Jetro y Su Consejo de Gestión Celestial: El Tribunal de Elohim

Por P.A. David Nesher

«Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.
Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo:
¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?
Y Moisés respondió a su suegro:
Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
Entonces el suegro de Moisés le dijo:
No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo».

(Shemot/Éxodo 18: 13-16)

Los hombres llamados por Dios para liderar siempre están en peligro de abarcar más de lo que ellos son capaces.”
(Morgan)

Hemos estudiado que Moshé, en virtud de los acontecimientos pasados, había quedado constituido en jefe de la nación y, por tanto, en juez. Ese papel le había sido negado por uno de sus compatriotas (Ex. 2:14) y ahora lo está ejerciendo con todo derecho.

Moshé es el juez de todos los pleitos que entre los israelitas se suscitaban. Estos eran muchos, y sobre todo largos; pues, aparte de que todos los seres humanos sabemos ser elocuentes cuando se trata de defender los propios derechos, resulta que los orientales poseen en esto una elocuencia inacabable. Por esto, toda esta situación se convertía para Moshé en una carga muy grave.

Ahora bien, entendemos que la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad son las tres claves de la convivencia en una comunidad, y las tres provienen de la vida familiar. Desde el deber ser mismo, en las familias, todos deben contribuir al proyecto común, todos deben trabajar por el bien común, sin anular al individuo; sino más bien sosteniéndolo y promoviéndolo. Esto enmarcara la conciencia virtuosa de la justicia, que permitirá a cada varón y cada mujer surgir de su entorno como miembros que aportan respuestas para construir la gran comunidad que los contiene: la nación.

También sabemos, de acuerdo a la revelación escritural, que el alma humana tiene una inclinación a lo bueno y una inclinación a lo malo dentro de sí. Yetzer Hará es el término hebreo utilizado en las Sagradas Escrituras para describir a la inclinación mala. Esta tendencia a lo malo  es egoísta y sólo busca sus propios beneficios. El yetzer hará es una fuerza negativa programada en nuestra mente y corazón, conocida como «deseo de recibir sólo para sí» (en hebreo «ratzon atmutz» o «ego» en griego). Por causa del Yetzer Hará surgen conflictos y guerras entre los hombres. Mientras haya una inclinación mala en el ser humano surgirán conflictos entre las personas, y la justicia será reclamada para asegurar el orden social.

Teniendo en cuenta esta fuerza negativa de nuestra alma que se opone a cada esfuerzo que hacemos por cambiar, el sabio Salomón expresó:

El corazón del hombre piensa su camino;
más Yahvéh endereza sus pasos.

(Proverbios 16:9)

Aquellos de ustedes que son padres y tienen más de un hijo pronto se dan cuenta de qué es lo que estoy exponiendo. Innumerables son las veces que han tenido que actuar como jueces cada vez que sus hijos tenían algún conflicto entre ellos que no podían resolver solos. En una familia es normal que los padres tengan que juzgar a sus hijos todos los días para poner orden, paz y justicia entre ellos. Es importante que los padres conozcan la Torah para poder aplicarla en la relación entre sus hijos. No se puede permitir el abuso, la violencia, el hurto, el lenguaje feo y demás comportamientos malignos en los niños. Los padres tienen la responsabilidad de corregir todo comportamiento que no esté de acuerdo con la Torá en sus hijos. Por eso no es bueno dejar a los hijos en manos de otros hasta que los niños hayan pasado varios años en un ambiente de casa dirigida por la Instrucción del Eterno y donde hay una atención personal para cada hijo mucho mejor que en una guardería.  La Torah rige y donde hay una atención personal para cada hijo.

EL SISTEMA DE TRIBUNAL DE JUECES ES UN DISEÑO DE GESTIÓN INSPIRADO POR ELOKIM.

Teniendo en cuenta al ejemplo doméstico que expuse en el párrafo anterior, entendemos que el sistema de jueces es un diseño divino necesario tanto en la familia, como en la sociedad. Los conflictos surgen entre las personas que componen una comunidad y generalmente ellas no saben, ni pueden darles por sí solas algún tipo de resolución. Por ello, hace falta un juez que juzgue con justo juicio, y dicte así una sentencia justa.

El derecho y la justicia constituyen el fundamento indispensable de la vida comunitaria del Pueblo de Dios. Este derecho y esta justicia echan sus raíces tanto en la rectitud natural exigida por la conciencia humana sana como en las costumbres recibidas y aprobadas ente los hombres. Lo más fuerte de esto es que en el Pueblo de Dios, es el Eterno quien dirige y juzga. Por lo tanto, las relaciones de los miembros de la comunidad no son solamente naturales. Sin que se orientan también, y por cierto de manera primordial, hacia Yahvéh. Las palabras y las acciones de los hombres son, ante todo, relaciones con Yahvéh y han de enfocarse con la voluntad del Eterno.

Yitró se maravilla de la tarea  de Moshé, pero no entiende por qué debe hacerla él solo. La respuesta de Moshé da una clave a este asunto: el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Para conocer el pensamiento, la voluntad y el juicio de Yahvéh, hay que «consultarlo» (hebreo «derash«) y escuchar Su Palabra. 

La expresión «derash» significa también buscar e investigar, y deja bien claro, desde la boca de Moshé, que la justicia en Israel se entendía no como una disputa secular, sino como un pleito que debía resolver Yahvéh, desde su paternidad, para lo que se requería de una persona que pudiera establecer ese contacto con lo divino.

Evidentemente la revelación aquí nos enseña que el Eterno habla por medio de los hombres a quienes ha escogido, por un orden, una jerarquía, que es, al mismo tiempo, la jerarquía de la autoridad, de la responsabilidad y del servicio. Dios no se desinteresa, ni mucho menos, de los asuntos de «este mundo». El Eterno está cerca de todos. Está cerca de las personas modestas. A todos los tiene en sus manos. Y, por medio de las personas constituidas en autoridad, resuelve las causas más insignificantes. Pero siempre conforme a un orden de valores.

El juez está puesto sobre los ciudadanos en lugar del Todopoderoso. Lo que el juez dicte tiene que ser respetado como si hubiera venido directo del cielo. La única ocasión cuando no se puede obedecer la sentencia de un juez es cuando no sigue las normas de la Torá. Por eso es muy importante que un juez entienda su responsabilidad para juzgar según la justicia y no según sus propios criterios personales.

Dado el gran número de personas que conformaban la población de las doce tribus de Israel, salidas de Mitzraim (Egipto) es lógico asumir la existencia cotidiana de asuntos y preguntas sobre interpretaciones de la convivencia las cuales debían de resolverse. Aparentemente Moisés era el único juez reconocido de la nación. El trabajo de escuchar cada caso lo tenía ocupado desde la mañana hasta el crepúsculo. La expresión “se sentó Moisés a juzgar…el pueblo estuvo delante de Moisés” es totalmente descriptiva de un proceso judicial de entonces. El sentarse… estar de pie son términos técnicos de la ley semítica, el cual denota al ‘juez’ y al ‘litigante’ respectivamente. Debido a que Moisés conocía al Eterno y a Sus leyes, él era capaz de resolver justamente las disputas entre los hijos de Israel. Pero el llevar toda la responsabilidad sobre sí mismo era una carga masiva.

Yitró  (Jetro) observó esto y cuestionó a Moisés sobre el asunto diciéndole: “¡No está bien lo que haces!”. No era que Moisés era incapaz de escuchar los asuntos; no era que a él no le importara los asuntos; no era que el trabajo se pusiera en medio de él, y tampoco era que el pueblo no quería que Moisés escuchara sus asuntos. El problema era simple, era mucho trabajo para que Moisés lo pudiera hacer. Sus energías se gastaban de una manera imprudente, y la justicia era retrasada para muchos en Israel.

Moshé necesitaba delegar. De una manera similar, y seguramente considerando este pasaje de la Torah, los apóstoles insistieron que ellos debían de delegar autoridad de servicio (diakonal) para que ellos no tuvieran que abandonar su vocación magisterial de la palabra del Eterno y la oración por el servir a las mesas (Hechos 6:2-4). Esta actitud apostólica fue tomada del ejemplo sacado de Moisés escuchando humildemente el consejo de su suegro.

Según Yitró lo correcto que Moshé debía hacer primordialmente era ejercer su vocación celestial: orar y enseñar:

  • “Está tú por el pueblo delante de Dios” (oración intercesora): Este era el primer paso esencial para que Moisés delegara efectivamente. Él debía de orar por el pueblo; Moisés debía de someter los asuntos a Dios. La oración era un aspecto esencial del liderazgo de Moisés en el pueblo.
  • Enseña a ellos las ordenanzas y las leyes(magisterio): Para que Moisés pudiera dirigir y delegar efectivamente, él debía de enseñar la Instrucción de Dios no solamente a aquellos que escucharan los asuntos, sino a aquellos que pudieran tener nuevos asuntos después.

Así Yitró le deja bien en claro a Moshé que la organización que está a punto de construir no significa que delegará en otros la función de mediador con Dios, ni dejará en manos de ayudantes la tarea fundamental de educar en las leyes y de orientar en las decisiones centrales de la vida. Esa tarea le ha sido encomendada por el Eterno a Moshé y permanecerá bajo su responsabilidad.

Si el pueblo conociera la Instrucción de Dios, entonces muchos asuntos pudieran ser resueltos inmediatamente. Pero también, si el pueblo conociera la Torah, ellos no serían desalentados si no pudieran traer el asunto delante de Moshé mismo. Por el contrario, ellos sabrían que las personas que Moisés delegó podrían darles consejo de la sabiduría de Dios.

El anciano Yitró conocía el error mortal presente en el liderazgo: los hombres llamados por Dios para liderar siempre están en peligro de abarcar más de lo que ellos son capaces.

Reuel, el nombre original del suegro de Moshé llamado también Jetro, era un hombre experimentado que aconsejó sabiamente a Moshé, sobre el establecimiento de una estructura gubernamental autóctona que no dependiera  únicamente de una persona, pero sí de un aprendizaje de las leyes y la distribución de las mimas entre los diferencias líderes.

Es importante señalar que cuando Moshé fue aconsejado por su suegro Yitró a constituir jueces sobre el pueblo, no era suficiente que los jueces fueran “capaces”, lo que implica tener cualidades de liderazgo y de administración, sino que fueran “temerosos del Todopoderoso”. La cualidad de temor del cielo es sumamente importante a la hora de juzgar de acuerdo a la cosmovisión bíblica. Un juez que no teme al cielo se vuelve corrupto y caprichoso. Además tenían que ser “hombres veraces”, aborrecedores de la mentira. La última cualidad de un juez es que tenga aborrecimiento a las ganancias deshonestas, a la corrupción (Proverbios 10: 2). De esto Moshé aprendió que la delegación falla si el trabajo no es puesto en manos capaces, en hombres piadosos.

Todo este consejo de administración dejaba bien sentado que Moisés debía de cumplir una función esencial como líder: el de desarrollar e implementar nuevos líderes que impartieran justicia y garantizaran la equidad de las relaciones en la nación. Cabe aquí la cita: “No hay mejor arte en el mundo que el de desarrollar la latente capacidad de aquellos que nos rodean al unirlos a un servicio útil.” (Meyer)

El apóstol Pablo, influenciado por este pasaje, le dio el mismo consejo a Timoteo:

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros
(2 Timoteo 2:2)

La delegación de autoridad es uno de los instrumentos clave y esenciales en el desarrollo de cualquier modelo de gestión. Para que Moisés pudiera efectivamente delegar, él debía aún de supervisar y liderar a aquellos debajo de él. El delegar es el ejercicio de liderazgo, no el abandonarlo.

Yitró le aseguró a Moshé que este sistema judicial sería muy beneficiosos para todos y fortalecería el proyecto celestial de liberación. Primero para Moisés mismo al decirle: “…tú podrás sostenerte”: Esta era la primera recompensa de una delegación efectiva. Moisés podría disfrutar más la vida y sería capaz de hacer su trabajo mejor que antes, evitando el cansancio de resolver cada asunto. Pero también aseveró: “… y también todo este pueblo irá en paz a su lugar”: La segunda recompensa era de que el pueblo podría ser servido efectivamente. Se dice que la justicia retrasada es una justicia negada, y los asuntos en Israel podrían ser prevenidos o resueltos por los mismos individuos (al enseñar la ley de Dios), o resolverse por los líderes puestos por Moisés.

Este método también tenía la ventaja de resolver los asuntos rápidamente debido a que el pueblo no necesitaba esperar en la fila por Moisés. Entre más dura la controversia peor se vuelve el enredo, las palabras son más ásperas, y más espectadores se envuelven en el asunto. Si la gente siente que no se hace justicia a sus reclamaciones y que sus pleitos se postergan indefinidamente, comienzan a dudar de la solidez de la nueva sociedad que están construyendo. Por ello Yeshúa enseñó que apenas aparece un conflicto de convivencia comunitaria debemos de ponernos de acuerdo con nuestro adversario rápidamente (Mateo 5:25).

El relato destaca que Yitró condujo a Moshé a darse cuenta de que la justicia es el punto central del sistema que propone Yahvéh, y de que sino funciona de acuerdo a lo que el Eterno manda (v. 23), el tejido social se derrumba hacia dentro y todo el proyecto social mesiánico queda sin fundamento.

Considerando este consejo, no hay duda que D.L. Moody tenía razón al afirmar: “Es mejor el poner a cien hombre a trabajar que hacer el trabajo de cien hombres.”

Con sinceridad, amistad y servicio de amor: P.A. David Nesher


Bitácora Relacionada:

Yeshúa: La Roca que Acompaña en el Desierto

Por: P.A. David Nesher

«Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Yahvéh, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.

Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron:

Danos agua para que bebamos.

Y Moisés les dijo:

¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahvéh?

Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo:

¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

Entonces clamó Moisés a Yahvéh, diciendo:

¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.

Y Yahvéh dijo a Moisés:

Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve.

He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo.

Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.

Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Yahvéh, diciendo:

¿Está, pues, Yahvéh entre nosotros, o no?»

(Éxodo 17: 1-7)

En mis encuentros con las Escrituras Sagradas, este relato siempre me ha permitido la profunda meditación en mi amado Yeshúa. Fue el apóstol Pablo quien desde su pluma, guiada por el Espíritu Santo, implantó en mi mente y corazón mi devoción por este pasaje. Él menciona esta historia en su primera epístola a los creyentes de Corinto, cuando dice que los israelitas “todos comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo. Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual fueron postrados en el desierto” (1 Corintios 10:3-5).

Para entender bien, el profundo mensaje mesiánico de este relato, debemos recordar que cuando Israel vagaba en el desierto se estaba produciendo un ensayo de la fe. Yahvéh los estaba capacitando en el ejercicio de la emuná (Fe) a fin de simplemente confiar en Él para todas sus necesidades materiales. Era un proceso de aprendizaje lento y doloroso. El desierto debía la zona académica que los hiciera transitar de la mentalidad servil que implanta la esclavitud, a la mente de servicio que tiene todo sacerdote. El reinado de sacerdotes que Yahvéh quería formar estaba ya en marcha, y esta «universidad celestial» (el desierto) debía producir seres humanos totalmente mesiánicos, es decir, capacitados para unir lo invisible con la Tierra y provocar reparación (tikún).

Teniendo en cuenta esto, vemos que  Israel hizo exactamente lo que Dios mandó, siguiendo la columna de nube y de fuego; pero no había agua para beber. Era el Eterno mismo quien los guió a esa situación. Estaban en la voluntad perfecta de Dios pero en un tiempo difícil. Esto nos enseña que es posible estar completamente dentro de la voluntad de Dios y aún así estar en la temporada de grandes problemas.

Israel acampa en ese punto y ahora altercan con Moisés, no por alimento, sino por agua. De acuerdo a la ciencia, y a la propia experiencia humana, la sed es el apetito más vehemente, por eso es que ellos muestran más ansiedad y seriedad por el agua que por el pan (como lo relata el capítulo anterior). Además, viajar por jornadas les daría a los israelitas tiempo para descansar y refrescarse. En cada parada necesitarían una fuente de agua significante, ya que la gente y los animales requieren grandes cantidades de agua cada día. Era demasiada, por lo tanto, imposible de cargar. Por esto, comprendemos que el Eterno mismo los condujo a esta situación a fin de capacitarlo en el ejercicio del poder de la emuná (fe).

…Y altercó el pueblo con Moisés…” Frase que describe y destaca que los hijos de Israel “tentaron” al Eterno al poner a prueba su paciencia y despertar su santa ira debido a su continua falta de fe y de gratitud. Toda su historia de peregrinaciones por el desierto es una historia de provocación. Lo que es asombroso para nosotros, es la longanimidad de Yahvéh con los israelitas, que “tentaron y enojaron al Dios Altísimo” (Sal. 78: 56). Repetidas veces “provocaron la ira con sus obras” (Sal. 106: 29), “murmuraron en sus tiendas” (Sal. 106: 25), “se rebelaron junto al mar” (Sal. 106: 7) y “tentaron a Dios en la soledad” (Sal. 106: 14).

Interesante resultará aquí agregar que la palabra hebrea rib, traducida aquí como «altercó«, a menudo se usa en sentido legal para describir una queja formal. En este caso, la gente presenta su queja ante Moisés, exigiendo que les de agua para beber. Sin embargo, según el salmista, este altercado lo describe como el endurecer de sus corazones igual que se endureció el corazón de Faraón (Salmo 95:8).

Cuando tenemos un problema es mucho más fácil el culpar a alguien que el pensar el problema cuidadosamente y en el espíritu. En esta situación Israel pudo pensar, “Estamos en un desierto; no es de sorprenderse que no haya mucha agua aquí. Necesitamos buscar a Dios para satisfacer esta necesidad.” Pero en lugar de eso, ellos culparon a Moisés y no hicieron nada para ayudar con el problema.

En cambio, Moisés siempre llevaba sus dificultades al Señor (Ex. 15: 25; 32: 30; 33: 8; Núm. 11: 2, 11; 12: 13; 14: 13-19). Por experiencia propia había aprendido a tener confianza implícita en Aquel que lo había llamado a ser el jefe de su pueblo, y siempre que llegaba al límite de la sabiduría humana, encontraba un Auxiliador siempre listo para asistir providencialmente.

Así pues, vemos a Moisés llevando el caso a yahvéh, deseando castigar a todo el pueblo por su rebelión contra él y el Altísimo. Moisés apela al Eterno con el deseo de que haga justicia en ese momento en contra de ese pueblo infiel. Pero vemos a Yahvéh darle a Moisés una extraña orden. Dios le dice:

“Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo.”

¡Sorprendente es el amor perfecto del Eterno! En lugar de descargar Su ira sobre ese pueblo rebelde y terco, Él decide una vez más revelar Su misericordia. Yahvéh le revela a Moisés que desea darle de beber a Su pueblo. Pero, en lugar de darle permiso al líder para castigar a los rebeldes, le dice que golpee la peña. Es decir, Dios le estaba ordenando a Moisés que en lugar de castigar a Israel, golpeara y castigara a la peña. Pero, lo más impactante de esta orden es que Dios le dice, ” yo estaré delante de ti allí sobre la peña.” Yahvéh estaría sobre la peña que iba a ser golpeada por Moisés. El Señor mismo recibiría el castigo que debió recibir el pueblo de Israel. El Eterno revelaba que estaría sobre la peña en sustitución de Su pueblo. ¿No impacta esto tu corazón?

No cabe duda que este era un milagro con propósito. Al golpear la peña Moisés actuó el drama que quizás él no entendió. Yahvéh estuvo en lugar de Israel sobre la peña, para recibir el castigo que este pueblo merecía por sus rebeliones. De la misma manera Cristo estuvo sobre la cruz, en sustitución de Su pueblo, para cargar sus pecados y recibir el castigo que la humanidad merecía. Por ello, el apóstol Pablo escribió de Israel en el Éxodo: «y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (1 de Corintios 10:4). El apóstol describe este hecho como una sombra de Aquel que habría de venir, ya que cuando Yeshúa fue golpeado, la Buena Noticia dice que agua viva fluyó para que todos la recibieran.. He aquí un tipo del Mesías, ‘golpeado, herido de Dios, y afligido’ (Isaías 53:4; 1 Corintios 10:4). El Mesías fue golpeado con la vara de Moisés – la maldición de la ley – y a través de Él fluyó agua para satisfacer nuestra sed espiritual de cosas sobrenaturales.

 

La palabra que ha sido traducida aquí como “peña” es el hebreo “tsur” que significa “roca”. Esta roca era el Mesías. En el libro de Números se habla de nuevo de esta roca, a la cual Moisés tenía que hablar, no golpear, para que saliera agua (Números 20:8-11).  Esto nos enseña que el Mesías fue golpeado sólo una vez. Ese golpe produjo agua para todo el pueblo de Israel. Pero, si golpeamos a Mashiaj otra vez no podremos entrar en la tierra prometida. Por ello, el autor de la epístola a los Hebreos remarcará:

“Porque en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, que gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo cuelgan en un madero para sí mismos al Hijo de Dios y le exponen a la ignominia pública”

(Hebreos 6:4-6)

Insisto en la esencia de esta revelación. La roca ya había sido golpeada. Una vez que la roca había sido golpeada, ya no era necesario golpearla de nuevo. Cristo sólo debía morir una sola vez por Su pueblo:

“… que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.«

(Hebreos 7: 27)

El Mesías es, pues, nuestra roca, golpeada una sola vez para que nosotros recibiésemos aguas vivas espirituales. Eso es lo maravilloso de nuestro Redentor. Fue necesario golpearlo una sola vez, pero luego sólo se requiere que se le hable para que nos provea de aguas vivas que refresquen nuestras almas. Por eso, se entiende que Moisés, la segunda vez, no sólo desobedeció la orden del Eterno, sino que destruye esa tipología establecida por Yavhéh para enseñarle a Israel cómo sería la obra mesiánica, por lo cual fue castigado con no entrar en la Tierra Prometida.

 

Volviendo a la cosmovisión paulina del Mesías, el apóstol Pablo llama al agua “bebida espiritual” disfrutada por Israel en el desierto. Él definitivamente asegura, lo que por siglos los sabios habían sostenido, que el Mesías fue la fuente del agua sobrenatural que salvo a los israelitas de perecer en Refidim. El teólogo A. T. Robertson dice: “Los rabinos tenían la explicación que el agua siguió realmente a los Israelitas por cuarenta años, en una forma de un fragmento de roca de quince pies de alto que seguían al pueblo y de la cual ellos tomaban el agua.” Es decir que la provisión de agua en la roca ocurrió desde el inicio y a lo largo de todo su viaje en el desierto (17:1-7; Núm 20:1-13). Pablo llega a la conclusión de que Cristo los seguía a ellos por todo el desierto proveyéndolos de agua para beber. Todos los israelitas en el desierto comieron el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Ellos estuvieron tomando de una roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

Años después, cuando Israel ya estaba instalada en la tierra, recordó la provisión del Eterno en el desierto en la Fiesta de los Tabernáculos, ellos tuvieron una específica ceremonia donde ellos recordaron este milagro del agua de la peña, como un acto de salvación divina. Es justamente en ese exacto contexto festivo que Yeshúa proclamó: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.» (Juan 7:37-38). El agua viva de la cual el Mesías habló era el Espíritu Santo (Juan 7:39); no es un milagro menor que el Eterno traiga el amor y poder del Espíritu Santo de nuestros corazones que lo es el sacar agua de la roca. Después de todo nuestros corazones pueden ser igual de duros.

De Yeshúa, el Mesías, golpeado mana una corriente sobrenatural de vida para siempre. Esta corriente sale en virtud de Su expiación y su gracia, acompañando a los hijos de Dios allí donde peregrinan día a día. El mensaje es claro y maravilloso; cualquiera sea el desierto que los primogénitos transiten, Cristo los seguirá y fortalecerá. La eficacia de la obra en Su sangre, la luz de su gracia, el poder de su Buena Noticia (evangelio), les acompañará en todas sus  millares de peregrinaciones. En Él siempre habrá bebida espiritual para fortalecerse y continuar hasta alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios, en Cristo Jesús.

El Maná: el Pan Divino que acarrea Shabat (Reposo)

Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHVH en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud
Y YHVH dijo a Moisés:
He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Más en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.
Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel:
En la tarde sabréis que YHVH os ha sacado de la tierra de Egipto, y a la mañana veréis la gloria de YHVH; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra YHVH; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?
Dijo también Moisés:
YHVH os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque YHVH ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra YHVH

(Éxodo 16:1-7)

Los israelitas llegan a Elim, donde hay doce fuentes de agua y setenta palmeras. Después, el día quince del segundo mes, llegan al desierto de Shin, entre Elim y Sinai. Allí toda la congregación murmura contra Moshé y Aharón diciendo que los han traído a ese desierto para matarlos de hambre. Yahvéh promete hacer llover pan del cielo que el pueblo tendrá que recoger diariamente. Así serán probados para ver si andan o no en su Instrucción (Torah).

El Eterno, al anunciar su provisión de maná como respuesta a las murmuraciones del pueblo, en verdad, tiene la intención de presentar el sábado al pueblo, como un lapso místico en el que el Cielo y la Tierra se besan por 25 horas, para asegurar el orden cósmico y los milagros que surgen a causa del mismo. En otra bitácora tuve la oportunidad de mostrar como el Eterno inspiró a Moisés y Aarón para restaurar la idea ancestral de Shabat en la mente de los hijos de Israel que estaban bajo la servidumbre del faraón egipcio (los invito a leerEl Shabat fue la primera Reforma de Fe que Moisés hizo en Egipto). Ahora, ya en liberación y preparándose para realizar una alianza de boda sacerdotal con el Eterno, Israel ha sido conducida a estas instancias negativas (el hambre) para comprender cuál es el secreto que Yahvéh dio a la humanidad con el fin de dominar con una mentalidad mesiánica todos los ámbitos materiales.

Yahvéh quiere que Su Pueblo entienda que el día sábado tiene evidentes connotaciones creacionales (Génesis 2: 1-3), pero ahora estas se refuerzan al ubicarlo al margen de las leyes del Sinaí que ellos recibirán en unos días más.  El mensaje parece ser que aquellas serán leyes dadas al pueblo, mientas que el sábado no es una ley sino un secreto fundamental y constitutivo de la creación misma y por lo tanto anterior a los eventos del Sinaí.

Al leer este pasaje surgen a nuestra mente tres elementos que caracterizan al sábado y lo distinguen de otras leyes dadas a Israel:

 

El primero consiste en que no es presentado como un día de adoración, sino de descanso. Con posterioridad, el Eterno otorgará toda una serie de preceptos que establecerán una tradición sacerdotal de «ritos sabáticos», pero en este pasaje, Yahvéh, nuestro Dios, lo presenta sencilla y primordialmente como un día hecho para descansar. Él quiere que durante las horas de este séptimo día, cada israelita pueda recrear en su mente aquella primera semana donde todo fue restaurado por Su Palabra creadora. Esta imitación del descanso divino activará la conciencia de que el Eterno hizo todo lo que somos y posemos, y así, provocará, en el corazón hebreo, el ardiente deseo de ser asimilado por Yahvéh a través de una alianza de amor a fin de poder dominar todas las cosas desde el poder de la emuná (fe). Su actividad creacional culminó con descanso (Shabat) y, en consecuencia, éste quedó impreso en la creación misma como una de sus características intrínsecas, por lo cual debe ser evocado. Descansar el sábado es traer a la memoria toda la semana de trabajo creacional de Dios.

 

El segundo elemento deriva del primero: siendo una marca creacional, toda persona y todo animal debe observar el sábado. Nótese que los no israelitas también serán invitados a descansar del mismo modo que lo será también la tierra (cada siete años, Levítico 25: 4 – año sabático), cosa que solo puede entenderse si lo consideramos como una característica de la creación misma. En lo íntimo del concepto del sábado está la convicción de que nadie puede eludirse de su observación. La cosmovisión divina es clara: así como no se puede dejar de respirar o de aceptar ciclos sucesivos de vigilia y sueño, tampoco hay forma en que el ser humano puede eludir el descanso sabático. Por eso todo y todos deben avenirse a observarlo. Es verdad, que en la realidad se puede no respetar esta Ley Espiritual, llamada Shabat, y de hecho a millones de seres humanos que se oponen a ella, no aviniéndose a su observación, pero éstos más que violar una Ley Universal, están contradiciendo su esencia misma, la imagen (tzelem) divina, el amor dominándolo todo. Todos estos rebeldes, en verdad, están separándose del orden de la creación y distorsionando el lugar que el Eterno les ha dado en ella. La gravedad de la pena dada por Yahvéh en Éxodo 31: 13-17 a quien no lo observe se entiende en esta perspectiva dada en esta pasaje.

 

El tercer  elemento a destacar une el sábado (Shabat) con el maná. La observación del sábado no se debe hacer a expensas de las necesidades vitales cotidianas. Por eso el sexto día (viernes) se provee de doble ración de comida, de modo que el Shabat (sábado) no se transforme en un día de sufrimiento y necesidad. Ya se ha ha sufrido suficientemente en Mitzraim (Egipto); en la nueva creación que el Eterno está ofreciendo a Su Pueblo la vida merecerá ser vivida y los días serán para disfrutar de los dones de la creación, no para volver a las privaciones de Egipto. A la vez también ha de evitarse que el Shabat se transforme en una nueva forma de esclavitud en la cual otros harán el trabajo que uno deja de hacer, por lo cual también se instruye que los esclavos también deberán observarlo (leer: 20: 10; 23: 12).

En conclusión, notamos que no es casual el hecho de que el maná y el Shabat sean presentados juntos. Ambas son novedades celestiales para el Pueblo y ambos responden a dimensiones distintas de la vida. Uno a las necesidades cotidianas de la alimentación y el vestido, el otro al reconocimientos permanente de la espiritualidad en Yahvéh. Sin embargo, la clave para entender por qué están juntos es que ambos elementos apuntan a la misma verdad de un Dios que no cesa de obrar providencialmente en favor de su Pueblo redimido.

 

 

“Y te acordarás de todo el camino por donde YHVH tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca de YHVH”

(Deuteronomio 8:2-3)

La Duda intoxica el Alma con Murmuración

Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto.
Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel:
«Ojalá hubiéramos muerto por mano de Yahvéh en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud».

(Éxodo 16:1-3)

Después de un mes de camino, las fatigas del desierto comenzaron a afectar el ánimo del Pueblo de Israel. El relato dice que comenzaron a quejarse, y así siguieron con los ojos puestos más bien en las ollas de carne de Mitzraim (Egipto) que en la promesa de la Tierra Prometida (vv. 2-3). Olvidando la condición de serviles con la que faraón y sus súbditos los trataban, se lamentan de no haber muerto en el imperio de la abundancia, tomando estas murmuraciones como el «leitmotiv» de su peregrinaje a la Tierra de Promisión (ver Números 11: 1-6; 14: 1-4; 17: 6, 28; 20: 2-5; 21: 5). Triste es decirlo, pero desde aquí, surgirá una larga tradición de «murmuraciones» que se extenderán como iniquidad nacional a lo largo de las generaciones de Israel, tornándolos la característica de gente con «dura cerviz» que los profetas denunciarán. El apóstol Pablo, a todo los discípulos de Yeshúa, en el Pacto Renovado, nos recomendará que, considerando estos relatos, evitemos la práctica de la murmuración para no recibir plagas de destrucción en nuestras vidas (1 Corintios 10: 10).

La importancia de las murmuraciones de los israelitas salta a la vista en las numerosas repeticiones del verbo «murmurar» o del sustantivo «murmuración»: nada menos que ocho veces en total en el corto espacio de los vv. 2 al 12. En verdad, como causa de la murmuración se da la falta de alimentos. No obstante, no deja de ser chocante que, poco después de la salida de Egipto, los israelitas temieran morir de hambre (v.3), siendo que poseían enorme cantidad de ganado (12: 38; comparar con 17: 3; 19: 13). Este dato, nos invita a pensar que las murmuraciones se debían en última instancia a la duda o falta de fe en Yahvéh. Aunque inicialmente las murmuraciones están dirigidas contra Moisés y Aarón (v.2), Moisés entiende que en realidad apuntan contra Yahvéh (vv. 7-8).

¡Cómo había cambiado la actitud de los miembros de Israel! La gratitud que sintieron al principio, cuando salieron de Egipto y cruzaron el mar Rojo, los había impulsado a cantar alabanzas a Yahvéh (Éxodo 15:1-21). Pero, debido a las incomodidades del desierto y el miedo a los cananeos, sustituyeron la gratitud por el descontento. En lugar de estar agradecidos al Eterno por haberlos liberado, lo culparon de lo que, equivocadamente, consideraban una privación. Evidentemente el pueblo de Israel se había desenfocado de todo lo que el Eterno estaba haciendo por ellos (transformándolos en una nación de linaje sacerdotal y entregándoles una nueva tierra llena de promisión), debido a que estaban muy concentrados en lo que, supuestamente, Yahvéh aún no hacía por ellos.

Lo cierto es que Yahvéh cubrió las necesidades de los israelitas en el desierto, pues amorosamente les proporcionó comida y agua. Desde aquí podemos ver que en todo el peregrinar de Israel por el desierto, el hambre nunca puso en peligro su supervivencia. Pero el descontento los llevó a exagerar la situación y a murmurar durante toda la travesía por ese desierto. Esta fue la razón principal de que estuvieran cuarenta años hasta que el último de ellos fuera enterrado en las arenas de aquel territorio inhóspito.

Al considerar el caso de Israel por el desierto, vemos una ausencia de adoración y abundancia de murmuración, por eso el tránsito por el desierto fue tan difícil, porque la queja siempre hace el camino más duro.

Las circunstancias difíciles pueden estresarnos y la respuesta natural es quejarnos. La verdad es que los israelitas no querían estar otra vez en Egipto, sino que confrontaban al Eterno por una vida más fácil, sin ningún tipo de situación negativa. Por la presión del momento, no se daban cuenta de la causa de su estrés: duda y la falta de confianza en el Eterno. Solamente enfocaban sus pensamientos en la manera más rápida de escapar de toda circunstancia difícil.

Aceptemos que comenzamos a murmurar cuando la duda nos hace olvidar lo que tenemos, y nos conduce a enfocarnos en lo que no tenemos.

A esta altura de nuestra meditación, sugiero que antes de juzgar a los israelitas desde nuestros prejuicios severos, reflexionemos sobre las cosas que hoy, y cada día, acaparan nuestros pensamientos. Pregúntese cada uno: ¿doy gracias al Eterno por lo que hasta ahora me ha concedido, o siempre estoy pensando en lo que me gustaría tener?

Por favor, no permita que sus deseos aún no realizados, intoxiquen su fe con dudas, haciéndolo olvidar de los regalos que ya ha recibido de parte del Eterno en Yeshúa, Su Hijo: vida eterna que transforma familia y amistades, provee de los recursos diarios y asegura destino infinito en plenitud.

Por esto, cuando usted se encuentre bajo presión, resista la tentación de simplemente buscar cómo salir del aprieto. Más bien, clame a Yahvéh, por sabiduría de lo alto (Santiago 1: 5) y por la fortaleza para identificar y resolver la causa de su estrés.

Los dejo meditando en el consejo paulino que dice:

«Haced todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida,..

(Filipenses 2: 14-16)

La Realidad de la Esclavitud Moderna

La esclavitud no es cosa del pasado, es un problema actual y tiene rostro humano. El caso más reciente es el Daniela, una joven que fue secuestrada y condenada a ser víctima de explotación sexual del Cártel de Los Zetas en México.

Su liberación fue un asombro para la comunidad mexicana e internacional, logró lo que pocas mujeres en manos de las organizaciones criminales más temidas pudieron hacer: continuar con vida. Fue expuesta en bares, discotecas y cualquier sitio donde pudiera captar clientes, mismos que pagaban altas sumas de dinero no solo por sus servicios sexuales, sino también por golpearla brutalmente.

No escuchaba la radio, ni veía televisión, ni leía periódico. El dinero que recibía le era despojado por los mismos integrantes del cártel. Daniela, quien hoy se dedica a contar el horror que se vive en la frontera de México, solo recuerda haber visto a mucha gente morir » de forma espantosa» prestando «sexoservicio».

Pasó se der una esbelta chica veinteañera a ganar peso, tener cicatrices en su rostro y piel producto de quemaduras de cigarro, un ojo desviado y medio rostro paralizado por las golpizas que recibió durante su cautiverio y que fueron corregidas parcialmente por una cirugía plástica de seis horas.

 

¿Los clientes? eran en su mayoría migrantes rubios, altos, esbeltos y con dinero que provenía de los Estados Unidos y que disfrutaban más con el sufrimiento ajeno que con el acto sexual. Daniela es tan solo un nombre de las millones de personas en todo el mundo que sufren la esclavitud moderna.

Casi 49 millones en el mundo

Solo imagine la historia de Daniela multiplicada por 49 millones de veces. Este es el número de personas que en el mundo, es afectada por este flagelo, ya sea porque son expuestas involuntariamente a la explotación sexual, el trabajo forzado o el tráfico humano.

La cifra es ofrecida por el Índice Global de Esclavitud de la Fundación Walk Free, que en su proyecto anual de investigación reveló este 2016 que en la dramática cifra de afectados, incluye a un gran porcentaje de niños, no solo de países en desarrollo, sino de Estados ricos que viven en democracia.

No es cosa del pasado. Los 49 millones suponen un 28 por ciento más que en la edición de 2014, según el estudio que incluyó 42 mil entrevistas en 53 idiomas, en 25 países, y 15 encuestas realizadas a nivel estatal en La India. Los estudios abarcaron un 44 por ciento de la población mundial.

Corea del Norte es el país que encabeza el mayor predominio de esclavitud moderna con respecto a su población, ya que se calcula que 4,37 por ciento de ella está esclavizada. Le siguen Uzbekistán 3,97 por ciento y Camboya 1,65 por ciento.

No obstante, en términos de números absolutos, India tiene los índices más altos con 18,35 millones de individuos esclavizados, seguida por China 3,39 millones, Pakistán 2,13 millones, Bangladesh 1,53 millones y Uzbekistán 1,23 millones.

Los cinco países antes citados, poseen 58 por ciento de los individuos afectados por este flagelo, o en números concretos: 26,6 millones de personas.

¿Quiénes se esfuerzan?

El índice Global de Esclavitud precisa que de los 161 países evaluados, solo 124 penalizaron el tráfico de individuos en concordancia con el Protocolo de las Naciones Unidas contra el tráfico. 

Asimismo, revela que  96 implementaron planes de acción nacional para coordinar las respuestas del gobierno. 

Entre las naciones que muestran mayor esfuerzo por combatir la esclavitud moderna, se encuentran los Países Bajos, Estados Unidos (EE.UU.), Reino Unido, Suecia, Australia, Portugal, Croacia, España, Bélgica y Noruega.

No obstante, en el caso de EE.UU. se registra 0,018% de la población en esclavitud, lo que representa en números concretos: 57 mil 700 personas.

¿Dónde encontramos a los esclavos?

Basureros como el de Tegucigalpa (Honduras), en las fronteras, con turistas, bares, y hasta en fábrica de ropa que incluso pertenecen a famosos, es posible encontrar o ver a hombres, mujeres y niños esclavos.

En los basureros, niños desmenuzan montañas de basura en busca de residuos para vender, mientras que ejércitos extremistas raptan o reclutan a infantes para hacerlos soldados.

Niñas, en Tailandia, por ejemplo, intercambian relaciones sexuales por dinero y muchas otras son forzadas a trabajos sin salario y con pasaporte confiscado.

Está ocurriendo aunque no esté en las estimaciones de las naciones. Su naturaleza ilegal hace que sea un fenómeno escondido que importante daño sobre todo en la población infantil. No hay preferencia, sucede en Europa, América Latina, Asia y en África.

Este 2016, la cantante Beyoncé fue acusada de crear su línea de ropa Ivy Park con mano de obra esclava en Sri Lanka.

¿Qué propicia la esclavitud moderna?

Existen una gran cantidad de factores que favorecen la esclavitud moderna, pero la pobreza es la causa más importante. No obstante, las guerras también están originando que las cifras aumenten, y las prácticas culturales a que se perpetúen.

El dato: Los países más afectados son por lo general los que tienen más cifras de pobreza, menor educación, con un clima hostil y falta clara de derechos humanos.
En conflictos armados, más de 300 mil niños son utilizados como soldados y esclavos, mensajeros, cocineros o limpiadores. Las niñas, en cambio, son condenadas a ser esclavas sexuales, con riesgos de sufrir enfermedades o quedar embarazadas.

Asimismo, algunas prácticas culturales- religiosas han desencadenado que 700 millones de mujeres en el mundo se hayan casado cuando apenas eran niñas, muchas veces fueron víctimas de abusos sexuales y obligadas a trabajar.

Las movilizaciones masivas de personas a causa de los conflictos bélicos también han propiciado el aumento en las cifras de esclavos en el mundo, pues muchos de los migrantes han caído en mafias que por lo general se aprovechan de la condición de extranjeros de sus víctimas para abusar de ellas y someterlas a trabajo forzado o prostitución a cambio de algún favor.

«No se puede concebir el fin de la esclavitud como algo aislado de los demás problemas en el mundo«, afirmó Andrew Forrest, fundador y copresidente de la organización australiana Walk Free Foundation.

Los grandes movimientos migratorios vienen infundados por el creciente terrorismo en zonas como Siria. El Estado Islámico, una de las organizaciones extremistas más temidas, fuerza a mujeres a prostituirse y mantener relaciones sexuales no consentidas, mientras que a los hombres y niños los obliga a convertirse en soldados.

El The New York Times refiere que a diferencia de las versiones históricas de la esclavitud, que mantenían a las personas como si fueran una propiedad enajenable y que ha sido prohibida en todo el mundo, la esclavitud moderna se define como tráfico de personas, trabajo forzado, endeudamiento que deviene en servidumbre, matrimonios forzados para el trabajo o explotación sexual con intercambio de dinero.

Artículo tomado de TeleSur
 Los invito a ver este VIDEO:

¿Por qué Clamas a Mí?… ¡Deja la Oración y comienza la Acción!

Entonces YHVH dijo a Moisés:
¿Por qué clamas a mí?
Di a los hijos de Israel que marchen.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Yahvéh, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.

(Éxodo 14: 15-18)

Pocos días después de haber decretado la liberación a los hijos de Israel, faraón, arrepentido por esta acción, resolvió en su corazón hacer volver a Israel para recuperar la mano de obra que había dejado ir. Entonces mandó a su ejército para que persiguieran a los hebreos y los retornaran cautivos.

 

Cuando el pueblo del Eterno se percató de esto, se encontraba justo al frente del Mar Rojo. Tenían solamente dos opciones: volver hacia atrás y que sus enemigos los hagan pedazos o continuar hacia adelante y morir ahogados. No tenían salida. Se encontraron en una encrucijada y temieron. Dudaron en su corazón, y entonces fueron a Moisés con quejas.

 

No había por donde escapar, no había por donde huir. Los hebreos estaban sin salida, por un lado el Mar Rojo enfurecido, y por otro, los carros de faraón, con todo un ejército de valientes. Los israelitas veían la muerte por todos lados. Los hebreos estaban asustados, estaban acabados desde su percepción.

 

En ese camino de aprendizaje, llamado desierto, el Eterno tenía que utilizar métodos para capacitar a Su Pueblo, uno de ellos fue el de las dificultades. Hasta ahora ellos, testigos de los milagros divinos en medio de cada plaga, habían pensado que todo era color de rosa. (Cómo también a muchos de nosotros nos gustaría que fuera así). Ahora, ellos estaban comenzando a entender la lección que en el propósito eterno de YHVH, todas las circunstancias ayudan a bien (Romanos 8:28).

 

Leemos que en este momento el pueblo de Israel comenzó a reclamarle a Moisés y a decirle que hubiera sido mejor seguir sirviendo en Egipto que morir en el desierto. Y Moisés siendo el líder muestra ante el pueblo una gran determinación, y entonces dice:

 

“… No temáis; estad firmes, y ved la salvación que YHVH hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. YHVH peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.”

(Éxodo 14:13, 14)

 

Moisés, en otras palabras, está animando al pueblo diciéndoles: «¡no teman!, pueden perseguirnos los egipcios y confundirnos, pero YHVH está de nuestro lado! ¡Dejemos nuestros malos pensamientos a un costado! ¡No hace falta entender lo que sucederá, sino creer en la salvación de YHVH!«. Era necesario recordarles a los israelitas que, aunque «salieron de Egipto en formación de combate» (Éx. 13:18) y «marchaban con aire triunfal» (Éx. 14:8), sería el Eterno quien les otorgaría la victoria.

 

Ante el pueblo, Moisés estaba llenos de fe; pero ante el Eterno, vemos que él clamó en desesperada oración. Esto era bueno porque Moisés debía de mostrar confianza ante la nación para incitar su fe, pero delante del Eterno, él debía mantenerse humilde y totalmente dependiente.

 

 

¿Por qué clamas a mí?”, preguntó el Eterno a Moshé. Con este cuestionamiento la revelación sanó el alma del profeta. Es claro que existe un tiempo para orar, pero también hay tiempo para actuar. Podría bien estar en contra de la voluntad de Dios el detenerse de hacer para orar solamente en una situación en particular. Este era un momento para acción, y Moisés podría orar a lo largo del camino.

 

«Y tú alza tu vara, y extiende tu mano«. Estas eran instrucciones sencillas las cuales se conectarían con un poderoso milagro. De la misma manera, el más grande milagro de salvación ocurre con estos sencillos actos de nuestra parte. El Eterno le dice a Moshé que es el momento de entrar en acción. No hay nada que esperar. De alguna manera el Eterno dice a Moshé: «¡Antes que el ejercito egipcio se acerque más, levanta tus manos y dile al pueblo que comiese a marchar!«

«La Voz Divina dice siempre a Israel: ¡Marchad! Ya sea que se encuentre ante vosotros el mar Rojo, las persecuciones antiguas o la intolerancia moderna, marchad, proseguid, avanzad siempre hacia adelante. No miréis hacia atrás, donde yacen en ruinas los pueblos que os persiguieron, sino mirad hacia adelante, donde se abren en toda su grandeza los magníficos horizontes del futuro de la humanidad. ¡Marchad! Las olas del mar no apagarán el vigor de vuestra existencia; los ríos de vuestra sangre derramada por los tiranos no destruirán vuestro nombre y vuestra gloria. ¡Marchad! Estáis por encima de los elementos, del tiempo y del espacio.

Avanzad siempre y no retrocedáis« (autor anónimo).

 

Suena asombroso, pero el Eterno le dijo a Moshé ¡que dejara de orar y se moviera! La oración debe tener un lugar vital en nuestra vida, pero también hay que tomar acción. Debemos reconocer que existen ocasiones en nuestras vidas en que sabemos exactamente lo que debemos hacer, pero en vez de actuar, nos ponemos a orar buscando mayor dirección al respecto. La realidad es que estamos buscando una excusa para no tomar acción.

 

Para concluir, cabe aquí citar lo que el famoso predicador Charles Spurgeon sostenía:

Hay tiempo para orar, pero también hay tiempo para una actividad santa. La oración se adapta para casi cualquier ocasión, pero no solamente la oración, pues viene, en ocasiones como esa y hoy, un momento en que la oración debe tomar un lugar secundario.”

 

Este es un aspecto de la vida espiritual de la cual es raramente reflejada, pero el apóstol Pablo (en Efesios 3:10-11) nos dice que Dios usa a Su gente para enseñar a seres angelicales. Cuando YHVH nos libra de la tentación o la crisis, es tanto un testimonio para nuestros enemigos invisibles como lo es para nosotros. Él usa cada victoria en nuestra vida para decir a nuestros enemigos invisibles acerca de Su poder y habilidad para obrar en y a través de nuestra frágil humanidad redimida en Yeshúa.

 

Entendemos pues, por las palabras expresadas por el mismo Eterno, que siempre hay algo más por hacer que solamente orar. No solamente debemos de rogar a YHVH, nuestro Dios, por ayuda, también debemos tener visión para hacer camino a la ayuda de Dios. ¡Hay momentos en los que no tenemos que clamar a Dios, sino, actuar!

 

Si sabemos lo que tenemos que hacer, ¡es hora de ponernos en marcha!

 

Con amor y en servicio: P.A. David Nesher

El Pan Sin Levadura y el Proceso Sobrenatural de Separación

Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Yahvéh, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas.
Entonces el pueblo se inclinó y adoró. Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Yahvéh había mandado a Moisés y a Aarón…
Tomó, pues, el pueblo la masa, antes que fuera leudada, en sus artesas de amasar envueltas en paños, y se las llevaron sobre sus hombros

(Éxodo 12: 26-28; 34)

Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así…” (vv. 27-28) En muchas maneras estas son las más importantes palabras de todo el pasaje. Tan grandiosa como fuera la liberación realizada por Yahvéh nuestro Dios, el pueblo nunca la hubiera recibido si hubieran fallado en llevar a cabo lo que Él les dijo que hicieran. Su obediencia inmediata permitió gozar de esta poderosa obra divina.

Encuentro muy importante destacar el hecho de que cuando los hijos de Israel obedecieron, el imperio de la muerte no tuvo más potestad sobre ellos.

En este pasaje se revela que ellos dejaron de andar sirviendo a una cosmovisión terrenal y decidieron estar bajo la cubierta celestial que los promocionaría en un nuevo nivel de vida: el Mesías en medio de ellos capacitándolos en el ministerio sacerdotal (Éxodo 19: 6). En efecto, ellos habían tomado al Mesías en sus vidas y habían participado EN ÉL, al compartir en obediencia de aquella Cena llena de Gloria divina. Por ello, en esta noche bendita del relato del Shemot, debemos notar que Yeshúa, el Cordero de Dios, la Luz del mundo y el Pan de Vida redimió a los Israelitas de la esclavitud amarga de Mitzrayim y de la crueldad de Paróh (Faraón).

En su prisa por dejar Egipto los Israelitas cargaron sobre sus hombros el pan sin leudar amasado en artesas envueltas en paños (Éxodo 12:34). Esto significa que se llevaron consigo el símbolo del Yugo del Mesías (Su Gobierno) sobre sus hombros (Éxodo 28:12; Isaías 9:6).

Este pan se convirtió en su fuente de vida durante siete días, con este elemento ellos participaron de una figura profética de la muerte, sepultura y resurrección de Yeshúa.

El regalo de Su Reinado es para todos aquellos que eligen estar de acuerdo con el Yugo de Su Instrucción y participan del Cordero de Yahvéh. (Lucas 1:26, 2:20, Mateo 28:18).

Yeshúa dijo:

Porque el Pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este Pan. Yeshúa les dijo: Yo Soy el Pan Vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed

(Juan 6:33-35).

El pan que ellos cargaron sobre sus hombros representaba a nuestro Mesías, el Cordero de Dios quién llevó los pecados del mundo (1 de Corintios 5:7)

Con el Pan sin levadura, el segundo día de las primeras tres fiestas, el Eterno aparta el pecado (no solo los pecados) de Su Pueblo, lo sepulta en la tierra y lo deja allí para siempre. Por ello, esta fiesta, en la Intención divina, tiene el objetivo de revelar acerca de la perfecta y permanente separación provocada por la muerte del Cordero eterno. Una total separación de la de la masa de Dios (Israel, su primogénito) de la naturaleza humana caída en corrupción y muerte, según el primer Adán. En esta fiesta vemos una masa que representa un estado nuevo de existencia para todo ser humano que quiera celebrarla.

La levadura representa el pecado y su inclinación al mal (yetzer hará), también conocido como concupiscencia en las Escrituras Sagradas. Por eso, en Pesaj (Pascua) todo el pueblo tenía que remover TODA la levadura de sus casas y no deben consumirla durante siete días.

Siete días comeréis panes sin levadura; además, desde el primer día quitaréis toda levadura de vuestras casas; porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será cortada de Israel

(Éxodo 12:15).

Sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo

(1 de Pedro 1:18-19).

Los Israelitas tuvieron la orden de comer pan sin leudar durante siete días. Lo notable es que Yahvéh repite esto una y otra vez en las Escrituras, con el fin de que sus hijos no dejen de practicar este rito profético en sus festividades.

La Pascua verdadera (Pesaj) es una noche para recordar, es un memorial. Comer pan sin levadura no era solamente para esa noche sino un mandamiento a cumplir durante siete días más. Estos siete días son una fiesta separada llamada la Fiesta de los Panes sin Levadura.

El primer, tanto como el último día de esta fiesta, son Shabatot (sábados) Santísimos para Yahvéh (Éxodo 12:15-20).

“En el mes primero, el día catorce del mes, al anochecer, es la Pascua del SEÑOR. El día quince del mismo mes es la Fiesta de los Panes sin Levadura para el SEÑOR, por siete días comeréis pan sin levadura”

(Levíticos 23:5-6).

“Y en el primer día (de la Fiesta de los Panes sin Levadura) tendréis una santa convocación, y otra santa convocación en el séptimo día (Shabat); ningún trabajo se hará en ellos, excepto lo que cada uno deba comer. Sólo esto podréis hacer”.

(Éxodo 12:16)

Recordemos que en la cosmovisión divina es que cada Shabat lleva la unción de bendecir y santificar todo lo creado (Génesis 2:3).

Notamos que el Señor anhela impartir esta consagración a Israel Su Esposa, en especial en esta noche. Tan importante era esto para Él que le advirtió a Su pueblo:

Siete días comeréis panes sin levadura; además, desde el primer día quitaréis toda levadura de vuestras casas; porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será cortada de Israel

(Éxodo 12:15).

La Fiesta de los Siete días de los Panes sin Levadura representa un período de consagración personal para el pueblo de Yahvéh. Al leer el relato, vemos que los israelitas venían de vivir en un lugar inmundo, llamado el imperio de la muerte (el sistema del mundo actualolam hazeh). Ellos necesitaban ser redimidos del imperio de la muerte al Reino de la vida o Mundo Venidero (Olam havá). La obediencia al mandamiento de no comer pan sin levadura durante siete días, trajo limpieza a sus vidas. Por eso, la Fiesta de los Panes sin Levadura es una celebración eterna para todo Israel y sus futuras generaciones es decir, nosotros.

Esta fiesta perpetua es una preparación profética de la redención de la Novia de Yeshúa en los últimos tiempos.

Ante todo lo dicho, necesito dejar claro que estas celebraciones son diseñadas y reveladas por Yahvéh solamente para los creyentes nacidos de nuevo. Lo que sucede es que ellas no sirven para propósitos de salvación, sino para santidad y santificación. Durante esta festividad el Mesías trabaja su dinámica amorosa sobre su Amada, la Iglesia:

“Yeshúa se dio a Su Novia “para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la Palabra, a fin de presentársela a Sí Mismo, una ekklesia (asamblea) en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada”

(Efesios 5:26-27)

Lo interesante entonces es que este mandamiento de celebrar la Pascua y los Panes sin Levadura sigue siendo válido el día de hoy, tal como la Escritura dice:

“Y guardaréis este día por todas vuestras generaciones como ordenanza perpetua”

(Éxodo 12:17)

La sangre de Yeshúa redime a la Esposa; pero depende de ella prepararse a sí misma como Novia, de acuerdo a las instrucciones que le fueron dadas, por el Padre de Su Esposo para el día de la Boda.

Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las Bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado.”

(Apocalipsis 19:7).

La Pascua y la Fiesta de los siete días de Panes sin Levadura son los primeros pasos en la preparación de la Novia para su boda.

Diré entonces que de las Fiestas (Moadim) de Yahvéh, las fiestas de primavera son los pasos proféticos, que conducen a la Novia a una relación de compromiso con su Novio, Yeshúa. Por esta razón, Su pueblo continúa celebrando Sus Fiestas cada año, ya que ellas son ensayos generales, y la vestimenta de la Novia con lo incorruptible.

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.

(1 de Corintios 15:53)

Siete días representa la ceremonia de limpieza o de consagración. Como el Real Sacerdocio de Yeshúa, que es Su Pueblo, cada creyente debe anhelar participar con pasión de las Fiestas de la Pascua y de los Panes sin Levadura (Levíticos 8:33; 1 de Pedro 1:9-16; 1 de Pedro 2:9; Éxodo 19:5-6).

El aspecto clave de esta Fiesta es la separación (santificación).

 

Entendamos que en la Pascua que Israel vivió en Egipto hubo una obra doble.

  • Primero, el enemigo fue derrotado (“cuando hirió a los egipcios” – v. 27a–).
  • Segundo, el pueblo de Dios fue librado y se le dio una nueva identidad, con promesas nuevas, un nuevo caminar, y una nueva vida (“libró nuestras casas” – v. 27a–).

Teniendo en cuenta estos dos aspectos, al estudiar profundamente los  capítulos 12 y 13 del libro de Éxodo o Shemot notamos que las dos fiestas aquí reveladas están tan intrincadamente relacionadas, con el concepto del principio divino de la Separación como herramienta para evitar el caos.

Cuando Yahvéh describe la razón por la que ellos deben guardar estas fiestas, conecta el Pan sin levadura con la total separación (o éxodo) de Israel de la casa de muerte y corrupción de Egipto (Mitzraim). Nótese esta conexión en los siguientes versículos:

Guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto”.

(Éxodo 12:17)

Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Yahvéh de Egipto”.

(Éxodo 13:7-9)

Cada una de estas fiestas de primavera son, primero, realidades que Cristo experimentó solo, y que luego se convierten en la experiencia de cada creyente que viene a vivir en Él.

El Mesías atravesó la muerte, sepultura y resurrección como la única Semilla de Su género, pero cuando recibimos en el Nuevo Nacimiento al Mesías por fe, Su muerte se convierte en nuestro juicio, Su sepultura en nuestra transformación y Su resurrección en la vida que conocemos como propia.

Por ello, es que estas primeras tres fiestas corresponden a la muerte, sepultura y resurrección de Yeshúa HaMashiaj.

Particularmente, la segunda fiesta (Panes sin Levadura), se relaciona con la realidad de la sepultura. Nuestro Mesías, permaneció sepultado durante todo el primer día del Pan sin levadura, el quinceavo día de Nisán, y después resucitó en la Fiesta de los primeros frutos o Bikurim, el tercer día.

Sepultar, eso es lo que hacemos cuando alguien ha muerto y ha llegado el momento de colocarlo fuera de nuestra vista para siempre. Al enterrar a alguien terminamos nuestra relación con esa persona. La devolvemos a la tierra de donde fue tomada: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). Cuando dejamos a alguien en la tumba, entendemos que es tiempo de seguir adelante sin él, que ya no nos relacionamos más con su persona. Cuando nuestra matriarca Sarah murió, Avraham dijo: “…dadme en propiedad una sepultura entre vosotros, para que pueda sepultar a mi difunta y apartarla de delante de mí” (Génesis 23:4) .

Esto es precisamente lo que la muerte de Yeshúa llevó a cabo en relación al pecado. El Mesías atrajo a Sí mismo todo lo de Adán, no sólo sus pecados, sino la naturaleza misma de pecado (yetser hará). Cargó con el juicio de ese hombre y lo colocó en una condición de eterna separación de Dios. Después, habiendo terminado Su obra, resucitó el tercer día y dejó al primer Adán atrás, en la tierra, separado de Dios para siempre.

Esto es muy parecido a lo que sucede cuando una semilla muere y cae en la tierra. Aunque la vida dentro de la semilla se levanta de nuevo y lleva fruto, la cáscara muere y permanece como parte de la tierra para siempre. Esto es exactamente lo que el Eterno nos muestra en la Fiesta del Pan sin levadura. A través de la muerte del cordero Pascual, Yahvéh juzga a todo aquel que está en Egipto, y luego saca a “Israel mi Hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22).

Cuando Israel sale en la mañana, Dios separa Su nueva masa de la levadura que una vez los llenó y los definió. Para nosotros, los que hemos encontrado en el Mesías el cumplimiento de esta fiesta, esto significa la separación de nuestra alma del pecado, del hombre adámico; estamos “muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:24) . Una vez más, esta separación (o santificación) fue primero experimentada por el Mesías al dejar a Adán en la tumba, resucitar de entre los muertos y regresar a Su Padre. Pero, al igual que con todas las fiestas, la experiencia de la cruz del Maestro es una comprensión progresiva para todos aquellos que han nacido de Su Espíritu. Por esta razón, Yeshúa dijo:

“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo…Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”.

(Juan 17:16,19)

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.

(Juan 14:19-20)

Transformados en un Pan Nuevo.

Tal y como vimos en la sección previa, participar del cordero fue la causa de la expulsión de Israel de la tierra del pecado, muerte, y esclavitud. Ellos comieron del cordero con la inmediata expectativa de marcharse. Pero este marcharse desde la perspectiva de Yahvéh involucraba mucho más, que sólo dejar un lugar. Involucraba también dejar una condición o un estado de ser: dejar de ser serviles del sistema para transformarse en siervos sacerdotales del propósito eterno de Dios. Por lo tanto, la historia del éxodo físico de Israel de Egipto, es dado a nosotros juntamente con otro importante cuadro: un pan cambiado o transformado.

Israel era ahora una nueva creación, un nuevo pan. Una masa ha sido liberado de la levadura del servilismo que llenó y gobernó cada aspecto de su ser. En las Sagradas Escrituras, avece a las primeras tres fiestas también se las llama colectivamente por el nombre de Pan sin Levadura. Quizás la razón de esto es que esta transformación dramática (experimentada primero por Cristo) del Último Adán al Segundo Hombre, es el centro y foco de las fiestas primaverales. Por extraño que pudiera haberse oído, en la mañana del día 15 de Nisán (el primer día del Pan Sin Levadura), Israel inició su marcha fuera de Egipto, cargando panes sin levadura en sus manos, y recipientes de amasadura (recipientes para el pan) envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.

“Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros”

(Éxodo 12:33-34)

Casi pareciera tonto imaginar dos o tres millones de personas marchando fuera de Egipto, cargando pan y tazones, pero el Señor estaba pintando cuidadosamente un cuadro natural de una realidad espiritual por venir.

Lo reitero por última vez, dejar Egipto no era solamente el éxodo de una situación difícil, era una transformación de naturaleza (panes sin levadura) que nos hizo utensilios aptos (tazones) para la gloria del Señor.

Hoy, un cuadro similar es dado a nosotros a través del profeta Isaías, cuando describe el futuro éxodo de Israel del cautiverio en Babilonia. Él dice:

“Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Yahvéh.”

( Isaías 52:11)

Hoy, en medio del aleteo espiritual de Yahvéh sobre las aguas, notamos que existen muchos puntos de vista erróneos en las múltiples asambleas del Cuerpo del Señor. En ellas se habla frecuentemente de la gracia como si se tratase meramente del perdón de las deficiencias de Adán. Ciertamente el perdón de pecados está incluido en la gracia, pero la gracia es mucho mayor que el perdón de pecados. La gracia es una relación en donde Yahvéh nos da, y trabaja en nosotros, todo lo que Él desea de nosotros. Él nos da una muerte que no podíamos morir por nuestras fuerzas, y una vida que no podíamos vivir, desde nuestras vidas muertas en delitos y pecados.

Por gracia, Yeshúa, el Mesías, se hizo a nosotros todas las cosas (sabiduría, justicia, redención, vida, luz, gloria, etc.). De nuevo, en lo que frecuentemente fallamos en percatarnos es que, habiéndonos dado por gracia todo lo que el Mesías es, Dios entonces requiere y desea de nosotros sólo aquello que sea la obra de Su gracia. Por esta razón, el apóstol Pablo afirma:

 “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha
sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo,
sino la gracia de Dios conmigo.”

(1 Corintios 15:10)

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

(Hebreos 12:28-29)

Con todo esto vibrando en vuestras mentes y corazones, los dejo teniendo una conversación privada y exclusiva con el Espíritu Santo del Señor.

¡Shalom!

P.A. David Nesher

Aprendiendo a Vivir el Shabat

Por P.A. David Nesher

«Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que viva contigo. Porque el Señor hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró día sagrado.»

(Éxodo 20:8-11 – DHH)

 

“Si retrajeres del Día de Reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo y lo llamares delicia, santo, glorioso de Yahwéh; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Yahwéh; y Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la herencia de Jacob tu padre; porque la boca de Yahwéh lo ha hablado”.

Isaías 58: 13-14

En este tiempo de transición, todos los que habitamos el Monte Santo de Yahvéh, hemos llegado a la conclusión que el sistema de cosas imperante, a través del paganismo, el humanismo y el secularismo, se las ha arreglado de tal manera que han hecho del día sábado uno de los días más ocupados de la semana, creando una serie de falsas necesidades que supuestamente uno debe llenar para de esta manera, robar una jurisdicción de plenitud y dicha que pertenece al Eterno Dios, a la familia y a la esencia misma del ser humano.

Muchos de nosotros nos damos cuenta de la importancia de celebrar el Shabat, pero tenemos ideas confusas sobre cómo llevarlo a cabo.

El Shabat, es el día que el Eterno Dios otorgó a Su pueblo, para descansar de la actividad cotidiana, y abocarse a la espiritualidad.

Shabat es descanso: Shabat es una isla de tranquilidad en la tormenta de trabajo, ansiedad, lucha y tribulación que caracteriza nuestro diario vivir durante los otros seis días de la semana. Por aproximadamente 25 horas a la semana, el mundo literalmente frena: el negocio está cerrado, el coche permanece estacionado, el teléfono deja de sonar, la radio, la TV y la computadora están apagadas, y las presiones y preocupaciones de la vida material se desvanecen detrás de una cortina de paz. Como cesamos toda creación relacionada con el mundo físico, nuestro foco se centra en el interior; en la familia y amigos, en nuestro yo interior, nuestra alma, nuestro espíritu.

Esto consta explícitamente en la Biblia, pues es la cuarta instrucción otorgada por el Eterno a Israel: “Recuerda el día de Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor, y al día séptimo es Shabat para el Eterno, tu Di-s; no harás ningún trabajo, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, tu animal, y el peregrino que esté en tus portones. Porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo, por eso bendijo el Eterno al día de Shabat y lo santificó” (Éxodo 20: 2)

Como vemos, se trata de un precepto muy importante, por lo tanto, se debe hacer mucho hincapié en la correcta observancia del mismo.

Pero, será importante recordar, que la celebración del Shabat no es para nosotros, en manera alguna, un acto sacramental, por medio del cual pensamos que vamos a recibir alguna gracia salvadora especial de Yahvéh.

Por otro lado tampoco es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar el fin: ¡la exaltación del Eterno a través de nuestra obediencia!

 

Una de las cosas más hermosas que la Nueva Humanidad tiene en su fe es la manera como coloca la “ley” y las “obras” en su correcta perspectiva. Somos salvos sin obras para muchas buenas obras.

Creemos lo que las Escrituras claramente enseñan: por medio de las “obras de la ley” ninguna persona podrá justificarse delante del Eterno (Gal.2:16). Pero al mismo tiempo creemos que la Biblia enseña que la justificación auténtica, produce obras que honran al Eterno. El apóstol Pablo dijo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efe.2:10). Sumamos también a esto lo que en una ocasión, el Mesías declaró: “así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat.5:16).

De manera que aunque las obras no son medios de salvación, sí constituyen evidencias de la salvación y justicia. En otras palabras, no soy salvo por obras, pero mi salvación es revelada en mis obras y mi justicia se manifiesta a través de ellas. Esto nos lleva a descubrir un gran principio: estar en el Pacto Renovado del Mesías constituye una manera de vivir maravillosa.

Debemos dejar bien claro esto, para no dar la impresión de que nuestra celebración del Shabat, guardando el sábado, es una especie de “vuelta al judaísmo” y entonces ser acusados de “judaizantes”.

Entendemos que el Eterno Dios instituyó el Shabat antes de la existencia del pueblo de Israel, antes de Moisés, antes de Abraham, incluso, antes de Adán.

Por lo tanto, todo redimido en la sangre del Cordero debe acercarse a esta celebración con una actitud correcta, evidenciada primeramente por la clara apreciación de que no estamos haciendo ninguna cosa con el propósito de ganarnos el favor de Yahvéh, porque ese favor ya fue ganado para nosotros por medio de la muerte de Yashúa y de Su sangre preciosa derramada en la cruz del Gólgota.

También queda bien entendido que cuando apartamos apropiadamente el Shabat, estamos declarando nuestra verdadera libertad. ¡Somos libres en el Mesías, por lo tanto, no trabajamos el día sábado porque celebramos el Shabat!

A menos que entremos en este descanso semanal con la actitud correcta, nunca descubriremos las delicias que tiene esta celebración.

De la misma manera que sería muy difícil describirle a un ciego de nacimiento la belleza de un atardecer junto al mar, así será muy difícil explicar a uno que no celebra el Shabat la dulce presencia del Eterno que se disfruta en la celebración de este día.

A fin de hacer del Shabat todo un acontecimiento y llamarlo realmente “delicia”, la preparación anticipada para ese momento es la clave del éxito. De otra manera vendrá el aburrimiento y no sé experimentarán las bellezas de este día.

Moisés es hecho un dios (elohim) ¿Puede un ser humano llegar a ese nivel?

Por P.A. David Nesher

 

«Mira, yo te he constituido dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta».

(Éxodo 7: 1 _ RV 1995)

Estudiando el libro de Shemot (Éxodo), existe este momento del relato que sorprende a nuestro entendimiento, sometiéndolo a muchos cuestionamientos. Leemos que el Eterno, nuestro Dios, dio a Moshé un cargo extraordinariamente grande: ser un elohim (dios). Sí, tal y como lo hemos leído e interpretado, el texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim – נתתיך אלהים  – para el faraón.

 

(Nota: Antes de continuar me gustaría invitarlos a leer el estudio que escribí acerca del significado y origen del término hebreo Elohim aplicado al Eterno, nuestro Dios y Abba).

 

Para comprender bien este pasuk (versículo) debemos recordar que Faraón había rechazado el lidiar directamente con Yahvéh al decir:

”¿Quién es YHVH, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a YHVH, ni tampoco dejaré ir a Israel.”

(Éxodo 5:2)

Ante esta actitud ególatra de este soberano, el Eterno determinó que lidiaría con Faraón a través de Moshé. Por eso, YHVH otorgó a Moshé un cargo extraordinariamente grande. El texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim para el faraón.

Ahora, bien, quiero señalar que esta es la segunda ocasión que está escrito que Moshé es elohim.  Leemos en el capítulo cuatro:

«Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti como boca, y tú serás para él como Dios (Elohim)».

(Éxodo 4:16)

La palabra hebrea traducida aquí “como” es en realidad la partícula ל (letra lamed). A pesar de que esta partícula podría simplemente marcar las palabras “boca” y “Dios” como objetos directos del verbo repetido “será”, en contexto, puede ser tomada como expresando comparaciones. Es decir, aunque Moisés no era Dios como Aarón no era una boca, Moisés es comparado a Dios y Aarón es correspondientemente comparado a una boca. El término técnico usado aquí para esta forma de hablar es símil.

Un símil es una figura retórica que utiliza el recurso de la comparación o semejanza entre términos. En este caso Aarón es comparado a una boca para Moshé, y Moisés es asemejado a Dios para Aharón. Al entender que estamos frente a un símil, se logra interpretar que en esta misión divina, la relación de Moisés a Aarón se asemeja a la relación de Dios con una boca humana. Desde aquí nos queda bien claro que Moisés no es llamado «un dios», ni tampoco es llamado «Dios».

Ahora, yendo a la segunda ocasión en la que se dice que  Moshé es elohim – נתתיך אלהים  – para el faraón (Éx. 7:1), el hebreo dice: «Yo te he hecho Dios para el Faraón.» Por favor, nótelo bien: Yahvéh no le dijo a Moisés que él «es» Dios, sino que Yahvéh ha «constituido» o «hecho» a Moisés Dios «para el faraón.» Estas calificaciones dejan absolutamente claro que este texto ha de entenderse en el mismo sentido que Éxodo 4.16, que como hemos visto, en el hebreo es un símil. Lo que sí debemos saber, es que en este texto, la falta de partícula ל cambia la forma de hablar de un símil a una metáfora.

Una metáfora es una figura retórica del lenguaje que produce el desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética. En la metáfora ocurre un desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética, en el que se hace una comparación sin el uso de la palabra “como”. En otras palabras, una metáfora es equivalente a un símil en cuanto al significado, pero con un toque estético. De manera qué, las frases: «Mi hija es como un ángel» y «Mi hija es un ángel» significan exactamente lo mismo. Cualquiera que lea la primera frase y luego poco después lea la segunda frase, no debería de tener problema en la comprensión de que la segunda frase es una metáfora. Ante lo que estamos considerando:

Símil — … y tú serás para él como Dios.” (Éxodo 4:16)

Metáfora — … yo te he hecho Dios para Faraón” (Éxodo 7;1)

Por eso, es a la luz del símil de Éxodo 4:16, es que se debe de entender Éx. 7:1 como una metáfora. Esto significa que debemos traducir el hebreo Elohim de Éx. 7:1 «[como] Dios» en lugar de «un dios«.

Como hemos visto, ni Éx. 4:16 ni Éx 7:1 afirman que Moisés era Dios o que Moisés era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de que Aarón (4:16) y el faraón (7:1) se relacionan a Moisés como si fuera Dios en relación con ellos.

Esto nos enseña que la palabra hebrea elohimאלהים  – no es un nombre personal, sino un cargo. Dicho de otra forma una función gubernamental. El título elohim destaca a una suma de autoridad y poder. El término tiene que ver con autoridad en abundancia y un conjunto de poderes para poder afirmar su voluntad. Desde esta acepción la palabra elohim reúne en sí todas las fuerzas infinitas y eternas. Con otras palabras elohim podría ser traducido como “máximo gobernante” y “juez supremo”. Por lo tanto el atributo elohim está íntimamente conectado con la justicia. Esta será la razón por la que es uno de los títulos que el Tanak (Antiguo Testamento) emplea para referirse a los jueces de una ciudad o asamblea (Éx. 22:9; Sal. 82).

De aquí entendemos que la función de elohim implica una responsabilidad y una autoridad sumamente grandes. Como un representante autorizado Moshé tenía el poder para hablar palabras poderosísimas como el Eterno mismo. Además, tenía el poder para hacer milagros poderosas las veces que quería. Él debía de estar ante Faraón en lugar de YHVH, no solamente llevando Su mensaje, sino también acompañándolo de actos de poder para demostrar la autoridad de dichos mensajes.

Cerrando toda consideración hasta aquí tratada, comprendemos que ni Éxodo 4:16 ni Éxodo 7:1 afirman que Moshé era Dios o que Moshé era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de Moshé como Dios para Aarón y el faraón. La connotación aquí es que Moshé actuaría en representación de Yahvéh, como su embajador.

Esta idea será llevada a la praxis de los discípulos del Nuevo Pacto, especialmente cuando el apóstol Pablo escribe de que los creyentes en Mashiaj son como cartas escritas por el mismo Yeshúa, las cuales todo el mundo lee (2 Corintios 3:2-3). Las personas que no ven al Eterno nos ven a nosotros; aquellos que no leen la Instrucción (Torah) leen nuestras vidas.

Para finalizar, y buscando una aplicación práctica a nuestras vidas, entre los hijos primogénitos del Eterno debemos aceptar que aquel que ha recibido tanta confianza divina es porque ha sido aprobado en sus exámenes y ha mostrado una fidelidad extraordinaria. Cuanto más fidelidad una persona muestre al Eterno, más autoridad y responsabilidad es capaz de administrar. Moshé era fiel y Yahvéh le confió el cargo de ser elohim. De la misma manera, Yeshúa asegura que habría señales de potestad celestial que seguirían a los discípulos que en Él creyeran (Marcos 16: 17-20).

Por favor, lector/a amigo/a, sé fiel en lo poco y serás digno de confianza a los ojos de Aquel que ve en lo secreto, y se complace en recompensar en público. Usa lo que te ha dado con fidelidad y tendrás cada vez más y más, hasta recibir la corona de la Vida cuando Él venga.

Sacerdotes y Serpientes Mágicas… Los «Milagros» Reptilianos de Egipto

Por P.A. David Nesher

Éxodo capítulo 7

Muchas veces, mientras estudiamos las Sagradas Escrituras, notamos que ellas, relatan acontecimientos muy particulares, que contienen una enseñanza muy importante, sin detenerse a explicar cómo sucedieron, y el por qué de sus razones. Un ejemplo de esto ocurre cuando, al estudiar el libro de Shemot (Éxodo), llegamos al séptimo capítulo.  

Este texto relata que cuando Moshé y Aharón se disponían a ir del Faraón, el Eterno le dijo a Moshé que si el Faraón les solicitara «muestra una maravilla» deberá indicarle a Aharón tirar su bastón frente al Faraón, y el cayado se convertirá en una serpiente.

Aharón hizo exactamente eso. Pero el pasaje también relata revela que los magos y hechiceros egipcios imitaron la transformación que Aarón realizó con su vara que quedó convertida en una serpiente. Vemos que ellos (los magos) instados por el pedido del faraón, “mediante sus artes secretas” lograron emular lo que Moshé y Aharón hicieron (v. 11). Esto podría significar que emplearon poderes sobrenaturales y que verdaderamente transformarán varas en serpientes. No obstante, las Escrituras Sagradas no declara explícitamente si agentes sobrenaturales, ya sea divinos (Números 22: 21 ss.) o demoníacos (Deuteronomio 18: 10-11; Job 2:7), estuvieron involucrados.

Todo este episodio de lanzar los bastones y transformarlos en serpientes requiere una explicación, que demandará de cada uno de ustedes reflexión y meditación.

¿Qué es un Mago en la cosmovisión egipcia?… ¿Quién podía llegar a este rango?

Para entender este pasaje, primeramente, debemos saber que la magia estuvo presente en el Antiguo Egipto desde sus comienzos como civilización.

En realidad era un fenómeno muy extendido entre toda la sociedad, desde el faraón a las clases más humildes. Todos trataban de actuar y de protegerse contra las adversidades normales de la vida cotidiana. Las enfermedades, las actuaciones de los enemigos, o los ataques de los animales dañinos, eran las preocupaciones más exigentes y perentorias a las que el hombre egipcio debía hacer frente. Finalmente, la superación de la muerte y la posibilidad de regresar al mundo de los vivos desde el denominado «Más allá» o «Mundo de los Muertos«, eran otras de sus mayores obsesiones.

Por todas estas causas, y a fin de estar protegidos (para conseguir sus fines), los egipcios utilizaron la magia. Pero esta magia era algo derivado del mundo esotérico que había tenido su nacimiento en el propio origen de lo religioso, de su relación con las fuerza del Sitrá ArjRá («Otro Lado») a quienes los egipcios invocaban como dioses.

La cercana relación entre la religión y la vida cotidiana hacía que en muchos oficios, que aparentemente tenían un desarrollo ordinario, sus cargos estuvieran desempeñados por sacerdotes. Así no era de extrañar que un simple escultor fuera sacerdote del dios Ptah (uno de los dioses creadores más importantes de todo Egipto) y un juez lo fuera de la diosa Maat (la diosa de la verdad y del orden cósmico).

Con la explicación hasta aquí dada, debo decir que el término mago’, puede que no sea el más idóneo para identificar a los conocedores de la antigua sabiduría que desempeñaron en Egipto un papel tan trascendente en el desarrollo de su proceso civilizador.

En realidad deberíamos hablar de los ‘sacerdotes lectores’ del antiguo Egipto, o como se los denominaba: los “servidores de la divinidad” (jem necher). Pero hemos de partir de la proximidad en el lenguaje, ya que las palabras y su forma de ser expresadas son esenciales para dar vida a lo que se quiere exponer.

Entre nosotros, poca gente ha oído hablar de los segundos y los terceros, pero, sin embargo, casi todos hemos quedado alguna vez atrapados en el misterio de los primeros, los magos de Egipto.

Según los griegos la palabra ‘mago’ procedía de Persia ( donde se decía magoi), y se utilizaba para referirse vagamente a los sacerdotes astrólogos, sabios e intérpretes de los sueños. Pero tanto a los griegos, como a los romanos, el mundo egipcio con sus monumentales templos y sus escritos llenos de embrujo y misterio, siempre les pareció íntimamente vinculado con la alta magia y, por tanto, los magos egipcios fueron para ellos los más importantes y prestigiosos de todo el mundo de la antigüedad. Pero, en realidad, parece que el mundo grecorromano tampoco estuvo demasiado bien informado sobre la auténtica naturaleza de lo que simplemente definían como una casta sacerdotal integrada por la clase de personajes a los que nos hemos referido antes. En consecuencia, la palabra ‘magia’ para el mundo clásico venía a significar algo parecido a ‘la religión de los magos’ (sacerdotes astrales).

En el caso escritural que estamos considerando aquí, tanto como en toda la TaNaK (mal llamado Antiguo Testamento), se transmite la idea de que la magia era el arte de obrar cosas maravillosas, desproporcionadas por su grandeza a los medios empleados, bajo la guía de dimensiones infrahumanas. Por ello es que tales prácticas estaban absolutamente prohibidas a los israelitas, bajo pena de muerte. Ellos conocieron de su existencia a través de sus contactos históricos con el pueblo egipcio y con otros de las regiones del Eúfrates y el Tigris, tales como los babilonios o los persas.

En los textos bíblicos la palabra ‘mago’ siempre se utiliza vinculada habitualmente a los términos ‘encantador’, ‘adivinador’, ‘hechicero’, ‘sabio’…..en suma, a una serie de conceptos que, de algún modo, trataban de sintetizar las cualidades que configuraban, según la experiencia del pueblo hebreo, la personalidad del ‘mago egipcio’.

El mago egipcio….personaje de alto conocimiento, era el sabio celestial entre los hombres, que poseía respuesta para todo lo que los simples mortales no lograran explicar. Por ello, el mago egipcio era el que conocía el arte de la interpretación de los sueños. Así se acreditó José, ante el faraón, quien, para desentrañar el significado de su sueño de las siete espigas y las siete vacas, ‘hizo llamar a todos los adivinos y a todos los sabios de Egipto…’(Génesis 41, 8.).

 ¿Qué era un mago?… ¿quién podía convertirse en uno?

Está claro que al hablar de los magos egipcios lo estamos haciendo de algo muy distinto a lo que hoy concebimos como tal. No se trataba de un ilusionista, no pretendía sorprender con sus conocimientos a otros individuos. Realmente era una especie de funcionario estatal cuya labor se exponía siempre en función de la religión. Para la mentalidad egipcia, la magia – denominada la heka, no poseía componente de tipo sobrenatural. Ella estaba unida a su vida diaria, como lo estaba la religión, y por este motivo los magos no eran divinizados. Se trataba de una labor estatal más.

En realidad los magos eran una figura semejante a la de los sacerdotes egipcios, pero que pertenecían al clero de los monasterios consagrados al dios Heka, nombre utilizado tanto para hablar de la magia en sí como de la divinidad específica referente a esta facultad.

Es evidente que no todos los individuos podían alcanzar los conocimientos que tenía un mago ni la capacidad para poder practicar la magia. De ahí que existieran una especie de escuela en la que aprendían aquellos que en un futuro podrían desarrollarla. Eran conocidas como “Casas de la Vida”(“per anj”) .

Estas academias estaban unidas a los templos y aquellos formados en ellas eran seleccionados según diversos criterios, y desde el momento del nacimiento e incluso con anterioridad al mismo. Dichos criterios podían variar desde sueños inspiradores de quienes estaban encargados de hacer la selección, hasta simples motivos de ascendencia familiar.

El ingreso en estas escuelas de esoterismo se hacía a muy pequeña edad. Toda familia que pudiera pagar la educación de su hijo, fuera de la condición social que fuera, era admitido en el templo bajo una recia disciplina. A partir de este momento comenzaba una larga carrera en donde el niño emprendía el estudio de las “medu necher” (es decur “las palabras divinas”) del dios con cabeza de ibis Thot (forma egipcia de llamar a Cus, el padre de Nimrod). Este espíritu demoníaco formaba al iniciado en el poder de mediunidad que poseía la lengua egipcia La enseñanza del egipcio se centraba principalmente en el aprendizaje del hierático, jeroglífico cursivo de trazos ligeros mucho más cómodo y rápido de escribir, con el que se podía hacer conjuros.

Así, rodeados de un halo de magia y poder, la clase sacerdotal vivía recluida en el templo, en donde, siguiendo un extraño ciclo de autorreciclaje, formaban continuamente nuevos iniciados que al cabo de los años les pudieran sustituir.

En estas escuelas de magia, la diosa egipcia Sekhmet era adorada por  medio de rituales mágicos. Así se esperaba que ella ayudase a los magos a renacer entre los muertos, y les concediese los atributos de su poder para ser dignos Hekau (magos), ya que la curación mágica era una especialidad de éstos sacerdotes que servían a dicha deidad.

Entonces, el ya iniciado el los misterios de la religión egipcia, podía acabar desempeñando multitud de oficios. Dependiendo de la habilidad de cada uno y, cómo no, de las intrigas de las que fuera capaz, un iniciado podía quedarse estancado en ser un simple sacerdote de bajo rango o aspirar a ser un profeta importante del dios.

En este mundo antiguo los magos también tenían niveles como los que recibían el nombre de encantadores de escorpiones o aquellos que utilizaban la magia para eliminar a los reptiles e insectos venenosos en una determinada área, ofreciendo sus dotes mágicas para la protección. Interesante para nosotros es conocer que a las matronas y las enfermeras también se las consideraba como magas, por haber desarrollado la capacidad de predecir la llegada de un bebe, así como también eran consultadas para que a través de sus artes, pudieran evaluar si un fantasma o la deidad estaba causando un problema personal al recién nacido.

En pocas palabras los jem necher (“servidores de la divinidad”), hacían de puerta entre las fuerzas incontroladas de la naturaleza y los hombres.

El mago egipcio, que también obraba el poder de transmutar, de cambiar las cosas aparentemente inanimadas en seres vivos y terribles: ‘…hizo llamar también el faraón a sus sabios y encantadores. Y los magos de Egipto realizaron también por sus sortilegios el mismo prodigio. Y echaron cada uno su báculo, que se convirtieron en serpientes….’ (Éxodo 7, 11-12).

El mago egipcio, era aquel que había sido iniciado en las fórmulas secretas utilizadas para combatir el daño producido contra alguien:

‘…..Yahvé dijo a Moisés:

Dí a Aarón: toma el cayado y tiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus canales, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de aguas, todas se convertirán en sangre……pero los magos de Egipto hicieron otro tanto con sus encantamientos, y el corazón del faraón se endureció……’

(Éxodo, 7, 19-22)

Estas eran las nociones que el mundo bíblico transmitió respecto de este grupo de sacerdotes que hicieron del estudio del mundo creado y del conocimiento de las energías sutiles que lo rodean, el objeto de su investigación y práctica diarias.

Debo decir aquí que, en nuestros días, la mayoría de los estudiosos biblistas, usando la lógica de la crítica bíblica, creen que los egipcios usaron simplemente trucos para respaldar su fama. En esta ocasión, ellos afirman que estamos ante un acto de prestidigitación.

El fundamento de esta hipótesis, parte del hecho de que a lo largo y a lo ancho del mundo antiguo, los sacerdotes paganos regularmente engañaban a personas ingenuas (por ejemplo un sacerdote podía esconderse en un ídolo grande y hueco y hablar por el dios). De este modo, los egipcios pudieron haber usado la prestidigitación, de modo similar a los magos de escenario moderno que realizan trucos con animales, asombrando a los niños de hoy. La evidencia también revela que los egipcios regularmente practicaban un método de encantamiento de serpientes que les permitía poner a estos animales en un tipo de catalepsia, Por lo cual permanecían tan rígidas como un palo hasta que despertaban. Este truco todavía se practica en Egipto actualmente.

 ¿Cuál era el Propósito Divino de esta Señal?

«… más la vara (bastón) de Aarón devoró las varas (serpientes) de ellos,…»
(Éxodo 7:12)

Debemos saber que la monarquía egipcia tenía como símbolos principales el bastón o (vara mágica) y la serpiente. En los relieves y dibujos antiguos del Faraón se los suele ver con el bastón en su mano y con su gorro adornado con una cobra, animal que expresaba todos los misterios de las divinidades egipcias, especialmente los del Mundo de los los Muertos con quien el Faraón supuestamente se conectaba diariamente. Por esto, es útil reconocer que el propósito de este texto bíblico no era desenmascarar a los magos egipcios, sino mostrar que el poder del Dios de Israel era más grande que cualquier poder que Egipto poseyera.

Debemos entender que la descripción de la Torah hace de los hechos, se logra ver que las maravillas y plagas no tuvieron como único fin castigar a Egipto. Ellas más bien apuntaban a quebrar el antagonismo de los egipcios hacia YHVH. Esto se debía a que la cosmovisión del mundo imperante en Egipto era que el Altísimo no tiene influencia ni dominio sobre la realidad actual de la existencia. Sus creencias sostenían, que una vez creado, el Universo dependía de manera absoluta de las fuerzas de la naturaleza, y no del Eterno. El Eterno quebró este pensamiento por medio de las plagas. Cada una de ellas destruyó un aspecto específico de la ideología egipcia. Como prólogo general a las plagas y a los conceptos que expresaban, vino el milagro de tragar a los bastones.

Entonces, lo que aquí la Torah intenta demostrar es que Moshé y Aharón son mucho más poderosos que los magos de la corte del faraón, porque tenían el respaldo de la autoridad divina que los enviaba a la corte egipcia. Estos eran capaces de poner una serpiente real en erección vertical rígida, dando la sensación de ser un auténtico cayado, pues bien, Moshé y su hermano son capaces de convertir un cayado de madera en una serpiente real, cosa que no pueden hacer jamás los magos egipcios. Así queda demostrada y realizada al máximo la fuerza del portavoz divino. Con estas apreciaciones el escritor sagrado pretende garantizar que Yahvéh es mucho más fuerte que toda la magia egipcia.

Nos resultará interesante la siguiente curiosidad. Éste no fue exactamente el mismo milagro que Moshé experimentó en el Monte Sinaí y el cual ejecuto ante los ancianos de Israel (Éxodo 4:2-5 y 4:29-30). Se vio a la vara de Moshé convertirse en una culebra, pero la palabra hebrea usada aquí es diferente.

La expresión hebrea utilizada aquí para serpiente, en la que se convirtió la vara de Aharón, no es la de uso más general en las Sagradas Escrituras, sino que lleva un significado más específico, con un mensaje de peso celestial.

Cuando Moshé fue llamado a cumplir su misión especial, el término para serpiente que aparece en ese relato es najash (Éxodo 4: 3,4). Dicha expresión certificaba el uso de la vara de Moshé, ya que con ella, el caudillo acreditaría su vocación mesiánica y profética ante el pueblo de Israel.

En cambio, el término hebreo usado aquí para serpiente o culebra, es tannin. Esta expresión era usada especialmente por los conjuradores egipcios, y que en otras partes bíblicas se refiere a un monstruo marino (la versión griega lo traduce «dragón» o «cocodrilo«).

Ellos, los magos egipcios, utilizaban esta palabra en todo ritual egipcio (Tanem) como símbolo del monstruo serpiente que representaba el poderoso origen de este gran imperio humano. La serpiente (Tanem) era el símbolo mismo de Mitzraim (Egipto), y la invocaban con este nombre como la serpiente primordial, de quien decía devenía todo el cosmos. Para ellos, representaba el principio de antagonismo contra la luz y la vida, que dicho imperio estaba llamado a custodiar en el orden cósmico que el Faraón supuestamente garantizaba con sus conjuros y holocaustos. Por esto, es que la expresión tannim (dragón) se usa en los escritos proféticos, haciendo referencia a Egipto (Salmo 74:13; Isaías 27:1; 51:9). Teniendo esta idea, vemos que el profeta Iehezkel, denomina a Parhoh (Faraón) «el monstruo grande el que yace en medio de sus arroyos» (Ezequiel 29:3; 32:2); esta frase se traduce del hebreo התנים הגול «HaTanim haGadol».

Ahora prestemos atención a lo que realmente las Sagradas Escrituras dicen:

«… más la vara de Aharón devoró las varas de ellos,…»

(Éxodo 7:12)

Si hemos leído con atención, notaremos que no dice que fue la serpiente de Aharón que devoró las serpientes de ellos. De allí el Talmud y el Midrash [Shemot Rabá 9:7; Shabat 97a; Rashí] enseñan que después de haberse convertido otra vez en vara, devoró las varas de los magos egipcios. Evidentemente, para esto, ellos no estaban preparados, y su derrota apareció en la pérdida de sus varas, las cuales eran probablemente serpientes verdaderas. Esto muestra la superioridad del poder del Eterno sobre el poder mágico que viene de los demonios.

Aharón simboliza en esta puja el lado de la kedushá (santidad), y su bastón representa la fuerza divina que emana de la santidad. La serpiente simbolizaba a Egipto (en hebreo Mitzraim). Los  magos del Faraón presentaron una posición opuesta, mostrando que sus propios bastones se convertían en serpientes. Con eso replicaron que Egipto posee fuentes propias de poder y no necesita depender sólo de la santidad divina. Por eso, con el hecho de que el bastón se transformó en serpiente, Aharón le demostró al Faraón, que la misma existencia de la serpiente proviene del bastón, o sea que todo lo que era Egipto en ese momento, en realidad emanaba de la santidad del Eterno y, por lo tanto, no posee existencia propia.

Cuando la vara de Aharón se tragó a las serpientes de los egipcios, el acontecimiento predijo un desastre para el Faraón, y todo su poderío imperial reptiliano. La vara representativa de la kedushá del Dios de Israel había derrotado a uno de los símbolos nacionales de Egipto, la serpiente, un animal considerado sagrado en el bajo Egipto donde sucedió el enfrentamiento de Moshé con el Faraón.

Con esto Yahvéh les dejó en claro, que todas las fuentes de fuerza del otro lado, denominado en hebreo la «sitrá ajrá» (el opuesto a la santidad y  a la verdadera Divinidad) son sólo una ilusión. Por lo tanto, no poseen sustancia y existencia verdadera frente a la santidad (kedushá).

La señal fue usada por Yahvéh para revelar al Faraón y sus filósofos reptilianos, que no poseían fuerza propia alguna y que el dominio absoluto del Altísimo se extiende también sobre ellos. Ésta fue la introducción que generó un quiebre general del eje central de la cosmovisión egipcia, a continuación vinieron las diez plagas que destruyeron uno a uno los diez niveles que había en la impureza egipcia.

Este portento develó el enigma de todos los hechos que acontecerían después. El Faraón se asemejaba a un tronco seco. Empero, por medio de estos dos hombres Justos (Moshé y Aharón) él será «englutido» y desaparecerá de su lugar y de su imperio.

¿Podemos Confiar Sólo en los Milagros?

Todo esto enseña que en este sistema reptiliano todo argumento de Luz que disguste a los hombres, porque se opone a su orgullo y lujuria, tarde o temprano los convencerá. Pero, si es fácil hacerlos creer que son ciertos los mensajes que les anuncian las cosas que desean, el Eterno manda siempre con Su Palabra pruebas concluyentes de su autoridad divina. Pero cuando los hombres se inclinan a la desobediencia, y quieren poner objeciones, Él permite a menudo que se ponga ante ellos una trampa donde ellos mismos quedan atrapados.  Nadie ayuda más a destruir pecadores que aquellos que resisten la verdad distrayendo a los hombres con algo parecido a la verdad, pero falso (léase falacia). Debemos estar vigilantes y velar, ya que el HaSatán (el Adversario) es un enemigo peligroso especialmente cuando se disfraza ángel de luz (2 Corintios 11:4).

Al finalizar, y reflexionar en los hechos relatados aquí, podemos decir que aunque los milagros nos pueden ayudar a creer, es muy peligroso basar nuestra fe solamente en ellos. HaSatán, nuestro enemigo, puede imitar algunas partes de la obra del Eterno y lograr que la gente se descarríe (2 Tesal. 2: 9, 10). Esto significa que los milagros pueden probar que algo es sobrenatural, pero no pueden probar que algo sea verdad. El faraón se fijó únicamente en los milagros e ignoró el mensaje profético del Señor. Nosotros podemos evitar este error, si nos proponemos basar nuestra fe únicamente en la Instrucción divina. Grabemos bien esto en nuestras mentes: ningún milagro que proviene de Yahvéh apoyará un mensaje contrario a las enseñanzas reveladas en Su bendita Torah (Instrucción).

En amistad y servicio David Nesher

La vara de Moisés y tus Talentos.

P.A. David Nesher

 

“Y Yahvéh dijo:
¿Qué es eso que tienes en tu mano?
Y él respondió: Una vara.”

Éxodo 4:2

 

Cuando el Eterno le pregunto a Moisés qué tenía en la mano, fue el comienzo de todas las hazañas colosales que Yahvéh hizo a través de él, en favor de Su Pueblo.

Al estar frente a la zarza ardiente, Moisés no podía ver como él, un varón humilde y exiliado en el desierto de Madián, podría ser el gran libertador del pueblo de Israel. ¿Cómo podía ser esto posible?

Moisés estaba tratando de encontrar las excusas “perfectas” para zafarse del llamado divino para su vida. Sin embargo, el Eterno le reveló que Él comenzaría su obra redentora con lo que Moisés había tenido consigo todo ese tiempo en el desierto de Madián, cuando le pregunto, “¿Qué es eso que tienes en tu mano?” Moisés respondió: “una vara”. Y con esa vara y esa mano (más la vara de su hermano Aarón), Yahvéh mando las diez plagas sobre Egipto, partió el mar rojo cuando el ejército de Faraón los tenía atrapados y saco agua de la roca cuando no tenían nada para tomar, venció a Amalec, etc.

El Eterno nos ha otorgado a todos los seres humanos muchos talentos y habilidades. Sabemos que Yahvéh, al terminar de crear a la humanidad, llamó a su creación “buena en gran manera”. Desde entonces, nuestro Dios, espera que los hombres sean conscientes que Él nos hizo a cada uno tan diferentes y complejos, que espera que coloquemos todas nuestras cualidades y capacidades al servicio de una dinámica de reparación y transformación (tikún). Es posible que en ocasiones no veamos nuestro potencial, pero el Eteno, que nos hizo a Su imagen, ciertamente sabe cuál es nuestro potencial y cuál es nuestro valor en Su Reino.

Cuando leemos el versículo 20, encontramos cual es el secreto de todo lo que sigue: la vara de Moisés pasó a ser la vara de Dios. El secreto de la victoria consiste en que todo talento y habilidad humana se convierta en la vara de Dios.

Moisés, a partir de este encuentro terminó teniendo una fe tremenda. La revelación escritural asegura que sin fe, es imposible agradar a Dios. Por causa de esta fe, el relato bíblico dice que nunca hubo un profeta como Moisés. Con fe Moisés levanto su vara y las plagas se desparramaron por Egipto. Moisés levanto su vara cuando el ejército de Faraón se acercó y los tenía atrapados en el Mar de Aqaba. Moisés levanto su vara con fe y Dios hizo los milagros más maravillosos que ha habido antes de la manifestación del Mesías.

Siempre vale la pena darle lo que tenemos al Señor. Jesús inmortalizo a la viuda y su ofrenda, ella ha sido recordada a través de la historia por darle todo lo que tenía al Señor (Marcos 12:41-44).

Los años que Moisés pasó atendiendo ovejas no fueron en vano. Esos años depositaron en la mano de Moisés cosas que él podría usar para la gloria de Yahvéh. Es maravilloso notar que el Eterno no usó el cetro que estaba en la mano de Moisés cuando él vivía en Egipto, pero sí uso la simple vara del pastor que había egresado de la Escuela del Desierto.

Todos los seres humanos tenemos algo que ofrecer, para ver manifestado el propósito eterno de Dios en este mundo. Somos hechura del Señor y Él ve un gran valor en su creación humana. Eres creado con un propósito. El Eterno te hizo especial. ¡No hay ninguna otra persona en el universo como tú! Todos nosotros tenemos algo para compartir en la historia que estamos escribiendo. “La dádiva del hombre le ensancha el camino y le lleva delante de los grandes” (Proverbios 18:16).

Curiosidades: Cuando los pezones viriles eran obscenos

En 1930 cuatro varones fueron arrestados en New York por sacarse la camisa en una playa de Coney Island.

En 1935 en Atlantic City fueron arrestados 42 hombres por hacer topless masivamente en forma de protesta.

Después de varios años el estado de New York reconoció que los pezones de los hombres ya no eran obscenos socialmente.


Moraleja: Las sociedades evolucionan cuando las personas se rebelan. Estás aquí y ahora para cambiar la historia.

¿Bendecir comparando con animales?… ¿Qué es eso?… ¿Dónde está lo mesiánico?

“Entonces Yaakov llamó a sus hijos, y dijo: Reuníos para que os haga saber lo que os ha de acontecer en los días venideros. Juntaos y oíd, hijos de Jacob, y escuchad a Israel vuestro padre…
Yisajar es un burro…
Sea Dan una serpiente…»

(Génesis 49:1-2 ; 49: 14, 17)

 

Yaakov, discerniendo que sus días en la Tierra habían llegado a su fin, convocó a todos sus hijos para bendecir a cada uno. Se dispuso así a realizar lo que él sabía que sería su último y más significativo acto como patriarca y como heredero de Abraham y de Isaac: declarar lo designios celestiales a sus generaciones.

En la cultura oriental, esa última bendición del padre es muy importante. Era, (y es aún hoy día) considerada todavía como parte de la herencia más poderosa que un padre les deja a sus hijos. Tiene un significado muy especial porque las obligaciones y privilegios de los pactos ancestrales son transmitidos a la siguiente generación.

La bendición de Yaakov no consistía solamente en desear buenas cosas para los hijos, como hoy un padre occidental lo haría desde el pensamiento mágico que Babilonia la Grande (Roma) ha implantado en la mente de sus súbditos. La bendición hebrea jamás está basada en “buenos deseos”, sino en una apreciación profética. Está basada en la apreciación del carácter de cada hijo, según el padre lo aprecia con ojos espirituales. La bendición patriarcal consiste en pronunciamientos con referencia a eventos del pasado, situaciones del presente y visión del futuro como historia desde la perspectiva del Eterno y sus promesas. En otras palabras, la “bendición paterna o patriarcal” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ve con ojos espirituales en los hijos. Un patriarca, al bendecir, revelaba y decidía el destino de sus hijos. En este sentido, la bendición es una profecía y su cumplimiento es certero e inalterable.

Lo curioso, y a la vez poderoso, de la bendición final de Jacob (hebreo Yaakov) es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos.

Esta es la primera profecía conscientemente hablada por el ser humano en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por Yahvéh (como la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15),y otras profecías veladas por los hombres,pero esta es la primera profecía conocida y escrita en la Torah.

Las Sagradas Escrituras revelan que nuestro padre tuvo una revelación de lo que acontecería en los “días venideros”. El texto en hebreo traduce esta expresión de «Ajarit HaYamim», que literalmente significa: «últimos días». Lo que Jacob quiso, en verdad, era revelarles a todos sus descendientes el final de los tiempos. Por ello, en la bendición de Jacob encontramos mensajes proféticos que revelan el futuro de cada tribu, incluso hasta el momento de la venida del Mesías. Aquí se nota la importancia que tienen las decisiones y acciones de personas con una importante responsabilidad histórica.

Para comenzar nuestro estudio, encontramos tres características en el mensaje de Jacob para cada uno de sus hijos:

  • La identidad y el carácter de cada tribu.
  • El desarrollo histórico de cada tribu.
  • Los sucesos de los últimos tiempos.

A esta altura del tiempo Jacob llegó a entender que el proceso de selección divina ya había terminado. El sabía que el Eterno no elegiría a uno de sus hijos y rechazaría a otros. Nada de eso. A partir de ese momento, y por medio de esta declaración profética salida de sus labios en forma de bendición, todos (los doce hijos) iban a formar parte de la nación que Yahvéh estaba formando para traer bendición a todas las familias de la Tierra, tal como lo había prometido a Abraham e Isaac (Gen. 12:1-3; Gen. 26:3-4).

Yaakov bendijo a cada uno de sus hijos con una declaración profética muy particular. Cuando llegó a Yisajar y Dan les llamó burro y serpiente. ¿Cómo reaccionarías tú si tu padre te dijera: “…burro…», «…que seas una serpiente…”? ¿Te ofenderías? ¿Por qué te ofenderías? ¿Porque tu padre te llamó burro y serpiente? Y en el caso de la bendición de Yaakov, entendiendo que eran palabras proféticas traídas del cielo, ¿cómo te sentirías si el Cielo te dijera burro y serpiente? ¿Qué clase de bendición sería eso?

Si uno sería ofendido por eso es porque estaría dando un sentido negativo y ofensivo a las palabras burro y serpiente, ya que en nuestros días muchas personas usan el calificativo de animales para ofender a otras. Palabras como “cochino”, “burro”, “lobo”, “mono”, “perro”, “cerdo” etc. son utilizadas cotidianamente para ofender. En ese caso se está haciendo una comparación entre la conducta del hombre con la de cierto animal, y entonces se fija en lo negativo, aplicándolo a una persona, para hacerle daño. Si la persona que recibe la ofensa es sensible o si tiene un complejo de rechazo o de inferioridad será muy dañada por tales palabras. Es como echar sal en sus heridas emocionales.

Sin embargo, al considerar la cosmovisión hebrea de Yaakov, la comparación se hace positiva en lugar de negativa. Todo depende del sentido que se da a las palabras.  Veamos dos ejemplos de esto: Yisajar (Isacar) comparado con un burro, y Dan con una serpiente.

El burro era el animal que se utilizaba en la época de los patriarcas como el medio de transporte y de carga. Era un animal muy útil para todo tipo de quehaceres.

Los burros son capaces de acarrear entre el 20% y el 30% de su peso corporal. A pesar de no ser tan rápidos y fuertes como los caballos, su mantenimiento es menos costoso, tienen una gran resistencia y una larga vida y son más ágiles en terrenos abruptos e irregulares que los caballos. En cuanto a su simbolismo oriental, puede significar simpleza pero también estupidez y terquedad.
En la Biblia, el burro aparece como el animal del tiempo de trabajo y de paz, en oposición al caballo, que es el animal de la guerra, usado por los ejércitos invasores.

Desde todo esto la cosmovisión profética que Yaakov tenía del burro es que es uno de los mejores siervos que el hombre ha tenido a lo largo de su historia. Por lo que está anunciando a su hijo, y los descendientes de este, la característica principal que ellos manifestarían a las naciones.

Yaakov también comparó a su hijo Dan con un animal: la serpiente. Esta comparación no parece halagadora, pero en realidad aquí se está usando en el sentido positivo de su simbolismo.

El Mesías Yeshúa dijo que seamos “astutos como serpientes”:

Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas

(Mateo 10:16)

 

Por esto debemos entender que Yaakov está usando a la serpiente como algo muy positivo, ya que es el simbolismo de la defensa contra los enemigos.

El secreto de esto en verdad se encuentra en la gematría de la palabra serpiente que coincide con la del Mesías:

Mesías – mashiaj – (358) = serpiente – najash (358).

Por lo que Yaakov está anunciando a través de esta declaración, es que la defensa contra el enemigo (ego, orgullo = caballo y jinete) será saber discernir en juicio recto (Dan significa juicio divino) por medio de la visión del Mesías como vencedor de la tendencia del alma humana a pecar.

El último ejemplo que quiero tratar es la bendición de Yaakov sobre su hijo Judá.

“Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león, o como leona, ¿quién lo despertará?”

(Génesis 49:9)

El león comienza como cachorro, pequeño e inmaduro, … así era Judá. Pero ese cachorro se convierte en león. Y del linaje de Judá vendrá el Mesías, Yeshúa, quien se le conoce en las Sagradas Escrituras como “el León de Judá” (Apoc. 5:5).

Siguiendo el concepto del león, sabemos que éste es “el rey de la selva”. En su bendición a Judá, Jacob profetizó que sus descendientes iban a ser reyes.

 “El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él sea dada la obediencia de los pueblos”

(Génesis 49:10)

La frase: “…hasta que venga Siloh” significa: Hasta que venga el Mesías. Hoy, sabemos y creemos que el Mesías es Yeshúa, quien es descendiente de Judá, del linaje de David (Apoc. 5:5). Siloh significa: “reposo, tranquilidad”. El Mesías es el único que podrá traer paz verdadera al alma de los hombres y gobernará sobre toda la Tierra (Rom. 15:12).

La profecía de “liderazgo” tomó unos 640 años en cumplirse (con el reinado de David, primero de los Reyes de la dinastía de Judá), y unos 1600 años en cumplirse en Jesús. Jesús es conocido como Siloh, nombre que significa: “Él hombre cuyo derecho es” en la antigüedad se entendía que con este título se hablaba del Mesías.

 

Como podemos darnos cuenta, las palabras de nuestro padre Yaakov a sus hijos eran solamente positivas y constituyen grandes bendiciones, relacionadas con los tiempos mesiánicos que el Eterno traería al mundo por medio de la nación de Israel que de esos doce hijos saldría.

Esto nos enseña que las palabras pueden tener diferentes significados en diferentes personas, culturas, tiempos y contextos. Por lo tanto, cuando leemos las Escrituras es muy importante que no intentemos entender las palabras hebreas según el contexto moderno ajeno a la cultura hebrea antigua.

La mayoría de las falsas doctrinas y las malas interpretaciones de las Escrituras dependen de la falta de conocimiento del significado de las palabras en su contexto.

Aunque los traductores de las Escrituras han intentado, con toda su buena intención, traspasar a otro idioma y cultura conceptos que fueron escritos y entendidos en culturas e idiomas muy diferentes, siempre se introducen errores y malos entendidos en las traducciones. Esto es inevitable.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la plataforma teológica desde la cual se lee, interpreta y traduce las palabras divinas. Un traductor que no considere la mentalidad hebrea y sus raíces nunca podrá entender las Escrituras hebreas de manera correcta, porque su mente está formada por conceptos teológicos que contrastan con la idiosincrasia de las Sagradas Escrituras. Aceptemos esto hoy, si le es difícil entender las Escrituras para uno que tiene el hebreo como su lengua materna, ¡cuánto más difícil no será para un extranjero!

Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado a la hora de sacar doctrinas desde las traducciones de las Escrituras. Al leer una traducción no solamente se lee la traducción de las palabras originales, sino también lo que el traductor piensa que quiere decir lo que se escribió en el original y eso no siempre concuerda con la verdad, simplemente porque el traductor le da otro sentido a los términos que el que tenían cuando fueron escritos, no porque no haya querido entenderlos correctamente, sino porque su mente ha sido formada de manera diferente y su entendimiento de los términos es diferente al original.

Lo mismo sucede cuando se lee las Escrituras directamente en su idioma original hebreo, arameo y posiblemente griego. Hay que tener cuidado de no introducir en las palabras los significados modernos o greco-romanos porque en tal caso vamos a entenderlas mal y sacar conclusiones muchas veces dañinas para nuestra fe y conducta.

En este momentos elevo una plegaria para que el Eterno nos dé humildad para prestar atención a lo que enseñan los que conocen al Eterno y las Escrituras y, ante todo, que nos dé un espíritu de revelación y sabiduría de lo Alto a la hora de escudriñar las Sagradas Escrituras para que las podamos entender correctamente para nuestra correcta formación.

Por último, y volviendo a nuestro pasaje, vemos que Yaakov  bendijo a cada uno de su hijos y dio una predicción de su futuro, teniendo en cuenta su carácter. La manera como habían vivido se reflejó en la bendición y en la profecía dicha por Yaakov. Es evidente que nuestro pasado afecta el presente y determina el futuro. Mañana, al amanecer, todas nuestras acciones de hoy serán parte de nuestro pasado. Sin embargo, ya empezaron a forjar el futuro. Por eso me atrevo a preguntarte a ti, mi amado lector: ¿Qué acciones puedes hoy llevar a cabo o evitar para forjar positivamente tu futuro?

 

 

NOTA RELACIONADA Y RECOMENDADA:

 

La Bendición Tripartita de José

 

Crear Atmósfera de Milagros… (El Poder de Rezar el Shemá)

La Hambruna como Señal de Castigo Divino.

Estudiando la parashá MiKetz hemos visto que la interpretación de Yosef , de los dos sueños de faraón, se cumplió fielmente. Evidentemente, por toda la extensión del país egipcio debe haber ocurrido alguna catástrofe de grandes dimensiones, porque Egipto recibe casi toda el agua de que dispone, vía el río Nilo, de las lluvias estacionales que caen en lo profundo del este de África. No sólo escasearon las lluvias allí, sino que el río Nilo, que se desborda todos los años, aparentemente no se salió de su cauce durante varias temporadas, quizás en todo el transcurso de aquellos siete años. Sin la crecida de las aguas del Nilo muy poco podía cosecharse en Egipto.

Como resultado de la planificación de Yosef, Egipto se convierte en el granero del mundo durante los años de hambre. Yosef se aseguró de acumular en todo Egipto grandes cantidades de granos. Luego comenzaron los siete años de hambre y así es que ordenó abrir los depósitos y vender a los egipcios los alimentos. Toda la gente se dirigió a Yosef para obtener granos. Él estaba preparado. No sólo era el distribuidor de todos los granos a lo largo de Egipto, sino que era el que vendía detrás del mostrador para asegurarse de que todos tuvieran suficiente y para prevenir acaparamientos.

También en Canaán había una terrible hambruna, lo que motivó a Yaakov a enviar a sus hijos a Egipto para comprar provisiones, pero retuvo a su hijo menor Binyamín quien quedó en su casa por temor a que le ocurriera alguna desgracia.

Pues bien, considerando esta historia en el marco de la Historia Universal, no hay duda alguna que el hambre y la escasez han acompañado por siglos la evolución de la vida del hombre, múltiples capítulos de la historia de la humanidad así lo reflejan, largos períodos de hambruna generaron muerte y miseria. Esas largas jornadas de hambruna fueron manifestaciones intensas de la pobreza. Este tema, particularmente lo notamos en los relatos de la vida de nuestros padres de la fe que el libro de Bereshit (Génesis) nos brinda.

El mundo antiguo, que enmarcaba la vida de nuestros patriarcas, se caracterizaba por la práctica de la denominada agricultura de subsistencia. Este tipo de economía casi siempre se encontraba acompañado de la desnutrición crónica debido a distintas causas.

Miles de personas, en un momento dado, sentían que estaban sólo a un paso de morir de hambre. Causas naturales (sequías, langostas y plagas) originaban dichas hambrunas.

Las mismas se veían incrementadas por acciones humanas bélicas que causaban estados de sitio y la destrucción de campos por los ejércitos invasores, hasta agravar la escasez de alimentos por la el acaparamiento. En las Sagradas Escrituras encontramos muchos ejemplos de este contexto histórico. El profeta Joel, en su primer capítulo, narra la desolación producida por una plaga de langostas, mientras que el profeta Isaías, en su capítulo séptimo, registra la devastación de la economía de agricultura de Judá, por los invasores asirios.

Usualmente, las hambrunas en esta parte del mundo eran temporales y locales, pero se han documentado algunos casos extendidos y de larga duración. Se sabe que una sequía prolongada y de gran alcance, con sus hambrunas consecuentes intermitentes, centradas en Egipto, tuvieron lugar desde el siglo XXII hasta el siglo XX a.EC. Al menos así lo certifican los textos egipcios de este periodo de tiempo. Un ejemplo de esto está en las Advertencias  de Ipuwer, en las que se describe el caos social relacionado con la hambruna de Egipto, e indica que durante este tiempo la gente moría de sed y prevalecían condiciones semejantes a las de un desierto. Este periodo de frecuentes hambrunas corresponde a la era patriarcal.

La primera hambre de la que nos ha llegado registro histórico fue aquella que obligó a Abrám (más tarde Abrahán) a dejar Canaán y residir como forastero en Egipto. (Gén. 12:10.) En los días de Isaac sobrevino otra hambre, pero Yahvéh le mandó al hijo de Abrahán que no fuera a Egipto. (Gén. 26:1, 2.) El hambre de siete años que le sobrevino a Egipto cuando José era primer ministro y administrador del alimento se extendió muy lejos de las fronteras egipcias, porque “de toda la tierra [fueron] a Egipto a comprarle a José [alimento]”. (Gén. 41:54-57.).

Mientras que las inscripciones egipcias evitan escrupulosamente cualquier referencia a la estancia de Israel en Egipto, hay antiguos textos egipcios, como el citado más arriba, que mencionan períodos de hambre provocados por la crecida insuficiente del río Nilo. Un texto hace mención de un período de siete años de pequeñas crecidas del Nilo y el hambre que esta situación provocó. Según el relato, cuando pasó el hambre, se concedieron al sacerdocio ciertas porciones de la tierra. Aunque queda la duda en cuanto a si el documento no es “una falsificación sacerdotal posterior, con el propósito de basar en ella la reclamación de privilegios territoriales”, por lo menos vemos reflejada una tradición concerniente a un período de siete años de carestía. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 29.)

Antes de que Israel entrara en la Tierra Prometida, el Eterno les aseguró que tendrían abundancia de alimento si le seguían sirviendo fielmente (Dt 28:11, 12.). Sin embargo, la Torah dejaba bien revelado que la hambruna sería uno de los temibles resultados de la infidelidad (Dt 28:23, 38-42.). Un hambruna que se produjo en los días de los jueces hizo que Elimélec y su esposa Noemí se fueran a vivir a Moab como residentes forasteros (Rut 1:1, 2.). Leemos también que el Eterno trajo un hambre de tres años sobre la tierra de Israel en los días de David debido a la culpa por derramamiento de sangre que había contraído la casa de Saúl con relación a los gabaonitas (2Sa 21:1-6.). En respuesta a la oración de Elías, Israel padeció una sequía de tres años y medio que resultó en un hambre severa (Snt. 5:17; 1Re. 17.). Además de las hambres generales del tiempo de Eliseo, el sitio sirio de Samaria causó un hambre que dio lugar a un caso de canibalismo (2Re 4:38; 8:1; 6:24-29.).

Siglos más tarde Yeshúa (Jesús) predijo que la escasez de alimentos sería una de las características que señalarían la conclusión del “sistema de cosas” o sistema reptiliano (Mt 24:3, 7; cf. Rev 6:5, 6).

Años después, un profeta de las primeras comunidades mesiánicas llamado Agabo predijo una hambruna mundial (Hechos 11,28), la cual verdaderamente sucedió durante el reinado del emperador Claudio (44 al 48 d.E.C.). Es lo atestiguan fuentes extra bíblicas. Por ejemplo, Tácito, en los anales 12.43 menciona que las “cosechas escasas” durante ese periodo provocaron hambrunas en distintas regiones del imperio.