Jesús

¿Cuántas Copas bebió Yeshúa en Su Última Cena de Pesaj?

Por P.A. David Nesher

«Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo:

«Consumado es.»

Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.»

(S. Juan 19:30)

Desde que en mi peregrinación he ido pasando de un nivel a otro, me he maravillado al descubrir cómo Yeshúa (Jesús) fue dejando huellas en su vida que sólo pueden ser descubiertas analizando las raíces hebreas de su propia identidad y fe.

Es evidente que el Eterno, por ser el soberano del universo, tiene todo bajo control, y su propósito es perfecto hasta en las cosas que nos parecen más pequeñas, extrañas y hasta insignificantes. Lo cierto de todo esto es que cuando he logrado mirar ese nuevo punto del plano existencial y he comprendido apenas un poco la manera providencial en cómo él obra y se manifiesta, no puedo hacer otra cosa que elevar alabanzas y gratitud por como logra maravillarme e inundarme de gozo.

Llegó a mis manos un texto de una conferencia del Dr. Scott Hahn titulado “La Cuarta Copa”, y lo que este experto comparte allí me movilizó a escribir esta bitácora con el objetivo de ampliar el panorama contextual del texto bíblico al momento en que ustedes lean el relato del Evangelio.

«Consumado es«:

¿A qué se refiere Yeshúa con estas palabras? ¿Qué impronta de misión se esconde en estas sus últimas palabras dichas antes de “entregar su espíritu”?

En la hermenéutica (interpretación) clásica de la dogmática cristiana aprendí que esta expresión señala a la redención de la humanidad. Mis profesores de teología me aseguraron que nuestro amado Señor está proclamando desde el madero que todo ya se ha cumplido. El proceso de salvación prometida en el Edén por el Eterno ha sido consumado. Sin embargo, para que esto fuera realmente completo era necesario que Yeshúa resucitara, tal como el apóstol Pablo se lo recordara a los discípulos mesiánicos de la ciudad de Roma:

«….el cual fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación
(Rom. 4:25).

Es claro entonces que, la justificación que el Eterno realiza en sus redimidos no se consuma con la muerte de Yeshúa, sino con su resurrección. Desde esto podemos afirmar que nuestro Maestro, con la frase consumado es, estaba señalando a un concepto perteneciente a una cosmovisión muy diferente de la que los defensores de la dogmática babilónica han sostenido. Por lo tanto, para lograr captar lo que Él quizo decir, nos vemos comprometidos a profundizar en el ámbito del contexto mental y cultural que lo circundaba. En otras palabras, debemos comprender el contexto en del que esto fue dicho, y en particular, una singularidad de la celebración del Pesaj, la festividad que marcaba ese momento histórico.

En este contexto no sólo se cuenta la historia de la Pasión del Señor, sino que la misma transcurre al mismo tiempo dentro del Sidur del Pesaj. Este precepto divino debía ser llevado a cabo por el pueblo hebreo esa misma noche y conmemorarlo todos los años, para siempre. La palabra Seder o Sidur, significa Orden, y los pasos de éste se constituyen en torno a cuatro ejes: las 4 copas de vino que esconden el mensaje encriptado de los cuatro pasos salvíficos que Yahvéh hizo con Su Pueblo (Éxodo 6:6-7). (Por favor, leer: Los Pasos de la Redención Mesiánica).

Las cuatro copas de la celebración de Pesaj recordaban a cada familia de Israel la liberación de la muerte de sus primogénitos por medio de la sangre del Cordero del padre de familia. Los nombres de estas cuatro copas son:

  • kidush (santificación),
  • juicio,
  • redención (o «la bendición«) y
  • alabanza.

Cada una de las leshonot de gueuláh (expresiones de redención) de estas copas representan otro estado en nuestra libertad. Por cada una de estas cuatro etapas debemos dar alabanza a YHVH sobre otra copa de vino.

  • La primera copa de vino agradece al Eterno por haber quitado el peso de nuestra esclavitud. Ya no más trabajo duro y tortuoso. Esta fue la primera promesa de YHVH para con nosotros.
  • La segunda copa de vino es para agradecer a Elokim por habernos liberado del estado de servidumbre. No se bebe, sino que se vuelca en el piso por medio de diez goteos o libaciones. Con esto se declara que se cree en la promesa divina que las plagas de Egipto no tocarán nuestro hogar (ver Éxodo 15: 26).
  • La tercera copa la bebemos en gratitud a nuestra libertad.
  • La cuarta copa es para agradecer a Di-s por habernos tomado como Su propia nación.

La Mishnáh explica el compromiso implícito de cada judío en el participar de estas copas dentro del Seder:

“En la víspera de Pascua, cuando se avecina el tiempo de Minjáh (sacrificio vespertino), nadie debe comer hasta que no anochezca. Incluso el más pobre de Israel no comerá mientras no esté reclinado en la mesa, y no tendrá menos de cuatro copas de vino, aunque sea de los de la olla popular” 

(Mishná Capítulo 10, Masejet Pesajim)

Como podemos notar, tomar las cuatro copas de vino era obligatorio para todos, incluso hasta para el más pobre, a quien le resultaba muy difícil poder acceder al vino.

Comprendiendo pues la importancia de estos cuatro pasos litúrgicos de la Cena de Pesaj, estudiemos juntos los detalles de la última que vivió Yeshúa. Leemos que Lucas escribió lo siguiente:

“Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo:
«He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios».
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
«Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes. «
(Lc. 22.14)

Cuando el texto dice «una copa» está señalando a la primera copa, la del Kidush.

Sabemos que la tercera copa que, en la mesa de Pesaj, se toma después de la cena del cordero asado (que se comía cuanto había Templo), es la que fue puesta en memoria de Yeshúa. Por eso es que notamos que el evangelista Lucas, nos relata que la copa que el Maestro tomó luego de la comida, fue la tercera copa:

“Después de la cena hizo lo mismo con la copa”
(Lc. 22.20)

Esto también implica que  tanto en los evangelios de Marcos, como en el de Mateo el relato se refiere a la misma copa (la tercera).

El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios hace referencia  a la tercera copa del Seder, denominada también «la copa de la bendición«, que las comunidades del primer siglo elevaban en la tercera mesa de Shabat (Partimiento del Pan) cuando escribe lo siguiente:

La copa de bendición que bendecimos,
¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo?
Y el pan que partimos,
¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?”
(1Corintios 10: 12)

El apóstol Pablo nos menciona que existe una copa que nos imparte una enorme y sublime bendición por medio de la muerte de Mashiaj, y a su vez se nos dice que es una copa que nosotros bendecimos en el sentido que jamás nos cansaremos de agradecerle al Eterno por ella. Pero ¿cómo llego esta copa a nuestras manos?¿Cuál es el trasfondo o contexto de esta historia? Eso es precisamente lo que abordaremos a partir de este momento.

¿Qué Copas bebió Yeshúa?

El relato evangélico nos cuentan que:

“Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos”
(Mateo 26: 27-30)

En esta última descripción notamos algo que resulta curioso: no se tomó la copa final (la 4ta).

Teniendo en cuenta todo lo explicado hasta ahora, podemos ver que Yeshúa no sólo no tomó la cuarta copa, sabiendo el significado que eso tenía, sino que aseguró que no volvería a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios, manifestándose en la era Milenial. Entonces, considerándolo desde cosmovisión hebrea, Yeshúa no finalizó la celebración del Pesaj, y por lo que pudimos evaluar, lo hizo intencionalmente.

A. La Copa del Juicio (o de la Ira Divina).

Para comprender esto, necesito solicitarles que se esfuercen en desaprender todo lo que la dogmática religiosa programó en vuestros corazones, y se atrevan a aprender lo que el trayecto del relato nos revele. Entonces leemos:

«Cuando salieron de la cena, del cuarto donde estaban celebrando la pascua, se dirigieron al jardín de Getsemaní donde Jesús cayó con el rostro en tierra, orando así:
«Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
(Mt. 26.39) 

«Y nuevamente… Se alejó por segunda vez y suplicó:
«Padre mío, si no puede pasar esta copa sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad». 
(Mt. 26.42) 

“…Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.”
(Mt.26.44)

Para aumentar la angustia de esta súplica de Yeshúa, Lucas nos cuenta que, mientras Él oraba, su agonía era tal que «su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra«(Lc 22:44).

¿Qué era esta copa? ¿Por qué Yeshúa quería evitarla? ¿Qué fue lo que le provocó tal agonía? ¿Por qué oró que, si era posible, no tuviese que beber la copa (Jn 18:11)? ¿Qué había en la copa que le producía esta angustia extrema mientras contemplaba la posibilidad de beberla? 

La copa de juicio suele ser usada como una metáfora de la ira de Dios (Sal. 75:8; Is. 51:17, 22; Jer. 25:15; Hab. 2:16; Ap 14:9-10). Así es. De eso estaba llena. Por esto, Yeshúa detestaba la idea de llegar a beberla. En el huerto de Getsemaní, él fijó intencionalmente su mirada en esa copa (la copa que bebería exactamente al colgar de la cruz en una insoportable agonía).

Entendamos que no era la agonía física lo que tanto pavor le causaba (por muy horrible que fuese), sino la agonía espiritual que supo que sentiría al beber hasta el último amargo sedimento de la copa de la ira de Dios; ira que en realidad merecíamos nosotros.

Su angustia en aquel jardín de olivos no tenía nada que ver con el temor carnal de los azotes y burlas, o con los tormentos sicológicos de la cruz, de hecho en varias ocasiones anuncio su muerte en la cruz sin ningún temor, pero ahora estaba bebiendo el cáliz de ira de Dios, bebiendo el juicio de Dios, esta bebiendo el sufrimiento, dolor, agonía del furor implacable del Juez Justo sobre la maldad.

Esa copa nuca fue preparada pensando en Él sino pensando en nosotros, pensando en nuestra aniquilación por causa de la maldad, todas aquellas maldiciones proclamadas en el monte Ebal (Dt 27:11-26) [Maldito el que practica la idolatría en oculto, maldito el que deshonra a su padre y a su madre, maldito el que acciona contra su prójimo, maldito el que hace errar a los ciegos, maldito el que hace injusticia con la viuda y el huérfano, maldito el que comete adulterio y fornicación, maldito el que se ayunta con animales, maldito el que comete incesto, maldito el que daña a su prójimo, maldito el que recibe soborno, maldito el que trasgrede la ley] todas estas maldiciones que identifican el pecado de los hombres estaban concentradas en esa copa y fueron derramadas sobre el Hijo del Hombre, el Cristo de Dios, destinado para recibir tal ira.

Yeshúa tenía que beber la segunda copa, la del juicio (Mateo 26:39; 20:22; Juan 18:11). El Mesías bebió la copa de maldición que el Padre le dio, para liberarnos de la maldición del pecado.

La segunda copa nos recuerda que estábamos en gran necesidad de liberación, a causa de  nuestra idolatría estábamos atados al obrar del Sitrá AjRá (Otro Lado de la Santidad) e incapaces de salvarnos a nosotros mismos. ¡Yeshúa vino y nos libero!,… ¡Él es nuestro Gran Libertador!

Nunca lograremos apreciar la agonizante oración de Yeshúa en el Getsemaní, ni su sudor semejante a grandes gotas de sangre, mientras no comprendamos en lo profundo de nuestro ser que lo que Él estaba observando era la ira de Dios que merecíamos, azotándolo desde las dimensiones de la Guevuráh, afectándolo en el alma y en el cuerpo.

Yeshúa bebió la copa de la ira de Dios hasta su última amarga gota. Así que, para nosotros los que creemos en Él, y hemos tomado Su yugo, la copa de la ira divina está vacía.

B. La Cuarta Copa: la Alabanza

Ahora bien, comenté más arriba el detalle no menor que al finalizar la Cena, cantaron los salmos correspondientes y salieron al monte de Getsemaní no bebiendo la cuarta copa. Pues bien, para comprender esto, analicemos los códigos escondidos en el camino de la pasión:

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo.
(Mateo 27: 31)

Y luego de ser crucificado nos encontramos al final de todo con esta otra escena tan conmovedora descripta por el evangelista Juan:

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: 
Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús:
 «Todo se ha cumplido».
E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.” 
(Jn. 19.23.30)

Retomando la pregunta con la que inicie esta bitácora acerca de a qué se refirió Yeshúa con: «Consumado es», podemos ver que aquí Yeshúa toma la cuarta copa, y culmina así la celebración pascual, haciendo que la festividad divina se vuelva plena con este su Korván Pesaj (sacrificio pascual).  

Entonces, el Maestro no finalizó la celebración pascual en el aposento alto de la Última Cena. Él extendió la duración del Seder para consumarlo en la cruz, con su propia muerte, el sacrificio pascual por excelencia. Así pues, captamos que el sacrificio de Yeshúa no comenzó con la pasión en el huerto, sino en la Cena de Pesaj. Y esta celebración a la vez, no terminó en el aposento de arriba, sino en el Calvario o Gólgota. Así Yeshúa une la cena de Pesaj con su muerte en la cruz y  conduce todos los sacrificios pascuales de la Torah a su plenitud. Esto ya lo había expresado en el resumen pedagógico de su ministerio, conocido como el Sermón del Monte:

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
(Mateo 5.17)

Ahora bien, recordemos que nuestro Señor dejó la cuarta copa de lado y en lugar de ello, dijo lo siguiente:

Yo les digo que, desde ahora, no volveré a beber de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
(Mateo 26:29)

 ¿Qué significa eso?

Primeramente que la copa que tomó en la cruz (de vinagre o vino viejo) está aún en un proceso celestial de transformación. Recuerden que en la cosmovisión hebrea la expresión alabanza está relacionada con la idea de saber endulzar lo amargo hasta transformarlo en agradable y acepto. Esto significa que ese vino avinagrado que Él bebió, será llevado a un proceso escatológico que lo transformará en un vino nuevo y del mejor.

Esto significa que Él regresará en poder y justicia para establecer el Reino del Eterno sobre todas las naciones. Así pues, cuando Yeshúa regrese, nos dará a beber la cuarta copa pero llena de la dulzura del Jesed (benevolencia) celestial. Entonces sucederá lo que está escrito en Éxodo 6 y que está relacionado con la cuarta copa:

“Os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy YHVH vuestro Dios…” 

Los Tehillim Hallel (salmos de alabanza) eran cantados durante el Pesaj. El Señor Yeshúa nos dice que recién nos dará a beber de la cuarta copa cuando Él regrese (“…hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de Padre). El Hallel recién sonará otra vez cuando Yeshúa HaMashiaj regrese para tomar la “cuarta copacon nosotros Su Amada.

¡Aleluyah! ¡Ven Yeshúa Adoanay!


Bitácoras que Recomiendo Estudiar para ampliar este ESTUDIO:

Las “Tribus” Venden a Yosef y pretenden llamarlo «Yeshú»

Por P.A. David Nesher

Vayeshvu le’echol-lechem vayis’u eyneyhem vayir’u vehineh orchat Yishme’elim ba’ah miGil’ad ugemaleyhem nos’im nechot utsri valot holchim lehorid Mitsraymah. 26) Vayomer Yehudah el-echav mah-betsa ki naharog et-achinu vechisinu et-damo.

«Luego se sentaron a comer pan, levantaron la vista y vieron una caravana de ishmaelitas que venían de Guilead cuyos camellos transportaban especias, bálsamos y aristoloquia [hierba medicinal de raíces aromáticas], que llevaban a Egipto.
Entonces dijo Yehudáh a sus hermanos.
“¿Qué beneficio tendremos de matar a nuestro hermano y encubrir su sangre

(Bereshit/Génesis 37:25-26)

Hemos estudiado como Yosef (José), el hijo favorito del patriarca Yaakov, en la flor de la edad, es separado de la casa paterna y de su tierra natal. Yosef es vendido por las “tribus” (sus hermanos), a unos extranjeros, al que más tarde abandonan en medio de una nación depravada, mientras sus hermanos, en casa, tratan por todos los medios de hacer olvidar hasta, si es posible, su nombre.

Ahora bien, desde un plano profético-mesiánico, y entendiendo que Yosef con su vida es una representación del arquetipo celestial Yeshúa HaMashiaj, debemos discernir que esta acción de los hermanos contra Yosef, para que sea olvidado su nombre, es semejante a la actitud religiosa que hoy existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico ante nuestro Señor.

Ellos evitan mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret – ישוע הנוצרי), modificándolo a propósito al omitir la letra final, “ayin” (ע), quedando solo las consonantes Yud, Shin, Vav (ישו) que se lee “Yeshú” y es una palabra que el rabinato detractor del SEÑOR usa como un título y/o acróstico empleado despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro” (ימח שמו וזכרו), que traducido es “que su recuerdo y nombre sean borrados para siempre”. 

La obra rabínica «Toldoth Yeshú«, un antiguo tratado medieval, escrito, según algunos en el siglo V después del Mesías, señala que el nombre original del Maestro de Nazaret era Yehoshúa (en griego: Josué) o su variante Yeshúa (español: Jesús). Luego, cuando vino a ser considerado por los líderes judíos como hereje, su nombre fue cambiado a Yeshú como un insulto rabínico deliberado eliminando la última letra de su nombre el sonido que equivale a nuestra “A” para evitar toda implicación del Redentor de la salvación, quedando las tres letras restantes “YeSHú”.

Esas palabras (“Yimaj shemó u´zincro”) adoptan y expanden sacado de los libros del verso “que su nombre sea borrado” (Mishlé/Proverbios 10:7) y de la última frase del Tehilim/Salmos 109:13. Así es como el nombre Yeshú (ישו) el cual lo relacionan al Mashíaj en la forma que cada vez que quiere hacer referencia de él lo hacen de una forma despectiva y humillante

Entonces, el nombre Yeshú se convirtió en un juego de palabras despectivo, en un conjuro en contra del cristianismo romano y bizantino. Siendo bastante común en la literatura polémica medieval hebrea y pueda ser encontrada hasta en el Talmud (SANEDRÍN B. 43) También tenemos, en el Talmud que son cinco las enseñanzas atacadas principalmente (SANHEDRIN 49B).

Sin embargo, como el «humor divino» es insondable y misterioso, esta expresión usada por la mayoría de los judíos actuales esconde una ironía profética maravillosa. Y es que de lo que no se percataron los oponentes del Mesías es que al maldecirlo con este acrónimo y su frase, lo que en realidad estaban haciendo era confirmarlo como Mesías ¿Por qué?

Porque si usamos las cuatro primeras letras de la frase, es decir Yud, Mem, Hei y Shin (YiMáJ SHemó…) cuando se las recombinan forma la palabra hebrea MaSHiaJ (Mem, Shin, Yud, Hei) es decir MESÍAS o CRISTO, es decir el Ungido de Dios.

Como dijera Yosef HaTzadík (José el Justo) a sus hermanos:

Ustedes pensaron hacerme mal, pero Elohím lo cambió en bien
(Bereshít/Génesis 50:20)


Bitácoras Relacionadas que pueden interesarte:

¿Quién Reina en tu «Reino»?

«Jueces y policías pondrán para todos en los puertos de las ciudades que YHVH te da para habitar y juzgarán al pueblo con justicia»

(Devarim/Deuteronomi 16:18).

 

Así comienza la parashá  (porción) de la Torah que nos toca investigar esta semana.

En la cosmovisión hebrea dada por el Creador, la función de un juez es decidir qué es lo que se debe dejar pasar por las puertas de una ciudad. A su vez, la función del policía, es controlar que lo que ingresa sea exactamente lo que ha determinado el juez.

Pero, ¿pasar adónde? ¿Cuáles son estas puertas? La codificación de este mitzvot revela que se trata del individuo, y que las entradas son los cinco sentidos. Y pasar no sólo implica lo que entra, sino también lo que sale (por ejemplo, lo que se dice, en el caso de la boca).

La clave de todo esto está en saber si lo que dejo atravesar esas puertas me altera espiritualmente, si me acerca al mal (al RA, el deseo egoísta) por medio del yetzer hará (tendencia al mal) que me acompaña y hostiga desde el día de mi nacimiento.

Para corregir estas conductas nocivas es necesaria una gran dosis de voluntad y, principalmente, entronar a un rey que nos gobierne y conduzca nuestros actos para llevarnos hacia la evolución espiritual diseñada en el propósito eterno de Dios. No se trata de un gobernante externo, que nos diga qué hacer, sino de uno interno. Acudir a otro para resolver nuestros problemas hace que le cedamos también el beneficio espiritual que resulte de nuestra acción. Se trata de Aquel que, siendo la Luz Infinita, habitó entre los hombres en forma de hombre y hoy ha sido coronado como el Rey de reyes y Señor de señores. Estoy hablando de Yeshúa HaMashiaj.

Esta semana, indaga en esas cosas que haces aunque sabes que te perjudican y esfuérzate por cambiar al menos una. Si crees que no vas a poder con ella, un secreto puede ser elegir uno de los 248 preceptos positivos que sientas que podrás cumplir, y usar la energía ganada para debilitar la fuerza opositora del cuerpo.

Aprovecha la energía presente que te otorga la presencia del Rey y corona a tu conciencia para que Él reine en ti, enseñándote los secretos del Cielo que se esconden en la Instrucción (Torah) divina.

Shalom!

 

La Vaca Roja y La Purificación de la Muerte

Por P.A. David Nesher

La pregunta es: ¿Por qué una vaca roja?

La respuesta es primeramente, otra pregunta: ¿Cuántas veces en la vida no tenemos que enfrentar a cosas que no terminamos de comprender y debemos actuar por fe?

Con este mitzvá (mandamiento) nos pasa lo mismo, ¿por qué una vaca roja? ¿No habría sido lo mismo cualquier otra vaca?

A veces, en la vida debemos enfrentarnos a cosas que no tienen explicación o no podemos entender, sin embargo, las enfrentamos y seguimos adelante.

Sin embargo, si nos esforzamos en la investigación, seguramente lograremos asombrarnos de toda la codificación mesiánica redentora que se encuentra en este diseño yahvista.

Te invito a sentarte con tu libro de apuntes y disponerte a tomar nota de todo lo que tu corazón recepcione de estos videos:

Primera Parte: La Impureza del Ego

Segunda Parte: La Impureza de la Muerte Ontológica.

Tercera Parte: La Conexión con Yeshúa el Justo Perfecto.

Cuarta Parte: Las Conexiones Mesiánicas.

¡Si Ofrendas,… No Ofendas!

Por P.A. David Nesher

 

 

“Lo que tenga defecto, no ofreceréis, porque no os será aceptado. Cuando alguno ofrezca sacrificio de ofrenda de paz a Yahvéh para cumplir un voto especial o como ofrenda voluntaria, del ganado o del rebaño, tiene que ser sin defecto para ser aceptado; no habrá imperfección en él. Los que estén ciegos, quebrados, mutilados, o con verrugas, úlcera seca o úlcera húmeda, no los ofreceréis a Yahvéh, ni haréis de ellos una ofrenda encendida sobre el altar a Yahvéh.”

(Levítico/Vayikrá 22: 20-22)

 

Al estudiar los secretos de los korvanot (“ofrendas” o “acercamientos”) entendemos que estos son el símbolo de una actitud que debe ser vista en el Mundo de Arriba, y se aprobada por todas las esferas celestiales, para poder tener el Cielo en la Tierra. Dicha actitud tiene que ver con el hecho de que para el redimido que ofrenda, no existe nada más grande y valioso que su comunión con el Creador. La verdad es que en nuestras ofrendas se manifiesta cuán importante es el Eterno para nosotros.

Por eso, este mandamiento de ofrendar lo perfecto, implanta el concepto que Yahvéh merece lo mejor. Si damos una ofrenda mediocre o de segunda categoría, estamos dando un mensaje en los Cielos de que nuestro Padre celestial no es importante, ni digno de honra. Si damos una ofrenda cara, de la mejor calidad, estamos mostrando cuánto valoramos a Yahvéh y Su Presencia con nosotros.

Animales con manchas o deformados eran obviamente inaceptables para el Señor, y los sacerdotes tenían la responsabilidad de asegurarse que los animales traídos delante de ellos por el pueblo fueran lo suficientemente buenos para llevarlos ante el Señor. Dios no quería las sobras de las personas; Él tiene derecho a lo mejor de ellos. Este pensamiento se encuentra en la reprensión que hace el profeta Malaquías a la generación de judíos que habían vuelto del exilio, pero no lograban abandonar el materialismo práctico adquirido durante setenta años en Babilonia. El profeta echaba en cara a los sacerdotes el poco aprecio que hacían de la mesa del Eterno, pues le ofrecían víctimas defectuosas:

 

“El hijo honra a su padre, y el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honor? Y si yo soy señor, ¿dónde está mi temor?, dice Yahvéh de los ejércitos a vosotros sacerdotes que menospreciáis mi nombre.

Pero vosotros decís:

_ «¿En qué hemos menospreciado tu nombre?»

Ofreciendo sobre mi altar pan inmundo.

Y vosotros decís:

_»¿En qué te hemos deshonrado?»

_ En que decís:

«La mesa de Yahvéh es despreciable.”

Y cuando presentáis un animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Y cuando presentáis el cojo y el enfermo, ¿no es malo?

¿Por qué no lo ofreces a tu gobernador? ¿Se agradaría de ti o te recibiría con benignidad?, dice Yahvéh de los ejércitos.

Ahora pues, ¿no pediréis el favor de Dios, para que se apiade de nosotros? Con tal ofrenda de vuestra parte, ¿os recibirá él con benignidad?, dice Yahvéh de los ejércitos.

¡Oh, si hubiera entre vosotros quien cerrara las puertas para que no encendierais mi altar en vano! No me complazco en vosotros, dice Yahvéh de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde la salida del sol hasta su puesta, mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre, y ofrenda pura de cereal; pues grande será mi nombre entre las naciones, dice Yahvéh de los ejércitos.

Pero vosotros lo profanáis, cuando decís:

«La mesa del Señor es inmunda, y su fruto, su alimento despreciable.”

También decís:

«¡Ay, qué fastidio!»

Y con indiferencia lo despreciáis, dice Yahvéh de los ejércitos, y traéis lo robado, o cojo, o enfermo; así traéis la ofrenda. ¿Aceptaré eso de vuestra mano?, dice Yahvéh.

¡Maldito sea el engañador que tiene un macho en su rebaño, y lo promete, pero sacrifica un animal dañado al Señor! Porque yo soy el Gran Rey, dice Yahvéh de los ejércitos, y mi nombre es temido entre las naciones.”

(Malaquías 1:6-14)

Evidentemente la Luz Infinita nos revela que las ofrendas deben ser puras y perfectas. Las mismas no pueden provenir de las sobras. Si damos lo que nos sobra mostramos que Yahvéh no es el primero, sino muy poco estimado por nosotros. Si damos algo que no nos gusta, mostramos que pensamos que Él no merece lo que nos gusta. Si le damos lo mediocre mostramos que Él no es importante para nosotros. Si le damos algo con defecto, mostramos que Él no vale mucho en nuestras vidas. Nuestras ofrendas muestran lo que pensamos de Yahvéh, nuestro Dios.

Este texto de Vayikrá en verdad nos enseña que el Mesías ben Yosef, que tenía que morir como un sacrificio agradable para Yahvéh, debía que ser un hombre perfecto, sin tacha alguna, es decir sin pecado, sin yetser hará. Si Yeshúa hubiera sido imperfecto, no serviría como sacrificio delante de Yahvéh, (cf. Efesios 5:2). Él era perfecto en Su naturaleza, tanto divina como humana. Perfecto en Su motivación, perfecto en Su personalidad, perfecto en Su obediencia, perfecto en Su sacrificio por el pecado a favor nuestro.

Entendiendo pues esta proyección profético-mesiánica, debemos aceptar que aquel que da lo que más valora, muestra que Yahvéh y Su Reino es lo más valioso en su vida. El que da algo que le cuesta muestra que tiene amor al Eterno. El que primero da al Eterno y luego piensa en sí mismo, muestra que tiene las prioridades correctas.

Querido discípulo del Mesías, aquí me veo obligado a preguntarte:

  • ¿das el diezmo al principio o al final?
  • ¿Te levantas para orar antes de desayunar todos los días?
  • ¿Te esfuerzas para cantar en espíritu y en verdad ante el Eterno?
  • ¿Te empeñas en la oración para que tus palabras no sean vanas repeticiones?
  • ¿Obedeces con ganas o murmurando?
  • ¿Tienes ganas de que termine el Shabat para poder correr a tu trabajo o disfrutas del Eterno todo lo que puedas en su día?

El Eterno dice claramente en Su Palabra lo que hay que hacer para ser aceptado delante de Él. Yahvéh nos da instrucciones concretas para saber lo que le gusta y lo que no le gusta para que podamos estar cerca de Él, en plena comunión, sin ser motivo de disgusto, como dice al final del pasaje de hoy:

“No profanaréis mi santo nombre, sino que seré santificado entre los hijos de Israel; yo soy Yahvéh que os santifico”

(Levítico 22:32)

Recuerda que nuestras ofrendas muestran qué pensamos de nuestro Padre Celestial. ¡Qué bueno que Él nos dice en su Torah lo que no le gusta! ¡Qué bondad la que sale de su Instrucción! ¡Por favor, no la ignores!

El Sudario Doblado de la Tumba… y un Amo que Regresará a Su Mesa

Por P.A. David Nesher

«El primer día de la semana, maría magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 
 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: «se han llevado del sepulcro al señor, y no sabemos dónde le han puesto.
Y salieron pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que pedro, y llegó primero al sepulcro.
Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.
Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.
Porque aún no habían entendido la escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.
Y volvieron los discípulos a los suyos.«

(Juan 20: 1-10)

Al sumergirnos en el estudio y la meditación de los hechos acontecidos en los días de la crucifixión, sepultura y resurrección de nuestro Dueño y Maestro, encontramos que el Evangelio de Juan relata que el sudario, que le fue colocado en el rostro a Yeshúa (Jesús) en su sepelio, no sólo estaba a un lado, aparte de las vendas, sino doblado. Resulta curioso que el autor dedique un versículo entero para decirnos que el sudario fue bien doblado, y que fue colocado en un lugar aparte (posiblemente en donde estuvo tendido).

Antes de considerar bien este asunto, recordemos los hechos inmediatos del relato:

El primer día de la semana, después del Shabat semanal, siendo aún muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y encontró que la piedra había sido removida de la entrada. Ella corrió y le contó a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Yeshúa amaba, y les dijo:

“Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo salieron hacia el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el relato detalla que el otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó antes. Estando en la tumba, como se inclinara, vio los lienzos caídos, pero no entró.

Luego, Simón Pedro llegó detrás y entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo. El detalle que se destaca es que el sudario o servilleta que había cubierto su cabeza no estaba junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte (ver Jn 20:1-7).

Ahora bien, preguntémonos: ¿es importante esto para nosotros?… ¡Por supuesto!… ¿Es realmente relevante este detalle para nuestra fe?… ¡Podemos asegurar que sí!… ¿Por qué?… Pues, bien para responder todo esto veamos lo siguiente:

En primer lugar, vemos que todo estaba exactamente igual, excepto el cadáver de Yeshúa, dando a entender que no se trataba de un robo. Un ladrón jamás habría dejado todo tan ordenado. Si hubiera sido un robo, aquello aparecería todo desordenado. Precisamente Juan Crisóstomo, comentando esto en el siglo IV, dice a sus oyentes:

«“Esto era prueba de resurrección, porque si alguno lo hubiera trasladado no hubiera desnudado su cuerpo. Ni si lo hubieran robado, los ladrones no hubiesen cuidado de quitarle y envolver el sudario poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubieran tomado el cuerpo como se encontraba. Ya había dicho San Juan que al sepultarle lo habían ungido con mirra, la cual pega los lienzos al cuerpo. Y no creas a los que dicen que fue robado, pues no sería tan insensato el ladrón que se ocupara tanto en algo tan inútil.»

In Ioannem«, pag. 84).

Justamente esto es fundamental para el evangelista, que nos cuenta estos detalles tan interesantes de la tumba vacía, para asegurarnos que la resurrección del Maestro verdaderamente ocurrió, y nada tenía que ver con un plan de hombres.

En segundo lugar, y yendo a nuestro tema, para lograr comprender más profundamente el significado del sudario doblado, consideraremos un poco la tradición hebrea en esa época. Para Israel, una servilleta doblada sobre la mesa tenía un significado muy particular, ya que hace referencia a una costumbre hebrea (y también oriental) sobre un amo y su siervo en los protocolos de una cena.

Resulta que cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el amo, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que su señor le gustaba. La mesa debía estar decorada a la perfección, casi como para un ritual sagrado. Luego el criado tenía que esperar fuera de la vista de los comensales, hasta que el amo hubiera terminado de comer. El siervo no se atrevía a acercarse a la mesa, hasta que el su dueño hubiese concluido. Para hacerlo, debía estar a la espera de una señal…

Si el amo había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca y la barba, y haciendo un nudo con la servilleta, la lanzaba sobre la mesa. El siervo, al ver esto, entendía entonces que era el momento para limpiarla. Entonces, la costumbre de aquella época era que la servilleta anudada significaba que el amo decía: “ya he terminado”, y era el momento para que el siervo ingresara a la sala del banquete, y limpiara el lugar.

Pero si el amo se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo entendía que no debía acercarse a la mesa. ¿Por qué? Porque la servilleta doblada significaba “aún no he terminado, volveré”.

Con esto en mente, podemos comprender que al ver el sudario doblado, Juan interpretó lo siguiente: “el Maestro volverá”, por eso no entró al sepulcro, respetando esta costumbre tradicional. Yeshúa estaba diciendo a sus discípulos, “podría estar fuera de tu vista ahora, pero regresaré para terminar el banquete que hemos comenzado!” El Mesía, al resucitar y doblar el sudario, quería decir, que Él regresaba pronto y con un mensaje nuevo, lleno del poder de la Resurrección para realizar el Tikún Olam (reparación del Mundo). Es decir, el volvería con un mensaje de Vida Nueva. .

Es decir que el texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Mesías Resucitado. No se trata de un aparición, sino literalmente de una de las etapas que los discípulos han tenido que recorrer en el Camino para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos el apóstol Juan sentía que una certeza se fue apoderando de su corazón, la certeza de la fe: «¡Yeshúa está vivo, está realizando su tarea celestial como Sumo Sacerdote, y luego regresará!«. Al considerarlo así nos damos cuenta que esta convicción llena el corazón de todo creyente verdadero.

Así como la tradición lo indica, lo que Jesús quiso decirnos cuando dobló el sudario fue la promesa de su venida, de que el ascendería a los cielos, pero que aun su labor no había terminado y que regresaría a terminar lo que empezó.

Tan grande fue esta experiencia en la mente y el corazón del apóstol Juan, que siempre lo sostendría en su fe, a tal punto que muchos años después, estando exiliado como preso político en la isla prisión de Patmos, escribió:

El que da testimonio de todo esto dice: ‘Sí, voy a venir pronto’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!

Juan, Simón Pedro, y el resto de los discípulos del primer siglo se estimularon con esta señal entendiendo que somos siervos a las órdenes del Amo. Y así como el siervo no puede sentarse a la mesa hasta que su amo no regrese, nosotros tampoco podemos hacerlo. ¡No podemos dejar de trabajar para el Señor, porque es hasta que el vuelva que podremos sentarnos a la mesa, y no cualquier mesa, sino la de las bodas del cordero! Por lo tanto, procuremos estar preparados para el día de Su Venida. ¡Ya hemos sido advertidos acerca de Su Venida, así que estemos vigilantes, seamos prudentes y mantengamos nuestras lámparas encendidas, porque el novio viene de camino!

Y ahora, antes de terminar esta bitácora, tengo una buena noticia para ti lector que estás leyendo esta bitácora. No sé cual es la tumba en la cual te encuentras pero el mismo Yeshúa que dejó los lienzos puestos allí y el sudario enrollado en la tumba, es el mismo que hoy está dejando tus lienzos puestos allí en tu tumba ontológica y está enrollando el sudario en señal que nunca más volverás a esa tumba en la cual te habían metido por que estabas muerto en delitos y pecados.

En verdad, no sé si tu tumba se llamaba fracaso, soledad, tristeza, angustia, dolor, miedo, desánimo, depresión… pero sin importar el nombre que tenga la tumba ontológica en la cual estas hoy, Yeshúa se encuentra junto a ti en esa tumba y ha llegado no para quedarse y hacerte compañía en esa tumba si no para levantarte de entre los «muertos vivos» (Efesios 2:1).

En este día Yeshúa te dice: «vamos deja esos lienzos con que te cubrieron y abandona ese sudario enrollado para que al verlo todos sepan que estuviste aquí pero que nunca volverás a este lugar. Luego, ven y sígueme y abandonemos esta zona reptiliana de muerte, porque aquel que me levantó de entre los muertos a mí, es el mismo que me ha enviado para levantarte a ti.«

¿Te atreverás a aceptar su invitación para salir de toda tumba ontológica que te había encerrado hasta hoy?

El Seder de Pesaj que realizó Yeshúa

Por el Dr. Yosef Koelner *

(Traducido por Madelina C. Friedman)


Uno de los eventos más emocionantes en la vida de Yeshúa fue la última comida que compartió con sus talmidim (discípulos) antes de convertirse en el sacrificio de Pesaj. Es irónico que a pesar de que esta comida es llamada Seder – que literalmente significa “orden” – el orden exacto de los acontecimientos de esa noche no está definitivamente expuesto en la Escritura.

Cada uno de los cuatro Evangelios, sólo presentan una vista parcial del Seder. Basado en los datos que aparecen en Matitiyahu (Mateo), Marcos, Lucas, y Yochanan (Juan), así como estudios judíos actuales (1), he reconstruido el orden del Seder de Yeshúa durante Pesaj.

Por favor, recuerde que a pesar de que El Seder de Yeshúa comparte similitudes con el Seder de Pesaj que observamos hoy en día. Existen algunas diferencias con el orden, el ámbito y la secuencia de un Seder del Primer siglo. Especialmente, un Seder que se realizó antes de la destrucción del Templo en el año 70.

La mesa en la que Yeshúa y sus talmidim (discípulos) “se reclinaron para comer” se conocía como Triclinio, la misma era una mesa baja de tres lados, el cuarto lado de la mesa quedaba abierto, presumiblemente para permitir el servicio a la mesa.

Los hebreos nos reclinamos en gran parte del Seder, de acuerdo a una tradición que se menciona en la Mishná. La explicación común es que reclinarse es una señal de libertad en los días antiguos.

Los asientos tenían un orden específico. Opuesto o enfrente al Triclinio desde el lado abierto  (y luego mirando al lado izquierdo de la tabla) – Yochanan (Juan) habría estado “reclinado” en el primer asiento seguido de Yeshúa quien estaba “reclinado” en el segundo asiento. En el tercer asiento y a la izquierda de Yeshúa se sentó Y’hudáh de K’riot (Judas Iscariote). El asiento del Y’hudáh  (es decir, el tercer asiento) se conoce como la Silla de HONOR (Juan 13:23).

Detalles del Seder.

Yeshúa comenzó el Seder con Kiddush: La santificación de la comida, con la bendición sobre la primera copa de vino (Lucas 22: 17-18).

Después de que todos se lavaron las manos (algo implícito), Yeshúa añade al Seder el lavamiento de los pies de sus talmidim mientras comían la cena (Juan 13: 1-17).

Yeshúa continuó con Korej: Es decir, sumergió la matzáh en el maror y se la dio a Yehudah (Judas). Es posible que el acto de inmersión incluya la realización de un sándwich de matzáh con maror y jaroset (2.) (Juan 13:26).

Yeshúa entonces precedió a explicar el significado de Pesaj, refiriéndose a su muerte y resurrección. Su explicación es el equivalente al Maguid que es la narración de la historia de Pesaj. Algunos de los temas que se incluyó son:

  • «Amarnos los unos a los otros«;
  • «Yo Soy el Camino«,
  • el «envío del Consolador«; y
  • el más revolucionario: «Yo soy la Vid Verdadera» (Juan 13:34; 14:6; 14:15-21; 15:1).

Sepultado en el texto, está el concepto de las “Cuatro Preguntas”. Los estudiosos afirman que sólo había tres preguntas en ese momento. Yeshúa está explicando a sus talmidim (discípulos) “Mah nishtanah halaylah hazeh mikol halaylot?” que traducido es: “¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?”

Juan registra un amplio intercambio de preguntas y respuestas entre Yeshúa y sus talmidim. En Juan cap. 13, vers. 33, Yeshúa llama a sus talmidim «hijitos» o “mis hijos”, que creo que es una referencia implícita a las tres preguntas (13: 31- 17:33).

Ahora se comen la comida de Pesaj que se conoce como Shulján Orej.

Al final de la comida, Yeshúa rompió el Matzá y dio un pedazo a cada uno de sus talmidim. Esta sección del Seder se conoce como Tzafún (Lucas 22:19).

Yeshúa bendijo la tercera copa de vino y vinculo el significado de la tercera copa al Brit Jadashá (Lucas 22:20). Hoy en día, la tercera copa de vino se incluye en la sección de la Seder conocido como Barej que también incluye una oración de “Acción de Gracias” para la comida.

Yeshúa y sus talmidim concluyeron su Seder cantando el Hallel – Tehilim o Salmos 113-118 –. (Mattityahu 26:30)

Espero que este breve artículo haya aclarado el Orden, así como el ámbito y la secuencia del Seder de Yeshúa durante la cena de Pesaj.

לשנה הבאה בירושלים

LShanah Habah-ah Bee-Yerushalayim! 
(¡El próximo año en Jerusalén!)



Notas:

  1. El mejor libro sobre el tema: “The Historical and Biblical Background of the Jewish Holy Days” por Abraham P. Bloch
  2. Charoset, haroset, o charoses (hebreo: חֲרֽוֹסֶת [haroset]) es una pasta dulce, de color oscuro hecho de frutas y nueces que es comido durtante el Seder de Pascua. Su color y textura son para recordar el mortero (o barro usado para hacer ladrillos de adobe), que los israelitas usaron cuando eran esclavos en el antiguo Egipto como se ha mencionado en el tratado Pesahim (página 116a) del Talmud. La palabra “Charoset/jaroset” viene de la palabra hebrea Cheres/jéres – חרס – “arcilla”.

Acerca del Autor:

* Yosef Koelner nació en Chicago y se crió en un hogar judío que sus padres caracterizaron como «ortodoxo». Al nacer recibió dos nombres, uno en inglés, Harvey, y otro en hebreo, Yosef, que le fue dado en recuerdo del difunto hermano de su madre, Jaim Yosef. La educación del rabino Yosef incluye, entre otros, un BA en Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Estatal de Illinois y una Maestría en Estudios Judíos de Gratz College, así como un Doctorado en Ministerio Práctico del Wagner Leadership Institute. 
También se graduó de Ulpan Alef (estudios de lengua hebrea) Katsrin, Israel. Los estudios adicionales incluyen la Universidad de Illinois, Champaign-Urbana y una Yeshivah Ortodoxa en Tzfat Yisrael. Su ministerio abarca cuatro décadas y actualmente es el rabino de Kehilat Bet Avinu. Él puede ser contactado en ravko@ix.netcom. com Yosef Koelner nació en Chicago y se crió en un hogar judío que sus padres caracterizaron como «ortodoxo». Al nacer recibió dos nombres, uno en inglés, Harvey, y otro en hebreo, Yosef, que le fue dado en recuerdo del difunto hermano de su madre, Jaim Yosef. 
La educación del rabino Yosef incluye, entre otros, un BA en Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Estatal de Illinois y una Maestría en Estudios Judíos de Gratz College, así como un Doctorado en Ministerio Práctico del Wagner Leadership Institute. También se graduó de Ulpan Alef (estudios de lengua hebrea) Katsrin, Israel. Los estudios adicionales incluyen la Universidad de Illinois, Champaign-Urbana y una Yeshivah Ortodoxa en Tzfat Yisrael. Su ministerio abarca cuatro décadas y actualmente es el rabino de Kehilat Bet Avinu.


Recomiendo leer el siguiente estudio:

¿Qué Cena Hizo Jesús antes de Morir?

Por P.A. David Nesher

«Y les dijo:
!Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo:
Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el Reino de Dios venga.
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.»

Lucas 22:15-20

Responder a la pregunta que preside esta bitácora es el tema más espinoso de los Escritos Mesiánicos (mal llamados Nuevo Testamento). Por siglos, esto ha constituido un enigma para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, llegando la mayoría de las veces a generar acalorados debates respecto a si Yeshúa celebró Pesaj con sus discípulos, o participó de otro tipo de banquete yahvista.

Al venir a los Evangelios con el fin de sacarnos las dudas, nos encontramos que, mientras que los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas dicen que la denominada «Última Cena» del Mesías coincide con el inicio de la festividad judía de Pesaj, el apóstol Juan señala que en realidad se produjo antes. Hay una diferencia real entre el relato evangélico del apóstol Juan y el de los sinópticos sobre esta cuestión, y la cronología que Juan presenta en su obra sigue haciendo mucho más sentido: Yeshúa fue juzgado y asesinado antes de que comenzará el día de Fiesta. A la hora del Seder, fue enterrado.

Existe un versículo en el evangelio de Juan que ha sido ignorado, y sin embargo es concluyente para la comprensión de este planteo. El escritor nos dice que después de capturar al Mesías:

«Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ELLOS NO ENTRARON EN EL PRETORIO PARA NO CONTAMINARSE, y así poder COMER LA PASCUA.»
(Juan 18:28)

Una pregunta surge aquí:

¿Por qué no habían comido la Pascua (Pesaj) aún?

La Escritura Mesiánica mismo lo responde al describirnos el proceso de apresamiento del Mesías:

«Era LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA,…
Entonces (Pilatos) dijo a los judíos:
¡He aquí vuestro Rey!»

(Juan 19:14)

¿Por qué dice que «era la preparación de la Pascua» siendo que Yeshúa ya había comido el Pesaj (Pascua) supuestamente?

Unas líneas más adelante el evangelista dice:

“Entonces los judíos, por cuanto ERA LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.»
(Juan 19:31)

Sabemos, por lo que hemos aprendido de nuestros estudios de la Torah, que la comida propia de Pesaj (el cordero pascual) se come al declinar del día 14 del mes de Abib (también llamado Nisán). Es decir que se está consumiendo en el inicio del día quince.

Al leer el Talmud,  encontramos que los rabinos judíos antiguos concluyeron que Yeshúa fue “colgado en la Víspera de la Pascua por la herejía de inducir a la gente al error” (Bruce, 1960, p. 101).

En tiempos más recientes, muchos comentaristas han sostenido este punto de vista. Los editores del Comentario del Púlpito escribieron:

Parece que nuestro Señor fue crucificado en el 14º día de Nisán, el mismo día del sacrificio del Cordero Pascual, unas pocas horas antes del tiempo de la Cena Pascual, y que participó de su Última Cena la noche anterior, es decir, veinticuatro horas antes del tiempo general de la Cena Pascual

(Spence y Exell, s.d., pp. 196-197, énfasis en original).

En su libro, Restauración Radical, F. LaGard Smith mencionó algunas cosas que, en su opinión, parecen estar en conflicto con la idea que Yeshúa comió la Pascua (Pesaj) en el primer día de los panes sin levadura. Él comentó:

«La idea resultante tiende a sugerir que podemos haber malinterpretado las palabras con las cuales Jesús comenzó la Última Cena. Puede ser que Jesús no estaba expresando su deseo de comer la Pascual real, acorde a su costumbre, sino su deseo de comer la única “Pascua” que podía compartir con sus discípulos antes que sufriera. Es decir, antes de tiempo; el día anterior; la única noche que le quedaba antes de su crucifixión

(2001, p. 280, énfasis en original).

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, debemos aceptar que el Mesías Yeshúa murió entre las dos tardes del 14 de Abib. Es decir, que aún no llegaba la hora de comer el Korbán Pesaj en la cena que iniciaba en realidad los siete días de Jag HaMatzot (Fiesta de los Panes sin Levadura).

Sin embargo, a leer los Evangelios, notamos que sus pasajes nos dicen que Yeshúa mando a sus discípulos a preparar Pesaj. Entonces, ¿cuándo lo hizo? Él mando a sus discípulos al comenzar el día 14 de Abib y comió junto a ellos a la medianoche. Podemos entonces inferir que Yeshúa “adelantó” por esta vez su cena de Pesaj para la noche anterior, cuando recién había comenzado el día 14 de Abib. ¿Pero porque él hizo esto así?

La razón más importante es entender y aceptar que Yeshúa era el Cordero de Dios (Juan 1: 29) que debía ser muerto entre las dos tardes, por lo cual, su “Última Cena” junto con sus discípulos, la debió comer en la víspera del día de la ofrenda del Cordero Pesaj. De esa manera explicaría a sus discípulos el gran simbolismo que hay entre la comida del Cordero de Pesaj y su muerte, para que cada vez que ellos la comieran, conmemoraran su sacrificio.

Pero, ¿la celebración de una cena en la víspera de Pesaj no sería algo que va en contra de lo establecido en la Instrucción?

Sabemos que el Mesías de Israel no puede contradecir la Torah, sino que, por el contrario, la confirma y completa con sus enseñanzas y su forma de vida, por lo ende, aún tenemos algo importante que decir. Veamos:

El evangelista Lucas dice:

Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, que se llama Pascua

(Lucas 22:1)

Es importante remarcar que “Pesaj”, propiamente dicho, según lo revelado por la Torah, es un solo día. Dicha jornada es el 14 de Nisán o Abib para ser más exacto (cf. Lev.23:5). Inmediatamente comienza la Fiesta de los Panes sin Levadura (Jag HaMatzot), que dura siete días más.

Sin embargo, en la tradición de Israel a toda esa semana se le conoce como la Fiesta de Pesaj, a pesar de que Pésaj es solo el primer día donde se sacrifica el Cordero. Por lo cual tenemos ocho días, (día 1 donde se sacrifica el cordero y se come la cena al finalizar de este día y 7 días más de la fiesta de los panes sin levadura) que se conocen como “Pesaj”. Esto es importante, ya que así logramos entender la razón por la que Yeshúa y sus discípulos llaman “Pesaj” a una cena que no era la primordial del Pesaj. Es decir, en la tradición de los hebreos desde ese entonces y hasta hoy, todo lo que se hacía y hace, desde el día 14 hasta el día 21 de Nisán (Abib) se conoce como PESAJ.

Una Comida de Paz y Gratitud con Secretos Mesiánicos.

Entonces, para lograr comprender las respuestas a estos planteamientos, es bueno saber que era costumbre que, antes del sacrificio de Pesaj, el pueblo de Israel se reunía a celebrar el denominado Korbán Jaguigáh. Este sacrificio era dado en virtud el agradecimiento especial que se hacía por la aprobación sacerdotal que había recibido el cordero pascual o Zebaj Pesaj (víctima de Pesaj) que sería sacrificado entre las nueve y quince horas del día 14 de Nisán. Así pues el Korbán Jaguigá era un sacrificio de acción de gracias, del tipo de los Shelamim (de paz) que se realizaba al comienzo de la festividad de acuerdo a lo que la Torah ordenaba:

“Debes inmolar el sacrificio de Pesaj para Yahvéh tu Elohim del rebaño y de la manada, en el lugar donde Yahvéh escoja establecer su Nombre”

(Devarim/Deuteronomio) 16:2)

En la Mishná se explica muy bien el detalle de que en Pesaj se traía tanto el Korbán Pesaj y también un Korbán Jaguigá (Mesejta Pesajim la Mishná 59b).

RaShí comenta que este Korbán Jaguigá tenía el propósito de de ser comido antes del Korban Pesaj. Esto causaba que el mitzvah (mandamiento) de comer el Korban Pesaj fuera magnificado por cada hebreo, ya que llegaba a la mesa de Pesaj saciado por haber disfrutado anteriormente de un shelamim llamado Korbán Jaguigá. Así lograba comer el Korban Pesaj simplemente por cumplir correctamente la Mitzvah divina. Es decir, que el Korbán Jaguigá servía para impedir todo apuro hedonista al momento de comer el Korban Pesaj.

Entonces, y bajo este entendimiento, notamos que en la costumbre israelita de los días del Maestro se comía en la víspera de Pesaj (dentro del mismo día 14 de Abib o Nisán, que ya es día de Pesaj), antes del sacrificio del Cordero de Pesaj, una ofrenda de fiesta tomada de la manada conocida como ya hemos dicho como Korbán Jaguigá.

Una Comida de de la dimensión Rav – Talmid (Maestro – Discípulo)

En la época de Yeshúa, era tradición que este korbán Jaguigá se hiciera, por lo general y especialmente, entre los maestros con sus discípulos. Cada moreh (maestro) tomaba a esta Shelamim como una seudah siyum (que se traduce como: «comida festiva«, «banquete de realización«, o «comida de promoción«) que permitía promocionar a los discípulos que cerraban un ciclo de lecciones con él. De este modo, el maestro aprovechaba esta comida especial, que se hacía en Israel por causa de los primogénito, como una cena de graduación que anunciaba a sus discípulos una promoción a un nuevo tiempo del Yugo que con él aprendían y meditaban.

En este espíritu, y mediante esta comida de gratitud, cada discípulo confirmaba que se entregaba una vez más voluntaria e incondicionalmente al moréh (maestro) que había elegido, con el objetivo de absorber de él su doctrina, su enseñanza, y por sobre todo su forma de vivir las midot (cualidades) mesiánicas de la Luz. En esta comida cada discípulo se comprometía a continuar un nuevo ciclo que le permitiera parecerse al maestro a fin de absorber algo que sabe que está muy por encima de la realidad física. Toda esta idea estaba representada en el Matzáh (pan sin levadura).

Así pues, esta seudah siyum demandaba por causa de su espíritu pedagógico, comer pan sin levadura, aunque todo el resto de Israel, aún tenía permitido comer jametz (pan leudado). Con este acto de comer Matzáh los discípulos confirmaban a los maestros que decidían continuar «comiendo de su carne, y bebiendo de su sangre» (cf. Juan 6:53-57), frase que expresaba todo el sentido que se ha explicado acerca de este «banquete de realización«.

Terminada esta fiesta de colación de grados, cada discípulos podía ir a sus casa, con su familia, para celebrar el Pesaj inmolando el korbán pesaj (cordero pascual) el 14 de Nisán, tal y como el Eterno lo había ordenado en su Instrucción (Torah), y comiéndolo en el seder que iniciaba Jag HaMatzot (Fiesta de Panes sin Levadura).

Lamentablemente, la tradición rabínica ortodoxa aparecida siglos después eliminó esta seudah siyum de paz y en su honor colocan un huevo en el plato de Pesaj como una «ofrenda de paz«.

Este es el Pesaj que conmemoró nuestro Maestro Yeshúa HaMashiaj. Esto es lo que Yeshúa comió con sus discípulos, para poder ser él el Cordero de Pesaj que moría por los pecados de su pueblo Israel y por los pecados de la humanidad.

El Anhelo mesiánico por esta Cena.

«Y les dijo:
¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»

(Lucas 22:15-16 – RVR 1960)

Ahora nos corresponde abordar una pregunta más profunda: ¿Qué tiene de especial este Pesaj (Pascua) para que Yeshúa la desee comer ardientemente con sus discípulos?

A la altura de todo lo que venimos considerando, aceptamos que Yeshúa está haciendo un Seder (orden), pero no es el seder central de Pesaj, pues no hay cordero en la mesa según lo que relatan los evangelios sinópticos. Más bien, lo relatado por el evangelista Lucas, es que Yeshúa está comiendo con sus discípulos el Korbán Jaguigá.

Como lo enseñé más arriba, esta Shelamim (ofrenda de Gratitud y Paz), tiene para el Maestro un propósito muy profundo, que persigue en primer lugar, celebrar el hecho de haber concluido su ciclo de estudio con Yeshúa, que además ya ha sido reconocido y confesado por ellos como el Mesías prometido (Mateo 16:16). Sin embargo existe un motivo mayor para esta seudah siyun. Nuestro amado Maestro y Mesías necesitaba revelar a sus seguidores que Él era el Cordero de Dios anunciado y señalado por el profeta Juan el Bautizante, a orillas del Jordán (cf. Jn. 1: 29, 36). Por lo tanto, con esta Cena, aquellos varones escogidos comprendería que en verdad era Yahvéh, quien como Av (Padre) estaba celebrando que Su Cordero de Gloria había sido examinado en el Templo y había resultado apto para ser el Korbán Pesaj para las ovejas perdidas de la Casa de Efraín.

Recordemos que el cordero pascual se sacrificaba por la salvación de los que se cobijaban bajo su sangre y se comía íntegramente en la Cena de la Pascua. Pero en la Última Cena, no hubo cordero sacrificado.

Interesante es notar que ninguno de los cuatro evangelista nos relata la presencia de cordero en dicha cena, algo impensable en esta celebración ya que el cordero era uno de los ingredientes principales en la Mesa de Pesaj (Pascua). El cordero se sacrificaba solamente en el Templo “entre la caída de las dos tardes”. Así que Yeshúa, aprovechó esta comida especial para poner de manifiesto que Él sería el Cordero Pascual sacrificado y ofrecido por el perdón de los pecados.

Por eso, el apóstol Juan dejó claro desde el principio de su evangelio este misterio al atribuir a Yeshúa el título de: “este es el Cordero de Dios…” (Jn. 1: 29,36). Título nunca dado a ningún personaje bíblico, y que relaciona directamente a Yeshúa con el Korban Pesaj (“Cordero Pascual”). De este modo, los discípulos captaron rápidamente que Yeshúa es pues el Cordero Pascual del Brit HaDashá (traducido correctamente como «Pacto Renovado»).

No obstante, Yeshúa no ceno el Cordero de Pesaj propiamente tal, pues Él era el Cordero que debía ser sacrificado en Pesaj (ver 1Corintios 5:7) por lo que adelantó su cena y comió una cena voluntaria que se conoce como Korbán Jaguigá, a la cual también se le llama Pesaj porque está dentro del día de donde es sacrificado el Cordero de Pesaj (Deuteronomio 16:2). El día 14 de Abib comienza un día equis cuando se esconde el sol, y aparece la primera estrella.

Nuestro Maestro Santo comió la cena del Jaguigá a la medianoche del 14 de Abib, para luego ser sacrificado en las afuera de Jerusalén, a las 3 PM (u hora novena) del mismo día, manifestando así ser el Cordero de Pesaj que nos libera de nuestras culpas, de la esclavitud y de la muerte.

La Cena de Jaguigá, por ser una shelamim era voluntaria, pero también era un mandato de la Torah, por lo que el Mesías aprovechó la ocasión para comer junto a sus discípulos y explicarles que cada vez que comieran Pesaj propiamente tal, deberían recordar la muerte y el sacrificio que el haría por los pecados de su pueblo Israel, a fin de mantenerla en su posición de primogénito del Eterno (Éxodo 4:22).

Evidentemente, y considerando todo esta contexto, una cosa emerge claramente de todo esto: esencialmente, esta comida de despedida no fue el antiguo Pesaj (Pascua), sino el nuevo y renovado acorde al primer 14 de Aviv (Nisán) que vivieron los ancestros en Mitzrayim. Nuestro amado Dueño y Maestro Yeshúa realizó este encuentro en el espíritu mismo de aquel contexto histórico de redención, conectando esa Mesa a la maravillosa noche en el que Yah salvó a los primogénitos de Israel del paso del Ángel de la Muerte. Entoces, a pesar de que la comida que Yeshúa compartió con los Doce no fue una cena de Pesaj según las prescripciones rituales (halajáh) de la Torah de aquella época, sin embargo, en retrospectiva, la conexión interna de todo el evento con la muerte y la resurrección de Yeshúa se destacó claramente conectándose así con la noche favorita de Yahvéh vivida por primera vez en Egipto el 14 de Avib (Nisán).

¡Fue el Pesaj (la Pascua) de Yeshúa! ¡El Pacto Renovado!

Y en este sentido, Él no celebró la Pascua, ya que los viejos rituales no se podían llevar a cabo; cuando llegó el momento del seder pascual propiamente dicho, Yeshúa ya había muerto.

Pero, por otra parte y sujeto al Espíritu de la Profecía, como Él se entregó a sí mismo como Cordero, Él sí celebró verdaderamente el Pesaj (la Pascua) con ellos.

La fiesta de Pesaj es un recordatorio:

“Y este día os será en MEMORIA, y lo celebraréis como fiesta solemne para YHWH durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” 
(Ex. 12:14). 

Entonces, y debido a que es un memorial que representa simbólicamente la liberación que más tarde haría YHVH mediante su Cordero de Gloria (el Mesías), también Yeshúa pide a sus discípulos que cada vez que tomen la Copa y coman el Pan sin Levadura, lo hagan en memoria de Él (Lucas 22).

Años más tarde, como el apóstol Pablo está enseñando lo mismo que el Mesías Yeshúa, pues él le transmitió su enseñanza, también pide a la congregación de Corintios que cada vez que participen de la Cena del Mesías (Pesaj) lo hagan en memoria de Él (1Corintios 11)

Como podemos ver, YHVH le dice a su pueblo que la cena de Pesaj es un memorial por todas sus generaciones, de igual manera, Yeshúa le dice a sus discípulos que debían cenar Pesaj en memoria de Él y el apóstol Pablos, como fiel discípulo de Yeshúa, enseñaba a las congregaciones que cada vez que participen de Pesaj lo hagan en memoria de la muerte de Mesías, pues Pesaj es la sombra profética más relevante de la Torah que anuncia la muerte del Mesías.

Siempre que los israelitas celebraban Pesaj estaban anunciando la muerte futura de un Hombre Cordero (Mashiaj) que los rescataría de sus pecados y eso fue lo que sucedió, celebraron Pesaj año tras año anunciando proféticamente la muerte de este Cordero sin defecto por medio del cual YHVH los protegería hasta que se cumplió al pie de la letra en un hombre llamado Yeshúa de Nazaret.

Por ésta razón es que Shaúl le dice a la congregación:

“Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Maestro, hasta que él venga” 

Tal cual los israelitas comían un memorial que anunciaba un evento profético, asimismo los israelitas que hemos creído en el Mashiaj Yeshúa, cada vez que participamos de Pesaj, conmemoramos ese cumplimiento profético anunciamos (conmemorando) la muerte del Cordero de Pesaj que es el Mesías Yeshúa y lo haremos hasta que él venga. En este aspecto hay una estrecha relación entre las palabras de Pablo, las del Mesías y la Torah respecto de la celebración de Pesaj.

Para concluir, diremos que, sabiendo Yeshúa que ésa era su última noche antes de morir, decidió dar un sentido diferente a esta reunión. Esto sería recordado por su significado en generaciones venideras. Por lo tanto, Él instituyó esta Cena Memorial especial, la cual debe ser celebrada anualmente en relación directa con la Pascua por aquellos que creen en Él. Al instruir el celebrar esta especial cena en memoria de él, Yeshúa completó la celebración de la Pascua. Él era (y es) el sacrificio pascual perfecto, y el Ungido de Yahvéh que el pueblo de Israel necesitaba y esperaba.

¡Los ritos de la tradición (halajáh y hadajáh) no fueron abolidos; simplemente que todo fue llevado a su pleno significado!


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El Efod: Las Fuerzas de Hombros Eternos

Por P.A. David Nesher

“Harán también el efod de oro, de lana azul, lana púrpura y lana carmesí y lino trenzado, obra de diseñador… Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel, seis de los nombres en una piedra, y los seis nombres restantes en la otra piedra, según el orden de su nacimiento. Así como un joyero graba un sello, tú grabarás las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; las engastarás en filigrana de oro. Y pondrás las dos piedras en las hombreras del efod, como piedras memoriales para los hijos de Israel, y Aharón llevará sus nombres delante de Yahvéh sobre sus dos hombros por memorial.” 

(Éxodo 28:6, 9-12)

Entendemos, por la revelación de la Instrucción (Torah) divina, que para que Aharón pudiera ejercer el sacerdocio como sumo sacerdote tenía que utilizar ciertas prendas de vestir. Y las vestiduras señalaban simbólicamente al Mesías y Su Misión. Debo reconocer que es cierto que la mayoría de las instrucciones dadas en el libro del Shemot (Éxodo) no constituyen una lectura apasionante, pero sí nos revelan las dimensiones místicas de la persona de Yeshúa HaMashiaj.

Para comprender las profundidades de la Sabiduría divina, tengamos en cuenta que el Sumo Sacerdote en la Tierra es una sombra del Sumo Sacerdote celestial. Todo lo que Moshé tenía que hacer en el Mishkán (tabernáculo) terrenal era una copia de lo que había visto del cielo. Esto nos enseña que Moshé vio el Sumo Sacerdote celestial.

Tengamos en cuenta que en el cielo no existe el factor físico espacio-tiempo, por lo que las estructuras metafísicas que allí existen no se conforman al factor tiempo que hay en la Tierra. Así que, a pesar de que el Mesías Yeshúa todavía no había nacido, ni había muerto, ni había sido resucitado, ni había sido glorificado ni instalado en su ministerio celestial eterno según el orden de Malki-Tzedek, Moshé lo vio. Lo que vio fue el ministerio futuro del Mesías en el templo celestial.

Con esta cosmovisión en nuestra mente, llegamos ahora a uno de los más esenciales partes de la vestimenta que completa y ensalza la vestidura del sumo sacerdote: el efod.

El efod era esencialmente un ornato, como un delantal, hecho de oro, tela azul, púrpura, lino fino y carmesí. Para que ustedes puedan entenderlo bien, digamos que era una pieza muy elaborada semejante, posiblemente a un chaleco sostenido por dos tirantes. Cada tirante tenía una piedra preciosa en las que estaban grabados seis de los nombres de las doce tribus de Israel. Esto representaba que el Sumo Sacerdote llevaba la carga de toda la nación de Israel sobre los hombros al representarla delante de Yahvéh.

Tal como pueden notar, en este pasaje, el efod es la pieza más colorida portada por el sumo sacerdote, a la vez de ser la más compleja. Tal como todas las otras partes de la vestimenta, el efod representa un aspecto específico del carácter de Yeshúa, el cual nosotros debemos apropiarnos.

¿Qué es lo que el efod significa?

El efod trae un significado espiritual de responsabilidad y fidelidad al propósito eterno de Dios. Después que Yahvéh llena al creyente con Su Espíritu, Él demanda que se vistan con la responsabilidad y fidelidad del Mesías, nuestro gran Sumo Sacerdote, de tal manera que ellos puedan utilizar el poder de Yahvéh, su kedushá (santidad) de una forma responsable, hasta convertirse en justos (tzadikim).

Considerando pues este paradigma de nuestra Gran Vocación, los invito a que analicemos los códigos lumínicos escondidos en la composición de esta prenda.

El efod estaba hecho de los siguientes cinco materiales (o colores): oro, púrpura, morado, y fino lino (blanco). Estos cinco materiales son mencionados siete veces en, exactamente, el mismo orden a través del Éxodo. De hecho, estos materiales siempre aparecen en el mismo orden a través de toda la Escritura. Esto nos sugieres que hay algo espiritualmente significante en estos materiales y en la forma en que son ordenados.

Según Rashí, el efod estaba hecho como una especie de delantal que el kohén ceñía por la espalda a la altura del corazón, debajo de los codos. Su anchura era un poco más grande que la anchura de la espalda de un hombre y llegaba hasta los talones.

El cinto estaba tejido a su borde superior, siguiendo su ancho y prolongándose hacia ambos lados para que pudiera rodearlo completamente y ceñirse con él.

Las hombreras estaban unidas al cinto, en la parte de atrás y llegaban hasta los hombros y un poco más de modo que se doblaban hacia delante hacia abajo. Las piedras de ónice estaban incrustadas, una en cada hombrera. Las dos cadenas de oro fueron insertadas en los dos anillos superiores del pectoral, una a la derecha y otra a la izquierda, y las dos puntas de cada cadena fueron insertadas en el engaste de cada hombrera. Así el pectoral colgaba de los engastes del efod hasta la altura del corazón.

Los dos anillos que estaban en las dos esquinas bajas del pectoral coincidían con los dos anillos que estaban en la parte de arriba del cinto efod, descansando unos sobre otros. Estos anillos fueron atados entre sí con un hilo de lana azul para que el pectoral estuviese pegado al cinto del efod y no se moviese.

Según el Talmud, las cinco clases de materiales estaban trenzadas en cada hilo. El oro se aplanaba en láminas delgadas que se cortaban en hilos finos. Luego se retorcía una hebra de oro con seis hebras de lana azul, una hebra de oro con seis hebras de lana púrpura y así también con la lana carmesí y con el lino. Luego se retorcían los cuatro hilos juntos y así formaban un hilo con veintiocho hebras.

El mensaje revelado en esto es que el ser responsables y fieles al propósito eterno de Dios conlleva el derecho y deber de apropiarse de las virtudes espirituales que estos cinco materiales significan. Estos cinco materiales de hecho forman el efod. Sin estas cinco virtudes, no podemos, fiel y responsablemente ponernos ante el Eterno y solicitar su socorro. Con esto en mente, consideremos ahora el significado espiritual de estos cinco materiales.

  • ORO: Símbolo de lo incorruptible, lo más valioso. En esta prenda representa la Justicia Divina (la rectitud, pureza, santidad), y vindicación de Dios, su perfección y todos sus atributos juntos.
  • AZUL: Representa la majestad y completitud de la deidad. El color azul, en hebreo es Tekheleth, del hebreo “kahlah” que significa perfección, o completitud. El filamento azul en los bordes de su manto era precisamente símbolo de completitud.
  • PURPURA: Significa la autoridad que juzga.
  • CARMESÍ: Representa lo humano. También se le asocia a la sangre y a la vida (Génesis 9:4-5, Deuteronomio 12:23), el sacrificio (Éxodo 12: 13; 23:18;, la remisión de los pecados (Hebreos 9:22, I Juan 1:7; Apocalipsis 1:5), señal del pacto (Éxodo 24:8, Mateo 26:28, Romanos 5:9, Hebreos 9:12; 13:12), la guerra (1Reyes 2:05, 1Crónicas 22:8).
  • LINO TORCIDO: En la antigüedad, era la vestimenta de los nobles y de los sacerdotes, y se escogió debido a que representaba la frescura y limpieza del alma humana. El fino lino torcido en el efod sacerdotal habla de la pureza de vida que se manifiesta en la conducta producto de poner en práctica la Torah y sus preceptos. En la medida que somos limpiados por la sangre del Mesías, nuestra conciencia se limpia, y entonces estamos capacitados para caminar sobre una vida pura, que siempre garantiza el éxito.
El Gran Sumo Sacerdote Intercediendo por la Restauración de las Doce Tribus.

Al comienzo de esta bitácora comenté que sobre las dos piedras de ónice, debían estar grabados los nombres de las doce tribus de Israel (seis en cada piedra). También dije que cuando el Sumo Sacerdote entraba en el Mishkán (Tabernáculo), llevaba escritos dichos nombres sobre sus hombros. Este detalle destaca el poder y la representatividad del Sumo Sacerdote delante del Trono del Altísimo.

¿Recuerdas la parábola que Jesús pronunció sobre la oveja perdida? El pastor del rebaño salió a buscarla y al encontrarla, la trajo de vuelta sobre sus hombros. En los Escritos Mesiánicos (mal llamado Nuevo Testamento) y hablando de Yeshúa HaMashiaj, nuestro Gran Sumo Sacerdote, cumpliendo su rol sacerdotal dice:

«Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.»

(Hebreos 7:25)

En estos días, nosotros estamos disfrutando de vivir después de la primera manifestación del Mesías, cuando vino como siervo sufriente. Después de su resurrección fue elevado, glorificado, investido e instalado en el servicio celestial como nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Entonces al estudiar la ropa del sumo sacerdote terrenal podemos saber qué tipo de vestidura tiene el Mesías en el cielo en estos momentos. Sobre sus dos hombros hay dos piedras de ónice. Sobre una de las dos piedras hay seis de los nombres de los hijos de Israel, y sobre la otra los otros seis nombres. El propósito de estas piedras es llevar los nombres de las doce tribus delante del Eterno en memoria para que el Eterno se acuerde de cada una de esas tribus y sus descendientes

Esto nos revela que cuando el Mesías está sirviendo día y noche en el templo celestial como Gran Sumo Sacerdote, está mencionando delate del Todopoderoso los descendientes de los hijos de Israel que están viviendo en el mundo, y posiblemente también los que han muerto esperando la resurrección. Yeshúa el Mesías lleva casi dos mil años intercediendo por la restauración de las doce tribus. ¿Crees que su oración será oída?

Cuando los hijos de Israel habían clamado al cielo durante cuatrocientos años vino una respuesta poderosísima desde el cielo, con la liberación de la esclavitud egipcia con todos esos milagros y prodigios maravillosos. ¿Cómo será la respuesta a la oración del Mesías que ha estado clamando durante un tiempo que es cinco veces más largo, con un alma totalmente pura y justa y desde su posición celestial?

¿Cómo será la restauración de las doce tribus?

El profeta Isaías nos da la respuesta, según lo que escribió:

“Y ahora dice el SEÑOR (el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob vuelva a El y que Israel se reúna con El, porque honrado soy a los ojos del SEÑOR y mi Dios ha sido mi fortaleza), dice El: Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.”

(Isaías 49:5-6)

Y en  el oráculo del profeta Zacarías leemos:

“Fortaleceré la casa de Judá y la casa de José salvaré, y los haré volver porque me he compadecido de ellos; y serán como si no los hubiera rechazado, porque yo soy el SEÑOR su Dios, y les responderé.”

 (Zacarías 10:6)

 La oración de nuestro Gran Sumo Sacerdote celestial será oída de manera muy poderosa. Las doce tribus serán recordadas delante del Eterno. Y no sólo eso, la salvación llegará a los confines de la tierra junto con la restauración de las tribus. El mundo verá cosas tan poderosas que si se contaran ahora nadie las creería. ¡La oración del Malki-Tzedek celestial será oída! Los nombres que están escritos sobre sus hombros serán recordados y restaurados, y entonces el mundo nacerá de nuevo.

Me imagino que a esta altura del estudio tú te estarás preguntando: ¿dónde está el nombre de mi tribu si yo no pertenezco a las tribus de Israel?   Por el momento solo debes saber que Yahvéh hizo lugar para ti en la Tribu de Benjamín, la cual es la última generación antes de que el Señor regrese. Esto lo sabemos por el oráculo de Moshé que cuando bendijo a Benjamín le dijo:

«El amado del Señor vivirá confiado cerca de él,  y se apoyará sobre sus hombros, pues el Señor lo protegerá siempre.» 

(Deut. 33:12)

Y es que nuestro amado Mesías es capaz de salvarnos más allá de que conozcamos o no nuestra genealogía hebrea. Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote, tiene la fuerza y el poder para hacerlo.

Pues bien, esta es la verdad que sostiene nuestra fe. Cargados en sus hombros, donde Él vaya, nosotros vamos. Él nos lleva sostenidos en sus hombros, su poder nos mantiene lejos de todo principado y potestad, por encima de toda pobreza, enfermedad, caída financiera, por encima de HaSatán (Satanás). Solo ahí podemos tener vista de águila de todo lo que sucede.

Los nombres de las tribus están engravados perpetuamente, no solo escritos, nunca podrán ser borrados por nadie, así que podemos estar seguros que así es con nuestras vidas. Estas cosas están escritas para que sepamos que Él nos sostiene en sus hombros, de donde no nos caemos, no por lo muy bien agarrados que estemos, sino por lo muy bien que él nos tiene agarrados. Aquel que cuida de nosotros no duerme ni se adormece (Salmo 121:4).

¡Bendito sea el Eterno por sus grandes planes! ¡Y bendito sea el Eterno por haber levantado a Yeshúa como el Sumo Sacerdote celestial! ¡Bendito sea Yeshúa por haber sido fiel en llevar la carga y la memoria de los hijos de Israel delante del Eterno durante aproximadamente dos mil años! ¡Digno el Yeshúa el Mesías de recibir honra, gloria, poder y alabanza por su ministerio sacerdotal!

Yaakov vio al Mesías…, Cruzó sus Manos Adrede…, y la Historia Se Transformó….

Por P.A. David Nesher

 Vayishlach Yisra’el et-yemino vayashet al-rosh Efrayim vehu hatsa’ir ve’et-smolo al-rosh Menasheh sikel et-yadav ki Menasheh habechor.

“Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efrayim, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Menashé, cruzando adrede sus manos, aunque Menashé era el primogénito.”

 (Bereshit/Génesis 48:14) 

Yaakov deliberadamente cruzó sus manos y colocó su mano derecha sobre Efrayim y la izquierda en la cabeza de Menashéh. Yosef, creyendo que su padre se había confundido intentó corregirle la posición de sus manos.

¡Que maravilloso signo profético se esconde en este relato! El Eterno reveló de tal modo los detalles del Mundo Venidero a Yaakov, que no le quedó otra a nuestro padre que encontrar inteligentemente un gesto corporal con el cual pudiera establecer un portal profético que sus generaciones comprendieran a la hora del perfecto cumplimiento del propósito eterno de Dios en Yeshúa, el Mesías.

Por ello debo primeramente decir que aquí nuevamente nos encontramos con un error de traducción, pues en hebreo se utiliza las palabras sikel et-yadav (שכל את ידיו) cuya traducción correcta sería: «GUIANDO CON INTELIGENCIA SUS MANOS LAS CRUZÓ«, y no por las palabras como aparece en las versiones al castellano, incluso en la Septuaginta. Esto quiere decir que Yaakov guió sus manos con inteligencia (Binah) y sabiduría (Jokmah), las dos esferas virtuosas de la mente de Yahvéh. Esto significa que él actuó deliberadamente, sujeto al propósito de la Intención divina.

Yaakov avinu ya sabía que Menashéh era el primogénito, pero aun así no quiso colocar su mano derecha sobre él, pues debía revelar el objetivo principal de la misión redentora del Mesías.

¿Qué significado tiene esto?

Sin duda, la acción de Yaakov es absolutamente profética.

En las Sagradas Escrituras la mano derecha siempre dala idea de la posición privilegiada, porque en términos generales, la mano derecha es la mano de la fuerza y habilidad. La “mano derecha” es un símbolo de «fuerza y poderío» (Salmo 21:8). Está asociada siempre con la fuerza de Yahvéh (Éxodo 15:6) en ayuda, protección y defensa de Israel (Salmo 16: 11; 20:6).

“…Dice el Eterno respecto a mi Señor: permanece a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies…”,

(Tehilim/Salmos 110:1).

Evidentemente, la mano derecha representa al Mesías, que está a la diestra del Padre en las alturas (Marcos 14:62) . La «mano derecha» es Mashiaj, siervo del Padre. La “mano” (o poder) del Mashiaj estará sobre la cabeza Efrayim aunque haya sido esparcido entre las naciones. Esa mano le está haciendo volver a casa ahora.

Las Escrituras aseguran que Yaakov cruzó las manos adrede, sabiendo que el menor iba a ser puesto sobre el mayor, pero por sobre todo proclamando el cumplimiento del Código Sagrado o Proto-Evangelio (Gén. 3:15) a favor de las tribus que Efrayim encabezaría.

Es muy importante saber que los brazos cruzados forman la letra X que, en el alfabeto hebreo arcaico, es la letra tav. La letra tav es la última letra del alefato hebreo y significa “señal”, “sello”, “pacto”. Tav representa la culminación de todas las cosas creadas llegando a su plenitud. Es la culminación de una enseñanza, una iniciación, un paso nuevo hacia perfección. Tav es el resumen de todo en el Todo, la ciencia integral de lo absoluto, el misterio revelándose directamente al alma. Es también la cruz que simboliza el camino completo y la meta final de un propósito.

Tav es el símbolo de la verdad llegando a la perfección o culminación de un proyecto de grandes dimensiones. Viene bien aportar la curiosidad de que las tres últimas letras del alfabeto hebreo forman la palabra “rishet” que significa: entrecruzarse, mostrando la creación completa, formada y estructurada. Con todo esto entendemos la expresión del texto: «GUIANDO CON INTELIGENCIA SUS MANOS LAS CRUZÓ«.

Con toda esta significación en su mente Yeshúa aseveró que él es la «alef y la tav« [mal traducido al español como «alfa y omega» (cf. Revelación 22:13)], lo cual implica que el Mesías es el inicio y el final de la Sagrada Escritura dada del Cielo. El Mesías es la tav, lo cual también significa que él va terminando la obra del Eterno. El mismo es la señal y ha sellado el pacto entre el Eterno e Israel con su propia sangre. Así que lo que hubo entre Israel y los hijos de Yosef fue una de las señales del Mesías que ha terminado la obra del Eterno, la X, la tav. El Mesías Yeshúa es la razón por la que los hijos de Yaakov (diez tribus perdidas) nacidos en el mundo gentil pueden volver a casa y ser bendecidos por Israel.

La letra X (tav) es también el símbolo del madero donde tuvo que morir el Hijo de Yosef para reconciliar al mundo con el Padre. De esta manera vemos que entre el Padre y los hijos de Ben Yosef está la muerte del Mesías. Yaakov al hacer este gesto profético estaba proclamando que ese es el lugar de bendición para el mundo, el holocausto de Yeshúa, en el Gólgota. Ese es el lugar de reconciliación entre los hijos de Israel y el Eterno. Ese es el único lugar de reconciliación entre el ser humano y el Creador:

“ …y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio del madero, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. Y VINO Y ANUNCIO PAZ A VOSOTROS QUE ESTABAIS LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA; porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.”

(Efesios 2:16-18)

En la epístola a los Colosenses, el apóstol Pablo escribió:

“… y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su madero, por medio de él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos. Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora él os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de él.”

(Colosenses 1:20-22)

Teniendo en cuenta estos códigos mesiánicos de la Luz Infinita (Yeshúa), el escritor de la epístola a los Hebreos nos dice que la bendición de Yosef a través de sus hijos fue un acto de fe de parte de Yaakov. Y de todas las cosas que el Espíritu Santo pudo haber escogido para ser un ejemplo de fe en la vida de Yaakov, estuvo la bendición de Yosef a través de sus dos hijos. Por fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón (Hebreos 11:21 y Génesis 47:31). Yaakov moriría como un hombre de fe, porque vislumbró al Mesías acabando con la simiente de la serpiente en la Tierra.

En los tiempos del fin, el Eterno resucitará la simiente de Yosef (diez tribus exiliadas (Zacarías 8:22-23). Y con Su «mano derecha», a decir, mediante Mashiaj, los unirá a Yehudá, Binyamin y Leví en Eretz Israel. Yeshúa Melej HaMashiaj hará está función. Otra de las intenciones de bendecir a Efráyim con su “mano fuerte” (mano dereha), porque Yehoshúa Bin Nun, lugarteniente de Moshé rabenu, desciende de Efrayim y también porque Yehoshúa será el conquistador de Eretz Israel.

La Técnica de Jesús para Reformar Pecadores

«Para este tiempo estaban acercándose a él todos los cobradores de impuestos y los que vivían alejados de la Torah, para escucharle.
Y tanto los perushim (fariseos) como los soferim (saduceos) que estaban allí, murmuraban diciendo:

«Este a los que viven sin Torah recibe y con ellos come»

(Lucas 15:1-2 – Código Real)

 

Si un rabino fiel a los textos bíblicos pretendía observar la Torah, como Jesús, aplicaba, una técnica por lo cual reformaba a los pecadores otorgándoles la posibilidad de que ellos pudieran oír a un rabino. Si todos eran pecadores, en mayor o en menor medida, Jesús como buen rabino podía sentarse con todos. Posteriormente pedía el arrepentimiento. lo que no queda claro es que si el pecador ya estaba haciendo teshuvá en el mismo momento que estaba comiendo con su rabi.

Es probable que no todos los pecadores actuaran de igual manera. Algunos pretendían aprender la Torah de manos un importante rabino, como era Jesús, para después eventualmente arrepentirse; otros, cuando ya llegaron a sentarse en la mesa con el rabí, llegaban convencidos o necesitados de un cambio interior; finalmente, otros jamas alcanzarían a arrepentirse de sus pecados.

Jesús no puede juzgar al prójimo, lo que puede hacer es recomendarle el mejor camino a seguir. En conformidad con el salmo cap. 5 vers. 15. Jesús quiere corregir a los pecadores, pero desde la misericordia de Dios. Aplica el concepto hebreo de la misericordia. Ahora bien, entre los estudiosos no queda clara la posición real de Jesús frente a los pecadores. Algunos dicen que la critica de los grupos fariseos de línea dura a Jesus se produce por que el acepta la comida en común con los pecadores(que hipotéticamente aun no se habían arrepentido de sus acto). Si aplicamos el salmo 51 ya citado, podríamos llegar a la conclusión de que un rabino tenia la libertad de enseñar a los malos el camino antes de que estos se arrepintieran de su maldad.

 

Tomado de: «El judaísmo de Jesús» _ de Mario Saban

La Curación de Jesús y la Pureza Ritual

La vívida historia que pinta a Jesús expulsando a los demonios que se introducen en una piara de cerdos, que luego se ahoga en el Mar de Galilea (Mc 5,1-20; Mt 8,28-34; Lc 8,26-39), no es meramente un acto espectacular por parte de Jesús. Por el contrario, en el curso del relato se suscitan dos importantes problemas que separan la narración de las típicas historias mágicas y que involucran al lector en cuestiones más profundas.

La primera de ellas une esta historia con temas de pureza ritual: el hombre vive en una tumba y, por tanto, es impuro ritualmente; el espíritu que lo posee es también «impuro» (Mc 5,2?8.13); los demonios son expulsados al interior de animales impuros, como los cerdos.

Similarmente, el acto de Jesús de curar por medio del tacto (Mc 1,31; 1,40-41; 3,5.10; 5,23.28.41; Jn 9,1-7) no son asuntos de técnica mágica, sino indicaciones de que el poder sanador y transformador de Dios actúa de un modo que trasciende la pureza ritual.

 

– Antonio Piñero (autor). «En la frontera de lo imposible» (libro). El Almendro, P.228.

¿Qué significa «He sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel»?… (José busca a sus Hermanos)

Por P.A. David Nesher

 

 

“Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.”

(Bereshit/Génesis 37: 12-17) –

 

Yosef (José) fue enviado por su padre a supervisar a sus diez hermanos, los hijos de Israel. A simple vista, no parece nada extraño esta misión, con la excepción de que los hermanos de Yosef están en Siquem, el lugar donde esta familia fue influenciada y perjudicada por la cultura corrupta de los cananitas. Siquem será siempre un lugar que simboliza pecado, ya que fue la zona de desastres para la descendencia de Israel. Allí pecaron los hermanos, Dina fue violada, y se dividió el Reino (1Reyes 12:1).

Yosef estaba dispuesto a obedecer a su padre, aunque implicara el rechazo y el sufrimiento causado por sus hermanos. En este sentido la historia se hace un tipo de nuestro arquetipo Yeshúa, ya que esto es lo mismo que le pasó en su venida a la Tierra:

“Entonces el dueño de la viña dijo: «¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá a él lo respetarán.» Pero cuando los labradores lo vieron, razonaron entre sí, diciendo: «Este es el heredero; matémoslo para que la heredad sea nuestra.» Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron.”

(Lucas 20:13-15)

Yosef fue enviado por su padre terrenal, al igual que Yahvéh, el Padre Celestial, envió a Su Hijo Yeshúa:

“En esto está el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.”

(1Juan 4:10).

Y vino a Su misión de amor: libre, voluntaria y alegremente. Al igual que Yosef, nuestro amado Mesías dijo:

» He aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. En la cabecilla del rollo está escrito acerca de mí.»

(Hebreos 10:7)

Debido a que Israel estaba preocupado por el bienestar de sus hijos, le dijo a Yosef:

Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo se encuentra el rebaño, y tráeme un informe. Así lo envió desde el valle de Hebrón, cerca de treinta y dos kilómetros al sur de Jerusalén.” (37:14)

Yosef fue enviado desde Hebrón, y Yeshúa, nuestro hermano mayor, fue enviado desde el Cielo de los Cielos. Hebrón significa comunión o amistad plena, lo que apunta a la relación que el Hijo tenía con el Padre en el cielo antes de su encarnación y venir a este lugar de pecado, sudor y dolor. Él vino a los que le odiaba sin causa y querían matarlo. Del mismo modo, Yosef vivió en comunión pacífica con su padre; estaba en casa, conocido, amado y comprendido. Pero fue a un lugar lejano, a los que le odiaban sin causa y querían matarlo.

La palabra hebrea que ha sido traducida como “cómo están” es shalom que significa paz, bienestar, prosperidad, salud. Esto está revelando que el Mesías fue enviado por el Eterno para buscar el shalom de Israel, es decir, su paz, su bienestar, su prosperidad y su salud. El Mesías es el mensajero de shalom para Israel, los que están cerca:

“Y vino, y anunció paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.”

(Efesios 2:17)

Con toda esta decodificación, interesante es saber que Shejem (Siquem) significa “hombro”. El hombro habla de soportar una carga e implica servicio o sujeción, y aquí alude proféticamente a la viga puesta sobre los hombros de Yeshúa.

Teniendo en cuenta esto, debe llamarnos la atención leer que, al salir de la comunión con su padre terrenal, Yosef llegó a Siquem. Esto presagió el camino que el Mesías hizo al salir de la comunión con su Padre celestial y venir a la tierra, a un lugar de pecado y de sufrimiento. Él se convirtió en un siervo, es decir una persona de servicio y en constante sujeción a su padre Israel quien lo comisionó en dicha tarea. Así mismo fue la actitud que hubo en el Mesías, «quien existiendo en forma de Dios, no quiso por usurpación ser igual con Dios, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo.» (Filipenses 2:6-7).

En la búsqueda de sus hermanos israelitas, en la misión de shalom, Yosef tuvo que ir a Shejem, tipificando a Yeshúa que tuvo que ir a morir en el madero.

Yosef fue obediente: » y llegó a Siquem sin demora alguna» (v. 14). Le habría tomado por lo menos dos días hacer el viaje de unos ciento veinte nueve kilómetros al norte. Esta rapidez y minuciosidad caracterizan su vida. Yosef combina todos los mejores atributos de su familia: la capacidad de Abraham, la tranquilidad de Itzjak (Isaac), la capacidad de Yaakov y el atractivo físico de su madre (véase 29:17 y 39:6). Y por esta razón sus hermanos lo odiaban. Sin embargo, más allá de estas virtudes personales, Yosef era obediente a su padre, y fue en la búsqueda de sus hermanos todos modos. El amor de su padre era más bien la motivación que él tenía, por la cual podía enfrentar el odio de sus hermanos.

Yosef fue tras sus hermanos y los encontró” (v. 17). Después de haber estado en Shejem, que representa la muerte y resurrección, el Mesías se fue en búsqueda de los hijos de Israel hasta encontrarlos.

Al llegar en este día a esta investigación debemos atrevernos a desaprender para aprender lo correcto. Por lo tanto, los invito a deshacerse de todo dogma religioso y recepcionar la Luz que surge del texto sagrado.

Necesitamos aceptar que Yeshúa vino a la Tierra para buscar y salvar a lo que se había perdido, es decir, las ovejas perdidas de la casa de Israel (diez tribus del Reino del Norte), tal como Él mismo lo revela:

“No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”

(Mateo 15:24)

Nosotros hoy somos el resultado de esa búsqueda. Seguramente la gran mayoría de nosotros tenemos vibrando en nuestra genética los códigos de nuestro padre Israel repartido en esa diez tribus que se perdieron, pero que el Mesías está buscando.

La expresión: «y los encontró”, implanta la certeza de que todos los hijos de Israel (10 tribus perdidas) serán encontrados por el Mesías en los últimos días.

¡Oremos para que el Señor venga pronto con Su Reino!

Un Respetado Rabino reveló que Yeshúa es el Nombre del Mesías

Para comenzar les presento una nota hecha a mano por un rabino judío sefardí, en el 2005, un año antes de que aconteciera su partida de este mundo. En esta nota, desvelaba el que, en su opinión forjada desde una visión, era el nombre del Mesías. Este varón llegó a esta conclusión a partir de los profundos estudios que había llevado a la práctica a lo largo de su vida, siendo como era uno de los más respetados cabalistas.

“En cuanto a la abreviatura de la letra del nombre del Mesías, Él levantará a la gente y demostrar que Su Palabra y Su Ley son válidas. Esto lo he firmado en el mes de la misericordia.”

La frase:  Él levantará a la gente y demostrará que Su Palabra y Su Ley son válidas es la traducción española de “Yarim Ha’Am Veyojiaj Shedvaro Vetorato Omdim”, lo que da el acróstico (al que tan aficionados son los cabalistas) “YHVSVO”, que a su vez, sugiere la palabra “Yehoshúa” o “Yeshúa”… es decir, Jesús.

Ni la nota ni ningún escrito o relato del rabino explicaba cómo había llegado a semejante conclusión, más allá de la revelación hecha por él mismo de que el 4 de enero de 2003 se había encontrado en persona con el Mesías, un prodigio que, por otro lado, le habrían profetizado ocurriría dos de sus maestros muchos años antes.

Imagino que a esta altura, muchos de ustedes vibrando en una ansiosa curiosidad, estarán anhelando que les diga quién es el autor de esta nota tan relevante para la Casa de Judá. Pues bien, estoy hablando del rabino Isaac Kaduri, (יצחק כדורי). Había nacido en Bagdad, capital de Irak, en una familia de judíos sefardíes. Fue hijo de un comerciante de especias, el Rabino Katchouri Diba ben Aziza. Fue un aventajado y por ende un muy destacado estudiante de la prestigiosa escuela de estudios judíos Porat Yosef Yeshiva. Dedicó su entera vida a la lectura y estudio de la literatura clásica judía, el Talmud, la Cábala. Tradujo con perfecta objetividad los más extraños manuscritos de la cultura hebrea. Dichos textos, mientras eran traducidos, los aprendía de memoria con su portentosa capacidad fotográfica, razón probable de que dejara tan escasa obra escrita. Logró dominar memorísticamente la Torah, El Zohar, el Talmud, a Rashí y otros escritos judíos.

Kaduri funda su propia escuela la Nachalat Isaac Yeshiva. De hecho, se trataba de uno de los rabinos más solicitados por políticos y creyentes que sufrían enfermedades, en busca del favor divino para recibir su bendición y obtener la anhelada sanación. Por todo esto, sus palabras eran muy respetadas por los judíos de Medio Oriente.

A la muerte del Rabino Efraim Hakoken en 1989, Kaduri es elegido máxima autoridad de la Cábala y su carisma raya tan alto que se le atribuirán profecías, exorcismos, milagros y curaciones. Todo lo cual no es óbice para que se conduzca en todo momento con austeridad y sobriedad notables.

Isaac Kaduri muere en Jerusalén el 28 de enero de 2006 con aproximadamente 103 años (ya que no se sabe a ciencia cierta cuando había nacido), a su funeral acudirán nada menos que trescientas mil personas, entre los cuales el entonces presidente de Israel, Moshe Katsav, el Gran Rabino sefardí Shlomo Amar y el ex ministro de Exteriores Silvan Shalom.

Durante la última década de su vida sus seguidores vieron y disfrutaron la enseñanza de un frágil Kaduri que no hablaba lo suficientemente fuerte como para ser escuchado. Por lo que sus hijos se encargaban de repetir lo que decía.

De hecho, Kaduri profetizó en su sinagoga en Yom Kippur o Día del Perdón, que el Mesías aparecería a Israel unos pocos años después de la muerte de Ariel Sharón. El militar y político falleció en enero de 2014. Interesantemente es agregar aquí que otros grandes rabinos también profetizaron lo mismo, el Rabí Haim Cohen, Rabi Nir Ben Artzi y la esposa del Rabí Haim Kneiveskzy.

En 2007, el periódico Israel Today informó que meses antes de morir, Yitzhak Kaduri, escribió el nombre del Mesías en una pequeña nota que solicitaba permaneciera cerrada hasta un año después de su muerte. Cuando la nota fue abierta, reveló lo que muchos han conocido durante siglos, el nombre del Mesías como «Yehoshúa o Yeshúa». Al parecer producto de una visión que tuvo cara a cara con el Mesías en 2003, quien le reveló su santo nombre.

Sabemos que Jesús es la transliteración castellana del nombre hebreo/arameo del Mesías Yeshúa/Yehoshua. El rabino cabalista describe su nombre usando seis palabras y dando a entender que en sus letras iniciales formaban el nombre del Mesías.

Yehoshúa en arameo y Yeshúa en hebreo son el mismo nombre, derivado de la misma raíz hebrea de la palabra «salvación» como se documenta en Zacarías 6:11 y Esdras 3:2. El mismo relato narrado en Esdras llama al hijo de Josadac «Yeshua (ישוע) [Jesúa]», mientras Zacarías lo llama «Yehoshúa (יהושוע) [Josúe] hijo de Jozadac».

Israel Today señaló que la noticia, como era de esperar, no fue bien recibida por la comunidad judía ultraortodoxa e incluso cuenta con su reprobación, procurando todo el tiempo que esto no sea nombrado entre los miembros de la Casa de Judá para quedar en el olvido. Por eso es que la revelación de Kadurí recibió tan escasa cobertura en los medios de comunicación israelíes.

En una entrevista con Israel Today, el rabino David Kaduri, el hijo de 80 años del rabino Yitzhak, confirmó que, en su último año de vida, su padre había hablado y soñado casi exclusivamente sobre el mesías y su regreso. «Mi padre había conocido al mesías en una visión, y nos dijo que vendría pronto».

Israel Today mostró los manuscritos del rabino, para uso exclusivo de sus alumnos. Lo más impactante fueron los símbolos parecidos a cruces utilizados por Kaduri en todas las páginas. En la tradición judía no se utilizan cruces, de hecho, incluso el uso de signos de suma o adición se desaconseja ya que podrían confundirse con cruces.

Pero allí estaban, manuscritas por el rabino, cuando se le preguntó por el significado de esos signos, el rabino David Kaduri dijo que eran «signos del ángel», presionándolo un poco más sobre este significado, dijo que no lo sabía. El rabino David Kaduri tan sólo explicó que únicamente su padre había tenido una relación espiritual con Dios y que había conocido al Mesías en sus sueños.

Los judíos ortodoxos que viven en las proximidades del Nahalat Yitzhak Yeshiva dijeron a Israel Today, una semana después del reportaje sobre la nota secreta del rabino Kaduri, que eso nunca debió haberse sabido y que ha dañado el nombre de un sabio anciano reverenciado.

¿Qué opinión te despierte esta noticia?

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Yeshúa, el “Maldito de Dios”

 

 

“ Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Yahvéh tu Dios te da por heredad.”

(Devarim/Deuteronomio 21: 22- 23)

Este texto es perfectamente entendible en el contexto histórico de oriente medio de la época de Moshé. En la mentalidad de la antigua Israel existía algo que era peor que ser sentenciado a muerte mediante la lapidación. Peor que ser apedreado, era que después de morir así, el cuerpo fuera colgado y expuesto a la vergüenza y humillación, permitiendo a los animales y aves de carroña devorarlo.

Esta modalidad de castigo no conlleva la idea de ser ejecutado por medio de la estrangulación u horca; sino de montar el cadáver de alguien que fue lapidado sobre un árbol o madero en algún lugar prominente, y así exponer al nombre del ejecutado (y el de su padre y familia), a la deshonra.

Entendamos bien esto, en Israel (a diferencia de otros pueblos) el condenado era colgado en el madero después de que previamente le habían quitado la vida por lapidación siguiendo la sentencia del Beit Din (Casa de Justicia). Para ejemplificar esto, podemos referirnos al libro de Yehoshúa (Josué):

Y después de esto Yehoshúa los hirió y los mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos hasta caer la noche. Y cuando el sol se iba a poner, mandó Yehoshúa que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían escondido; y pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales permanecen hasta hoy.” (Yehoshúa 10:26,27).

Por eso, el castigo de ser colgado del madero, y ser expuesto, era considerado ser tan severo, que solo era reservado para aquellos que se habían sido declarados: “este es un maldito por Dios”.

¿En qué sentido es un maldito de Dios? En el sentido de que El Eterno ha traído malos sucesos, mala fama, mal nombre sobre el condenado por lo horrible de su delito.

En los días de Yeshúa, los romanos habían llevado un paso más allá lo del madero y el escarmiento. Los romanos no colgaban a las personas después de muertos, sino que las clavaban a un madero y las dejaban morir en esa posición, lo cual podía llevar hasta una semana. A este proceso bestial e inhumano le daban el nombre de «Crucifixión». El sufrimiento y el mensaje de escarmiento era aún más crudo y claro, Roma utilizaba mucho esto para reprimir a grupos que buscaban levantarse contra el Imperio en sedición. Miles de galileos fueron crucificados en el siglo primero para dejar claro que aquel que se levantaba contra Roma, pagaría el más alto de los precios. El famoso caso de Espartaco cae en la misma categoría.

La crucifixión era en palabras de Flavio Josefo: «la más miserable de todas las maneras de morir» (Guerras 7.5.4). Cicerón la llamaría «el castigo más cruel y repulsivo de todos«. La crucifixión era la peor de las muertes concebidas incluso entre el mundo pagano, estaba reservada a lo peor de lo peor dentro del imperio romano. Si ser colgado después de muerto era considerado un sinónimo de escarnio y de maldición divina, ¡Cuánto más ser colgado y clavado al madero hasta morir ahí!

El apóstol Pablo, teniendo en cuenta todos estos datos, y haciendo una relectura de Deuteronomio 21:23 da la siguiente exégesis: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.» (Gálatas 3: 13-14). Pablo explica como el Eterno en su gran misericordia nos libró de la condenación de la Torah por nuestra desobediencia. El permitió que el Mesías, aquel de quien se dice en el libro Isaías que nunca «hizo maldad ni hubo engaño en su boca.» (Isaías 53:9), cargara no solamente nuestros pecados, sino la infamia, el vituperio, el juicio y la maldición de los mismos. De este modo, percibimos claramente que, para los discípulos de las primeras comunidades, Yeshúa no solamente murió en nuestro lugar; sino que Él también tomó el lugar del ser humano maldito por Dios, siendo colgado del madero para vergüenza y denigración pública.

Esto fue un motivo común de tropiezo entre el pueblo judío a la hora de aceptar a Yeshúa como Mesías, y aún lo es. «¿El Mesías colgado en un madero? ¿Estás bromeando? La Torah dice que es maldecido por Dios el que es colgado en un madero. ¡Ciertamente el Mesías no debe de ser tan «maldecido» que digamos ya que será el Rey aprobado por Dios!«. Concebir que el Mesías sea un maldecido por Dios, es en el mejor de los casos, problemático desde una cosmovisión judía. Pablo lo sabía muy bien, y por eso escribió: «Pero nosotros predicamos al Mesías crucificado, para los judíos ciertamente motivo de tropiezo, y para los gentiles locura.» (1 Corintios 1:21).

Nosotros, sabemos que el Mesías no cometió ningún delito (1Pedro 2:22; Hebreos 4:15; 2Corintios 5:21). No obstante, El llevó «nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.» (1Pedro 1:24). Él se hizo pecado en la cruz para que nosotros pudiéramos ser justos delante de Dios (2Corintios 5:21). En la cruz el Mesías llevó la culpa y el castigo por nuestros pecados. Por tanto, Él fue «hecho por nosotros maldición» (Gálatas 3:13). Es en este sentido que Yeshúa HaMashiaj fue MALDITO cuando fue colgado en el madero. No fue por ningún delito Suyo sino porque llevaba NUESTROS delitos y la maldición de Dios que nos corresponde a NOSOTROS cayó sobre Él.

Él recibió esta maldición, la cual nosotros merecíamos, pero Él no, si no que nosotros pudiéramos recibir la bendición de Abraham, la cual Él merecía, pero nosotros no.

Somos redimidos de la maldición de la ley por medio de la obra de Yeshúa en la cruz por nosotros. Ya no tememos que temer de que Yahvéh quiera maldecirnos; sino que Él quiere bendecirnos, no por quien somos nosotros, o por lo que hemos hecho, sino por lo que Yeshúa HaMashiaj ha hecho de nuestra parte.

El Eterno ha dado perdón de pecados, redención, salvación, liberación, santificación por medio del único hombre que nunca pecó, pero que fue entregado por amor de nosotros. El mismo dijo que: » Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.» (Juan 3:14-16).

Todos los seres humanos, judíos y gentiles por igual, podemos encontrar la certeza del perdón eterno de nuestros pecados, y la experiencia de la regeneración al venir al Eterno amparados en el sacrificio de su Ungido. Todos aquellos que un día lo hicimos, sabemos que tenemos vida nueva, y vida en abundancia. La maldición de Yahvéh ha sido quitada por la obediencia incondicional de Yeshúa, Su Mesías. Ahora, el Eterno llama a todas sus criaturas a venir a Él, arrepentidos de corazón para recibir vida eterna.

Si aún no lo has hecho ¿Qué estas esperando? Los brazos del Eterno y de su Ungido están dirigidos hacia todo aquel que se humilla y se arrepiente de sus pecados. Él toca a la puerta y llama, quiere que todos oigamos Su Voz.

¡Cuán Bueno es nuestro Dios y su misericordia por medio de Yeshúa su Mesías!

¿Qué vino bebían Jesús y los apóstoles al llegar Pesaj?

 

“ Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles:
—Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.”

Mateo 26:27-29

 

Intentando hacer una síntesis histórica del vino,  diré que la producción más antigua del mismo data del  año 4.000 a.C., en el sur de la actual Armenia (certificada por hallazgos arqueológicos en la prestigiosa Journal of Archaeological Science). En estos mismos documentos, se ha descubierto, que por la misma época, la vinificación también estaba presente en la que hoy es Jerusalén. Los viticultores plantaron vides a lo largo de laderas rocosas y tallaron cubas en la roca para servir como prensas de vino.

Fue el imperio Romano propagó fuertemente el cultivo de la vid, plantándola en toda la extensión de su territorio. Obviamente, no contaban con las técnicas de vinificación actuales, como ser las fermentaciones a temperaturas controladas, levaduras especiales, dominio de la maceración, etc. Es por esto que una de las características de los vinos resultantes, era su alta graduación alcohólica. La solución a este problema era rebajarlo con agua en proporciones dependientes de cada vino, costumbre que provenía de la antigua Grecia.

El vino tinto se ha usado en medicina por miles de años. Hipócrates, nuestro pionero de la medicina, usaba vino alrededor del año 400 a.C. para tratar problemas de dolor de cabeza, cambios de estado de animo e irregularidades cardíacas. También se usaba para la digestión, el sueño y como tonificante nervioso.

Platón dijo alguna vez: “Nada más excelente ni más valioso que el vino le concedió Dios a la humanidad.

Cabe aclarar que a los romanos el vino que más les gustaba era el blanco, motivo por el cual muchos tintos se clarificaban con agregados como el polvo de mármol, la clara de huevo, o la tiza, para bajar también su acidez. Y el blanco dulce, en particular, era el preferido de la alta sociedad.

 

 

Al estudiar las Sagradas Escrituras, entendemos que en los libros del Antiguo Testamento, el vino es símbolo de alegría, bienestar, y curación. En las regiones de la Palestina preferían el vino tinto. Es más, en la Biblia, siempre que se nombra el vino, es tinto. En esas zonas plantaban vides tanto en la llanura, como en las laderas de las montañas, donde solían crear “terrazas” artificiales. Allí, también existía la práctica de agregar a los vinos ya terminados agua, miel, hierbas o especias. Y además un método muy particular: una vez cosechadas, algunas uvas se dejaban expuestas a la acción de humo caliente, lo cual según los historiadores de la época le daba al vino un típico sabor ahumado. El jugo de uva se guardaba en odres o en pieles de cabra, y tras su fermentación, solo los mejores vinos, puros y sin aditamentos, se depositaban en tinajas durante algún período para que se tornen más fáciles de beber por la acción del tiempo. Ese vino en su estado más puro, el mejor resultante de la fermentación, con un breve periodo de añejamiento, era el utilizado para las celebraciones religiosas.

Sin embargo, en las regiones de Canaán y el Oriente Medio se prefería el vino tinto. Es más, en las Sagradas Escrituras, siempre que se nombra el vino, el tal es tinto.

La gente de Jerusalén prefirió los vinos ricos y concentrados. El consumo de vino era una práctica común en ese momento.

El vino era fuerte y frecuentemente mezclado con especias, frutas y especialmente resina de árbol, ya que los viticultores creían que la mirra, el incienso y el terebinto preservaban el vino y evitaban su deterioro.

En Israel existía la práctica de agregar a los vinos ya terminados agua, miel, hierbas o especias. Y además un método muy particular: una vez cosechadas, algunas uvas se dejaban expuestas a la acción de humo caliente, lo cual según los historiadores de la época le daba al vino un típico sabor ahumado. El jugo de uva se guardaba en odres o en pieles de cabra, y tras su fermentación, solo los mejores vinos, puros y sin aditamentos, se depositaban en tinajas durante algún período para que se tornen más fáciles de beber por la acción del tiempo. Ese vino en su estado más puro, el mejor resultante de la fermentación, con un breve periodo de añejamiento, era el utilizado para las celebraciones del Eterno, según detallan algunos historiadores de la época citados por el sommelier Diego Di Giacomo, en algunos de sus artículos sobre el tema.

Al ir a la vida del Mesías, y analizar sus relato notamos que la vida de Yeshúa está regada por vino.

Hacer vino fue justamente el primer milagro del Maestro. Así es como se relata en el pasaje de las “Bodas de Canaán” donde la bebida se acaba a la mitad de la fiesta (tercer o cuarto día de una semana de boda) y, ante el descorazonamiento de los presentes, Yeshúa pidió le trajeran tinajas con agua a las que convirtió en vino. Luego mandó al maestresala a que las repartiera al público. Al catarlo, el sommelier, exaltó al “excelente vino” producto del milagro acaecido (Juan 2: 1- 12).  Cabe aquí que les cuente que la palabra griega oinos, que se traduce “vino” en el Nuevo Testamento, sencillamente significa vino, a pesar de los intentos hermenéuticos de muchos santurrones religiosos. Los griegos tenían una palabra distinta para el jugo de uva. La International Standard Bible Encyclopedia sugiere que en los tiempos del Nuevo Testamento, el vino  existía en forma fermentada, afirmando lo siguiente: “El jugo de uva sin fermentar es algo muy difícil de conservar sin la ayuda de las precauciones antisépticas modernas, y su preservación en las condiciones cálidas y no demasiado higiénicas de la antigua Palestina era imposible (p.3086).” Si Jesús accedió a convertir agua en vino para disfrute de todos los invitados de las bodas de Caná, es lógico interpretar que él no estaba en contra del consumo de vino. En una fiesta hebrea el vino era esencial, si Jesús asistió a las bodas de Caná, entonces aprobaba la práctica de festejarlo con comida y bebida.

Por otro lado, Yeshúa utilizó el vino para ilustrar su enseñanza acudiendo a esta sustancia como ilustración al hablar de “vino nuevo” y “odres nuevos” para recalcar la necesidad de cambiar la perspectiva de la Torah (Mateo 9:16-17). Es de suma importancia entender el contexto enológico de esta pedagogía mesiánica: la manera en que se hacía el vino en ese tiempo. Las uvas se cosechaban de las viñas y luego se ponían en un tanque grande (lagar), donde eran pisoteadas con los pies descalzos. (Isaías 63:3). El jugo que salía de las uvas caía en tanques más pequeños, donde se fermentaba aproximadamente seis semanas. Luego se colocaba el jugo en odres de piel de cobra o en cántaros. El vino nuevo no se ponía en odres viejos precisamente a su capacidad de fermentarse; el vino nuevo se sometía a la mayor cantidad de fermentación y era probable que los gases liberados como parte del proceso rompieran las costuras o debilitarían áreas de un odre antiguo.

Conocemos que Jesús levantó una copa de vino en la última cena de Pesaj y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre…” (1 Corintios 11:25) No existe referencia alguna de que este vino no estuviera fermentado. ¿Tomó Jesús de esta copa? La respuesta es sí: “Tomando la copa y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed…” (Mateo 26:27 RVR1960).

Jesús dijo que bebía vino con una conciencia limpia y tranquila. Respondió a las críticas de los fariseos y defensores de la ley que lo rechazaban de esta manera: “Porque Juan el Bautista ayunaba y no bebía vino, ustedes decían que tenía un demonio. Luego vine yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y ustedes dicen que soy un glotón y un borracho;” Lucas 7:33-34 TLA.

Sabemos que el apóstol Pablo aconsejó a su hijo ministerial Timoteo que tomara un poco de vino como medicina (1 Timoteo 5: 23), pero condenó fuertemente la embriaguez (Romanos 13:13). El New Bible Dictionary da el siguiente resumen de la enseñanza neotestamentaria sobre el uso de las bebidas alcohólicas: “Para resumir, entonces, se puede decir que aunque no se condena el vino catalogándolo de inútil, trae a las manos de los hombres pecadores tales peligros de perder el control que incluso aquellos que se consideran fuertes serían sabios si se abstuvieran, si no por su propio bien por el bien de los hermanos más débiles (Romanos 14:21)».

La Dra. Meredith Warren, profesora de Estudios Bíblicos y Religiosos en la Universidad de Sheffield y es Subdirectora de SIIBS ha estado investigando al respecto. Los principales intereses de la investigación de Meredith radican en las interacciones culturales y teológicas entre las religiones del antiguo Mediterráneo, y especialmente en las metáforas de la comida y el sentido del gusto. Para la Dra. Meredith, Jesús en la cena litúrgica del Pesaj habría añadido agua al vino, tal y como era la costumbre, por la influencia griega que mencioné arriba.

En el Talmud (obra que contiene las tradiciones orales del judaísmo desde aproximadamente el 200 a.C. hasta el 200 d.C), hay varios escritos en los cuales se habla de la mezcla de agua y vino. Un escrito (Shabbath 77a) afirma que el vino que no tiene tres partes de agua no es vino. La mezcla normal se dice que consiste en dos partes de agua por una de vino. En una referencia de mucha importancia (Pesahim 108b) se afirma que las cuatro copas que todo judío debía tomar durante el ritual de la Pascua tenían que mezclarse en una proporción de tres partes de agua por una de vino. De ahí podemos concluir con cierto grado de certidumbre que el fruto de la vid usado en la institución de la Cena del Señor era una mezcla de tres partes de agua y una de vino. En otra referencia judía de alrededor del año 60 a.C. leemos: “Es perjudicial tomar vino solamente, o, reiteramos, tomar agua solamente, mientras que el vino mezclado con agua es dulce y delicioso, y hace que lo disfrutemos más” (2Macabeos 15:39).

El Dr. Patrick McGovern, director científico del Proyecto de Arqueología Biomolecular para la Cocina, Bebidas Fermentadas y Salud, en el Museo de la Universidad de Pensilvania, añade que el vino probado por Jesús habría sido similar al moderno Amarone, un vino tinto italiano hecho de uvas que habían sido secadas antes de la fermentación. Es básicamente un vino hecho de pasas.

Por favor, comprendamos con criterio este tema, lo que las Sagradas Escrituras condenan firmemente es el abuso y no el uso de alcohol. Por ende, el vino puede usarse a menudo como aperitivo, pero no en exceso. En la mentalidad hebrea usar vino no significa abusar de él. Por ello, es absolutamente claro que nuestro amado Mesías nunca fue borracho, más bien es nuestro ejemplo a seguir para disfrutar o participar con prudencia, santidad y dominio propio si algún momento nosotros deseamos participar de alguna mesa donde haya abundancia de comida, tomando en cuenta otros factores bíblicos que veremos más adelante. Jesús participó en banquetes pero nunca fue glotón, tomó vino pero nunca llegó ni siquiera cerca de embriagarse. Él nunca pecó (Heb. 4:15), y por eso,  siempre será nuestro más excelso ejemplo de conducta que se sujeta al Yugo de la Instrucción (Torah) divina.

 

“El vino es la más saludable e higiénica de las bebidas.”

(Louis Pasteur)

 

Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth

¿Padeció bajo el poder de Poncio Pilato? De la existencia de Jesús de Nazareth no duda ningún historiador serio. Para el historiador especializado en culturas antiguas Michael Grant, ya fallecido, hay más evidencia de que existió Jesús que la que tenemos de famosos personajes históricos paganos. También James H. Charlesworth escribió: «Jesús sí existió y sabemos más de él que de cualquier palestino judío antes del 70 d.C.». E. P. Sanders en «La figura histórica de Jesús» afirma: «Sabemos mucho sobre Jesús, bastante más que sobre Juan el Bautista, Teudas, Judas el Galileo y otra de las figuras cuyos nombre tenemos de aproximadamente la misma fecha y el mismo lugar». y F.F. Bruce, autor de «¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?», sostiene que «para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César».

«La muerte en cruz es el hecho histórico mejor atestiguado de la biografía de Jesús», señala a ABC Santiago Guijarro, catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Jesús no fue considerado como significativo por los historiadores de su tiempo. Si aparece en la literatura pagana y judía de la época fue por el empuje de los cristianos que le siguieron. «Ninguno de los historiadores no cristianos se propuso escribir una historia de los comienzos del cristianismo, y por esta razón sólo mencionan los acontecimientos que tenían alguna relevancia para la historia que estaban contando. Sin embargo, el valor de estos datos puntuales es muy grande», explica Guijarro en «El relato pre-marcano de la Pasión y la historia del cristianismo».

El historiador norteamericano John P. Meier relata en «Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico» cómo «cuando en conversaciones con gente de la prensa y el libro (…) ésta fue casi invariablemente la primera pregunta: Pero ¿puede usted probar que existió? Si me es posible reformular una interrogación tan amplia en una más concreta como «¿Hay pruebas extrabíblicas en el siglo I d.C. de la existencia de Jesús? Entonces creo que, gracias a Josefa (Flavio Josefo), la respuesta es sí».

Flavio Josefo (93 d.C.)

El historiador judío romanizado (37 a 110 d.C.) recoge en el texto conocido como «Testimonium flavianum» de su libro «Antigüedades judías (91-94)» una referencia a Jesús que si bien se cree que fue retocada con las frases abajo entre paréntesis, se considera auténtico: «En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profestas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido».

En Ant. 20.9.1. también hace referencia a «Jesús, que es llamado Mesías» al dar cuenta de la condena a Santiago a ser apedreado.

Tácito (116 d.C.)

El historiador romano (56 a 118 d.C) menciona a «Cristo» en sus «Anales» escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y recoge cómo «para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo».

Los historiadores consideran a Flavio Josefo y Tácito como los testimonios primitivos independientes relativos al mismo Jesús más consistentes, aunque también hay otras fuentes que recogen datos sobre los primeros cristianos:

Plinio, el joven (112 d.C.)

Procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino de Plinio el Viejo. Se conservan 10 libros de cartas que escribió. En la carta 96 del libro 10 escribe al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a los que condenaba si eran denunciados. En ella cita tres veces a Cristo y señala que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo «como a un dios»: «Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen».

Trajano contestó a Plinio diciéndole que no buscara a los cristianos, pero que, cuando se les acusara, debían ser castigados a menos que se retractaran.

Suetonio (120 d.C.)

El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro «Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».

La mayoría de los historiadores coinciden en que Chrestus es Cristo porque era frecuente que los paganos confundieran Christus y Chrestus y no existe ningún testimonio sobre ningún Chrestus agitador desconocido.

En los Hechos de los Apóstoles se recoge este acontecimiento: «[Áquila y Priscila] acababan de llegar [a Corinto] desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma».

Luciano (165 d.C.)

El escritor griego Luciano de Samosata satiriza a los cristianos en su obra «La muerte de Peregrino»: «Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (…) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes».

Mara Bar Sarapión (Finales del siglo I)

Existe una carta de Mara Ben Sarapión en sirio a su hijo en la que se refiere así a Jesús, aunque no lo menciona por su nombre: «¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió gracias a Platón; tampoco Pitágoras a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio gracias a las nuevas leyes por él promulgadas».

Celso (175 d.C.)

En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes unos 70 años después.

«Colgado» en el Talmud

 

El gran erudito judío Joseph Klausner ya escribió a principios del s.XX que las poquísimas referencias del Talmud a Jesús son de escaso valor histórico. En el tratado Sanhedrin 43a se menciona a «Yeshúa»: «Antes pregonó un heraldo. Por tanto, sólo (inmediatamente) antes, pero no más tiempo atrás. En efecto contra esto se enseña: ´En la víspera de la pascua se colgó a Jesús´. Cuarenta días antes había pregonado el heraldo: ´Será apedreado, porque ha practicado la hechicería y ha seducido a Israel, haciéndole apostatar. El que tenga que decir algo en su defensa, venga y dígalo´. Pero como no se alegó nada en su defensa, se le colgó en la víspera de la fiesta de la pascua».
«Muy probablemente el texto talmúdico se limita a reaccionar contra la tradición evangélica», considera John P. Meier en «Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico»

Fuente: ABC Sociedad

¡Tres Días Son Tres Días… no Un Día y Medio!… (El Misterio de la Señal de Jonás)

Por P.A. David Nesher

“La generación mala y adúltera busque a un signo; y no se le dará ninguna señal a la misma, sino la señal del profeta Jonás:
Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar

(Mateo 12:40)

Es natural que aquellos varones y mujeres que no están familiarizadas con la secuencia de las Fiestas Primaverales del Eterno, determinaron un error de conteo al considerar la frase dada en su relato por el apóstol Juan al escribir:

«Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí»
(Juan 19:31)

Ellos identificaron el día después de la crucifixión como un Sabbath semanal, en ves de uno especial o anual. Esto quiere decir para ellos que Yeshúa fue crucificado en un día viernes, porque toda la gente sabe que el Sabbath judío es el día sábado. Y casi todo el mundo está de acuerdo en que Él resucitó en un día domingo. Pero, a la vez, todos coinciden en que no hay manera alguna en que se pueda contar tres días y tres noches entre un viernes y el domingo siguiente. He allí la controversia.

Por favor, reflexionen conmigo La única señal directa que Yeshúa dio de ser el Mesías fue que estaría 72 horas en el sepulcro, lo mismo que el profeta Jonás, que estuvo prácticamente muerto en el vientre del gran pez ¡y salió de allí únicamente porque Yahvéh lo sacó! Los líderes religiosos que retaron a nuestro Señor sabían muy bien la historia de Jonás, pero al parecer, nunca entendieron su significado.

En la actualidad, la mayoría de las personas que se declaran cristianas siguen la tradición del viernes santo y domingo de resurrección, ¡lo cual es una burla a las palabras de la señal de Cristo! No hay manera de hacer caber 72 horas dentro del lapso de un viernes para la crucifixión y un domingo para la resurrección. La historia de la Pascua florida es fruto de las tradiciones paganas previas al cristianismo ¡y no figura para nada en las Sagradas Escrituras!

A continuación comparto los dos videos de mi Canal de Youtube en los que podrán comprender esto:

PRIMERA PARTE:

SEGUNDA PARTE:


INRI y el Nombre Oculto del Eterno (YHVH)

Por: P.A. David Nesher

 

«Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.
 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos:
No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.
Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito».

(Juan 19:19-22)

 

 

La anécdota con la que comenzaré puede resultar graciosa, pero también develará el espíritu de ignorancia que hoy gobierna en las mentes cristianas. Cierta vez, me encontré con un católico nominal que estaba convencido que el cartel que él leía en la parte superior de los crucifijos (INRI) ostentaba el nombre de la fábrica de procedencia del mismo. Sorprendido quedó cuando le leí esta porción del evangelio en la que queda bien en claro que esas cuatro letras son el acrónimo (palabra formada por las iniciales de otras palabras) de un paradigma de condenación redactado por Poncio Pilato. Estas iniciales eran de las palabras que informaban de la causa de la sentencia del crucificado.

El famoso título en latín que todos conocemos era INRI, pero dice el Evangelio que primeramente estaba escrito en hebreo y luego en griego y latín. Por lo tanto, lo que se leía como acrónimo era en este orden: YHVHINBI, INRI. El uso de estas tres lenguas son por el siguiente motivo: el hebreo era la lengua oficial del templo, el griego era la lengua cultural y comercial; y el latín era la lengua oficial del imperio romano.

El letrero era este:

inri_1cartel

Sus inscripciones se espesaban en sus correspondientes idiomas así:

ישוע הנצרי ומלך היהודים (hebreo)
ΙΗΣΟΥΣ Ο ΝΑΖΩΡΑΙΟΣ Ο ΒΑΣΙΛΙΑΣ ΤΩΝ ΙΟΥΔΑΙΩΝ (griego)
Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum (latín)
¿Qué era lo escrito en la cruz que ofendía la mente hebrea de los sacerdotes?

Debemos entender que los sacerdotes estaban enteramente capacitados para discernir los mensajes ocultos detrás de cada letra hebrea. Ellos conocías y manejaban perfectamente la herramienta de la gematría. Por lo tanto el ojo agudo y místico de los sacerdotes, les permitió observar una peculiar «anomalía» en el burlezco título en hebreo, griego (koiné) y latín que se encontraba en la cruz. Protestaron en gran manera a Poncio Pilato (Juan 19: 19-22), porque en el letrero le había puesto un título en hebreo que significaba que Yeshúa era rey de los Judíos. Lo inquirieron para que modificase de la cruz ese título en hebreo. Ellos querían que se pusiera que fue el propio Yeshúa el que decía que era rey de los Judíos, sin embargo ésta no era la única razón para modificar el título, sino que al estar la cruz cerca de la ciudad y al estar en el paso por donde todos subían a Jerusalén para Pesaj (Pascua), cuando se veía ese madero de tormento con la inscripción, lo que se leía de lejos era YHVH, el nombre de Elohim clavado en la cruz.  Imagínense el impacto que esto significó en aquél 14 de Abib comienzo de Pésaj (Pascua) día de gran solemnidad, que en una Cruz romana estuviera clavado un hombre que se llamaba Yahvéh y que había sido crucificado a petición de ellos mismos.

Para entender mejor esto que les estoy planteando los invito a que veamos detenidamente ciertos detalles que contienen los secretos de esta tesis.

En el título puesto por Pilato sobre la cruz, encontramos que Jesús (Yeshúa) era y es primeramente Rey de los Judíos. El famoso título en latín que todos conocemos era INRI, pero dice el Evangelio que primeramenteestaba escrito en hebreo y luego en griego y latín. Comenzamos por el ultimo el latín.

INRI= Acrónimo esotérico en Latín:

 

 

INRI hemos dicho que  son las siglas de la frase latina IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM, la cual se traduce al español como: «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos».

Algunas sociedades esotéricas como los masones y los rosacruces atribuyen a este acrónimo orígenes paganos, es decir, anteriores a la cristianización. Lo interpretan como IGNE NATVRA RENOVATVR INTEGRA, que significa «Por el fuego se renueva completamente la naturaleza», era una manera de adoración al sol. Y esto Poncio Pilato lo conocía muy bien, por lo cual diseñó esta escritura con la intención de continuar burlándose de nuestro Señor y también de los judíos que gobernaba.

INBI= Acrónimo Griego:

Algunas Iglesias Ortodoxas de Oriente usan las letras INBI del texto griego de la inscripción en la cruz,Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων. Su sacerdocio cambia el título por ὁ Bασιλεὺς τοῦ κόσμου ( que signfica «El Rey del Mundo«), no implicando que esto es en realidad lo que estaba escrito, sino que eso es lo que debió haberse escrito. También otras Iglesias Ortodoxas de oriente (como la de Rumania), utilizan la abreviación INRI.

YHVH= Acrónimo Hebreo que revela al Eterno.

Pero la perla mística revelada a nuestra fe es la inscripción en hebreo cuya abreviación es el propio Tetragrama o nombre de Elohim (Dios):

ישוע הנצרי ומלך היהודים

 “Yeshúa HaNotzri VeMelej HaYehudim” (YHVH), que significa lo mismo que INBI y que INRI, Yeshúa es Jesús, HaNotzri es de Nazaret,  V’Melej con V , es Rey, y HaYehudim, de los Judíos.

INRI

el-sello-yhvh

Es decir que lo que se leía al principio de cada palabra eran la siglas  YHVH, el nombre de nuestro Dios como título encima de la cabeza de Jesús clavado en el madero. Esto causó un fuerte impacto en la mente de los sacerdotes y fariseo. Significaba claramente y a simple vista que en el comienzo de la Pascua,  en una cruz romana, estuva clavado un hombre que en el título o cartel sobre su cabeza tenía codificado el nombre sagrado Yahvéh. Esta situación coincidía con el cartel que se colocaba en el cuello de los corderos consagrados que cada padre de familia llevaba ese mismo día al Templo para sacrificarlo y luego disfrutarlo en familia durante la Cena de esta gran solemnidad. Cada cartel destacaba el nombre del padre que había apartado dicho cordero para la redención de su hogar. Los especialistas en códigos sagrados, discernían que cualquier judío que por allí pasara camino al Templo para adorar, vería claramente que aquel hombre verdaderamente era el Cordero de Elohim que quita el pecado del mundo, tal y como lo anunciara Su profeta Juan, el bautizante tres años antes en el Jordán (Juan 1:29).

Los sacerdotes también discernían que de esta manera se cumplía en Jesús la Escritura del libro de Éxodo donde el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) debía llevar el nombre de Elohim sobre su frente para cargar sobre sí las faltas cometidas por los hijos de Israel y a fin de que ellos reciban gracia delante de YHVH.

«Harás un ornamento de oro puro y graba en él como en un sello: ‘Apartado para YHVH.’
 Átalo al turbante con un cordón azul, en la parte delantera del turbante,
sobre la frente de Aarón. Porque Aarón lleva la culpa de los errores cometidos por los hijos de Israel en dedicar sus ofrendas santas, este ornamento estará siempre sobre su frente, para que las ofrendas para YHVH sean aceptadas por ÉL.»
(Éxodo 28:36-38)
 Los sacerdotes temían que cualquier varón judío, entendido en la Torah, al pasar cerca del Gólgota y ver de lejos las siglas de este cartel, se preguntara: «¿Cómo llevara el Kohen Gadol sobre su frente el Nombre de YHVH después de haberlo condenado a muerte?«. Usted, amado lector, ¿logra darse cuenta de este gran secreto mesiánico?

 Entonces, como comprendemos hasta aquí las siglas de los acrónimos INRI o INBI no nos dicen nada. Solamente cumplen su rol de texto informativo. Pero, el acrónimo, en hebreo (el idioma original que fueron escritas las Escrituras, la lengua santa y el idioma con el que Dios creó el mundo), nos hacer ver que Yeshúa (Jesús) está sellado con el Nombre del Dios verdadero: YHVH. ¿Casualidad? ¿Coincidencia?… Seguros estamos que no. Poncio Pilatos, en su ignorancia escarnecedora, puso esas letras, pero fue el Santo Espíritu del Eterno quien permitió que así se revelara el nombre de Dios.

 Para colmo de todo, la ira de estos líderes religiosos se aumentó exponencialmente al oír del procurador romano lo siguiente:

Pilato respondió: Lo que he escrito, he escrito.

(Juan 19:22)

Con todo esto, aquellos líderes religiosos, los testigos de esta Pasión maravillosa de nuestro Mesías, los discípulos que captaron esta señal,… lograron discernir el cumplimiento del salmo cantado por tantos años en Israel, especialmente en lo coronación de sus reyes:

(Salmo 2)

1 «¿Por qué se amotinan las gentes,
    Y los pueblos piensan cosas vanas?

Se levantarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra YHVH y contra su ungido, diciendo:

Rompamos sus ligaduras,
Y echemos de nosotros sus cuerdas.

El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos.

Luego hablará a ellos en su furor,
Y los turbará con su ira.

Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.

Yo publicaré el decreto;
YHVH me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.

Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.

Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.

11 Servid aYHVH con temor,
Y alegraos con temblor.

12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían».

 

Este fue el anuncio final del Eterno a Su Pueblo. Él se manifestaría corporalmente en Su Mesías. Evidentemente este mensaje resalta y sella que Yeshúa  (Jesús) es YHVH.  Así, y solamente así, se comprende el kerigma apostólico de las primeras comunidades: ¡Jesús es El Señor! Habiendo sido traducida  las Sagradas Escrituras al latín,  hoy los seres humanos solamente ven en las iglesias el termino (INRI).   Con esto entendemos lo que sostengo al afirmar que las traducciones le roban el significado a la idea original de las Escrituras. ¡Toda versión es una traición!

¡Mas hoy debemos alegrarnos porque Espíritu Santo ha comenzado a restaurar la lengua que fue confundida en Babel, para traernos a todos a su conocimiento antes de que El regrese!

El Nombre Yehoshua evolucionado a Yeshúa

«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos».

(Hechos 4:12)

Importantísimo resulta para los primogénitos del Monte Santo adentrarnos en los misterios revelados del Nombre de nuestro Redentor. Y es que Yeshúa es un nombre hebreo que aplicado en la persona del Hijo unigénito del Eterno se transforma en un Nombre que es sobre todo nombre. Por ello, dedico esta bitácora para que, por medio de unos instantes de sus vidas, puedan sus almas reflexionar profundamente en los distintos secretos que Abba les revelará acerca del nombre Yeshúa.

Tenemos bien entendido que nombre en español Jesús, es una transliteración idiomática del original hebreo Yeshúa. La raíz hebrea de este nombre  proviene de HO-SH-U-A que significa Salvación. Sin embargo, “la salvación” es sólo la mitad de la esencia de éste nombre. Para conocer la esencia completa del nombre de Jesús en hebreo, debemos remitirnos a la historia de los doce espías que Moisés envió para que reconocieran la tierra de Canaán. En el relato bíblico se nos dice que Moisés le dio a Hoshua (Oseas) el nuevo nombre de Ye-hoshua (Josué), que significa:Yahvé-es-Salvación.

«Y Yahvé habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Yahvé; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel. Estos son sus nombres… Samúa… Safat… Caleb… Igal… Oseas [Hoshua]… Palti… Gadiel… Gadi… Amiel… Setur… Nahbi… Geuel… Estos son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a Oseas [Hoshua] hijo de Nun, le puso Moisés el nombre de Josué [Yehoshua]«.

(Números 13:1-16)

Vemos aquí entonces que Yeshúa (en hebreo יֵשׁוּעַ) es una forma tardía del nombre de Josué.

Al transcurrir el tiempo, el nombre de Yehoshua (Josué) llegó a ser de uso muy común dentro del pueblo de Israel. Por ejemplo, así se llamó un descendiente del sacerdote Eleazar (1 Crónicas 24:11, 2 Crónicas 31:15), un gobernador del tiempo del rey Josías (2 Reyes 23:8), y durante el tiempo de la reconstrucción de Jerusalén un sumo sacerdote (Hageo 1:1, Zacarías 3:1) y un gobernador (Nehemías 3:19).

Fue allá por el siglo quinto antes de Cristo, cuando el nombre Yehoshúa fue acortado a Yeshúa (esto podemos verlo como ejemplo en 1 Crónicas 24:11, Esdras 3:2, Nehemías 7:39 y Zacarías 6:11-12). Incluso durante el siglo primero de nuestra era, otros hombres judíos también tuvieron el mismo nombre hebreo Yeshúa, por ejemplo un falso profeta (Hechos 13:6) y un compañero de trabajo del apóstol Pablo (Colosenses 4:11). Este nombre aparece también citado en escritos seculares. En las obras de Flavio Josefo, por ejemplo, son mencionados unos veinte personajes con igual denominación.

Repasando lo que hasta aquí les he enseñado, podemos sintetizarlo en el siguiente cuadro:

Yeshua (1)

Resultará muy interesante mencionar que David Flusser, un profesor de la universidad Hebrea,  afirma que Yeshu era la manera como se pronunciaba aquel nombre por parte de los judíos galileos del primer siglo. Ellos no pronunciaban la letra hebrea ayin ubicada al final de las palabras y tal vez por esa razón con el tiempo empezaron a deletrear de acuerdo con esa pronunciación. “El nombre hebreo de Jesús, Yeshu, es evidencia de la pronunciación de la Galilea de la época, y no es de ninguna manera abusiva. Jesús era galileo, y por lo tanto no se pronunciaba la a al final de su nombre Yeshua”. [David Flusser. Fuentes Judías en la Cristiandad Temprana. Pág. 15. Adama Books, New York, 1987].

En el siglo primero después de Cristo, los judíos (probablemente debido a la influencia griega) redujeron  la pronunciación hebrea del nombre Yeshúa dos veces más. Primero en Y’shua y luego en Y’shu. La forma Y’shu fue un intento deliberado de los judíos ortodoxos de ese tiempo para expresar su descontento con Yeshúa de Nazaret, presentándolo como si fuera una maldición compuesta por las letras iniciales de las tres palabras Immach SCHeino Vezicro, que traduce: “¡Que su nombre y memoria sean borrados!”. [aconsejo leer más de esto en Daniel Gleason. La Evolución del Nombre Jesús. Yehoshua -> Ihsous -> Iesus -> Jesús].

Para nosotros, los primogénitos en Su sangre, es muy importante entender que Yeshúa es el nombre que el Eterno prometió revelar en la Historia de la Salvación para cuando Él mismo viniera a salvarnos manifestado en carne (Isaías 52:6). Por eso, al ser el nombre del Eterno Dios, es que Yeshúa es el nombre que está por encima de cualquier otro nombre (Filipenses 2:9-10). Por lo tanto, es el único nombre en el que tenemos vida (Juan 20:31) y perdón de pecados (Hechos 4:12, 1. Juan 2:12), y es por eso que su iglesia está llamada a hacer todo en el nombre de Jesús o Yeshúa (Colosenses 3:17).