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“En Mi nombre YHVH (יְהוָָ֔ה) no me di a conocer”

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

Moshé se encontraba desanimado por que él creía que el Eterno estaba corto en actuar y en ayudar. Su desánimo se debía a que él estaba muy impresionado por el Faraón y no tan impresionado por Dios.

La respuesta de Elokim muestra que Él quería que Moshé supiera que el Señor esta en control de todo.

«En Mi Nombre YHVH no me di a conocer»
(בְאֵֵ֣ל שַדֶָׁ֑י וּשְמִֵ֣י יְהוָָ֔ה לֵּ֥אֹ נוֹדִַ֖עְתִי לָהֶָֽם )

¿Qué clase de respuesta es ésta al planteo de Moshé?

Yahvéh intenta transmitirle a Moshé que el objetivo del exilio y la esclavitud en Mitzrayim (Egipto) es preparar al pueblo para una revelación superlativa a través de la entrega de la Torah, donde entonces les revelaría Su Nombre esencial, revelación que ni siquiera los patriarcas experimentaron. Y el sufrimiento que ahora estaban soportando los israelitas era a efectos de despertar su anhelo de liberación.

Esto no quiere decir que los patriarcas no sabían cuál era el nombre personal de Dios (YHVH es usada unas 160 veces en Génesis) .

Desde Génesis cap. 2 vers. 4 había sido conocido su Nombre YHVH y los patriarcas habían recibido la tradición oral desde Adam (cf. Génesis 4:1; 24:31).

Además encontramos que en Génesis cap. 4 vers. 26 los hombres empezaron a invocar el nombre de YHVH.

En el capítulo 15 vers. 2 de Génesis vemos que Avraham está mencionando el nombre YHVH en su oración. Luego está escrito que Avraham creyó a YHVH y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). En el capítulo 17 de Bereshit leemos:

“Cuando Avram tenía noventa y nueve años, YHWH se le apareció, y le dijo: Yo soy El Shadai; anda delante de mí, y sé perfecto.” 
(Génesis 17:1)

Todo este testimonio escritural nos deja bien en claro que los patriarcas conocían el Nombre de YHVH (cf. Génesis 26:21-25; 28:10-16). Entonces ¿Cómo vamos a entender esta expresión que el Eterno le da como respuesta a Moshé?

Consideremos lo que el intérprete Rashí dice:

“Aquí no está escrito “no les di a conocer”, sino “no ME di a conocer”. Yo no era conocido por ellos con mi cualidad de veracidad, por la cual mi Nombre es llamado YHVH, Fiel para hacer que mi palabra se verifique. Así pues, les había hecho una promesa, pero no la he cumplido.”

La Torah asigna una gran importancia a la definición de los diversos Nombres de Dios, como se deduce de este pasaje y de otros más. Estos nombres, en efecto, hacen conocer al Ser Supremo bajo diferentes atributos: unos lo califican como Creador, Amo de los Destinos, Señor de los Ejércitos, Ser Absoluto, y los otros lo designan en su calidad de Dios de Amor, Juez Supremo, Fuente de Bendiciones y de la Santidad, de la Providencia y de la Omnipotencia.

Según Rashí, el texto quiere decir que las manifestaciones Divinas a los Patriarcas, anunciándoles promesas en el futuro, estaban sostenidas en el Nombre del “Dios Shaday”; (por ejemplo, Génesis 18: 1; 28:3 y 35:11). Pero el nombre YHVH no les era nada conocido, es decir, demostrado en su realidad. Ese Nombre es atributo de verdad, Él cumple Su Palabra y expresa que tiene el poder de cumplimiento. Aunque ese poder no fue jamás manifestado a los atriarcas, ninguno de ellos había expresado la menor duda sobre Su Omnipotencia. Su fe en las promesas Divinas era total.

Tenemos que entender que la revelación de uno de los nombres del Eterno implica, no solamente el conocimiento de la pronunciación o escritura del nombre, sino la revelación de una acción por medio de la cual el Infinito se relaciona con el mundo. El Eterno se revela mediante sus diferentes nombres. Cada nombre revela una acción que está de acuerdo al significado del nombre. De esta manera hay que entender este versículo. Hay una acción implicada en la revelación del nombre YHVH y esa acción todavía no había sido revelada en su totalidad a los Patriarcas. Pero sí les fue revelada la acción que está implícita en el nombre El Shaday.

El nombre El Shaday puede entenderse principalmente de dos maneras, como el Dios Todopoderoso y el Dios Todosuficiente. Los Patriarcas habían conocido al Infinito con ese nombre, que corresponde a esa manera específica de actuar hacia ellos y el resto del mundo.

Habían conocido la mano protectora de El Shaday cuando pasaban por peligros. Habían conocido sus milagros sobrenaturales en la creación. Habían experimentado que El Shaday les había dado todo lo que necesitaban para estar satisfechos. Está escrito que Avraham murió satisfecho (Génesis 25:8). Pero el Eterno no se había dado a conocer a ellos como YHVH.

¿Qué carácter y acción están implícitos en ese Nombre?

Ya hemos citado a Rashí que destaca en ese nombre la fidelidad para cumplir sus promesas. Hasta cierto punto Avraham había conocido esa acción del Eterno, al recibir a Yitzjak como hijo de una manera milagrosa por medio de una promesa, como está escrito en :

“Entonces YHVH visitó a Saráh como había dicho, e hizo YHVH por Sará como había prometido.”
 (Génesis 21:1 )

Sin embargo, existían varias promesas que el Eterno no cumplió en la vida de los patriarcas, por ejemplo la promesa de tener una descendencia como las estrellas del cielo, el polvo de la tierra y la arena del mar; la promesa de recibir la tierra de Kenáan en posesión perpetua. Esas promesas no fueron cumplidas en la vida de los patriarcas. Además ellos estaban esperando que viniera una ciudad celestial a la tierra de Kenáan:

“Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios…
Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad…
Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.”
(Hebreos 11:9-10, 13-16, 39-40 )

Así que el Eterno no se dio a conocer a los patriarcas con el nombre de YHVH en el sentido de cumplir todas las promesas. Los patriarcas solamente tenían las promesas, no las cosas prometidas.

De esta manera podemos sacar la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.

Para nosotros, el Eterno quiere ser más que Dios Omnipotente (El Shaday). Él quiere que nosotros lo conozcamos personalmente, como al Dios que hace promesas y las cumple, en el cual podemos confiar para cualquier cosa.

La suprema necesidad en cada hora de dificultad y depresión es una visión de Dios. El verle a Él es el ver cualquier otra cosa en una proporción y perspectiva apropiada.

Los creyentes se debieran de preguntar a sí mismos si en realidad conocen a Dios por dichos nombres.

Bitácora Relacionada:

Nombres con Justicia y Redención

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás” (Parashá Vaerá)

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

(Texto Original Hebreo)

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

וָאֵרָָ֗א

Vaerá: significa «Y se apareció».

Después de haberle vaticinado Elohim al Profeta (Moshé) en atención a su protesta desesperada sobre lo que sucederá a Paróh (Faraón) una vez terminada la tarea de rescate, pasa a expresarle lo siguiente:

¡“YO SOY YHVH”!

Esto quiere significar que Yahvéh cumple lo que promete. Ésta expresión asegura al alma del escogido que el Eterno es fiel a Sus Pactos. De este modo, el Señor está actuando en la mente de Moshé para que comprenda la trascendencia e importancia de su misión.

Naturalmente, Moshé sin la guía de «HaKadosh Baruj Hu« (que se traduce: «El Santo Bendito Sea«), no podría llegar a ninguna parte. Al respecto hay un refrán que dice:

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás”.

También hay otro semejante:

“Si no sabes a dónde vas, no encontrarás un camino que te lleve ahí”.

Esto nos enseña que sin dirección y sin saber hacia dónde nos encaminamos, estamos perdidos. Pero Moshé tendría como timonel y conductor al Santo Bendito Sea, cuyo Nombre es YHVH, marchando junto a él, y al frente de los clanes hebreos. ¡La victoria estaba de su lado!

En «Vaerá», Moshé refiere al pueblo maravillosas promesas de liberación y de introducción a la tierra prometida. Mientras los israelitas están esclavizados, las diez plagas constituirán el comienzo de la saga del éxodo. El envío de éstas, no era necesariamente para convencer al Faraón, su finalidad principal era la de seducir y convencer al pueblo de Israel. Las plagas servirían para su propia rehabilitación espiritual.

Fue por intermedio de estas plagas que se quebrará la soberbia del Faraón y de los egipcios.

La sección Vaerá hace referencia a la mayoría de las catástrofes que arribaron a Egipto estando el rey en un bucle temporal que él mismo se buscó. [Bucle: patrón, ciclo o acción repetitiva].

Faraón y su pueblo, sufrirán el azote de grandes calamidades, una seguida de otra. Él pudo haber evitado las plagas si tan solo hubiese aprendido lo que debía aprender y hubiese dejado ir a los israelitas, pero aún después de cada plaga, el rey no reconocía la autoridad del Omnipotente y seguía sintiendo que ese era su dominio y por ello no dejaba en libertad a los esclavos hebreos.

La Torah, a través de esta parashá, nos enseñará que cuando la persona rehúsa tomar responsabilidad por sus acciones, indudablemente certifica que no es capaz de tomar control de ellas; y una vez que la persona reconoce que es incapaz de escoger entre el bien y el mal, afirma de manera equívoca que su verdadera voluntad es repetir la transgresión.

La actitud de Paróh/ Faraón pareciera entonces tonta, pero ¿acaso no vemos este mismo comportamiento hoy en día en nuestra persona o en los demás creyentes?

A semejanza de la actuación del rey egipcio, la realidad es que nuestras experiencias dificultosas también tienen un patrón recurrente, pero a ese patrón nosotros podemos llamarle “oportunidad”. Faraón tuvo sus oportunidades para seguir siendo próspero y forjar un gran país, pero las rechazó y ello lo condujo a la ruina.

Recordar el Éxodo de Egipto constituye un mandamiento (mitzvah) que debe cumplirse todos los días, pues si bien en la realidad física éste tuvo lugar una única vez en la historia, en sentido figurado, esto quiere decir que la persona debe “salir de Egipto” todos los días.

El “Egipto interior” (que cada hombre posee), es muy poderoso, por lo que igualmente se le tiene que azotar con “plagas”, esto es, mediante el servicio a Yahvéh. Es con el servicio sagrado que el gobierno del “Egipto espiritual”, puede ser vencido. Para abandonar al “Egipto impuro” y librarse de él, la persona debe introducir calidez y vitalidad en todo lo que se relaciona con la santidad. Por lo contrario, la frialdad de la santidad llevará, eventualmente, a que el individuo se involucre en la “impureza egipcia”.

Los sabios nos enseñan que la opresión física fue tan desgastante que provocó que los hijos de Israel se “bloquearan” espiritualmente. Como se explicó en capítulos anteriores, la conciencia del pueblo había descendido hasta el nivel 49 de negatividad. La “Puerta 50ª”, sería el nivel del cual no había más retorno. Por eso, aun después de que Moshé transmitiera a los Benei Israel (hijos de Israel) el mensaje de redención, ellos no creían a sus palabras.

Quien estaba destinado a ser guía de los escuadrones hebreos era Moshé, sin embargo, Aharón también formó parte del propósito redentor. ¿Por qué el Eterno solicita a dos misioneros y no solo a uno? En las Escrituras vemos que el Eterno emprende los proyectos de Su Obra en sociedad con dos agentes, tenemos los ejemplos de: Mordejai (nombre que inicia con מ “mem” inicial, o letra “M”), y su sobrina Esther (cuyo nombre comienza con alef, א); Menashé y Efrayim (también con “mem” y “alef”); Mashiaj y Eliyahu (con “mem” y “alef”). Como podemos advertir, la fórmula «Mem (מ) – Alef (א)», aparece reiteradamente. Son las primeras letras de cada nombre -y personaje- que ha sido llamado a participar en los planes de Yahvéh.

El extraordinario rescate de los hijos de Israel en Mitzraim/Egipto, es una señal o anuncio para la gran redención de nuestro pueblo Israel en los últimos tiempos, redención que será operada por Mashiaj. En el libro del profeta Zejaryah (Zacarías) leemos:

“…Les silbaré y los juntaré, porque los habré rescatado (…)
Los haré volver de la tierra de Egipto y de Ashur los juntaré…”,
[10:8, 10 _ Tanak Katz].

A fin de entender los códigos escondidos en esta parashá y en las seis primeras del rollo que componen el acrónimo SHoVaBBiM, explicaré algunos secretos que necesitamos manejar para sanar nuestras almas de toda toxicidad reptiliana.

En el plano espiritual nuestro cuerpo es llamado “Egipto” y nuestra alma es llamada “Pueblo de Israel” (Am Israel). Por ello, la postura de Egipto/Mitzraim será buscar continuamente el dominio sobre Israel; esto es, que el cuerpo intentará subyugar al alma constantemente.

Por otra parte, “Paróh” (Faraón), es un código para “Ego”. El ego es la valoración desmedida de uno mismo. El ego, es la conciencia de sí mismo, el orgullo, la presunción y el “yoísmo”.

Pharó/Faraón se creía un dios que se hizo a sí mismo y que no necesitaba nada de nadie y que nadie estaba sobre él. ¡Qué equivocado estaba!

Ya lo he ensañado en otra bitácora, pero necesito nuevamente recordárles que la palabra Mitzrayim (Egipto) proviene del término “metzarim”, que significa “límites”, y este a su vez viene de la raíz hebraica “mitzrá” que significa “comprimir” o “encerrar”. Esto aplica a los condicionamientos, frenos y restricciones de movimiento que existen en cada persona. Por esta razón, cada día, el individuo debe llevar a cabo un símil de «salir de Mitzraim/Egipto», superar y librarse de esas limitaciones a fin de brindar a su alma la libertad de expresarse de acuerdo a sus verdaderas aspiraciones.

Para que los hijos de Israel pudieran ser liberados, el Eterno debía, primeramente, rescatarlos de su esclavitud interna. Este es también un mensaje para nosotros en esta época porque si queremos verdaderamente ser hombres y mujeres libres debemos quitarnos los grilletes de la servidumbre de nuestra propia mentalidad y rechazar todo aquello que sea opresivo y egoísta.

Los sabios que manejan el nivel «Sod» de interpretación aseguran que jamás se debe pelear contra un enemigo con la misma oscuridad de la que él se sirve, porque no se combate a la oscuridad con oscuridad; dar luz al opositor, es mejor que guerrear contra la oscuridad que proviene de él. ¿Pero cómo lidiamos contra la oscuridad? La respuesta es bastante simple: ¡encendiendo una luz!

En estos criterios celestiales peregrinaremos con nuestra mente y corazón en cada una de las ascensiones (aliyáh) que este maravillosa sección de Vaerá nos otorgará en impartición a nuestras almas.

¡Dispongámonos a elevarnos a grandes cosas de nuestro Dios!

Moisés Montó al Asno del Mesías y Alistó su Vara Redentora.

Por P.A. David Nesher

Vayikaj Moshe et-ishto ve’et-banav vayarkivem al-hajamor vayashov artsah Mitsrayim vayikaj Moshe et-mateh ha’Elohim beyado.

«Moshé tomó a su mujer y a sus hijos, los montó sobre el asno y se volvió a la tierra de Egipto. Moshé tomó en su mano el bastón de Elokim.»

Shemot/Éxodo 4:20

El Eterno le encomendó a Moshé llevar su vara con todo lo que ésta implica, es decir, la vara que identifica al gobernante y al conductor de una nación. Así también la vara da una prueba tangible del valor y coraje que deberá tener Moshé al presentarse delante de Parhóh y realizar todos los portentos, en nombre de Yahvéh y no como una suerte de sortilegio.

