Recuerden que el Eterno proporcionó al día de Shabat santidad y bendiciones después de la creación de los cielos y de la tierra, tal como se señala en la Torah:
“Elohim bendijo al séptimo día y lo santificó, pues en él descansó de toda Su actividad que Elohim había creado para hacer”
(Génesis 2:3).
Por medio del cumplimiento de Shabat demostramos nuestra fe en el Eterno, quien creó los cielos y la tierra. De la misma forma que Yahvéh creó el universo durante los seis días de la creación y descansó al séptimo día, así nosotros también debemos descansar de nuestras actividades en el séptimo día. Así lo expresa la Torá: “Los hijos de Israel guardarán el Shabat, para hacer del Shabat por todas sus generaciones un pacto eterno. Es un signo entre Yo y los hijos de Israel de que en seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día descansó e hizo un respiro” (Éxodo 31:16-17).
Por eso, el Shabat también es una recordación de la salida de Egipto, como se señala en el versículo: “Recordarás que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y el Eterno, tu Di-s, te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por tanto, el Eterno, tu Di-s, te ha ordenado cumplir el día de Shabat” (Deuteronomio 5:15). Al salir de Egipto dejamos de ser un pueblo de esclavos y nos convertimos en un pueblo de hombres libres, capacitados para transformar nuestro entorno, y restituir los lineamientos divinos en toda la Creación del Eterno.
La salida de Egipto constituye un principio fundamental de nuestra fe en Dios. Por medio de nuestro descanso en Shabat expresamos la libertad adquirida al salir de Egipto, así como la fe y el apego a Yahvéh, quien nos sacó de la esclavitud a la libertad y nos entregó Su Torah.
El Shabat no constituye únicamente un día de descanso físico, sino que también posee una naturaleza excelsa y elevada y nosotros lo designamos para la elevación espiritual. El día sábado (Shabat) posee la capacidad para arrancarnos de lo cotidiano de los días de la semana y brindarnos la posibilidad de elevarnos por encima de la atmósfera mundana de los seis días de actividad y sentir la espiritualidad del día que todo él es descanso y reposo para la vida eterna. También nos brinda la capacidad para trasladar los valores espirituales y el gusto especial de las oraciones de Shabat y de sus comidas a los demás días de la semana. Mediante ello el Shabat se convierte en un día del cual los demás días, tanto anteriores como posteriores, extraen elevación espiritual y santidad.