raíz el pecado desde su inicio, y es como si ese ser humano nunca hubiera pecado. Este es el verdadero resultado de la obra expiatoria del Mesías Yeshúa en el hombre escogido.
Con todo esto, será importante enfatizar que arrepentirse o hacer teshuvá es «volverse a la Torah». Hacer “teshuvá”, es decir, proceder al arrepentimiento, es convertirse hacia un lugar o posición que se ocupó en un tiempo, y que después se abandonó. Así se podrá comprender las palabras de nuestro Señor quien nos dice cuál es el motivo de su venida para estar entre nosotros: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Y es que hubo un tiempo áureo en que la humanidad caminaba diariamente con el Eterno Dios, por lo que la llamada del Señor al regreso es precisamente a andar en el camino del Eterno. De ahí que esa vocación no sea solamente para los hijos de Israel, sino que en Yeshúa el Mesías es una vocación de carácter universal, sin discriminación por procedencia ni género.
El fruto de teshuvá, al que Juan el Bautista llamaba en Su mensaje pre-mesiánico, es volver a mostrar en la práctica, que retornamos a una vida conforme Torah nos manda.
Puesto que el arrepentimiento genuino –teshuvá– es tan complejo, un escogido en Cristo nunca debe sentirse conforme ya que siempre debe inspeccionar de si cumplió adecuadamente el mandato de teshuvá o no; se preguntará si sus nuevos pecados son tal vez el resultado de pecados anteriores que aún no abandonó por entero.
La teshuvá o el retorno al Eterno Dios (YHWH) es una actitud que tiene que tomar el hombre de retractarse de algo que está incorrecto. Es una reacción apropiada que lleva a reconciliarse con el Eterno y tiene que ver con el arrepentimiento, el retorno a YHWH. ¿por qué?. Porque la oración a veces de clamor y de pedir perdón sin la actitud de un verdadero arrepentimiento no es aceptada por YHVH.

El versículo 6, del capítulo 55, del libro del profeta Isaías declara: «Buscad a Dios mientras Él puede ser hallado«. Los sabios de Israel explicaron que el profeta realizaba este llamado se refiriéndose a los diez días entre Yom Teruáh y Yom Kippur.

Es por ello que muchas personas nos ocupamos de no dejar pasar estos días sin rectificar al menos una acción incorrecta. Cada año asumen el compromiso de enmendar otro pecado y construir en el poder de nuestro Sumo Sacerdote, otra valla protectora que jamás volverán a violar.

La esencia del arrepentimiento consiste en darse cuenta de cuáles son los pecados que lo dominan, para así poder concentrar todos los esfuerzos en superarlos, hasta alcanzar la etapa en que el Eterno Dios testifica que nunca más reincidirá en esa actitud insensata.

Aunque la acción elegida sea insignificante, y aun si rectificarla no demanda demasiado esfuerzo, su arrepentimiento sigue siendo de gran valor pues le permite relacionarse con el auténtico arrepentimiento –teshuvá– que permite con su acción reparadora una nueva dimensionalidad del amor perfecto gobernando el entorno.

Los Días Memorables del Eterno Dios

Por P.A. David Nesher

 

«Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.»
(Hebreos 4:13) 
Desde el día de ayer, estamos caminando en el Mesías los tiempos espirituales más especiales. Y es que de acuerdo a lo que el Eterno revela en su diseño festivo, desde el Yom Teruah (Día del Clamor) y hasta el Yom Kippur (Día de la Expiación) los llamados y escogidos de Israel, deben vivir el poder que se esconde en ese intervalo de esas diez jornadas, llamado los Yomim Norayím, es decir, los «Días Terribles«, «Días de Asombro» y/o «Días Memorables«.  También los podríamos traducir «Los Días Reverenciales«.
Según la codificación de la Torah, durante estos días el Trono de la Gracia del Eterno se manifiesta con Rigor y Justicia sobre todos los habitantes del planeta. En este periodo de días los libros celestiales se abren y los hombres son juzgados de acuerdo a las obras realizadas a lo largo de los siete meses del año, contando desde el mes portador de la Pascua (Pesaj).
Estos días son un tiempo de cuidado, y de muchas plegarias de perdón. Son jornadas dónde nos auto-contemplamos guiados por el Santo Espíritu del Señor, y nos disponemos a reparar todo daño que hayamos provocado a nuestro prójimo y nuestro medio ambiente.
Este es un tiempo muy especial y específico que nos permite analizar nuestras vidas, evaluar qué hemos hecho, lo que hemos hablado acerca de otros, y aquellas cosas negativas que albergamos en nuestros corazones. (Mat. 7:4-5).
Durante estos diez días nuestros corazones están llamados a vibrar espiritualmente sujetos a las pautas expresadas por Yeshúa cuando dijo:
«Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
(Mateo 6:15)
La clave para el éxito de estos días esta en este texto. Pues YHVH no nos perdonara, sino nos perdonamos, y si no pedimos perdón por las ofensas que hemos ocasionado. Si sabemos la verdad, y si no estamos dispuestos a pedir perdón por nuestras faltas, no recibiremos los beneficios de Su Shalom (Paz que sobrepasa entendimiento).
En este periodo de días, nuestro Mesías y Dueño nos quiere guiar a una vida llena de palabras vivificadoras, portadoras de reconciliación y del poder de resurrección. Su Espíritu activa nuestras consciencias desde las palabras expresadas por el profeta:
 “No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque el Dios de todo saber es Yahvéh, y a Él toca el pesar las acciones.”
(1 Samuel 2:3)

La actividad mesiánica de nuestro espíritu será arrojar fuera toda jactancia en nuestra forma de hablar a fin de que la balanza con la que Yahvéh pesa en estos días a los seres humanos nos favorezca según los méritos del Mesías a favor nuestro.

En estos días toda criatura queda totalmente expuesta delante de los ojos del Altísimo y Soberano Juez del Universo. Por ello, no nos conviene ser indiferente a este llamado a arrepentimiento (teshuvá) que Su Espíritu nos hace, pues no existe lugar dónde escondernos ante esta contemplación divina.

 

«¿Se ocultará alguno, dice Yahvéh, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Yahwéh, el cielo y la tierra.”
(Jeremías 23:24)

 

Es necesario que la reflexión y meditación de cada escogido se centre en la idea de que Yahvéh se manifiesta en estos días en el rigor de un juez que supervisa las acciones de los hombres y determina sus premios y/o castigos para el próximo año.
«Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo. Tú has obrado neciamente en esto. Ciertamente, desde ahora habrá guerras contra ti».
(2 Crónicas 16:9)

 

El Shofar llamando a los Mansos y Humildes de Corazón

Ningún otro símbolo caracteriza esta época del año de la manera que lo hace el Shofar.    

El sonido del Shofar estremece, sacude, despierta la conciencia, es un llamado a la reflexión a revisar nuestras acciones.    

El profeta Amós dijo:

«¿Acaso es posible que se toque el Shofar  y el pueblo no se estremezca?
(Amós 3:6)      

El Shofar desde la etimología de su nombre, nos convoca al Shipur, es decir al mejoramiento, al cambio. Pero es evidente, que no habrá Shipursin una real escucha interior.      

¿Por qué se nos ordena escuchar y no tocar el Shofar?    

Tal vez para enseñarnos que es más importante escuchar que hacerse escuchar. Saber escuchar es también saber escuchar a aquellos que necesitan de nuestra ayuda. Saber escuchar es tener la suficiente humildad para reconocer que también el otro también tiene cosas valiosas que decir.    

El Shofar es un instrumento de viento. Viento en hebreo se dice Ruaj”, igual que espíritu. Así como el Shofar no tiene sentido sin Ruaj”, de la misma manera el hombre no tiene sentido sin espíritu.    

El Shofar también nos da una lección de sencillez y humildad, ya que éste no puede ser adornado en forma lujosa. Es más, sólo se puede decorar en la parte exterior sin que los adornos de oro y plata puedan penetrar las paredes del cuerno, lo cual lo haría inservible.    

Este es un alerta para que sepamos que, tal como sucede con el Shofar, nos volvemos inadecuados como seres humanos, si permitimos que el oro y la plata penetren en nuestras vidas y se posesionen de nuestra mente y nuestra alma. Es el llamado al abandono de la soberbia que tanto daño causa al hombre.    

Otras funciones cumplidas por el Shofar:

  • En la antigüedad el toque del Shofar servía para dar alerta. Con él se convocaba al pueblo para marchar a la guerra.
  • Todo acontecimiento importante en la vida del pueblo iba acompañado por el toque del Shofar.
  • En nuestros días después de la Liberación de Ierushalaim en la guerra de los Seis Días, el toque del Shofar fue expresión de la
    alegría.
 
A pesar que el sonar del Shofar en Yom Teruá es un decreto Divino, contiene en sí la siguiente sugerencia: Vosotros, los que permanecéis sumidos en el sueño, ¡Despertadhurgad en vuestras acciones, retornad con arrepentimiento y temed a vuestro Creador!
 
Lo que olvidáis la verdad, sumergidos en la vanidad, y andáis extraviados todo el año en lo tonto y lo vacío, que no produce beneficio ni salva a ninguno: ¡Examinad vuestras almas, mejorad vuestras sendas y vuestros propósitos, abandonando los senderos malos y los pensamientosque no conducen al bien!

Yom Teruah: Cuando Tu existencia será Contemplada por tu Creador

Yom Din”, «el día del juicio«. Este es uno de los nombres con el cual también se acostumbra a llamar al Yom Teruah (Día de Aclamación), el día en que somos llamamos al juicio. Comparto esto, ya que esta es la mentalidad que debe guiar esta Fiesta del Eterno. Es el día en el que la existencia toda es llamada a rendir cuentas al Creador.

 

Por eso, es necesario entender que una de las herramientas que nuestro espíritu utiliza en esta festividad es lo que en hebreo se denomina Jeshbon HaNefesh, es decir «el balance de nuestra alma«. En este día festivo el Eterno nos llama a detenernos de la vorágine de nuestras vidas, a hacer un alto por un instante. Tal como decía el escritor Mario Benedetti:

 

«De vez en cuando hay que hacer una pausa ,contemplarse a sí mismo sin la fricción cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades».
 
Estamos llamados a hacer tal como el Eterno en la creación hizo. Seis días creo más el séptimo día descansó y contempló. La creación implica tanto el acto activo del producir como la posibilidad de contemplar nuestra obra. Tal como el Eterno Dios, hoy cada redimido es llamado a contemplar su existencia, a contemplar su paso por la vida, a observar sus actos. A preguntarse dónde estamos hoy, y como llegamos a ser lo que somos. El poder observarnos a nosotros mismos, el poder determinar un tiempo para pensar que es lo que venimos haciendo nos permite no solo mirar con nostalgia nuestro pasado reciente sino prever nuestro futuro inmediato y el que todavía no llega. Registrar como en una tabla de aciertos y fracasos nuestras acciones nos permite contemplarnos a nosotros mismos. Pero esto no desde una postura meramente contemplativa sino que debe ser el desarrollo de una nueva actitud que desde el aprender se prepara para accionar. Aprender y enseñar, observar y hacer. Debemos primero aprender de nuestras acciones para luego corregirlas y volcarnos nuevamente a la acción.
En este día, nosotros juzgamos cada una de nuestras creaciones, ya sea en artes, negocios o incluso en la cocina. En algún momento damos un paso hacia atrás y evaluamos nuestra creación. ¿Está a la altura de nuestras expectativas? ¿Estamos satisfechos con ella? ¿Cuáles son sus defectos? En este día, el Eterno Dios hace lo mismo con nosotros. Somos evaluados, y por lo tanto es llamado: “El Día del Juicio”.
Debemos recordar para que lo acontecido no sea repetido sino aprendido sin ser olvidado. Somos libres de elegir cómo actuamos, pero no podemos liberarnos de las consecuencias de lo que hacemos. Recordar para asumir responsabilidad es responder por lo actuado; y a partir de ser responsables: perdonar y ser perdonados.
En estos días, debemos responder cómo seremos capaces de saber que somos nosotros quienes, ante los problemas que vendrán, tendremos creatividad para proponer soluciones que nos hagan más sabios que inteligentes; más virtuosos que exitosos; y más íntegros y auténticos con nuestro ser interior.
Si no somos nosotros los que corregimos nuestros errores y nos volvemos en Teshuvá, arrepentimiento, al Eterno Dios, somos nosotros mismos los que nos condenamos a una muerte espiritual.

El propósito mesiánico de Yom Teruá

Teruah significa literalmente «hacer un gran ruido». Esta palabra describe el ruido hecho por una trompeta pero también señala al ruido hecho por un gran grupo de personas que gritan al unísono (Números 10:5–6). Esto último podemos verlo como ejemplo en  el libro de Josué:
Y sucederá cuando el cuerno de carnero haga un sonido largo, cuando ustedes oigan el sonido del Shofar, toda la nación gritará un gran grito, y la muralla de la ciudad caerá en su lugar, y el pueblo subirá como un solo hombre contra ella”.
(Josué 6:5)
En este verso la palabra “gritar” aparece dos veces, una como la forma verbal de Teruah y una segunda vez como la forma sustantiva de Teruah. Aunque este verso menciona el sonido del Shofar (cuerno de carnero) (trompeta), las dos menciones de Teruah se refieren ambas al grito al unísono de los israelitas lo cual fue seguido por la caída de las murallas de Jericó.

Ya explique en otra bitácora que aunque la Toráh no dice explícitamente el propósito de Yom Teruah, su nombre puede indicar que se espera que sea un día de “gran congregación de aclamación”.   La forma verbal de Teruah a menudo se refiere al ruido hecho por una multitud de los fieles que invocan al Todopoderoso al unísono.   Por ejemplo:
  • Aplaudan, todas las naciones, clamen a El Poderoso, con voz cantante!” (Salmos 47:2)
  • ¡Clamen a Dios, toda la tierra!” (Salmos 66:1)
  • ¡Canten a Dios, nuestra fortaleza, clamen al Dios de Jacob!” (Salmos 81:2)
  • ¡Clamen a YHVH, toda la tierra!” (Salmos 100:1)
En Levíticos 23:24, a Yom Teruá se le llama también Zikharon Teruáh. La palabra Zikharon a veces se traduce como “memorial” pero esta palabra hebrea también tiene el significado de “mencionar” a menudo con referencia a hablar el nombre de YHVH (Éxodo 3:15; Isaías 12:4; 26:13; Salmos 45:18).  El día de Zikharon Teruá, traducido más exactamente como la “Mención del Clamor”, puede referirse a un día de reunión en oración pública en el que la multitud de fieles grita el nombre de YHVH al unísono.

Hasta aquí a la luz de los versos vistos, podemos ver que Yom Teruá es el día en que se suena el Shofar y a su sonido es reunida toda la congregación de Israel, para aclamar El Nombre de YHWH, jamás para celebrar la llegada del año nuevo.Ahora, analicemos otros versos y concluyamos el significado mesiánico de Yom Teruá. En el Libro del Testimonio de Mateo encontramos escrito:

«Porque así como relámpago que sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre…, entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, … y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y majestad.   El enviará a sus mensajeros con UN GRAN TOQUE DE SHOFAR, para reunir a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro«.
(Mateo 24:27-31)
El día de la llegada del Mesías, es asociada con Un Día de Toque de Shofar, y en ese toque la congregación de Israel, las 12 (doce) tribus de Israel, serán reunidas ante Él, no dice que la Iglesia Cristiana fulana… sino las 12 (doce) tribus de Israel dispersa entre las naciones, esto lo encontramos claramente expresado por  el profeta Isaías:
«Acontecerá también en aquel día, que se tocara con GRAN SONIDO DE SHOFAR, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria y los que habían sido desterrados a Egipto y adorarán a YAHWÉH en el monte santo de Jerusalén«.
(Isaías 27:13)
Como vemos y discernimos, Yom Teruah es la festividad que hace despertar nuestra memoria a la venida del Mesías para que estemos velando y no desmayemos. Es la festividad que recuerda que todo Israel (las 12 tribus) será reunido un día y nunca es la llegada de un año nuevo, sino más bien anuncia la llegada de un reinado nuevo, El Reinado del Mesías.

El Balance del Despertar (Yom Teruah)

Yom Teruah es una de las llamadas Altas Fiestas que el Eterno dio a Su Pueblo en el anuario bíblico.
Esta convocación no es un festejo frívolo ni un simple aniversario; como ninguna otra fecha reúne devoción, oración, arrepentimiento, pero también alegría. Es este el momento en el cual somos llamados a hacer una introspección, un balance espiritual, de cada uno de los actos realizados u omitidos durante el año que finaliza, y por ello es un hermosa posibilidad, la que Yahvéh nos brinda, de renovarnos y comenzar de nuevo. Es un día especial en el que podemos recrearnos para el nuevo ciclo que se avecina.
La convocación de Yom Teruáh (o también llamado «El Trompetazo del Despertar») es una oportunidad para realizar el «corte de caja» (balance) de nuestros actos, para formularnos preguntas claves como:
  •  ¿Quién soy? ¿Estoy siendo quien debiera ser en Yeshúa?
  • ¿Ejerzo el testimonio de Yeshúa, la Torah (Instrucción) del Eterno, en mi vida cotidiana?
  • ¿Estoy viviendo de acuerdo al alto nivel espiritual que me indica el Padre en Su Palabra?
  • ¿Me he planteado que ser un hijo de Yahvéh significa serlo todo el tiempo, en cualquier lugar, en pensamiento, sentimiento y acción?
  • ¿Brindo a mi familia un ambiente mesiánico de fe en el hogar?
  • ¿Estoy satisfecho de mis logros?
  • ¿Estoy llevando una vida de arrepentimiento (teshuvá), oración (tefilá) y justicia (tzedaká)?
  • ¿Qué malos hábitos tengo que romper? ¿Qué nuevos y buenos hábitos debo desarrollar?
  • ¿Estoy cumpliendo los mandamientos y preceptos del Eterno?
  • ¿Qué cosas de mi alma deber ser restauradas?
  • ¿A quién he ofendido? ¿A quién debo pedir perdón? ¿A quién debo perdonar?
  • ¿Qué cosas debo restituir?

 

El gran mensaje del Yom Teruah es que mientras somos llamados a dar cuenta de nuestros hechos, también tenemos la oportunidad de disfrutar del perdón del Padre si nos hemos arrepentido de corazón de todos nuestros pecados por los méritos de Su Hijo Yeshúa, nuestro Mesías y Dueño.

¿Para qué sirve el Ayuno?

 Cuando ayunamos, negarnos la comida y la bebida nos ayuda a quitarnos las capas exteriores de nuestra personalidad, y a reconocer por fin qué cosas son realmente importantes para nosotros. Durante el resto del año es fácil engañarnos a nosotros mismos. ¿Para qué vivimos? ¿Acaso ese delicioso almuerzo es lo que le trae verdadera felicidad a mi vida?

Pero cuando vivimos sin esas comodidades, podemos hacer una introspección más profunda. ¿Qué es lo que realmente le da significado a mi vida? ¿Qué es realmente importante para mí? Cuando disfrutamos lo superficial podemos distraernos con ello; cuando tenemos que dejar lo superficial de lado, podemos ver más allá y reconocer qué es lo que realmente nos importa. Este ejercicio psíquico-pneumático se denomina teshuvá (arrepentimiento o regreso).

Entonces, el primer paso hacia el arrepentimiento es el ayuno. Minimizamos nuestros placeres físicos, las cosas que generalmente creemos que nos hacen disfrutar de la vida. En cierto sentido esto es hacer duelo por la pérdida, pero también nos ayuda a reordenar nuestras prioridades: a quitar lo secundario y a entender la esencia de la vida. Al negar lo físico reconocemos que, en esencia, somos personas espirituales. Las comodidades mundanas son sólo un medio hacia la felicidad, no el objetivo.

Después, cuando ya hemos absorbido este mensaje básico, podemos hacer el duro trabajo del arrepentimiento. Podemos analizar con cuidado nuestro comportamiento y encontrar lo que hicimos bien y lo que necesita ser mejorado. El primer paso es conocerse a uno mismo, observar más allá de las comodidades y las superficialidades en las que tan a menudo nos encontramos sumergidos y darnos cuenta de quiénes somos en realidad.

Sentir hambre en un nivel físico nos ayuda a acceder al concepto de “deseo” y “necesidad” en un nivel espiritual. La exigencia del ayuno en los días en que se necesita arrepentimiento nos ayuda a activar el anhelo que tenemos de andar por una senda que conduce a un mundo mejor. Cuando esta herramienta es utilizada, en lugar de ignorada, puede estimular nuestra teshuvá  (regreso).

Ayunar es difícil, pero es esta dificultad la que nos da la oportunidad de conectarnos con el Eterno de un modo más poderoso. La sublimación de nuestro deseo de comer en favor de la orden de ayunar es una ofrenda en sí misma. Además, aprovechar el vacío que crea el ayuno para llegar a un nivel más profundo de arrepentimiento, junto con el sacrificio que podemos “ofrecerle” a Dios, convierte al ayuno en una oportunidad preciosa para conectarnos con la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta (Romanos 1:3).