Hebreo

El Rocío, la Lluvia y el Sustento

P.A. David Nesher

 

 «Ocurrirá que si obedecéis Mis preceptos que Yo te ordeno hoy, de amar a El Eterno, vuestro Dios, y de servirlo con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14 entonces Yo proporcionaré lluvia para vuestra Tierra en su momento propicio.»

(Devarim/Deut. 11: 13)

La revelación de Abba nuestro en esta parashá llamada ekev revela que la recompensa por hacer las cosas correctamente es la “lluvia”.

El fenómeno atmosférico de la “lluvia” es originado por medio de que las aguas que se encuentran en la tierra hacienden al cielo. En un sentido espiritual esto alude a lo que significa ejercer el poder de la teshuvah («arrepentimiento» o «regreso«), es decir que la formación de la lluvia es una metáfora referida al esfuerzo de la persona que quiere acercarse al “Cielo” o «Mundo de Arriba».

En el desierto el alimento del pueblo de Israel era el “Maná”. El “Maná” descendía del cielo con rocío, como está escrito:

«Y cuando descendía el “rocío” sobre el campamento de noche, el “Maná” descendía sobre él.»

(Números 11:9)

Sabemos por los datos científicos que el “roció” desciende sobre la tierra diariamente, sin depender de las “aguas inferiores”. Del mismo modo, el pueblo de Israel en el desierto tenía cubiertas todas sus necesidades cotidianas sin esfuerzo alguno.

Pero hoy en día, Yahvéh quiso que el sustento de la persona provenga a través del esfuerzo espiritual de la persona, de modo que las “aguas inferiores” asciendan al “cielo”, generando bendiciones.

Al principio de la creación está escrito:

«Ascendió una bruma de la tierra y regó toda la superficie del suelo.  Y El Eterno Dios formó al hombre de polvo de la Tierra.»

(Bereshit/Gén. 2: 6-7)

Claramente se puede apreciar que desde la misma creación del hombre, lo acompañó su objetivo, ya que la expresión “Ascendió una bruma de la tierra”, alude a la Teshuvah, es decir al deseo del espíritu humano de retornar a la dimensión celestial de donde procede su diseño. Es la metáfora que señala al anhelo del hombre de querer acercarse al Cielo, y conocer así sus secretos. También leemos: “y regó toda la superficie del suelo”, lo que enfatiza la maravillosa verdad de que a raíz de la Teshuvah viene la Parnasah (el sustento abundante).

El Mejor Refugio para el Alma (Torah y Mashiaj)

Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades, junto con sus tierras de pasto.”

(Números/Bamidbar 35:7) 

Cuando Yahvéh ordenó a Moshé la repartición de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel, los leviím (levitas) no recibieron ningún territorio. En lugar de ello se les otorgaron cuarenta y ocho ciudades a ambos lados del Jordán. Seis de ellas, tres a cada lado de este río, fueron instituidas como arei miklat (“ciudades de refugio”).

En este texto notamos como el Eterno continúa su método pedagógico que permitía a Israel entrenarse en la midot (cualidades) de la benevolencia (Jesed) en balance con la disciplina (Guevurah) a través de la práctica de la generosidad compasiva (Tiferet) para con el prójimo. Cada tribu recibió la orden de dar ciudades y tierras a los levitas dentro de sus fronteras. Es interesante ver que Yahvéh no dictó cuáles serían todas las 48 ciudades de los levitas, sino cedió a sus hijos decidir qué ciudades querían dar a los levitas. El Eterno dio a cada tribu un área de la tierra y luego cada tribu tenía que dar de lo que había recibido a los levitas.

Alrededor de cada ciudad existía un terreno de dos mil codos (1 km) en cada dirección. En el versículo 4 aparece una aparente contradicción, ya que se habla de mil codos, pero en el versículo 5 se habla de dos mil codos. El Talmud resuelve esto diciendo que los primeros mil codos fueron dejados como un espacio abierto, y los otros mil codos servían para campos y viñas.

Recordemos que el mitzvah (mandamiento) de Yahvéh sobre la santidad de la sangre era muy explícito. El derramamiento de sangre humana contaminaba la tierra en la que vivían los hijos de Israel, en medio de la que residía la Shekinah (Presencia) del Eterno, y solo se podía expiar por medio de la sangre del que la había derramado. (Gn. 9:5, 6; Nm. 35:33, 34), preferiblemente a manos del “vengador de sangre,” el pariente masculino más cercano. Así, en el caso de un asesino, cuando el vengador de la sangre le daba muerte “sin falta” (Ex. 21:23; Nm. 35:21), quedaba vengada la sangre de su víctima y se satisfacía la ley de “alma por alma”. El vengador de sangre o goel tenía el derecho y la responsabilidad de matar al asesino: No tendrás piedad de él; sino que limpiarás de Israel la sangre del inocente, para que te vaya bien”. (Dt. 19:13).

Hasta aquí todo muy entendible, pero, ¿qué pasaba con el homicida involuntario, aquel que, por ejemplo, mataba a su hermano cuando por accidente se desprendía la cabeza del hacha al cortar leña? (Dt 19:4, 5) Para tales desafortunados el Eterno amorosamente proveyó las ciudades de refugio, donde el que derramaba sangre por accidente podía hallar asilo y protección del vengador de la sangre. (Nm. 35:6-32; Jos. 20:2-9).

Lo asombroso que aquí podemos ver, es que no hay prisión en la cosmovisión de la Torah. Evidentemente el Eterno revela que el diseño humano de las prisiones no corrige. Todos sabemos que la gente que sale de la cárcel, en su gran mayoría, sigue conectada con la mentalidad criminal y terrorista. Por lo tanto, según la voluntad divina, la persona que cometió homicidio involuntario debe ir a una ciudad de refugio. Las ciudades que fueron construidas para tales asuntos, indican la intervención directa del gobierno de Yahvéh que quiere separarlos de los demás. De esta manera el Creador mismo marca Su línea entre ellos. La persona debe vivir en esta ciudad, sin derecho a salir de ella. Si viola esta condición, puede ser muerta a manos del vengador de sangre.

Por eso, notamos que las leyes de la Torah de las ciudades de refugio son singulares. Si una persona mata a otra accidentalmente debe huir a una de estas ciudades, tres a cada lado del río Jordán. Mientras se encuentre dentro de los límites de la ciudad, ningún pariente del difunto tiene permitido dañarlo. Si quiere estar a salvo, el perpetrador de ese crimen involuntario debe permanecer en la ciudad de refugio sin abandonar sus límites hasta la muerte del Sumo Sacerdote.

Ahora bien, de las 48 ciudades de los sacerdotes y levitas había dos clases de ciudades de refugio. Todas daban refugio a los homicidas involuntarios. Pero seis de ellas también recibían a los homicidas que habían matado a sabiendas hasta que una sentencia fuese dictada. Los que huían a las 42 ciudades tenían que pagar por su vivienda y la comida mientras que los que huían a las seis ciudades tenían el derecho de una cama y comida sin costo, por la provisión de los levitas. De esta manera también los levitas fueron entrenados a ser generosos, incluso con los asesinos. Así, el Eterno proveyó una “salida celestial” para proteger a Su pueblo de asesinatos cíclicos provenientes del sentimiento de venganza que plagaban a tantas naciones circundantes. Les proveyó una respuesta para no tan sólo proteger al que accidentalmente derramara sangre, sino que también protegía a la persona que procurara la venganza.

Aunque el término “Ciudad de Refugio” pudiera dar la impresión de un lugar indulgente, en realidad era un lugar de juicio (din) divino. El homicida involuntario sólo podía quedarse allí si era declarado inocente de asesinato por premeditación y alevosía. Si la persona huía a dicha ciudad, su caso era escuchado en la puerta de la ciudad por los ancianos gobernantes. Si era hallado culpable, no se le permitía entrar y era entregado a manos del vengador de sangre para darle muerte. La ciudad de refugio estaba allí simplemente para asegurar que la persona pudiera hacer su defensa y asegurar que nadie inocente fuera muerto antes de que su caso fuera escuchado.

La vida dentro de la ciudad estaba llena de beneficios celestiales para el delincuente, además de la evidente seguridad y poder escapar de la muerte. Entendamos que estas ciudades eran administradas por los levitas, quienes proveían un ambiente educativo saludable para la persona hallada culpable de homicidio involuntario. Si el ofensor finalmente lograba regresar al mundo fuera de la ciudad, sería un mejor ciudadano y seguidor de Yahvéh. Al ser expuesto al estilo de vida en esa ciudad, podría resultar ser más sabio y mejor, obteniendo el favor de Yahvéh y muchas bendiciones que él mismo aprendía a hacer descender para rectificar un mundo mejor.

Para comprender mejor el funcionamiento de este diseño judicial, comprende poner atención a los procedimientos que se seguían. Cuando un fugitivo llegaba a una ciudad de refugio, tenía que exponer su caso a los ancianos en la puerta de la ciudad, y debía extendérsele hospitalidad. A fin de evitar que los que cometían asesinatos intencionados se aprovechasen de esta provisión, después de exponer el caso en la ciudad de refugio, el fugitivo tenía que someterse a juicio y probar su inocencia en las puertas de la ciudad bajo cuya jurisdicción había ocurrido la muerte. En caso de hallarle inocente, era devuelto a la ciudad de refugio. Sin embargo, solo podía garantizarse su seguridad si permanecía en la ciudad el resto de su vida o hasta la muerte del sumo sacerdote. No era posible aceptar ningún rescate con el fin de alterar estos términos. (Nm 35:22-29, 32; Jos 20:4-6.) Ni siquiera el altar sagrado de Jehová podía proteger a los asesinos, como se mostró en el caso de Joab. (Éx 21:14; 1Re 1:50; 2:28-34).

Nuestro Refugio Psíquico.

Para comprender los códigos mesiánicos que se esconden en este diseño divino de justicia necesitamos sumergirnos y meditar en muchos detalles que él se encuentran.

Según la explicación del Talmud se sabe que en los tiempos bíblicos existían señales de tránsito esparcidas literalmente por toda la tierra de Israel señalando hacia la ciudad de refugio más cercana. Cada cartel tenía dos palabras: Miklat Miklat. El valor numérico de la palabra miklat es 179, un número primo, que al estar dos veces suma 358. Este número (358) es también la guematría de «Mashíaj«.  De esto inferimos que la señal del camino apuntando hacia la ciudad de refugio, en realidad es una codificación que apunta a una nueva conciencia, la mesiánica. Mentalidad que era necesario que cada hebreo adquiriera a fin de acelerar los tiempos de la manifestación mesiánica que el Eterno prometiera a Avraham su simiente daría en bendición a las naciones.

Debemos saber que para dar refugio a la persona culpable de homicidio accidental, y que se salvara del vengador de sangre, se tomó una medida para asegurar que los principales caminos que conducían a estas ciudades se mantuvieran siempre abiertos. Ninguna parte del territorio de Israel estaba a más de 50 km. de distancia de una ciudad de refugio. Este era un tramo que podía fácilmente cubrirse en un día. Se proporcionaron las ciudades de refugio para proteger a una persona hasta que se decidiera adecuadamente sobre su caso. El derecho de asilo era sí o sí solamente para quienes sin intención habían tomado la vida de otro.

Como lo habrán notado más arriba, la palabra hebrea para «refugio», es miklat, aparece 10 veces en esta sección de la Torah en dos grupos de cinco. El primer concepto comparable que viene inmediatamente a la mente es el del Aseret HaDibrot (el Decálogo, también mal llamados Diez Mandamientos), los que también fueron entregados en dos tablas de 5. El hecho que la palabra miklat aparezca diez veces asocia a las ciudades de refugio con la esencia del número 10. Este número perfecto corresponde a los diez poderes del alma, que debemos rectificar e iluminar con la luz divina de nuestras almas. Debemos activar los diez poderes de nuestra alma para correr hacia la ciudad de refugio (que representa a la Torah) e incorporar Su mensaje.

Como ya he mencionado en el párrafo anterior, la palabra miklat aparece en dos grupos de cinco. El primero de estos grupos aparece al comienzo de la discusión de los asesinatos involuntarios. En este grupo, la palabra miklat aparece tres veces vinculada a la palabra hebrea ir, que se traduce como «ciudad«, y dos veces como lemiklat, que significa «al refugio«. Todas estas referencias son impersonales. A continuación de esta discusión inicial del asesinato accidental, la Torah continúa relatando las leyes de la persona que mató intencionalmente, retomando luego nuevamente la discusión de las muertes accidentales. Pero esta segunda vez miklat aparece en un contexto personal, utilizando la forma miklató, «su refugio«.

Además de refugio, la raíz hebrea de miklat (kuf- lamed-tet), tiene otros dos significados: absorción e integración. Ambos están incluidos en nuestra comprensión de la función de la ciudad de refugio. El proceso de absorción comienza cuando una persona ingresa a una nueva realidad absorbido por el nuevo ambiente que lo rodea. Lentamente se va familiarizando con sus nuevo vecindario, comienza a amarlo y aprende cómo funcionar alegre y efectivamente en él. Ha sido absorbido dentro de la luz abarcadora de su nueva realidad. Esta absorción es relativamente impersonal, correspondiente al primer grupo de las 5 palabras de «refugio» ya mencionado. El proceso de integración es una dinámica diferente e incluso opuesta. Integrar una nueva realidad es absorberla dentro de uno, dejándola penetrar y pernear nuestro ser. La integración es totalmente personal, ingresando dentro de la psique de la persona y cambiando su forma de vida. Esto, por supuesto, corresponde al segundo grupo de 5.

Ante todo esto, podemos deducir que cuando una persona huye a la ciudad de refugio (una nueva conciencia de Torah y particularmente su dimensión interior, la mesiánica) primero debe ser absorbida completamente y enamorarse de ella, sin querer irse jamás. En este estado inicial, la Torah rodea todo su ser, y es absorvida en su conciencia, y no es de una importancia crítica que entienda todo lo que estudia.

Cuando huimos a la ciudad de refugio (la Torah), el sentimiento interior más importante que debemos desarrollar es que se nos ha brindado luz y sabiduría divinas infinitas como un regalo inmerecido. Cuanto más se desarrolla este sentimiento, más se va absorbiendo dentro de la conciencia mesiánica de la Torah.

Entonces, para que su nueva conciencia mesiánica permanezca eternamente como parte de su ser, protegiéndolo de dañarse y de dañar a los demás, la persona debe redirigir su experiencia, integrándola conscientemente dentro de su ser.

El texto sagrado mismo explica que sólo la Torah puede rodear completamente a una persona y simultáneamente encontrarse totalmente dentro de ella misma.Esto es porque la sabiduría de la Torah es infinita. No es así el caso de la sabiduría finita mundana que la persona puede no entenderla, en cuyo caso la sabiduría lo rodea por fuera, o si por el contrario la comprende totalmente la sabiduría está sólo dentro suyo. Como es limitada, no puede rodear a la persona y a la vez estar adentro simultáneamente. Sólo la sabiduría infinita incluye ambas dinámicas de absorción e integración. Este pensamiento está reflejado en los Salmos, 1:2, que describe a la persona feliz que se conduce en los senderos de la Torah. La primera parte del versículo reza: «…su deseo está puesto solamente en la Torah de Di-s». Esta es la etapa de la absorción. La Torah es del Eterno y el único deseo de la persona es ser absorbida dentro de ella. La segunda parte del versículo dice: «y en su Torah se sumergirá día y noche». En este punto la Torah ya ha sido integrada en el alma de la persona, más todavía cuando es llamada «su Torah», del propio estudiante.

Espiritualmente, la máxima ciudad de refugio es la Torah, como Yahvéh le ordenó a Yehoshúa: «y la estudiarás día y noche» (Jos. 1:8). Cuando corremos hacia la Torah, mostramos que nuestra voluntad desea sus códigos de Luz Infinita para continuar el camino de la vida (en hebreo correr se dice ratz, semejante a la palabra «voluntad», ratzón). Expresamos así un deseo muy fuerte de sumergirnos completamente en sus profundidades, refugiándonos en sus palabras reparadoras. Cuando nuestra conciencia está completamente alineada con la Torah, ya no somos vulnerables a los daños y más importante aún, ya no estamos en una situación mental que nos posibilite o de cabida a herir a otro, incluso involuntariamente.

Cuando corremos hacia la dimensión interior mesiánica de la Torah, somos absorbidos en ella y la integramos dentro de nuestras almas. Así ingresamos a un estado de conciencia mesiánica, en a que somos uno con Mashiaj mismo. Desde este estado podemos misionar rectificando nuestras almas, y trayendo así la verdadera redención al mundo entero.

¿A Quién Mató Pinjás?

P.A. David Nesher

El nombre del hombre de Israel que fue muerto con la madianita era Zimri, hijo de Salu, jefe de una casa paterna de Simeón.15 Y el nombre de la mujer madianita
que fue muerta era Cozbi, hija de Zur, el cual era cabeza del pueblo de una casa paterna en Madián.

(Bamidbar/Números 25: 14-15)

Al comenzar esta sección (parashá) de la Instrucción (Torah) divina, nos encontramos con una escena un poco extraña: el nieto de Aarón, Pinjás (Finees o Fineas en español), es premiado por su acto de celosía al matar al príncipe de la tribu de Shimón, Zimrí junto a la princesa Midianita, Cozbí. La recompensa consiste en que Yahvéh le otorga un pacto de paz y la kehuná (sacerdocio) por perpetuidad. Ahora bien, no podemos comprender los códigos de esta porción en su esencia de Luz, sin previamente recordar el contexto histórico que aprendimos en la parashá anterior (Balak). Recordemos pues los mismos:

Los israelitas alcanzaron las exuberantes llanuras de Moab. En verdad, un hermoso oasis comparado con el húmedo desierto en el que habían estado vagando por cuarenta años. Descansaron un poco y se sentían bien. Los moabitas (descendientes de Lot, el sobrino de Abraham) y los malvados midianitas  (madianitas), sacaron ventaja de esta situación y se dieron cuenta que su guardia estaría baja. Entonces, implementaron el plan del malvado profeta Bilaam (Números 31:16) de inducir a los hebreos al pecado. Bilaam dijo: “Su Dios es un Dios moral. Si puedes lograr que los hebreos sean inmorales, entonces Dios se va a deshacer de ellos”.

La Torah relata el método que implementaron los Moabitas para hacer caer a los judíos:

Primero, los Moabitas enviaron a sus mujeres más bellas, lideradas por una princesa midianita llamada Kosbí, a seducir a los varones hebreos al pecado de la lujuria, y así hacerlos caer en la idolatría, que finalmente los condenaría a destrucción.

Kosbí y sus amigas llegaron a las afueras del campamento hebreo con sus dioses paganos para incentivar y/o motivar a los hebreos a fin de que los adoren y así conseguir que pequen contra el Eterno. La misión de Kosbí lo consiguió.Muchos hebreos se dejaron llevar por la belleza de estas mujeres, y empezaron a pecar contra Dios. Por ello, Yahvéh envió una fuerte plaga para los hebreos del campamento.más no para los pecadores.

Ahora bien, cuando analizamos los nombres de estas dos personas a la luz de su etimología y de la guematría, sus significados son cuanto menos sorprendentes. En el primer lugar Zimri (זמרי) puede leerse como “mi canto”, “mi canción”. Viene del verbo hebreo Zimer (זמר), que significa “cantar”. Pero, también está relacionado con la expresión Zamar (זמר) que quiere decir “cortar”. Si ahora invertimos las letras de esta palabra (zamar) obtenemos Mazar (מזר), que significa “pudrirse”, “corromperse”. Con estas concepciones de las raíces hebreas logramos captar una revelación divina encriptada en el texto.

Ahora los invito a considerar la guematria de ambas palabras (zimri y mazar) que es 247:

ז = 7

מ = 40

ר = 200

————-

247

En cuanto a Kozbí (כזבי) encontramos en ella la  expresión hebrea Kozeb (כזב), que significa “embustero”, “mentiroso”. Su guematría es 39. La misma está relacionada con algo prohibido que profana lo sagrado (por ejemplo los 39 trabajos que están prohibidos en Shabbat).

כ = 20

ז = 7

ב = 2

י = 10

———–

39

Hasta aquí seguramente nuestras mentes se elevan ante estos secretos develados. Pero lo más sorprendente ocurre cuando sumamos la guematría de Kozbí, 39, con la de Zimrí247. El resultado que obtenemos es 286.

Entendemos que el pecado de Zimrí y Kozbí habían causado un cortocircuito en las bendiciones que vienen de la mano del Eterno. Buscando la guematría de mano, la misma es 10, valor de la letra Yud, con la que comienza el Nombre Bendito del Eterno. (Recordemos que Pinjás recibió en el Pacto de Paz, una letra yud pequeña en su nombre.)

Entonces, si a la cifra 286 le sumamos el valor de la letra yud que es 10, el resultado obtenido coincide con mismo valor guemátrico que la palabra Acor (עכור), palabra que significa “turbio”, “siniestro”.

כזבי = 39

זמרי = 247

————–

286 + 10 = 296

Acor

ע = 70

כ = 20

ו = 6

ר = 200

————

296

De este modo vemos que con quien en realidad se enfrentó Pinjas. Él en verdad, arremetió contra HaSatán mismo y sus fuerzas destructivas. Pinjás fue contra la corrupción y la mentira, que genera lo siniestro en la mente y el corazón humano, para convertirlo en un portal del lado oscuro (Sitrah AjRá).

Nota:

Los invito a leer también:
Las Cinco Señales de Sanación y Protección de Pinjás

Las Cinco Señales de Sanación y Protección de Pinjás

Por P.A. David Nesher.

Esta porción de la Torah, llamada Pinjás, es muy particular ya que existen en ella lo que se conoce en hebreo como «simanim«, que significa señales. Esto término se refiere a una curiosidad llena de misterios que tiene la Torah, ya que ella fue escrita por Moshé, inspirado por el mismo Yahvéh. Lo cierto es que en ciertos momentos especiales del texto, el mismo se ve escrito por letras que aparecen más chicas o más grande que lo normal, o cortadas en su estructura, etc.

Pues bien, esta sección presenta cinco sinamin tales como una yud pequeña en el nombre mismo de Pinjás; una vav dividida en la palabra «shalom«; un espacio en medio del versículo; una nun sofit especialmente grande, en la palabra «mishpatan«; así como un punto sobre una vav en la palabra «isarón«. Todos estos son acontecimientos únicos y especiales, pues no es nada común que este tipo de señales aparezcan en la Torah. Esto es lo que convierte a esta sección en una fuente de información celestial, llena de códigos que señalan a la Era Mesiánica.

La Historia de Pinjás y sus maravillas encriptadas.

Pinjás es un héroe que en forma absolutamente desinteresada, arriesgando su posición personal, salva al pueblo de Israel de una terrible plaga (hbr. meguefá) propiciada por la perversa acción de Zimri, príncipe de la casa de Shimón, quien sucumbe ante la seducción de la midianita Kozbí bat (hija de) Tzur, sosteniendo relaciones sexuales públicamente, ante todo el pueblo de Israel.

Ante el riesgo de que Israel perdiera los privilegios del sacerdocio (hebr. kehunah), se nos relata que Pinjás, que no era sacerdote, tomó su lanza, que hebreo se dice rómaj, y prensó con ella a los transgresores causándoles la muerte. Sin embargo, este acto permitió que la megefá (plaga) se detuviera. Por ello, Pinjás es reconocido por el Eterno quien no sólo no le descalifica para el sacerdocio, sino que se lo otorga eternamente; a él y a sus descendientes. Resultará interesante aquí mencionar que la expresión rómaj (lanza) tiene un valor guemátrico de 248. Este número coincide con la cantidad de palabras que conforman el Shemah Israel, y con las 248 partes corporales que la cosmovisión hebrea contempla como «eibarim». Por ello, las palabras del Shemah están estrechamente relacionadas con la unificación del alma y el cuerpo.

Por otro lado, el nombre de nuestro padre Abraham, tiene como valor guemátrico 248, razón por la que esta cifra nos remite al aspecto de la misericordia y del dar del Eterno. Por ende, cuando se nos informa en la Torah que Pinjás prensó a los transgresores con su lanza (-romaj-) causándoles la muerte, en realidad se nos habla de como la fuerza del amor y la misericordia lo puede todo, derrotando al mal en su expresión más intensa, por medio del celo de Dios. Es decir, que el acto de Pinjás no fue un asesinato, sino una acción heroíca, llena de celo, que estaba poniendo en orden aquello que se había desconectado del pacto del Eterno con Abraham mismo. Pacto que estaba bien sellado y simbolizado en el brit milah o circuncisión. Entonces, debemos aceptar que Pinjás fue premiado por el Eterno a causa de esta actitud apasionada, propia de la madurez emocional, que es ejercer el celo para que las cosas transicionen del caos al mundo rectificado.

Por lo dicho hasta aquí, nos es necesario dejar a un lado el relato textual e histórico, y considerar las profundidades de la codificación de los secretos que la Torah contiene, entendemos que Pinjás es una forma de conciencia mesiánica a la que podemos ascender por medio de Yeshúa, y que se nos hace especialmente accesible en este Shabat.

¿Cuáles son las características de esta forma de conciencia llamada Pinjás?

Pinjás simboliza el potencial máximo de cada uno de nosotros. Potencial que se manifiesta al asumir nuestra responsabilidad espiritual frente a sí mismos y frente a los demás, adoptando un compromiso existencial para llevar a cabo esa responsabilidad. Esta fuerza es la que a los redimidos nos permite presentarnos en la sociedad, no sólo como gente que se porta bien, y por tanto, tiene una buena moral, sino más bien como gente ubicada en una posición totalmente pro-activa, debido a que encontró su misión de propósito, y está dispuesta a luchar por ella, arriesgando el todo por el todo.

Así como las fuerzas del mal son perseverantes e implacables, la fuerza simbolizada en Pinjás nos anima a continuar enfocados constantemente en nuestra misión inyectándole diariamente pasión, más allá de los retos que se presenten diariamente para desmotivarnos e instarnos a claudicar. A esto se lo conoce como el celo de Dios (en hebreo kinah).

  1. La yud pequeña en el nombre de Pinjás, representa a la humildad. Virtud primordial e indispensable que necesitamos para hacer efectiva la fuerza del celo en nosotros. La humildad nos deja el entendimiento de que, al abandonarnos a la buena y perfecta Voluntad del Creador, nuestro Padre, minimizando nuestra agenda personal y nuestros intereses egoístas, nos convertimos en canales auténticos para traer Luz Infinita y abundancia a nuestras vidas y a los nuestros. Nos asumimos canales del Creador por lo que toda arrogancia sostenida en distintos títulos sociales cae, ya que es sólo desde la humildad que podemos estar en el lugar que el Eterno nos quiere: recibiendo de Él para dar a nuestro entorno.
  2. La vav dividida en la palabra shalom, que significa al mismo tiempo paz, perfección y plenitud, representa a la oportunidad que nos da el Eterno para actuar como co-creadores, restaurando nuestro ser y nuestro mundo. Oportunidad que nos permite intervenir en la creación, a manera de socios. Pero, esta chance sólo se puede aprovechar cuando, ya humildes, nos presentamos al Señor con un espíritu contrito, es decir, un corazón roto que quiere convertirse de duro a blando para así experimentarse realmente como una persona humana totalmente íntegra (entera, completa). Es decir, que la unión con lo espiritual y lo físico se logra mediante un trabajo de alianza entre Yahvéh y su primogénito. Esto nos convierte en verdaderos sacerdotes
  3. El espacio dentro del versículo, después de la palabra «maguefá» (plaga) que significa epidemia. Esto nos habla de nuestra capacidad de blindaje e inoculación que tenemos en contra de las fuerzas de la enfermedad, misma que se manifiesta no sólo como un impedimento o merma en nuestro cuerpo, sino como toda forma de desconexión con el Flujo Divino, desde el enojo, la envidia, el miedo, hasta el odio, la guerra y la destrucción provocada por el ser humano.
  4. La nun sofit en la palabra «mishpatán» (27:5) es la protección ante el juicio severo y la caída (nefilah).  Nos habla de nuestra protección de una de las tendencias destructoras que acosan al ser humano: el afán de juzgar con severidad al prójimo, cuando lo vemos caído. Si esperamos misericordia y oportunidades en nuestra vida, atendiendo a la ley de causa- efecto, debemos asumirnos como seres misericordiosos, tomando en cuenta no sólo los rasgos negativos de los demás, dando oportunidad a la reivindicación de los demás. Esta nun sofit habla de nuestra vacuna contra la nefilah (caída).
  5. El punto sobre la vav, en la palabra «isarón» (28:13) nos remite a infundirnos con la fuerza del compartir. La vav representa el conducto de la Luz de abundancia, en este caso específico. Por tanto, es un llamado divino a provocar abundancia en nuestra vida, y el mundo a través de las acciones de compartir. Esta cualidad de plenitud solamente se dará cuando desarrollemos la capacidad de estar constantemente en flujo, es decir, en recibir del Eterno para dar a nuestro entorno y rectificarlo.

Así, y de acuerdo a las enseñanzas de estas cinco señales (sinanim), la parashá Pinjás encierra el secreto de la sanación y la protección. Es a través de conectarnos a la Torah en los términos anteriormente descritos que nos infundimos con una formidable energía de sanación del cuerpo y del alma, que garantiza la protección que otorga la Ira divina.

Por todas estas maravillas, quiero invitarlos a que aprovechemos este enorme regalo que el Creador nos brinda y asumamos nuestro papel de sanadores. Sanadores para nosotros mismos y sanadores para el mundo.

Meditemos en traer paz a la Tierra de Israel, sanación a las almas hambrientas por la Palabra de Dios, que anhelan la trascender del caos, la muerte, y el sufrimiento, que el sistema reptiliano les ocasiona.

Que el Eterno, nuestro Abba, nos conceda su Gracia en Yeshúa el Mesías, Su Hijo, para sanarnos de todo aquello que nos distancia de Él y que pronto veamos emerger su Gloria Suprema trayendo la Unidad y la Paz entre su pueblo Israel y entre todos los seres humanos. Amén.

En el video que a continuación les comparto, podrán apreciar las cinco sinanim en el texto hebreo de la Torah, y lograran captar más profundamente, lo que aquí les he explicado:

También los invito a ampliar el conocimiento de los códigos encriptados en este texto estudiando: 

¿A Quién Mató Pinjás?

Los 49 Portales de la Torah

Por P.A. David Nesher

 

«Habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero. Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como el Señor lo mandó a Moisés. Y esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero.»

 (Números 8:1-4).

Aharon y sus hijos los kohanim (sacerdotes), recibieron de parte de Moshé, el secreto de que la Menorah misma revela el obrar de la Luz de la Torah en el alma del ser humano redimido.

Lo primero que ellos captaron fue que la Torah es el plano cósmico elaborado por el diálogo privado del EinSof (Infinito) en Su gloriosa eternidad, antes de la creación, y contemplado por Él para concebir Su obra. Así, ellos recibieron la revelación que el término Torah (Instrucción) está estrechamente relacionado con la expresión Oraitah, traducida muchas veces Torah de Fuego, pero que en realidad significa Enseñanza de la Luz (de aquí es que a Torah también se la traduce como enseñanza).

Aharón y sus hijos descubrieron la relevante trascendencia que tenía el simbolismo de la Menorah por lo que ella se convertía en el instrumento que alumbra el trayecto conducente a la Torah, el plano de todo el Cosmos.

La primera Menorah fue detalladamente descripta por Yahvéh a Moshé, que debía encargarse de su producción en una sola pieza grande de oro, con un mástil principal y seis brazos salidos de cada lado, con un recipiente en cada una de esas siete puntas, que recibirían el aceite que sería encendido, con adornos de flores y almendros:

«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.»

(Shemot/Éxodo 25:31-40)

Hasta los utensilios para usar el candelabro debían ser de oro puro (el matacandela y la despabiladera). El oro, metal precioso por excelencia, nos habla de lo que es imperecedero, aquello que no se devalúa, que no se corrompe. El oro ha sido empleado desde tiempos inmemoriales como expresión de los más altos valores y prueba de ello es que en la ceremonia de casamiento se emplea un anillo de oro, denominado comúnmente alianza, para denotar la permanencia y trascendencia de las promesas que ese hombre y esa mujer están haciéndose. Así como el oro resiste las agresiones de agentes externos y hasta el mismo paso del tiempo, también el matrimonio quiere aspirar a perdurar a través de todas las pruebas y vicisitudes, siendo ese anillo la expresión de tal clase de amor.

La Menorah estaba formada por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían arder desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea diaria del sacerdote su encendido, su suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:20) y su limpieza (Levítico 24:4).

La llama del mástil central era llamada “auxiliar”, cuyo fuego servía para alimentar a los otros seis.

La Menorah tenía una característica sumamente particular, todas las lámparas estaban reclinadas hacia la del medio y alumbraban en dirección de esta vela central.

Aharón y los sacerdotes que lo sucedieron debían encender la menorah todos los días por la mañana, reemplazando el aceite y limpiando las lámparas.

La Torah: Ciencia Divina para el Alma Humana.

Con el conocimiento de este diseño, los kohanim disfrutaban de la ciencia celestial que revelaba que la Torah es el regalo divino que alumbra al mundo con sus enseñanzas. Esta es la causa por la que la Menorah estaba ubicada en el lugar central de la casa de Yahvéh, en el sitio más selecto. Así este sistema codificado nos lega un mensaje valiosísimo: «Para llegar a los secretos de la Torah, hace falta guiarse por la Luz de la Menorah, sin desviarse a diestra ni a siniestra.»

¿Cómo se logra esto?

Siguiendo las enseñanzas que emanan de la estructura de la Menorah misma.

En el rollo de Shemot, encontramos la descripción estructural de la Menorah (Éxodo 25: 31-38) con los siguientes datos:

  • 7 brazos
  • 11 flores,
  • 9 botones,
  • 22 cálices.

La altura de la Menorah, es un dato que los sabios dedujeron después de años de ardua investigación. Para lograrlo, ellos analizaron exhaustivamente el tema, reuniendo todos los testimonios posibles de quienes sabían las dimensiones de la Menorah realizada por Moshé en el desierto. Así, y luego de arduos debates, llegaron a la conclusión que la altura de la Menorah debía ser de 17 tefajim (puños).

Tomando estos cinco pormenores estructurales (es decir, cantidad de brazos, flores, botones, cálices y altura), podemos hacer una análisis escrupuloso de los códigos que se encuentran escondido en ellos, y señalan a la importancia de la Torah en el alma humana.

Los kohanim descubrieron que los siete brazos de la Menorah, aluden al Séfer Bereshit (Libro de Génesis), coinciden exactamente con la cantidad de palabras que contiene el primer versículo de este libro:

(1)Bereshit (2)Bará (3)Elohim (4)Et (5)Hashamáyim (6)Veet (7)Haáretz./

En el principio Creó Dios los cielos y la tierra.»)

Llegaron a la conclusión también que las once flores de la Menorah simbolizaban al Séfer Shemót (Libro de Éxodo) en sus primeras once palabras:

(1) Eleh (2) Shemot (3) Benei (4) Israel (5) Habaim (6) Mitzrayma (7) Et (8) Yaacov (9) Ish (10) Ubeitó (11) Bau./

Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Yaacov, cada uno con su casa vino.»)

Los nueve botones de la Menorah coinciden exactamente con las primeras nueve palabras del libro de Vayikrá:

(1) Vayikrá (2) El (3) Moshé (4) Vaydaber (5) A. Elav (6) (7) Meohel (8) Moed (9) Lemor.

Llamó a Moshé y Le Habló El Eterno desde el tabernáculo de reunión diciendo.

Asimismo la altura de la Menorah (17 puños) coincide exactamente con las primeras diecisiete palabras del libro de Bamidbar:

(1) Vaydaber (2) A. (3) El (4) Moshé (5) Bamidbar (6) Sinaí (7) Meohel (8) Moed (9) Beejad (10) Lejódesh (11) Bashení (12) Hashaná (13) Hashenit (14) Letzetam (15) Meéretz (16) Mitzráyim (17) Lemor.

(Habló El Eterno a Moshé en el desierto de Sinaí desde el tabernáculo de reunión, en el primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo.)

Por último, los veintidós cálices de la Menorah simbolizan a los primeras veintidós palabras del Séfer Devarim:

(1) Eleh (2) Hadevarim (3) Asher (4) Diver (5) Moshé (6) El (7) Kol (8) Israel (9) Veever (10) Hayardén (11)Bamidbar (12) Baaravá (13) Mol (14) Suf (15) Bein (16) Parán (17) Ubein (18) Tofel (19) Belaván (20) Vajatzerót (21) Vedi (22) Zaháv.

(Estas son las palabras que Moshé habló a todo Israel en el otro lado del Yardén, en el desierto, en la llanura frente a Suf entre Parán y entre Tofel y Laván, Jatzerót y Di Zaháv.)

Al abrir nuestra conciencia a este conocimiento, logramos entonces realizar una relectura de lo que está escrito en Tehilah (Salmo) capítulo 119, vers. 130: «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» Es decir, que en las primeras expresiones de cada rollo de la Torah se evidencia que la voluntad del Eterno es conducir al alma humana al pleno desarrollo de su diseño original.

Atendiendo a esta cosmovisión yahvista, vale la pena realizar una lectura al siguiente versículo de los Salmos:

«¡La Suma de Tu Palabra es Verdad!«

(Salmo 119:160)

Ahora, conociendo que en la Menorah hay una codificación llena de certezas que permiten valorar el origen divino de la Torah (Instrucción), también podemos aceptar, sin duda alguna, el origen inspiracional divino que tienen el resto de los escritos de las Sagradas Escrituras (mal llamadas Biblia). Esto se demuestra realizando la siguiente contabilidad:

Contando los adornos de los 3 primeros brazos hasta el brazo central obtenemos:

  9 + 9 + 9 + 12 = 39 (treinta y nueve)

¡Los 39 (treinta y nueve) Libros que conforman el denominado Antiguo Pacto!

Y si contamos los adornos de los 3 últimos brazos que nos que nos quedan obtenemos:

   9 + 9 + 9 = 27

¡ Todos los 27 Libros del Pacto Renovado!

Aún queda un dato más para compartir y así mostrar como la menorah era en verdad un mecanismo de gran entrenamiento profético para los kohanim, y desde estos, para todos los integrantes de Israel. En el libro de Shemot (Éxodo) vemos que cada brazo de la Menorah debía tener 9 cosas (devarim, que se traduce «cosas», es la misma palabra hebrea para “palabras profeticas”) o adornos, es decir, cada brazo tendría 3 cálices con su bulbo y una flor (Éxodo 25:31-40).Pero vemos que el brazo del medio que le llama “Lámpara” (Ex 25:34) tendría 4 cálices con sus bulbos y flores, en total 12 devarim (cosas).

Pues bien, la Lámpara o Menorah era una herramienta que permitía entender el cuándo, cómo, por qué y para qué de las Fiestas del Eterno. Por ello, el brazo central representa la Fiesta de Shavuot (mal llamada Pentecostés) que fue allí donde vino el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) sobre Israel, sellando sus almas en matrimonio con el Eterno. Más tardes, en medio de esta celebración, los apóstoles y una comunidad de 120 talmidim (discípulos) de Yeshúa, recibieron en ese bendito Espíritu del Señor la impartición de autoridad para predicar las Besorot (Buenas Nuevas, el Evangelio).

En el Yugo de Yeshúa se alude a los discípulos como luz del mundo (Mateo 5:14), cuyas lámparas han de estar siempre encendidas (Lucas 12:35). Y de la misma manera que el ministro del santuario era el encargado de encender las lámparas del candelabro, así es tarea de los ministros del evangelio encender la luz de la Palabra, al exponerla y aplicarla rectamente. Las lámparas alumbraban hacia delante (Números 8:2), a fin de iluminar los otros objetos del Mishkán (Tabernáculo); no era, pues, su propósito que su luz quedara restringida para sí, sino para alumbrar a otros (Mateo 5:15; Juan 8:12).

Entonces, considerando la maravillosa posición del sacerdocio que se nos ha entregado en el Mesías, te animo a que estés iluminando con tu conocimiento de las Sagradas Escrituras a todos aquellos que aún duermen en la ignorancia.

 

¡Para Dios Eres Único! (Parashá Bamidbar)

 

«Hagan el censo de toda la asamblea de Israel …»

(Bamidbar/Números 1: 2)

 

Esta semana hemos comenzado la lectura e investigación de la primera parashá (sección) del libro Bamidbar (Números), que también se conoce como «el Libro de los Números«. Los traductores primigenios le dieron también este nombre debido a que Yahvéh solicita el censar en Israel para darnos la bienvenida al número de integrantes que lo formaban en ese momento. Es usual que los derechos se ajustan a las necesidades de cada uno de los miembros que lo componen. ¿Acaso el Eterno necesita solicitar un conteo para recabar estos datos? ¡Es absurdo pensar que Yahvéh lo requiera! Entonces, ¿cuál es el objetivo de este censo?

Yahvéh, a través de Yeshúa HaMashiaj, es nuestro Padre. Todos sabemos cuánto cariño un padre dispensa a su hijo. Sin embargo, no conocemos a padres que para demostrarlo se dediquen a contar a sus hijos. Más aún, el Libro de Shemot (Éxodo) comienza a mencionar a los hijos de Yaacob Abinu (Shemot/Éxodo 1:1) Comenta Rashi: “aunque la Torá ya los había contado por Sus nombres en vida, vuelve a contarlos PESE una cola ya habían muerto con el propósito de dar a conocer el cariño que el Eterno les tiene, pues habían sido comparados con las estrellas a las que Yahvéh saca y mete por número y por sus nombres, como dice el versículo: Aquel que saca por número a Sus ejércitos, a todos llama con un nombre » [Yeshayá 40:26; Shemot Rabá 1:3].

La Torah revela que cada uno de los integrantes del Pueblo de Israel es como una piedra preciosa ante los ojos del Eterno. Es como alguien que posee un tesoro y no se cansa de contar y contemplar cada una de sus piezas, valorando desde la más pequeña hasta la más grande, ya que todas son valiosas. De igual forma, no hay diferencias ante los ojos de Yahvéh; todos sus hijos valemos por igual, todos somos parte de Su tesoro, no importa el cargo ni la posición social ni el coeficiente intelectual. Ni siquiera nuestro nivel espiritual cuenta a la hora de supervisar cada uno de nuestros movimientos. Amado es el Pueblo de Israel, pues ellos son llamados Hijos de Yahvéh.[Pirké Abot 3:14]

Él confirió a Israel las coronas de la Torah, del Sacerdocio y de la Realeza.[Rambam, Talmud Torá 3:1] Por eso, cuando ordenó contar al pueblo utilizó la palabra seú, que además del significado literal, que es “cuenten”, también significa “eleven”. Fuimos contados para que cada judío se percatara de que es un ser único y especial.  El calificativo no sólo nos enorgullece, sino que nos obliga, nos compromete a vivir en forma honesta y bajo los lineamientos que el Eterno nos dio. Con esta expresión, Yahvéh quiere mostrarnos que cada uno posee características diferentes y que cada quien tiene un valor, un propósito y una misión determinados en el mundo.[R Shimshon Raphael Hirsch; Seforno]

Debes tener presente que nunca hubo una persona exactamente igual a ti, ni la habrá hasta el final de los días. Eres una persona singular, que posee una combinación precisa de talentos. El Eterno te colocó en un hogar en un determinado momento de la historia y en un lugar exacto. Yahvéh te asignó una tarea específica. Gozas de una porción especial en la Torah. El mundo, en su totalidad, te espera. No existe otra persona que pueda cumplir tu misión particular en la vida.

La palabra Adam, que es como nombró el Eterno al primer hombre, no tiene plural en hebreo, enseñándonos así que no existe suplente para lo que cada uno debe hacer.

 

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores estaban muriendo. El roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el pino.

El rey fue a observar al pino y lo halló caído, porque no podía dar uvas como la vid.

El rey se acercó a la vid y la encontró agonizante, argumentando que no podía florecer como la rosa.

La rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el roble.

El rey caminaba cavilando sobre la deplorable situación en la que se encontraba su jardín. Entonces encontró una planta, una hermosa orquídea que florecía e irradiaba una belleza como nunca antes había visto. El monarca se alegró y le preguntó:

_ “¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín inconforme y sombrío?”.

_ “No lo sé, su majestad”, respondió la flor. “Quizás sea porque siempre supuse que cuando usted me plantó, quería una orquídea. Si su majestad hubiera querido un roble o una rosa, los habría plantado aquí. Por eso desde el momento en que me sembró, me dije: ‘¡Intentaré ser orquídea de la mejor manera que pueda…!”.

[Historias, cuentos y reflexiones, pág 45; Nelly Kaufman K. de Klein]

Debemos aceptar que cada uno de nosotros es una personalidad importante e insustituible. Por ello, hay que procurar ser auténticos y hacer lo que realmente nos corresponde. Si buscamos imitar a otros, nunca lo conseguiremos, pues no poseemos ni las virtudes ni el permiso del Cielo para ocupar su lugar. Así, debes mostrarte tal como eres. Ten presente que el Eterno te creó con características que sólo tú posees. No existe otro en el mundo como tú.

Esto debe hacerte sentir dichoso y seguro, mas no altivo. ¿Acaso existe alguien que pueda atestiguar sobre sí mismo que se comporta de acuerdo con todos los requerimientos que debe cumplir alguien querido por Yahvéh? La persona que se considera importante no puede vestir cualquier clase de ropa sólo porque todos los demás lo hacen, ni tampoco comer en cualquier lugar público o cometer errores que quizá otra persona sí podría cometer. Por el contrario, debe ser un ejemplo en toda su vida, ya que permanentemente es observado por todos para ver su proceder. *La persona que busca comportarse como Yahvéh desea, debe estudiar el Manual de Instrucciones (la Torá), donde se detalla cuál debe ser la conducta, el criterio y la forma en que cada hebreo logre su cometido, y cuando se presente delante del Rey de los reyes, podrá decir con orgullo: “¡Misión cumplida!”.

Cada hebreo es hijo único del Eterno.”

 

 

© Autor anónimo (me llegó por Whatsapp)


Te invito a que puedas ahora escuchar este SEMINARIO dado a líderes del Ministerio:


Herramientas Cósmicas para Prolongar la Vida

«Y observaréis sus estatutos y mis juicios, pues cumpliéndolos el hombre vivirá por ellos; Yo soy el Eterno.»

(Levítico/Vayikrá 18:5)

 

Este texto nos muestra que hay vida en la obediencia a los mandamientos. Según el sabio intérprete (exégeta) judío Rashí, esto hace alusión a la vida eterna en el Mundo Venidero (Olam HaBá), ya que en este mundo el ser humano muere en definitiva. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿Hay vida eterna en el cumplimiento de la Torah o hay una larga vida en la tierra? La respuesta es: ambas cosas. En verdad, hay mandamientos que producen una vida larga debajo del sol y hay otros mandamientos que fueron dados para dar vida eterna al hombre. Por ejemplo el mandamiento que nos ordena creer en el profeta como Moshé (cf. Deuteronomio 18:15, 18) es uno de los que dan vida eterna, como está escrito en:

“Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús (Yeshúa), y serás salvo, tú y tu casa.”

(Hechos 16:31)

El apóstol Pablo, escribiendo a los discípulos de Roma enseñaba:

“Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el Mesías es la meta de la Torah para justicia a todo aquel que cree. Porque Moshé escribe que el hombre que practica la justicia que es de la Torah, vivirá por ella. 

Además, la justicia que es de la fe, dice así:

NO DIGAS EN TU CORAZÓN: «¿QUIÉN SUBIRÁ AL CIELO?» (esto es, para hacer bajar al Mesías), o «¿ QUIÉN DESCENDERÁ AL ABISMO?» (esto es, para subir al Mesías de entre los muertos). Mas, ¿qué dice? CERCA DE TI ESTA LA PALABRA, EN TU BOCA Y EN TU CORAZÓN, es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Yeshúa por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

(Romanos 10:3-10)

Pues bien, considerando todo texto en el contexto correcto de la Instrucción, podemos afirmar que no existe contradicción alguna entre Moshé (Moisés) y Yeshúa (Jesús). Si fuese así, Yeshúa sería un falso mesías. Lo que el escritor a los Romanos enseña en el capítulo 10, es lo mismo que se revela en Levítico (18:5). Hay vida para aquel que practica la Torah, porque ella lleva a la persona humana al Mesías y a la justicia de la fe, la cual está citada en la Torah (cf. Deuteronomio 30:12-14). El problema surge cuando una persona intenta usar aquellos mandamientos que no son dados para vida eterna y cumplirlos en su propia fuerza para así obtener la salvación de su alma por los propios méritos.

Otra enseñanza falsa, que existe dentro de la parte apóstata del judaísmo (como los kabalistas), es que uno tendrá el derecho de entrar en el mundo venidero si las obras buenas pesan más que las obras malas. Esos caminos son engañosos y sumamente combatidos en Los Escritos Mesiánicos por los apóstoles del Mesías. Por ejemplo, permítanme compartirles lo que dice la traducción hecha por Dr. David H. Stern de Gálatas 3:12:

“Sin embargo, el legalismo no está basado en la confianza y la fidelidad, sino en una mala interpretación del texto que dice, EL QUE LAS HACE, VIVIRÁ POR ELLAS.”

Retomando el hilo conductor de nuestro versículo, diré que en el mismo se revela que la obediencia a los estándares de Yahvéh sobre la conducta sexual es esencial para la vida, y mucho más ahora es verdad en nuestros días donde prolifera el SIDA y otras enfermedades sexualmente transmitidas.

Lo que más llama la atención es que en nuestro versículo se habla de» אדם «, «Adám«, traducido como persona humana. Esta idea incluye a cualquier hombre, sea varón, sea mujer, de cualquier confesión. Es decir que la Torah en este caso no está hablando ni a los Kohaním (sacerdotes), ni a los levíim (levitas), ni a Israel, exclusivamente, sino a toda persona humana que quisiera aceptar los enunciados de la Torah. Esta idea tocó su punto culminante cuando los sabios del Midrásh dijeron: «Afilu goi vehosók baToráh Haré Hu que-Kohén Gadól» o sea que «cuando un gentil se dedica a la Toráh, es comparable en mérito al Sumo Sacerdote de Israel«.

Así el Eterno recalca que los mitzvot (mandamientos) son fuente de vida según la predisposición que tenga la persona al cumplir con los mismos. Yahvéh nos enseña que existen distintas motivaciones (entre los distintos grupos de personas) para la observancia de los preceptos de la Torah; pues hay algunos que observan pensando en la recompensa material de los mismos, mientras que otros observan la Torah desinteresadamente, buscando simplemente elevación espiritual.

Por eso, cuando los versículos de la Toráh hablan de la recompensa por el cumplimiento de las mitzvot, dicen: … «para que se prolonguen tus días» … «para que vivas y tengas largos días» … ya que este lenguaje de los versículos implica distintas categorías de «vida«, todas de acuerdo con lo que correspondiere a cada cual de los grupos de personas enunciadas.

Cuando leemos «…el hombre vivirá por ellos«, debemos entender que estas palabras han servido de base inequívoca para la idea enunciada de que los mitzvot (mandamientos) son fuente de vida, y no de muerte:  «Vajai bahém, Velo Sheiamut bahém«, es decir para que viva con ellos (los preceptos) y no para que muera por ellos. Por lo tanto, todos los mitzvot pueden ser transgredidos cuando la vida humana está en peligro. Sin embargo, esta ley general está limitada por tres excepciones, a saber:

  1. ejercer la idolatría,
  2. incurrir en derramamiento de sangre, y
  3. incurrir en relaciones incestuosas.

¡Por favor, eniténdalo bien! Un mitzvá (madamiento) es una conexión entre el mundo del ser humano y una Fuerza Superior, Su Fuente, Yahvéh, el Creador. A través de un mitzvá, usted toma parte de su pequeño mundo terrenal y lo hace más elevado.

¿La meta? Obtener de la vida todo lo que la vida debe darle. Y convertir al mundo en lo que el mundo debe ser. Porque la vida debe ser hermosa y el mundo debe ser divino.

 

El Sexualidad Mesiánica frente al Sexo Reptiliano

Por P.A. David Nesher

 

 

 

«No haréis según la práctica de la tierra de Egipto donde morasteis; ni obraréis conforme al uso de la tierra de Canaán, adonde Yo os llevo, ni actuaréis según sus costumbres. Cumpliréis con mis juicios y mis estatutos guardaréis, siguiéndolos; Yo soy el Eterno, vuestro Dios.» 

(Levítico 18:3-4)

En el capítulo anterior hemos estudiado cómo la Torah legisla leyes y promulga mandatos cuya finalidad última era desarraigar las normas y costumbres paganas, en las cuales la humanidad en general, e Israel en particular, estaban inmersos. Pero en este capítulo 18 de Vayikrá (Levítico), la Torah enfrentará a los hebreos con leyes claras y pertinentes todo lo referente a la sexualidad del hombre y de la mujer. Leyes para salvaguardar la moral social e individual, presentadas en un estilo parenético, con la fórmula estereotipada y enfática «Yo Yahvéh» («Yo Soy el Eterno«). Con esta afirmación, el Eterno establecerá una clara separación entre Israel y el resto de las naciones, al declarar este principio: “Me pertenecen, no harán como el mundo hace.”

Este texto muestra que los hijos de Israel han sido llamados a ser diferentes a los demás pueblos del mundo, especialmente cuando los pueblos son tan inmorales como los egipcios y los cananeos.  Los persas, por ejemplo, animaban a los varones a realizar uniones maritales con madres, hijas y hermanas, en base de que dichas relaciones tenían un mérito especial delante de los ojos de los dioses.

Israel está sujeta a una vocación que proviene del Mundo de Arriba. Cada miembro de Israel debía ver en estos paradigmas jurídicos las bases de una cultura verdaderamente humana, que los comprometía a ver en estas leyes una obligación moral estrechamente relacionada con la Alianza de Yahvéh que hacía de ellos un pueblo santo diferente de los demás.

Los hebreos hemos sido llamados a comer de una manera integral y diferente, vestir con estilos diferentes, hablar claramente diferenciados, etc. ¿Podemos entonces mirar las prácticas de los demás pueblos y hacer lo contrario? ¿Es eso lo que Yahvéh quiere enseñarnos con esta palabra? Hasta cierto punto esto está bien, pero si vamos a dejar que las prácticas de los paganos determinen nuestra conducta, es posible que dejemos de hacer algo que Yahvéh aprueba e incluso manda. ¡No vamos a dejar de hacer algo bueno sólo porque los demás lo hacen!

Por lo tanto, sigue el versículo 4 diciendo: “…habréis de cumplir MIS estatutos y guardar MIS leyes para andar en ellos.” Dejando así bien claro que no son los paganos los que determinan nuestra conducta, sino la Torah de Yahvéh. En el camino de restauración hay muchos ex cristianos que rechazan todas las cosas que hacen los cristianos. Pero sólo por el hecho de que se hagan ciertas cosas en el mundo cristiano no es una razón suficientemente fuerte para rechazarlo. Por ejemplo, no podemos dejar de leer las Escrituras porque los satanistas las estén leyendo. Esa actitud no es sana y al final llevará a la persona a desviarse del camino recto.

Cuando Dios creó el mundo, bendijo al varón y a la mujer con la capacidad de procrearse y perpetuar su simiente en esta, nuestra Tierra (Génesis 1:28). Sin embargo, cuando la primera humanidad escuchó la enseñanza de la serpiente, le entregó a esta la potestad de manipular la sexualidad como un instrumento de degradación, que conduzca a la humanidad al caos.

Por ello, más adelante la Torah reflejará la ira divina desatada por la actitud perversa asumida por los, «Bené Elohím» («בני אלהים») , aquellos ángeles que violaron su naturaleza, y se unieron por medio de pactos chamánicos con las hijas de Caín, violando así las más mínimas normas de moral sexual, como leemos en los versículos siguientes:

«Vieron los Bené Elohim a las hijas del hombre que eran bellas y tomaron mujeres para ellos, de todas las que preferían. Dijo Yahvéh: ¡No contenderá eternamente Mi Espíritu por causa del hombre porque es carne! Serán sus días, ciento veinte años». (Génesis 6: 2-3)

El sabio exégeta judío Rambán ha entendido que en los códigos del versículo 2 estamos frente a un caso de perversión sexual donde: «…los hombres, emulando la conducta de ángeles caídos, tomaban a las mujeres en contra de la voluntad de las mismas, amén de posesionarse de mujeres desposadas«. Así, esta perversión sexual irá en aumento hasta que el Eterno traiga el Diluvio sobre la humanidad.

Por eso, en el capítulo 18 de Levítico, la Instrucción (Torah) divina prevendrá a los hebreos, explicándoles por qué los liberó de los riesgos y peligros que involucraba permanecer en la tierra de Egipto. Este imperio, a pesar de ser una nación que había llegado a la cumbre de la civilización, logrando picos en la ciencia y en las artes, habían permitido en su seno el desarrollo de perversiones y aberraciones, en lo que a la sexualidad se refiere, que lo había conducido a alcanzar lo 40 grados de degradación moral a los que puede llegar la humanidad (ya en el grado 50 no hay manera de regresar al diseño original). A tal punto era esta degradación moral que la Torah,  llama Hukót HaTohebot (normas aberrantes) a todos los paradigmas que regían las costumbre egipcias en el área de los sexual.

Lo mismo ocurría en la tierra de Quenahan (Canaán), que el pueblo de Israel se aprestaba a conquistar. El Eterno les revela con estas leyes que ellos corren el peligro de conquistar la tierra, pero a la vez, «ser conquistado» por las costumbres y normas aberrantes de los pueblos que la habitaban. Cosa que en realidad ocurrió (Véase el libro de Jueces 2:11 y subsiguientes).

Entendamos que la misma religión que estos pueblos practicaban, rindiendo culto a dioses de la fecundidad, pretendía santificar los actos sexuales desordenados, fomentando así la inmoralidad entre sus adeptos y seguidores.

Así nuestro capítulo Levítico 18 enunciará todas las uniones prohibidas entre hombre y mujer, ya sea por consanguinidad, o por la perversión que pueden generar las mismas. Por lo tanto, la existencia misma del pueblo de Israel dependerá de la capacidad que demuestre para cortar en forma clara y nítida con un pasado atentatorio contra la idea del ser humano creado por Dios para desarrollarse en nombre de Él, y lograr su bienestar rechazando perversiones y aberraciones. Para ello será necesario constituir una familia sana, que es el núcleo básico de toda sociedad.
En cuanto al futuro del pueblo, dependerá de su capacidad, de desarrollarse de acuerdo con las normas de la Torah.

Los israelitas debían mantenerse puros y apartados para Yahvéh. Él no quería que su pueblo fuera absorbido por la cultura y/o el ambiente que los rodeaba: «… ni actuaréis según sus costumbres«, les ordenó. El término «costumbres«, por supuesto, hace alusión a las perversiones sexuales vigentes en esos pueblos, y que la Torah enuncia en nuestro capítulo.

A nosotros, de igual manera, la sociedad occidental post-moderna puede presionarnos a que nos conformemos a su manera de vivir y de pensar. Sin embargo, si cediéramos ante la presión nos confundiríamos, y no sabríamos a cuál grupo pertenecemos. Además perderíamos nuestra efectividad para servir a Dios, que es al fin y al cabo nuestra vocación esencial.

Tristemente, aquellos que se llaman hoy en día cristianos a menudo toman el estándar de su conducta sexual de parte de los estándares que marca el sistema de cosas imperante, rechazando la Instrucción del Señor. Claramente ellos saben que debieran de ser diferente del mundo en su moralidad sexual, y deberían de seguir el estándar bíblico para la conducta sexual trazada por el Creador. Es paradójico, en las congregaciones primigenias, a cuyos miembros se los señalaba burlonamente como cristianos, un argumento que ellos daba para mostrar la veracidad del Evangelio del Reino era: “Pueden saber que esto es Verdad absoluta al ver a nuestras vidas, especialmente en la conducta sexual.” Hoy, ese mundillo que dice vivir como aquellos, autodenominándose  cristianos dice: “No me mires a mí, mira a Jesús.”

Por eso, es mejor que tú, que has salido de la Gran Babilonia (el cristianismo) obedezcas al Eterno y no permitas que la cultura de este sistema reptiliano afecte tus pensamientos, habla y acciones.


Bitácoras relaciones y recomendadas:

¡Evita hacer lo que ellos hacen!

https://davidnesher.com.ar/herramientas-cosmicas-para-prolongar-la-vida/

La Curación del «Mal Hablado» (Leproso)

Por P.A. David Nesher

 

”Esta será la ley tocante al leproso, en el día de su purificación, cuando será llevado al sacerdote;”

Zot tihyeh torat hametsora beyom tahorato vehuva el-hakohen«.)

(Levítico/Vayikrá 14:2)    

 

En la parashá anterior (Tazría), la Torah nos había relatado minuciosamente las distintas afecciones y erupciones cutáneas, y el consiguiente aislamiento de la persona afectada.

Insistiré aquí en un importante detalle, el kohén (sacerdote) en modo alguno era médico, ni usaba prácticas médicas en su diario ministrar. Él sólo se limitaba a declarar impuro al afectado y hacerlo recluir, o declararlo puro y devolverlo a su sociedad y a su familia.

Ahora, la parashá que iniciamos hoy (Metzorá), se enfoca en mostrar por qué el pecado de Lashón HaRá (lengua perversa) era la causal única y principal de adquirir “lepra” (Tzaarat).

En primer lugar, les mencionará que algunos exégetas (intérpretes), basándose en el sentido literal de las palabras » en el día de su purificación» (léase: cuando el afectado ha sanado), insiste en que nadie cura al enfermo (en este caso el leproso) sino su propia decisión de curarse. Esto se lograba ya que, en su período de reclusión, el enfermo debía pensar, meditar y decidir un cambio de rumbo en sus actitudes esenciales hacia la vida, y por consiguiente, modificaba su comportamiento. Si eso ocurría, el metzorá (“leproso”) sanaba.

Por eso la Torah habla del «hish hamítaher«, que se debería traducir “el hombre que se está autopurificando”, y que está decidiendo ser otra vez el ser humano que tiene lugar en la sociedad.

Cuando leemos nuestro capítulo en lectura simple, tenemos la sensación de encontramos frente a un texto casi intrascendente, que está usando un lenguaje que nos parece poco elocuente para nuestra generación. Es por eso por lo que se debe entender la Torah, no solamente en su sentido literal, sino también en sus parábolas y alegorías. Este capítulo necesariamente debe ser entendido captando el lenguaje simbólico usado por el mismo. Es decir, que habrá de usar el sistema exegético llamado » Parshanút HaRémez», es decir, la interpretación alegórica. De este modo, veremos que los elementos intervinientes en la purificación del leproso que permitían su reincorporación a la sociedad están llenos de códigos celestiales que permiten conocer el obra de la Gracia divina a favor del ser humano. Dichos elementos o herramientas cósmicas son los siguientes:

  • ✔ madera de cedro,
  • ✔ hisopo,
  • ✔ dos pájaros puros, vivos,
  • ✔ púrpura escarlata y
  • ✔ aguas surgentes.

Esta ceremonia de purificación se realizaba de la siguiente manera: un ave era sacrificada en un recipiente de barro sobre agua que fluye. Su sangre era aplicada sobre el ave viva, a algo de madera de cedro, a algo de tela escarlata, y a algo de hisopo. Luego, usando estas cosas, la sangre era rociada en aquel que había sido limpiado de la lepra. Finalmente, el ave viva se dejaba en libertad.

Ahora veamos las analogías de estos instrumentos cósmicos, a fin de entender la codificación de Luz Infinita escondida en esta terapia celestial:

El cedro, cuando es usado simbólicamente representa la fuerza metal y corporal del hombre, y por lo tanto, la soberbia que desde ellos se desarrolla. Es innecesario citar los múltiples textos que hablan de los cedros del Líbano en este sentido.

Mientras que el «ezob» («אזב «) que aquí se traduce como «hisopo«, pero que quiere decir también «musgo que crece entre las piedras y en las paredes», representa, en el mundo de los símbolos, el punto más bajo en la escala social; o sea, a la persona carente de fuerza material, y por supuesto no afectada por el orgullo ni la soberbia. Es la humildad que puede alcanzar el alma contrita.

Por lo tanto, el «metzorah» (“leproso”) que había sido afectado en la misma piel de su cuerpo por incurrir en calumnia, soberbia, maledicencia…, para curarse debía quebrar su rigidez en pedazos, y pensar en «la modestia del hisopo o del musgo que crece en las paredes«. Entonces, el metzorah se obligaba a pensar que él, en esta vida, es sólo un trocito de madera de cedro, y no el cedro mismo. Influenciado por estas ideas, el rey David, cuando invoca a Yahvéh por su purificación, dice: «Rocíame con hisopo y quedaré purificado» (Salmos 51:9).

La púrpura escarlata simboliza, por su color, la perfidia (o deslealtad) y la mala conducta, mientras que las aguas surgentes (aguas vivas) representan la vida continua, natural y las nuevas ideas vivificantes que deben surgir de nuestra mente para curar «nuestra piel» de nuestras afecciones «cutáneas». Pero para que ello ocurra, es decir, para que encontremos esas fuentes benefactoras de aguas surgentes, habrá que «soltar el pájaro vivo para que vuele en el campo abierto». En pocas palabras tenemos que deshacemos definitivamente de nuestros hábitos corruptos, producto de nuestra mente y «nuestra lengua».

Por eso, los dos pájaros representan, la palabra irresponsable e irrestricta. Esto es porque los pájaros trinan constantemente, y este hombre fue afectado por la lepra por hablar constante e indiscriminadamente de su sociedad. Por eso, según este autor, los dos pájaros representan los lados positivos y negativos de la palabra. Por eso uno de los dos pájaros tendrá que ser inmolado, queriendo significar que habrá que desarraigar de nosotros la palabra calumniadora y destructiva.

Esta terapia penitencial demandaba grandes esfuerzos. Es que al mismo tiempo que causaba dolor por el hecho de admitir que se había dañado con la lengua, también se debía aceptar que se había incurrido en «derramamiento de sangre» (hebreo: Shefijút Damím), que en el lenguaje hebreo quiere decir también denigrar a nuestro prójimo en público y causar vergüenza u oprobio por medio del Lashón HaRá (Mal Hablar).

Esta última idea estaba representada por la sangre de uno de los pájaros que el kohen había inmolado y con el cual rociaba al pájaro vivo.

Todo lo ocurrido en este rito de purificación ritual es una tipología de la muerte de Yeshúa y su aplicación espiritual sobre nuestras vidas. Un ser “celestial” (así como un ave es “de los cielos”) muere en un recipiente de barro, mientras que permanece limpio (debido al agua que fluye). La muerte del ave está asociada con sangre y agua: la sangre está conectada con la vida (aplicada al ave viva), y luego aplicada a aquel que fue hecho limpio.

Por otro lado, el cedro es extremadamente resistente a la enfermedad y a pudrirse, y estas cualidades pueden ser la razón por la que se incluye aquí – así como una referencia simbólica a la madera de la cruz. Distintos historiadores aseguran que la cruz donde fue crucificado Yeshúa estaba hecha de cedro de acuerdo con la usanza romana.
La conexión con el hisopo es también importante. A Jesús se le ofreció beber de una rama de hisopo en la cruz (Mateo 27:48).

Después de la ceremonia de sacrificio con las aves, el leproso purificado debía de lavar sus prendas y tenía que rasurarse todo el pelo, a fin de quedar como un bebé recién nacido. Así estaba listo para comenzar de nuevo, como si fueran un bebé recién nacido. Así, por medio de este ritual, los hebreos aprendieron el concepto de ser “nacido de nuevo” para poder participar del Reino de Dios.

¡Bendito es el Nombre de Abba nuestro por las maravillas reveladas en Su Instrucción! Elevo mis plegarias para que cada uno de ustedes esté disfrutando de estas ascensiones en la emunah (fe) que hemos recibido al nacer de nuevo en Yeshúa, nuestro Dueño.

Shavuá Tov!

 

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La Vida: Valor y Derecho Supremo

Sin duda alguna, el tema del aborto reaparece constantemente en el debate público occidental como una cuestión política que pretende superar y vencer toda reflexión ética. Por ello, es fundamentalmente un tema de constante debate parlamentario y jurídico. Esto se debe al gran avance de movimientos feministas y progresistas que buscan impulsarlo para que el mismo se considerado legal, quedando consagrado de esta manera, el derecho de toda mujer embarazada a decidir libremente sobre la vida del niño por nacer, es decir, sobre su propio hijo.

Lo cierto es que la «interrupción voluntaria del embarazo«, como estas ideologías postmodernas pretenden llamar al aborto, es un tema controvertido en todos los rincones del planeta, pero también el enfoque de esta cuestión varía según el contexto cultural de cada región.

La paradoja es que, si bien la mayoría de las personas están de acuerdo respecto a que la libertad individual no permite el asesinato, cuando se trata del aborto el tema gira en torno a la definición misma de cuándo comienza la vida. La respuesta a esta pregunta está influenciada por aspectos religiosos o ideológicos, y de esta manera, el tema del aborto de inmediato involucra las más sagradas creencias y opiniones que tienen las personas sobre Dios, el alma y la naturaleza de la existencia. Así pues, la forma de afrontar esta problemática por parte de un europeo católico o protestante difiere de la que puede tener un budista, un musulmán o un judío. Al parecer, y justificado en lo que he dicho en este párrafo, los grupos opuestos “a favor de la vida” y “a favor de la elección” estarán eternamente en pugna. Es que el tema del aborto tiende a generar fuertes emociones, tanto en los que están a favor como en los que están en contra. Sin embargo, las cuestiones éticas no pueden decidirse en base a argumentos emocionales, ni tampoco por consenso. Lo que debe debatirse es la naturaleza del embrión en gestación. Ése es el centro de esta cuestión. Por ello, vale la pena que hoy tomemos un tiempo para considerar el enfoque yahvista sobre el asunto, y de esa manera lograr una cosmovisión desde la fe de Abraham, Isaac y Jacob.

El Valor de la Vida.

Antes de sumergirme en el desafío de dicha tarea de fe, conviene hacer un racconto muy sintético acerca de la cosmovisión primigenia de la humanidad ante este tema. Comenzaré diciendo que la mayoría de los sistemas religiosos y legales en las culturas antiguas se oponían a inducir el aborto. De esta manera, encontramos evidencias documentadas de que tanto los asirios, como los hindúes y así como el antiguo Egipto, entre otros, se oponían a inducir el aborto. Así mismo, entre los antiguos griegos había diversas opiniones. En contraste, los romanos prohibieron el aborto y establecieron severos castigos para quienes lo realizaran.

Una actitud negativa hacia la inducción del aborto es también evidente en la mayor parte de los juramentos médicos conocidos. Incluso si la actitud negativa no está explícita, queda implícita como parte de la conducta ética general de los médicos. El famoso Juramento Hipocrático afirma:

“Nunca le daré una pócima a una mujer ni utilizaré ningún instrumento para inducir un aborto”; aunque otras escuelas griegas de medicina no se oponían al aborto…»

Ahora sí, metiéndonos de lleno en nuestra herencia espiritual (la emunah -Fe-), debo confesar que nuestra certeza en los códigos de la Luz concibe a la vida como un don de la divinidad misma, por lo que debe ser apreciado y valorado sin importar su dimensión temporal. Esa gracia divina tiene un valor intrínseco e infinito. Es por ello que siendo un regalo sagrado no está en el dominio de los hombres decidir su suerte. Este paradigma estaba bien arraigado en aquellos discípulos de Yeshúa que proclamaban el Reino de Dios a las naciones:

“…pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas…

Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”

(Hechos 17:25, 28)

Sus profetas llamaban constantemente a los israelitas a no olvidar esta verdad, tal como el mensaje de Ezequiel lo anunciaba:

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía.”

(Ezequiel 18:4)

El rey David, como salmista experto en lo profético, hacia cantar a Israel así:

 “De Yahvéh es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”.

(Salmo 24:1)

Así mismo, el mismo salmista aseguraba en otro salmo que a los ojos del Eterno, la vida, y primordialmente la vida humana, es sagrada:

«Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz.»

(Salmo 36:9)

También lo es la vida de la criatura que está en el vientre de su madre, el lugar que Yahvéh, como Creador diseñó para que los bebés estén protegidos durante su formación. El rey David, como profeta entendido en los códigos lumínicos del propósito eterno le cantó a Yahvéh:

Porque Tú formaste mis entrañas;
Me hiciste en el seno de mi madre...

Tus ojos vieron mi embrión,
Y en Tu Libro se escribieron todos
Los días que me fueron dados,
Cuando no existía ni uno solo de ellos.

(Salmo 139:13, 16)

Enfocado en esta cosmovisión, Job, el varón de fe, discípulo del Eterno en la «Escuela del Dolor», llegó a expresar desde su sabias reflexiones:

«¡El mismo Dios nos dio vida en el vientre!
¡A ellos y a mí nos dio forma en la matriz!»

(Job 31: 15)

Con su mente lleno de esta verdad, el profeta Jeremías hace notar a sus oyentes el tierno interés que el Eterno siente por esa delicada vida que crece en la matriz:

«Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.»

(Jeremías 1:5)

La vida, según lo que revela la Instrucción divina resulta un bien indisponible a los seres humanos. Es por ello que nuestro bagaje cultural no permite el suicidio ni avala el asesinato piadoso (eutanasia). Ejemplo de ello lo tenemos cuando el rey David condenó al soldado que terminó con la vida del rey Saúl, que había intentado suicidarse y no lo logró, (dice el relato que cuando Saúl agonizando de dolor le pidió a su asistente que terminara con su vida). Se desprende de la condena de David que era considerado un delito al asesinar a alguien, aunque estaba sufriendo y agonizando y a punto de morir.

Así mismo, considerando esta cosmovisión yahvista la Instrucción (Torah) divina se opone al aborto ya que es contrario al desarrollo natural de las cosas. Se trata de un acto espiritual y físicamente dañino, que siguiendo los designios de la vida no debería realizarse.

Debemos saber, que el proceso de la concepción y embarazo corresponden en la revelación divina a los Tres Mundos InferioresTres Cielos» u Olamot), tal como lo revela el profeta Isaías (43:7). La concepción corresponde al mundo de la Creación (Briah), el período de 40 días desde la concepción corresponde al mundo de Formación (Yetzirah) y el nacimiento que tiene lugar luego del período subsecuente corresponde al mundo de la Acción (Asiah).

Desde sus comienzos las Sagradas Escrituras se refieren a estos tres momentos del embarazo: el momento de la concepción, de la formación y del nacimiento, que es el del completo desarrollo del feto en el útero. En hebreo este momento es llamado Asiah, también significa el “ser completo”. El feto está completo y ahora puede nacer al mundo y continuar creciendo. Así y según la Torah, la vida es un proceso que va adquiriendo con el tiempo mayor relevancia hasta considerarse una vida humana en plenitud mesiánica.

Por encima de estos tres mundos está la unión del padre y de la madre que corresponde al mundo de Atzilut, que es el nivel de la Conciencia Divina, total y absoluta unidad. Este da nacimiento a los tres mundos inferiores. La unión expresa la unión Divina. Si la semilla es concebida apropiadamente entonces tiene lugar el proceso Divino de procreación. Está absolutamente prohibido destruir este proceso divino que realmente comienza desde el momento de la concepción. Este es el secreto de la creación, como si fuera, ex-nihilo.

En suma, desde nuestra perspectiva de fe, vivir es una responsabilidad frente a Yahvéh, pero también con la sociedad, por cuanto todos estamos aquí como parte de un diseño en el que el amor al prójimo se expresa en poner a disposición las fuerzas propias al servicio del otro, a fin de que ese otro logre llegar a la plenitud de su propósito sin obstáculo alguno.

La Instrucción Divina para Proteger la Vida.

La emunah, como don celestial, nos permite aceptar que lo que Yahvéh piensa sobre la vida de un bebé no nacido se refleja, por un lado, en la Torah y por otro, en nuestra propia conciencia. Ahora bien, vamos a repasar las principales fuentes en la Torah que se señalan al aborto como un anti-diseño. Tres pasajes de la Torah se relacionan específicamente con el aborto.

La primera fuente es entendida por el Talmud como una prohibición del aborto para quienes cumplen las leyes de Noaj, lo cual luego es extendido por el Talmud aplicándose también para los hebreos, hijos de Abraham, que están bajo la Alianza divina. Antes de seguir, debemos recordar que las leyes de Noaj son la prohibición respecto a la práctica de la idolatría, el asesinato, el robo, las relaciones sexuales prohibidas, la blasfemia,  y el precepto positivo de establecer cortes de justicia para hacer cumplir las leyes, aún ejecutando la pena capital como castigo.

«El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.»

(Génesis 9:6)

Tanto el Talmud, como una gran cantidad de exégetas expertos en el hebreo, explican que este versículo se refiere al aborto:

«Fue dicho en nombre de Rabi Ishmael:

Un hijo de Noaj debe ser condenado a muerte incluso por matar a un feto.

¿Cuál es la fuente de Rabi Ishmael?

Porque está escrito:

Al que derrame sangre humana por el hombre se derramará su propia sangre” [si lo leemos literalmente: el que derrama sangre de una persona dentro de otra persona, etc.].” (Bereshit 9:6).

¿Qué persona está dentro de otra persona?

Esto se refiere al feto en el útero de la madre

[Talmud Bavli (Talmud de Babilonia), Sanhedrín 57b]
La segunda fuente de la Torah prohibiendo el aborto es la prohibición general de matar en el Decálogo (mal llamado «Diez Mandamientos» por la teología cristiana):

«No matarás.» 

(Éxodo 20:13)

En verdad la expresión «Lo tirtzaj» debe ser traducida: «No asesinarás». Ahora bien, ¿qué quiere decir el Eterno con esa frase? Entender esto es vital para poder comprender y apreciar el verdadero enfoque de la moralidad de la Torah.

En hebreo, la palabra que hace referencia a “matar” es “harigá”, que es un verbo completamente diferente. Hay un mundo de significados en esta elección de palabras. Cualquier diccionario nos informa las diferencias entre el asesinato y la muerte. Aunque el final para el difunto sea similar, las intenciones, motivos, modos, del perpetrador son diferentes sea si es matador o asesino.

Considerando esto así, entendemos que en la cosmovisión del Señor, asesinato, es tomar la vida de un ser inocente, y es un acto prohibido siempre. Sin embargo, matar, es tomar cualquier vida, que a veces es permitido y hasta podría llegar a ser una obligación. Por ello, en las Sagradas Escrituras existen situaciones en las cuales está permitido, e incluso puede resultar imperativo matar:

  • Aplicación de pena capital tras juicio justo, apelaciones, defensas, etc., en los casos extremos que era acorde a la ley su ejecución.
  • En defensa propia ante agresiones que pueden ser mortales.
  • Similar a la anterior pero en resguardo de la vida inocente ajena.

De lo anterior se deduce que matar en la guerra es un acto necesario, cuando lo fuera, aunque no deseable. Ejemplo escritural de esto lo encontramos en las guerras de Yehoshúa (Josué) que fueron parte de la estrategia divina para que los israelitas pudieran re-establecerse en las tierras que les fueron dispensadas por Yahvéh a Abraham, Itzjak y Yaakov. Estas guerras, dolorosas por cierto, son comprensibles con ese sentido. Y sus muertes, son parte de lo despreciable que tienen las guerras. Por causa de esta cosmovisión el ejército israelí se llama Tzvá Haganá LeIsrael que traducido es: Ejército de DEFENSA de Israel.

En cambio, asesinar, en todas su formas está prohibido por el Eterno. Esto incluye:

  • Crimen (ese al que la TV nos tiene tan lamentablemente habituados)
  • Eutanasia
  • Suicidio
  • Aborto (cuando no cuenta con consentimiento legal/médico)

La tercera fuente de la Torah que se refiere al aborto es en un caso en el cual hay dos personas que se encuentran en un combate mortal. La mujer embarazada de uno de los combatientes entra en la lucha para salvar a su marido. Accidentalmente, un golpe mortal dirigido al hombre, llega a la mujer, matándola a ella o al niño que está en su vientre. La Torah dice que en ambas instancias la ley es la siguiente:

«Y si algunos hombres luchan entre sí y golpean a una mujer encinta, y ella aborta, sin haber otro daño, ciertamente el culpable será multado según lo que el esposo de la mujer demande de él; y pagará según lo que los jueces decidan. Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida,…»

(Éxodo 21:22, 23)

Esta es la ley que se aplicaba cuando dos hombres luchaban y accidentalmente se dañaba a una mujer embarazada, provocándole un aborto. Si no hay un daño fatal a la mujer, entonces la parte culpable debía pagar una pena monetaria. El esposo de la mujer debe efectuar la demanda, y la cantidad que se deberá pagar es determinada por las cortes. Los jueces primero tenían que evaluar las intenciones y circunstancias de cada caso. Sin embargo, si ocurría un daño fatal a la mujer, entonces debía pagar una compensación completa por su vida es decir, que era condenado a la pena capital. Así pues, el asesino pagaba la vida de la criatura con la suya propia (Números 35:22-24, 31).

Sin duda alguna, la Instrucción nos revela que la vida humana prenatal es un magnífico don de Yahvéh. El ideal del Eterno para los seres humanos establece la santidad de la vida humana, a imagen de Dios, y exige respeto por la vida prenatal. No obstante, las decisiones acerca de la vida deben ser tomadas en el contexto de un mundo caído. El aborto nunca es un acto de pequeñas consecuencias morales. De esta manera la vida prenatal no debe ser destruida irreflexivamente. El aborto debería ser practicado únicamente por razones muy serias.

Valorando la Vida en Potencia.

Para ir encontrando una conclusión a un tema tan extenso y profundo, diré que el término hebreo que se utiliza para hablar del aborto es hapalá  (הפלה) que proviene del verbo caer. Es decir, que en la mentalidad hebrea, el aborto es la caída de una vida potencial. Por otro lugar es importante destacar la importancia que la mentalidad hebrea de Israel le otorga a la procreación. El traer vida al mundo y poblar la tierra es el primer precepto que le es comandado al ser humano. Bajo estas consideraciones, se entiende que cuando un espermatozoide fecunda un óvulo, la Torah considera su desintegración un delito en la fase que sea, cuando no hay ninguna razón lógica para efectuarlo. Un aborto representa la devaluación de la vida, ya que el varón y la mujer, al tomar una decisión que compete al Juez Supremo, trascienden su rol como humanos e interfieren en el designio divino. En ese sentido, el aborto para la Instrucción (Torah) divina es un delito que atenta contra uno de los más santos mandamientos de la humanidad que es la procreación, y así es parangonable a un homicidio.

Ahora bien, alguien cuestionará: ¿qué se puede decir de una niña que concibe un hijo sin estar casada y carece de toda preparación para ser madre? ¿Debería permitírsele traer un niño al mundo? Los sentimientos de Yahvéh por la criatura no cambian solo porque su madre haya obrado de una manera insensata e inmoral. El nacimiento del niño puede ayudar a la madre a darse cuenta de los resultados naturales de su inmoralidad y grabar en ella la sabiduría de la Instrucción (Torah) divina. Eliminar la consecuencia de su acto sexual ilícito puede dejar en ella un profundo sentimiento de culpa o tal vez alentarla a cometer más actos de inmoralidad.

Si no hay un padre con quien compartir la carga, criar un hijo no será fácil. No obstante, una estrecha relación con nuestro Padre celestial puede proporcionar a la madre la fuerza, el apoyo y la guía morales y emocionales para hacerlo. Además, Dios también ha provisto la congregación cristiana para ayudar a aligerar la carga de las madres solteras.

Entonces otro objetará: ¿y si es un médico quien anuncia que una mujer puede correr poner en peligro su vida si desea llevar a término su embarazo? Pues bien, encontré la opinión del Dr. Alan Guttmacher quien aseguró: “Hoy día, casi toda mujer embarazada puede sobrevivir a su estado de gestación a menos que padezca alguna enfermedad mortal, como el cáncer o la leucemia, y en ese caso, es improbable que el aborto pueda prolongar su vida, y mucho menos salvársela”. También La Enciclopedia Americana dice: “Como la mayoría de las mujeres pueden llevar a término su embarazo aun padeciendo graves problemas médicos, son pocos los abortos que necesitan practicarse para proteger la salud de la madre. La mayoría de los abortos son para evitar tener un hijo”. De modo que esas situaciones extremas se presentan muy pocas veces. Sin embargo, si efectivamente se plantease esa situación en el momento del parto, entonces serían los padres de la criatura quienes deberían decidir entre la vida de la madre o la del niño. Es decisión suya.

Tengamos siempre en cuenta que el médico, según la concepción de la Torah, es un enviado del Eterno para tratar a las personas en sus enfermedades, pero no tiene derecho alguno para usar sus conocimientos con el fin de acortar o quitar la vida. No tiene el médico más autoridad que otro para opinar sobre la vida y la muerte, porque eso es un asunto humano y no biológico. Podría dar un diagnóstico o expresar sus probabilidades, pero nunca puede esa información conllevar al homicidio. Es por ello por lo que el médico no tiene atribuciones para decidir la fatalidad humana.

Fuera de las situaciones límite en las que hay que elegir entre una vida y otra, demás está decir que nuestra fe ve en el nacimiento de cada niño una enorme e induplicable bendición y herencia divina. Por lo tanto, no sólo tenemos la responsabilidad de preocuparnos por la propagación de niños, sino que tenemos la obligación de apoyar una conducta social general que respeta la vida al máximo y que fomenta la natalidad.

Por otra parte, ¿no es natural que el Creador de la vida haya establecido pautas claras con respecto al uso de nuestras facultades reproductivas? A sus ojos, crear una vida que no se tenga la intención de cuidar constituye un pecado semejante al de quitar una vida.

Es indudable que el debate continuará hasta el fin de este sistema. Pero en lo que respecta al Creador de la vida, Yahvéh nuestro Dios, y a los que respetan sus leyes, la cuestión no ofrece la menor duda. La vida es preciosa, es una dádiva celestial que se ha de cuidar y atesorar desde su mismo comienzo.

 

Por último, y antes que abandones esta bitácora te invito a mirar esta imagen, y meditar en la curiosidad que la misma informa… ¡Si te animas deja tu comentario!

 

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Mujer: Una Construcción Divina desde la Esencia del Hombre

“Hizo caer El Eterno un profundo sueño sobre el hombre y este se durmió. Tomó una de sus costillas y cerro la carne por debajo”

(Génesis 2:21)

Una vez que la Torah explica porque la mujer tuvo la necesidad de ser creada. Procede a contar como esto fue llevado a cabo.

 

El TodoPoderoso creó a la mujer dividiendo al primer hombre en dos partes: una parte femenina y la otra parte viril. Al separar a Adam en dos facetas, ambas no totalmente autosufientes, El dio al hombre la oportunidad de colmar el vacío que la mujer pudiera tener y viceversa. Obrando así. El Eterno formó un “ayudante frente a él”. Esto significa que la mujer fue creada con el mismo potencial que el hombre para ayudar (Génesis 2:20).

“Y el Eterno Dios hizo de la costilla que tomó del hombre, una mujer, y la trajo al hombre”

(Génesis 2;22).

La Toráh dice que el Eterno creó a la mujerconstruyéndolade la costilla de Adam (Vayiven). Algunos lo interpretan diciendo que el Eterno dotó a la mujer de un mayor entendimiento y comprensión (Binah) de las emociones y relaciones humanas, de lo que Él dio al hombre (Nida 45b). Ambas palabras ”Binah” y “Vayiven” tienen una misma raíz que significa “dentro”. Por lo tanto, construir es el acto de tomar algo de adentro y expandirlo. La compresión es el logro de entender algo desde lo profundo.

El hecho de que la mujer fue “construida” de una parte interna del hombre la predispone a entender a comprender cualquier situación, íntegramente desde el fondo. Esto significa que la mujer es capaz, generalmente de divisar un bosque sin necesidad de haber visto antes un árbol.

Y dijo el hombre esta vez, esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ella se debe llamar Varona (Isha) porque fue tomada del varón (ish) . Por esto, dejara el varón a padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

(Génesis 2:23-24).

En conclusión la mujer fue creada para ser compañera en igualdad de condiciones que el hombre (Génesis 2:22) . La mujer posee una santidad intrínseca, de la que se supone debe hacer uso para ayudar al varón a reconocer su fortaleza, así como a vencer sus limitaciones en lo espiritual, ejerciendo el poder y el control.

 

 

Tomado y Condensado de libro Mesilot Hatora de Lisa Aiken.

 

¿Qué es Trabajar según el Eterno?

”Seis días se trabajará, pero el séptimo día tendréis un día santo, día de completo reposo para el SEÑOR; cualquiera que haga trabajo alguno en él, morirá.”

(Éxodo 35:2)

 

La parashá de esta semana (Vayakhel) comienza con un breve recordatorio a los hebreos sobre la observancia del Shabat. He sido consultado al respecto por un discípulo, por lo que encuentro conveniente explicar el por qué de esto.

Primeramente, la Torah anticipa el precepto de Shabat a la construcción misma del Mishkán queriendo decir que el reposo del Shabat tenía que ser respetado, deteniendo aun todos los trabajos concernientes a la construcción del Mishkán.

El idioma hebreo tiene dos palabras principales que se traducen como trabajo:
melajá – מלאכה – («trabajo creativo«) y
avodá – עבדה – («servicio sacerdotal«o “ministerio”)

Por eso, se entiende que la prohibición para el Shabat es hacer melajá no avodá.

Entonces para saber lo que está prohibido hacer en Shabat es necesario definir lo que es melajá. Y como la palabra melajá la encontramos como resumen de toda la obra de la creación (Gén. 2:3) se puede entender el término como todo trabajo creativo, toda obra que interviene en la creación.

El Shabat declara el testimonio que Yahvéh es el único Creador de este mundo y todo su contenido. El hombre dedica su vida y tiempo con su esfuerzo mediante la inteligencia, la energía y la destreza. Es decir que coloca todos los dones con los cuales Yahvéh los bendijo, en función conquistar sus fines. En, este proceso, el ser humano lamentablemente tiende a olvidar cuál es la fuente genuina de sus habilidades y proezas. En este mundo tan olvidadizo le fue entregado al pueblo de Israel la tarea de recordar y proclamar esta verdad fundamental: la procedencia del poder humano de dominar la naturaleza viene del Eterno. Por lo tanto, al cesar sus actividades en sábado, el hebreo reconoce y muestra que sus poderes proceden únicamente de Yahvéh.

La definición de Melajá es entonces:
“Una acción que muestra al hombre como dominante sobre el mundo, al emplear constructivamente su inteligencia y habilidad.”

Resulta que, como la palabra melajá también aparece en los textos que hablan de la construcción del Tabernáculo (Miskán), los sabios de Israel relacionaron melajá con todo lo que tiene que ver con la obra del Tabernáculo (Mishkán).

Aprendieron de esta cercanía que durante los seis días laborales de la semana se debía construir el Mishkán, es decir, hacer las 39 actividades requeridas, pero, en Shabat las mismas se debían interrumpir. De allí se sacan los 39 trabajos generales prohibidos para el Shabat.

Amado discípulo del Mesías, nuestro Maestro nunca quebrantó el Shabat. Sigamos su ejemplo, tal como está escrito en la primera epístola de Juan:

“El que dice que permanece en El, debe andar como Él anduvo.”

(1 Juan 2:6)

Dos Sábados (Shabatot) en Un Solo Día

Por P.A. David Nesher

 «Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas las generaciones.

(Sehmot/Éxodo 31: 16)

Al estudiar la parashá Ki Tisá, nos encontramos con este versículo en el que leemos que los hijos de Israel tienen que guardar el Shabat. Es interesante saber que el verbo guardar en la cosmovisión hebrea tiene que ver con una actitud de vigilancia y celo para protegerlo de ser profanado mediante melajá.

También este pasuk (versículo) dice que los hijos de Israel tienen que hacerlo un pacto perpetuo en todas sus generaciones. Este mandamiento revela que el Shabat seguirá hasta que pasen los Cielos y la Tierra, según lo que asegura Yeshúa, nuestro Dueño al explicar el propósito de su misión mesiánica:

«No penséis que llegó a abolir la Torah o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De modo que cualquiera que quebrase uno de estos mandamientos muy pequeños y así se enseñó a los hombres, muy pequeño se llamó al reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.«

(Mateo 5:17-19)

Ahora bien, debe asombrarnos conocer que la Sabiduría divina explica que existen Dos Sábados (“Shabatot”) dentro de esta sagrada jornada denominada Shabat. En primer lugar, está el “Shabat” que se debe “cuidar”, así es como leemos: “Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat”. Pero también, en segundo lugar, está el “Shabat” que está para “hacer”: “para hacer del Shabat”, y por tal motivo el texto menciona dos veces la palabra “Shabat”.

El “Shabat” esencialmente está santificado por El Eterno, siendo desde la misma creación, el sagrado séptimo día, por eso debe ser cuidado. Pero, además de la santidad intrínseca del Shabat, se pretende que cada persona “haga” lo posible para aumentar la santidad del Shabat.

El Eterno creó el mundo pretendiendo que el ser humano que se sujeta a su Instrucción (Torah) revele la divinidad, por medio de sus acciones. Se pude apreciar que las piernas pueden llevar a la cabeza a lugares que sola no puede ir, de la misma forma, los redimidos pueden atraer con sus acciones la santidad celestial.

Por eso, el alma humana mesiánica, tiene, como primera medida, “cuidarse” de no profanar el “Shabat”, cumpliendo con todas sus estipulaciones, pero además, debe “hacer” que su Shabat sea cada vez más sagrado.

La señal del pacto entre Yahvéh e Israel tiene que ver con la obra de la creación. Como él hizo, así ellos también hacen. La palabra “cesar” es la primordial. Es la traducción del término Shabat. Luego viene la palabra “reposar”, en hebreo nafash, es la segunda prioridad. Así que el Shabat también fue creado para que el hombre descanse y renueve sus fuerzas para la siguiente semana. Esto es lo que significa la expresión «Shabatot» («dos sábados«) que vibra dentro de un mismo día (cada shabat). Esto es la doble porción que el alma alcanza en cada séptimo día: descanso y renuevo. Estas son las aptitudes mesiánicas que permiten la liberación, expiación y transformación del mundo, por medio de la melajá que el alma redimida ejerce durante los seis días laborables de la semana.

Hay dos tipos de santuario en el mundo, un santuario en el factor espacio  y otro en el factor tiempo. En el relato de la construcción del Santuario (Mishkán) en el espacio, viene entrelazado el relato del santuario que cada israelita debía construir en el tiempo: el Shabat.


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