Por P.A. David Nesher.
Esta porción de la Torah, llamada Pinjás, es muy particular ya que existen en ella lo que se conoce en hebreo como «simanim«, que significa señales. Esto término se refiere a una curiosidad llena de misterios que tiene la Torah, ya que ella fue escrita por Moshé, inspirado por el mismo Yahvéh. Lo cierto es que en ciertos momentos especiales del texto, el mismo se ve escrito por letras que aparecen más chicas o más grande que lo normal, o cortadas en su estructura, etc.
Pues bien, esta sección presenta cinco sinamin tales como una yud pequeña en el nombre mismo de Pinjás; una vav dividida en la palabra «shalom«; un espacio en medio del versículo; una nun sofit especialmente grande, en la palabra «mishpatan«; así como un punto sobre una vav en la palabra «isarón«. Todos estos son acontecimientos únicos y especiales, pues no es nada común que este tipo de señales aparezcan en la Torah. Esto es lo que convierte a esta sección en una fuente de información celestial, llena de códigos que señalan a la Era Mesiánica.
La Historia de Pinjás y sus maravillas encriptadas.
Pinjás es un héroe que en forma absolutamente desinteresada, arriesgando su posición personal, salva al pueblo de Israel de una terrible plaga (hbr. meguefá) propiciada por la perversa acción de Zimri, príncipe de la casa de Shimón, quien sucumbe ante la seducción de la midianita Kozbí bat (hija de) Tzur, sosteniendo relaciones sexuales públicamente, ante todo el pueblo de Israel.
Ante el riesgo de que Israel perdiera los privilegios del sacerdocio (hebr. kehunah), se nos relata que Pinjás, que no era sacerdote, tomó su lanza, que hebreo se dice rómaj, y prensó con ella a los transgresores causándoles la muerte. Sin embargo, este acto permitió que la megefá (plaga) se detuviera. Por ello, Pinjás es reconocido por el Eterno quien no sólo no le descalifica para el sacerdocio, sino que se lo otorga eternamente; a él y a sus descendientes. Resultará interesante aquí mencionar que la expresión rómaj (lanza) tiene un valor guemátrico de 248. Este número coincide con la cantidad de palabras que conforman el Shemah Israel, y con las 248 partes corporales que la cosmovisión hebrea contempla como «eibarim». Por ello, las palabras del Shemah están estrechamente relacionadas con la unificación del alma y el cuerpo.
Por otro lado, el nombre de nuestro padre Abraham, tiene como valor guemátrico 248, razón por la que esta cifra nos remite al aspecto de la misericordia y del dar del Eterno. Por ende, cuando se nos informa en la Torah que Pinjás prensó a los transgresores con su lanza (-romaj-) causándoles la muerte, en realidad se nos habla de como la fuerza del amor y la misericordia lo puede todo, derrotando al mal en su expresión más intensa, por medio del celo de Dios. Es decir, que el acto de Pinjás no fue un asesinato, sino una acción heroíca, llena de celo, que estaba poniendo en orden aquello que se había desconectado del pacto del Eterno con Abraham mismo. Pacto que estaba bien sellado y simbolizado en el brit milah o circuncisión. Entonces, debemos aceptar que Pinjás fue premiado por el Eterno a causa de esta actitud apasionada, propia de la madurez emocional, que es ejercer el celo para que las cosas transicionen del caos al mundo rectificado.
Por lo dicho hasta aquí, nos es necesario dejar a un lado el relato textual e histórico, y considerar las profundidades de la codificación de los secretos que la Torah contiene, entendemos que Pinjás es una forma de conciencia mesiánica a la que podemos ascender por medio de Yeshúa, y que se nos hace especialmente accesible en este Shabat.
¿Cuáles son las características de esta forma de conciencia llamada Pinjás?
Pinjás simboliza el potencial máximo de cada uno de nosotros. Potencial que se manifiesta al asumir nuestra responsabilidad espiritual frente a sí mismos y frente a los demás, adoptando un compromiso existencial para llevar a cabo esa responsabilidad. Esta fuerza es la que a los redimidos nos permite presentarnos en la sociedad, no sólo como gente que se porta bien, y por tanto, tiene una buena moral, sino más bien como gente ubicada en una posición totalmente pro-activa, debido a que encontró su misión de propósito, y está dispuesta a luchar por ella, arriesgando el todo por el todo.
Así como las fuerzas del mal son perseverantes e implacables, la fuerza simbolizada en Pinjás nos anima a continuar enfocados constantemente en nuestra misión inyectándole diariamente pasión, más allá de los retos que se presenten diariamente para desmotivarnos e instarnos a claudicar. A esto se lo conoce como el celo de Dios (en hebreo kinah).
- La yud pequeña en el nombre de Pinjás, representa a la humildad. Virtud primordial e indispensable que necesitamos para hacer efectiva la fuerza del celo en nosotros. La humildad nos deja el entendimiento de que, al abandonarnos a la buena y perfecta Voluntad del Creador, nuestro Padre, minimizando nuestra agenda personal y nuestros intereses egoístas, nos convertimos en canales auténticos para traer Luz Infinita y abundancia a nuestras vidas y a los nuestros. Nos asumimos canales del Creador por lo que toda arrogancia sostenida en distintos títulos sociales cae, ya que es sólo desde la humildad que podemos estar en el lugar que el Eterno nos quiere: recibiendo de Él para dar a nuestro entorno.
- La vav dividida en la palabra shalom, que significa al mismo tiempo paz, perfección y plenitud, representa a la oportunidad que nos da el Eterno para actuar como co-creadores, restaurando nuestro ser y nuestro mundo. Oportunidad que nos permite intervenir en la creación, a manera de socios. Pero, esta chance sólo se puede aprovechar cuando, ya humildes, nos presentamos al Señor con un espíritu contrito, es decir, un corazón roto que quiere convertirse de duro a blando para así experimentarse realmente como una persona humana totalmente íntegra (entera, completa). Es decir, que la unión con lo espiritual y lo físico se logra mediante un trabajo de alianza entre Yahvéh y su primogénito. Esto nos convierte en verdaderos sacerdotes
- El espacio dentro del versículo, después de la palabra «maguefá» (plaga) que significa epidemia. Esto nos habla de nuestra capacidad de blindaje e inoculación que tenemos en contra de las fuerzas de la enfermedad, misma que se manifiesta no sólo como un impedimento o merma en nuestro cuerpo, sino como toda forma de desconexión con el Flujo Divino, desde el enojo, la envidia, el miedo, hasta el odio, la guerra y la destrucción provocada por el ser humano.
- La nun sofit en la palabra «mishpatán» (27:5) es la protección ante el juicio severo y la caída (nefilah). Nos habla de nuestra protección de una de las tendencias destructoras que acosan al ser humano: el afán de juzgar con severidad al prójimo, cuando lo vemos caído. Si esperamos misericordia y oportunidades en nuestra vida, atendiendo a la ley de causa- efecto, debemos asumirnos como seres misericordiosos, tomando en cuenta no sólo los rasgos negativos de los demás, dando oportunidad a la reivindicación de los demás. Esta nun sofit habla de nuestra vacuna contra la nefilah (caída).
- El punto sobre la vav, en la palabra «isarón» (28:13) nos remite a infundirnos con la fuerza del compartir. La vav representa el conducto de la Luz de abundancia, en este caso específico. Por tanto, es un llamado divino a provocar abundancia en nuestra vida, y el mundo a través de las acciones de compartir. Esta cualidad de plenitud solamente se dará cuando desarrollemos la capacidad de estar constantemente en flujo, es decir, en recibir del Eterno para dar a nuestro entorno y rectificarlo.
Así, y de acuerdo a las enseñanzas de estas cinco señales (sinanim), la parashá Pinjás encierra el secreto de la sanación y la protección. Es a través de conectarnos a la Torah en los términos anteriormente descritos que nos infundimos con una formidable energía de sanación del cuerpo y del alma, que garantiza la protección que otorga la Ira divina.
Por todas estas maravillas, quiero invitarlos a que aprovechemos este enorme regalo que el Creador nos brinda y asumamos nuestro papel de sanadores. Sanadores para nosotros mismos y sanadores para el mundo.
Meditemos en traer paz a la Tierra de Israel, sanación a las almas hambrientas por la Palabra de Dios, que anhelan la trascender del caos, la muerte, y el sufrimiento, que el sistema reptiliano les ocasiona.
Que el Eterno, nuestro Abba, nos conceda su Gracia en Yeshúa el Mesías, Su Hijo, para sanarnos de todo aquello que nos distancia de Él y que pronto veamos emerger su Gloria Suprema trayendo la Unidad y la Paz entre su pueblo Israel y entre todos los seres humanos. Amén.
En el video que a continuación les comparto, podrán apreciar las cinco sinanim en el texto hebreo de la Torah, y lograran captar más profundamente, lo que aquí les he explicado:
También los invito a ampliar el conocimiento de los códigos encriptados en este texto estudiando: