Por P.A. David Nesher
«Y bendijeron a Rebeca y le dijeron:
Que tú, hermana nuestra, te conviertas en millares de miríadas, y posean tus descendientes la puerta de los que los aborrecen.»
(Bereshit/Génesis 24:60)
Todos sabemos que bendecir significa desear y querer incondicionalmente la benevolencia ilimitada del Creador. En los códigos de las Sagradas Escrituras se revela que dar una bendición es el método en el que lo divino logra dar rápidamente «cien pasos» hacia los hombres. Es experimentar la fuerza de lo divino despertando a lo humano a dar todo su potencial generando la fuerza del impulso creativo que la fisicalidad aguarda y necesita. Entonces bendecir será el Eterno usando humanos para impartir su mensaje e imagen de identidad y destino al corazón de otro ser humano.
Por ello es que en este pasaje notamos como los familiares de Rivká, teniendo la conciencia del poder de bendecir, la despidieron con una berakah (bendición) poderosa. La misma rebalsaba de palabras proféticas sobre sus descendientes y su conexión misional con el propósito eterno de Yahvéh. Justamente estas palabras, respaldadas por el Cielo, permitirían que los descendientes de Rivká llegaran a multiplicarse de tal manera que hoy en día todo el mundo postmoderno aún depende de ellos. En primer lugar se refiere al pueblo de Israel. Pero también es una referencia a todos los que de entre los gentiles adopten la fe de Avraham incorporándose al olivo de Israel.
Lo interesante de esta expresión de bendición soltada sobre Rivká es que dos mil años después, el descendiente principal de Avraham, Yitsjak, Yaakov. Aquel que siendo del linaje del rey David, era el destinatario de todas las promesas dadas a los padres, se levantó y proclamó:
“Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.”
(Mat. 16:18 NVI)
Ahora bien, al volver a leer esta bendición, y considerando todo lo que los dogmas romanos han implantado como error en los seguidores del cristianismo, debemos saber que la misma no hace referencia a la Iglesia cristiana. Por el contrario, el Mesías la utiliza para confirmar lo que había sido profetizado sobre nuestra matriarca Rivká como perfecto tipo o sombra del diseño arquetípico denominado Israel. Yeshúa se está refiriendo aquí en forma específica a la congregación mesiánica conocida como la Jerusalén Celestial (muy bien revelada en esta parashah por medio de los códigos de la Cueva de Makpelah).
Cuando el Mesías pronuncia la expresión “las puertas del reino de la muerte”, lo hacía utilizando la siguiente frase en hebreo:
(שערי שאול)
shearei sheol
Esto es un hebraísmo que habla del poder gubernamental de los gentiles inspirados en las pautas reptilianas de la Serpiente Antigua para opresionar las masas humanas.
A la misma vez, tenemos que saber que, en el Oriente Medio, las puertas de las ciudades antiguas eran los lugares donde se reunían los ancianos de la ciudad para juzgar y tomar las decisiones que regían la ciudad.
Entonces cuando se entrega el oráculo de que los descendientes de Rivká (que son el pueblo de Israel) poseerán las puertas de sus enemigos, equivale exactamente a lo mismo que lo que nuestro Maestro Yeshúa dice acerca de las puertas del Sheol. La expresión apunta al hecho de tener poder político y espiritual sobre aquellos que dominan los pueblos de la gentilidad. Esta es la misión del pueblo de Israel, y muy específicamente la misión de la congregación mesiánica (Sión, la Jerusalén Celestial).
Por ello, se infiere desde las palabras del Señor que la congregación mesiánica no será dominada por los gobiernos gentiles. Muy por el contrario, acorde a lo anunciado en los oráculos de los profetas, finalmente tomará total dominio sobre las ciudades de los gentiles. Poseer las puertas del enemigo conlleva la la idea de conquistar lo que nos parece difícil, de imponernos sobre las dificultades, de vencer los obstáculos que se nos oponen. Poseer las puertas de nuestros enemigos es una promesa divina muy particular y peculiar. Esta promesa es para la simiente de Abraham. Tú y yo somos parte de la simiente de Abraham.
Finalmente, debo decir que los hijos de Betuel eran descendientes de Shem, el hijo de Noaj. Por lo tanto, ellos sabían muy bien lo que significaba dar una bendición. Entendían claramente que el poder de una bendición dirige el futuro de una persona y los designios de sus descendientes. Por eso los hermanos de Rivká querían enviarle esas palabras cargadas de poder para que tuvieran influencia sobre todo el mundo por toda la eternidad.
¿Quién entiende el poder que se esconde en una bendición?
Bendecir es sumamente positivo para ti, es realmente beneficioso. La bendición es tan poderosa que rompe con cualquier maldición. Así que siempre debemos bendecir incluso a los que nos maldigan, de esta manera la bendición viene sobre ti, te alcanza y te llena de abundancia.
Desde todo esto, el Eterno, nuestro Abba, nos está instando a usar nuestra boca para bendecir, no solamente Su Nombre cien veces al día, sino también a cada uno de aquellos seres humanos que nos rodean y conforman el mundo que Yahvéh nos entregó para rectificar por medio de la Avodah (el servicio) a Su Nombre. Si eres de los hijos primogénitos del Eterno, que están en el monte de Sión, debes asumir que tus palabras tienen poder para influenciar sobre el futuro de todos aquellos que conforman el concepto de prójimo, según la cosmovisión de Yeshúa HaMashiaj.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yeshúa HaMashíaj que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el Mesías!