Raíces Hebreas

¿Yahvéh Endureció al Faraón?… ¿Cómo es Eso?

Por P.A. David Nesher

«Porque la Escritura dice al faraón:
«Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra». De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece..»

(Romanos 9:17-18)

El Eterno no endureció el corazón de Faraón en contra de la voluntad de este. El endurecimiento del corazón del Faraón no es debido a una decisión predeterminada del Eterno, porque violaría el principio de la libertad para elegir. 

En verdad, el Señor confirmó de que Faraón tenía una inclinación malvada en contra de Israel. El Eterno sabía desde el principio que Faraón no estaría de acuerdo con la petición de Moisés. No era una sorpresa para Dios que Faraón no escuchara a Moisés.

Sin embargo, vemos como el Eterno no endurece el corazón del Faraón sino hasta después de haber pasado cinco plagas. Durante las cinco primeras plagas fue el mismo faraón que fortaleció su corazón para no hacer caso a la palabra del Eterno. Según el midrash, las cinco primeras plagas duraron cinco meses.

Es valioso aquí citar lo que el célebre intérprete Rambam escribe refiriéndose a este tema:
“No pienses lo que dicen los necios de las naciones del mundo, como también la mayoría de los indoctos de Israel, que el Santo, bendito es, decreta desde el principio de su creación si el hombre va a ser justo o malvado, así no es… No hay nadie que le obligue, que le imponga o que lo arrastre hacia cualquiera de estos dos caminos, sino que él mismo y por su propia decisión se inclina hacia el camino que desee.”

Así pues, lo que Yahvéh simplemente hizo fue darle fuerza a Faraón en la maldad que él ya había elegido. Recordemos que Yahvéh había dicho que Él fortalecerá el corazón del Faraón (Éxodo 4:21). La palabra hebrea que aquí se utiliza es jazak, que significa “hacerse fuerte» «ser fuerte”, “tener valor”, y/o “endurecerse”. El Eterno prometió fortalecer el corazón del faraón para que él siguiera en su decisión rebelde y no perdiera esa fuerza para resistir al Eterno. Si Yahvéh no hubiera fortalecido su interior, no podría haber hecho los últimos grandes milagros ante todo el mundo. Así que Yahvéh se aprovechó de la obstinación del faraón cuando él ya había tomado la decisión de ir por el camino rebelde.

Ahora bien, cuando llegamos al capítulo siete de Shemot notamos como el Eterno dice que endurecerá el corazón del faraón (7:3). La diferencia aquí es que la palabra hebrea usada es kashá,que significa “ser duro”, “difícil”. Es la única vez que la palabra endurecer aparece en relación con el faraón.

La llave para comprender el tema se encuentra en el comentario de Rashí. El mismo explica que el término «kasháh» debe traducirse como «está pesado» (como un sustantivo calificativo y no como verbo). Es decir, el corazón del Faraón «está pesado» por sí mismo y no (sólo) producto de una acción, porque Yahvéh lo endureció. El corazón del Faraón «estaba pesado» de por sí, poseía una testarudez natural que generaba que se oponga a la voluntad de Yahvéh; (además de ello, Yahvéh lo hizo más pesado aún, para endurecerlo más allá de su naturaleza testaruda).

Así pues debemos entonces destacar que en las primero cinco plagas vemos como el faraón fortalece su propio corazón en su rebeldía. Durante este lapso encontramos que se usa la palabra jazak, “fortalecer» . Luego, aparece la palabra kasháh (que deriba de kavad), y significa “estar pesado”, “ser pesado”, “ser una carga”; “recibir honores” (7:13, 22; 8:19; 9:12, 35; 10:20, 27; 11:10; 14:4, 8, 17). Lo interesante de esto es que en la mayoría de las veces el hebreo usa la palabra  kasháh  para referirse cuando Faraón endurece su corazón voluntariamentey usa jazak cuando el Eterno fortalece el corazón de Faraón en su actitud rebelde. Es decir, que el Paróh estaba lleno de vanagloria, lleno de orgullo, y decidió no escuchar u obedecer la advertencia amorosa del Eterno. Así logramos apreciar que el Eterno que ha otorgado libre albedrío al hombre para escoger, simplemente fortaleció y reforzó el hecho que Faraón había rehusado oír. 

De todos estos textos surge una maravillosa enseñanza mesiánica: cuando una persona se empeña en rebelarse contra la voluntad del Eterno llegará a un punto donde la gracia del Eterno se retira y ya no habrá más posibilidad de arrepentimiento. Ya pasó la raya y es juzgada para ser un vaso de ira preparado para la destrucción, tal como le enseñara el apóstol Pablo a los creyentes del Camino residente en Roma:

«¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?”
( Romanos 9:22 )

Está entonces bien claro, después de ese punto decisivo, el Eterno fortalece la persona en su rebeldía con un triple propósito:

  • Primero, para fortalecer la decisión de la persona y así darle el derecho de vivir según su propia decisión libre. Escogió ese camino y por ese camino tendrá que caminar y sufrir las consecuencias de su decisión.
  • Segundo, para mostrar a todo el mundo que el aparente arrepentimiento que la persona pueda mostrar hacia fuera no era sincera (cf. 9:27), para que cuando venga el castigo, nadie diga que Dios castigó a los arrepentidos. Su rebeldía es evidente a todos y por lo tanto nadie se equivocará pensando que el castigo divino vino por una injusticia del Eterno.
  • Tercero, para así mostrar su poder mediante los fuertes castigos que son manifestados de modo que el pueblo de Israel y las demás naciones conozcan su tremendo poderío (cf. Éxodo 7:3-5; 9:15-16).

En base a esto, notamos que el malvado rey nunca hizo nada para quebrantar su orgullo. El endurecimiento del corazón de Faraón se muestra cuando él ni siquiera quería escuchar el análisis de sus propios consejeros. No había ninguna razón lógica por la cual él insistía en resistir y rechazar a Yahvéh, como verdadero Dios. El Paróh rechazó voluntaria y tozudamente al Dios vivo y verdadero, y por eso, Yahvéh lo usó para Su propósito eterno.

Si el Faraón hubiera querido someterse a Yahvéh después de un sincero arrepentimiento, nada se lo habría impedido. Recordemos que la »teshuváh» (arrepentimiento o regreso), es la base principal sobre la cual descansa la relación del ser humano con el Creador. Justamente los sabios y entendido en códigos hebreos, aseguran que el Eterno había dicho a Moshé:

«…Yo daré a Paróh una oportunidad de hacer teshuvá por la duración de las primeras cinco plagas. Si él después de eso persiste en su iniquidad Yo detendré de Mi mano auxiliante que está lista para asistir a aquéllos que hacen teshuvá…».

Es claro entonces que a Paróh se le dio en las esferas celestes un tiempo para hacer teshuvá. El mismo abarcó hasta la quinta plaga a fin de no castigarlo; luego Yahvéh endureció su ser.

En Yejezkel/Ezequiel 18:23 encontramos esta cualidad de la acción misericordiosa del Eterno:

«¿…Acaso deseo la muerte del malvado, dice el Señor, el Eterno, ¿acaso no (deseo) que vuelva de sus caminos (malos) y viva?…”,
[Ezequiel 18:23 – Tanaj Katz].

Pero el rey no rectificó, por lo que la destrucción para Egipto era inminente; los idólatras se encontraban ya dentro de lo que se llama la «espiral involutiva», esto es, una progresión (o hélice), que los haría girar de una desgracia hacia otra. Dicho de otro modo, los egipcios “saltarían de la olla al sartén”, o viceversa.

Pensando en este tema, los sabios comentan que, cuando se ve al individuo afectado por enfermedad, se entiende que la negatividad (por mano de Satán), está actuando en una pequeña escala. Pero cuando se desatan de manera extendida las más grandes y temibles enfermedades, una tras otra, es porque al HaSatán se le ha concedido un espectro más amplio para sembrar caos [Torah Kabalística, pág 76].

Con esta idea en mente, si hacemos una lectura cuidadosa del libro de Yov (Job), quedará claramente ilustrado esto que estamos considerando (Job 1:6-22).

Respecto de Yov el libro de El Zohar registra:

«…R. Judá respondió:
_ ¡Efectivamente, hablas verdad! Pero también está escrito que Satán dijo:
“Pero tiende tu mano y toca su hueso y su carne”, y que el Santo Mismo dijo a Satán:
“Y tú me persuades contra él”.
Lo que prueba que se dio a los poderes del “otro lado” permiso para que pudiesen levantarse contra el hombre por causa de los actos que efectuó en este mundo (…)
R. Eleazar discurrió entonces sobre el versículo:
_ Y hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a estar ante el Señor y entre ellos vino también Satán.
_ Este “día” —dijo— era Día de Año Nuevo, en el cual el Santo juzga al mundo.
“Los hijos de Dios” son los seres superiores designados para vigilar las acciones de la humanidad (…)
Así se le dio a Satán permiso de perseguir a Yob y mostrar que sus motivos no eran realmente puros. Pues tan pronto como se lo sometió a prueba abandonó el camino recto y no permaneció firme:
“El no pecó con sus labios” pero pecó en su mente, y después también con su lenguaje. Pero no fue tan lejos como para ligarse al “otro lado”, como Satán había dicho. Y como Yob no se apegó al “otro lado”, “el Señor bendijo el postrer estado de Yob más que al primero»

[Zohar Bo].

Evidentemente, para poder actuar, HaSatán requiere el permiso de lo Alto. Un pasaje que nos ayuda a clarificar esto es el que leemos en los escritos apostólicos con Mashiaj Yeshúa expresándole a uno de sus talmidim lo siguiente:

“…Shimón, Shimón, he aquí ha Satán busca con diligencia cómo zarandearte como a trigo; pero ya rogué por ti, que tu emunah no sea destruida. Y tú, a su tiempo, harás teshuváh y traerás gran consolación a tus hermanos»,
(Lucas 22:31-32. – Código Real del NT)

Si Faraón hubiera aceptado la evidencia del poder de Yahvéh dada en la primera plaga, se hubiera ahorrado todos los juicios que siguieron. Pero su marcada tozudez pedía aún mayores demostraciones del poder divino, y las plagas cayeron una tras otra hasta que finalmente fue llamado a mirar el rostro sin vida de su propio primogénito y de los primogénitos de su connacionales, mientras que los hijos de Israel, a quienes él tenía como esclavos, no sufrieron daño de las plagas, ni fueron tocados por el ángel destructor.

Faraón endureció su corazón y después Yahvéh lo endureció más. Dios puede hacer lo mismo hoy. En nuestra rebelión, podemos alcanzar el lugar donde Dios nos fortalecerá en nuestro deseo malvado:

«Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones … Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.»
(Romanos 1:24, 28).

A lo largo de mis años ministeriales, he visto a muchas personas volverse a Dios en un tiempo de calamidad, y cuando las cosas se ponen mejor, ellos casi inmediatamente cambian su corazón de nuevo endureciéndolo hacia Dios. Evidentemente, Faraón no fue un ejemplo inusual de la humanidad; él es la codificación escritural que describe la mayoría de los seres humanos, modernos o antiguos.

La tendencia es siempre la misma. Al continuar en pecado e ir rechazando simultáneamente las oportunidades del Eterno para nosotros, para que nos arrepintamos y volvamos a Él, el endurecimiento continua. Esto se ve comúnmente en todo lugar del mundo. Un varón no comienza apostando su paga semanal en el casino de la ciudad; se iniciará al aceptar una apuesta amistosa entre sus amigos, mientras observan un partido de fútbol; y su corazón empezará a endurecerse. Un varón no empieza con una perversión vergonzosa; comienza con unas pocas revistas, un par de vídeos rápidos por Internet, y su corazón se endurecerá poco a poco, hasta ya no regresar. Una mujer no empieza adicta al alcohol; comienza a beber dentro de los círculos sociales, y su corazón se endurecerá hasta la condenación.

Yahvéh le dio muchas oportunidades al Faraón para arrepentirse de su pecado, tanto como hoy lo está haciendo con la humanidad rebelde:

“El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9 )

“… el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.”
 (1 Timoteo 2:4 )

El mensaje aquí es que tú no debes endurecer tu corazón ante el llamado del Eterno. Humíllate y pídele un corazón blando. Es peligroso cuando el corazón de alguien se cierra o endurece. Que el Santo y Bendito nos libere de eso.

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás” (Parashá Vaerá)

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

(Texto Original Hebreo)

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

וָאֵרָָ֗א

Vaerá: significa «Y se apareció».

Después de haberle vaticinado Elohim al Profeta (Moshé) en atención a su protesta desesperada sobre lo que sucederá a Paróh (Faraón) una vez terminada la tarea de rescate, pasa a expresarle lo siguiente:

¡“YO SOY YHVH”!

Esto quiere significar que Yahvéh cumple lo que promete. Ésta expresión asegura al alma del escogido que el Eterno es fiel a Sus Pactos. De este modo, el Señor está actuando en la mente de Moshé para que comprenda la trascendencia e importancia de su misión.

Naturalmente, Moshé sin la guía de «HaKadosh Baruj Hu« (que se traduce: «El Santo Bendito Sea«), no podría llegar a ninguna parte. Al respecto hay un refrán que dice:

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás”.

También hay otro semejante:

“Si no sabes a dónde vas, no encontrarás un camino que te lleve ahí”.

Esto nos enseña que sin dirección y sin saber hacia dónde nos encaminamos, estamos perdidos. Pero Moshé tendría como timonel y conductor al Santo Bendito Sea, cuyo Nombre es YHVH, marchando junto a él, y al frente de los clanes hebreos. ¡La victoria estaba de su lado!

En «Vaerá», Moshé refiere al pueblo maravillosas promesas de liberación y de introducción a la tierra prometida. Mientras los israelitas están esclavizados, las diez plagas constituirán el comienzo de la saga del éxodo. El envío de éstas, no era necesariamente para convencer al Faraón, su finalidad principal era la de seducir y convencer al pueblo de Israel. Las plagas servirían para su propia rehabilitación espiritual.

Fue por intermedio de estas plagas que se quebrará la soberbia del Faraón y de los egipcios.

La sección Vaerá hace referencia a la mayoría de las catástrofes que arribaron a Egipto estando el rey en un bucle temporal que él mismo se buscó. [Bucle: patrón, ciclo o acción repetitiva].

Faraón y su pueblo, sufrirán el azote de grandes calamidades, una seguida de otra. Él pudo haber evitado las plagas si tan solo hubiese aprendido lo que debía aprender y hubiese dejado ir a los israelitas, pero aún después de cada plaga, el rey no reconocía la autoridad del Omnipotente y seguía sintiendo que ese era su dominio y por ello no dejaba en libertad a los esclavos hebreos.

La Torah, a través de esta parashá, nos enseñará que cuando la persona rehúsa tomar responsabilidad por sus acciones, indudablemente certifica que no es capaz de tomar control de ellas; y una vez que la persona reconoce que es incapaz de escoger entre el bien y el mal, afirma de manera equívoca que su verdadera voluntad es repetir la transgresión.

La actitud de Paróh/ Faraón pareciera entonces tonta, pero ¿acaso no vemos este mismo comportamiento hoy en día en nuestra persona o en los demás creyentes?

A semejanza de la actuación del rey egipcio, la realidad es que nuestras experiencias dificultosas también tienen un patrón recurrente, pero a ese patrón nosotros podemos llamarle “oportunidad”. Faraón tuvo sus oportunidades para seguir siendo próspero y forjar un gran país, pero las rechazó y ello lo condujo a la ruina.

Recordar el Éxodo de Egipto constituye un mandamiento (mitzvah) que debe cumplirse todos los días, pues si bien en la realidad física éste tuvo lugar una única vez en la historia, en sentido figurado, esto quiere decir que la persona debe “salir de Egipto” todos los días.

El “Egipto interior” (que cada hombre posee), es muy poderoso, por lo que igualmente se le tiene que azotar con “plagas”, esto es, mediante el servicio a Yahvéh. Es con el servicio sagrado que el gobierno del “Egipto espiritual”, puede ser vencido. Para abandonar al “Egipto impuro” y librarse de él, la persona debe introducir calidez y vitalidad en todo lo que se relaciona con la santidad. Por lo contrario, la frialdad de la santidad llevará, eventualmente, a que el individuo se involucre en la “impureza egipcia”.

Los sabios nos enseñan que la opresión física fue tan desgastante que provocó que los hijos de Israel se “bloquearan” espiritualmente. Como se explicó en capítulos anteriores, la conciencia del pueblo había descendido hasta el nivel 49 de negatividad. La “Puerta 50ª”, sería el nivel del cual no había más retorno. Por eso, aun después de que Moshé transmitiera a los Benei Israel (hijos de Israel) el mensaje de redención, ellos no creían a sus palabras.

Quien estaba destinado a ser guía de los escuadrones hebreos era Moshé, sin embargo, Aharón también formó parte del propósito redentor. ¿Por qué el Eterno solicita a dos misioneros y no solo a uno? En las Escrituras vemos que el Eterno emprende los proyectos de Su Obra en sociedad con dos agentes, tenemos los ejemplos de: Mordejai (nombre que inicia con מ “mem” inicial, o letra “M”), y su sobrina Esther (cuyo nombre comienza con alef, א); Menashé y Efrayim (también con “mem” y “alef”); Mashiaj y Eliyahu (con “mem” y “alef”). Como podemos advertir, la fórmula «Mem (מ) – Alef (א)», aparece reiteradamente. Son las primeras letras de cada nombre -y personaje- que ha sido llamado a participar en los planes de Yahvéh.

El extraordinario rescate de los hijos de Israel en Mitzraim/Egipto, es una señal o anuncio para la gran redención de nuestro pueblo Israel en los últimos tiempos, redención que será operada por Mashiaj. En el libro del profeta Zejaryah (Zacarías) leemos:

“…Les silbaré y los juntaré, porque los habré rescatado (…)
Los haré volver de la tierra de Egipto y de Ashur los juntaré…”,
[10:8, 10 _ Tanak Katz].

