Por P.A. David Nesher
Notamos al estudiar la parashá Tazría, que junto con las leyes de embarazo, la Torah menciona que el “Brit miláh” (corte del prepucio o circuncisión), se le debe realizar a los niños cuando tienen ocho días de edad.
La “Brit Miláh”, que es el corte del prepucio al octavo día del nacimiento del niño varón, fue enunciada por primera vez en Bereshit/Gén cap 17 [repasar lo aprendido en las Parashot Lej lejá y Vayerá].
Justamente en esta parashá de Tazría, vemos que, en realidad, el Eterno, por medio de Moshé, está reafirmando el pacto que fue dado a los patriarcas, así como nuestro Maestro Yeshúa lo afirmara al decir :
“Por eso Moisés os ha dado la circuncisión (no porque sea de Moshé, sino de los padres), y en el shabat circuncidáis al hombre.”
(Juan 7:22
Con esto notamos que la circuncisión no viene del tiempo de Moshé sino de los patriarcas. Moshé no podía anular nada de lo que había sido establecido anteriormente. El pacto de la circuncisión no puede ser anulada por el pacto de Sinai. De la misma manera el nuevo pacto no puede anular los pactos anteriores, ni cambiarlos. Un pacto posterior siempre está basado sobre un pacto anterior. Cada pacto nuevo que es introducido confirma un pacto anterior y añade algo más para la santificación del pueblo. Esto nos enseña que el nuevo pacto en la sangre del Mesías no puede anular los pactos anteriores. Lo que hace el nuevo pacto es introducir elementos nuevos que hacen subir al pueblo en un nivel superior de santidad y de poder.
Biológicamente hablando, el octavo día es el mejor momento para circuncidar al hombre. Es el día cuando la coagulación de su sangre es más eficaz que ningún otro momento de su vida.
Trascendiendo los seis días de la Creación y el Shabat como 7º día, el 8º día de la circuncisión refleja las fuerzas del Infinito (EinSof) que se encuentran allende nuestra percepción, mientras que el acto de la circuncisión refleja la penetración de aquellas fuerzas de lo Infinito en la existencia finita de la humanidad en contacto con la fisicalidad. Y por eso la circuncisión se lleva a cabo al 8º día de vida, cuando el niño carece aún de la mínima posibilidad de elección o de razonamiento, pues no se trata de un acto voluntario ni de un acto que pueda someterse al juicio de la razón, sino más bien de una Energía divina imposible de ser analizada bajo el espectro de nuestros parámetros finitos, [Torat Emet].
A esta altura de nuestro peregrinar en el estudio de la Instrucción divina, ya conocemos que el número 8 representa lo que está más allá de lo físico, más allá de los siete días naturales. Es la representación de la dimensión sobrenatural, las «zonas de tiempo espiritual» de la eternidad.
Entendemos que todo descendiente de Abraham está obligado a entrar en el “Pacto abrahámico” (Brit miláh). En la tradición judía, la circuncisión es llamada «Ot Berit-Kodesh», conceptos que significan «el signo del Pacto para la consagración«.
En el momento de la circuncisión se bendice al niño con las palabras:
“…Así como ingresa al Pacto (de la circuncisión) del mismo modo ingrese a la Torah, al matrimonio y a los actos de bien…”.
El sentido de esta bendición es el siguiente: Así como uno ingresa al pacto de la circuncisión hasta la eternidad, ingresa también a la vida de Torah, del matrimonio sobrenatural y de los mandamientos divinos hasta la eternidad.
Del Talmud, en el Tratado de Shabat, en palabras del Rabí Shimón Ben Gamaliel aprendemos lo siguiente:
“…Toda Mitzváh que aceptaron con alegría, como el precepto de la miláh, como está escrito: Me alegro con Tu dicho como si encontrase un gran botín, la cumplen todavía con alegría…”.
La tradición judía nos dice que existen dos etapas en el proceso de la circuncisión: lo que se conoce como Miláh; donde se remueve la piel gruesa visible, y lo que se conoce como Priáh; donde se remueve la membrana traslúcida, revelando la corona del brit, (el «pacto«) con Dios, como se manifiesta físicamente en el bebé.
Se considera que la circuncisión es similar a una ofrenda (korbán) debido a que el niño es llevado a través de ella bajo las alas de la Shekináh (Presencia divina). Por lo tanto, se requiere que el niño haya vivido al menos un Shabat para ser santificado y para que su kedusháh (santidad) sea elevada. El Shabat le confiere al niño el status de sagrado y lo prepara para la santidad suprema de la mitzváh del Pacto.
La circuncisión del recién nacido en el día octavo es para permitir a la madre participar y regocijarse con este evento, ya que durante los siete días anteriores ella estaba afectada por la impureza.
Algunos de los objetivos del Brit Miláh, son los siguientes:
- Ingresar al Pacto Eterno con Dios, por medio de esta ceremonia involuntaria, en el que la obediencia es de los padres.
- Posibilitar que, de adulto, ingrese voluntariamente en el servicio a YHVH, cuando el individuo debe circuncidar el “prepucio” (la cobertura) de su corazón (Dt 10:16; 30:6; Jr 4:4; Ro 2:29). Esto hacer referencia a aquellos aspectos de su personalidad y naturaleza interior que obstruyen su vínculo con lo Divino, ya que incluso el “prepucio” espiritual más sutil, si no es retirado, puede evolucionar de manera progresiva y decadente hasta convertirse en algo concretamente burdo y áspero.
En la Torah se revela que el varón ha sido llamado a servir al Eterno de una manera diferente a la mujer. Por lo tanto es importante que el hijo varón sea introducido en el culto delante de YHVH cuanto antes. Por el brit miláh (el pacto de circuncisión), será marcada en su cuerpo la señal de la responsabilidad de presentarse ante Yahvéh durante toda su vida, como está escrito: “…tres veces al año se presentará todo varón…” (Éxodo 23:17).
Leyendo el Zohar encontré este comentario:
«…Observa cómo el gran amor del Todopoderoso a Abraham se manifestó en el hecho de que Yitzjak no le nació hasta que se hubiera circuncidado. De esta manera se hizo cierto que su simiente sería santa, de acuerdo a las palabras de la Escritura: “En que la simiente es según su especie”. Si Abraham hubiera engendrado antes de ser circuncidado, su simiente no habría sido santa, porque habría salido del estado de orlah (coraza impura-prepucio), y, así, habría adherido a este estado aquí abajo; en cambio, después de la circuncisión de Abraham, la simiente brotó de un estado de santidad…».
¿Qué Provecho tiene Ser Circunciso?
Ante el hecho que este tema lo estoy investigando, por lo cual reconozco mi inmadurez intelectual respecto al mismo, citaré para responder el planteo a el Rabino Akiva ben Iosef, también conocido como Rebi quien señala:
«…El mérito de la circuncisión es muy grande. A pesar de todos los actos de devoción que hizo nuestro patriarca Abraham, la Torah no se refirió a él como completo sino hasta que se circuncidó, como está escrito; camina delante de Mí y sé completo…». (Génesis 17:1).
Entiendo que con una respuesta así, los planteos continúan aflorando y podemos sintetizarlos en la siguiente pregunta: ¿Qué importancia puede tener la remoción de un pliegue de piel del cuerpo humano?
La tradición judía responde a ello:
«…Siendo el Pacto concertado entre Dios y Abrahám una idea, un compromiso contraído por éste, debe ser simbolizado en nuestro mismo cuerpo para demostrar que las ideas deben estar acompañadas de acciones; el Pacto tiene que ser tangible y el mismo marcará el órgano de nuestro cuerpo por el cual somos progenitores de nuestros hijos, quiere decir: las futuras generaciones, la continuidad del Pueblo del Pacto…».
Como podemos ver, el pacto de la circuncisión en la carne fue establecido entre el Eterno y Avraham y sus descendientes físicos por todas las generaciones. Es un pacto eterno. Esto quiere decir que todos los varones que son descendientes físicos de Avraham tienen la obligación de circuncidar el prepucio para poder seguir estando dentro de ese pacto. Un descendiente de Avraham que no es circuncidado a los ocho días de nacimiento o más tarde perderá el derecho de pertenecer al pueblo de Israel.
Según la ley halájica judía uno tiene que haber nacido de madre judía para poder ser reconocido como judío. Es decir, si alguien no tiene una madre judía no tiene la obligación de circuncidarse en la carne. Esta es la razón por la cual vemos que Pablo circuncidó a Timoteo, porque era hijo de una mujer judía (Hech. 16:1-3).
Si uno dice que la circuncisión de la carne para los que han nacido de madres judías no es necesaria si han experimentado la circuncisión del Mesías, está negando lo establecido en el pacto de la circuncisión entre el Eterno y Avraham y sus descendientes para siempre. No podemos mezclar los diferentes tipos de circuncisión y decir que si tenemos uno no nos hace falta el otro. Eso sería una grave desviación de la verdad y haría del Eterno un infiel y su Nombre sería manchado.
Así mismo, debo también decir que el varón que no ha nacido de madre judía no tiene la obligación de circuncidarse en la carne de su prepucio. Un gentil que ha experimentado la circuncisión en el Mesías no tiene la obligación de circuncidarse en la carne.
¿Cuál es la ventaja o beneficio de ser circunciso?
El Rav Shaúl de Tarso, más conocido como el apóstol Pablo, enseña:
“… ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, desde todo punto de vista. Primero, ciertamente, que les ha sido dada en custodia la Torah de Dios…”
(Romanos 3:1-2 – Biblia Código Real).
La mitzvá de la circuncisión se ha visto bajo ataque muchas veces por los pueblos invasores en diversas épocas. Aún en la actualidad, algunos países se refieren a la circuncisión judía como un ritual barbárico.
En una muy interesante polémica, el emperador romano Turnus Rufus le llegó a preguntar al Rabí Akiva:
_ «…¿Qué es superior, la obra de Dios o la del hombre?»
_ “La del hombre,” respondió Rabí Akivá.
_ “Su respuesta me sorprende,” -exclamó Turnus Rufus-.
_ “¿Trata de decir que el hombre puede crear algo que se asemeje al cielo o la tierra?»
_ “No me refiero a las creaciones que superen las habilidades manuales de los seres humanos,” contestó Rabí Akivá, “sino a aquellas que estén dentro de sus posibilidades.»
_ “¿Por qué es que ustedes los judíos se circuncidan?” Turnus Rufus continuó con sus preguntas, “¿Acaso ustedes presumen que el trabajo del Creador necesita ser mejorado?”
_ “Esta es precisamente la pregunta a la que yo me había anticipado,” Rabí Akivá explicó, “y yo por lo tanto sostengo que los logros humanos son superiores a los del Creador.«
_ “Si esta es su opinión, pruébela,” -le exigió Turnus Rufus-.
Rabí Akivá regresó a su casa y le ordenó a su esposa: “horneá un delicioso pan que esté compuesto con harina, aceite y especias.”
Al volver a ver al emperador le llevaba, un pan en una mano y un puñado de granos de trigo en la otra.
_ “Ahora dígame, Oh rey, ¿cuál de los dos es superior – el trigo o el pan?” le preguntó.
_ “El pan, por supuesto,” respondió Turnus Rufus.
_ “ Ya ve,” replicó Rabí Akivá, “usted mismo confesó que el trabajo del hombre es mejor que el del Creador. Cuando Él diseñó el universo, le dejó al hombre la misión de perfeccionarlo; el grano debe ser cortado y horneado para convertirse en pan, y los vegetales deben ser cocinados y condimentados. Por lo tanto, al realizar la Brit milá en un niño perfeccionamos la obra del Creador.»
_ “Si Dios quería que el niño fuese circuncidado, lo pudo haber creado de esa forma,” -insistió Turnus Rufus-.
_ “¿Por qué es que hace esa afirmación solo con respecto a la circuncisión?” respondió Rabí Akivá.
_ “Se podría preguntar también por qué es que Hashem dejó el cordón umbilical unido al recién nacido, dejando al hombre para que lo corte.”
A pesar de que Rabí Akivá concluyó el debate con este comentario, nuestros sabios nos revelaron la verdadera razón por la cual los niños llegan al mundo sin la circuncisión. YHVH hizo que el niño fuera imperfecto para otorgarnos el mérito de realizar Sus mitzvot cuyo cumplimiento nos purifica y nos eleva.
Investigando cómo se realiza el cumplimiento de este precepto en la Casa de Judá, me resulta complicado de entender cómo el precepto más difícil de cumplir de toda la Torah es aceptado en su inmensa mayoría hasta por el más alejado de los judíos. He notados que judíos no observantes, generalmente por principios y no por conocimientos, llegan a negar cualquiera veracidad y hasta dudar de la existencia Divina, sin embargo, en el momento del nacimiento de su hijo buscan urgentemente al mohel no solo para realizar la circuncisión a su hijo, sino que no se avergüenzan en realizarlo con una gran fiesta en la que la gran mayoría de los participantes son “no creyentes” tan adictos como él. Rambam, Rabí Moshé Ben Najmán (Najmánides), analizando esta conducta comunitaria mundial dice: “insinúo acá la época del Mashíaj cuando la generación no tenga méritos y haya olvidado la Torah y crezca la insolencia y el descaro, no les quedará sino el Precepto de la circuncisión…”.
El BRIT MILÁH en el Nivel “SOD”
Lo sabios explican que uno de los propósitos del Brit Miláh es evitar la pérdida de semen. ¿Qué se quiere decir esto? Cada vez que un israelita mira “Brit” entiende que su zerá (semen/semilla), no debe ser desperdiciada.
Rav Shimon Bar Yojai dice:
«…No hay pecado en el mundo que provoque más la ira del Todopoderoso como el pecado de descuidar el Pacto (el Brit Milá)…».
El Zohar registra en la Parashat Noaj (62a):
«…Porque inmediatamente después que una persona comete este acto despreciable, -derramar su semen en vano-, regalando así su semen a los demonios, su imagen divina desaparece de él dejándole convertido en una bestia del mal…».
Con la teshuváh (arrepentimiento o regreso), el hombre puede deshacerse de todas las “klipot” (cáscaras/impurezas), y de los demonios que engendró con sus acciones perversas.
Para los sabios, el desperdicio del semen es más grave que el derramamiento de la sangre inocente. Aún más, la sangre de aquellas almas potenciales y la sangre de sus descendientes es lo que el hombre derramó en el acto.
Otra enseñanza de los sabios nos dice que nuestra cabeza tiene “radares” (o receptores) que detectan movimiento, espacio y tiempo. Estos son los ojos, los oídos, la nariz y la boca. Lo que percibimos del mundo físico está determinado por estos radares. Para ver más allá de lo físico y para escuchar el mensaje de lo infinito requiere un control especial sobre los ojos y oídos que no viene programado de forma innata en el hombre. Expliquemos esto. La Brit Milá (circuncisión), es un acto físico que tiene un efecto espiritual; es la ruptura de una “klipá” (concha) construida por el ego, que deja luz al descubierto y, a su vez, despeja las vías para que la luz entre a nuestra “vasija”.
¿Acaso ser circuncidado es suficiente para quitar la “klipá” (capa/concha), o negatividad que causa el miembro masculino? Naturalmente, la respuesta es, no.
La Torah nos enseña que existen varias clases de circuncisión:
- la del corazón,
- la de los labios (boca);
- la de los ojos, el tacto, el oído, y
- la del miembro masculino.
La circuncisión del miembro masculino no proporciona mayor beneficio espiritual si simplemente es considerado un acto médico, físico, porque ésta debe ser acompañada de la circuncisión del corazón. Por ello, la simple cirugía de la circunscisión en un quirófano de hospital no garantiza que dicho varón ingrese en el Pacto divino. Conviene a dicho varón, si quiere elevar dicha cirugía a niveles sobrenaturales, consagrarlo con óleo y oración de autoridades que amen la Torah.
En la Brit Miláh, la remoción del prepucio representa la remoción de la «cáscara» o «concha» llamada ego. Entendemos que YHVH quiere verter Su bondad en nuestro interior pero la cáscara del ego necesita ser retirada para que el flujo de bondad ingrese. El prepucio es una capa de negatividad que nos impide conectarnos con las esferas superiores.
Como lo expresé en líneas arriba, la Torah habla de circuncidar el corazón, los oídos, la vista y de los labios (brit halashón, la circuncisión de la lengua o boca). Básicamente, nos propone circuncidar nuestros 5 sentidos. Raro, ¿no? Porque al hablar de la circuncisión física en el miembro masculino, esto es un acto médico físicamente posible, pero si se habla de “circuncidar el corazón”, no hay manera científica o material de hacer eso. Por ello, la Brit Miláh es un recurso cósmico que permite el perfeccionamiento espiritual en el ser humano que lo tiene.
Circuncisión del CORAZÓN: ¿Qué es?
En verdad, al estudiar estos códigos, discernimos que la circuncisión en la carne es una señal que habla de otra circuncisión, la del corazón. Esta es el acto voluntario que realizamos escondidos en el Mesías. La misma consiste en limpiarnos de los propósitos de nuestra vida que son diferentes a la adhesión al Creador.
Debemos aceptar que la circuncisión del corazón ya existía en el tiempo de Moshé, quien escribió: “Circuncidad, pues, vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.” (Deuteronomio 10:16).
Desde este mitzváh (mandamiento) se nos revela que el Eterno requiere de su pueblo no solamente la circuncisión de la carne, sino también la del corazón. Pero es muy importante entender que las cosas invisibles no anulan las cosas visibles y viceversa. Las cosas celestiales no anulan las cosas terrenales y vice versa. Estas realidades existen en los dos mundos al mismo tiempo y una cosa habla de la otra y una cosa está conectada con la otra.
Dicho, con otras palabras, si un judío experimenta la circuncisión de su corazón, eso no anula su circuncisión en la carne ni le quita la responsabilidad de circuncidar a sus hijos a los ocho días de nacer. Por el otro lado, un judío circuncidado en la carne no es completo hasta que haya circuncidado su corazón. Porque su circuncisión en la carne no le exime de la responsabilidad de circuncidar su corazón.
Entiéndase bien este asunto. Si todo lo que hacemos es por amor al Eterno, y para acercarnos a Él, entonces las vías de este objetivo deben estar despejadas para lograr ser cumplido.
La «circuncisión del corazón» es compleja y por ello, los rabinos de la Casa de Judá aseguran, entre sus tantas opiniones, que esta circuncisión (la del corazón) ocurrirá al final de los tiempos, recién cuando el Mesías se manifieste en el mundo. Por esto, a esta circuncisión tan especial se la conoce como la «circuncisión final», y se asegura que tendrá el efecto de remover completamente la inclinación hacia el pecado, y permitir el correcto apego amoroso al Eterno, tal y como lo anunciara Moshé:
“…YHVH tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, para amar a YHVH tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas…”,
(Deuteronomio 30:6).
Esto que menciona Moshé es algo que nosotros podemos hacer. ¿Cómo? Quitando de nuestros corazones todo lo que lo hace insensible a lo espiritual. Un corazón incircunciso es un corazón insensible a lo espiritual. Un corazón circuncidado es uno que no solamente obedece los mandamientos del Eterno sino lo hace de corazón, con gozo y amor. Un corazón circuncidado es un corazón que escucha la voz del Espíritu.
Ahora bien, en el Mesías existe una circuncisión del corazón mucho más poderosa que la que habla Moshé. En la circuncisión en el Mesías ocurre algo profundo dentro del corazón del hombre. Parte del yetzer hará ( la mala inclinación), que Pablo llama “la carne”, es eliminada, como está escrito en la carta a los Colosenses:
“…en Él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Mesías”
(Colosenses 2:11).
Sin embargo, no toda la carne es eliminada en la circuncisión del Mesías porque aquellos que hemos experimentado el nuevo nacimiento en el Mesías, somos concientes que seguimos teniendo yetzer hará (carne). Sin embargo, también podemos dar testimonio que el poder dominador de esa naturaleza pecaminosa, ha sido quebrado. Aquellos que estamos en el Mesías ya no somos esclavos del pecado y el temor paralizante que el mismo genera. Podemos dominar nuestros instintos e inclinaciones mucho más poderosamente que aquellos que no están en el Mesías.
Este hecho es el resultado del pacto renovado en el Mesías, como vemos que el Eterno lo anunció por medio del oráculo del profeta Ezequiel:
“Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.” (LBLA) y Jeremías 31:33: “porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días –declara el SEÑOR–. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.”
(Ezequiel 36:26-27).
Otras Circuncisiones: La de los Oídos y la de Los Labios
La circuncisión del oído también aparece en la Torah, y dice así:
¿”…A quién hablaré y atestiguaré para que me oigan?
He aquí están tapados sus oídos y no pueden prestar atención.
He aquí la Palabra del Eterno fue para ellos una afrenta, no la han deseado…”
[Irmiyahu/Jeremías 6:10 _ Tanaj Katz].
Esta “circuncisión de oídos” tiene connotaciones muy profundas, pero vamos a dejarla en el plano de la intuición, que es la voz del Todopoderoso; nuestros oídos son incircuncisos cuando no sabemos distinguir esa voz: La voz del Eterno.
La manera de circuncidar nuestros oídos es a través del crecimiento espiritual, haciendo descender Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) a nuestra alma. Esta voz de Dios se hace cada vez más nítida, más clara, hasta que se convierte en una verdadera guía. Pero, sin embargo, desde pequeños hemos sido entrenados a escuchar la voz del Opositor (HaSatán). Por eso, esta suele ser más fuerte, y solo expresa los deseos del cuerpo y de la satisfacción inmediata.
La circuncisión de labios también está llena de profundos secretos. Convengamos que nuestro hablar es un poder impresionante, por lo cual resulta siempre peligroso.
En el Zohar se explica que las fuerzas impuras del Sitrá Ajrá (el Otro Lado) brincan abismos para venir a atrapar las palabras negativas que salen de nuestra boca. ¿Podríamos imaginar esto?
Durante el día hablamos cualquier cantidad de barbaridades y emitimos muchos decretos que solo habrán de revertirse en contra de nosotros, -en un efecto “boomerang-”.
Procuremos guardar silencio y no opinar sobre lo que vemos. Esforcémonos y tomemos conciencia de lo que está a punto de salir de nuestra boca sobre cualquier situación o persona. Esto es una forma de circuncidar la Voz (boca) para que se manifieste el Verbo.
Es interesante notar que la Torah es única pues nos habla expresamente de la circuncisión de los ojos, de los oídos y de los labios, y sin embargo, nada se dice sobre la nariz, y es porque ésta, según los sabios, simboliza al mundo de la “esfera superior”. Es decir, el sentido menos contaminado de negatividad. Por eso, cuando el juicio se activa y sentimos que algo de apariencia negativa se aproxima, decimos “esto me huele mal”. La nariz forma parte de la cabeza; la nariz es entonces el instrumento de nuestra intuición.
Querido discípulo de Yeshúa (seas varón o mujer), aprende la lección acerca de la relación entre lo material y lo espiritual. Una cosa no anula la otra y una cosa complementa la otra. Ambos pueden convivir perfectamente y lo deben hacer. De esta manera se crea una unidad entre el mundo inferior y el mundo superior, lo cual es el propósito eterno de Dios en tu vida para bendecir a la Creación.
Sabemos que cuando venga el reino mesiánico, será anulado totalmente el yetzer hará, la carne, pero intertanto tendremos que seguir viviendo en la lucha interna a fin de manifestar cada vez más nuestro carácter mesiánico adquirido a través de Yeshúa nuestro Dueño.
Elevo una tefiláh para que el Eterno te dé de su gracia para siempre poder vivir en los poderes del pacto renovado en el Mesías y tener victoria sobre el pecado, acorde al proceso de Su circuncisión en ti.