En ocasiones algunas historias increíbles resultan ser verdaderas y según expertos, tal vez sea este el caso de una pequeña piedra de ónice que se asegura que le fue entregada a un Caballero Templario hace más de mil años y que permaneció en una familia, pasando de generación en generación, y la cual parece ser de hecho, lo que su actual dueña asegura que es: una gema del pectoral del sumo sacerdote en Jerusalén. Así lo informó en exclusiva Breaking Israel News (BIN).
En el año 2000, el doctor James Strange, un notable profesor en estudios religiosos y arqueología viajó a Sudáfrica. Estando allí, una amiga le sugirió que se pusiera en contacto con una familia que ella había conocido, y que si podía les ayudara con el avalúo de una piedra preciosa. Ellos eran personas de escasos recursos y el doctor Strange era un tasador de gemas reconocido, cuyos servicios eran muy requeridos.
El doctor Strange se reunió con la familia con la intención de entretenerse un poco con ellos. En lugar de eso, quedó muy sorprendido por lo que le mostraron y sobre esto le dijo al reportero de Breaking Israel News: “De hecho me quedé verdaderamente asombrado ante la piedra preciosa, aunque la gema en sí no era nada especial. Un ónice semiprecioso, con poco valor intrínseco”.
Pero el doctor Strange estaba completamente desconcertado con el objeto que sostenía en sus manos, y comentó: “Ignoraba que alguien a finales de la edad media, contara con la tecnología para cortar el hemisferio de una piedra preciosa en tal forma, así que traté exhaustivamente de encontrar todas las explicaciones posibles”.
Incluso mucho más asombroso que la piedra, es la inscripción inexplicable dentro de ella, visible a través de la superficie transparente pueden verse dos letras en hebreo antiguo. El doctor Stone escribió en su valoración de la gema: “No hay tecnología moderna o antigua conocida por mí, por medio de la cual un orfebre pudiera producir tal inscripción, ya que no se trata de un corte sobre la superficie de la piedra, sino en su interior”.
El doctor Strange es un experto, pero cuando se enfrentó a tal misterio buscó ayuda. Se volvió a Ian Campbell, director del Laboratorio Independiente de Piedras Preciosas de Color en Johannesburgo, y uno de los principales gemólogos de Sudáfrica. Campbell al ver la piedra quedó igualmente sin habla.
La estudió tratando de determinar su origen, ya que la historia del propietario de que pertenecía al pectoral del Sumo Sacerdote le parecía demasiado increíble. Sin embargo, la familia tenía documentación que trazaba el origen de su antepasado, quien fue un varón del período de las cruzadas y estuvo en la Tierra Santa en la edad media, y quien además aseguró que la piedra se la había dado como recompensa el Sumo Sacerdote. Pero… ¿era esto cierto?
La historia de mil años
De acuerdo con la tradición de la familia Auret, su antepasado llamado Croiz Arneet deTarn Auret, recibió la piedra del Sumo Sacerdote, en gratitud por haber ayudado en la liberación de Jerusalén alrededor del año 1189. La custodia de la piedra fue pasada en la familia Auret, de generación en generación, a través de la línea masculina hasta el siglo XIX. Esa tradición se rompió cuando Abraham Auret falleció en 1889, legando la piedra a su hija, Christina Elizabeth.
Después que ella se casó con William James Hurst, la piedra dejó de tener el nombre Auret y desde entonces fue pasando de madre a hija. Los registros genealógicos meticulosamente conservados de la familia, corroboran esta historia. La piedra siguió pasando como herencia y en la actualidad está en posesión de una mujer anciana en Sudáfrica que desea que su nombre se mantenga en el anonimato.
A lo largo de los siglos ha permanecido bien impreso, imbuido en la conciencia de cada uno de los miembros de esta familia, que fue la mano de Dios la que realizó la misteriosa inscripción dentro de la piedra.
Los expertos están de acuerdo.
El misterio de la piedra continúa. El doctor Strange notó que la gema no tiene marcas externas, lo cual indica claramente que nunca fue montada sobre un anillo o un collar, viéndose por lo tanto forzado a concluir que probablemente se encontraba colocada sobre una placa grande o pectoral. Dató la fecha en que se produjo esta gema, aproximadamente en el siglo quinto antes de Cristo.
Como un tasador el doctor Strange no podía borrar todas las dudas, pero ciertamente sí pudo avaluar la gema como algo único en el mundo. Y el valor que la dio en su avalúo fue de $175 a $225 millones de dólares.
El señor Campbell, quien es gemólogo, fotografió la piedra a través del microscopio confirmando que la misma no había sido abierta, ni cortada o perforada en alguna forma para realizar la inscripción. Cuando se le pidió que estimara su valor, escribió: “¿Cómo puede alguien lógicamente asignarle valor a algo como esto, que se ha demostrado que es un artefacto religioso?”. Terminando por estimar que $200 millones de dólares era “un punto justo de partida”.
La propietaria de la piedra también consultó al profesor M. Sharon de la Universidad de Witwatersrand. A este profesor, un experto en hebreo antiguo, se le dio una fotografía de la gema. La foto un poco borrosa, revelaba algo asombroso, pero él tenía que estar seguro. Intrigado, pidió que le permitieran examinar la piedra.
En su informe escrito, dijo que cuando la colocó bajo la luz, se asombró al ver muy claramente, en el interior de la propia piedra, dos letras hebreas antiguas. Los caracteres parecían estar grabados o impresos con fuego dentro del corazón de la gema.
En su informe notarizado, escribió: “Debido a la claridad de las letras y su perfecta definición sería increíble suponer que se trata de una formación natural dentro de la piedra. La falta de cualquier señal aparente de interferencia con la superficie, hace de la existencia de las letras dentro de ella, un verdadero enigma”.
Dibujo de la Gema encontrada
Notó las inscripciones en el hebreo antiguo, de lo que describió como “El equivalente de nuestra ‘B’ y ‘K’”. Identificando el estilo de la escritura, como perteneciente al año 1000 antes de Cristo, o tal vez unos 200 a 300 años más, o tal vez menos.
En 1994, la doctora Joan Goodnick Westenholz, quien servía como Conservadora Jefe del Museo de las Tierras Bíblicas en Jerusalén, examinó la piedra y concluyó diciendo: “Es un objeto único, algo que no tiene similar o una contraparte idéntica; es único de su clase en este mundo”.
La doctora Goodnick Westenholz cree que la “gema no tiene precio” estimando el siglo séptimo antes de Cristo, como la fecha aproximada en que fue hecha. E hizo este comentario sobre la inscripción “En la forma de una letra, se encuentra la figura arcaica de la letra hebrea bet”.
En su informe firmado por un notario, también dejó constancia de que observó, próximo a la letra bet, “…lo que se percibe como la imagen de un lobo”, haciendo notar que el lobo correspondía a la bendición que Jacob le dio a Benjamín, cuando dijo:
“Benjamín es lobo arrebatador; a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá los despojos”
(Gen. 49:27)
BIN investigó el material del fallecido Dr. Ian Campbell Westenholz, con Jeremy Rothon, aprendiz de Campbell, quien confirmó la valoración original y dijo a BIN que era muy consciente de la herencia de la piedra. Que había hecho una enorme impresión en Campbell y que había discutido largamente con él.
Mientras tanto el Dr. Strange recuerda la piedra muy bien, y está más convencido que nunca de su autenticidad. «Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces«, dijo el Dr. a BIN. «He calculado entonces que si se tratara de un fraude, entonces uno o más muy similares aparecerían en el mercado internacional, más pronto, pero que yo sepa, nadie tiene otra”.
«Creo que este objeto necesita una nueva evaluación y la mayor cantidad de pruebas científicas como sea posible para determinar si es efectivo«, dijo Strange. «Si resulta ser un artefacto importante para la historia del pueblo judío, entonces eso es realmente maravilloso. Si resulta ser un fraude magistral, a continuación, voy a estar dolido que estaba engañado”.
¿La piedra será devuelta a Israel?
El actual propietario ha contratado a un hombre de negocios de Sudáfrica para encontrar inversores que están dispuestos a comprar la piedra y llevarla a casa a Israel. Ambas partes prefieren permanecer en el anonimato. Cuando vio la piedra y comprendió lo que era, el hombre de negocios no se lo podía creer, entendió que podría fácilmente convertirse en una mercancía, un objeto de la codicia. Reconoció que esta pequeña piedra era una enorme parte de la historia judía y se dispuso a encontrar un inversor que recompense al propietario con la intención de llevarlo a Israel y donarlo al templo.
«He estado involucrado con ofertas como esto antes«, dijo BIN. «Hay piezas de herencia egipcia en los museos de todo el mundo. La gente encuentra algo y lo venden, sin pensar en lo que es. Eso es lo que se hace y es una lástima, más aún con esta piedra. Varias personas han estado tratando de comprar o vender esta piedra, convirtiéndola en un negocio. Todo lo que realmente quisiera hacer es conseguir la piedra de nuevo a Israel, donde pertenece”.
Tomado de: Profecía al Día