Sukot

Las características judeo-mesiánicas de esta Festividad divina celebrada en el séptimo mes del calendario hebreo.

Las 4 Especies de Sucot y sus Secretos

por Rav Shraga Simmons

Tomado de: Aish Latino

Cada fiesta judía está infundida con una energía especial que nos ayuda a trabajar en un rasgo particular de carácter y a desarrollar determinados aspectos de nuestras vidas. Las mitzvot de las fiestas son herramientas que nos ayudan a alcanzar la meta de ese momento particular.

A menudo, la clave para descubrir este enfoque se encuentra en las plegarias. El sidur (libro de oraciones) llama a Sucot zman simjateinu, es decir, ‘el tiempo de nuestra alegría‘. ¡Sucot está diseñado como un taller práctico de alegría de una semana de duración!

Durante siete días, nos movemos fuera de nuestros pisos alfombrados, de nuestra casa con aire acondicionado, hacia un pequeño refugio llamado Sucá. Pero, ¿cómo se supone que esto nos hará felices?

La lección es que los objetos físicos que tenemos a nuestro alrededor no son lo que nos hacen feliz. Una persona puede vivir en una hermosa casa y ser absolutamente miserable. O bien puede vivir en una cabaña en mal estado y ser eufóricamente feliz. La clave para la alegría es el éxito en nuestras relaciones. Esto incluye nuestra relación con otras personas, con nosotros mismos y con Dios.

Relación con otros

Las Cuatro especies ofrecen importantes pistas de como alcanzar la alegría a través de las relaciones.

Los cabalistas dicen que las cuatro especies del Lulav (ten en cuenta que «Lulav» se refiere a la hoja de palmera, pero dado que es la más grande, el término se refiere también a las cuatro especies juntas) representan a cuatro tipos diferentes de judíos:

  1. El Etrog tiene un buen gusto y una buena fragancia. Representa una persona con sabiduría (aprendizaje de Torá) y buenas obras.
  2. El Hadás (mirto) tiene una buena fragancia, pero no es comestible. Representa una persona que tiene buenos actos, pero no tiene sabiduría.
  3. El Lulav (palmera datilera) es comestible, pero no tiene olor. Esto representa la persona con sabiduría, pero sin buenas obras.
  4. El Aravá (sauce) no tiene ni sabor ni olor. Se trata de una persona que no tiene ni buenas obras ni tampoco la sabiduría de la Torá.

En Sucot, reunimos estas cuatro especies, las atamos, y las agitamos todas juntas. El Lulav es casher sólo si las cuatro especies se toman juntas. Si falta una de las especies, el Lulav entero no es válido.

Un principio similar es enseñado en lo concerniente a la composición del incienso que era llevado al Templo Sagrado. Había 11 ingredientes, de los cuales uno, la jelbana, olía terrible. Aun así, el incienso sólo era valido si todos los ingredientes estaban incluidos. Esto nos enseña que debemos mirar a todo el pueblo judío como una sola unidad, trabajando juntos.

Puede haber gente que no nos gusta, pero todavía tenemos que relacionarnos con ella. No podemos decir simplemente que ciertas personas no son parte de nuestro mundo, o que no pertenecen a nuestro pueblo. Al contrario, la humanidad es una unidad indivisible. Este reconocimiento es básico para la felicidad porque cuando nos damos cuenta de que estamos todos interconectados, podemos ser más pacientes y tolerantes con los demás.

Ten en cuenta que cuando se toma el Lulav, el Etrog se coloca al lado del sauce. El que tiene más debe colocarse a sí mismo cerca del que tiene menos, con el fin de influirlo favorablemente.

Esta idea encuentra expresión también en la mitzvá de invitar huéspedes a nuestra Sucá. Este año, trata de invitar a algunos amigos más, tal vez incluso alguien que tú no conoces muy bien. ¡Los resultados te sorprenderán!

Relación con uno mismo

Otra manera de mirar el Lulav se menciona en el «Sefer Bahir«, un trabajo cabalista de casi 2000 años de antigüedad. Ahí se describe a las cuatro especies como cuatro partes del ser humano:

  1. El Etrog representa al corazón, la sede de nuestras emociones.
  2. El Hadás (mirto) tiene hojas en forma de un ojo.
  3. El Lulav (palmera datilera) representa la columna vertebral, de donde proceden nuestros actos.
  4. El Aravá (sauce) representa los labios, nuestro discurso.

Las cuatro especies deben tomarse en conjunto como una unidad. Así también, para alcanzar la felicidad, uno debe utilizar todas sus facultades al unísono. No se puede decir una cosa y sentir otra. Debemos unificar nuestros sentimientos, nuestras acciones, nuestro discurso y nuestras perspectivas. Con todos estos trabajando juntos, estamos bien encaminados hacia la autoestima, la tranquilidad y la alegría.

Relación con Dios

Las cuatro especies representan también el nombre de Dios. Aravá (sauce), Hadas (mirto), Lulav (palmera datilera) y Etrog representan la Yud, la Heih la Vav y la Heih de las cuatro letras del nombre de Dios.

Una vez más, la clave aquí es la unidad. Como decimos todos los días en la oración del Shemá: «Dios es uno». Mientras que las cosas pueden parecernos como buenas o malas, debemos darnos cuenta de que todo proviene de Dios. Uno debe hacer frente a diversas circunstancias agradables y desagradables, en última instancia para el máximo crecimiento de uno mismo, pero en esencia todo proviene de Dios.

Ser conciente de esto nos mantiene enfocados y nos ayuda a hacer frente a las dificultades de la vida. Cuando nos relacionamos con la unicidad de Dios, podemos alcanzar la verdadera felicidad en este mundo.

Sucot es una oportunidad que dura una semana para construir estas relaciones e incorporarlas en nuestras vidas. ¡Que podamos todos disfrutar de un gran éxito en esta aventura!


