Bereshit

Las 10 Plagas y los 10 «Y dijo Dios» del Bereshit

P.A. David Nesher

Me ha maravillado sumergirme en lo que los distintos sabios han estudiado en aquellos secretos de la Sabiduría divina encriptados en los códigos de la Instrucción (Torah) divina. Entre tanto conocimiento se encuentra el hecho de que los Sabios aseguran que las diez plagas están directamente conectadas con la Creación del universo relatada en el primer capítulo de Bereshit (Génesis).

Ellos lo explican de la siguiente manera:

«…En el libro del Génesis, la frase “Y Dios dijo”, aparece diez veces. Cada una de estas apariciones es una referencia oculta a las Diez Sefirot o Emanaciones de la Luz del Creador. Cada una de las plagas descritas en el libro del Éxodo eliminó una klipáh, o cubierta de una de estas emanaciones. A través de este proceso de purificación, las diez frases “Y Dios dijo” del libro del Génesis fueron reveladas como los Diez enunciados que Moshé recibió en el monte Sinaí. Así pues, en efecto, la Creación fue la semilla y los Diez enunciados fueron la manifestación. Pero había existido tanta negatividad desde que se plantó la semilla (el diluvio, la torre de Babel, Sodoma y Gomorra), y más que tenía que producirse una limpieza a nivel semilla antes de que la manifestación pudiera tener lugar…».

Así pues considerado, nos damos cuenta que el Eterno con cada plaga en verdad des-andaba el camino perverso llevado por los egipcios de impureza y destrucción del mundo. Como procurando un retorno a un origen casto, en una especie de limpieza espiritual de la Creación. Es decir, que con esta acción, el Eterno manifestaba Su Dominio e interés por lo que acontece en Su Creación. Pues, cuando creó el universo por medio de diez locuciones no hubo testigos, mientras tanto, en la liberación de una minúscula nación de las garras del imperio poderoso, los testigos de los diez actos de Dios, fueron numerosos (600.000 almas).

Por eso, y como detalle más importante, debemos entender que el Mundo estaba por dejar de ser un solar desprovisto de Torah, pues a partir de la manifestación de Israel, que comenzó con la liberación de Mitzrayim por medio de las diez plagas, se preparó el camino para Su Revelación en Sinaí, y el Pacto que nos compromete al acatamiento de Sus mandamientos que permiten que el alma humana vuelva a revestirse de luz.

El Eterno sacó a Israel de Mitzrayim (Egipto) porque consideró inmoral e injusto que un pueblo sea esclavizado por otro pueblo. La Torah nos enseña que la razón principal por la cual Yahvéh libera a los hijos de Israel fue para entregarles Su Torah, norma de vida para el pueblo, a fin de que se cumplan Sus enseñanzas y obtener, además, la “libertad espiritual”, amén de la física.

Para entender esta idea a cabalidad, examinemos la correlación que hay entre los Diez Enunciados de la creación y las Diez Plagas. El orden entre las plagas y la creación es inverso: dado que la creación pasó de tener la conexión a Dios más cercana posible a la más lejana, las plagas debían ir en la dirección opuesta para poder re-conectarnos con el diseño original:

La última plaga fue la muerte de los primogénitos. Esta fue una plaga única, en la que Dios no sólo mostró control sobre la «naturaleza» sino que distinguió sobrenaturalmente quién era Su primogénito: Israel (Éxodo 4:22). Esto fue un reconocimiento de que Dios creó el comienzo, asociándose a las primeras palabras de la Torah: en el comienzo.

Por eso, es maravilloso destacar que inmediatamente después de este andar para atrás por intermedio de las plagas, los israelitas recibimos los
Aseret HaDibrot (Las Diez Palabras o el Decálogo) que contiene en cada una de las diez locuciones un estricto paralelismo con las órdenes impartidas por Dios al momento de la Creación (Pesikta Rabbati parashá 21).

Todo esto nos sirve para reconocer que sin dudas que el Todopoderoso no deja a Su Creación, y está siempre re-creando el universo, y manteniéndolo según Su Voluntad, aunque nosotros no seamos testigos oculares, ni conscientes, de tal realidad.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de clarificarle al mundo en general (y al pueblo hebreo en particular) la conexión que hay entre Dios y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia de Yahvéh como el único Dios verdadero.

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Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

Jacob y el “Fin de los Tiempos”

Por P.A. David Nesher

Vayikra Ya’akov el-banav vayomer he’asefu ve’agidah lajem et asher-yikra etjem be’ajarit hayamim.

«Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Reuníos, y os anunciaré lo que os acontecerá en los días postreros.»
(Bereshit/Génesis 49:1) 

En la aliyáh (ascensión) de hoy estudiaremos un capítulo muy interesante, porque la acción transcurre junto al lecho de muerte del anciano Yaakov, nuestro padre (avinu). Como recordarán, en el capítulo anterior lo vimos ya postrado por la enfermedad y consideramos el momento en que cobró fuerzas, se sentó en la cama y bendijo a los dos hijos mayores de José (Yoséf).

El exégeta Abarbanel, refiriéndote al contexto de todo este relato, comenta lo siguiente:
Después de concluir con la bendición a los hijos de Yosef, en un ambiente de cercanía e intimidad, llama al resto de sus hijos y les bendice también, para no fomentar en ellos, celos o envidias..

Así y en este tramo de nuestra peregrinación de fe por las aliyot (ascensiones) de la parasháh Vayejí,  llegamos a una expresión importante. Encontramos que hay ciertas expresiones que las Sagradas Escrituras usan una y otra vez. Una de esas expresiones es «los últimos días«. 

La expresión hebrea ajarit-hayamim, en verdad debe traducirse literalmente como «al final de los días«. Esta frase merece ser explicada en su debido contexto, ya que cuando aparece en los libros proféticos hace referencia a Lemot HaMashíaj (traducido como “los días del Mesías”). Por ejemplo, en el rollo de Yeshayah (Isaías) cap. 2 vers. 2 y en el profeta Yejezkel (Ezequiel) cap. 38 vers. 16. Por eso, el Rambán interpreta que este pasuk (versículo 1)  relata a Yaakov haciendo referencia a la llegada de Mashiaj. El sabio Onkelos en el Targurn traduce ajarit-hayamim como “en el final de los días”.

Por causa de este matiz profético debemos entender que Yaakov dará mucho más que una bendición patriarcal estándar. Más bien, será una profecía que prefigurará el desarrollo de las doce tribus de Israel y los ambientes en los que vivirán cuando se instalen en la tierra de Canaán. Desde esta bendición Moshé continuará trazando la historia profética de Israel al enumerar el futuro de las doce tribus en el capítulo 33 del Sefer Devarim (Libro de Deuteronomio).

Nos encontramos aquí con la primera profecía conscientemente hablada por el hombre en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por el Eterno como es el caso del Proto-Evangelio (donde está anunciada la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15), y otras profecías veladas por los hombres, pero esta es la primera profecía proveniente de boca humana conocida en la Tanak.

Yaakov avinu entonces está hablando de los últimos días de la nación de Israel y de lo que sucederá a sus doce hijos y a las doce tribus que vendrán de ellos, hasta que se manifieste el Mesías (o el Cristo), el propósito eterno de Dios para los hombres.

El sabio intérprete Rabí Itshak Arama entiende que, el propósito de Yaakov avinu al pronunciar las palabras de esta bendición fue el de hablarles del «fin de los tiempos», interpretado en la cosmovisión hebrea como «el fin de todos los exilios«. Por eso, las tradiciones interpretativas judías dicen que Yaakov estaba a punto de bendecir a sus hijos dispuesto a decirles en detalles el “gran secreto sobre el fin del tiempo”. Pero en ese momento, la gloria de Dios (la Shekináh), la Profecía de lo Alto (Apoc. 19:10), lo visitó y se fue rápido de él porque no era adecuado hacerlo en ese instante. 

La Shekinah se apartó de Yaakov porque él quería revelar a sus hijos cómo y cuándo llegaría el Mashiaj, otorgándole minuciosamente los detalles de su venida. Él poseía todo el conocimiento del gran misterio de los siglos, pero no estaba en la Intención de Yahvéh darlas a conocer aún, por lo tanto Yaakov no podía decirle a sus hijos nada detallado. Con ansias, los hijos esperaban tal revelación, pero en un inesperado giro, Yaakov calla estos asuntos y les empieza a recitar bendiciones con una escatología encriptada. Sin embargo, en las pautas del libro «Birkat Yaakov» («Bendiciones de Yaakov«), se encontrarán mensajes proféticos que habrán de revelar el futuro de cada tribu, algunas serán cumplidas hasta el momento de la aparición del Mashiaj.

El sabio Rashí interpreta, basado en el Talmud, que Yaakov quiso revelarles el final de los tiempos, pero en ese momento el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) se retiró de él, y comenzó a decir otras cosas.

Leyendo la Midrash [Etz Yosef] encontré la siguiente enseñanza:

Yaakov quiso revelar a sus hijos el momento de la llegada del Mesías. Supo que se mantendrían fieles a HaShem aun cuando supieran que el tiempo de la redención fuera lejano. Sin embargo, el Todopoderoso decidió que la fecha de la redención debía mantenerse en secreto de los hijos de Yaakov a causa de las generaciones futuras que no serían tan grandiosas como los hijos de Yaakov. Las generaciones futuras desesperarían en el exilio si supieran que el momento destinado estuviera tan lejano.”

Muchos hablan del hecho de que ciertas profecías concernientes a la nación de Israel se han cumplido, eso es verdad. Pero podemos reducir aún más, dividiendo a Israel en doce partes y reconociendo que el Eterno ha tenido algo que decir acerca de cada hijo y tribu. No sólo se han cumplido Sus profecías acerca de la nación, sino que también se han cumplido las profecías concernientes a cada tribu. Eso es lo que lo hace más sorprendente.

Lo cierto de todo esto es que la bendición de Yaakov no consistía en desear buenas cosas para los hijos. De aquí aprendemos que la bendición, según la cosmovisión hebrea, no está basada en pronunciar “buenos deseos”, sino en hacer una apreciación profética. Para ello, el padre que bendice se fundamenta en la apreciación del carácter de cada hijo, según lo discierne con sus ojos espirituales.

En otras palabras, en la cosmovisión celestial la “bendición paterna” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ha aprendido a convivir supervisando con ojos espirituales a sus hijos, y visualizando así qué clase de generaciones crearán ellos desde sus lomos.

Por eso, lo curioso de la bendición final de Yaakov es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos hasta el final de la Historia de la Salvación.

En el capítulo que tenemos ante nosotros veremos las profecías de lo que sucederá en cada tribu en los últimos días. Mientras que algunas de ellas ya se han cumplido, la mayoría de ellas esperan un cumplimiento escatológico final. Pero como el desarrollo de estas bendiciones demanda un buen espacio, los invito a ir a la siguiente bitácora.

“Pon tu mano bajo mi muslo”… ¿Qué Clase de Juramento es esto?

Por P.A. David Nesher

Vayikrevu yemey Yisra’el lamut vayikra liveno le-Yosef vayomer lo im-na matsati chen be’eyneycha sim-na yadecha tachat yerechi ve’asita imadi chesed ve’emet al-na tikbereni beMitsrayim.

«Se acercaron los días en que Israel fallecería, por lo que llamó a su hijo Yosef y le dijo:
“Si me he congraciado contigo, por favor, pon tu mano debajo de mi muslo y trátame con benevolencia y lealtad: ¡Por favor, no me sepultes en Egipto!»

“…Si me he congraciado contigo, por favor, pon tu mano debajo de mi muslo y trátame con benevolencia y lealtad: ¡Por favor, no me sepultes en Egipto!»


(Génesis/Bereshit 47:29) 

La expresión «pon tu mano bajo de mi muslo«, es un eufemismo para un toque de los genitales, que son la fuente de la vida. Israel había aprendido la importancia de jurar por la señal del pacto de circuncisión de su abuelo Avraham (cf. 24:2).

Debemos tener en cuenta que en la época patriarcal, esta práctica constituía el único objeto sagrado que poseían, y la costumbre de prestar juramento sobre él perduró hasta el día de la promulgación de la Torah.

Cuando Yaakov avinu siente que está próximo a morir manda por Yoséf y le pide que haga con él «merced y verdad«, y jure por su Brit miláh (es decir la circuncisión de Yaakov), que es el signo bendito del Pacto estampado en su cuerpo.  

Era un gesto que simbolizaba que si el juramento no se llevaba a cabo, entonces los otros descendientes de Israel vengarían la infidelidad de Yosef.

¿Por qué se juraba de esta forma?

Porque la “Brit miláh” fue el primer mandamiento dado a Abraham avinu; es la alianza de Yahvéh con Abraham y su descendencia.

La circuncisión, que es vista como un Pacto; no es solo una marca grabada en el cuerpo del varón, sino un recordatorio de que su comportamiento debe ser íntegro en todo momento y circunstancia; su moralidad, debe estar ligada a un comportamiento social apto.

Por causa de la circuncisión es que a ellos se les llama “tzadikim” (justos). No es sino el cuidado de esa parte del cuerpo del varón hebreo, que la abundancia fluye o deja de fluir al mundo.

El intérprete Rashí explica que un juramento no consistía solo en poner la mano en la Brit Miláh, sino en pronunciar las palabras del juramento tomando la circuncisión en la mano en señal de que se juraba por algo muy sagrado.

Israel sabía que Egipto no era su hogar. Él pertenecía a la tierra prometida; él y sus descendientes. Era evidente que creía y entendía que él era el heredero del pacto de Abraham. Por ello, las palabras de Yaakov a su bien amado hijo Yoséf en este pasuk quieren significar:
«….Júrame por esa bendita señal que ha traído simiente santa y fiel al mundo, júrame que no me sepultarás entre impuros que nunca guardaron Mi Pacto…», [El Zohar].

Le rogó a Yosef que no fuera dejado en Egipto (47:29). Continuó diciendo: «Que cuando descanse con mis padres, me lleves de Egipto y me entierres en el sepulcro de ellos» (donde Abraham e Isaac están enterrados en la cueva de Makpeláh) (23:3-18). Y Yoséf le respondió: «Yo haré según tu palabra» (47:30). 

