Por P.A. David Nesher
“Y sucedió que aquel mismo día los siervos de Yitsjak llegaron y le informaron acerca del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos hallado agua. Y lo llamó Shivá; por eso el nombre de la ciudad es Beer-Sheva hasta hoy.”
(Génesis/Bereshit 26:32-33)
En la Tierra Prometida, el acceso al agua es esencial, tanto para los cultivos como para el ganado. Sin una fuente de agua, no se puede mantener cultivos ni ganado. En pocas palabras, no se puede sobrevivir. Dado que en el sur de Israel no hay ríos ni lagos, la gente depende completamente de pozos o cisternas.
Por eso, para Isaac era muy importante buscar esa fuente de agua. También en esto Yahvéh lo bendijo, porque lo llevó a descubrir un pozo de aguas vivas: un manantial, lo cual era muy codiciado en esa región:
«Cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle encontraron allí un pozo de aguas vivas.»
(Génesis 26:19)
Mientras estaban cavando el pozo en Berseba, Yitzjak recibió una visita sorpresa del rey filisteo. Avimélec fue a ver a Yitzjak desde Gerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército (26:26). Su acercamiento a Yitzjak muestra claramente que ellos le tenían miedo y envidia del patriarco. Pero ahora que Yitzjak estaba fuera de su tierra, ellos decidieron que era prudente mantener buenas relaciones con él.
Yitzjak los desafió diciendo: Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? (26:27) Nunca se le ocurrió a Yitzjak que tal vez Avimelej tenía motivos razonables para su comportamiento, teniendo en cuenta como Yitzjak actuó en Gerar (26:6-11). Sin embargo, Avimelej comenzó su conversación más diplomáticamente con Yitzjak cuando él dice:
«Nos hemos dado cuenta de que el SEÑOR está contigo, respondieron. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos perjudicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del SEÑOR eres tú!»
(26:28-29)
Así es, los hombres de Gerar reconocieron la bendición de Yahvéh sobre Yitzjak y ellos buscaron un trato con él. Lo que ellos dicen es casi en tono suplicante. Esto es muy similar al trato que Abraham y el otro Avimelej habían hecho en Berseba casi un siglo antes. Ahora que Yitzjak estaba de vuelta en la comunión con Dios, los que antes eran sus enemigos lo buscaron y dieron testimonio de la presencia del Señor en su vida. Cuando Yahvéh aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia (Proverbios 16:7).
Milagrosamente, el Eterno llevó a que los vecinos ya no tuvieran envidia, ni miedo de Yitzjak, sino que buscaran la paz con él. Como confirmación, Yahvéh le envió a Yitzjak una señal.
Efectivamente, el mismo día en que Yitzjak hizo el tratado con Avimelej y sus líderes, los siervos de Isaac, que parecían ser muy hábiles para encontrar agua, vinieron y le trajeron la noticia de otro pozo que habían cavado. Yitzjak lo llamó Seba (en habreo Shivah), que significa “siete” y se parece a la expresión hebrea shvuah (“juramento”), razón por lo que el nombre de la ciudad donde este pozo está es Berseba, es decir el Pozo del Juramento. Pero esa era la fuente secundaria para el nombre. La fuente primaria del nombre Berseba viene de Beer Sheva, que significa literalmente el Pozo de los Siete (21:22-34). El énfasis en el capítulo 21 fue el número siete, pero aquí el énfasis está en el juramento. La palabra hebrea para jurar, juramento y siete tiene a menudo la misma raíz hebrea.
Este fue el quinto pozo que cavó Yitsjak. Los primeros manantiales que excavó Yitzjak son los que habían sido cavados por Avraham avinu y vueltos a tapar por los filisteos. Estos pudieron sellarlos exitosamente porque la tarea esencial, el servicio divino de Avraham no era cavar pozos. Pero cuando Yitzjak concretó su propio servicio divino, la reapertura de los manantiales de su padre, los filisteos ya no tenían poder para cerrarlos. Al finalizar esta tarea, Yitzjak se dedicó a abrir otros tres manantiales propios. Los primeros dos crearon una controversia por su propiedad. Por eso Yitzjak llamó al primero Esek, que significa «conflicto» y al segundo “Sitná”, que significa odio. Finalmente viajó a un área diferente donde su tarea no provocó conflictos. En este nuevo lugar estaba claro en todos los niveles de la conciencia del mundo que los pozos que cavó Yitzjak eran suyos. Así, nombró al tercero “Rejovot”, que significa «amplitud infinita», como anticipando la abundancia que le permitiría dar a luz nuevos frutos en la realidad.
Este último detalle no es nada menor, ya que, leyendo el Midrash me enteré que cada pozo abierto por Yitzjak corresponde a un libro del Jumash (Pentateuco = cinco libros). Por eso les comparto dicha interpretación:
- Esek corresponde al rollo Bereshit (Génesis), donde se habla de la creación del “mundo” – esek.
- Sitnah corresponde al rollo de Shemot (Éxodo) porque allí se habla de cómo los egipcios odiaron y se opusieron a los hijos de Israel.
- Vayikrah (Levítico) está lleno de leyes que corresponden a las aguas de “un pozo” (Génesis 26:25).
- Shivah (siete) simboliza el rollo de Bamidbar (Números) que contiene tres libros diferentes de la Torah (porque según nuestros sabios Números 10:35-36 constituye un libro en sí mismo) lo que da un total de siete libros de Torah.