Fuentes:

«Sefer Haminaguim» – Jag HaSucot I
«Midrash Rabá» – Levítico 30:12
Talmud – Menajot 27a; «Código de Ley judía» O.C. 651:12
Talmud – Kritut 6a-b.
«Midrash Rabá«. Levítico 30:14.
«Jaim B’Yad» – Rab Jaim Palatchi, 52
«Rab Pe’alim» – Ben Ish Jai – II Y.D. 32

Los Números de Sukot y el Milenio

«Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y sucederá que los de las familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, no recibirán lluvia sobre ellos.«

(Zacarías 14: 16-17)

El contexto aquí es Zacarías 14, que habla de que el mundo observará la fiesta de Sucot cuando venga el Mesías; ya sea judío o gentil, todos deberán observarla o no recibirán lluvia para sus sedientas cosechas.

El tema aquí gira en torno al término hebreo SUKAH que se traduce como «caseta», «cabaña», «enramada», o «tabernáculo».

Las letras hebreas tienen valor numérico (matemáticas con letras, como el álgebra, sólo que más fresco).

  • Las dos letras exteriores de SUKAH tienen el valor de 65, que es el valor del nombre divino ADONAY «Dueño», y/o «Maestro».
  • Las dos letras interiores de SUKAH tienen el valor de 26, que es el valor del Nombre Divino YHVH.

Este es el punto principal aquí, y todo fluye de esa idea. Por ello, los invito a considerar con mucha atención lo que en la imagen siguiente podremos apreciar:

El valor total de guematría de la palabra SUKAH es 91, que se expresa más fácilmente en hebreo como un número usando dos letras: Tzadik + Alef, que casualmente forman la palabra TZA que significa «salir«.

El oráculo de Zacarías (ver 14:9) habla de que en ese día el Señor será uno y su nombre será Uno. Esto está incrustado en la naturaleza de la palabra SUKAH, pero tomará las verdades del SUKAH yendo de «adentro» (Israel) a «afuera» (las naciones gentiles) para que esa verdad se haga realidad.

Esto es porque el mundo está «sediento«, que es la palabra hebrea TZEMEI’AH. El mundo necesita lluvia, pero más que eso, el mundo necesita lo que la lluvia representa: la Presencia / el favor del Santo Bendito Sea, manifestado en bendiciones conretas.

El término TZEMIE’AH casualmente se escribe con letras que equivalen a 91 (Tzadik + Alef= «salir»), y las letras que equivalen a la palabra MAH (Mem – Heh=»¿qué?»).

La palabra MAH que se traduce «¿qué?» tiene el mismo valor de guematría que la palabra ADAM «ser humano».

Esto nos muestra que la «sed» del mundo se debe a que el hombre necesita unirse con ADONAY + YHVH (EL «SUKAH»).

Cuando se toman los valores de guematría de estos términos y se reducen sumando los números a los que se llega en sus sumas, se llega repetidamente al total de 1.

En otras palabras, cuando el hombre y el Creador están unificados en el deseo y la respuesta, entonces «YHVH es uno y Su nombre es Uno» (como dice Zacarías 14:9) en el contexto de que todo el pueblo le obedezca observando la fiesta de Sucot durante el reinado mesiánico.


Publicado por Jeremy Chance Springfiel

La Sukah del Mashiaj

Después de que el SEÑOR liberó a Israel de la esclavitud de Egipto, les dijo:

«Seguidme al desierto, a una tierra no sembrada»
(Jeremías 2:2).

Así fue que más de dos millones de personas entre varones, mujeres y niños respondieron a la llamada y partieron hacia la Promesa de Dios.

Ahora bien, el desierto es un lugar duro y seco. A no ser que estuvieras preparado con provisiones y protección, un viaje a través de él podría ser una amenaza para la vida, tal vez incluso suicida. Pero considere lo que debe haber sido para dos millones de personas. ¿Qué comerían o beberían? ¿Dónde encontrarían refugio? ¿Cómo evitarían los escorpiones, las serpientes y otros peligros?

En una palabra, el Señor mismo cobijó a los judíos con Nubes de Gloria y proveyó sobrenaturalmente para ellos durante sus 40 años de vagabundeo en el desierto después del Éxodo. Dios realizó milagro tras milagro, sosteniendo al pueblo en medio del desierto y sus peligros…. En consecuencia, ordenó a Moisés que estos actos de jesed divino se conmemoraran como la fiesta de Sucot (Lev. 23:34; Deut. 16:13-16).

La palabra sukot (סֻכּוֹת) es el plural de la palabra hebrea sukah (סֻכָּה), que significa «caseta«, «cabaña» o «enramada«. En el judaísmo tradicional, una sukah es una estructura temporal utilizada para «vivir en ella» (es decir, principalmente para comer o recibir invitados) durante los ocho días de la fiesta de Sukot («Tabernáculos»). La finalidad de la sukah es recordarnos el tipo de cabañas en las que vivían los antiguos israelitas cuando atravesaban los peligros del desierto.

Según la halajah (ley necesaria), la sukah mínima debe tener dos paredes completas con una tercera pared de al menos la «longitud de un palmo«. Las paredes pueden ser de cualquier material, aunque la estructura debe estar cubierta con un «sejaj» (סכך) o techo de paja, hecho sólo de material orgánico que representa las Nubes de Gloria que cubrían las tiendas de nuestros ancestros en el desierto.

Es costumbre decorar la sukah colgando frutas del sejaj y añadiendo otros adornos. Dado que una sukah está construida mínimamente con dos paredes, que se asemejan a un brazo doblado, y una tercera pared que se asemeja a una mano, algunos de los sabios dicen que representa el brazo de Dios envolviéndonos para darnos refugio (un «abrazo divino»). La opinión tradicional, sin embargo, es que la Sukah pretende recordarnos las Nubes de Gloria que protegieron al pueblo de Israel mientras vivía en condiciones hostiles y peligrosas en el desierto.

La Torah afirma que debemos alegrarnos durante el tiempo señalado de Sukot – samakta b’jageja (שָׂמַחְתָּ בְּחַגֶּךָ) -. e inmediatamente reitera que debemos estar alegres» – hayita aj sameaj (הָיִיתָ אַךְ שָׂמֵחַ). (Deut. 16:14-15) Por esta razón, los sabios llamaron a los ocho días de Sucot «Z’man Simjatenu«, que se traduce como «el tiempo de nuestra felicidad«.

¿Por qué alegrarse?

Pero, ¿por qué se nos ordena «alegrarnos» y estar «totalmente alegres» durante la temporada de Sukot?

He aquí algunas razones:

En primer lugar, la fiesta recuerda el gran Éxodo de Egipto y los milagros que el Eterno realizó en favor del pueblo hebreo. Puesto que estamos emparentados con ellos y les debemos nuestra fe, debemos estar agradecidos y alegrarnos por el cuidado y la providencia de Dios hacia nuestros fieles antepasados.

En segundo lugar, Dios mismo «tabernaculó» (es decir, puso su Tabernáculo) con el campamento de Israel en el desierto. Sabemos que la Sukah de Dios se llama Mishkan (מִשְׁכָּן), palabra que se traduce como skeine (σκηνη) en la traducción griega LXX (Septuaginta). A Moisés se le dio el diseño del Mishkan en el Sinaí para que Yahvéh mismo habitara en una tienda en medio del pueblo de Israel:

shakhanti b’tokham
«para que yo habite entre ellos»
(Éxodo 25:8).

La cubierta de la Sukah de Dios era en realidad la nube de la Gloria de Dios (Éxodo 40:35-36). El apóstol Pablo se refirió a que los israelitas eran sumergidos («bautizados») por la Gloria Shekhinah de Dios que los rodeaba (1 Cor. 10:1-2).

En tercer lugar, tras establecerse en la Tierra Prometida, Sukot se asoció con la Fiesta de la Cosecha de Otoño, Jag Ha’asif (חַג הָאָסִף), o la «Fiesta de la Recolección» (Éxodo 23:16, 34:22). Se trataba de una celebración otoñal de acción de gracias por la cosecha de frutos, celebrada durante la luna llena de Tishri.

En cuarto lugar, el rey Salomón dedicó el Templo judío en Sukot (1 Reyes 8; 2 Crónicas 7). La gloria Shekhinah de Yahvéh descendió para encender el fuego del altar y llenó el Santo de los Santos (1 Reyes 8; 2 Crónicas 7:1-10).

Más tarde se convirtió en costumbre (basada en Deut. 31:10) que cada siete años los peregrinos se reunieran en el Patio del Templo durante Sucot para escuchar al rey reinante leer pasajes de la Torá. Esta ceremonia se llamaba Hakhel (הַקְהֵל, «reunirse»), y ciertamente era un momento de alegría.

En quinto lugar, las Sagradas Escrituras registran que Sukot fue la primera fiesta observada después del cautiverio babilónico, cuando se dedicó el Segundo Templo (Esdras 3:2-4).

En sexto lugar, con el paso del tiempo, Sukot se convirtió en la fiesta más importante que se celebraba en la Tierra Prometida, llamada «la Fiesta del Señor» (חַג-יהוה, Lev. 23:39; Jueces 21:19) o simplemente «la Fiesta» (1 Reyes 8:2, 65; 12:32; 2 Cron. 5:3; 7:8). Junto con la Pascua y Shavuot, Sucot es una de las tres Regalim («fiestas de peregrinación») que unían a todo Israel en una celebración sagrada.

Los peregrinos de todo Israel (y, de hecho, del mundo) se reunían anualmente y levantaban innumerables y coloridas cabañas cerca del Templo. Compraban sus arba minim (cuatro especies), encendían hogueras, decoraban sus sukas y se alegraban en la celebración de la cosecha de otoño. Esperaban con impaciencia la famosa ceremonia de extracción de agua del Templo (nisuj ha-mayim), los espectaculares espectáculos de luces, la música especial y el ondear del lulav…. Después de la solemnidad de Yom Kippur, Sucot era un tiempo para acampar y regocijarse en la provisión y el amor del Señor.

Yeshua, como Mashiaj ben Yosef, asistió a la fiesta pero lo hizo «en secreto» (Juan 7:8-10); cuando vuelva como Mashiaj ben David, será abiertamente, con las «Nubes de Gloria» (Mateo 24:30, Apocalipsis 1:7). Nótese también que los dos grandes temas de Sucot (durante el período del Segundo Templo) eran 1) el agua, y 2) la luz. Es probable que Yeshúa se refiriera a sí mismo como el «Agua Viva» (Juan 7:38) y la Luz del mundo (Juan 8:12) durante las ceremonias de «extracción de la casa de agua» durante este festival.

Finalmente, cuando Yeshua regrese para establecer el Reino Mesiánico en la tierra, Él volverá a «tabernáculo» con Israel en Jerusalén (Ezequiel 37:27-28; Apocalipsis 21:3). La manifestación visible del SEÑOR, la gloria de la Shekhinah ( presencia Divina) se verá como un fuego brillante sobre todo el Monte Sión (Isa. 60:1,19, Zac. 2:5), y todas las naciones de la tierra viajarán hasta allí para celebrar Sucot (Zac. 14:16-19).

El oráculo del profeta Isaías dice

«Entonces Yahvéh creará sobre todo el recinto del monte Sión y sobre sus asambleas una nube de día, y humo y el resplandor de un fuego ardiente de noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel»
(Isaías 4:5).

Nota: Esta esperanza se expresa en la bendición del libro de oraciones para el final de Sukot:

«Que sea Tu voluntad, Adonai nuestro Dios y el Dios de nuestros antepasados, que así como he cumplido con la mitzvá y he habitado en esta sukah (terrenal), así pueda merecer en el año venidero habitar en la Sucá de la Piel del Leviatán«.

El Midrash dice que en el mundo venidero el Mesías hará que el «Leviatán» (un pez gigante creado el 5º día de la creación) y el «Behemoth» (un buey gigante) se destruyan mutuamente (Levítico Rabá 13:3). Con la hermosa piel del Leviatán Dios construirá sukot para albergar a los justos (Bava Batra 75a). El resto de la piel del Leviatán se extenderá sobre Sión como un dosel, y la luz que salga de él iluminará el mundo entero. Esto se llama a veces «la Sukah de la piel de Leviatán». Dentro de estos doseles, los justos comerán la carne del Leviatán y del behemoth con gran alegría.

¿Pero cómo se supone que la observancia moderna de celebrar en una sucá sea alegre? Después de todo, las comodidades habituales de la vida faltan allí…. ¿Cómo nos invita a ser felices el «habitar» en una frágil cabaña?

Sukot nos recuerda que nosotros también somos forasteros, de paso…. Al igual que el padre Abraham, vivimos en una tierra extranjera como ger v’toshavextranjeros y peregrinos«), esperando la Ciudad de Dios (cf. Hebreos 11:9-10).

Con todo lo explicado debemos aceptar que el espíritu de esta festividad nos invita a meditar que no necesitamos las llamadas seguridades que este mundo puede ofrecernos -incluyendo una economía estable o la bolsa de valores- para ser felices y estar provisto; lo mejor de nuestra existencia es reconocer que estamos rodeados por la Presencia protectora de Dios. ¿Qué más podríamos desear, especialmente cuando consideramos este mundo fugaz y moribundo en el que vivimos? Como dijo Pablo:

«Esta leve y momentánea aflicción nos prepara un peso eterno de gloria que no tiene comparación, ya que no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven. Porque las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas. Porque sabemos que si la tienda (σκηνος), que es nuestro hogar terrenal, se destruye, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos. Porque en esta tienda gemimos, anhelando revestirnos de nuestra morada celestial.«
(2 Corintios 4:17-5:2)


Fuente: Adaptado de una públicacion de: John J. Parsons

Las tres D de Sucot: Tres herramientas para ser más felices.

por Rav Eliahu Heller

El judaísmo le da un gran énfasis a la alegría. De hecho, la festividad de Sucot gira en torno a este concepto. No sorprende que sea llamado “el tiempo de nuestra alegría”, un período en el que debemos sentirnos dichosos y agradecidos.

Estas son las tres D de Sucot para lograr una felicidad duradera.

1. Deja de perseguirla

En Sucot dejamos nuestros amplios y cómodos hogares para mudarnos a los frágiles confines de la sucá. La temperatura puede ser sumamente alta o baja, dependiendo de la parte del mundo en la que vivas. Los vientos pueden llevarse tu sucá en un instante. ¿Cómo puede ser que vivir tan expuestos e incómodos sea una parte tan importante de esta festividad de alegría?

Muchas personas cometen el error de pensar que cuanto más tengan y más cómodas estén, más felices serán. Creemos que si nos pasamos la vida persiguiendo la felicidad, la encontraremos. El judaísmo nos enseña que la dicha no tiene nada que ver con cuánto tengas o cuán cómoda sea tu vida. De hecho, si la persigues, nunca la encontrarás.

¿Qué es la felicidad y cómo la obtenemos?

En hebreo alegría se dice simjá, palabra que está relacionada directamente con tzemijá, o crecimiento. Felicidad es la experiencia placentera que resulta al realizar una tarea significativa en dirección a objetivos significativos.

Donde hay crecimiento, progreso o expansión significativo, puede haber felicidad.

En Sucot dejamos el mundo de las comodidades y nos sumergimos, en cambio, en un mundo de crecimiento. Pasamos estos siete días con Dios, cantando Sus alabanzas y deleitándonos en Su presencia. Compartimos comidas festivas con nuestros familiares y amigos, estudiando, riendo y recibiendo mucho los unos de los otros. Abandonamos nuestro interés en la comodidad para orientarnos hacia el crecimiento y nos vemos elevados a un mundo de dicha.

2. Detente y aprecia

Estamos demasiado ocupados. Corremos de una cosa a la siguiente, sintiendo que podríamos lograr mucho más.

La felicidad no depende sólo del crecimiento. Igualmente importante es elegir conscientemente valorar ese crecimiento y prestar atención al progreso logrado.

Vivir en el momento presente nos resulta difícil. En cambio a menudo vemos lo que no estamos haciendo o lo que podríamos hacer, negando aquello que estamos haciendo ahora mismo. Nos robamos la felicidad que tenemos delante nuestro en ese momento presente.

Me viene a la mente un alarmante refrán:

Primero me moría por terminar la secundaria y comenzar la universidad.

Después me moría por terminar la universidad y comenzar a trabajar.

Luego me moría esperando que mis hijos tuvieran la edad para comenzar a ir a la escuela, para poder volver a trabajar.

Luego me moría por jubilarme.

Ahora me estoy muriendo… y de repente comprendo que me olvidé de vivir.

No permitas que tus objetivos, sueños y ambiciones destruyan la belleza y la importancia de la vida que vives ahora.

En Sucot nos detenemos y reflexionamos sobre el crecimiento del año anterior y las emocionantes oportunidades del nuevo año. Fuimos bendecidos en gran medida, crecimos mucho y necesitamos tomarnos el tiempo para detenernos y apreciar todo eso. Sucot es ese tiempo.

3. Demuestra gratitud

Uno de los mayores obstáculos para lograr la felicidad es sentir que tenemos derecho a recibir todo. El hecho de sentir que nos merecemos lo que recibimos socava nuestro sentido de gratitud. En cambio, debemos fomentar la humildad para reconocer que todo lo que tenemos en la vida es una bendición de Dios. Tenemos que manifestar sincera gratitud por todas las bendiciones de nuestra vida.

En Sucot cantamos la versión especial, completa, de la plegaria Halel, agradeciéndole a Dios por todo lo que nos ha dado. Destinamos estos días para agradecerle a Dios y a todo lo que ha enriquecido nuestra vida.

Sucot es el momento para aprender la habilidad de la felicidad. No es algo que ocurre por sí sólo. En lugar de estar molesto por el clima, los insectos o lo que sea que te incomode, concéntrate en el crecimiento; detente, aprecia y demuestra gratitud. Estarás saboreando la dulzura de una vida feliz.


Tomado de: Aish Latino

La Fiesta de Sukot y su Carácter Escatológico.

Por P.A. David Nesher

«En el último día de la fiesta, el día grande, Yeshúa se levantó y proclamó:
«Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su corazón brotarán ríos de agua viva.»

(Juan 7:37-38)

Al estudiar la Torah (Instrucción) divina debemos saber que la última fiesta de la cosecha anual es Sukot (esta ha sido conocida como la «Fiesta de los Tabernáculos«, «Fiesta de las Cabañas«, o «Fiesta de las Enramadas«), que comienza el día 15 del séptimo mes y dura siete días.

Cuando estuvimos estudiando la parashá Vayelej, aprendimos que Moshé ordenó al pueblo de Israel celebrar una ceremonia de renovación de la Alianza matrimonial con YHVH cada siete años durante la festividad de Sukot:

«Y Moshé les ordenó, diciendo: ‘Al final de cada siete años, en el tiempo establecido del año de la liberación, en la Fiesta de Sukot
(Deuteronomio 31:10)

Allí mismo, Moshé nos enseña lo que debe ocurrir en la ceremonia:

«Reúne al pueblo, a los hombres y a las mujeres y a los niños, y a tu extranjero que está dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y teman a YHVH tu Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta Torah
(Deuteronomio 31:12)

Debemos pues aceptar que esta ceremonia tenía implicaciones para la Segunda Venida del Mashiaj, y el establecimiento de la Era Mesiánica o Milenio. Así pues, obediente a este precepto, all final de cada siete años, durante el Shemitáh (Año Sabático), el pueblo de Israel subía a Jerusalén para celebrar Sukot; y es que tanto el Año Sabático como Sukot tienen algo en común con la Era Mesiánica.

El Shemitáh (Año Sabático) es el Shabat a mayor escala, en lugar de seis días semanales y un día de descanso (Shabat), son seis años y un año de descanso (Shemitah). De igual manera, la Era Mesiánica (Milenio) es el Año Sabático en una escala mayor; o sea que en lugar de seis años y un año de descanso, son seis mil años, y mil años de descanso. El día de Shabat es una pequeña muestra de la Era Mesiánica, y lo mismo se aplica al Shemitah (Año Sabático).

La festividad de Sukot también tiene implicaciones de la Era Mesiánica. Los siete días de Sukot ocurren en el séptimo mes del año. Sukot es a los otros días sagrados lo que el Shabat es a los otros días de la semana. Tanto Sukot como el Shabat celebran el acontecimiento de la Creación y el tiempo de Paz verdadera y plena que llegará al mundo en la Segunda Venida del Mesías.

Jerusalén: el Centro de la Voluntad divina.

Leemos en el Rollo de Devarim (Deuteronomio) lo siguiente:

«Cuando todo Israel venga a comparecer ante YHVH tu Dios en el lugar que Él elija, leerás esta Torah ante todo Israel en su audiencia».
(Deuteronomio 31:11)

En este versículo, nos encontramos con tres cosas que podemos recordar:

Primero: En el principio del versículo, donde dice: «Cuando todo Israel se presente ante YHVH tu Dios…» Aprendemos que a todo Israel se le ordenó venir, incluso al extranjero en la tierra de Israel. Como dice el versículo siguiente: «Reúne al pueblo, a los hombres y a las mujeres y a los niños, y a tu extranjero que está dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y teman a YHVH tu Dios, y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Torah;» (Deuteronomio 31:12). El mandamiento de que todo el pueblo de Israel e incluso los extranjeros en la tierra debían venir juntos prefigura lo que sucederá en la Era Mesiánica, donde todas las naciones de la tierra vendrán a Jerusalén.

Segundo: En medio del versículo, donde dice: «…en el lugar que Él elija…», recordamos que el lugar que el Eterno eligió, y sigue eligiendo, es Yerushalayim (Jerusalén). Por eso es que vemos que los primeros creyentes de Yeshúa demostraron su fe reuniéndose en los atrios del Templo todos los días. En la Era Mesiánica, Jerusalén no sólo será el centro espiritual del mundo, sino también el centro geo-político de todos los asuntos globales. Como dice el oráculo del profeta Isaías: «Y muchos pueblos irán y dirán: ‘Venid, y subamos al monte de YHVH, A la casa del Dios de Ya’akov; Y Él nos enseñará de sus caminos, Y andaremos por sus sendas.’ Porque de Sión saldrá la Torah, Y la palabra de YHVH de Yerushalayim«. (Isaías 2:3)

Tercero: La última cosa que podemos recordar de Deuteronomio 31:11, es del mismo final, donde dice: «…leerás esta Torah ante todo Israel en su audiencia«. Entendamos que la gente en el antiguo Israel no tenía un acceso fácil a la Torah, ya que en aquel entonces no había máquinas de imprimir ni libros. El recuerdo de la Torah por parte del pueblo de Israel dependía totalmente de las lecturas públicas de la Torah. Por eso Esdras y los hombres de la Gran Asamblea instituyeron el método de lectura de las actuales porciones semanales de la Torah (Parashot).

Así mismo, en los días de los apóstoles, el pueblo de Israel también dependía de las lecturas públicas de la Torah. Una persona normal no tenía un rollo de la Torah en su casa, así que tenía que ir a la sinagoga para escucharla. Yeshúa se preocupó de ir a estas lecturas públicas, y los seguidores de Yeshúa también siguieron dando importancia a las lecturas públicas de la Torah. El apóstol Pablo, escribiéndole a su hijo apostólico Timoteo, dice:

«Hasta que yo venga, presta atención a la lectura pública de las Escrituras».
(1 Timoteo 4:13).

La palabra griega anágnosis en realidad debe traducirse con la frase «lectura pública». Evidentemente, el apóstol está avalando la costumbre de la lectura pública de la Torah en la sinagoga en el Shabat, imitada también por las primeras comunidades al congregarse en el Nombre del Mashiaj. Toda esta costumbre hace eco de la lectura pública de la Torah que se ordenaba en Deuteronomio cap 31, vers. 11, aludiendo a lo que las naciones harán en la Era Mesiánica.

Pero existe un dato muy interesante en la tradición hermeneútica de los Sabios judíos que habla de otra interpretación de Deuteronomio 31:11. Ellos hacen notar que el pasaje dice: «… leerás esta Torah delante de todo Israel en su audiencia«, en donde hacen notar que la palabra «» aparece en singular. Entonces, los sabios preguntan: «¿A quién se dirige esta orden?» Entonces, ellos mismo dicen que este mandamiento necesita un individuo que tenga el poder de reunir a toda la nación de Israel, y el único que puede hacerlo es el rey de Israel, el Mashiaj Ben David.

Maimónides explicó que aquellos que escuchaban al rey leyendo la Torah debían actuar como si la estuvieran oyendo venir del Monte Sinaí. Se suponía que debían escuchar como si la hubieran oído venir del Todopoderoso, «ya que el rey no es más que un emisario facultado para proclamar las palabras del Señor«.

Esto alude a la llegada del Rey Mesías, que reinará en Jerusalén. Los rabinos se imaginaron cómo sería escuchar la Torah de la boca del Mesías:

«En el futuro el Santo, bendito sea, se sentará en el Jardín del Edén y expondrá la Torah. Y todos los justos se sentarán ante Él, y toda la Familia Soberana se pondrá de pie. A la derecha del Santo, bendito sea, estará el sol con las constelaciones y a su izquierda la luna y todas las estrellas. Y el Santo, bendito sea, expondrá los significados de una nueva Torah que dará a través del Mesías.«

(Midrash Alef Bet deRabbi Akiva)

Cada vez que leemos de la Torah, experimentamos una pequeña muestra de lo que será en la Era Mesiánica, donde todos en el mundo entero estarán ansiosos por aprender de la Torá. Como profetiza Isaías:

«Y muchos pueblos irán y dirán:
‘Venid, y subamos al monte de YHVH, a la casa del Dios de YaaKov;
Y Él nos enseñará de sus caminos, Y nosotros andaremos por sus sendas’.
Porque de Sión saldrá la Torah,
Y la palabra de YHVH de Yerushalayim.»
(Isaías 2:3)

La fiesta de Sukot desempeñó un papel importante en el proceso de construcción del primer y del segundo Templo.

Leemos en el primer libro de los Reyes el relato de cómo Salomón dedicó intencionadamente su recién construido Templo durante la festividad de Sukot, imprimiendo así un nuevo significado al nacionalismo que ya tenía Sukot para los israelitas (1 Reyes 8:2).

Del mismo modo, el sacerdote reformador Esdras dedicó el Segundo Templo en Sukot (Esdras 3:4); y en el libro de Nehemías leemos que la celebración por la finalización del muro y la lectura pública de la Torah termina con una celebración de Sukot (Nehemías 8:18).

Así pues, la conexión entre Sukot y el Templo no pasó desapercibida para los profetas. La descripción que hace Zacarías de la era mesiánica, que es la haftará del primer día de Sukot, se centra en el culto universal en el Templo en el marco de Sukot, proclamando que los miembros de todas las naciones que hayan sobrevivido al período de destrucción que precederá a la era mesiánica se unirán para servir a Dios y acudirán al Templo de Jerusalén para celebrar la fiesta de Sukot (Zacarías 14:14-17).

El Séptimo Mes, el Sukot y el Milenio.

Ahora, los invito a enfocar toda nuestra atención en Sukot.

He dicho más arriba que esta festividad es una sombra profética del Reino de los Cielos que viene e inaugurará el Milenio.

En el pensamiento judío, la fiesta de Sukot es la más alegre de todas las fiestas. Los sabios la llaman «Z’man Simjateinu» (que se traduce: «El tiempo de nuestro regocijo«).

Notamos que, de acuerdo al contexto histórico-geográfico de la tierra de Israel, después de recoger las cosechas, Moshé ordenó al pueblo de Israel que celebrara y se regocijara ante el Nombre de YHVH. El precepto establecía que cada varón, debían construir cabañas o enramadas (sukot) y vivir en ellas durante los siete días en que duraba dicha fiesta, como recuerdo de la época en que vivían en cabañas en su viaje por el desierto durante el Éxodo. En este lapso debían presentar ofrendas YHVH; el primero y el octavo día eran días de reposo adicionales en los que no se debía trabajar (cf. Lev 23: 33-36; 39-43).

Ahora, necesito invitarlos a realizar un ejercicio utilizando nuestra imaginación. Hagamos pues el esfuerzo en imaginar lo que acontecía después de las lluvias de primavera y de la cosecha de cebada y trigo en la época de la Pesaj y de Shavuot, venía la estación seca en la que generalmente no llovía. En el séptimo mes, la tierra estaba dura y estéril, y con la última cosecha llegaba la esperanza de las tan necesarias lluvias de otoño, que se entendían como una recompensa por la obediencia del pueblo a Elohim. Los israelitas probablemente tenían en mente las palabras de la Torah al acercarse a esta estación:

«Y si obedeces mis mandamientos que te ordeno hoy, de amar a YHVH tu Elohim, y de servirle con todo tu corazón y con toda tu alma, él dará la lluvia para tu tierra en su tiempo, la lluvia temprana y la lluvia tardía, para que recojas tu grano y tu vino y tu aceite. Y dará hierba en tus campos para tu ganado, y comerás y te saciarás.»
 (Deuteronomio 11: 13-15).

En los días del Sagrado Templo, una parte importante de la fiesta de Sukot era la ceremonia diaria de libación de agua, en la que se extraía agua del estanque de Shiloah, se llevaba al Templo en una alegre procesión y se vertía sobre el altar para invocar la bendición de Elohim para la lluvia.

Es en este contexto de oración por la lluvia que Yeshúa anunció el último día de Sukot que él es la fuente de agua viva que puede saciar el deseo de vida eterna del hombre (Juan 7:37-38; cf. 4:13-14) Nuestro Gran Maestro dio a entender que sin este agua espiritual, es decir la lluvia del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), el ser humano bebería y continuaría teniendo sed espiritual. Así pues, las lluvias otoñales y la cosecha de la Fiesta de las Cabañas también apuntan al derramamiento del Ruaj HaKodesh en los últimos tiempos y a la gran cosecha final de almas de todas las naciones a la que se refirió Yeshúa en su parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30, 37-43). Aludiendo a este simbolismo, el teólogo Conner afirma:

«Así, en los días finales de la gracia, al final de esta era, tendrá lugar la cosecha. La misma lluvia que madura el trigo también madura la cizaña. La misma lluvia que madura a los justos también madurará a los malvados» 

[Conner, «Las fiestas de Israel», pg. 68]

El discípulo Juan tuvo una visión de esta cosecha del final de los tiempos de los justos y los malvados:

«Y oí una voz del cielo que me decía:
Escribe:
Bienaventurados son los muertos, que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansan de sus labores; y sus obras los siguen.
Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda. Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube:
Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está seca.

Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada. Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y otro ángel salió del altar, el cual tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra; porque están maduras sus uvas. Y el ángel echó su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y la envió al grande lagar de la ira de Dios. Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios.«

 (Apocalipsis 14:13-20).

