Por P.A. David Nesher
… No cocines al cabrito en la leche de su madre.»
(Shemot/ Éxodo 23:19)
Al estudiar los Mishpatim que conforman el denominado Sefer HaBrit («Libro del Pacto» o «Código de la Alianza») tenemos que entender que todos los mandamientos que aquí se registran fueron dados individualmente, no obstante, los veamos agrupados juntos. Esto es así en cuanto a los miztvot dados en esta sección, así como en también en cualquiera otra parte. Es difícil pues, muchas veces, decir qué mandamiento va primero y cuál le sigue más tarde.
El precepto de no cocinar al cabrito en la leche fue dictado en la Torah hasta en tres ocasiones (Ex. 23:19; Ex. 34:26, Deut. 14:21). Según algunas opiniones, ésta, que es la primera, fue para prohibir comer carne con leche y derivados; la segunda vez fue para prohibir el aprovechamiento de esta mezcla, y la tercera prohíbe cocinar estos dos alimentos juntos [Talmud Pesajim 26].
Respecto de dicha mezcla, los sabios de Israel de todas las generaciones, han intentado encontrar alguna razón por la cual fue exigida esta mitzváh, aquí expondremos algunas de ellas.
De acuerdo a lo que hemos aprendido, en la anatomía de la Torah este mandamiento pertenece a la categoría de leyes denominadas «jukim», que definen los preceptos cuyas razones no nos fueron reveladas expresamente.
El sabio y médico Maimónides ve en este mandamiento un precepto de higiene psíquico-físico; Ibn Ezrá, agregará que por eso es un precepto de piedad.
Muchas tribus primitivas consideraban a la leche como un equivalente de la sangre. O sea que para comer, entonces , un cabrito hervido en leche de su madre, quien lo hacía consideraba que lo comía con la sangre de su madre y la energía vital que ella poseía encerrada. Recordemos que por esa razón la Torah prohíbe consumir sangre.
Por dicha razón, el sabio Abarbanel escribe que los pueblos idólatras antiguos lo hacían con el objeto de activar sobre ellos las fuerzas oscuras de la fertilidad, y por eso Yahvéh ordenó esto a fin de que lo israelitas no imitaran dichas costumbres.
Maimónides está de acuerdo también con esto y sostiene que mezclar carne roja con leche era una costumbre pagana que tenía lugar durante las celebraciones de los idólatras. Esta idea de Maimónides ha sido confirmada por algunos descubrimientos recientes de la ciencia arqueológica (los escritos de Ugarit). El rito mágico consistía en cocinar un cabrito en leche de su madre y rociar con ella luego el suelo para hacerlo más productivo por medio de las energías que se suponían las divinidades de la fertilidad hacían descender sobre ellos y su hacienda.
Los sabios Abarbanel y Luzzatto consideran este mandamiento como una medida humanitaria destinada a desarraigar la insensibilidad y la crueldad.
El rabbenu Levi ben Guershon ve en ello una finalidad sanitaria; mientras que Recanatti entiende que la mezcla de carne y leche está incluida en la prohibición de la mezcla de las especies en general (en hebreo: כלאים, «quilaím») . Así mismo, casi todos los sabios aseguran que cuando la Torah menciona “leche” no se refiere sólo a la de la madre sino que abarca la de los demás mamíferos kasher.
Ante todas estas interpretaciones, Ibn Hezra entiende que no escapan a lo correcto, pero insistirá en que es vano tratar de buscar motivos específicos, ya que la razón de los חוקים, «jukim» escapa al intelecto humano. No tienen una explicación razonable, sino que deben ser obedecidas tal como un párvulo obedece a su padre, sin preguntar.
Lo que sí se ha aceptado es que la mitzváh enseña que, así como está prohibido derivar cualquier beneficio de la leche cocinada con carne, está asimismo prohibido derivar cualquier beneficio de los primeros frutos (leer el pasuk como contexto). Leído así, logramos captar que en la circunstancia que la Torah menciona la prohibición dos veces, lo hace después de la orden dada sobre las fiestas … como que Yahvéh estuviera diciendo: «Cuando vengas delante de mí en tus fiestas, no hervirás los alimentos en la forma como los gentiles solían hacer.’’
La mezcla de carne con leche deja de ser kasher; y dado que todo lo que consumimos se transforma en sangre y energía para nuestro cuerpo, es de vital importancia respetar la dieta que Yahvéh ha indicado.
La prohibición de la mezcla de la carne con la leche, es mucho más estricta que cualquier otra ley dietética de la Torah. Y no obstante, que la Torah ni siquiera menciona la palabra “comer” en este precepto, aun así, la puerta se nos cierra y no hay manera en que la carne cocinada con la leche esté permitida. Podría parecer muy difícil comprender por qué una mezcla de carne y leche está prohibida, en tanto que cada elemento por separado es permitido. Sin embargo, es obvio que, si la Torah prohíbe cocinar carne y leche juntas, seguramente está prohibido comerlos juntos. Del Meam Loez compartimos el siguiente apunte:
«…Jananía, Misael y Azaría pudieron escapar de muchos problemas porque tuvieron cuidado de no comer “alimento prohibido” (Dan 1:8). Aparte de la otra comida no-kasher, que Nabucodonosor sirvió, él acostumbraba siempre servir leche junto con carne. Esto era servido en cada comida (…) Es por esta razón que fue salvado en la cueva de los leones, ya que Daniel había sellado su boca para no comer cualquier alimento no-kasher, Dios selló la boca de los leones para que no pudieran dañarlo…», [Meam Loez, pág 123].
El autor del libro Tzeror Hammor dice que, de acuerdo con los místicos de Israel, la razón sería el no mezclar «fuerzas«. Es decir, que la finalidad sería el no mezclar «fuerzas opuestas» como las culturas paganas pretendían para dominar el Mundo de Arriba. El Eterno está ordenando no mezclar la «fuerza» del rigor con la «fuerza» de la compasión y viceversa; ya que los estudiosos de estos códigos explican que la carne alude al atributo de “rigor” ( מדת הדין – «middat hadin»), por su color rojo proviniendo de un animal degollado y destazado, mientras que la “leche” representa al atributo de “Jésed” (Benevolencia ilimitada), por su color blanco, al provenir de un animal vivo. De tal forma que si se mezclan estas dos cosas se origina un choque espiritual en los dominios celestiales así como en el alma que ingiere la comida. Los seres humanos en la tierra pueden combinar dichos atributos pero sin mezclarlos sabiendo cuándo uno debe comportarse con severidad y cuándo con misericordia.
Por otra parte, en el color rojo de la carne está simbolizada la idea del pecado (o muerte y corrupción), mientras que lo blanco de la leche representa la idea de la absolución (vida), y por eso hay que separar a ambos. Por esta misma razón, el Eterno ha prohibido la relación conyugal mientras la mujer está en sus días de impureza; YHVH no permite que la “vida” (semen del hombre) se mezcle con el flujo menstrual (tejido muerto), la vida es incompatible con la muerte.
Según el intérprete Rashí, la palabra que ha sido traducida como “cabrito”, en hebreo guedí, y significa una cría de cualquier animal, no necesariamente la cabra, o sea que puede ser también de oveja o de vaca. Por ello, cabe aquí aclarar que aunque la Torah se refiere específicamente a “cabrito”, la restricción se extiende a todos los tipos de carne; vacuna, ovina y caprina. No se incluye pescado y las aves. Sin embargo, por una manipulación farisaica, el judaísmo, mediante un decreto del rabinato babilónico, hizo que el pollo y otras aves recibieran el nivel legal de “carne” con respecto a las leyes de «leche y carne». Más nosotros seguimos lo que las Sagradas Escrituras establecen en su códigos, y no tradiciones humanas.
Yendo a partir de lo expuesto a una generalización que permita una praxis eficaz en nuestra vida cotidiana, entendemos que la carne representa muerte, la leche vida, por lo tanto, la persona de alma misericordiosa no mezcla la vida con la muerte, no tolera macular la pureza con la impureza.
La persona misericordiosa, especialmente no soporta el dolor de un hijo con su madre, en pocas palabras, un israelita misericordioso no aprueba la injusticia social en el mundo que habita.
En resumen, notemos que se habla de un cabrito, y no de carne, para que aprendamos que este mandamiento no es solamente algo referido a la digestión, sino eminentemente vinculado a la espiritualidad. Por lo tanto, y para finalizar debo señalar que las leyes dietéticas del kashrut, más que al bienestar físico apuntan primordialmente a asegurar el bienestar del alma redimida. El creyente mesiánico debe aceptar que cada alimento, además de ser un nutriente del cuerpo, lo es también del espíritu. Por eso, la emunáh (fe) en el Eterno debe primar ante preceptos de esta índole de forma incondicional.
Nota:
Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.
¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!