Enseñanzas

¿Por qué se Trenza la Jalá?

Por Chana Weisberg

 

Shabat representa la idea de la unión. Los seis días de la semana son el paradigma de la diversidad. Representan las seis direcciones de nuestro mundo tridimensional: norte, sur, este, oeste, arriba y abajo. Durante estos días, estamos en una búsqueda hacia el exterior llenos de acción e iniciativa tratando de dominar nuestro entorno.

Shabat, representa el punto interno. Shabat apunta hacia adentro y está lleno de unión y de paz que vienen con esa búsqueda interior. Es por eso que nos saludamos con un “Shabat Shalom!”, es decir, «¡que tengas un Shabat de paz y unión!».

Shabat también representa la conciencia de absorber las bendiciones de los seis días laborales y re-direccionarlas a nuestros hogares y vidas.

Tal vez el trenzado de la jalá que se come en la mesa de shabat, también, represente esta idea de fusión: todo se unifica y trae toda la diversidad a nuestra vida para una unión pacífica y armónica que sólo el Shabat puede lograr.

Muchos jalot son trenzados con seis tiras de masa. Los dos jalot juntas (tres y tres tiras) son simbólicas de los doce panes que se colocaban cada shabat en la mesa en el Templo Sagrado.


Recomiendo leer también los siguientes ESTUDIOS:

Los Excesos de Comida como Fuente de Inmoralidad

Por P.A. David Nesher

 

La multitud mezclada que había entre ellos empezó a sentir un antojo y los Hijos de Israel lloraron una vez más, diciendo: ¿Quién nos dará de comer carne? Recordamos el pescado que comimos en Egipto sin pagar nada, y los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo, pero ahora nuestra vida está reseca, no hay nada; no tenemos nada por delante salvo el maná.»

(Números/Bamidbar 11: 4)

Lo normal del mecanismo psíquico de defensa de un ser humano es olvidarse de las emociones negativas, para sólo quedarse con las positivas conformando sus recuerdos. En este episodio los hijos de Israel ya no se acordaban de la esclavitud. Por eso, el planteo lógico-racional que surge de la literalidad del texto es: si habían estado trabajando duramente como esclavos, ¿cómo ahora dicen que comían gratis? El intérprete del hebreo Rashí asegura que aquí se refieren a que pudieron comer gratis en Egipto en cuanto a no tener que cumplir ningún mandamiento divino.

Por eso, los expertos en decodificar la Torah explican que con dicha queja, queriendo comer carne, en verdad pretendían sacarse el yugo de los mitzvot (preceptos), pretendiendo permitir, desde esta actitud negativa, las relaciones prohibidas. Como esclavos, los israelitas crecieron acostumbrados a vivir de la generosidad de Mitzraim (Egipto). Por ello, a un año de su liberación, hicieron escuchar su voz de protesta, porque a partir del momento en que ingresaran a la Tierra Prometida debían trabajar arduamente para obtener la bendición de lo Alto.

Así pues, descubrimos el secreto ontológico que este texto revela: detrás de cada queja prepotente que el ser humano realiza al Eterno, se esconden cuestiones de índole moral, ya que la persona plena está contenta con lo que tiene, no codiciando lo que tiene el prójimo.

El ser humano necesita variar el gusto de la comida para no fastidiarse. Ahora, los hijos de Israel estaban en una situación de tránsito y, por influencia de los extranjeros, consideraron que la Providencia divina les estaba dando una comida de emergencia, para que sobrevivieran durante el paso por el desierto que no debería durar tanto tiempo.

El Midrash explica que el maná cambiaba de sabor, según el deseo de cada uno de los israelitas. Esto lo hace combinando las dos enseñanzas que la Torah tiene al describir cómo era el sabor del maná, según lo que está escrito en Éxodo 16:31b: “su sabor era como de hojuelas con miel”; uniéndolo con lo que se expresa en Números 11:8: “tenía el sabor de tortas cocidas con aceite”.

Así notamos que el maná era un alimento muy refinado, de origen sobrenatural (cf. Salmo 78: 25), el maná adoptaba el gusto que cada uno quería, y verdaderamente podía asumir el gusto de la carne también. Pero el pueblo tenía un “antojo” en su naturaleza pecadora (Yetzer HaRá). Dicho antojo los llevó a exigir prepotentemente el querer comer carne, para caer en definitiva en adulterio espiritual y físico. Esto lo entendemos desde la expresión «empezó a sentir un antojo» o «tuvo un vivo deseo, se traduce de la palabra hebrea ta’avah; (es también usada en pasajes como Génesis 3:6, 1 Samuel 2:16, Job 33:20, Salmos 10:3) y hace referencia al fuerte deseo egoísta de algo placentero, pero quizás pecaminoso.

Esencialmente, sus quejas en contra del maná eran, “No es lo suficientemente emocionante. Es aburrido.” Esta espantosa falta de gratitud no era nada menos que haber menospreciado al Señor mismo (Números 11:20). Yahvéh es nuestro proveedor; el despreciar lo que Él provee es despreciarlo a Él. No es el trabajo del Eterno entretenernos, y nosotros deberíamos ser más que hijos que demandan ser entretenidos y entusiasmados.

Pedir es algo muy bueno, y de hecho es un precepto pedir por las necesidades (Mateo 7:7-11). Pero esta acción debe ser realizada siempre con humildad, y no de manera prepotente, ya que de está manera la persona demuestra faltante y carencia, no percibiendo de buena manera lo que uno ya tiene.

Exigir de mala manera opaca el alma, comenzando la persona a querer comer de más (en este caso carne), y engordar, conllevando a las bajezas más grandes de índole moral.

Cuando uno come de más, no es la cuestión la comida en sí, sino que con este comer de más la persona está manifestando insuficiencia, debiendo la persona trabajar sobre las satisfacción real y verdadera de estar en el camino correcto, sin tener luego que lamentarse por los excesos.

Cuando una persona no muestra agradecimiento por la comida que recibe, desata maldiciones sobre su vida. Por medio de las bendiciones que damos a Yahvéh antes y después de comer, estamos dándole culto por medio de las cosas materiales y somos liberados de todo tipo de codicia.

“Porque no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar; y en Moisés todos fueron sumergidos en la nube y en el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía; y la roca era el Mesías. Sin embargo, Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron.”
(1 Corintios 10:1-6)

En este texto se habla de un “alimento espiritual”, una “bebida espiritual” y una “roca espiritual”. Así que el maná y el agua que fueron dados en el desierto eran alimento y bebida espirituales. ¿Cómo es que la Sagrada Escritura llama estas cosas materiales “espirituales”?

Según la filosofía griega que domina a la cosmovisión occidental, algo espiritual no puede ser algo físico. Sin embargo, el maná sí era físico, el agua sí era física, así como la roca era física. Así que la expresión “espiritual” no puede ser entendida desde el punto de vista filosófico, sino tiene que ser entendido desde una mentalidad hebrea. Según el punto de vista de la cosmovisión yahvista, algo espiritual es algo que viene del mundo espiritual, o que tiene la aprobación del Cielo, y que tiene una relación y un punto de contacto con el mundo espiritual. Considerado así, una comida espiritual es una comida avalada, bendecida, entregada y santificada por el Eterno mismo. Nuestra misión sacerdotal mesiánica tiene, entre otras cosas, la función de elevar los elementos meramente naturales a un nivel espiritual para que así puedan rendir culto al Eterno. La comida se convierte en algo espiritual cuando es recibida con una bendición basada en la Palabra de Dios, como está escrito en

“Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración.”
(1 Timoteo 4:4-5)

En todo elemento de la creación, y por ende, en todo alimento que ingiere el ser humano, se halla presente un resplandor de la energía vital de Or EinSof (la Luz Infinita), que es en definitiva la que le da la que da existencia física a ese elemento en particular; incluso una mera roca inherente también tiene esa fuerza dentro de sí. De hecho, si Yahvéh quisiera hacer desaparecer algún elemento físico de la Tierra, no tendría más que quitarle la Energía divina que lo impregna y sustenta, y entonces aquel desaparecería como si jamás antes hubiera existido. Ahora bien, cuando tú, que perteneces al reino humano, ingieres elementos de los tres reinos inferiores de la naturaleza (mineral, vegetal y animal), lo haces parte de tu sangre y de tu carne, y así los elevas a un plano superior. En definitiva, ese es el objetivo de la existencia del ser humano: sublimar la materia. Y por eso los israelitas reclamaron ante Moshé por la falta de alimento acorde a sus deseos egoístas.

Israel tenía que rendirse a esta ansia intensa; no sería cumplida a menos que cooperaran con ello. Teniendo en cuenta esta tendencia hedonista en el alma humana, el apóstol Jacobo, hermano de nuestro Señor Yeshúa, enseñaba a las comunidades hebreas a su cargo, lo siguiente:

«…sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido»
(Santiago 1:14)

Por todo lo expresado, debemos pues aceptar que la atracción al pecado está constantemente presente entre nosotros, sin embargo debemos evitar ceder a ella en eligiendo en humildad servir a Yahvéh y su propósito eterno en nosotros.



Estudio Relacionado que recomiendo LEER:

Los Siete Espíritu del Eterno

«Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios…
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.«

(Apocalipsis/Revelación 4:5; 5:6)

Los Secretos de la Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Y El Eterno habló á Moshé, diciendo:
Habla a Aharon y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciendo:
El Eterno te bendiga, y te proteja. Haga resplandecer El Eterno Su rostro sobre ti, y de ti tenga misericordia. El Eterno alce a ti Su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.»

(Bamidbar/Números 6:22-279)

Al llegar a este tramo del rollo de Bamidbar, notamos que la Torah establece un precepto positivo: que los kohanim (sacerdotes) bendigan al pueblo de Israel.  Lo que resulta interesante de este precepto, es que se debía aplicarse todos los días, perpetuamente. Era así tan importante, que todo kohen al que se le pida que suba a la tarima para bendecir al pueblo de Israel y se niega, si bien desde un estricto punto de vista halájico incumple con un precepto, se considera que incumplió tres mitzovot (mandamientos). Esto se debe a que de los versículos antes mencionados se desprende que Yahvéh desea bendecir al pueblo de Israel, razón por la cual ordena tres veces a los kohanim para que se apresuren a hacerlo

Por esto, la Bendición Sacerdotal o Bendición Aharónica es como la Corona y el Sello de lo que ahora es reconocido como un completo y organizado Pueblo del Eterno que a partir de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo) marchó corporativamente hacia la Tierra Santa, la Tierra Prometida, Eretz Israel.

De acuerdo a la interpretación de exégetas hebreos, el santuario portable del desierto fue terminado un veinticinco de Kislev, pero que la inauguración fue el día primero de Aviv (Nisán). Desde esta aseveración, la mayoría de los comentaristas concuerdan que la primera vez que se expresa esta bendición fue en esta inauguración.

Por eso, quiero invitarlos a que imaginemos ese momento donde nuestros ancestros escucharon por primera vez estas frases tan especiales, momentos que nos dicen que existe un lugar que Yahvéh designó, para que disfrutaremos Su Presencia.

Permitamos que el Espíritu Santificante de nuestro Abba, nos guíe a reconstruir el sonido de esta berajah (bendición) en los tiempos del primer Templo y del Segundo.

¿Cuántas veces habrán salido de allí estas palabras? ¿Cuántas veces nuestro amado Dueño, el Mesías Yeshúa, las escuchó mientras transitaba por el patio del Templo?

Lamentablemente hemos perdido los Templos, pero lo que no hemos perdido es la berajah, ni el deseo profundo y estable del Bendito Eterno, nuestro Abba kadosh.

Por eso, si logramos revalorizar los códigos de Luz Infinita vibrantes en estas palabras, seguramente las volveremos a oír una vez mas cuando el Tercer Templo sea levantado, en la Segunda Venida del Mesías.

Esta Berajah y Su Historia.

Estas palabras llenas de energía divina, han trascendido el tiempo y la historia misma de Israel, vibrando sobre las distintas generaciones hebreas, más allá de sus avatares históricos. Durante el tiempo del Templo de Jerusalén la bendición sacerdotal fue parte del culto diario. Parados en una plataforma especial, los sacerdotes levantaron sus manos para dar la bendición sacerdotal. Esta tribuna era llamada «duján» (aunque es mas corriente el nombre de «dujanim«). Las palabras de esta berajah eran pronunciadas después del sacrificio de las ofrendas diarias de la mañana y de la tarde.

La Bendición Sacerdotal fue uno de los mas impresionantes elementos del servicio en el Santo Templo de Jerusalem. El Shulján Aruj (nombre por el que se conoce a la más importante recopilación de normas de conducta contenidas en la fe hebrea), enseña que aunque hoy en día el Templo no existe, permanece este mandamiento positivo, y se realiza por medio de birkat kohanim, pronunciado durante ciertas oraciones en la sinagoga. Incluso un kohén pecador puede decir birkat kohanim, puesto que la bendición proviene de Dios y los kohanim son sólo los intermedios que transmiten esa bendición. Sin embargo un kohén es excluido de birkat kohanim y pierde sus derechos de kohén si se casa con una mujer divorciada o toda otra mujer prohibida a los kohanim. También es parte del ritual casero, donde tradicionalmente es pronunciada por el padre para bendecir a sus hijos en la víspera del Shabat.

De igual manera, ante el mover del Espíritu de Yahvéh sobre las naciones para juntar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, aquellas familias que hemos despertado a las raíces de la fe de Abraham, debemos otorgarle el lugar espiritual que estas palabras merecieron en las doce tribus de la Amada del Señor: Israel.

Desde la Reforma, la Bendición Sacerdotal hace parte constitutiva del servicio en muchas iglesias protestantes.

Análisis de los Códigos de Birkat Kohanim
1- La Ascención Gradual del Alma Bendecida

Comenzando el análisis de esta Bendición, nos encontramos que aun cuando la orden está dada en plural, pues dice “Así bendecirás a los hijos de Israel”, al ejecutarse se pronuncia en singular: “Que te bendiga”.

Así, lo primero que notamos en este análisis es que que esta expresión condiciona a los kohanim (sacerdotes) a dar una bendición con amor. ¿Por qué con amor? Porque Yahvéh quiere revelar que eso es lo que merece el pueblo de Israel por se solícito en el estar unido corporativamente. Porque el amor entre ellos ha hecho posible que se vea como un ejad [unidad], como un solo hombre. Por eso la bendición esta expresada en singular.

Además, la orden divina al kohen de que exprese esta bendición con amor, es para que quede bien claro que él el no es el dueño de la intención que esta tiene. El Dueño queda claramente expresado a través de las manos extendidas, símbolos del Eterno como Creador que aún trabaja a través de un hombre dispuesto a unir el Mundo de Abajo con el Mundo de Arriba. Esto es lo que quizo expresar nuestro amado Mesías al decir:

«Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.»
(Juan 5:17 – NBD)

Así el Creador del mundo se dirige con estas palabras, con todo el amor hacia su pueblo, hacia lo que más ama. Es un amor que suena en todo el universo, que no ha dejado de estar presente en la vida de todos y cada uno de los que conforman el Pueblo Elegido.

Ahora sí, yendo a los detalles literarios, podemos observar que el texto hebreo consiste de tres (3) cortos versos de tres (3), cinco (5) y siete (7) palabras, respectivamente. A las vez el texto está montado sobre «estaciones graduales» desde la petición por bendiciones materiales y protección, como por la Divina Gracia de obtener bendiciones espirituales, culminando en un precioso clímax peticionario hacia el mas consumado regalo de Dios: Su Shalom, es decir, esa Paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Paz, que será el bienestar en la cual todo lo material y espiritual son bien comprendidos, contenidos y manifestados en vida plena.

Resultará muy importante saber que las quince (15) palabras que constituyen estos tres (3) versos contienen un mundo de confianza en en el Eterno, que aumenta el poder de la fe que nos fue dada una vez por herencia. Todas ellas están adornadas de una gran belleza rítmica, y caen en una solemne majestad sobre el oído de los adoradores que busca el Eterno:

v.23  «Así bendecirás a los hijos de Israel diciéndoles:»
(koh tevaraju et-beney Yisra’el amor lahem).

Lo importante para destacar aquí es que los kohanim (sacerdotes) no son de alguna manera super-especiales para conferir esta bendición, sino un vehículo que Yahvéh ha escogido para depositar sus bendiciones en su pueblo. Ellos no pueden bendecir al pueblo de una manera arbitraria «Así bendecirás«, quiere decir que deben ceñirse al patrón que Yahvéh les está dando y no salirse de allí tratando de hacer algo diferente como el pecado anterior de los otros dos hijos de Aaron cuando ofrecieron incienso no autorizado. Los kohanim tienen que seguir la fórmula ya que ellos son los ejecutantes, no los legisladores.

Durante los servicios los fieles no debían mirar las manos de los kohanim ya que la bendición no reside en sus manos, son un instrumento, mientras que la bendición viene del Eterno. Yahvéh es quien, por la obediencia absoluta de este precepta, confirma las palabras de los kohanim y los bendice igualmente a ellos .

Es costumbre que las manos de los kohanim se dirijan hacia los fieles juntándose ellas por sus dedos pulgares y abriéndose formándose dos (2) letras Shin (W), vale decir, los dedos indice y corazón van pegados el uno al otro y los dedos meñique y anular juntos también de la misma manera en ambas manos, lo que representaría doblemente la palabra «Shalom«.

Al pronunciar la bendición, debe hacerse primeramente en lengua hebrea y posteriormente traducirse al lenguaje en uso de la comunidad. Todas estas regulaciones tienen un profundo significado espiritual para todos los tiempos.

Un extraño NO debe bendecir. Para bendecir se necesita conocimiento y la comprensión de la persona que ha de ser bendecida. Además, bendecir a otros es una difícil tarea, que requiere prontitud para el sacrificio y para las oraciones. Por ello, quien bendice debe ser bastante sobrio y piadoso. El fanático o aquel que su juicio está siendo cegado por el odio o el prejuicio nunca debe bendecir a nadie. El lenguaje, como se dijo, debe ser en la Lengua Sagrada –Lashon Hakodesh- y pronunciarse con voz llena de vitalidad.

La Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal) se pronuncia así:

«YEVAREJEJÁ YAHVÉH VE-ISHMEREJA
YAER YAHVEH PANAV ELEJA VI-JUNEJA
ISA YAHVÉH PANAV ELEJA
VEYASEM LEJA SHALOM.»

2- La Protección Completa de Yahvéh
A. – Yahvéh te bendiga y te guarde (Yevarejejá Adonai veyishmereja)

Esta expresión quiere decir te otorgue vida, salud y prosperidad, pues para qué sirve vivir si no se tiene salud y no se prospera en los caminos que se emprenden. No quiere decir esto tampoco que la prosperidad sea «únicamente económica» como se acostumbra a malentender los versos bíblicos que hablan de «prosperidad»; porque se puede ser próspero económicamente y no gozar de buena salud. Así como también, se puede estar sano físicamente, y gozar de buen pasar económico, pero ser un fracasado en cualquier cosa que emprenda en el plano espiritual o emocional.

Yevarejeja: La pregunta es: ¿Por qué se utiliza solo el singular y no bendecimos en plural? La explicación mas corriente es que como prerrequisito para todas las bendiciones, Israel debe ser primero la UNIDAD que el Eterno demanda. Todo Israel debe sentirse como UN Solo Cuerpo, entonces las bendiciones serán para ese varón perfecto (Efesios 4:13).

Veyishmereja: Puede traducirse como «Te Guarde» o «Te Mantenga«. Al pronunciarse esta expresión se está declarando lo siguiente: «que Yahvéh te garantice su divina protección contra el mal, la enfermedad, la pobreza, la calamidad«. Esto es lo que desarrolla la consciencia de que es el Señor el que Guarda a Israel. Él guarda nuestras almas de la muerte, nuestros ojos de lágrimas y nuestros pies de tropezar.

Además, los exégetas del hebreo, han dado una amplia explicación sobre estas tres palabras hebreas, aduciendo que su literal traducción se aproximaría a esta declaración:

«¡Que el Eterno te bendiga con posesiones y sea Él que te las guarde. Que estas posesiones sean poseídas por ti. Pueda así el Eterno guardarte del pecado, y protegerte de todas las destructivas influencias que tan a menudo sigue tras las posesiones terrenales!«

Evidentemente, existe una fuerte conexión entre la bendición y la protección. ¿Para qué sirve una bendición si no la puedes guardar, o si pierdes la capacidad de aprovecharla? La bendición y la protección son necesidades básicas de la creación. Necesitamos bendición y protección para poder existir y desarrollarnos.

Adam tenía la tarea de labrar y guardar el huerto del Edén, con otras palabras, tenía que bendecirlo y protegerlo. Son dos funciones básicas de una administración correcta, no solamente producir, sino también guardar. No solamente guardar, sino también extender.

Una congregación que solamente está enfocada hacia el crecimiento sin guardar las almas de los que han sido cosechadas no será estable. Una congregación que sólo sirve para la auto conservación sin expansión está condenada a muerte. Ambas cosas son necesarias para que una congregación sea viva y sana.

En esto pensaba el salmista cuando escribió:

“Porque sol (bendición) y escudo (protección) es Yahvéh Dios; gracia y gloria da Yahvéh; nada bueno niega a los que andan en integridad.”
(Salmo 84:11)

Dos principios básicos para el éxito son: bendición y protección. Un tercer principio básico es: dirección. Si recibes bendición y protección y luego te desvías, ¿para qué te sirve? También necesitas dirección, consejo, para saber cómo hacer las cosas, necesitas mandamientos para cumplir para no desviarte del camino.

Según Rashí, la bendición de la cual se habla en birkat kohanim se refiere a los bienes materiales y cuando Yahvéh alza su rostro significa que subyuga su ira.

Un último comentario exegético asegura que esta parte de la bendición asegura al Pueblo oyente que Yahvéh lo protegerá para que otros no lo dominen.

 B.– Que Yahvéh haga que Su Presencia brille en ti y te garantice su gracia. (Ya’er Adonai panav eleyja vijuneja)

Cuando hablamos de LUZ en las Escrituras, no solamente es para referirnos al sentido literal, sino mas bien como símbolo de alegría y pureza como también de amistad. Causar que el Rostro resplandezca sobre alguien, es en el idioma hebreo significa ser amigable con alguien.

Por ende, cuando el Rostro de Yahvéh se dice que es vuelto hacia una persona y que brilla en esa persona, ello implica un derramamiento de su divino Amor y Salvación:

«Oh, YHVH de los ejércitos, restáuranos.
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos
(Salmos 80: 19)

Teniendo esta cosmovisión en su mente, el salmista compuso esta estrofa:

“Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Yahvéh, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro y seremos salvos.”
(Salmo 80:3, 7, 19)

Así es bien clara la idea: si el rostro de Yahvéh resplandece sobre alguien, hay salvación. La palabra salvación tiene un sentido muy amplio: liberación, ayuda en problemas, apoyo en momentos difíciles, liberación de apuros, protección contra peligros, sanidad de enfermedades etc.

Las palabras: «Haga resplandecer Su Rostro sobre ti«, deben ser interpretadas en el sentido puramente espiritual para implicar que es el regalo del conocimiento y la profundidad moral. La idea literal de esta frase sería:

«Pueda Yahvéh darte el brillo de los ojos y la luz de Su Shekinah;pueda el fuego de la Profecía arder en las almas de tus hijos; pueda la luz de la Torah iluminar tu casa» 

La palabra «vijuneja» tiene una significación mayor que la expresión «te guarde«. La idea primordial expresaría lo siguiente:

«Se convierta Yahvéh en tu benefactor y te llene de su Gracia y cumpliendo tu petición.»

Los exégetas del hebreo entienden «vijuneja» en el sentido de :

«Pueda Él darte Gracia en los ojos de tus compañeros«; vale decir, «pueda Él hacerte adorable y amado a los ojos de los otros

 C. – «Que Yahvéh levante su Presencia sobre ti.» (Yisa Yahvéh panav eleyja)

Esta expresión también podría expresarse así:

«Vuelva Su cara hacia ti. Vuelva Su atención a ti, y su cuidadoso amor lo extienda siempre hacia ti.»

C. – Te garantice («establezca para ti» o «arregle para ti») Shalom. (Veyasem leja Shalom).

La palabra Shalom, en hebreo, significa no solo libre de todos los desastres, sino también, salud, bienestar, seguridad y tranquilidad; la paz, aseguran los sabios hebreos, que la Shalom es uno de los pilares del mundo; sin ella, el orden social no puede existir.

«Paz en tu entrar y paz en tu salir, paz para con todos los hombres. Grande es la paz porque es el sello de todas las bendiciones» (Talmud)

Shalom es la palabra que el Eterno utiliza para describir la integridad, la bondad y la total satisfacción en la vida. ¡Esta es la vida abundante que Yeshúa prometió! (Juan 10:10)

Nosotros no solamente debemos ser pacíficos a nosotros mismos, sino ayudar a otros a serlo también. La Paz no es solamente una condición personal, sino nacional.

La Paz (Shalom) no es un concepto negativo y no es el equivalente a inactividad. Los profetas esperaron por una paz Mesiánica que debe fundar al universo y ello incluye a todos los hombres de todos los pueblos y eso también incluye a todas las bestias del campo (Isaias 11, 6-10).

«Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel»

El ser bendecido por el Eterno es tener Su Nombre sobre ti para ser identificado con quien es Él y toda Su naturaleza.

Aharón fue mandado a pronunciar esta bendición sobre el pueblo de Israel, no sobre las otras naciones. Aunque Yahvéh ama y bendice a toda la humanidad, hay un fuerte y definido sentido en el cual Él tiene bendición sólo para Su Pueblo de Alianza. Por lo tanto, nosotros tenemos que unirnos a Él para ganar esa bendición.

Por otra parte, vemos que el Eterno promete bendecir en respuesta a su bendición. ¡Qué apropiado para los líderes del Corazón Pastoral de Yahvéh el pronunciar estas palabras sobre su pueblo! Que tanto más apropiado para cada creyente el recordar que tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo que siempre vive para interceder por nosotros y para bendecirnos de acuerdo a Su misma bendición.

¡Vamos ahora reflexiona y alégrate!… ¡Qué gran regalo, el tener el nombre de Dios sobre ti! ¡Vive pues como un hijo primogénito que ya está bendecido con toda bendición espiritual en lo lugares celestiales!

Herramientas Cósmicas para Prolongar la Vida

«Y observaréis sus estatutos y mis juicios, pues cumpliéndolos el hombre vivirá por ellos; Yo soy el Eterno.»

(Levítico/Vayikrá 18:5)

 

Este texto nos muestra que hay vida en la obediencia a los mandamientos. Según el sabio intérprete (exégeta) judío Rashí, esto hace alusión a la vida eterna en el Mundo Venidero (Olam HaBá), ya que en este mundo el ser humano muere en definitiva. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿Hay vida eterna en el cumplimiento de la Torah o hay una larga vida en la tierra? La respuesta es: ambas cosas. En verdad, hay mandamientos que producen una vida larga debajo del sol y hay otros mandamientos que fueron dados para dar vida eterna al hombre. Por ejemplo el mandamiento que nos ordena creer en el profeta como Moshé (cf. Deuteronomio 18:15, 18) es uno de los que dan vida eterna, como está escrito en:

“Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús (Yeshúa), y serás salvo, tú y tu casa.”

(Hechos 16:31)

El apóstol Pablo, escribiendo a los discípulos de Roma enseñaba:

“Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el Mesías es la meta de la Torah para justicia a todo aquel que cree. Porque Moshé escribe que el hombre que practica la justicia que es de la Torah, vivirá por ella. 

Además, la justicia que es de la fe, dice así:

NO DIGAS EN TU CORAZÓN: «¿QUIÉN SUBIRÁ AL CIELO?» (esto es, para hacer bajar al Mesías), o «¿ QUIÉN DESCENDERÁ AL ABISMO?» (esto es, para subir al Mesías de entre los muertos). Mas, ¿qué dice? CERCA DE TI ESTA LA PALABRA, EN TU BOCA Y EN TU CORAZÓN, es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Yeshúa por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

(Romanos 10:3-10)

Pues bien, considerando todo texto en el contexto correcto de la Instrucción, podemos afirmar que no existe contradicción alguna entre Moshé (Moisés) y Yeshúa (Jesús). Si fuese así, Yeshúa sería un falso mesías. Lo que el escritor a los Romanos enseña en el capítulo 10, es lo mismo que se revela en Levítico (18:5). Hay vida para aquel que practica la Torah, porque ella lleva a la persona humana al Mesías y a la justicia de la fe, la cual está citada en la Torah (cf. Deuteronomio 30:12-14). El problema surge cuando una persona intenta usar aquellos mandamientos que no son dados para vida eterna y cumplirlos en su propia fuerza para así obtener la salvación de su alma por los propios méritos.

Otra enseñanza falsa, que existe dentro de la parte apóstata del judaísmo (como los kabalistas), es que uno tendrá el derecho de entrar en el mundo venidero si las obras buenas pesan más que las obras malas. Esos caminos son engañosos y sumamente combatidos en Los Escritos Mesiánicos por los apóstoles del Mesías. Por ejemplo, permítanme compartirles lo que dice la traducción hecha por Dr. David H. Stern de Gálatas 3:12:

“Sin embargo, el legalismo no está basado en la confianza y la fidelidad, sino en una mala interpretación del texto que dice, EL QUE LAS HACE, VIVIRÁ POR ELLAS.”

Retomando el hilo conductor de nuestro versículo, diré que en el mismo se revela que la obediencia a los estándares de Yahvéh sobre la conducta sexual es esencial para la vida, y mucho más ahora es verdad en nuestros días donde prolifera el SIDA y otras enfermedades sexualmente transmitidas.

Lo que más llama la atención es que en nuestro versículo se habla de» אדם «, «Adám«, traducido como persona humana. Esta idea incluye a cualquier hombre, sea varón, sea mujer, de cualquier confesión. Es decir que la Torah en este caso no está hablando ni a los Kohaním (sacerdotes), ni a los levíim (levitas), ni a Israel, exclusivamente, sino a toda persona humana que quisiera aceptar los enunciados de la Torah. Esta idea tocó su punto culminante cuando los sabios del Midrásh dijeron: «Afilu goi vehosók baToráh Haré Hu que-Kohén Gadól» o sea que «cuando un gentil se dedica a la Toráh, es comparable en mérito al Sumo Sacerdote de Israel«.

Así el Eterno recalca que los mitzvot (mandamientos) son fuente de vida según la predisposición que tenga la persona al cumplir con los mismos. Yahvéh nos enseña que existen distintas motivaciones (entre los distintos grupos de personas) para la observancia de los preceptos de la Torah; pues hay algunos que observan pensando en la recompensa material de los mismos, mientras que otros observan la Torah desinteresadamente, buscando simplemente elevación espiritual.

Por eso, cuando los versículos de la Toráh hablan de la recompensa por el cumplimiento de las mitzvot, dicen: … «para que se prolonguen tus días» … «para que vivas y tengas largos días» … ya que este lenguaje de los versículos implica distintas categorías de «vida«, todas de acuerdo con lo que correspondiere a cada cual de los grupos de personas enunciadas.

Cuando leemos «…el hombre vivirá por ellos«, debemos entender que estas palabras han servido de base inequívoca para la idea enunciada de que los mitzvot (mandamientos) son fuente de vida, y no de muerte:  «Vajai bahém, Velo Sheiamut bahém«, es decir para que viva con ellos (los preceptos) y no para que muera por ellos. Por lo tanto, todos los mitzvot pueden ser transgredidos cuando la vida humana está en peligro. Sin embargo, esta ley general está limitada por tres excepciones, a saber:

  1. ejercer la idolatría,
  2. incurrir en derramamiento de sangre, y
  3. incurrir en relaciones incestuosas.

¡Por favor, eniténdalo bien! Un mitzvá (madamiento) es una conexión entre el mundo del ser humano y una Fuerza Superior, Su Fuente, Yahvéh, el Creador. A través de un mitzvá, usted toma parte de su pequeño mundo terrenal y lo hace más elevado.

¿La meta? Obtener de la vida todo lo que la vida debe darle. Y convertir al mundo en lo que el mundo debe ser. Porque la vida debe ser hermosa y el mundo debe ser divino.

 

El Sexualidad Mesiánica frente al Sexo Reptiliano

Por P.A. David Nesher

 

 

 

«No haréis según la práctica de la tierra de Egipto donde morasteis; ni obraréis conforme al uso de la tierra de Canaán, adonde Yo os llevo, ni actuaréis según sus costumbres. Cumpliréis con mis juicios y mis estatutos guardaréis, siguiéndolos; Yo soy el Eterno, vuestro Dios.» 

(Levítico 18:3-4)

En el capítulo anterior hemos estudiado cómo la Torah legisla leyes y promulga mandatos cuya finalidad última era desarraigar las normas y costumbres paganas, en las cuales la humanidad en general, e Israel en particular, estaban inmersos. Pero en este capítulo 18 de Vayikrá (Levítico), la Torah enfrentará a los hebreos con leyes claras y pertinentes todo lo referente a la sexualidad del hombre y de la mujer. Leyes para salvaguardar la moral social e individual, presentadas en un estilo parenético, con la fórmula estereotipada y enfática «Yo Yahvéh» («Yo Soy el Eterno«). Con esta afirmación, el Eterno establecerá una clara separación entre Israel y el resto de las naciones, al declarar este principio: “Me pertenecen, no harán como el mundo hace.”

Este texto muestra que los hijos de Israel han sido llamados a ser diferentes a los demás pueblos del mundo, especialmente cuando los pueblos son tan inmorales como los egipcios y los cananeos.  Los persas, por ejemplo, animaban a los varones a realizar uniones maritales con madres, hijas y hermanas, en base de que dichas relaciones tenían un mérito especial delante de los ojos de los dioses.

Israel está sujeta a una vocación que proviene del Mundo de Arriba. Cada miembro de Israel debía ver en estos paradigmas jurídicos las bases de una cultura verdaderamente humana, que los comprometía a ver en estas leyes una obligación moral estrechamente relacionada con la Alianza de Yahvéh que hacía de ellos un pueblo santo diferente de los demás.

Los hebreos hemos sido llamados a comer de una manera integral y diferente, vestir con estilos diferentes, hablar claramente diferenciados, etc. ¿Podemos entonces mirar las prácticas de los demás pueblos y hacer lo contrario? ¿Es eso lo que Yahvéh quiere enseñarnos con esta palabra? Hasta cierto punto esto está bien, pero si vamos a dejar que las prácticas de los paganos determinen nuestra conducta, es posible que dejemos de hacer algo que Yahvéh aprueba e incluso manda. ¡No vamos a dejar de hacer algo bueno sólo porque los demás lo hacen!

Por lo tanto, sigue el versículo 4 diciendo: “…habréis de cumplir MIS estatutos y guardar MIS leyes para andar en ellos.” Dejando así bien claro que no son los paganos los que determinan nuestra conducta, sino la Torah de Yahvéh. En el camino de restauración hay muchos ex cristianos que rechazan todas las cosas que hacen los cristianos. Pero sólo por el hecho de que se hagan ciertas cosas en el mundo cristiano no es una razón suficientemente fuerte para rechazarlo. Por ejemplo, no podemos dejar de leer las Escrituras porque los satanistas las estén leyendo. Esa actitud no es sana y al final llevará a la persona a desviarse del camino recto.

Cuando Dios creó el mundo, bendijo al varón y a la mujer con la capacidad de procrearse y perpetuar su simiente en esta, nuestra Tierra (Génesis 1:28). Sin embargo, cuando la primera humanidad escuchó la enseñanza de la serpiente, le entregó a esta la potestad de manipular la sexualidad como un instrumento de degradación, que conduzca a la humanidad al caos.

Por ello, más adelante la Torah reflejará la ira divina desatada por la actitud perversa asumida por los, «Bené Elohím» («בני אלהים») , aquellos ángeles que violaron su naturaleza, y se unieron por medio de pactos chamánicos con las hijas de Caín, violando así las más mínimas normas de moral sexual, como leemos en los versículos siguientes:

«Vieron los Bené Elohim a las hijas del hombre que eran bellas y tomaron mujeres para ellos, de todas las que preferían. Dijo Yahvéh: ¡No contenderá eternamente Mi Espíritu por causa del hombre porque es carne! Serán sus días, ciento veinte años». (Génesis 6: 2-3)

El sabio exégeta judío Rambán ha entendido que en los códigos del versículo 2 estamos frente a un caso de perversión sexual donde: «…los hombres, emulando la conducta de ángeles caídos, tomaban a las mujeres en contra de la voluntad de las mismas, amén de posesionarse de mujeres desposadas«. Así, esta perversión sexual irá en aumento hasta que el Eterno traiga el Diluvio sobre la humanidad.

Por eso, en el capítulo 18 de Levítico, la Instrucción (Torah) divina prevendrá a los hebreos, explicándoles por qué los liberó de los riesgos y peligros que involucraba permanecer en la tierra de Egipto. Este imperio, a pesar de ser una nación que había llegado a la cumbre de la civilización, logrando picos en la ciencia y en las artes, habían permitido en su seno el desarrollo de perversiones y aberraciones, en lo que a la sexualidad se refiere, que lo había conducido a alcanzar lo 40 grados de degradación moral a los que puede llegar la humanidad (ya en el grado 50 no hay manera de regresar al diseño original). A tal punto era esta degradación moral que la Torah,  llama Hukót HaTohebot (normas aberrantes) a todos los paradigmas que regían las costumbre egipcias en el área de los sexual.

Lo mismo ocurría en la tierra de Quenahan (Canaán), que el pueblo de Israel se aprestaba a conquistar. El Eterno les revela con estas leyes que ellos corren el peligro de conquistar la tierra, pero a la vez, «ser conquistado» por las costumbres y normas aberrantes de los pueblos que la habitaban. Cosa que en realidad ocurrió (Véase el libro de Jueces 2:11 y subsiguientes).

Entendamos que la misma religión que estos pueblos practicaban, rindiendo culto a dioses de la fecundidad, pretendía santificar los actos sexuales desordenados, fomentando así la inmoralidad entre sus adeptos y seguidores.

Así nuestro capítulo Levítico 18 enunciará todas las uniones prohibidas entre hombre y mujer, ya sea por consanguinidad, o por la perversión que pueden generar las mismas. Por lo tanto, la existencia misma del pueblo de Israel dependerá de la capacidad que demuestre para cortar en forma clara y nítida con un pasado atentatorio contra la idea del ser humano creado por Dios para desarrollarse en nombre de Él, y lograr su bienestar rechazando perversiones y aberraciones. Para ello será necesario constituir una familia sana, que es el núcleo básico de toda sociedad.
En cuanto al futuro del pueblo, dependerá de su capacidad, de desarrollarse de acuerdo con las normas de la Torah.

Los israelitas debían mantenerse puros y apartados para Yahvéh. Él no quería que su pueblo fuera absorbido por la cultura y/o el ambiente que los rodeaba: «… ni actuaréis según sus costumbres«, les ordenó. El término «costumbres«, por supuesto, hace alusión a las perversiones sexuales vigentes en esos pueblos, y que la Torah enuncia en nuestro capítulo.

A nosotros, de igual manera, la sociedad occidental post-moderna puede presionarnos a que nos conformemos a su manera de vivir y de pensar. Sin embargo, si cediéramos ante la presión nos confundiríamos, y no sabríamos a cuál grupo pertenecemos. Además perderíamos nuestra efectividad para servir a Dios, que es al fin y al cabo nuestra vocación esencial.

Tristemente, aquellos que se llaman hoy en día cristianos a menudo toman el estándar de su conducta sexual de parte de los estándares que marca el sistema de cosas imperante, rechazando la Instrucción del Señor. Claramente ellos saben que debieran de ser diferente del mundo en su moralidad sexual, y deberían de seguir el estándar bíblico para la conducta sexual trazada por el Creador. Es paradójico, en las congregaciones primigenias, a cuyos miembros se los señalaba burlonamente como cristianos, un argumento que ellos daba para mostrar la veracidad del Evangelio del Reino era: “Pueden saber que esto es Verdad absoluta al ver a nuestras vidas, especialmente en la conducta sexual.” Hoy, ese mundillo que dice vivir como aquellos, autodenominándose  cristianos dice: “No me mires a mí, mira a Jesús.”

Por eso, es mejor que tú, que has salido de la Gran Babilonia (el cristianismo) obedezcas al Eterno y no permitas que la cultura de este sistema reptiliano afecte tus pensamientos, habla y acciones.


Bitácoras relaciones y recomendadas:

¡Evita hacer lo que ellos hacen!

https://davidnesher.com.ar/herramientas-cosmicas-para-prolongar-la-vida/

La Sumisión a los Mandamientos Divinos: Uno de los Milagros Más Grandes del Universo

Por P.A. David Nesher

 

Es muy interesante saber que las Sagradas Escrituras, en sus códigos hebreos, tienen una particular forma de referirse al espíritu (o «impulso«) que impele al ser humano a rebelarse contra la voluntad de su Creador, expresada en Sus Mandamientos. Me estoy refiriendo al epíteto de «HaSatán» que literalmente significa «El Opositor«, «El Adversario» o «El Oponente«. Es decir, que la Escritura divina muestra que todo aquel que se opone abiertamente a la voluntad del Eterno se convierte a si mismo en un HaSatán (un “opositor” u «oponente» a Dios).

Ahora bien, preguntémonos: ¿Cual es esa voluntad divina?

Pues que el ser humano se aleje de lo malo, para hacer en cambio el bien; tal como lo entendió y escribió el salmista:

“Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre”

(Salmo 37:27)

En otras palabras, Yahvéh, nuestro Dios, quiere que el hombre haga lo bueno, absteniéndose de mentir, de robar, de hurtar, de matar a la persona inocente, de fornicar, de adulterar, de deshonrar a sus padres, de trabajar siete días a la semana, y de adorar a la creación (imágenes) en vez de al Creador.

Yahvéh, como nuestro Creador, desea que entendamos que, guardar Su Instrucción (Torah) que Él escribió con sus propios “dedos” sobre las dos tablas de piedra, así como cada uno de sus mandamintos (mitzvot), deben ser el todo de nuestras vidas, ya que ellos serán la regla por la cual todos habremos de ser juzgados. Así al menos esta escrito:

“Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”

(Eclesiastés 12:13)

Así pues, tanto el judío, como el cristiano, o el musulmán que rehúsa guardar los mandamientos, esta esclavizado por HaSatán, y se ha enfermado con la lepra del pecado. Y, esta lepra espiritual que es la rebelión a los mandamientos de Yahvéh, no puede ser sanada sino por la operación de un milagro divino.

Hoy Dios Te Grita lo de Siempre: «¡NO ERES TAN MALO!»

Por P.A. David Nesher

 

 

 

«…vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. 

Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a examinarla.»

(Levítico 14:35-36)

 

 

Ayer un discípulo de Yeshúa me consultó lo siguiente:
«¿Es posible que cada uno de nosotros hablemos mal de nosotros mismos? Esto lo digo por cada ocasión en que nos decimos: “no puedo” , “no tengo”, etc., no valorando como Abba nos ve. ¿Estamos entonces practicando lashon hará (mal hablar) contra nosotros, y también nos alcance esta impureza?»

Para responder a esto, diré que el texto que encabeza nuestra meditación recalca el idioma cauto y prudente con el cual debía expresarse el dueño de la casa presuntamente afectada. Aquí vemos que la tendencia de la Toráh es evitar el daño, incluso el material que pudiera ser causado al dueño de la casa, a causa de la declaración de tzaraat que este haga. En verdad, lo que la Torah quiere evitar aquí es la pérdida de utensilios de «arcilla» cuya impureza es irreparable; quiere decir que, si la Torah cuida aun este daño material insignificante, con mucha mayor razón habrá de cuidarse cuando se trata de daños materiales grandes, y especialmente los que se hagan a vidas humanas.

La enseñanza que deriva de este hecho es que el ser humano tiene que cuidarse mucho en la forma de expresar lo que está ocurriendo en su intimidad personal y familiar antes de «impurificar las cosas». A veces se causan grandes y graves daños por declaraciones o afirmaciones apresuradas.

Preguntan los sabios intérpretes de la Torah: ¿Por qué debe decir la persona: “Ha aparecido algo parecido a una afección”, y no “ha aparecido una afección”?

Ellos mismos responden: Es sabido que la Torah revela que no sólo no se puede hablar mal de los demás, sino que tampoco se puede hablar mal de uno mismo.

Si la persona dice “Estoy afectada”, de manera contundente, sin ver sus puntos de luz, le será muy difícil hacer teshuvá y lograr una verdadera reparación (tikún).

Pero si dice: “Ha aparecido algo parecido a una afección”, no está siendo tan drástica consigo misma, y se somete al análisis objetivo del kohen (sacerdote), su líder espiritual.

Una de las bases de la teshuvá es saber que, a pesar de todas las “manchas”, existen en el interior de todo ser humano puntos de luz, capaces de iluminar todos los puntos oscuros que le han producido caos en su vida y entorno.

El texto sugiere que la persona no debía decir al kohen (el sabio que lo instruye y lidera) toda la oscuridad que considera que tiene, ya que de esta manera se puede estar sentenciando a sí misma, desde su autoagresión y/o su autocompasión. Más bien, debe dar a insinuar sus errores, y será el sabio quien, por medio de preguntas, encontrará el camino para que la persona encuentre los puntos de luz de su interior y así pueda hacer teshuvá de la manera correcta.

Espero que esta respuesta ayuda a cada uno de ustedes a tener el concepto correcto de sí que demanda nuestro amado Señor:

«Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.»

(Romanos 12:3)

 

La Curación del «Mal Hablado» (Leproso)

Por P.A. David Nesher

 

”Esta será la ley tocante al leproso, en el día de su purificación, cuando será llevado al sacerdote;”

Zot tihyeh torat hametsora beyom tahorato vehuva el-hakohen«.)

(Levítico/Vayikrá 14:2)    

 

En la parashá anterior (Tazría), la Torah nos había relatado minuciosamente las distintas afecciones y erupciones cutáneas, y el consiguiente aislamiento de la persona afectada.

Insistiré aquí en un importante detalle, el kohén (sacerdote) en modo alguno era médico, ni usaba prácticas médicas en su diario ministrar. Él sólo se limitaba a declarar impuro al afectado y hacerlo recluir, o declararlo puro y devolverlo a su sociedad y a su familia.

Ahora, la parashá que iniciamos hoy (Metzorá), se enfoca en mostrar por qué el pecado de Lashón HaRá (lengua perversa) era la causal única y principal de adquirir “lepra” (Tzaarat).

En primer lugar, les mencionará que algunos exégetas (intérpretes), basándose en el sentido literal de las palabras » en el día de su purificación» (léase: cuando el afectado ha sanado), insiste en que nadie cura al enfermo (en este caso el leproso) sino su propia decisión de curarse. Esto se lograba ya que, en su período de reclusión, el enfermo debía pensar, meditar y decidir un cambio de rumbo en sus actitudes esenciales hacia la vida, y por consiguiente, modificaba su comportamiento. Si eso ocurría, el metzorá (“leproso”) sanaba.

Por eso la Torah habla del «hish hamítaher«, que se debería traducir “el hombre que se está autopurificando”, y que está decidiendo ser otra vez el ser humano que tiene lugar en la sociedad.

Cuando leemos nuestro capítulo en lectura simple, tenemos la sensación de encontramos frente a un texto casi intrascendente, que está usando un lenguaje que nos parece poco elocuente para nuestra generación. Es por eso por lo que se debe entender la Torah, no solamente en su sentido literal, sino también en sus parábolas y alegorías. Este capítulo necesariamente debe ser entendido captando el lenguaje simbólico usado por el mismo. Es decir, que habrá de usar el sistema exegético llamado » Parshanút HaRémez», es decir, la interpretación alegórica. De este modo, veremos que los elementos intervinientes en la purificación del leproso que permitían su reincorporación a la sociedad están llenos de códigos celestiales que permiten conocer el obra de la Gracia divina a favor del ser humano. Dichos elementos o herramientas cósmicas son los siguientes:

  • ✔ madera de cedro,
  • ✔ hisopo,
  • ✔ dos pájaros puros, vivos,
  • ✔ púrpura escarlata y
  • ✔ aguas surgentes.

Esta ceremonia de purificación se realizaba de la siguiente manera: un ave era sacrificada en un recipiente de barro sobre agua que fluye. Su sangre era aplicada sobre el ave viva, a algo de madera de cedro, a algo de tela escarlata, y a algo de hisopo. Luego, usando estas cosas, la sangre era rociada en aquel que había sido limpiado de la lepra. Finalmente, el ave viva se dejaba en libertad.

Ahora veamos las analogías de estos instrumentos cósmicos, a fin de entender la codificación de Luz Infinita escondida en esta terapia celestial:

El cedro, cuando es usado simbólicamente representa la fuerza metal y corporal del hombre, y por lo tanto, la soberbia que desde ellos se desarrolla. Es innecesario citar los múltiples textos que hablan de los cedros del Líbano en este sentido.

Mientras que el «ezob» («אזב «) que aquí se traduce como «hisopo«, pero que quiere decir también «musgo que crece entre las piedras y en las paredes», representa, en el mundo de los símbolos, el punto más bajo en la escala social; o sea, a la persona carente de fuerza material, y por supuesto no afectada por el orgullo ni la soberbia. Es la humildad que puede alcanzar el alma contrita.

Por lo tanto, el «metzorah» (“leproso”) que había sido afectado en la misma piel de su cuerpo por incurrir en calumnia, soberbia, maledicencia…, para curarse debía quebrar su rigidez en pedazos, y pensar en «la modestia del hisopo o del musgo que crece en las paredes«. Entonces, el metzorah se obligaba a pensar que él, en esta vida, es sólo un trocito de madera de cedro, y no el cedro mismo. Influenciado por estas ideas, el rey David, cuando invoca a Yahvéh por su purificación, dice: «Rocíame con hisopo y quedaré purificado» (Salmos 51:9).

La púrpura escarlata simboliza, por su color, la perfidia (o deslealtad) y la mala conducta, mientras que las aguas surgentes (aguas vivas) representan la vida continua, natural y las nuevas ideas vivificantes que deben surgir de nuestra mente para curar «nuestra piel» de nuestras afecciones «cutáneas». Pero para que ello ocurra, es decir, para que encontremos esas fuentes benefactoras de aguas surgentes, habrá que «soltar el pájaro vivo para que vuele en el campo abierto». En pocas palabras tenemos que deshacemos definitivamente de nuestros hábitos corruptos, producto de nuestra mente y «nuestra lengua».

Por eso, los dos pájaros representan, la palabra irresponsable e irrestricta. Esto es porque los pájaros trinan constantemente, y este hombre fue afectado por la lepra por hablar constante e indiscriminadamente de su sociedad. Por eso, según este autor, los dos pájaros representan los lados positivos y negativos de la palabra. Por eso uno de los dos pájaros tendrá que ser inmolado, queriendo significar que habrá que desarraigar de nosotros la palabra calumniadora y destructiva.

Esta terapia penitencial demandaba grandes esfuerzos. Es que al mismo tiempo que causaba dolor por el hecho de admitir que se había dañado con la lengua, también se debía aceptar que se había incurrido en «derramamiento de sangre» (hebreo: Shefijút Damím), que en el lenguaje hebreo quiere decir también denigrar a nuestro prójimo en público y causar vergüenza u oprobio por medio del Lashón HaRá (Mal Hablar).

Esta última idea estaba representada por la sangre de uno de los pájaros que el kohen había inmolado y con el cual rociaba al pájaro vivo.

Todo lo ocurrido en este rito de purificación ritual es una tipología de la muerte de Yeshúa y su aplicación espiritual sobre nuestras vidas. Un ser “celestial” (así como un ave es “de los cielos”) muere en un recipiente de barro, mientras que permanece limpio (debido al agua que fluye). La muerte del ave está asociada con sangre y agua: la sangre está conectada con la vida (aplicada al ave viva), y luego aplicada a aquel que fue hecho limpio.

Por otro lado, el cedro es extremadamente resistente a la enfermedad y a pudrirse, y estas cualidades pueden ser la razón por la que se incluye aquí – así como una referencia simbólica a la madera de la cruz. Distintos historiadores aseguran que la cruz donde fue crucificado Yeshúa estaba hecha de cedro de acuerdo con la usanza romana.
La conexión con el hisopo es también importante. A Jesús se le ofreció beber de una rama de hisopo en la cruz (Mateo 27:48).

Después de la ceremonia de sacrificio con las aves, el leproso purificado debía de lavar sus prendas y tenía que rasurarse todo el pelo, a fin de quedar como un bebé recién nacido. Así estaba listo para comenzar de nuevo, como si fueran un bebé recién nacido. Así, por medio de este ritual, los hebreos aprendieron el concepto de ser “nacido de nuevo” para poder participar del Reino de Dios.

¡Bendito es el Nombre de Abba nuestro por las maravillas reveladas en Su Instrucción! Elevo mis plegarias para que cada uno de ustedes esté disfrutando de estas ascensiones en la emunah (fe) que hemos recibido al nacer de nuevo en Yeshúa, nuestro Dueño.

Shavuá Tov!

 

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Tzaraat: ¡Un Problema Espiritual que Afecta a la Piel, la Ropa y la Casa de un Impuro!

Alimentos para una Personalidad Sana (Las Leyes Alimentarias)

Por P.A. David Nesher

Notamos que desde los albores mismos de la historia bíblica, cuando el Eterno hubo establecido a Adám en el Huerto de Edén, el primer mandamiento que fue dado al hombre tenía que ver con la comida. Así pues, leemos:

«Dijo Dios:
«He aquí que os doy toda planta que porta simiente -que hay en toda la faz de la tierra y todo árbol que contiene fruto portador de simiente, para vosotros será como alimento.»

(Génesis 1:29)

Posteriormente descubrimos que el pecado entró en el mundo por medio de una comida prohibida.

«De todo árbol del huerto comer, podrás comer, empero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no habrás de comer de él … «
(Génesis 2:16-17)

Con estas palabras se manifiesta la preocupación divina por la alimentación de los seres (Adám y su mujer) a quienes había creado. Por tanto, si el Eterno considera que es importante lo que el ser humano come, debe serlo también para el hombre mismo. Es Yahvéh quien establece lo que es muy importante y lo que no es tan importante para el hombre. Las Sagradas Escrituras enseñan que la comida es muy importante. En la cosmovisión yahvista la comida tiene mucho que ver con la santidad y con el pecado.

Siguiendo esta idea advertiremos en la Torah tres etapas de revelación divina en lo que a la alimentación del hombre se refiere:

  1. Desde la Creación hasta el Diluvio. En esta etapa, los únicos alimentos permitidos al ser humano eran los arriba citados (Gén. 1: 29), es decir, vegetales y frutos.
  2. Desde el Diluvio hasta Moisés: «Todo lo que se mueve, todo lo que vive, para vosotros será para comer, como la verdura y las plantas, a vosotros os he entregado todo. Pero, carne con su vida -su sangre- no habréis de comer» (Génesis 9:3).
  3. Desde Moisés hasta hoy: En nuestro capítulo, Levítico 11 y Deuteronomio 14:3-21, donde la Toráh enuncia las normas que tipifican y dividen a los animales, peces y aves, en dos categorías los «hatehorím venatemeím» (los puros y los impuros), permitiéndonos la Torah comer solamente los tipificados como puros, y pidiéndonos rechazar como abominables a todos los impuros.

Ahora bien, esta sucesión de hechos, y las mismas leyes alimentarias que la Torah enuncia, han sido motivo de profundos estudios por parte de los exégetas e intérpretes de la Torah en cada generación.

De limitamos rigurosamente al contexto bíblico, resulta evidente que las leyes alimentarias persiguen una finalidad: convertimos en personas consagradas a la Torah y a la bondad forjando en nosotros un carácter sobrio, y desarrollando en nosotros la moderación en los hábitos alimentarios, para que ello repercuta en nuestras actitudes y nuestras acciones.

En palabras de la Toráh:

«Veanshé kódesh tihiun li ubasár basadéh terefáh lo tojelu laquelev tashlijún otó»

(«Y hombres consagrados habréis de ser para Mí. y carne devorada en el campo no habréis de comer, a los perros habréis de arrojarla.»)

(Éxodo, 22:30)

Además, en Deuteronomio se nos recuerda que, ya que somos un pueblo consagrado por Yahvéh y para Él, por lo que no deberemos comer nada que sea abominable. Y a renglón seguido, la Torah enuncia los nombres y características de los animales, peces y aves que podemos comer, alejándonos de los otros, que deberemos repudiar.

Para lograr una sincera comprensión de todo esto, es necesario recordar que aquellos mandamientos que tratan sobre animales que son comestibles o no, son considerados jukim, lo que implica que no tienen ninguna explicación lógica. Se han intentado dar muchas explicaciones acerca del por qué ciertos animales son considerados impuros y otros puros, pero al fin y al cabo el hombre tiene que reconocer que no entiende del todo la razón por la que el Eterno dio estas instrucciones. Es muy probable que nunca podamos tener una explicación satisfactoria en cuanto a la razón por la que ciertos animales son considerados impuros por Yahvéh. La razón por la que debemos considerar estos animales como impuros es porque la Instrucción divina dice que son impuros. Profundizar más allá de lo escrito, siempre conlleva el riesgo de producir interpretaciones erróneas que pueden llevar a la confusión mental de los escogidos.

Una comida o un objeto que es considerado apto para el uso de un hebreo es llamado kasher, que significa “correcto”, “recto”, “aceptable”, “apto”. La palabra aparece tres veces en las Escrituras, (cf. Eclesiastés 10:10; 11:6; Ester 8:5).

Por lo tanto, la finalidad principal de las leyes alimentarias de la Torah tienden a «kedusháh vetaharáh«, que traducido es «la consagración y la pureza» del alma redimida.

Cabe recordar que las leyes de «kashrut» (alimentación apta para ser comida de acuerdo con nuestra Torah) incluyen el no ingerir sangre animal, ni comer ningún alimento que mezcle carne con leche, en ninguna de las formas posibles. Por lo tanto, el objetivo de las normas del kashrut es en realidad proteger y cuidar la salud espiritual y la pureza interior del ser humano.

Está científicamente comprobado que el ser humano es lo que come. La calidad de la comida que uno ingiere afecta su salud, personalidad y sensibilidad. Los animales que la Torah nos prohíbe contienen características negativas. El consejo divino apunta a que nos abstengamos de comerlos para no incorporar sus características en nosotros.

La sangre contiene la fuerza vital del animal. No conviene ingerir esa faceta tan animal para que forme parte de nosotros.

La mezcla de carne con leche representa la mezcla de la vida con la muerte. No corresponde. Cada uno tiene su lugar.

La calidad de kashrut de los alimentos que comemos y de los cuales el cuerpo se nutre y se desarrolla determina si el cuerpo será un estorbo para el alma o una herramienta sensible por medio del cual el alma se podrá expresar con facilidad.

De este modo para el hebreo, la santidad no se limita a los lugares y momentos sagrados, por que toda la vida en si es sagrada. Incluso la actividad aparentemente frívola como es comer es de por si un acto divino.

Por lo tanto, el kashrut no fue establecidas por razones médicas; es más bien una senda para alcanzar la perfección espiritual, descrita en la Torah como «kedusháh» (o santidad). 

Todo el sistema de Torah actúa, en última instancia, conforme a la relación que tenemos con el deseo, lo material, lo sensorial y corpóreo. Al transformar el aspecto animal e instintivo que hay en el hombre logramos forjar el recipiente apto para contener los grados superiores, es decir: lo espiritual por excelencia. Eso es santidad en la cosmovisión divina. Justamente en Vayikrá/Levítico 11, al final de la sección que se dedica a especificar lo que se puede y lo que no se puede comer, concluye con este llamado divino:

«Porque yo soy Yahvéh, vuestro Dios; vosotros os santificaréis y seréis santos, porque Yo soy santo»
(Vayikrá/Levítico 11:44)

Ahora, te invito a considerar esta ENSEÑANZA del por qué y para qué de las LEYES DEL KASHRUT:
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La Alimentación que Conecta con el Eterno

Escamas y Aletas: Raíz y Base de la Verdadera Espiritualidad

Escamas y Aletas: Raíz y Base de la Verdadera Espiritualidad

Por: P.A.

 

«Esto podréis comer de todo lo que hay en el agua:
todo lo que tiene aletas y escamas en el agua, en los mares y en los ríos, ésos podréis comer.»

(Levítico 11:9)

Dos detalles tenían que ser tenidos en cuenta por los hebreos al comer pescados: que estos tuvieran aletas y escamas a la vez. Estos detalles anatómicos trascendían el aspecto físico de estas criaturas marinas. Por el contrario, poseían un fuerte contenido profético, ya que su simbología establecía la calidad de adoración que un hebreo debía presentar en su diario vivir.

Recordemos que los peces en el agua también simbolizan a Israel y la Torah; así como el pez solo puede vivir en su medio propicio, el agua, también Israel vive solo por medio de la Torah, sumergida totalmente en sus «aguas». Por esto, el mandamiento de comer todo pez que posea aletas y escamas simultáneamente está impregnado de una codificación yahvista que permite al alma hebrea desarrollar plenamente su propósito mesiánico en este mundo. Decodifiquemos pues los detalles divinamente requeridos.

Las “escamas”, simbólicamente hacen referencia al temor al Cielo, es decir a los juicios. Mientras que las “aletas” hacen referencia en su simbología al amor al Eterno.

Las “escamas” protegen al pez, del mismo modo, el temor al cielo protege a la persona de no ir por mal camino.

Las “aletas” permiten al pez avanzar, del mismo modo, el amor al Eterno, hace a la persona progresar en su vínculo con la divinidad.

Dice el Talmud para explicar esto dice: “Todo pez que tiene escamas tiene aletas, pero no todo pez que tiene aletas tiene escamas”. Esto significa que toda persona que se sumerge en el “agua” de la Torah, y por ende desarrolla “escamas” (Temor al Cielo), de seguro que desarrollará a lo largo de su peregrinar el amor al Eterno, ya que tiene una buena base para fundamentar su comunión con Él. Pero quien solo tiene “aletas” (amor al Eterno), no necesariamente tiene “escamas”, es decir temor al Cielo, ya que el amor en el ser humano puede ser un sentimiento fugaz y no fundamentado.

El temor que produce la sumisión a la voluntad del Eterno, conforman la raíz y base del servicio divino. Sin dicho temor no hay crecimiento sólido.

Luego de que la persona humana toma conciencia ante quien está parado, puede construir su espiritualidad edificándola en el amor a Dios.

Bitácora Relacionada:

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También puedes VER esta EXPLICACIÓN:


Una Canción de Alabanza en el Desierto

«Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Yahvéh se apareció a todo el pueblo.
Y salió fuego de delante de Yahvéh, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.»

 

(Levítico 9:23-24)

 

En los códigos mismos de los secretos que vibran en las letras de la Instrucción (Torah) divina el “fuego proveniente de los alto” demostró como el Eterno estaba complacido con la obra de sus criaturas en la Tierra.

Cuando Yahvéh creó el mundo, Su Gloria llenaba toda la Tierra, provocando esto una grande, profunda e ilimitada alegría en todas las dimensiones existenciales del planeta.

Los errores de comportamiento la primera humanidad (Adán y Eva) originaron que la gloria divina se alejara de este mundo. Sin embargo, esta dimensionalidad de alegría celestial logró retornar nuevamente a la Tierra, cuando la Presencia divina entregó la Torah en Sinaí, y posteriormente cuando el Eterno ordenó erigir el Santuario (Mishkán) en el desierto.

Es por eso que dice la Torah en referencia a la iniciación del Santuario que el pueblo “vio y entonó una canción de alabanza…” (hebreo original), ya que la alegría había vuelto al mundo con el objeto de restaurarlo a su diseño original para que el Mesías se manifestara y elevara toda la creación a Yahvéh como Padre Eterno.

Con esto aprendemos que la tristeza es la falta del Eterno en el interior de la persona humana, cuando esta no cumple con su propósito y misión. Por eso, debemos aceptar que la función de cada ser humano es atraer la Gloria divina sobre su persona, logrando así el estado de alegría y regocijo permanente.

Lo que Fue, eso Será

Por P.A. David Nesher

 

“Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará:
¡no hay nada nuevo bajo el sol!”

(Eclesiastés 1:9)

 

Para el Qohelet (Eclesiastés) «no hay nada nuevo debajo del sol«. Todos los procesos humanos parecen ser una repetición de lo ya hecho. Grandes historiadores han hecho popular el dicho: «La historia se repite a sí misma«. Tal parece que el presente y el futuro están condicionados por los hechos del pasado. Desde luego esta parece ser la opinión humana. La opinión divina contrasta mucho con ésta.

Por eso, el sabio Qohelet está enseñando en este verso que todo, pero todo, lo que el Eterno quiso decir está en la Torah. Por eso, “lo que fue”, es decir los sucesos del pasado, “eso mismo será”, debiendo la persona aprender de la historia, y “lo que se hizo”, lo que sucedió, “eso mismo se hará”, acorde a las reglas que el Eterno implantó en la creación.

Desde esto, el rey Salomón quiere que la persona que lea esto no piense que logrará en sus propios esfuerzos descubrir caminos alternativos a la felicidad, porque en realidad, “no hay nada nuevo bajo el sol”. La vida «bajo del sol» es una referencia que el sabio hace a la independencia absoluta de la criatura racional egoísta con el Eterno y a la falta de comunión directa con el Creador.  Aquí el Qohelet, en su consideración de la vida no toma en cuenta los descubrimientos científicos ni los inventos tecnológicos. En realidad, él tiene en mente las ralaciones inmeditaas del ser humano dentro de los límites de su propia existencia ontológica. El sabio está llevando a meditar más que todo, en la esclavitud a los anti-valores que defiende el materialismo y que están en pugna con los valores de índole espiritual y eternos que revela la Instrucción (Torah) divina.

Así pues, lo que el sabio quiere expresar es que con solo considerar en detalles los acontecimientos del pasado se podrá apreciar que el Eterno beneficia a los que siguen Su Camino, y alecciona a quienes se desvían del mismo.

Por eso, la persona debe ser inteligente y descubrir en la Torah y sus sucesos, el sendero a la bendición.