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¡“Jaque Mate” al Oponente (HaSatán)!

Por P.A. David Nesher

Vayomer haji kara shmo Ya’akov vayakveni zeh fa’amayim et-bejorati lakaj vehineh atah lakaj birjati vayomar halo-atsalta li berajah. Vaya’an Yitsjak vayomer le-Esav hen gevir samtiv laj ve’et-kol-ejav natati lo la’avadim vedagan vetirosh semajtiv uleja efo mah e’eseh beni. Vayomer Esav el-aviv havrajah ajat hi-leja avi barajeni gam-ani avi vayisa Esav kolo vayevk. «

En español el pasaje se traduce así:

«Entonces él dijo:
“¿Quizás por eso fue llamado Yaakov?, pues me ha engañado (acav) estas dos veces: tomó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición”.
Y agregó: “¿No has reservado una bendición para mí?
Yitzjak le respondió a Esav:
“Mira, lo puse como amo tuyo y le di como sirvientes a todos sus hermanos, y con trigo y vino le sustenté. Y para ti ¿dónde y qué podré hacer, hijo mío?
Esav le replicó a su padre:
“¿Sólo una bendición tienes, padre mío? Bendíceme también a mí, mi padre.”
Esav levantó su voz y lloró.”

(Bereshit/Génesis 27: 36)

Resulta que cuando Yitzjak culminó de bendecir a Yaakov y ni bien este acababa de salir de la presencia de su padre, llegó su hermano Esav (Esaú) de su jornada de caza. Esto estuvo muy cerca; si Esav hubiese llegado un momento antes, Yaakov no hubiera recibido la bendición y podría haber sido asesinado.

Esav, también preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:

«Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición«.

Su padre Isaac le preguntó:

«¿Quién eres tú?»

Él respondió: «Yo«, usando el pronombre aní para enfatizar la persona, «soy tu hijo, tu primogénito, Esav» (27:31-32). He aquí un hecho que no se puede pasar por alto: Esav había cometido el pecado de vender su primogenitura a su hermano Yaakov por un guiso de lentejas, por ende sostener él era el primogénito ya no tenía sentido en su vida.

Sin embargo, ahora y de repente, ¡Esav está preocupado por la primogenitura! Anteriormente estuvo dispuesto a vender su primogenitura por un plato de guisado, y despreciándola sin temor alguno (Génesis 25:22-34). Ahora quería los privilegios materiales y políticos de la primogenitura. Cuando la apreció como un privilegio jurídico de orden profético y/o espiritual, Esav no valoró la primogenitura, pero ahora que la mira en términos materiales y políticos, él la quiere.

Esav estaba confundido y enojado mientras se quejaba diciendo:

“¿Quizás por eso fue llamado Yaacov?, pues me ha engañado (acav) estas dos veces: tomó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición”. Y agregó: “¿No has reservado una bendición para mí?”

En otras palabras, Esav está diciendo de sí mismo: “¡Mi hermanito me estafó como a un niño!”. De este modo, él reconoció que el engaño de Yaakov, no fue precisamente contra su padre sino contra él. De esta manera, dicen los entendidos del hebreo bíblico, que lo que hace Yaakov es revertir y devolver el engaño que HaSatán, la serpiente antigua, hizo a Java en el Edén, provocando la caída de toda la humanidad.

Las Sagradas Escrituras revelan que una manera de restaurar las cosas es usando la astucia frente al engañador:

«Con el benigno te muestras benigno,
con el hombre íntegro te muestras íntegro;
con el puro eres puro,
y con el engañador eres sagaz.»

(2Samuel 22: 26-27)

Entonces, debemos profundizar este evento, y aceptar que de esta forma, Yaakov le devuelve la misma moneda al Oponente al “engañar” a Esav, quien contiene la simiente de la serpiente en su interior. De este modo, la bendición como primogénito, la recibe el hijo justo, Yaakov, no el rashá (malvado) Esav. Así también el Código Sagrado de la «Simiente de la Mujer«, anunciado por Yahvéh en el Gan Edén (Gén. 3:15) se mantiene vibrante y a salvo en los lomos de Yaakov, hasta que de la nación de Israel, nazca como Mashiaj.

En realidad, Yaakov había recibido su nombre por haberse asido al calcañar de su hermano gemelo, pero ahora Esav, sintiéndose engañado, interpreta el nombre de Yaakoov como: el sinuoso, el engañoso. Ahora bien, notamos aquí un juego de palabras entre las voces hebreas akev (calcañar) y akov (engañar).  Sabemos que el nombre de Yaakov viene de la raíz hebrea akav, que significa el talón; pero también debemos conocer que tiene otro significado pues la expresión akav es también la forma verbal de tomar por el talón para llegar antes en una carreraEn palabras del profeta Jeremías (en otro contexto, por supuesto) encontramos esta expresión dando la idea del engaño entre hermanos cuando dice:

Cada hombre que de su compañero se cuide, y en el hermano no confíe, ya que todo hermano HAKOB YAAKOV – engañar ha de engañar

(Jeremías 9:4)

Entonces el significado aquí es doble:

Primeramente, Yaakov venció a Esav, haciéndole una zancadilla y venciéndolo en la carrera. Esav no lo entendía. La razón por la que él fue engañado dos veces no estaba en el nombre, estaba en la voluntad divina de Dios. La primera vez, como Esav lo dice, fue cuando Yaakov tomó su primogenitura, pero eso era mentira porque él había vendido su primogenitura a su hermano menor. En segundo lugar, según lo descrito por Esav, fue cuando Yaakov le quitó su bendición. Esta fue también una mentira, porque el que tenía la bendición era el que iba a recibir la primogenitura. Una vez más en el texto hebreo hay un juego de palabras, que suenan igual. Literalmente Esav dice: «Se llevó mi derecho de nacimiento y existencia, se llevó mi bendición ontológica«.

YAAKOV (el espíritu). ESAV (el alma y el cuerpo): CAMBIO DE CUNAS.

En segundo lugar, debemos sumergirnos aquí en el mensaje metafísico encriptado para nosotros.

Sabemos que el alma es la vasija de la esencia del ser humano (el espíritu). Si Adam no hubiera pecado la humanidad habría sido capaz de vivir una vida puramente espiritual. El conflicto entre el espíritu contra el alma y el cuerpo (ego u hombre natural), como vasijas, lo vemos hermosamente ilustrado en uno de los cuentos clásicos del rabí Najmán de Breslov, titulado “Los niños cambiados”:

«…Esta historia comienza cuando la reina y su sierva dan a luz a sus respectivos hijos. La comadrona cambia a los niños, de modo que el hijo de la sierva crece como un príncipe mientras que el príncipe es criado en la casa de la sierva. Al correrse el rumor que los niños habían sido intercambiados en su nacimiento, el usurpador expulsa al príncipe de su reino. Este recorre el mundo dejándose llevar por los deseos de su corazón, pero eventualmente comienza a reflexionar sobre su situación y a cuestionarse su forma de vida (…) En una interesante vuelta de la historia, el siervo, que había sido criado como príncipe, se vuelve siervo del príncipe…»,

[“Anatomía del alma”, Rabí Najmán de Breslov, págs., 25-27].

Rabí Natán explica que la oscuridad que reina en las “cámaras de los intercambios” (hebreo Heijalei HaTemurot); la confusión entre lo correcto y lo incorrecto está simbolizada en el intercambio del “Príncipe y el Siervo”. Es la oscuridad la que lleva a los conflictos entre Yitzjak e Yishmael, entre Yaakov y Esav, entre Yosef y sus hermanos, como también entre la nación de Israel y las naciones del mundo; y es la fuente de la constante batalla entre el cuerpo y el alma, [Tomado de “Anatomía del alma”].

Por su parte, algunos sabios explican que el HaSatán (el Oponente o la serpiente antigua), hizo nacer primero al malvado Esav, a fin de que recibiera la bendición Celeste y le fuera negada al genuino primogénito que era Yaakov. Así pues, el HaSatán “cambió las cunas” (cambió al bebé), y nació primero quien debería haber nacido de último para que el mal gobernara el mundo. Solo que Yaakov se interpuso en los planes de maldad de la serpiente y de esta forma, la humanidad no quedó bajo el yugo de la mentira de Esav, y finalmente Esav recibe la “bendición” de ser siervo de su hermano Yaakov.

Yitzjak supo entonces que Esav no sería el heredero espiritual de los patriarcas y suplicó al Eterno que le concediera por lo menos las bendiciones de este mundo bajo.

Esav exigía al menos una bendición a su padre. No las merecía ya que su comportamiento, al momento, había sido ruin y malvado, pero sobre todo por mostrar desprecio por todo lo divino. Tal conducta lo invalida como heredero y sucesor del legado de Abraham e Yitzjak.

En cuanto a Yaakov, él recibió ese día numerosas bendiciones. Las bendiciones consisten en obtener los siguientes beneficios:

  • 1) El rocío del cielo.
  • 2) las grosuras (= fertilidad) de la tierra.
  • 3) abundancia de trigo.
  • 4) mosto: vides, vino.
  • 5) naciones a su servicio.
  • 6) civilizaciones postradas ante Yaakov.
  • 7) Yaakov, Señor (autoridad) sobre sus hermanos.
  • 8) los hijos de su madre se postrarán.
  • 9) malditos los que maldigan a Yaakov.
  • 10) benditos los que bendigan a Yaakov.

“… ¿Qué sentido tiene bendecirte”? Pues al ser siervo de tu hermano, todo lo que tú adquieras le pertenecerá a él…”; dijo Yitzjak a Esav.

ESAV LLORA Y PEGA EL GRITO EN EL CIELO.

El relato revela que evidentemente Esav no estaba hecho para las cosas grandes. Esa alzó su voz llorando arrepentido como niño, pero todo estaba hecho. Las lágrimas de Esav, fueron lágrimas de egoísmo frustrado, no de remordimiento por su propio pecado y por despreciar su primogenitura. Refiriéndose a esto, el autor de la Carta a los Hebreos señala:

«Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos. Que no haya ningún fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.»
(Hebreos 12:15-17)

Esav es quizás la persona más triste y sin Dios en las Sagradas Escrituras fuera de Judas. Ambos tuvieron gran luz. Tuvieron todas las oportunidades posibles, tanto como cualquier persona en sus tiempos, de conocer y seguir a Yahvéh. Sabían Su Palabra, habían oído Sus promesas, habían visto Sus milagros y tenían comunión con Su pueblo. Sin embargo, con decidida voluntad dieron la espalda a Él.

Aquí, Esav amargamente lamentó haber vendido su primogenitura a Yaakov, pero él no se arrepintió. Él quería egoístamente las bendiciones de Dios, sin embargo él no quería a Dios.


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