El Eterno le da a Moshé la vara que le acompañaría en su misión para persuadir al rey egipcio. Leyendo comentario de libro El Zohar encontré esta interesante explicación:

«…La vara de Moshé era especialmente sagrada porque el Nombre sagrado fue marcado sobre ella en las dimensionalidades del Gan Edén mismo (…) La vara de Moshé tenía por lado los 72 Nombres de Dios, y por el otro, el Nombre divino de 42 letras…»,
(Zohar Vaerá 15:17)

La vara en el Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) representa a tres poderes:

  • el poder regio dado a los reyes (Génesis 49: 10)
  • el poder espiritual concedido a los sacerdotes (2Reyes 4:29)
  • el poder de la justicia Divina otorgado a los jueces (Isaías 10:5).

Por otra parte, la «serpiente» era símbolo mismo del poder real en Egipto (c.f. Ezequiel 29 :3). Por eso, el mensaje de Yahvéh era claro: el tiránico poder egipcio seria sometido por la justicia Divina anunciada por Moshé como profeta del Cielo.

Ahora bien, resulta interesante para fortalecer nuestra emunáh (fe), saber que la vara que Yahvéh entrega a Moshé tiene la Intención divina de representar al Mesías. Así lo dejará bien claro el contexto bíblico que Moshé mismo escribirá en la Torah:

El cetro no se apartará de Yehudá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Shiló, y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
(Génesis 49:10 )

Así también en el rollo de Bamidbar/Números quedará escrito:

“Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca; una estrella saldrá de Yaakov, y un cetro se levantará de Israel que aplastará la frente de Moav y derrumbará a todos los hijos de Shet.”
(Números 24:17 )

En una forma maravillosa, este pasuk (versículo) conduce al lector a decodificarlo sumergiéndolo en las características de la misión y el carácter del Mashiaj.

El «BURRO del MASHIAJ»

Encontramos a Moshé partiendo hacia Egipto, llevando a su familia montada en un asno. Este animal es el signo más fuerte del Mashiaj obrando a favor de Israel.

¿Qué se entiende por el «burro del Mashíaj»?

La expresión «burro del Mashíaj», aparece por vez primera mientras Abraham se dirige a cumplir con la “Akedá de Itzjak” (atadura de Isaac) que el Eterno le había ordenado. Cuenta la Torah que Abraham se levantó muy temprano de mañana y preparó su asno; lo cargó con los elementos necesarios para el sacrificio y para la caminata de tres días desde Jevrón (Hebrón) al monte Moriáh. Esta escena está plena de códigos mesiánicos.

Siete generaciones después, Moshé también es despachado por Elokim a una importante misión. Leíamos en el pasuk (verrsículo):

“…Saca al pueblo de Israel de Egipto y llévalo al monte Sinaí, donde Yo les comunicaré su misión en la vida como Mi pueblo elegido…”
(Éx. 3:10)

Así pues, las imágenes de Avraham y Moshé junto a un burro, son de un profundo contenido mesiánico y profético que se complementan para dejar bien claro los detalles de la misión de Mashiaj.

El intérprete Rashí explica que el «Rey Mashiaj», se revelará entrando a la Santa Yerushalayim (Jerusalén), montado en un pollino. Agrega Rashí que, la misma bestia que ensillaron Avraham y Moshé en épocas antiguas, será el mismo en que ha de cabalgar Mashiaj para manifestarse a Israel [Zejariá 9:9; Pirké d’Rabí Eliézer 31].

El profeta judío Zejaryah (Zacarías) lo predice de la siguiente manera:

“…Regocíjate mucho, hija de Tzión (Sión), da voces de júbilo, hija de Yerushalayim. He aquí tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, humilde [pobre] y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”,
[Zejaryah 9:9, Tanaj Katz].

Al leer con atención notamos que el profeta Zejaryah describe a Mashíaj como “un pobre, cabalgando sobre un burro”. Explica el Rebe de Lubavitch que el significado simple de esta profecía es que Mashíaj, el más importante ser humano de la historia, es el epítome de la abnegación:

“…Será más grande que Abraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”
[Ialkut Shimoní sobre Isaías 52:13].

De hecho, la humildad es la marca de calidad de los justos: ellos reconocen que sus tremendos logros y talentos, y el poder investido en ellos como líderes, no son de ellos sino de su Creador. No viven para concretar y satisfacerse ellos mismos, sino para servir al propósito Divino de la Creación. En un nivel más profundo, el «burro del Mashíaj» representa la esencia misma del proceso mesiánico: un proceso que comenzó con el principio del tiempo y que constituye al alma misma de la historia.

El «burro del Mashíaj» tiene una larga y prestigiosa historia; una y otra vez hace su aparición en el curso de las generaciones, surgiendo en coyunturas claves del proceso mesiánico. Cada vez lo vemos cumpliendo la misma función, pero de una manera ligeramente diferente, reflejando los cambios que experimenta nuestro mundo a medida que evoluciona a su definitivo estado de perfección.

Jesús Montó un Asno y Entró en Jerusalén

Sabemos que Yeshúa montó un pollino cría de asna para entrar a la ciudad de Yerushalayim (Jerusalén). Ahora bien, al hacer él esto, ¿cumplió él la profecía de Zejaryah (Zacarias)? Para lograr responderlo, les pido que por favor leamos lo que el libro del Evangelio de Marcos dice:

«… Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, y les dijo: 
Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?” decid: “El Señor lo necesita”; y enseguida lo devolverá acá. Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron. Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!…”


(Marcos 11:1-10)

Montar un borrico era también una costumbre de los monarcas orientales, especialmente israelitas. Al menos así se aprecia en muy variados ejemplos, como el caso del rey Shelomó, (1Rey 1:32-38). De acuerdo a lo leído en las cartas apostólicas, Yeshúa ben Yosef, ben Miryam, que biológicamente desciende de reyes (David HaMélek y Shelomó), monta un asno y entra a Yerushalayim, en medio de un escenario de algarabía y júbilo -por parte de algunas multitudes-, de una forma muy apegada a como lo predijo Zejaryah (Zacarías), por favor leámoslo nuevamente:


“Da voces de júbilo (…)
Tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, pobre y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”

(Zacarías 9:9)

También resulta para nosotros muy interesante saber que los sabios del hebreo siempre aseguraron que, en un futuro, el verdadero Mashiaj sería reconocido pues cumpliría la profecía del profeta Zejaryah entrando a Yerushalayim (Jerusalén) montado en un burro. Es así como prepararon al pueblo de la Casa de Judá a estar listos a reconocerlo cuando esto sucediera delante de sus ojos. Por ello, el pueblo en su bendita injenuidad reconoció en Yeshúa al verdadero Mashiaj tal como los maestros le habían enseñando.

Pero a pesar de esto, cada vez que los discípulos de Yeshúa afirmamos que Yeshúa de Nazaret cumplió la predicción de Zejaryah, los maestros judíos esgrimen algunas refutaciones como ésta:
“Muchas personas, desde los tiempos antiguos llegaron a entrar y salir por las puertas de la Ciudad de Jerusalem montados en un burro, lo cual era bastante cotidiano…”.

En verdad, esto es cierto, pero tal objeción tiene sus partes débiles, por ejemplo; que ninguna de “aquellas personas” era Mashíaj, ya que dicha personalidad debe ser… “más grande que Avraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”, según he referido líneas atrás de acuerdo a lo que los sabios mismos sostuvieron a lo largo de todos los tiempos pre-mesiánicos. Por lo tanto, la profecía sigue en pie. Es incontrovertible que nadie en la historia del pueblo judío puede encuadrar mejor para el cumplimiento de esta profecía que el nuestro Mesías, Yeshúa HaNotzrí (de Nazaret), no hay competidores serios que se le acerquen.

Pero ante tan fuertes evidencias, algunas opiniones en el judaísmo, cerradas en su orgullosa necedad, señalan al gobernador Nehemiyah Nehemías) como “aquel que entró a Yerushalayim montado en un asno” (Nehemías 2:11-13), y que, consecuentemente, la profecía se ha cumplido en él. Sin embargo, esta conclusión, no es compartida del todo por la gran mayoría de los sabios.

Al respecto podríamos preguntarnos: ¿llegó ya el establecimiento de la época mesiánica? No. El mundo judío aguarda con paciencia esta hermosa Era. En el Talmud, una de las tradiciones más conocidas e interesantes que nos habla de la Edad Mesiánica y que merece la pena comentar, señala así:

«…Seis mil años existirá el mundo: dos mil años de caos, dos mil años de Torah y dos mil años de la llegada del Mesías (…)
En el tercer milenio que le sigue a los 2.000 años mesiánicos, la resurrección de los muertos ocurrirá…»,
[Avodá Zará 9; Sanedrín 97 a y b].

De acuerdo con este aporte profético de los talmudistas y haciendo los correspondientes cálculos, podríamos afirmar que nos encontramos, sin ninguna duda, en los «Tiempos de Mashiaj».

Lo maravilloso de todo esto es que la referencia del Talmud, cronológicamente coincide con la aparición de Yeshúa en Eretz Israel [y no precisamente con Nehemiyah (Nehemías) el gobernador). Así pues, según el tratado talmúdico, estaríamos justamente dentro de los dos milenios de “Época mesiánica”. Dos milenios han transcurrido del inicio de la predicación del Maljut Hashem (Reino de Dios) por parte de Yeshúa; dos mil años atrás, él entró a Yerushalayim montado en un pollino cría de asna y muchos le aclamaron como el “Ben David” esperado [Mattityahu/Mateo 21:4-11; Yohanan/Juan 12:12-15]. Por estas razones, hoy no son pocos los eruditos del ámbito judío que creen que Yeshúa HaNotzrí ha cumplido, en parte, la profecía de Zejaryah (Zac. 9:9).

Ahora bien, en su contexto etimológico, “burro” en hebreo se dice “jamor”. Este el vocablo está vinculado con la palabra hebrea “jomer” que significa “materia” (o “materialismo”). Por eso notamos que “jamor” y “jomer”, poseen la misma raíz hebraica. Teniendo en cuenta esto, logramos discernir que el «burro del Mashíaj», es la “bestia material alistada”; es lo físico encaminado a fines superiores y más excelsos, por la autoridad de aquel que logró colocarse sobre él (montarlo y dominarlo).

De aquí que en el nivel interpretativo llamado «Sod» (Secreto), la expresión “montar un asno” significa tener dominio sobre las fuerzas del mal; estar en dominio sobre la fisicalidad o materialismo. Considerando esto, nos damos cuenta que el rey del que nos habla el profeta Zejaryah, ha de dominar no solo a las propuestas materialistas del sistema, sino que logrará esta posición de autoridad porque primeramente ha domado toda tendencia egoica en su naturaleza humana, es decir sus instintos y pasiones (su yétzer hará). De este modo, Mashiaj pues, recibirá poder del Cielo para someter a las fuerzas de la oscuridad que dirigen al mundo en la Redención final, ya que primeramente aprendió la obediencia (Heb. 5:8) como clave para dominar todo plano de la existencia.

En la obra jasídica Likutei Sijot se explica que Mashíaj es quien representa la máxima plenitud de la Torah, él mismo cabalga el burro de lo material, pues él anuncia un mundo en el que la materia ya no es más el elemento “inferior” o secundario, sino un recurso totalmente refinado, una fuerza en nada menos central e importante para el bien que la creación más espiritual, [Likutéi Sijot, Vol. I, págs. 70-72].

Concluimos que, juntos, Abraham avinu, Moshé y por último, Mashiaj Yeshúa, dan ejemplo de cómo depurar y santificar los aspectos mundanos de nuestras vidas, y cómo integrar nuestro ser y ambiente materiales a nuestras metas espirituales.

Un último comentario lo he extraído de la obra “El Rebe enseña”. La misma señala lo siguiente al hablar del burro del Mesías:

«…Abraham, Moshé y Mashíaj: tres personajes que emplean este antiguo burro en su cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el alcance con que el burro está involucrado en su misión difiere. Con Avraham, lleva sus pertrechos; con Moshé, su esposa y niños; mientras que Mashíaj es descripto como cabalgando él mismo sobre el burro…»,
[Rebe Lubavitch].

Rubén y Su Temperamento Anti-Primogenitura

Por P.A. David Nesher

Re’uven bejori atah koji vereshit oni yeter set veyeter az. Pajaz kamayim al-totar ki alita mishkevey avija az jilalta yetsu’i alah.

«Rubén, tú eres mi primogénito, mi poderío y el principio de mi vigor, prominente en dignidad y prominente en poder. Incontrolable como el agua, no tendrás preeminencia, porque subiste a la cama de tu padre, y la profanaste: él subió a mi lecho.»

(Bereshit/Génesis 49:3-4)

Reuvén (Rubén) era el hijo primogénito de Yaakov (Jacob). Como tal, le pertenecía el liderazgo de la familia y la doble porción, los cuales eran los derechos de primogenitura (Deut. 21:17). Sin embargo, en sus últimas palabras, Jacob le dijo a Reuvén que él había perdido su derecho como primogénito, a causa del pecado que había cometido (Gen. 35:22).

Antes de continuar, necesito que primero entiendan que la primogenitura, de acuerdo a estos versículos, y a la cosmovisión hebrea, no sólo significa derechos sino también deberes.

Reuvén debió ser primero en conducción y en privilegio, pero su carácter impulsivo le hace perder su preeminencia.

Reuvén era el resultado de la pureza sexual de Yaakov, el primogénito de Itzjak. Yaakov nunca hizo mal uso de su sexualidad como hiciera su hermano gemelo Esaú (Esav). Por lo que Reuvén es un hijo creado en pureza absoluta, gestado en el vientre de Leáh. Sin embargo, son varias las faltas de Reuvén que Yaakov toma en cuenta a la hora de impartirle la bendición; la más seria fue la de interferir impulsivamente en la vida marital de su padre e irrumpir en la habitación de su madrastra Bilháh.

Reuvén fue presuroso como el agua cuando originó el episodio con Bilháh esposa de Yaakov (Gén. 35:22).

Yaakov describe a Reuvén como que es “incontrolable como el agua” (heb. Pajaz kamayim) lo que literalmente quiere decir que su temperamento hierve o bulle como el agua. Es decir, que Reuvén era un hombre que se dejaba llevar por las emociones, en lugar de guiarse por los principios celestiales del Zeir AnpinEl Semblante Pequeño«) . Es decir, el semblante de la imagen divina que controla las facultades emotivas del alma. Él era apasionado, pero carecía de autocontrol. Desafortunadamente, Reuvén resultó ser débil y hedonista.

Evidentemente, para el Eterno, alguien así no puede ser un buen líder. Si no pudo contenerse en este asunto de la concubina de su padre, difícilmente lo haría en otras cosas.

Lo triste de esto es que, de acuerdo a la profecía que Yaakov está pronunciando, no sólo Reuvén perdió el liderazgo de Israel, sino también sus descendientes. En toda la historia de la nación, nadie sobresalió de esa tribu. En efecto, en la historia bíblica no encontraremos ninguna posición de liderazgo o acción importante atribuida a la tribu de Reuvén .

El Tanak no nombra ningún Juez, rey o profeta proveniente de esta tribu. Un hombre de carácter presuroso difícilmente pueda lograr la obediencia de los otros. Por eso un sabio judío llegó a expresar lo siguiente:

Un hombre que no puede controlarse a sí mismo d pueda controlar y conducir a los demás”.
(Benno Jacob).


La Torah hace mención de unos descendientes de Reuvén que perdieron también el control y se rebelaron contra la autoridad: Datán, Abiram y On. Ellos se unieron a Coré para rebelarse en contra de la autoridad espiritual de Moisés y Aarón (Num. 16:1-3). La consecuencia de esa rebelión fue la muerte de muchos de la tribu de Rubén (Num. 16:31-34).

Como ustedes recordarán, al salir de Mitzraim (Egipto), el censo indicaba que la tribu de Reuvén contaba con 46.500 hombres (Num. 1:20). Luego de los cuarenta años en el desierto, su población disminuyó, en lugar de aumentar. El segundo censo contó 43.730 rubenitas (Num. 26:7).

También hemos ya estudiado como cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, la tribu de Reuvén prefirió quedarse del otro lado del río Jordán, en lo que hoy en Jordania (Num. 32), acompañados de la tribu de Gad. Ellos pidieron esto pensando en sus ganados, y no en sus hijos (Num. 32:1-5). Moshé (Moisés) los confrontó por pedir tal cosa, pero ellos insistieron prometiendo que sus guerreros pelearían en la conquista de la Tierra, y luego regresarían al lugar que habían escogido en el Valle del Jordán (Num. 32:16-19).

En otro orden de cosas, en el período de los jueces, los rubenitas volvieron a desentenderse de sus tribus hermanas cuando tuvieron necesidad.  Al principio, la tribu de Reuvén prometió ayudarles, pero luego se desentendieron a una.  Así como su antecesor, los rubenitas probaron ser “inestables”. Por esto, Deboráh la profetisa de Israel, ironizará en su cántico la actitud pasiva de “las divisiones de Reuvén”, en los momentos críticos, para la seguridad del territorio de las tribus de Israel (Véase Jueces 5:15-16).

Otro grave yerro de Reuvén es sugerir descabelladamente a su padre que tome a sus hijos en garantía haciéndoles lo que quiera (Gén 42:37). Traducido de otra manera el pasuk 49:4, nos dirá así:

“…La impetuosidad y la precipitación con la que te apresuraste a manifestar tu enojo es semejante a las aguas que se precipitan en su curso. Así que no tomarás estas ventajas que por nacimiento te corresponden…”.

Con tan graves problemas de autocontrol, ¿con qué estabilidad podría dirigir Reuvén los destinos de un gran pueblo? ¿Cómo podría gobernar a sus súbditos (el resto de las tribus) bajo una situación de emergencia? Por todo ello, Reuvén causa que él y sus descendientes pierdan sus tres coronas que son:

  • 1) la primogenitura, que significa una doble porción de la herencia;
  • 2) el sacerdocio, que era el privilegio de ejercer el servicio divino representando a sus hermanos;
  • 3) la monarquía, el derecho a ser rey entre sus hermanos. Tendría que ser Principal en dignidad, y el Principal en poderío, a fin de permitir por su linaje la manifestación del Mesías.

Para Yaakov avinu un primogénito tan inestable y despreocupado por el bienestar de sus hermanos no merecía contar con la autoridad en la familia. Recordémoslo nuevamente: la primogenitura no sólo es un derecho, sino sobre todo es una responsabilidad, la cual Reuvén no estaba preparado para asumir (ni él ni sus descendientes).

Así pues, la decisión de Yaakov es por el propio bien de Reuvén, de sus descendientes y de todo Israel. Por ello, al final esto resulta ser de gran bendición, quizás un tanto discutible, pero el Eterno sabe qué es lo mejor para Su pueblo.

Entonces, debido a la inestabilidad de Reuvén, el derecho de primogenitura termina siendo dividida. Por lo general,el primogénito era el líder espiritual y social del”clan”, pero los derechos de la bendición, el sacerdocio y la autoridad gobernante se dividió entre los hijos de Israel en lugar de fluir centralizada en una sola.

Así, y más allá de que vemos la gran sabiduría providencial del Eterno en”descentralizar” la autoridad entre los hijos de Israel, Reuvén pago un alto precio por su inestabilidad.Más que nada, Dios busca un carácter estable en aquellos que lideraran su pueblo.

Por causa de este carácter ancestral, Moshé extenderá una bendición especial orando en favor de la tribu de Reuvén de esta manera:

«Viva Rubén, y no muera, y no sean pocos sus hombres.»
(Deut. 33:6)

Interesante les resultará saber que, según algunas investigaciones del sabio Rashí, hechas en el siglo XI, los descendientes de Reuvén estaban esparcidos en Francia, habiendo sido quizás el origen de algunos de sus pueblos, como los galos.

Por eso, no todo eran malas noticias para Reuvén. Hemos leído como Moshé profetizó una promesa posterior para él y sus descendientes. El «bekor» quien perdió tanto, quien debería haber estado liderando, y fue perdido debido a sus actos pecaminosos, todavía tendría esperanza. Moshé anucnió en un solo versículo que, aunque sus varones sean pocos, Reuvén no moriría como tribu. Sus descendientes estarían alrededor aunque su antepasado tuviera problemas. De hecho, estarían caminando con Dios en la fe. Que bendición: la promesa y el cumplimiento.

La profecía de Yaakov acerca de Rubén continuó siendo cumplida, y debido a su inestabilidad, los rubenitas se desvanecieron sin hacer ningún impacto significativo en la historia de la nación de Israel. Sin embargo, su futuro escatológico lejano será mucho más brillante. Debido a la gracia del Señor, la tribu de Reuvén está incluida en la división de la tierra en el Reino Mesiánico. Junto al límite de Efrayím, desde el lado oriental hasta el lado del mar, Reuvén tendrá otra parte (Ezequiel 48:6).

Para finalizar diré que todos nosotros podemos relacionarnos de una u otra forma con la naturaleza de Reuvén. El apóstol Pablo lo expresó justamente así:

«Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo, habiendo sido vendido a la esclavitud del pecado, soy carnal. Porque lo que hago no lo comprendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. Así que ya no soy yo el que hace eso, sino el pecado que mora en mí. Porque yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien, porque el querer está en mí, pero no el hacer lo bueno; pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago.»
(Romanos 7:14-19)

Todos tenemos una lucha cotidiana con la carga de pecado del ego que queremos volcar fuera de nuestra vida. Pecamos, lo confesamos todos los días, en cada Shabat, y en cada Yom Kippur (1 Juan 1:8-10). Somos conscientes que no podemos poner una cinta autoadhesiva sobre el pecado, tenemos que llegar a la raíz del problema, y erradicarlo para no perder nuestra primogenitura en Yeshúa HaMashiaj.

La buena noticia para usted y para mí es que Yahvéh puede arreglar nuestro problema de pecado a través de la Gran Vocación: tomar el Yugo de Yeshúa haciéndonos sus discípulos. Pero no es fácil seguir a Yeshúa. Si fuera fácil, todo el mundo lo estaría haciendo. El TaNaK nos enseña a no menospreciar el castigo de YHVH, ni fatigarnos de su corrección, porque YHVH al que ama disciplina, como el padre al hijo en quien se complace.

«Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, que es árbol de vida a los que echan mano de ella, Y los que la retienen son bienaventurados.»
(Proverbios 3:11-18)

No podemos pasar por nuestras vidas poniendo bandas autoadhesivas sobre nuestros pecados. Como dice nuestro amado profeta Tony González, no necesitamos auto-ayuda o auto-realización, necesitamos la enseñanza de Yeshúa y la realización en Él por medio de Su Espíritu. Esto es más que suficiente para nosotros. La promesa de los profetas fue que tendríamos un corazón nuevo, y desde ese diseño en nuestra alma lograríamos la afinidad con el Eterno. ¡En Yeshúa eso hoy es posible!

El Sentido Profético-Mesiánico de la Colisión Judá-José.

Por P.A. David Nesher

Hemos ya estudiado que fue Yehudáh quien en el pasado sugirió la “venta” de Yosef, por lo que a él le toca reclamar a Binyamín para de este modo cumplir su “tikun” (reparación total) y cubrir aquel yerro. Pero también debo decir que no todo es falta en las acciones de Yehudáh. Al leer comentarios de los sabios exégetas del hebreo, me he encontrado que ellos destacan que fue un mérito de Yehudáh el causar que Yosef mostrara sus signos hebraicos y se manifestara como el hijo “perdido” de Yaakov.

Meditando en la encriptación mesiánica del texto, logré enfocarme en algunos paralelismos y simbolismos de la vida de Yoséf con la vida de Yeshúa HaNotzrí (Jesús de Nazaret), encontramos que “Yehudáh”, representa a la autoridad judía del primer siglo. No habló del pueblo común, sino del Sanedrín, el máximo tribunal de Justicia de la Torah, entidad quien dio (o entregó) a su hermano Yeshúa a los gentiles (Mat 20:18-19. Así, y del mismo modo en que a Yosef se le vistió con ropas egipcias y luego lo “bautizaron” con un sobrenombre pagano, el Rabino Yeshúa recibió también un “alias” grecolatino, además de ser ataviado con una sotana religiosa con estampas de cruz.

Y también así como Yosef tuvo que vivir apartado de los suyos y rechazado por ellos viviendo entre los gentiles. Del mismo modo, Mashiaj Yeshúa fue rechazado e injustamente aborrecido por la mayoría de la Casa de Judá; no obstante, fue adoptado por la gente de las naciones y, como hemos señalado, le impusieron una identidad ajena a su cultura e idioma.

Por ello, Yeshúa quien hasta hoy lleva colocado un disfraz “egipcio” (greco romano), se ha convertido en sí mismo en el obstáculo que impide el reconocimiento y aceptación por parte de sus hermanos del pueblo de la Casa de Judá.

El texto, en su médula profética, anuncia que en un futuro escatológico el encuentro de estos dos reyes hebreos (Yehudáh y Yosef), traería finalmente la paz a todas las tribus hebreas y daría fortalecimiento al cansado espíritu de Yaakov avinu.

Por ello, encuentro importante para nuestra trascendencia considera lo que el Zohar registra sobre Yosef (Mashiaj) y la reconciliación con Yehudáh y el resto de las tribus:

«…Rav Yehudá dijo:

¡Felices son los justos, cuya llegada juntos trae paz al mundo, porque ellos saben cómo traer simultaneidad y se acercan uno al otro para aumentar la paz en el mundo! Porque hasta que Yosef y Yehudáh se acercaron uno al otro, no hubo paz. Una vez que se acercaron uno al otro, la paz aumentó en el mundo. La alegría abundó “arriba” y “abajo”, cuando Yosef y Yehudáh se aproximaron y todas las tribus se juntaron con Yosef…»,

[Zohar Vayigash 6:61].

Entonces, es necesario que el «Yehudáh moderno» complete su “tikún” (corrección), esto es:

  1. que la Casa de Yehudáh admita su falta por haber arrojado (vendido) a Yeshúa a los paganos y;
  2. que lo reconozcan como parte de ellos y no verlo como ajeno.

Sólo así, y a través de esta “cercanía”, los yehudim (judíos) podrán advertir más claramente la identidad mesiánica de Yeshúa como ocurrió cuando los hermanos se “acercaron” a reconocer los signos hebraicos de Yosef (45:4), y entonces creyeron.

Cabe en este momento señalar que dentro del rabinismo en todas sus divisiones (ortodoxos y liberales), y a lo largo de todos estos dos mil años, han aparecido quienes piensan que Yeshúa es el Mashiaj anunciado por todas las Escrituras del Tanak, pero sus compromisos religiosos y el temor al rechazo de la comunidad judía toda, les ha impedido decirlo.

Un Rebe jasídico enseñaba:

«…Lo que falta hoy para que venga Mashiaj es que realmente queramos que venga. La llave está en nuestras manos; usémosla…».

Luego pues, mucho aportará la confesión abierta y el reclamo osado de Yeshúa Hanotzrí como “patrimonio” judío por parte de aquellos yehudim que anhelan que Mashiaj Yeshúa gobierne “prontamente y en nuestros días”.

Así es, y tal cual lo están leyendo, para muchos eruditos (del mundo judío y gentil), Yeshúa es «Mashiaj Ben Iosef» quien, para los tiempos finales volverá a Eretz Israel como «Mashiaj Ben David», [recuerden lo visto en la sección «Mikets», acerca de “Mashiaj Ben Iosef-Mashiaj Ben David…”].

Así mismo, estudiamdp el encuentro entre Yehudáh y Yosef, los sabios del Talmud llegaron a la conclusión que existen dos tipos de Mashiaj:

«…Hay dos reinados, uno es el de Yosef y el otro el de Yehudáh, está escrito que van a venir dos Mashiaj, uno de la “Casa de Yosef”, y otro de la “Casa de David”. El Mashiaj que viene de la Casa de Yosef es el que va a preparar el mundo para la venida del Mashiaj de la Casa de David que es Yehudáh. A estos eventos profético-mesiánico aludían también las visiones de Yosef…».

[Tomado de Keter Le Israel]
Por todo lo dicho hasta aquí, el Eterno nos conduce a que estemos atentos a los tiempos y las señales de los mismos, ya que el reconocimiento del «hermano judío» Yeshúa, por parte de la Casa de Judá (Yehdáh) podría ocurrir de golpe de un momento a otro en esta época.

Por eso, existen testimonios varios en forma de reflexiones escritas de diferente tipos de pensadores judíos (rabinos, intelectuales y académicos de altos títulos) que después de haber analizado en sus mentes los dos mil años transcurrido hasta nuestros días, señalan cómo el tal “Jesús romanizado” de la Iglesia Cristiana, puede ser interpretado como el Mesías, si se lo examina y medita como lo que en realidad fue; un varón judío de obediencia estricta a la Torah cuyo nombre hebreo es Yeshúa Ben Yosef (nombre del varón que se casó con su madre Miriam).

Colisionar para Fusionarse Reconciliados (Parashá Vayigash)

Por P.A. David Nesher 

 

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yosef] y le dijo: “Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Faraón (Parhó).

(Bereshit/Génesis 44:18)

 

En esta parashá continuamos con la historia de Yosef y su encuentro con sus hermanos. Vayigash (וַיִּגַַּ֨שׁ ) significa literalmente “Y se acercó”.

En el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso, también puede traducirse como «Y colisionó para fusionarse» (en otra bitácora ampliaré más esto).

Si la primera palabra de la porción es Vayigashse acercó«) es porque allí se encierra la esencia de la lección de la semana.  En el clímax de la «Parashat Vayigash», Yosef revela su identidad a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo años atrás. A través de besos y lágrimas, Yaakov y sus 12 hijos volverán a ser una sola familia. Todos se reconcilian dejando a sus espaldas el difícil y desgarrador pasado. Pero antes de estos hechos, Yehudáh (Judá) confrontará a Yosef por la acusación que hizo sobre el robo de su “copa de la adivinación”. A fin de cuentas, ¿qué sentido hay en que Yosef desee tomar a Binyamín como siervo si supuestamente es un ladrón? ¿Para qué quiere el Virrey un mozo cleptómano? Esto no es coherente y Yehudá lo sabe. “Aquí hay gato encerrado”, diría Yehudáh usando una frase de nuestros días.

Así vemos que Yehudáh no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era peligroso pues Yoséf podría haber mandado que lo mataran. Pero Yehudáh defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Binyamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Yehudáh y hable.

Esta es sin duda, una de las lecturas más emocionantes registradas en la Torah y el Tanak, ya que se narra el emotivo reencuentro de Yosef con sus once hermanos y su padre Yaakov. Por otro lado, resulta muy interesante que la Torah ocupe más pasukim para hablar de Yosef que de los mismos patriarcas Abraham avinu, Itzjak avinu y Yaakov avinu, especialmente teniendo en cuenta que Yosef solo representa a una de las 12 tribus de Israel (aunque en realidad son dos tribus las que provienen de él), mientras que los patriarcas son la fuente misma de toda la nación hebrea.

En esta sección Yehudáh representa a la sefiráh Malkut (Mundo Físico) y Yosef a la sefiráh Yesod (esfera celestial de vinculación con todos los ámbitos del Mundo de Arriba). Por tanto, el poder de la energía de esta semana se concentra en cerrar la distancia que hay entre Malkut y Yesod. No olvidemos entonces que Yesod representa al Cielo y Malkut a la Tierra.

La colisión mencionada en el segundo párrafo está detallada en el Midrash y se refiere a dos impulsos opuestos: nuestro deseo ontológico (esencial) de conectar con nuestro Creador y las necesidades, impulsos y deseos de nuestro cuerpo de someterse a los impulsos sensoriales que pugnan por dominar nuestras emociones.

Justamente Yesod es la esfera celestial donde la actividad sacerdotal del Mesías transfiere luz a Malkut (la Tierra), pero somos nosotros mismos los que determinamos con nuestras acciones cuanto recibiremos de Él desde esa dimensionalidad celestial (Yesod). Recordemos y aceptemos que nuestras acciones son las que hacen que la zona de Yesod se contenga o que fluya. Pues bien, la energía de esta semana nos ayuda a aprender a evitar que Yesod se contenga. Comprenderemos que estar asociados con Yeshúa HaMashiaj permite que el chorro de Yesod se abra y todo lo que suceda en consecuencia sea siempre milagroso. 

¿Qué más podemos pedirle a la vida? Todo lo que queremos es construir el Paraíso (Gan Edén) en la Tierra. Hacer descender el Cielo a nuestro mundo (Mateo 6:10). Pues bien, esta porción es la que nos da esa materia prima para que descienda el Cielo en todos los aspectos de nuestra vida (amor, familia trabajo, dinero, salud, etc.). Yesod es el almacén de todo lo que podemos desear, así que para cerrar la distancia que tenemos con él, tenemos que eliminar el caos de nuestra vida. ¿Cómo? Removiéndolo, y esto requiere mucho valor, porque a veces es muy doloroso. El dolor de esta lucha cotidiana de colisión para fusión lo describía el apóstol Pablo, cuando a los romanos les decía:

«¡Miserable de mí!

¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesús, el Cristo Señor nuestro.

Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Torah de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.»

(Romanos 7:24-25)

Por ello, en esta semana estaremos conectados a la gratitud al Eterno por habernos dado a Yeshúa quien demostró en su propio cuerpo con unir los dos planes de la existencia desde el correcto uso de su esencia: ser Deseo. Así lograremos que nuestro cuerpo (instrumento propio de Malkut) sea utilizado por el Espíritu Santificador de Yahvéh para ascender todo lo material hasta sublimarlo con lo celestial.

Debemos saber y aceptar que en Malkut (el cuerpo) es donde nuestro mundo psicoemocional (hebreo Zeir Anpin) se materializa. Tenemos muchos rincones oscuros, muchas sombras del pasado que, consciente o inconscientemente, ocultamos en lo profundo de nuestra psiquis. Entendemos, por los experimentos de las neurociencias, que esto funciona como un mecanismo de protección, está bien, pero que saber y aceptar que no porque escondemos nuestros traumas y frustraciones, ellos no nos están corroyendo por dentro. Por ello, muchas disciplinas de las ciencias de la salud, en su apertura holística, aseguran que las enfermedades son la purga de esas emociones no sanadas. Arrastramos traumas infantiles toda la vida sin poder sanarlos conscientemente, y, a veces, eso desata una enfermedad mortal, como el cáncer. Yo sé que nadie quiere sufrir, pero el dolor debe salir a través del trabajo espiritual o por medio de una enfermedad.

Malkut es puro deseo egoísta (ratzón atzmut) y por cada deseo hay una vasija. Cuando un espacio de la vasija está ocupado con una situación no resuelta, esto es igual a una vasija cerrada como una nuez. La Luz Infinita no tiene manera de penetrar. Por tanto, esa nuez hay que romperla, y es eso lo que duele (en el idioma paulino, a esto se le llama «castigar el cuerpo» – ver 1 Corinitios cap. 9 vers. 27). Salir de un trauma duele porque para el subconsciente es como si fuera un hijo y ha vivido con él durante años (es lo único que conoce). Nos cuesta romperlo porque lo desconocido causa miedo.

Te invito, estimado lector, a que imagines que cada problema o dolor que se te presenta es una nuez que vas a romper. En cuanto se rompe, sentirás la tristeza, el dolor, llorarás… pero debes saber que estás en el proceso verdadero de acercarte a Yeshúa como Salvador. Ese proceso de sanación es la semilla de la nuez que te estás comiendo y digiriendo, pero una vez que termine, te queda el espacio para que la vasija se llene de Luz mesiánica. Ella es simple y tiene una sola programación: dar. No puede haber una vasija vacía, porque en cuanto el espacio esté disponible, enseguida se llenará de Luz.

Justamente de esto se trata el proceso de salvación que el Eterno ha realizado con sus llamados, tal y como lo describe el apóstol Pablo al escribir:

«Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó…»

(Romanos 8:30)

Es decir que a través de Yeshúa HaMashiaj hemos escapado del mundo sensoro-emocional en donde habita el miedo limitante, la ira y el sentimiento de ser una víctima (emociones estas que nos bajan la frecuencia), para ir a la cabeza, que son los niveles superiores intelectuales que conectan con las dimensiones de Yesod; las zonas donde todo le es posible al que cree (Marcos 9: 23).

En esta semana seremos capacitados por el Espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) para entender que nuestra propia naturaleza reactiva que siempre busca detenernos, volvernos lentos o paralizarnos psíquica y emocionalmente, se vale del mecanismo de la víctima como la principal herramienta del cuerpo, para evitar los cambios que anhelamos a hacer, y que a ese nuestro satán no le gustan nada. La naturaleza corpórea rechaza los cambios porque ello incluye una actividad psíquica, emocional, química o celular nueva, que terminará produciendo un movimiento interno de conexión con la energía de la vida eterna (es decir, una vida con la calidad del Eterno); y el cuerpo, por causa del pecado, tiene implícito una memoria de muerte, porque constantemente se está regenerando, es decir, una parte nuestra muere y otra renace, por lo tanto debemos encontrar una manera diferente que nos llevará a un verdadero cambio y transformación, es por eso que se ha revelado públicamente el yugo de Yeshúa, que están provocando que cada día despierten más varones y mujeres, salgan de la zona de la Gran P… (Babilonia) y acepten hacerse sus discípulos a fin de sanar sus almas hasta lograr unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo. Así cuando los redimidos logran su misión en plenitud uniendo Cielo y Tierra, el Nombre de YHVH es santificado y se activa produciendo un flujo de milagros en la fisicalidad.

Anhelo que te interese caminar conmigo en estos seis días de ascensión y promoción mesiánica.

Shalom!

 

José y Su Nuevo Nombre: Zafnat Panea

Por P.A. David Nesher

 Vayikra Far’oh shem-Yosef Tsofnat Paneaj vayiten-lo et-Osnat bat-Poti Fera kohen On le’ishah vayetse Yosef al-erets Mitsrayim.

«Y Parhó llamó a Iosef “Tzafenat Paneaj”, [“Interpretador de mensajes crípticos”] y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera [Potifar], ministro de On. [Después], Iosef salió por la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:45)

 

La civilización egipcia era tan antigua como el tiempo. Los egipcios eran descendientes de Mitzraim, uno de los nietos de Noé. El Faraón era conocido como el Rey de las Dos Tierras porque Egipto estaba dividido en dos grandes zonas: El Alto y el Bajo Egipto. La producción de trigo de esa nación era inmensa, tanto que siglos después se convertirá en el granero del imperio Romano. Estaba repleto de grandes matemáticos, arquitectos, músicos y las calles de sus ciudades rebosaban de mercaderes, malabaristas y muchas prostitutas. Un ejército de médicos mantenía a raya la malaria. Los científicos modernos desconocen que técnicas usaban o de qué medicamentos se valían pero eran bastante eficaces para combatir esa enfermedad. La magia era el pan nuestro de cada día al igual que las sectas esotéricas. Y allí estaba, el bisnieto de Abraham, descendiente de Sem, el hebreo Yoséf… el esclavo con el don divino de interpretar sueños. Allí estaba, de pie frente al hombre más poderoso del mundo que ellos conocían, el Parhó (Faraón), quien le daría una esposa y un nuevo nombre: Zafnat Panea (hbr. Tzafnat Panéaj)

Yoséf se casó con Osnat (Asenat), hija de Poti-Fera. Hay diversas opiniones sobre este Potifera; algunos intérpretes piensan que es el antiguo amo de Yoséf (Potifar), si así fuere, esta es la ironía del destino; Egipto era el país de las castas y de las jerarquías, de los faraones y los esclavos, donde toda mezcla sanguínea con seres de inferior rango eran repudiados. Ahora el gran cortesano de Egipto, Poti-Fera debía entregar a su propia hija al esclavo hebreo. Por otra parte, la mujer de Potifar entregará a su hija al hombre que ella deseaba para sí, y deberá elevar al hombre a quien envió a una tenebrosa prisión. En síntesis, las ruedas del destino giran prontas y misteriosamente, y todo lo absurdo empieza a acontecer. De este modo, el siervo se convierte en amo, y el amo se prosterna ante el siervo.

También encuentro honesto contarles que debido a que a los rabinos no les gusta el hecho de que Yoséf tuviera una novia gentil, entonces aplican una leyenda que dice que Asenat era realmente la hija de Dina y Siquem. Ellos enseñan que ella fue expulsada de la casa de Yaakov avinu,  abandonada en la frontera de Egipto, y entonces, supuestamente fue adoptada por Potifera sacerdote de On y su esposa, para finalmente casarse providencialmente con Yosef.

Desde el momento en que Yoséf subió al poder, se propuso desarraigar el mal social y convencer a los egipcios de que llevasen una vida moral más sana y más pura.

YOSÉF ES TZAFENAT PANEAJ

Tzafnat Panéaj” (צָפְנַת פַּעְנֵּ ח) Es el nombre que Faraón dio a Yoséf al ungirlo como gobernador de Egipto. Esto de cambiar el nombre corresponde a una costumbre de la nobleza egipcia y, a veces también a la usanza hebrea (ver Núm 13: 16).

No es un nombre importante, sin embargo, se le dio con el propósito de distinguirlo a causa de su especial don.

Para Faraón el título quiere significar “revelador de cosas ocultas”, o “el que descifra misterios”.

Según Rashí y Flavio Josefo, el nombre Tzafnat Panéaj significa “revelador de misterios”. Tzafnat podría derivar de la raíz tzafán, que significa “esconder”, “ocultar”. La versión LXX (Setenta) y la versión Copta tradujo este nombre como “salvador del mundo”.

Este cambio de nombre tuvo su importancia en el posterior desarrollo de nuestra historia ya que contribuyó a disimular la identidad de Yoséf cuando sus hermanos llegaron a Egipto.

Para algunos judíos, el significado viene a ser: “¿Quién es capaz de descifrar lo que hay oculto tras esta máscara?»

Lo más probable es que el significado del nombre sea «Dios habla y vive«, refiriéndose a la Palabra de Dios viniendo a través de Yoséf, asegurando la preservación del país, por medio de métodos celestiales. Todo esto porque Yoséf demostró con su vida que Dios vive y habla y que sería la salvación de Egipto, de Israel y las naciones vecinas. Con este nombre, el Parhó (Faraón) reconocía en Yoséf a un hombre que reflejo que Dios existe y quería salvar a la humanidad de toda destrucción que el caos ocasiona.

Hoy, para nosotros el mensaje es bien fuerte. Este mundo que esta por perecer necesita de cada uno de nosotros, los redimidos. Sí necesita de usted que ama la Torah, y es un hijo primogénito en Yeshúa. El mundo necesita que usted le refleje que hay un Dios que Vive y habla. El Eterno uso a Yoséf para salvarlos. Él también lo usará a usted si  acepta el desafío. Ese es su propósito de estar vivo aquí y ahora.

TIPOLOGÍA MESIÁNICA.

Así como Yoséf adquirió una identidad pagana (egipcia), Yeshúa por su parte fue secuestrado y desfigurado; se lo romanizó y luego cristianizó. La eclesiástica cristiana le dio un sobrenombre latino: “Jesucristo”. Pero todo esto no es más que un antifaz que le colocaron en su rostro para que no se le identifique como lo que es, un hijo de Israel que observó la Torah y que llegó a ser reconocido como Mashíaj por millares de su nación, durante los dos primeros siglos de la Era Común.

¿Significará esto que nuestros hermanos yehudim (judíos) de nuestra época podrán descifrar lo que “hay oculto tras la máscara” del nazareno Yeshúa? En un primer momento, los hermanos de Yoséf, estando aún frente a él, no lograron reconocerlo; sin embargo, fue hasta la segunda entrevista que les fue revelada la identidad de su hermano.

Mashiaj Ben Yoséf, Mashiaj Ben David y Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret)… ¿Quién es Quién?

La vida de Yoséf hijo de Yaakóv/Yisrael es sumamente interesante y reveladora de códigos mesiánicos. A través de toda su vida, el Eterno nos traza un mapa u hoja de ruta que nos muestra profundamente por medio de sombras o tipos las pautas proféticas de una Esposa (la nación de Israel) y su Amado, el Mesías. En primer lugar, se revelan los sufrimientos del pueblo de Yisrael es decir de lo que sucedería a sus descendientes, como nación, división y posterior exilio de las denominadas “Ovejas Perdidas” y su futura exaltación En segundo lugar, aparecen encriptados las características de los sufrimientos del Mashíaj ben Yosef y del glorioso enaltecimiento como Mashíaj ben David, sobre Mashíaj Ben Yosef es el que profundizaremos. Analicemos un poco este paradigma.

En su primera aparición puede decirse que Yeshúa se manifiesta como «Mashíaj ben Yoséf». Entiéndase bien: dicha expresión no significa que sea un descendiente genealógico de Yoséf sino más bien es su «figura mesiánica».

Para el judaísmo ortodoxo, Yoséf es una sombra mesiánica del Mashiaj. Del mismo modo en que Yoséf fue puesto como jefe de todo Mitzrayim (Egipto) y solo Faraón estaría por encima de él, asimismo el Mashiaj, en la Era Mesiánica será el supremo gobernante de las naciones solo por debajo de Yahvéh, HaKadosh Baruj Hú (El Bendito Sea), es decir, Yeshúa será el Virrey de todos los pueblos y el Eterno Rey será Yahvéh.

Como es bien sabido, las características del «Mashiaj ben Yoséf» y las de «Mashiaj ben David» son distintas; «Mashiaj ben Yoséf» es el “siervo sufriente” descripto por el profeta Yeshayah (Isaías) en sus cap. 53 y también por el profeta Zejaryah (Zacarías) en el cap. 12 vers. 10. En cambio, «Mashiaj ben David», ha de venir después, no como siervo, sino como poderoso rey, guerrero y conquistador que habrá de terminar con la impiedad en el mundo. Así pues, según registra el Talmud, existen dos clase de Mesías.

Otra opinión es que hay un solo Mesías con característica dual. Sin embargo, estos dos Mesías están totalmente implicados con la liberación del pueblo de Israel del exilio (las dos Casas de Israel), lo que daría paso al tan esperado Tiempo Mesiánico. Dos roles mesiánicos que describen a un mismo ungido. Por lo tanto, no son dos Mesías, sino uno solo con dos roles o misiones a cumplir.

Naturalmente, nuestros hermanos judíos rechazan categóricamente a Yeshúa el nazareno como Mashiaj de Israel porque se le ha interpretado bajo una falsa identidad, una identidad totalmente antijudía; la versión de la eclesiástica romana (como Yoséf que siendo hebreo se le dio una identidad egipcia y el nombre de “Tzafenat Paneaj”, cap 41:45), y en su lugar, el mundo judío ha ungido a un sinnúmero de candidatos que, finalmente resultaron no ser el Mashíaj prometido. Un registro de algunos de estos Mesías lo encontramos en la Enciclopedia breve del Judaísmo:

«Ungido. En la Escritura este término se refiere a los reyes, sumos sacerdotes y a cualquier individuo que tenga una misión divina. Después del exilio, la visión profética del Reino de Dios se asoció con la reunión de Israel bajo un descendiente ungido de la Casa de David […] Durante este período aparecieron varios falsos Mesías, incluyendo a Jesús al que los judíos no aceptaron porque no cumplía las profecías de redención mesiánica contenidas en la Biblia hebrea. En el siglo II, Simeón Bar Kojba fue considerado mesías. En el siglo V un pseudo mesías, Moshé, apareció en Creta. Otras figuras mesiánicas fueron Abu Issa Isfahani (siglo VIII), Serene (siglo VIII), Yudghan (siglo VIII), David Alroy (siglo XII); Abraham Abulafia (siglos XI-XII), Moshé Botarel (siglo XIV), Asher Lambein (siglo XVI), Shelomó Molcho (siglo XVI), Shabetay Tsebi (siglo XVII) y Yacoob Frank (siglo XVIII)…» [Enciclopedia breve del Judaísmo. Pág. 155].

Tan solo, en Israel, desde el año 6 a. E.C. hasta el 66 D. E.C., en un lapso de 72 años, casi cada tres años aparecía un personaje con características mesiánicas. Ello arroja un número de 24 pretendientes a Mesías (en las fechas citadas). Así pues, durante un par de milenios, el mundo judío ha dicho de muchas personalidades “este es nuestro Mesías”, pero se han equivocado rotundamente. Por otro lado, igualmente se ha dicho: “Yeshúa no es el Mesías”. ¿No estarán errados también? Un comentario muy interesante nos lo comparte el historiador Mario Sabán:

«…La creencia mesiánica en un Mesías determinado no hace que el judío deje su Judaísmo. Existieron a lo largo de la historia, judíos que no abandonaron el Judaísmo, pese a seguir a un Mesías determinado. David Moljo o Shabetay Zvi son dos claros ejemplos de judíos que se autoproclamaron “Mesías” y sus seguidores no abandonaron el Judaísmo. A la muerte de ellos, en algunos casos se formaron sectas divididas del tronco central judío, sin embargo la mayoría judía mesiánica de estos movimientos no dejaron de cumplir con la Torah…» [“Judaísmo de S. Pablo”. Pág. 161].

Volviendo a nuestro tema, el hecho de que los hijos de Yaakov no reconocieran a Yoséf en su primera estancia en Egipto sino hasta que ellos regresan con Binyamin (Benjamín), es un indicador de que al Mashiaj no le reconocerían en su primera aparición sino en la segunda.

¿Estará listo el mundo judío para aceptar a Yeshúa HaNotzrí? Veamos la opinión de un judío de este tiempo que mira con simpatías al Rabino Yeshúa:

«… ¿Y si la “segunda venida del Señor”, proclamada por el cristianismo, coincide con la llegada del Mesías para el judaísmo…»?

[Raíces judías del cristianismo, pág 313. Mario Sabán]
No hay duda que estamos en los últimos tiempos y que el judaísmo actual, en todas sus facciones, se está preparando para la llegada del Mashiaj, sea quien sea.

Cabe poner en relieve que, solo hasta que los 11 hermanos (las once tribus), estuvieron de pie delante de Yoséf (el hermano nº 12), es decir, una vez que las tribus estuvieron completas (como lo veremos en la siguiente sección «Vayigash»), es que Yoséf finalmente es identificado y reconocido como su hermano perdido; el hermano rechazado, pero que también fue odiado por ellos, negado, olvidado y finalmente vendido a extranjeros. Ahora, teniendo en cuenta esta tipología, meditemos juntos: ¿acaso Yeshúa no ha despertado también este tipo de sentimientos entre sus hermanos judíos?

En la sección Vayeshev vimos que la acción de hermanos contra Yoséf, es semejante a la actitud religiosa que existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico; evitar mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (ישוע הנוצרי ), modificándolo –omitiendo la letra final, “ayin” (ע)-, quedando solo las consonantes Y, Sh, V, (ישו : “Yeshé”), que es un título/acróstico que se emplea despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro”, (“que su recuerdo y nombre sean borrados”).

Por eso, en una escena de la siguiente Parashá («Vayigash»), veremos que ahí están todas las tribus, los hijos de Yaakov, incluidos los hijos de Yoséf, Menashé y Efrayim. Lo mismo ocurrirá con Yeshúa cuando se revele a los suyos en su segunda oportunidad; entonces será «Yeshúa Mashiaj ben David», y toda la Casa de Israel (las tribus perdidas), estarán aglutinadas en torno a él, como cuando Israel se sujetó bajo el gobierno del rey David.

Es interesante saber que entre los mismos rabinos judíos ha habido por siglos diferencias en el intento de entender los detalles acerca de las Escrituras que señalan al Mesías, pero el hilo conductor que tienen en común es que consideran al Mesías con dos cumplimientos y/o roles Mesiánicos separados por una distancia de tiempo.

Nosotros creemos que Yehoshúa (Yeshúa) Mashíaj, cumplió el papel de Mesías ben Yosef en el primer siglo y que volverá para ejercer el papel de Mesías ben David en nuestros días de acuerdo a las señales que estamos viendo.

¡Yosef pasó De Mesías a Visir! (El Faraón Eligió a Yosef como Virrey)

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Par’oh el-avadav hanimtsa kazeh ish asher ruach Elohim bo.

Vayarkev oto bemirkevet hamishneh asher-lo vayikre’u lefanav avrej venaton oto al kol-erets Mitsrayim.

«Dijo Parhó a sus sirvientes:

“¿Podrá, acaso, ser hallado otro hombre como éste, en quien se encuentre el espíritu de Elokim?”…

Y lo hizo subir en su segunda carroza y proclamaban ante él:

“¡El Virrey!”.

Así, lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:38 y 43)

 

Yoséf ha pasado desde lo más bajo hasta lo más alto, pero tomó 13 años para que esto sucediera. Para los del exterior, el empoderamiento de Yoséf parecía un”éxito repentino”, pero duró más de trece años en la fabricación.

Antes de salir de la prisión Yoséf tenía apenas el control de los reos, pero jamás imaginaría que después de abandonar definitivamente ese lugar tendría control sobre el poderoso Imperio de Egipto. Yoséf es un buen ejemplo de un hombre que parecía tener todos los dones y talentos para el liderazgo, pero el Eterno debía desarrollar primeramente el carácter mesiánico durante muchos años. Dones y talentos pueden ser impresionantes e inmediatos, pero el carácter de un ungido (mesías) es lo que el Eterno busca y siempre toma tiempo para desarrollarlo. Yoséf había aprendido la obediencia y así logró ser fiel en todas las pequeñas cosas que Yahvéh le había enviado; Yoséf ahora se convertiría en gobernador de toda la tierra de Egipto bajo el Faraón.

Parhó (Faraón) nombra a Yosef como Virrey de Egipto. A pesar de todo, Yosef poseía una muy buena imagen; tenía un porte distinguido y no se parecía en nada a los esclavos comunes. Pero esto despertó la envidia y celos del resto de los ministros del palacio quienes objetaron la decisión del rey. A Yoséf se le aplicaron diversas y complicadas pruebas las cuales superó de manera exitosa.

Yoséf tendría plena autoridad para llevar a cabo su plan. Esta sería la tercera casa en la que Yosef fue colocado. Fue de la casa de Potifar a la cárcel, y de esta, a la casa de Faraón. La única cosa que no le fue permitido poseer a Yoséf fue el trono de Faraón. Por lo tanto, la relación de Yoséf con el Faraón es paralela a su relación con Potifar. Sólo la mujer de Potifar estaba prohibida a Yoséf mientras que el Faraón solamente retuvo su trono.

«Y Faraón dijo a José: He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.»

(41:41)

Entonces el Faraón vuelve a enfatizar lo que acababa de decir. Así como Potifar levantó a Yoséf para estar a cargo de su casa, y al igual que el jefe de la cárcel lo puso a cargo de la prisión, el Faraón lo levantó para estar sobre toda la tierra de Egipto. La frase: te pongo sobre toda la tierra de Egipto, literalmente, significa: «y todo mi pueblo será obediente a usted, o toda mi gente va a besar la tierra en sumisión a ti«. Las funciones del visir o primer ministro eran críticas y variadas. Él tenía el control total del gobierno, fijar y recaudar los impuestos, designar los funcionarios, controlar la obra pública, construir nuevos monumentos, supervisar el cementerio real, mantener los registros y el suministro de alimentos. En otras palabras, era su responsabilidad asesorar a Faraón y velar por que el país funcione sin problemas.

Según los sabios la palabra hebrea “avrej” traducida aquí por virrey, significa «arrodillarse«, «consejero«, o «amigo principal«. En este caso la expresión quiere decir: “Este es el maestro del rey”, es decir, que así Faraón está presentando a Yoséf ante todos sus súbditos. Ahora Yosef no solo recuperaba su dignidad sino que llega a superar su posición anterior.

De esta forma Yoséf sale de los sucios calabozos para ascender de manera directa al trono de Egipto en calidad de Virrey (el segundo puesto después de faraón).

Faraón lo pone por sobre toda la tierra de Mitzrayim (Egipto) dándole su anillo de sellar y vistiéndole con finas ropas de lino, colocándole asimismo un collar de oro en su cuello. Enseguida lo transporta en su segundo carro y todos proclaman delante de él “¡Avrej!” La palabra abrej puede dividirse en dos partes:

▶ las letras jaf y bet suman veintidós, igual que la cantidad de letras con las cuales está escrita la Torah.

▶ Las letras reish y bet forman la palabra a rab (rabino _ maestro), dando testimonio de que a pesar de que Yosef actuó con humildad, su sabiduría era muy grande, tal como corresponde al carácter de un rabino.

¡Maravillosa enseñanza para nuestra alma! Así es como opera la Salvación del Cielo, primero, pareciera que no le ocurre nada positivo a los hijos de Dios, pero en un segundo, les sobrevienen las recompensas más grandiosas.

¿A Quién le Cuentas tus Sueños?… (José interpreta los Sueños de Faraón)

Por P.A.  David Nesher

«Entonces habló Faraón a José:
En mi sueño, he aquí yo estaba en pie a la orilla del Nilo, y he ahí, del Nilo subían siete vacas gordas y de hermoso aspecto que apacentaban entre el junco. Pero, he ahí, tras ellas subían otras siete vacas de mal aspecto y enjutas de carne, como no había visto en toda la tierra de Egipto. Y las vacas flacas y malas devoraron a las siete primeras vacas gordas, y éstas entraban en sus entrañas, pero no se notaba que hubieran entrado en sus entrañas, porque su apariencia era tan mala como al inicio.
Luego, desperté. Entonces desperté con problemas.
Después vi en mi sueño que siete espigas llenas y buenas brotaban de un mismo tallo. Pero, he ahí, siete espigas marchitas, menudas y resecas por el viento oriental crecían después de ellas, y las espigas menudas devoraban a las siete espigas buenas.«

(Bereshit/Génesis 41: 17-24)

 

El alma del Faraón (Parhó) estaba agitada pues no le cabía duda que una doble visión onírica de tal claridad y tan semejante, indicaba por fuerza algo que iba a ocurrir. Por lo pronto el narrador nos muestra con gran plasticidad el camino equivocado por el que al principio el Faraón iba, cuando erróneamente suponía que el conocimiento de las cosas futuras era un arte humano accesible a una determinada ciencia mántica (adivinatoria). Error que resulta especialmente ostensible en la interprelación le dirige a Yoséf, llevado ya a su presencia. Leemos que en su frustración, el Parhó (Faraón) dijo: «lo he referido a los magos, pero no hay quien me lo interprete» (41:24). Era una creencia común en Egipto (Mitzraim), que los dioses se comunicaban a través de sueños. Los egipcios creían que cuando los sueños se repetían o llegaban en dos juntos estos eran especiales, por lo que se determinó en conseguir alguna ayuda,  de modo que hizo llamar a «los magos (hebreo: jartumim) de Egipto, y a todos sus sabios» para que interpretaran su sueños. Los jartumim eran los encargados, mediante secretos milenarios de la magia cusita (fundada por Cus, padre de Nimrod) de explicar los sueños. Los magos y adivinos conservaban diferentes interpretaciones de los sueños del pasado en libros de sueños, que eran supuestamente fiables. Por ende, lo que Faraón está reconociendo frente a Yoséf es que los dioses de Egipto, los sabios y los magos eran incapaces de interpretar los sueños del Faraón, y por lo tanto eran impotentes también de hacer frente a los próximos problemas que los sueños sugerían.

Por esta razón, nos encontramos ante un pasaje de importancia teológica programática; la diferencia entre la adivinación profesional de los agentes reptilianos (abocada al fracaso) y la iluminación carismática que no precisa técnica alguna, queda fuertemente subrayada. ¡La ciencia de los hombres siempre será eclipsada por los dones que el Eterno otorga a los suyos!

«¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?«

(1Corintios 10: 20)

Entendamos y aceptemos que Yoséf tiene una cosmovisión muy distinta a la de los egipcios en cuanto al valor de los sueños. Según el Talmud, en la revelación de la Torah los sueños, muchas veces son un medio de comunicación de Yahvéh con las personas (algunas), pues está escrito:

«Aunque esconda mi rostro a Israel, me comunicaré con él por medio de los sueños»

(Jaguigá 5)

Es también muy interesante remarcar aquí que los sueños importantes en la vida de Yoséf siempre parecían venir de dos en dos. En primer lugar, él mismo tuvo dos sueños (37:5-9); luego él interpretó los sueños del copero y el panadero (40:1-23); y ahora, el Faraón, rey de Egipto, tuvo dos sueños. Aún así, los sueños del Faraón sucedieron dos años después de su interpretación de los sueños del copero y el panadero. Al final de dos años exactos, sucedió que Faraón soñaba. Y he aquí estaba en pie junto al Nilo (41:1).

Según lo relata el Midrash, Faraón empieza a contar sus visiones a Yoséf pero ocultaba detalles para ver si éste conocía en realidad sus sueños. Naturalmente, Yosef se percataba de los intentos del Faraón por despistarlo, entonces Yosef le rectificaba diciendo: “has visto esto y esto”, [Midrash, Miketz]. Por ello, es que notamos que salieron más detalles del sueño en el segundo relato. Cuando las vacas flacas habían comido las vacas gordas, ellas mismas no sé hicieron gordas.

Ver una vaca comiendo pasto es normal, pero vera una vaca tragándose a otra, sí que genera algo de terror. En el caso del sueño del Faraón, la clave de la interpretación no estaba en las vacas y espigas en sí, sino en la gordura y flaqueza de éstas (ver Rashí, vers. 2). Siendo los egipcios la nación más poderosa de ese tiempo, el granero del mundo, era imposible imaginar que tendrían que enfrentarse a una terrible escasez.

Yoséf discernió el significado del sueño del Faraón tan rápido como había discernido el del copero y del panadero. Entonces Yoséf dijo a Faraón:

«Los sueños de Faraón son uno solo»

(41:25)

«Los dos sueños del Faraón tienen el mismo significado«. Parece que el rey de Egipto ya lo había sospechado (41:17-24), y ahora Yoséf lo confirmó pero en el Nombre del Eterno.

Las siete vacas y siete espigas de trigo representan cada uno siete años. Los cuatro símbolos eran realmente dos conjuntos de siete años. Las siete vacas buenas son siete años, y las espigas buenas son siete años. El sueño es uno solo.

«También las siete vacas flacas y de mal aspecto que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas menudas y resecas por el viento oriental significan siete años de hambruna.»

(Génesis/Bereshit 41:26-27)

Habrá siete años de abundancia y luego de siete años de escasez y hambre. Yoséf enfatiza claramente la hambruna de siete años más que los siete años de abundancia. Con eso dejaba bien claro que los años de hambre serán tan malos que los buenos años serán olvidados. ¡Los años de escasez consumirían todas las reservas hechas durante los años de abundancia! Así pues, Yoséf entrando en detalles dijo:

«He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Después de ellos, se levantarán siete años de hambruna, y toda la abundancia en la tierra de Egipto será olvidada, y la hambruna consumirá el país.»

(Génesis 41:29-30)

Yoséf sabía que el asunto estaba completamente en manos de Yahvéh. El Eterno tenía un propósito para el sueño, un propósito en su elección del el momento, un propósito por el hambre, un propósito para tener a Yoséf en la cárcel y un propósito para todo lo que Su voluntad perfecta hiciera con la historia humana a fin de implantarle la Simiente de la Historia de la Salvación.

Faraón había visto las siete vacas gordas que salían del río Nilo, que era la línea de vida de Egipto. Debido a que Egipto no tiene prácticamente lluvias durante todo el año, se basa en la inundación del Nilo para abastecer de agua a sus cultivos. Durante los primeros siete años las aguas del Nilo desbordarán sus riberas y habrá mucha tierra fértil, pero durante la hambruna disminuirán y no se producirá ninguna inundación.

Esta hambruna afectaría a la reputación de los dioses egipcios. El dios Osiris, representado como un toro, era el dios del Nilo. También, y por sobre todo, afectaría a la diosa Isis, que fue descrita como una vaca, (ella era la forma egipcia de recordar a Semirámis, la esposa de Nimrod). En Siria, era llamada Ishtar. En Fenicia, fue llamada Astarté. En Grecia, era Afrodita. En Roma era Venus, pero en Egipto, fue llamada Isis. Ella era la diosa-reina que era adorada por tener el poder sobre la vida y la muerte. A ella rezaban como fuente divina de la fertilidad y de la sabiduría, invocándola con el título de Reina del Cielo.

«En cuanto a la repetición del sueño a Faraón dos veces, es porque el asunto está determinado por Elohim, y Elohim se apresura a ejecutarlo.»

(Génesis 41:32)

La interpretación de Yoséf era una refutación de la visión del mundo de Faraón (Parhó), y una confirmación para el rey. Faraón era adorado como dios en la tierra de Egipto, pero Yoséf presentó al rey una realidad diferente. Sólo Yahvéh era divino y Él había revelado los eventos que estaban a punto de ocurrir a Faraón. El soberano egipcio sólo podía responder a lo que Yahvéh Elokim ya había puesto en marcha. Qué escena irónica, un esclavo hebreo que explica el funcionamiento del Dios verdadero al poderoso Faraón de Egipto (ya los años de prisión lo habían preparado en mente y emoción para ese momento).

Yosef había interpretado correctamente los misteriosos y perturbadores sueños del Faraón. Eso significaba que la tierra de Egipto se dirigía hacia problemas. ¿Cómo haría el Faraón al respecto? El pueblo egipcio tenía una buena vida. Pero ¿cómo iban a reaccionar cuando llegara la hambruna? ¿Lo culparían ellos a él? ¿Iban a perder ellos la fe en sus dioses? ¿Habría una revolución? Sobre todo si este Faraón era un miembro de la odiada dinastía de los hicsos, pensamientos como éstos deben haberlo molestado enormemente.

Aquí es cuando Yoséf muestra su audacia y su don de administración. Él continuó hablando y sugirió que los egipcios debían tener un plan para enfrentar el hambre venidera. Dijo:

«Actúe Faraón, y designe superintendentes sobre el país, y quinte la tierra de Egipto (o un impuesto del veinte por ciento) en los siete años de abundancia.»

(41:34).

Ningún administrador responsable presentaría este tipo de noticias, sin que también sugiera un plan para enfrentar la crisis que viene. Su sagacidad aconsejó al rey aplicar un impuesto de aproximadamente una quinta parte del producto de la tierra durante los años de abundancia. Eso sería duplicar el impuesto habitual en grano, que normalmente era un diez por ciento. Para que ellos recojan toda la provisión de estos buenos años que vienen, y almacenen el grano bajo la mano de Faraón y lo guarden en las ciudades para sustento (41:35).

En su argumento convenció al soberano egipcio que esta cantidad, considerada como impuesto, no sería muy gravosa, si se tiene en cuenta que se trataba de años de una abundancia excepcional; considerado como una medida fiscal, resultaba beneficioso en comparación con lo que podemos suponer que había sido anteriormente un sistema de tributación arbitrario, que en realidad era una exacción tiránica; al mismo tiempo que impedía la destrucción del pueblo. Finalmente, a la luz de una modificación superior, es muy notable que esta proporción de dar, por parte de los súbditos de Faraón, llegar a se posteriormente la base de lo que Yahvéh pidiera a Israel, como su rey celestial (maazer o diezmo).

He aquí un gran secreto de la mayordomía celestial. Yoséf ofreció a Faraón un Plan de Supervivencia para los siguiente catorce años. La única manera de prevenir la hambruna era por medio de una planificación cuidadosa que garantizara la calidad total de vida para todo los habitantes del reino. Sin esta planificación responsable de los bienes para combatir la escasez y el hambre, Egipto hubiera pasado de la prosperidad a la ruina. Lamentablemente, conozco a muchos redimidos que se congregan alrededor de mis enseñanzas, a quienes se les hace innecesario los planes detallados. Es más, hasta se aburren ante la idea de planificar. Pero lamentablemente, la Torah revela que planificar es una responsabilidad propia de la dignidad humana, no una opción.

Yoséf pudo salvar a toda una nación y territorios vecinos al transformar en planificación eficaz lo que el diseño del Eterno le había revelado. Así las acciones prácticas o implementación de cada pauta estratégica logró el dominio del tiempo, convirtiéndolo en oro sobreabundante para el reino. Del mismo modo, estamos llamados a tomar las circunstancias del tiempo para provocar en ellas eventos económicos milagrosos, producto de las acciones prácticas que surjan de la planificación excelente de los recursos que ya el Eterno nos ha entregado.

Todo esta maravillosa expansión económica fue posible para aquella civilización, gracias a que el Faraón supo a quien contarle su sueño. Así mismo, todo milagro económico en tu vida dependerá de tus sueños y especialmente de a quién se los cuenta. ¡Ten mucho cuidado a quién le cuentas un sueño, porque su interpretación puede que se cumpla!

Las “Tribus” Venden a Yosef y pretenden llamarlo «Yeshú»

Por P.A. David Nesher

Vayeshvu le’echol-lechem vayis’u eyneyhem vayir’u vehineh orchat Yishme’elim ba’ah miGil’ad ugemaleyhem nos’im nechot utsri valot holchim lehorid Mitsraymah. 26) Vayomer Yehudah el-echav mah-betsa ki naharog et-achinu vechisinu et-damo.

«Luego se sentaron a comer pan, levantaron la vista y vieron una caravana de ishmaelitas que venían de Guilead cuyos camellos transportaban especias, bálsamos y aristoloquia [hierba medicinal de raíces aromáticas], que llevaban a Egipto.
Entonces dijo Yehudáh a sus hermanos.
“¿Qué beneficio tendremos de matar a nuestro hermano y encubrir su sangre

(Bereshit/Génesis 37:25-26)

Hemos estudiado como Yosef (José), el hijo favorito del patriarca Yaakov, en la flor de la edad, es separado de la casa paterna y de su tierra natal. Yosef es vendido por las “tribus” (sus hermanos), a unos extranjeros, al que más tarde abandonan en medio de una nación depravada, mientras sus hermanos, en casa, tratan por todos los medios de hacer olvidar hasta, si es posible, su nombre.

Ahora bien, desde un plano profético-mesiánico, y entendiendo que Yosef con su vida es una representación del arquetipo celestial Yeshúa HaMashiaj, debemos discernir que esta acción de los hermanos contra Yosef, para que sea olvidado su nombre, es semejante a la actitud religiosa que hoy existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico ante nuestro Señor.

Ellos evitan mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret – ישוע הנוצרי), modificándolo a propósito al omitir la letra final, “ayin” (ע), quedando solo las consonantes Yud, Shin, Vav (ישו) que se lee “Yeshú” y es una palabra que el rabinato detractor del SEÑOR usa como un título y/o acróstico empleado despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro” (ימח שמו וזכרו), que traducido es “que su recuerdo y nombre sean borrados para siempre”. 

La obra rabínica «Toldoth Yeshú«, un antiguo tratado medieval, escrito, según algunos en el siglo V después del Mesías, señala que el nombre original del Maestro de Nazaret era Yehoshúa (en griego: Josué) o su variante Yeshúa (español: Jesús). Luego, cuando vino a ser considerado por los líderes judíos como hereje, su nombre fue cambiado a Yeshú como un insulto rabínico deliberado eliminando la última letra de su nombre el sonido que equivale a nuestra “A” para evitar toda implicación del Redentor de la salvación, quedando las tres letras restantes “YeSHú”.

Esas palabras (“Yimaj shemó u´zincro”) adoptan y expanden sacado de los libros del verso “que su nombre sea borrado” (Mishlé/Proverbios 10:7) y de la última frase del Tehilim/Salmos 109:13. Así es como el nombre Yeshú (ישו) el cual lo relacionan al Mashíaj en la forma que cada vez que quiere hacer referencia de él lo hacen de una forma despectiva y humillante

Entonces, el nombre Yeshú se convirtió en un juego de palabras despectivo, en un conjuro en contra del cristianismo romano y bizantino. Siendo bastante común en la literatura polémica medieval hebrea y pueda ser encontrada hasta en el Talmud (SANEDRÍN B. 43) También tenemos, en el Talmud que son cinco las enseñanzas atacadas principalmente (SANHEDRIN 49B).

Sin embargo, como el «humor divino» es insondable y misterioso, esta expresión usada por la mayoría de los judíos actuales esconde una ironía profética maravillosa. Y es que de lo que no se percataron los oponentes del Mesías es que al maldecirlo con este acrónimo y su frase, lo que en realidad estaban haciendo era confirmarlo como Mesías ¿Por qué?

Porque si usamos las cuatro primeras letras de la frase, es decir Yud, Mem, Hei y Shin (YiMáJ SHemó…) cuando se las recombinan forma la palabra hebrea MaSHiaJ (Mem, Shin, Yud, Hei) es decir MESÍAS o CRISTO, es decir el Ungido de Dios.

Como dijera Yosef HaTzadík (José el Justo) a sus hermanos:

Ustedes pensaron hacerme mal, pero Elohím lo cambió en bien
(Bereshít/Génesis 50:20)


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La Sabiduría de José

Por Lic. Laura Arco

«Y dijo (José) a la mujer de su amo:

(…) ¿cómo , pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?«

(Bereshit/Génesis 39:9)

A veces nos encontramos en la encrucijada de negociar con el mundo para conservar aquello que hemos conseguido legítimamente o conservar la amistad del que es el legítimo dueño de todo lo que existe y perder aquellos beneficios.

La sabiduría de José fue permanecer en la convicción de la fe transmitida por Abraham, Isaac e Israel: el temor de Yahvéh.

Ningún hombre puede llamarse sabio si olvida este principio. David ( Sal. 34:9), Salomón ( Ec. 12:13-14), Pablo (He. 13:6) nos marcan el camino del éxito y la prosperidad al instruirnos en el temor y la obediencia solo a Dios, el Eterno.

Al finalizar la aliyah de hoy leemos «porque Yahvéh estaba con José, y lo que él hacía , Yahvéh lo prosperaba«. De ser el mayordomo en la casa de un noble y tener todo el gobierno sobre ella, descendió a la cárcel para ser un prisionero más , carente de toda autoridad y derecho. Sin embargo, su oportuna y sabia decisión fue el salvoconducto que lo convirtió en el hombre de confianza del jefe de la cárcel y volvió a tener autoridad, porque quien se sujeta al Eterno ya es hombre de autoridad y dondequiera que se halle quedará en eminencia.

No era lo mismo la mayordomía de una mansión a la de una cárcel, pero era necesaria esa capacitación para acceder al poder de Egipto. (Para llegar a tener autoridad e idoneidad en un quirófano no basta con ir a la universidad, es necesario pasar y permanecer en la morgue.

Todo se resumen en el gran mandamiento. José amó a Potifar, como no lo amaba su mujer. José sabía que esa honra al amo humano era , en lo terrenal, reflejo de su amor a Elohim. Nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve si no ama a su prójimo que sí ve (1Jn. 4:20).

Hermanos amados, atrevámonos a romper con toda intimidación que el príncipe de este siglo intente contra nuestra prosperidad. Solo temamos a Dios y lancémonos con fe a su eterna y perfecta fidelidad.

Shalom.

Lic. Laura Arco
(Maestra)

El Liderazgo de Yehudah como Intercesor

Lechu venimkerenu la-Yishme’elim veyadenu al-tehi-vo ki-achinu vesarenu hu vayishme’u echav.

«Vamos, vendámoslo a los ishmaelitas y no pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra misma carne”. Y sus hermanos lo escucharon.»

(Bereshit/Génesis 37:27)

 

Al considerar la expresión: “Y sus hermanos lo escucharon”,  el intérprete Rashí, siguiendo la traducción de Onkelos, asegura que el verbo “escuchar” significa aquí “obedecer”. Por lo tanto, la traducción más fiel debería decir: “Sus hermanos le obedecieron.” Así pues vemos que es esta la primera vez que Judá (hebreo Yehudah) toma la palabra, y podemos observar que sabe imponerse sobre sus hermanos. Yehudah ahora asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef (José).

Yehudah tenía, en efecto, una autoridad natural que ninguno de ellos cuestionaba. Reuvén (Rubén), en cambio no conseguía que le obedecieran de esta manera, no tenía el suficiente carácter. Desde este punto Yehudah adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo. Los rabinos enseñan que los hermanos trataron de castigarlo a él medida por medida. Debido a que Yosef quería gobernar sobre ellos, se convertiría en un esclavo.

Así pues, Yehudá, en una hábil demostración táctica, logró por medio de su intercesión dar expresión a la furia de los hermanos, y al mismo tiempo, salvar a Yosef de una muerte segura. Sin embargo, la esclavitud no constituía una garantía de vida; por el contrario, Yehudah en su interior sabía que lo más probable era que la muerte fuese el destino final de Yosef.

Ahora bien, pese a esta significativa influencia de autoridad, Yehudah no supo utilizar convenientemente el ascendiente que ejercía sobre sus hermanos, tuvo que sufrir las consecuencias de su error. En el capítulo siguiente veremos la “caída”. Rashí comenta:

«…Este relato nos informa de que los hermanos de Yehudah le despojaron de su dignidad de jefe cuando vieron el sufrimiento de su padre. Le dijeron: “Tú fuiste el que nos aconsejó venderle. Si nos hubieras pedido que le trajésemos de vuelta a casa, te hubiéramos obedecido…».

Aquí vemos como los hermanos de Yosef, que hipócritamente no querían contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, siglos más tarde, vemos como los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías Yeshúa, llevaron a Yeshúa a Pilato (Juan 18:28).

 

¿Cómo Evitar el Pozo de la Envidia Fraternal?

P.A. David Nesher

«Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.»

(Bereshit/Génesis 37: 23-28)

¿Puede la envidia causarte el deseo de matar a alguien? Antes que digas: “¡Claro que NO!”, te solicito que medites en esta historia. Diez hombres adultos, se dispusieron en complot para matar a su hermano de sólo 17 años por causa de una túnica rayada de colores especiales y un par de sueños. Su envidia se había convertido en un profundo enojo con pensamientos llenos de cosas terribles.

La túnica representa realeza y autoridad. Aquella túnica de colores era la señal del favor del padre. La entrega de Yaakov (Jacob) de esta prenda a su hijo Yosef (José), en reconocimiento al nivel de obediencia que este le entregaba en honra, había despertado la envidia de los hijos mayores. Por ello, los hijos de Yaakov no reconocieron a Yosef como el jefe que el padre había puesto sobre ellos. No hay duda alguna que los hermanos deben haber tenido un placer perverso al arrancársela a Yosef y debía haber sido particularmente doloroso para Yosef que se la arrancaran. El relato pone de manifiesto el odio de los hijos de Yaakov a Yosef su hermano. Al igual que animales de presa, de inmediato saltaron sobre él. No era suficiente matarlo, tenían que insultarlo también. Ellos lo molestaron mientras lo despojaron de su manto real.

Al meditar en el paralelismo mesiánico del relato discernimos que Yeshúa y Yosef fueron despojados de sus ropas y soportaron la burla y el escarnio de los que estaban a su alrededor

Yeshúa también fue insultado y despojado. Leemos en el Evangelio:

«Entonces los soldados del procurador lo desnudaron, tomaron su túnica sin costura»
(ver Mateo 27:27-28 y Juan 19:23).

Al igual que Yosef, no fue suficiente matar a Yeshúa, también se burlaron de Él, lo insultaron, escupieron y fue azotado antes de que lo mataran (Lucas 18:33).

Los hermanos de Yeshúa tampoco reconocieron su autoridad que tenía del Padre:

“Cuando llegó Yeshúa al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?”

 (Mateo 21:23)

El salmista y rey David ya había anunciado esto al escribir:

“…reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.” 
(Salmo 22:18)

Con este versículo en su corazón y meditando en lo dicho proféticamente por el salmista, el evangelista y apóstol Mateo escribió:

“Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes” 
(Mateo 27:35)

Aquí es donde me parece conveniente recordarte que del mismo modo, a cada creyente en Yeshúa el Abba nuestro ha entregado la cobertura de Su Espíritu Santo que es garantía especial de Su Gracia (cf. 2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14; 4:30). Ciertamente, muchos son los enemigos espirituales que quieren arrancar del creyente la seguridad del favor del Padre. Pero uno de los más peligrosos es, sin duda alguna, la envidia de aquellos con los que nos relacionamos a diario.

Es asombroso ver como el maltrato de los hermanos de Yosef no disminuyó el apetito de ellos. La Torah dice que se sentaron a comer pan (37:25), mientras que Yosef les rogaba por su vida desde el pozo (42:21). Pero ellos no escucharon. Un físico podría calcular el tiempo exacto para que el grito de Yosef llegara a los oídos de sus hermanos. Pero, metafísicamente, tuvieron que pasar veintidós años para que aquel grito pasara desde sus tímpanos hasta sus corazones.

El carácter despiadado de estos hermanos es evidente. Podían sentarse y disfrutar de la comida, mientras que sus corazones estaban decididos a asesinar a su hermano. Fue justamente a esta dureza y crueldad a la que el profeta Amós se refiere, cuando dijo:

Ustedes beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de Yosef.”
(Amos 6:6 NVI)

Los hermanos (que habían matado a todos los hombres de Siquem) era probable que no se molestaran con los gritos de alguien al que ellos envidiaban y por ende, ahora odiaban.

Fue en ese momento, cuando alzaron sus ojos y vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, donde Labán y Yaakov tuvieron sus enfrentamientos algunos años antes. Estos comerciantes eran descendientes de Ismael (25:13-16); llevaban en sus camellos especias, bálsamo y mirra para hacerlos bajar a Egipto para comerciar (37:25b). Es irónico (y no casualidad) que estos tres elementos fueran los mismos regalos que los hermanos de Yosef le llevaron cuando él ya estaba reinando junto al Faraón, en Egipto (43:11).

El relato se vuelve tan impactante como paralizante. No sabemos si debemos pensar bien de los hermanos de Yosef, ya que decidieron perdonarle la vida, o pensar mal de ellos, ya que imaginaron que podían deshacerse de él y hacer un poco de dinero al mismo tiempo. La envidia los llevó a mirar tan en menos a Yosef que consideraban que su hermano sólo tenía un valor de veinte piezas de plata, menos que un esclavo.

Vemos que aquí es cuando Yehudáh asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef. Será él quien dirá:

¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y ocultemos su sangre?… Después de todo, él es nuestro hermano, así que sólo vendámoslo como un esclavo en lugar de matarlo.”
(37:26).

Lo paradójico e irónico de todo, es que este será este hijo de Yaakov, que se convertirá en el ancestro del Mesías Yeshúa, el intercesor por excelencia de todos sus hermanos.

Desde este punto Yehudáh adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo.

Los hermanos de Yosef, que hipócritamente no quisieron contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, así mismo, siglos después, los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías, llevaron a Yeshúa al gobernador romano Poncio Pilato (Juan 18:28).

Entonces, cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a Yosef de la cisterna, lo subieron y lo vendieron por veinte piezas de plata. Y llevaron a Yosef a Egipto (37:28). A causa de este incidente, más tarde Moshé (Moisés), inspirado por el Eterno, fijaría el valor de rescate de un jovencito entre cinco y veinte piezas de plata (Levítico 27:5); y el precio promedio de un esclavo en treinta siclos (Éxodo 21:32).

Lo maravilloso de esta historia es que los hermanos de Yosef no se dieron cuenta, pero cuando lo vendieron se aseguraron el cumplimiento de los dos sueños que él les había relatado; y es que la Providencia divina utiliza todas las circunstancia para beneficio del cumplimiento de su propósito eterno (Romanos 8:29).

Cabe aquí también decir que, tanto para la Torah del Eterno, como para los códigos jurídicos de aquella época, lo que sus hermanos le hicieron a Yosef era considerado un crimen y una ofensa capital.

Tipológicamente hablando, Yeshúa y Yosef fueron traicionados a cambio de plata. Yosef fue vendido por el precio de un esclavo por su hermano Yehudáh, y Yeshúa fue vendido por el precio de un esclavo por su discípulo (talmid) Judas (forma griega de decir Yehudáh). Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Yeshúa, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

— «He pecado» —les dijo— porque he entregado sangre inocente«
(Mateo 27:3-4a).

Volviendo al relato del libro de Bereshit (Génesis), notamos que a los hermanos de Yosef les preocupaba cargar con la culpa de su muerte. Por eso, Yehudáh ofreció una alternativa que no era correcta, pero que los libraba de cometer homicidio. Y a decir verdad, nosotros también, en distintas ocasiones, guiados por el sentimentalismo, optamos por soluciones que son “menos malas” pero están igualmente infectadas de errores. Pues bien, muchas de estas “soluciones” son el producto de la impulsividad que provoca la envidia que se ha desarrollado en nuestro corazón.

El conocido filósofo y teólogo Tomás de Aquino dijo que “la envidia consiste en una tristeza ante el bien del prójimo, considerado como mal propio, o en cuanto se piensa que disminuye la propia excelencia, felicidad, bienestar o prestigio”. Por eso, la Torah enseña que la caridad o justicia social (hebreo tzedakah) permite que nos alegremos del bien de los demás, haciendo que la envidia se debilite y muera.

Lamentablemente debo decir aquí, que en mis años de trabajo en servicio al alma humana, he aprendido que la envidia es el pecado capital más difícil de reconocer por el ser humano, ya que constantemente este busca justificar su manifestación. Sin embargo, debemos aceptar que la envidia fuera de control puede crecer rápidamente y conducir a acciones pecaminosas muy serias.

Mientras más tiempo el ser humano cultive la envidia, más difícil será desarraigarla de su vida. El mejor momento para comenzar a tratar con la envidia es cuando te des cuenta de que estás llevando un registro mental de lo que poseen y alcanzan los demás.

Apreciado lector o lectora, por todo lo hablado, y ante el aprecio que tengo a tu alma, te invito a que en este momento eleves tu corazón al Eterno y permitas que Él lo examine en cuanto a este pecado capital (Salmo 139:23-24)

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“Un Hombre lo Descubrió”

Por P.A. David Nesher 

Vayimtsa’ehu ish vehineh to’eh basadeh vayish’alehu ha’ish lemor mah-tevakesh.

«Un hombre lo descubrió confundido en el campo y le preguntó: “¿Qué estás buscando”?»

(Bereshit(Génesis 37:15)

Yosef caminaba sin rumbo y buscando a sus hermanos. Así se internó en el campo por los lugares de pastoreo.

Este relato pone de manifiesto las muchas formas de las que dispone la Providencia divina para alcanzar sus propósitos; pues ella fue quien envió a un “hombre” en el momento oportuno, para que, revistiendo una apariencia humana, se dirigiese a Yosef y le indicase el camino correcto. Ese “hombre”, según el Midrash Tanjumá, era el malaj Gavriel. Gavriel es el “ángel de los sueños”, por eso estaba cerca de Yosef.

Yosef no estaba solo, al igual que su padre, tenía un malak (ángel o mensajero) de Dios que lo cuidaba. Ellos entran en conversación y el malak lo guía informándole que sus hermanos se hallaban en Dotán.

Yosef se convirtió así en un peregrino en el campo, siendo sombra del prototipo, Yeshúa (Jesús) quien se convirtió en un peregrino en el mundo. En su interpretación de la parábola de la cizaña, Yeshúa dijo: «El campo es el mundo» (Mateo 12:38). Como Yosef, el Mesías Yeshúa se convirtió en un peregrino, un desconocido sin hogar, en el mundo.

«Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»

(Lucas 9:58).

Qué palabra más conmovedora en el Evangelio de Juan:

«Y cada uno se fue a su casa. Y Jesús se fue al monte de los Olivos.»

(Juan 7:53-8:1)

Cada hombre tenía su propia casa para regresar a ella, pero Yeshúa era un peregrino sin hogar en esta tierra.

 

Raquel es Sepultada por la Muerte Declarada

Por P.A. David Nesher

 Vayatsev Ya’akov matsevah al-kvuratah hi matsevet kevurat Rachel ad-hayom.»

«Yaakov erigió un monumento sobre su sepultura, que es el monumento de la sepultura de Rajel hasta el día de hoy.»

(Bereshit/Génesis 35:20)

 

Muchas veces pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos. Es decir, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Debo decir que eso es sólo una parte de la verdad, ya que lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres, pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia en aquello que haces.

De acuerdo a lo revelado en la Instrucción (Torah) divina, lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.

El Eterno mismo nos dice en su palabra:

“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”

(Mateo 12:37 – RVR-1960).

Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Yahvéh nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para destruir a alguien que nos lastimó, y lo más triste del caso, hemos estado declarando palabras que nos lazan a un destino con final trágico.

La muerte de Raquel (Rajel) es un ejemplo claro de lo dicho hasta aquí. La misma fue primeramente el cumplimiento trágico de la maldición que Jacob (Yaakov) mencionó que vendría sobre el que robó los ídolos de Laván (Génesis 31:32). Pero Rajel misma también provocó este final, al rogarle a Yaakov:

«¡Dame hijos, o si no, me muero!»

(Génesis 30:1)

¡Y así fue como sucedió, ambas declaraciones se convirtieron en realidad! Rajel tuvo hijos y murió como consecuencia de ello, y también, como consecuencia de lo que su esposo declaró vehementemente a aquel que había robado los terafim de su padre.

Lo cierto de esta historia de amor es que Rajel y su esposo no dormirán juntos el “sueño de la muerte”.

Entendemos que su vida fue un episodio corto, pero brillante dentro de esa brevedad, para el cumplimiento del propósito eterno de Yahvéh. Pero su forma de hablar, sumada a su manera sentimental de responder a algunos acontecimientos negativos referentes a su maternidad, la condujeron a transitar un camino de rigor innecesario. Los sabios explican que, por no querer dormir Rajel con su esposo una noche, fue la causa por la que El Eterno no permitió que Rajel “durmiera” junto a Yaakov el sueño permanente del sepulcro. La noche que Yaakov no durmió en la tienda de Rajel fue en la ocasión de las “dudaim” (mandrágoras). Ese día la Shekinah reposaba en la morada de Rajel y aun así, ella envió a Yaakov a dormir con su hermana Leah luego de una “negociación” –intercambio– de unas mandrágoras/dudaim, desvalorando de esa forma la compañía de su esposo así como la indicación de la Shekinah. Estas habían sido las palabras de Rajel:

“…Pero ella le respondió: “¿¡Es poco que hayas tomado a mi esposo que incluso pretendes tomar los dudaím de mi hijo!?”. Dijo Rajel: “Entonces se acostará contigo esta noche, a cambio de [que me entregues] los dudaím de tu hijo…

(Gén 30:15. Torat Emet)

“…Puedes quedarte con mi esposo Yaakov…”

Delicadas palabras de Rajel, sin duda. Sin pretenderlo, la declaratoria de Rajel anuncia de manera profética lo que ocurrirá al final de sus vidas; Leah será enterrada a lado de su esposo Yaakov en Majpela con los demás patriarcas.

Rajel fue sepultada en Ramá, al norte de Jerusalén. Yaakov erigió una estela sobre su sepultura, y Moisés comentó que el pilar que marcaba la tumba de Rajel era visible incluso hasta sus días (35:20). A esto se refiere Samuel cuando envió a Saúl a su casa después de su unción (1Samuel 10:2). Podría haber estado visible durante los días de Jeremías cuando los judíos eran llevados a la cautividad babilónica. Sin embargo, ya no es visible hoy en día, por lo que la ubicación de la tumba se ha perdido y fuera de lugar en Beit-Lejem (Belén).

Rajel muere camino a Beth Lejem de Yehudá, y lo cierto de toda su historia es que el Eterno permitirá que ella sea considerada la “Matriarca principal” de los Benei Israel (Hijos de Israel), la cual vive en el corazón y mentes de sus hijos quienes han ido a visitarle en su lugar de descanso. Rajel es considerada como una misericordiosa madre que, como mujer y esposa sacrificó el eterno amor de su compañero para darse toda ella con amor a sus hijos. Sin embargo, su actitud mental vehemente la llevó a un final que podría haber evitado si hubiera controlado sus dichos y hechos.

Reflexionando en todo esto, y volviendo al mensaje con el que comencé esta bitácora, respecto a nuestras declaraciones orales, tengo que decirte que no es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida, y con las cuales te has trazado un triste futuro. Te aconsejo que tomes como estilo de vida la actitud del salmista:

“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.”

(Salmos 39:1 – RVR-1960)

Tal vez dijiste cosas que no querías. Quizás lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. Acepta que la lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.

De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.

El Dilema de la Verdadera Fe: El Dolor o la Visión

Por P.A. David Nesher

 

 

Tan pronto como terminó de enterrar Yaakov a Déborah, la nodriza de Rebeca (35:8), su alma sumó más duelo, ya que tuvo que enterrar a Raquel (Rajel), su esposa más amada. Entonces, después de cumplir con la promesa de Jacob, se trasladaron de Betel, y mientras estaban en el camino a Belén, su amada Raquel murió en el parto (35:16a). La familia estaba completa ahora con el nacimiento de Benjamín. Curiosamente, once de los doce hijos de Jacob nacieron fuera de la Tierra Prometida en Padan-aram.

De acuerdo al primer libro de Samuel (10:2), ella murió en la frontera de Benjamín y Selsá. Y sabemos por el mismo libro (7:17) que Samuel vivió en Ramá, una ciudad de Benjamín. Por lo tanto, la tumba de Raquel estaba en la ciudad de Ramá, que está al norte de Jerusalén (Jeremías 31:15).

Entendamos primeramente una cosa. Rajel murió antes de tiempo por la maldición que Yaakov había pronunciado sobre la persona que había robado los dioses de Labán (Gé 31:32). ¡Inmenso es el poder de las palabras! Por ello, haremos siempre bien en pensar antes de pronunciarlas.

Moribunda Rajel, llama al niño «Ben Oní» que significa “hijo de mi tristeza” o más literalmente “hijo de mi dolor” (en el hebreo la palabra para el «dolor» y «contracciones de parto» son sinónimos). Pero Yaakov cambió el nombre por el de Binyamin (Benjamín) que significa «hijo de la derecha«, «hijo del sur«, o «hijo de mi fuerza«. Desde el inicio de su vida Benjamín tenía dos cosas que lo diferenciaron de sus hermanos. En primer lugar, él era el único hijo nacido en la Tierra Prometida, y en segundo lugar, él era el único hijo nombrado por su padre.

En la geografía de la Torah, el oriente siempre está hacia delante. Eso difiere de la cosmovisión geográfica de hoy en día cuando todos los mapas colocan el Norte hacia delante. Por lo tanto, desde la mentalidad hebrea, la derecha implica también el sur.

En el Salmo 89:12 aparece la palabra hebrea yamin como una referencia al sur. Por eso el nombre Binyamín hace referencia al lugar del nacimiento de este hijo, fue el único que nació en la tierra de Kenaan que está al sur de Padán Aram, donde nacieron los demás hijos de Yaakov.

Por otra parte, la palabra “yamìn”, sirve algunas veces para designar el mediodía (Salmos 89:13). Avraham avinu en su tiempo solía ya dirigirse hacia el mediodía en su búsqueda del lugar más propicio para la inspiración Divina; y, de hecho, el futuro Santuario de Jerusalem tendría su sede en el sur [Rashí]. El Beth Hamikdash sería construido en territorio de Benyamín; la Majestad Divina pues, “mora entre sus hombros”, dirá así Moshé en Deut. 33:12:

“…Respecto de Binyamín dijo: Que el amado de YHVH viva tranquilo junto a Él. Él lo protege todo el día y descansa entre sus hombros…” [Torat Emet].

Es para mí interesante aportar que en el Zohar, los sabios precisan que la Shekinah se asoció al círculo de los doce hijos en el momento del nacimiento de Binyamín, momento en que, al entrar en Tierra Santa, la familia formó una unidad perfecta.

Es muy usual en la mentalidad hebrea el cambio de un nombre, sobre todo cuando se trata de apartar los malos augurios para que de ese modo se conviertan en buenos. En el lenguaje bíblico la “mano derecha” es un símbolo de «fuerza y poderío», tal como se advierte en Tehilim/Salmo 21:8. Yaakov discernió que fue la Shekinah quien llenó el vacío creado por la muerte de Rajel. A partir de entonces, la Presencia divina permaneció fiel a la familia de Israel.

Con el nacimiento de Binyamín, el Reino de los Cielos empieza a avanzar y asentarse firme en Eretz Israel. Este número 12, está grabado en las leyes de la Creación. Aparece, por ejemplo, en los meses del año, en las 12 constelaciones de los cielos que miran hacia la Tierra, en las horas del día y en las horas de la noche. Esto significa que la futura nación de Israel se asienta, desde sus inicios, sobre las mismas bases sólidas e inmutables que las leyes de la naturaleza.

Teniendo todo este diseño profético en su mente, Yaakov no quería permitir que la pena por la muerte de su amada esposa le impidiera a llegar a la meta que había puesto en su mente desde que salió de la casa de Laván. Él quería llegar a su padre Yitzjak, quien estaba en el sur. Por ello, el sur era la meta para Yaakov en esos momentos. Esta es la razón por la que él cambió el nombre del segundo hijo de Rajel para marcar que la tristeza no debería ser lo que caracterizaba al hijo, sino la visión que estaba por delante: ¡llegar a gozar plenamente de la benevolencia ilimitada del padre!

El cambio del nombre muestra la importancia que Yaakov daba a la visión que tenía. Sólo le quedaba una pequeña distancia para llegar a la meta donde estaba su padre. Jevrón (Hebrón) no está muy lejos de Bet-Lejem (Belén). Y finalmente Yaakov llegó a la meta y pudo ver a su padre (35:27).

Amado discípulo de Yeshúa, mientras peregrinas el camino de ascensión de la Luz, no permitas que las penas y las tristezas que aparecen en tu jornada espiritual te hagan perder tu vista de las metas que el Eterno ha puesto delante de ti.

Que Yahvéh nos ayude a no caer en el pozo de la amargura sino llegar a la meta, el premio de su supremo llamamiento en Yeshúa HaMashiaj.

Shalom!

Los Siete Altares Patriarcales

Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-betel, porque allí Dios se le había manifestado cuando huía de su hermano.

(Bereshit/Génesis 35:7)

 

Habiendo llegado, Yaakov construyó un altar, y le cambió el nombre al lugar El-Bet-El, que significa «el Dios de la Casa de Dios«, porque allí se le había revelado ’Elohim cuando huía delante de su hermano Esaú. En realidad, El-Betel es la expresión hebrea que significa “el Poderoso de Betel”. El exegeta hebreo Rashí sostiene que debe ser traducida como “El Santo está en Betel”.

Aquí, en el texto hebreo tenemos otra implicación de la pluralidad en la Deidad revelado en el rollo de Bereshit (Génesis). Debemos entender que la palabra hebrea para Elohim es un sustantivo plural. Cuando la palabra Elohim es utilizada para dioses paganos, entonces el adjetivo o verbo que va con ella también está en plural. Pero cuando Elohim es utilizada para el único Dios verdadero, entonces el adjetivo o verbo está normalmente en singular. Sin embargo, hay excepciones. A veces, la pluralidad de la Deidad se revela porque el adjetivo o verbo que se refiere a Elohim está también en plural, y aquí es un buen ejemplo porque en hebreo la palabra revelado está en plural. El verbo en plural se utiliza con el sustantivo plural. Por lo tanto, literalmente significa, los dioses se revelaron a él. Esto apunta claramente a una pluralidad en la Deidad. Los rabinos, quienes no creen en la pluralidad de la Deidad, racionalizan este versículo diciendo que la palabra Dios en este versículo se refiere a los ángeles revelándose al patriarca, algo muy lejano a la intención del Eterno manifestada en el contexto general de Su Instrucción (Torah).

Ahora bien, en este pasaje vemos como Yaakov está más interesado en el Eterno que en su casa. Esto es muestra de su crecimiento espiritual. Aunque Yaakov, había pecado habiendo ido a morar a Siquem, ahora estaba haciendo lo recto delante de Yahvéh. Nuestro padre, a pesar del peligro que se había suscitado entre las ciudades vecinas a Siquem, confió en la protección del Eterno. 

Este es el segundo altar que Yaakov edifica.

Por último, conviene aquí mencionar que con este altar, queda completo el ciclo profético que nuestros padres en la fe abrieron con sus méritos de fe para que lo mesiánico comenzase a fluir en Su Luz. En total los patriarcas edificaron siete altares en la tierra, Avraham edificó cuatro, Yitzjak uno y Yaakov dos.

Los siete altares fueron edificados en los siguientes lugares:

Una Escalera al Cielo

Por P.A. David Nesher

 Vayachalom vehineh sulam mutsav artsah verosho magia hashamaymah vehineh mal’achey Elohim olim veyoredim bo.»

«Entonces tuvo un sueño: Resulta que una escalera estaba apoyada en la tierra y su extremo superior llegaba al cielo. Y los ángeles de Elokim subían y bajaban por ella.»

(Bereshit/Génesis 28:12)

“Soñó con una escalera.”

Por primera vez en su vida, el Eterno honraba a Yaakov con una revelación. Lo curioso también es que esta es la primera vez que la Torah nos habla de un sueño.

El sueño de Yaakov es uno de los capítulos de mayor vastedad y profundidad simbólica de toda la Torah. En el sueño de Yaakov, Malkut (la tierra) se conecta con Yesod (el Cielo).

La escalera simboliza la unión del hombre con Yahvéh. El espíritu especulativo del hombre debe elevarse en la «escalera del conocimiento» hasta acceder al Creador del Universo. Es posible unir el cielo con la tierra, sincronizar la vida mundanal con la existencia espiritual. La vida material es limitada, en tanto que la espiritual no tiene fin. Cuando unes ambas, encuentras la plenitud en esta vida y la delicia en la eternidad.

Los sabios estudiosos de la gematría y simbología del hebreo explican que la escalera simboliza nuestro pensamiento que puede ayudarnos a alcanzar hasta los mismos cielos, esto es, manifestar nuestro verdadero yo interior y alcanzar el lugar espiritual al que aspiramos. De eso se trata el sueño de la famosa “escalera”. El sueño de Yaakov avinu tendrá pues, un importante significado místico.

Este pasuk tiene distintos significados, todos ellos de suma importancia e interés. Según Rav Iben Hezra, esta escalera demuestra que los eventos que suceden en la Tierra dependen de la decisión del Omnipotente en las alturas y es como si fuera que la escalera estuviera entre ambos mundos y los emisarios de Yahvéh transitan a través de ella, en ambos sentidos, para cumplir con el Mandato divino. La visión que Yaakov tuvo es la revelación de todo lo que debía ocurrirle a sus descendientes en la posteridad. La escalera representa la escala de la Historia: pueblos, reinados, imperios que subían cada uno hasta cierto grado de grandeza, y descendían en su decadencia.

Esta visión simboliza también la escala social. Todos los hombres de virtud, cualquiera que sea su nacionalidad, su raza y su culto, tienen derecho de ascender por ella; todos se pueden aproximar a la luz Divina. Los ángeles (malakim) representan el saber sobre el conocimiento del Eterno en todas sus facetas. La escalera simboliza los niveles del conocimiento de Elokim. El hombre, pues, debe elevarse, en términos espirituales, hasta llegar a su Creador.

Siguen explicando los sabios que la “escalera” representa igualmente las tefilot (oraciones-rezos), mediante las cuales la persona puede ascender hasta los niveles espirituales más altos y volver a la tierra totalmente recargados, y llenos de emunah. Cuando un creyente se postra ante Yahvéh y lo hace en total comunión debe sobrepasar los niveles naturales. Por ello, las tefilot ofrecidas desde el Beth HaMikdash, estaban garantizadas su atención por parte del Santo y Bendito Sea.

En el libro de las Crónicas encontramos el siguiente testimonio:

“…Mis ojos estarán abiertos, y Mis oídos atentos a la plegaria que se eleve en este lugar, (16). Porque ahora he escogido y santificado esta Casa para que Mi Nombre esté allí por siempre y Mis ojos y Mi corazón estará allí eternamente…»

(2ª Cronicas 7:15-16) [Tanaj Edit. Sinaí].

La escalera es también una representación del monte Sinaí. El Sinaí fue la rampa/escalera que conectó lo Alto con lo bajo, a los hombres con Yahvéh. Es el evento del «Matán Torah» (entrega de la Torah), donde se hicieron presentes millares de malakim. Estuvieron ahí de pie todos los descendientes de Yaakov, las 12 tribus y millares de familias gentiles conversas. A futuro, la escalera de Yaakov, sería también la rampa que comunicaría con el altar del Beth HaMikdash a ofrendar los korbanot (sacrificios) los cuales serían incinerados para que sus aromas se eleven al trono Celestial. Aún el mismo viaje que emprendería Yaakov desde Beersheva hasta Jarán podría trazarse una larguísima ruta, de sur a norte en el mapa, formándose así una larga escalera geográfica.

Por último, los sabios explican que; “la escalera es la voz” de un justo. Por eso el Baal HaTurim explica en este versículo que; “la voz de la oración de los Tzadikím es como una escalera”, ya que “Sulam” (escalera) sus letras Samej (ס 60), Vav (ו 6), Lamed (ל 30), Mem (ם 40), tienen el mismo valor numérico que el vocablo “Kol” que significa “voz”, que se compone por las letras: Kuf (ק 100), Vav (ו 6), y Lamed (ל 30), en total, 136.

Esto significa que cuando la persona usa su voz para hablar palabras santas de Torah y oración con los demás, es como si tuviera una “escalera” bajo su brazo que lo lleva desde las profundidades de la tierra hasta las alturas más elevadas de los cielos. Las palabras son, literalmente, como una escalera que llevan a la persona a niveles más y más elevados. Por todo ello, existe en el judaísmo este hermoso pensamiento: ´´´«…Hay una escalera que sale de este mundo; una forma de alcanzar las estrellas. La plataforma de lanzamiento es el Sinaí, la aeronave es la Torah…».´´´

SIGNIFICADO DE LOS MALAKIM (ángeles)

“Malakim que ascendían y descendían”

Lo más lógico es que el texto dijera que los seres “descienden del cielo y luego ascienden”. Sin embargo, el pasuk habla a la inversa; los malakim “suben y luego bajan”. Según Rashí, estos seres eran malakim (ángeles) guardianes los cuales Hashem enviaba delante de Yaakov con la finalidad de protegerlo.

Mientras Yaakov estaba en Eretz Kenaan, necesitó de ángeles solo para que le ayudaran espiritualmente, pero una vez que sale de su tierra, los necesita para que le presten ayuda física y espiritual. En este sentido los malakim que “ascienden al cielo” –según el sueño-, son los que habían estado cuidando a Yaakov dentro de los límites de santidad de Eretz Israel. Como ahora Yaakov iba a salir del país, estos ángeles “ascendieron a Di-s” apartándose de él (pues Yaakov estaría fuera de su patria por muchos años), no tenían permitido salir de tierra santa. Por esta razón, nuevos seres “descienden del cielo” ahora con la misión de estar con él fuera de los ámbitos de santidad, es decir, fuera de Israel.

Los ángeles son también una figura de los Kohanim (Sacerdotes) levitas que transitarán por la rampa del altar del Templo “subiendo y bajando” transportando los distintos korbanot.

Rabí Eliezer, por su parte, explica que gel sueño de Yaakov fue una profecía en la que Dios le reveló los cuatro reinos que habían de esclavizar a sus descendientes, anunciándole así mismo su ascensión y su caída. Los cuatro reinos eran los de Babilonia, Media, Grecia y Edom, o Roma. Los malakim (ángeles) representaban los sarim (o «príncipes» o “padrinos”) de estos reinos en las esferas celestiales. Pero el Eterno apareció en la cima de la escalera y le prometió a Yaakov que le daría su protección: “…Te guardaré doquiera que vayas y te haré volver a esta Tierra…”.

Los sabios explican que un significado mesiánico es el siguiente: “La escalera” por la que los ángeles suben y bajan es un anuncio del Mashiaj. Mashiaj Yeshúa es la conexión entre el hombre pecador y la divinidad y será quien conectará en la Era Mesiánica (redención final), a todos los hombres temerosos y a la totalidad del pueblo de Israel con el Creador. Aquí lo que Yeshúa dice sobre la “Escalera de Yaakov”:

“…Y le dice:

De cierto de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que ascienden y descienden sobre el Hijo del Hombre (Ben Adám)…”,

[Juan 1:51, Código Real den NT]
 

 

 

Dejar Atrás la Zona de Confort para Crear un Nuevo Destino.

Por P.A. David Nesher

 Vayetzé Ya’akov mi-Be’er Shava vayelech Charanah.

Yaacov salió de Beer Sheva y fue hacia Jarán.»

(Génesis 28:10)

Vayetzé” significa “Y salió”. Rashí dedica su larga explicación del último verso de la sección pasada a demostrar que: “Yaakov fue a estudiar con Ever, su antepasado, el biznieto de Noé, que permaneció en su escuela durante 14 años y que, solo después, se marchó a Jarán”. Pasaría pues, mucho tiempo en el Beth Hamidrash (de Ever), preparándose espiritualmente para la inclemencia de su destierro personal antes de conocer a los parientes de su madre Rivká.

Rashí explica que cuando el justo está en la ciudad, representa la belleza, la luz, y la gloria, pero cuando sale, desaparece la belleza, la luz, la gloria. La belleza, es la apariencia externa, la luz, es la belleza interior, su gloria, es lo que hace que influya sobre los otros. A diferencia de Yitzjak que nunca abandonó Eretz Israel, Yaakov se vio obligado a dejar su tierra e irse al exilio. Todas sus penas habían sido causadas por el aborrecimiento de parte de su hermano.

El Libro del Zohar explica que, en un trabajo espiritual para alcanzar el nivel de conciencia de Yaakov primero necesitamos identificar el Esaú dentro de nosotros, a saber; el egoísmo, la ira, el miedo y la culpa. Entonces tenemos que resistir el impulso negativo y el deseo inmediato, para luego salir de nuestra conciencia corporal dando el salto requerido. Enseñan los maestros que la Luz que fue guardada, deja detrás de ella una tenue impresión que sirve como recipiente para recibir la próxima Luz (Zohar, 1ª parte 244:2).

Así fue Yaakov, quien habitaba en las “tiendas de la Torah”, en el “Mundo espiritual”, donde aparentemente nadie lo notaba, pero al irse del lugar se sintió que la belleza, la luz y la gloria que emanaba de su persona, se desvanecieron, dejando su gusto en la vida de la gente y las ganas de encontrarlo otra vez.

Siguen explicando los místicos que, al conectar con la lectura de «Vayetzé«, aprendemos que solo cuando “salimos” de nosotros mismos, cuando dejamos nuestra zona de confort y nos alzamos por encima de nuestra naturaleza egoísta, iniciamos nuestro verdadero “viaje espiritual”.

«Vayetzé» nos enseña a dejar atrás nuestra naturaleza imperfecta con el fin de hacer un cambio drástico en nuestra vida y crear un nuevo destino. Como Yaakov que tuvo que “salir” de su casa (salió de sí mismo), para embarcarse en una misión que le llevará a convertirse en “Israel” (Príncipe de Dios), que será el conducto de energía para lo que serán sus descendientes, toda la nación de Israel.