- Rejovot corresponde al rollo de Devarim, porque allí se entregaron las leyes para el tiempo cuando los hijos de Israel estuvieran extendiéndose en la tierra prometida (Deut. 19:8).
Yitzjak cavó cinco pozos, es decir que trabajó su alma en el estudio de todos los mitzvot (mandamientos) que proceden de la enseñanza de la Luz (Oraitah), que es la Fuente de donde provine todos los planos de la existencia. Por ello, su vida fue la perfecta representación de la virtud divina conocida como Guevurah que es la capacidad de aplicar rigor a uno mismo para recibir de la benevolencia, para luego darlo con justicia y compasión a todos los que conforman el entorno.
¡Esto es maravilloso! El principal objetivo individual del propósito del alma de Yitzjak a este mundo fue cavar pozos de agua en el desierto, elevando las aguas y manantiales subterráneos para que se revelen sobre la tierra, con el apoyo de su esposa Rivkah. Cavar un pozo es penetrar la tierra y ver a través de barreras opacas. Los sabios explican que la Torah es como el agua porque al igual que sin agua no hay vida, tampoco sin Torah hay vida. Cuando uno que tiene el mérito de dedicarse al estudio de la Torah, de entenderla, y logra sumergirse en las profundidades de ella, es como si buscara y encontrara agua.
Por todos los datos compartidos hasta aquí, podemos notar que Avraham avinu fue un hombre de altares y Yaakov sería un hombre de tiendas, pero el patriarca Itzjak era un hombre de pozos, es decir un varón que se disciplinaba (aplicaba para sí la guevurah) en investigar las pautas divinas.
El trabajo de Yitzjak avinu era complementario del de su padre, Avraham, cuyo servicio y rectificación era traer luz directa desde lo Alto hacia el mundo abajo. Abraham proyectaba luz a sus oyentes que eran como estudiantes sentados a los pies de su maestro. El maestro proyecta luz directa, desde arriba hacia abajo a sus estudiantes. Este servicio, realizado desde arriba hacia abajo es llamado “or iashar”, (luz directa).
En cambio, Yitzjak no merodea para hacer campañas e iluminar el mundo, y al parecer no le interesa mucho. Yitzjak excava pozos, observa la realidad desde abajo, al mundo y sus habitantes tal como son, también en el máximo materialismo grosero y tosco, y quiere revelar la existencia del Eterno en todo lugar. Yitzjak no busca iluminar la realidad desde arriba, porque la luz por más grande que sea ilumina la realidad desde afuera pero no penetra en su interior. Yitzjak excava y perfora, profundiza más y más, para revelar que el suelo que aparece a la vista desierto y destruida, alejado de la Divinidad, en verdad oculta en su interior un “beer maim jaim”, es decir, un pozo de aguas vivientes. Oculta a Yahvéh mismo. O sea que el servicio y rectificación de Yitzjak complementaba al de su padre Avraham actuando en dirección opuesta, de abajo hacia arriba. Al cavar los pozos revelaba la luz oculta simbolizada por las aguas vivientes, que previamente habían sido atrapadas en el reino material inferior (Malkut). Con sus herramientas rompía las corazas (klipot), las cáscaras físicas revelando la luz encubierta desde por debajo de la tierra hacia arriba. Este servicio se llama “or jozer” (luz de retorno).
Por esto su emunah (certeza y convicción) le permitía adquirir y dominar el conocimiento de la Provisión constante de Yahvéh. También sabía que el Eterno podía proveer en muchas diferentes maneras, no solamente una.
La sabiduría mística explica que los últimos tres pozos de Yitzjak corresponden a los tres niveles ascendentes del alma. Este servicio esencial de Yitzjak representa el proceso madurativo rectificado de toda alma en sentido ascendente de abajo hacia arriba. Esta es la labor del tzadik oculto que inspira a la gente para estimular su amor y temor al Eterno, aunque no conscientemente. Al cavar los pozos, Yitzjak proyectaba su energía positiva hacia los corazones de la gente, causando que experimenten un inexplicable estímulo por conocer y amar al Todopoderoso.
Entendiendo lo hasta aquí considerado, podemos entender por qué Yitzjak ama a Esav. Sabe que él no es un gran tzadik (justo), pero es un hombre del campo, de la tierra, ciertamente un gruñón que respira la grosera realidad del mundo físico. Y esto es lo que Yitzjak ama de él. Yitzjak no quiere ángeles en el cielo (ya los conoce desde la akeidah -atadura-), está acostumbrado a verlos. Lo que le interesa es atrapar un pedazo de realidad y ocuparse de él. He aquí el motivo por el que Yitzjak quiere bendecir a Esav, porque cree que con la fuerza de esas bendiciones Esav puede verdaderamente revertirse, rectificar su camino y justamente desde su tosquedad revele a HaKadosh Baruj Hu, Yahvéh, nuestro Dios.
Antes de este capítulo, Itzjak fue mencionado sólo en combinación con Avraham; desde este punto en adelante, él sólo se menciona en relación con Yaakov. Este es el único capítulo en el que el centro de atención está sobre él. Él vivió 180 años, con lo que su vida fue la más larga de los tres patriarcas. Pero su vida es la menos accidentada, no obstante esto, por todo lo que hemos visto que hizo en su misión, él es un tipo de Mashiaj.