Pero Yaakov necesitaba más seguridad, e insistió en que la palabra de Yoséf se fijara con un juramento. Yaakov le rogó: «júrame«. ¿Por qué fue necesario? Yosef acababa de prometer hacer lo que su padre había dicho. Sin embargo, Yaakov sabía que si Yoséf hacía un juramento, éste reforzaría en la memoria de Yoséf su promesa a su padre. No sólo eso, el juramento haría a Yoséf directamente responsable ante Dios y Su ira si no cumpliera su promesa. Entonces José le juró.

Yoséf le responde que cumplirá lo pactado. Explican los sabios que Yaakov tenía varias razones para pedir esto, primeramente, él esperaría la resurrección de los muertos en Eretz Israel juntamente con sus antepasados Abraham e Yitzjak. La más antigua tradición enseña que los que estén sepultados en Eretz Israel serán los primeros en ascender de la tierra a recibir a Mashiaj. Los santos de Elokim (pueblo de Israel), aguardan pacientemente los “días del Mesías”; una Era plena de amor y restauración.

También Yaakov pretende evitar que, en el futuro, su tumba sea idolatrada por los egipcios. No quería que hicieran de él un dios más, porque las deidades de Egipto serían azotadas más adelante por el Eterno a través de las plagas.

Una razón más para este juramento es que, de ser sepultado Yaakov en Egipto, ello causaría que sus descendientes permaneciesen ahí y considerarían a Egipto/Mitzraim como su propia patria, lo que les llevaría directo a la asimilación (convertirse en egipcios).

Otro motivo que también vale tener en cuenta es que Yakoov quería sus restos pudiesen descansar con sus antepasados los cuales eran de elevada santidad; es decir, quería resucitar en “buena compañía”, no quería estar sepultado con la gente pecadora de aquel país.

Registra el Midrash que antes de bendecir a sus hijos, dado el politeísmo egipcio, Yaakov les hizo una última pregunta a sus hijos:

«…Hijos míos, ¿estáis bien firmes en vuestra creencia en el único Dios? ¿Cómo puedo saber si sus corazones están puestos en Yahvéh?».

Como respuesta, ellos levantaron las manos al cielo y pronunciaron:
«…Shemá Yisrael; El Eterno nuestro Elokim, el Eterno es Uno! Nuestra fe es la tuya y nuestra confianza está en el Creador de los cielos y de la tierra…».

Reconfortado al oír esto, el patriarca les responde solemnemente:

«Baruj Shem kevod maljutó le olam va ‘ed!»
(¡Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre jamás!)…».

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¡Y Vivió! (Vayejí)

Por P.A. David Nesher

Como ya se los comenté Vayejí significa “ Y vivió”.

Comenzaré contándote que en realidad, esta parashá, debió haber empezado en el versículo anterior que dice:
Se asentó Israel en la tierra de Egipto”… ya que el versículo 28 es la continuación directa e indivisible, pero el sabio Rashbam comenta que el hecho es que las congregaciones de Israel no quisieron concluir la parashá con el versículo que dice que toda la tierra pasó a ser propiedad de Paró (Faraón) y la concluyen con el versículo que dice: «Se asentó Israel en la tierra de Egipto”. De este modo, Rashbam pone de manifiesto aquí el sentido optimista que tiene la Historia de Israel.

Convengamos que en el orden técnico se notará que en el Sefer Toráh no aparece el espacio que debe separar una parashá de la otra, que tiene que corresponder, por lo menos, al que ocupan nueve letras. En nuestro caso sólo el espacio de una letra separa la parashá Vaigash de la parashá Vayejí.

De acuerdo a un Midrash citado por el sabio Rashí “Yaakov se disponía a develar el futuro de sus hijos, pero se le ocultó el espíritu de santidad y no pudo hacerlo, por eso la Parashá también está cerrada, no hay espacio«.

Otro Midrash, citado también por Rashí dice que “a partir del momento del fallecimiento de Yaakov se cerraron los ojos y los corazones de Israel, por el sufrimiento de la esclavitud en Egipto”, situación reflejada, gráficamente, en el texto, al cerrarse todo espacio entre ambas parashiot.

El sabio judío Abarbanel comenta que la Torah nos relata aquí los últimos días de Yaakov avinu rodeado por sus hijos y nietos. En definitiva, tal vez estos hayan sido los años de mayor quietud en la agitada existencia del patriarca. Si bien la intención de Yaakov había sido descender a Mitzrayim (Egipto) para ver a Yoséf (Gén. 45.28), la realidad es que él y su descendencia quedaron afincados en la tierra de Egipto, y no es que la muerte lo haya sorprendido en aquel país, ya que él permaneció en ese lugar los últimos diecisiete años de su vida.

Yaakov sabía perfectamente que nunca podría alcanzar sus metas sin la ayuda del Eterno. También concluirá si vida en paz con sus semejantes: Esav, Laván, Dináh y Yosef. ¡Qué acumulación de luchas, sufrimientos y penas ha supuesto para él cada uno de estos dramas!

Les comparto lo que el Midrash señala al respecto:
«…¿Dónde reside la diferencia entre la vida de un tzadik (justo) y la de un rashá (malvado)? El rashá puede disfrutar de una paz imperturbable al comienzo, pero su placer es seguido por interminables amarguras. El tzadik puede sufrir tribulaciones al comienzo, pero una vez superadas, su felicidad es eterna…»

[Midrash, Vayejí].

Desde luego, Yaakov no ha sido infalible, pero posee una virtud que muy pocos hombres tienen: la de ver en cada prueba enviada por el Cielo el bien que encierra de cara al futuro. Así pues, ha errado y tropezado, pero siempre ha vuelto a recuperar su nivel de perfección moral. Su admirable entereza se ha forjado en el yunque de la aflicción. Lo cierto es que, gracias a esta capacidad psíquica, Yaakov pasó en la tierra de Egipto los mejores años de su vida. Allí, libre por fin de preocupaciones, disfrutó de una existencia tranquila, de la paz familiar y de los homenajes que le tributaron los egipcios gracias al prestigio del que Yosef gozaba entre ellos.

Además, tuvo también el placer de ver a su familia “crecer y multiplicarse sobremanera”, así como ver feliz a todos sus hijos siguiendo el camino trazado por él.

La porción y todo el Séfer (Libro o Rollo) finalizan con este capítulo donde Yaakov prodiga bendiciones a las tribus.

Yaakov mira a con profunda dicha a su amado hijo Yoséf gobernando la principal potencia del mundo, Egipto. Pero durante más de dos siglos, los Benei Israel (hijos de Israel) serán forjados como hierro en aquel país a través del dolor y la agonía, hasta que estén listos para dejar el país y en el desierto recibir la Palabra de Yahvéh, la Torah, lo que les hará ser la más grande nación del mundo.

Yaakov, por su don profético, sabía que Egipto era el lugar más impuro del planeta, no obstante, el patriarca logró ser feliz ahí. El libro de El Zohar enseña que una persona espiritual sabe que los lugares oscuros que nos encontramos en la vida, son las mejores y más grandes oportunidades que tenemos para crecer y generar milagros.

¿Pero cuál era el motivo de la felicidad del patriarca?

Para responder esta pregunta, diré que el sabio Akedá sostiene que el uso que la Torah hace del término vivió ( vayejí ) en vez de residió ( que en hebreo se dice vayagar) nos indica que la Torah se refiere a la calidad de vida de Yaakov en Egipto. En el sentido más literal, lo que quiere decir es que tras una vida marcada por las dificultades (el odio de Esav, los engaños de Labán y la desaparición de Yosef), Yaakov avinu finalmente pudo disfrutar de la calma y la armonía que tanto había anhelado en Dios. Como reza el refrán: “Si el final es bueno, todo es bueno.”

El Zohar dice (I, 111b) que la mejor vida que tuvo Yaakov fue en Egipto, donde logró vivir con simjáh (alegría) y shalom (paz). En base a esto, el Rebe Najman pregunta: ¿Cómo es que en la Tierra Santa, Yaakov no alcanzó la paz y sí en Egipto, una tierra impura donde sus descendientes sufrirían bajo la esclavitud?» Y la respuesta que él mismo da es que el nivel más elevado de alegría surge cuando uno se hace cargo de la tristeza y de la depresión y las transforma en regocijo. El exilio corrresponde a la tristeza y a la depresió; la respuesta de Yaakov nos muestra cómo transformar sus efectos. Yaakov «vivió en la tierra de Egipto» significa que él sabía que el exilio continuaría hasta que fuesen recolectadas todas las chispas de santidad. Pero pudo encontrar paz e incluso alcanzar una gran alegría en Egipto, porque él y sus descendientes se fortalecieron con la regocijante promesa de Redención Futura (Likutey Halajot, II, p. 158a).

  En conformidad con el axioma de que los hechos de los Patriarcas sentaron una pauta para el futuro de sus descendientes, podemos afirmar que los últimos años de Yaakov -quien simboliza la Torah y la Verdad- ejemplificaron de la manera más vívida que los israelitas son capaces de sobrevivir y hasta prosperar en el exilio si mantienen su apego a los ideales que Yaakov encarnó.

Entonces, para cerrar esta respuesta, podemos decir que, primero que nada, él fue muy fecundo y vio que cada uno de sus hijos lo tenía todo. Yaakov era feliz porque pudo ver nuevamente a su hijo Yoséf HaTzadik, y ver a este hijo era como ver a su amada Rajel, la esposa que tanto amó, pues dice la tradición que la belleza del rostro de Yoséf era de un gran parecido con el de Rajel.

¿Por qué el pueblo de Israel es considerado “justo” y recibe esa especial herencia?

Los descendientes de Yaakov, los israelitas, serán favorecidos por Yahvéh para que sean los poseedores de una herencia eterna. ¿Cuál es esta herencia? Un destino feliz y una vida de delicias delante de HaKadosh Baruj Hu (el Bendito Sea). Esto va más allá de poseer una mera geografía en Eretz Israel (la tierra de Israel), estamos hablando del “Olam HaBá”, que es un mundo espiritual, el «Mundo Venidero».

La tradición judía enseña en Pirké Avot (traducido como «El Tratado de los Padres«) dice:

«…Un instante de teshuvá y buenas acciones en el Olam HaZé (mundo presente, o mundo en que vivimos), es más valioso que todo el Olam HaBá (Mundo Venidero), pero un instante de satisfacción Di-vina en el Olam HaBá es más valioso que todo el Olam HaZé…». (4:22)

Dice El Zohar que es porque ellos son circuncisos. Esto significa, que guardan y preservan el Pacto sagrado, el Pacto de la Procreación. Por eso cuando dice “todos son justos” (tzadikim), es porque quien se circuncida forma parte del pacto, forma parte del pueblo y por lo tanto son parte de ese todo. De esta forma, Israel heredará “el país” para siempre, este lugar es el “Olam Habá”

“Judá se Acercó a José” (Parasháh Vayigash)

Por P.A. David Nesher

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yoséf] y le dijo:
“Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Parhó.»

(Bereshit/Génesis 44:18)

Sobre este pasuk (versículo), dicen los sabios del judaísmo que, al aproximarse a Yoséf, Yehudáh estaba dispuesto a todo, incluso a guerrear. Al igual que la sección «Miketz», esta lectura también está empapada del espíritu del Mashiaj y de la redención final del pueblo de Israel. Los invito a abrir vuestras mentes a fin de permitir al Espíritu del Eterno implantar en ella todos las segulot (energías mesiánicas) que nos permitirán cumplir con nuestra misión mesiánica: unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo.

¿Por qué se interpuso Yehudáh con tanta firmeza para interceder por Binyamín?

Las palabras del propio Yehudáh a Yoséf lo responden:

“…Porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho…”.

Es decir, Yehudá había garantizado a su padre, Yaakov, que retornaría de Egipto, cueste lo que cueste, trayendo consigo a su hermano Binyamín. Al respecto, Itzjak Abarbanel comenta:

«…De acuerdo a la opinión de nuestros sabios, la intención de Yehudáh, con este discurso es poner en evidencia las falsas acusaciones que Yoséf ha armado contra él y sus hermanos. Sin embargo, yo pienso que, de acuerdo al sentido literal del texto, la intención ha sido despertar la misericordia de Yoséf, ofreciéndose Yehudáh como esclavo para que Binyamín quede libre, vuelva a su padre y no muera éste de pena y tristeza. Es para convencer a Yosef de la veracidad de sus argumentos que Yehudáh relata minuciosamente detalles acerca de la vida de su familia. Yehudáh cuenta con la benevolencia del Gobernador de la tierra, que ya había dicho: “A Elokim yo venero” y, por lo tanto, no podía endurecer su corazón ante la pena de un anciano ausente y en tierra lejana. Iehudáh se acerca e inicia una conversación privada, casi íntima….».

La defensa de Yehudáh se apoya en dos fuertes argumentos que, a la postre harán que Yoséf no resista más:

  1. Siendo consecuente con sus actitudes anteriores para con los hermanos, Yoséf no puede retener a Binyamín.
  2. Yehudáh no puede volver a casa de su padre sin Binyamín, el hijo menor. El estilo y las palabras empleadas por Yehudáh salen del corazón y llegan al corazón.

Como lo dije ya en un estudio anterior, en el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso es que vemos que un nudo dramático se forma aquí y un intenso debate surge entre dos grandes potencias.

Cuando en los Tehilim-Salmos (48:4) leemos: «Pues he aquí que los reyes se reunieron…”, es una alusión a Yehudáh y Yosef, que ambos fueron reyes y se juntaron en una disputa. Sigue diciendo El Zohar que la “proximidad” de los dos hermanos es un choque entre “dos mundos”, porque por un lado Yehudáh es un rey (es la tribu de los futuros reyes judíos), y Yosef HaTzadik en ese momento era el rey –ejecutivo- de Egipto. En medio de esta pelea se encuentra el menor de los doce hermanos, Binyamin. Ambos reyes lo disputan con todo su vigor.