La sukah también se llama la «sukah de la paz», y simboliza el anhelo por la paz verdadera y plena de toda la humanidad. Por eso es que en la fiesta de Sukot sacrificaban, cuando existía el Beit HaMikdash (Santo Templo), setenta toros, simbolizando que Israel intercedía por las setenta naciones del mundo, como un indicio de la sukah de paz entre Israel y las naciones del mundo. Vemos pues que, según el Espíritu de la Profecía, Sukot es un anticipo del Reino Mesiánico, cuando habrá paz en la Tierra, los enemigos de Israel serán derrotados, y tanto judíos, como gentiles habitarán juntos y en armonía sirviendo a YHVH, el único Dios verdadero. Sukot es pues una sombra profética del Reino de los Cielos que viene.

Es por causa de las cosas por venir, que Yeshúa Rabeinu expresó su preocupación por el hecho de que haya muy pocos trabajadores dispuestos a recoger la abundante cosecha de los campos maduros (Mateo 9:37-38, Juan 4:35). El momento oportuno es crucial para el éxito de la cosecha. Si la cosecha no se recoge a tiempo, puede perderse fácilmente. Lo mismo ocurre con las muchas almas que estaban maduras para la cosecha a lo largo de los tiempos, pero que se perdieron porque no había trabajadores disponibles para llevarles las buenas nuevas del Reino de Dios.

Regresando a las costumbres de Israel para la estación de otoño, debemos saber que después de que la cosecha era traída y las cabañas fueron construidas, los israelitas habitaron y se regocijaron en ellas por la duración de la fiesta. Esto no sólo era una conmemoración de su frágil existencia y de la providencia de Elohim en el desierto; también era un recordatorio de la fragilidad actual de su vida incluso después de haberse establecido en la tierra prometida a nuestros padre en la fe. Es decir que los israelitas, no debían confiar en sus casas ni en la tierra, pues estas podían ser fácilmente arrebatadas; sino que ellos debían confiar sólo en YHVH Elohim, que seguía preservándolos como lo había hecho durante el Éxodo.

Las cabañas les recordaban que no eran sencillamente peregrinos y extranjeros en la tierra. Del mismo modo en nuestros días, al celebrar esta festividad, nosotros confesamos que el creyente en el Mesías es un peregrino y forastero en este mundo que se encuentra en busca y a la espera de una ciudad cuyo constructor y artífice es Elohim, al igual que Abraham, Isaac y Jacob (Heb 11,10-16). 

Así pues, al igual que las enramadas eran moradas temporales, a los creyentes se les recuerda que su cuerpo físico terrenal no es más que una morada temporal que un día será desechada y sustituida por una casa nueva y celestial, la morada eterna de un cuerpo inmortal y glorificado (2 Corintios 5:1-5).

El carácter escatológico de esta fiesta se desprende de las palabras del profeta Zacarías, que escribe que los que sobrevivan a la última batalla del final de la historia:

«…subirán año tras año a adorar al Rey, al YHVH de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de las cabañas» 
(Zacarías 14: 16)

En otro nivel, la plenitud de esta fiesta se experimentará en la resurrección y glorificación de los santos y el establecimiento del reino eterno y celestial de Mashiaj. Entonces miraremos hacia atrás en el frágil peregrinaje terrenal de esta vida y recordaremos la bondad del YHVH, regocijándonos en su esplendor. Entonces el Mishkan de Elohim estará con los hombres:

«Habitará con ellos, y ellos serán su pueblo.» 
(Apocalipsis 21: 1-4).

«Uno sobre Tres: La Fórmula del Nombre de YHVH escondido en la Sukah

Por P.A. David Nesher

Hemos aprendido que la Sukah (traducida como «enramada«, «cabaña«) está formada por tres paredes y el sejaj (el ·techo» hecho de vegetación)… es decir, uno sobre tres.

Pues bien, esa fórmula mesiánica («Uno sobre Tres«) encierra un maravilloso secreto revelado en el armado de la Sukah, y la posterior obediencia de vivir en ella durante siete días.

Si les gusta profundizar en los secretos revelados en esta estructura cósmica denominada sukah, me gustaría contarte que las tres paredes de la Sukah se correlacionan con las tres letras de la palabra Yud; que son Yud-Vav-Dalet (así es como se deletrea: י ו ד) … considerándolo así, encontramos que las paredes, o particiones de la sukah, representan un tipo de Yud que se divide en tres partes, estas tres letras, que son lo que en hebreo se conoce como la Yud inferior.

Ahora nos toca también considerar el secreto revelado en el Sejaj, también llamado techo, que se coloca en la parte superior de las tres paredes. El mismo se correlaciona con el segundo tipo de Yud, que es solo una letra (sin ser fraccionada en las letras que integran su nombre), es decir , la Yud misma escrita así: י. Es por eso que el Sejaj debe colocarse a no menos de diez tefajim, porque el valor del Yud es diez, ya que el Sejaj representa el Yud Superior.

Para comprender lo expresado en el párrafo anterior, debemos conocer que las normas halájicas en la construcción de la sukah, en lo referente a la altura de la misma establecen que la misma debe ser no menor a diez (10) Tefajim (ochenta centímetros (1 metro), por cuanto los Sabios entienden que no es posible habitar en menos de diez (10) Tefajim de altura. Y no puede superar la medida de diez (10) Amot (9.5 m.) porque para ello habría que hacer paredes más fuertes (para que no se caigan), y no parecería una morada momentánea, sino fija.

Ahora, volviendo a nuestra consideración, notamos que así combinada, la Sukah total, con las tres paredes y la Sejaj, representan las dos clases de Yud, la Yud indivisa y la Yud dividida, y esto se correlaciona con los dos Nombres principales diferentes del Eterno, el Nombre de YHVH (Yud -Heih-Vav-Heih) y el Nombre de Adonay (Alef-Dalet-Nun-Yud), que, cuando se combinan, tienen el valor numérico total de 91, que sale exactamente como el valor numérico de la palabra Sukah ( «סוכה» = Samej + Vav + Kaf + Heih = 91). Con esta referencia guemátrica vemos que Sukah se correlaciona con el Nombre combinado de con una Yud al principio y otra Yud al final … y esto se debe a que la Sukah, como he mencionado antes, es la combinación del nombre superior, la Yud superior … con el Nombre inferior, la Yud inferior … y esto también se llama la combinación de la «El Rostro grande de YHVH» y el «Rostro pequeño de YHVH».

Para lograr bajar esto a una praxis en nuestra vida cotidiana, debo decirles que al aceptar vivir por siete días en la Sukah, manifestamos a toda la Creación que sólo existe un único y verdadero Dios, manifestado a Israel con su Nombre más elevado: YHVH. A la misma vez, revelamos a toda criatura la esencia de nuestro Evangelio no sólo Él (Yahvéh) es el Único Dios, sino que lo hemos hecho nuestro Dueño (Adonay) comprometiéndonos con Él en la misión del Tikún Olam (la Rectificación del Mundo) llevando en nuestra mente lo que Él, por medio del Espíritu Santificador del Mesías, ha implantado en nuestro corazón. En otras palabras: siendo discípulos de Su Instrucción, logramos desarrollar en nuestra interioridad la imagen divina que Él nos puso al crearnos, esto sería, alcanzar a conformarnos a su semejanza (en hebreo: «Zeir Anpin» o «Rostro Pequeño de Dios«)… Entonces, y desde este entendimiento (Binah) nuestras mentes están en condiciones de pensar sujetas a Su paradigma, el Mashiaj, y de ese modo santificar Su Nombre: Yahvéh («Airj Anpin» o «Rostro Grande de Dios»), el Ha Kadosh Baruj Hu («Santo y Bendito Es»).


Puedes ver la explicación de este estudio en el siguiente video:

Una Suka dentro de tu Casa… ¿Cómo?… ¿Acaso se puede?

Por P.A. David Nesher

“En las Sucot habitaréis por siete días… para que vuestras generaciones sepan, que cuando saqué a los hijos de Israel de la tierra de Egipto los hice habitar en Sucot [cabañas]…

(Vayikrá 23) 

La festividad de Sukot es una de las conexiones más importantes del calendario que el Eterno ordenó guardar a Israel para concertar citas. Durante siete días abandonamos el confort de nuestras casas y nos establecemos en la Suka. La Suka es una cabaña o choza que consta de tres o cuatro paredes y un techo muy frágil, hecho de ramas, llamado sejaj.

En ella, y durante los siete días en que transcurre esta celebración, cada alma redimida logra conectar con todo su potencial, su Luz circundante, logrando incorporarla para gozar de esa energía en su vida diaria y lograr una prosperidad plena y duradera.

Por todo esto es que existen muchas pautas y requisitos que se deben seguir en su construcción, y con respecto a la ubicación donde se erige, para que una suka para ser considerada «kosher«, es decir apta para su uso.

Primordialmente la suká es una cabaña al aire libre. Los lugares más populares para la suka incluyen: patios, jardines, balcones y terrazas, etc. Básicamente, cualquier lugar bajo el cielo abierto. Es que justamente es un requisito importante que no exista nada entre su suka y el cielo abierto. Así que siempre hay que asegurarse de que no hayan árboles, toldos o techos de cualquier tipo sobre su suka.

Ahora bien, si tú no tienes posibilidad de asistir a una suka construida según las indicaciones halájicas correspondientes, este año te hago una nueva propuesta: construye dentro de tu hogar un espacio sagrado donde realizar esta conexión.

Para lograrlo, no necesitas demasiado: sólo un poco de creatividad; una alfombra, almohadones, plantas, flores, las especies sagradas que se usan para sukot, velas, una lámpara, guirnaldas de LED, piedras, algún cartel con palabras y versículos que inspiren la mente y el corazón…

Sería ideal si puedes armarla de manera que haya un lugar de ingreso y, el resto, de alguna manera cercado por los objetos (o cordones, cintas de color, etc.), de manera que sólo se pueda entrar por la «puerta».

Recuerda que la activación del espacio es al anochecer de este lunes 20 de septiembre.

¿Cómo sabrás si lo hiciste correctamente?

Si al entrar y permanecer allí sientes una atmósfera especial, si sientes paz, inspiración; si sientes que quieres quedarte en ese espacio el mayor tiempo posible, y si te dan ganas de invitar a alguien a compartir, serán pruebas de que has construido un espacio sagrado.

Tradiciones de Sukot

Es una mitzvá (mandamiento) especial regocijarse en Sukot. Por esta razón, los días intermedios de Sukot se caracterizan por celebraciones llamadas Simjat Beit HaShoeva, conmemorando las libaciones de agua que eran ofrecidas en el Santo Templo durante Sukot.

La festividad de Sukot está relacionada directamente con el “agua”, ya que es el día del juicio universal respecto a las bendiciones de lluvia e irrigación para el año venidero.

Sukot también es un tiempo de bendición universal para todos los pueblos –simbolizados por las 70 ofrendas adicionales que se ofrecían en el Templo durante la festividad, que correspondían a las 70 naciones del mundo.

El Libro de Eclesiastés, escrito por el Rey Salomón, es leído en Shabat durante Sukot. El tema de Eclesiastés es la vana persecución de placeres mundanos en contraposición a la búsqueda espiritual eterna. En realidad, la frágil construcción de la Suka nos recuerda que las posesiones materiales son transitorias.

El séptimo día de Sukot es llamado Hoshaná Rabá, que se caracteriza por la procesión de los siete circuitos alrededor de la Bimáh, con las Cuatro Especies en la mano. La procesión culmina con el aporreo de la rama de sauce en el piso. Hoshaná Rabá es conocido como el día del sello final del juicio que comenzó en Yom Teruah. En Hoshaná Rabá, algunos tienen la costumbre de leer el Libro de Deuteronomio y permanecer despiertos toda la noche estudiando Torah.


Tomado de: Aish Latino

Los Nombres del Eterno que se revelan en Sukot

Por P.A. David Nesher

Por P.A. David Nesher

La cobertura divina que confesamos tener en la Fiesta de las Enramadas (Sukot) nos compromete con la actitud mental positiva que otorga la emunáh: saber gobernar toda circunstancia negativa que aparezca en nuestro peregrinar esta vida física.


Para obtener el Estudio que en esta catequesis he dado, les recomiendo ir al siguiente ENLACE: