«Digna de alabanza es la nación que conoce el sonido del júbilo”
Salmo 89: 15
Cuando los israelitas entraron a la tierra de Israel y quisieron tomar la ciudad de Jericó, hicieron sonar el Shofar y los muros de la ciudad se derrumbaron.
Sabemos que el shofar (en hebreo: שופר) es un instrumento musical de viento ceremonial metafísico.
Este instrumento de viento de origen animal es uno de los más antiguos conocidos por el hombre, usado por los hebreos desde hace más de 3.500 años.
Los sonidos son repeticiones de tres sonidos básicos conocidos como:
*Tekiá (un solo soplo largo), significa la explosión o el toque; es un sonido claro extendido como de trompeta. Significa: Reconocer que Yah es el Rey por medio de Su Mashiaj.
*Shevarim (El quebrantamiento) Tres soplos o notas cortas en suspiro (suave). Significa ser doblegado o roto frente a la Majestad de Dios.
*Teru’ah: (La alarma) son nueve soplos cortos, o notas pequeñas en staccato, en una rápida sucesión. Su significado es el de un pedido por piedad a Dios.
*Tekia Gedolah: (El gran soplido, o la Gran Tekiah): Esta es una nota aguda sin corte y alargada mantenida al máximo, según el aguante del trompetista. Este sonido del shofar es colectivamente entendido como señal de Dios, llamando a su gente para venir a Él; ello tiene su raíz en Éxodo 19:13.
El Zóhar establece que el toque del Shofar no tiene que ver con el sonido simplemente, también está relacionado con la purificación y elevación de la conciencia redimida.
La conexión está en el saber, esto es lo que activa la energía.
El sonido que emana del Shofar opera como un láser espiritual que disuelve todos los bloqueos de energía negativa que hemos creado durante el año.
Así como el ultrasonido disuelve esas molestas piedras renales que causan un dolor agudísimo a las personas, éstos bloqueos que hemos insertado en nosotros mismos son los que atraen el juicio. Así pues, el sonido místico del Shofar actúa como un agente limpiador; una vibración de ultrasonido mística que permea cada rendija y escondite de nuestro ser, removiendo los residuos negativos y purificando nuestra alma. Una vez que éstos bloqueos son removidos, los juicios pierden sus blancos.
En el Majzor (conocido como el «Libro de Oraciones» de Rosh HaShaná) aparece un nombre curioso. En el momento culminante del servicio, en la sección del TASHRAT (acrónimo de Tekiah, Shevarim, Teruah, es decir, diferentes tipos de toques del shofar), suena el shofar durante el servicio de Rosh HaShaná. Hay una oración conocida como yehi razton («que sea tu voluntad«) entre los toques del shofar, que dice:
“Yehi razton milefancha shet’kiat tashrat sh’anachnu tokim t’hei m’rukemet hai’reeah al yadei hammunah Tartiel k’shem sheqibalta al yad Eliyahu Z”L, viY’shua Sar HaPanim v’Sar MemTet. V’timeleh aleinu b’rachamim. Baruj atá HaShem, baal rajamim”.
Traducida al español dice:
“Que sea tu voluntad (ante ti) que el sonido del TASRHAT que soplamos sea tejido en la cortina por la mano del ministro Tartiel, como el nombre que fue recibido por la mano de Eliyahu (su memoria sea bendita por siempre), y Yeshúa el Príncipe del Rostro, y el Príncipe Metatrón ; Y que estés lleno de misericordia para con nosotros. Bendito seas, Maestro de las misericordias”.
Surge pues una pregunta: ¿Quién es “Yeshúa, el Príncipe del Rostro”?
El blog judío ortodoxo Emes v’Emunah escribe:
“No existe ningún ángel, Yeshúa. Yeshúa es Jesús”. ¿Por qué aparece el nombre de Yeshúa en este punto del servicio de Rosh HaShaná? Este nombre también aparece en varios majzors (conjunto de libros litúrgicos de la religión judía), con pequeñas variaciones de esta oración yehi ratzon. Entonces, Emes Ve-Emunah señala lo siguiente:
“La versión más antigua que encontré es el Majzor Kol Bo estándar (Hebrew Publishing Co.) que usaban nuestros padres y abuelos (junto con el Beis Yisroel Yiddish Teitch, que probablemente data de la década de 1920 o antes). También está en el Kol Bo Rav Pnimim (Zigelheim 1951), el Oahr Judush (1978), el Majzor Rabbah (Eshkol), la traducción al inglés de Adler (alrededor de la década de 1930). Y está en el Artscroll, en la versión Ashkenaz está en la página 436 que tiene la traducción al hebreo (Yud Shin Vav Ayin) y al inglés: ¡Yeshúa!”
Emes Ve-Emunah: Jesús en el Majzor de Rosh HaShaná
En Soloveitchik Machzor de K’hal Publishing, traducen ‘Yeshúa’ al inglés, pero explican de manera interesante que la referencia a ‘Yeshúa’ se refiere a Yeshúa ben Yotzadak, el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) del Tanaj (Zacarías 3, 6).
“… el sonido sea bordado en la cortina [celestial] por el ángel designado [ טרטיא”ל ], así como aceptaste las oraciones por medio de Elías, de quien es recordado para siempre; Yeshua (el Kohen Gadol), ministro de la Cámara Interior; y el ángel ministrador [ מט”ט ]; y que seas lleno de misericordia sobre nosotros. Bendito eres Tú, Maestro de las Misericordias”.
Rosh HaShaná Majzor, rabino Joseph B. Soloveitchik, K’hal Publishing, pág. 449
A continuación se muestra una fotografía del Majzor de Rosh HaShaná y Yom Kipur de la Hebrew Publishing Company proporcionada por Phil Goble de Artists for Israel .
¡Por el mérito de Yeshua el Mesías, que todos seamos inscritos en el Libro de la Vida!
Cada fiesta judía está infundida con una energía especial que nos ayuda a trabajar en un rasgo particular de carácter y a desarrollar determinados aspectos de nuestras vidas. Las mitzvot de las fiestas son herramientas que nos ayudan a alcanzar la meta de ese momento particular.
A menudo, la clave para descubrir este enfoque se encuentra en las plegarias. El sidur(libro de oraciones) llama a Sucot zman simjateinu, es decir, ‘el tiempo de nuestra alegría‘. ¡Sucot está diseñado como un taller práctico de alegría de una semana de duración!
Durante siete días, nos movemos fuera de nuestros pisos alfombrados, de nuestra casa con aire acondicionado, hacia un pequeño refugio llamado Sucá. Pero, ¿cómo se supone que esto nos hará felices?
La lección es que los objetos físicos que tenemos a nuestro alrededor no son lo que nos hacen feliz. Una persona puede vivir en una hermosa casa y ser absolutamente miserable. O bien puede vivir en una cabaña en mal estado y ser eufóricamente feliz. La clave para la alegría es el éxito en nuestras relaciones. Esto incluye nuestra relación con otras personas, con nosotros mismos y con Dios.
Relación con otros
Las Cuatro especies ofrecen importantes pistas de como alcanzar la alegría a través de las relaciones.
Los cabalistas dicen que las cuatro especies del Lulav (ten en cuenta que «Lulav» se refiere a la hoja de palmera, pero dado que es la más grande, el término se refiere también a las cuatro especies juntas) representan a cuatro tipos diferentes de judíos:
El Etrog tiene un buen gusto y una buena fragancia. Representa una persona con sabiduría (aprendizaje de Torá) y buenas obras.
El Hadás (mirto) tiene una buena fragancia, pero no es comestible. Representa una persona que tiene buenos actos, pero no tiene sabiduría.
El Lulav (palmera datilera) es comestible, pero no tiene olor. Esto representa la persona con sabiduría, pero sin buenas obras.
El Aravá (sauce) no tiene ni sabor ni olor. Se trata de una persona que no tiene ni buenas obras ni tampoco la sabiduría de la Torá.
En Sucot, reunimos estas cuatro especies, las atamos, y las agitamos todas juntas. El Lulav es casher sólo si las cuatro especies se toman juntas. Si falta una de las especies, el Lulav entero no es válido.
Un principio similar es enseñado en lo concerniente a la composición del incienso que era llevado al Templo Sagrado. Había 11 ingredientes, de los cuales uno, la jelbana, olía terrible. Aun así, el incienso sólo era valido si todos los ingredientes estaban incluidos. Esto nos enseña que debemos mirar a todo el pueblo judío como una sola unidad, trabajando juntos.
Puede haber gente que no nos gusta, pero todavía tenemos que relacionarnos con ella. No podemos decir simplemente que ciertas personas no son parte de nuestro mundo, o que no pertenecen a nuestro pueblo. Al contrario, la humanidad es una unidad indivisible. Este reconocimiento es básico para la felicidad porque cuando nos damos cuenta de que estamos todos interconectados, podemos ser más pacientes y tolerantes con los demás.
Ten en cuenta que cuando se toma el Lulav, el Etrog se coloca al lado del sauce. El que tiene más debe colocarse a sí mismo cerca del que tiene menos, con el fin de influirlo favorablemente.
Esta idea encuentra expresión también en la mitzvá de invitar huéspedes a nuestra Sucá. Este año, trata de invitar a algunos amigos más, tal vez incluso alguien que tú no conoces muy bien. ¡Los resultados te sorprenderán!
Relación con uno mismo
Otra manera de mirar el Lulav se menciona en el «Sefer Bahir«, un trabajo cabalista de casi 2000 años de antigüedad. Ahí se describe a las cuatro especies como cuatro partes del ser humano:
El Etrog representa al corazón, la sede de nuestras emociones.
El Hadás (mirto) tiene hojas en forma de un ojo.
El Lulav (palmera datilera) representa la columna vertebral, de donde proceden nuestros actos.
El Aravá (sauce) representa los labios, nuestro discurso.
Las cuatro especies deben tomarse en conjunto como una unidad. Así también, para alcanzar la felicidad, uno debe utilizar todas sus facultades al unísono. No se puede decir una cosa y sentir otra. Debemos unificar nuestros sentimientos, nuestras acciones, nuestro discurso y nuestras perspectivas. Con todos estos trabajando juntos, estamos bien encaminados hacia la autoestima, la tranquilidad y la alegría.
Relación con Dios
Las cuatro especies representan también el nombre de Dios. Aravá (sauce), Hadas (mirto), Lulav (palmera datilera) y Etrog representan la Yud, la Heih la Vav y la Heih de las cuatro letras del nombre de Dios.
Una vez más, la clave aquí es la unidad. Como decimos todos los días en la oración del Shemá: «Dios es uno». Mientras que las cosas pueden parecernos como buenas o malas, debemos darnos cuenta de que todo proviene de Dios. Uno debe hacer frente a diversas circunstancias agradables y desagradables, en última instancia para el máximo crecimiento de uno mismo, pero en esencia todo proviene de Dios.
Ser conciente de esto nos mantiene enfocados y nos ayuda a hacer frente a las dificultades de la vida. Cuando nos relacionamos con la unicidad de Dios, podemos alcanzar la verdadera felicidad en este mundo.
Sucot es una oportunidad que dura una semana para construir estas relaciones e incorporarlas en nuestras vidas. ¡Que podamos todos disfrutar de un gran éxito en esta aventura!
Fuentes:
«Sefer Haminaguim» – Jag HaSucot I «Midrash Rabá» – Levítico 30:12 Talmud – Menajot 27a; «Código de Ley judía» O.C. 651:12 Talmud – Kritut 6a-b. «Midrash Rabá«. Levítico 30:14. «Jaim B’Yad» – Rab Jaim Palatchi, 52 «Rab Pe’alim» – Ben Ish Jai – II Y.D. 32
Después de que el SEÑOR liberó a Israel de la esclavitud de Egipto, les dijo:
«Seguidme al desierto, a una tierra no sembrada» (Jeremías 2:2).
Así fue que más de dos millones de personas entre varones, mujeres y niños respondieron a la llamada y partieron hacia la Promesa de Dios.
Ahora bien, el desierto es un lugar duro y seco. A no ser que estuvieras preparado con provisiones y protección, un viaje a través de él podría ser una amenaza para la vida, tal vez incluso suicida. Pero considere lo que debe haber sido para dos millones de personas. ¿Qué comerían o beberían? ¿Dónde encontrarían refugio? ¿Cómo evitarían los escorpiones, las serpientes y otros peligros?
En una palabra, el Señor mismo cobijó a los judíos con Nubes de Gloria y proveyó sobrenaturalmente para ellos durante sus 40 años de vagabundeo en el desierto después del Éxodo. Dios realizó milagro tras milagro, sosteniendo al pueblo en medio del desierto y sus peligros…. En consecuencia, ordenó a Moisés que estos actos de jesed divino se conmemoraran como la fiesta de Sucot (Lev. 23:34; Deut. 16:13-16).
La palabra sukot (סֻכּוֹת) es el plural de la palabra hebrea sukah (סֻכָּה), que significa «caseta«, «cabaña» o «enramada«. En el judaísmo tradicional, una sukah es una estructura temporal utilizada para «vivir en ella» (es decir, principalmente para comer o recibir invitados) durante los ocho días de la fiesta de Sukot («Tabernáculos»). La finalidad de la sukah es recordarnos el tipo de cabañas en las que vivían los antiguos israelitas cuando atravesaban los peligros del desierto.
Según la halajah (ley necesaria), la sukah mínima debe tener dos paredes completas con una tercera pared de al menos la «longitud de un palmo«. Las paredes pueden ser de cualquier material, aunque la estructura debe estar cubierta con un «sejaj» (סכך) o techo de paja, hecho sólo de material orgánico que representa las Nubes de Gloria que cubrían las tiendas de nuestros ancestros en el desierto.
Es costumbre decorar la sukah colgando frutas del sejaj y añadiendo otros adornos. Dado que una sukah está construida mínimamente con dos paredes, que se asemejan a un brazo doblado, y una tercera pared que se asemeja a una mano, algunos de los sabios dicen que representa el brazo de Dios envolviéndonos para darnos refugio (un «abrazo divino»). La opinión tradicional, sin embargo, es que la Sukah pretende recordarnos las Nubes de Gloria que protegieron al pueblo de Israel mientras vivía en condiciones hostiles y peligrosas en el desierto.
La Torah afirma que debemos alegrarnos durante el tiempo señalado de Sukot – samakta b’jageja (שָׂמַחְתָּ בְּחַגֶּךָ) -. e inmediatamente reitera que debemos estar alegres» – hayita aj sameaj (הָיִיתָ אַךְ שָׂמֵחַ). (Deut. 16:14-15) Por esta razón, los sabios llamaron a los ocho días de Sucot «Z’man Simjatenu«, que se traduce como «el tiempo de nuestra felicidad«.
¿Por qué alegrarse?
Pero, ¿por qué se nos ordena «alegrarnos» y estar «totalmente alegres» durante la temporada de Sukot?
He aquí algunas razones:
En primer lugar, la fiesta recuerda el gran Éxodo de Egipto y los milagros que el Eterno realizó en favor del pueblo hebreo. Puesto que estamos emparentados con ellos y les debemos nuestra fe, debemos estar agradecidos y alegrarnos por el cuidado y la providencia de Dios hacia nuestros fieles antepasados.
En segundo lugar, Dios mismo «tabernaculó» (es decir, puso su Tabernáculo) con el campamento de Israel en el desierto. Sabemos que la Sukah de Dios se llama Mishkan (מִשְׁכָּן), palabra que se traduce como skeine (σκηνη) en la traducción griega LXX (Septuaginta). A Moisés se le dio el diseño del Mishkan en el Sinaí para que Yahvéh mismo habitara en una tienda en medio del pueblo de Israel:
shakhanti b’tokham – «para que yo habite entre ellos» (Éxodo 25:8).
La cubierta de la Sukah de Dios era en realidad la nube de la Gloria de Dios (Éxodo 40:35-36). El apóstol Pablo se refirió a que los israelitas eran sumergidos («bautizados») por la Gloria Shekhinah de Dios que los rodeaba (1 Cor. 10:1-2).
En tercer lugar, tras establecerse en la Tierra Prometida, Sukot se asoció con la Fiesta de la Cosecha de Otoño, Jag Ha’asif (חַג הָאָסִף), o la «Fiesta de la Recolección» (Éxodo 23:16, 34:22). Se trataba de una celebración otoñal de acción de gracias por la cosecha de frutos, celebrada durante la luna llena de Tishri.
En cuarto lugar, el rey Salomón dedicó el Templo judío en Sukot (1 Reyes 8; 2 Crónicas 7). La gloria Shekhinah de Yahvéh descendió para encender el fuego del altar y llenó el Santo de los Santos (1 Reyes 8; 2 Crónicas 7:1-10).
Más tarde se convirtió en costumbre (basada en Deut. 31:10) que cada siete años los peregrinos se reunieran en el Patio del Templo durante Sucot para escuchar al rey reinante leer pasajes de la Torá. Esta ceremonia se llamaba Hakhel (הַקְהֵל, «reunirse»), y ciertamente era un momento de alegría.
En quinto lugar, las Sagradas Escrituras registran que Sukot fue la primera fiesta observada después del cautiverio babilónico, cuando se dedicó el Segundo Templo (Esdras 3:2-4).
En sexto lugar, con el paso del tiempo, Sukot se convirtió en la fiesta más importante que se celebraba en la Tierra Prometida, llamada «la Fiesta del Señor» (חַג-יהוה, Lev. 23:39; Jueces 21:19) o simplemente «la Fiesta» (1 Reyes 8:2, 65; 12:32; 2 Cron. 5:3; 7:8). Junto con la Pascua y Shavuot, Sucot es una de las tres Regalim («fiestas de peregrinación») que unían a todo Israel en una celebración sagrada.
Los peregrinos de todo Israel (y, de hecho, del mundo) se reunían anualmente y levantaban innumerables y coloridas cabañas cerca del Templo. Compraban sus arba minim (cuatro especies), encendían hogueras, decoraban sus sukas y se alegraban en la celebración de la cosecha de otoño. Esperaban con impaciencia la famosa ceremonia de extracción de agua del Templo (nisuj ha-mayim), los espectaculares espectáculos de luces, la música especial y el ondear del lulav…. Después de la solemnidad de Yom Kippur, Sucot era un tiempo para acampar y regocijarse en la provisión y el amor del Señor.
Yeshua, como Mashiaj ben Yosef, asistió a la fiesta pero lo hizo «en secreto» (Juan 7:8-10); cuando vuelva como Mashiaj ben David, será abiertamente, con las «Nubes de Gloria» (Mateo 24:30, Apocalipsis 1:7). Nótese también que los dos grandes temas de Sucot (durante el período del Segundo Templo) eran 1) el agua, y 2) la luz. Es probable que Yeshúa se refiriera a sí mismo como el «Agua Viva» (Juan 7:38) y la Luz del mundo (Juan 8:12) durante las ceremonias de «extracción de la casa de agua» durante este festival.
Finalmente, cuando Yeshua regrese para establecer el Reino Mesiánico en la tierra, Él volverá a «tabernáculo» con Israel en Jerusalén (Ezequiel 37:27-28; Apocalipsis 21:3). La manifestación visible del SEÑOR, la gloria de la Shekhinah ( presencia Divina) se verá como un fuego brillante sobre todo el Monte Sión (Isa. 60:1,19, Zac. 2:5), y todas las naciones de la tierra viajarán hasta allí para celebrar Sucot (Zac. 14:16-19).
El oráculo del profeta Isaías dice
«Entonces Yahvéh creará sobre todo el recinto del monte Sión y sobre sus asambleas una nube de día, y humo y el resplandor de un fuego ardiente de noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel» (Isaías 4:5).
Nota: Esta esperanza se expresa en la bendición del libro de oraciones para el final de Sukot:
«Que sea Tu voluntad, Adonai nuestro Dios y el Dios de nuestros antepasados, que así como he cumplido con la mitzvá y he habitado en esta sukah (terrenal), así pueda merecer en el año venidero habitar en la Sucá de la Piel del Leviatán«.
El Midrash dice que en el mundo venidero el Mesías hará que el «Leviatán» (un pez gigante creado el 5º día de la creación) y el «Behemoth» (un buey gigante) se destruyan mutuamente (Levítico Rabá 13:3). Con la hermosa piel del Leviatán Dios construirá sukot para albergar a los justos (Bava Batra 75a). El resto de la piel del Leviatán se extenderá sobre Sión como un dosel, y la luz que salga de él iluminará el mundo entero. Esto se llama a veces «la Sukah de la piel de Leviatán». Dentro de estos doseles, los justos comerán la carne del Leviatán y del behemoth con gran alegría.
¿Pero cómo se supone que la observancia moderna de celebrar en una sucá sea alegre? Después de todo, las comodidades habituales de la vida faltan allí…. ¿Cómo nos invita a ser felices el «habitar» en una frágil cabaña?
Sukot nos recuerda que nosotros también somos forasteros, de paso…. Al igual que el padre Abraham, vivimos en una tierra extranjera como ger v’toshav («extranjeros y peregrinos«), esperando la Ciudad de Dios (cf. Hebreos 11:9-10).
Con todo lo explicado debemos aceptar que el espíritu de esta festividad nos invita a meditar que no necesitamos las llamadas seguridades que este mundo puede ofrecernos -incluyendo una economía estable o la bolsa de valores- para ser felices y estar provisto; lo mejor de nuestra existencia es reconocer que estamos rodeados por la Presencia protectora de Dios. ¿Qué más podríamos desear, especialmente cuando consideramos este mundo fugaz y moribundo en el que vivimos? Como dijo Pablo:
«Esta leve y momentánea aflicción nos prepara un peso eterno de gloria que no tiene comparación, ya que no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven. Porque las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas. Porque sabemos que si la tienda (σκηνος), que es nuestro hogar terrenal, se destruye, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos. Porque en esta tienda gemimos, anhelando revestirnos de nuestra morada celestial.« (2 Corintios 4:17-5:2)
Fuente: Adaptado de una públicacion de: John J. Parsons
«En el último día de la fiesta, el día grande, Yeshúa se levantó y proclamó: «Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su corazón brotarán ríos de agua viva.»
(Juan 7:37-38)
Al estudiar la Torah (Instrucción) divina debemos saber que la última fiesta de la cosecha anual es Sukot (esta ha sido conocida como la «Fiesta de los Tabernáculos«, «Fiesta de las Cabañas«, o «Fiesta de las Enramadas«), que comienza el día 15 del séptimo mes y dura siete días.
Cuando estuvimos estudiando la parashá Vayelej, aprendimos que Moshé ordenó al pueblo de Israel celebrar una ceremonia de renovación de la Alianza matrimonial con YHVH cada siete años durante la festividad de Sukot:
«Y Moshé les ordenó, diciendo: ‘Al final de cada siete años, en el tiempo establecido del año de la liberación, en la Fiesta de Sukot.» (Deuteronomio 31:10)
Allí mismo, Moshé nos enseña lo que debe ocurrir en la ceremonia:
«Reúne al pueblo, a los hombres y a las mujeres y a los niños, y a tu extranjero que está dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y teman a YHVH tu Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta Torah.» (Deuteronomio 31:12)
Debemos pues aceptar que esta ceremonia tenía implicaciones para la Segunda Venida del Mashiaj, y el establecimiento de la Era Mesiánica o Milenio. Así pues, obediente a este precepto, all final de cada siete años, durante el Shemitáh (Año Sabático), el pueblo de Israel subía a Jerusalén para celebrar Sukot; y es que tanto el Año Sabático como Sukot tienen algo en común con la Era Mesiánica.
El Shemitáh (Año Sabático) es el Shabat a mayor escala, en lugar de seis días semanales y un día de descanso (Shabat), son seis años y un año de descanso (Shemitah). De igual manera, la Era Mesiánica (Milenio) es el Año Sabático en una escala mayor; o sea que en lugar de seis años y un año de descanso, son seis mil años, y mil años de descanso. El día de Shabat es una pequeña muestra de la Era Mesiánica, y lo mismo se aplica al Shemitah (Año Sabático).
La festividad de Sukot también tiene implicaciones de la Era Mesiánica. Los siete días de Sukot ocurren en el séptimo mes del año. Sukot es a los otros días sagrados lo que el Shabat es a los otros días de la semana. Tanto Sukot como el Shabat celebran el acontecimiento de la Creación y el tiempo de Paz verdadera y plena que llegará al mundo en la Segunda Venida del Mesías.
Jerusalén: el Centro de la Voluntad divina.
Leemos en el Rollo de Devarim (Deuteronomio) lo siguiente:
«Cuando todo Israel venga a comparecer ante YHVH tu Dios en el lugar que Él elija, leerás esta Torah ante todo Israel en su audiencia». (Deuteronomio 31:11)
En este versículo, nos encontramos con tres cosas que podemos recordar:
Primero: En el principio del versículo, donde dice: «Cuando todo Israel se presente ante YHVH tu Dios…» Aprendemos que a todo Israel se le ordenó venir, incluso al extranjero en la tierra de Israel. Como dice el versículo siguiente: «Reúne al pueblo, a los hombres y a las mujeres y a los niños, y a tu extranjero que está dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y teman a YHVH tu Dios, y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Torah;» (Deuteronomio 31:12). El mandamiento de que todo el pueblo de Israel e incluso los extranjeros en la tierra debían venir juntos prefigura lo que sucederá en la Era Mesiánica, donde todas las naciones de la tierra vendrán a Jerusalén.
Segundo: En medio del versículo, donde dice: «…en el lugar que Él elija…», recordamos que el lugar que el Eterno eligió, y sigue eligiendo, es Yerushalayim (Jerusalén). Por eso es que vemos que los primeros creyentes de Yeshúa demostraron su fe reuniéndose en los atrios del Templo todos los días. En la Era Mesiánica, Jerusalén no sólo será el centro espiritual del mundo, sino también el centro geo-político de todos los asuntos globales. Como dice el oráculo del profeta Isaías: «Y muchos pueblos irán y dirán: ‘Venid, y subamos al monte de YHVH, A la casa del Dios de Ya’akov; Y Él nos enseñará de sus caminos, Y andaremos por sus sendas.’ Porque de Sión saldrá la Torah, Y la palabra de YHVH de Yerushalayim«. (Isaías 2:3)
Tercero: La última cosa que podemos recordar de Deuteronomio 31:11, es del mismo final, donde dice: «…leerás esta Torah ante todo Israel en su audiencia«. Entendamos que la gente en el antiguo Israel no tenía un acceso fácil a la Torah, ya que en aquel entonces no había máquinas de imprimir ni libros. El recuerdo de la Torah por parte del pueblo de Israel dependía totalmente de las lecturas públicas de la Torah. Por eso Esdras y los hombres de la Gran Asamblea instituyeron el método de lectura de las actuales porciones semanales de la Torah (Parashot).
Así mismo, en los días de los apóstoles, el pueblo de Israel también dependía de las lecturas públicas de la Torah. Una persona normal no tenía un rollo de la Torah en su casa, así que tenía que ir a la sinagoga para escucharla. Yeshúa se preocupó de ir a estas lecturas públicas, y los seguidores de Yeshúa también siguieron dando importancia a las lecturas públicas de la Torah. El apóstol Pablo, escribiéndole a su hijo apostólico Timoteo, dice:
«Hasta que yo venga, presta atención a la lectura pública de las Escrituras». (1 Timoteo 4:13).
La palabra griega anágnosis en realidad debe traducirse con la frase «lectura pública». Evidentemente, el apóstol está avalando la costumbre de la lectura pública de la Torah en la sinagoga en el Shabat, imitada también por las primeras comunidades al congregarse en el Nombre del Mashiaj. Toda esta costumbre hace eco de la lectura pública de la Torah que se ordenaba en Deuteronomio cap 31, vers. 11, aludiendo a lo que las naciones harán en la Era Mesiánica.
Pero existe un dato muy interesante en la tradición hermeneútica de los Sabios judíos que habla de otra interpretación de Deuteronomio 31:11. Ellos hacen notar que el pasaje dice: «…túleerás esta Torah delante de todo Israel en su audiencia«, en donde hacen notar que la palabra «tú» aparece en singular. Entonces, los sabios preguntan: «¿A quién se dirige esta orden?» Entonces, ellos mismo dicen que este mandamiento necesita un individuo que tenga el poder de reunir a toda la nación de Israel, y el único que puede hacerlo es el rey de Israel, el Mashiaj Ben David.
Maimónides explicó que aquellos que escuchaban al rey leyendo la Torah debían actuar como si la estuvieran oyendo venir del Monte Sinaí. Se suponía que debían escuchar como si la hubieran oído venir del Todopoderoso, «ya que el rey no es más que un emisario facultado para proclamar las palabras del Señor«.
Esto alude a la llegada del Rey Mesías, que reinará en Jerusalén. Los rabinos se imaginaron cómo sería escuchar la Torah de la boca del Mesías:
«En el futuro el Santo, bendito sea, se sentará en el Jardín del Edén y expondrá la Torah. Y todos los justos se sentarán ante Él, y toda la Familia Soberana se pondrá de pie. A la derecha del Santo, bendito sea, estará el sol con las constelaciones y a su izquierda la luna y todas las estrellas. Y el Santo, bendito sea, expondrá los significados de una nueva Torah que dará a través del Mesías.«
(Midrash Alef Bet deRabbi Akiva)
Cada vez que leemos de la Torah, experimentamos una pequeña muestra de lo que será en la Era Mesiánica, donde todos en el mundo entero estarán ansiosos por aprender de la Torá. Como profetiza Isaías:
«Y muchos pueblos irán y dirán: ‘Venid, y subamos al monte de YHVH, a la casa del Dios de YaaKov; Y Él nos enseñará de sus caminos, Y nosotros andaremos por sus sendas’. Porque de Sión saldrá la Torah, Y la palabra de YHVH de Yerushalayim.» (Isaías 2:3)
La fiesta de Sukot desempeñó un papel importante en el proceso de construcción del primer y del segundo Templo.
Leemos en el primer libro de los Reyes el relato de cómo Salomón dedicó intencionadamente su recién construido Templo durante la festividad de Sukot, imprimiendo así un nuevo significado al nacionalismo que ya tenía Sukot para los israelitas (1 Reyes 8:2).
Del mismo modo, el sacerdote reformador Esdras dedicó el Segundo Templo en Sukot (Esdras 3:4); y en el libro de Nehemías leemos que la celebración por la finalización del muro y la lectura pública de la Torah termina con una celebración de Sukot (Nehemías 8:18).
Así pues, la conexión entre Sukot y el Templo no pasó desapercibida para los profetas. La descripción que hace Zacarías de la era mesiánica, que es la haftará del primer día de Sukot, se centra en el culto universal en el Templo en el marco de Sukot, proclamando que los miembros de todas las naciones que hayan sobrevivido al período de destrucción que precederá a la era mesiánica se unirán para servir a Dios y acudirán al Templo de Jerusalén para celebrar la fiesta de Sukot (Zacarías 14:14-17).
El Séptimo Mes, el Sukot y el Milenio.
Ahora, los invito a enfocar toda nuestra atención en Sukot.
He dicho más arriba que esta festividad es una sombra profética del Reino de los Cielos que viene e inaugurará el Milenio.
En el pensamiento judío, la fiesta de Sukot es la más alegre de todas las fiestas. Los sabios la llaman «Z’man Simjateinu» (que se traduce: «El tiempo de nuestro regocijo«).
Notamos que, de acuerdo al contexto histórico-geográfico de la tierra de Israel, después de recoger las cosechas, Moshé ordenó al pueblo de Israel que celebrara y se regocijara ante el Nombre de YHVH. El precepto establecía que cada varón, debían construir cabañas o enramadas (sukot) y vivir en ellas durante los siete días en que duraba dicha fiesta, como recuerdo de la época en que vivían en cabañas en su viaje por el desierto durante el Éxodo. En este lapso debían presentar ofrendas YHVH; el primero y el octavo día eran días de reposo adicionales en los que no se debía trabajar (cf. Lev 23: 33-36; 39-43).
Ahora, necesito invitarlos a realizar un ejercicio utilizando nuestra imaginación. Hagamos pues el esfuerzo en imaginar lo que acontecía después de las lluvias de primavera y de la cosecha de cebada y trigo en la época de la Pesaj y de Shavuot, venía la estación seca en la que generalmente no llovía. En el séptimo mes, la tierra estaba dura y estéril, y con la última cosecha llegaba la esperanza de las tan necesarias lluvias de otoño, que se entendían como una recompensa por la obediencia del pueblo a Elohim. Los israelitas probablemente tenían en mente las palabras de la Torah al acercarse a esta estación:
«Y si obedeces mis mandamientos que te ordeno hoy, de amar a YHVH tu Elohim, y de servirle con todo tu corazón y con toda tu alma, él dará la lluvia para tu tierra en su tiempo, la lluvia temprana y la lluvia tardía, para que recojas tu grano y tu vino y tu aceite. Y dará hierba en tus campos para tu ganado, y comerás y te saciarás.» (Deuteronomio 11: 13-15).
En los días del Sagrado Templo, una parte importante de la fiesta de Sukot era la ceremonia diaria de libación de agua, en la que se extraía agua del estanque de Shiloah, se llevaba al Templo en una alegre procesión y se vertía sobre el altar para invocar la bendición de Elohim para la lluvia.
Es en este contexto de oración por la lluvia que Yeshúa anunció el último día de Sukot que él es la fuente de agua viva que puede saciar el deseo de vida eterna del hombre (Juan 7:37-38; cf. 4:13-14) Nuestro Gran Maestro dio a entender que sin este agua espiritual, es decir la lluvia del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), el ser humano bebería y continuaría teniendo sed espiritual. Así pues, las lluvias otoñales y la cosecha de la Fiesta de las Cabañas también apuntan al derramamiento del Ruaj HaKodesh en los últimos tiempos y a la gran cosecha final de almas de todas las naciones a la que se refirió Yeshúa en su parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30, 37-43). Aludiendo a este simbolismo, el teólogo Conner afirma:
«Así, en los días finales de la gracia, al final de esta era, tendrá lugar la cosecha. La misma lluvia que madura el trigo también madura la cizaña. La misma lluvia que madura a los justos también madurará a los malvados»
[Conner, «Las fiestas de Israel», pg. 68]
El discípulo Juan tuvo una visión de esta cosecha del final de los tiempos de los justos y los malvados:
«Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados son los muertos, que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansan de sus labores; y sus obras los siguen. Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda. Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está seca. Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada. Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y otro ángel salió del altar, el cual tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra; porque están maduras sus uvas. Y el ángel echó su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y la envió al grande lagar de la ira de Dios. Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios.«
(Apocalipsis 14:13-20).
La sukah también se llama la «sukah de la paz», y simboliza el anhelo por la paz verdadera y plena de toda la humanidad. Por eso es que en la fiesta de Sukot sacrificaban, cuando existía el Beit HaMikdash (Santo Templo), setenta toros, simbolizando que Israel intercedía por las setenta naciones del mundo, como un indicio de la sukah de paz entre Israel y las naciones del mundo. Vemos pues que, según el Espíritu de la Profecía, Sukot es un anticipo del Reino Mesiánico, cuando habrá paz en la Tierra, los enemigos de Israel serán derrotados, y tanto judíos, como gentiles habitarán juntos y en armonía sirviendo a YHVH, el único Dios verdadero. Sukot es pues una sombra profética del Reino de los Cielos que viene.
Es por causa de las cosas por venir, que Yeshúa Rabeinu expresó su preocupación por el hecho de que haya muy pocos trabajadores dispuestos a recoger la abundante cosecha de los campos maduros (Mateo 9:37-38, Juan 4:35). El momento oportuno es crucial para el éxito de la cosecha. Si la cosecha no se recoge a tiempo, puede perderse fácilmente. Lo mismo ocurre con las muchas almas que estaban maduras para la cosecha a lo largo de los tiempos, pero que se perdieron porque no había trabajadores disponibles para llevarles las buenas nuevas del Reino de Dios.
Regresando a las costumbres de Israel para la estación de otoño, debemos saber que después de que la cosecha era traída y las cabañas fueron construidas, los israelitas habitaron y se regocijaron en ellas por la duración de la fiesta. Esto no sólo era una conmemoración de su frágil existencia y de la providencia de Elohim en el desierto; también era un recordatorio de la fragilidad actual de su vida incluso después de haberse establecido en la tierra prometida a nuestros padre en la fe. Es decir que los israelitas, no debían confiar en sus casas ni en la tierra, pues estas podían ser fácilmente arrebatadas; sino que ellos debían confiar sólo en YHVH Elohim, que seguía preservándolos como lo había hecho durante el Éxodo.
Las cabañas les recordaban que no eran sencillamente peregrinos y extranjeros en la tierra. Del mismo modo en nuestros días, al celebrar esta festividad, nosotros confesamos que el creyente en el Mesías es un peregrino y forastero en este mundo que se encuentra en busca y a la espera de una ciudad cuyo constructor y artífice es Elohim, al igual que Abraham, Isaac y Jacob (Heb 11,10-16).
Así pues, al igual que las enramadas eran moradas temporales, a los creyentes se les recuerda que su cuerpo físico terrenal no es más que una morada temporal que un día será desechada y sustituida por una casa nueva y celestial, la morada eterna de un cuerpo inmortal y glorificado(2 Corintios 5:1-5).
El carácter escatológico de esta fiesta se desprende de las palabras del profeta Zacarías, que escribe que los que sobrevivan a la última batalla del final de la historia:
«…subirán año tras año a adorar al Rey, al YHVH de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de las cabañas» (Zacarías 14: 16).
En otro nivel, la plenitud de esta fiesta se experimentará en la resurrección y glorificación de los santos y el establecimiento del reino eterno y celestial de Mashiaj. Entonces miraremos hacia atrás en el frágil peregrinaje terrenal de esta vida y recordaremos la bondad del YHVH, regocijándonos en su esplendor. Entonces el Mishkan de Elohim estará con los hombres:
«Habitará con ellos, y ellos serán su pueblo.» (Apocalipsis 21: 1-4).
Hemos aprendido que la Sukah (traducida como «enramada«, «cabaña«) está formada por tres paredes y el sejaj (el ·techo» hecho de vegetación)… es decir, uno sobre tres.
Pues bien, esa fórmula mesiánica («Uno sobre Tres«) encierra un maravilloso secreto revelado en el armado de la Sukah, y la posterior obediencia de vivir en ella durante siete días.
Si les gusta profundizar en los secretos revelados en esta estructura cósmica denominada sukah, me gustaría contarte que las tres paredes de la Sukah se correlacionan con las tres letras de la palabra Yud; que son Yud-Vav-Dalet (así es como se deletrea: י ו ד) … considerándolo así, encontramos que las paredes, o particiones de la sukah, representan un tipo de Yud que se divide en tres partes, estas tres letras, que son lo que en hebreo se conoce como la Yud inferior.
Ahora nos toca también considerar el secreto revelado en el Sejaj, también llamado techo, que se coloca en la parte superior de las tres paredes. El mismo se correlaciona con el segundo tipo de Yud, que es solo una letra (sin ser fraccionada en las letras que integran su nombre), es decir , la Yud misma escrita así: י. Es por eso que el Sejaj debe colocarse a no menos de diez tefajim, porque el valor del Yud es diez, ya que el Sejaj representa el Yud Superior.
Para comprender lo expresado en el párrafo anterior, debemos conocer que las normas halájicas en la construcción de la sukah, en lo referente a la altura de la misma establecen que la misma debe ser no menor a diez (10) Tefajim (ochenta centímetros (1 metro), por cuanto los Sabios entienden que no es posible habitar en menos de diez (10) Tefajim de altura. Y no puede superar la medida de diez (10) Amot (9.5 m.) porque para ello habría que hacer paredes más fuertes (para que no se caigan), y no parecería una morada momentánea, sino fija.
Ahora, volviendo a nuestra consideración, notamos que así combinada, la Sukah total, con las tres paredes y la Sejaj, representan las dos clases de Yud, la Yud indivisa y la Yud dividida, y esto se correlaciona con los dos Nombres principales diferentes del Eterno, el Nombre de YHVH (Yud -Heih-Vav-Heih) y el Nombre de Adonay (Alef-Dalet-Nun-Yud), que, cuando se combinan, tienen el valor numérico total de 91, que sale exactamente como el valor numérico de la palabra Sukah ( «סוכה» = Samej + Vav + Kaf + Heih = 91). Con esta referencia guemátrica vemos que Sukah se correlaciona con el Nombre combinado de con una Yud al principio y otra Yud al final … y esto se debe a que la Sukah, como he mencionado antes, es la combinación del nombre superior, la Yud superior … con el Nombre inferior, la Yud inferior … y esto también se llama la combinación de la «El Rostro grande de YHVH» y el «Rostro pequeño de YHVH».
Para lograr bajar esto a una praxis en nuestra vida cotidiana, debo decirles que al aceptar vivir por siete días en la Sukah, manifestamos a toda la Creación que sólo existe un único y verdadero Dios, manifestado a Israel con su Nombre más elevado: YHVH. A la misma vez, revelamos a toda criatura la esencia de nuestro Evangelio no sólo Él (Yahvéh) es el Único Dios, sino que lo hemos hecho nuestro Dueño (Adonay) comprometiéndonos con Él en la misión del Tikún Olam (la Rectificación del Mundo) llevando en nuestra mente lo que Él, por medio del Espíritu Santificador del Mesías, ha implantado en nuestro corazón. En otras palabras: siendo discípulos de Su Instrucción, logramos desarrollar en nuestra interioridad la imagen divina que Él nos puso al crearnos, esto sería, alcanzar a conformarnos a su semejanza (en hebreo: «Zeir Anpin» o «Rostro Pequeño de Dios«)… Entonces, y desde este entendimiento (Binah) nuestras mentes están en condiciones de pensar sujetas a Su paradigma, el Mashiaj, y de ese modo santificar Su Nombre: Yahvéh («Airj Anpin» o «Rostro Grande de Dios»), el Ha Kadosh Baruj Hu («Santo y Bendito Es»).
Puedes ver la explicación de este estudio en el siguiente video:
“En las Sucot habitaréis por siete días… para que vuestras generaciones sepan, que cuando saqué a los hijos de Israel de la tierra de Egipto los hice habitar en Sucot [cabañas]…”
(Vayikrá 23)
La festividad de Sukot es una de las conexiones más importantes del calendario que el Eterno ordenó guardar a Israel para concertar citas. Durante siete días abandonamos el confort de nuestras casas y nos establecemos en la Suka. La Suka es una cabaña o choza que consta de tres o cuatro paredes y un techo muy frágil, hecho de ramas, llamado sejaj.
En ella, y durante los siete días en que transcurre esta celebración, cada alma redimida logra conectar con todo su potencial, su Luz circundante, logrando incorporarla para gozar de esa energía en su vida diaria y lograr una prosperidad plena y duradera.
Por todo esto es que existen muchas pautas y requisitos que se deben seguir en su construcción, y con respecto a la ubicación donde se erige, para que una suka para ser considerada «kosher«, es decir apta para su uso.
Primordialmente la suká es una cabaña al aire libre. Los lugares más populares para la suka incluyen: patios, jardines, balcones y terrazas, etc. Básicamente, cualquier lugar bajo el cielo abierto. Es que justamente es un requisito importante que no exista nada entre su suka y el cielo abierto. Así que siempre hay que asegurarse de que no hayan árboles, toldos o techos de cualquier tipo sobre su suka.
Ahora bien, si tú no tienes posibilidad de asistir a una suka construida según las indicaciones halájicas correspondientes, este año te hago una nueva propuesta: construye dentro de tu hogar un espacio sagrado donde realizar esta conexión.
Para lograrlo, no necesitas demasiado: sólo un poco de creatividad; una alfombra, almohadones, plantas, flores, las especies sagradas que se usan para sukot, velas, una lámpara, guirnaldas de LED, piedras, algún cartel con palabras y versículos que inspiren la mente y el corazón…
Sería ideal si puedes armarla de manera que haya un lugar de ingreso y, el resto, de alguna manera cercado por los objetos (o cordones, cintas de color, etc.), de manera que sólo se pueda entrar por la «puerta».
Recuerda que la activación del espacio es al anochecer de este lunes 20 de septiembre.
¿Cómo sabrás si lo hiciste correctamente?
Si al entrar y permanecer allí sientes una atmósfera especial, si sientes paz, inspiración; si sientes que quieres quedarte en ese espacio el mayor tiempo posible, y si te dan ganas de invitar a alguien a compartir, serán pruebas de que has construido un espacio sagrado.
Es una mitzvá (mandamiento) especial regocijarse en Sukot. Por esta razón, los días intermedios de Sukot se caracterizan por celebraciones llamadas Simjat Beit HaShoeva, conmemorando las libaciones de agua que eran ofrecidas en el Santo Templo durante Sukot.
La festividad de Sukot está relacionada directamente con el “agua”, ya que es el día del juicio universal respecto a las bendiciones de lluvia e irrigación para el año venidero.
Sukot también es un tiempo de bendición universal para todos los pueblos –simbolizados por las 70 ofrendas adicionales que se ofrecían en el Templo durante la festividad, que correspondían a las 70 naciones del mundo.
El Libro de Eclesiastés, escrito por el Rey Salomón, es leído en Shabat durante Sukot. El tema de Eclesiastés es la vana persecución de placeres mundanos en contraposición a la búsqueda espiritual eterna. En realidad, la frágil construcción de la Suka nos recuerda que las posesiones materiales son transitorias.
El séptimo día de Sukot es llamado Hoshaná Rabá, que se caracteriza por la procesión de los siete circuitos alrededor de la Bimáh, con las Cuatro Especies en la mano. La procesión culmina con el aporreo de la rama de sauce en el piso. Hoshaná Rabá es conocido como el día del sello final del juicio que comenzó en Yom Teruah. En Hoshaná Rabá, algunos tienen la costumbre de leer el Libro de Deuteronomio y permanecer despiertos toda la noche estudiando Torah.
A dos décadas de haber iniciado el siglo XXI nos podemos preguntar: ¿Cómo era el servicio del Santo Templo para este día tan especial de Yom Kippur, conocido como el Día de la Expiación? … Bueno, por medio de la tradición logramos conocer cómo era el procedimiento de los servicios litúrgicos, así como el especulado y aún desconocido momento de la suerte de Azazel.
Yom Kippur comenzaba para el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), siete días antes del 10 de Tishrei, cuando el Kohén Gadol tenía que dejar su casa de habitación, que generalmente era un palacio, y confinarse en las instalaciones del Santo Templo. Iban a ser siete días durante los cuales no tenía contacto con su esposa y se iría a dedicar completamente al repaso de las leyes pertinentes al Avodáh (servicio) del Seder de Yom Kippur como tal.
Durante estos siete días en las premisas del Templo el Sumo Sacerdote iba a hacer parte de los preparativos de los servicios diarios que se llevaban a cabo por los Kohanim y de esa manera se familiarizaba con todo. Estos siete días son conectados con los siete días de la inauguración del Tabernáculo (en el mes de Aviv) tiempo en el que Moisés actuó como Sumo Sacerdote hasta entregarle las prendas y la autoridad a su hermano Aharón como HaKohen Gadol.
Así, recordamos lo que nos dice la Torah que Aarón y sus hijos, los Kohanim, fueron segregados de sus casas y recluidos por siete días en los linderos del Tabernáculo y de esa manera comenzaron a oficiar durante el Octavo día (Levítico 8:33, Yoma 2a.)
Las actividades durante Yom Kipur preferentemente se llevaban a cabo por el Sumo Sacerdote, quien se volvía la figura central de toda la Avodáh de este sagrado día, aunque los Kohanim tenían que desarrollar mucha parte de la ceremonia y lo referente a las ofrendas. De esta manera, el Kohen Gadol en este único día del año tenía que colocarse ocho prendas, que incluían 4 prendas de oro. Naturalmente entendemos que al portar las prendas para este día debía primero ir al Mikvé, al baño ritual y sumergir todo su cuerpo en agua pura.
Cabe destacar que si uno de los sacerdotes durante la noche previa tenía una emisión seminal, él no podía participar de los servicios del Templo hasta tanto no se hubiera sumergido en el Mikvé y dejara que llegara la noche.
Nuestros sabios indican que demasiado alimento inducía a una emisión seminal, por lo tanto, al Kohén Gadol solo se le daba una pequeña ración para evitar sufriera un percance.
El Kohén Gadol se aprestaba entonces a vestir 4 prendas de oro, previo un baño ritual, realizaba una parte del servicio, y luego iba de nuevo al Mikvé y se cambiaba las prendas de oro por las de lino blanco.
Portando las prendas de oro el Kohen Gadol oficiaba en la mañana el servicio de Tamid, preparaba las lámparas de la Menorah y ofrecía el incienso diario.
El Kohen Gadol, al anochecer del día 9 de Tishri se unía a los ancianos del Sanhedrín se ubicaban en la Puerta del Este, quienes le indicaban que leyera en voz alta las Leyes y los condujera a la belleza de las ofrendas del día que terminaba.
El Sumo Sacerdote era instruido en la manera de cómo recoger el incienso con sus manos, una de las más difíciles tareas para el Servicio en el Templo. Así, durante Yom Kippur, el Kohen Gadol colocaba el incienso sobre una pala de carbones encendidos y eso producía una nube de incienso que cubría todo el Lugar Santísimo.
Después de haber expuesto la Halajáh (Ley Oral) del Avodáh (Servicio) del Gran Día, y haber leído las Sagradas Escrituras, todos los ancianos lo rodeaban lo mantenían despierto hasta la medianoche. En ese momento, los Kohanim echaban suertes para ver a quien le tocaba remover las cenizas del Altar como dice Levítico 6:3 para un día normal; luego echaban otra suerte para ver quien limpiaba las cenizas del Altar Interior y de la Menorah; luego otra suerte para los que iban a servir el incienso; una cuarta suerte para elegir a los Kohanim que irían a ofrecer las partes que se quemaban.
Cuando el vigía anunciaba: »El primer destello de la mañana ha salido», ellos tendían una sábana blanca de lino que protegía al Kohen Gadol. El entonces se quitaba sus ropas y se sumergía en el Mikvé y se colocaba las ropas de oro para iniciar las ofrendas continuas de la mañana. También, santificaba sus manos y sus pies y hacía una incisión en el animal que serviría de holocausto. Inmediatamente, él escogía a un Kohen para que hiciera el sacrificio del animal y el Sumo Sacerdote recibía la sangre en una vasija denominada el Mizrak, que él iba a rociar en la esquina del Altar.
Luego el sumo Sacerdote quemaba el incienso, preparaba la Menorah, traía las partes que iban a ser ofrecidas en el Altar y hacía las libaciones que marcaban el orden del servicio.
De nuevo, localizados en la Cámara del Templo llamada Parváh, era colocada una sábana blanca de lino y el Sumo Sacerdote se sumergía en el Mikvé, santificaba sus manos y sus pies y se disponía a colocarse las vestiduras de lino blanco o Pelusian. Estas eran unas ropas muy costosas que eran preparadas con lino muy fino producido en la región de Pelusium, Egipto. Eran llamadas las Vestiduras Magnificas para servir al Rey de Gloria.
El toro permanecía entre la antecámara y el Altar mirando su cabeza hacia el Sur, luego era volteado y la cara del toro miraba hacia el Oeste, hacia el Santuario. El Kohen Gadol entonces colocaba sus manos sobre la cabeza del animal y confesaba sus pecados no dejando nada escondido entre su corazón. Durante la Avodá (labor o servicio sacerdotal) él hacía tres confesiones:
La primera confesión era por él mismo, y su familia inmediata. El pedía entonces perdón por todos sus pecados, enumerándolos desde el más simple hasta el más grueso. Cada confesión tenía que contener el Inefable Nombre, por lo tanto Tres veces nombraba a YHVH por Su Nombre -Shem HaMeforash- , usando el Tetragramatón. En la primera confesión se dirigía a Dios directamente.
La segunda confesión era por los demás Sacerdotes y se dirigía a Dios santificándolo como YHVH HaTzur (La Roca) en su calidad de Misericordioso.
En la tercera confesiónabrigaba a toda la nación entera de Israel. Cada una de las veces volvía a donde estaba el toro y confesaba sobre su cabeza.
Cada vez que el Sumo Sacerdote pronunciaba el Santo Nombre, toda la Nación de Israel se postraba en el piso y daban gracias. Hoy en la Sinagoga, nos postramos tres veces y confesamos: »Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed» que significa «Bendito es el Nombre de Su Glorioso Reino por toda la eternidad».
Después de sacrificar el toro, el Kohen Gadol entraba al Lugar Santísimo por primera vez y ofrecía Incienso frente al Arca Sagrada. Una segunda vez regresaba al Kódesh HaKodashim (Lugar Santísimo) y esparcía la sangre del animal. Luego de haber echado las suertes por los machos cabríos, el regresaba al Kódesh Hakodashim y esparcía la sangre del chivo en quien había caído «la suerte de YHVH», que era la ofrenda por el pecado.
¿Después del Primer Templo a qué lugar se dirigía siendo que no existía el Arca? Existían dos cortinas paralelas que separaban al Lugar Santísimo del resto del Templo. El Kohén Gadol entraba desde el Sur y caminaba hacia el Norte hasta el final de la Cortina Interior. Luego se volvía hacia la izquierda al Kódesh HaKodashim y se devolvía caminando hacia el sur hasta que llegaba a donde estaban Las Habadim (Varas) del Arca
Como se recuerda, el Arca fue escondida por el Rey Yoshiyahu al finalizar la era del Primer Templo y su lugar no fue revelado a aquellos que construyeron el Segundo Templo. Por lo tanto, el Sumo Sacerdote no llegaba hasta el Arca sino hasta las Varas que quedaron del Arca que eran dos palos de acacia y que indicaban hacia el Santuario.
Cada vez que el Sumo Sacerdote esparcía la sangre lo hacía contando de la siguiente manera:
ajat -uno-;
ajat ve ajat -uno más uno-;
ajat ushtayim -uno más dos-;
ajat veshalosh -uno más tres-;
ajat vearbá -uno más cuatro-;
ajat vejamesh -uno más cinco-;
ajat vashesh -uno más seis-;
ajat vashevá -uno más siete-.
Luego hacía lo mismo con la sangre del macho cabrío de YHVH.
YHVH vs. Azazel
Los dos machos cabrios eran comprados con fondos de la comunidad y tenían que parecerse hasta en su apariencia, altura y en el mismo precio. El Kohen Gadol tenía una caja de madera con dos suertes (el sumo Sacerdote Ben Gamla las mandó a hacer de oro puro) que decían: «para YHVH» y la otra «para Azazel«, según lo que prescribe Lev 16: 5-10 (cf. también Misná, Yomá 3,9; 4,1).
Tras echar suertes, y sobre el destinado al Eterno, el Sumo Sacerdote recitaba esta invocación: «Para el Señor, como sacrificio por el pecado (Rabbí Ishmael sostiene que se decía solo “para el Señor”)» [cf. Misná, Yomá 4:1]. Y lo dejaba cerca.
Y después entraba en el Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos o Lugar Santísimo), donde el Sumo Sacerdote pronunciaba el Nombre Santo de Dios, el Tetragrama Sagrado (las cuatro letras YHVH), solo él y únicamente en el día del Yom Kippur, realizaba la proclamación del inefable Nombre divino, el cual era un elemento esencial del rito para obtener la expiación y el perdón.
Después de eso, salía y se dirigía al macho cabrío «para Azazel». El nombre Azazel se deriva de las palabras Az (fuerte) y El (Poderoso). Estas palabras se refieren a las características físicas del terreno, es decir lugar de acantilados.
El Sumo Sacerdote ataba un hilo de color rojo púrpura entre sus cuernos para distinguirlo (cf. Misná, Yomá 4,2). También, en ese momento, se ponía otro hilo rojo en las puertas del Templo. Y dejaba allí al macho cabrío hasta un momento posterior.
Luego se procedía a despachar el chivo designado para Azazel con una persona designada para despeñarlo en los acantilados.
Para ello, y después de toda la Avodáh en el Santuario esto, el Sumo Sacerdote salía del Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos), se acercaba al macho cabrío para Azazel, le imponía las manos y hacía la tercera confesión de los pecados, esta vez por todo el pueblo (Misná, Yomá 6,2):
“Oh YHVH, tu pueblo, la casa de Israel ha cometido la iniquidad, ha transgredido, ha pecado ante ti. Perdona, YHVH, las iniquidades, las transgresiones, los pecados que tu pueblo, la casa de Israel, ha cometido, con los cuales ha transgredido y ha pecado ante ti, como está escrito en la Instrucción de Moisés tu siervo: «Porque en este día se hará expiación por vosotros, para purificaros. De todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de YHVH (Lev 16,30)”.
Todo el pueblo estaba en el atrio del Templo y cuando oía que se pronunciaba el Santo Nombre de Dios (era la segunda vez que sucedía), postrándose en el suelo aclamaba:
‘Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed» que traducido es: “¡Bendito el nombre de la gloria de su reino por siempre!” (Misná, Yomá 6,2).
De este modo se ponían todos los pecados del pueblo sobre el macho cabrío y se le conducía al desierto, donde tenía que morir como maldito y “pagar”, digámoslo así, para expiar por todo el pueblo. Debían asegurarse de que el animal moría, de lo contrario la expiación no tendría lugar. Se hacía una larga procesión con el macho cabrío, y durante el camino se le alimentaba y se le atendía (Misná, Yomá 6,4-6): debía morir en el desierto, a cinco kilómetros de Jerusalén. Se le precipitaba por un barranco y se debía constatar su muerte. El pueblo, al ver señales de humo, entendía que el macho cabrío había muerto, entonces el Sumo Sacerdote podía quemar las partes sacrificiales de los animales (Misná, Yomá 6,8).
Después de esto el Kohen Gadol se metía en el Mikvé por tercera vez y se colocaba las vestiduras de oro para hacer el servicio de Mussaf. Luego se sumergía por cuarta vez enel Mikvé y se colocaba las prendas de Lino Blanco y entraba por cuarta y última vez al Kódesh Hakodashim para retirar las vasijas que había usado en la ceremonia del incienso. De nuevo se sumergía por quinta vez en el Mikvé y se colocaba las ocho prendas de oro y ofrecía el Tamid, quemando el incienso de la tarde y prendiendo las candelas de la Menorah.
Cuando el Sumo Sacerdote salía del Templo y se mostraba a la nación entera, el pueblo, vestido de blanco, y asegurado que había recibido expiación por otro año más, celebraba y se regocijaba con el espíritu del día.
Según la Mishná (Yomá 6:8), cuando el macho cabrío para Azazel moría en el desierto, sucedía un milagro: el hilo rojo de la puerta del Templo se volvía blanco. Acerca de este milagro celestial encontramos una referencia al oráculo del profeta Isaías:
«Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán» (Isaías 1:18) (cf. Midrash Sifré Dt 1,7).
Por esto, una de las denominaciones del Templo en la época de Yeshúa era «Monte Líbano»: el nombre «Líbano» en hebreo tiene la misma raíz que el término labán (que significa «blanco»). Se trataba de algo parecido al “milagro” de la nieve sobre los montes del Líbano, y sobre el monte Hermón. Es que en el Santo Templo se producía el perdón de los pecados e Israel volvía al candor de la nieve. Es muy interesante saber que el Talmud narra que desde cuarenta años antes de la destrucción del Templo (desde el 30 d.C., fecha probable de la muerte de Yeshúa) el milagro ya no tuvo lugar: el hilo rojo no volvió a cambiar de color nunca más (Yomá 39b).
Un último aporte que quiero hacerles, surge de la curiosidad del hecho que el Pueblo se vestía de blanco al terminar el Gran Día. ¿Qué significa dicha vestidura para Israel?
(1) es el vestido de la pureza, de la inocencia, de la santidad;
(2) también es vestido de fiesta, así como
(3) la vestimenta nupcial que la esposa debe regalar al esposo;
(4) es también un vestido de sepultura: los israelitas (especialmente los varones) son sepultados con la vestidura blanca de su Talit o Manto de Oración, en posición fetal, como signo de la espera en la resurrección;
(5) es el vestido del sacerdote en el santuario; y
(6) la del sumo sacerdote en la liturgia del Yom Kippur, tal como se vivía en el Templo.
Bibliografía
La Torah, especialmente en Levítico capítulo 16.
La Mishná, más precisamente en el tratado Yomá.
El Midrash Sifré Flavio Josefo en Antigüedades judías 18,94.
Filón de Alejandría De specialibus legibus II, 194.
Francesco Giosué Voltaggio en Las fiestas judías y el Mesías
«Y en el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; no haréis ningún trabajo servil; es día de sonar el cuerno para vosotros. Y prepararéis holocausto. para olor grato a YHVH: un becerro, un carnero, siete corderos de un año sin defecto; y su ofrenda, flor de harina mezclada con aceite, tres décimas partes para el becerro, dos décimas para el carnero. y una décima parte por cada cordero de los siete corderos; y un macho cabrío como ofrenda por el pecado, para hacer expiación por vosotros; además del holocausto de la luna nueva, y su ofrenda, y la ofrenda continua. holocausto y sus ofrendas, y sus libaciones, según su ordenanza, en olor grato, ofrenda encendida a YHVH».
(Números 29: 1-6)
Los Sabios expertos en la exégesis de los códigos hebreos de la Torah (Instrucción) divina, nos enseñan que Yom Teruah (o Día de Aclamación) marca el sexto día de la Creación, el día en que Adam HaRishon , el primer hombre, fue creado. Lo interesante de esto para nuestra emunáh (Fe) es que el lugar en particular en el que se realizaría dicho evento, no era otro que lo que se conocería como Monte Moriah. Además, aprendemos que fue en este mismo lugar donde Adán pecó y se arrepintió por primera vez. Allí, dicen los Sabios que construyó un altar y presentó una ofrenda.
Unas veinte generaciones más tarde fue aquí (Monte Moriah) donde el ángel de Yahvéh detuvo la mano de Avraham en la Akedá (atadura) de Itzjak . Fue justamente en este evento y en dicho Monte (Moriah) donde apareció el carnero, proporcionando así a Abraham avinu los medios a través de los cuales expresar su amor por el Eterno, y de ese modo prefigurar la Buena Noticia del Mashiaj en sacrificio por Su Pueblo.
Captando esta explicación, comprendemos entonces que Yom Teruah es el día en el que reconocemos la soberanía de Yahvéh, com el Rey, Creador del universo y Juez de toda la humanidad. Es el día en el que «todos los seres humanos pasan ante Él como tiernas ovejas«; así también discernimos que el mensaje de de esta festividad es verdaderamente universal: incumbe a toda la humanidad aceptar sobre nosotros la soberanía de Yahvéh, como único y verdadero Dios, y tener en cuenta nuestros pensamientos y acciones, a la luz de este asombroso reconocimiento.
La Fiesta de Yom Teruah en los Días del Templo de Jerusalén.
Las trompetas que sonaron antes de la entrada al Kodesh – el Santuario – del Templo Sagrado en Yom Teruah son recordatorios del dominio del Eterno. El sonido del shofar, que también se tocaba en los escalones del Santuario, emana del aliento mismo, el aliento que viene de lo más profundo de nosotros, donde fue colocado, por primera vez, por Yahvéh Elohim en Adán , el sexto día.
Al leer el Salterio, encontramos Tehilim (Salmos) que describen las características principales de esta festividad cuando la Comunidad de Israel subía a Sión a celebrar a Su Dios:
«Dios ha ascendido con un estruendo, HaShem con la voz del shofar«. (Salmos 47: 6)
«Toquen el shofar en la luna nueva, a la hora señalada para nuestro día festivo». (Salmos 81: 4-5)
«Alabadle con toque de shofar« (Salmos 150: 3)
«Con trompetas y toques de shofar suenan ante el Rey, Dios«. (Salmos 98: 6)
De este modo, y por medio del sonido del Shofar, toda Israel era llamada a retornar a Yahvéh como una sola alma, la de una esposa que debía recordar que ya estaba desposada, y que simplemente debía esperar el regreso de Su Amado, para ingresar en las habitaciones que Él le ha preparado a fin de morar junto a Él y co-regentear con Él la existencia toda. Este regreso al Eterno, obligaba al Pueblo de Israel a comprender que la Alianza matrimonial con Dios en Sinaí no era la meta, sino el inicio de todo un proceso matrimonial regio. Dicho matrimonio se había logrado con el sonido de shofares celestiales:
«Y al tercer día, por la mañana, hubo voces y relámpagos, y una densa nube sobre el monte, y la voz del shofar era muy fuerte; y toda la gente en el campamento tembló«. (Éxodo 19:16)
«Y cuando la voz del shofar se hizo muy fuerte, Moshe habló, y Dios le respondió con una voz«. (Éxodo 19:19)
«Y todo el pueblo vio las voces y las llamas, y la voz del shofar, y la montaña humeaba, y la gente vio, y tembló, y se paró de lejos«. (Éxodo 20:15)
Así mismo, y como lo he señalado anteriormente, el shofar, que permanece quieto hasta que la respiración se proyecta a través de él, nos devuelve, a través de nuestra meditación y nuestra memoria, a nuestro propio origen, la respiración de vida de Dios en Adán , el primer hombre, el día en que fue hecho del polvo de la Tierra.
¿Por qué se tocaba shofar este día en el Templo?
El shofar se haría sonar más tarde en ocasiones alegres en el Templo Sagrado, como se ve en las citas anteriores del libro de los Salmos. Fue al comienzo mismo de la revelación Divina en el Monte Sinaí, cuando Yahvéh le presentó a Su pueblo la Torah, que se escuchó el sonido del shofar, que marca el pacto entre Yah y Su pueblo.
Así también el sonido del shofar en Yom Teruah recuerda a la unión de Itzjak , donde Dios proporcionó un carnero, que fue atrapado en la espesura por su cuerno, el shofar, como una señal de la promesa de Dios a Abraham de que«Estableceré mi pacto con él (Isaac) como pacto eterno para su descendencia después de él«. (Génesis 17:19)
Yom Teruah se conoce también como el «Día del Sondeo«. En el Templo Sagrado, esto fue marcado por el sonido de un shofar bañado en oro y trompetas de plata. Si observamos con detenimiento la imagen de arriba, notaremos que nos muestra a un kohen (sacerdote) parado en los escalones que conducen al Kodesh (el Santuario) del Templo Sagrado, y tocando el shofar. Flanqueándolo a cada lado hay dos kohanim (sacerdotes), cada uno tocando una trompeta de plata. El toque del shofar durará más que el de las trompetas, ya que el mandamiento principal del día festivo es oír el shofar.
Las Costumbres de Yom Teruah en el Segundo Templo.
«Cuando llegó el séptimo mes … toda la gente se reunió como un solo hombre en el lugar abierto que estaba delante de la Puerta de las Aguas«. (Nehemías 7: 72-81)
Tras el regreso del exilio en Babilonia, Esdras y Nehemías iniciaron una campaña de un mes de arrepentimiento en Elul para poder llegar a celebrar correctamente Yom Teruah. Así pues, los que retornaron del exilio babilónico se reunieron en el Patio del Templo reconstruido, y allí Ezra (Esdras) leyó en voz alta un rollo de la Torah. Cuando la gente escuchó las palabras de la Torah, se llenaron de remordimiento y comenzaron a lamentarse. Esdras y los levitas detuvieron el clamor, diciendo:
«¡Este día es sagrado para Yahvéh! ¡Detén tu lamento y deja de llorar!«
Desde entonces, los Sabios concedieron un estatus especial a la ciudad de Jerusalén en Yom Teruah; tal es así, que cuando esta festividad del Eterno caía en Shabat, todavía se permitía tocar el shofar dentro de la Ciudad Santa. Este fallo se aplicó no solo al Templo y al Monte del Templo, sino que incluyó a toda la ciudad de Jerusalén. Incluso a los habitantes que vivían dentro de las aldeas en las afueras de Jerusalén, a poca distancia y desde donde se podía ver el Templo Sagrado , se les permitía tocar el shofar en Shabat.
Después de las ofrendas diarias (tamid) y de la presentación de las ofrendas de Rosh Jodesh que la Torah ordenaba, se llevaban las korbanot (ofrendas o acercamientos) de Yom Teruah. Dichos korbanot (acercamientos) incluían diez animales: un becerro, un carnero, siete ovejas de un año y una cabra (tal como podemos observarlos en la imagen de abajo).
La presentación de las ofrendas comenzaba exactamente en el momento en que el Gran Sanedrín proclamó la Luna Nueva. Las ofrendas de Rosh Jodesh consistían en once animales: dos novillos, un carnero, siete ovejas de un año y una cabra. La entrega del macho cabrío como ofrenda por el pecado fue el punto central del día.
Entonces, necesito invitarte a que entendamos bien cómo funcionaba esta Fiesta. Durante el tiempo del Templo Sagrado, el drama de Yom Teruah comenzaba incluso antes del inicio del día santo. Este drama implicaba sí o sí la santificación de la luna nueva. Ahora bien, Yom Teruah ocurre el primer día del mes de Tishrei (séptimo mes), y por lo tanto, no puede comenzar hasta que se haya establecido la aparición de la luna nueva. El mandamiento de declarar la luna nueva y establecer su aparición para todos los hijos de Israel fue el primer mandamiento recibido por los israelitas, incluso antes de que salieran de su esclavitud en Egipto (Éxodo 12: 2). Al dar este precepto del Rosh Jodesh, esto es, de hecho, lo que Yah, en Su amor por Su pueblo, hizo: confió a los hijos de Israel como «socios» en el mantenimiento y perfeccionamiento de Su creación.
Para que esto funcionara bien y en perfecta sincronía, se requería que dos testigos que habían visto la aparición de la luna nueva, fueran y testificaran ante el Gran Sanedrín. Éste se reunía en la Cámara de Piedra Tallada, que estaba ubicado en el muro norte del Patio Interior del Templo Sagrado. Allí, estos dos testigos, serían interrogados y vueltos a interrogar, para verificar su idoneidad como testigos y la veracidad de sus palabras. Solo cuando esto se hubiera hecho a satisfacción de los sabios del Gran Sanedrín, comenzaría el servicio de Yom Teruah en el Templo Sagrado.
Los sabios pusieron gran cuidado y esfuerzo para asegurar la veracidad y eficiencia de todo el procedimiento de proclamación de la Luna Nueva. En última instancia, todo dependía de la voluntad de la gente común de presentarse como testigos. Uno solo puede imaginar el sentido de obligación y privilegio que sintió cada testigo mientras se dirigía a Jerusalén. Solo cuando esto se hubiera hecho a satisfacción de los sabios del Gran Sanedrín, comenzaría el servicio de Yom Teruah en el Templo Sagrado.
Por este detalle, se construyó un patio especial, llamado Beit Ya’azek, que tenía el propósito de albergar a los testigos que llegaban para presentar su testimonio de la luna nueva. Allí se les proporcionaba una comida abundante y un lugar para descansar mientras esperaban ser llamados a testificar en el Gran Sanedrín. La cálida bienvenida recibida por los testigos tenía como objetivo aliviar la carga de su viaje, así como animar a las personas a dar un paso adelante y viajar a Jerusalén cuando habían presenciado la luna nueva.
La determinación de la aparición de la luna nueva a través del testimonio de los dos testigos presenciales siempre estuvo acompañada de anticipación e incertidumbre. Las ofrendas de luna nueva o de año nuevo no podían comenzar hasta que dos testigos hubieran llegado y testificaran ante el Gran Sanedrín, a satisfacción del Gran Sanedrín. Por esta causa, se fue haciendo costumbre que la gente comenzara a observar la festividad como medida de precaución, incluso antes de que se hubiera ofrecido o aceptado el testimonio. Se cuenta que en una ocasión llegaron testigos al anochecer. En la prisa y la confusión resultante, los levitas se negaron a cantar su salmo diario. Para evitar que esto se repitiera, los sabios dictaminaron que desde ese momento y en adelante el testimonio solo sería aceptado hasta el momento de la ofrenda diaria de la tarde. Si los testigos no llegaban a esta hora, el día siguiente, no obstante, se observaría como Yom Teruah (esta es la razón por la cual los judíos hoy tienen dos días de Rosh HaShaná).
Resulta que, durante la época del Gran Sanedrín, la luna nueva fue santificada a través del testimonio de dos testigos que habían visto la luna nueva. Esto estaba de acuerdo con el mandamiento de la Torah. Para asegurar que la luna nueva, (Rosh Jodesh), las ofrendas se prepararan a tiempo en el Templo Sagrado, (así como las ofrendas de Yom Teruah en el nuevo mes de Tishrei, y se permitía a los testigos violar la restricción de Shabat contra viajar, para acelerar la proclamación de la luna nueva. En la imagen de abajo vemos a a un testigo enfermo que viaja en Shabat hacia Jerusalén, ayudado por escoltas y compañeros armados.
Cuando el Sanedrín estaba satisfecho con la veracidad del testimonio que habían recibido, se levantaban y caminaban hacia la puerta que daba al patio interior del Templo Sagrado. Entonces, y de pie en los escalones de la Cámara de Piedra Tallada, el jefe del Sanedrín proclamaba a la multitud expectante:
_ «¡El día es santificado!»
La gente respondía:
_ «¡El día es santificado! ¡El día es santificado!»
Entonces, los kohanim comenzarían inmediatamente a atender las ofrendas de Yom Teruah, y los levitas comenzarían a realizar el acompañamiento musical.
Inmediatamente después de proclamar: «¡El día es santificado!», Se activaba un sistema de mensajeros que corrían a llevar la buena noticia de la santificación de la luna nueva a todas las aldeas de Israel y más allá. La rápida transmisión de las noticias era esencial para que todos pudieran observar Yom Teruah en el día adecuado.
Simultáneamente, la proclamación de la luna nueva saldría de Jerusalén a través de antorchas encendidas por «equipos de relevo» especialmente designados que estaban ubicados en lugares estratégicos en las cimas de las colinas. Con este método, la noticia podría transmitirse rápidamente hasta las comunidades judías de Babilonia y Persia. La velocidad fue esencial para que todos pudieran observar Rosh Hashaná y las siguientes festividades en sus momentos apropiados.
El mapa que a continuación les comparto, muestra la ruta precisa a lo largo de la cual se encendieron las antorchas, lo que significa la aparición de la luna nueva. La primera estación a lo largo de la ruta fue Har HaMishcha, (el Monte de la Unción, más tarde conocido como el Monte de los Olivos). La ruta avanzó hacia el noreste para llegar a la ciudad babilónica de Pumbedita, que era un importante centro de la vida judía.
Investigando este interesante tema, me encontré en la Mishná con el siguiente relato:
Surgió una disputa entre Rabban Gamliel y Rabbi Yehoshua sobre los criterios para aceptar testigos que testifiquen sobre la luna nueva. El desacuerdo tuvo implicaciones prácticas muy serias, ya que afectó las fechas aceptadas por cada uno de los sabios con respecto a las vacaciones de ese año en particular. Para evitar la discordia nacional, Rabban Gamliel obligó al rabino Yehoshua a aceptar públicamente su decisión, diciéndole:
«Ven a mí con tu personal y tu dinero el día en que Yom Kipur cae según tus cálculos».
Llevar un bastón y dinero era una violación de Yom Kipur. Por lo tanto, al llevar a cabo el decreto de Rabban Gamliel, Rabí Yehoshua estaba mostrando públicamente su sumisión a la decisión de Rabban Gamliel sobre la idoneidad de los testigos de la luna nueva.
La ilustración de arriba muestra a Rabban Gamliel II y Rabbi Yehoshua, (con bastón y billetera), abrazados, terminando así su disputa.
El Toque del Shofar en Yom Teruah servía para recordar acerca de la resurrección de los muertos.
La meta principal de esta festividad es recordarle a Israel a que son un Pueblo escogido para convertirse en un reinado de sacerdotes para Yah (Shemot/Éxodo 19:6) Esto significa que la Alianza que el Eterno hizo con Israel, llevaba la responsabilidad de proclamar que todas las gentes deben saber que el Eterno rige los asuntos terrenales (ver com. Dan. 4: 17, 37). Israel está obligada a dar a conocer que es Dios quien ordena los asuntos de todas las naciones. En 221 forma figurada, es Dios quien levanta bandera (Isa. 5: 26) en la cima de los montes de la Tierra, para indicar a las naciones lo que deben o no deben hacer. Así lo dejó bien estipulado el oráculo del profeta Yeshaiahu:
«Todos los habitantes del mundo y los habitantes de la tierra, como estandarte en alto en los montes veréis, y como toque de shofar oiréis« (Yeshaiahu/Isaías 18: 3)
Según este versículo el sonido del shofar cumplía la misión de elevar la inteligencia emocional de cada miembro de Israel al comprender la Victoria final del Eterno sobre el sistema de cosas reptiliano imperante en las naciones. Si leemos el pasuk (versículo) 4 notaremos que al tocar shofar en Yom Teruah, y en cada luna nueva, Israel se elevaba a la consciencia mesiánica de que Yah mira sereno el torbellino de la Tierra, como se mira desde la sombra la tierra ardiente en pleno verano; lo observa y se prepara con calma para recoger la cosecha de las naciones.
Así es como lo podemos ver expresado en la tefiláh que la Casa de Judá eleva durante este día:
«… Dios nuestro y Dios de nuestros padres, toca el gran shofar por nuestra libertad, levanta el estandarte para reunir a nuestros exiliados, acércate a nuestros dispersos de entre las naciones, y reúnenos en nuestras dispersiones desde los confines de la tierra. Llévanos a Sion, tu ciudad, con alegría, ya Jerusalén, tu santo templo, con gozo eterno. Allí realizaremos ante ti nuestras ofrendas obligatorias, como nos ordenó en tu Torá, por medio de tu siervo Moisés, desde la fuente de Tu gloria, como está dicho: Y en el día de tu gozo, y en tus fiestas y lunas nuevas, tocarás las trompetas sobre tus ofrendas, y serán para ti un recuerdo ante tu Dios; Yo soy YHVH tu Dios.» (de la oración de Rosh Hashaná Musaf)
Entonces, al celebrar Yom Teruah, Israel debía entender y aceptar que todos los moradores de la Tierra Prometida deben observar los movimientos de la divina Providencia y esperar las órdenes de la voluntad divina que es buena, agradable y perfecta.
Al ordenar escuchar el sonido del shofar en Yom Teruah, el Eterno da seguridad a su Pueblo de que el Monte de Sion (donde está el Monte Moriah) es su descanso por siempre, y por lo tanto, Él cuidará de ella, preparando siempre para ellos las consolaciones y los refrigerios que serán aceptables por oportunos.
El Eterno tratará a los suyos y sus enemigos; y como el pueblo de Dios es protegido en todas las estaciones del año, así sus enemigos están expuestos a todas las estaciones. De este modo las naciones de la tierra serán convencidas de que Yahvéh es Dios único y verdadero, e Israel es su Pueblo sacerdotal, y se unirán a ofrecer sacrificios espirituales para su gloria.
¡Dichosos los que en Yom Teruah reciben la advertencia de Su juicio, y que se apresuran a unirse a Él y a su Pueblo Israel!
Bamidbar/Números 9: 1-14. Pésaj Shení/ La segunda Ofrenda de Pésaj.
“Y celebraron la Pesaj en el mes primero, en el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinái; tal como HaShem había ordenado a Moshé, así lo hicieron los hijos de Israel. Había, no obstante, algunos hombres que habían entrado en contacto con los muertos, y estaban por consiguiente ritualmente impuros, de modo que no pudieron preparar la ofrenda de Pésaj en ese día. Durante el transcurso de ese día, se acercaron a Moshé y a Aarón. «Estamos ritualmente impuros como resultado del contacto con los muertos –le dijeron los hombres a [Moshé]–. ¿Pero por qué deberíamos dejar de beneficiarnos y no poder presentar la ofrenda de Dios en el tiempo adecuado, junto con los otros israelitas?»
(Bamidbar/Números 9:5-7)
El relato de la aliyáh (ascensión) de hoy nos cuenta que en el año posterior al Éxodo, Dios le ordenó a Israel que ofrendara el korbán Pesaj (la ofrenda de Pascua) en su tiempo designado, el catorce de Nisán, el primer mes del año (9:2).
Puesto que el Libro de Bamidbar empieza con sucesos del segundo mes o Iyar (1:1), este capítulo está claramente fuera de secuencia, y de hecho los sabios lo emplean para afirmar que el orden de la Torah no es necesariamente cronológico (Pesajim 6b; Sifrí). Más en tales casos debemos intentar comprender por qué la Torah opta por narrar un suceso antes o después de que realmente ocurrió, porque ciertamente los Sabios no pretendieron decir que el orden de la Torah es del todo aleatorio sino sólo en las ocasiones que lo ameritan.
El sabio Rambán comenta que este libro se concentra principalmente en los mandamientos y las vivencias que se relacionaban con los años que la nación pasó en el Desierto. En consecuencia, Bamidbar comienza con una exposición cabal del tema del Tabernáculo y la relación del pueblo con el mismo, debido a que era el punto nodal de la nación en tal período, Por ello, resulta de toda lógica que la narrativa de la ofrenda de Pésaj se haya postergado hasta este punto.
– ¿Sabías que esta fue la única vez que aquella generación de israelitas celebró Pesaj en el desierto?
Es el exégeta Rashi quien hace notar que esta fue la única ofrenda de Pésaj que hizo Israel en todos los cuarenta años de su travesía por el Desierto, lo cual nos muestra cuán infortunado fue que la nación no pudiera entrar a Éretz Israel inmediatamente, donde habrían podido observar este mandamiento una vez por año. Más para no poner hincapié en ese pecado del pueblo al escuchar el informe negativo de los 10 espías, notamos que Elohim optó por inspirar a Moshé a que no empezara el Sefer Bamidbar con el mandamiento del Pesaj Shení.
Rashí, en sus comentario, explica que fue una vergüenza para los hijos de Israel no celebrar Pesaj más que una vez durante los cuarenta años. Esto se debe a que los hijos de Israel no podían circuncidar a sus hijos estando en el desierto y por lo tanto no estaban habilitados para celebrar Pesaj más que una vez. Recuerda que, de acuerdo con lo ordenado por Yahvéh, un padre cuyo hijo no está circuncidado no tiene el derecho de ofrecer el sacrificio de Pesaj (cf. Éxodo 12:48). Si el Eterno no le hubiera ordenado específicamente al pueblo hacer la ofrenda de Pésaj ese año, no habría podido hacerlo, puesto que ese precepto no habría cobrado vigencia sino hasta que hubiera entrado a Éretz Israel (Tosafot, Kidushín 37b, s.v.). Otra forma de entenderlo es que se les prohíbe a padres de niños incircuncisos elevar la ofrenda de Pésaj y, por razones médicas, era peligroso circuncidar niños en el Desierto (Ievamot 71b). de todos modos, resultaba vergonzoso que no hubieran podido realizar la ofrenda esas cuatro décadas, puesto que fue su propio pecado haberles creído a los espías lo que impidió que entrasen a la Tierra durante el segundo año del Éxodo (Mizraji).
Así, captando el por qué y el para qué de este Pesaj Shení (Segundo Pesaj) logramos entender por qué Yehoshúa (Josué), una vez que se establecieron en Eretz Israel, circuncidó a todos los israelitas que habían nacido en el desierto, tal como está escrito en su rollo:
“En aquel tiempo Yahvéh dijo a Yehoshúa: Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar, por segunda vez, a los hijos de Israel. Y Yehoshúa se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la razón por la cual Yehoshúa los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados. Pues los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz de Yahvéh; a ellos Yahvhéh les juró que no les permitiría ver la tierra que Yahvéh había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel. Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Yehoshúa los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino. Y sucedió que cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron. Entonces Yahvéh dijo a Yehoshúa: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso aquel lugar se ha llamado Guilgal hasta hoy. Estando los hijos de Israel acampados en Guilgal, celebraron Pesaj por la tarde el día catorce del mes en los llanos de Yerijó.” (Josué 5:2-10)
Notamos que un grupo de personas no calificaron para hacer la ofrenda debido a que estaban contaminadas. No obstante, motivadas por un intenso deseo de participar en esta gran experiencia espiritual, apelaron a Moshé.
En reconocimiento por su nobleza de carácter, Dios los convirtió en agentes por medio de los cuales reveló el nuevo mandamiento de Pésaj Shení, la segunda ofrenda de Pésaj, que sería efectuada un mes después del tiempo designado para la primera.
La Torah normalmente nos comunica los mandamientos por medio de Moshé, en vez de por iniciativa de terceros, más debido al sincero anhelo de tales personas de elevar su espíritu, Dios les concedió el honor de contribuir en la estipulación de este nuevo mandamiento (Sifrí).
La segunda ofrenda de Pésaj difiere de la primera en cuanto a que no hay festividad asociada con la misma, incluso para quienes realizan la ofrenda. Y además de ello, aunque no pueden comer alimentos leudados [jametz] con la ofrenda (v. 11), sí pueden poseer e ingerir jametz en el día en el que la realizan (Rashi; Pesajim 95a).
El Talmud ofrece tres versiones sobre quiénes eran las personas contaminadas:
✔️ la primera es que fueron los portadores del féretro de losef, que llevaban sus restos a Éretz Israel para ser enterrados en cumplimiento de la promesa que él pidió que sus hermanos le hicieran;
✔️ la segunda es que estos varones eran los levitas Mishael y Eltzafán, que se habían encargado de los cuerpos de Nadav y Avihu;
✔️ la tercera es que eran personas que habían hallado un cuerpo no identificado sin enterrar y cumplieron el mandamiento de inhumarlo (Sucá 25a).
Cualquiera sea la razón, lo cierto es que estas personas quedaron momentáneamente inhabilitados para hacer la ofrenda debido a que se habían ocupado de cumplir la mitzváh. El sabio Sforno comenta que la queja ante Moshé consistía en que se supone que una mitzváh debe abrir el camino a otra en lugar de cerrarlo.
En respuesta a este pedido Dios estableció el «Segundo Pesaj» (Pesaj Sheni) el 14 de Iyar para todo aquel que haya estado imposibilitado de traer la ofrenda en el mes anterior. Este día representa la «segunda oportunidad» que nos da Dios a través de la teshuváh (el poder del arrepentimiento y/o el «retorno»). Como dice rabi Yosef Itzjak Schneerson «Pesaj Shení indica que nunca esta todo perdido».
Así es, al leer esta aliyáh notamos como esos ciudadanos de Israel también querían participar de este servicio sagrado tan importante. Querían ser parte de algo mayor a ellos mismos, algo que los conectara con la Comunidad y con el Eterno, nuestro Dios, por lo que se acercaron a Aharón y a Moshé y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser marginados y no tener la oportunidad de presentar la ofrenda a Dios, así como el resto de los hijos de Israel?”
Moshé le preguntó a YHVH qué hacer y Él contestó: “Háblale a los hijos de Israel y diles: toda persona que esté contaminada por muerte o en un camino distante, tanto ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pésaj para YHVH. La prepararán en la tarde del día 14 del segundo mes (iyar) y la comerán con matzot y con hierbas amargas…” (ver Números 9:6-12).
El Eterno dijo: les daré una segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición actual. Cuando hagan lo necesario para revertir ese estatus, cambiaré las reglas. Esperaré hasta que estén preparados.
Pero, en nuestros días, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando por un camino distante’ hoy en día?
La verdad es que estos términos apuntan a conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de muerte ontológica. Un ‘camino distante’ es un lugar en el que estamos alejados de quienes se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de nosotros sí podemos identificarnos.
Al estar ‘en contacto con la muerte ontológica’ de lo cotidiano, al estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y nuestra fuente, tenemos la capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.
¿Cómo? Accediendo a este increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.
¿Cómo sabemos si estamos distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?
Una situación de desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En este camino hay un abismo entre lo que somos de verdad y la persona en la que nos estamos convirtiendo.
Cuando no somos la persona, la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de nuestro ser, sabemos que estamos lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago, aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En todos los casos, a menudo lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.
A menudo, la desconexión es consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros condicionamientos nos guíen haciendo que nuestro camino no cambie nunca, tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como con los demás, nos sentiremos desconectados de los senderos que llevan a nuestra esencia.
Pero, el Eterno, a través de la vida, nos da muchas segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con conciencia y pasar del juicio a la compasión, de la apatía al interés, de la inactividad a la actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa. El Camino se abre a la Verdad, la Vida comienza a fluir sin impurezas y el Padre nos abraza dándonos la bienvenida a Su Mesa festiva.
Pésaj Shení, el ‘Segundo Pésaj’, representa la capacidad de encaminarnos de vuelta hacia nuestro núcleo, hacia nuestra conexión Divina. Esta es la esencia de la teshuváh, la capacidad de volver, de regresar a la Casa del Abba. Teshuváh es definido como ‘arrepentimiento’, pero involucra algo mucho mayor. Es la capacidad de adoptar un cambio exhaustivo, de pasar de un estado a otro. Es la capacidad de cambiar nuestro ‘estilo de baile’.
Cambiar no es fácil, pero puede hacerse. Más allá de la distancia, más allá de la desconexión, el Eterno nos da Su Espíritu Santo para adquirir la capacidad de reparar y reconectarnos. Nuestro contacto con la ‘muerte’ puede darnos vida. Nuestra ‘distancia’ puede llevar a una cercanía mayor, tanto con Dios como con nosotros mismos.
Pésaj Shení, es la festividad de las segundas oportunidades, y nos recuerda que siempre podemos cambiar nuestra dirección y volver a casa.
Tu BiShvat podría parecer una fiesta trivial. Sus costumbres no van más allá de comer fruta, beber vino y niños plantando semillas de árbol. Sin embargo, es una fiesta muy importante, pues representa el resultado del trabajo espiritual, el fruto de nuestros esfuerzos. En los cuatro niveles de la naturaleza: inanimado, vegetal, animal, hablante, Tu BiShvat representa la corrección del nivel vegetal.
La fiesta de Tu BiShvat nos recuerda el poder positivo de la naturaleza. La semilla que plantamos simboliza el gran potencial que hay en nuestra conexión. La semilla germinará y crecerá como árbol vivificante, que luego dará fruto.
En la primera etapa de nuestro camino espiritual, cambiamos la intención egoísta (Lo Lishmá) en intención altruista (Lishmá), otorgar por otorgar. En la Torah, este grado se llama “cualidad de Binah“ (Entendimiento). Si adquirimos esta cualidad nos convertimos en “árbol del campo”.
Nuestro siguiente hito del progreso espiritual es recibir para otorgar. Aquí, el árbol estéril del campo comienza a dar frutos. Es el resultado de nuestro trabajo y grado.
La sabiduría de la Torah, es el “agua” que nos enseña a atraer la fuerza conexión positiva de la naturaleza a nuestras relaciones. Cuando dejamos que el espíritu de conexión positiva, que el “agua” fluya entre nosotros, lubricará nuestra conexión, la vitalizará con la fuerza positiva de conexión de la naturaleza.
Ahora usamos nuestro “árbol” para cultivar frutos, satisfacer los deseos de los demás y relacionarnos con ellos como la fuente de otorgamiento. Así, nos asemejamos a la cualidad de otorgamiento y completamos nuestra corrección. Tu BiShvat también es el fin de nuestro trabajo espiritual.
Invertir en un suelo rico y fértil puede compararse con la construcción de un entorno que valore la cualidad de amor, otorgamiento y conexión de la naturaleza, por encima de cualquier otro valor. Ese es el mensaje universal de Tu BiShvat. También esa es la razón por la que los sabios siempre consideran que esta fiesta es de mayor importancia. La Torá compara a la humanidad con un “árbol del campo”, Tu BiShvat, también llamada “Año nuevo de los árboles”, es una invitación al inicio del crecimiento, al inicio de una nueva vida.
El año nuevo de los árboles marca su despertar a la vida, simboliza el despertar del hombre para que logre el propósito de la vida: equivalencia con la cualidad de amor, otorgamiento y conexión de la naturaleza.
“El hombre es llamado árbol del campo» y Rosh HaShaná es el momento del juicio del bien y del mal. … Está escrito, “Por siempre es misericordia” (Salmos 89: 3). Así, en Tu BiShvat, que se le llama Año nuevo de los árboles, debemos fortalecernos con la cualidad de la amabilidad, porque así mereceremos la fruta del ‘árbol que da fruto”. (Rabino Baruch Shalom HaLevi Ashlag, Dargot HaSulam, “Año nuevo de los árboles”.)
El árbol tiene una estructura interna especial, se alimenta del suelo y se extiende hacia el sol. La parte más importante del árbol es su fruto. En general, cualquier planta, todo lo que crece de la tierra, nos alimenta y es la base de nuestra vida material. Nuestro desarrollo espiritual funciona de acuerdo con el principio de que funcionamos como un árbol en todo lo que hacemos.
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La fruta simboliza alcanzar nuestro propósito en la vida, que es lograr armonía con la cualidad de amor, otorgamiento y conexión de la naturaleza. En principio, todos aspirarían a alcanzar este objetivo, si entendieran lo dulce que es el fruto: existencia eterna y perfecta en logro absoluto, sin restricciones ni problemas.
Sin embargo, lo queramos o no, nos acercamos. La Sabiduría secreta de la Torah puede acelerar nuestro camino si la usamos correctamente. De lo contrario, tendremos que avanzar como lo hemos hecho hasta ahora, con golpes desagradables de la naturaleza que nos empujan.
Hay un hermoso futuro por delante y espero que la misma dulzura que sentimos del buen fruto de la tierra y las plantas, la podamos sentir al alcanzar nuestra alma.
“Los días de los árboles, serán los días de mi pueblo”
(Isaías 65:22)
“Será como un árbol plantado junto al agua”
(Jeremías 17:8)
En Tu B’Shvat(15 de Shevat) conocido como el Rosh Hashanáh o el Año Nuevo de los Árboles actúan como un límite o fecha de corte entre un año y el siguiente, ya que la mayoría de las lluvias del año anterior, en Eretz Israel, ya han caído. Un cierto porcentaje de los frutos han llegado a la etapa donde han comenzado a madurar. Esto se define desde el momento del florecimiento hasta que el fruto ha alcanzado un tercio de su pleno crecimiento. Las frutas que han llegado a esta etapa son atribuidas al año anterior. Cualquier nuevo florecimiento de la fruta después de este día cae en la categoría del Año Nuevo. Como resultado Tu B’Shvat es un factor decisivo en la determinación de las Leyes de Ma’aser y Orlah.
En Israel, el día 15 de Shvat se encuentra a la mitad del invierno boreal y vislumbramos hacia adelante la primavera. La savia de los árboles está comenzando a fluir y también se produce el aumento de las raíces de los árboles, aunque sin ser visto por el hombre y, como resultado de esto los frutos están manifestando su primera etapa de formación.
Además, el Talmud Ierushalmi (Rosh Hashaná 1:2) nos dice que los frutos que crecerán después del 15 de Shevat son considerados producto del nuevo año, pues hasta este día los frutos crecieron gracias a las lluvias del año anterior, pero a partir de esta fecha crecerán por efecto de las lluvias de este año.
Por ello, el Rosh Hashaná de los árboles, es un tiempo de Tefilah (Oración de Alianza). Nosotros jubilosamente celebramos este día para pedir a nuestro Creador que continúe derramando su benevolencia sobre sus hijos, los Benei Israel (HIjos de Israel), así también como con el resto de sus creaciones en el mundo, como decimos en Birkat HaMazón.
“Hazan et haolam Kulo Betuvo» («Alimenta al mundo entero, en su bondad»).
A pesar de ser llamado Rosh Hashaná, en Tu Bishvat no está prohibida la realización de trabajos, y tampoco existe en él la obligación de comer una comida festiva. Sin embargo, por cuanto que Tu Bishvat es llamado «Rosh Hashaná», rigen en él algunas leyes relacionadas con las leyes de los días de fiesta: en él está prohibido ayunar.
En Tu Bishvat se acostumbra comer frutos de los árboles (si es posible, que crecieron en la tierra de Israel), y especialmente los frutos que fueron recordados en el versículo de la Torá que alaba a la tierra de Israel: «Tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granadas, tierra de olivos y de miel (de dátiles)» (Devarim 8:8). La idea es reflexionar profundamente en el significado de cada uno de estos frutos.
Esta celebración es muy especial, pues permite un festejo que nos invita a comer frutos de árboles y meditar en los significados simbólicos de cada uno de esos frutos.
Te invito a escuchar esta entrevista que contiene una maravillosa enseñanza por medio de la cual sabrás qué celebramos y cómo hacerlo bien:
De acuerdo, lo admito, es un título extraño. ¿Cómo diablos podrían estar conectados los tres temas? Bueno, como está a punto de ver, no solo están conectados, todos están relacionados … relacionados con la sangre .
Antes de hablar sobre la Navidad, hablemos de una festividad que es mucho menos conocida en el mundo cristiano, pero que no tiene paralelo en su relevancia para la fe cristiana y también para los últimos tiempos: Hanukkah. Hanukkah es una festividad de la que todos los cristianos han oído hablar, pero de la que saben muy poco, aparte de que los judíos la celebran. Hanukkah es en realidad una palabra hebrea que significa «dedicación». La Fiesta de la Dedicación también se llamaba Festival de las Luces. ¿Por qué? Porque toda la historia gira en torno a la dedicación del templo y la renovación de las luces que se encontraron en el propio candelabro. Tomemos un minuto y repasemos la historia de esta increíble fiesta para que podamos ver cómo se relaciona con los creyentes de todo el mundo que viven en estos últimos días.
La historia de Hanukkah se puede encontrar en el primer libro de los Macabeos, que tiene lugar en medio del período del Segundo Templo. Si está familiarizado con la historia de Esther y Purim, entonces no está muy lejos de la historia de Hanukkah. Donde la liberación del pueblo judío durante el tiempo de Ester ocurrió mientras el pueblo estaba en el exilio, la liberación de Israel en la historia de Hanukkah ocurrió dentro de la tierra de Israel propiamente dicha unos dos siglos después.
Después de la historia de Purim, el pueblo de Israel regresó a su tierra natal y restableció el templo en Jerusalén. Pero esta vez, no era el villano Amán el que intentaba destruirlos, sino el rey griego sirio Antíoco IV, que fue uno de los sucesores de Alejandro Magno. A diferencia de su padre, Antíoco III, quien fue benévolo con los judíos y les permitió continuar practicando su religión, Antíoco IV fue mucho menos benévolo y buscó la destrucción total de la fe judía. En 169 a. C., los soldados de Antíoco entraron en Jerusalén, masacraron a miles de personas y profanaron el templo. Muchos de los judíos ya se habían helenizado y comenzaron a transigir y seguir las costumbres de los griegos. La alguna vez pura religión de Israel había sido nuevamente comprometida por la influencia de la opresión pagana. Una vez mas,
HÉROES
Esta vez, el héroe vendría como lo hicieron en otros relatos históricos donde Israel fue superado en número, en armas y en habilidades. Dios una vez más se infundiría en el corazón de una persona para ser lo suficientemente valiente como para enfrentarse a un tirano y contra todo pronóstico para salvar el día. Moisés lo hizo cuando desafió su educación real y se enfrentó a Faraón, Sampson lo hizo contra los filisteos, Gedeón lo hizo con sus 300 hombres, Phineas detuvo sin ayuda la plaga contra Israel, Ester se arriesgó a ir ante el rey sin haber convocado, y los 600 hombres de Saúl y Jonatán se enfrentaron a las decenas de miles de ejércitos enemigos. La historia es siempre la misma. A Dios le encanta voltear las fuertes espadas de los gigantes con una sola piedra de la honda de un campesino.
El primer héroe de esta historia es un hombre llamado Matityahu (Mat-tee-yahoo), un sacerdote de la tribu de Levi. Y según el rabino Fohrman, los nombres Matityahu y Moisés, cuyo nombre original que le dio la hija de Faraón fue Meshitihu, están conectados. Fohrman dice que Moshe y Meshitihu son exactamente el mismo nombre en arameo porque las letras shin y tav se pueden intercambiar. Esto vincula proféticamente a Moisés, que liberó a Israel al enfrentarse a un rey opresor, con Matityahu, que también fue utilizado para liberar a los israelitas de la opresión extranjera; esta vez de los griegos.La historia comienza con la población judía de Jerusalén dividida entre los judíos que adoptaron las prácticas paganas de los griegos y los judíos leales que no estaban dispuestos a comprometer su fe. Matityahu encajaba en el último grupo y estaba en su casa en Nadain cuando una autoridad griega se acercó a él con un soborno que la mayoría de la gente nunca rechazaría. Esto fue hecho por uno de los principales oficiales griegos en un esfuerzo por mover al influyente Matityahu para apoyar la ocupación griega, eliminando así a un enemigo más del estado griego. Leamos el relato directamente del Libro de los Macabeos:
1 Macabeos 2:17
“El oficial le dijo: ‘Tú eres un líder, un hombre honorable y grande en esta ciudad. Vamos, sé el primero en obedecer la orden del rey. Todos los gentiles, el pueblo de Judea y todo el pueblo que quedó en Jerusalén ya lo han hecho. Si lo hace, usted y sus hijos serán honrados con el título de ‘Amigos del Rey’ y serán recompensados con plata y oro y muchos regalos ‘”.
Así que se acercó a Matityahu y le ofrecieron un trato que le daría fama, fortuna y una vida sin preocupaciones. Estoy bastante seguro de que si bien algunos de nosotros hubiéramos pensado en esa oferta durante al menos uno o dos días, la mayoría probablemente la tomaría en el acto. Pero este fue un momento importante de Gedeón, Sampson, Moisés, Ester y Jesús / Yeshua. Una crisis de creencias. ¿Qué haría él? ¿Quien era él? Después de todo, eso es lo que realmente estaban probando: su identidad. ¿Realmente se consideraba un sacerdote de Yahvé, el Dios de Israel, o era solo un trabajo? Este fue el momento en el que esa pregunta estaba a punto de ser respondida. Moisés tuvo el mismo momento en el que tuvo que decidir antes de matar al egipcio si era hebreo o del palacio egipcio. Como creyentes, a menudo se nos pide que hagamos el mismo tipo de elecciones. ¿Vamos a ser vendidos para hacer cosas bíblicas en formas bíblicas o vamos a seguir a las masas en sus formas religiosas comprometidas? Es fácil nadar río abajo con todos los demás peces, pero defender lo que es correcto requiere un corazón para Dios y un valor que se necesita mucho hoy.
Al igual que Moisés, Matityahu hizo la misma respuesta instintiva al decirles a los griegos que no había forma de que pudiera ofrecer sacrificios a un dios pagano, independientemente de cuán lucrativa pudiera ser la oferta. En el versículo 19, proclama con valentía: “… No me importa si todos los gentiles de este imperio han obedecido al rey y se han rendido al mandato de abandonar la religión de sus antepasados. ¡Mis hijos, mis parientes y yo continuaremos guardando el pacto que Dios hizo con nuestros antepasados! ¡Con la ayuda de Dios nunca abandonaremos su Ley ni desobedeceremos sus mandamientos! «
Pero tan pronto como las palabras salieron de su boca, otro judío helenizado decidió aceptar la oferta de los griegos. Desafortunadamente para él, la furia de Matityahu se desató y audazmente detuvo a este apóstata, matándolo a él y al oficial real que estaba forzando sacrificios paganos en el acto. Y al igual que Moisés, este acto hizo que tuviera que huir con sus cinco hijos para salvar su propia vida. Mientras huía, gritó: «¡Todo el que sea fiel al pacto de Dios y obedezca su ley, sígueme!» (1 Macabeos 2:27). Con esto huyó y comenzó la rebelión contra la influencia del paganismo.
Matityahu continuó liderando una rebelión a gran escala contra la monarquía seléucida hasta que murió en 166 a. C. Su hijo Judá Macabeo, apodado «El Martillo», tomó su lugar. Ganaron guerras incluso cuando fueron superados en número 6 a 1 y Judá clamó a Dios: “Te alabaremos, Salvador de Israel. Rompiste el ataque del gigante de la mano de tu siervo David y dejaste que el hijo de Saúl, Jonatán, y el joven que portaba sus armas derrotaran a todo el ejército filisteo. Ahora, de la misma manera, deja que tu pueblo Israel derrote a nuestro enemigo. Ponlos en vergüenza, a pesar de toda su confianza en su infantería y caballería. Hazlos temer y deja que su fuerza audaz se derrita. Déjelos temblar ante la perspectiva de la derrota. ¡Te amamos y te adoramos, así que déjanos matar a nuestros enemigos para luego cantar tus alabanzas! » (1 Macabeos 4: 30-33). Y tal como lo había hecho cuando dividió el Mar Rojo, el Dios de Israel lo atravesó milagrosamente. Judá y su ejército rebelde derrotaron a los sirios y los obligaron a huir de Jerusalén, pero no antes de que se hiciera una cantidad increíble de daño tanto a la ciudad como especialmente al templo. Judá y sus seguidores la repararon, limpiaron los lugares santos y volvieron a colocar la menorá en su lugar para que pudiera proporcionar la luz que se necesitaba para continuar el servicio sacerdotal. Volvieron a dedicar el templo y pidieron que la conmemoración del evento fuera una fiesta anual de ocho días a partir del día veinticinco del mes hebreo de Kislev (generalmente nuestro diciembre) para celebrar la liberación del pueblo de Dios de las garras del paganismo. . pero no antes de que se hiciera una cantidad increíble de daño tanto a la ciudad como especialmente al templo. Judá y sus seguidores la repararon, limpiaron los lugares santos y volvieron a colocar la menorá en su lugar para que pudiera proporcionar la luz que se necesitaba para continuar el servicio sacerdotal. Volvieron a dedicar el templo y pidieron que la conmemoración del evento fuera una fiesta anual de ocho días a partir del día veinticinco del mes hebreo de Kislev (generalmente nuestro diciembre) para celebrar la liberación del pueblo de Dios de las garras del paganismo. . pero no antes de que se hiciera una cantidad increíble de daño tanto a la ciudad como especialmente al templo. Judá y sus seguidores la repararon, limpiaron los lugares santos y volvieron a colocar la menorá en su lugar para que pudiera proporcionar la luz que se necesitaba para continuar el servicio sacerdotal. Volvieron a dedicar el templo y pidieron que la conmemoración del evento fuera una fiesta anual de ocho días a partir del día veinticinco del mes hebreo de Kislev (generalmente nuestro diciembre) para celebrar la liberación del pueblo de Dios de las garras del paganismo. .
¿POR QUÉ OCHO DÍAS?
El Talmud dice que el motivo de la celebración de ocho días es porque hubo un milagro del aceite. La historia dice que cuando descubrieron la menorá, solo había aceite suficiente para un día. Pero milagrosamente, mientras estaban en camino para recuperar más, el valor de un solo día duró los ocho días completos que tomó producir más aceite. Esta fábula fue inventada con ironía dentro del judaísmo para eludir su ley oral que establece que no pueden conmemorar una victoria militar. Los ancianos inventaron esta solución creativa para que la gente pudiera celebrar y recordar de generación en generación esta asombrosa liberación de sus enemigos.
La mayoría de los eruditos creen que debido a que a los judíos no se les permitió celebrar la Fiesta de Sucot (Tabernáculos) de ocho días durante la guerra con los sirios, eligieron ocho días por esa razón. Otros dicen que fue porque la Torá dice que la toma de posesión de un sacerdote al servicio toma ocho días. Cualquiera sea la razón, esta fiesta se celebra en todo el mundo con el foco puesto en la luz, la menorá dorada en el templo. Este enfoque es el motivo por el que la festividad se suele llamar El Festival de las Luces. Para conmemorar la festividad, se usa una menorá de nueve brazos en lugar de la tradicional de siete brazos que se usa en el templo. Ocho de las ramas representan los ocho días de la festividad y el noveno candelero se agrega como el shemash, o vela de sirviente, que enciende el resto de las lámparas.
LA CONEXIÓN ESPIRITUAL
Antes de revelar la conexión que todo esto tiene con el anticristo, analicemos algunas de las conexiones espirituales más obvias pero sorprendentes que se pueden extraer de esta increíble historia. En primer lugar, Dios dice que somos el Templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16). Y al igual que el templo original en Jerusalén, está constantemente bajo el ataque de la influencia pagana y las fuerzas extranjeras de las tinieblas. Los poderes espirituales de los lugares inicuos mencionados en Efesios 6:12 están constantemente tratando de entrar en nuestro templo para profanarlo y dejarlo inutilizable para el Altísimo.
Antes de que una persona venga a Cristo, su templo ha sido comprometido y utilizado para los dioses extranjeros de este mundo. Pero como lo ha hecho tantas veces antes, el Padre vio esta catástrofe y envió un «Héroe» para salvar a Su pueblo una vez más: Su Hijo Jesús, o, en la lengua hebrea, Yeshua, nuestro Mesías. Yeshua se ofreció a sí mismo como sacrificio por la gente, permitiendo que sus templos profanados estuvieran libres de invasiones extranjeras y limpiados de la inmundicia y la mugre que implicaban sus vidas anteriores. Al igual que Judá Macabeo, Yeshua (El Martillo Real) aplastó la cabeza de esa serpiente antigua llamada Satanás y liberó a toda la humanidad en el proceso. Y Su grito fue el mismo grito que el de Judá: “Si me amas, guarda Mis mandamientos” (Juan 14:15). Juan lo dijo de esta manera en 1 Juan 5: 2-3, “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son gravosos ”. Desde Moisés hasta Judá Macabeo y el Mesías mismo, el tema es el mismo: guarda los mandamientos de Dios y no permitas que los paganos de este mundo te influyan para comprometer la pureza del mensaje.
También podemos tomar de esta historia que la identidad lo es todo. ¿Quiénes somos realmente? ¿Qué nos define como creyentes? ¿Estamos siendo definidos por la cultura, nuestra tradición religiosa o por la pura palabra de Dios? Cuando Matityahu se enfrentó a un compromiso, decidió permanecer fiel a la palabra que creó el testimonio. ¿Con qué frecuencia nos enfrentamos a la decisión de asimilarnos o permanecer fieles a nuestra fe? Nuestras elecciones pueden no ser tan extremas como las que enfrentó Matityahu, pero, sin embargo, nos vemos obligados a hacer las cosas bíblicas de la manera bíblica o aceptar lo que nos fue entregado de generaciones anteriores. Si Matityahu no hubiera intervenido con su espíritu intransigente, toda una generación habría crecido creyendo que “así es como servimos a Dios”, sin darse cuenta de que no lo estaban sirviendo de la manera que Él pidió.
Matityahu y su hijo Judah Maccabee son ejemplos inspiradores de verdaderos héroes con una verdadera devoción al único Dios verdadero. Son estos tipos de héroes a los que nuestros hijos deberían admirar y a quienes nosotros, como adultos, deberíamos aspirar. La historia de Hanukkah nos trae una historia de valentía, espíritu intransigente, devoción y la conquista de la oscuridad a través del poder de la luz de un hombre. Hay una razón por la cual cada vez más cristianos de todo el mundo eligen celebrar Hanukkah en sus propios hogares cada año, ya que ven las poderosas conexiones espirituales con el Mesías y el simbolismo más profundo y rico que no tiene sus raíces en fundamentos seculares o materialistas. El poder de hacer de sus hogares un microcosmos del Templo y adornar sus mesas y alféizares de las ventanas con el símbolo de la antigua menorá que simboliza a Jesús / Yeshua mismo permite un testimonio de que esta casa ha sido limpiada y estamos dejando que nuestras luces brillen ante los hombres. Una vez más. Es una festividad que se ha convertido en una de las favoritas de mi familia del año y una que me ha permitido ver Su nacimiento bajo una “luz” completamente diferente.
Hay muchas más conexiones que haremos en la siguiente parte de este artículo mientras exploramos tanto la conexión con Jesús como con el Anticristo. Nos tomaremos el tiempo para descubrir exactamente cuándo fue concebido el Mesías, cuándo nació realmente y cuándo no . ¡Estén atentos a la Parte 2 de Navidad, Hanukkah y el Anticristo!
Muchas personas quisieran saber ahora mismo, cuál es el significado de sonar dicho instrumento ceremonial, pero la Torah en sí no da una razón específica del por qué resulta ser de vital importancia tocar el shofar durante las reuniones de la Kehiláh (Congregación) y después de nuestras oraciones de la mañana o en el servicio de Shabbath, etc….
Sin embargo como el Rosh Jodesh del 7° mes, en Yom Teruah, se dice que el sonido del shofar está destinado a anunciar dicho gran evento, sirve con el fin de coronar a Yahvéh como el verdadero y único Rey del Mundo.
Otra opinión es que el lamento de este poderoso instrumento ceremonial hebreo está totalmente destinado a despertar las almas complaciente. Por esto es que dicho instrumento suele tener un valor muy importante para el pueblo israelita.
Cabe señalar que también se dice que el sonido del shofar significa y recuerda el sonido de los cuernos que el pueblo de Israel escuchó en aquel momento cuando Elohim descendió del Monte Sinaí para entregarle Su Torah.
Así mismo, no podemos negar el hecho de que hay varias opiniones distintas a estas sobre por qué se toca el shofar durante los dos días de Moedim (celebraciones) santas, si bien es cierto que cada razón es única, todas por igual sirven como un claro recordatorio de que existimos bajo la soberana voluntad de YHVH Elohim, y eso es lo que verdaderamente importa.
Lo interesante, y a la vez misterioso de esta Fiesta del Eterno llamada Yom Teruah, y conocida como Fiesta de las Trompetas, es que el Shofar es la mitzváh (mandamiento) principal de esta celebración.
Es la Torah misma la que nos ordenó tocar el shofar en el día de Yom Teruah, y meditar en nuestros corazones acerca de nuestro obrar, mientras escuchamos sus sonidos reparadores.
Sí, así es, el sonido del shofar rectifica y repara el alma que ha sido redimida por el Eterno, y todo lo que tenemos que hacer es simplemente escucharlo con actitud obediente y meditando en teshuváh delante del Boré Olam (Creador del Mundo), nuestro Abba.
En todos estos años de aprendizaje, comprendí que el Shofar es un arma espiritual muy importante para contrarrestar las fuerzas de juicios de las zonas celestiales de rigor. Su uso correcto en el tiempo divinamente señalado permite disipar toda entropía (caos) de nuestras vidas y nuestro entorno o mundo.
A continuación les comparto lo que he aprendido en estos años escuchando a entendidos en el tema, pero elevando dicho conocimiento a nuestro contexto mental: lo mesiánico vibrando en nuestras vidas.
En realidad es una tecnología cósmica aplicada de última generación revelada por los Cielos, que tiene más de 3.500 años de antigüedad.
Los 101 sonidos del Shofar (Cuerno de Carnero) que se acostumbra a tocar y escuchar en la fiesta de Yom Teruah, son la conexión central de esta festividad. Esta es una de las tecnologías místicas más ancestrales que existen para disipar caos de nuestras vidas y del mundo.
Los sonidos durante la mañana de Yom Teruah se dividen en grupos de 30, 30, 30, 10 y 1 (101 en total).
Los primeros 30 sonidos tienen el poder de cancelar todo tipo de juicio que se haya generado por nuestras acciones de idolatría. La Torah, en sus códigos de Sabiduría divina, explica que idolatría no es solo adorar otros dioses si no es el hacer de cosa materiales nuestros dioses.
Si entendemos que la Luz del Creador es la única fuente verdadera de Energía de satisfacción, cuando esperamos recibir satisfacción espiritual de objetos, dinero, personas; o cuando creemos que nuestro sustento proviene de otros seres humanos; o cuando esperamos que una persona nos haga feliz, estamos conectando con idolatría y poniendo en manos de esas personas u objetos nuestra felicidad y plenitud. Otro aspecto de idolatría es la percepción que tenemos de la vida. La Torah dice:
“No te voltees a ver otros dioses, no hagas imágenes moldeadas” (Vayikrá/Levítico 26:1)
La palabra que utiliza para decir “voltees” también quiere decir “conviertas” El maestro Ari (se trata del nombre del Rabino Isaac Luria) explica que cuando vemos cosas, situaciones, etc., y las idealizamos “nos convertimos” en eso que vemos y moldeamos nuestra imagen de una forma diferente a como fuimos creados “a imagen de Dios”, creando programaciones corruptas en nuestro sistema de creencias. Estos 30 sonidos limpian esas programaciones.
Los siguientes 30 sonidos destruyen cualquier tipo de obstrucción entre la Luz y nosotros que fue creado por corto circuitos sexuales, incesto o conductas egoístas relacionadas con los deseos sexuales. También limpia todo tipo de bloqueo que se crea por peleas de pareja y los deseos egoístas en general.
Los siguientes 30 sonidos cancelan los juicios relacionados con derramamiento de sangre y la opresión. Seguro inmediatamente pensamos que nosotros no tenemos nada que ver con las guerras y los pueblos oprimidos. En el plano físico y más inmediato, nuestros hábitos de consumo tienen mucho que ver con gente que es oprimida para que nosotros podamos tener ciertos lujos a un módico precio.
En el plano metafísico debemos entender que organizar una guerra o matar a alguien requiere de mucha energía de odio, ego, deseo de poder e insensibilidad. Cada vez que nosotros somos insensibles, o desplegamos odio o deseo de poder sin importarnos los demás, alimentamos la Klipáh (caparazón, concha o velo de negatividad) global del odio, egoísmo y del poder destructivo. Cuando un líder malvado decide iniciar una guerra donde se derramará mucha sangre, recurre y necesita de esa Kilpáh Global para hacerse de la energía que necesita, si esta klipáh estuviera vacía, es decir, si nosotros no la hubiéramos alimentado, ese líder no podría llevar a cabo sus planes bélicos.
Los siguientes 10 sonidos del shofar cancelan la negatividad que hemos creado a través del denominado Lashón HaRá (hablar mal) de otras personas o de nosotros mismos. Según la Sabiduría de la Torah, pocas transgresiones espirituales son tan nocivas como hablar mal de alguien. Respecto a la consecuencia espiritual que tiene el hablar mal de alguien el Talmud dice que “un asesino solo puede matar a alguien una vez; el que habla mal de otra persona lo mata cada vez que alguien repite lo que él dijo”.
El ultimo sonido se denomina “Teruah Guedolah”. Es el mismo sonido que utilizó Yehoshúa (Josué) para derribar los muros de Jericó. Este último sonido extendido tiene el poder de derribar las duras paredes de nuestro corazón. También completa el número total de 101 sonidos que es el mismo valor numérico del nombre del Arcángel Mijael (Miguel), el Arcángel Protector de Israel que nos acompaña a los integrantes de las Dos Casas (Judá y Efraím) hasta que todos sean inscriptos en el Libro de la Vida por medio de los méritos del Mesías.
Por último, de acuerdo al Zohar es tan importante conocer las meditaciones de los 101 sonidos como saber sostener el Shofar si eres quien lo tocará. A tal punto que el rab Ari dice que si te das cuenta que la persona que toca no lo hace correctamente desde lo más básico que es lo físico, seguramente no es cuidadoso de las meditaciones de cada sonido y deberías salir corriendo para no oír ese Shofar.
Por eso, los expertos en los secretos de este instrumento, prescriben los siguientes consejos para tocarlo correctamente y conectar así con el Camino que lleva al Tercer Cielo.
El shofar deber ser tocado ubicándolo en el lado derecho de la boca, no en el centro, ni en el lado izquierdo.
La mano derecha debe sostener el shofar desde arriba, es decir que los dedos deben apuntar hacia abajo y no hacia arriba.
La boca del shofar no debe estar más alta que los ojos y la nariz de la persona que lo toca y,
por último, el shofar jamás debe ser tocado como una trompeta apuntando hacia el cielo.
Si se cometen esos errores pueden generar el efecto inverso al buscado.
Si prestas atención a la mayoría de las fotos que muestran a alguien tocar un Shofar verás que no prestan atención a estas indicaciones, lamentablemente, incluso algunos que se autodenominan shofaristas.
Apreciados lector y lectora, si estás hoy gozando de la primogenitura que otorga la fe en la obra redentora de Yeshúa HaMashiaj, debe saber que este Yom Teruah es muy especial, ya que está ocurriendo dentro de un tiempo profético muy específico conectado con los siete shofarot (trompetas) descripta en el Libro de Revelación (Apocalipsis). Por ende, este Yom Teruah te dará la oportunidad gloriosa de experimentar el poder de la vibración de la obra del Mesías en cada una de las distintas frecuencias del Shofar.
¡El poder de derrumbar cualquier muralla interna o externa estará a completa disposición!
*“ _Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros_.”*
(Shemot/Éxodo 12:2)
El primer mandamiento (mitzváh) que el Eterno le entregó a los hebreos para que se destacaran como pueblo escogido fue el de Rosh Jodesh, traducido como «Cabeza de Mes«, “Nuevo Mes” o «Luna Nueva«.
De ese modo, el mes del Aviv, (cf. 13:4), quedó establecido por el Eterno como el primero de los meses del año hebreo. Desde entonces, los israelitas tendrían una responsabilidad nacional de contar los meses y de crear un calendario que estuviese basado en el año lunar según la cosmovisión mesiánica que YHVH ahora les otorgaba.
Ese mes coincide más o menos con la última mitad de marzo y la primera mitad de abril, según el calendario romano. La palabra aviv [Dicc. Strong H24] significa “espigas verdes”. En la Edad Media tomó el significado de “primavera” y así es usada en el hebreo moderno. En el mes de las espigas verdes, el de la primavera, el pueblo de Israel salió de Egipto. Es el mes de la redención.
Este mes también tiene el nombre babilónico de Nisán (cf. Nehemías 2:1; Ester 3:7), nombre con el que se lo ha llamado después del regreso del cautiverio en Babilonia y Persia hasta hoy.
Ahora bien, más allá de estos detalles técnicos, ocurre que al estudiar este mitzváh, surgen en la mente de todo investigador el siguiente planteo: ¿acaso no es éste un extraño primer mandamiento?
Uno pensaría que el desarrollo de un calendario vendría sólo después de que fuesen establecidos los fundamentos básicos, como los Aseret HaDibrot (Decálogo). Entonces, se suman otras preguntas más:
¿Por qué la Torah considera el proceso de establecer el nuevo mes como un gran avance en la creación de una nación?
¿Qué tenía de malo el calendario solar que todos los demás habían estado usando?
¿Y cuál es la importancia de basar el Calendario Hebreo en la luna?
El Derecho Humano de Ser Dueño del Tiempo.
Nuestro calendario determina en qué día se celebrará cada festividad del Eterno. Hemos aprendido que cada fiesta en particular trae consigo una realidad espiritual concreta que está disponible en ese día específico que se convierte en una zona de tiempo en el que el Mundo de Arriba se une al Mundo de Abajo por medio de portales cósmicos que se abren en dichas jornadas. Pesaj, por ejemplo, contiene la oportunidad de alcanzar la libertad espiritual; Yom Teruáh es el momento del juicio.
De este modo, y con esta perspectiva divina, la determinación de este calendario es puesta directamente por el Eterno en manos humanas. Entonces, si la luna apareciese un lunes pero nadie la ve realmente sino hasta el martes, «ver es creer» y la corte decidiría que el primero del mes fue el martes. Como resultado, Yahvéh, por así decirlo, seguiría la decisión de la corte y actuaría de acuerdo a ella, por lo que en el caso de Yom Teruáh, ¡Él pospondría Su juicio a nivel mundial por un día!
Con este mandamiento, el Eterno pretendía darle un fortalecedor mensaje a Su Pueblo. Hasta ahora, ellos habían sido esclavos de los egipcios. Su tiempo no era propio. Pero ahora, el Eterno les está diciendo: «Ustedes se convertirán en amos de su propio tiempo. Pero no solamente de su propio tiempo, ¡sino que también de Mi tiempo!«
Así el Eterno entregó por medio de este mandamiento su propio sistema de medición del tiempo. Dicho sistema, si seguía incondicionalmente este mandamiento, permitiría a cada israelita hacerse cargo de su responsabilidad de dar forma a la realidad física con la energía de la innovavión (hbr. jidush), que permitiría renovar ciclos y así llegar a las distintas festividades evitando el ritualismo tradicional que encapsula a los hombres en el sistema dogmático de la religión.
Es decir que el Eterno entregó en este mandamiento una herramienta cósmica que permitiera el control sobre la naturaleza en sus distintos niveles.
¡Aleluya!…. Mientras que el tiempo avanza constantemente, sin nunca detenerse, marchando en un espiral cíclico y repetitivo, a nosotros, los primogénitos del Padre, nos ha sido entregado el poder de detener o iniciar el tiempo a voluntad, con lo cual se nos permitió «compartir» con Yahvéh esa creatividad especial de determinar la renovación de la realidad, y la ascensión de todas las cosas.
Pero, ¿Por qué la Luna?
En el Salterio leemos lo siguiente:
“Él hizo la luna para medir los meses.”
(Salmo 104:19a)
Como parte de este fortalecedor mensaje, era esencial que la Luna fuese nuestro factor determinante para fundar nuestro calendario en vez del Sol. La característica única del satélite terrestre (la Luna) es que siempre aparece ante nuestros ojos aumentando y disminuyendo, despareciendo y reapareciendo, para crecer, decrecer y crecer nuevamente. Es también la más pequeña de las dos luminarias.
Así entonces, mientras nuestra estrella regia (el Sol) es el símbolo de la invariable naturaleza, saliendo por el este y poniéndose por el oeste día tras día, cada día del año; la Luna cambia constantemente a través de un ciclo de fases. Esto es lo que esconde un mensaje ontológico muy importante para la conciencia de Israel. La Luna, en ciclo de fases, parece estar diciéndonos: «puedes ser pequeño y puedes disminuir hasta casi desaparecer, pero entonces, cuando las cosas se ven sumamente oscuras, brota la eterna esperanza. Puedes comenzar a mirar hacia arriba nuevamente. Puedes cambiar una situación y a ti mismo para mejor, sin importar cuán malo parezca. Nada es estático o inamovible«.
Con esto, cualquiera de los hijos primogénitos del Eterno, acepta el hecho de que los seres humanos tenemos libre albedrío y en ello radica nuestro poder de renovación; una siempre presente lucha contra la constante, cíclica, repetitiva y predecible marcha del tiempo y la naturaleza.
¿Cuándo comienza entonces el Año del Eterno y cómo se organizan sus meses?
La Torah dice que en primer lugar hay que basarse en la Luna para medir los meses. Sin embargo, el Sol también fue creado para mostrar los años, a través de las estaciones como está escrito en el libro de Génesis:
“Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años.” (Génesis 1:14)
Como vemos el Creador ha establecido que el sistema de medición solar determine el año (en hebreo «shaná«), que viene de la misma raíz que «repetir«, «repasar» e indica el inicio de las estaciones a través de los solsticios (primavera – otoño) y equinoccios (verano – invierno).
En cambio, la lumbrera menor, la luna, por otro lado, es la que indica los meses que en hebreo se dice «jodesh«, palabra que que viene de la raíz hebrea «jadash«, que significa «nuevo», «cambio», «algo diferente». Es interesante aportar aquí que jadash es también la raíz que da origen a la palabra «jidush» que significa «renovación» o «innovación», señalando así la energía que se esconde en cada rosh jodesh. En pocas palabras: cada jodesh(mes) contiene la energía de jidush (innovación o renovación), trayendo una nueva y nunca antes vista revelación de la luz divina al mundo.
La luna comienza a iluminar el primer día del mes (luna nueva), y su luz se va haciendo cada vez más intensa hasta el día quince, cuando se completa su disco (luna llena). Desde el día quince en adelante, la luz comienza a menguar, y el treinta ya no es visible.
Así mismo como la luna respeta un ciclo: nace, crece, declina y desaparece para luego volver a renovarse, el alma de un hebreo está en permanente cambio y transformación. De esta manera, el hecho de guardar el mandamiento de la luna nueva (rosh jodesh) fomenta en el alma redimida la importancia de renovarse y establecer un orden en la vida usando la energía de la innovación que permite un uso efectivo de la creatividad.
Por ello es que el pueblo de Israel es comparado a la luna. A pesar de que son pequeños y de que el sufrimiento ha sido parte integral de su historia entre las naciones, el israelita sabe que nunca debe darse por vencido. Como individuo y como nación, él se levantará nuevamente e iluminará la noche.
Cada miembro de Israel vive con esta creencia en el poder de los milagros, en que el Eterno supervisa el mundo y que éste no depende de predecibles leyes de la naturaleza. La nación Israel tiene una relación especial con Dios e incluso cuando ha estado en los escalones espirituales más bajos, a punto de asimilarse y desaparecer, el Eterno ha mantenido Su amor constante, al igual que un padre ama a su hijo.
Relación aproximada entre el Calendario Romano y el Calendario Hebreo.
Es interesante saber que, hasta este momento histórico, el ciclo de los meses comenzaba en Tishrei. Pero observamos que cuando Israel estaba a punto de salir de Egipto, el Eterno ordenó que el primero de los meses, a los efectos del cálculo de las festividades, fuese Aviv (Nisán), el mes del éxodo, para que así tuviésemos siempre presente la gran epopeya, pues entonces los meses quedarían vinculados a tal episodio. Por ejemplo decir: El primer mes desde el éxodo, el segundo mes desde el éxodo, etc. El calendario hebreo es básicamente lunar, pero ajustado con el Calendario solar para que la Festividad de Pésaj siempre tenga lugar en la primavera boreal [Torat Emet].
Veamos cómo quedan distribuidos estos meses lunares en relación al calendario solar actual:
(NOTA: Los nombres de los meses que aparecen entre paréntesis son los que aparecen en la Biblia)
Los nombres de los meses romanos septiembre hasta diciembre nos muestran que había una relación antigua entre el cómputo bíblico y el romano. Septiembre corresponde al séptimo mes Tishrei, octubre corresponde al octavo mes Jeshván, noviembre corresponde al noveno mes Kislev, y diciembre corresponde al décimo mes Tevet. Luego hubo cambios en el calendario romano y estos meses ya no corresponden al nombre que llevan. Septiembre ahora es el noveno mes del año romano.
He dicho más arriba que el calendario hebreo es una combinación entre la Luna y el Sol. El año lunar tiene aproximadamente 354,36 días y el año solar aproximadamente 365,25 días. Por esta razón, si se sigue solamente la Luna, van a faltar 11 días al año para llegar al año solar, que es la que rige en la naturaleza. El calendario árabe sigue solamente la Luna y el calendario romano sigue solamente el Sol. Ninguno de los dos cumplen los requisitos de la Torah. Tanto el Sol como la Luna tienen que ser la base para medir los años.
Un mes bíblico siempre empieza con la luna nueva. Según la Torah, el primer mes, aviv, tiene que caer en la primavera, cuando la cebada está lista para ser cosechada en la tierra de Israel. Si nos regimos sólo por el año lunar, (con 354 días), que no sigue el ciclo de la naturaleza, la primavera no caería en el mismo mes cada año. Y si seguimos solamente el año solar, no podríamos celebrar las fiestas según la luna nueva, como manda la Torá. Tenemos que tener una combinación entre la luna y el sol.
Para ajustar la diferencia entre el año lunar y el año solar, en tiempos bíblicos se añadía un mes extra al final del año en el caso de que la cebada no estuviera lista para ser cosechada. Para la fiesta del primer mes hacía falta un sacrificio de harina de cebada y si no había cebada no se podía celebrar la fiesta. Así que hasta el siglo IV de la Era Común. La misma naturaleza de Israel decidía cuando iba a ser el primer mes de cada año. Si la primavera venía tarde un año, se añadía un mes extra a los doce meses del año. Si la cebada estaba madura, no se añadía. Más adelante se estableció un calendario fijo, que es el que se usa en la actualidad, elaborado por el sabio Hillel HaShení (Hilel II) en el año 358 (E.C.). En el mismo se añade por reglas matemáticas un mes extra (Adar II) cada dos o tres años. En total son añadidos 7 meses durante un periodo de 19 años.
Antes de que el Calendario hebreo fuera elaborado por Hillel II, las autoridades del Culto en Jerusalem, fijaban las neomenias con el nacimiento de la luna.
Hombres de confianza observaban la luna en determinados lugares, y de acuerdo con su informe, el Gran Senado Judaico (Sanhedrín) fijaba los principios de los meses y las fiestas. Es por lo que en Jerusalem, donde la noticia de la luna nueva se publicaba inmediatamente, se celebraba la fiesta en el día fijado. Pero en las provincias, donde la proclamación de la neomenia por las autoridades religiosas de Jerusalem no llegaba a tiempo, se celebraba por preocupación un día más. Por ejemplo, si la fiesta de Pésaj era de siete días en Jerusalem, en las comunidades distantes de la capital duraba ocho días. Esta costumbre se sigue hasta hoy, y por eso, en la diáspora, tenemos un día festivo más que los judíos de Israel.
Cambios Cósmicos en el Movimiento del Eje Terrestre.
Ahora bien, si leemos las Sagradas Escrituras, notaremos que el año bíblico es de 360 días (cf. Daniel 7:25; Revelación 13:5; 11:2-3; 12:6, 14). No hay ningún testimonio bíblico de que hay que añadir un mes extra cada dos o tres años. La Torah no lo contempla (cf. Génesis 7:11, 24; 8:3-4; Ester 1:4). Esto nos da pie a pensar que al principio no hubo diferencia entre el año solar y el año lunar. El mes lunar tendría exactamente 30 días y así los 12 meses darían un año de 360 días. Esto significa que la tierra sólo necesitaría 360 días para dar una vuelta alrededor del sol. ¿Cómo puede ser esto?… ¿Qué pasó en la historia para que el año solar llegara a tener 365 días?
Existe una gran cantidad de documentos arqueológicos e históricos de varias culturas antiguas que muestran que hubo un cambio en el sistema solar en el siglo VIII a.E.C., cuando fueron añadidos 5 (cinco) días al año solar.
Parece que algo pasó en nuestro sistema solar que causó un desajuste entre el año lunar y el año solar. La tierra se alejó del Sol y la Luna se acercó a la Tierra.
Existe un acontecimiento relatado en las Escrituras que coincide con la fecha dada en las culturas antiguas, y que nos da pie a pensar que fue en ese momento cuando sucedió este desajuste en nuestro sistema solar, según está escrito en 2 Reyes 20:8-11; Isaías 38:7-8.
Este cambio causó que la Luna Nueva a partir de entonces ya no se podía saber con exactitud, puesto que el mes lunar llegó a tener 29 ½ días, en lugar de 30 que probablemente había tenido antes. En tiempos del rey Shaúl se sabía con exactitud cuándo iba a ser la luna nueva (cf. 1 Samuel 20:5).
Por este acontecimiento fue que más adelante se necesitaban dos testigos cada mes para saber cuándo celebrar la fiesta de la luna nueva. Entonces ya no se podía saber con antelación cuándo iba a ser la fiesta anual de Yom Teruáh, que cae el primer día del séptimo mes. Nadie sabe el día ni la hora cuando se verá la luna nueva de Yom Teruáh. Esto nos enseña que el regreso del Mesías será en el primer día del séptimo mes (cf. Mateo 25:13).
El Calendario del Proyecto Cósmico llamado Emanuel.
Ahora hay algo aún más hermoso y maravilloso que destacar. Aún con todas las consideraciones que hemos visto más arriba respecto a los secretos cósmicos que esconde el mitzváh del Rosh Jodesh, debo decir que en verdad que esta forma de contar los tiempos apunta al mover divino de Su Proyecto de Redención.
La redención es el inicio del proyecto de salvación del Eterno que se convertirá con el transcurrir de los tiempos en el Proyecto Emanuel.
Sabemos que todo empieza con el sacrificio del cordero, cuya sangre libera de la muerte. Después viene la libertad de la esclavitud. Todo el programa redentivo está revelado en las Fiestas del Eterno, y por esto el rosh jodesh primero (Aviv o Nisán) tiene que ser el primero del año, para que el programa esté en el orden correcto. Al alterar el orden de los meses se altera el plan de redención del Eterno y no se entenderá.
La redención, en la mentalidad hebrea, representa el emerger de la oscuridad a la luzadmirable; por eso, quien nunca padeció la opresión de la esclavitud, no valorará la redención.
La esencia misma de la redención es la libertad que resulta de la sumisión misma. Si el pueblo de Israel no hubiera sido esclavizado, nunca habría experimentado la verdadera libertad; pero una vez que lo fue, esa misma esclavitud dio origen a su redención. De en medio de esa oscuridad (y de ningún otro lugar) surgió la luz.
«Será…la cabeza de los meses«, dijo el Eterno, pues todo conteo que realicen deberán hacerlo desde Aviv/Nisán. ¿Por qué? Pues el día de la redención es más significativo que el día del nacimiento, y la redención es en sí misma más trascendente que cualquier otro acontecimiento o evento.
Hasta antes de salir de Mitsrayim (Egipto) el pueblo de Israel calculaba los meses y años en base a la Creación, o desde la época en que el mundo se renovó luego del Diluvio, como declara el versículo «dos años después del Diluvio» (Génesis 11:10), o desde el nacimiento de Avraham, o desde “el pacto de las mitades” entre Dios y Avraham (Génesis 15:13), al cual alude el versículo: «Y fue al cabo de cuatrocientos treinta años«… (Exodo 12:41). Sin embargo, tan pronto como la nación redimida salió de Egipto, dejó de lado todos estos cálculos y comenzó a contar únicamente a partir de la redención: Este mes será para vosotros la cabeza de los meses.
En el Talmud [Rosh HaShaná 10a-11b] existe una discusión entre dos rabinos si el mundo fue creado en el mes de Nisán o Tishrei. La última tuvo más fuerza y por esto la Casa de Judá ha establecido que el cómputo de los años desde la creación del mundo es a partir del 1 de Tishrei, que es el séptimo mes en el anuario bíblico. Hay una fiesta anual establecida en la Torah para ese día, llamada Yom Teruah, («Día del Clamor» o «Día de Alarma»), pero el rabinato judío decidió cambiarle el nombre que el Eterno puso por el de Rosh HaShaná («Cabeza de Año» o «Año Nuevo«)
«Este mes será…» En el Talmud existe una analogía que comienza con la pregunta: «¿Con qué puede compararse ello?» Inmediatamente la respuesta es: «con un rey que al nacer su hijo fijó esa fecha como día de fiesta y alegría. Años más tarde, el hijo fue tomado prisionero y mantenido en cautiverio durante largo tiempo. Cuando finalmente fue rescatado, el rey estableció el día de su liberación como la fecha de celebración más importante del año [por encima de la primera].
Asimismo, antes de que los hebreos descendieran a Egipto, calculaban los años en base al “decreto de esclavitud”, es decir, cuántos años habían transcurrido desde “el pacto de las mitades” entre Yahvéh y Avraham cuando se selló el decreto de cuatrocientos años de esclavitud que debían soportar en tierra extranjera (Génesis: 15:13). Pero luego de que descendieran a Egipto y fueran esclavizados allí, y el Eterno realizara grandes milagros en su favor y los liberara, comenzaron a contar los meses desde el momento de ese magno acontecimiento, como declara el versículo: Este mes será para vosotros cabeza de meses (Shemot Rabá 15).
Estudiando la historia de Israel, observamos que todas las dificultades y sufrimientos padecidos por la descendencia de Yaakov a lo largo de los tiempos se transformaron en luz y salvación; cuanto mayor fue la oscuridad, tanto mayor fue la luz resultante. De igual forma sucederá con la redención final: su luz surgirá de entre la oscuridad; en el mismo momento en que los corazones se estremecen con desesperanza, brillará la gloria de Yahvéh. ¿Y cuándo acontecerá esto? En el mes de Nisán, que el Eterno estableció como período de redención para todas las generaciones. Toda tribulación o desgracia que se abate sobre Israel durante este mes no es más que una afirmación del florecimiento de la redención que está a punto de comenzar.
Así explicaron nuestros Sabios en el Midrash: «El versículo Este mes será para vosotros… (Exodo 12:2) guarda una estrecha relación con los siguientes dos: El consejo de Dios se yergue para siempre (Salmo 33:11) y Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH (Salmo 33:12). Cuando el Santo, bendito sea, escogió Su mundo, estableció los comienzos de meses y los años —éste es el consejo que se yergue para siempre—; y cuando eligió a Yaakov y a sus hijos, fijó un mes de redención — un mes en el cual serían redimidos de Egipto y lo serán en el futuro. En ese mismo mes nació Itzjak, en ese mes fue atado como ofrenda sobre el altar, en ese mes Yaakov recibió las bendiciones de su padre, y en ese mes Dios insinuó a los Hijos de Israel que el mismo sería el comienzo de su redención, como expresa el versículo (Éxodo 2:2): …el primero de los meses del año para vosotros. Respecto de ello fue dicho: Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH«(Shemot Rabá 15).
Con estas consideraciones, los sabios expertos en toralogía señalan al mes de Aviv (Nisán) com el mes de la redención, y aseguran que debe ser considerado aún más grandioso que Tishrei, el mes en el que el mundo material fue creado. Ellos dicen que el mundo fue creado con un propósito, que es que nosotros, los humanos, lo insuflemos de significado, rectificándonos de esa forma tanto en un nivel individual como en un nivel global (Tikun Olam). Así pues, ellos aseguran que para lograr esa misión, el Eterno otorgó al mes de Aviv (Nisán) como el tiempo en que nuestro Israel emergió redimido como un pueblo sacerdotal con este objetivo como su definición de propósito nacional.
¿Qué podrían representar para un pueblo esclavo los días, las estaciones y las Festividades? Para un sirviente el tiempo no tiene un curso, y su existencia es como una noche eterna. Abarbanel explica que la Torah no viene precisamente para establecer las bases de un calendario hebraico sino para pedir en nombre de Dios, que con el fin de recordar la liberación de Egipto se conceda la primacía a este mes, que habrá de ser el primero de todos los meses del año, y a partir del mismo habrán de contar los meses, a saber: segundo, tercero, etc. Esa es la esencia de esta mitzvá, la primera que recibe el pueblo de Israel como nación a ser constituida.
Por eso, y de acuerdo a la revelación de la Torah, el mes de Aviv (Nisán) es el mes de la liberación del pueblo israelita por cuya razón celebramos Pésaj, es decir el inicio del Programa de Redención del Eterno a través del korbán Pesaj: un cordero sacrificado por el padre de familia que evitó el exterminio del Ángel de la Muerte.
¡El mes de Aviv es el comienzo del Año de YHVH!
Un Método Cósmico Para Controlar al Tiempo Exclusivo para Hijos Primogénitos.
Yahvéh le dijo a Moshé un mensaje para que él le diera al faraón y al pueblo de Israel antes de que las diez plagas comenzaran: «Mi hijo primogénito es Israel» (Éxodo 4:22). Los Israelitas estaban en su punto más bajo en este momento; no eran merecedores de ningún milagro por su propio derecho. Y sin embargo, ese momento fue justamente cuando el Eterno nos elevó, sacándonos de la oscuridad de Egipto, iniciando el proceso de movimiento ascendente hasta 50 días después, cuando fuimos merecedores de recibir la Torah y de convertirnos en una nación.
Qué momento y lugar tan perfectos para entregarle al pueblo judío aquel alentador mensaje en el mandamiento de santificar la luna nueva cada mes y de determinar nuestro calendario de esta forma:
«Y Dios le dijo a Moshé… en la tierra de Egipto, dile al pueblo judío: Este mes es para vosotros el comiendo de los meses…« (Éxodo 12:1-2).
La Torah dice que “para vosotros”, es decir, para los hijos de Israel, el mes del Aviv es el primero del año.
El Eterno nos había dado el poder de la renovación y del cambio, es decir, el regalo de expandirnos, iluminarnos y crecer nuevamente después de haber sido disminuidos.
Es necesario aceptar que esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de renovación.
En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo redimido por Yahvéh en Mitsrayim (Egipto).
La expresión “para vosotros” nos da a entender que no es así para otros. Desde el principio los pueblos de las naciones contaron los meses desde el día de la creación de Adam, el primer día del primer mes. Cuando Adam fue creado el sexto día de la semana, él empezó a contar el tiempo. Para él fue el primer día del primer mes. Esto nos enseña que Adam probablemente fue creado el día de la luna nueva. Desde entonces sus descendientes contaron los meses y los años según marcaba el sol y la luna (cf. Génesis 1:14).
Ahora el Eterno dice “para vosotros”, dando a entender que para otros no lo es. Ellos seguirán contando de otra manera. Antes de la salida de Egipto, los hijos de Israel no celebraban el mes del Aviv como el primero del año. Pero cuando el Eterno empieza su programa de redención, cambia todo. El mes que antes fue el primero, de repente es considerado como el séptimo. Tishrei, que antes era el primer mes, llegó a ser el séptimo. “Para vosotros” es así, pero los demás no lo van a ver así, porque no son parte de la gran redención, y por lo tanto no tiene parte en el Olam HaVá (Mundo Venidero).
El Midrash, explicando esta expresión, señala lo siguiente:
Corresponde que los grandes [pueblos gentiles] lleven la cuenta según lo grande [el sol], y los pequeños [Israel] lo hagan según lo pequeño [la luna]. Esav [Roma] se guía por el sol que es prominente; así como el sol gobierna durante el día y no durante la noche, del mismo modo Esav tiene una porción en este mundo pero no en el Mundo Venidero. Yaakov (Israel) se basa en la luna que es pequeña; así como la luna gobierna en el día y en la noche, del mismo modo Israel tiene una porción en este mundo y en el Mundo Venidero. Siempre que la luz del más grande brilla en el mundo, la del más pequeño no se destaca. Pero cuando la luz del más grande se oculta, la del más pequeño gana prominencia. De igual modo, mientras la luz de Esav brilla, la luz de Iaacov no se apaga. Pero cuando la luz de Esav se oculta, la luz de Iaacov se difunde. A ello alude el versículo (Isaías 60:1-2) «Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Dios brilla sobre ti. Pues he aquí que tinieblas cubren la tierra…».
(Bereshit Rabá 6)
Las naciones del mundo se comparan al Sol, en tanto que el pueblo de Israel se asemeja a la Luna. Pese a que Israel es la nación más débil y numéricamente mas pequeña, está destinada a inmensa gloria luego de que el dominio del mal sea erradicado por el Eterno de la faz de la tierra.
Esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de la renovación (jidush).
En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo de Israel.
Puesto que Rosh Jodesh constituye la base de la que dependen todas las Festividades que distinguen la santidad de Israel de la vida de cualquier otro pueblo, la mitzvá de consagrar el nuevo mes (hbr. Kidush HaJódesh) le fue entregada antes que las demás.
Mientras que el pueblo de Israel todavía se encontraba en Egipto, antes de que se le encomendaran otras mitzvot, se le entregó precepto de fijar los meses. El versículo expresa:
«Y habló Dios a Moshé y a Aharón en la tierra de Egipto, diciendo: este mes será para vosotros el primero de los meses(Nisán-Aries), primero es él para los meses del año.» (Exodo 12:12)
«Este mes será para vosotros»: esta renovación es vuestra fuerza y vuestra gloria por siempre.
Comenzaré dando el dato de que, de acuerdo a la halajáh, existen algunos shabatot (sábados) que además de llevar el nombre de la Parashá (sección) de la Torah que en él se lee, llevan el nombre de su Haftará (conexión) que se lee ese día para conectar con la semana siguiente. Este es el caso del Shabat pasado, denominado “Shabat Jazón” («Sábado de Visión«), porque su Haftará narra la dura visión del profeta Yeshayahu en sus primeros capítulos.
Así pue, resulta que el Shabat posterior a Tishá Beav (9 deAv – día en que recordamos las dos destrucciones de los Templos de Jerusalén), se lo designa con el nombre de Shabat Najamú debido a que la Haftará especial que se lee en ese día bendito comienza diciendo:
«Najamú, Najamú amí…«,
(«Consolad, consolad a mi pueblo…»)
(Isaías 40:1).
Así pues, desde este Shabat hasta el Shabat anterior a la fiesta de Yom Teruáh, nuestra almas tomarán fuerza en un período de siete semanas en las que en cada Shabat, se lee una profecía del profeta Yeshayahu (Isaías). Este ciclo de Haftarot (conexiones) es llamado «Shivá denejamatáh«, que significa: «las siete (semanas) de consuelo«, las que hablan del consuelo que el Eterno proveerá paulatinamente al pueblo de Israel.
Para que logremos entender el poder mesiánico de consolación que se libera a partir de este Shabat, y durante siete semanas, les diré primeramente lo que el rabí Mordekai Yafé (1535 – 1612) explica en su libro conocido llamado el «Levush«, donde dice que estas siete haftarot han sido seleccionadas buscando el objetivo de consolar al pueblo de Israel por la destrucción del Templo de Jerusalem.
Por otro lado, el Midrash recuerda que existen siete clases de consuelo divino, proveniente de los siete espíritus del Eterno, y compara al exilio del pueblo de Israel entre los pueblos del mundo, con un rey que fue tomado prisionero junto con sus hijos, sus yernos y todo su pueblo, quedando la reina sola por muchos años. Después de algún tiempo le informaron a la reina que ellos retornarían, y de esta manera, la reina obtuvo consuelo de su sufrimiento.
La pregunta que hace el mismo Midrash es: «¿Quién es la reina?» La reina es Yerushalayim (Jerusalem) que será notificada prontamente (con la ayuda de Dios), de que la Divinidad será «liberada«, así como también el pueblo de Israel, y esto representa siete consuelos: el retorno de los hijos, las hijas, las nueras, los yernos, sus hermanos, sus hermanas, y finalmente el retorno del rey, es decir del Rey de Reyes: el Mashiaj.
Por eso, el Midrash afirma que el Eterno designará a Abraham como Su emisario para consolar a Yerushalayim, pero la Santa Ciudad no tendrá consuelo. Entonces enviará a Itzjak, pero el resultado será el mismo. Tampoco podrán lograrlo ni Yaakov, ni Moshé. Cuando el Eterno note que Yerushalayim se niega a hallar consuelo por medio de los patriarcas, decidirá hacerlo Él mismo manifestando finalmente a Su Vasija Arquetípica: Mashiaj.
Por ello, a partir de este Shabat y hasta Yom Teruáh, leeremos un total de siete Haftarot las cuales contienen profecías que infundieron en el pueblo consuelo y esperanza posterior a la destrucción del Beit HaMikdash.
Esta es la esperanza y el consuelo de la Ciudad de Yerushalayim; el saber que el Rey de todos los reyes acompañado de Sus hijos, retornarán a ella:
«…¡«Consuelen, consuelen a Mi pueblo!, ha dicho vuestro Elokim.Hablen al corazón de Jerusalem y díganle a ellaque se ha completado su tiempo(de exilio),que ha sido perdonado su pecado…» (Isaías 40:1-4)
Aquí el profeta Yeshayahu le dice al pueblo de Israel que el Eterno ha ordenado a todos los profetas que consuelen al pueblo de Israel y lo reconforten, así como también a la ciudad de Yerushalayim.
Ahora bien, nos corresponde prestar mucha atención a la repetición de la palabra «consuelen». Para ello, encontré que el famoso mefarshim (comentarista) «maguid» de Duvna (Rabí Iaacov Krantz, 1741 – 1804), en el libro «Cojav Miiaacov», nos explica esta repetición mediante un cuento muy ilustrativo:
«Esto se asemeja a dos mujeres cuyos maridos viajaron a un país lejano, al otro lado del mar. Uno viajó a causa de la pobreza, para ver si allí podría conseguir sustento para su familia, y el otro que era un gran millonario a quien no le faltaba nada, viajó para alejarse de su esposa – que le hacía la vida imposible. Con el transcurso de los días, sus esposas no recibieron ninguna noticia de ellos, y fueron a preguntarle a los comerciantes que acostumbraban viajar a esas tierras distantes, si ellos sabían algo de sus respectivos maridos. Uno de esos vendedores les dijo que él estuvo con sus respectivos esposos, quienes le dieron cartas para ellas. Cuando las esposas le pidieron a él si les podía entregar las cartas que había traído con él, el mercader les dijo que en ese momento él no tenía tiempo para buscar las cartas, pero que las buscaría a la mañana siguiente y se las entregaría. Al escuchar esto, la esposa del adinerado retornó a su hogar feliz y tranquila sin decirle nada al comerciante, mas la esposa del hombre pobre no se movió de ese lugar y le insistió mucho al hombre para que tenga la amabilidad de buscar la carta de su marido en ese momento y entregársela a ella. Al ver esta actitud, el hombre le preguntó a la mujer por qué es que ella estaba más apresurada en leer la carta que la otra mujer que aceptó felizmente lo que él les propuso sin decir nada – pues sabía que mañana tendría noticias de su esposo. Ella le respondió angustiada: Debes saber que hay una gran diferencia entre esa mujer y yo. Esa mujer vive en su casa tranquilamente pues la riqueza reside en su hogar y su marido se fue a esas tierras lejanas, solamente por las peleas y las discusiones entre ellos. Es por eso que ella no tenía ninguna preocupación más que la de saber si a su esposo se le fue el enojo que tenía con ella, pues ella temía que su esposo no volvería más y su destino sería quedarse sola por el resto de sus días. Pero ahora que ella escuchó que su esposo te ha pedido a ti que la consueles a ella dándole una carta, ya no existe para ella ningún consuelo más grande que ese, y es por eso que a esa mujer le alcanza saber que todavía su marido la desea a ella por esposa, y retornó a su casa sin necesitar leer la carta. Pero eso no es lo que ocurre conmigo, puesto que yo soy una mujer pobre, carente de todo y espero con mucha ansiedad saber si D’os se ha apiadado de mi esposo enviándole sustento, para que así podamos alimentar a nuestra familia. Entonces, ¿cómo puedo yo ahora estar satisfecha sabiendo que mi esposo me ha enviado una carta si no la podré leer? ¿Quién me dirá ahora si mi marido ha logrado cumplir su objetivo o no? Yo no puedo esperar hasta mañana, soportando esas largas horas de espera, hasta saber qué es lo que está escrito en la carta!«
Con este relato metafórico el «maguid» de Duvna explica que lo mismo ocurre con el pueblo de Israel hoy: así como le ocurrió a la esposa del hombre adinerado que por portarse mal con su marido ella provocó que él se aleje de ella, el pueblo de Israel a través de sus pecados provocó que YHVH se aleje de ellos. La única preocupación que esa mujer tenía era saber si su esposo sigue amándola y volverá a su hogar algún día. Ella no necesitaba leer la carta, pues le alcanzaba con saber que su esposo todavía se preocupaba por ella.
Con el pueblo de Israel ocurre lo mismo. Toda nuestra preocupación y nuestro duelo, es porque hay quienes dicen que el Eterno nos ha abandonado para siempre y nunca más retornará hacia nosotros. Por eso, para consolarnos, nos alcanza con lo que nos dijo el profeta Yeshaiahu, que el Santo , bendito es Él, le pidió a él que nos diga que si nosotros estamos sufriendo, Él también sufre. Para nosotros no existe un consuelo más grande que ese, ya que de esa manera sabemos que YHVH no dejó de tener clemencia por Su pueblo y Su amor todavía está con nosotros, y entonces ¿qué necesidad tenemos de escuchar las palabras de consuelo? Y esto es lo que quiso expresarnos el profeta Yeshaiahu al decir: «Consuelen, consuelen a Mi pueblo!, ha dicho vuestro Dios«. Él quiso decirnos que nosotros deberíamos consolarnos incluso sólo con la noticia de que YHVH le ha ordenado a él que venga a consolarnos, para que sepamos que nunca más volveremos a ver a los que se ríen de nuestra situación actual, que contradice nuestra esperanza y nuestro anhelo. Esta buena noticia nos tiene que alcanzar para provocarnos que esperemos con calma, paciencia y felices el gran momento en el que el Eterno, nuestro Av, retorné hacia Su pueblo.
Con todo esto en nuestra mente, ahora podemos entender por qué el mes hebreo en el cual ocurrieron tantas desgracias a nuestro pueblo se lo denomina “Menajem Av”, (algo así como «¡Consuélanos Padre!«). Posiblemente, el mensaje sea el mismo que aquel que acabamos de enunciar. Nuestro aliento radica en el hecho que sabemos que existe un Padre en los Cielos, quien decide que nos sucedan determinadas cosas y que todo eso es parte de Su gran diseño de propósito para los distintos objetivos de la historia humana. Quiénes mejor que los yehudím (judíos) saben que el mundo es como una rueda: en ciertos momentos está arriba, mientras que en otros está abajo, pero que volverá a subir. Es esta la razón primordial por lo que al pueblo de Israel se lo compara con la Luna. Este, nuestra satélite, sigue constantemente esa dinámica cíclica: crece y mengua para volver a aparecer al mes siguiente. Así mismo, «el verdadero yehudí (judío) reconoce que los pesares que le suceden o que le han acontecido en el pasado nunca ocurren en forma fortuita. Si bien, puede no conocer o admitir en dónde radica su falta para con Dios sabe que la hay y que en cualquier punto de su vida, debe retornar hacia la Fuente de la que siempre está aún distante. Desdichado aquel que no sabe hacia dónde dirigirse. Esa persona está inexorablemente en continuo desconsuelo» [comentario del Rab Daniel Oppenheimer].
Acabamos de evocar el día más triste del calendario hebreo, para comenzar ahora el período de consuelo (siete semanas) que supera en duración a la etapa de tres semanas de luto anual y que culmina con el propio anuncio divino de un próximo año nuevo que podría ser el Jubilar definitivo.
Así pues, el Shabat Najamú es el primer Shabat después de Tishá Be Av, desde el que las palabras del profeta reverberan a través de las semanas siguientes, las siete semanas de la Consolación. Es un tiempo especialmente dado al regocijo con cánticos y danzas y manjares hasta que suene el Shofar anunciando Yom Teruáh.
Para finalizar, les compartiré una anécdota que la historia nos deja. Se cuenta que en una oportunidad, en Tish beav, aniversario de ese nefasto hecho, el emperador Napoleón de Francia pasó a través de una aldea judía, en momentos en que sus habitantes estaban sentados en la tierra a modo de duelo conmemorando la destrucción, llorando y leyendo el Séfer (libro) de Lamentaciones. Preguntó Napoleón la causa de semejante conducta, y le respondieron que para ellos era día de luto por la destrucción de su tierra unos 2000 años atrás. Esto impresionó sobremanera a Napoleón, y reflexionó: “…Un pueblo que se resiste a olvidar y lamenta la desolación de su Tierra ocurrida hace tanto tiempo, jamás será destruido y puede estar plenamente confiado de que finalmente la recuperará…”.
La búsqueda del Afikomán es una excelente motivación para que los pequeños se mantengan despiertos hasta tarde deseosos de encontrar el pedazo de matzá escondido y hacerse del motivador premio.
¿En qué consiste?
La persona que dirige el Seder parte a la mitad tres matzot (que representan a las castas de Israel Cohen, Levi e Israel) y las mezcla. Luego envuelve un trozo de la matzá del medio y lo esconde para ser buscado por los niños al promediar el Seder. Una vez descubierto se entrega un premio o a quien lo encontró (algunas familias se reparten regalos para todos los menores que salieron en su búsqueda valorando su esfuerzo). Otra variante es que los chicos “roben o se apoderen” del Afikomán cambiándolo por una recompensa a cambio de su devolución al final el Seder.
Sin embargo, no se trata sólo de un recurso utilizado por los padres para que los chicos no se duerman. El Afikomán es mucho más que un juego.
¿Qué es el Afikomán?
Se lo denomina “sobremesa o postre” y reemplaza al Sacrificio de Pesaj. El origen data de la Epoca del Beit Hamikdash en la que se daba por concluido el Seder una vez que todos los presentes comían un pedazo del Afikomán. En la actualidad continuamos con este ritual llamado “tzafún”( que significa “escondido”) .
¿Qué Representa el Afikomán?
Son muchas las interpretaciones acerca de su significado. La mayoría coincide su ligazón con recordar la esclavitud, el sometimiento, la libertad, la continuidad (representada en los niños), el ser seres incompletos y con defectos (por la partición), el esfuerzo por lograr objetivos y la recompensa por alcanzarlos. También representando a la Buena Suerte, a la esperanza, al Tikun Olam (reparación del mundo), a la redención, y a la fe mesiánica.
Imagina trabajar durante muchas horas, día tras día, durante décadas. Eres bueno en tu trabajo y encima te pagan bien. Cada noche, cuando terminas de luchar contra el tráfico y llegas a casa, estás demasiado exhausto para hacer algo fuera de relajarte e ir a dormir.
En cierto sentido eso te carcome. Sin duda la vida es algo más que hacer compras y trámites. En algunos momentos tranquilos, una pequeña voz se retuerce en tu cabeza. Es la voz de la grandeza, que te impulsa a buscar un logro todavía no concretado.
Motivado por el dolor de la mediocridad, valientemente fijas una cita para hablar con tu jefe. Le pides una breve licencia, un par de días de vacaciones, para aclarar tu mente, analizar tu interior y reenfocarte en las prioridades de tu vida.
Tu jefe asiente con la cabeza y puede sentir que tu seguridad comienza a debilitarse. Él razona que tienes demasiado tiempo libre. Su respuesta retumba dura y clara: “El pedido de vacaciones es rechazado. Además, voy a incrementar tu trabajo diario. Muchas gracias, eso es todo”.
Sin Tiempo para Pensar.
Así fue la experiencia de la esclavitud judía hace 3.300 años en Egipto. En un primer momento, los hebreos se ofrecieron voluntariamente para trabajar en las campañas públicas de construcción de las ciudades de Pitom y Raamsés. Luego el Faraón decretó que el trabajo era obligatorio y esclavizó a los israelitas.
A los hebreos, a veces les parecía que toda la empresa sólo tenía el objetivo de mantenerlos ocupados. En un juego de palabras, el Talmud define a “Raamsés” como el lugar en el que los edificios colapsaban una y otra vez (mitmotet), y “Pitom” como el abismo (pi-tehom) que se tragaba cada nuevo edificio como si fuera arena movediza. Pese al trabajo difícil e insoportablemente prolongado, la tarea nunca se completaba. La vida era mundana, sin significado, vacía de propósito.
Sin embargo, las señales de revuelta del destino nacional no podían contenerse. Eventualmente los Benei Israel llegaron a un punto en que el dolor de “seguir igual” era mayor que el dolor del cambio. Cuando finalmente lloraron desesperados, Dios le dijo a Moshé que pidiera que los dejaran salir tres días al desierto.
Pero el faraón se opuso. El faraón era el ser humano más poderoso que vivía en el mundo. Lo adoraban como si fuera una deidad, y él tomaba decisiones egoístas que dañaban a los demás y beneficiaban su propia riqueza y estatus. Sólo Dios se interponía entre el faraón y su gobierno narcisista. Para proteger su ego de tamaño divino, el faraón no podía permitir ese movimiento de desarrollo judío.
La respuesta del faraón fue rápida y furiosa: que los hebreos mantengan la cuota diaria de producción de ladrillos a pesar de que se les deje de suplir la materia prima. La táctica del faraón era “trabajar sin interrupción”, mantener a los israelitas ocupados y distraídos, evitar que les quedara tiempo libre para contemplar otra cosa fuera de la supervivencia. “¡Manténganse ocupados!”
Aunque Moshé les aseguró a los benei Israel que la esclavitud pronto terminaría, ellos no pudieron escucharlo debido a la falta de respiro y el duro trabajo (Éxodo 6:9). Estaban tan sobrecargados y oprimidos que no podían encontrar un instante de equilibrio para conectarse con su sentido de un propósito más elevado.
La esclavitud en la actualidad
Lo mismo nos ocurre hoy en día. “La esclavitud egipcia” es una metáfora de la condición humana. Como decimos en el Séder de Pésaj: “Cada persona está obligada a verse a sí misma como si ella personalmente saliera de Egipto”. Esto es especialmente cierto en nuestro tiempo y lugar, con distracciones por todos lados. La implacable maquinaria de los medios de comunicación nos bombardea cada día con decenas de miles de mensajes, provocando un cambio de foco de atención decenas de veces a cada hora. Instagram, Snapchat, Facebook, Gmail, WhatsApp. Cada vez que el teléfono sueña o vibra con una notificación, la atención cambia de dirección, una y otra vez. Desde el año 2000 la capacidad de atención cayó de 12 a 8 segundos.
En la educación, las distracciones son epidémicas. El 97% de los estudiantes universitarios están distraídos con sus teléfonos durante las clases. En promedio, sacan el teléfono de sus bolsillos y lo revisan rápidamente debajo del escritorio por lo menos 11,43 veces por propósitos no educativos.
La mera presencia de teléfonos inteligentes reduce la capacidad de concentración. Un estudio pidió a los participantes apagar sus celulares y los dividieron en tres grupos. La única variable fue la proximidad con el teléfono. A un grupo se le permitió dejar el teléfono sobre la mesa, a su lado. El segundo grupo debió dejarlo guardado en sus mochilas y al tercer grupo le pidieron dejar los teléfonos en otra habitación.
Les dieron a los participantes una prueba de comprensión de lectura. Los resultados demostraron que la proximidad de un celular (¡completamente apagado!) se correlaciona directamente con una tasa baja de concentración en la tarea propuesta.
Sí, la vida está repleta de ocupaciones. Tenemos fechas límites en el trabajo y debemos mantener actualizados los medios sociales. Pasamos cientos de horas cada día en tráfico y esperando en línea. Además de la batalla constante de estar actualizados con las compras, el ejercicio y las noticias.
Hoy, el mayor impedimento contra la claridad es el ciclo constante de distracción de las noticias, entretenimientos, consumismo y culto a las celebridades. Con pantallas de video por todas partes, y una siempre en nuestras manos, sufrimos del “síndrome de no tener tiempo para pensar”; un siniestro estado de distracción que nos deja poco tiempo para analizar la mayor pregunta de la vida: ¿Por qué estoy aquí?
Esta es precisamente la táctica del faraón: mantenerte ocupado en batallas de baja prioridad sobre las minucias de la vida. Él apuesta a que al mantenerte distraído, ya no confrontarás la batalla real de agregar más significado y propósito a la vida. Para que la máquina de dinero del faraón produzca mejor, tus “ansias de grandeza” deben caer en el olvido.
¿Cómo logramos salir de este pantano mundano y ganar perspectiva respecto a nuestras prioridades? ¿Cuál es la clave para liberarnos?
Herramienta #1: Aislarse en el desierto
En Egipto, la solución incluía tres días en el desierto para experimentar la compasión de Dios, la libertad y la autorrealización. El desierto es un sitio solitario, desconectado de las redes, vacío de distracciones. También en la actualidad necesitamos “salir al desierto”, a un lugar calmo en el que nos podamos concentrar por completo, sin distracciones; por ejemplo un bosque, la sinagoga, un dormitorio.
Cierra los ojos., relájate y aleja los pensamientos extraños. ¿Cuál es el primer pensamiento que aparece en tu mente? Si aparece la marcha de la locura, Coca Cola o la investigación Mueller, gentilmente deja esos pensamientos a un costado.
En cambio presta atención a la voz pequeña.
Piensa en los momentos de tu vida en que te sentiste más conectado. Recuerda experiencias trascendentes como admirarte de la naturaleza y enamorarte. Recuerda también aquellos momentos de conexión con tu misión única en la vida, cuando todo fluía y te sentiste completamente vivo y comprometido.
Recuérdate a ti mismo a los siete años. ¿Qué te hacía resplandecer? Conéctate con ese eje, el punto del cual emana la pasión por la vida. ¿Cuál es el propósito único de tu vida? Considera si tuvieras sólo un año de vida: ¿Qué es lo que afectaría positivamente todo lo demás?
Para alentar tus pensamientos, formúlate estas preguntas esenciales:
¿Para qué vivo?
¿Qué hace que la vida sea significativa?
¿En qué situaciones me siento más presente y vivo?
Si las circunstancias lo permitieran, ¿qué haría cada día con pasión y gratuitamente?
¿Cuál es mi combinación singular de habilidades y experiencia?
En mis momentos de calma, ¿qué es lo que anhelo?
¿Cuál espero que sea la suma total de mis actividades en la vida?
¿Acaso mis actos me conducen por el camino correcto para lograr mi propósito singular en la vida?
Esta es una perspectiva amplia y expansiva de tu mundo. Precisamente esta es la clase de pensamientos que el faraón quería mantener alejados.
En hebreo, Egipto se llama Mitzraim, de la raíz mi-tzar que significa estrecho y confinado. El secreto para salir de esa estrechez es irse a un lugar sin distracciones, un lugar vacío donde el espacio está ocupado por algo más auténtico. Focalízate en tu “misión de vida”. ¿Te sientes conectado? De lo contrario, debes efectuar un reajuste.
Herramienta #2: Desconexión semanal
El Midrash (Éxodo Rabá 5:18) nos dice que el faraón rechazó el pedido de los hebreos de salir tres días al desierto. Como represalia, no sólo dejó de suministrarles paja sino que también eliminó su único tiempo de descanso: el Shabat.
Shabat, el momento semanal para detenerse y reflexionar, era un gran peligro para el faraón. Como dice Arianna Huffington (experta en estilo de vida): “La sabiduría del Shabat es muy importante. Es algo muy profundo pedirle a la gente que se desconecte de todo el trabajo y se reconecte con algo más profundo… Nuestro proceso de toma de decisión se ve afectado cuando no nos damos suficiente tiempo para desconectarnos y recargarnos”.
Herramienta #3: Servicio de despertador
Además del respiro semanal, ¿cómo contrarrestamos nuestra constante agitación en el frenesí de la vida?
Es crucial examinar cuidadosamente nuestros caminos, tal como cualquier empresario, político o atleta exitoso examina con frecuencia y a intervalos fijos su desarrollo. Sin una evaluación constante, lo más probable es que permanezcamos en un estado defectuoso, a la deriva, con nuestro valioso tiempo y atención desviado hacia cualquier parte.
Dicen que el Barón Rothschild le pagaba a un sirviente para que le recordara a cada hora que se encontraba una hora más cerca de la muerte. Trata de fijar la alarma de tu teléfono para que suene a cada hora, de la mañana a la noche. Sin importar lo que estés haciendo en ese momento (manejando, socializando, trabajando, etc.), detente y pregúntate: ¿Estoy en el camino correcto?
Presta atención a dónde colocas tu atención, y deja de subir al tren equivocado antes de que parta. Antes de revisar Facebook, pregúntate: ¿Cuánto vale esta experiencia? Atrápate antes de hacer clic demasiado lejos en la zona de pérdida de tiempo del “espacio exterior de internet”.
Toma conciencia de tus propios pensamientos al activar tu “función observador”. Focalízate en lo que tu mente está haciendo.
No se espera que seamos perfectos. La clave es moverse en la dirección correcta, focalizarnos hacia arriba y subir la escalera.
Esta es la oportunidad de Pésaj. Es el momento de los brotes primaverales, cuando la renovación se siente en el aire. Es el momento para vencer esas fuerzas que nos distraen de nuestros valores más profundos.
En Pésaj, respira profundo y saborea la verdadera libertad.
Rav Shraga Simmons pasó su infancia haciendo ‘trekking’ en la nieve de Buffalo, Nueva York. Ha trabajado en las áreas de periodismo y relaciones públicas, y actualmente es el Co-Editor de Aish.com en Jerusalem.