A fin de entender los códigos escondidos en esta parashá y en las seis primeras del rollo que componen el acrónimo SHoVaBBiM, explicaré algunos secretos que necesitamos manejar para sanar nuestras almas de toda toxicidad reptiliana.

En el plano espiritual nuestro cuerpo es llamado “Egipto” y nuestra alma es llamada “Pueblo de Israel” (Am Israel). Por ello, la postura de Egipto/Mitzraim será buscar continuamente el dominio sobre Israel; esto es, que el cuerpo intentará subyugar al alma constantemente.

Por otra parte, “Paróh” (Faraón), es un código para “Ego”. El ego es la valoración desmedida de uno mismo. El ego, es la conciencia de sí mismo, el orgullo, la presunción y el “yoísmo”.

Pharó/Faraón se creía un dios que se hizo a sí mismo y que no necesitaba nada de nadie y que nadie estaba sobre él. ¡Qué equivocado estaba!

Ya lo he ensañado en otra bitácora, pero necesito nuevamente recordárles que la palabra Mitzrayim (Egipto) proviene del término “metzarim”, que significa “límites”, y este a su vez viene de la raíz hebraica “mitzrá” que significa “comprimir” o “encerrar”. Esto aplica a los condicionamientos, frenos y restricciones de movimiento que existen en cada persona. Por esta razón, cada día, el individuo debe llevar a cabo un símil de «salir de Mitzraim/Egipto», superar y librarse de esas limitaciones a fin de brindar a su alma la libertad de expresarse de acuerdo a sus verdaderas aspiraciones.

Para que los hijos de Israel pudieran ser liberados, el Eterno debía, primeramente, rescatarlos de su esclavitud interna. Este es también un mensaje para nosotros en esta época porque si queremos verdaderamente ser hombres y mujeres libres debemos quitarnos los grilletes de la servidumbre de nuestra propia mentalidad y rechazar todo aquello que sea opresivo y egoísta.

Los sabios que manejan el nivel «Sod» de interpretación aseguran que jamás se debe pelear contra un enemigo con la misma oscuridad de la que él se sirve, porque no se combate a la oscuridad con oscuridad; dar luz al opositor, es mejor que guerrear contra la oscuridad que proviene de él. ¿Pero cómo lidiamos contra la oscuridad? La respuesta es bastante simple: ¡encendiendo una luz!

En estos criterios celestiales peregrinaremos con nuestra mente y corazón en cada una de las ascensiones (aliyáh) que este maravillosa sección de Vaerá nos otorgará en impartición a nuestras almas.

¡Dispongámonos a elevarnos a grandes cosas de nuestro Dios!

Una Tierra de la que Fluye… ¿Leche y Miel?

Por P.A. David Nesher

Va’ered lehatsilo miyad Mitsrayim uleha’aloto min-ha’arets hahi el-erets tovah urejavah el-erets zavat jalav udevash el-mekom haKna’ani vehaJiti veha’Emori vehaPrizi vehaJivi vehaYevusi.

«Y por eso he descendido, para salvarlo del poder de los egipcios y para hacerlo emigrar de aquella tierra hacia una tierra buena y amplia, tierra de la que fluye leche [de cabra] y miel [de dátiles e higos]; al lugar [donde habita el pueblo] kenaanita, el jitita, el emorita, el prizita, el jivita y el ievusita.»

Shemot/Éxodo 3:8

Los términos «Zavat halav udevash» (“que fluye leche y miel”), hacen alusión a la fertilidad de la tierra. La expresión «Leche» es la metáfora para riqueza ganadera, y «miel» la analogía ideal para frutos de la tierra.

Pero esto puede ser entendido también en otro nivel; la leche es el alimento primario y básico de todo ser humano en su primer período de vida. El lactante depende, inexorablemente, de la “halav” (leche) de su madre y recurre a ella, naturalmente, como fuente segura de nutrición.

Muy diferente es «devash» (miel), ya que es un alimento «externo» producido por la naturaleza después de una ardua intervención del hombre para obtenerlo, su importancia se debe, básicamente, a su sabor.

Estos dos alimentos representan, en el lenguaje simbólico, la nutrición espiritual que cada redimido por el Mesías debe recibir:

a) la leche: son las enseñanzas de la Torah que ha bebido desde sus primeros instantes de vida;

b) la miel, que es el sabor placentero de toda la peregrinación interpretativa que aprende a realizar cada hebreo peregrinando en las parashot, a través del método PaRDeS.

Ambas cosas en conjunto determinan un crecimiento armónico del alma hebrea.

Las Semillas de «Lo Hebreo» Se Multiplican… ¡A Pesar de Todo!

Por P.A. David Nesher

Vayamot Yosef vejol-ejav vejol hador hahu. Uveney Yisra’el paru vayishretsu vayirbu vaya’atsmu bime’od me’od vatimale ha’arets otam.

«Falleció Yosef, y también todos sus hermanos y toda aquella generación.
Los israelitas eran muy fértiles y prolíficos y se multiplicaban cual enjambres. Llegaron a ser tan numerosos que el país estaba colmado de ellos.»

(Éxodo/Shemot 1:6-7)

Al principio de su descender a Mitzrayim (Egipto), junto a su padre Israel, en tiempo de Yosef, los hebreos fueron fieles a su identidad mesiánica. Ellos, lejos de asimilarse a la sociedad egipcia dejándose encantar por su cultura progresista (en lo social, lo cultural y lo económico) permanecieron fieles a sus principios espirituales demostrándolo en sus vestimentas hebreas, a sus tradiciones familiares y sus nombres hebreos.

Sin embargo, al morir las cabezas de las tribus, hubo entre los nuevos descendientes hebreos, aquellos que ya no deseaban vivir aislados en Goshén. Estos nuevos hebreos, gustaban comer en la mesa con los egipcios entrando en sociedad con ellos con el propósito de llevar una vida más placentera, cómoda, pero lamentablemente también corrupta.

Los Midrashim nos relatan que la tendencia a mezclarse con los egipcios se dio a partir de la muerte de los hijos de Yaakov, además de las rivalidades y odios gratuitos (sin motivo alguno), que se fueron generando entre ellos. Poco a poco fueron adoptando las costumbres idólatras del país, por lo que Yahvéh se irritó contra ellos permitiéndole al faraón endurecer su mano contra esas nuevas generaciones de israelitas. Por ello subraya el pasuk (versículo) “vatimale ha’arets otam”, que se traduce: “la tierra se llenó de ellos”.

Justamente esta expresión encriptada de Luz (“Vatimalé haaretz otam”) ha ocasionado interesantísimos debates interpretativos entre los jajamím (sabios) intérpretes de la Torah.

Algunos aseguran que los verbos empleados en esta expresión para definir este crecimiento son comunes a la vida del reino animal. Por eso, quieren ver en esta sucesión de verbos, casi sinónimos entre sí, un indicio de alumbramientos múltiples por parte de las mujeres. Llama poderosamente la atención que, contrariamente a lo que sucede en casos de alumbramientos múltiples y simultáneos, los hijos de Israel nacen sanos y fuertes. Este hecho es el que realmente abrumará a los egipcios, de constitución débil.


Todos los sabios del Midrash que sostienen esta interpretación ven en esta proliferación la protección del Eterno a los hijos de Israel y el cumplimiento de la promesa formulada por Él a los patriarcas de Israel, asegurándoles descendencia, prolifera cual estrellas de los cielos y cual arena de la mar. (Basado en comentarios de Rashi, Rabbi Itshak Arama y S.R. Hirsh).

Para otros, la traducción de “vatimalé haaretz otam” debería decir: “la tierra los llenó”, o mejor traducido: “se llenaron del polvo de la tierra”, «se llenaron con el polvo de esa tierra«. Dicho así esto, el texto nos está revelando que los israelitas se impurificaron al involucrarse con los hábitos sociales de la vida egipcia. Así pues, en términos místicos, la fraseología apunta, en lo general, al apego por las cosas de este mundo; apego a las ilusiones físicas; apego a lo terreno (material), apego a las bajezas humanas; a la tendencia a enojarse, a la ira, etc.

¿Que es el apego?

El apego es una expresión de inseguridad. Cuando la conciencia humana vibra en el apego solo piensa en liberarse del sufrimiento lo más rápido posible y alcanzar la felicidad para la familia, amigos, parientes y otros cercanos.

Al apego lo consideramos negativo porque nos crea infelicidad, sufrimiento y problemas. La felicidad y la paz provienen de acciones positivas y la infelicidad, el sufrimiento y los problemas vienen de las acciones negativas.


En la cosmovisión de la Torah, existen una infinidad de formas de “llenarse de tierra”, o ensuciarse impurificándose, sin duda. En sus líneas leemos que nadie es inmune a estas situaciones. Sin embargo, la Torah revela que debemos hacer para que nuestra conciencia se desconecte de esos comportamientos y así no darle más “oxígeno” al « lado oscuro».

Por ello es que los sabios dicen que vivir en Egipto es vivir en el “mundo de la materia” o «el sistema de cosas de la fisicalidad«.

Una reflexión saludable debería ser: “¿Me estoy llenando de tierra?” o «¿me encuentro limpiando el caos de mi vida?»

Entonces, entendamos que la expresión “vatimalé haaretz otam” contiene la codificación de un llamado divino para que no descuidemos nuestro esfuerzo diario de elevar nuestra conciencia al compromiso de ser congruentes con nuestra misión redentora. “Vatimalé haaretz otam” nos dice que debemos tener cuidado, no importa donde estemos, de que nuestra conciencia no ceda a la tentación de apegarse a lo que la masa reptiliana se apega, pues es entonces cuando nuestra conciencia hebrea, automáticamente se irá para abajo. Entrando poco a poco al llamado del miedo paralizante que Mitzrayim (el sistema de cosas reptiliano) nos ha implantado con sus ideologías y dogmas materialistas, para lograr que los apegos se hagan nuestros dueños, produciendo que el ego, en todas sus formas permee nuestra vida, abandonando así nuestra misión de traer redención al mundo.

Esta bajada de guardia, impide nuestros momentos de introspección y esta condición espiritual permite darle paso al Satán, por medio de la transferencia de energía vital positiva que le hacemos a través de nuestras acciones egoístas que en hebreo se dice «averá» (עֲבֵרָה) que significa «transgresión«, «desconexión» «un cruce«, «una transferencia«… Entonces la pregunta es: ¿qué estamos transfiriendo cada vez que nos desconectamos?… Transferimos nuestra energía mesiánica al Sitrá HaRá (el Otro Lado de la Pureza), y lamentablemente sólo podremos rescatarla a través de las aflicciones que nos llaman al esfuerzo de retornar a nuestra posición de identidad y herencia.

Si todo Israel se hubiera juntado a comer en la misma mesa de los paganos, jamás habrían salido de Egipto. Pero gracias a que no todos compartieron el pan con los idólatras es que pudieron ser libres del yugo opresor.

Como ya se los he señalado en párrafos anteriores, los Benei Israel (hijos de Israel) en su mayoría se distinguieron de los egipcios por las siguientes características:

  • 1) _ Preservaron sus nombres en lengua hebrea.
  • 2) _ No dejaron de hablar su idioma (la lengua sagrada del Creador), el hebreo.
  • 3) _ No se vistieron conforme al uso egipcio.
  • 4) _ Practicaban diariamente el jésed (bondad).



El hecho de cuidar estas cuatro cosas le otorgó a los hijos de Yaakov una protección especial para que no se impurificaran a pesar de estar rodeados de los egipcios y para que mantuvieran su propia identidad.

“Pakod ifkod” El Código Mesiánico de la Memoria Divina.

Por P.A. David Nesher

« Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.Vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; y también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José.
Un día, José dijo a sus hermanos:
—Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.
(Bereshit/Génesis 50: 25-26)

Este evento está ocurriendo unos cincuenta y cuatro años después de la muerte de Yaakov (Jacob).

Yosef ejerció el cargo de virrey durante 40 años; y a la muerte del faraón ocupó su lugar, y reinó sobre Egipto durante 40 años más. Yosef falleció a la edad de 110 años [dato de la Torat Emet]. Los egipcios veían en esta cifra el ideal de la vida. Hay veintisiete referencias a esto en manuscritos egipcios al número 110. Esta era considerablemente la edad más joven a la que Avraham (ciento setenta y cinco años), Itzjak (ciento ochenta años), y Yaakov (ciento cuarenta y siete años) habían muerto. [Podemos notar como la longevidad de la humanidad va disminuyendo poco a poco después del diluvio].

El sabio Abarbanel hace un comentario referente a este pasajes

«Cuando Yosef fue investido por Parhó era de edad de treinta años, (Gén. 41:46) lo que indica que su función de gobierno se extendió por un lapso de ochenta años, sin altibajos, esto es una cosa grande y muy sorprendente, yo nunca lo he visto, ni siquiera en la historia y relatos de los reyes de Roma y de los demás pueblos”.

Yosef llegó a ver hasta la tercera generación de los hijos de Efrayim. Pudo haber vivido lo suficiente para ver a sus bisnietos. Yosef interviene en la educación de sus nietos y bisnietos y les da algo de sí mismo. Pero no viviría para siempre. Esto él lo sabía muy bien, tanto como que él sabía que por el pacto que el Eterno había hecho con Avraham, Itzjak y Yaakov, este no sería su lugar de descanso. Su huesos estarían finalmente de vuelta en Canaán.

Es aquí donde aparece en su boca una frase encriptada el Olam Havá (Mundo Venidero): “Pakod ifkod” ( פָׁקֹ֨ד יִפְקִֹ֤ד ). Explica el Midrash que la fraseología es un código o señal (50:25), que fue transmitido a las tribus mediante Yaakov y Yosef. Los hijos de Israel saben que estas palabras son las que habrán de anunciarles su futura redención.

Pakod” significa “recordar” o “visitar”, que según el Zohar, describe una intervención providencial que se sitúa más allá de las leyes naturales. Por ende, “…Yo me muero, más el Eterno ciertamente los visitará (recordará)…”, se refiere a la futura liberación de los benei Israel (hijos de Israel).

Pakod ifkod es el código de la redención. Dios le dice a Moshé que diga a los Hijos de Israel: «Te he recordado por cierto (pakod pakadeti)», y Rashí explica: «Esta señal fue entregada en sus manos, porque con estas palabras son redimidos«. Pekidáh es una forma profunda de recordar que produce el despertar en la práctica, como en la primera vez que aparece este verbo en la Torah, «Y Dios recordó por cierto (pakad) a Saráh«.

Alguno puede ser tentado a pensar que si Dios nos recuerda profundamente, podemos pensar que no tenemos ningún papel que desempeñar y que podemos hundirnos en un profundo sueño. Pero eso no es verdad. Nuestras acciones, despertando desde abajo, despiertan a Yahvéh para actuar desde Arriba. Este es un principio fundamental, en palabras del Zohar: «Con el despertar desde abajo, el despertar desde el cielo está habilitado«.

«Pakod ifkod«, dos palabras llenas de códigos de destino celestial. Pakod alude a nuestro despertar para recordar profundamente al Eterno, e ifkod alude al profundo recuerdo de Yahvéh a nosotros. Por lo tanto, el significado del verso, «Pakod ifkod Elokim etjem» es:

  • «Pakod Elokim / _Recuerdas profundamente a Dios- y entonces –
  • _Ifkod etjem / _Dios te recordará profundamente».

La raíz pakod, פקד, tiene muchos significados en la lengua sagrada (el hebreo), ya que también se usa para describir la conexión interna entre marido y mujer. Los sabios usan expresan así esta idea: «Un hombre está obligado a tener relaciones íntimas (lifkod) con su esposa«. Por lo tanto, cuando Yoséf está diciendo a sus hermanos que «el Eterno los recordará profundamente (Pakod ifkod)” les está solicitando que recuerden que Yahvéh los recordará como un esposo que se relaciona íntimamente con su esposa. Aquí está aún más claro que la perfección de esto es una interacción mutua: la esposa se despierta hacia su esposo (Pakod) y el esposo se despierta hacia su esposa (Pakadeti).

El Midrash sigue contando que Séraj, la hija de Asher, la única de todos los nietos de Yaakov que vivía cuando aparece Moshé rabenu, era la que conocía la clave para la liberación. Ésta le fue enseñada al morir Yosef. Entonces, cuando Yahvéh envió a Moshé como libertador del pueblo israelita, los ancianos preguntaron a Séraj si la contraseña de Moshé corresponde a la tradición secreta que ella recibió. Séraj les contestó afirmativamente, y entonces los israelitas reconocieron a Moshé como el redentor prometido [Midrash, pág 386-387].

Entonces la frase “Pakod ifkod” como clave de liberación, es una señal para dos momentos proféticos. Uno hace referencia a Moshé y el otro a la redención mesiánica mediante el Rey Mashíaj. Así, Mashiaj ben David (Yeshúa), cumplirá está profecía y emitirá las mismas palabras que hablaron Yaakov, Yosef y Moshé. El Eterno “se acordaría” enviando a Su redentor, no solo para salvar al pueblo de la tiranía egipcia, sino también para rescatarlo de todos los tormentos, hasta el advenimiento definitivo de «Melej HaMashíaj Ben David».

Pakod Ifkod”, dos palabras son los puntos de luz que preservan la esperanza de Israel a los largo de miles de años, aguardando el amanecer por venir con Su siervo el Mashiaj.

Después de que Yosef pronuncia las palabras “Pakod ifkod”, hace jurar a sus hermanos que al salir de Egipto lleven su cuerpo a sepultar en Shejem (Sicqem). Shejem era un territorio de Kenaán que adquirió Yaakov.
Shejem es el lugar donde Yosef fue vendido, ahí pues, descansarían sus restos.

Sus huesos en el ataúd serían un recordatorio constante a sus descendientes y a sus hermanos de que Egipto no era el hogar de ellos. Un día todos ellos regresarían a Canaán, tal como Yahvéh lo había prometido.

Este es uno de los hechos referentes a Yosef que menciona la carta a los Hebreos:

“…Por la fe Yosef, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio instrucciones acerca de sus huesos…”
(Hebreos 11:22)

De todas las cosas que el Espíritu de Yahvéh podría escoger de la vida de Yosef, fue esto lo que priorizó. No fue que se negara a pecar con la mujer de Potifar, o que fuese fiel en la prisión. ¿Por qué era tan importante esta actitud para que fuera mencionada como la evidencia de la fe de Yosef? Porque para este tzadik (justo) las promesas de Israel están unidas a la Tierra Santa, residencia preferencial de la Shekinah.

Así, y desde esta conciencia, leemos que en los días de Moshé rabenu se cumplió la voluntad de Yosef:

“…Y Moshé llevó consigo los restos de Iosef, que hizo jurar a los israelitas y declaró: “En verdad, Elokim los recordará [y los sacará de aquí]. Y se llevarán mis restos con ustedes…”
[Shemot/Éxodo 13:19 – Torah Emet].

En el libro de Yehoshúa/Josué está escrito:

“…Y los huesos de Yosef, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, los enterraron en Shejem, en la porción del campo que Yaakov compró de los hijos de Jamor, padre de Shejem, por cien quesitim, y quedaron en posesión de los hijos de Yosef…”,
[Yehoshúa/Josué 24:32 Katz]


Los sabios enseñan que Yosef representa por sus méritos al «Mundo Superior», según se explicó en capítulos anteriores. Por ello, las bendiciones de “Arriba” descendieron hacia “abajo” cuando él gobernaba.

Yosef murió y fue embalsamado. Con su partida, los benei Israel empezaron a experimentar los sufrimientos del exilio, pues la gente del país ya no los veía como amigos e invitados, por el contrario, comenzaron a verlos como invasores extranjeros, por lo que se les forzó a trabajar además de agobiarlos con elevados impuestos.

Tiempo después, como los manantiales de Egipto se secaron con la muerte de Yosef, los egipcios se tomaron la libertad de sepultarlo en las profundidades del Nilo –basados en las creencias de los hechiceros de Egipto, de ese modo Yosef daría una bendición a sus aguas.

Yosef gobernó a Egipto durante 80 años y con su muerte finaliza la historia de los patriarcas hebreos. Yosef fue un varón de admirable virtud que condujo los asuntos de trabajo así como su vida personal con total integridad y prudencia. Usó su poder con moderación trayendo la felicidad a hebreos, extranjeros y egipcios, sobre todo cuando Egipto vivió la más terrible crisis alimentaria de su historia.

Este primer libro del Tanak les relata acerca de los hijos de Israel quiénes fueron los antecesores del Pueblo Escogido. Sin embargo, el linaje de un pueblo, no es solamente, el linaje físico sino aquel linaje que emerge de la lucha entre lo humano y lo Divino. El sufrimiento en Egipto y la liberación de la esclavitud forman un pueblo que no es, solamente, de la misma sangre sino unido, también, a sus antecesores, en el Dios de sus patriarcas. Por lo cual, ellos pueden resistir el sufrimiento y esperar su liberación.

Avraham había tenido dos hijos, mas ellos habían sido incompatibles.

Itzjak había tenido, también, dos hijos, pero estos se separaron para siempre.

Sin embargo, a través de los doce hijos de Yaakov el futuro parecía asegurado. No obstante un gran número implica el peligro de la desunión y por cierto, la discordia surgió, ellos odiaron y persiguieron al mejor de los hijos. Sin embargo finalmente se logró una reconciliación completa, no a través de un mediador sino de un cambio interno en las personas. El hijo odiado había esperado esto en silencio y en fe. Así es como también él, al reencontrarse con sus hermanos, lo reconoce gracias a su amor fraternal.

Como vemos la fuerza que conduce hacia la reconciliación es el pensamiento en el padre común de ellos (en vida o en muerte) y en el Eterno, a través del cual las generaciones se encuentran.

La idea general de todo el libro Bereshit aparece a grandes rasgos:

«Dios es Creador, es el poder que orienta y es Juez del universo. Es el mismo Dios de Abraham. Itzjak y Yaakov, patriarcas de Israel, cuyos descendientes forman el pueblo llamado: Benei-Israel.
La historia nacional de Israel está dirigida por Dios y por la respuesta de Israel a Dios.”
(Benno Jacob).

De esta forma llegamos al final de una de las narraciones más intensas y dramáticas de la Torah, y de aquí pasamos a otro episodio importante en la historia del pueblo de Israel…el Éxodo de Egipto. [Textos en español, tomados de la “Torat Emet”] Y así vemos que el Sefer Bereshit (libro de Génesis) comenzó con el hombre en el jardín del Edén y termina con él en un ataúd en Egipto. El paraíso se había perdido y el mundo necesitaba ser liberado del pecado. Así, la base ha sido establecida y la transición es natural de los versículos iniciales del Éxodo, donde Yahvéh levantaría un nuevo profeta y líder en Su siervo Moisés (Moshé).


Lej ve’asafta et-zikney Yisra’el ve’amarta alehem Adonay Elohey avoteyjem nir’ah elay Elohey Avraham Yitsjak veYa’akov lemor pakod pakadeti etjem ve’et-he’asuy lajem beMitsrayim.

«Anda, reúne a los ancianos [sabios referentes] de Israel, y diles: “Yahvéh, Elokim de sus antepasados, se ha presentado ante mí — Elokim de Abraham, de Itzjak y de Iaacov — [se me ha revelado] diciendo:
‘En efecto, he puesto Mi atención en ustedes y en el trato que les dan en Egipto”.

(Éxodo/Shemot 3:16)

Pakod Pakádeti” ( פָּ קד פָּקַ֙דְתִי֙ ): Estos vocablos pueden interpretarse, literalmente como “vigilar, vigilará”, o “ayudar, ayudará” (como en Gen. 50:25). Cuando los israelitas escucharon esta doble expresión inmediatamente supieron que se trataba de la verdadera liberación, (Gén. 50:24).

Por eso el Eterno le ordenó a Moshé que emplee esa paráfrasis, pues entonces le creerían.

Los benei Israel escucharían a Moshé y les transmitiría las palabras del Cielo. Registra el Midrash lo que el Eterno le indicó en la montaña:

«…Cuando tú les menciones “pakod – pakadti”, ellos harán caso a tu voz porque tienen una señal de su antepasado Yosef que ésta sería usada por el que habría de rescatar a los benei Israel…»,

[Midrash, pág 34]

Moshé no podía dudar de su misión. Él no podía pensar que sus hermanos no le creerían. La esperanza de liberación estaba codificada en sus mentes y corazones con esperanza a causa de un código maravilloso que la Luz Infinita les había sembrado desde la época de Yosef.

Jacob y el “Fin de los Tiempos”

Por P.A. David Nesher

Vayikra Ya’akov el-banav vayomer he’asefu ve’agidah lajem et asher-yikra etjem be’ajarit hayamim.

«Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Reuníos, y os anunciaré lo que os acontecerá en los días postreros.»
(Bereshit/Génesis 49:1) 

En la aliyáh (ascensión) de hoy estudiaremos un capítulo muy interesante, porque la acción transcurre junto al lecho de muerte del anciano Yaakov, nuestro padre (avinu). Como recordarán, en el capítulo anterior lo vimos ya postrado por la enfermedad y consideramos el momento en que cobró fuerzas, se sentó en la cama y bendijo a los dos hijos mayores de José (Yoséf).

El exégeta Abarbanel, refiriéndote al contexto de todo este relato, comenta lo siguiente:
Después de concluir con la bendición a los hijos de Yosef, en un ambiente de cercanía e intimidad, llama al resto de sus hijos y les bendice también, para no fomentar en ellos, celos o envidias..

Así y en este tramo de nuestra peregrinación de fe por las aliyot (ascensiones) de la parasháh Vayejí,  llegamos a una expresión importante. Encontramos que hay ciertas expresiones que las Sagradas Escrituras usan una y otra vez. Una de esas expresiones es «los últimos días«. 

La expresión hebrea ajarit-hayamim, en verdad debe traducirse literalmente como «al final de los días«. Esta frase merece ser explicada en su debido contexto, ya que cuando aparece en los libros proféticos hace referencia a Lemot HaMashíaj (traducido como “los días del Mesías”). Por ejemplo, en el rollo de Yeshayah (Isaías) cap. 2 vers. 2 y en el profeta Yejezkel (Ezequiel) cap. 38 vers. 16. Por eso, el Rambán interpreta que este pasuk (versículo 1)  relata a Yaakov haciendo referencia a la llegada de Mashiaj. El sabio Onkelos en el Targurn traduce ajarit-hayamim como “en el final de los días”.

Por causa de este matiz profético debemos entender que Yaakov dará mucho más que una bendición patriarcal estándar. Más bien, será una profecía que prefigurará el desarrollo de las doce tribus de Israel y los ambientes en los que vivirán cuando se instalen en la tierra de Canaán. Desde esta bendición Moshé continuará trazando la historia profética de Israel al enumerar el futuro de las doce tribus en el capítulo 33 del Sefer Devarim (Libro de Deuteronomio).

Nos encontramos aquí con la primera profecía conscientemente hablada por el hombre en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por el Eterno como es el caso del Proto-Evangelio (donde está anunciada la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15), y otras profecías veladas por los hombres, pero esta es la primera profecía proveniente de boca humana conocida en la Tanak.

Yaakov avinu entonces está hablando de los últimos días de la nación de Israel y de lo que sucederá a sus doce hijos y a las doce tribus que vendrán de ellos, hasta que se manifieste el Mesías (o el Cristo), el propósito eterno de Dios para los hombres.

El sabio intérprete Rabí Itshak Arama entiende que, el propósito de Yaakov avinu al pronunciar las palabras de esta bendición fue el de hablarles del «fin de los tiempos», interpretado en la cosmovisión hebrea como «el fin de todos los exilios«. Por eso, las tradiciones interpretativas judías dicen que Yaakov estaba a punto de bendecir a sus hijos dispuesto a decirles en detalles el “gran secreto sobre el fin del tiempo”. Pero en ese momento, la gloria de Dios (la Shekináh), la Profecía de lo Alto (Apoc. 19:10), lo visitó y se fue rápido de él porque no era adecuado hacerlo en ese instante. 

La Shekinah se apartó de Yaakov porque él quería revelar a sus hijos cómo y cuándo llegaría el Mashiaj, otorgándole minuciosamente los detalles de su venida. Él poseía todo el conocimiento del gran misterio de los siglos, pero no estaba en la Intención de Yahvéh darlas a conocer aún, por lo tanto Yaakov no podía decirle a sus hijos nada detallado. Con ansias, los hijos esperaban tal revelación, pero en un inesperado giro, Yaakov calla estos asuntos y les empieza a recitar bendiciones con una escatología encriptada. Sin embargo, en las pautas del libro «Birkat Yaakov» («Bendiciones de Yaakov«), se encontrarán mensajes proféticos que habrán de revelar el futuro de cada tribu, algunas serán cumplidas hasta el momento de la aparición del Mashiaj.

El sabio Rashí interpreta, basado en el Talmud, que Yaakov quiso revelarles el final de los tiempos, pero en ese momento el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) se retiró de él, y comenzó a decir otras cosas.

Leyendo la Midrash [Etz Yosef] encontré la siguiente enseñanza:

Yaakov quiso revelar a sus hijos el momento de la llegada del Mesías. Supo que se mantendrían fieles a HaShem aun cuando supieran que el tiempo de la redención fuera lejano. Sin embargo, el Todopoderoso decidió que la fecha de la redención debía mantenerse en secreto de los hijos de Yaakov a causa de las generaciones futuras que no serían tan grandiosas como los hijos de Yaakov. Las generaciones futuras desesperarían en el exilio si supieran que el momento destinado estuviera tan lejano.”

Muchos hablan del hecho de que ciertas profecías concernientes a la nación de Israel se han cumplido, eso es verdad. Pero podemos reducir aún más, dividiendo a Israel en doce partes y reconociendo que el Eterno ha tenido algo que decir acerca de cada hijo y tribu. No sólo se han cumplido Sus profecías acerca de la nación, sino que también se han cumplido las profecías concernientes a cada tribu. Eso es lo que lo hace más sorprendente.

Lo cierto de todo esto es que la bendición de Yaakov no consistía en desear buenas cosas para los hijos. De aquí aprendemos que la bendición, según la cosmovisión hebrea, no está basada en pronunciar “buenos deseos”, sino en hacer una apreciación profética. Para ello, el padre que bendice se fundamenta en la apreciación del carácter de cada hijo, según lo discierne con sus ojos espirituales.

En otras palabras, en la cosmovisión celestial la “bendición paterna” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ha aprendido a convivir supervisando con ojos espirituales a sus hijos, y visualizando así qué clase de generaciones crearán ellos desde sus lomos.

Por eso, lo curioso de la bendición final de Yaakov es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos hasta el final de la Historia de la Salvación.

En el capítulo que tenemos ante nosotros veremos las profecías de lo que sucederá en cada tribu en los últimos días. Mientras que algunas de ellas ya se han cumplido, la mayoría de ellas esperan un cumplimiento escatológico final. Pero como el desarrollo de estas bendiciones demanda un buen espacio, los invito a ir a la siguiente bitácora.

«¿Quiénes Son Éstos?»… Efraín y Manasés

Por P.A. David Nesher

Ve’atah shney-vaneycha hanoladim lecha be’erets Mitsrayim ad-bo’i eleycha Mitsraymah li-hem Efrayim uMenasheh kiR’uven veShim’on yihyu-li.

«Ahora, tus dos hijos Efraim y Menashé, que nacieron en Egipto antes de que yo viniese hacia ti, a Egipto, serán considerados míos, tal como son míos Reuvén y Shimón.»

(Bereshit/Génesis 48:5) 

Después de recibir el juramento de Yosef que lo llevaría fuera de Egipto para enterrarlo con Abraham e Itzjak (Isaac), Yaakov continuó postrado en la cama mucho tiempo más.

Un día, cuando Yosef vino a visitarlo con sus dos hijos mayores, el Eterno inspiró a Yaakov a profetizar sobre ellos. Esto dio lugar a la adopción de Efrayim y Menashéh (Efraín y Manasés) por Yaakov como hijos propios, elevándolos así a la categoría de tribus de Israel junto a los otros hermanos de Yoséf, con derecho a adjudicación territorial en la Tierra Prometida.

Yahvéh le había dado a Yaakov la tierra Sagrada, por lo tanto, al ser considerado Yoséf como primogénito en lugar de Reuvén, le corresponde doble porción o dos regiones geográficas en Eretz Israel; una parte sería para Menashé y la otra para Efrayim.

Al considerar Yaakov a Efrayim y Menashéh, hijos de Yoséf, como Reuvén y Shimón; él les está otorgando el derecho de primogenitura, ya que, de acuerdo a las normas vigentes y que más tarde serán sancionadas por la misma Toráh, el primogénito recibía dos parte de la herencia paterna.
[Este comentario está basado en lo que relata el primer libro de Crónicas capítulo 5 vers. 1, donde leemos que la primogenitura de Reuvén fue dada a los hijos de Yosef, hijo de Israel.]

Yaakov le explicó a Yosef lo que acababa de hacer sobre sus hijos mayores de la siguiente manera: Efrayim y Menashéh pasaron a ser hijos mis hijos, por medio de esta adopción, tomando el lugar de herencia territorial de Rubén y Simeón, «en cambio, la descendencia que habrás engendrado después de ellos, serán tuyos, y en nombre de sus hermanos recibirán su heredad» (48:6). Esto se refiere a la distribución territorial de la tierra de promisión. Es decir, que si Yoséf tuviere todavía descendencia, después de Efrayim y Menashéh, ellos no participarían, directamente, de la distribución de la tierra, como estos dos últimos, pero sí, indirectamente, bajo el nombre de Yoséf; ya que Yoséf, a partir de ahora, estará dividido en Efrayim y Menashéh. Estos dos últimos, si bien eran nietos de Yaakov se ven elevados ahora a la categoría de tribus, por este evento de adopción que el patriarca realiza. Yaakov evidentemente, está motivado en esta situación por el fuerte amor que siempre había profesado por Yoséf y que ahora transfiere a sus dos hijos.

Entonces, y para entenderlo bien, Reuvén y Shimón, los dos hijos mayores de Yaakov y Leah, se encontraban en un sentido descalificados de la posición de estatus y liderazgo en la familia de Israel a causa de su pecado (Génesis 34:25, 35:22). Yaakov le dice a Yosef que el resto de los hijos que tuvo después de Erayim y Menashéh, heredarían de él, no de Yaakov. Estos otros hijos de Yosef no se mencionan en ninguna parte de las Sagradas Escrituras, pero sus descendientes están incluidos dentro de las familias de Efraín y Manasés (Números 26:28-37 y I Crónicas 7:14-29).

Esta adopción que hace Yaakov a Erayim y Menashéh permite explicar el por qué hay a menudo diferentes combinaciones de las 12 tribus en distintos lugares de las Sagradas Escrituras. A causa de esta adopción, en realidad hay 13 hijos de Israel. Nacieron los 12, pero José se dividió en dos tribus. Así que, como las tribus se enumeran a través de toda la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento), que pueden hacer trucos y seguir siendo las 12 tribus. Esto genera más de 20 formas diferentes para enlistar las tribus en la Tanak.

“Entonces Yosef los hizo salir de las rodillas de Yaakov, y se inclinó con su rostro en tierra.” (48:12) 

Los dos hijos de Yosef, que tenían más de 25 años en ese momento, fueron introducidos entre las rodillas de Yaakov y luego retirados. Esto constituía un acto oficial de adopción, como si los dos hubieran salido directamente de entre sus lomos. Así llegaron a ser legalmente sus hijos, con plenos derechos dentro de Israel, al igual que Reuvén y Shimón. Este acto impactó tanto a Yosef, que se inclinó y adoró al Padre celestial.

Los versículos 9-12 muestran la adopción de estos hijos dentro de Israel y los versículos 13-22 hablan de la bendición que estos dos hijos recibieron por su padre.

¿Qué significado profético hay en que Manashéh y Efrayim se acerquen a su abuelo Yaakov?

Quiere decir que, gente de todas las naciones vendrán para unirse al pueblo de Israel; fundamentalmente la descendencia de Yoséf, es decir, gentiles que tienen ADN hebreo que están mezclados entre los goyim (gentiles paganos). Efrayim y Menashéh vendrán de entre todos los países, tribus, pueblos y lenguas para sumarse al pueblo de Israel a recibir la bendición de Yahvéh (Zac 8:22-23). Por ello, el profeta habla específicamente de “10 hombres de las naciones”, que es muy probablemente una alusión a la Casa de Israel del Norte, las diez tribus asimiladas.

Les solicito que abramos nuestras consciencias y entendamos que aquí se revela una cosa muy importante: Israel estaba enfermo y cerca de morir. Sus ojos físicos estaban oscuros, pero sus ojos espirituales estaban bien abiertos. Lo profético estaba tan activo en él, que podía ver los acontecimientos de los últimos días, que nosotros aún no hemos visto. El Eterno le estaba revelando toda la Historia de Salvación hasta los últimos días de la Era Mesiánica.

Reflexionemos en este profundo misterio escatológico. Durante más de veinte años Israel pensó que Yosef estaba muerto. Sin embargo, en ese tiempo nacieron los dos hijos Efrayim y Menashéh en el mundo gentil por una madre procedente de los gentiles que había abrazado la fe de Israel.

El nombre Yosef significa “añadirá” o “agregará”, y por medio de él se añadirían más hijos a Israel en el tiempo de su ceguera y de su enfermedad.

Es interesante notar que cuando Israel estaba a punto de adoptar a los hijos de Yosef como sus propios hijos, preguntó quiénes eran, para estar seguro de lo que estaba haciendo. Él quería evitar que pasara lo mismo que ocurrió cuando él engañó a su padre Itzjak y se llevó la bendición. Luego le pidió a Yosef que los acercara para que los pudiera bendecir.

Todas estas cosas tienen una proyección profética para los últimos tiempos. Recordemos que Yosef representa al Mesías, que la Casa de Judá ha considerado muerto durante dos mil años. Sin embargo, durante estos dos milenios han nacido muchos hijos primogénitos en el Mesías entre los gentiles. Mayormente están en el mundo cristiano y por eso aprendieron tanto la vida gentil como parte de la fe de Israel. En los últimos tiempos estos hijos, al igual que Efrayim y Menashéh, serán acercados a la fe de Israel, aprendiendo las raíces de la fe de Avraham, el hebreo. Los ojos de la Casa de Judá se abrirán proféticamente para que pueda ver estos hijos y adoptarlos como sus propios hijos para el mundo venidero.

La pregunta que hace Yaakov “¿Quiénes son estos?” aparece en dos lugares más de las Sagradas Escrituras (Isa. 49:18-22 y Rev. 7:13-14). En estos pasajes proféticos se habla de los hijos nuevos que serán añadidos a Israel en los últimos tiempos, y especialmente en la gran tribulación, cuando Israel estará enfermo y a punto de morir. Pero la venida de Yeshúa HaMashiaj, esta vez como Ben David (Hijo de David) le dará a la nación santa del Eterno nueva vida.

El interés por las raíces hebreas que en nuestros días se está manifestando en el sistema cristiano ha sido despertado por el Mesías Yeshúa. Él está en el cielo intercediendo por todos los hijos de Yahvéh en la tierra para que despierten de su letargo babilónico, e investiguen las raíces de la verdadera emunáh. Es un movimiento profético que terminará abriendo los corazones de los hijos primogénitos del Eterno para que abracen la fe de Abraham y dejen el cristianismo, atreviéndose a ascender al diseño de Su Monte Santo.

Esto último, no significa que tendrán que convertirse y hacerse judíos, sino que más bien que decidan adoptar un estilo de vida y una teología y hermenéutica (interpretación) que estén afín con Israel para que ya no sean piedras de tropiezo para los judíos.

Entendámoslo bien, en el Mesías hay lugar para los dos pueblos sin que el uno tenga que convertirse en el otro. El judío no puede dejar sus tradiciones para poder unirse con los hijos del Mesías de entre los gentiles (la Casa de Efrayím o Israel). Son los no-judíos que tendrán que cambiar sus costumbres babilónicas para poder vivir con los judíos y formar un solo pueblo, multifacético pero unido.

La escena de este pasaje escritural revela el movimiento tierno de nuestro Abba en los últimos días. Justamente simboliza que aquellos que hoy son obedientes a Mashiaj Ben Yosef serán llevados por él hasta las rodillas de Israel para que este los pueda besar y abrazar y adoptar como sus propios hijos. Sólo cuando los hijos de Ben Yosef estén dispuestos a acercarse completamente a Israel y ser besados y abrazados por él podrán recibir su gran bendición.

Los hijos de Ben Yosef  de nuestros días serán introducidos en Israel y restablecidos como hijos con pleno derecho de herencia dentro de Israel. 

Que el Eterno nos otorgue dones proféticos a fin de que nuestros ojos espirituales puedan discernir qué es lo que nos toca hacer como Ministerio en este movimiento profético de acercamiento entre las dos Casas.

¡Bendito sea el Eterno!

Bitácora Relacionada:

Yaakov vio al Mesías…, Cruzó sus Manos Adrede…, y la Historia Se Transformó….

“Dios me ha puesto por padre del Faraón” (Parasháh Vayigash)

Ve’atah lo-atem shlajtem oti henah ki ha’Elohim vayesimeni le’av le-Far’oh ule’adon lekol-beyto umoshel bekol-erets Mitsrayim.

«O sea, no fueron ustedes quienes me enviaron acá, sino Elokim, que me puso como Gran Visir de Paró, como amo de toda su casa y como gobernador de todo Egipto.«

(Bereshit/Génesis 45:8) 

¿Cuál es el significado de “padre” en este pasuk?

La expresión “Le Av le Paró”, no está haciendo referencia a un “progenitor” (Av: padre), eso está claro. La Torat Emet traduce la palabra “Av” como “maestro”. Así mismo, por su parte, el maestro en hebreo Rashí explica que el vocablo debe entenderse según su contexto y no en su sentido literal. Por ende “Av” (padre), significa aquí “amigo y patrón”, o “consejero,” «asesor«, o «mentor«. Parhó (Faraón) le había dado a Yoséf el puesto más elevado de Mitzraim (Egipto), pero a la vez, por debajo de la autoridad del mismo monarca, pues aquel que instala a otro en un puesto de autoridad, siempre es superior. Yoséf era el “consejero íntimo” del rey, lo más cercano a un padre.

Todo esto es la tipología de un contenido mesiánico. 

Así Yeshúa ha recibido de Yahvéh, su Padre, el título de Av según está escrito en el libro del profeta Isaías 9:6:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Fuerte, Poderoso, Padre (av), Eterno, Príncipe, Paz.
(Isaías 9:6)

Desde esta interpretación del profeta Isaías, los discípulos de Yeshúa, interpretando los códigos de los tres cargos que Yosef recibió del Faraón, realizaron una pedagogía profética con la correspondencia de estos tres cargos del Mesías.

o       Le puso como av, amigo y patrón, (Isaías 9:6).

o       Le puso como Señor de toda su casa, (Hebreos 3:6).

o       Le puso como gobernador sobre todo el mundo, (Mateo 28:18).


Entonces queda claro que Mashíaj, en el Mundo Venidero, en su calidad de “Av”, será gobernador del mundo, en el sentido de “amigo íntimo” de Yahvéh durante la Era mesiánica. Esto significa que Mashiaj dirigirá los asuntos en el mundo en el Nombre de Yahvéh, nuestro Dios. Solo el Eterno estará por encima de la jerarquía de Mashíaj.

¡Con Todo… El Eterno Jamás te Olvidará! (parashah Vayeshev)

Por P.A. David Nesher

«Velo-zachar sar-hamashkim et-Yosef vayishkachehu.»

«Pero el Maestro de coperos no se acordó de Iosef, sino se olvidó de él.»

(Bereshit/Génesis 40:23)

Evidentemente, la felicidad le hizo olvidar al copero la desgracia de su compañero de celda. Este fenómeno es, desgraciadamente, muy humano, y lamentablemente bastante común en la historia de las relaciones humanas. Es simple, se llama ingratitud. El ser humano, en su naturaleza caída, tiende a olvidar al prójimo que estuvo junto a él en los momentos difíciles, pero el Eterno no olvida a Sus fieles. Sin duda se cumplen estas hermosas palabras: “…Muchos males hay acechando al justo, pero de todos los salva el Eterno…” (Tehilim/Salm 34:20).

El copero olvidó a Yosef, y con ello, la “llave” que le abriría la prisión se le negó. Yosef permaneció en prisión 12 años en total; los primeros diez años le habían sido decretados como corrección por haber contado a su padre habladurías (o Lashón Hará), contra sus hermanos, (excepto Binyamin). Dos años adicionales le fueron decretados como castigo por haber confiado en que su salvación vendría de un ser humano, es decir, por confiar en las influencias del copero. Yosef le había pedido: “…Háblale bien de mí al faraón……». Por haber confiado en un hombre, tuvo que pasar dos años más en la cárcel. Esa corrupción no se permite a los líderes del Reino. Dos años de cárcel merece esa actitud de manipulación, intentando usar un “enchufe, rosca, palanca, cuello”. Si no vas por la vía legal mereces «dos años de cárcel» (códigos en metáfora) según la justicia celestial. Era pues necesario que Yosef comprendiera y aceptara que su estancia en la cárcel no dependía del copero ni del faraón sino de Yahvéh, nuestro Dios.

Ahora pues Yosef estaba penando por duplicado, triplicado, cuadriplicado; estaba preso, era esclavo, era extranjero y ya no había esperanza de cambiar su amarguísima situación.

Los días se hicieron meses, estos se volvieron años y no había rescate para Yosef. Tantas esperanzas, tantos sueños, tantas promesas y proyectos que quedarían sepultados en la espesura terrible del pozo en el cual se encontraba. Pero, he aquí una importante lección, a veces lo que parece un fracaso en verdad es la semilla de un éxito verdadero.

Dos largos, crudos y terribles años transcurrieron para que el jefe de coperos se acordara de Yosef. No lo hizo gratuitamente, sino para ayudar a su amo el Faraón (en hbr. Paró), que estaba en problemas, justamente por un sueño que complicaba a los sabios egipcios. Y recién entonces, pudo salir Yosef del pozo para transformarse en un arrebato veloz e inesperado en el segundo hombre más poderoso de la tierra. O quizás el primero, ya que Faraón confió todo lo suyo a su ingenio.

Yosef ya había aprendido de la peor manera, cuando recibió el castigo de parte de sus hermanos, y su venta, y la esclavitud, y la falsa acusación, y el lastimoso pasaje por la cárcel. Ahora estaba seguro de que el camino debía ser el de la construcción de paz, no más orgullo, chismes, y holgazanerías, ya no más el “ego” (ratzón atmutz = «deseo de recibir sólo para sí»). Así pues, un sueño (el primero que Yosef contó a sus hermanos), había causado que Yosef cayera. Ahora otro sueño (el que aclararía a faraón), lo encumbraría por encima de todos los demás mortales.

Enseñan los sabios que, el hombre guarda su alma con toda su pureza cuando doblega su cuerpo con cuatro herramientas espirituales:

  1. El ayuno;
  2. El estudio de los secretos de la Torah;
  3. Las veladas de estudio;
  4. La resistencia al instinto animal.

Recapitulemos. ¿Por qué son importantes estos relatos? Si analizamos en detalle el destino de Yosef, notaremos la similitud con la historia del Pueblo de Israel en el exilio.

Yosef, un muchacho de 17 años, hijo predilecto de Yaakov, es arrancado de repente del seno familiar, erradicado de su país y vendido como esclavo en un país extraño. El joven se ve envuelto en circunstancias difíciles y crueles, y dichos acontecimientos le suceden siendo él inocente. Cualquier otra persona en su lugar se hubiera deprimido, entristecido, sintiendo inclusive cierta indiferencia a todo como consecuencia de su condición. Sin embargo Yosef entendió que debía ponerse a la altura de las circunstancias. Como esclavo cumplió sus tareas óptimamente, hasta que por mérito de Yosef, su amo Potifar tuvo éxito en cualquiera de sus emprendimientos. Esa es la particularidad de todo israelita, que en toda situación y circunstancia trata de cumplir con su misión de la mejor forma.

Los sabios nos explican que cada justo se distingue por la práctica de una virtud (midah) o de un mitzvah (mandamiento) por la que siente especial predilección. La mitzvah que caracterizó a Abraham fue la circuncisión, la de Yitzjak, fue la oración, y la de Yosef fue la profunda piedad que manifestó a través de su castidad, el cuidado de su brit milah (circuncisión).

Los sabios nos dicen que, lo ocurrido a Yosef no fue un error de alguien. Todo lo que ocurrió tenía que suceder así para que Yosef fuera a Egipto y pudiera plantar la semilla para la redención de los israelitas. Todos estos registros son narraciones preparatorias para la introducción de Mashiaj en Israel y el mundo. Si desconectamos al Mashiaj de los relatos de la Torah creamos un falso Mashiaj, un híbrido sin soporte histórico. El Mashiaj está conectado de manera profunda con la historia misma del pueblo de Israel. Yosef es un hijo de Yaakov quien es al mismo tiempo una sombra profética que apunta al Mesías y rey de los judíos: “…Yeshúa’ Hanotsrí Mélej Hayehudim…”, (Mat 27: 29, 37, 42; Juan 19:19).

Conclusión:

A semejanza de lo ocurrido a Yaakov, las cosas negativas que llegan a sucedernos son las llaves que abren las puertas de la transformación, permitiéndonos ver que hay más niveles para que nosotros ascendamos.

Puede que no siempre seamos capaces de controlar la situación, pero sin duda podemos controlar nuestra actitud hacia ella, y cómo elegimos enfrentar cualquier situación. Por eso, ya que nuestra vida refleja las elecciones que hemos hecho en el pasado, si estamos buscando resultados diferentes, debemos hacer elecciones diferentes. En cualquier momento, nos estamos moviendo hacia el cambio y el crecimiento, o nos estamos alejando de ambos. Escoger movernos hacia adelante cuando sentimos que todo está perdido, es lo que logra atravesar la negatividad y nos cambia para siempre.

Por esto no te desesperes cuando las cosas van en dirección contraria a lo que esperabas al ser fiel y amante de la justicia y la verdad. Sigue amando y confiando en el Eterno que constantemente está cerca de los justos, y con el tiempo te sacará del apuro. Aprende a amar a todos, no hables mal de nadie y no intentes aprovecharte de los contactos para obtener beneficios personales. Cuando hayas aprendido esa lección estarás preparado para ser levantado y elevado.

Recuerda que movernos derecho, adelante y hacia arriba es una decisión para conectarnos más e involucrarnos con la energía espiritual. Que Yahvéh, el Abba nuestro, nos permita alcanzar el mérito del atributo de *emunah (confianza en el Eterno), en verdad y de causar que descienda sobre nosotros toda la buena abundancia espiritual y material desde ahora y para siempre. Amén.

Lo que Significa Estar en Un Pozo

Por P.A. David Nesher

Vayikachuhu vayashlichu oto haborah vehabor reyk eyn bo mayim.

«Lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna. La cisterna estaba vacía, no tenía agua.»

(Génesis/Bereshit 37:24)

Después de que le fueron quitadas sus finas ropas, Yosef fue arrojado a un pozo seco (vers 23). Allí, Yosef, se convierte, en la idea de sus hermanos, en el «Rey del pozo”, lo cual apuntaría a otro tipo de reino más adelante.

El pozo simboliza la muerte, el abismo (cf. Salmo 30:3) donde aparece la misma palabra hebrea bor. Según Rashí, era un lugar de escorpiones y serpientes. Por eso, la decodificación de esto establece que si está el pozo está vacío está claro que no tiene agua, de lo que los sabios desprendieron el siguiente paradigma celestial:

“Agua no tiene. Culebras y escorpiones sí tendrá”.

La Torah se compara al agua. Donde no hay Torah, las serpientes y escorpiones, o sea, el impulso al mal (Yetzer HaRá), reina sin impedimentos, porque la Torah es la única defensa que tenemos contra nuestros malos impulsos.

Es en ese momento angustioso que Yosef entiende que algo no está funcionando bien para él, hay algo que está haciendo está mal y que debe cambiar.

Así mismo para nosotros existen momentos en que nos ocurren cosas semejantes; nos sobreviene alguna situación desagradable y dolorosa que nos pone a reflexionar, lo que nos hace modificar nuestro comportamiento.

Este es el secreto de la vida; es necesario que recordemos que todo el dolor y los sufrimientos que experimentamos, son oportunidades de rectificación, de mejora y de cambio.

Tipología Mesiánica:

Tanto Yosef como Yeshúa fueron echados al pozo. Veamos por lo tanto, qué significa esta simbología.

Dos veces aparece la palabra pozo en la historia de Yosef, aquí y en el cap. 41, vers. 14, donde la palabra bor se tradujo como “cárcel» o “calabozo”. La Torah muestra dos pozos en el relato de Yosef. El primero fue en la tierra de Israel y el segundo fue en la tierra de Egipto.

Esto nos enseña que la muerte del Mesías ben Yosef fue para los hijos de Israel («las ovejas perdidas de la Casa de Israel» – Mateo 15:24) y también para el mundo entero, representado en Egipto.

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¿Cómo Evitar el Pozo de la Envidia Fraternal?

P.A. David Nesher

«Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.»

(Bereshit/Génesis 37: 23-28)

¿Puede la envidia causarte el deseo de matar a alguien? Antes que digas: “¡Claro que NO!”, te solicito que medites en esta historia. Diez hombres adultos, se dispusieron en complot para matar a su hermano de sólo 17 años por causa de una túnica rayada de colores especiales y un par de sueños. Su envidia se había convertido en un profundo enojo con pensamientos llenos de cosas terribles.

La túnica representa realeza y autoridad. Aquella túnica de colores era la señal del favor del padre. La entrega de Yaakov (Jacob) de esta prenda a su hijo Yosef (José), en reconocimiento al nivel de obediencia que este le entregaba en honra, había despertado la envidia de los hijos mayores. Por ello, los hijos de Yaakov no reconocieron a Yosef como el jefe que el padre había puesto sobre ellos. No hay duda alguna que los hermanos deben haber tenido un placer perverso al arrancársela a Yosef y debía haber sido particularmente doloroso para Yosef que se la arrancaran. El relato pone de manifiesto el odio de los hijos de Yaakov a Yosef su hermano. Al igual que animales de presa, de inmediato saltaron sobre él. No era suficiente matarlo, tenían que insultarlo también. Ellos lo molestaron mientras lo despojaron de su manto real.

Al meditar en el paralelismo mesiánico del relato discernimos que Yeshúa y Yosef fueron despojados de sus ropas y soportaron la burla y el escarnio de los que estaban a su alrededor

Yeshúa también fue insultado y despojado. Leemos en el Evangelio:

«Entonces los soldados del procurador lo desnudaron, tomaron su túnica sin costura»
(ver Mateo 27:27-28 y Juan 19:23).

Al igual que Yosef, no fue suficiente matar a Yeshúa, también se burlaron de Él, lo insultaron, escupieron y fue azotado antes de que lo mataran (Lucas 18:33).

Los hermanos de Yeshúa tampoco reconocieron su autoridad que tenía del Padre:

“Cuando llegó Yeshúa al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?”

 (Mateo 21:23)

El salmista y rey David ya había anunciado esto al escribir:

“…reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.” 
(Salmo 22:18)

Con este versículo en su corazón y meditando en lo dicho proféticamente por el salmista, el evangelista y apóstol Mateo escribió:

“Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes” 
(Mateo 27:35)

Aquí es donde me parece conveniente recordarte que del mismo modo, a cada creyente en Yeshúa el Abba nuestro ha entregado la cobertura de Su Espíritu Santo que es garantía especial de Su Gracia (cf. 2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14; 4:30). Ciertamente, muchos son los enemigos espirituales que quieren arrancar del creyente la seguridad del favor del Padre. Pero uno de los más peligrosos es, sin duda alguna, la envidia de aquellos con los que nos relacionamos a diario.

Es asombroso ver como el maltrato de los hermanos de Yosef no disminuyó el apetito de ellos. La Torah dice que se sentaron a comer pan (37:25), mientras que Yosef les rogaba por su vida desde el pozo (42:21). Pero ellos no escucharon. Un físico podría calcular el tiempo exacto para que el grito de Yosef llegara a los oídos de sus hermanos. Pero, metafísicamente, tuvieron que pasar veintidós años para que aquel grito pasara desde sus tímpanos hasta sus corazones.

El carácter despiadado de estos hermanos es evidente. Podían sentarse y disfrutar de la comida, mientras que sus corazones estaban decididos a asesinar a su hermano. Fue justamente a esta dureza y crueldad a la que el profeta Amós se refiere, cuando dijo:

Ustedes beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de Yosef.”
(Amos 6:6 NVI)

Los hermanos (que habían matado a todos los hombres de Siquem) era probable que no se molestaran con los gritos de alguien al que ellos envidiaban y por ende, ahora odiaban.

Fue en ese momento, cuando alzaron sus ojos y vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, donde Labán y Yaakov tuvieron sus enfrentamientos algunos años antes. Estos comerciantes eran descendientes de Ismael (25:13-16); llevaban en sus camellos especias, bálsamo y mirra para hacerlos bajar a Egipto para comerciar (37:25b). Es irónico (y no casualidad) que estos tres elementos fueran los mismos regalos que los hermanos de Yosef le llevaron cuando él ya estaba reinando junto al Faraón, en Egipto (43:11).

El relato se vuelve tan impactante como paralizante. No sabemos si debemos pensar bien de los hermanos de Yosef, ya que decidieron perdonarle la vida, o pensar mal de ellos, ya que imaginaron que podían deshacerse de él y hacer un poco de dinero al mismo tiempo. La envidia los llevó a mirar tan en menos a Yosef que consideraban que su hermano sólo tenía un valor de veinte piezas de plata, menos que un esclavo.

Vemos que aquí es cuando Yehudáh asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef. Será él quien dirá:

¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y ocultemos su sangre?… Después de todo, él es nuestro hermano, así que sólo vendámoslo como un esclavo en lugar de matarlo.”
(37:26).

Lo paradójico e irónico de todo, es que este será este hijo de Yaakov, que se convertirá en el ancestro del Mesías Yeshúa, el intercesor por excelencia de todos sus hermanos.

Desde este punto Yehudáh adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo.

Los hermanos de Yosef, que hipócritamente no quisieron contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, así mismo, siglos después, los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías, llevaron a Yeshúa al gobernador romano Poncio Pilato (Juan 18:28).

Entonces, cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a Yosef de la cisterna, lo subieron y lo vendieron por veinte piezas de plata. Y llevaron a Yosef a Egipto (37:28). A causa de este incidente, más tarde Moshé (Moisés), inspirado por el Eterno, fijaría el valor de rescate de un jovencito entre cinco y veinte piezas de plata (Levítico 27:5); y el precio promedio de un esclavo en treinta siclos (Éxodo 21:32).

Lo maravilloso de esta historia es que los hermanos de Yosef no se dieron cuenta, pero cuando lo vendieron se aseguraron el cumplimiento de los dos sueños que él les había relatado; y es que la Providencia divina utiliza todas las circunstancia para beneficio del cumplimiento de su propósito eterno (Romanos 8:29).

Cabe aquí también decir que, tanto para la Torah del Eterno, como para los códigos jurídicos de aquella época, lo que sus hermanos le hicieron a Yosef era considerado un crimen y una ofensa capital.

Tipológicamente hablando, Yeshúa y Yosef fueron traicionados a cambio de plata. Yosef fue vendido por el precio de un esclavo por su hermano Yehudáh, y Yeshúa fue vendido por el precio de un esclavo por su discípulo (talmid) Judas (forma griega de decir Yehudáh). Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Yeshúa, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

— «He pecado» —les dijo— porque he entregado sangre inocente«
(Mateo 27:3-4a).

Volviendo al relato del libro de Bereshit (Génesis), notamos que a los hermanos de Yosef les preocupaba cargar con la culpa de su muerte. Por eso, Yehudáh ofreció una alternativa que no era correcta, pero que los libraba de cometer homicidio. Y a decir verdad, nosotros también, en distintas ocasiones, guiados por el sentimentalismo, optamos por soluciones que son “menos malas” pero están igualmente infectadas de errores. Pues bien, muchas de estas “soluciones” son el producto de la impulsividad que provoca la envidia que se ha desarrollado en nuestro corazón.

El conocido filósofo y teólogo Tomás de Aquino dijo que “la envidia consiste en una tristeza ante el bien del prójimo, considerado como mal propio, o en cuanto se piensa que disminuye la propia excelencia, felicidad, bienestar o prestigio”. Por eso, la Torah enseña que la caridad o justicia social (hebreo tzedakah) permite que nos alegremos del bien de los demás, haciendo que la envidia se debilite y muera.

Lamentablemente debo decir aquí, que en mis años de trabajo en servicio al alma humana, he aprendido que la envidia es el pecado capital más difícil de reconocer por el ser humano, ya que constantemente este busca justificar su manifestación. Sin embargo, debemos aceptar que la envidia fuera de control puede crecer rápidamente y conducir a acciones pecaminosas muy serias.

Mientras más tiempo el ser humano cultive la envidia, más difícil será desarraigarla de su vida. El mejor momento para comenzar a tratar con la envidia es cuando te des cuenta de que estás llevando un registro mental de lo que poseen y alcanzan los demás.

Apreciado lector o lectora, por todo lo hablado, y ante el aprecio que tengo a tu alma, te invito a que en este momento eleves tu corazón al Eterno y permitas que Él lo examine en cuanto a este pecado capital (Salmo 139:23-24)

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Raquel es Sepultada por la Muerte Declarada

Por P.A. David Nesher

 Vayatsev Ya’akov matsevah al-kvuratah hi matsevet kevurat Rachel ad-hayom.»

«Yaakov erigió un monumento sobre su sepultura, que es el monumento de la sepultura de Rajel hasta el día de hoy.»

(Bereshit/Génesis 35:20)

 

Muchas veces pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos. Es decir, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Debo decir que eso es sólo una parte de la verdad, ya que lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres, pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia en aquello que haces.

De acuerdo a lo revelado en la Instrucción (Torah) divina, lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.

El Eterno mismo nos dice en su palabra:

“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”

(Mateo 12:37 – RVR-1960).

Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Yahvéh nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para destruir a alguien que nos lastimó, y lo más triste del caso, hemos estado declarando palabras que nos lazan a un destino con final trágico.

La muerte de Raquel (Rajel) es un ejemplo claro de lo dicho hasta aquí. La misma fue primeramente el cumplimiento trágico de la maldición que Jacob (Yaakov) mencionó que vendría sobre el que robó los ídolos de Laván (Génesis 31:32). Pero Rajel misma también provocó este final, al rogarle a Yaakov:

«¡Dame hijos, o si no, me muero!»

(Génesis 30:1)

¡Y así fue como sucedió, ambas declaraciones se convirtieron en realidad! Rajel tuvo hijos y murió como consecuencia de ello, y también, como consecuencia de lo que su esposo declaró vehementemente a aquel que había robado los terafim de su padre.

Lo cierto de esta historia de amor es que Rajel y su esposo no dormirán juntos el “sueño de la muerte”.

Entendemos que su vida fue un episodio corto, pero brillante dentro de esa brevedad, para el cumplimiento del propósito eterno de Yahvéh. Pero su forma de hablar, sumada a su manera sentimental de responder a algunos acontecimientos negativos referentes a su maternidad, la condujeron a transitar un camino de rigor innecesario. Los sabios explican que, por no querer dormir Rajel con su esposo una noche, fue la causa por la que El Eterno no permitió que Rajel “durmiera” junto a Yaakov el sueño permanente del sepulcro. La noche que Yaakov no durmió en la tienda de Rajel fue en la ocasión de las “dudaim” (mandrágoras). Ese día la Shekinah reposaba en la morada de Rajel y aun así, ella envió a Yaakov a dormir con su hermana Leah luego de una “negociación” –intercambio– de unas mandrágoras/dudaim, desvalorando de esa forma la compañía de su esposo así como la indicación de la Shekinah. Estas habían sido las palabras de Rajel:

“…Pero ella le respondió: “¿¡Es poco que hayas tomado a mi esposo que incluso pretendes tomar los dudaím de mi hijo!?”. Dijo Rajel: “Entonces se acostará contigo esta noche, a cambio de [que me entregues] los dudaím de tu hijo…

(Gén 30:15. Torat Emet)

“…Puedes quedarte con mi esposo Yaakov…”

Delicadas palabras de Rajel, sin duda. Sin pretenderlo, la declaratoria de Rajel anuncia de manera profética lo que ocurrirá al final de sus vidas; Leah será enterrada a lado de su esposo Yaakov en Majpela con los demás patriarcas.

Rajel fue sepultada en Ramá, al norte de Jerusalén. Yaakov erigió una estela sobre su sepultura, y Moisés comentó que el pilar que marcaba la tumba de Rajel era visible incluso hasta sus días (35:20). A esto se refiere Samuel cuando envió a Saúl a su casa después de su unción (1Samuel 10:2). Podría haber estado visible durante los días de Jeremías cuando los judíos eran llevados a la cautividad babilónica. Sin embargo, ya no es visible hoy en día, por lo que la ubicación de la tumba se ha perdido y fuera de lugar en Beit-Lejem (Belén).

Rajel muere camino a Beth Lejem de Yehudá, y lo cierto de toda su historia es que el Eterno permitirá que ella sea considerada la “Matriarca principal” de los Benei Israel (Hijos de Israel), la cual vive en el corazón y mentes de sus hijos quienes han ido a visitarle en su lugar de descanso. Rajel es considerada como una misericordiosa madre que, como mujer y esposa sacrificó el eterno amor de su compañero para darse toda ella con amor a sus hijos. Sin embargo, su actitud mental vehemente la llevó a un final que podría haber evitado si hubiera controlado sus dichos y hechos.

Reflexionando en todo esto, y volviendo al mensaje con el que comencé esta bitácora, respecto a nuestras declaraciones orales, tengo que decirte que no es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida, y con las cuales te has trazado un triste futuro. Te aconsejo que tomes como estilo de vida la actitud del salmista:

“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.”

(Salmos 39:1 – RVR-1960)

Tal vez dijiste cosas que no querías. Quizás lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. Acepta que la lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.

De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.

Una Escalera al Cielo

Por P.A. David Nesher

 Vayachalom vehineh sulam mutsav artsah verosho magia hashamaymah vehineh mal’achey Elohim olim veyoredim bo.»

«Entonces tuvo un sueño: Resulta que una escalera estaba apoyada en la tierra y su extremo superior llegaba al cielo. Y los ángeles de Elokim subían y bajaban por ella.»

(Bereshit/Génesis 28:12)

“Soñó con una escalera.”

Por primera vez en su vida, el Eterno honraba a Yaakov con una revelación. Lo curioso también es que esta es la primera vez que la Torah nos habla de un sueño.

El sueño de Yaakov es uno de los capítulos de mayor vastedad y profundidad simbólica de toda la Torah. En el sueño de Yaakov, Malkut (la tierra) se conecta con Yesod (el Cielo).

La escalera simboliza la unión del hombre con Yahvéh. El espíritu especulativo del hombre debe elevarse en la «escalera del conocimiento» hasta acceder al Creador del Universo. Es posible unir el cielo con la tierra, sincronizar la vida mundanal con la existencia espiritual. La vida material es limitada, en tanto que la espiritual no tiene fin. Cuando unes ambas, encuentras la plenitud en esta vida y la delicia en la eternidad.

Los sabios estudiosos de la gematría y simbología del hebreo explican que la escalera simboliza nuestro pensamiento que puede ayudarnos a alcanzar hasta los mismos cielos, esto es, manifestar nuestro verdadero yo interior y alcanzar el lugar espiritual al que aspiramos. De eso se trata el sueño de la famosa “escalera”. El sueño de Yaakov avinu tendrá pues, un importante significado místico.

Este pasuk tiene distintos significados, todos ellos de suma importancia e interés. Según Rav Iben Hezra, esta escalera demuestra que los eventos que suceden en la Tierra dependen de la decisión del Omnipotente en las alturas y es como si fuera que la escalera estuviera entre ambos mundos y los emisarios de Yahvéh transitan a través de ella, en ambos sentidos, para cumplir con el Mandato divino. La visión que Yaakov tuvo es la revelación de todo lo que debía ocurrirle a sus descendientes en la posteridad. La escalera representa la escala de la Historia: pueblos, reinados, imperios que subían cada uno hasta cierto grado de grandeza, y descendían en su decadencia.

Esta visión simboliza también la escala social. Todos los hombres de virtud, cualquiera que sea su nacionalidad, su raza y su culto, tienen derecho de ascender por ella; todos se pueden aproximar a la luz Divina. Los ángeles (malakim) representan el saber sobre el conocimiento del Eterno en todas sus facetas. La escalera simboliza los niveles del conocimiento de Elokim. El hombre, pues, debe elevarse, en términos espirituales, hasta llegar a su Creador.

Siguen explicando los sabios que la “escalera” representa igualmente las tefilot (oraciones-rezos), mediante las cuales la persona puede ascender hasta los niveles espirituales más altos y volver a la tierra totalmente recargados, y llenos de emunah. Cuando un creyente se postra ante Yahvéh y lo hace en total comunión debe sobrepasar los niveles naturales. Por ello, las tefilot ofrecidas desde el Beth HaMikdash, estaban garantizadas su atención por parte del Santo y Bendito Sea.

En el libro de las Crónicas encontramos el siguiente testimonio:

“…Mis ojos estarán abiertos, y Mis oídos atentos a la plegaria que se eleve en este lugar, (16). Porque ahora he escogido y santificado esta Casa para que Mi Nombre esté allí por siempre y Mis ojos y Mi corazón estará allí eternamente…»

(2ª Cronicas 7:15-16) [Tanaj Edit. Sinaí].

La escalera es también una representación del monte Sinaí. El Sinaí fue la rampa/escalera que conectó lo Alto con lo bajo, a los hombres con Yahvéh. Es el evento del «Matán Torah» (entrega de la Torah), donde se hicieron presentes millares de malakim. Estuvieron ahí de pie todos los descendientes de Yaakov, las 12 tribus y millares de familias gentiles conversas. A futuro, la escalera de Yaakov, sería también la rampa que comunicaría con el altar del Beth HaMikdash a ofrendar los korbanot (sacrificios) los cuales serían incinerados para que sus aromas se eleven al trono Celestial. Aún el mismo viaje que emprendería Yaakov desde Beersheva hasta Jarán podría trazarse una larguísima ruta, de sur a norte en el mapa, formándose así una larga escalera geográfica.

Por último, los sabios explican que; “la escalera es la voz” de un justo. Por eso el Baal HaTurim explica en este versículo que; “la voz de la oración de los Tzadikím es como una escalera”, ya que “Sulam” (escalera) sus letras Samej (ס 60), Vav (ו 6), Lamed (ל 30), Mem (ם 40), tienen el mismo valor numérico que el vocablo “Kol” que significa “voz”, que se compone por las letras: Kuf (ק 100), Vav (ו 6), y Lamed (ל 30), en total, 136.

Esto significa que cuando la persona usa su voz para hablar palabras santas de Torah y oración con los demás, es como si tuviera una “escalera” bajo su brazo que lo lleva desde las profundidades de la tierra hasta las alturas más elevadas de los cielos. Las palabras son, literalmente, como una escalera que llevan a la persona a niveles más y más elevados. Por todo ello, existe en el judaísmo este hermoso pensamiento: ´´´«…Hay una escalera que sale de este mundo; una forma de alcanzar las estrellas. La plataforma de lanzamiento es el Sinaí, la aeronave es la Torah…».´´´

SIGNIFICADO DE LOS MALAKIM (ángeles)

“Malakim que ascendían y descendían”

Lo más lógico es que el texto dijera que los seres “descienden del cielo y luego ascienden”. Sin embargo, el pasuk habla a la inversa; los malakim “suben y luego bajan”. Según Rashí, estos seres eran malakim (ángeles) guardianes los cuales Hashem enviaba delante de Yaakov con la finalidad de protegerlo.

Mientras Yaakov estaba en Eretz Kenaan, necesitó de ángeles solo para que le ayudaran espiritualmente, pero una vez que sale de su tierra, los necesita para que le presten ayuda física y espiritual. En este sentido los malakim que “ascienden al cielo” –según el sueño-, son los que habían estado cuidando a Yaakov dentro de los límites de santidad de Eretz Israel. Como ahora Yaakov iba a salir del país, estos ángeles “ascendieron a Di-s” apartándose de él (pues Yaakov estaría fuera de su patria por muchos años), no tenían permitido salir de tierra santa. Por esta razón, nuevos seres “descienden del cielo” ahora con la misión de estar con él fuera de los ámbitos de santidad, es decir, fuera de Israel.

Los ángeles son también una figura de los Kohanim (Sacerdotes) levitas que transitarán por la rampa del altar del Templo “subiendo y bajando” transportando los distintos korbanot.

Rabí Eliezer, por su parte, explica que gel sueño de Yaakov fue una profecía en la que Dios le reveló los cuatro reinos que habían de esclavizar a sus descendientes, anunciándole así mismo su ascensión y su caída. Los cuatro reinos eran los de Babilonia, Media, Grecia y Edom, o Roma. Los malakim (ángeles) representaban los sarim (o «príncipes» o “padrinos”) de estos reinos en las esferas celestiales. Pero el Eterno apareció en la cima de la escalera y le prometió a Yaakov que le daría su protección: “…Te guardaré doquiera que vayas y te haré volver a esta Tierra…”.

Los sabios explican que un significado mesiánico es el siguiente: “La escalera” por la que los ángeles suben y bajan es un anuncio del Mashiaj. Mashiaj Yeshúa es la conexión entre el hombre pecador y la divinidad y será quien conectará en la Era Mesiánica (redención final), a todos los hombres temerosos y a la totalidad del pueblo de Israel con el Creador. Aquí lo que Yeshúa dice sobre la “Escalera de Yaakov”:

“…Y le dice:

De cierto de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que ascienden y descienden sobre el Hijo del Hombre (Ben Adám)…”,

[Juan 1:51, Código Real den NT]
 

 

 

¡“Jaque Mate” al Oponente (HaSatán)!

Por P.A. David Nesher

Vayomer haji kara shmo Ya’akov vayakveni zeh fa’amayim et-bejorati lakaj vehineh atah lakaj birjati vayomar halo-atsalta li berajah. Vaya’an Yitsjak vayomer le-Esav hen gevir samtiv laj ve’et-kol-ejav natati lo la’avadim vedagan vetirosh semajtiv uleja efo mah e’eseh beni. Vayomer Esav el-aviv havrajah ajat hi-leja avi barajeni gam-ani avi vayisa Esav kolo vayevk. «

En español el pasaje se traduce así:

«Entonces él dijo:
“¿Quizás por eso fue llamado Yaakov?, pues me ha engañado (acav) estas dos veces: tomó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición”.
Y agregó: “¿No has reservado una bendición para mí?
Yitzjak le respondió a Esav:
“Mira, lo puse como amo tuyo y le di como sirvientes a todos sus hermanos, y con trigo y vino le sustenté. Y para ti ¿dónde y qué podré hacer, hijo mío?
Esav le replicó a su padre:
“¿Sólo una bendición tienes, padre mío? Bendíceme también a mí, mi padre.”
Esav levantó su voz y lloró.”

(Bereshit/Génesis 27: 36)

Resulta que cuando Yitzjak culminó de bendecir a Yaakov y ni bien este acababa de salir de la presencia de su padre, llegó su hermano Esav (Esaú) de su jornada de caza. Esto estuvo muy cerca; si Esav hubiese llegado un momento antes, Yaakov no hubiera recibido la bendición y podría haber sido asesinado.

Esav, también preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:

«Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición«.

Su padre Isaac le preguntó:

«¿Quién eres tú?»

Él respondió: «Yo«, usando el pronombre aní para enfatizar la persona, «soy tu hijo, tu primogénito, Esav» (27:31-32). He aquí un hecho que no se puede pasar por alto: Esav había cometido el pecado de vender su primogenitura a su hermano Yaakov por un guiso de lentejas, por ende sostener él era el primogénito ya no tenía sentido en su vida.

Sin embargo, ahora y de repente, ¡Esav está preocupado por la primogenitura! Anteriormente estuvo dispuesto a vender su primogenitura por un plato de guisado, y despreciándola sin temor alguno (Génesis 25:22-34). Ahora quería los privilegios materiales y políticos de la primogenitura. Cuando la apreció como un privilegio jurídico de orden profético y/o espiritual, Esav no valoró la primogenitura, pero ahora que la mira en términos materiales y políticos, él la quiere.

Esav estaba confundido y enojado mientras se quejaba diciendo:

“¿Quizás por eso fue llamado Yaacov?, pues me ha engañado (acav) estas dos veces: tomó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición”. Y agregó: “¿No has reservado una bendición para mí?”

En otras palabras, Esav está diciendo de sí mismo: “¡Mi hermanito me estafó como a un niño!”. De este modo, él reconoció que el engaño de Yaakov, no fue precisamente contra su padre sino contra él. De esta manera, dicen los entendidos del hebreo bíblico, que lo que hace Yaakov es revertir y devolver el engaño que HaSatán, la serpiente antigua, hizo a Java en el Edén, provocando la caída de toda la humanidad.

Las Sagradas Escrituras revelan que una manera de restaurar las cosas es usando la astucia frente al engañador:

«Con el benigno te muestras benigno,
con el hombre íntegro te muestras íntegro;
con el puro eres puro,
y con el engañador eres sagaz.»

(2Samuel 22: 26-27)

Entonces, debemos profundizar este evento, y aceptar que de esta forma, Yaakov le devuelve la misma moneda al Oponente al “engañar” a Esav, quien contiene la simiente de la serpiente en su interior. De este modo, la bendición como primogénito, la recibe el hijo justo, Yaakov, no el rashá (malvado) Esav. Así también el Código Sagrado de la «Simiente de la Mujer«, anunciado por Yahvéh en el Gan Edén (Gén. 3:15) se mantiene vibrante y a salvo en los lomos de Yaakov, hasta que de la nación de Israel, nazca como Mashiaj.

En realidad, Yaakov había recibido su nombre por haberse asido al calcañar de su hermano gemelo, pero ahora Esav, sintiéndose engañado, interpreta el nombre de Yaakoov como: el sinuoso, el engañoso. Ahora bien, notamos aquí un juego de palabras entre las voces hebreas akev (calcañar) y akov (engañar).  Sabemos que el nombre de Yaakov viene de la raíz hebrea akav, que significa el talón; pero también debemos conocer que tiene otro significado pues la expresión akav es también la forma verbal de tomar por el talón para llegar antes en una carreraEn palabras del profeta Jeremías (en otro contexto, por supuesto) encontramos esta expresión dando la idea del engaño entre hermanos cuando dice:

Cada hombre que de su compañero se cuide, y en el hermano no confíe, ya que todo hermano HAKOB YAAKOV – engañar ha de engañar

(Jeremías 9:4)

Entonces el significado aquí es doble:

Primeramente, Yaakov venció a Esav, haciéndole una zancadilla y venciéndolo en la carrera. Esav no lo entendía. La razón por la que él fue engañado dos veces no estaba en el nombre, estaba en la voluntad divina de Dios. La primera vez, como Esav lo dice, fue cuando Yaakov tomó su primogenitura, pero eso era mentira porque él había vendido su primogenitura a su hermano menor. En segundo lugar, según lo descrito por Esav, fue cuando Yaakov le quitó su bendición. Esta fue también una mentira, porque el que tenía la bendición era el que iba a recibir la primogenitura. Una vez más en el texto hebreo hay un juego de palabras, que suenan igual. Literalmente Esav dice: «Se llevó mi derecho de nacimiento y existencia, se llevó mi bendición ontológica«.

YAAKOV (el espíritu). ESAV (el alma y el cuerpo): CAMBIO DE CUNAS.

En segundo lugar, debemos sumergirnos aquí en el mensaje metafísico encriptado para nosotros.

Sabemos que el alma es la vasija de la esencia del ser humano (el espíritu). Si Adam no hubiera pecado la humanidad habría sido capaz de vivir una vida puramente espiritual. El conflicto entre el espíritu contra el alma y el cuerpo (ego u hombre natural), como vasijas, lo vemos hermosamente ilustrado en uno de los cuentos clásicos del rabí Najmán de Breslov, titulado “Los niños cambiados”:

«…Esta historia comienza cuando la reina y su sierva dan a luz a sus respectivos hijos. La comadrona cambia a los niños, de modo que el hijo de la sierva crece como un príncipe mientras que el príncipe es criado en la casa de la sierva. Al correrse el rumor que los niños habían sido intercambiados en su nacimiento, el usurpador expulsa al príncipe de su reino. Este recorre el mundo dejándose llevar por los deseos de su corazón, pero eventualmente comienza a reflexionar sobre su situación y a cuestionarse su forma de vida (…) En una interesante vuelta de la historia, el siervo, que había sido criado como príncipe, se vuelve siervo del príncipe…»,

[“Anatomía del alma”, Rabí Najmán de Breslov, págs., 25-27].

Rabí Natán explica que la oscuridad que reina en las “cámaras de los intercambios” (hebreo Heijalei HaTemurot); la confusión entre lo correcto y lo incorrecto está simbolizada en el intercambio del “Príncipe y el Siervo”. Es la oscuridad la que lleva a los conflictos entre Yitzjak e Yishmael, entre Yaakov y Esav, entre Yosef y sus hermanos, como también entre la nación de Israel y las naciones del mundo; y es la fuente de la constante batalla entre el cuerpo y el alma, [Tomado de “Anatomía del alma”].

Por su parte, algunos sabios explican que el HaSatán (el Oponente o la serpiente antigua), hizo nacer primero al malvado Esav, a fin de que recibiera la bendición Celeste y le fuera negada al genuino primogénito que era Yaakov. Así pues, el HaSatán “cambió las cunas” (cambió al bebé), y nació primero quien debería haber nacido de último para que el mal gobernara el mundo. Solo que Yaakov se interpuso en los planes de maldad de la serpiente y de esta forma, la humanidad no quedó bajo el yugo de la mentira de Esav, y finalmente Esav recibe la “bendición” de ser siervo de su hermano Yaakov.

Yitzjak supo entonces que Esav no sería el heredero espiritual de los patriarcas y suplicó al Eterno que le concediera por lo menos las bendiciones de este mundo bajo.

Esav exigía al menos una bendición a su padre. No las merecía ya que su comportamiento, al momento, había sido ruin y malvado, pero sobre todo por mostrar desprecio por todo lo divino. Tal conducta lo invalida como heredero y sucesor del legado de Abraham e Yitzjak.

En cuanto a Yaakov, él recibió ese día numerosas bendiciones. Las bendiciones consisten en obtener los siguientes beneficios:

  • 1) El rocío del cielo.
  • 2) las grosuras (= fertilidad) de la tierra.
  • 3) abundancia de trigo.
  • 4) mosto: vides, vino.
  • 5) naciones a su servicio.
  • 6) civilizaciones postradas ante Yaakov.
  • 7) Yaakov, Señor (autoridad) sobre sus hermanos.
  • 8) los hijos de su madre se postrarán.
  • 9) malditos los que maldigan a Yaakov.
  • 10) benditos los que bendigan a Yaakov.

“… ¿Qué sentido tiene bendecirte”? Pues al ser siervo de tu hermano, todo lo que tú adquieras le pertenecerá a él…”; dijo Yitzjak a Esav.

ESAV LLORA Y PEGA EL GRITO EN EL CIELO.

El relato revela que evidentemente Esav no estaba hecho para las cosas grandes. Esa alzó su voz llorando arrepentido como niño, pero todo estaba hecho. Las lágrimas de Esav, fueron lágrimas de egoísmo frustrado, no de remordimiento por su propio pecado y por despreciar su primogenitura. Refiriéndose a esto, el autor de la Carta a los Hebreos señala:

«Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos. Que no haya ningún fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.»
(Hebreos 12:15-17)

Esav es quizás la persona más triste y sin Dios en las Sagradas Escrituras fuera de Judas. Ambos tuvieron gran luz. Tuvieron todas las oportunidades posibles, tanto como cualquier persona en sus tiempos, de conocer y seguir a Yahvéh. Sabían Su Palabra, habían oído Sus promesas, habían visto Sus milagros y tenían comunión con Su pueblo. Sin embargo, con decidida voluntad dieron la espalda a Él.

Aquí, Esav amargamente lamentó haber vendido su primogenitura a Yaakov, pero él no se arrepintió. Él quería egoístamente las bendiciones de Dios, sin embargo él no quería a Dios.


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¡“Soy Yo”!; ¡Esaú es!… La Voz versus las Manos

Por P.A. David Nesher

 

 Vayavo el-aviv vayomer avi vayomer hineni mi atah beni. Vayomer Ya’akov el-aviv anoji Esav bejoreja asiti ka’asher dibarta elay kum-na shevah ve’ajlah mitse’idi ba’avur tevarajani nafsheja.»


«Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío?
Y Jacob dijo a su padre:
Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas.
Entonces Isaac dijo a su hijo:
¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío?
Y él respondió:
Porque Yahvéh tu Dios hizo que la encontrase delante de mí.
E Isaac dijo a Jacob:
Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo:
La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo.
Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú?
Y Jacob respondió: Yo soy.
Dijo también:
Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre:
Acércate ahora, y bésame, hijo mío.
Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos…”

(Génesis 27:18-27)

En este texto notamos como Yaakov, sin duda laguna con mucha vacilación, se acercó a su padre Itzjak y le dijo: «padre mío«. Pues bien, lo que más nos interesa de esta historia es saber que la decodificación de las palabras hebreas de estos versículos permiten descubrir que a la llegada de Yaakov, Yitzjak siente inmediatamente la presencia de la Shekinah y la inspiración profética.

Ya siendo sospechoso, Itzjak le preguntó: «¿Quién eres hijo mío?» Entonces Yaakov dijo su primera mentira cuando contestó a su padre: «yo soy Esaú tu primogénito» (27:19a). En el hebreo existen dos formas de decir el pronombre «yo«. La primera manera está diciendo aní, y la segunda manera es diciendo anojí. La diferencia entre ambas siempre se nota al hablar.

Teniendo en cuenta el dato lingüístico que les acabo de compartir, los Sabios dicen que cuando Yaakov dijo «yo«, utilizó anojí en lugar de aní. La palabra anojí cuando se utiliza con un complemento sustantivo enfatiza el sujeto pronominal. Sin embargo, la palabra aní se utiliza para enfatizar el predicado nominativo, como será el caso más tarde (en 27:32), que hace hincapié en la persona. Así que aquí, Yaakov debe mentir, pero él usa anojí en lugar de aní por lo que él no tenía que hacer hincapié en la persona.

Yaakov intentó rápidamente desviar la atención de sí mismo, y el tema en cuestión, diciendo: «He hecho como me hablaste«. Es así mismo importante que entendamos aquí que la Torah enseña que el pecado está en el engaño al padre, no en recibir la bendición patriarcal. Pues bien, entonces como Yaakov no quería llamar la atención sobre sí mismo, él cambió de tema diciendo:

«Siéntate a la mesa, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma«.

La expresión hebrea “siéntate a la mesa”, que sale de la boca de Yaakov, dicen los Sabios que debe ser interpretada como que fue dicha en un tono amable y refinado, lo cual era muy común en la forma de hablar de Yaakov. Era como decirle: “Padre, siéntate por favor a la mesa y come de lo que gustosamente he preparado para ti”. Pues bien, Esav no tenía esos modales.

Por eso es que Yitzjak dirá: 

La voz es la voz de Yaakov”. 

El pasuk (versículo) se refiere aquí a su “forma” de hablar. Es decir, la voz define quién es Yaakov. Al hablar Yaakov delicadamente invocó el nombre de Yahvéh, cosa que Esav tampoco hacía. A pesar de que la voz de los dos hermanos era totalmente idéntica, las palabras de Yitzjak no se refieren al timbre particular de la voz o fonética de cada persona, aquí se habla de la manera de expresarse. Las expresiones y vocabulario de Esav y de Yaakov eran muy distintas.

En vista de que Esav no solía invocar el Nombre de Dios, fue por lo que Yitzjak empezó a pensar que al que tenía delante era a Yaakov. Sin embargo, las manos vellosas eran como las de Esav. El rabí Shlomo explica que Yitzjak quiso decir esto:

«…La voz pertenece a Yaakov y las manos a Esav. La fuerza interna que emana del corazón es la «voz» y la fuerza externa, la acción, son las «manos». Estas manos no se conforman con dominar al mundo sino que desean estar constantemente subyugando a la voz…».

Es decir, que el patriarca (consciente o no) estaba profetizando una característica constante de la lucha de estos dos hermanos. Él está anunciando que las manos de Esav (sus actitudes), se introducirán siempre con violencia dentro de las entrañas de Yaakov, manos burdas sondeando en lo más íntimo del ser construyendo ídolos en el Santuario del alma hebrea. Las manos estrangulando a la voz, la voz de la oración vacía y sin sentimiento; la voz de una mitzvá cumplida mecánicamente. Y la voz se oye cada vez más lejana. Pero a pesar de todo, “la voz es la voz de Yaakov”, destinada a elevarse, destinada a santificar y a purificar las manos. Entonces, mientras se escuche la voz de Yaakov, las manos de Esav no podrán destruirlo.

Algunos comentaristas sostienen que Yitzjak pensó que era Esav quien estaba frente a él. El patriarca creyó que Esav había adquirido la voz de Yaakov, y que por fin se había santificado y elevado a los niveles del entendimiento divino (Binah). La verdad fue que Esav no cambió, sino que fue Yaakov quien estuvo frente a él, disfrazado de Esav. La voz de Yaakov penetró hasta los confines más lejanos del mundo material. La “voz”, es la esencia de Yaakov, es la voz de las plegarias y de la Torah que las manos de Esav no podrán apagar nunca.

Dos Mentalidades Corren Dentro de Mí (Esaú y Jacob)

P.A. David Nesher

“Y los hijos luchaban dentro de ella; y ella dijo: Si esto es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar al Eterno.
Y el Eterno le dijo:
Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.”

(Bereshit/Génesis 25:22-23)

Las Sagradas Escrituras nos relatan que durante el difícil embarazo de nuestra matriarca Rivkah (Rebeca), los bebés luchaban dentro de su seno. Esto la llevó a preguntarse: ¿para qué sigo viviendo? ¿Por qué es mi dolor tan grande?

La lucha de estos dos bebés, que comenzó antes de sus nacimientos, representa la lucha que aún continúa en el mundo de hoy. Justamente la porción describe por primera vez la lucha fundamental entre el bien y el mal que tiene lugar en el mundo físico. Es la historia de los dos hermanos; יַעֲ קב (Yaakov o Jacob) y עשָָֽו (Esav o Esaú), los cuales están destinados a formar dos naciones independientes, con caracteres, ideales y objetivos muy distintos, por no decir opuestos. Hay una lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre el Espíritu y la carne que Pablo nos expone en Romanos capítulo 7, y que se libra dentro del alma humana.

Yaakov y Esaú representan dos fuerzas en pugna en el interior humano que determinan dos mentalidades o cosmovisiones. Uno de ellos, el primogénito biológico (Esav), es la representación misma de la mala inclinación (o “yétzer hará”) que se instala al lado del ser humano apenas nace; el otro (Yaakov), simboliza la inclinación al bien (yétzer hatov), fuerza que comienza a acompañar al alma humana a partir de su temprana juventud (12 años en las mujeres, 13 años en los varones).

La palabra hebrea que ha sido traducida como “luchaban”, es vayitrotsatsú, una expresión con dificultad para traducir y entender en los demás idiomas. Sucede que esta palabra (vayitrotsatsú) procede de la raíz ratzatz que significa luchar; pero también está relacionada con la palabra ratz que significa correr. Por esta razón, los rabinos interpretaron esta palabra en el sentido de que los niños estaban luchando dentro de su vientre para salir corriendo. De allí surgió el midrash que dice que cuando Rivká pasaba por un lugar donde se estudiaba la Torah Yaakov “corría” dentro de ella, agitándose para salir. Pero cuando pasaba al lado de una casa de idolatría Esav se agitaba para salir. El Targum traduce el texto diciendo que se empujaban entre sí.

Entonces la expresión “los hijos pugnaban”, literalmente dice, “corrían”. Ello significa que los niños se movían como en combate en las entrañas de la madre. Esta lucha intrauterina era también una cuestión de la legítima defensa, ya que implicará una lucha por la dominación moral en el mundo.

Estos dos hermanos, distintos en caracteres y costumbres, contenderán permanentemente uno contra el otro. A veces el victorioso sería derrotado y en otras, el elevado caería. Por esta razón es que en el seno materno estaban “agitándose”. Las figuras de Esav (Esaú) y Yaakov aparecen en una lucha la cual perdurará hasta los últimos tiempos.

Como lo expresé en el primer párrafo, los dolores de ella eran tan fuertes que se preguntaba para qué oraba pidiendo un hijo. Si hubiera sabido que el embarazo iba a ser tan difícil no hubiera orado. ¿Por qué ella fue la única mujer que sentía estas cosas durante el embarazo? Al final tomó la decisión de ir a preguntar al Eterno. ¿Adónde fue? El pasuk (versículo) 22 finaliza diciendo que Rivka “salió a consultar a Yahvéh”, lo que significa que acudió a los profetas de Dios que había en aquel tiempo. Los Midrashim, incluyendo el Libro de Yashar, señalan que Rivka fue a la tierra de Moriah, a la Yeshivah (Centro de Estudios) de Shem y Ever, y ellos le dieron el mensaje de lo Alto:

Vayomer YHVH lah shney goyim bevitnej ushney le’umim mime’ayj yiparedu ule’om mil’om ye’emats verav ya’avod tsa’ir.»

Esto se traduce así:

(«Yahvéh le contestó: “Dos pueblos hay en tu vientre y dos reinos serán separados de tu seno. Un reino prevalecerá sobre el otro reino, y el mayor servirá al menor.”)

Del Midrash recogemos las siguientes palabras:

«…Serás madre de dos naciones; las llevas a las dos juntas, pero una vez que hayan nacido, ni el mundo entero podrá albergarlos juntos en paz. ¿Cómo, pues esperas que coexistan pacíficamente dentro de tu vientre?…», [Midrash, pág 204.]

Los dos hijos que llevas simbolizan el eterno conflicto que opone la Torah Divina a la fuerza bruta del hombre… así queda revelado que el odio implacable de Esaú por su hermano no se remonta a su nacimiento sino a una época anterior; el camino de cada uno de los hermanos parece estar trazado a priori, desde antes de su nacimiento. Su futura personalidad empieza a dibujarse ya en su estado embrionario. En ellos existirán tendencias naturales altamente divergentes. Yaakov y Esaú darán origen a dos naciones que estarán enemistadas desde su misma concepción; uno para seguir su maldad y el otro para desarrollar integridad y valores. Para los sabios, Yaakov es símbolo del alma del hombre, en tanto que Esaú representa al cuerpo físico sujeto al “ego”.

Estas dos naciones jugarían un papel muy importante en la historia, y especialmente durante los últimos tiempos en relación con la venida del Mesías. Yaakov es el padre de Israel, y Esav es el padre de Edom y el Imperio Romano. Siempre habría tensión entre estos dos. Si uno estaría por encima, el otro estaría por debajo y viceversa. De los dos saldrían grandes reyes. De uno saldría el rey Shlomó (Salomón) que edificaría el primer Templo en Yerushalayim (Jerusalén) y del otro saldría el emperador Tito que destruiría el segundo Templo. Finalmente el menor será el principal. ¡Al final Yerushalayim será más poderosa que Roma!

Así, Yaakov y Esav darán origen a “dos mundos” que estarán en oposición todo el tiempo; de Yaakov surge el pueblo santo, Israel (יִשְׂרָ אֵ֑ל ), en tanto que de Esaú, que es la viva imagen de Satán, emergerá la perversa y sanguinaria Roma con todo su sistema cazador de almas. Asimismo habrá más raíces ideológicas de Esaú; son los sistemas religiosos cuyas tendencias son las de hacer a un lado a Israel, rechazar la Torah y creerse dueños de las eternas bendiciones que por orden divino le corresponden a Yaakov y a sus descendientes. ¿Quién sería el más fuerte y tendría el dominio del mundo? ¿Sería Yaakov y su fuerza espiritual? ¿O sería Esav (el lado negativo) y los poderes de la impureza? Las Escrituras nos responderán enseguida.

Mediante este oráculo divino, nuestra madre Rivká tenía muy claro el panorama desde el momento que ella recibe la indicación que el hijo mayor (el primogénito biológico) sería siervo del hijo menor. Solo habría que esperar el momento del parto para saber quién era quién. Al respecto comenta el apóstol Pablo de Tarso:

“… Y no solo esto, sino también cuando Rivka concibió de uno, de Yitzjak nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían tenido la ocasión de decidirse por la obediencia o la desobediencia), para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese por el que llama, no por lo que el hombre haga por sí mismo, se le dijo:
El mayor servirá al menor. 
Como está escrito:
A Yaakov amé más que a Esav…”

(Rom 9:10-13 – Código Real del NT]).

Sobre los dos hermanos, el comentarista hebreo Isaa Abarbanel explica que, no obstante, que ambos son hijos del mismo padre y madre, han de ser de caracteres totalmente distintos, como lo son dos pueblos y naciones diferentes, como si uno fuera habitante del oriente y otro del occidente. Este maestro dice que a pesar de que estos hermanos eran mellizos (idénticos), sus acciones no se parecerían en absoluto; Esav se comportaría como un cerdo; un cerdo coloca sus patas por delante para presentarse como animal kosher, ocultando su verdadera naturaleza impura en su interior. Esav tampoco muestra interés por las leyes divinas. Teniendo en cuenta esta interpretación, los sabios dicen que Esav es la representación e imagen del Satán (oponente) o mensajero del “lado oscuro” que todo hombre lleva en su interior. Esav representa las fuerzas del mal, las cuales fueron creadas con el único propósito de que la persona las transforme en energía positiva.

La relación entre Yaakov y Esaú será un tema recurrente a lo largo de todo el Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) y la historia de Israel. El hijo mayor, Esav aparece ligado a la perversidad en tanto que Yaakov avinu a la integridad.  Por ello es que al final, Esav elegirá la idolatría y la impiedad, en tanto que el otro (Yaakov), se conducirá por el camino de la fe y lo sagrado; Yaakov avinu sería la “voz de la Torah”. Así pues veremos que cuando Israel se mantuvo leal al Eterno, Esav careció de poder. Es que, la falta de apego a la Torah y el antisemitismo son una relación “causa-efecto”. Existe entonces aquí la revelación divina de un método totalmente efectivo para controlar el antisemitismo: intensificar el estudio de la Torah, y darle cumplimiento.

Los sabios enseñan que estos pasajes contienen un gran secreto en el aspecto espiritual:

«…Hay dos fuerzas dentro de cada persona: la del cuerpo y la del alma. Esaú representa preocupaciones del cuerpo: egoísmo, materialismo (cosmovisión el ego). Por ello es que generalmente nos ocupamos más de nuestros deseos corpóreos, somos esclavos de nuestras necesidades y deseos corpóreos; nos ocupamos más de comida, la renta, facturas, sexo, placer, etc. Mientras que Yaakov representa la conciencia del alma, el deseo de conectarse con la espiritualidad, el significado y la benevolencia. En nuestro mundo, el primogénito es el cuerpo. El cuerpo precede al alma…».

Una perspectiva mística afirma que «la cáscara precedió a la fruta». Mientras que el fruto madura, su cáscara, como el cuerpo en el cual el alma madura, lo protege. Es para este propósito que la mayor parte de la educación de un niño que tiene lugar en sus años formativos consiste en superar a Esaú dentro de esos impulsos y deseos corporales hasta que el alma gana el control sobre el cuerpo en el momento de llegar a su juventud (12 años las mujeres, 13 años los varones).

Por ello agregan los místicos que, cuando convencemos al cuerpo de que una persona espiritual llega a ser más saludable, esa fe refuerza el éxito en todos los campos, influenciamos nuestro sentido del razonamiento invirtiendo tiempo y dinero en el desarrollo espiritual. Lo que Esav quería vender era lo que Yaakov quería comprar, Esav gusta de la persecución de los placeres mundanos, y en esta parashá Toldot, la Torah compara los placeres mundanos con un guiso de lentejas, ya que el bienestar del mundo, la tranquilidad y el honor, son “circulares”, van constantemente de un lado a otro, así como lo es una lenteja, que es redonda. Es por eso que Esav vende e intercambia la “vida eterna”, o sea, el servicio sacerdotal (avodah) de Dios que le correspondía a los primogénitos, por la efímera vida de este mundo. Este es el camino que nos legaron nuestros patriarcas a nosotros y a nuestros hijos: optar siempre por el camino del servicio a Yahvéh y el temor a Su Divinidad, siguiendo el Camino que es Yeshúa HaMashiaj y Su Yugo sobre nosotros.


Puedes escuchar una explicación sintética de esto en esta catequesis:


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Cinco Pozos y Una Fuente (El Pentateuco y la Enseñanza de la Luz)

Por P.A. David Nesher

 

“Y sucedió que aquel mismo día los siervos de Yitsjak llegaron y le informaron acerca del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos hallado agua. Y lo llamó Shivá; por eso el nombre de la ciudad es Beer-Sheva hasta hoy.”

(Génesis/Bereshit 26:32-33)

 

En la Tierra Prometida, el acceso al agua es esencial, tanto para los cultivos como para el ganado. Sin una fuente de agua, no se puede mantener cultivos ni ganado. En pocas palabras, no se puede sobrevivir. Dado que en el sur de Israel no hay ríos ni lagos, la gente depende completamente de pozos o cisternas.

Por eso, para Isaac era muy importante buscar esa fuente de agua. También en esto Yahvéh lo bendijo, porque lo llevó a descubrir un pozo de aguas vivas: un manantial, lo cual era muy codiciado en esa región:

«Cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle encontraron allí un pozo de aguas vivas.»

(Génesis 26:19)

Mientras estaban cavando el pozo en Berseba, Yitzjak recibió una visita sorpresa del rey filisteo. Avimélec fue a ver a Yitzjak desde Gerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército (26:26). Su acercamiento a Yitzjak muestra claramente que ellos le tenían miedo y envidia del patriarco. Pero ahora que Yitzjak estaba fuera de su tierra, ellos decidieron que era prudente mantener buenas relaciones con él.

Yitzjak los desafió diciendo: Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? (26:27) Nunca se le ocurrió a Yitzjak que tal vez Avimelej tenía motivos razonables para su comportamiento, teniendo en cuenta como Yitzjak actuó en Gerar (26:6-11). Sin embargo, Avimelej comenzó su conversación más diplomáticamente con Yitzjak cuando él dice:

«Nos hemos dado cuenta de que el SEÑOR está contigo, respondieron. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos perjudicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del SEÑOR eres tú!»

(26:28-29)

Así es, los hombres de Gerar reconocieron la bendición de Yahvéh sobre Yitzjak y ellos buscaron un trato con él. Lo que ellos dicen es casi en tono suplicante. Esto es muy similar al trato que Abraham y el otro Avimelej habían hecho en Berseba casi un siglo antes. Ahora que Yitzjak estaba de vuelta en la comunión con Dios, los que antes eran sus enemigos lo buscaron y dieron testimonio de la presencia del Señor en su vida. Cuando Yahvéh aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia (Proverbios 16:7).

Milagrosamente, el Eterno llevó a que los vecinos ya no tuvieran envidia, ni miedo de Yitzjak, sino que buscaran la paz con él. Como confirmación, Yahvéh le envió a Yitzjak una señal.

Efectivamente, el mismo día en que Yitzjak hizo el tratado con Avimelej y sus líderes, los siervos de Isaac, que parecían ser muy hábiles para encontrar agua, vinieron y le trajeron la noticia de otro pozo que habían cavado. Yitzjak lo llamó Seba (en habreo Shivah), que significa “siete” y se parece a la expresión hebrea shvuah (“juramento”), razón por lo que el nombre de la ciudad donde este pozo está es Berseba, es decir el Pozo del Juramento. Pero esa era la fuente secundaria para el nombre. La fuente primaria del nombre Berseba viene de Beer Sheva, que significa literalmente el Pozo de los Siete (21:22-34). El énfasis en el capítulo 21 fue el número siete, pero aquí el énfasis está en el juramento. La palabra hebrea para jurar, juramento y siete tiene a menudo la misma raíz hebrea.

Este fue el quinto pozo que cavó Yitsjak. Los primeros manantiales que excavó Yitzjak son los que habían sido cavados por Avraham avinu y vueltos a tapar por los filisteos. Estos pudieron sellarlos exitosamente porque la tarea esencial, el servicio divino de Avraham no era cavar pozos. Pero cuando Yitzjak concretó su propio servicio divino, la reapertura de los manantiales de su padre, los filisteos ya no tenían poder para cerrarlos. Al finalizar esta tarea, Yitzjak se dedicó a abrir otros tres manantiales propios. Los primeros dos crearon una controversia por su propiedad. Por eso Yitzjak llamó al primero Esek, que significa «conflicto» y al segundo “Sitná”, que significa odio. Finalmente viajó a un área diferente donde su tarea no provocó conflictos. En este nuevo lugar estaba claro en todos los niveles de la conciencia del mundo que los pozos que cavó Yitzjak eran suyos. Así, nombró al tercero “Rejovot”, que significa «amplitud infinita», como anticipando la abundancia que le permitiría dar a luz nuevos frutos en la realidad.

Este último detalle no es nada menor, ya que, leyendo el Midrash me enteré que cada pozo abierto por Yitzjak corresponde a un libro del Jumash (Pentateuco = cinco libros). Por eso les comparto dicha interpretación:

  • Esek corresponde al rollo Bereshit (Génesis), donde se habla de la creación del “mundo” – esek.
  • Sitnah corresponde al rollo de Shemot (Éxodo) porque allí se habla de cómo los egipcios odiaron y se opusieron a los hijos de Israel.
  • Vayikrah  (Levítico) está lleno de leyes que corresponden a las aguas de “un pozo” (Génesis 26:25).
  • Shivah (siete) simboliza el rollo de Bamidbar (Números) que contiene tres libros diferentes de la Torah (porque según nuestros sabios Números 10:35-36 constituye un libro en sí mismo) lo que da un total de siete libros de Torah.
  • Rejovot corresponde al rollo de Devarim, porque allí se entregaron las leyes para el tiempo cuando los hijos de Israel estuvieran extendiéndose en la tierra prometida (Deut. 19:8).

Yitzjak cavó cinco pozos, es decir que trabajó su alma en el estudio de todos los mitzvot (mandamientos) que proceden de la enseñanza de la Luz (Oraitah), que es la Fuente de donde provine todos los planos de la existencia. Por ello, su vida fue la perfecta representación de la virtud divina conocida como Guevurah que es la capacidad de aplicar rigor a uno mismo para recibir de la benevolencia, para luego darlo con justicia y compasión a todos los que conforman el entorno.

¡Esto es maravilloso! El principal objetivo individual del propósito del alma de Yitzjak a este mundo fue cavar pozos de agua en el desierto, elevando las aguas y manantiales subterráneos para que se revelen sobre la tierra, con el apoyo de su esposa Rivkah. Cavar un pozo es penetrar la tierra y ver a través de barreras opacas. Los sabios explican que la Torah es como el agua porque al igual que sin agua no hay vida, tampoco sin Torah hay vida. Cuando uno que tiene el mérito de dedicarse al estudio de la Torah, de entenderla, y logra sumergirse en las profundidades de ella, es como si buscara y encontrara agua.

Por todos los datos compartidos hasta aquí, podemos notar que Avraham avinu fue un hombre de altares y Yaakov sería un hombre de tiendas, pero el patriarca Itzjak era un hombre de pozos, es decir un varón que se disciplinaba (aplicaba para sí la guevurah) en investigar las pautas divinas.

El trabajo de Yitzjak avinu era complementario del de su padre, Avraham, cuyo servicio y rectificación era traer luz directa desde lo Alto hacia el mundo abajo. Abraham proyectaba luz a sus oyentes que eran como estudiantes sentados a los pies de su maestro. El maestro proyecta luz directa, desde arriba hacia abajo a sus estudiantes. Este servicio, realizado desde arriba hacia abajo es llamado “or iashar”, (luz directa).

En cambio, Yitzjak no merodea para hacer campañas e iluminar el mundo, y al parecer no le interesa mucho. Yitzjak excava pozos, observa la realidad desde abajo, al mundo y sus habitantes tal como son, también en el máximo materialismo grosero y tosco, y quiere revelar la existencia del Eterno en todo lugar. Yitzjak no busca iluminar la realidad desde arriba, porque la luz por más grande que sea ilumina la realidad desde afuera pero no penetra en su interior. Yitzjak excava y perfora, profundiza más y más, para revelar que el suelo que aparece a la vista desierto y destruida, alejado de la Divinidad, en verdad oculta en su interior un “beer maim jaim”, es decir, un pozo de aguas vivientes. Oculta a Yahvéh mismo. O sea que el servicio y rectificación de Yitzjak complementaba al de su padre Avraham actuando en dirección opuesta, de abajo hacia arriba. Al cavar los pozos revelaba la luz oculta simbolizada por las aguas vivientes, que previamente habían sido atrapadas en el reino material inferior (Malkut). Con sus herramientas rompía las corazas (klipot), las cáscaras físicas revelando la luz encubierta desde por debajo de la tierra hacia arriba. Este servicio se llama “or jozer” (luz de retorno).

Por esto su emunah (certeza y convicción) le permitía adquirir y dominar el conocimiento de la Provisión constante de Yahvéh. También sabía que el Eterno podía proveer en muchas diferentes maneras, no solamente una.

La sabiduría mística explica que los últimos tres pozos de Yitzjak corresponden a los tres niveles ascendentes del alma. Este servicio esencial de Yitzjak representa el proceso madurativo rectificado de toda alma en sentido ascendente de abajo hacia arriba. Esta es la labor del tzadik oculto que inspira a la gente para estimular su amor y temor al Eterno, aunque no conscientemente. Al cavar los pozos, Yitzjak proyectaba su energía positiva hacia los corazones de la gente, causando que experimenten un inexplicable estímulo por conocer y amar al Todopoderoso.

Entendiendo lo hasta aquí considerado, podemos entender por qué Yitzjak ama a Esav. Sabe que él no es un gran tzadik (justo), pero es un hombre del campo, de la tierra, ciertamente un gruñón que respira la grosera realidad del mundo físico. Y esto es lo que Yitzjak ama de él. Yitzjak no quiere ángeles en el cielo (ya los conoce desde la akeidah -atadura-), está acostumbrado a verlos. Lo que le interesa es atrapar un pedazo de realidad y ocuparse de él. He aquí el motivo por el que Yitzjak quiere bendecir a Esav, porque cree que con la fuerza de esas bendiciones Esav puede verdaderamente revertirse, rectificar su camino y justamente desde su tosquedad revele a HaKadosh Baruj Hu, Yahvéh, nuestro Dios.

Antes de este capítulo, Itzjak fue mencionado sólo en combinación con Avraham; desde este punto en adelante, él sólo se menciona en relación con Yaakov. Este es el único capítulo en el que el centro de atención está sobre él. Él vivió 180 años, con lo que su vida fue la más larga de los tres patriarcas. Pero su vida es la menos accidentada, no obstante esto, por todo lo que hemos visto que hizo en su misión, él es un tipo de Mashiaj.

¿Con Quiénes se Reunió Avraham después de Morir?

Por P.A. David Nesher

«Avraham expiró, y murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo.»

(Bereshit/Génesis 25:8)

 

El relato escritural de la muerte y sepultura de Avraham avinu es breve y conciso. Sin embargo, este pasaje está lleno de detalles codificados que son normativos de la verdadera fe (emunah).

Leemos que Avraham vivió ciento setenta y cinco años (25:7). Este lapso de vida terrenal en realidad fue el cumplimiento de la promesa que le dio Yahvéh cuando le aseguró que iba a ser sepultado cuando ya fuese muy anciano (15:15). Isaac (en hebreo: Yitz’jak) tenía 75 años, y sus nietos Yaakov y Esav tenían 15 años. Así que él fue capaz de ver a sus nietos crecer. Esto muestra que el libro de Bereshit (Génesis) no se escribió en estricto orden cronológico. Es básicamente cronológico, pero no lo es estrictamente. Por esto debemos entender que al leer las historias notaremos que a veces, cuando una de ellas llega a su fin, vuelve y recoge una nueva línea de la historia, como es el caso de Yaakov y Esav que viene en breve.

De la vida de nuestro padre en la fe aprendemos que una cosa es vivir una larga vida, pero otra muy distinta es vivir una larga vida que también sea satisfactoria. La Torah nos dice que Abraham murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados (25:8). Literalmente la expresión «buena vejez» o «llenos de días» es un modismo que se usaba para indicar que se llevó una vida bien vivida. Da la idea de satisfecho, lleno de plenitud (shelemut). Esto significa que Avraham avinu vio todos los deseos de su corazón cumplidos. Las Sagradas Escrituras nos aseguran que Abraham logró este nivel de vida simplemente por transitar sus días confiado en la benevolencia ilimitada del Eterno. El modismo indica que en todos sus años, todos sus días, estuvieron dedicados a santificar el Nombre del Eterno. Todo fue aprovechado por Abraham avinu, no solo cada día sino cada instante, todo lleno de integridad, no le faltó ni una parte de un día que no estuviera dedicada al Creador. Por eso es que Avraham estaba viviendo por la fe cuando murió (Hebreos 11:13-16). Esta es la gran idea del Eterno al ofrecernos una vida que confíe plenamente en Él y Su Gracia misericordiosa.

Hasta aquí hay una cosa cierta y segura que podemos comentar. Más allá de una vida consagrada a la búsqueda de la benevolencia divina, y al deseo de conocer al Eterno, todo tzadik (justo) también debe enfrentar su hora de morir físicamente. La vida del ser humano , por más instrumento que sea en las manos y en el propósito de Yahvéh, tiene su límite. No es inmortal.

Ahora bien, al leer este versículo, nos surge un planteo. Si nuestro padre Avraham había salido de su tierra natal y ya no vivía en el lugar de sus parientes ¿cómo es posible que la Torah diga que fue reunido a su pueblo cuando murió?

Sabemos que antes de morir, Avraham había recibido de parte del Eterno la visión de la porción del Olam HaBá (Mundo Venidero) que le esperaba, por eso sabemos que falleció tranquilo y feliz (Hebreos 11: 8-10).

Por esto último, tenemos que aceptar que la expresión “reunido a su pueblo” no quiere enseñar que el alma humana posiblemente sigue existiendo después de la muerte en un lugar desconocido e inalcanzable para los vivos. Eso es un pensamiento griego que se meterá en el judaísmo por medio del rabinato farisaico esotérico del siglo II E.C. Por lo tanto, cuando leemos que nuestro padre fue “reunido a su pueblo” debemos aceptar que no se trata de que su alma se haya reunido al pueblo de los justos que habían muerto antes que él.

Entonces, para entender bien el mensaje que aquí encontramos, debemos saber que esta expresión es un hebraísmo que señala a la antigua manera de enterrar a los muertos, y la cosmovisión que tenían los orientales con respecto a su conexión ancestral.

En primer lugar, debemos saber que las tumbas antiguas tenían lugar para varios cuerpos porque normalmente eran tumbas familiares. Dentro de la tumba, que podía ser una cueva, se solía excavar aperturas en la pared suficientemente grandes para poder introducir allí los cuerpos muertos. En el centro de la tumba había un lugar en el suelo, con un nivel más bajo, llamado “el valle de los huesos secos”. Aquí era la zona mortuoria en donde finalmente se reunían los huesos de los cuerpos ya descompuestos (cf. Ez. 37:1).

En aquellos tiempos existía la costumbre de realizar dos entierros por cada difunto. En el primer entierro, ocurrido apenas fallecía la persona, se colocaba el cuerpo en la cavidad en la pared. Luego se esperaba hasta su descomposición y para entonces realizar la ceremonia del segundo entierro, la que normalmente acontecía un año después del primero. En este segundo entierro sacaban los huesos del cuerpo ya descompuesto y los juntaban apilándolos en el «valle de los huesos secos». En un cementerio del primer siglo de la Era Común, que se encuentra en el Monte de los Olivos, se puede ver que había una costumbre de meter el hueso más grande, el fémur, en una cajita de piedra con inscripciones que identificaban el muerto y que se guardaba como recuerdo. De este modo se simbolizaba que la fuerza del andar que realizó el difunto se sumaba a la energía que dejaron con sus conductas sus antepasados.

En los días del Segundo Templo aún se mantenía la costumbre de repartir la herencia en el segundo entierro cuando los familiares se reunían. Esta será la excusa que le presentará un varón a quien Yeshúa llamó para ser un seguidor de su yugo (cf. Mat. 8:21-22).

Así pues, lo primero que podemos aprender de esto es que la expresión “fue reunido a su pueblo” tiene que ver con la costumbre de reunir los huesos de los familiares muertos en la misma tumba. Recordemos que, al comienzo de esta parashah (sección Yajey Sarah) Avraham enterró a su esposa Sarah en una cueva que había comprado de los hijos de Jet. Justamente, Él será enterrado en la misma cueva por sus hijos Yitzjak e Yishmael (25:9) y de esa manera fue reunido a los huesos de Sarah que era parte de su pueblo. Luego sus hijos Yitsjak y Yaakov fueron enterrados en la misma cueva, junto con sus esposas Rivká y Leah. En total hay seis cuerpos de los patriarcas y sus esposas enterrados en esa cueva. Todavía se sabe dónde está la tumba, porque hasta hoy se ha mantenido la tradición del lugar.

Hay aquí un detalle no menor que se destaca y que no quiero que pasemos de largo. Las Sagradas Escrituras enseñan que el cuerpo muerto tiene que volver a la tierra de donde fue tomado (Gén. 3:19), lo cual significa que la cremación no es una opción para el que teme al Eterno. Por eso, ante un mundo que cada día practica más la cremación, te pido que sigas el ejemplo de tu padre Avraham y no aceptes dicha práctica idolátrica.

Ahora sí, y volviendo al hilo principal de este estudio, debemos entender que en segundo lugar, también tenemos que conocer que en la cosmovisión de los pueblos antiguos, el pasado ancestral era menos que un tren que se movía hacia ellos, y más como una aldea esparcida por un valle. Es decir que ellos se veían a sí mismo más bien enfrentando el pasado, más bien que al futuro. Esto quiere decir que cualquier contemporáneo de nuestros patriarcas vivía sopesando en su conciencia las acciones que había realizado sumándose a aquellas que sus ancestros había hecho. Por esto, la expresión fue reunido a su pueblo” expresaba la idea de ser enterrado en la tumba familiar, así como también reunirse a los rasgos genealógicos en la «aldea ancestral» que comprendía al pasado. Es decir que esta expresión era más una visión de la historia familiar que de la vida en el más allá en sí misma. 

Entonces, después de estas consideraciones, podemos agregar unas pautas más para concluir la idea de que todo ser humano debe enfrentarse con la muerte física. Y es que en este mundo físico se destaca siempre la labor de aquel ser humano que vivió en la justicia divina, disfrutando la benevolencia ilimitada de Yahvéh. Es decir, que la vida fructífera, llena de significado y logros en el propósito eterno de Dios, será la que verdaderamente perdurará en la memoria de las generaciones futuras, ya que ha reparado con su testimonio toda vaciedad que puedan haber producido las malas acciones de sus ancestros. De ahí que sea tan importante cortar con la iniquidad de nuestros padres.

Apreciado discípulo de Yeshúa, anhelo que Aquel que bendijo a Avraham, Yitzjak y Yaakov, hoy te bendiga para que puedas llenar tus días según Su propósito enterno en el Mesías, para que no te permita morir antes de tiempo. Amén.

El Poder de una Bendición Familiar

Por P.A. David Nesher

 

«Y bendijeron a Rebeca y le dijeron:
Que tú, hermana nuestra, te conviertas en millares de miríadas, y posean tus descendientes la puerta de los que los aborrecen.»

(Bereshit/Génesis 24:60)

 

Todos sabemos que bendecir significa desear y querer incondicionalmente la benevolencia ilimitada del Creador. En los códigos de las Sagradas Escrituras se revela que dar una bendición es el método en el que lo divino logra dar rápidamente «cien pasos» hacia los hombres. Es experimentar la fuerza de lo divino despertando a lo humano a dar todo su potencial generando la fuerza del impulso creativo que la fisicalidad aguarda y necesita. Entonces bendecir será el Eterno usando humanos para impartir su mensaje e imagen de identidad y destino al corazón de otro ser humano.

Por ello es que en este pasaje notamos como los familiares de Rivká, teniendo la conciencia del poder de bendecir, la despidieron con una berakah (bendición) poderosa. La misma rebalsaba  de palabras proféticas sobre sus descendientes y su conexión misional con el propósito eterno de Yahvéh. Justamente estas palabras, respaldadas por el Cielo, permitirían que los descendientes de Rivká llegaran a multiplicarse de tal manera que hoy en día todo el mundo postmoderno aún depende de ellos. En primer lugar se refiere al pueblo de Israel. Pero también es una referencia a todos los que de entre los gentiles adopten la fe de Avraham incorporándose al olivo de Israel.

Lo interesante de esta expresión de bendición soltada sobre Rivká es que dos mil años después, el descendiente principal de Avraham, Yitsjak, Yaakov. Aquel que siendo del linaje del rey David, era el destinatario de todas las promesas dadas a los padres, se levantó y proclamó:

“Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.”

(Mat. 16:18 NVI)

Ahora bien, al volver a leer esta bendición, y considerando todo lo que los dogmas romanos han implantado como error en los seguidores del cristianismo, debemos saber que la misma no hace referencia a la Iglesia cristiana. Por el contrario, el Mesías la utiliza para confirmar lo que había sido profetizado sobre nuestra matriarca Rivká como perfecto tipo o sombra del diseño arquetípico denominado Israel. Yeshúa se está refiriendo aquí en forma específica a la congregación mesiánica conocida como la Jerusalén Celestial (muy bien revelada en esta parashah por medio de los códigos de la Cueva de Makpelah).

Cuando el Mesías pronuncia la expresión “las puertas del reino de la muerte”, lo hacía utilizando la siguiente frase en hebreo:

(שערי שאול)

shearei sheol 

Esto es un hebraísmo que habla del poder gubernamental de los gentiles inspirados en las pautas reptilianas de la Serpiente Antigua para opresionar las masas humanas.

A la misma vez, tenemos que saber que, en el Oriente Medio, las puertas de las ciudades antiguas eran los lugares donde se reunían los ancianos de la ciudad para juzgar y tomar las decisiones que regían la ciudad.

Entonces cuando se entrega el oráculo de que los descendientes de Rivká (que son el pueblo de Israel) poseerán las puertas de sus enemigos, equivale exactamente a lo mismo que lo que nuestro Maestro Yeshúa dice acerca de las puertas del Sheol. La expresión apunta al hecho de tener poder político y espiritual sobre aquellos que dominan los pueblos de la gentilidad. Esta es la misión del pueblo de Israel, y muy específicamente la misión de la congregación mesiánica (Sión, la Jerusalén Celestial).

Por ello, se infiere desde las palabras del Señor que la congregación mesiánica no será dominada por los gobiernos gentiles. Muy por el contrario, acorde a lo anunciado en los oráculos de los profetas, finalmente tomará total dominio sobre las ciudades de los gentiles.  Poseer las puertas del enemigo conlleva la la idea de conquistar lo que nos parece difícil, de imponernos sobre las dificultades, de vencer los obstáculos que se nos oponen. Poseer las puertas de nuestros enemigos es una promesa divina muy particular y peculiar. Esta promesa es para la simiente de Abraham. Tú y yo somos parte de la simiente de Abraham.

Finalmente, debo decir que los hijos de Betuel eran descendientes de Shem, el hijo de Noaj. Por lo tanto, ellos sabían muy bien lo que significaba dar una bendición. Entendían claramente que el poder de una bendición dirige el futuro de una persona y los designios de sus descendientes. Por eso los hermanos de Rivká querían enviarle esas palabras cargadas de poder para que tuvieran influencia sobre todo el mundo por toda la eternidad.

¿Quién entiende el poder que se esconde en una bendición?

Bendecir es sumamente positivo para ti, es realmente beneficioso. La bendición es tan poderosa que rompe con cualquier maldición. Así que siempre debemos bendecir incluso a los que nos maldigan, de esta manera la bendición viene sobre ti, te alcanza y te llena de abundancia.

Desde todo esto, el Eterno, nuestro Abba, nos está instando a usar nuestra boca para bendecir, no solamente Su Nombre cien veces al día, sino también a cada uno de aquellos seres humanos que nos rodean y conforman el mundo que Yahvéh nos entregó para rectificar por medio de la Avodah (el servicio) a Su Nombre. Si eres de los hijos primogénitos del Eterno, que están en el monte de Sión, debes asumir que tus palabras tienen poder para influenciar sobre el futuro de todos aquellos que conforman el concepto de prójimo, según la cosmovisión de Yeshúa HaMashiaj.

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yeshúa HaMashíaj que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el Mesías!