Como lo dije en la bitácora anterior,  Yehudáh representa el “Mundo físico” y así mismo también simboliza al Brit Miláh (Pacto de Circuncisión), que no es simplemente una circuncisión o el corte de piel, sino el Pacto de la procreación biológica. En tanto que Yoséf representa el “Mundo de las visiones proféticas” (revelaciones). La expresión “Yehudáh se acercó a Yosef”, habla de dos mundos que colisionan pero que a la vez se unen; el “Mundo de Arriba” (que es Yoséf), con el “Mundo de Abajo” (Yehudáh).

Pero la motivación fundamental de Yehudáh estaba en su anciano padre, por lo que procuraba evitarle más tristezas de las que había ya sufrido; no quería que su padre muriera por el hecho de que Binyamín no volviera a casa. Cuando Rajel (Raquel) murió, fue Yoséf quien le dio consuelo a su padre. Después que Yoséf fue vendido, Yaakov aún tenía a Binyamín. Ahora sin Binyamín, sería como si los tres se fueran al mismo tiempo.

No obstante, la confrontación entre estos dos gigantes tuvo, en definitiva, resultados positivos. Pues lo que condiciona el establecimiento de relaciones armoniosas en el seno de la familia y de la sociedad es la unión del poder temporal representado por Yehudáh, fundador de la tribu real y, del poder espiritual representado por Yoséf Ha-Tzadik (José el Justo). En efecto, ninguna fuente de bendiciones es más generosa para los hombres que la que brota de la alianza entre la monarquía y los ideales religiosos.

ÓPTICA PROFÉTICA

“Yehudáh se acercó a Yoséf”, una expresión con profundos y múltiples códigos proféticos.

En relación al reencuentro de estos dos personajes, cabe precisar que, algo semejante ocurre en nuestros días: Yehudáh (pueblo judío moderno) se está “acercando” a Yoséf, está buscándolo, ya que se encuentra asimilado en “Egipto” (las naciones idólatras). En la actualidad podemos percatarnos que de poco en poquito, miembros de la Casa de Efrayím (descendiente de Yoséf), están volviendo a la unidad familiar y a sus raíces espirituales, tal como Yoséf volvió a sus costumbres hebreas al convivir nuevamente con su padre y hermanos.

La lucha que está desarrollándose aquí, solo cesará en los días de Mashiaj, como lo anuncia el profeta Ishayahu cuando evoca la venida del Redentor:

“…Entonces cesará el afán de rivalidad de Efrayím el representante de los descendientes de Yoséf y los odios de Yehudah desaparecerán; Efrayím dejará de envidiar a Yehudah y Yehudah dejará de ser enemigo de Efrayím
(Isaías 11: 13)

En efecto, si enfocamos los hechos desde una perspectiva histórica, observamos que la reconciliación entre los dos hermanos no sobrevivió al pasar el tiempo: cuando, tras la muerte del rey Shelomó, el reino de Israel se escondió en dos partes antagónicas, una se llamó Yehudáh y la otra Efrayím. En cuanto a Binyamín, permaneció siempre junto a Yehudáh, su gran protector, y nunca se alió con Efrayím y Menashéh, hijos de Yoséf, cosa que éste presintió dolorosamente desde el principio.

LA VARA DE YEHUDÁH Y LA VARA DE YOSEF SE VUELVEN UNA SOLA.

Cuando se consideran los acontecimientos de la historia de Yoséf que provocaron el “acercamiento” entre éste y sus hermanos, podemos comprender la naturaleza monumental de las expectativas del profeta Yejezkel (Ezequiel) para la restauración definitiva del pueblo judío.

El libro de El Zohar enseña que, el hecho de que Yoséf se manifestara ante sus hermanos, es una descripción del nuevo tiempo cuando HaKadosh Baruj Hu (El Santo Bendito Sea) levante a todo Israel del polvo de la tierra “resucitándolos”, para fusionarse Él directamente con ellos. Y así como en el palacio de Yoséf retiraron a todos los extraños a fin de que solo estuviesen los 12 hijos de Yaakov desahogándose juntos, tampoco habrá naciones idólatras cuando Yahvéh habite en medio de Sus doce tribus (dos Casas) de Israel.

Por este motivo el profeta enseña sobre la resurrección de los muertos mediante la ilustración de unos “huesos secos” (Ezequiel 37), pero específicamente la «Haftaráh Vayigash» (Yejezkel/Ezequiel 37:15-28), nos habla de “dos varas” (o palos); uno representa al reino de Yehudáh y el otro al reino de Yoséf (o Casa de Efrayim).

Esta hermosa Haftará del profeta Ezequiel trata de lo que sucederá en los tiempos del Mashíaj.

El profeta anteriormente había tenido una visión de ensayo de resurrección de muertos. Inmediatamente después empezó a profetizar lo que sucederá después de esa resurrección, cuando llegue el Mashíaj. Uno de los efectos fundamentales del Mashíaj es la Unión Total del Pueblo de Israel que por causa de su dispersión, se dividieron en muchísimos grupos con diferentes costumbres y leyes.

La relación de la Haftaráh con la Parasháh es evidente, ya que en esta parashá se menciona la unión de los hermanos con Yoséf. Probablemente también se explica en esta parasháh porque Binyamím se unió al reinado de Yehudáh; quizá por el hecho que Yehudáh entregó su vida por Binyamím, como lo vemos en esta Parashá Vayigash.

La fusión de los dos palos representa la unidad de los reinos que transpirarán durante la Era Mesiánica, con Mashiaj, un descendiente del rey David al frente de este imperio unificado. Hasta el día de hoy, la re-patriación de las tribus perdidas de Israel sigue siendo un componente del sueño de la redención final. “Que ocurra pronto y en nuestros días”; reza el pueblo judío. Yo a esta declaración digo ¡Amén!

José y Su Nuevo Nombre: Zafnat Panea

Por P.A. David Nesher

 Vayikra Far’oh shem-Yosef Tsofnat Paneaj vayiten-lo et-Osnat bat-Poti Fera kohen On le’ishah vayetse Yosef al-erets Mitsrayim.

«Y Parhó llamó a Iosef “Tzafenat Paneaj”, [“Interpretador de mensajes crípticos”] y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera [Potifar], ministro de On. [Después], Iosef salió por la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:45)

 

La civilización egipcia era tan antigua como el tiempo. Los egipcios eran descendientes de Mitzraim, uno de los nietos de Noé. El Faraón era conocido como el Rey de las Dos Tierras porque Egipto estaba dividido en dos grandes zonas: El Alto y el Bajo Egipto. La producción de trigo de esa nación era inmensa, tanto que siglos después se convertirá en el granero del imperio Romano. Estaba repleto de grandes matemáticos, arquitectos, músicos y las calles de sus ciudades rebosaban de mercaderes, malabaristas y muchas prostitutas. Un ejército de médicos mantenía a raya la malaria. Los científicos modernos desconocen que técnicas usaban o de qué medicamentos se valían pero eran bastante eficaces para combatir esa enfermedad. La magia era el pan nuestro de cada día al igual que las sectas esotéricas. Y allí estaba, el bisnieto de Abraham, descendiente de Sem, el hebreo Yoséf… el esclavo con el don divino de interpretar sueños. Allí estaba, de pie frente al hombre más poderoso del mundo que ellos conocían, el Parhó (Faraón), quien le daría una esposa y un nuevo nombre: Zafnat Panea (hbr. Tzafnat Panéaj)

Yoséf se casó con Osnat (Asenat), hija de Poti-Fera. Hay diversas opiniones sobre este Potifera; algunos intérpretes piensan que es el antiguo amo de Yoséf (Potifar), si así fuere, esta es la ironía del destino; Egipto era el país de las castas y de las jerarquías, de los faraones y los esclavos, donde toda mezcla sanguínea con seres de inferior rango eran repudiados. Ahora el gran cortesano de Egipto, Poti-Fera debía entregar a su propia hija al esclavo hebreo. Por otra parte, la mujer de Potifar entregará a su hija al hombre que ella deseaba para sí, y deberá elevar al hombre a quien envió a una tenebrosa prisión. En síntesis, las ruedas del destino giran prontas y misteriosamente, y todo lo absurdo empieza a acontecer. De este modo, el siervo se convierte en amo, y el amo se prosterna ante el siervo.

También encuentro honesto contarles que debido a que a los rabinos no les gusta el hecho de que Yoséf tuviera una novia gentil, entonces aplican una leyenda que dice que Asenat era realmente la hija de Dina y Siquem. Ellos enseñan que ella fue expulsada de la casa de Yaakov avinu,  abandonada en la frontera de Egipto, y entonces, supuestamente fue adoptada por Potifera sacerdote de On y su esposa, para finalmente casarse providencialmente con Yosef.

Desde el momento en que Yoséf subió al poder, se propuso desarraigar el mal social y convencer a los egipcios de que llevasen una vida moral más sana y más pura.

YOSÉF ES TZAFENAT PANEAJ

Tzafnat Panéaj” (צָפְנַת פַּעְנֵּ ח) Es el nombre que Faraón dio a Yoséf al ungirlo como gobernador de Egipto. Esto de cambiar el nombre corresponde a una costumbre de la nobleza egipcia y, a veces también a la usanza hebrea (ver Núm 13: 16).

No es un nombre importante, sin embargo, se le dio con el propósito de distinguirlo a causa de su especial don.

Para Faraón el título quiere significar “revelador de cosas ocultas”, o “el que descifra misterios”.

Según Rashí y Flavio Josefo, el nombre Tzafnat Panéaj significa “revelador de misterios”. Tzafnat podría derivar de la raíz tzafán, que significa “esconder”, “ocultar”. La versión LXX (Setenta) y la versión Copta tradujo este nombre como “salvador del mundo”.

Este cambio de nombre tuvo su importancia en el posterior desarrollo de nuestra historia ya que contribuyó a disimular la identidad de Yoséf cuando sus hermanos llegaron a Egipto.

Para algunos judíos, el significado viene a ser: “¿Quién es capaz de descifrar lo que hay oculto tras esta máscara?»

Lo más probable es que el significado del nombre sea «Dios habla y vive«, refiriéndose a la Palabra de Dios viniendo a través de Yoséf, asegurando la preservación del país, por medio de métodos celestiales. Todo esto porque Yoséf demostró con su vida que Dios vive y habla y que sería la salvación de Egipto, de Israel y las naciones vecinas. Con este nombre, el Parhó (Faraón) reconocía en Yoséf a un hombre que reflejo que Dios existe y quería salvar a la humanidad de toda destrucción que el caos ocasiona.

Hoy, para nosotros el mensaje es bien fuerte. Este mundo que esta por perecer necesita de cada uno de nosotros, los redimidos. Sí necesita de usted que ama la Torah, y es un hijo primogénito en Yeshúa. El mundo necesita que usted le refleje que hay un Dios que Vive y habla. El Eterno uso a Yoséf para salvarlos. Él también lo usará a usted si  acepta el desafío. Ese es su propósito de estar vivo aquí y ahora.

TIPOLOGÍA MESIÁNICA.

Así como Yoséf adquirió una identidad pagana (egipcia), Yeshúa por su parte fue secuestrado y desfigurado; se lo romanizó y luego cristianizó. La eclesiástica cristiana le dio un sobrenombre latino: “Jesucristo”. Pero todo esto no es más que un antifaz que le colocaron en su rostro para que no se le identifique como lo que es, un hijo de Israel que observó la Torah y que llegó a ser reconocido como Mashíaj por millares de su nación, durante los dos primeros siglos de la Era Común.

¿Significará esto que nuestros hermanos yehudim (judíos) de nuestra época podrán descifrar lo que “hay oculto tras la máscara” del nazareno Yeshúa? En un primer momento, los hermanos de Yoséf, estando aún frente a él, no lograron reconocerlo; sin embargo, fue hasta la segunda entrevista que les fue revelada la identidad de su hermano.

Mashiaj Ben Yoséf, Mashiaj Ben David y Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret)… ¿Quién es Quién?

La vida de Yoséf hijo de Yaakóv/Yisrael es sumamente interesante y reveladora de códigos mesiánicos. A través de toda su vida, el Eterno nos traza un mapa u hoja de ruta que nos muestra profundamente por medio de sombras o tipos las pautas proféticas de una Esposa (la nación de Israel) y su Amado, el Mesías. En primer lugar, se revelan los sufrimientos del pueblo de Yisrael es decir de lo que sucedería a sus descendientes, como nación, división y posterior exilio de las denominadas “Ovejas Perdidas” y su futura exaltación En segundo lugar, aparecen encriptados las características de los sufrimientos del Mashíaj ben Yosef y del glorioso enaltecimiento como Mashíaj ben David, sobre Mashíaj Ben Yosef es el que profundizaremos. Analicemos un poco este paradigma.

En su primera aparición puede decirse que Yeshúa se manifiesta como «Mashíaj ben Yoséf». Entiéndase bien: dicha expresión no significa que sea un descendiente genealógico de Yoséf sino más bien es su «figura mesiánica».

Para el judaísmo ortodoxo, Yoséf es una sombra mesiánica del Mashiaj. Del mismo modo en que Yoséf fue puesto como jefe de todo Mitzrayim (Egipto) y solo Faraón estaría por encima de él, asimismo el Mashiaj, en la Era Mesiánica será el supremo gobernante de las naciones solo por debajo de Yahvéh, HaKadosh Baruj Hú (El Bendito Sea), es decir, Yeshúa será el Virrey de todos los pueblos y el Eterno Rey será Yahvéh.

Como es bien sabido, las características del «Mashiaj ben Yoséf» y las de «Mashiaj ben David» son distintas; «Mashiaj ben Yoséf» es el “siervo sufriente” descripto por el profeta Yeshayah (Isaías) en sus cap. 53 y también por el profeta Zejaryah (Zacarías) en el cap. 12 vers. 10. En cambio, «Mashiaj ben David», ha de venir después, no como siervo, sino como poderoso rey, guerrero y conquistador que habrá de terminar con la impiedad en el mundo. Así pues, según registra el Talmud, existen dos clase de Mesías.

Otra opinión es que hay un solo Mesías con característica dual. Sin embargo, estos dos Mesías están totalmente implicados con la liberación del pueblo de Israel del exilio (las dos Casas de Israel), lo que daría paso al tan esperado Tiempo Mesiánico. Dos roles mesiánicos que describen a un mismo ungido. Por lo tanto, no son dos Mesías, sino uno solo con dos roles o misiones a cumplir.

Naturalmente, nuestros hermanos judíos rechazan categóricamente a Yeshúa el nazareno como Mashiaj de Israel porque se le ha interpretado bajo una falsa identidad, una identidad totalmente antijudía; la versión de la eclesiástica romana (como Yoséf que siendo hebreo se le dio una identidad egipcia y el nombre de “Tzafenat Paneaj”, cap 41:45), y en su lugar, el mundo judío ha ungido a un sinnúmero de candidatos que, finalmente resultaron no ser el Mashíaj prometido. Un registro de algunos de estos Mesías lo encontramos en la Enciclopedia breve del Judaísmo:

«Ungido. En la Escritura este término se refiere a los reyes, sumos sacerdotes y a cualquier individuo que tenga una misión divina. Después del exilio, la visión profética del Reino de Dios se asoció con la reunión de Israel bajo un descendiente ungido de la Casa de David […] Durante este período aparecieron varios falsos Mesías, incluyendo a Jesús al que los judíos no aceptaron porque no cumplía las profecías de redención mesiánica contenidas en la Biblia hebrea. En el siglo II, Simeón Bar Kojba fue considerado mesías. En el siglo V un pseudo mesías, Moshé, apareció en Creta. Otras figuras mesiánicas fueron Abu Issa Isfahani (siglo VIII), Serene (siglo VIII), Yudghan (siglo VIII), David Alroy (siglo XII); Abraham Abulafia (siglos XI-XII), Moshé Botarel (siglo XIV), Asher Lambein (siglo XVI), Shelomó Molcho (siglo XVI), Shabetay Tsebi (siglo XVII) y Yacoob Frank (siglo XVIII)…» [Enciclopedia breve del Judaísmo. Pág. 155].

Tan solo, en Israel, desde el año 6 a. E.C. hasta el 66 D. E.C., en un lapso de 72 años, casi cada tres años aparecía un personaje con características mesiánicas. Ello arroja un número de 24 pretendientes a Mesías (en las fechas citadas). Así pues, durante un par de milenios, el mundo judío ha dicho de muchas personalidades “este es nuestro Mesías”, pero se han equivocado rotundamente. Por otro lado, igualmente se ha dicho: “Yeshúa no es el Mesías”. ¿No estarán errados también? Un comentario muy interesante nos lo comparte el historiador Mario Sabán:

«…La creencia mesiánica en un Mesías determinado no hace que el judío deje su Judaísmo. Existieron a lo largo de la historia, judíos que no abandonaron el Judaísmo, pese a seguir a un Mesías determinado. David Moljo o Shabetay Zvi son dos claros ejemplos de judíos que se autoproclamaron “Mesías” y sus seguidores no abandonaron el Judaísmo. A la muerte de ellos, en algunos casos se formaron sectas divididas del tronco central judío, sin embargo la mayoría judía mesiánica de estos movimientos no dejaron de cumplir con la Torah…» [“Judaísmo de S. Pablo”. Pág. 161].

Volviendo a nuestro tema, el hecho de que los hijos de Yaakov no reconocieran a Yoséf en su primera estancia en Egipto sino hasta que ellos regresan con Binyamin (Benjamín), es un indicador de que al Mashiaj no le reconocerían en su primera aparición sino en la segunda.

¿Estará listo el mundo judío para aceptar a Yeshúa HaNotzrí? Veamos la opinión de un judío de este tiempo que mira con simpatías al Rabino Yeshúa:

«… ¿Y si la “segunda venida del Señor”, proclamada por el cristianismo, coincide con la llegada del Mesías para el judaísmo…»?

[Raíces judías del cristianismo, pág 313. Mario Sabán]
No hay duda que estamos en los últimos tiempos y que el judaísmo actual, en todas sus facciones, se está preparando para la llegada del Mashiaj, sea quien sea.

Cabe poner en relieve que, solo hasta que los 11 hermanos (las once tribus), estuvieron de pie delante de Yoséf (el hermano nº 12), es decir, una vez que las tribus estuvieron completas (como lo veremos en la siguiente sección «Vayigash»), es que Yoséf finalmente es identificado y reconocido como su hermano perdido; el hermano rechazado, pero que también fue odiado por ellos, negado, olvidado y finalmente vendido a extranjeros. Ahora, teniendo en cuenta esta tipología, meditemos juntos: ¿acaso Yeshúa no ha despertado también este tipo de sentimientos entre sus hermanos judíos?

En la sección Vayeshev vimos que la acción de hermanos contra Yoséf, es semejante a la actitud religiosa que existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico; evitar mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (ישוע הנוצרי ), modificándolo –omitiendo la letra final, “ayin” (ע)-, quedando solo las consonantes Y, Sh, V, (ישו : “Yeshé”), que es un título/acróstico que se emplea despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro”, (“que su recuerdo y nombre sean borrados”).

Por eso, en una escena de la siguiente Parashá («Vayigash»), veremos que ahí están todas las tribus, los hijos de Yaakov, incluidos los hijos de Yoséf, Menashé y Efrayim. Lo mismo ocurrirá con Yeshúa cuando se revele a los suyos en su segunda oportunidad; entonces será «Yeshúa Mashiaj ben David», y toda la Casa de Israel (las tribus perdidas), estarán aglutinadas en torno a él, como cuando Israel se sujetó bajo el gobierno del rey David.

Es interesante saber que entre los mismos rabinos judíos ha habido por siglos diferencias en el intento de entender los detalles acerca de las Escrituras que señalan al Mesías, pero el hilo conductor que tienen en común es que consideran al Mesías con dos cumplimientos y/o roles Mesiánicos separados por una distancia de tiempo.

Nosotros creemos que Yehoshúa (Yeshúa) Mashíaj, cumplió el papel de Mesías ben Yosef en el primer siglo y que volverá para ejercer el papel de Mesías ben David en nuestros días de acuerdo a las señales que estamos viendo.

¡Yosef pasó De Mesías a Visir! (El Faraón Eligió a Yosef como Virrey)

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Par’oh el-avadav hanimtsa kazeh ish asher ruach Elohim bo.

Vayarkev oto bemirkevet hamishneh asher-lo vayikre’u lefanav avrej venaton oto al kol-erets Mitsrayim.

«Dijo Parhó a sus sirvientes:

“¿Podrá, acaso, ser hallado otro hombre como éste, en quien se encuentre el espíritu de Elokim?”…

Y lo hizo subir en su segunda carroza y proclamaban ante él:

“¡El Virrey!”.

Así, lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:38 y 43)

 

Yoséf ha pasado desde lo más bajo hasta lo más alto, pero tomó 13 años para que esto sucediera. Para los del exterior, el empoderamiento de Yoséf parecía un”éxito repentino”, pero duró más de trece años en la fabricación.

Antes de salir de la prisión Yoséf tenía apenas el control de los reos, pero jamás imaginaría que después de abandonar definitivamente ese lugar tendría control sobre el poderoso Imperio de Egipto. Yoséf es un buen ejemplo de un hombre que parecía tener todos los dones y talentos para el liderazgo, pero el Eterno debía desarrollar primeramente el carácter mesiánico durante muchos años. Dones y talentos pueden ser impresionantes e inmediatos, pero el carácter de un ungido (mesías) es lo que el Eterno busca y siempre toma tiempo para desarrollarlo. Yoséf había aprendido la obediencia y así logró ser fiel en todas las pequeñas cosas que Yahvéh le había enviado; Yoséf ahora se convertiría en gobernador de toda la tierra de Egipto bajo el Faraón.

Parhó (Faraón) nombra a Yosef como Virrey de Egipto. A pesar de todo, Yosef poseía una muy buena imagen; tenía un porte distinguido y no se parecía en nada a los esclavos comunes. Pero esto despertó la envidia y celos del resto de los ministros del palacio quienes objetaron la decisión del rey. A Yoséf se le aplicaron diversas y complicadas pruebas las cuales superó de manera exitosa.

Yoséf tendría plena autoridad para llevar a cabo su plan. Esta sería la tercera casa en la que Yosef fue colocado. Fue de la casa de Potifar a la cárcel, y de esta, a la casa de Faraón. La única cosa que no le fue permitido poseer a Yoséf fue el trono de Faraón. Por lo tanto, la relación de Yoséf con el Faraón es paralela a su relación con Potifar. Sólo la mujer de Potifar estaba prohibida a Yoséf mientras que el Faraón solamente retuvo su trono.

«Y Faraón dijo a José: He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.»

(41:41)

Entonces el Faraón vuelve a enfatizar lo que acababa de decir. Así como Potifar levantó a Yoséf para estar a cargo de su casa, y al igual que el jefe de la cárcel lo puso a cargo de la prisión, el Faraón lo levantó para estar sobre toda la tierra de Egipto. La frase: te pongo sobre toda la tierra de Egipto, literalmente, significa: «y todo mi pueblo será obediente a usted, o toda mi gente va a besar la tierra en sumisión a ti«. Las funciones del visir o primer ministro eran críticas y variadas. Él tenía el control total del gobierno, fijar y recaudar los impuestos, designar los funcionarios, controlar la obra pública, construir nuevos monumentos, supervisar el cementerio real, mantener los registros y el suministro de alimentos. En otras palabras, era su responsabilidad asesorar a Faraón y velar por que el país funcione sin problemas.

Según los sabios la palabra hebrea “avrej” traducida aquí por virrey, significa «arrodillarse«, «consejero«, o «amigo principal«. En este caso la expresión quiere decir: “Este es el maestro del rey”, es decir, que así Faraón está presentando a Yoséf ante todos sus súbditos. Ahora Yosef no solo recuperaba su dignidad sino que llega a superar su posición anterior.

De esta forma Yoséf sale de los sucios calabozos para ascender de manera directa al trono de Egipto en calidad de Virrey (el segundo puesto después de faraón).

Faraón lo pone por sobre toda la tierra de Mitzrayim (Egipto) dándole su anillo de sellar y vistiéndole con finas ropas de lino, colocándole asimismo un collar de oro en su cuello. Enseguida lo transporta en su segundo carro y todos proclaman delante de él “¡Avrej!” La palabra abrej puede dividirse en dos partes:

▶ las letras jaf y bet suman veintidós, igual que la cantidad de letras con las cuales está escrita la Torah.

▶ Las letras reish y bet forman la palabra a rab (rabino _ maestro), dando testimonio de que a pesar de que Yosef actuó con humildad, su sabiduría era muy grande, tal como corresponde al carácter de un rabino.

¡Maravillosa enseñanza para nuestra alma! Así es como opera la Salvación del Cielo, primero, pareciera que no le ocurre nada positivo a los hijos de Dios, pero en un segundo, les sobrevienen las recompensas más grandiosas.

Yosef Aprendió a Pasar del «Alma Gorda» al «Alma Flaca»

Por P.A. David Nesher

«Y del Nilo subían siete vacas gordas y de hermoso aspecto, que apacentaban en el juncal.
Tras ellas, subían del Nilo otras siete vacas de mal aspecto y enjutas de carne, y se paraban junto a aquellas vacas a la orilla del Nilo. Y las vacas de mal aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas gordas y de hermoso aspecto. Y despertó Faraón.
Y se volvió a dormir, y soñó por segunda vez, y he aquí siete espigas gordas y buenas crecían de un mismo tallo. Sin embargo, he ahí otras siete espigas menudas y resecas por el viento oriental brotaban después de ellas.»

(Génesis 41:2-6)

 

El Faraón (hebreo Parhó) soñó. Él sabía que hacía dos años su almohada era visitada por oráculos en forma de sueños. Pero esta vez soñó, y recordó sus sueños. Eran dos sueños sucesivos. Pero en su alma, el Faraón tenía la intuición que era dos formas de un mismo mensaje divino.

En el primer sueño, siete vacas gordas pacían en la «hierba del pantano» junto al río Nilo (sostén divino de la ganadería y agricultura egipcia). Pero después subieron del río siete vacas enjutas, que devoraron a las hermosas, sin, no obstante, engordar con ello.

El segundo sueño mostró un tallo de grano con siete espigas «llenas y hermosas», cuando a su lado brotó otro tallo, también con siete espigas, pero «abatidas del viento solano»; «y las espigas menudas devoraban a las siete espigas buenas». El sueño fue tan vivo que a Faraón le pareció realidad así lo asegura el sabio intérprete Rashbam que explica que «el texto revela que hasta este momento Faraón había creído que era una visión real y no un sueño» (vv. 5-7). Así era, sólo un sueño y, no obstante, la impresión de su realidad todavía le oprimía. Como él era considerado un dios encarnado, por lo tanto era inusual que solicitara la interpretación de sus sueños. Se entendía que él sabía lo suficiente como para estar preocupado, pero no lo suficiente para ser su propio intérprete. Se revolvió toda la noche en su cama porque los sueños parecían ser muy reales. Los egipcios creían que cuando los sueños se repetían o llegaban en dos juntos estos eran especiales, por lo que se determinó en conseguir alguna ayuda,  de modo que hizo llamar a «los magos (hebreo: jartumim) de Egipto, y a todos sus sabios» para que interpretaran su sueños.

Los jartumim egipcios que traducimos como magos eran muy conocidos en la corte del Faraón (Parhó).  Ellos eran los encargados, mediante secretos milenarios de la magia cusita (fundada por Cus) de explicar los sueños. Los veremos actuar en repetidas ocasiones en los relatos incluidos en los primeros capítulos del libro de Éxodo (Éx. 7:11). Era una creencia común en Egipto (Mitzraim), que los dioses se comunicaban a través de sueños. Los magos y adivinos conservaban diferentes interpretaciones de los sueños del pasado en libros de sueños, que eran supuestamente fiables.

Parhó relató sus sueños, “más no había quién se los interprete a Parhó”. El sabio exegeta Rashí dice que esta expresión debe traducirse: “Le fueron ofrecidas varias interpretaciones por parte de los magos más ninguna era aceptable para Faraón porque no le satisfacían”. La incapacidad de los magos para desentrañar el sueño del Faraón fue provocada por el mismo Espíritu del Eterno, con el fin de convertir el triunfo de Yoséf en un evento más grande aún, que aseguraría el empoderamiento del tzadik en la corte egipcia.

Los sueños del Faraón están muy en armonía con la naturaleza de Egipto. El ganado vacuno abundaba en el valle del Nilo. Por eso, el Parhó, desde su cosmovisión y juicio, discierne que su padre, el dios Ra, le está enviando esos sueños con el fin de amonestarlo sobre los sucesos venideros y darle ocasión de tomar medidas oportunas.

Las vacas deben haber impresionado a Faraón especialmente en un sentido religioso pues en la mitología de Mitzraim (Egipto) la vaca era el símbolo de las diosas Isis y de Hathor, divinidades de la fertilidad, la cual en este caso sería muy grande o muy escasa, según lo indica el número siete, representante simbólico de la perfección, la intensidad y la plenitud divina. En el libro egipcio «Libro de los Muertos», la principal escritura del antiguo Egipto, Osiris, es el dios de la vegetación y del inframundo y se representa como un gran toro acompañado por siete vacas. Por esto, el Parhó  (Faraón) estaba perplejo con los detalles oníricos que aún perduraban en su mente, haciéndolo víctima de grandes temores. Él estaba convencido que la interpretación de los magos y sabios intentando tocar los puntos mitológicos del Imperio no tenía nada que ver con el camino que se debía seguir; pero… ¿cuál era ese Camino?

Bien, cuando todos los magos y sabios fueron llamados y el Faraón les contó sus sueños, el jefe de los coperos estaba escuchando. Después de todo, su posición era estar al lado de Faraón y atender a todas sus necesidades. Así pues, cuando ninguno de los magos podría dar una interpretación a Parhó (Faraón), el copero se acordó de Yoséf.

A menudo, la gente se olvida de lo que en el pasado alguien ha hecho por ellos; esto se llama ingratitud. Por la alegría de ser liberado de la cárcel, el jefe de los coperos se olvidó de Yoséf por dos años. Ahora no tuvo más remedio que hablar de Yoséf a Parhó (Faraón), aunque sin alabar al cautivo, se refirió así sobre él:

“…En la prisión había con nosotros un jovenzuelo hebreo (extranjero que apenas conoce nuestro idioma)…”.

El copero tuvo cuidado de no elogiar a Yoséf para que éste no hallara gracia ante el Parhó (Faraón) y de ese modo no se le diera un puesto de altura en el gobierno egipcio, lo que finalmente sucedió. El copero se refirió a él como un “jovenzuelo hebreo”, es decir, un individuo que no merece grandeza, pero al menos descifraba visiones.

Faraón (Parhó) no perdió tiempo en enviar por Yoséf. En circunstancias normales, probablemente no habría buscado la ayuda de un hebreo, y mucho menos uno en la cárcel, pero no tenía a quién recurrir. Qué imagen tiene que haber sido, el poderoso rey y el esclavo desconocido.

«Entonces Parhó mandó llamar a Yoséf y prontamente lo hicieron salir de la fosa. Se rasuró su cabello, se cambió de ropa y se presentó ante Parhó» (v. 14). Yoséf no se había cortado el cabello, ahora tendría que mostrar una buena presentación por respeto al rey.

Ahora bien, gracias al obrar amoroso del Eterno, para este momento Yoséf ya no era el joven inmaduro de 17 años que solía presumir y jactarse de sus visiones. Pasó doce años encarcelado y ahora tenía 30 años de edad.  Los lujos, la grandeza, y la adulación no conmueven la ahora fe (emunah) sólida de Yoséf en Yahvéh. Yoséf, al escuchar que se le califica como un intérprete de sueños, rechaza delicadamente este título y opta por presentarse como un simple instrumento de Yahvéh, que habrá de proporcionar la tranquilidad y la paz al reino:

“…No es mérito mío, es Elohim quien dará a Faraón respuesta satisfactoria…” (v. 16)

Puntualizó Yosef con toda humildad. Literalmente se lee: «Dios responderá el shalom del Faraón». La palabra shalom a menudo lleva la idea de completo, perfección, o completamente, y eso es lo que quiere decir aquí. El Eterno le responderá a Faraón (Parhó) completamente. Por esta respuesta, Yosef exhibió un gran crecimiento en la madurez espiritual desde la época de sus propios sueños anteriores en Canaán. Entonces, él había antagonizado con su familia llamando la atención sobre su propia superioridad. Ahora, sin embargo, él se ganó la confianza y el respeto de un rey pagano y su corte por su habilidad propia y dando todo el crédito a Yahvéh. Sus años de esclavitud y encarcelamiento de hecho le habían enseñado humildad y paciencia. En lugar de llamar la atención sobre los fracasos de los magos y haciendo hincapié en sus propias fuerzas, él actuó con la mayor cortesía y moderación, y dirigió toda la alabanza solo a Yahvéh, el Verdadero y Único Dios.

Es evidente que, sin la intervención divina, Yoséf habría sido dejado languidecer en prisión hasta que morir. Fue el Eterno quien turbando el espíritu del Parhó (Faraón) en un sueño, provocó su liberación. El mismo Yoséf reconoció esto, como se desprende de sus palabras a sus hermanos más adelante: Por eso «Elohim me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en esta tierra y para daros vida por medio de una gran liberación. Así que, no me enviasteis vosotros acá, sino Elohim.» (45:7-8).

Después de trece largos años de prisión, el Eterno había despojado a Yoséf de su yo carnal, el ego o ratzón atzmutdeseo de recibir sólo para sí«). No estaba pavoneándose en su túnica real de muchos colores que le había dado su padre. No estaba diciendo, «yo puedo hacerlo por todas las aptitudes que poseo«; por el contrario, él decía: «… y ya no vivo yo, sino que el Mesías vive en mí.» (Gálatas 2:20). Estaba diciendo: «No puedo Yo hacer nada de mí mismo. Según oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.» (Juan 5:30). Él estaba diciendo que ser un servidor es la base del liderazgo. Yeshúa dijo de sí mismo: «porque ni el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.» (Marcos 10:45).

Aquel que anuncia a Yeshúa también se convierte en un servidor.

¿Es usted un servidor? ¿A quién sirve?

El servicio es la llave de oro que abre la puerta al éxito en el Reino de Dios.

«Porque vosotros hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como oportunidad para la carne, sino servíos los unos a los otros por medio del amor.»

(Gálatas 5:13)

Somos como bestias cuando muerden y se devoran unos a otros; somos como seres humanos cuando nos criticamos unos a otros, pero somos como Dios cuando servimos a los otros en amor. Eso es lo que hizo Yosef aquí. ¿Qué decide usted hacer hoy aquí y ahora?

 

Las “Tribus” Venden a Yosef y pretenden llamarlo «Yeshú»

Por P.A. David Nesher

Vayeshvu le’echol-lechem vayis’u eyneyhem vayir’u vehineh orchat Yishme’elim ba’ah miGil’ad ugemaleyhem nos’im nechot utsri valot holchim lehorid Mitsraymah. 26) Vayomer Yehudah el-echav mah-betsa ki naharog et-achinu vechisinu et-damo.

«Luego se sentaron a comer pan, levantaron la vista y vieron una caravana de ishmaelitas que venían de Guilead cuyos camellos transportaban especias, bálsamos y aristoloquia [hierba medicinal de raíces aromáticas], que llevaban a Egipto.
Entonces dijo Yehudáh a sus hermanos.
“¿Qué beneficio tendremos de matar a nuestro hermano y encubrir su sangre

(Bereshit/Génesis 37:25-26)

Hemos estudiado como Yosef (José), el hijo favorito del patriarca Yaakov, en la flor de la edad, es separado de la casa paterna y de su tierra natal. Yosef es vendido por las “tribus” (sus hermanos), a unos extranjeros, al que más tarde abandonan en medio de una nación depravada, mientras sus hermanos, en casa, tratan por todos los medios de hacer olvidar hasta, si es posible, su nombre.

Ahora bien, desde un plano profético-mesiánico, y entendiendo que Yosef con su vida es una representación del arquetipo celestial Yeshúa HaMashiaj, debemos discernir que esta acción de los hermanos contra Yosef, para que sea olvidado su nombre, es semejante a la actitud religiosa que hoy existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico ante nuestro Señor.

Ellos evitan mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret – ישוע הנוצרי), modificándolo a propósito al omitir la letra final, “ayin” (ע), quedando solo las consonantes Yud, Shin, Vav (ישו) que se lee “Yeshú” y es una palabra que el rabinato detractor del SEÑOR usa como un título y/o acróstico empleado despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro” (ימח שמו וזכרו), que traducido es “que su recuerdo y nombre sean borrados para siempre”. 

La obra rabínica «Toldoth Yeshú«, un antiguo tratado medieval, escrito, según algunos en el siglo V después del Mesías, señala que el nombre original del Maestro de Nazaret era Yehoshúa (en griego: Josué) o su variante Yeshúa (español: Jesús). Luego, cuando vino a ser considerado por los líderes judíos como hereje, su nombre fue cambiado a Yeshú como un insulto rabínico deliberado eliminando la última letra de su nombre el sonido que equivale a nuestra “A” para evitar toda implicación del Redentor de la salvación, quedando las tres letras restantes “YeSHú”.

Esas palabras (“Yimaj shemó u´zincro”) adoptan y expanden sacado de los libros del verso “que su nombre sea borrado” (Mishlé/Proverbios 10:7) y de la última frase del Tehilim/Salmos 109:13. Así es como el nombre Yeshú (ישו) el cual lo relacionan al Mashíaj en la forma que cada vez que quiere hacer referencia de él lo hacen de una forma despectiva y humillante

Entonces, el nombre Yeshú se convirtió en un juego de palabras despectivo, en un conjuro en contra del cristianismo romano y bizantino. Siendo bastante común en la literatura polémica medieval hebrea y pueda ser encontrada hasta en el Talmud (SANEDRÍN B. 43) También tenemos, en el Talmud que son cinco las enseñanzas atacadas principalmente (SANHEDRIN 49B).

Sin embargo, como el «humor divino» es insondable y misterioso, esta expresión usada por la mayoría de los judíos actuales esconde una ironía profética maravillosa. Y es que de lo que no se percataron los oponentes del Mesías es que al maldecirlo con este acrónimo y su frase, lo que en realidad estaban haciendo era confirmarlo como Mesías ¿Por qué?

Porque si usamos las cuatro primeras letras de la frase, es decir Yud, Mem, Hei y Shin (YiMáJ SHemó…) cuando se las recombinan forma la palabra hebrea MaSHiaJ (Mem, Shin, Yud, Hei) es decir MESÍAS o CRISTO, es decir el Ungido de Dios.

Como dijera Yosef HaTzadík (José el Justo) a sus hermanos:

Ustedes pensaron hacerme mal, pero Elohím lo cambió en bien
(Bereshít/Génesis 50:20)


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La Sabiduría de José

Por Lic. Laura Arco

«Y dijo (José) a la mujer de su amo:

(…) ¿cómo , pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?«

(Bereshit/Génesis 39:9)

A veces nos encontramos en la encrucijada de negociar con el mundo para conservar aquello que hemos conseguido legítimamente o conservar la amistad del que es el legítimo dueño de todo lo que existe y perder aquellos beneficios.

La sabiduría de José fue permanecer en la convicción de la fe transmitida por Abraham, Isaac e Israel: el temor de Yahvéh.

Ningún hombre puede llamarse sabio si olvida este principio. David ( Sal. 34:9), Salomón ( Ec. 12:13-14), Pablo (He. 13:6) nos marcan el camino del éxito y la prosperidad al instruirnos en el temor y la obediencia solo a Dios, el Eterno.

Al finalizar la aliyah de hoy leemos «porque Yahvéh estaba con José, y lo que él hacía , Yahvéh lo prosperaba«. De ser el mayordomo en la casa de un noble y tener todo el gobierno sobre ella, descendió a la cárcel para ser un prisionero más , carente de toda autoridad y derecho. Sin embargo, su oportuna y sabia decisión fue el salvoconducto que lo convirtió en el hombre de confianza del jefe de la cárcel y volvió a tener autoridad, porque quien se sujeta al Eterno ya es hombre de autoridad y dondequiera que se halle quedará en eminencia.

No era lo mismo la mayordomía de una mansión a la de una cárcel, pero era necesaria esa capacitación para acceder al poder de Egipto. (Para llegar a tener autoridad e idoneidad en un quirófano no basta con ir a la universidad, es necesario pasar y permanecer en la morgue.

Todo se resumen en el gran mandamiento. José amó a Potifar, como no lo amaba su mujer. José sabía que esa honra al amo humano era , en lo terrenal, reflejo de su amor a Elohim. Nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve si no ama a su prójimo que sí ve (1Jn. 4:20).

Hermanos amados, atrevámonos a romper con toda intimidación que el príncipe de este siglo intente contra nuestra prosperidad. Solo temamos a Dios y lancémonos con fe a su eterna y perfecta fidelidad.

Shalom.

Lic. Laura Arco
(Maestra)

Siete Principios Para Aprender Dentro Del Pozo.

Por P.A. David Nesher

“Pacientemente esperé a Yahvéh, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
«Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Yahvéh”

(Salmo 40:1-3)

Constantemente enseño (y no me cansaré de hacerlo) que cada redimido has sido llamado a ser el protagonista de su vida, es decir un héroe de la Historia de la Salvación. Cuando digo héroe quiero darle a este término un matiz de la palabra hebra correspondiente: guivor; palabra que conlleva la idea de «aquel que aprendió a vencerse a sí mismo«. Sólo esa alma humana puede ser considerada protagonista, ya que aprendió a espera en Yahvéh pacientemente antes de actuar. El héroe ve la vida con optimismo y se convierte en el gerente de su vida, haciéndose co-equiper del Creador.

En este momento, encuentro oportuno compartirles un cuento de la tradición judía que nos ilustra si somos héroes o víctimas de los pozos que la vida ofrece.

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal rebuznó por horas mientras el campesino trataba de buscar la forma de ayudarle pero finalmente decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo necesitaba ser tapado con urgencia, así que echando tierra podría solucionar los dos problemas a la vez. Con ese fin pidió ayuda a sus vecinos.

Cada uno tomó una pala y empezaron a echar tierra al interior del pozo. El burro al notar lo que se le venía encima empezó a rebuznar con más fuerza pero después de un rato se aquietó. La gente no lo veía y pensaba que habría quedado enterrado pero lo que realmente sucedía era que el burro estaba ocupándose de sacudirse la tierra que le arrojaban con cada palada.

Al poco tiempo, para sorpresa de todos, empezaron a verse las orejas del asno que, apoyándose en la tierra que se sacudía y caía al suelo, estaba logrando elevarse. Cuando llegó a la altura de la boca del pozo, dando un salto, salió corriendo alegremente dejando boquiabiertos a sus supuestos enterradores.«

Mientras estudiamos la parashá Vayeshev, nos encontramos que Yosef (José) es cruelmente tirado a un pozo por sus diez hermanos mayores. Sin embargo, al leer todos los acontecimientos siguientes a esta circunstancia, y su fin de pleno propósito celestial, nos damos cuenta que la razón por la que Yosef podía levantarse bajo esta persecución de sus hermanos, se  fundaba en que él no se centró en sus circunstancias, sino en el Pastor Eterno (Génesis 49:24; Yojanán 10:14). Él logró salir de los dos pozos que Yahvéh permitió experimentar gracias a que permitió que el Espíritu Santo del Creador lo educara en siete principios que deben tenerse en cuenta cuando se está en el pozo.

Primer Principio: La Intolerancia a Toda Condición Actual es lo que Crea Futuro.

Si usted se siente cómodo en el pozo, no saldrá de allí. Por favor, renuncie al acostumbramiento a su pecado, sus adicciones, o a las cosas en su vida que HaSatán (Satanás) ha usado para destruir su potencial. A quién el Hijo libera es verdaderamente libre (Juan 8:36), y puede ser liberado de sus adicciones si confía plenamente en Él.

No se acostumbre a vivir con miedo. No tema a su pasado; mejor olvídelo.

No tema a su futuro; acepte que el mismo está en las manos del Creador. No tema al fracaso. No sé lo que el mañana tendrá, pero si sé quien nos sostendrá mañana. No se acostumbre al pozo, ya que no es su destino; el palacio es su destino.

Segundo Principio: Recordar que el Oponente ataca a quienes están en la siguiente Línea de Promoción Celestial.

HaSatán (el Oponente) atacó a Yosef porque conocía el potencial de que este tenía para traer el Camino del Mesías al mundo. Si HaSatán hubiera logrado aplastar a Yosef en el pozo, o hacer que renunciara a la esperanza en la prisión por la desesperación y la depresión, nunca Yosef hubiera llegado al palacio donde cambiaría el destino del mundo.

De igual modo, cuando Yeshúa (Jesús) estuvo en el desierto, el Oponente (HaSatán) sabía que si podía conseguir que el Señor se inclinarse a él, Él no iría a la cruz. Y si Él no iba a la cruz, nadie podría ser salvado.

Cuando nos fijamos en las Sagradas Escrituras, vemos lo rápido que puede promover Yahvéh. Yosef fue desde el pozo hasta el palacio en un día; Daniel pasó de la boca del león al palacio en un día; David salió de las cuevas de Saúl al palacio en un día. Usted es el siguiente en la línea para la promoción y Satanás ataca porque él conoce su potencial. Él está tratando de aplastar su sueño en el pozo, está tratando de destruir sus esperanzas en la prisión. Dios va a devolverle siete veces más de lo que el adversario ha tomado de usted porque su destino está en el palacio con Él.

Tercer Principio: Desenfocarse de lo que está pasando, y Centrarse en lo que en Verdad ocurrirá.

Aceptémoslo: ¡No hay Premio sin un Costo! ¡No hay corona sin cruz diaria! No hay amanecer sin una noche, y no hay victoria sin lucha. Por ende, ¡no mire el pozo en el que está!; ¡mire el palacio que lo espera! No mire a la crisis; mire hacia el Mesías. ¡Usted, en Yeshúa, es un hijo del Rey; ¡viva, actúe y piense como tal, en Nombre de Yeshúa!

Cuarto Principio: Toda Reacción ante otra persona en en el Pozo determinará cómo Yahvéh Accionará cuando Ud. esté en el Pozo.

Esa es la interpretación del versículo:

«No juzguéis, para que no seáis juzgados; porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Así que, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también hacedles vosotros.»
(Mateo 7:1-2 y 12)

¿Cómo reacciona frente a otras personas cuando ellas están en el pozo?

Vendrá un día en que usted cosechará exactamente lo que sembró. Los hermanos de Yosef lo echaron en el pozo y, absolutamente indiferentes, se sentaron y almorzaron juntos. ¿Cómo responde a un adicto a las drogas? ¿Cómo reacciona a una persona sin hogar? ¿Cómo reacciona a una adolescente embarazada? ¿Cómo reacciona a las viudas y a los huérfanos?

El consejo apostólico dice que «la religión pura y sin mácula delante del Dios y Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación, y guardarse a sí mismo sin mancha del mundo.» (Santiago 1:27).

El punto es que si Ud. quiere que Yahvéh lo ayude en su día de angustia, Ud. debe ayudar a alguien más en su día de angustia. Cuando vea a un hermano o una hermana que ha caído en el pecado en el pozo, es necesario levantarlo con la fuerza que el Señor le ha dado. Pablo dice:

«Hermanos, aun cuando una persona sea sorprendida en alguna falta, vosotros, los espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre.»

(Gálatas 6:1)

Quinto Principio: Aferrarse al Dolor del Presente no permite Controlar el Placer del Futuro.

Su amarga situación actual, seguramente puede ser muy dolorosa, pero ella no controla su futuro.

El apóstol Pablo, teniendo en mente este principio, escribió:

«Todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad.»

(Filipenses 4:8)

¿Su empresa quebró? ¡Claro que es doloroso, pero no controla la oportunidad de mañana!

Ser traicionado por su familia, al igual que Yosef fue traicionado, es doloroso, pero eso no quiere decir que Yahvéh no orquestará un día en que sus hermanos regresen, su anciano padre se reúna con usted y en su hogar haya alegría de nuevo. Sólo porque alguien le rasgó su camisa no significa que usted no use un manto real mañana. El hecho de que las personas que lo aborrecen lo han arrojado a un pozo, no significa que mañana esas personas no se inclinarán ante usted.

El profeta Isaías asegura esto al escribir:

«Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Yahvéh, Sión del Santo de Israel.»

(Isaías 60:14)

¡Su destino no está en el dolor del pozo; está en el bienestar del palacio!

Sexto Principio: Tener en cuenta que las Armas de Ataque favoritas del Tentador son los más cercanos a usted.

Los hermanos de Yosef lo tiraron al pozo y su hermano Yehudah (Judá) lo vendió por el precio de un esclavo.

Así mismo, Judas el Iscariote traicionó a Yeshúa por el precio de un esclavo. En sus observaciones personales a Timoteo, el apóstol Pablo nos dice que Demas, su compañero en el ministerio, lo abandonó por amor a este mundo (2Timoteo 4:10). Absalón quería matar a su propio padre David (2amuel 15:1 a 18:33). Créame que, cuando el adversario se prepare para lanzar el golpe definitivo y ponerlo fuera de combate, no utilizará a ningún extraño. Él usará a alguien que usted ama, preferiblemente alguien en su propia casa.

Séptimo Principio: Jamás se Gana la Batalla Espiritual desde la Lógica Personal.

Cuando Yosef fue arrojado al pozo, tuvo que ser despojado de sí mismo para ser capaz de confiar en el Creador. Yahvéh no pide que lo defienda, porque Él es omnipotente y Él no lo necesita. El Señor no pide que lo entendamos, porque nuestro intelecto es demasiado inferior para entenderlo. Por lo tanto, el Eterno no necesita que le explique, porque si usted no puede entenderlo, usted no puede explicarle a Él.

Dios sólo ha dicho:

«Confía en YHVH con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas.»

(Proverbios 3:5-6)

En el pozo, el Eterno despoja del poder del ego. Por lo tanto, si usted está en el Pozo, acepte que Él tritura el dios de sí mismo sentado en el trono de su alma, para que Él pueda moldearlo a Su imagen.

Mientras usted se comporte arrogantemente en la adoración como un pavo real, Él no lo puede usar. Él lo pondrá en el pozo, y allí, en Su prensa de «Getsemaní» Él lo exprimirá y lo hará más como Él. ¿Por qué? Con las uvas trituradas hacen el mejor vino, y con las aceitunas trituradas hacen el mejor aceite. Los pétalos aplastados de una rosa hacen el perfume más raro. Con el grano triturado se produce el pan para alimentar la vida. De igual manera, es una persona triturada la única que puede convertirse en un siervo de Dios.

«Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.»

(Marcos 9:35)

Yahvéh está buscando a alguien a quien Él ha triturado, y cuando Él ve a esa persona, Él se ve a sí mismo. El Eterno sólo usa a una persona que ha sido quebrada y cuando está rota y aplastada y se parece a Él, entonces usted está listo para llegar a su destino,porque ya es el guivor (héroe) de su historia, y puede ser una maravillosa vasija del Camino de la Luz en la Historia de la Salvación.

Por todo estos principios, le pido para concluir que tenga siempre en cuenta que todo lo negativo que nos sucede puede ser transformado en algo positivo. Como al burro de nuestro cuento, la vida nos tira a veces, todo tipo de tierra. Si usted lo interpreta como un problema y se bloquea sintiéndose víctima de la situación, esa tierra puede acabar aplastándolo y sepultándolo para siempre en el olvido. Pero si lo contempla como un desafío, usted se ubicará en la perspectiva protagonista de un héroe. Encontrará la forma de sacudirse esa tierra y la usará para dar un paso hacia arriba.

¡Así, cualquier situación se transformará en una oportunidad para lograr un nivel más elevado de conciencia en el propósito eterno de la Luz Admirable: Yeshúa HaMashiaj!

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Lo que Significa Estar en Un Pozo

Por P.A. David Nesher

Vayikachuhu vayashlichu oto haborah vehabor reyk eyn bo mayim.

«Lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna. La cisterna estaba vacía, no tenía agua.»

(Génesis/Bereshit 37:24)

Después de que le fueron quitadas sus finas ropas, Yosef fue arrojado a un pozo seco (vers 23). Allí, Yosef, se convierte, en la idea de sus hermanos, en el «Rey del pozo”, lo cual apuntaría a otro tipo de reino más adelante.

El pozo simboliza la muerte, el abismo (cf. Salmo 30:3) donde aparece la misma palabra hebrea bor. Según Rashí, era un lugar de escorpiones y serpientes. Por eso, la decodificación de esto establece que si está el pozo está vacío está claro que no tiene agua, de lo que los sabios desprendieron el siguiente paradigma celestial:

“Agua no tiene. Culebras y escorpiones sí tendrá”.

La Torah se compara al agua. Donde no hay Torah, las serpientes y escorpiones, o sea, el impulso al mal (Yetzer HaRá), reina sin impedimentos, porque la Torah es la única defensa que tenemos contra nuestros malos impulsos.

Es en ese momento angustioso que Yosef entiende que algo no está funcionando bien para él, hay algo que está haciendo está mal y que debe cambiar.

Así mismo para nosotros existen momentos en que nos ocurren cosas semejantes; nos sobreviene alguna situación desagradable y dolorosa que nos pone a reflexionar, lo que nos hace modificar nuestro comportamiento.

Este es el secreto de la vida; es necesario que recordemos que todo el dolor y los sufrimientos que experimentamos, son oportunidades de rectificación, de mejora y de cambio.

Tipología Mesiánica:

Tanto Yosef como Yeshúa fueron echados al pozo. Veamos por lo tanto, qué significa esta simbología.

Dos veces aparece la palabra pozo en la historia de Yosef, aquí y en el cap. 41, vers. 14, donde la palabra bor se tradujo como “cárcel» o “calabozo”. La Torah muestra dos pozos en el relato de Yosef. El primero fue en la tierra de Israel y el segundo fue en la tierra de Egipto.

Esto nos enseña que la muerte del Mesías ben Yosef fue para los hijos de Israel («las ovejas perdidas de la Casa de Israel» – Mateo 15:24) y también para el mundo entero, representado en Egipto.

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El Liderazgo de Yehudah como Intercesor

Lechu venimkerenu la-Yishme’elim veyadenu al-tehi-vo ki-achinu vesarenu hu vayishme’u echav.

«Vamos, vendámoslo a los ishmaelitas y no pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra misma carne”. Y sus hermanos lo escucharon.»

(Bereshit/Génesis 37:27)

 

Al considerar la expresión: “Y sus hermanos lo escucharon”,  el intérprete Rashí, siguiendo la traducción de Onkelos, asegura que el verbo “escuchar” significa aquí “obedecer”. Por lo tanto, la traducción más fiel debería decir: “Sus hermanos le obedecieron.” Así pues vemos que es esta la primera vez que Judá (hebreo Yehudah) toma la palabra, y podemos observar que sabe imponerse sobre sus hermanos. Yehudah ahora asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef (José).

Yehudah tenía, en efecto, una autoridad natural que ninguno de ellos cuestionaba. Reuvén (Rubén), en cambio no conseguía que le obedecieran de esta manera, no tenía el suficiente carácter. Desde este punto Yehudah adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo. Los rabinos enseñan que los hermanos trataron de castigarlo a él medida por medida. Debido a que Yosef quería gobernar sobre ellos, se convertiría en un esclavo.

Así pues, Yehudá, en una hábil demostración táctica, logró por medio de su intercesión dar expresión a la furia de los hermanos, y al mismo tiempo, salvar a Yosef de una muerte segura. Sin embargo, la esclavitud no constituía una garantía de vida; por el contrario, Yehudah en su interior sabía que lo más probable era que la muerte fuese el destino final de Yosef.

Ahora bien, pese a esta significativa influencia de autoridad, Yehudah no supo utilizar convenientemente el ascendiente que ejercía sobre sus hermanos, tuvo que sufrir las consecuencias de su error. En el capítulo siguiente veremos la “caída”. Rashí comenta:

«…Este relato nos informa de que los hermanos de Yehudah le despojaron de su dignidad de jefe cuando vieron el sufrimiento de su padre. Le dijeron: “Tú fuiste el que nos aconsejó venderle. Si nos hubieras pedido que le trajésemos de vuelta a casa, te hubiéramos obedecido…».

Aquí vemos como los hermanos de Yosef, que hipócritamente no querían contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, siglos más tarde, vemos como los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías Yeshúa, llevaron a Yeshúa a Pilato (Juan 18:28).

 

¿Cómo Evitar el Pozo de la Envidia Fraternal?

P.A. David Nesher

«Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.»

(Bereshit/Génesis 37: 23-28)

¿Puede la envidia causarte el deseo de matar a alguien? Antes que digas: “¡Claro que NO!”, te solicito que medites en esta historia. Diez hombres adultos, se dispusieron en complot para matar a su hermano de sólo 17 años por causa de una túnica rayada de colores especiales y un par de sueños. Su envidia se había convertido en un profundo enojo con pensamientos llenos de cosas terribles.

La túnica representa realeza y autoridad. Aquella túnica de colores era la señal del favor del padre. La entrega de Yaakov (Jacob) de esta prenda a su hijo Yosef (José), en reconocimiento al nivel de obediencia que este le entregaba en honra, había despertado la envidia de los hijos mayores. Por ello, los hijos de Yaakov no reconocieron a Yosef como el jefe que el padre había puesto sobre ellos. No hay duda alguna que los hermanos deben haber tenido un placer perverso al arrancársela a Yosef y debía haber sido particularmente doloroso para Yosef que se la arrancaran. El relato pone de manifiesto el odio de los hijos de Yaakov a Yosef su hermano. Al igual que animales de presa, de inmediato saltaron sobre él. No era suficiente matarlo, tenían que insultarlo también. Ellos lo molestaron mientras lo despojaron de su manto real.

Al meditar en el paralelismo mesiánico del relato discernimos que Yeshúa y Yosef fueron despojados de sus ropas y soportaron la burla y el escarnio de los que estaban a su alrededor

Yeshúa también fue insultado y despojado. Leemos en el Evangelio:

«Entonces los soldados del procurador lo desnudaron, tomaron su túnica sin costura»
(ver Mateo 27:27-28 y Juan 19:23).

Al igual que Yosef, no fue suficiente matar a Yeshúa, también se burlaron de Él, lo insultaron, escupieron y fue azotado antes de que lo mataran (Lucas 18:33).

Los hermanos de Yeshúa tampoco reconocieron su autoridad que tenía del Padre:

“Cuando llegó Yeshúa al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?”

 (Mateo 21:23)

El salmista y rey David ya había anunciado esto al escribir:

“…reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.” 
(Salmo 22:18)

Con este versículo en su corazón y meditando en lo dicho proféticamente por el salmista, el evangelista y apóstol Mateo escribió:

“Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes” 
(Mateo 27:35)

Aquí es donde me parece conveniente recordarte que del mismo modo, a cada creyente en Yeshúa el Abba nuestro ha entregado la cobertura de Su Espíritu Santo que es garantía especial de Su Gracia (cf. 2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14; 4:30). Ciertamente, muchos son los enemigos espirituales que quieren arrancar del creyente la seguridad del favor del Padre. Pero uno de los más peligrosos es, sin duda alguna, la envidia de aquellos con los que nos relacionamos a diario.

Es asombroso ver como el maltrato de los hermanos de Yosef no disminuyó el apetito de ellos. La Torah dice que se sentaron a comer pan (37:25), mientras que Yosef les rogaba por su vida desde el pozo (42:21). Pero ellos no escucharon. Un físico podría calcular el tiempo exacto para que el grito de Yosef llegara a los oídos de sus hermanos. Pero, metafísicamente, tuvieron que pasar veintidós años para que aquel grito pasara desde sus tímpanos hasta sus corazones.

El carácter despiadado de estos hermanos es evidente. Podían sentarse y disfrutar de la comida, mientras que sus corazones estaban decididos a asesinar a su hermano. Fue justamente a esta dureza y crueldad a la que el profeta Amós se refiere, cuando dijo:

Ustedes beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de Yosef.”
(Amos 6:6 NVI)

Los hermanos (que habían matado a todos los hombres de Siquem) era probable que no se molestaran con los gritos de alguien al que ellos envidiaban y por ende, ahora odiaban.

Fue en ese momento, cuando alzaron sus ojos y vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, donde Labán y Yaakov tuvieron sus enfrentamientos algunos años antes. Estos comerciantes eran descendientes de Ismael (25:13-16); llevaban en sus camellos especias, bálsamo y mirra para hacerlos bajar a Egipto para comerciar (37:25b). Es irónico (y no casualidad) que estos tres elementos fueran los mismos regalos que los hermanos de Yosef le llevaron cuando él ya estaba reinando junto al Faraón, en Egipto (43:11).

El relato se vuelve tan impactante como paralizante. No sabemos si debemos pensar bien de los hermanos de Yosef, ya que decidieron perdonarle la vida, o pensar mal de ellos, ya que imaginaron que podían deshacerse de él y hacer un poco de dinero al mismo tiempo. La envidia los llevó a mirar tan en menos a Yosef que consideraban que su hermano sólo tenía un valor de veinte piezas de plata, menos que un esclavo.

Vemos que aquí es cuando Yehudáh asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef. Será él quien dirá:

¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y ocultemos su sangre?… Después de todo, él es nuestro hermano, así que sólo vendámoslo como un esclavo en lugar de matarlo.”
(37:26).

Lo paradójico e irónico de todo, es que este será este hijo de Yaakov, que se convertirá en el ancestro del Mesías Yeshúa, el intercesor por excelencia de todos sus hermanos.

Desde este punto Yehudáh adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo.

Los hermanos de Yosef, que hipócritamente no quisieron contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, así mismo, siglos después, los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías, llevaron a Yeshúa al gobernador romano Poncio Pilato (Juan 18:28).

Entonces, cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a Yosef de la cisterna, lo subieron y lo vendieron por veinte piezas de plata. Y llevaron a Yosef a Egipto (37:28). A causa de este incidente, más tarde Moshé (Moisés), inspirado por el Eterno, fijaría el valor de rescate de un jovencito entre cinco y veinte piezas de plata (Levítico 27:5); y el precio promedio de un esclavo en treinta siclos (Éxodo 21:32).

Lo maravilloso de esta historia es que los hermanos de Yosef no se dieron cuenta, pero cuando lo vendieron se aseguraron el cumplimiento de los dos sueños que él les había relatado; y es que la Providencia divina utiliza todas las circunstancia para beneficio del cumplimiento de su propósito eterno (Romanos 8:29).

Cabe aquí también decir que, tanto para la Torah del Eterno, como para los códigos jurídicos de aquella época, lo que sus hermanos le hicieron a Yosef era considerado un crimen y una ofensa capital.

Tipológicamente hablando, Yeshúa y Yosef fueron traicionados a cambio de plata. Yosef fue vendido por el precio de un esclavo por su hermano Yehudáh, y Yeshúa fue vendido por el precio de un esclavo por su discípulo (talmid) Judas (forma griega de decir Yehudáh). Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Yeshúa, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

— «He pecado» —les dijo— porque he entregado sangre inocente«
(Mateo 27:3-4a).

Volviendo al relato del libro de Bereshit (Génesis), notamos que a los hermanos de Yosef les preocupaba cargar con la culpa de su muerte. Por eso, Yehudáh ofreció una alternativa que no era correcta, pero que los libraba de cometer homicidio. Y a decir verdad, nosotros también, en distintas ocasiones, guiados por el sentimentalismo, optamos por soluciones que son “menos malas” pero están igualmente infectadas de errores. Pues bien, muchas de estas “soluciones” son el producto de la impulsividad que provoca la envidia que se ha desarrollado en nuestro corazón.

El conocido filósofo y teólogo Tomás de Aquino dijo que “la envidia consiste en una tristeza ante el bien del prójimo, considerado como mal propio, o en cuanto se piensa que disminuye la propia excelencia, felicidad, bienestar o prestigio”. Por eso, la Torah enseña que la caridad o justicia social (hebreo tzedakah) permite que nos alegremos del bien de los demás, haciendo que la envidia se debilite y muera.

Lamentablemente debo decir aquí, que en mis años de trabajo en servicio al alma humana, he aprendido que la envidia es el pecado capital más difícil de reconocer por el ser humano, ya que constantemente este busca justificar su manifestación. Sin embargo, debemos aceptar que la envidia fuera de control puede crecer rápidamente y conducir a acciones pecaminosas muy serias.

Mientras más tiempo el ser humano cultive la envidia, más difícil será desarraigarla de su vida. El mejor momento para comenzar a tratar con la envidia es cuando te des cuenta de que estás llevando un registro mental de lo que poseen y alcanzan los demás.

Apreciado lector o lectora, por todo lo hablado, y ante el aprecio que tengo a tu alma, te invito a que en este momento eleves tu corazón al Eterno y permitas que Él lo examine en cuanto a este pecado capital (Salmo 139:23-24)

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“Un Hombre lo Descubrió”

Por P.A. David Nesher 

Vayimtsa’ehu ish vehineh to’eh basadeh vayish’alehu ha’ish lemor mah-tevakesh.

«Un hombre lo descubrió confundido en el campo y le preguntó: “¿Qué estás buscando”?»

(Bereshit(Génesis 37:15)

Yosef caminaba sin rumbo y buscando a sus hermanos. Así se internó en el campo por los lugares de pastoreo.

Este relato pone de manifiesto las muchas formas de las que dispone la Providencia divina para alcanzar sus propósitos; pues ella fue quien envió a un “hombre” en el momento oportuno, para que, revistiendo una apariencia humana, se dirigiese a Yosef y le indicase el camino correcto. Ese “hombre”, según el Midrash Tanjumá, era el malaj Gavriel. Gavriel es el “ángel de los sueños”, por eso estaba cerca de Yosef.

Yosef no estaba solo, al igual que su padre, tenía un malak (ángel o mensajero) de Dios que lo cuidaba. Ellos entran en conversación y el malak lo guía informándole que sus hermanos se hallaban en Dotán.

Yosef se convirtió así en un peregrino en el campo, siendo sombra del prototipo, Yeshúa (Jesús) quien se convirtió en un peregrino en el mundo. En su interpretación de la parábola de la cizaña, Yeshúa dijo: «El campo es el mundo» (Mateo 12:38). Como Yosef, el Mesías Yeshúa se convirtió en un peregrino, un desconocido sin hogar, en el mundo.

«Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»

(Lucas 9:58).

Qué palabra más conmovedora en el Evangelio de Juan:

«Y cada uno se fue a su casa. Y Jesús se fue al monte de los Olivos.»

(Juan 7:53-8:1)

Cada hombre tenía su propia casa para regresar a ella, pero Yeshúa era un peregrino sin hogar en esta tierra.

 

¿En qué Consistió el Pecado de Rubén?

Por P.A. David Nesher

Vayehi bishkon Yisra’el ba’arets hahi vayelech Re’uven vayishkav et-Bilhah pilegesh aviv vayishma Yisra’el.»

«Mientras Israel estaba asentado en aquella tierra, Reuvén causó un desorden en relación con el lecho de Bilá, concubina de su padre, e Israel lo escuchó. Los hijos de Israel fueron doce.»

(Bereshit/Génesis 35:22)

Reuvén (Rubén) era el primogénito de Yaakov. Considerando esto, podríamos esperar la más alta conducta de él y esperar que seriamente recibiera el pacto de sus padres. Sin embargo, aquí pecó de la manera más ofensiva en contra de su padre y de toda su familia. Pero la pregunta es: ¿en qué consistió realmente su pecado?

Probablemente Reuvén tendría unos treinta años de edad. No se dan detalles, pero Bilhah era mucho mayor que Reuvén, siendo la sierva de Rajel, y la madre de dos hermanastros de Reuvén: Dan y Neftalí. Por esto, el texto original no permite interpretar un pecado sexual en este evento; ¡esto no fue una violación! En la superficie parecería ser una singular coincidencia, pero cada uno de los protagonistas tenía sus propias razones para involucrarse.

Desde una mente lógica y deductiva, Bilha tenía sus propias razones para involucrarse. Después de la muerte de Rajel, ella probablemente quería tomar el lugar de la matriarca como esposa principal de Yaakov. Durante la vida de Rajel la cama de Yaakov estuvo siempre en la tienda de ella; pero en su lecho de muerte él la sacó a la tienda de Bilhah, la sierva de Rajel. Después de la sepultura de la matriarca, Yaakov avinu continúo durmiendo en la tienda de esta concubina. Después de la muerte de Rajel, Bilhah era claramente la única amenaza para esa posición perteneciente a Lea, madre de Reuvén.

Reuvén se irrita por este motivo, pues cómo podía ser que él durmiera con la sierva y no con la esposa original. Lo tomó como una ofensa para su madre Leah. Según los sabios, en este acto, Reuvén siente la necesidad de recordarle a su padre que tenía la obligación de reanudar sus relaciones con Leah.

Reuvén, lleno de resentimiento por causa de esto, debe haber cavilado en su corazón algo así: «Si mi madre, Lea, estaba subordinada a Raquel, ¿ella también debe estar subordinada a la sierva de Raquel?» Ya era suficientemente malo que Yaakov prefiriera a Rajel respecto de su hermana Leah, pero era intolerable que él prefiriera una sirvienta a su madre. Por lo tanto, él quitó la cama de Bilha y la sustituyó por la de Leah. En lo que se refiere a Reuvén, esto aseguró que Bilhah nunca pudiera ascender a la posición de la esposa principal. Así pues, Reuvén lleva la cama de Yaakov a la tienda de Leah, denigrando a Bilháh y no respetando la voluntad de su padre.

Según la tradición e interpretación talmúdica, lo que realmente ocurrió fue mucho menos impactante. Reuvén de hecho estaba protegiendo el honor y el lugar de su madre en la familia. Justamente el Talmud en Shabat 55b explica que no debemos pensar que Reuvén literalmente se acostó con Bilhah; más bien, dicen que debe traducirse como que él » perturbó los arreglos para dormir de Bilhah«. Por eso es que el verso continúa de inmediato: “ Jacob tuvo doce hijos».¡Seguro que ya lo sabemos! Pero la Torah enfatiza esto dando a entender que, incluso después de esta interrupción en la casa de Yaakov, los doce aún eran hijos del tzadikim; es decir que los doce eran igualmente justos.

Pero la Escritura considera inconveniente este hecho. La pérdida de la primogenitura podría ocurrir si una grave ofensa se cometía y Reuvén, en este intento de señalarle a su padre cuál debía ser su posición, terminó por destruir la suya propia, ya que le costaría su primogenitura. Desde esta decodificación, el verdadero alcance de la ofensa de Reuvén, trastornar el delicado equilibrio en la casa de su padre y erosionar la autoridad de Jacob en su propia casa, es como si Reuvén hubiera cometido incesto con Bilhah.

En verdad, lo que Reuvén ignoraba, explican las tradiciones, es que, Yahvéh le iba indicando a Yaakov el lugar donde él debía dormir. ¿Cómo era esto? La Shekinah de gloria solía posicionarse por sobre las tiendas, por lo que Yaakov iba y entraba con la esposa que se encontrara cubierta por la Shekinah. En esta ocasión especial, la Shekinah estaba reposando sobre la habitación de Bilhah, por lo que Yaakov se dispuso a dormir en esa habitación. Lo de Yaakov no era una especie de añoranza respecto de Rajel, porque Bilhah había sido su doncella, Yaakov solo seguía las señales enviadas por el Eterno.

Por otro lado, otros sabios comentan que Reuvén quiso impedir que Yaakov trajera más tribus a la familia. Él sabía que su padre tenía la intención de erigir a doce tribus, por lo que no era posible que ahora estuviera dispuesto a engendrar más hijos.

Más allá de todo, ahora entendemos que nunca fue el propósito de Reuvén profanar el lecho de su padre; sin embargo, por esta acción anárquica, Yaakov revocó su primogenitura dándosela a su hijo Yosef, (Gén 49:3-4). Solo Moshé, antes de su muerte, es quien pudo borrar en su última y suprema bendición, las palabras afrentosas lanzadas por Yaakov contra su primogénito y exclamar:

«¡Viva Reuven, que no se extinga…!»

Raquel es Sepultada por la Muerte Declarada

Por P.A. David Nesher

 Vayatsev Ya’akov matsevah al-kvuratah hi matsevet kevurat Rachel ad-hayom.»

«Yaakov erigió un monumento sobre su sepultura, que es el monumento de la sepultura de Rajel hasta el día de hoy.»

(Bereshit/Génesis 35:20)

 

Muchas veces pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos. Es decir, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Debo decir que eso es sólo una parte de la verdad, ya que lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres, pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia en aquello que haces.

De acuerdo a lo revelado en la Instrucción (Torah) divina, lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.

El Eterno mismo nos dice en su palabra:

“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”

(Mateo 12:37 – RVR-1960).

Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Yahvéh nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para destruir a alguien que nos lastimó, y lo más triste del caso, hemos estado declarando palabras que nos lazan a un destino con final trágico.

La muerte de Raquel (Rajel) es un ejemplo claro de lo dicho hasta aquí. La misma fue primeramente el cumplimiento trágico de la maldición que Jacob (Yaakov) mencionó que vendría sobre el que robó los ídolos de Laván (Génesis 31:32). Pero Rajel misma también provocó este final, al rogarle a Yaakov:

«¡Dame hijos, o si no, me muero!»

(Génesis 30:1)

¡Y así fue como sucedió, ambas declaraciones se convirtieron en realidad! Rajel tuvo hijos y murió como consecuencia de ello, y también, como consecuencia de lo que su esposo declaró vehementemente a aquel que había robado los terafim de su padre.

Lo cierto de esta historia de amor es que Rajel y su esposo no dormirán juntos el “sueño de la muerte”.

Entendemos que su vida fue un episodio corto, pero brillante dentro de esa brevedad, para el cumplimiento del propósito eterno de Yahvéh. Pero su forma de hablar, sumada a su manera sentimental de responder a algunos acontecimientos negativos referentes a su maternidad, la condujeron a transitar un camino de rigor innecesario. Los sabios explican que, por no querer dormir Rajel con su esposo una noche, fue la causa por la que El Eterno no permitió que Rajel “durmiera” junto a Yaakov el sueño permanente del sepulcro. La noche que Yaakov no durmió en la tienda de Rajel fue en la ocasión de las “dudaim” (mandrágoras). Ese día la Shekinah reposaba en la morada de Rajel y aun así, ella envió a Yaakov a dormir con su hermana Leah luego de una “negociación” –intercambio– de unas mandrágoras/dudaim, desvalorando de esa forma la compañía de su esposo así como la indicación de la Shekinah. Estas habían sido las palabras de Rajel:

“…Pero ella le respondió: “¿¡Es poco que hayas tomado a mi esposo que incluso pretendes tomar los dudaím de mi hijo!?”. Dijo Rajel: “Entonces se acostará contigo esta noche, a cambio de [que me entregues] los dudaím de tu hijo…

(Gén 30:15. Torat Emet)

“…Puedes quedarte con mi esposo Yaakov…”

Delicadas palabras de Rajel, sin duda. Sin pretenderlo, la declaratoria de Rajel anuncia de manera profética lo que ocurrirá al final de sus vidas; Leah será enterrada a lado de su esposo Yaakov en Majpela con los demás patriarcas.

Rajel fue sepultada en Ramá, al norte de Jerusalén. Yaakov erigió una estela sobre su sepultura, y Moisés comentó que el pilar que marcaba la tumba de Rajel era visible incluso hasta sus días (35:20). A esto se refiere Samuel cuando envió a Saúl a su casa después de su unción (1Samuel 10:2). Podría haber estado visible durante los días de Jeremías cuando los judíos eran llevados a la cautividad babilónica. Sin embargo, ya no es visible hoy en día, por lo que la ubicación de la tumba se ha perdido y fuera de lugar en Beit-Lejem (Belén).

Rajel muere camino a Beth Lejem de Yehudá, y lo cierto de toda su historia es que el Eterno permitirá que ella sea considerada la “Matriarca principal” de los Benei Israel (Hijos de Israel), la cual vive en el corazón y mentes de sus hijos quienes han ido a visitarle en su lugar de descanso. Rajel es considerada como una misericordiosa madre que, como mujer y esposa sacrificó el eterno amor de su compañero para darse toda ella con amor a sus hijos. Sin embargo, su actitud mental vehemente la llevó a un final que podría haber evitado si hubiera controlado sus dichos y hechos.

Reflexionando en todo esto, y volviendo al mensaje con el que comencé esta bitácora, respecto a nuestras declaraciones orales, tengo que decirte que no es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida, y con las cuales te has trazado un triste futuro. Te aconsejo que tomes como estilo de vida la actitud del salmista:

“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.”

(Salmos 39:1 – RVR-1960)

Tal vez dijiste cosas que no querías. Quizás lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. Acepta que la lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.

De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.

Limpiándose de la Idolatría para un Futuro Seguro

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Ya’akov el-beyto ve’el kol-asher imo hasiru et-elohey hanechar asher betochechem vehitaharu vehachalifu simloteychem. Vayitnu el-Ya’akov et kol-elohey hanechar asher beyadam ve’et-hanezamim asher be’ozneyhem vayitmon otam Ya’akov tachat ha’elah asher im-Shchem.

«Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.»

(Bereshit/Génesis 35: 2-4)

Después de los tristes acontecimientos de Siquem, Yaakov, con su alma embargada por la tristeza y decepción que le habían causado sus hijos, sabía que no podía permanecer allí, y así se dispuso a partir para Betel, lugar del que conservaba gratos recuerdos, y al que no quiso ir a vivir cuando el Eterno se lo ordenó. Entendamos y aceptemos que el atroz incidente de Siquem, fue porque Yaakov fue a Siquem, en lugar de Betel, donde se suponía que debía estar. Así, y sin darse cuenta, la familia de Jacob había sido espiritualmente devastada por vivir durante diez años en la ciudad cananea de Siquem. Por encima de todo esto era cierto que sus hijos, eran especialmente vulnerables durante sus años de adolescencia.

Nosotros, de igual modo, a menudo terminamos en grandes problemas que traen mucha dificultad para los que nos rodean, por no ir a donde Yahvéh nos dice que vayamos. Lo mismo que le ocurrió a Yaakov con sus hijos, nos sucede con nuestros hijos hoy. Incluso si los llevamos a la congregación cada semana, la vida de la mundanalidad, durante seis días puede ser demasiado poderosa para contrarrestar cualquier cosa que suceda durante el séptimo día.

Ahora bien, la Torah (Instrucción) revela que la única cura para la mundanalidad es separarse de ella. Por ello, Yaakov tuvo que salir de Siquem e ir a Betel. Este lugar estaba a unos 24 kilómetros al sur de Siquem (hebreo Shejem), pero su elevación es 305 metros más alta. Se hace esta referencia al igual que para Jerusalén, en el Brit Chadashah. Debido a que su elevación es de unos 762 metros sobre el nivel del mar, no importa la dirección en que usted se aproxime, la Biblia dice siempre: subir a Jerusalén, y Betel, está a 3.2 kilómetros al norte de Jerusalén.

Como Yaakov avinu sabia que Yahvéh lo enviaba allí a fin de hacer una acto profético que garantizaría protección de los pueblos vecinos, el patriarca comenzó por preparar espiritualmente a toda su gente.

Yaakov manda a su familia deshacerse de todo material de idolatría, pues luego de tomar el botín de Shejem, no habían destruido los objetos idolátricos que habían capturado con el botín. Cuando habla de “ropas” o “vestidos”, se está refiriendo a ropa decorada con estampas idólatras (Torah Rashí). [Importante es tener en cuenta esto a la hora de considerar qué  tipo de ilustraciones y/o leyendas tienen las ropas que usan nuestros hijos]. Recordemos, por lo ya estudiado, que desde tiempos muy remotos, las prendas simbolizan el carácter de quien las porta. Por eso, en las Sagradas Escrituras, la vida interior de los no regenerados se compara con una vestimenta contaminada (Judas 23).  En cambio, el texto sagrado revela que el cambio de ropa simboliza la renovación interior (Efesios 4:22-24).

El Targum del maestro Yonatán indica que los aretes no eran simples adornos, sino que constituían amuletos y talismanes con los que se invocaban deidades, y se hacían conjuros (Oseas 2:13).

Todo estaba bien claro: ¡si el Eterno iba a bendecirlos de nuevo, si iban a tener un nuevo comienzo, entonces los dioses extranjeros deben ser todos quitados!

Debido a que se dieron cuenta que estaban en grave peligro de ataque desde otras ciudades cananeas, tenían miedo, y así todos se rindieron a las instrucciones de Yaakov. Del mismo modo, hay que entregarse a Dios antes de que Él nos pueda bendecir. Hay algunas cosas que hay que enterrar y dejar atrás porque posiblemente no pueden ser dedicadas al servicio de Dios.

El Eterno se muestra siempre celoso de su honor, y no admite compañía en el culto que se le ofrece a Su Nombre. A través de este relato se nos revela que lo más difícil de implantar en Israel no fue el culto de Yahvéh, el Dios de Avraham, Itzjak y Yaakov, sino la exclusión de todo otro culto. Era muy difícil admitir para los antiguos la la unicidad de Dios. Yaakov enterró todos los ídolos y amuletos de las joyas y pendientes de su clan bajo la encina de Siquem, sin duda la misma de Moré donde había estado Avraham (Gén. 12:6). La encina de Moré era un árbol o un pequeño bosque que servia como lugar de culto para los habitantes de Siquem y los pueblos vecinos que hasta allí peregrinaban. Años más tarde, en la época de la conquista de la tierra, Josué dirá también a los escuadrones de la nación israelita, bajo esta misma encina:

«Ahora pues, quitad los dioses extranjeros que están en medio de vosotros, e inclinad vuestro corazón al SEÑOR, Dios de Israel.»
(Josué 24:23)

Notamos que Yaakov no quema los objetos idolátricos porque quería que subsistieran para perpetuar el recuerdo del pecado de idolatría que habían cometido. Pero, él no tuvo en cuenta que el instrumento del pecado siempre sigue ejerciendo una acción maléfica en tanto que no es destruido totalmente. En efecto, muchos siglos más tarde, los samaritanos descubrieron un ídolo que tenía la forma de una paloma en lo alto del Monte Guerizim donde habían construido su Templo; la cogieron y se pusieron a adorarla. El caso es que este ídolo era uno de los que Yaakov había enterrado bajo la encina. Por eso, por favor, observe bien esto. La Escritura parece indicar que no se puede desviar las cosas de Satanás para utilizarlas para el servicio al Eterno. Usted necesita deshacerse de ellas (Hechos 19:19). Tenemos que recordar que todo lo que nos estorba en nuestro viaje espiritual no sirve para nada, no importa lo valioso que parezca para el mundo (Hebreos 12:1). ¡Es importante para todo el mundo hacer un balance de lo que puede tener en su casa que es impío y rápidamente deshacerse de esas cosas!

Es prioritario es entender que si no quitamos los ídolos de nuestra vida, pueden arruinar nuestra fe. ¿Qué ídolos hay en tu vida y en tu familia? Un ídolo es cualquier cosa creada que ponemos ante el Eterno. Estos no tienen que ser solamente objetos físicos, sino que pueden ser también seres humanos (queridos y cercanos), tanto como pensamientos, proyectos o deseos. Por eso, al igual que nuestro padre Yaakov, debemos ser muy tajantes y expeditivos, eliminando incondicionalmente de nuestras vidas, todo aquello que interrumpe nuestra comunión con el Espíritu de Yahvéh, nos obstaculiza las bendiciones del Olam Havá (Mundo Venidero).

Luego, después de la purificación de ellos, partieron hacia un nivel de mayor altura (Bet-El).

Interesante es notar como el texto recalca la proximidad de Shejem (v. 4). Esta codificación la podremos comprender mejor a la luz de lo que acabamos de explicar. Shejem, en efecto, era el lugar predestinado a las desgracias; fue allí donde violaron a Dinah; donde más tarde venderían a Yosef; pasando los siglos sería también ese lugar donde se escondió el reino de David, huyendo de su hijo Absalón.