Deuteronomio

Torah y Globalización… ¿Quién debe Gobernar Cada Nación?

La idea de que naciones, etnias, culturas, o economías sea gobernada por una nación, etnia, cultura, o economía extranjera, es contraria a la Torah. La misma prescribe que el gobernante de un pueblo sea un nativo, de suerte que su inclinación natural sea defender el bienestar y los intereses (la etnia, cultura, los valores, y la economía) de su propio pueblo. Es decir, no hace sentido un extranjero (por ejemplo un católico italiano que fue criado y vive en el continente Europeo, en la ciudad de italiana de Roma), tenga el poder de decidir cuales han de ser los valores, la cultura, la moralidad, y la economía que deben regir la población (mayoritariamente musulmana) de Arabia Saudí; la población (mayoritariamente budista) de Tailandia; o la población (mayoritariamente hindi) de la India.

¿Donde enseña esto la Torah?… Pues en el pasaje que dice:

«… de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano»

((Deuteronomio 17:15)

De hecho, el Eterno advirtió a Israel que, la consecuencia de abandonar la Torah (los diez mandamientos) seria ser vencidos por sus enemigos (paganos), siendo así subyugados por las naciones extranjeras:

«Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán… por cuanto no habrás atendido a la voz de Yah tu Dios, para guardar sus mandamientos… servirás, por tanto, a tus enemigos (aquellos a quienes no les interesa realmente tu bienestar)»

(Deuteronomio 28:45-48)

 

¡Firmes por el Camino de la Vida!… (Nitzavim y Vaielej)

Es costumbre al llegar a esta semana que se lean dos parashot (porciones) juntas:
Nitzavim y Vayélej.

 

Nitzavim significa “parados firmemente” y Vayélej, tiene un significado que marca todo lo contrario “y caminó”. En verdad, el mensaje que resulta de la unión de las dos ideas, nos revela cuál es la intención del Eterno con respecto a la dinámica de vida que Él diseño para Su Pueblo. Yahvéh creo a Israel con el fin de que cada uno de sus integrantes sea consciente de que su vida por este mundo sigue una dinámica de transición. Por ello, los hizo peregrinar por el desierto por el lapso de 40 años. La vida es una peregrinación que necesita ser recorrida con una actitud: la confianza en la firmeza del Camino mismo. Por ello, el paradigma de fe que estos dos términos hebreos producen, permite entender la dinámica de vida que los hijos primogénitos del Eterno deben seguir en la vida. Mantenerse totalmente convencidos de lo que creen, a fin de lograr una avanzada con sentido celestial: derecho, adelante y hacia arriba.

 

No es entonces casualidad que estas dos parashot (porciones) se lean en el Shabat anterior de la Fiesta de Yom Teruá (Día de Aclamación o Fiesta de las Trompetas), jornada en que todo el mundo es juzgado por el Eterno, y se fija el destino de cada ser humano, en lo que queda del año, y  se establece especialmente el tipo de dinámica vital que se quiere tener en el año que se aproxima.

 

Las dos porciones hacen el recuento de las actividades de Moshé en el día de su muerte a los 120 años, antes de la entrada del pueblo a la tierra de Israel. El mensaje de estas dos secciones semanales enseña la necesidad de ser estables. Es decir, la prioridad de tener una postura firme en cuanto a los principios y acciones revelados por la Torah (Instrucción), pero al mismo tiempo nos compele al avance permanente y perseverante en el proceso de nuestro desarrollo espiritual y humano.

 

Es muy importante tener en cuenta que Moshé se dirige a todo el pueblo reunido en asamblea para formalizar el nuevo convenio de Yahvéh con el pueblo de Israel. En el mismo,  en el mismo quedarán incluidos todos los presentes sin distinción de clases sociales, riqueza, o conocimientos, y además todos aquellos hebreos que nacerían en el futuro y cuyas vidas estaban presentes en aquel momento, del mismo modo que estaban presentes en el Sinaí cuando fue entregada la Torah.

 

El convenio confirma el compromiso del pueblo de Israel y el potencial que tiene cada uno de sus miembros, cualquiera sea su condición, para elevarse espiritualmente a los niveles de la kedushá (santidad) que Yahvéh desea otorgar como herencia a sus redimidos. A la vez advierte de nuevo sobre las consecuencias que tendrá que sufrir de no cumplir con los preceptos indicados en la Torah, sea a nivel individual o general.

 

Uno de los motivos por el que se lee estas parashot antes de Yom Teruá á es porque en Nitzavim se habla de teshuvá (el arrepentimiento):

«Pues este mitzvá (mandamiento) que te ordeno hoy, no está oculta de ti y no está lejos. No está en el cielo, para decir: ‘¿Quién subirá para nosotros al cielo y la tomará para nosotros, y nos la hará entender y la haremos?’. Y tampoco del otro lado del mar está ella, para decir: ‘¿Quién cruzará el mar para nosotros y la tomará para nosotros y nos la hará entender y la haremos?’. Porque esta cosa está muy cercana a ti, en tu boca y en tu corazón, para hacerla.«

(Devarim/Deuteronomio 30:11 – 14)

 

El concepto de volver a Yahvéh es traducido generalmente al español como “arrepentimiento” (teshuvá, תשובה). Notamos que teshuvá es uno de los mensajes más importantes de las Sagradas Escrituras. La teshuvá o regreso es el eje central de la enseñanza de Yeshúa y Su imperativo evangélico. El mensaje de Yeshúa comenzó con esta orden mesiánica: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17; Marcos 1: 14-15).

 

¿En qué consiste el verdadero arrepentimiento (teshuvá)?

 

Moisés, en esta sección (parashá) lo explica perfectamente al pueblo del Eterno:

“ Y vuelvas (teshuvá) a Yahvéh tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy.”

(Deuteronomio 30: 2)

 

Todas las líneas amorosas de las Sagradas Escrituras dejan bien claro que el Eterno acepta y recibe el arrepentimiento verdadero. Él no se aparta de un ser humano que pide perdón en el nombre de su Hijo Yeshúa y de todo corazón que se esfuerza por rectificar, reparar su vida, para que la kedushá (santidad) divina lo transforme. Más aún, el Altísimo recibe esa petición y otorga el don del perdón. De este modo, el pecado de dicha persona es limpiado y se borran los registros de culpa que el mismo había originado. De este modo el Eterno quita el pecado del arrepentido, y lo acepta libremente de nuevo en su amor.

 

La persona que se arrepiente sinceramente con su corazón y alma, y pide perdón en el nombre de Yeshúa se vuelve a conectar inmediatamente con el Padre. Es como si un interruptor de luz se enciende, y donde había oscuridad, la sala arde con luz. Un momento antes, los pecados de la persona se interponían entre él y Yahvéh. En el momento de la teshuvá (arrepentimiento o regreso), la persona se encuentra en la misma presencia de Yahvéh, disfrutando del poder de la kedushá (santidad). ¡El Eterno ama y protege a quien elige la Vida!

 

Amado discípulo de Yeshúa, quiero que aceptes que esta semana, el Eterno recibirá tu confesión de pecado, tu oración por el perdón y tu resolución de hacer las cosas cada día mejor, incluso si tienes que repetirlo muchas veces al día.

 

¡Atrévete a disfrutar del Amor y la Vida que da nuestro Abba kadosh!

 

Disfruta como nunca lo has hecho de cada decodificación que el Espíritu Santo te otorgue esta semana a través de cada aliyá.

Los Tiempos de Prueba Definen lo Mejor de la Vida

«Preséntate al sacerdote que esté a cargo en ese momento y dile:
“Con esta ofrenda reconozco ante el Señor su Dios que he entrado en la tierra que él juró a nuestros antepasados que nos daría”. 
Entonces el sacerdote tomará la canasta de tus manos y la colocará frente al altar del Señor tu Dios.
En la presencia del Señor tu Dios tendrás que decir:
“Mi antepasado Jacob era un arameo errante que fue a vivir como extranjero a Egipto. Su familia era poco numerosa cuando llegó, pero en Egipto creció hasta volverse una nación grande y poderosa. Y los Egipcios nos maltrataron, y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Yahvéh Dios de nuestros padres; y oyó Yahvéh nuestra voz, y vio nuestra aflicción, y nuestro trabajo, y nuestra opresión: Y nos sacó Yahvéh de Egipto con mano fuerte, y con brazo extendido, y con grande espanto, y con señales y con milagros: Y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Yahvéh. Y lo dejarás delante de Yahvéh tu Dios, e inclinarte has delante de Yahvéh tu Dios.»

 

(Deuteronomio 26: 3-10)

 

Después las canastas eran colocadas al lado del altar y se recitaba el texto de . Esta maravillosa confesión de gratitud le hizo recordar al pueblo de Israel el tiempo de Jacob y su familia en la tierra de Canaán, hasta el momento en que la familia fue a Egipto (Mitzraim). Así también se obligaban a recordar la liberación de Egipto y el éxodo hacia la tierra prometida.

De este modo, los hebreos aprendían una y otra vez que Israel pasó unos cuatrocientos años en Egipto. Sin embargo, en el transcurso del propósito eterno de Dios, no fue más que una pequeña temporada. Con esto, queda bien claro que muchas veces caemos en el error de enfocarnos tanto en nuestro tiempo de prueba y miseria que pensamos que esto define toda nuestra vida; Yahvéh vio la experiencia de Israel en Egipto como una pequeña temporada.

También, mediante el rito del Bikurim, y la confesión de fe que allí recitaban, los hebreos se hacían conscientes de la razón principal por la que Yahvéh envió a Jacob y a su familia por una pequeña temporada a Egipto. Cuando vivieron en Canaán, existía un gran riesgo de que la familia se integrara a los pueblos malvados y paganos de su alrededor (como lo vemos en el libro de Bereshit). Para prevenir esto, y para permitir que el pueblo creciera, Yahvéh envió a Jacob y sus hijos a Egipto, el cual tenía una sociedad muy racista y excluyente, por lo tanto, no interactuaría con Israel. Gracias a esto, ellos irían siendo “ pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa.»

Por todo esto, esta entrega inicial de las primicias cuando Israel llegó a la Tierra Prometida era la manera apropiada de decir “gracias” al Señor. Esta entrega, y cualquier cosa que damos con el corazón correcto, es una manera apropiada de adorar delante de Yahvéh tu Dios. Por esta razón era que las cosas que había en las canastas eran comidas sólo por los sacerdotes.

Primicias Productoras de Gratitud y Providencia

Cuando hayas entrado en la tierra que YHVH tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que YHVH tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que YHVH tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre. Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a YHVH tu Dios, que he entrado en la tierra que juró YHVH a nuestros padres que nos daría. Y el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de YHVH tu Dios.»

(Deuteronomio 26: 1-4)

La tierra prometida estaba allí, frente a sus ojos, justamente al cruzar el Río Jordán. Muchos obstáculos habían también delante de esta comisión, tales como el aumento del río Jordán por las inundaciones de primavera, y los fuertes ejércitos de los cananeos, aun así el Eterno les aseguró que entrarían en la tierra.

Ya hemos estudiado en el libro de Bamidbar (Números 18:12) acerca de las primicias que deben ser entregadas regularmente al sacerdote, pero las primicias descritas en esta aliyá son una ofrenda especial obtenida de la primera cosecha en la tierra prometida.

Esta ofrenda también es mencionada en Éxodo 23:19 y 34:26, donde está escrito:

“Traerás lo primero (reshít) de las primicias (bicurim) de tu tierra a la casa de Yahvéh tu Dios…” (v. 2)

La palabra hebrea que ha sido traducida como “primicias” es reshit, y aparece en todos los tres textos. La palabra bicurim, “primicias” no aparece en el texto de Deuteronomio, sólo reshít, “lo primero”. Aun así, esta ofrenda es llamada bicurim.

En la ofrenda de bicurim se da del fruto de la tierra de Israel y, específicamente de las siete especies (minim) mencionadas en Deuteronomio (8:8).

Dar las primicias obviamente honraba a Yahvéh, porque daba al Señor la primera porción, antes de usar cualquier parte para sí mismo.

La expresión miel no se refiere a la miel de abeja sino a la obtenida de los dátiles. En la tierra de Israel, no se entrega una ofrenda de bicurim de otras especies. El propósito de entregar los primeros frutos, que son los que más se aprecian, es mostrarle al Eterno que Él es el primero en nuestras vidas.

Cuando los primeros frutos empezaron a brotar eran marcados con un hilo rojo. De esta manera el agricultor sabía a ciencia cierta cuál era la primicia de sus frutos.

En el tiempo del Templo de Yerushalayim (Jerusalén) era maravilloso ver llegar familias enteras junto con otras personas de la misma ciudad. Iban caminando con sus canastas cargadas de las siete especies detrás de un toro cuyos cuernos fueron cubiertos de oro, y había sido enyugado con una guirnalda de ramas de olivo alrededor del cuello. El toro era sacrificado como ofrenda de paz.

Al acercarse a Yerushalayim la gente salía a recibirlos con gritos de alegría y con toque de flautas.

Los levitas cantaban el Salmo 30 (que es una referencia a la resurrección del Mesías, la cual es simbolizada en las primicias o bicurim).

Al llegar al monte del templo colocaban las canastas sobre los hombros para entrar en el atrio en esa posición física.

Los sacerdotes, junto con el jefe de familia, colocaban luego su mano debajo de cada canasta y juntos la mecían (tenufá) en todas las direcciones, para mostrar así que es una pertenencia del Eterno, y por lo tanto los cuatro puntos cardinales estaban sometidos a Su bendita Voluntad de bendecir y prosperar a Israel, su hijo primogénito.

BIKURIM: La Evidencia de que NO soy un INGRATO

Vendrás al kohen que esté en esos días y le dirás: ‘Declaro hoy a Yahvéh, tu Dios, que he entrado a la Tierra que el Eterno juró darnos.”
(26:3)

Al hacer esta declaración, cada israelita, estaba diciendo es:
Yahvéh, reconozco que me diste esta Tierra y el regalo de todos estos frutos abundantes”.

Pero eso no es todo. En las palabras hebreas “veamartá elav” traducidas aquí: ‘y le dirás’, el sabio Rashí explica que al llevar los bikurim, con esa actitud y con esta declaración se le informaba al kohen que tanto el que ofrendaba, como cada integrante de su familia, no era un kafuf tov, es decir, un ‘ingrato’.

¿Por qué debes decirle eso al kohen? ¿No alcanza con no ser kafuf tov? No, debes articularlo y decirlo en voz alta. Él habla es un puente entre lo interno y lo externo. Hablar de algo concretiza tus pensamientos y los hace reales. Por eso en el Beit HaMikdash (Santo Templo) ante la presencia de Dios, cada israelita le decía al kohen de turno que el Eterno le había dado regalos sin ninguna condición. Debía mirar al kohen a los ojos y convencerlo de que realmente sentía gratitud. El sacerdote discernía en la mirada del israelita si era sincero o no, si estaba lleno de alegría y pensaba que la vida es hermosa, o no. El hecho de decirlo en voz alta permitía que el alma de cada hijo de Israel se discierna a sí misma en dónde se encuentraba en la emunáh (fe).

Con esto descubrimos que la Torah enfatiza que la gratitud es la base de toda relación amorosa, incluyendo nuestra relación con Yahvéh, y es el primer paso para aprovechar el poder del mes de Elul de aní ledodí vedodí li.

Con este ritual, cada hebreo confirmaban su fe de que la tierra de Israel y su producción pertenecen a Yahvéh, quien es el único Amo (Señor) de todo lo existente. Entonces surgía la gratitud por la abundancia que se disfrutaba, mediante esto las dimensiones celestiales eran movilizadas a manifestar mayores acciones de Su Providencia, ya que cada hebreo demostraba en estos ritos que su vida depende solamente de Yahvéh, la Fuente de todo ser humano.

¡Llegando a Tus Metas Interiores!… (Resumen de la Parashá Ki Tavó)

P.A. David Nesher

 

«Y será cuando entres a la tierra que el Eterno tu Dios te dió por heredad, cuando la poseas y vivas en ella, tomarás las primicias de todo fruto del suelo que sacarás de la tierra que El te dió, las pondrás en un cesto y con él iras al lugar que el Eterno escoja para establecer allí Su nombre.» 

(Devarim/Deuteronomio 26:1-2)

Ki Tavó significa «cuando llegues…», y también «cuando entres…»

La energía mesiánica de esta semana es muy particular, pues su beneficio viene oculto.

Ki tavó es una porción que  siempre se estudia en el mes de Elul, por lo cual sin duda causa impacto en nuestras vidas.

La semana pasada vimos la porción de Ki Tetzé que significa cuando salgas, Ki Tavó quiere  decir  «cuando entres» lo cual nos muestra que si la primera se trata de nuestra relación con el mundo externo, esta se trata de nuestra relación con nuestro interno, que es nuestra alma.

El paradigma que desarrollará esta porción de códigos celestiales es que toda meta humana solamente es posible cuando desde la interioridad, totalmente comprometida con la Instrucción (Torah) divina se apunta a la realización plena que permita la promoción de la calidad de vida de toda la comunidad.

La parashá de esta semana comienza con el enunciado que realiza Moshé sobre las ceremonias a realizarse en la Tierra de Israel referidas a las leyes de las primicias (hebreo: bikurim), los primeros frutos de las siete especies (minim). Los mismos debían ser presentados ante el sacerdote (kohen) en una canasta (hebreo: têné).

También recuerda las leyes del diezmo (hebreo: maaser) de la cosecha cada tercer año del ciclo de la shemitáh (sabático), que debía ser apartado para los levitas, los huérfanos y las viudas. Ahora bien, esto no se trata de un precepto solo para los agricultores, esto es un secreto que nos enseña como conectarnos con la energía que nos sostiene con cada paso que damos.

La *primera entrada* a la que se refiere Ki Tavó, *es cuando entra el alma en nuestro cuerpo cada mañana*, por lo que *lo primero que debemos dar como primicia al Eterno es el pensamiento*. Debemos preguntarnos: ¿Cuáles son los primeros pensamientos que nos invaden? ¿Son de gratitud por ese nuevo día de vida?, o ¿son los trabajos pendientes en la oficina o los problemas que enfrentaremos durante ese día? ¿Pensamos en ese amor que está a nuestro lado agradeciéndole todo lo que nos da?, ¿o en la pelea que tuvimos el día anterior?. Y para aquellos que no tienen pareja: ¿Pensamos acaso en esa persona especial que la luz ya ha puesto en nuestro camino? ¿o pensamos en la carencia de no tenerlo?

En esta sección también se dan las instrucciones detalladas de cómo proclamar las bendiciones y las maldiciones en los montes Grizím y Eival, como fue discutido al comienzo de la sección Ree. Para ello, se ordena que al cruzar los israelitas el río Yardén (Jordán), renueven el pacto con Yahvéh, y como memorial se erigirán enormes piedras recubiertas de yeso, sobre las cuales se inscribirán claramente las palabras de la Torah (según algunos, el texto hasta sería traducido a las lenguas conocidas en aquella época). 

Recordemos que para esta ceremonia, la mitad de las tribus se encontrarían ubicadas en el monte Guerizim, mientras las otras tribus sobre el monte Eval, en tanto los leviim permanecerán en el valle entre las dos montañas para escuchar y pronunciar, respectivamente, las palabras de maldición y bendición que se dirán, tras las cuales todos los presentes contestan «Amén«.

Moshé recuerda al Pueblo de Israel que el cumplimiento de los mandamientos del Eterno, sin desviarse de Sus caminos y Sus mandatos, los recompensaría con la elevación del Pueblo Especial del Eterno sobre las demás naciones. 

Moshé enfatizó sobre lo qué sucedería si el Pueblo se conducía observando los mandamientos del Eterno, y así lograrían prosperidad en sus ciudades, sus campos, sus ganados, sometiendo a los enemigos y estando por sobre las demás naciones. Por el contrario, su comportamiento contrario, traería como consecuencias enfermedades, hambruna y muerte y la Tierra de Israel sería destruida y dominada por naciones violentas, y los judíos diseminados y convertidos en esclavos.

La última parte de Ki Tavó consiste en lo que se conoce como la Tojajah (reprimenda). Luego de listar las bendiciones con las cuales el Eterno premiará a la gente cuando ellos sigan las leyes de la Torah, Moshé da una larga y dura lista de cosas malas, como enfermedad, hambruna, pobreza y exilio, que ocurrirán si ellos abandonan los preceptos divinos.

Por último, Moshé comenzó su última exposición ante el Pueblo, exhortándole recordar al Todopoderoso que los protegió en Egipto, durante los cuarenta años en el desierto y los seguiría protegiendo en el futuro hasta ver cada meta alcanzada en plenitud.

Moshé concluye diciendo al pueblo que sólo hoy, cuarenta años después de su nacimiento como pueblo, alcanzaron » un corazón para saber, ojos para ver y oídos para escuchar.»

¿Que Rol cumple el Divorcio en la Voluntad del Eterno?

Por P.A. David Nesher

 

«Cuando alguno toma una mujer y se casa con ella, si sucede que no le es agradable porque ha encontrado algo reprochable en ella, y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, y ella sale de su casa y llega a ser mujer de otro hombre; si el segundo marido la aborrece y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, o si muere este último marido que la tomó para ser su mujer, al primer marido que la despidió no le es permitido tomarla nuevamente como mujer, porque ha sido menospreciada; pues eso es abominación ante Yahvéh. No traerás pecado sobre la tierra que Yahvéh tu Dios te da por heredad.”

(Devarim/Deuteronomio 24:1-4)

En la mentalidad general del diseño original, la Torah revela que Yahvéh considera al matrimonio como una unión de alianza amorosa para toda la vida. Una unión que manifiesta físicamente el misterio de Su Unidad (Ejad) y que, por lo tanto, solo termina cuando muere uno de los cónyuges (1 Corintios 7:39). Entonces, y dado que se trata de una institución sagrada, una vasija de Luz totalmente celestial, los hijos primogénitos no deberíamos tomar a la ligera la idea de disolverla.

La Torah revela que un matrimonio israelita sólo era válido si se hacía bajo la denominada jupáh (símbolo del respaldo celestial), y con la firma de la ketubáh (documento legal de alianza matrimonial) que era la representación de lo civil.

Estudiando este texto nos damos cuenta que el divorcio era permitido en Israel, pero cuidadosamente regulado por autoridades espirituales expertos en justicia divina. Solamente una autoridad espiritual puede dictaminar un divorcio, y por motivos graves, ya que el matrimonio en la cosmovisión yahvista es un compromiso sagrado e inviolable, pero a causa de la naturaleza caída del ser humano, no indisoluble.

Así pues, bajo la Torah de Yahvéh, el matrimonio no se puede simplemente disolver en cuanto uno de los cónyuges quiera hacerlo; debe de haber una causa para extender un guet (o carta de divorcio). Es decir que la despedida de una mujer tiene que ser por un acto oficial de entrega de esa guet ( גט). Con este documento se le devuelve a la mujer el estatus de no casada y, por lo tanto, la dignidad y el derecho a casarse de nuevo con otro. Esta carta de divorcio es precisamente el documento oficial y legal que da el derecho a la mujer de casarse de nuevo. Sin un guet, sería una adúltera si se uniera a otro hombre.

Mediante esta legislación, en la mentalidad hebrea, el divorcio nunca se veía como una opción preferida o fácil. La palabra hebrea traducida como divorcio tiene en su raíz la idea de “separar por medio de un corte”, y transmitía la imagen de la amputación que sufría aquello que es una sola carne. Así cada miembro de Israel consideraba el divorcio como cortar o mutilar a un cuerpo viviente, y dejarlo para siempre inválido.

En el tiempo del Segundo Templo, después de regresar del exilio babilónico y hasta los días de Yeshúa, habían aparecido dos interpretaciones principales de la palabra “reprochable”, en hebreo erváh – ערוה – (palabra que también se traduce como «desnudez«, «desgracia«, «defecto«, «indecencia«, «inmundicia», «confusión«, «vergüenza«, «impureza«, y/o «promiscuidad«); por un lado, se encontraba la interpretación de la casa del maestro Hillel que decía que se puede despedir a una mujer por cualquier cosa que cause molestia en el esposo, incluso si ella fracasa en la cocina. Por el otro lado, la casa del maestro Shamai era más estricta ya que sólo permitía divorcio cuando había un comportamiento sexual indecente en la mujer.

Por eso, al leer el Evangelio de Mateo, nos encontramos con la siguiente historia en la vida de nuestro Mesías:

Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole:
– ¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
Él, respondiendo, les dijo:
– ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “hombre y mujer los hizo”, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.*
Le dijeron:
– ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?
Él les dijo:
– Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. Le dijeron sus discípulos: –Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.”

(Mateo 19:3-10 _ RV1995)

Vemos aquí como Yeshúa, nuestro Maestro, en concordancia con este Midrásh, se atrevió a entrar en la discusión que había entre la casa de Hillel y la casa de Shamai dando razón a la interpretación de éste último.

Considerando este relato de la enseñanza de nuestro Maestro, podemos sacar cuatro conclusiones fundamentales de este texto:

1. El divorcio NO pertenece a los lineamientos y pautas del diseño original del Eterno para el ser humano.
2. El divorcio fue permitido por el Eterno, nunca ordenado.
3. El Eterno permitió el divorcio por causa de la «dureza del corazón» del hombre y la mujer.
4. La causa de un divorcio para poder casarse con otra persona no puede ser cualquiera. Sólo puede ocurrir por algo indecente tal como vemos que Yeshúa da sentido a la expresión hebrea “ervat davar”, traducido como fornicación (RV) e infidelidad (LBLA) en Mateo cap. 19 vers. 9.

Desde esto, y continuando con lo que la Torah revela en esta porción, debemos conocer que cuando leemos la expresión ervat davar (que ha sido traducida: «alguna promiscuidad«) nos encontramos con la clave en toda esta discusión. Según la respuesta de Yeshúa, en Mateo cap. 19, vers. 9, un varón no comete adulterio al despedir a su mujer y casarse con otra, si hay en ella una conducta sexual indecente – ervat davar.

Debo contarles que el concepto de ervat davar se encuentra también en el capítulo anterior en esta misma parashá (Deut. 23:14) refiriéndose a los excrementos humanos, que no podían ser vistos por la Presencia del Eterno ni dentro ni fuera del campamento de guerra. Sería algo indecente para la Presencia divina. Por eso, la expresión no puede interpretarse como “cualquier causa” o “cualquier cosa que desagrade al marido”, sino tiene que ver con una desviación sexual, que convierten a la sexualidad como un instrumento que energiza a las fuerzas del Sitrá Ajrá («el Otro Lado»). Luego, en la Septuaginta (Versión de los LXX) la expresión ervat davar fue traducida al griego como porneia – πορνεία –, que significa fornicación, es decir inmoralidad sexual. Lo más interesante de esto, es que en la enseñanza de Yeshúa se está usando esta idea y la misma se aplica tanto a la mujer como al varón que adultera.

Concluyamos pues, que la expresión ervat davar en el capítulo 24 de Devarim (Deuteronomio) no se está refiriendo ni a cualquier conducta desagradable de la mujer, según los caprichos del varón, sino a una desviación sexual de la mujer muy desagradable para el esposo, de la misma manera que los excrementos puestos en el suelo, dentro o cerca del campamento de guerra santo, causarían disgusto a la Presencia divina.

Así que, según la enseñanza de Yeshúa en Mateo capítulo 19, donde explica el texto de Deuteronomio 24, el divorcio está permitido, para las personas con corazones duros, cuando existe algún tipo de comportamiento causado por una perversión sexual muy desagradable en el cónyuge. Él dejó bien explicado que si alguien se divorcia por cualquier causa, que no sea infidelidad, si se vuelve a casar es como si estuviera en adulterio.

«También se dijo:

«Cualquiera que repudie a su mujer, que le dé carta de divorcio.» Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.”
(Mateo 5:31-32)

Un divorcio oficial, con la entrega de un documento legal, da el derecho a casarse de nuevo con otra persona. Sin embargo, las pautas proféticas de la Torah revelan que cada divorcio causa lágrimas en el cielo (Mal. 2:13-15).

No obstante, si alguien tiene motivos bíblicos de divorcio (los cuales, de acuerdo con 1 Corintios 7: 15, incluyen abandono por el cónyuge no creyente), ellos ciertamente tienen permiso de divorcio, y el Eterno no se los “sostendrá en su contra” amenos, claro, que Él les haya dicho específicamente que no se divorcie y estarían desobedeciendo la palabra especifica para sus vidas.

Por eso, y teniendo en cuenta el Yugo de Yeshúa, los que han recibido el Espíritu del Mesías por medio del nuevo nacimiento cuentan con una orden más, según lo que está escrito en la primera epístola a los Corintios: “A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido (pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido), y que el marido no abandone a su mujer.” (1 Corintios 7:10-11) Reafirmando que en un matrimonio creyente se debe priorizar el servicio de la reconciliación antes de llegar a un divorcio por cualquier causa. Las Sagradas Escrituras dejan bien claro que nuestro Abba odia el divorcio (Malaquías 2:16) y esa reconciliación y perdón deberían ser las marcas de la vida de un creyente heredero de Su Salvación (Lucas 11:4; Efesios 4:32).

Ahora, al terminar este encuentro con tu alma, elevo mi tefiláh (oración de alianza) en intercesión para que nuestro Abba nos dé gracia a fin de que no existan divorcios entre nosotros.

¡Bendiciones en Su Paz!

Una Vida Sin «Excrementos»

Por P.A. David Nesher

 

«Cuando salieres a campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda cosa mala. Si hubiere en medio de ti alguno que no fuere limpio, por razón de alguna impureza acontecida de noche, saldrá fuera del campamento, y no entrará en él. Pero al caer la noche se lavará con agua, y cuando se hubiere puesto el sol, podrá entrar en el campamento. Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento; porque Yahvéh tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.»

(Devarim/Deuteronomio 23: 9 – 14)

 

Estudiando la parashá de la semana pasada (Shoftim), vimos como el Eterno ordenó que el ejército hebreo estuviera integrado por varones justos (tzadikim) que amaran la Torah (Instrucción) y se mantuvieran en kedushá (santidad). Solamente así, podrían ver el cumplimiento de sus promesas en lo referente a la victoria para cada batalla. El Eterno mora entres sus soldados solamente si estos son santos.

Este texto trata con una situación específica en tiempos de guerra: la conciencia de la Shekiná o Presencia del Eterno en lo cotidiano de la lucha. Los hebreos debían entender que, de acuerdo a las promesas divinas, la Shekiná tiene que estar presente en el ejército de Israel para que este pueda vencer sobre sus enemigos. El paradigma del Reino de Dios que aquí se establece es fuerte: las guerras de Israel dependen de la presencia Divina.

Por eso, para que esta Shekiná pueda manifestarse, el ejército tiene que vivir en un nivel alto de santidad (kedushá). Esta idea incluye la pureza ritual y también física. Por ello, en este caso es mencionado como cosa mala, la impureza ritual causada por el derramamiento seminal y los excrementos dentro del campamento.

”Tendrás también entre tus armas una estaca.”

Yahvéh, con este mandamiento, se aseguraba primeramente la limpieza sanitaria entre el ejército de Israel, necesaria para impedir la contaminación de las aguas y la propagación de enfermedades parasitarias. Con esta profilaxis, nuestro Dios estaba asegurando la fortaleza física en sus filas; cada soldado debía de cargar con un tipo de pala, con la cual pudiera cubrir su excremento.

Lo primero que vemos en este mandamiento es como la Torah se encarga de dar cobertura a todas las áreas de la vida humana, incluso el momento de ir al baño. A nuestro Padre no se le escapa nada. Hay mandamiento incluso para ese momento. Él nos instruye en los detalles más íntimos de nuestra vida para que actuemos siempre de manera correcta y nos da la oportunidad de servirlo por medio de nuestra vida práctica diaria.

Pero, además, debemos saber que este mandato fue dado con un sentido pedagógico totalmente espiritual, para que los soldados hebreos se aseguraran siempre de meditar su conducta en medio del campamento de guerra.

El Eterno compara el excremento (desecho orgánico de los seres vivos) con las cosas inmundas que Él desaprueba y que se mantienen en nuestro interior. Por esto, cada integrante del ejército debía asegurarse de llevar una personalidad limpia, libre de todo pensamiento inmundo, que produzca una intención repudiable. De este modo, con este mandamiento, Yahvéh se aseguraba que cada soldado de Israel ejerciera el dominio propio sobre el yeser hará (inclinación al mal).

Por medio de estos ritos se lograba:

✔ Prevenir irritación los unos con los otros;
✔ Preservar y ejercer la modestia y honestidad natural;
✔ Evitar toda inmundicia moral y física;
✔ y principalmente, habituar a cada soldado a ejercitarse en la mayor reverencia a la Majestad Divina presente en medio de ellos.

Entonces, la enseñanza de ese versículo para nosotros es que debemos meditar en nuestro carácter y temperamento para evitar lo desagradable, aprendiendo a sepultar todo lo que es detestable para Yahvéh. Así determinarnos a no seguir eso malo que abandonamos al circuncidarnos en nuestro corazón.

Este mandato nos recalca de no salir a pelear nuestras batallas con pecado oculto en nuestro interior, aún no eliminado y enterrado. El Eterno quiere que nos aseguremos que el enemigo no tenga argumento para derrotarnos, es decir, que no exista en nosotros pecado que no haya sido declarado, perdonado y enterrado en el fondo del mar (Miqueas 7: 19). Es necesario que estemos limpios de toda acusación, de todo lo que el enemigo pueda usar en nuestra contra. Es muy importante que llevemos todo aquello que hemos hecho mal, al Eterno pidiéndole que nos libre de todo pecado escondido en nuestra interioridad.

Entendamos que para que Yahvéh pueda liberarnos de los peligros, tenemos que vivir vidas intachables, no alcanzables para Satanás.

La santidad es la mejor defensa que tenemos tal y como lo expresa el salmista: “…la santidad conviene a tu casa…” (Salmo 93: 5). Por lo tanto, conviene usarla como energía divina que purifica y promociona.

La maldad abre brecha en la defensa espiritual que rodea a los justos. Por lo tanto, cuando hay luchas en nuestras vidas, tenemos que cuidarnos de una manera especial para que el enemigo no tenga motivos para acusarnos y dañarnos. Si permitimos el mal entre nosotros no vamos a poder vencer en los enfrentamientos con nuestros enemigos, ni los visibles ni los invisibles. Por ello, las comunidades primigenias de discípulos mantenían viva en sus mentes la idea de estar participando de una guerra espiritual cotidiana:

“Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.”

(Efesios 6:12)

Amados discípulos de Yeshúa, los exhorto a que vivamos de manera limpia y pura ante el Eterno siempre para así ganar todas las batallas.

Shavuá Tov!

«Shiluaj Haken»: Un Mandamiento Sencillo lleno de «Buenos Futuros»

Por P.A. David Nesher

 

 

«“Si por casualidad encuentras en tu camino un nido de pájaro, ya sea en un árbol o en la tierra, con pichones o huevos, entonces, si la madre está recostada sobre los pichones o los huevos, no tomes a la madre junto con ellos. Ahuyenta primero a la madre y sólo luego toma los pichones o los huevos para ti. Así te irá bien y se prolongarán tus días.»

 

(Devarim/Deuteronomio 22: 6)

 

Encontrarse con un nido de pájaros, y determinar mi futuro. Suena extraño, pero así lo ha determinado Yahvéh. «¿Cómo es esto?«, seguramente estarás preguntándote. Pues bien, yo descubrí esto sumergiéndome en los códigos lumínicos de la Torah. Todo ocurrió cuando un discípulo del Grupo de Whatsapp (“La Bendición Torah”) me solicitó que explicara este “extraño” y a la vez sencillo mandamiento que nuestro Abba da a Israel. Discerní que muchos de ustedes albergarían la misma inquietud, con respecto a la significación esencial de este mandamiento divino. Por eso, decidí escribir esta bitácora.

Comenzaré mencionando la triste realidad que surge revelada de este mandamiento: la crueldad del ser humano le acorta los días de su vida.

Desde esto, les comento que a este mandamiento (mitzvá) se lo conoce con el nombre de Shiluaj Haken (lit. “el envío del nido”), porque tiene como imperativo mandar lejos del nido a la madre antes de tomar sus huevos o pichones. El dato curioso es que este mitzvá es considerado como el más fácil de la Torah.

Por otro lado, podemos ver que la recompensa que Abba nuestro promete por este mitzvá es larga vida (arijut yamim), es decir la longevidad. El único otro mitzvá positivo que la Torah especifica su recompensa en larga vida, es honrar a los padres (Kibbud Av VaEm), el cual, paradógicamente, es considerado el mitzvá más difícil de toda la Torah. Cabe rescatar aquí, que del hecho deque el mitzvá más fácil y el más difícil reciben la misma recompensa, nos conduce a comprender que no podemos clasificar los Mitzvot (mandamientos) del Señor, y debemos hacerlos cuando la oportunidad se presenta.

Leyendo el mitzvá Shiluaj Haken, a primera vista parecería que la razón del mismo es hacer comprender que no debemos exhibir crueldad con los pájaros o cualquier otra de las creaciones del Eterno. Por eso sería que Él nos manda ahuyentar a la madre para que no vea a sus polluelos tomados de ella, lo que le produce una gran agonía y dolor. Sin embargo, nos encontramos con fuentes en la Torah que parecen indicar que esta mitzvá no es sólo acerca de la compasión con aves u otros animales. Sabemos que el principal propósito y objetivo de los mitzvot (mandamientos) es inculcar en nosotros los buenos rasgos y valores del carácter sacerdotal mesiánico, por lo que podemos emular al Eterno y acercarnos más a Él. ¡Nuestro amado Abba nos dio mandamientos con la única razón de perfeccionar nuestros rasgos de carácter, por medio de su observancia, y así asemejarnos a Su Hijo, Yeshúa!

Entonces, meditando más profundamente en el mitzvá Shiluaj Haken se nos revela que en verdad, Yahvéh decretó que enviáramos fuera a la madre antes de tomar sus crías, para inculcar en nosotros el rasgo fundamental de la compasión hacia el prójimo. Si actuamos con crueldad con los pájaros y los animales, vamos a terminar haciendo lo mismo con los seres humanos que nos rodean.

¿Cuál será el motivo de este accionar cuando uno se encuentra frente a la madre y sus crías? Distintos sabios exégetas hebreos explicaron el motivo de esta ley, entre ellos, existe un famoso debate entre Maimónides (Rambam) y Najmánides (Rambán) al respecto.

Maimónides incluye esta ley dentro de un valor muy conocido que es el de evitar “Tzaar Baalei Jaim”, que significa evitar dolor en los seres vivientes, refiriéndose especialmente a los animales. Desde esta perspectiva, descubrimos que hay muchos preceptos que pueden asociarse con este principio como por ejemplos: “Y un animal vacuno u ovino, a él y a su cría no habréis de degollar en un mismo día” (Vayikrá/Levítico 22: 28). También se incluyen aquí las leyes denominadas Shjitá, las cuales se rigen por la idea de que se puede matar al animal para comerlo, pero hacerlo de la manera menos dolorosa para éste. En este sentido, el motivo del mandamiento de Shiluaj Haken es evitar sufrimiento en la madre al ver que se llevan a sus crías. Si de todas maneras hay que hacerlo, mejor realizarlo de la manera menos dolorosa.

Najmánides difiere con el exegeta anterior y sostiene que esta ley tiene como objetivo educarnos a nosotros como personas benevolentes. Personas piadosas, compasivas y misericordiosas con el mundo que nos rodea. Sería una técnica educativa para alejar de nosotros actitudes crueles e interiorizar conductas piadosas.

Maimónides pone el énfasis en el animal, en evitarle dolor o que sufra lo menos posible, en cambio, Najmánides, en los seres humanos. Él explica que este mitzvá nos ayuda a perfeccionarnos para erradicar toda crueldad que anidamos en nuestro corazón. Ya que los mitzvot (mandamientos) nos fueron dados para nuestro bienestar. Yahvéh no se beneficia cuando las hacemos, somos nosotros quienes a través de ellos purificamos nuestras almas y mejoramos el mundo. El objetivo, por lo tanto, no es ser piadosos con los animales sino enseñarnos a ejercer todo el tiempo buenas cualidades para reparar nuestro entorno y así transformarlo en su presente para asegurarle un mejor destino.

Al considerar estas dos sabias exégesis, bien podríamos pensar que cuando se cumple este mitzvá hacemos ambas cosas a la vez, es decir, ayudamos a evitarle sufrimiento al animal, y por otro lado, nos ayuda a nosotros a ser mejores personas, más piadosas y compasivas con nuestro entorno, y particularmente con nuestro prójimo.

Teniendo en cuenta lo que hasta aquí he explicado, necesito que recordemos que una cualidad muy valorada por el Eterno en la vida de sus hijos es que sean “rajmanim”, es decir piadosos o misericordiosos con el mundo que los rodea. Justamente ésta es la virtud que más se necesita en nuestros días. Son millones de seres humanos que claman a los Cielos por misericordia manifestada en los vínculos humanos. Vivimos en una época en que la tecnología y los medios de comunicación han avanzado a tal punto que podemos, entre otras cosas, llegar a ver diariamente cientos de imágenes con contenidos violentos tanto reales como de ciencia ficción. Décadas atrás no existía el poder estar sentado cómodamente en la casa mirando una guerra, un asalto y tantos crímenes en diferentes partes del mundo. Quizás sucedían igual que ahora, pero era imposible ver las imágenes como si uno estuviera en el lugar del hecho.

El sistema reptiliano ha logrado exponernos diariamente a situaciones de violencia e inseguridad, y el peligro de esto es que nos estemos acostumbrando. Nos estamos adormeciendo a tal punto que confundimos una película con la realidad y todo lo veamos al mismo nivel.  Periodistas y empresas, obsecuentes de la élite imperante, se ocupan de los medios de comunicación sabiendo muy bien que uno de los temas que más se vende son aquellos en que hay sangre, violencia y armas. Por supuesto que es una gran ventaja estar informado y que exista la tecnología que tenemos, pero creo que lo que no debemos es perder la capacidad de ser sensibles a lo que ocurre alrededor nuestro. Es importante que nos sintamos conmovidos por el dolor ajeno y podamos actuar al respecto manifestando empatía benevolente. Por ello, es que Yahvéh quiere que Su gente sea misericordiosa. Con el mitzvá Shiluaj Haken, el Eterno nos capacita en el hecho que si nosotros aprendernos a ser sensibles a los sentimientos de un pájaro, entonces ciertamente nos vamos a ocupar empática y solidariamente por nuestro prójimo. Practicar el Shiluaj Hakén nos educa para ser personas piadosas y compasivas, que sepan también sensibilizarse por las imágenes trágicas y violentas que vemos y busquemos maneras de hacer algo para revertir el sufrimiento de nuestro prójimo.

Con este mitzvá la Torah quiere enseñarnos el valor de la conservación de las especies. Así, por medio de este mandamiento el Eterno decodifica el lineamiento de Luz acerca de la responsabilidad que ha entregado al ser humano de velar por el futuro próspero de todos los seres vivientes del planeta. Es bien conocido el dicho hebreo: “quien salva a un hombre, salva a la humanidad toda”. Y esto lo es por el valor intrínseco de cada uno de nosotros y por lo que representamos. Como dijera el filósofo español Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstancias”. Por lo tanto, yo soy yo, y todos mis futuros. La mamá pájaro es ella y todos sus futuros. Puedo tomar a sus pichones, pero no eliminar la especie pájaro que encarna esa madre. Por eso el premio deivino de prolongar y dar calidad total a mi futuro, porque al respetar a la especie pájaro, estoy asegurándome a mi, a mis entornos y al universo un futuro de diversidad, de calidad total, de plenitud excelente, que glorifique el Nombre de Yahvéh.

Entendamos que es solo una mitzvá ocasional. Esto significa, que en cada momento de mi vida puedo aplicar mi obediencia a la Torah comprometido con el mundo entero. Sin embargo, la enseñanza del mitzvá Shiluaj Haken determina mis futuros, simplemente por ocuparme del futuro del «Otro». ¡Eso es un misterio maravilloso!

¡Por eso, después de toda esta meditación los animo a mejorar nuestras midot – cualidades- para llegar a perfeccionar nuestra alma a la estatura del Mesías!

 

Shalom!

En amor y servicio P.A. David Nesher

Los Barandales de la Felicidad

Por P.A. David Nesher

 

 

“Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno.”

 

(Deuteronomio/Devarim 22: 8)

 

Cuando los hebreos entraron a la Terra Prometida, comenzaron a poseer terrenos que ellos no habían comprado, ciudades que ellos no habían construido y casas que ellos no habían edificado. Josué (Yehoshúa) los introdujo en Canaán y les señaló los límites que cada una de las tribus deberían tener. Conquistaron a los pueblos que ahí estaban, y entonces los príncipes de cada una de las tribus distribuyeron la tierra por familias; así encontramos a los hebreos habitando ciudades y casas que ellos no conocían, que ellos no habían construido. Como ellos siempre habían vivido en tiendas en el desierto no sabían lo que era vivir en una casa propia, pero cuanto debió ser su entusiasmo cuando entraron a la tierra y Josué les dijo a los príncipes de cada tribu “distribuyan a las familias” y las familias tuvieron su propia casa, su propia vivienda. Los hebreos celebraron en sus mentes y corazones ese llegar a la Tierra Prometida, comenzaron a comer del producto de la tierra, del producto de los animales y empezaron una nueva vida aprovechando de ella los momentos de confort y esparcimiento que les brindaba.

En Canaán tenían la costumbre de usar los techos de las casas como terrazas. Esto era debido el clima tan cálido, y especialmente por el fresco de la tarde y de la noche que permitía un buen relax y un reparador descanso. Mucha parte de su vida la llevaban en el terrado. Era un gusto placentero de ellos. Era una costumbre confortable de ellos. Por ello, este mandamiento no les quita esa costumbre, sino que les concede esa práctica revelando que Yahvéh se complace en nuestras costumbres placenteras de recreación, esparcimiento y relajación.

Sin embargo, el Eterno ordenaba que se hiciera un barandal o pretil (hebreo: maaké) para el techo, para que las personas fueran protegidas de caer. Aquí hay un mandamiento que primordialmente habla a favor de la protección de la vida humana. De aquí se sacan muchas aplicaciones. No habla solamente de una casa, sino de tomar todo el tiempo medidas para proteger al ser humano en todos los aspectos. El Eterno tiene interés en la manera en que los seres humanos construyen sus casas. Quiere que su casa sea dedicada a Él, y quiere que esa casa sea un lugar seguro.

Como vemos este mitzvá (mandamiento) deja establecido lo importante que es para cualquier institución (desde la familia al estado mismo) priorizar las normas de higiene y seguridad: poner vallas y señales de tráfico en las carreteras, tapar los agujeros de los enchufes para que los niños no metan los dedos allí, etc. Fallar en construir de una manera segura traería culpa (responsabilidad) sobre el dueño o constructor de la casa. Eran responsables por la seguridad de aquellos que usarían el hogar.

Ahora bien, si bien en la aliyá (ascensión) de hoy se habla específicamente de construir una casa asegurándose de colocar seguridad en ella como cobertura, hay un significado más profundo para aquellos que nos gusta sumergirnos en las profundidades de los códigos de la Torah.

Cuando la Torah dice: “cuando edifiques casa nueva“ está enseñando aquí que ellos iban a tener nuevas oportunidades, nuevos deseos, nuevos comienzos en su nueva vida y deberían tener cuidado y precaución de aquellas nuevas oportunidades que llegarían ofreciéndoles mayor dicha y confort.

Los pretiles, se refería a unos parapetos, de hecho, la palabra maaké en el hebreo quiere decir “parapeto”, “pretil” o “barandal”. Es muy importante para la seguridad del alma humana la existencia de un muro (pretil) alrededor del terrado. Así como debía de haber barandales en los techos por el bien de la seguridad de los hogares de los israelitas de la misma forma, un hebreo, cada vez que se le presenta una oportunidad de mejor calidad de vida, debe asegurarse de colocar barandales espirituales para la protección del propósito eterno de Dios para él y su familia.

Cuando el Eterno refiere a las nuevas etapas o oportunidades de nuestra vida para progresar, debemos asegurarnos de que el dominio propio vaya activo en nuestra mente y corazón. Recorremos que terrado (terraza) simboliza a las costumbres de esparcimiento o relax que nosotros tenemos como familia. Entonces maaké (pretiles, barandas) simbolizan los límites que debemos poner a nuestra vida para no extralimitarnos en orgullo y desenfreno a causa de dichas costumbres. Nuestro Abba quiere que aceptemos que en las nuevas oportunidades que nos da la vida y en la celebración de nuestras costumbres debemos poner normas, límites, marcas claras para nosotros y nuestra familia. “Desde aquí para allá no puedes pasar, ni de allá te puedes meter para acá”.

Muchas personas, con referencia al pecado que despiertan la recreación, se acercan demasiado a la orilla y se caen. ¡Entonces es demasiado tarde! Necesitamos tener “barandales” protegiéndonos de la orilla. Tales barandales no solo nos protegerán a nosotros, sino a otros también.

Hoy en día, muchas iglesias cristianas evangélicas se dividen. Muchas denominaciones cristianas están viendo a sus muchachos irse al mundo, sus matrimonios destruirse por falta de pretiles. Por no atreverse sus líderes a establecer normas. Muchos padres de familia pretenden que sus hijos entren en razón por sí mismos. Quieren que sus muchachos alcancen una buena consciencia por sí mismos. Esperan que sus muchachos tengan criterio propio. Sin embargo, la Torah dice “…harás pretil a tu terrado”. Es decir, que son los constructores de la casa, es decir los padres (Salmo 127: 1) quienes deben poner los claros lineamientos que definan la ética o mentalidad familiar (techo/terraza). Con dichas normas de convivencias establecidas a la Luz de la Instrucción divina, dirán a sus hijos “de aquí para adelante no pasas, no te acerques ahí”. Porque si alguno se cae, Yahvéh te hará responsable, cargando la culpa de sangre sobre tu casa.

El Eterno dice: “harás pretil a tu terrado“. ¡No es un consejo, es una orden!

¿Cómo están los pretiles en tu casa? ¿Cómo están los pretiles en tu vida personal? ¿Cómo están los pretiles en sus diversiones? ¿Cómo están los pretiles en tu manera de vivir? ¿Nuestros hijos hacen lo que quieren? ¿Crecen cómo quieren o tienen pretiles muy claros? ¿Proteges a tus hijos de las cosas de este mundo? ¿Tus hijos salen sin tú saber a dónde van?

Estamos en el mes de Elul. Es un lapso que permite la apertura de nuevas oportunidades. Pero recuerda que es un requisito para poder disfrutar de esta energía, hacer una auditoria personal y familiar. Es fundamental practicar teshuvá a fin de que nuestro nuevo tiempo no tenga castigo divino.

¡Qué bueno que tienes un nuevo trabajo! ¡Qué maravilloso que tienes un nuevo negocio! ¡Qué alegría que tienes una nueva oportunidad en tu vida! Pero, recuerda el mandamiento, harás pretil a tu terrado. Si no pones baranda a tu terrado, el sistema reptiliano hará contigo lo que le dé la gana. “Echarás culpa de sangre sobre tu casa“.

Meditando en esto, los invito a rezar en unánimes esta oración:

Abba nuestro, santificado sea tu Nombre.

Queremos clamar a ti por la manifestación de tu misericordia en nuestra familia, nuestros jóvenes y niños.

Reconocemos que tenemos barandales que arreglar y por ello te pedimos sabiduría de lo alto para edificar con los pretiles de tu bendita Instrucción (Torah).

Toma control de nuestras familias, y danos la fortaleza para hacer lo que nos ordenas.

Te lo pedimos en Yeshúa HaMashiaj. Amén.

Yeshúa, el “Maldito de Dios”

 

 

“ Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Yahvéh tu Dios te da por heredad.”

(Devarim/Deuteronomio 21: 22- 23)

Este texto es perfectamente entendible en el contexto histórico de oriente medio de la época de Moshé. En la mentalidad de la antigua Israel existía algo que era peor que ser sentenciado a muerte mediante la lapidación. Peor que ser apedreado, era que después de morir así, el cuerpo fuera colgado y expuesto a la vergüenza y humillación, permitiendo a los animales y aves de carroña devorarlo.

Esta modalidad de castigo no conlleva la idea de ser ejecutado por medio de la estrangulación u horca; sino de montar el cadáver de alguien que fue lapidado sobre un árbol o madero en algún lugar prominente, y así exponer al nombre del ejecutado (y el de su padre y familia), a la deshonra.

Entendamos bien esto, en Israel (a diferencia de otros pueblos) el condenado era colgado en el madero después de que previamente le habían quitado la vida por lapidación siguiendo la sentencia del Beit Din (Casa de Justicia). Para ejemplificar esto, podemos referirnos al libro de Yehoshúa (Josué):

Y después de esto Yehoshúa los hirió y los mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos hasta caer la noche. Y cuando el sol se iba a poner, mandó Yehoshúa que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían escondido; y pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales permanecen hasta hoy.” (Yehoshúa 10:26,27).

Por eso, el castigo de ser colgado del madero, y ser expuesto, era considerado ser tan severo, que solo era reservado para aquellos que se habían sido declarados: “este es un maldito por Dios”.

¿En qué sentido es un maldito de Dios? En el sentido de que El Eterno ha traído malos sucesos, mala fama, mal nombre sobre el condenado por lo horrible de su delito.

En los días de Yeshúa, los romanos habían llevado un paso más allá lo del madero y el escarmiento. Los romanos no colgaban a las personas después de muertos, sino que las clavaban a un madero y las dejaban morir en esa posición, lo cual podía llevar hasta una semana. A este proceso bestial e inhumano le daban el nombre de «Crucifixión». El sufrimiento y el mensaje de escarmiento era aún más crudo y claro, Roma utilizaba mucho esto para reprimir a grupos que buscaban levantarse contra el Imperio en sedición. Miles de galileos fueron crucificados en el siglo primero para dejar claro que aquel que se levantaba contra Roma, pagaría el más alto de los precios. El famoso caso de Espartaco cae en la misma categoría.

La crucifixión era en palabras de Flavio Josefo: «la más miserable de todas las maneras de morir» (Guerras 7.5.4). Cicerón la llamaría «el castigo más cruel y repulsivo de todos«. La crucifixión era la peor de las muertes concebidas incluso entre el mundo pagano, estaba reservada a lo peor de lo peor dentro del imperio romano. Si ser colgado después de muerto era considerado un sinónimo de escarnio y de maldición divina, ¡Cuánto más ser colgado y clavado al madero hasta morir ahí!

El apóstol Pablo, teniendo en cuenta todos estos datos, y haciendo una relectura de Deuteronomio 21:23 da la siguiente exégesis: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.» (Gálatas 3: 13-14). Pablo explica como el Eterno en su gran misericordia nos libró de la condenación de la Torah por nuestra desobediencia. El permitió que el Mesías, aquel de quien se dice en el libro Isaías que nunca «hizo maldad ni hubo engaño en su boca.» (Isaías 53:9), cargara no solamente nuestros pecados, sino la infamia, el vituperio, el juicio y la maldición de los mismos. De este modo, percibimos claramente que, para los discípulos de las primeras comunidades, Yeshúa no solamente murió en nuestro lugar; sino que Él también tomó el lugar del ser humano maldito por Dios, siendo colgado del madero para vergüenza y denigración pública.

Esto fue un motivo común de tropiezo entre el pueblo judío a la hora de aceptar a Yeshúa como Mesías, y aún lo es. «¿El Mesías colgado en un madero? ¿Estás bromeando? La Torah dice que es maldecido por Dios el que es colgado en un madero. ¡Ciertamente el Mesías no debe de ser tan «maldecido» que digamos ya que será el Rey aprobado por Dios!«. Concebir que el Mesías sea un maldecido por Dios, es en el mejor de los casos, problemático desde una cosmovisión judía. Pablo lo sabía muy bien, y por eso escribió: «Pero nosotros predicamos al Mesías crucificado, para los judíos ciertamente motivo de tropiezo, y para los gentiles locura.» (1 Corintios 1:21).

Nosotros, sabemos que el Mesías no cometió ningún delito (1Pedro 2:22; Hebreos 4:15; 2Corintios 5:21). No obstante, El llevó «nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.» (1Pedro 1:24). Él se hizo pecado en la cruz para que nosotros pudiéramos ser justos delante de Dios (2Corintios 5:21). En la cruz el Mesías llevó la culpa y el castigo por nuestros pecados. Por tanto, Él fue «hecho por nosotros maldición» (Gálatas 3:13). Es en este sentido que Yeshúa HaMashiaj fue MALDITO cuando fue colgado en el madero. No fue por ningún delito Suyo sino porque llevaba NUESTROS delitos y la maldición de Dios que nos corresponde a NOSOTROS cayó sobre Él.

Él recibió esta maldición, la cual nosotros merecíamos, pero Él no, si no que nosotros pudiéramos recibir la bendición de Abraham, la cual Él merecía, pero nosotros no.

Somos redimidos de la maldición de la ley por medio de la obra de Yeshúa en la cruz por nosotros. Ya no tememos que temer de que Yahvéh quiera maldecirnos; sino que Él quiere bendecirnos, no por quien somos nosotros, o por lo que hemos hecho, sino por lo que Yeshúa HaMashiaj ha hecho de nuestra parte.

El Eterno ha dado perdón de pecados, redención, salvación, liberación, santificación por medio del único hombre que nunca pecó, pero que fue entregado por amor de nosotros. El mismo dijo que: » Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.» (Juan 3:14-16).

Todos los seres humanos, judíos y gentiles por igual, podemos encontrar la certeza del perdón eterno de nuestros pecados, y la experiencia de la regeneración al venir al Eterno amparados en el sacrificio de su Ungido. Todos aquellos que un día lo hicimos, sabemos que tenemos vida nueva, y vida en abundancia. La maldición de Yahvéh ha sido quitada por la obediencia incondicional de Yeshúa, Su Mesías. Ahora, el Eterno llama a todas sus criaturas a venir a Él, arrepentidos de corazón para recibir vida eterna.

Si aún no lo has hecho ¿Qué estas esperando? Los brazos del Eterno y de su Ungido están dirigidos hacia todo aquel que se humilla y se arrepiente de sus pecados. Él toca a la puerta y llama, quiere que todos oigamos Su Voz.

¡Cuán Bueno es nuestro Dios y su misericordia por medio de Yeshúa su Mesías!

Un Mes de Prueba para el Amor (Ley de la Iefat Toar)

Por P.A. David Nesher

 

“Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Yahvéh tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer. Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste.”

(Devarim/Deuteronomio 21:10 – 14)

 

Si hay algo que caracteriza a los niños párvulos es el hecho de no entender el significado de la palabra “después”. Ellos lo quieren todo ahora mismo, en el aquí y ahora de su antojo. Pero, lamentablemente deberé decir que la misma actitud la he encontrado a lo largo de mi carrera  en personas adultas, que no han madurado de su experiencia de vida, y pretenden salir victoriosos con su «aquí y ahora» llenos de caprichos egotistas. Así he aprendido, que hoy en día aumenta el número de los seres humanos inmaduros que no saben esperar ante las circunstancias negativas. Menos ante un sistema imperante que presiona a vivir lo instantáneo y exprés.

 

Entendemos que el Eterno entregó la Torah (Instrucción) para forjar el carácter mesiánico del pueblo Israelita. Su objetivo es que cada hebreo alcanzara madurez en su vida. En los códigos de la Instrucción divina queda claramente expresado que una cosa importante, en cuanto a un carácter aprobado, es el ejercicio del dominio propio. Es nada más y nada menos que el fruto del Espíritu Santo promovido por la Torah.

 

Es claro también que los lineamientos de la Instrucción (Torah) divina revelan que si los niños reciben todo lo que en sus caprichos egoístas desean, sin aprender a esperar, tendrán muchos problemas en el futuro porque en la vida existen muchas cosas que no son accesibles a corto plazo sino que demandan mucho tiempo, y hasta gran esfuerzo. Por esto, la Instrucción insiste en sus pautas que todo niño debe ser enseñado en el hecho de que tener que esperar y no disfrutar de los placeres de manera inmediata es bueno para el desarrollo de la madurez. El mismo aprendizaje requiere el Eterno de sus hijos primogénitos. Aquel que sabe esperar y soporta la presión de los deseos inmediatos, es una persona madura que puede llegar muy alto en la escala de responsabilidad y espiritualidad.

 

En este texto, el Eterno quiere que sus hijos primogénitos se pregunten: ¿quién es el verdadero enemigo? Por ello, con estos lineamientos Yahvéh, guiará al alma hebrea a darse cuenta de que el verdadero y único enemigo es el denominado Yetzer Hará (tendencia al mal o inclinación a lo malo). ¿Cómo acecha esta tendencia en el interior del alma humana? ¿Cómo logra HaSatán activar esto dentro del ser humano? Aquí se revela que el yetzer hará se manifiesta después de una victoria. Cada vez, que un hijo del Eterno siente éxito en su camino espiritual, pensando que la batalla ganada le asegura la victoria final, HaSatán (el adversario) activa desde el yetzer hará y conduce a dicho redimido a la caída, mediante sus propias pasiones. Entonces la arrogancia se eleva desde el corazón hasta la mente de dicho hijo del Eterno, alimentándole la idea de que todo está bajo control, y que a todo error se le puede encontrar rápida solución. Finalmente esta actitud equivocada terminará conduciendo a un futuro con serias consecuencias.

 

Para implantar esta enseñanza, la parashá de esta semana comienza hablando acerca de las leyes de la cautiva hermosa (Iefat Toar).

 

En el mundo antiguo, era común para un varón guerrero tomar a una esposa de entre los cautivos, especialmente si era una mujer hermosa. Sin embargo, obviamente, esta costumbre hedonista habilitaba los abusos contra la dignidad de una mujer. El yetser hará brotaba en los corazones de los hombres produciendo destinos caóticos. Por ello, el Eterno dio señalamientos específicos para gobernar sobre esta práctica de las naciones entre los miembros de Israel, a fin de asegurar que las generaciones recibieran solamente bendición.

 

Cuando un hebreo iba a la guerra y encontraba entre los cautivos una mujer hermosa, antes de poseerla debía permitirle que durante treinta días guardara luto por su familia perdida, dejándose crecer las uñas, con el cabello cubierto de cenizas y vestida con ropas de duelo. Luego de ese período el captor debía desposarla, y si no quería hacerlo debía liberarla, no teniendo permitido venderla, pues ya la había afligido.

 

El soldado que se enamora de una prisionera de guerra no tiene el derecho a entrar en una relación íntima con ella sin haber pasado por un tiempo de prueba de un mes. La Torah no le permite seguir sus impulsos inmediatos (yetser hará) porque podrán crear problemas importantes más adelante.

 

El impulso perverso (yetser hará) del soldado tiene que ser sometido a las normas de la Torah. Él tiene que dejar que la mujer que ha elegido llore durante un mes en su casa para que la vea de cerca y la conozca bien antes de casarse con ella. Tendrá que aprender a no ser dirigido por sus impulsos sensoriales y esperar todo un mes hasta poder allegarse a ella por medio de una alianza matrimonial fundada en la inteligencia emocional. El varón tenía prohibido tocarla antes del casamiento. Para ello, debía asegurarse funcionar como un maestro de la Torah conduciendo a la mujer escogida en los siguientes pasos discipulares:

✔ “Ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas.” Primero, la mujer cautiva tenía que ser enseñada en la idea de la santidad por medio de la purificación y el aprendizaje de la humildad. Esto denotaba una separación de su pasado, y la voluntad de comenzar de nuevo, humildemente, con una actitud de niño.
✔ “Se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa.” Segundo, la mujer cautiva debía de demostrar un cambio de alianza. Esto demostraba que la mujer cautiva ya no consideraba su antigua nación ni su familia; ahora era una ciudadana de Israel que amaba la cultura hebrea.
✔ “Llorará a su padre y a su madre un mes entero.” Tercero, la mujer cautiva tenía, que llorar por sus asociaciones pasadas. Este tiempo seria cuando ella arreglaría los asuntos de su corazón con respecto a su familia, y su futuro esposo viviría con ella por un mes entero sin relaciones íntimas. De este modo, él podía corroborar en su corazón maduramente si realmente quería tomar a esta mujer como esposa. Así, el Eterno permitía que el varón se asegurase de no estar tomando una decisión basada en apariencia física o por su atractivo.
✔ “No la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava.” Después de este mes de luto, el futuro esposo tenía la libertad de casarse con la mujer cautiva. No obstante, no tenía que hacerlo. Sin embargo, si decidía hacerlo, tenía que dejarla en libertad con dignidad. Esta era una protección extraordinaria para los derechos de las mujeres cautivas.

 

El propósito de este trato con esta mujer es que no sea agradable para el varón simplemente porque su apariencia hermosa lo ha seducido. No es una situación ideal que él se case con ella guiado por el simple deseo sexual, porque puede traer consecuencias negativas en el futuro. Es por esto que Yahvéh establece estas reglas para que finalmente el varón se dé cuenta que no le conviene casarse con ella. La Torah no prohíbe este tipo de matrimonio, más bien lo desanima con estas medidas. Si el hombre se quiere casar a pesar de esto, puede hacerlo.

 

También, por medio de estas pautas, el Eterno se aseguraba que el varón tomara consciencia de que es determinante sentir que la mujer que ha escogido es lo más importante para él. Así también, enseñaba al varón a expresarle a esa mujer que ella fue elegida no por su apariencia, sino por ser valorizada en su esencia como la compañía más importante en el destino de dicho varón.

 

Con esto cada varón de Israel aprendía que aquel que da rienda suelta a su deseo sexual es una bestia y no un varón verdadero. Los varones fuertes son los que saben dominar su mente y sus emociones y los canalizan dentro de los parámetros del amor establecidos por la Torah.

 

Una persona esclava de sus impulsos es inconstante, infiel y peligrosa. Una persona que sobrepone los principios divinos sobre sus emociones será constante, fiel y amorosa.

 

Una sociedad cuyos ciudadanos no han aprendido el dominio propio de sus padres se vuelve pobre, corrupta y violenta. Una sociedad dirigida por los principios de la Torah se vuelve rica, libre y segura.

 

Amado discípulo de Yeshúa, estudia la Torah todos los días y aprende a dominar tu yetse hará (tendencia al mal) Así no terminará esclavo de tus deseos, y vencerás a tu verdadero enemigo: tu ego. No te dejes vencer por lo que tus ojos ven. No sigas detrás de tus ojos ni detrás de las emociones que ellos despiertan. Sé constante y fiel con tu compromiso de peregrinar con el Yugo de Yeshúa. Cumple con tus deberes ante el Eterno y ante los hombres. Piensa bien antes de tomar la decisión de casarte. El matrimonio es para toda la vida.

Los Ancianos, la Becerra Desnucada y la Responsabilidad Colectiva de un Asesinato.

Por P.A. David Nesher

«Si en la tierra que Yahvéh tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató, entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto, tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado, que no haya llevado yugo; y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso, que nunca haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle. Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Yahvéh tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Yahvéh; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa. Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; Y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Yahvéh; y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Yahvéh.»

(Devarim/Deuteronomio 21: 1 – 9)

Al llegar al final de nuestra Parashá Shoftim, nos encontramos que la Torah se ocupa del tema de la egláh arufáhbecerra desnucada«), que expía por el homicidio de un muerto encontrado en el campo cuyo asesino es desconocido. Aquí vemos la importancia que el Eterno da al derramamiento de sangre inocente. Un asesinato es algo muy grave. Esto era un tema de mucha importancia tal como ya Moshé lo había revelado en el rollo de Bamidbar:

«Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre contaminará la tierra; y la tierra no será reconciliada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.

No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo YHVH habito en medio de los hijos de Israel.«

(Bamidbar/Números 35:33-34)

El pasaje de Devarim que hoy estamos considerando, se suma a la enseñanza dada en Bamidbar de que la noticia de la muerte de una sola persona, de forma violenta, debe estremecer las almas de un pueblo redimido. El Eterno enseña así que las muertes no resueltas, como el asesinato sin justicia, mancha y contamina la tierra, atrayendo juicios de las zonas del rigor (Guevuráh) celestial. Por lo tanto, si hay un asesinato por el cual no se ha tomado justicia, es necesario un tipo de limpieza, para que la tierra no sea contaminada, y el Eterno no envíe maldición sobre la misma.

El proceso judicial para este tipo de caso es ordenado para que esa sangre no traiga maldición sobre la tierra y el pueblo. Si hay algo que trae maldición sobre un pueblo y sobre la tierra de una nación, es el derramamiento de sangre inocente. Para Yahvéh es muy grave, y por lo tanto, también lo debe ser para nosotros.

De este modo, el Eterno reveló a Su Pueblo que Él toma muy en serio un acontecimiento semejante. Él no está a favor de que un ser humano mate a otra sin derecho y autorización. En la cosmovisión divina el hombre laico no tiene el derecho a quitar la vida de otro hombre, excepto que sea atacado de manera que su vida corra peligro. En tal caso puede actuar en defensa de su propia vida, pero jamás actuar por venganza.

El derramamiento de sangre inocente es uno de los pecados más graves que el hombre puede cometer y el Eterno no observa ese pecado con ligereza. Las Sagradas Escrituras revelan que por el derramamiento de sangre inocente vino el diluvio sobre el mundo antiguo y más tarde el Eterno no quiso perdonar la mucha sangre inocente derramada por un rey malvado, de nombre Joacim, razón primordial por la que vino la deportación a Babilonia (2 Rey. 24:4).

La Torah ordena a los ancianos de la ciudad más próxima al cadáver encontrado, a bajar a una becerra de un año de edad a un valle y proclamar: «nuestras manos no derramaron esta sangre y nuestros ojos no vieron». Esta acción tiene como objetivo la expiación por el asesinato y también la difusión del hecho delictivo a fin de encontrar al culpable. Entonces, una vez cumplido este requisito, el Eterno promete perdonar la culpa colectiva que había venido sobre todo el pueblo por ese pecado.

El principio espiritual de la  egláh arufáh («becerra desnucada«) deja en claro un fuerte paradigma: «todos los integrantes de Israel son responsables el uno por el otro«.  Esto enseña claramente a todo grupo  social que en las regiones celestes existe una culpa colectiva. Este ritual, era un acto profético-jurídico, por medio del que se solicitaba perdón por el pecado colectivo del pueblo cuando una persona ha cometido este crimen terrible.

La responsabilidad por la víctima fatal recae no sólo sobre el asesino, sino también sobre todos los residentes de la ciudad más próxima, e incluso sobre los ancianos de la misma, hasta alcanzar también al Gran Tribunal («y saldrán tus ancianos”, es decir, los selectos entre tus ancianos, refiriéndose al Gran Sanhedrín).

Es muy importante que esto se entienda bien: un hombre asesinado trae culpa sobre todo el pueblo si no se encuentra el asesino y lo sentencia, o si se sabe quién es el asesino y no se lo sentencia.

Por favor, solicito que comprendamos bien (y meditemos profundamente) la verdad revelada. La muerte injusta de un ser humano trae consecuencias graves sobre todo el pueblo y si ese pecado no es perdonado el pueblo entero, aún su nación, tendrá que sufrir la ira del Eterno por ello.

El procedimiento judicial consistía en los siguientes pasos:

Cinco de los jueces visitan personalmente la escena del crimen. Hacían mediciones en todas direcciones a fin de determinar cuál ciudad está más próxima al cuerpo. Aun si la identificación de la ciudad más próxima era evidente, igual debían realizar el acto de medición, pues es un mitzváh (mandamiento).

La víctima era enterrada en el mismo lugar donde se la había encontrado. Luego los jueces del Sanedrín se retiran, una vez que cumplieron su parte del procedimiento. Ahora los jueces y los Ancianos (líderes de la Torah) de la ciudad más cercana se hacían cargo de los siguientes pasos.

Los Ancianos traen una ternera de un año que nunca haya trabajado y que fuera comprada de un fondo comunitario. La conducen a un valle donde la tierra es dura y rocosa – no apropiada para el cultivo – y que nunca fue trabajada. Según algunas opiniones, el valle debía tener una corriente fuerte de agua que lo atraviesa.

Los Ancianos matan a la ternera mediante un corte con un hacha en la parte trasera del cuello y la ternera es enterrada allí.

Los ancianos son quienes deben proclamar frente a la comunidad y al pueblo: «nuestras manos no derramaron esta sangre«.

¿Cual es el significado de esta declaración? Seguramente nadie sospecharía que los Ancianos de la ciudad hubiesen cometido el crimen. Lo que en verdad sucedía era que ellos están obligados a demostrar frente a todos que sus manos estaban limpias. En realidad los Ancianos declaraban que no eran responsables ni siquiera en forma indirecta del crimen. Nunca hemos despedido a ningún extraño de nuestra ciudad sin comida (de manera que se sintiera forzado a robar comida y fuera matado a cuenta de ello), o sin compañía (de manera que tuviera que transitar desprotegido en caminos peligrosos)». Sucede que para cada israelita estaba bien clara en su cosmovisión yahvista que no ser hospitalario con cualquier persona es un pecado mayor pues los resultados pueden ser fatales.

A continuación le tocaba el turno a los kohanim (sacerdotes) quienes continuaban con el proceso de egláh arufáh rogando al Eterno con las siguientes palabras: Redime a tu pueblo Israel, al que rescataste de Egipto y no consideres a tu pueblo Israel responsable de la sangre inocente derramada en tu medio”.

Los kohanim debían pedir perdón a Yahvéh por el asesinato, pues el acontecimiento mismo del crimen podía atribuirse parcialmente a una falta en sus plegarias cotidianas y falta de calidad total en su avodáh. Si hubieran sido perfectos en su Servicio a Dios, seguramente Él habría evitado tal desgracia.

Por favor, entendamos y aceptemos que esto se hacía porque el hecho de hallarse a un hombre asesinado se consideraba un caso de responsabilidad social y colectiva. De este modo, el Eterno se aseguraba la cosmovisión de que cada israelita es responsable de los actos de su camarada israelita; por lo tanto, todo el pueblo debe ser redimido si ocurre un asesinato en Klal Israel (Cuerpo de Israel).

Si se cumplimentaban bien las leyes de egláh arufáh como se ordena aquí, la misma Torah promete: “el derramamiento de sangre será expiado”.

El Midrash cuenta que en tiempos en que los israelitas eran perfectos tzadikim (justos), un milagro ocurría al final del proceso:

Los kohanim imploraban a Yahvéh: “Revela la identidad del asesino, para expiar la sangre de la víctima”. En ese momento, un ejército de lombrices emergían del estómago de la ternera y se arrastraban al lugar de residencia del asesino. Entonces era aprehendido por el Beit Din (Casa de Justicia) y llevado a juicio, para luego ser ejecutado.

Ahora bien, si bien las leyes de egláh arufáh son jukim, es decir leyes cuyas motivaciones están ocultas a toda lógica human, los Sabios comentaristas del idioma hebreo encuentran alusiones en varias partes del proceso que podremos entender mediante las siguientes preguntas:

  • ¿Por qué prescribe la Torah que una ternera que no ha estado preñada aun sea destruida sobre tierra yerma?

Es algo que simboliza el crimen: al quitarle la vida a la víctima, el asesino lo privó de la posibilidad de ‘procrear y tener hijos’, es decir, de cumplir más mizvot y de tener hijos para así bendecir con su tikun a las generaciones.

  • ¿Por qué los ancianos de la ciudad más próxima al crimen rompen el cuello de la ternera? 

Lo más probable era que el asesino proviniera de la ciudad más cercana, por lo tanto, sus ancianos debían realizar la expiación (por haber fallado en educar y reprender con la Torah a la comunidad y así evitar que ocurriera dicho crimen).

Sin embargo, la Torah ordena que los jueces del Sanedrín midan la distancia hacia todas las ciudades del área del crimen, indicando que la culpa de este crimen horrendo debe ser compartido por toda la región.

En resumen, vemos que los ancianos y los levitas representan al pueblo entero y, como tal, pueden pedir perdón por este pecado en nombre del pueblo, para que no vengan las consecuencias de este pecado sobre todos. La culpa es perdonada, cuando no se sabe quién es el causante de la muerte, al hacer una declaración de reconocimiento del crimen y de inocencia de los líderes, junto con el sacrificio de una novilla joven que es matada en un lugar que no ha sido sembrado o trabajado por el hombre. El animal inocente tiene que morir en lugar del culpable para que Yahvéh no derrame la ira sobre la nación.

Este lavamiento de manos se hacía en la presencia de los hijos de Leví, quienes por la palabra de ellos decidían toda disputa y toda ofensa. Este ritual era una proclamación poderosa por estos ancianos: “Hemos hecho todo lo que podemos para arreglar este asunto, pero no lo logramos. Somos limpios de toda culpa de la muerte de este homicidio.”

Por supuesto, esta ceremonia de lavarse las manos sobre el animal del sacrificio no significaba nada si los ancianos en realidad no habían hecho todo lo posible por vengar esta muerte; de ser esto último, este lavamiento de manos se convertía en un gesto tan vacío como el lavamiento de manos de Pilato en el juicio de Yeshúa (Mateo 27:24).

Como podemos ver, las leyes de egláh arufáh destacan la santidad de la vida humana. Si se destruye una vida, la Torah lo considera una tragedia terrible que involucra al Sanedrín, los Ancianos y los hijos de Leví (sacerdotes y levitas).

La Intrucción revelaba que el derramamiento de sangre causa que la Shekináh se aleje y que el Beit Hamikdash (Santo Templo) sea destruido.

La historia de Israel relata que cuando los asesinatos se repetían con mucha frecuencia antes de la Segunda Destrucción, el Sanedrín decidió interrumpir el procedimiento de egláh arufáh.

Ahora bien, reflexionemos juntos. Si la ira del Eterno viene sobre una nación entera por el derramamiento injusto de sangre de un solo ser humano, ¿qué sucederá en los países donde se cometen asesinatos diarios de los niños no nacidos, en el lugar que el Eterno creó para ser el más seguro para su bienestar y desarrollo, la matriz? El asesinato más cruel que un ser humano puede hacer es matar a sus propios hijos. No hay excusas, ni legalidad válida, para asesinar a los no nacidos. El aborto es el crimen juzgado en esta parashá por el Eterno mismo.

¿Dónde están las voces que hablan a favor de los no nacidos asesinados y los que están en peligro de muerte? ¡No callemos ante la barbaridad del aborto! No votes a favor de un partido que está a favor del aborto.

Por último, volviendo al pasaje en cuestión, es necesario recordar que Yahvéh ya había revelado este disgusto abominable a la nueva humanidad que se formó después del Gran Diluvio:

Y ciertamente pediré cuenta de la sangre de vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo hombre, del hermano de todo hombre demandaré la vida del hombre.”

(Génesis 9:5)

Cuando Israel siguió las instrucciones de Yahvéh para la expiación, Él honraba su palabra quitando la culpa. No obstante, el remover la culpa siempre se basaba en el sacrificio de sangre, en una expiación sustitutiva, con la vista siempre enfocada hacia la futura obra del Mesías Yeshúa en la cruz por todo el mundo. Por ende, de este mandamiento y ritual podemos concluir que los animales, como esta becerra, podían representar a los hombres y morir en lugar de ellos para que se hallara perdón divino. Pero estos animales no pudieron jamás sustituir verdaderamente a los hombres en su culpabilidad, ya que sólo eran sombras del “hermano de todo hombre” que tenía que morir en lugar de nosotros para que hubiera eterno perdón de los pecados.

¡Bendito sea el Eterno por ese hermano mayor, nuestro amado Yeshúa HaMashiaj!

Shoftim: La Importancia de nombrar Jueces y Oficiales del Alma

Por P.A. David Nesher

«Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Yahvéh tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Yahvéh tu Dios te da.»

(Devarim/Deuteronomio 16: 18 – 20)

La parashá (porción) de esta semana se llama Shoftim, expresión hebrea que significa jueces y abarca al libro de Deuteronomio desde el capítulo 16 vers. 18 al cap. 21 vers. 9. En ella, el Eterno revela a Israel la importancia de tener jueces justos y oficiales para una nación.

En esta sección la Torah ordena designar una jerarquía de jueces en cada ciudad y provincia. A nivel literal, este mandamiento se refiere a los jueces que resuelven las cuestiones civiles, penales y aún religiosas. Por eso, el pueblo tenía que asegurarse el nombramiento de jueces y policías en todas las ciudades de la Tierra Prometida a fin de mantener el orden en la sociedad y evitar el caos que atrae al inframundo.

Para comprender mejor esto, será bueno destacar que la función de los jueces, e incluso la de los policías que «reprendían a la gente«, no era la de impartir castigo. Su objetivo primordial era lograr purificación y refinación en los hábitos y conductas de las personas, a fin de devolver al infractor a su estado original, y por lo tanto, ser aceptada ante Yahvéh como antes del pecado.  Desde esta cosmovisión hacer justicia significa encontrar el mérito en el prójimo, revelar que en todo hijo primogénito, más allá de su pecado, también hay poder de teshuváh (regreso).

Con este mandamiento Yahvéh dejó establecida el primer paradigma fundamental de toda comunidad humana: la justicia es la base de toda convivencia. Para que una sociedad permita un clima de desarrollo personal y general, es imprescindible la existencia de un marco legal estable que asegure un orden respetado por todos.

Tzedek, tzedek tirdof

Justicia, Justicia perseguirás (tzedek tzedek tirdof), para que vivas y heredes la tierra que el Eterno Tu Dios te dio
(Deuteronomio 16:20).

Notamos que en este pasaje, la Torah repite la palabra justicia (en hebreo tzedek, – צדק –) dos veces. Con esto, la Torah nos esta enseñando que es fundamental para la vida de todo ser humano, vivir de acuerdo a leyes, y que estas sean impuestas por funcionarios y jueces que piensen en el bienestar de la sociedad toda, y no en el propio, sumado a la formulación de normas igualitarias para todos los habitantes de este maravilloso planeta. Obviamente que no es fácil lograr que las personas se comporte justamente, pero tampoco es imposible.

Esta repetición tiene la intención divina de enfocar a Israel en la importancia de establecer y mantener la justicia en la sociedad. Con esto la revelación implantó en la conciencia social de Israel un segundo paradigma fundamental de toda comunidad humana: una sociedad sin justicia se hunde en el caos.

También se entiende la repetición de la expresión justicia como un anuncio de que la justicia sólo se puede obtener por medios justos. Es decir, que la justicia se logra sí o sí por medio de la justicia, no por medios injustos. Con otras palabras, la Torah está en contra de la idea que dice: “el fin justifica los medios”. La Torah prohíbe que un estado de derecho utilice medios injustos para establecer y mantener la justicia.

Cuando la Torah nos exige: «La justicia estricta perseguirás, para que vivas«, no es tan sólo un mandamiento, sino una enseñanza de vida.  El Espíritu de Yahvéh revela que para vivir es básica la presencia de la justicia estricta o verdadera. Él anhela que vivamos la justicia sin adulterarla, sin escatimarle ni una pequeña parte. Pues, cuando se comienza a comerciar con la justicia, se cancelan las libertades, se disuelven las seguridades, y el antojo fugaz es lo que adquiere predominio.

El Eterno, al ser un Juez de estricta Justicia, pretende que sus máximas criaturas lo imiten, y que de ese modo puedan establecer reinos de armonía, bienestar y Shalom (paz y plenitud).  Andar por otras veredas, es encaminarse hacia lo que no es correcto.

Además, se puede entender la repetición de la palabra justicia como dos significados diferentes de la palabra tzedek (uno masculino o teórico y otro femenino o práctico). Como hemos visto antes, la palabra tzedaká (que es la forma femenina de tzedek) significa ayuda a los necesitados (caridad o justicia social). De esta manera se destaca que existe un aspecto de misericordia en la justicia.

Esto corresponde a dos atributos del Eterno (jesed y guevurá), la justicia y la misericordia; la verdad y la gracia. La justicia como rectitud es la parte principal, pero necesita de la misericordia para mantener la sociedad en armonía al propósito eterno. Una sociedad que emplea solamente una justicia rígida se vuelve cruel y dura. Una sociedad que sólo emplea la misericordia y el amor se vuelve floja y corrupta. Las dos cosas son necesarias para obtener un equilibrio y mantener el orden en la sociedad.

“Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el YHVH de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?”

(Miqueas 6:8)

“… lo más importante de la Torah: la justicia, la misericordia y la fe.”

(Mateo 23:23)

Tzedaká y tzedek los dos engranajes claves del mecanismo social diseñado por Yahvéh para resolver dificultades y también para avanzar en el mejoramiento de la existencia humana personal y colectiva.

Ahora bien, considerando otro orden de cosas, resulta interesante notar que la parashá de esta semana, siempre es leída en el primer shabat del mes de Elul. Como a esta altura de nuestro peregrinar en la fe de Yeshúa hemos aprendido que nada ocurre por accidente, discernimos que esta parashá conlleva alguna enseñanza importante para implementar en nuestras almas, durante este mes tan auspicioso.

Recordemos una vez más que la expresión hebrea Shoftim significa “jueces”. Meditando con esta palabra, en un nivel más profundo, descubrimos que este mandamiento, así como sus detalles, tiene un gran significado para cada uno de nosotros y nuestras vidas personales.

El Eterno nos otorga secretos específicos para que nos aseguremos un sano crecimiento personal. Él quiere que aprendamos a colocar jueces en nuestro interior (inteligencia emocional), y oficiales (policías) en nuestros portones, los sentidos (Salmo 141: 3). Los distintos sabios de Israel, a lo largo de los siglos, afirmaron que el ser humano tiene siete puertas: dos ojos, dos orejas, dos orificios en la nariz y la boca.

El Eterno quiere que sus hijos comprendan ante todo, que la esencia del ser humano es estar comprometido con el conocimiento de lo correcto y lo incorrecto. Desde allí, decidir que camino determinará su destino. Para que esto se haga en total libertad, es importante tener dos procesos en nuestra vida de crecimiento:

La CLARIDAD ÉTICA que permite definir qué es lo correcto y qué no lo es, y una capacidad de CONSTANTE EVALUACIÓN de que si se están llevando a cabo o no, dichos estándares de vida. Es decir que si el ser humano redimido no está cumpliendo sus principios éticos, el Eterno le ordena habilitar una especie de “poder policial” interior que habilite las disciplinas necesarias que aseguren que eso pase y coloque “multas” a los sentidos, que garanticen que el propósito personal fluya al cumplimiento de su plenitud en el Mesías. Esto sería el establecimiento de jueces y policías (shoftím y shotrím).

«No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos ..

Meditando en esta expresión no pude evitar el planteo. Si la Torah ya prohíbe la perversión de la justicia, ¿cuál es la necesidad de prohibir el soborno? ¿Acaso el soborno no es la manera más obvia de pervertir la justicia? Investigando, me encontré que Rashi, el prominente comentarista judío de las Sagradas Escrituras, explica que la Torah prohíbe el soborno, inclusive si el que lo da lo hace con la condición de que el juez imparta un veredicto justo. Pues tan pronto como el juez es “sobornado”, está tentado de actuar en favor de dicha parte y no será capaz de emitir una decisión objetiva, que materialice la justicia divina. Como continúa el versículo: …porque el soborno ciega los ojos de los sabios. Tan pronto como existe una afinidad entre un juez y uno de los litigantes, este no está capacitado para presidir el caso.

Entonces me di cuenta de la propuesta para la sanación de nuestra alma durante el mes de Elul. El Eterno nos desafía en este tiempo a juzgar nuestras acciones y los logros de lo que va del año. Sin embargo, todos somos conscientes que estamos “sobornados” de cierta manera por nuestro amor propio y somos incapaces de hacer una evaluación completamente justa.

Ser un juez justo de nosotros mismos resulta una tarea bastante difícil, en apariencia imposible. Es que siempre hay una excusa para convertirnos en nuestro abogado defensor… Sin embargo, la Torah asegura que para mejorarnos debemos apreciar nuestros defectos, así como nuestras reales virtudes… pues ese es el único camino hacia la realización. Lleva un esfuerzo de introspección y virtud ser objetivos y sin mancha, sin embargo esto es lo que se exige de nosotros cuando nos encontramos en una situación en que debemos juzgar. A la hora de autoauditarnos, es difícil mantenerse neutral, ser totalmente objetivo y no influido por factores externos o inapropiados. Sin embargo, esta es la marca de la verdadera justicia. Por lo tanto, cada persona debe nombrar a un «juez», un mentor espiritual imparcial que pueda emitir una opinión objetiva. Ese mentor espiritual es la unción activa del Espíritu del Mesías en nuestra comunión diaria, y en nuestras entrevistas pastorales. Con esta asignación de jueces internos y externos lograremos responder la pregunta:

¿Qué tantas cosas de nuestra ética tenemos bien esquematizados en nuestras conciencias y están siendo llevados a cabo en integridad?

Amados, busquemos la justicia en todo momento, y hagamos también misericordia, al prójimo, tanto como a nosotros mismos, para que podamos tener vida y paz en nuestras tierras.


SUGERENCIA:
Para comprender mejor todo lo que aquí he escrito te invito a escuchar esta conferencia:

El Efecto Regio de la Investigación Diaria de la Torah

Por P.A. David Nesher

 

«Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yahvéh su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.

(Devarim/Deuteronomio 17:19-20)

Cuando leemos los evangelios, encontramos que Yeshúa enfatizó varias veces acerca de los futuros trabajos de sus seguidores. En un momento de su entrenamiento, los discípulos le preguntaron:

He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús le dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna

(Mateo 19:28-29).

 

Las Sagradas Escrituras nos revelan que el Eterno prometió al rey David que un descendiente suyo ocuparía el Trono del Reino de Dios para siempre. Ese descendiente fue Yeshúa (Jesús), quien hoy día gobierna como Rey en los cielos (Salmo 89:4 y Lucas 1:32, 33).

 

Entre las  certezas que nos da nuestra fe, está el hecho glorioso que cuando Yeshúa HaMashiaj regrese, establecerá el Reino milenial de Yahvéh, dándole a todos los seres humanos lo que siempre han querido: paz, seguridad, una vida con significado, familias felices y una relación con el Eterno y los códigos de su Sabiduría. Para ello, colocará a sus hijos primogénitos como responsables de gobernar cada una de las naciones y sus ciudades con la autoridad que da la Torah.

 

Una de las parábolas del Mesías describe cómo uno de sus seguidores recibe “autoridad sobre diez ciudades”, otro sobre cinco y así sucesivamente. Esto muestra que aquellos que utilizan las responsabilidades dadas a ellos para beneficio del Reino, podrán servir mejor a la humanidad como gobernantes bajo la unción regia del Mesías (Lucas 19:11-27; Mateo 25:13-30).

 

Por eso, el apóstol Juan escuchó de boca del Mesías exaltado y coronado Rey la siguiente promesa:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”

(Ap. 3:21)

 

Así es, Yeshúa prometió que los vencedores, los que guardan sus obras (los que lo imitan fielmente) hasta el fin, tendrán autoridad sobre las naciones.

 

¿Cómo nos entrenamos para responsabilidades tan extraordinarias?

 

La Torah dejó bien establecido como es el entrenamiento de un rey que representa aquí en la Tierra las dimensionalidades del Keter (Corona) del Eterno.

 

El rey de Israel estaba obligado a tener un rollo de la Torah consigo en todo momento. Para cumplir con este requirimiento, primeramente el rey debía copiar de su propia mano los cinco libros de Moshé. Es impresionante pensar en el rey de Israel, trabajando en un pergamino con pluma, haciendo una copia personal de la ley de Israel. Esto demuestra lo mucho que Yahvéh quiere que Su Palabra esté en los corazones de sus gobernantes; El Eterno quería que cada rey también fuera un escriba.

 

 

Esto lo conducía a su segunda obligación: leer, investigar y meditar los códigos de luz de dicho rollo, todos los días de su vida. Esto era lo único que le garantizaba ser un rey según el corazón del Eterno. Moshé nos enseña que si el rey lee la Torá todos los días de su vida aprenderá a temer al Eterno para guardar sus mandamientos poniéndolos por obra. Además la lectura diaria de la Torá evitará que su corazón se eleve sobre sus hermanos y que no se desvíe del mandamiento ni a la derecha ni a la izquierda. Así su vida y la vida de sus hijos serán largos en el reino.

 

 

Lee una porción de la Torah todos los días de tu vida y notarás como tu corazón vibrará en el temor del Eterno. También aprenderás a guardar los mandamientos y no desviarte de ellos. Así te irá bien a ti y a tus hijos.

 

¡Alégrate día a día en saber que Yeshúa nos ha llamado para ser parte de su gabinete gubernamental!

 

NOTA CURIOSA:

Incidentalmente, la frase una copia de esta ley (v. 18) aparece incorrectamente en la versión Septuaginta (De los Setenta) como «esta segunda ley«, (en greigo para Deuteronomio touto). Fue este malentendido que dio surgimiento al nombre Deuteronomio.

Amor al Prójimo: Receta contra Toda Enfermedad.

Por P.A. David Nesher

 

 

“Y YHVH apartará de ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto que has conocido, sino que las pondrá sobre los que te odian.»

 

(Devarim/Deuteronomiio 7:15)

 

Mientras peregrinamos la fe junto a Yeshúa, aprendiendo los códigos de Su Luz, si presencia se nos manifiesta sanadora. Ésta salud que el Señor comunica desde la Torah de nuestro Abba, y esta transformación de sanidad que Yeshúa con su presencia regala, quiere llegar y alcanzar también las entrañas más hondas de nuestra vida social. Allí donde se entreteje nuestro ser más personal y particularmente allí donde en el más hondo entretejido de lo personal, estamos heridos, enfermos, en las heridas que tenemos en el corazón, por causa de nuestros vínculos.

Justamente, escribí esta bitácora con un intención: invitarlos a que permitan al Espíritu Santo implantar la revelación de la aliyá (ascensión) de hoy, en lo más profundo de sus almas. Si dejan que esto suceda, comprobarán la afirmación divina que asegura que Su sanidad es una consecuencia de la obediencia a los mishpatim (mandamientos sociales) entre los integrantes del pacto (su asamblea de primogénitos). Esta práctica nos permite gozar de todos los beneficios del pacto, que también incluyen la prosperidad económica, y el poder sobre los enemigos (incluso los demonios). Por el contrario, si tenemos relaciones de enemistad entre nosotros, no podremos hacer frente a los embates de las distintas jerarquías demoníacas.

El Eterno enseña que, si no hay una relación armoniosa con nuestro prójimo, las enfermedades no sanarán, la escasez económica aumentará y la sequía espiritual invadirá el alma.

Sobre nuestro mundo social quiere venir hoy Yeshúa para implantarnos este conocimiento transformador. Él ofrece llevar Su Yugo con el fin de sanar nuestras heridas relacionales. Heridas que se expresan en angustias y en tristezas. Heridas que se manifestaron por causa de algún desencuentro con nuestro prójimo. Heridas que se hacen presentes en nuestros proyectos de vida, revelando faltas de horizontes y de esperanzas. Heridas profundas que han dejado sembrado el odio y la desconfianza. Heridas que en la vida hemos recibido y que en lo vincular nos han distanciado de seres muy queridos. Heridas que nos han enfermado psicológica y físicamente.

Nuestro Mesías, en Su interpretación de la Instrucción (Torah) de Abb transforma y cura las heridas. Sus palabras pedagógicas nos regalan la Presencia del Eterno, que toca nuestra vida en donde está golpeada y allí mismo nos repara y transforma, nos cura y nos sana. Para ser nosotros sanadores heridos o heridos sanados para sanar.

Por esto, nuestro amado Mesías y Dueño dijo:

”Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”
(Juan 13:34-35 _RVR1960)

 

Elevo plegaria para que tu vida se vuelva un instrumento de Su Shalom en medio de todas tus conexiones.

Las Dos Vibraciones del Amor

“ Y te amará, te bendecirá y te multiplicará; también bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu cereal, tu mosto, tu aceite, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño en la tierra que Él juró a tus padres que te daría.”

(Devarim/Deut. 7 : 13)

 

La palabra hebrea que en el versículo 13 ha sido traducida como “amar” (“Él te amará”) es ahavá, que significa: “amar”, “desear”, “querer”, “enamorarse”, “sentir cariño, afecto y afección”; “sentir pasión”, “gustar”, “ser leal”, “ser adicto”.

Las Sagradas Escrituras nos revelan que en la cosmovisión divina existen dos tipos generales de amor:

Amor condicional Es cuando se ama dependiendo de las actitudes, de la manera de ser o del comportamiento del otro. Tenemos un ejemplo en las palabras del Maestro, nuestro Señor Yeshúa cuando dice: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará…” (Juan 14:23)

Amor incondicional Es cuando se ama independientemente de las actitudes, de la manera de ser o del comportamiento del otro. El ejemplo de ese amor lo leemos en este mismo capítulo de Devarim.

Justamente, al hablar de elección divina, se entiende que el amor incondicional del Eterno es el que justifica toda Su actividad a favor de Israel. Este es el fundamento esencial de Su Gracia. Es solamente por amor incondicional que Yahvéh se manifestó con movimiento liberador a favor del Pueblo de Israel a lo largo de toda su historia.  Él mismo se encargará de dejar por escrito el testimonio de esta verdad, al decir Moshé en Su Nombre:

“ Yahvéh no os deseó ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; más porque Yahvéh os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, Yahvéh os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.”

(Deuteronomio 7:7-8)

Otro ejemplo se encuentra en la epístola a los Romanos donde está escrito:

“Porque Cristo (Mashíaj), cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”

(Romanos 5:6-10)

En el texto de Devarim, que nos ocupa, vemos que el pacto sinaítico es condicional. Esto quiere decir que el pueblo de Israel tiene que cumplir con los mandamientos (mitzvot) del Señor para mantenerse dentro del pacto de amor que promueve con recompensas. Esto significa que todo acto de idolatría rompe el pacto entre el Eterno e Israel, al igual que el adulterio rompe el pacto matrimonial entre los cónyuges. El que comete adulterio quiebra el pacto matrimonial, y deshace la dinámica del amor en sus promesas y compromisos.

Por esto, es importante que entendamos que el varón (o la mujer), que está en el Mashiaj y comete idolatría se sale del pacto y no puede aprovecharse de sus beneficios. En un pacto hay condiciones para ambas partes.

Por otro lado, el pacto que YHVH hizo con Avraham (en Génesis 15) es incondicional. Por medio de ese pacto el Eterno juró por su propia existencia. Si Él no cumple Sus promesas dadas en ese pacto dejará de Ser Dios, lo cual es imposible. Esa es la razón por la que Él mismo toma la iniciativa para cambiar el corazón del pueblo de Israel para que guarden sus mandamientos, con el fin de que las promesas dadas en el pacto puedan ser cumplidas:

 

“Por tanto, di a la casa de Israel:

«Así dice El Señor YHVH: ‘No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. ‘Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el YHVH ‘–declara El Señor YHVH– ‘cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas. ‘Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra. ‘Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. ‘Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. ‘Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos (jukim), y que guardéis mis ordenanzas (mishpatim), y los pongáis por obra.”

(Ezequiel 36: 22-27)

Por eso, también leemos en el testimonio de Libro de Devarim:

“Él guarda el pacto y la bondad con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos.”

(Deuteronomio 7:9)

 

¡Bendito sea el Eterno por su amor perfecto!

 

Remedios Divinos para Evitar la Avaricia.

” Él te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; El sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. No sea que digas en tu corazón: «Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.» Mas acuérdate de Yahvéh tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.”

(Devarim/Deut. 8:15-18)

 

Estudiando los códigos de la Torah, especialmente Devarim (Deuteronomio), nos hemos alegrado ante la revelación de que nuestro Abba santo está muy interesado en capacitar nuestra mente para que domine la materia, desarrollando así en plenitud el propósito mesiánico para nuestras vidas. Está escrituralmente establecido que Yahvéh, nuestro Dios, desea bendecir a sus hijos primogénitos con muchas riquezas materiales. Pero, también aceptábamos que, por causa de la tendencia pecaminosa del hombre, es muy fácil olvidarse del Eterno y Su Instrucción (Torah) cuando las riquezas aparecen y comienzan a multiplicarse.

Hoy nos toca ver cómo Moshé advierte sobre este peligro diciendo a los israelitas de la nueva generación que tengan mucho cuidado de no olvidar al Eterno en el momento de obtener muchas riquezas materiales.

He aquí el primero de los remedios contra esta desviación pecaminosa (avaricia): acordarse en todo tiempo del Eterno, haciendo caso a lo que la Torah dice al respecto. El que pone esta palabra de la Torah en su corazón toma todos los recaudos para no olvidar a Yahvéh a la hora de obtener riquezas, reconociendo todo el tiempo que es el Eterno, y sólo Él, quien nos da la capacidad para hacer riquezas y alabándolo entonces por ello, en todo lugar y tiempo.

El segundo remedio que ayuda al ser humano redimido a ser guardado de la avaricia, y así olvidarse del Eterno, es su fidelidad con la entrega de los diezmos. Las Sagradas Escrituras revelan que la generosidad practicada en esta disciplina guarda el corazón de la avaricia.

El tercer remedio que el Eterno tiene para guardar a sus redimidos del orgullo y la idolatría de las riquezas es hacerlos pasar por el desierto. La experiencia del desierto el método divino que otorga la mejor preparación para poder aguantar las bendiciones materiales sin volverse autosuficiente, orgulloso y conformista.

El propósito de Yahvéh de introducirnos y mantenernos en el desierto es humillarnos para finalmente hacernos bien como recompensa a la humildad adquirida. Al estudiar este método celestial debemos aceptar que a veces hay hijos primogénitos tan egocéntricos que deben pasar mucho tiempo en el desierto. Otros son tan orgullosos ante la voluntad de nuestro Abba, que deben soportar el proceso pasando por muchos desiertos, a lo largo de su peregrinar en la vida mesiánica. ¡Yahvéh sabe bien lo que cada uno necesita!

Por lo tanto, si hoy estás en un terrible desierto con serpientes, escorpiones, sequía y sed, te pido que no te alejes del Eterno. Por el contrario, te aconsejo que lo busques en tu angustia y confía en que Él es capaz de sacar agua de la roca para saciar tu sed y alimentarte de manera sobrenatural. A lo mejor no vas a tener en abundancia, pero te aseguro que no vas a perecer en el desierto. Tendrás suficiente para sobrevivir y para aprender a depender del Eterno, hasta que al fin puedas pisar la Tierra de Su Promisión destinada en Yeshúa sólo para ti.

Recuerda y acepta humildemente que tu Padre celestial es muy sabio. Él conoce tu corazón. Él sabe que, según las muchas bendiciones que te quiere dar, tendrás que permanecer en el desierto. Esto no lo hará para quitar tus derechos, sino para formar tu carácter y para entrenarte para el tiempo de la promoción material sobreabundante.

Así que, aprende a alabarlo porque te está dando lo suficiente para no morir en una situación humanamente imposible. Levanta tu corazón, tus ojos y tus manos al Cielo. Aprende a darle las gracias siempre por lo que recibes, sea poco o mucho. Ten en cuenta que una vez que hayas aprendido la lección, te espera mucha abundancia. Y luego de recibir esa abundancia en esta vida, ten también por certeza que el Eterno es bueno para continuar promocionándote en la vida venidera.

 

Kol tuv! (¡Toda Bendición!)

Condiciones para la Verdadera Prosperidad

“ Y como consecuencia de que escuchéis estos decretos (mishpatim) y los guardéis y los cumpláis, YHVH tu Dios guardará su pacto contigo y su misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará; también bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu cereal, tu mosto, tu aceite, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño en la tierra que Él juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá varón ni hembra estéril en ti, ni en tu ganado. Y YHVH apartará de ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto que has conocido, sino que las pondrá sobre los que te odian. Y destruirás a todos los pueblos que YHVH tu Dios te entregue.”

(Devarim/Deuteronomiio 7:12-16)

 

Al recorrer los versículos que sistematizan los códigos de la Torah (Instrucción), nuestra conciencia inmediatamente comprende que existen condiciones para que Yahvéh guarde (cumpla) el pacto que juró a los padres (Abrahán, Isaac, y Jacob), con los hijos primogénitos de Israel,. De este modo queda bien claro, que desde la cosmovisión divina existen consecuencias que se obtienen por la fidelidad de cada creyente al pacto del Eterno

Entonces, comprendemos según esta revelación que hay unas condiciones y unas consecuencias en la dinámica de la Alianza con el Eterno.

Las condiciones para la verdadera prosperidad, según la cosmovisión divina, son las siguientes:

✍? Oír y obedecer (shamá) los mishpatim (leyes sociales).
✍? Guardar (shamar) los mishpatim.
✍? Cumplir (asá) los mishpatim.

Ahora bien, si has tomado nota en tu mente y corazón de de esta triada condicional, notarás que las consecuencias que Israel (y cada uno de sus integrantes) reciben son infinitamente asombrosas, y pueden sintetizarse en estas trece líneas:

YHVH guardará su pacto con Israel.
YHVH guardará su misericordia con Israel.
YHVH amará a Israel.
YHVH bendecirá a Israel.
YHVH multiplicará a Israel.
YHVH bendecirá los hijos de los israelitas.
YHVH bendecirá los productos agrícolas de los israelitas.
YHVH bendecirá la producción de los animales de los israelitas.
YHVH permitirá que cada integrante de Israel tenga más bienestar que otros pueblos.
YHVH no permitirá esterilidad en los hombres o en los animales israelitas.
YHVH no permitirá enfermedades entre los israelitas.
YHVH hará que las enfermedades alcanzarán los enemigos de Israel.
YHVH dará a Israel el poder para exterminar a las siete naciones.

Ahora bien, notamos en esta ascensión (aliyá) que la Torah permite a nuestra conciencia, que las condiciones para obtener los beneficios del pacto en primer lugar tienen que ver con la fidelidad a las leyes relacionadas con el amor al prójimo. La obediencia a los mishpatim, que son las leyes sociales, es una condición incondicional para poder recibir el amor de Yahvéh y sus recompensas. Esto nos enseña que el amor que el Eterno nos muestre cotidianamente, siempre estará relacionado con el amor que mostremos a nuestro prójimo. El mismo principio se encuentra en los Escritos Mesiánicos, donde vemos que el amor que mostramos hacia el prójimo es un reflejo del amor que tenemos hacia el Padre:

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte… Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesús, el Cristo, y nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado… El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor… Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.”

(1 Juan 3:14, 23; 4:8, 12, 20).

Por lo tanto, el Señor anhela que aceptemos humildemente ante Él que la relación entre nosotros y el prójimo determina nuestra relación con el Padre. Es imposible servir al Eterno sin amar a los hermanos. Es imposible recibir los beneficios del pacto sin estar bien con los demás.

Ekev: Las Consecuencias de Andar sin el Mesías.

Por P.A. David Nesher

«Y como consecuencia de que ustedes obedezcan estas leyes, salvaguardándolas y cumpliéndolas, Yahéh, tu Dios, recordará el pacto y el amor con que hizo un juramento a tus padres.»

(Devarim/Deuteronomio 7: 12)

Ekev es el nombre de la parashá (porción) de la Torah que el Espíritu del Eterno nos ha propuesto meditar durante esta semana. Me ha parecido importante, considerar los códigos de la Luz Infinita revelados en este término hebreo (ekev).

La sección de Ekev de la Torah abre con las palabras de Moshé a los hijos de Israel: «Y como consecuencia de que ustedes obedezcan estas leyes…»

El nombre Ekev, traducido en esto contexto “como consecuencia”, puede también ser traducido como “talón”. Uniendo estos dos significados nos daremos cuenta de que la parashá alude a que cuando se trata de la observancia de las normas de vida descriptas en la Torah, que son las que le dan sentido a nuestra existencia en Yeshúa, debemos involucrarnos íntegramente, no sólo a nivel de las capacidades espirituales y psíquicas, sino también a nivel físico: incluso a nivel del talón del pie, el miembro más bajo, elemental y vulnerable de nuestra existencia física.

Para comprender la palabra ekev nos remitiremos a la primera vez que ella aparece en la Torah (Instrucción). Para ello, concentraremos nuestra atención en las palabras del Eterno a la serpiente: “él (el ser humano – Adam-) herirá tu cabeza, y tú le herirás el talón” (Génesis 3: 15). Entendemos que en el cuerpo humano, la cabeza y el tronco se encuentran protegidas, pero el talón, el final, es la parte vulnerable del ser humano a todo lo que encuentre en su andar. Al leer este capítulo de Bereshit (Génesis) sabemos que el Eterno no se está hablando con una serpiente animal, sino con la serpiente primigenia (en hebreo najash hakadmoní) que es el símbolo mismo de HaSatán inyectando en la humanidad el yetser hará (inclinación al mal), fascinador y terrible.

¿Cuál es esta inclinación especial que acecha nuestro talón? ¿Qué mensaje codificado hay en esta palabra (ekev)?

Cuando el hombre se levanta y hace una buena acción, tiene fuerza para dominar a la serpiente. Pero la serpiente acecha y espera con paciencia hasta al final de la acción buena. Entonces, cuando el hombre termina de hacer la acción buena, se inclina y reposa para contentarse de sí mismo, observando el fruto de su buena obra. Es aquí cuando la serpiente lo muerde y llena al hombre con la toxina del orgullo de sus buenas obras, conduciéndolo a decir: «¡yo hice esto,… y quién hay como yo…!” Es entonces cuando la cabeza de la serpiente (su manera de pensar) domina desde el talón del hombre (su acción buena), la mente del mismo, conduciéndolo a pensar en sintonía con la iniquidad que originó la existencia del mal. Interesante es saber que la palabra hebrea para mal es ra (רע). Como notaran las dos letras de rá (mal) son resh, inicial de rosh (cabeza) y ayin,inicial de ekev, (talón). El mensaje codificado de esto es sorprendente: ¡por su orgullo el ser humano será “piso de sus propios talones”!  Este es el sentido de la expresión que Yahvéh dice a Adam:

«Porque polvo eres, y al polvo volverás.»

(Génesis/Bereshit 3: 19)

Es decir, que la humanidad, por haber escuchado la enseñanza de la serpiente, comenzaría intentar cumplir su propósito sin Dios, por medio de las obras buenas. Esto será el espíritu que inspirará los fundamentos de la religión. El ser humano haciendo buenas obras según su propia opinión, sin importar la Instrucción del Eterno. Desde esta actitud, solamente comenzará a resbalar.

La idea que Moshé estará dando a la nueva generación es que no es suficiente que la mente entienda. Ni tampoco que el corazón sienta y las manos hagan. La persona entera debe estar “permeada” de los Mitzvot (mandamientos) inoculados por el Espíritu Santo, cada vez que recepcionamos la Instrucción en la mente y el corazón por obra mesiánica del Eterno, manifestándose como Abba en nuestros corazones.

Dicho diseño de una vida humana escondida en el Mesías, vibra con tanto poder que los propios talones avanzan en el peregrinar de la vida como si oyesen y escuchasen la Torah. Entonces el andar se sujeta a lo que nuestra Rosh (Cabeza), es decir el Mesías Yeshúa, nos ordena. Solamente así, la vida se convierte en justa y de excelencia.

¡Cada Día con el Shemá!

Por P.A. David Nesher

 

 

 

«Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno»

 

שְׁמַע יִשְׂרָאֵל יְהוָה אֱלֹהֵינוּ יְהוָה אֶחָד

Pronunciación: Shemá Israel, YHVH Eloheinu, YHVH Ejad

 

(Deuteronomio 6: 4)

 

 

En la parashá (sección o porción) Vaetjanan nos encontramos con las bases de nuestra creencia. Se repite en nuestra memoria el momento supremo de recibir la Torah (kabalá Torá). También tenemos el primero de los tres párrafos del *Shemá Israel:

  • «Shemá Israel«, Escucha Pueblo de Israel,
  • «Yahvéh Eloheinu«, Yahvéh es nuestro Dios,
  • «Yahvéh Ejad«, es Uno y Único.

 

En el lenguaje hebreo la palabra Shemá (escucha), puede también significar «acepta hasta que vibre en todo tu ser«. Por eso, debemos saber que cuando recitamos el Shemá, estamos aceptando la soberanía del Eterno sobre nosotros. Esto quiere decir que aceptamos y nos comprometemos con cumplir Su voluntad tal como se nos indica e instruye en la Torah, con todos los preceptos positivos y negativos (prohibiciones) que el Todopoderoso ordenó observar.

En estas palabras, llamadas El Shemá, encontramos la clave para poder vivir cerca del Eterno en todo momento. Por ello, quiero permitirme el lujo celestial de desglosar esta expresión en cada uno de sus términos, y poder sumergirnos en las profundidades de su significación:

Shemá: Significa «Escuchen con atención y tomen esto seriamente» Es la aceptación de que lo primero que el ser humano tiene que hacer para estar cerca del Eterno es escuchar y obedecer. El Eterno toma la iniciativa para acercarse a nosotros y nosotros sólo tenemos que hacerle caso para poder obtener su gracia. Acércate cada mañana al Eterno y toma unos minutos para escuchar, sin hacer nada más, y deja que el Espíritu de Yahvéh te hable por las palabras de la Torah que has leído. No seas tan rápido en tus oraciones que sólo hables y no escuches. Es mejor escuchar a Yahvéh que hablarle. El shemá nos enseña a poner el escuchar con atención como la máxima prioridad en nuestras vidas, para luego obedientemente llevarlo a la práctica.

Israel: La segunda cosa que es necesario que se destaque en nuestra conciencia es nuestra identidad como pueblo exclusivo del Eterno. El gentil que ha hecho la conversión al Dios de Israel por medio del Mesías Yeshúa es parte del Pueblo escogido, pero no se convierte en judío (no necesita hacerlo), y puede identificarse con el pueblo (Efesios 2:19).

«YHVH Eloheinu» (Yahvéh nuestro Dios): Esta es la declaración de los que son parte de Israel. Al pronunciar esta expresión aceptamos nuestra certeza de que Yahvéh es nuestro Dios personal además de ser el Dios universal. Él mantiene una relación exclusiva con cada uno de nosotros individualmente y establece todas las circunstancias de la vida para extraer y aplicar toda la grandeza con la que fuimos creados. Este versículo revela que Yahvéh es únicamente el Dios de Israel. Los que tienen otros dioses no son parte de Israel. Pero los profetas aseguraron que en el futuro sería el Dios de toda la humanidad a través del Mesías:

“En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre de Yahvéh, para que le sirvan de común acuerdo.”

(Sofonías 3:9)

 

“Y YHVH será rey sobre toda la tierra; aquel día YHVH será uno, y uno su nombre.”

(Zacarías 14:9)

 

Hoy, las naciones gozan del cumplimiento mesiánico de estas promesas, y es responsabilidad de nosotros, los hijos primogénitos de Su Monte que demos a conocer Su Nombre entre los pueblos.

 

» YHVH Ejad” (Yahvéh Uno es): La palabra traducida como “uno” (ejad), implica unidad y unicidad. Es decir que el énfasis de esta frase es revelara que Yahvéh es Uno y Único.

 

Primeramente, es interesante decir que las Sagradas Escrituras usan este término para marcar la unidad entre varios elementos o personas, pero que se manifiestan como uno solo. El hebreo usado aquí para uno es ejad, el cual habla literalmente de una unidad compuesta, en lugar de utilizar la palabra hebrea yajeed, la cual se refiere a una unidad absoluta o singularidad (Génesis 22:2 y Salmo 25:16).

La primera vez que se utilizó echad en la Torah es en Génesis 2:24 donde se usa la expresión ejad diciendo «y serán una sola carne”. Nuevamente, la idea de una unidad (una sola carne), haciendo una pluralidad (varón y mujer). En Éxodo 26:6 y 11, los cincuenta corchetes de oro son utilizados para unir cortinas para que la tienda pueda ser una (ejad), una unidad (una) compuesta por una pluralidad (las muchas partes del tabernáculo). En Ezequiel 37:17 el Señor dice a Ezequiel que debe unir dos palos (representando proféticamente a Efraín y a Judá) en uno (ejad), hablando nuevamente de una unidad (un palo) compuesto por una pluralidad (dos palos). No hay ninguna manera en que ejad pueda tener la idea de una singularidad absoluta; la idea de un Dios en tres personas encaja perfectamente con el termino de ejad.

Por lo tanto, la palabra ejad tiene los siguientes dos significados en este contexto: que Yahvéh no es plural (no hay dentro Él dioses en alianza) y que no hay otro igual a Él. Él es el único Dios que existe y esa unicidad, esa singularidad, lo ha revelado a Israel, especialmente a través del Mesías.

La vida eterna consiste en conocer – por experiencia vivencial – al único Dios verdadero, y a quién ha enviado, Yeshúa el Mesías:

“ Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshúa el Mesías, a quien has enviado.”

(Juan 17:3)

 

“…para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesús el Cristo, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen este conocimiento…”

(1 Corintios 8:6-7a).

 

Así mismo, hasta el título Dios (hb. Elohim) en esta línea sugiere la pluralidad del Eterno en una absoluta y perfecta Unidad. La palabra hebrea es Elohim, gramáticamente, es una palabra plural siendo utilizada como una palabra singular. El rabí Simeón ben Joaji, comentando acerca de la palabra Elohim: “Venir y ver el misterio de la palabra Elohim; son tres grados, y cada grado por si solo, sin embargo, todos son uno, y uniéndose se hicieron uno, y no están divididos entre sí.” El teólogo y reformador alemán Martín Lutero al explicar la exégesis de Elohim usado en este versículo destacó: “Pero tenemos el claro testimonio que Moisés pretendió indicar a las tres personas en una y única naturaleza divina.” ¡No son tres dioses, sino Uno y Único!

 

Sólo hay UN Dios. Adoramos a UN Dios, existiendo en tres personas, no tres dioses diferentes.

 

Un redimido, de mentalidad hebrea, debe saber que el Eterno es Uno Arriba, Abajo y en los cuatro puntos cardinales.

 

El significado de UNO incluye:

 

Es la única Verdad absoluta pues todas las demás realidades dependen de Él para su existencia. La idea significa que no solo hay un Dios, sino que Dios y toda la creación son una cosa. No hay nada aparte de Yahvéh. Nada existe fuera de Él; cada cosa que percibimos, cada partícula de existencia no es sino una manifestación del Eterno.

 

La esencia del Eterno es Una, si bien podemos percibirlo solamente a través de diversos atributos.

 

Él es una Unidad, no puede ser dividido ni comparte Su soberanía. Él es el Rey del Universo.

Es Uno por encima del tiempo y el espacio. Aunque podemos aceptar los eventos y las personas únicamente en términos del pasado, el presente y el futuro, debemos entender que Yahvéh es eterno; y aunque podamos pensar de cualquiera como confinado en un lugar, debemos saber que Yahvéh está presente en todas partes (Omnipresente).

Está por encima de cualquier atributo corporal. Aunque estemos obligados a referirnos a Él en términos comprensibles para nosotros, como son: «Su Voz», «Su Brazo», etc. debemos comprender que en realidad no tiene ningún atributo físico y no está sujeto a ninguna condición o limitación alguna.

Esta es la verdad esencial de Yahvéh, nuestro Dios. Él es una persona y no una fuerza vaga panteísta. Siendo Uno, Él no puede ser representado por imágenes contradictorias. Ya que Yahvéh nuestro Dios es uno, Él no es Baal, ni Astarté. Él es Yahvéh, el verdadero Dios, y el Señor de todos, y esos dioses no lo son.

 

Este es el motivo por el cual tenemos que amar a Yahvéh con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todos nuestros medios o recursos.

 

Por eso necesitamos elevar nuestra conciencia ante el hecho de que el Shemá es una de las herramientas más poderosa para atraer energía sanadora a nuestra vida. El verdadero poder del Shemá es liberado cuando recitamos esta oración mientras meditamos con ella al despertar, y antes de acostarnos. Decir el Shemá por la mañana y por la noche es una hermosa mitzvá (mandamiento) que garantiza la atmósfera de milagros que necesitamos para cada día.

 

El Shemá Israel proviene de la tecnología espiritual de la Torah, y está diseñada para ayudarnos a traer la consciencia Mashiaj a nuestra vida y la de nuestra familia.

 

Para finalizar, debo decir que al tiempo que un hijo primogénito debe creer en la Unicidad de Yahvéh en todo momento, está obligado a proclamarlo verbalmente cada mañana y cada noche por donde quiera que vaya y a toda criatura que encuentre en su peregrinar.

 

 

Ahora los invito a que consideren la decodificación de la palabra EJAD (Uno) en este imagen: