Lechu venimkerenu la-Yishme’elim veyadenu al-tehi-vo ki-achinu vesarenu hu vayishme’u echav.
«Vamos, vendámoslo a los ishmaelitas y no pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra misma carne”. Y sus hermanos lo escucharon.»
(Bereshit/Génesis 37:27)
Al considerar la expresión: “Y sus hermanos lo escucharon”, el intérprete Rashí, siguiendo la traducción de Onkelos, asegura que el verbo “escuchar” significa aquí “obedecer”. Por lo tanto, la traducción más fiel debería decir: “Sus hermanos le obedecieron.” Así pues vemos que es esta la primera vez que Judá (hebreo Yehudah) toma la palabra, y podemos observar que sabe imponerse sobre sus hermanos. Yehudah ahora asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef (José).
Yehudah tenía, en efecto, una autoridad natural que ninguno de ellos cuestionaba. Reuvén (Rubén), en cambio no conseguía que le obedecieran de esta manera, no tenía el suficiente carácter. Desde este punto Yehudah adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo. Los rabinos enseñan que los hermanos trataron de castigarlo a él medida por medida. Debido a que Yosef quería gobernar sobre ellos, se convertiría en un esclavo.
Así pues, Yehudá, en una hábil demostración táctica, logró por medio de su intercesión dar expresión a la furia de los hermanos, y al mismo tiempo, salvar a Yosef de una muerte segura. Sin embargo, la esclavitud no constituía una garantía de vida; por el contrario, Yehudah en su interior sabía que lo más probable era que la muerte fuese el destino final de Yosef.
Ahora bien, pese a esta significativa influencia de autoridad, Yehudah no supo utilizar convenientemente el ascendiente que ejercía sobre sus hermanos, tuvo que sufrir las consecuencias de su error. En el capítulo siguiente veremos la “caída”. Rashí comenta:
«…Este relato nos informa de que los hermanos de Yehudah le despojaron de su dignidad de jefe cuando vieron el sufrimiento de su padre. Le dijeron: “Tú fuiste el que nos aconsejó venderle. Si nos hubieras pedido que le trajésemos de vuelta a casa, te hubiéramos obedecido…».
Aquí vemos como los hermanos de Yosef, que hipócritamente no querían contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, siglos más tarde, vemos como los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías Yeshúa, llevaron a Yeshúa a Pilato (Juan 18:28).