Códigos Sagrados

De Jarán a Galut (Los Códigos Mesiánicos del Exilio Israelita)

Por P.A. David Nesher

“Y salió Yaakov de Beer-Sheva, y fue para Jarán.”

(Génesis/Bereshit 28:10)

 

 

La parashá «Vayetzé» se enfocará en el tema de los lazos familiares. El presente capítulo es continuación de la anterior lectura, «Toldot», que nos habló entre diversos temas, sobre la pugna entre los hermanos Yaakov y Esav que tuvieron por causa de los derechos de la primogenitura. En esta porción las disputas continuarán, pero ahora serán dos hermosas mujeres, dos hermanas, que pelearán por ganarse el amor del mismo varón.

El patriarca Yaakov es el primero que emigra de su tierra y emprende el camino al galut (exilio). En la porción «Lej Lejá», leímos sobre el patriarca Abraham Avinu que salía rumbo a la Tierra Prometida, porque allí estaba su futuro eterno. Ahora es su descendiente Yaakov quien deberá alejarse de su lugar de nacimiento, pero lo hace recorriendo cientos de kilómetros en un camino inverso, de sur a norte, al encuentro de su familia materna en la lejana Jarán. Yaakov deja su hogar, como le indicaron sus padres. En Jarán encontrará esposa y tendrá sus propios hijos con los que funda su propia familia que habrá de convertirse en una gran nación.

Uno sólo puede imaginar la extraña avalancha de sentimientos, en Yaakov, en este momento. El miedo, la soledad, el aislamiento, la emoción y la expectativa. Este fue un momento absolutamente estratégico en la vida del patriarca.

Jarán, un sitio en el que la Presencia Divina estaba oculta. Yaakov abandona el mundo puro y santificado hogar de sus padres para dirigirse a una región cuya sociedad estaba plagada de indecencia y corrupción. ¿Cuál es la razón de trasladarse a un lugar así? Porque en un lugar como Jarán es muy fácil cometer pecado, sumamente difícil cumplir las mitzvot y mantenerse virtuoso. Yaakov marcha con “corazón liviano” y convicción, pues tenía fe en el Altísimo. Por ello, se mantendría firme y pasaría exitosamente cada una de las pruebas experimentadas ahí.

Las almas de los hebreos, a través del tiempo, han seguido exactamente el mismo patrón, por ello vemos a Yaakov saliendo de la tierra santa, que es Eretz Israel, para luego encaminarse hacia tierras extrañas, territorios dominados por los paganos. Esto también nos habla del exilio del pueblo de Israel que experimentaría a lo largo de su historia viviendo y conviviendo entre goyim (paganos), empero sin quedarse de manera permanente en aquellas extrañas tierras, más regresando a casa, junto a todas las tribus, tras un “largo viaje”.

Por todo esto, esta salida de Yaakov avinu simbolizó (y anunciaba) las tres diásporas que sus hijos experimentarían en el futuro. Una diáspora sufriría el reino del norte, la Casa de Israel y dos diásporas sufriría el reino del sur, la Casa de Yehudá.

El primer destierro y el más grande es el de las diez tribus, que empezó en el año 722 a.E.C. con la invasión de Asiria. Ese destierro todavía no ha terminado. Sin embargo los profetas hablan de la vuelta en los últimos tiempos de “la casa de Israel”, “la casa de Yosef” y “Efrayim” que son los desterrados de las diez tribus, (Por favor, investiga más de esto estudiando: Ezequiel 37:15-28; Isaías 11:12; Jeremías 3:18; 16:14-16; 23:5-8; 30:3; 31:27-36; 33:7; 50:4-5; Oseas 1:11; 11:8-11; Zacarías 8:13, 23; 10:8-12).

La casa de Yehudá (Judá), el pueblo judío, ha experimentado dos destierros. El de Babilonia duró 70 años, y abarcó entre los años entre los años 586-516, si se cuenta desde la destrucción del primer templo hasta la restauración del culto.

El segundo destierro empezó en el año 70 E.C. (Era Común) si se cuenta desde la destrucción del segundo templo y, como todavía no se ha reiniciado el servicio en el tercer templo este destierro no ha terminado completamente.

Si se hace un cálculo desde la destrucción de Yerushalayim (Jerusalén) en el año 135 de nuestra era común, hasta su reconquista por el pueblo judío en el año 1967 hubo 1832 años de destierro. (Es bueno tener en cuenta que ha habido judíos viviendo en la tierra de Israel durante toda la historia desde la conquista en los tiempos de Yehoshúa (Josué).

Nuestro padre Yaakov estaría fuera de su tierra durante 20 años, los cuales corresponden simbólicamente a 2000 años. ¿Implicaría esto que el tercer templo será reconstruido en el año 2070? ¿O hay que contar los 2000 años desde la profecía del Mesías:

Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes. Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.” (Lucas 19:41-44)

Esa profecía fue pronunciada, según algunos cálculos, el 10 de Nisán, que corresponde al 22 de abril del año 30 de la era común. ¿Será que la re-dedicación del culto en el tercer templo será en el año 2030? El Eterno, nuestro Abba, nos dará la respuesta en el tiempo oportuno.

Mientras tanto nuestro espíritu gime: ¡Maranhata! ¡Vene Señor Yeshúa!

La Fragancia del Edén en las Ropas de Yaakov

Por P.A. David Nesher

 

 

Vayomer elav Yitsjak aviv gshah-na ushakah-li beni. Vayigash vayishak-lo vayaraj etre’aj begadav vayevarejehu vayomer re’eh re’aj beni kere’aj sadeh asher berajo YHVH.

«Le dijo su padre Itzjak:
Acércate por favor y bésame, hijo mio. Se acercó y lo besó.
Él (Yitzjak) sintió la fragancia de sus prendas y lo bendijo; le dijo:
“Mira, la fragancia de mi hijo es como la fragancia de un campo que bendijo YHVH.”

(Bereshit/ Génesis 27: 26 – 27)

Finalmente, Yitzjak avinu, seguro en su propia mente que era realmente Esav el que estaba delante de él dijo:

«Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición«.

Yaakov lo sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió (27:25).

Es necesario saber que dar un toque significativo era la primera parte del proceso que surgía de la bendición que un padre daba a su primogénito. Luego, tratando una vez más de eliminar cualquier duda, Yitzjak le dijo: «Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso» (27:26). Así Yaakov se acercó y lo besó. Para cualquier persona, ya sea un hijo, un esposo o un amigo, el toque significa una parte esencial de la bendición.

Inmediatamente, como segundo paso, el mensaje hablado era parte de la bendición. Sólo estar presente físicamente no es suficiente, para que un niño reciba la bendición, el silencio comunica mayor confusión. Los niños que se dejan con espacios en blanco cuando tratan de sentirse valiosos y seguros, creen que sus padres piensan de ellos que casi siempre no pasan la prueba. Para ver la bendición crecer en la vida de un niño, cónyuge o amigo, necesitamos verbalizar nuestro mensaje. Mas allá de las buenas intenciones, las buenas palabras son necesarias para proporcionar una verdadera aceptación. Cuando Yitzjak olió su ropa, lo bendijo con estas palabras:

«El olor de mi hijo es como el del perfume de un campo bendecido por YHVH»
(Bereshit/Génesis 27:27)

Por medio de la frase “Como el perfume de un campo” Yaakov recibe de su padre todas las bendiciones divinas. Pero, ¿qué es lo que olió Yitzjak?

Los sabios intérpretes del hebreo bíblico enseñan que Yaakov entró a la tienda de su padre vestido con las antiguas ropas de Adam que había vestido en el Jardín del Edén, y había pasado de él a Nimrod, y luego a Esav. Para ejemplificar esta postura, citaré las palabras del Rav Iojanán quien dijo:

«…No hay una esencia más fuerte que el hedor de las cabras que estaba en su ropa, aún así el texto dice que él «olió el aroma de sus vestimentas y lo bendijo»! Pero, cuando el patriarca Iaacov entró a lo de su padre, el Gan Edén entró con él. Cuando luego Esav entra con su padre, el Gehinam (Infierno) entró con él (Midrash Rabá 65:22). Cuando Yaacov entró e Yitzjak olió a Paraíso, Itzjak creyó que su hijo tuvo éxito en arreglar el mundo, en hacer retornar esa esencia del Gan Edén que estaba antes de la caída del hombre en el mundo. Por supuesto, cuando el verdadero Esav entró, los portones del Gehinam se abrieron. La perfección no vendrá del hombre del campo (Esav), vendrá del «ish tam», el «hombre íntegro», Yaakov«.

Por eso, cuando Yaakov se presentó ante Yitzjak con estas ropas, se expandió un aroma al Jardín del Edén e Yitzjak pudo sentir el nivel de Adam Harishón (el primer hombre), a través de estas vestimentas especiales.

Estas ropas preservaban los aromas celestiales del Gan Edén (el paraíso); la penetrante fragancia, que era parecida al de los manzanos, fue percibida por Yitzjak. Él podía oler el Jardín del Edén pero a la vez estaba consciente que Esav no estaba conectado al Jardín del Edén. También escuchó a Yaakov utilizar los nombres para referirse al Creador. Yitzjak sabía igualmente que, Esav no estaba conectado con la luz del Eterno. Así que Yitzjak le dice a Yaakov: “…quiero sentirte. Quiero ver si realmente eres mi hijo Esav…”.

El olor estimuló a nuestro padre Yitzjak para que el espíritu de profecía pudiera venir sobre él. El relato revela un maravilloso secreto: para poder profetizar el alma debe estar en un estado de alegría interior (simjah). Yahvéh ha creado varios medios para alegrar el alma, y los buenos olores son algunos de esos medios. Otros estimulantes son los sonidos de instrumentos bien tocados, como en el caso del profeta Elishá, cf. 2 Reyes 3:15. El poder del Espíritu también puede ser desatado por un saludo de alegría y amor, como en el caso de Miryam cuando saludó a Elisheva, (cf. Lucas 1:41).

Por esta razón, el dulce olor que flotaba en el interior de la tienda a causa de los vestidos, Yitzjak cayó en la cuenta que, el que llevara las prendas, sin duda, debía ser un gran tzadik (justo). Ese era su hijo Yaakov. Sin embargo, cuando Esav vestía esas mismas ropas, se desprendía de ellas el olor del Guehinom (infierno destructor), debido a que todo su cuerpo estaba impregnado de suciedad por las transgresiones que había cometido.

Ahora quiero compartirles lo que he leído en Likutei Sijot Toldot, en donde el rabí Menajem M. Schneerson, explicando esta expresión escribe:

«…El aroma de mi hijo es como el aroma de un campo que Dios ha bendecido: esto es el Gan Edén. ¿Cómo reconoció Yitzjak este aroma? Obviamente, lo recordaba de su propia estadía allí. Si bien el orden divinamente estipulado es que, a toda alma cuando desciende del Gan Edén para investirse en un cuerpo físico, “un ángel le pega en la boca”, (al recién nacido), con el objeto de provocar que el alma olvide su sublime estado espiritual anterior, de modo que, aquel estado previo no trastorne y perturbe el modo en que se debe servir a Dios en esta dimensión mundana inferior; y algo similar sucede cuando el alma asciende a las dimensiones espirituales: Debe olvidar lo que vio en este mundo. No obstante, con Yitzjak sucedió algo diferente e innovador: Él trajo consigo, aquí “abajo”, a la realidad concreta, los aspectos de Gan Edén…».

Por otra parte, las vestimentas que usa Yaakov son una alegoría maravillosa del alma mesiánica; el aroma de las ropas de Yaakov era el aroma de su Torah. Explican los sabios:

«…Así como la ropa abriga a aquel que la viste, así también la Torah abriga al alma de la persona redimida. La ropa aleja al frío; así también, Yaakov alejó el Yetzer Hará (mala inclinación), que es llamado “frío”, como está escrito: “…Cuando Amalek te enfrió (debilitó) en el camino…” (Devarim 25:17-18). Pero Yaakov tenía el calor de la Torah, que lo llevaba a cumplir con su servicio a Di-s y que le otorgaba vitalidad…».

Esta frialdad de los amalekitas tiene su origen en su padre Esav, quien toda su vida se condujo con indiferencia y frialdad hacia su padre Yitzjak. Amalek es un descendiente de Esav. Así pues este hijo de Esav intentó aniquilar a Israel, primogénito de Yahvéh. Y así sucesivamente, en el futuro, “hijos” de Esav, buscarán hacer realidad los deseos que Esav no pudo cumplir; el mal querrá destruir al bien: “…Se acercarán los días de duelo de mi padre y entonces MATARÉ A YAAKOV…”, Gén 27:41. [Ver cap 25:25].

Por ello es que cuando el “Esaú religioso” (sistema reptiliano cristiano), pretende disertar de la Palabra de Dios, se desprenden los olores mortales del azufre. No así cuando habla el pueblo de Israel, primogénito del eterno Abba, ya que la “voz de Yaakov” (Israel), es la voz pura y celestial de la Torah.

Por último, debo decir que la expresión “un campo que el Eterno ha bendecido” contrasta con la maldición que vino sobre la tierra por causa de Adam HaRishon (el Primer Adán, cf. Génesis 3:17). En Yitzjak, el hijo unigénito, esa maldición fue eliminada. De la misma manera en Yeshúa, el Hijo Unigénito de Dios, la maldición será quitada definitivamente de la Tierra, como está escrito en :

“Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.” (Revelación/Apocalipsis 22:3)

Dos Mentalidades Corren Dentro de Mí (Esaú y Jacob)

P.A. David Nesher

“Y los hijos luchaban dentro de ella; y ella dijo: Si esto es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar al Eterno.
Y el Eterno le dijo:
Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.”

(Bereshit/Génesis 25:22-23)

Las Sagradas Escrituras nos relatan que durante el difícil embarazo de nuestra matriarca Rivkah (Rebeca), los bebés luchaban dentro de su seno. Esto la llevó a preguntarse: ¿para qué sigo viviendo? ¿Por qué es mi dolor tan grande?

La lucha de estos dos bebés, que comenzó antes de sus nacimientos, representa la lucha que aún continúa en el mundo de hoy. Justamente la porción describe por primera vez la lucha fundamental entre el bien y el mal que tiene lugar en el mundo físico. Es la historia de los dos hermanos; יַעֲ קב (Yaakov o Jacob) y עשָָֽו (Esav o Esaú), los cuales están destinados a formar dos naciones independientes, con caracteres, ideales y objetivos muy distintos, por no decir opuestos. Hay una lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre el Espíritu y la carne que Pablo nos expone en Romanos capítulo 7, y que se libra dentro del alma humana.

Yaakov y Esaú representan dos fuerzas en pugna en el interior humano que determinan dos mentalidades o cosmovisiones. Uno de ellos, el primogénito biológico (Esav), es la representación misma de la mala inclinación (o “yétzer hará”) que se instala al lado del ser humano apenas nace; el otro (Yaakov), simboliza la inclinación al bien (yétzer hatov), fuerza que comienza a acompañar al alma humana a partir de su temprana juventud (12 años en las mujeres, 13 años en los varones).

La palabra hebrea que ha sido traducida como “luchaban”, es vayitrotsatsú, una expresión con dificultad para traducir y entender en los demás idiomas. Sucede que esta palabra (vayitrotsatsú) procede de la raíz ratzatz que significa luchar; pero también está relacionada con la palabra ratz que significa correr. Por esta razón, los rabinos interpretaron esta palabra en el sentido de que los niños estaban luchando dentro de su vientre para salir corriendo. De allí surgió el midrash que dice que cuando Rivká pasaba por un lugar donde se estudiaba la Torah Yaakov “corría” dentro de ella, agitándose para salir. Pero cuando pasaba al lado de una casa de idolatría Esav se agitaba para salir. El Targum traduce el texto diciendo que se empujaban entre sí.

Entonces la expresión “los hijos pugnaban”, literalmente dice, “corrían”. Ello significa que los niños se movían como en combate en las entrañas de la madre. Esta lucha intrauterina era también una cuestión de la legítima defensa, ya que implicará una lucha por la dominación moral en el mundo.

Estos dos hermanos, distintos en caracteres y costumbres, contenderán permanentemente uno contra el otro. A veces el victorioso sería derrotado y en otras, el elevado caería. Por esta razón es que en el seno materno estaban “agitándose”. Las figuras de Esav (Esaú) y Yaakov aparecen en una lucha la cual perdurará hasta los últimos tiempos.

Como lo expresé en el primer párrafo, los dolores de ella eran tan fuertes que se preguntaba para qué oraba pidiendo un hijo. Si hubiera sabido que el embarazo iba a ser tan difícil no hubiera orado. ¿Por qué ella fue la única mujer que sentía estas cosas durante el embarazo? Al final tomó la decisión de ir a preguntar al Eterno. ¿Adónde fue? El pasuk (versículo) 22 finaliza diciendo que Rivka “salió a consultar a Yahvéh”, lo que significa que acudió a los profetas de Dios que había en aquel tiempo. Los Midrashim, incluyendo el Libro de Yashar, señalan que Rivka fue a la tierra de Moriah, a la Yeshivah (Centro de Estudios) de Shem y Ever, y ellos le dieron el mensaje de lo Alto:

Vayomer YHVH lah shney goyim bevitnej ushney le’umim mime’ayj yiparedu ule’om mil’om ye’emats verav ya’avod tsa’ir.»

Esto se traduce así:

(«Yahvéh le contestó: “Dos pueblos hay en tu vientre y dos reinos serán separados de tu seno. Un reino prevalecerá sobre el otro reino, y el mayor servirá al menor.”)

Del Midrash recogemos las siguientes palabras:

«…Serás madre de dos naciones; las llevas a las dos juntas, pero una vez que hayan nacido, ni el mundo entero podrá albergarlos juntos en paz. ¿Cómo, pues esperas que coexistan pacíficamente dentro de tu vientre?…», [Midrash, pág 204.]

Los dos hijos que llevas simbolizan el eterno conflicto que opone la Torah Divina a la fuerza bruta del hombre… así queda revelado que el odio implacable de Esaú por su hermano no se remonta a su nacimiento sino a una época anterior; el camino de cada uno de los hermanos parece estar trazado a priori, desde antes de su nacimiento. Su futura personalidad empieza a dibujarse ya en su estado embrionario. En ellos existirán tendencias naturales altamente divergentes. Yaakov y Esaú darán origen a dos naciones que estarán enemistadas desde su misma concepción; uno para seguir su maldad y el otro para desarrollar integridad y valores. Para los sabios, Yaakov es símbolo del alma del hombre, en tanto que Esaú representa al cuerpo físico sujeto al “ego”.

Estas dos naciones jugarían un papel muy importante en la historia, y especialmente durante los últimos tiempos en relación con la venida del Mesías. Yaakov es el padre de Israel, y Esav es el padre de Edom y el Imperio Romano. Siempre habría tensión entre estos dos. Si uno estaría por encima, el otro estaría por debajo y viceversa. De los dos saldrían grandes reyes. De uno saldría el rey Shlomó (Salomón) que edificaría el primer Templo en Yerushalayim (Jerusalén) y del otro saldría el emperador Tito que destruiría el segundo Templo. Finalmente el menor será el principal. ¡Al final Yerushalayim será más poderosa que Roma!

Así, Yaakov y Esav darán origen a “dos mundos” que estarán en oposición todo el tiempo; de Yaakov surge el pueblo santo, Israel (יִשְׂרָ אֵ֑ל ), en tanto que de Esaú, que es la viva imagen de Satán, emergerá la perversa y sanguinaria Roma con todo su sistema cazador de almas. Asimismo habrá más raíces ideológicas de Esaú; son los sistemas religiosos cuyas tendencias son las de hacer a un lado a Israel, rechazar la Torah y creerse dueños de las eternas bendiciones que por orden divino le corresponden a Yaakov y a sus descendientes. ¿Quién sería el más fuerte y tendría el dominio del mundo? ¿Sería Yaakov y su fuerza espiritual? ¿O sería Esav (el lado negativo) y los poderes de la impureza? Las Escrituras nos responderán enseguida.

Mediante este oráculo divino, nuestra madre Rivká tenía muy claro el panorama desde el momento que ella recibe la indicación que el hijo mayor (el primogénito biológico) sería siervo del hijo menor. Solo habría que esperar el momento del parto para saber quién era quién. Al respecto comenta el apóstol Pablo de Tarso:

“… Y no solo esto, sino también cuando Rivka concibió de uno, de Yitzjak nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían tenido la ocasión de decidirse por la obediencia o la desobediencia), para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese por el que llama, no por lo que el hombre haga por sí mismo, se le dijo:
El mayor servirá al menor. 
Como está escrito:
A Yaakov amé más que a Esav…”

(Rom 9:10-13 – Código Real del NT]).

Sobre los dos hermanos, el comentarista hebreo Isaa Abarbanel explica que, no obstante, que ambos son hijos del mismo padre y madre, han de ser de caracteres totalmente distintos, como lo son dos pueblos y naciones diferentes, como si uno fuera habitante del oriente y otro del occidente. Este maestro dice que a pesar de que estos hermanos eran mellizos (idénticos), sus acciones no se parecerían en absoluto; Esav se comportaría como un cerdo; un cerdo coloca sus patas por delante para presentarse como animal kosher, ocultando su verdadera naturaleza impura en su interior. Esav tampoco muestra interés por las leyes divinas. Teniendo en cuenta esta interpretación, los sabios dicen que Esav es la representación e imagen del Satán (oponente) o mensajero del “lado oscuro” que todo hombre lleva en su interior. Esav representa las fuerzas del mal, las cuales fueron creadas con el único propósito de que la persona las transforme en energía positiva.

La relación entre Yaakov y Esaú será un tema recurrente a lo largo de todo el Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) y la historia de Israel. El hijo mayor, Esav aparece ligado a la perversidad en tanto que Yaakov avinu a la integridad.  Por ello es que al final, Esav elegirá la idolatría y la impiedad, en tanto que el otro (Yaakov), se conducirá por el camino de la fe y lo sagrado; Yaakov avinu sería la “voz de la Torah”. Así pues veremos que cuando Israel se mantuvo leal al Eterno, Esav careció de poder. Es que, la falta de apego a la Torah y el antisemitismo son una relación “causa-efecto”. Existe entonces aquí la revelación divina de un método totalmente efectivo para controlar el antisemitismo: intensificar el estudio de la Torah, y darle cumplimiento.

Los sabios enseñan que estos pasajes contienen un gran secreto en el aspecto espiritual:

«…Hay dos fuerzas dentro de cada persona: la del cuerpo y la del alma. Esaú representa preocupaciones del cuerpo: egoísmo, materialismo (cosmovisión el ego). Por ello es que generalmente nos ocupamos más de nuestros deseos corpóreos, somos esclavos de nuestras necesidades y deseos corpóreos; nos ocupamos más de comida, la renta, facturas, sexo, placer, etc. Mientras que Yaakov representa la conciencia del alma, el deseo de conectarse con la espiritualidad, el significado y la benevolencia. En nuestro mundo, el primogénito es el cuerpo. El cuerpo precede al alma…».

Una perspectiva mística afirma que «la cáscara precedió a la fruta». Mientras que el fruto madura, su cáscara, como el cuerpo en el cual el alma madura, lo protege. Es para este propósito que la mayor parte de la educación de un niño que tiene lugar en sus años formativos consiste en superar a Esaú dentro de esos impulsos y deseos corporales hasta que el alma gana el control sobre el cuerpo en el momento de llegar a su juventud (12 años las mujeres, 13 años los varones).

Por ello agregan los místicos que, cuando convencemos al cuerpo de que una persona espiritual llega a ser más saludable, esa fe refuerza el éxito en todos los campos, influenciamos nuestro sentido del razonamiento invirtiendo tiempo y dinero en el desarrollo espiritual. Lo que Esav quería vender era lo que Yaakov quería comprar, Esav gusta de la persecución de los placeres mundanos, y en esta parashá Toldot, la Torah compara los placeres mundanos con un guiso de lentejas, ya que el bienestar del mundo, la tranquilidad y el honor, son “circulares”, van constantemente de un lado a otro, así como lo es una lenteja, que es redonda. Es por eso que Esav vende e intercambia la “vida eterna”, o sea, el servicio sacerdotal (avodah) de Dios que le correspondía a los primogénitos, por la efímera vida de este mundo. Este es el camino que nos legaron nuestros patriarcas a nosotros y a nuestros hijos: optar siempre por el camino del servicio a Yahvéh y el temor a Su Divinidad, siguiendo el Camino que es Yeshúa HaMashiaj y Su Yugo sobre nosotros.


Puedes escuchar una explicación sintética de esto en esta catequesis:


Bitácora Relacionada:

Cinco Pozos y Una Fuente (El Pentateuco y la Enseñanza de la Luz)

Por P.A. David Nesher

 

“Y sucedió que aquel mismo día los siervos de Yitsjak llegaron y le informaron acerca del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos hallado agua. Y lo llamó Shivá; por eso el nombre de la ciudad es Beer-Sheva hasta hoy.”

(Génesis/Bereshit 26:32-33)

 

En la Tierra Prometida, el acceso al agua es esencial, tanto para los cultivos como para el ganado. Sin una fuente de agua, no se puede mantener cultivos ni ganado. En pocas palabras, no se puede sobrevivir. Dado que en el sur de Israel no hay ríos ni lagos, la gente depende completamente de pozos o cisternas.

Por eso, para Isaac era muy importante buscar esa fuente de agua. También en esto Yahvéh lo bendijo, porque lo llevó a descubrir un pozo de aguas vivas: un manantial, lo cual era muy codiciado en esa región:

«Cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle encontraron allí un pozo de aguas vivas.»

(Génesis 26:19)

Mientras estaban cavando el pozo en Berseba, Yitzjak recibió una visita sorpresa del rey filisteo. Avimélec fue a ver a Yitzjak desde Gerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército (26:26). Su acercamiento a Yitzjak muestra claramente que ellos le tenían miedo y envidia del patriarco. Pero ahora que Yitzjak estaba fuera de su tierra, ellos decidieron que era prudente mantener buenas relaciones con él.

Yitzjak los desafió diciendo: Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? (26:27) Nunca se le ocurrió a Yitzjak que tal vez Avimelej tenía motivos razonables para su comportamiento, teniendo en cuenta como Yitzjak actuó en Gerar (26:6-11). Sin embargo, Avimelej comenzó su conversación más diplomáticamente con Yitzjak cuando él dice:

«Nos hemos dado cuenta de que el SEÑOR está contigo, respondieron. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos perjudicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del SEÑOR eres tú!»

(26:28-29)

Así es, los hombres de Gerar reconocieron la bendición de Yahvéh sobre Yitzjak y ellos buscaron un trato con él. Lo que ellos dicen es casi en tono suplicante. Esto es muy similar al trato que Abraham y el otro Avimelej habían hecho en Berseba casi un siglo antes. Ahora que Yitzjak estaba de vuelta en la comunión con Dios, los que antes eran sus enemigos lo buscaron y dieron testimonio de la presencia del Señor en su vida. Cuando Yahvéh aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia (Proverbios 16:7).

Milagrosamente, el Eterno llevó a que los vecinos ya no tuvieran envidia, ni miedo de Yitzjak, sino que buscaran la paz con él. Como confirmación, Yahvéh le envió a Yitzjak una señal.

Efectivamente, el mismo día en que Yitzjak hizo el tratado con Avimelej y sus líderes, los siervos de Isaac, que parecían ser muy hábiles para encontrar agua, vinieron y le trajeron la noticia de otro pozo que habían cavado. Yitzjak lo llamó Seba (en habreo Shivah), que significa “siete” y se parece a la expresión hebrea shvuah (“juramento”), razón por lo que el nombre de la ciudad donde este pozo está es Berseba, es decir el Pozo del Juramento. Pero esa era la fuente secundaria para el nombre. La fuente primaria del nombre Berseba viene de Beer Sheva, que significa literalmente el Pozo de los Siete (21:22-34). El énfasis en el capítulo 21 fue el número siete, pero aquí el énfasis está en el juramento. La palabra hebrea para jurar, juramento y siete tiene a menudo la misma raíz hebrea.

Este fue el quinto pozo que cavó Yitsjak. Los primeros manantiales que excavó Yitzjak son los que habían sido cavados por Avraham avinu y vueltos a tapar por los filisteos. Estos pudieron sellarlos exitosamente porque la tarea esencial, el servicio divino de Avraham no era cavar pozos. Pero cuando Yitzjak concretó su propio servicio divino, la reapertura de los manantiales de su padre, los filisteos ya no tenían poder para cerrarlos. Al finalizar esta tarea, Yitzjak se dedicó a abrir otros tres manantiales propios. Los primeros dos crearon una controversia por su propiedad. Por eso Yitzjak llamó al primero Esek, que significa «conflicto» y al segundo “Sitná”, que significa odio. Finalmente viajó a un área diferente donde su tarea no provocó conflictos. En este nuevo lugar estaba claro en todos los niveles de la conciencia del mundo que los pozos que cavó Yitzjak eran suyos. Así, nombró al tercero “Rejovot”, que significa «amplitud infinita», como anticipando la abundancia que le permitiría dar a luz nuevos frutos en la realidad.

Este último detalle no es nada menor, ya que, leyendo el Midrash me enteré que cada pozo abierto por Yitzjak corresponde a un libro del Jumash (Pentateuco = cinco libros). Por eso les comparto dicha interpretación:

  • Esek corresponde al rollo Bereshit (Génesis), donde se habla de la creación del “mundo” – esek.
  • Sitnah corresponde al rollo de Shemot (Éxodo) porque allí se habla de cómo los egipcios odiaron y se opusieron a los hijos de Israel.
  • Vayikrah  (Levítico) está lleno de leyes que corresponden a las aguas de “un pozo” (Génesis 26:25).
  • Shivah (siete) simboliza el rollo de Bamidbar (Números) que contiene tres libros diferentes de la Torah (porque según nuestros sabios Números 10:35-36 constituye un libro en sí mismo) lo que da un total de siete libros de Torah.
  • Rejovot corresponde al rollo de Devarim, porque allí se entregaron las leyes para el tiempo cuando los hijos de Israel estuvieran extendiéndose en la tierra prometida (Deut. 19:8).

Yitzjak cavó cinco pozos, es decir que trabajó su alma en el estudio de todos los mitzvot (mandamientos) que proceden de la enseñanza de la Luz (Oraitah), que es la Fuente de donde provine todos los planos de la existencia. Por ello, su vida fue la perfecta representación de la virtud divina conocida como Guevurah que es la capacidad de aplicar rigor a uno mismo para recibir de la benevolencia, para luego darlo con justicia y compasión a todos los que conforman el entorno.

¡Esto es maravilloso! El principal objetivo individual del propósito del alma de Yitzjak a este mundo fue cavar pozos de agua en el desierto, elevando las aguas y manantiales subterráneos para que se revelen sobre la tierra, con el apoyo de su esposa Rivkah. Cavar un pozo es penetrar la tierra y ver a través de barreras opacas. Los sabios explican que la Torah es como el agua porque al igual que sin agua no hay vida, tampoco sin Torah hay vida. Cuando uno que tiene el mérito de dedicarse al estudio de la Torah, de entenderla, y logra sumergirse en las profundidades de ella, es como si buscara y encontrara agua.

Por todos los datos compartidos hasta aquí, podemos notar que Avraham avinu fue un hombre de altares y Yaakov sería un hombre de tiendas, pero el patriarca Itzjak era un hombre de pozos, es decir un varón que se disciplinaba (aplicaba para sí la guevurah) en investigar las pautas divinas.

El trabajo de Yitzjak avinu era complementario del de su padre, Avraham, cuyo servicio y rectificación era traer luz directa desde lo Alto hacia el mundo abajo. Abraham proyectaba luz a sus oyentes que eran como estudiantes sentados a los pies de su maestro. El maestro proyecta luz directa, desde arriba hacia abajo a sus estudiantes. Este servicio, realizado desde arriba hacia abajo es llamado “or iashar”, (luz directa).

En cambio, Yitzjak no merodea para hacer campañas e iluminar el mundo, y al parecer no le interesa mucho. Yitzjak excava pozos, observa la realidad desde abajo, al mundo y sus habitantes tal como son, también en el máximo materialismo grosero y tosco, y quiere revelar la existencia del Eterno en todo lugar. Yitzjak no busca iluminar la realidad desde arriba, porque la luz por más grande que sea ilumina la realidad desde afuera pero no penetra en su interior. Yitzjak excava y perfora, profundiza más y más, para revelar que el suelo que aparece a la vista desierto y destruida, alejado de la Divinidad, en verdad oculta en su interior un “beer maim jaim”, es decir, un pozo de aguas vivientes. Oculta a Yahvéh mismo. O sea que el servicio y rectificación de Yitzjak complementaba al de su padre Avraham actuando en dirección opuesta, de abajo hacia arriba. Al cavar los pozos revelaba la luz oculta simbolizada por las aguas vivientes, que previamente habían sido atrapadas en el reino material inferior (Malkut). Con sus herramientas rompía las corazas (klipot), las cáscaras físicas revelando la luz encubierta desde por debajo de la tierra hacia arriba. Este servicio se llama “or jozer” (luz de retorno).

Por esto su emunah (certeza y convicción) le permitía adquirir y dominar el conocimiento de la Provisión constante de Yahvéh. También sabía que el Eterno podía proveer en muchas diferentes maneras, no solamente una.

La sabiduría mística explica que los últimos tres pozos de Yitzjak corresponden a los tres niveles ascendentes del alma. Este servicio esencial de Yitzjak representa el proceso madurativo rectificado de toda alma en sentido ascendente de abajo hacia arriba. Esta es la labor del tzadik oculto que inspira a la gente para estimular su amor y temor al Eterno, aunque no conscientemente. Al cavar los pozos, Yitzjak proyectaba su energía positiva hacia los corazones de la gente, causando que experimenten un inexplicable estímulo por conocer y amar al Todopoderoso.

Entendiendo lo hasta aquí considerado, podemos entender por qué Yitzjak ama a Esav. Sabe que él no es un gran tzadik (justo), pero es un hombre del campo, de la tierra, ciertamente un gruñón que respira la grosera realidad del mundo físico. Y esto es lo que Yitzjak ama de él. Yitzjak no quiere ángeles en el cielo (ya los conoce desde la akeidah -atadura-), está acostumbrado a verlos. Lo que le interesa es atrapar un pedazo de realidad y ocuparse de él. He aquí el motivo por el que Yitzjak quiere bendecir a Esav, porque cree que con la fuerza de esas bendiciones Esav puede verdaderamente revertirse, rectificar su camino y justamente desde su tosquedad revele a HaKadosh Baruj Hu, Yahvéh, nuestro Dios.

Antes de este capítulo, Itzjak fue mencionado sólo en combinación con Avraham; desde este punto en adelante, él sólo se menciona en relación con Yaakov. Este es el único capítulo en el que el centro de atención está sobre él. Él vivió 180 años, con lo que su vida fue la más larga de los tres patriarcas. Pero su vida es la menos accidentada, no obstante esto, por todo lo que hemos visto que hizo en su misión, él es un tipo de Mashiaj.

Ismael y Su Grito de Alabanza Final

Por P.A. David Nesher

 

«Aquí está la genealogía de Yishmael, el hijo de Avraham, a quien Hagar la Mitzrayimi había dado a luz a Avraham.
Estos son los nombres de los hijos de Yishmael, nombrados en el orden de su nacimiento.

El primogénito de Yishmael fue Nevayot; seguido de Kedar, Adbeel, Mivsam,Mishma, Dumah, Massa,
Hadad, Teima, Yetur, Nafish y Kedmah.
Estos son los hijos de Yishmael, y estos son sus nombres, conforme a sus asentamientos y sus campamentos, doce jefes de tribus. 
Esto es cuanto tiempo Yishmael vivió: 137 años. Entonces él espiró por última vez, murió y fue reunido a su pueblo.
Los hijos de Yishmael habitaron entre Havilah y Shur, cerca de Mitzrayim como cuando uno va hacia Ashur; él se asentó cerca de todos sus hermanos.»

(Génesis/Bereshit 25:12 – 18)

Pensar que Avraham avinu decidió darle una ayudita a Dios. Es una forma amable de mi parte de decir que él, aconsejado por su esposa Sarah, decidió adelantarse a Dios en cuanto al cumplimiento de Su promesa. Ellos determinaron darle esa ayuda a Dios haciendo que Avraham concibiera un hijo por medio de Hagar, la esclava egipcia de su esposa. El niño nacido de esa unión fue nombrado Yishmael, que significa «Dios lo escuchará» o mejor traducido: «el Poderoso escuchará«. Hemos aprendido que la voz de la aflicción de Hagar fue escuchada por el Eterno y precisamente por eso el niño recibió el nombre Yishmael (16:11). Luego el Eterno escuchó la voz del joven cuando estaba llorando al estar a punto de morir (21:17).

Entonces Yishmael es el hijo del apresuramiento de Avraham y Sarah en cumplir el propósito de Dios con recursos humanos. Sin embargo, al considerar este pasaje descubrimos que este varón no quedó en el olvido divino. Este relato, justamente tiene el propósito de demostrar el cumplimiento pleno de la promesa del Eterno a Avraham, en lo referente a su simiente, y también a Hagar, de convertir la descendencia de Yishmael en una nación. Recordemos lo que ya hemos estudiado. Cuando Hagar concibió, entendió esto como una elevación a su estatus y no estaba dispuesta a ser la sirviente de Saráh. Por esto fue que Sarah tuvo que reconfirmar su autoridad sobre Hagar tratándola con duro rigor (Guevurah). Por esto Hagar huyó. Entonces el Eterno mandó un ángel a persuadir a Hagar para que regrese. El ángel le dijo que tendría un hijo (Yishmael) quien sería un poder muy grande en el mundo. Describiendo su grandeza el mensajero celestial dijo:

«Será un hombre salvaje. Su mano estará contra todos, y la mano de todos estará contra él. Igual vivirá sin ser molestado entre sus hermanos»

(Génesis 16,12)

Yishmael fue bendecido por los Cielos de tal manera que doce príncipes, cada uno con una tribu, salieron de sus lomos. Esto confirma la promesa dada a Avraham y Hagar sobre su futuro:

“Y en cuanto a Ismael, te he oído; he aquí, yo lo bendeciré y lo haré fecundo y lo multiplicaré en gran manera. Engendrará a doce príncipes y haré de él una gran nación.”

(Génesis 17:20)

 “Y también del hijo de la sierva haré una nación, por ser tu descendiente.”

(Génesis 21:13)

“Levántate, alza al muchacho y sostenlo con tu mano; porque yo haré de él una gran nación.”

(Génesis 21:18)

Yishmael tomó a una esposa egipcia (Génesis 21:21) «Y habitó en el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto», y se convirtió en el padre de 12 tribus. Estas tribus se convertirían en el núcleo de los pueblos árabes, un pueblo con una mezcla de sangres semítica y egipcia. Otras tribus árabes rastrean su origen a los seis hijos de Avraham que le nacieron de su segunda esposa, Keturah (Génesis 25:1-4)

Vemos que tres veces el Eterno prometió que iba a hacer de Yishmael una gran nación, y en el texto que nos ocupa vemos que el Eterno es fiel para cumplir su promesa. Sus descendientes fueron doce patriarcas, número requerido en la antigüedad para que los clanes familiares pudieran comenzar la formación de una nación. Por todo esto, con el tiempo, la descendencia de Yishmael se convirtió en una nación identificable étnica, cultural y territorialmente.

En este pasaje vemos como se indica que los ismaelitas tenían una organización política bien definida. Algunos son de vida nómada y otros son seminómadas, es decir, que su territorio se organizaba en aldeas y campamentos.

Se especifica que territorio geográfico les fuera asignado: desde Hávila hasta Shur, es decir un territorio frente a Egipto y en dirección al camino a Asiria en la península de Sinaí. Esta asignación territorial está fuera de Canaán lo que aseguraba la ausencia de disputa territorial con Itzjak y sus descendientes. Se menciona también la muerte de Yishmael en los términos nuevos de ser reunido a su pueblo Los ismaelitas serán mencionados varias veces en la Torah, ya que mantuvieron una relación estrecha con los israelitas.

En nuestros días, podemos contemplar como el Eterno ha sido fiel a esas promesas. En la actualidad, hay 21 naciones árabes con una población combinada de 175 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 12,9 millones de km² (la totalidad de países de habla hispana del Hemisferio Occidental) de territorio rico en petróleo. En contraste, sólo hay un Estado Judío, llamado Israel, con una población de 4 millones de personas que están apretujadas en sólo 20.700 km² de espacio. Ésa es una proporción de población de 43 a 1 y una proporción de tierra de 662 a 1. Los árabes ciertamente han sido bendecidos pero por su ignorancia la cambian a maldición por desechar a Israel en el diseño celestial del Eterno.

La bendición sobre Yishmael no implica solamente la multiplicación de sus descendientes para que sean muchos y prósperos en el mundo, sino también una dimensión espiritual. Esa bendición está reservada de una manera especial para los últimos tiempos cuando el Islam sea quebrado.

Aceptemos un código importante. Yishmael era el hijo de Abraham. Pues bien, la cualidad más grande de Avraham fue la benevolencia.  Avraham fue alrededor del mundo enseñando que Yahvéh es infinitamente benevolente, misericordioso y la fuente de todas las bendiciones.  El Eterno no practica benevolencia como respuesta al comportamiento humano, hace el bien simplemente porque es bueno.  El mundo está basado en pura benevolencia (Salmos 83;3). Así mismo, Avraham enseñó que la esencia de este bien que el Eterno da sin razón alguna es el hecho de que Él nos da una oportunidad. Yahvéh le da al hombre la oportunidad de obtener el bien verdadero al perfeccionarse espiritualmente por medio de sus esfuerzos en aprender los secretos del Cielo y así llegar a elevarse hasta tal punto que se gana el derecho de estar conectado con el Creador.

Reflexionando en lo dicho en el párrafo anterior, entendemos que el mundo pudo haber sido fundado con pura benevolencia pero estaba planeado para acabar en pura justicia. Por eso también comprendemos que Yishamel internalizó solamente la primera mitad del mensaje de Avraham.  Estaba más que listo para recibir la infinita bondad de Dios, pero no estaba preparado para tomar el desafío que la acompaña.

Sin embargo, leemos en este pasaje la expresión: «Entonces él espiró por última vez». El intérprete  Rashí dice que la palabra hebrea que ha sido traducida como “expiró” es gueviah, que sólo es usada en referencia a hombres justos. ¡Así que Yishmael murió como un hombre justo (tzadik)! Esto tiene un alto grado profético de injerencia para los últimos días de esta era que vale la pena considerar.

Si lo recordamos bien, al inicio de este estudio he dicho que Yishmael significa «el Poderoso escuchará«. Interesante es decir que el Yishmael actual sabe gritar. Sus descendientes, los pueblos árabes, gritan mucho. Esto es porque el Eterno ha capacitado a esta etnia para gritar. He aquí pues que el nombre Yishmael encierra una profecía sobre su fin; él gritará y el Poderoso escuchará su grito. Veamos con más detalle esto:

Las Sagradas Escrituras anuncian que el Eterno derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por su intento de reclamar como propia la patria judía (por favor, antes de seguir leyendo considere, por ejemplo, Sal 83:4-12, Joel 3:19). Por ello es que primero, Yishmael dará un grito de ayuda, como aquella vez cuando estaba a punto de morir, porque muchos males vendrán sobre los países árabes en los últimos tiempos, como lo viera y anunciara el profeta Daniel:

“Y al tiempo del fin, el rey del sur (Egipto) se enfrentará con él, y el rey del norte (Siria) lo atacará con carros, jinetes y con numerosas naves; entrará en sus tierras, las invadirá y pasará. También entrará a la Tierra Hermosa, y muchos países caerán; mas éstos serán librados de su mano: Edom, Moab y lo más selecto de los hijos de Amón (la actual Jordania). Y extenderá su mano contra otros países, y la tierra de Egipto no escapará. Se apoderará de los tesoros ocultos de oro y plata y de todas las cosas preciosas de Egipto. Libios y etíopes seguirán sus pasos. Pero rumores del oriente y del norte lo turbarán, y saldrá con gran furor para destruir y aniquilar a muchos.”

(Daniel 11:40-44)

Los países árabes, y especialmente Egipto, tendrán muchos sufrimientos por las guerras que vendrán al tiempo del fin. Esto producirá un grito muy grande entre ellos. Pero el grito irá cambiando y se producirá un grito muy distinto en la boca de Yishmael. En lugar de gritar con odio contra su hermano Yitsjak y echarle la culpa por todo lo que le pasa a él mismo, o gritar por el sufrimiento de las guerras que está viviendo, empezará a clamar al Cielo (no al falso dios del islam) sino al Poderoso de Israel, Yahvéh es Su Nombre. 

Así, al igual que los judíos, un remanente de los árabes emergerá de su sufrimiento con sus corazones vueltos hacia el único y verdadero Dios:

«Así dijo YHVH contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel:

He aquí que yo los arrancaré de su tierra, y arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá. Y después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra. 

Y si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo:

Vive YHVH, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, ellos serán prosperados en medio de mi pueblo.  Más si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice el Señor.

(Jeremías 12:14-17)

Entonces Él, el Dios de Avraham, escuchará y responderá, tal como lo anunciara el profeta Isaías: 

“Y YHVH herirá a Egipto; herirá pero sanará; y ellos volverán a YHVH, y Él les responderá y los sanará”

(Isaías 19:22)

Así, después de haber recibido esa maravillosa sanidad del Elokim de los hebreos, los hijos de Yishmael elevarán otro tipo de grito, el cual ha sido descripto por el profeta Isaías de este modo:

Levanten la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar (el segundo hijos de Yishmael).

Canten de júbilo los habitantes de Sela, desde las cimas de los montes griten de alegría.

Den gloria a YHVH, y proclamen en las costas su alabanza.

(Isaías 42:11-12)

El oráculo es bien claro. El último grito de Yishmael será un grito de alabanza al Eterno, el Elokim de Israel, que no ha puesto su Nombre en Meca sino en Yerushalayim (Jerusalén). Y a Yerushalayim vendrán los hijos de Yishmael en un futuro no muy lejano a ofrecer sacrificios en el tercer templo, como también lo anunciara el profeta Isaías:

“Todos los rebaños de Cedar (el segundo hijos de Yishmael) serán reunidos para ti (Yerushalayim),

los carneros de Nebaiot (el primogénito de Yishmael) estarán a tu servicio;

subirán como ofrenda agradable sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria.”

(Isaías 60:7)

De esta manera se cumplirá el propósito del nombre Yishmael en sus descendientes. El Poderoso los escuchará y les hará un gran pueblo que traerá mucha bendición material y espiritual a toda la tierra.

En conclusión, todo ser humano debe aceptar que no existe ninguna parcialidad para con el Eterno (Romanos 2:11). Él escogió a Israel y sus miembros, no para ser un repositorio de Sus bendiciones, sino para ser un vehículo a través del cual Él bendeciría a todas las naciones del mundo, incluyendo a los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Yahvéh (ya sea para los judíos y los árabes, así como para todas las personas), es aceptar el regalo de amor de Yahvéh en Yeshúa, Su Hijo, al recibirlo como Mesías y Dueño. Con este mensaje vibrando en su mente y corazón, el apóstol Pablo escribió al considera la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos:

“!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!”

(Romanos 11:33)

Esto es también lo que hoy vibra en mi esencia al meditar en lo que este mensaje me ha implantado al considerar a los pueblos árabes.

¡Que ese día llegue pronto y en nuestros días!

¡Amén!

 

¿Quién fue la Esposa de Lot?… ¿Cómo terminó ese Yugo Matrimonial?  

Por P.A. David Nesher

 

Acordaos de la mujer de Lot«

(Lucas 17:32)

«Él dio vuelta [destruyó] aquellas ciudades y toda la planicie, con todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación de la tierra. Pero su mujer miró por detrás de él y se convirtió en un pilar de sal.»

(Bereshit/Génesis 19:25-26)

El Malak (ángel) enviado por el Eterno para aplicar Su rigor (guevurah) en la Pentápolis (complejo de cinco ciudades) encabezada por Sedom (Sodoma), liberó a Lot y su familia poco antes del amanecer.

Enseguida llegaría la destrucción, justo en el momento de la mañana en el que tanto el sol como la luna son visibles de forma simultánea. Dicho de otra forma, la aniquilación sucede mientras la luna y el sol gobiernan en lo alto. Rashí dice que esto era significativo ya que la costumbre religiosa de Sodoma era la adoración al sol y a la luna, por lo que ninguno de los dos cultos podría afirmar posteriormente: «¡Si mi dios hubiera estado ahí, nos habría salvado!«

El Midrash advierte además que la palabra “rabbá” ha sido empleada ya anteriormente a propósito del diluvio, de lo que se entiende que los habitantes de Sedom (Sodoma) y Amorá (Gomorra) eran reincidentes, que cometieron las mismas iniquidades que la generación del diluvio; ésta fue castigada por un diluvio de agua; y aquellas cinco ciudades por un diluvio de fuego. El Eterno destruyó Sedom con rayos solares y azufre hirviente. Todo lo que contenían las ciudades ardió; personas, cosas, así como lo que crecía del suelo.

“¡No mires detrás de ti!”, fueron las palabras de aquel mensajero celestial como advertencia para Lot y su casa (19:17). Lamentablemente su esposa desobedeció la orden. 

Es muy evidente la enseñanza de que de aquí se desprende: un pasado malsano debe quedar atrás, para salvación y bendición nuestra, de lo contrario las consecuencias nos alcanzarán. Evidentemente en el peregrinar de la vida, la familia necesita la unanimidad del matrimonio que la ha fundado. Por eso, en cierta oportunidad, el apóstol Pablo exhortó a los creyentes de Corinto acerca del peligro de enyugarse en alianzas con incrédulos:

«No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?»
(2 Corintios 6: 14)

Pues bien, este consejo es simplemente la síntesis de la verdad surgida de las mismas historias relatadas en la inspiración escritural. Uno de los ejemplos en el que el apóstol está pensando al hablar de yugo desigual es el del justo Lot.

¿Lot estaba en Yugo Desigual?

El texto hebreo nos muestra que los hombres dijeron que Lot había venido sólo a Sedom soltero, puesto que tenía muchos siervos y siervas. Esto lo prueba lo que se tradujo en el capítulo 19 versículo 9 como “… este vino como extranjero” (– en hebreo dice: haejad ba lagur – האחד בא לגור –), en realidad debería decir literalmente: “… este vino a vivir siendo uno”.

Considerado así, esto nos enseña que Lot había tomado una mujer de Sedom (Sodoma), que respondía al nombre de Adit (o Idit), según distintos manuscritos históricos. Ella era descendiente de Kenáan (Canaán) quien recordamos (ver parashá Noaj) había tratado tan perversamente a Noaj su padre cuando este se había emborrachado, y por lo tanto fue maldecido. La depravación de las mentes de los descendientes de Kenáan causó su entrega a toda clase de inmoralidades, especialmente la sexual.

Adit, no convencida del propósito de esta huida, quería ver lo que había sido de sus otras dos hijas que habían quedado en Sodoma junto a sus esposos, entonces se detuvo en el camino para ver si ellas venían, pero al igual que el suelo y los habitantes de Sodoma, fue víctima del fenómeno de petrificación sulfuro salino que se produjo en toda la región, [Midrash, pág 154]. El historiador judío Flavio Josefo narra que, antes de salir, ella quiso echar una última mirada:

«…La mujer de Lot, llena de curiosidad se volteó mirando atrás, a pesar que Dios lo había prohibido. Al momento fue convertida en un pilar de sal. Yo la he visto, todavía está ahí…»

[Antigüedades de los judíos, Tomo I, Pág 33].

Idit estaba muy allegada a su cultura sodomita, por ello su castigo fue ser convertida en una columna de sal en Sodoma, donde estaba su corazón. Mientras el Ángel exterminador no ve el rostro del hombre, no tiene ningún poder sobre él. La mujer de Lot cometió ese error y se convirtió en estatua de sal. Así explicaesto el Zohar:

«…De detrás de Lot, dado que el Ángel destructor lo seguía. Pero su mujer miró hacia atrás de él, volviendo así su rostro al Ángel destructor, y se convirtió en una columna de sal, pues mientras el ángel destructor no ve el rostro de un ser humano no lo daña…».

Rashí sugiere en su comentario que ella fue con los vecinos a pedir un poco de sal, pero que en realidad fue a chismear e inconformarse por las acciones hospitalarias de Lot:

«…Ella había pecado por medio de la sal, y por eso mismo fue también castigada por medio de la sal. Lot le había dicho: “Da un poco de sal a estos huéspedes (los ángeles)”. Pero ella respondió: “También esta mala costumbre de dar de comer a forasteros deseas imponer en este sitio”?…»

[Torah Rashí].

Lo triste de esto es que la esposa de Lot no estaba dispuesta a ser influenciada por su marido. Al leer los Evangelios notamos que Yeshúa la usa como ejemplo cuando dijo:

«En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a buscarlas. Así mismo el que esté en el campo, que no regrese por lo que haya dejado atrás. ¡Acuérdense de la esposa de Lot!»
(Lucas 17:31-32)

¿Por qué la mujer de Lot miraría hacia atrás?

Hay dos razones que estarían explicando el por qué la esposa de Lot desobedeció la orden celestial:

En primer lugar amaba la vida cómoda de Sedom, y no quería abandonarla (Luc. 17:31, 32). Su cuerpo salió de la ciudad, pero ella sin duda dejó su corazón allí. Todos tenemos cosas y personas en esta tierra que no queremos dejar atrás. Pero cuando el Señor regrese, sabemos que las dejaremos atrás. La Palabra de Dios enseña que:

«El que procure conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les digo que en aquella noche estarán dos personas en una misma cama: una será llevada y la otra será dejada. Dos mujeres estarán moliendo juntas: una será llevada y la otra será dejada.»
(Lucas 17:33-35).

En segundo lugar, ella miró hacia atrás simplemente porque ella no creía que el Eterno había dicho que salieran de la ciudad y no miran hacia atrás. Lot creyó al Señor y no miró hacia atrás, lo mismo que sus hijas solteras, pero la señora de Lot no creyó. Ella no era creyente y no se sintió segura en la Palabra que Yahvéh había dado por medio de sus mensajeros. Ella estaba atrapada y superada por la caída de los materiales fundidos y se convirtió en un pilar de sal (19:26). Esta es una imagen de los que dan la espalda a Dios (Hebreos 10:38-39).

En honor a la verdad, esta es la situación de la mayoría de los creyentes evangélicos que creen en el amor de Dios, en Su compasión, misericordia y consideración, pero que no creen en Su Justicia.

Piensan que el Eterno atenuará el rigor de Su Palabra con respecto a su desobediencia. La mujer de Lot también pensaba así.

Los rebeldes se olvidan de que la desobediencia es una clara demostración de falta de fe en la Palabra.

A causa de eso, son verdaderas estatuas de sal dentro y fuera de las iglesias.

Según los distintos intérpretes, la mujer de Lot permanecerá en ese estado hasta la resurrección de los muertos. Los sabios judíos conocen la zona donde ella quedó petrificada [Midrash, pág 154].

El Zohar indica que las dos malvadas ciudades no tendrán parte al mundo futuro, aunque sí resucitarán para el Juicio Final. Rabí Abba añade: “…Todas las criaturas asistirán a este Juicio, pues el Eterno es clemente. Cuando los pecadores han sufrido su castigo, (la Justicia Divina) deja de perseguirlos con excesivo rigor…”.

¡Cuidado!… ¡El Yugo desigual te lleva a vibrar en la inmoralidad materialista!

A la distancia, Abraham alzaba su vista hacia las regiones de Sedom y Amora (Sodoma y Gomorra), advirtiendo un humo muy denso que se elevaba hacia las nubes. Estas ciudades estaban situadas dentro de la Tierra Prometida. Precisamente por eso, la corrupción y la perversión de sus habitantes acarrearon su destrucción. Al contemplar la región desolada del Mar Muerto y sus aguas de elevada densidad en sal, el observador advertirá la naturaleza volcánica del lugar donde estaban emplazadas aquellas ciudades tan prósperas en su época.

Ahora bien, al meditar el relato, notamos que Abraham era muy cuidadoso en la administración del linaje.  Él procuraba que su descendencia no entremezclara su simiente con los descendientes de Kenáan por la baja moral que estos tenían (ver 24:3). Sin embargo, Lot no tenía esa fuerza interior para decir no a los valores del mundo que le rodeaba. Esto le hizo ceder poco a poco ante las presiones de su esposa y los demás conciudadanos de Sedom (Sodoma). Era cierto que su alma justa sufría por causa del pecado de los hijos de Kenáan (Canaán) tal como lo comenta el apóstol Pedro:

“… si rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos)
(2 Pedro 2:7-8).

Pero él no tenía fuerza espiritual para dirigir a sus hijos por el camino de la moral alta, como lo tenía Abraham nuestro padre (18:19). Esa era una de las razones por las que Abrahán tenía que apartarse de Lot.

El Eterno tenía misericordia de Lot a causa de la intervención intercesora de su amigo Abraham avinu. Por ello, lo salvó de la destrucción, pero lamentablemente Lot perdió la mayoría de su familia.  El relato cuenta que su esposa se convirtió en una estatua de sal por haberse vuelto atrás, posiblemente por su instinto materno, pensando en aquellos hijos que se habían quedado y por su amor al sistema cultural en el que había vivido desde su nacimientos.

Lot perdió también todos sus bienes y todo lo que le quedaba fueron dos hijas solteras, hijas de Sedom, cuya moral no era mejor que el resto de los descendientes de Kenáan.

Avraham rehusó dirigirse por los valores del mundo que le rodeaba, y por eso fue escogido y bendecido. Su fuerza moral sigue bendiciendo al mundo entero hoy. Pero Lot cedió ante la moral baja y perdió prácticamente todo. Sin embargo el Eterno tuvo misericordia de él y le salvó con sus hijas, porque tenía un plan maravilloso para el futuro de ellas dentro de su proyecto mesiánico.

El Yugo Desigual conduce al despropósito.

Al meditar este relato, debemos aceptar que la vida de Lot transcurría tan en despropósito, tanto como la vida de Abraham estaba llena de promesas para el devenir perfecto del propósito eterno de Dios. El capítulo anterior (18) terminó con Abraham intercediendo como profeta por los justos de Sodoma y sus ciudades aliadas, mientras que este capítulo termina con el incesto de un borracho en una cueva, y la manifestación de la simiente de la serpiente en los dos hijos que nacieron de este pecado.

pilar de sal que los judíos señalan como la esposa de Lot

Lamentablemente, debemos aceptar que este contraste lo vemos hoy en la asamblea gozosa de hijos primogénitos. Nos damos cuenta que contamos con dos tipos de creyentes hoy. Por un lado están aquellos que viven una vida fructífera, y por otra parte, encontramos a los que viven una vida de completa sequedad, sin fruto alguno. Creyentes infructuosos son los que realmente han hecho un lío de sus vidas; que han seguido enteramente fuera de la voluntad de Yahvéh, y han visto renacer las iniquidades ancestrales en sus descendientes. Yo no me atrevo a asegurar, ni por un momento que han perdido su salvación, pero sí que no conocen lo que significa disfrutar del gozo que da la misma. Como dijo el apóstol Pablo, son salvos, pero, tal como Lot lo descubriría, serán salvos, pero como quien pasa por el fuego (1 Corintios 3:15).

Por todo esto, los invito a rechazar la conducta de Lot y seguir el ejemplo de Abrahán avinu (nuestro padre). Rehusemos como él, manchar nuestras almas con el pecado del sistema reptiliano que nos rodea. Mandemos y exhortemos todo el tiempo a nuestros hijos y nietos a guardar el camino del Eterno, haciendo justicia y juicio para que ellos puedan seguir dentro de la línea de bendición otorgada en el Mesías desde el cielo. Por esto último, este consejo divino no es solamente para los que son descendientes físicos de Abrahán, sino también para todos aquellos que siguen su fe, porque todos los que son del Mesías son simiente de Abrahán y herederos según la promesa (Romanos 4:9-13; Gálatas 3:29).

Por esto te aconsejo que escuches el mensaje celestial; “¡No mires detrás de ti!” Recuerda que mirar atrás nos estanca. Mirar atrás nos produce pérdidas. Mirar atrás produce dolor en las relaciones familiares. Mirar atrás expresa el anhelo de no abandonar el pasado que desagrada a Yahvéh. Es fundamental avanzar sin temor y sin mirar atrás, pues al otro lado hay un mejor nivel de vida esperándote esperándote.

Anhelo que seas fuerte y bendecido (Jazak uvaruj) con estas palabras.

Como siempre en amor y amistad de servicio: P.A. David Nesher


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¿Se Debe Interceder por las Ciudades de Maldad?

Por P.A. David Nesher

 

 

«Vayomer YHVH za’akat Sdom va’Amorah ki-rabah vechatatam ki chavedah me’od…

Ulay yesh chamishim tsadikim betoch ha’ir ha’af tispeh velo-tisa lamakom lema’an chamishim hatsadikim asher bekirbah. Chalilah lecha me’asot kadavar hazeh lehamit tsadik im-rasha vehayah hatsadik karasha chalilah lach hashofet kol-ha’arets lo ya’aseh mishpat.»

Dijo Yahvéh [a Abraham]:
“Puesto que el clamor contra Sedom y Amorá [Gomorra] es grande y su pecado es tan grave…
Quizás haya 50 justos dentro de la ciudad, ¿igualmente la destruirías y no perdonarías al lugar en virtud de los 50 justos que pudiera haber allí? Sería sacrilegio para Ti hacer una cosa como ésta, que hagas morir al justo con el malvado y que el justo sea tratado como el malvado! ¡Sería sacrilegio para Ti! ¿¡Acaso el Juez de toda la tierra no ha de hacer justicia!?”

(Génesis/Bereshit 18: 20, 24-25)

Al estudiar esta perícopa podemos apreciar que el Supremo había ordenado la aniquilación de los habitantes de Sedom y Amorah (Sodoma y Gomorra). El juicio divino sucedería en pocas horas.

Así mismo en estos versículos aparece la revelación de un asunto yahvista importantísimo: el Eterno no quiere que Avraham conozca por terceras personas la terrible catástrofe que acontecerá a esta alianza de cinco ciudades del Valle de Sidim: Sedom, Amorah, Adma, Zoar y Zeboim. Por el contrario, Él mismo desea darle la noticia de ella, ya que lo ha llamado a entrar en una relación de íntima confianza (hebreo yéda`tiv: «le he hecho un íntimo«) a fin de que le sea también revelada la acción exterior de Dios en la historia, habitualmente oculta a los seres humanos.

¡Avraham debe comprender lo que acontecerá en Sedom y toda la Pentápolis maldita! El motivo de esta sorprendente intención de Yahvéh nos viene dado de modo particular en el versículo 19: Avraham ha sido investido por el Cielo de una función magisterial respecto a sus descendientes, y en ese sentido el suceso de Sedom conserva un valor ejemplar para todas las épocas (2Ped. 2:6)

Necesitamos recordar que el Eterno, debido al Pacto de las Mitades que estableció con Abraham avinu (nuestro padre), consideraba al patriarca su amigo (Santiago 2:23). Por esta causa Él no le ocultaría nada. Por eso, Yahvéh primero reforzó su promesa en Abraham de convertirlo en padre de una gran nación si él guardaba el camino revelado en Su Instrucción (Torah), y se la transmitía a sus generaciones (Gn. 18: 17-19). Abraham amaba a Yahvéh y la norma es que el que ama devela sus cosas ocultas a la persona a quien ama, a fin de garantizar la estabilidad del mundo que los dos comparten. Con este fundamento firme el Eterno develará sus propósitos de juicio a Abraham en esta oportunidad.

Avraham tenía que saber la razón de la terrible destrucción que las ciudades estaban a punto de experimentar. Tendría que explicárselo a sus hijos, y ellos a todos sus descendientes. La desolada región de Sodoma, en los siglos venideros, sería una advertencia permanente para Israel que, aunque Yahvéh es clemente, misericordioso y paciente, Él también es un Dios de justicia y rigor, por lo que no perdonará cuando llegue el momento de Su juicio.

Así pues, Yahvéh compartió con Abraham Su Intención de ir a supervisar a Sodoma, Gomorra y las ciudades aliadas. El Eterno revela además su propósito de juicio contra dichas ciudades por la extrema pecaminosidad de sus habitantes.

Cuando Avraham se coloca delante de Yahvéh condicionándolo con la expresión “cincuenta justos”, estaba refiriéndose a la posibilidad que existieran diez justos en cada ciudad, ya que eran cinco las metrópolis condenadas. Pero ante la promesa divina de no destruir a aquellos lugares caso de hallarse cincuenta justos en ellos, Abraham implorando Su gracia, le pide primero que salve a cuatro de las cinco ciudades, si encuentra cuarenta justos en ellas. Luego que salve a tres ciudades, si el número de justos asciende a treinta. Después a dos ciudades, si el número de justos asciende a veinte. Y por último, pide que salve a una sola ciudad por lo menos si el número de gente justa asciende a diez. El Eterno le asegura a Abraham que la existencia de diez justos tiene tanto valor como la de cincuenta (pasuk 32). Por lo tanto, todas las ciudades quedarían en ruinas.

Avraham se acordó que Noaj había guardado silencio, que no le había pedido nada al Eterno cuando se le anunció “el fin de toda carne”. Por ello decidió interceder inmediatamente cuando Yahvéh le comunicó su intención de aniquilar a las ciudades perversas. Avraham era un gran tzadik, y solamente un tzadik (justo) ora intercediendo por las personas malvadas. Es la diferencia entre Noaj y Abraham; Noaj no elevó tefilah alguna por los habitantes del mundo antiguo, solamente se remitió a proclamar el oráculo de la destrucción, y construir el tevah (arca). En cambio, en esta ocasión Avraham apela a la misericordia divina en favor de esas perversas ciudades.

Él tenía compasión por Sodoma y le rogó al Eterno que los perdonara por el mérito de diez personas justas que pudiesen hallarse ahí, (18:32). La presencia de aquellos Sodomitas pervertidos y depravados, que disfrutaban; sin embargo, de una vida opulenta en medio de una naturaleza exuberante y paradisíaca (Ezequiel 16:49), constituía un desafío permanente para el patriarca que predicaba la obediencia al Abba Kadosh, la bondad, la moralidad y la virtud desinteresada.

“DIEZ JUSTOS”
Vayomer al-na yichar l’Adonay va’adabrah ach-hapa’am ulay yimats’un sham asarah vayomer lo ashchit ba’avur ha’asarah.

«Y dijo: Que no se enoje mi Amo, hablaré sólo una vez más. ¿Quizá haya allí [solo] 10?”
Y respondió:
“No la destruiré, en consideración de los 10”.

(Génesis/Bereshit 18:32)

Quizás haya ahí diez”, sugirió Avraham. Puede escucharse extraño que nuestro patriarca rogase por la salvación de aquellas ciudades de corrupción y de maldad, las peores del mundo (leer verso 24). Pero Avraham entendía que, por muy malvada que sea una persona, esta posee una chispa de Dios, por ser creada a tzelem (imagen divina), por lo tanto todo ser humano es un hijo de la Creación, aunque no sea aún hecho hijo de Dios por medio de Su redención (Juan 1: 12).

El ejemplo de Abraham nos enseña a orar por la salvación de todo el género humano, no importa a qué raza o religión pertenezca. Avraham conocía el secreto de que en las esferas celestiales el mérito de un número importante de justos tiene más alcance que el de un número de personas comunes. Por eso Yahvéh le asegura que la existencia de diez justos tiene tanto valor como la de un número de cincuenta.

En las Sagradas Escrituras el número diez representa la totalidad.

  • En el primer capítulo de Bereshit (Génesis) aparece la frase “dijo Dios” diez veces, en relación con la creación de todo.
  • Diez justos representarían toda la ciudad de Sedom.
  • Diez expresiones o palabras (Decálogo) representan toda la Torah toda.
  • Diez espías representaban todo el pueblo.
  • El diezmo representa todos los ingresos de un justo, etc.
  • Diez constituye el número mínimo para que, en una congregación se asiente la Shejiná del Eterno.

Por todo esto, en la tradición de Israel se necesitan diez varones justos para poder constituir un minyán, una asamblea legal representativa para todo Israel. Tanto para la oración en la sinagoga como para ciertos trámites legales se considera necesario tener un minyán.

Avraham supuso equivocadamente que habían por lo menos diez almas piadosas en Sedom, a saber: Lot con su esposa, sus cuatro hijas y cuatro yernos. Rabí Shimón Bar Yojáy solía decir que el mundo puede ser salvado por el mérito de un solo justo, tal como está escrito: “…El justo es el fundamento del mundo…” (Prov 10: 16, 21, 25). Sin embargo, este maestro aseguraba que debe tratarse de un justo de una perfección y de una santidad excepcional. Si hubiera habido diez justos en las ciudades proscritas, la justicia divina no hubiera perdido la esperanza de que sus habitantes pudiesen enmendarse y conocer un porvenir mejor. Los hubiera preservado de la destrucción en consideración a aquel porvenir.

Por ello, el Todopoderoso le asegura que no había diez personas justas en esa ciudad, pues los yernos de Lot no eran meritorios, según se advertirá en Gen 19:14. Una vez que Abraham se convence de que la catástrofe es inminente, los malakim (mensajeros o ángeles) se abrieron paso hacia Sedom.

El Midrash, con la intención de dejar bien claro esto, registra esta explicación:

«…En la generación del diluvio hubo ocho justos, Noaj, su mujer, sus tres hijos y sus esposas. Sin embargo, su mérito no fue suficiente para salvar a su generación. Aparentemente un número menor a diez no es suficiente para salvar a otros. Cuando los malakim llegaron a destruir Sedom rescataron a Lot sobrino de Abraham, a su mujer y a sus dos hijas antes de comenzar a ejecutar el juicio de El Eterno…».

Como el Señor estaba hablando con Abraham, los dos ángeles partieron de las colinas de Hebrón, y fueron hacia Sodoma. Sin embargo, Abraham, presintiendo lo que iba a suceder, se quedó en el camino con vista a la llanura del Mar Muerto para abogar por las personas inocentes que no habían participado en la maldad allí abajo.


Bitácoras Relacionadas:

La Vocación de Abraham: Santificar el Nombre del Eterno

Por P.A. David Nesher

 
“Y Yahvéh dijo a Avram:
Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.”
(Berseshit/Génesis 12:1-3)

Después de cinco años en Harán (o Jarán), el Eterno le recuerda lo que originalmente le había dicho a Abram en la tierra de los caldeos. Cuando leemos el relato que el diácono Esteban hace en el libro de los Hechos, descubrimos que Yahvéh ya se había aparecido a Avram en Ur-Kasdim:

El Dios de gloria apareció a nuestro padre Avraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Jarán, y le dijo:

«SAL DE TU TIERRA Y DE TU PARENTELA, Y VE A LA TIERRA QUE YO TE MOSTRARÉ.«

Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Jarán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis.”

(Hechos 7: 2-4)

Así pues nos queda claro que Avram ya había recibido su vocación divina en el país donde nació. Al leer el primer libro de las Sagradas Escrituras no encontramos la razón por la que Teraj, el padre de Avram, tomó la decisión de salir de Ur con parte de su familia.

Sin embargo, cuando acudimos al testimonio del libro de Yashar, junto con otros midrashim (enseñanzas), nos enteramos que Teraj había sido el general del ejército del rey Nimrod cuando tuvo a su hijo Avram, y por causa de un mensaje de los astrólogos Nimrod había decidido matar a todos los niños recién nacidos en su reino porque temía que un nuevo rey había nacido que le iba a quitar de su puesto. Por esto, Teraj escondió a Avram en una cueva durante 13 años y con astucia le entregó un niño recién nacido de una de sus siervas, diciendo que era Avram. De este modo Avram pudo sobrevivir el primer ataque contra su vida. Esta fue la primera de las diez pruebas que tuvo que pasar nuestro padre.

La segunda prueba que cuentan los midrashim fue cuando Avram no quiso adorar a los dioses de madera y piedra que su padre Teraj servía. También desafió la idolatría del rey Nimrod y por eso fue puesto en la cárcel durante diez años y luego echado en un horno de fuego junto con su hermano Harán. Yahvéh lo liberó milagrosamente de esa prueba pero su hermano fue consumido por las llamas.

Entonces, pareciera ser que por causa de todo esto Teraj tomó la decisión de salir de Ur para tener paz en su familia. Su plan era ir hasta la tierra de Kenáan, pero nunca llegó. Se quedó por la mitad, en Jarán, en la parte sur-este de lo que hoy es Turquía. La obediencia parcial de Avram no quitó la promesa de Yahvéh. En lugar de esto, significaba que la promesa estaba “en espera” hasta que Abram estuviera listo para hacer lo que el Señor dijo.

Es que es muy difícil dejar el propio país donde uno tiene todas sus relaciones. Es muy difícil salir de su pueblo, y todavía más, salir de la casa del padre de uno. Pero eso es lo que le pidió el Señor a Abram. A partir de estas palabras se descubre un doble fracaso por parte de Abram. Hay tres cosas que le fueron ordenadas por el Eterno. En primer lugar, él tenía que dejar su tierra y a las personas que vivían allí. Con respecto al primer requisito Abram obedeció, pero en referencia a los dos últimos fracasó. En segundo lugar, él tenía que separarse de su padre y de la casa de su padre. Pero en lugar de dejar a su padre y a su familia, llevo a su padre Teraj y su sobrino Lot con él. En esto no fue obediente. Teraj significa retardo, y Abram estaba atascado en Harán.

Los estudiosos no saben bien si el Eterno repitió su llamado a Avram en Jarán, o es que simplemente Avram tomó la decisión de salir por causa del llamado que había recibido ya estando en Ur, antes de que su padre había tomado la decisión de salir de allí. Lo cierto, es que ahora vemos como Avram obedece el llamado de salir de su tierra y de su familia. Sin embargo, aún lleva consigo a su sobrino Lot, cuyo nombre significa “velo”, que con el tiempo le causará muchos problemas.

 “Y tomó Avram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las almas que habían hecho en Jarán, y salieron para ir a la tierra de Kenáan; y a la tierra de Kenáan llegaron.

(12:5)

Las almas que habían hecho es una referencia a que habían ganado personas para la fe de ellos. Según Rashí, Avraham convertía a los hombres y Sará convertía a las mujeres. Según el midrash, Avram convocó asambleas públicas en Jarán, para proclamar la verdad de Un Creador, e instó a servirlo. Luego de los discursos públicos, estaba dispuesto a debatir sus propuestas con cualquier persona que las cuestionara. Así ganó decenas de miles de adeptos que reconocieron la existencia de Yahvéh como el único Boré Olam (Creador).

“Y atravesó Avram el país hasta el lugar de Shejem, hasta el planicie de Moré. Y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y Yahvéh se apareció a Avram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar a Yahvéh que se le había aparecido.”

(12:6-7 )

Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Shejem (Siquén), donde se encuentra la encina sagrada de Moré. Shejem era una ciudad pagana y fue el centro cananeo de la idolatría y las prácticas ocultas. Los cananeos tenían santuarios en arboledas de robles y Moré puede haber sido uno de sus centros de culto. Ahora bien, por un lado, el nombre Shejem significa “hombro”, “cerviz”, “nuca”, en relación con levantar una carga o llevar un yugo, y el nombre Moré significa “maestro”. Por otro lado, Abram no había llegado a ser influenciado por los cananeos, ni él a adorar a sus dioses. Por el contrario, el venía con una misión: proclamar que Yahvéh es único y verdadero Dios. Por eso, la primera experiencia espiritual profunda que tuvo Avram después de haber obedecido al Eterno al salir de Mesopotamia, fue una aparición del Eterno en Shejem y Moré. Es sólo cuando nos separamos del mundo y caminamos en obediencia al propósito eterno de Dios que podemos entrar en comunión con Él.

Esta experiencia le marcó tanto que tomó la decisión de edificar en ese lugar un altar. Ese altar representa la primera experiencia en la vida de la fe de todos los que van a ser contados por Dios como hijos, se trata de la entrega del yo. Edificar un altar en la antigüedad significaba que junto al mismo se construía y constituía una yeshivah (escuela) o centro de estudios de la doctrina de la divinidad que en dicho altar se invocaba. Es decir, que nuestro padre Avram hizo un altar desde el que invitaba a muchos habitantes de Kenan a venir a conocer al Eterno.

El altar es un lugar de sacrificio, un animal es ofrecido como representación del hombre. La ofrenda de ascensión (holocausto) simboliza una entrega total. El altar es el lugar donde la voluntad del hombre se somete a la voluntad del Eterno. “No se haga mi voluntad sino la tuya.” “Que no sea como yo quiero sino como tú quieras.” Eran las expresiones comunes que un ofertante daba como oración junto a su sacrificio. Después de esto, la construcción de altares se convirtió en una costumbre de los patriarcas (12:8, 13:18, 22:9, 26:25, 33:20, 35:7).

Un dato curioso para mencionar aquí es que todo el relato de los patriarcas es una anticipación de lo que le pasó a sus descendientes. Esto pone de relieve los incidentes en su vida, tales como la perforación de pozos y sus varios viajes, lo que de otro modo serian poco importantes. Por lo tanto, la primera parada de Abram estaba en Shejem, una indicación de que este sería el primer lugar para ser tomado por sus descendientes, incluso antes de que llegara el momento para que ellos conquisten la tierra prometida.

  • La historia posterior a Avraham nos muestra que Shejem llegó a ser un lugar de grandes decisiones para sus descendientes (cf. Génesis 33:18-20, Génesis 28:20-21; 37:12-17; Josué 24:1, 14-27; Jueces 21:19; 1 Reyes 12:1; 12:25).
  • Shejem fue elegido como un lugar de refugio (cf. Josué 20:7).
  • Yosef fue sepultado en Shejem esperando la resurrección de los muertos. Su tumba se encuentra allí todavía hoy, cf. Josué 24:32.

Así que, Shejem representa en la vida de Avraham el lugar de conversión, el lugar donde muere de sí mismo y reconoce a Yahvéh como su único Dios verdadero, invitando a todo ser humano a venir a Él como Fuente. Es el lugar donde el Eterno le prometió por primera vez que su descendencia recibiría esa tierra.

Y de la misma manera como Avraham tuvo esa experiencia, todos los que en el día del juicio van a ser finalmente contados como sus hijos tendrán que tener la misma experiencia. Todos sus hijos tendrán que pasar por Shejem, donde reconocen al Dios único y mueren de sus propias vidas en el primer altar.

Como hemos dicho, Shejem significa “cerviz”, “hombro” o “espalda” y viene de una raíz que tiene que ver con inclinarse para levantar una carga sobre su espalda. Esto nos lleva a pensar en el momento cuando el Mesías se inclinó para llevar sobre sus hombros el madero de tormento sobre el cual iba a ser sacrificado para la redención eterna de todos los hijos de Avraham. Shejem simboliza la muerte de Yeshúa. Fue el primer lugar donde Avraham tuvo que pasar para poder ser el padre de la gran nación y obtener la tierra de Israel. La muerte y resurrección de Yeshúa es la base sobre la cual Yahvéh entrega la tierra a los hijos de Avraham.

También hemos visto que junto a Shejem está la llanura de Moré. Moré significa “maestro y viene de una raíz que significa “fluir”; “poner”, “echar”, “tirar”; “señalar”; “enseñar”. Es la misma raíz que se encuentra en la palabra Torah. Así que cuando Avram primero tuvo la experiencia profunda de conversión en Shejem al mismo tiempo tuvo la experiencia de lo que implica tener un Moré, un Maestro que le enseñaba la Torah. La Torah (Enseñanza) es algo que marca la diferencia entre lo santo y lo común, lo verdadero y lo falso, luz y tinieblas, vida y muerte, etc. Por lo tanto, el Eterno mismo fue quien le enseñó los mandamientos a nuestro padre Avraham:

“Avraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”

(Génesis 26:5)

Más adelante, después de la entrada en la Tierra, los hijos de Israel tuvieron que marcar la diferencia entre la bendición y la maldición precisamente en el valle de Moré.

En el norte tenían el monte Eival, que representa la maldición que es producida por la desobediencia a los mandamientos, y en el sur tenían el monte Guerizim, que representa la bendición por obedecer los mandamientos, cf. Deuteronomio 11:26-32; 27:12; Josué 8:33.

Moré es el lugar donde se reconoce la Torahdel Eterno como el patrón de nuestra vida.

Moré representa también a Yeshúa HaMashíaj como el gran Maestro (Rabino) que enseña a sus seguidores de mentalidad hebrea a vivir según la Torah que fue dada en Sinai, tal como Él mismo lo aseguró en su enseñanza de la montaña:

“No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”

(Mateo 5:17-20:)

Combinando los dos lugares Shejem y Moré, vemos también una conexión entre nuestra aceptación de la muerte del Mesías y la aceptación del Mesías como nuestro Maestro de Torah.

Shejem y Moré representan los dos pasos para ser salvo tal como el apóstol Pablo se lo recordaba a los discípulos de Roma:

“si confiesas con tu boca a Yeshúa por Señor (hebreo Adón; griego Kyrios), y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

(Romanos 10:9-10)

Tanto el término hebreo Adón como el griego Kyrios significa “señor”, ”maestro”, ”gobernante” y ”jefe”.

Aprovechando esta charla con ustedes, debo decirles que en la literatura rabínica de Israel de todos los tiempos, encontramos que los sabios hablan del “yugo de la Torah”, el “yugo del Reino de los Cielos”, el “yugo de los mandamientos” y el “yugo del arrepentimiento”, y todos estos “yugos” son términos para tomar o aceptar la Torah. Es decir que la palabra “yugo” normalmente representa la Torah.

Así pues nos encontramos con Yeshúa que al llamar seguidores les decía:

«Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí»
(Mateo 11:28).

Aquí Yeshúa se refiere al entendimiento de los hebreos del «aprendizaje» que se puede ver como dos bueyes unidos para arar. Uno mas viejo, el buey más fuerte con más experiencia se coloca en un yugo al lado de un buey joven con menos experiencia. El joven entonces se entera de sus responsabilidades de la edad a través del yugo. El descanso que ofrece Yeshúa es el yugo con el que estamos obligados a él. ¿Cuál es el yugo? ¿Cómo podemos, como el buey más jóvenes, aprender de Yeshúa, el buey viejo? El yugo es la Torah, las enseñanzas de Dios. Como Yeshúa caminó la Torah, nosotros estamos unidos a él para aprender los caminos de Yeshúa a través del yugo de la Torah. Por eso, cuando Yeshúa dice que su yugo es fácil y su carga ligera, hay una referencia implícita al estilo de vida itinerante que llevaba; a esa alusión de no tener dónde reposar la cabeza, situación compensada por la recompensa de recibir las enseñanzas de un maestro de Torah.

Pero aún no está todo dicho. Permítanme peregrinar con ustedes unos niveles más de lo que se esconde en este texto. Para ello leamos lo que se relata a continuación:

 “De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Ai al oriente; y edificó allí un altar a Yahvéh, e invocó el nombre de YHVH.”

(12:8)

Diré que Betel significa “casa de Dios”, “casa del Poderoso”. En el contexto de una mentalidad hebrea la palabra casa puede significa dos cosas:

  1. Núcleo familiar
  2. Lugar de habitación

En este caso Betel simboliza tanto la Familia de Dios como el Templo de Dios. Pues bien, la vocación de Avram nos está diciendo que no podemos quedarnos solamente en la experiencia de Shejem y Moré, que representa la conversión al Dios de Israel por medio de Yeshúa HaMashíaj y la aceptación de la Torah dada por Moshé y explicada por el Mesías. ¡El Eterno asegura que hay más!

Ya les expresé que en la mente hebrea se habla de dos yugos, el yugo del Reino y el yugo de la Torah. El yugo del Reino está representado en el significado de Shejem, y el yugo de la Torah está representado por Moré. Estos dos yugos están también expresados en los primeros textos de la confesión del Shemah. En el primer texto del Shemah está escrito:

“Escucha, Israel, YHVH es nuestro Dios, YHVH es uno. Y amarás a YHVH tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.”

(Deuteronomio 6:4-9 )

Este texto representa el yugo del Reino, el cual implica aceptar al Eterno como nuestro único Dios de manera personal. Por esto está escrito en singular: “amarás, tu, tu, tu, enseñarás etc.”

Ahora, el amor por el Eterno se manifiesta en la obediencia a sus mandamientos. Shejem nos lleva a Moré.

El segundo yugo, el de la Torah, se encuentra en Deuteronomio 11:13-21 donde leemos lo siguiente:

“Y sucederá que si obedecéis mis mandamientos que os ordeno hoy, de amar a YHVH vuestro Dios y de servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite. Y El dará hierba en tus campos para tu ganado, y comerás te saciarásCuidaos, no sea que se engañe vuestro corazón y os desviéis y sirváis a otros dioses, y los adoréis. No sea que la ira de YHVH se encienda contra vosotros, y cierre los cielos y no haya lluvia y la tierra no produzca su fruto, y pronto perezcáis en la buena tierra que YHVH os da. Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos. Y enseñadlas vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, para que vuestros días y los días de vuestros hijos sean multiplicados en la tierra que YHVH juró dar a vuestros padres, por todo el tiempo que los cielos permanezcan sobre la tierra.”

En este yugo de la TorAH vemos como el pronombre se va cambiando a una forma plural. En el primer yugo, el del Reino el texto está escrito de una forma solamente personal, singular, “amarás, tu, tu, tu, enseñarás, escribirás etc.”

En este yugo de la Torá vemos que se usa la forma plural “obedecéis, os, vuestro, vuestro, vuestra, vuestra” pero luego, en el versículo 14 va pasando al singular: “recojas… etc.” para luego volver al plural en los versículos 16-19a: “cuidaos…”, después al singular en los versículos 19b-20: “te…” y, finalmente, al plural en el versículo 21.

De esto aprendemos que el yugo de la TorAH nos enseña a vivir nuestra vida privada en obediencia en una relación con el pueblo del Eterno. Por lo tanto no es suficiente vivir solos delante del Eterno. Necesitamos formar parte de un colectivo. Y este es precisamente el resultado del trabajo de la Torah en nuestras vidas.

Uno no puede amar al Eterno y aborrecer al hermano. Es imposible, porque el amor al Eterno te lleva forzosamente a amar a tu prójimo, primero los más cercanos y luego los que están más allá de los conocidos.

En esto pensaba el apóstol Pablo cuando le escribía a los discípulos de Éfeso:

“Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”

(Efesios 4:1-6)

Así mismo a los filipenses les insistía en esto diciéndoles:

“Por tanto, si hay algún estímulo en el Mesías, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.”

(Filipenses 2:1-4)

Y a los de Colosas los animaba así:

“Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesús el Cristo, orando siempre por vosotros, al oír de vuestra fe en Jesús el Cristo y del amor que tenéis por todos los santos… Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como el Mesías os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad. Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” 

(Colosenses 1:3-4; 3:12-15)

En todos estos textos vemos la importancia de tener una relación correcta con el pueblo de Dios, valorándolo como la Familia de Dios y el Templo de Dios para cada uno de los redimidos.

La experiencia de salvación con la aceptación del yugo del Reino y el yugo de la Torah es maravillosa, y transforma nuestra vida personal. Pero hay más. Conforme vayamos creciendo en el conocimiento del Eterno por medio de Su Torah revelada por medio de Moshé y el Mesías Yeshúa, entraremos en una dimensión nueva de nuestra vida espiritual, la dimensión de colectivismo y así pasamos de Shejem y Moré a Betel, la familia del Eterno.

Es cierto que tenemos una responsabilidad delante del Eterno de nuestras vidas personales, cada uno será juzgado según su propia obra, en pensamientos, palabras y hechos, pero nuestras vidas no fueron creadas para ser islas separadas en un lago, sino miembros de un cuerpo, un colectivo, una gran familia, la gran familia de los hijos de Avraham.

“… al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Ai al oriente; y edificó allí un altar al Eterno, e invocó el nombre del Eterno” 

Ai significa montón o ruina. Betel significa casa de Dios. ¡Un montón de piedras no es una casa!

Avram se colocó entre Betel y Ai. Cada día al salir de su tienda por la mañana vio que Ai estaba delante y Betel detrás, porque las tiendas siempre se colocan con la entrada hacia el oriente. Para poder ver la casa de Dios – Betel – tuvo que dar las espaldas al montón de piedras – Ai. De la misma manera nosotros tenemos que escoger entre ser una piedra solitaria, aunque sea parte en un montón de piedras juntas, o ser parte de una casa donde hay orden y disciplina.

Para ser parte de una casa hace falta pasar por un proceso de corrección, ser una piedra viva, labrada, y ajustada y colocada en un lugar específico en el edificio. Ya uno no puede hacer lo que le parezca, lo que le plazca.  Hay constructores que han sido puestos para edificar una casa del Eterno en todo lugar, esforzándose para que las piedras sean ajustadas y colocadas cada una en su lugar.

Así que ya terminó el tiempo de ser una persona espiritual solitaria. Llegó el tiempo de ser parte de una casa, un cuerpo, y unirse definitivamente a los hermanos.

Por este espíritu velaban y trabajaban los apóstoles del Señor en las primeras comunidades de seguidores de Yeshúa:

“Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis probado la benignidad del Señor. Y viniendo a El como a una piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios, también vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Yeshúa el Mesías. Pues esto se encuentra en la Escritura: HE AQUI, PONGO EN SION UNA PIEDRA ESCOGIDA, UNA PRECIOSA piedra ANGULAR, Y EL QUE CREA EN EL NO SERA AVERGONZADO. Este precioso valor es, pues, para vosotros los que creéis; pero para los que no creen, LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES, ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO, y, PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCANDALO; pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados. Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia.”

(1 Pedro 2:1-10)

La Torah no relata que Avram plantó su tienda en Shejem. Pero aquí en Betel sí. Es un lugar donde hay que plantar la tienda. Es un lugar donde hay que afirmar su estancia. Hazte miembro de un colectivo de personas que creen igual que tú y sé fiel a esa comunidad.

El relato nos cuenta que Avram “edificó allí un altar a Yahvéh, e invocó el nombre del Eterno” y este altar representa la entrega total al Eterno dentro de un contexto colectivo, en la congregación de los creyentes, en la casa del Eterno. Invocar el Nombre no significa solamente tomarlo en los labios, sino dar a conocer al mundo entero que Él es el único. Después de haber estado en Mesopotamia y luego en Egipto, Avraham toma sobre sus hombros la tarea de hacer conocer el Nombre del Eterno al mundo entero, para que supieran que El es el único Dios verdadero, fundando Centros de Instrucción (yeshivot) para capacitar a todo ser humano que quisiera obtener su santidad y justicia. Esto será la pauta más importante de la misión que la vocación mesiánica marca. Así es como lo dejó en claro nuestro Mesías:

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshúa el Mesías, a quien has enviado.” 

(Juan 17:3)

Avram dio a conocer el Nombre del Eterno en Shejem, Moré, y entre Betel y Ai. De esto aprendemos que lo que más impacta al mundo no es nuestra propia experiencia de aceptación del yugo del reino y de la Torá, nuestra experiencia con  el Mesías Yeshúa como Salvador y Señor, sino nuestra convivencia en amor en la congregación de los creyentes, y por sobre todo nuestra proclamación de la buena noticia de Su Reino entre los hombres:

“Un mandamiento nuevo os doy (Moré):
que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado (Shejem), así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos (Proclamó el Nombre) que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros (Betel).”

(Juan 13:34-35)

Amado discípulo de Yeshúa te aconsejo que ya no vivas como una piedra solitaria, sin más bien déjate edificar como una casa espiritual y así proclamar el Nombre del Eterno entre los que te conocen.

Ahora, antes de despedirme de cada uno de ustedes, quiero compartirles un dato muy curioso y lleno de los misterios metafísicos de los Cielos. Existe un fenómeno natural muy interesante en el lugar donde Avram invocó el Nombre del Eterno por primera vez, allí en la Tierra prometida. El nombre hebreo de YHVH está escrito con las letras actuales hebreas, en las montañas en el mismo lugar donde nuestro padre plantó la tienda y edificó altar. Esto se puede ver en las imágenes de los satélites.

El Aleteo del Nesher de Israel

Por Tony Gonzalez

«Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus polluelos, Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas.»

(Devarim/Deuteronomio 32:11)

​​

EL VUELO MESIÁNICO

Esta imagen que describe el cántico de Moisés, muestra al águila sobrevolando su nido, donde están sus pichones, es muy fuerte y poderosa.

El águila bate sus alas sobre el nido , no tan fuerte como para desarmarlo, pero tampoco tan suave como para no alborotar a los cómodos ocupantes de este. Hoy el Eterno hace lo mismos sobre sus escogidos.

Me imagino un enorme águila batiendo sus grandes y plumosas alas sobre su nidada, tal acción implica un fuerte soplido de aire sobre los diminutos e indefensos polluelos, que los sacude y despierta de su cómodo y confortable sueño.

Esta imagen atrae mucho mi atención, ya que desde mi parecer implica un llamado a despertar.

Este es el llamado mesiánico, para volar a la libertad y expansión.

Sobre sus alas.

«Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.»

Éxodo 19:4

Uniendo los versículos podemos comprender más ampliamente a lo que se refiere Moisés.

El águila bate sus alas sobre el nido, para despertar a sus polluelos, también es una invitación ineludible a que se apresten para que ellos aprendan a volar en las alturas. Es muy conocida la costumbre de las águilas, que ponen a sus crias sobre sus lomos (unión de las alas), para finalmente impulsar a sus polluelos a tener su propio vuelo, en medio de la expansión de los cielos.

Esto es lo que el Eterno hizo con Israel al sacarlo de Mitzraim (Egipto) el lugar de las limitaciones y estrecheces, donde al parecer por 430 años, habían estado cómodos y aggiornados a un sistema de vida totalmente erróneo.

Según este canto profético, Moisés declara que, para poseer la tierra de la promesa, Israel debía esta vez atreverse despertar, salir del nido y volar como un águila. Pero nunca olvidando que no era por sus propias fuerzas, sino por el despertar de la fuerza del Eterno en su interior.

Hoy, para nosotros el llamado es el mismo, es el aleteo del Eterno que, por medio de su Santo Espíritu, nos quiere despertar, para que no nos aggiornemos al sistema imperante (Rom. 12:2) y nos subamos a las alas de Yeshúa Ha Mashiaj y volemos con sus fuerzas a las dimensiones celestiales poderosas.

Alas y plumas

En el hebreo, “alas»: se dice Kanáf y “plumas” Ebrá, analicemos estas dos palabras, según la concordancia Strong:

Kanáf: alas

· Arista (segmento de línea donde se encuentran dos caras)

· Ala como borde de un vestido o manto, sábanas o cobijas

· Vuelo

· Cuadrante (un antiguo instrumento utilizado para medir ángulos en astronomía y navegación)

· Pináculo (Parte superior y más alta de un edificio)

· Borde

· Confín

· Postrero

· Punta.

· Regazo

· Proyectar lateralmente.

· Proyectar reflexivamente.

Ebrá: Pluma

· Elevarse

· Volar

Como vemos las palabras usadas por Moisés no solo describen la acción protectora de un ave, sino más bien expresan la profundidad profética de cada letra del idioma celestial.

En este pequeño versículo, podemos ver la promesa mesiánica del Eterno, a favor de Israel (su Primogénito).

También podemos ver proféticamente la acción mesiánica de Yeshúa Ha Mashiaj. El Hijo del Hombre, quien realmente, reúne sobre si todos los significados:

· Por Él es posible unir las caras, es decir es posible estar cara a cara con el Padre. (Juan 14:9)

· Por Él estamos bajo el manto protector del Eterno. (Juan 14:23)

· Por Él podemos dominar los bordes de nuestra vida, para nunca caer a los abismos tenebrosos. (Mateo 18:6-9)

· Por Él (la Torá hecha carne) es que podemos comprender los confines del tiempo y el espacio. (Marcos 13)

· Por Él, el postrer Adán estamos vivificados. (1ªCor. 15:45)

· Por Él, somos como la punta de una lanza, somos la vanguardia, somos cabeza y no cola. (Dt. 28:13)

· Por Él, podemos acceder cada día al regazo del Padre. (Juan 6:37)

· Por Él, podemos tener verdadera proyección lateral, es decir en la posición de 90º, esto equivale unir la tierra y el cielo. (Juan 14:6)

· Por Él, podemos tener una proyección reflexiva, desde una consciencia de luz. (Mt. 5:14; Fil. 2:15)

· Por Él podemos elevarnos hacia los planos celestiales y volar por sobre los abismos tenebrosos de la vida. (Juan 8:12; Salmos 91:12; Salmos 121:3; Prov. 3:23)

Como vimos Israel fue llevado de la chatura y aplastamiento de Egipto, a las alturas del Monte Sinaí, al encuentro con el Eterno y su Torá. Fueron llevados, sobre las alas del Águila. También, vemos que, para tomar posesión de la tierra de la promesa, Moisés habla del Águila aleteando sobre su nidal.

Tomando estos dos ejemplos, para nosotros en este tiempo, podemos decir que el Eterno nos sacó de debajo de la pesadez aplastante del pecado y del dominio de la muerte, y nos está llevando a la verdadera libertad y verdadera vida, montados sobre las alas del Águila (Yeshúa nuestro Mesías).

El Aleteo del Águila

​Antes de que el águila tome a sus crias sobre sus alas, primero los despierta. El águila es un ave de tamaño considerable, por lo cual si se posa repentinamente sobre su nido puede llegar a aplastar a sus frágiles pichones.

Podemos entonces ver que en este versículo se describe al ave sobrevolando sobre su nido, dirigiéndose hacia sus hijos como la más delicada de las criaturas, manifestando un perfecto balance y estabilidad.

​Sobrevolar o revolotear en hebreo es RAKÁF, esta palabra aparece describiendo al movimiento del Espíritu del Eterno Génesis 1:2 «… y el espíritu de Dios sobrevolaba sobre las aguas». Acá vemos que el aleteo describe la acción mesiánica del Eterno a favor de la creación.

Tanto en Génesis, como en el cántico de Moisés la acción del aleteo del Eterno es un llamado a la “teshuvá”, principio para terminar con el caos y la vaciedad. Esto es el llamado del Padre a través del Mesías y su Santo Espíritu para que la humanidad regrese al principio (Bereshit).

​Contextualizando esta palabra «sobrevolar» podemos ver entonces que estos dos pasajes en Génesis (Bereshit) y Deuteronomio (Devarím) son absolutamente complementarios. Ambos apuntan hacia el despertar de los hombres a la realidad mesiánica de retornar a la fuente esencial. ​

El Águila está sobrevolando sobre su nido, así como el Ruaj (Espíritu) del Eterno lo hace sobre los hombres, esto es como un toque casi imperceptible, que muchos lo sienten y otros no.

Este aleteo no es una fuerza invasiva, sino más bien es un suave viento soplando sobre todos. ​

Este sobrevuelo es el poder del amor perfecto (ajabá) soplando suavemente, que quiere involucrarse, sin forzar, que inspira, pero sin obligar, que llama, pero sin presionar.

El aleteo casi imperceptible del Eterno (el Águila) no trasgrede el nido (nuestro ritmo de vida), sino que permite que nosotros sus pichones ejerzamos el libre albedrío. De tal manera que nuestra alma pueda despertarse por sí misma en el deseo de ascender hacia las alturas.

El Eterno por medio de Yeshúa Ha Mashíaj, nos inspira a todos por igual, pero a la vez, paradójicamente, nos permite incorporar lentamente la nueva realidad mesiánica de acuerdo con nuestro propio ritmo individual.

​El águila y el nido

La palabra usada por Moisés para “águila» es nesher. El idioma hebreo no tiene vocales, pero al hablarlo se le agregan sonidos de vocales, por eso las palabras tienen tesoros ocultos en sus raíces y combinaciones.

Volviendo a la palabra “nesher” (águila) debemos saber que las dos letras finales forman la palabra shar, que es en el idioma hebreo el verbo «cantar». Precisamente Devarím 32 (Deuteronomio) es un cántico, por lo que me arriesgo a asumir que es “EL CÁNTICO DEL ÁGUILA”.

​Entonces notamos que el Águila cuando se acerca a su nido bate sus alas, creando un cántico, preparando delicadamente a sus pichones para su descenso sobre ellos. Que hermoso es saber que Abba a través del Mesías despierta nuestras almas, con su aleteo y su cántico mesiánico de amor incondicional.

Eso mismo nos debe animar a activarnos en la verdadera acción mesiánica, que es el aleteo y el cántico del águila sobre el nidal, para que muchos despierten de su confortable nido de muerte óntica. Por eso es fundamental que proclamemos proféticamente, tal cual lo hizo Moisés en Devarím.

Devarím 32:11 describe al águila incitando a los pichones en el nido. ​

La palabra hebrea para «nido» es Ken, que está asociada con «posesión». Esto nos habla que, para poseer las promesas, primero debo tener posesión del lugar en el que estoy.

Esto me hace reflexionar que mi posesión debe ser la Torá, cuando la posesión es la Instrucción del Padre, tengo la conciencia desarrollada en el Reino y su justicia, por lo tanto todo lo demás se me añade.

La palabra para «pichones o polluelos» es gozal, » cuya raíz es gazal, que quiere decir entre muchos significados, “desarrollar, fuerza, impulso, arrebatar”

De manera que cuando el Eterno, aletea sobre nosotros, nuestra alma desarrolla la fuerza necesaria para impulsarse y arrebatar las promesas que están en los cielos. Esto se evidencia sobre todo por la certeza a la hora de orar y proclamar la besorah del Reino (buena noticia).

Somos los pichones despertados por el aleteo del Gran Águila, para elevarnos sobre las alas mesiánicas.

Demos gracias al Eterno porque aletea sobre nuestras vidas, y nos despierta por medio de su Santo Espíritu y nos impulsa a volar a las verdaderas alturas celestiales, por medio de la Torá hecha carne, Yeshúa Ha Mashiaj.

Sean bendecidos.

Profeta Tony Gonzalez.


Bitácora Relacionada:

La Tarde y la Mañana: “Un Día” ¿De qué Duración?

Por P.A. David Nesher

 

  «Vayikrá Elohim la-or yom velajoshej kará laylah vayehí-erev vayehi-voker yom ejad.»

«Llamó Elokim a la luz “día” y a la oscuridad llamó “noche”. Fue el anochecer y fue la mañana, un día.»

(Génesis/Bereshit 1:5)

A partir de una lectura superficial y rápida del primer capítulo de Bereshit (Génesis), surge la impresión de que todo el proceso creador tuvo lugar en seis días de 24 horas. De haber sido esa la intención del autor, pareciera estar en contradicción con la moderna investigación científica, que indica que el planeta tierra fue creado hace miles de millones de años. Ante esto, muchos se preguntan si esto fue un día literal de 24 horas (como la noción que nosotros tenemos de un día) o si fue una era geológica. Por eso, es que algunos dicen que Dios creó al mundo en seis días, y otros dicen que lo creó en seis eras geológicas enormes. Ahora bien, si los días no fueron días, ¿Dios daría su aprobación a la palabra? ¿Tiene Él que ver con inexactitudes, sin importar lo edificante que son? La cuestión depende del uso y entendimiento correcto del idioma hebreo.

Por ello, y para comenzar a hablar de esto, es preciso admitir que un día de la Creación no equivale a un día ordinario de 24 horas, porque el Sol y la Luna son los que definen este lapso y ellos aparecieron hasta el Cuarto Día.

El secreto de este planteo se encuentra en el análisis de la expresión “…tarde y mañana, un día…” (vayehí-erev vayehi-voker yom ejad): Este es el fundamento del Calendario hebreo, en el que el día no comienza por la mañana, sino al atardecer. Por eso, la fraseología no debe entenderse en términos terrenales, más bien hay que apreciarla en una perspectiva divina; como un período de tiempo indefinido.

A ver un momento… alguno se estará cuestionando: «la expresión “…tarde y mañana, un día…” (vayehí-erev vayehi-voker yom ejad) con relación a los periodos de creación, ¿no indica que estos duraron 24 horas?» Pues la respuesta es: NO NECESARIAMENTE.

Según el sabio intérprete de la Torah Najmánides, las palabras vayehí erev, no quiere decir en realidad “y fue la tarde”, sino “y hubo desorden”, porque la raíz de erev, significa “caos”, “mezcla”, “desorden”. Es por eso que la noche es llamada erev, porque cuando el sol baja, la visión se hace confusa. La palabra de la Torah para “mañana” es boker, que es lo opuesto. Cuando el sol sale, el mundo se hace bikoret, es decir “ordenado”, «claro para discernir«. De esta manera se explica que los primero días son contados a base de la obra de poner las cosas en orden que antes estaban desordenadas. Cuando un elemento es transformado de desorden a orden se habla de tarde y mañana, “del caos a la armonía”.

Entonces debemos comprender y aceptar que la Torah no describe las cosas de una manera estrictamente lineal, sino más bien avanza de manera circular o espiral. Por esta razón no se debe entender estas palabras como un seguimiento de lo que ocurrió antes, sino como un resumen de lo que pasó durante todo ese día. Según la Torah, el día comienza con la noche. Primero había oscuridad y luego vino la luz. Ese es un día. El texto hebreo no dice propiamente “día primero”, en cuyo caso tendría que haber dicho yom rishon, ya que esta es la palabra para designar el comienzo de algo como puede ser: germen, brote, primero, etc., sino que lo llama yom ejad, día único. Aquí no dice que fue el primer día, porque los demás días no habían venido todavía, y por eso no se podía hablar de una secuencia de días, sino sólo de un día, por lo tanto dice “un día” o “día uno”, en hebreo yom ejad. La palabra ejad es la misma que se usa para el Eterno que es uno (cf. Deuteronomio 6:4). Ejad es una palabra masculina que se usa comúnmente en el hebreo para decir uno, en referencia a un objeto masculino. El día ejad era un día único, porque sólo durante ese día Dios era único. El término aparece así para expresar con rotundidad la absoluta unidad y soberanía del Eterno por cuanto es el único y no hay nadie más fuera de Él. De allí que tanto el Midrash y Rashí sacan la idea errónea de que los ángeles no fueron creados sino hasta el segundo día.

Con todo este contenido mental de cosmovisión hebrea, comprendemos que para Yahvéh al expresión “un día”no es lo mismo que lo que significa para el hombre:

«…Pues mil años en tus ojos son como día de ayer que se fue, y como una de las vigilias de la noche…».

(Tehilim/Salmos 90:4)

Por eso, es importante tener en cuenta que la palabra traducida como «día« es el hebreo yom, y tiene cuatro significados principales:

  • Día, como el tiempo cuando hay luz (aproximadamente12 horas) [cf. Génesis 1:5a].
  • Día, como jornada de 24 horas (cf. Génesis 1:5b).
  • Un tiempo más largo limitado, una época. El mismo texto de Bereshit usa el término yom traduciéndolo como «el día» refiriéndose así al conjunto de los seis días creativos (cf. Génesis 2:4; 30:14; Prov. 25:13).
  • Mil años (cf. Salmo 90:4; 2Pedro 3:8).

El historiador judío Flavio Josefo (Yosef ben Matityahu), resume lo acontecido en el primer día:

«…Al principio Dios creó el Cielo y la Tierra. Pero como la Tierra no se veía sino que estaba cubierta de espesas tinieblas y un aire recorría la superficie, ordenó el Eterno que se hiciera la Luz. Hecha la luz, consideró la mole en su totalidad y separó la luz de las tinieblas y a las tinieblas las llamó “noche” y a la luz “día”; y al comienzo de la luz y a la hora del descanso la llamó “tarde y mañana”. Y este fue el primer día que existió…».

En el Midrash Levítico (Vayikrá Rabá 29:1), leemos que Yom Teruah conmemora la creación de Adam, y que los seis días anteriores están separados de nuestro sistema de medición del tiempo.

El Talmud, por su parte, registra que los 31 versículos de Bereshit/Génesis que hablan de los 6 días creacionales son una parábola. Es decir, no son literales. La conclusión de los eruditos es que estos seis días de la Creación, no es posible contabilizarlos como días “humanos” de 24 horas, porque sus parámetros son totalmente distintos.

Sucede otra cosa interesante con el tiempo: lo percibimos de una manera muy diferente dependiendo de dónde estemos situados. Comencemos con un ejemplo sencillo: como dice la moderna sabiduría popular; pedirle un deseo a una estrella del firmamento es inútil, porque cabe la posibilidad de que esa estrella ya no exista, simplemente, su luz ha tardado tanto en llegar a nuestro campo visual que, literalmente, estamos viendo algo que existió hace millones de años. Eso significa que estamos viendo el pasado. La ciencia ha demostrado ya que la velocidad y la gravedad son factores que afectan al tiempo. Si nosotros nos moviésemos a la velocidad de la luz, o estuviésemos en un lugar con una densidad gravitacional distinta, el tiempo transcurriría bajo otros parámetros.

Encontré un comentario hecho por el Dr. Gerald Schroeder, judío ortodoxo y científico, miembro de la Comisión de Energía Nuclear de los Estados Unidos de Norteamérica, que considero de suma importancia:

«…Cuando un científico refiere que el Universo tiene casi 14 mil millones de años de antigüedad, lo está expresando desde la perspectiva del tiempo que tenemos aquí en la tierra. Si estuviésemos en otro lugar del Universo, la perspectiva del tiempo sería otra. Por lo tanto, la cifra no sería de 14 mil millones de años, sino otra, probablemente… ¡seis días! …».

Schroeder entonces regresa a la pregunta clásica: los seis días de la Creación que menciona el Génesis ¿son días de 24 horas? Y contesta: ¡Seguro que sí! Todo depende desde dónde estés observando, si desde la ubicación de Dios, o desde nuestra ubicación.

Lo cierto de todo es que, sea cual haya sido su duración, recordemos que la obra de cada día se desarrolló como resultado del mandato soberano del Eterno. Este capítulo, como ya lo expliqué en otra bitácora, no es un tratado de ciencias sino más bien un poema himno cosmogónico lleno de los misterios de Yahvéh y Su propósito eterno en el Mesías. Sin embargo, su armonía con los actuales conocimientos biológicos y zoológicos es sorprendente.

Maldición: Paquete de Milagros y Alegría (Resumen Parashat Ki Tavó)

Por Prof. José Alberto Fuentes

Devarim (Deuteronomio) 26:1-29:9
Haftará: Yeshayahu (Isaías) 60:1-22

 

Esta parashá es una porción muy solemne. En ella encontramos un contenido espiritual tremendo tanto para bien como para mal. A muchos nos impacta leer la parte que se lee con voz baja en las sinagogas, la parte de las maldiciones. Cuando leí la parashá en esa parte fue como un flash de la historia del pueblo judío, como si todo eso ya hubiera pasado y un rayo de luz se asomara para anunciar que el tiempo de la redención está cerca.

Quiero compartir algo que me parece muy interesante y que muestra la otra cara de la moneda. Nadie pensaría que de lo que pareciera ser algo malo – como la montaña de las maldiciones – que, dicho sea de paso, es una montaña árida, podamos sacar una lección de bendición maravillosa. Es por eso que comparto el estudio de Rav Ginsburgh para entender las riquezas del texto de la Torá.

Y mandó Moisés al pueblo en aquel día, diciendo:

«Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte Guerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.»

(Deuteronomio 27:11-13)

¿Cómo es posible que ese lugar de maldición se convierta en un lugar de bendición, con la bendición de la Torah?

Cuando, pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras que yo os mando hoy, en el monte Ebal, y las revocarás con cal; y edificarás allí un altar a YHVH tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro. De piedras enteras edificarás el altar de Hashem tu Dios, y ofrecerás sobre el holocausto a Hashem tu Dios; y sacrificarás ofrendas de paz, y comerás allí, y te alegrarás delante de YHVH tu Dios. Y escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta ley. (Ibíd. 4:8)

¿Puedes ver y entender el mensaje – como un lugar dónde se declaró muerte y calamidades terribles, es un lugar que puede producir vida y restauración?, pues la Torah del Eterno es integra que restaura el alma, como lo dijo el salmista. ¡Bendito sea el Eterno!

Ahora veamos lo que enseña Rav Ginsburgh.

En la porción Ree profundizamos acerca de las bendiciones y maldiciones que el pueblo hebreo recibió en los montes Guerizim y Eival. La porción de esta semana se centra en el Monte Eival, con el mandamiento de construir sobre él un altar de enormes rocas que no hayan sido cortadas por el hierro. Este altar es único porque Dios nos ordenó escribir todas las palabras de la Torah en sus piedras, por lo que sirve para dos propósitos:

1) para la ofrenda de sacrificios, que representa nuestro servicio a Dios, y

2) como símbolo material de la transmisión de las enseñanzas de Dios al pueblo de Israel y a toda la humanidad.

Las últimas dos palabras de la ordenanza de escribir las palabras de la Torah sobre las piedras sonbaer heitev, «explicar perfectamente«. El famoso comentador bíblico Rashí, nos explica que esta frase es una directiva de escribir toda la Torah en las piedras de su altar en 71 idiomas, hebreo y los 70 lenguajes de los pueblos de la Tierra, cosa que en si es algo milagroso. Esto nos enseña que las palabras de la Torah son para toda la humanidad y deben llegar a todos los pueblos de la Tierra.

Las rocas de hierro que no pueden ser tocadas por el hierro.

Sus piedras fueron tomadas del lecho del río Jordán, con la especificación de que debían ser grandes y enteras, sin que ninguna herramienta de hierro se haya posado sobre ellas, prohibición que también se aplica a las piedras del Templo de Jerusalén. Explican nuestros sabios que los instrumentos de hierro, tales como cuchillos y espadas, son usados para cortar la vida, por lo que son la antítesis del altar, cuyo propósito es prolongar la vida, tanto cuantitativa como cualitativamente. Sin embargo, en una aparente contradicción con este concepto, la porción de la Torah Ekev (Deuteronomio 8:9) describe las piedras de la Tierra de Israel como «hechas de hierro«.

Malkut – el reinado – es el atributo del corazón más vulnerable a la negatividad.

En la Torah se mencionan siete metales, correspondientes a los siete atributos del corazón. El hierro es el metal que corresponde al atributo de malkut, “reinado” o «nobleza», el atributo del corazón más vulnerable a la negatividad. Puede ser positivo, pero más a menudo experimentamos un reinado negativo, ya que la conducta que lo rige deriva del egocentrismo en el alma. Esto deriva en el reinado negativo que utiliza el hierro para cercenar la vida. Por el contrario, las piedras ferrosas de la Tierra de Israel representan el reinado sagrado, positivo. El Templo del futuro será construido con hierro porque entonces el atributo del reinado será absolutamente santo.

Los Diez Mandamientos.

La primera vez que las palabras de la Torah fueron grabadas en la piedra lo fue sobre las dos tablas del Décalogo (conocido por el cristianismo como Los Diez Mandamientos), cinco en cada una.

En el conjunto de versos que nos ordena tallar las palabras de la Torah sobre las piedras del altar del monte Eival, la palabra avanim, «piedras», está escrita cinco veces, siempre en plural. En el Talmud aprendemos que siempre que cada cosa es mencionada en la forma plural, se refiere a dos, que es la mínima forma del plural. En dos de las cinco instancias aparece como haavanim, «las piedras«. Enseñan nuestros sabios que esto significa que se agrega otra adicional. Entonces, hay diez piedras aludidas en las cinco apariciones de avanim, más dos adicionales por cada haavanim. Esto hace que haya en total 12 piedras, una por cada tribu de Israel. El hecho de que avanim aparezca dos veces como haavanim alude a la división de las diez piedras en dos secciones de cinco y cinco, como en los Diez Mandamientos. Vemos así que las piedras del altar del monte Eival son una manifestación más completa de los Diez Mandamientos.

El árbol de la vida – el altar sobre el que está grabada la Torá brinda sustento espiritual al mundo entero.

En nuestro versículo las palabras mizbaj avanim, traducido como «altar de piedras«, tienen el mismo valor numérico que etz, «árbol»:160. Aunque el Monte Eival es estéril, el altar a ser construido específicamente sobre esta montaña equivale y alude a un «árbol«. El altar sobre el cual está grabada la Torah para todos los pueblos de la tierra brinda sustento espiritual al mundo entero. El árbol de esta montaña estéril es el árbol de la vida. Luego de referirse a este como un «altar de piedras«, también lo llama «altar de Di-s, tu Di-s«, mizbaj Hashem Elokeja. El valor numérico de esta frase es 149, que sumado a 160 suma 309, el valor numérico de sadé, «campo«. Así, las dos frases que describen el altar apuntan al árbol del campo, tema discutido en la porción Shoftim.

Las rocas enyesadas.

De manera excepcional, Dios ordenó que las rocas del altar del monte Eival sean cubiertas con sid, “yeso”. Las letras de sid, shin-iud-dalet, son una permutación de las letras del Nombre de Dios Shadai, shin-dalet-iud. El valor numérico de sid es 314, igual que hasadé, «el campo«, por lo tanto, vemos que este altar de rocas alude al árbol del campo. Como meditamos en nuestra meditación de la parashá Shoftim, el árbol del campo representa al hombre en justicia. La frase «el árbol del campo» equivale a «la afabilidad y la serenidad del Todopoderoso«, que se manifiestan ahora en la montaña de la maldición en este altar milagroso.

Transformando el Milagro en Alegría.

La imagen de este altar de piedras es el punto culminante de nuestra meditación de las porciones Ekev, Ree y Shoftim. Representa la síntesis de nuestro servicio divino – nuestro sacrificio a Dios – y la alegría de entrar a la Tierra de Israel para servir a Dios, como narra el comienzo de la presente perashá. La alegría es la dimensión interior de binah, «entendimiento». El monte Eival representa a binah, y aunque parece ser una fuente de maldición, en realidad es la fuente de la alegría. Esta alegría se exterioriza y esparce a través de las palabras de la Torah talladas en la cúspide del monte para abrazar a todas las naciones de la Tierra.

Creo que esto nos ayuda a que ese sentimiento de tristeza por la lectura de las maldiciones, y lo que ha pasado en la historia de Israel sea erradicado, y nos enfoquemos en lo positivo de esa montaña, esperando que la redención acompañada de todas las bendiciones se manifieste pronto y en nuestros días.

Shabat Shalom!

Hidratación Celestial

P.A. David Nesher

 

«El Eterno hará que la lluvia de tu Tierra sea polvo y tierra; del cielo descenderá sobre ti hasta que seas destruido.»

(Deuteronomio/Devarim 28:24 – parashá Ki Tavó)

Habiendo aprendido cuáles son los niveles de interpretación para la Torah (es decir el PaRDeS) Podemos decir que en este pasuk (versículo), desde una interpretación en el nivel Peshat (literal) Yahvéh asegura que una Israel desobediente sería maldecida en su clima, y perjudicada en su producción agrícola.

Sin embargo, desde una interpretación más profunda (Sod), encontramos que en este texto existe una codificación de Luz maravillosa. La expresión hebrea “cielo” hace referencia al dador, mientras que la expresión “tierra” hace referencia al receptor.

Entonces el “cielo”, el dador, debe transmitir frescura e hidratación con mensaje llenos de bendiciones, simbolizado en la misión de la “lluvia” misma sobre la tierra. Por eso, la Instrucción divina revela que lo triste es cuando el “cielo” solo genera “polvo”, es decir, un mensaje seco y desabrido, lleno de rigor, que establece juicios y produce maldiciones.

Entonces este pasuk revela que la bendición ocurre cuando los que tienen que influenciar transmiten una Torah fresca y “humectada” que señala hacia la obra redentora del Mesías.

¡No Te Duermas en tus Laureles!… ¡La Batalla aún No ha Terminado!

Por P.A. David Nesher

 

«Cuando salgas a la guerra sobre tu enemigo …»

(Dt 20: 1)

Entre las naciones, a lo largo de la historia humana, ha existido una guerra que se libra cuerpo a cuerpo contra el enemigo que invade y destruye el patrimonio de una nación. Cada vez que esto sucede, los soldados salen a salvaguardar la seguridad del país que ha sufrido afrenta. Pero, en nuestros días somos testigos de otro tipo de guerra. Un conflicto internacional es más difícil de librar: la lucha contra el terrorismo fundamentalista. Esta guerra se destaca en el hecho de que el adversario se encuentra dentro de la misma nación, viviendo en alguna ciudad de la misma. Muchas veces es un ciudadano nativo que ha sido fascinado por los dogmas y la cosmovisión de dichos sentimentalismos del terror. Este enemigo, se comporta la mayoría de las veces como un aliado de la causa nacional, esperando el momento exacto para cometer el atentado que debilite la vida de dicho país, llevando a todo el territorio al desbalance y el caos.

De igual modo, todo redimido en la sangre de Yeshúa debe aceptar que vive un constante enfrentamiento ideológico contra su yetzer hará (tendencia al mal) descripto por el apóstol Pablo en el capítulo 7 de su carta a los romanos. Ese instinto maligno, en las manos del adversario (HaSatán) tiene por misión terrorista intentar que el miembro de la asamblea de primogénitos de Yahvéh se aparte del camino de la justicia, trazado por Yeshúa el Tzadik (Hechos 22:14). Esta tendencia al mal, es nada más y nada menos que el «veneno de la serpiente«, que implantado en el fluir psíquico de cada hombre, se muestra como una falta identidad de cada persona humana. Estoy refiriéndome al ego, esa cáscara que el oponente (HaSatán) ha instalado en la humanidad caída, y que logra una programación anárquica en la mente de cada individuo de la misma, mediante los dogmas del sistema reptiliano, que el mismo adversario gobierna.

Para conseguir que el ego se manifieste mediante el yetzer hará, HaSatán utiliza todo tipo de artimañas para engañarnos y así conseguir su vil cometido. Entre tantas estrategias que utiliza, la que mejor funciona es la de hacernos pensar que ya lo vencimos, y que podemos continuar tranquilos nuestra marcha por esta vida. Este será el principio de la perdición de quien se jacta de su aparente triunfo, una vez más el oponente habrá logrado recapturar a su antigua víctima.

Por eso nos advierte la Torah: «Cuando salgas a la guerra contra tu enemigo» … Esta expresión divina quiere significar en su codificación:

“Si te mantienes alerta, si tomas las medidas precautorias y estás consciente de que cada día debes salir a la guerra contra tu enemigo (el ietzer hará )”, ENTONCES Yahvéh lo entregará en tu mano y podrás vencerlo.»

Por lo tanto, la parashá de esta semana nos llama a reconocer que si no fuera por la Presencia bendita del Eterno, a través del Espíritu de Su Hijo, el redimido en Su sangre no podría vencer a su inclinación malvada.

Por eso te solicito que nunca te confíes, ¡no te duermas en los laureles!, pues aunque le hayas ganado un poco de terreno, la fuerza del mal nunca se rendirá. HaSatán es una fuerza que trabaja contra ti 365, 24, 7 (los 365 días del año, durante las 24 horas, de cada una de las semanas). En otras palabras, el oponente nunca descansa. Pero hay una buena noticia (betsorah): ¡La Luz Infinita (Or EinSof) tampoco descansa! Por eso, ella ha prometido estar contigo «todos los días hasta el fin del sistema de cosas» (Mateo 28:20).

¡Así es, tendrás que luchar contra él durante toda tu vida! Esa lucha terminará cuando el Eterno haga sonar su Trompeta final, anunciando el triunfo de la fe. En ese momento se verá quién fue el vencedor y quién el vencido.

Por eso debemos cuidarnos de nunca pensar que ya lo vencimos, porque esa es su arma más letal. La táctica por emplear es ir ganándole poco a poco. Para eso tenemos armas que no son de este mundo (2 Corintios 10:4-6). Ellas son primordialmente: la meditación en la Torah, el estudio y la praxis de los mitzvot y la vida de tefilah (oración de alianza).

Considerando todo esto, debo agregar en mi consejo que la más pequeña victoria que obtengas en tu cotidianidad sobre el espíritu maligno, apréciala como significativa para tu propósito, de forma que sea un peldaño hacia una victoria mayor. Desde ello, aprende a ser más cauteloso, aceptando que mientras más te fortalezcas, el enemigo lo hará también…

Para que esto se entienda mejor, te invito a considerar esta historia.

Cierta vez un campesino se dirigió a la ciudad para abastecerse de comida y todo lo necesario para su familia. Entró a una tienda y pidió harina.

_ “¿De qué tamaño quieres tu bolsa?”, preguntó el tendero.

_ “Pues… una grande”, respondió el cliente.

El vendedor le mostró un costal que se encontraba cerca de una de las paredes.

_ “Aquí tienes tu bolsa. Dentro del costal vas a encontrar una pequeña pala para que te surtas de toda la harina que desees.”

El campesino fue hacia el costal, lo abrió y comenzó a llenar de harina la bolsa que había recibido. Llenó la bolsa hasta un cuarto de su capacidad y la entregó al tendero, quien la colocó en uno de los platillos de la balanza y, del otro lado, colocó las pesas medir.

_ “¿Quieres aumentar la cantidad de harina, o así te parece bien?”, preguntó al campesino.

El aldeano fue hacia el costal, tomó la pala y la vació en la bolsa que todavía se encontraba en la balanza.

_ “¿Eso es todo lo que quieres llevar?”, preguntó de nuevo el tendero con amabilidad.

_ “¿Puedo agregar más?”, preguntó el campesino con timidez.

_ “¡Claro, hombre! ¡Toma todo lo que desees!”, fue la respuesta del tendero.

El cliente dijo con entusiasmo: “Mi abuela me enseñó que no debe despreciarse ningún ofrecimiento, así que con permiso…”.

Tomó la bolsa, la llevó hacia el costal y la llenó hasta el borde. La llevó a la balanza y la depositó de nuevo en el platillo. El tendero colocó del otro lado las pesas correspondientes y le dijo:

_ “Son cincuenta rublos”.

_ “¡¿Cincuenta rublos!?”, dijo sorprendido el campesino.

_“Mi esposa me pidió un solo rublo de harina. ¿Cómo pretendes que te pague cincuenta?”.

_ “¡Si serás necio!”, le gritó el tendero.

_ “¿Por qué me hiciste perder mi valioso tiempo con tus juegos? ¡¿Crees que no tengo cosas que hacer en todo el día..?!”. “¡Tú tuviste la culpa!”, se defendió el campesino. “Tú me incitaste una y otra vez a agregar harina a la bolsa.

_ “¡Eres más necio de lo que creí!”, le dijo el tendero. “¿No sabes que nada en la vida es gratis? ¿Acaso no te fijaste en que por cada palada de harina que ponías en la bolsa yo agregaba la misma cantidad en peso del otro lado de la balanza, y el precio subía equivalentemente…?”. [Tomado de: Mathamim LeShulján Shabat; Perashat Vayikrá]

En ocasiones la persona olvida que nada en esta vida es gratis. No se da cuenta de que a cada “cucharada de harina” que adquiere le están agregando al mismo tiempo, en el otro platillo de la balanza, el peso equivalente al mal instinto que acompaña cada “éxito” que obtiene. Cuanto más elevado sea el nivel que alcance una persona, mayor será la lucha que debe librar contra su fuerte impulso al mal.

¿Desafío difícil? ¡Vaya que lo es! Pero es para el bienestar de la persona. Si fuera de otra manera, se convertiría en una contienda desigual y el propósito de la creación del hombre ya no tendría razón de ser debido a que, desde la caída, cada ser humana vino a este mundo a ganarse, por medio de la lucha contra su instinto negativo, su lugar en el Mundo Venidero.

Antes de enfrentar a un enemigo, lo primero que debemos hacer es conocer sus fortalezas y sus debilidades. ¿Sabes dónde se encuentra el instinto maligno? En los lugares que piensas que no se encuentra. Él intenta incansablemente encontrar tu lado débil, para hacerte caer en sus engaños. Otra de sus artimañas es apresurar a su víctima a cometer el acto; cuando se te antoja algo, te apremia para que actúes precipitadamente con el fin de no darte tiempo para reflexionar, pues si piensas en lo poco que dura el gusto te darás cuenta de que no fue tan placentero ni tan delicioso como te lo presentó.

Otra de sus estrategias es menospreciar lo bueno que haces. Te hace pensar que no es gran cosa, que podrías hacerlo mejor; hasta te muestra otros que te superan en el acto en cuestión y te dice: “¿Para qué sigues? No lo haces tan bien”. Y después de perder el valor de tus acciones, pierdes la alegría, quedando impuro en tu alma. Es entonces que te encuentras vulnerable para caer en el pecado. Por eso los sabios de Israel siempre aconsejaron: “Aléjate de toda tentación y de toda persona que pudiera influenciarte para pecar”. Desde este dicho se fundamentaba el apóstol Pablo al decir a los creyentes de la ciudad griega de Corinto:

«¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.»

(1 Corintios 15:33)

¿Cuál es la debilidad del yetzer hará? ¿Cómo podemos contener su ataque?

El Todopoderoso puso en nuestras manos ciertas defensas que, si las utilizamos adecuadamente, nos ayudarán a lograrlo. Primero necesitamos saber qué es lo que HaSatán busca cuando nos tienta usando el yetzer hará. Este villano atenta contra nuestra vida. Los 120 años que Yahvéh nos concede en este mundo no le interesan; el adversario va sobre algo mucho más valioso: quiere abatir la vida eterna. Si tenemos esto siempre presente, vamos a defenderla sin tregua. Sacaremos, si es necesario, nuestras fuerzas ocultas para huir del peligro que nos acecha.

Hay una frase llena de sabiduría que se encuentra en la Guemarah, que dice:

Si te encuentras con ese villano (el yetzer hará), llévalo al Bet HaMidrash. Si es una roca, se desmoronará; si es de hierro, se hará pedazos

(Sucá 52b)

Este es el consejo exacto. El Bet HaMidrash (Templo Santo) es ese momento de encuentro íntimo que un creyente en el Mesías se asegura para estar meditando los secretos celestiales revelados en la Torah. Sin embargo, para lograr esto exitosamente, hay una condición divina: Ki Tetzé (“cuando salgas”), es decir, cuando te sientes a estudiar en tu interioridad o aposento, “sal” primero de tu negocio, de tu casa, de cualquier cosa que pueda distraerte; y así Yahvéh pondrá en tu mano a tu enemigo interno, el ego, que busca vencerte por medio de yetzer hará.

La inclinación al mal (yetzer hará) ataca principalmente el estudio de la Torah. Ella trata de evitar con todas sus fuerzas que la persona estudie la Instrucción del Eterno. Porque una pequeña porción de luz aleja mucha oscuridad. Por eso, el antídoto contra ese enemigo es la Torah. Si tú la estudias y meditas, no caerás en su trampa.

¿Quién Reina en tu «Reino»?

«Jueces y policías pondrán para todos en los puertos de las ciudades que YHVH te da para habitar y juzgarán al pueblo con justicia»

(Devarim/Deuteronomi 16:18).

 

Así comienza la parashá  (porción) de la Torah que nos toca investigar esta semana.

En la cosmovisión hebrea dada por el Creador, la función de un juez es decidir qué es lo que se debe dejar pasar por las puertas de una ciudad. A su vez, la función del policía, es controlar que lo que ingresa sea exactamente lo que ha determinado el juez.

Pero, ¿pasar adónde? ¿Cuáles son estas puertas? La codificación de este mitzvot revela que se trata del individuo, y que las entradas son los cinco sentidos. Y pasar no sólo implica lo que entra, sino también lo que sale (por ejemplo, lo que se dice, en el caso de la boca).

La clave de todo esto está en saber si lo que dejo atravesar esas puertas me altera espiritualmente, si me acerca al mal (al RA, el deseo egoísta) por medio del yetzer hará (tendencia al mal) que me acompaña y hostiga desde el día de mi nacimiento.

Para corregir estas conductas nocivas es necesaria una gran dosis de voluntad y, principalmente, entronar a un rey que nos gobierne y conduzca nuestros actos para llevarnos hacia la evolución espiritual diseñada en el propósito eterno de Dios. No se trata de un gobernante externo, que nos diga qué hacer, sino de uno interno. Acudir a otro para resolver nuestros problemas hace que le cedamos también el beneficio espiritual que resulte de nuestra acción. Se trata de Aquel que, siendo la Luz Infinita, habitó entre los hombres en forma de hombre y hoy ha sido coronado como el Rey de reyes y Señor de señores. Estoy hablando de Yeshúa HaMashiaj.

Esta semana, indaga en esas cosas que haces aunque sabes que te perjudican y esfuérzate por cambiar al menos una. Si crees que no vas a poder con ella, un secreto puede ser elegir uno de los 248 preceptos positivos que sientas que podrás cumplir, y usar la energía ganada para debilitar la fuerza opositora del cuerpo.

Aprovecha la energía presente que te otorga la presencia del Rey y corona a tu conciencia para que Él reine en ti, enseñándote los secretos del Cielo que se esconden en la Instrucción (Torah) divina.

Shalom!

 

¡Abre los Ojos!… ¡Observa en qué Monte estás! (Bendición o Maldición)

Por P.A. David Nesher

 

“Y acontecerá, que cuando Yahvéh tu Dios te lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Guerizim y la maldición sobre el monte Eival. 
¿No están ellos al otro lado del Yardén, más allá, hacia la puesta del sol, en la tierra de los cananeos que habitan en el Aravá, lejos de Guilgal, junto al planicie de Moré?” ”

(Devarim/Deuteronomio 11:29 -30) 

 

Para comenzar diré que la correcta interpretación de estos versículos requiere que recordemos que Moshé estaba aquí preparando a la nueva generación del pueblo de Israel para entrar a poseer la Tierra Prometida. Ésta era una tierra “donde fluía leche y miel”, metáfora que describe que está llena de bendiciones.  Pero también era una tierra cuyo propósito dependería de las  “decisiones” o “elecciones” de sus moradores.

Moshé les dijo a los israelitas que cuando Yahvéh los introdujera en la tierra que iban a poseer, tendrían “que dar la bendición sobre el monte Gerizim y la invocación de mal sobre el monte Ebal” (Dt. 11:29, 30). También dijo que seleccionaran grandes piedras no labradas, las blanquearan con cal y las erigieran en el monte Ebal. Además, tenían que edificar un altar sobre el que presentar sacrificios a Yahvéh. Moshé también indicó:

“Y escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta Torah”.

(Deuteronomio 27:1-8)

Así pues, cuando Israel cruzó el río Jordán, las tribus de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí se pusieron “de pie para la invocación de mal en el monte Ebal”, y las demás tribus lo hicieron “para bendecir al pueblo en el monte Guerizim”. Acto seguido, se enumeraron las bendiciones que recibirían los que obedecieran la Instrucción (Torah) de Yahvéh, así como las maldiciones que les sobrevendrían a los que la quebrantaran (Dt. 27:12-14). Cuando se pronunciaron las maldiciones por la desobediencia, todo el pueblo tuvo que decir “¡Amén!”, es decir, “¡Así sea!”, para mostrar que estaba de acuerdo con el hecho de que los practicantes de iniquidad merecían ser condenados (Dt 27:15-26).

Después de la victoria de Israel en Hai, Josué cumplió las instrucciones de Moshé y edificó un altar a Yahvéh en el monte Ebal. Escribió sobre piedras (quizás las del mismo altar, aunque no necesariamente) “una copia de la Torah de Moisés que él había escrito delante de los hijos de Israel”.

Más tarde, enfrente de la congregación de Israel (con sus residentes forasteros) reunida como Moisés había mandado, Josué “leyó en voz alta todas las palabras de la Torah, la bendición y la invocación de mal, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Torah”. La mitad de la congregación estaba de pie frente al monte Ebal y la otra mitad frente al monte Gerizim, y el arca del pacto y los levitas se encontraban entre los dos grupos (Jos 8:30-35). Las laderas del monte Ebal y del monte Gerizim proveyeron una acústica excelente para la ocasión. Es digno de mención que todos estos sucesos tuvieron lugar en las proximidades del centro geográfico de la Tierra de Promisión, cerca de donde el Eterno había prometido esta tierra a Abrán (Abrahán), el antepasado de Israel. (Gé 12:6, 7)

Según la tradición, los levitas que estuvieron de pie entre los montes Ebal y Gerizim miraban hacia el monte Guerizim al pronunciar una de las bendiciones, a la que el pueblo congregado contestaba “¡Amén!”. Luego se dice que se volvían hacia el monte Ebal para pronunciar una de las maldiciones, a la que los reunidos en aquel lado decían “¡Amén!”.

Cuando leemos el evangelio del apóstol Juan, en su capítulo 4, nos encontramos con diálogo que trata de responder a una discusión religiosa. En dicha escena, Yeshúa y una samaritana, están hablando sobre el lugar correcto de adoración. En este caso la palabra adoración tiene que ver con el culto de los sacrificios. Los samaritanos sostenían la idea de que Gerizim fue elegido como el monte donde el Eterno iba a poner su Nombre y siguen sacrificando animales allí.

¿Por qué el Monte Gerizim fue elegido para representar las bendición y el Monte Eiva (Ebal) para las maldiciones? 

Cuando nos dice qué montañas usar, la Torah no da una razón por la cual una montaña debe ser elegida para pronunciar bendiciones, y la otra para maldiciones.

Quizás sea conveniente saber que el Har (monte) Eival, 940 metros sobre en nivel del mar, está al norte y el Har (monte) Guerizim, 880 metros sobre en nivel del mar, está al sur. En el valle entre los dos montes se encuentra la ciudad de Shejem (Siquem). Desde tiempos antiguos existía una ruta muy importante que pasaba por ese lugar. La misma conectaba a Israel con el resto del mundo. Fue un lugar de encuentro para los viajeros entre el norte, el sur, el este y el oeste. Es aquí fue donde Avraham construyó su primer altar (cf. Génesis 12:6-7), y aquí fue sepultado Yosef (cf. Josué 24:32).

Lo cierto es que la ubicación del monte Gerizim al sur y el monte Eival hacia el norte, dentro de la geografía bíblica tiene una interesante codificación lumínica. El norte a menudo se identifica con el mal (Jer. 1:14). Además, a lo largo del Tanak se dan en relación con el sur, la derecha, y el norte, la izquierda, siendo la derecha representación de la benevolencia divina (jesed) y la izquierda símbolo del opuesto, es decir el rigor (guevurah) del Eterno (ver Eclesiastés 10: 2).

Además de que Har Gerizim está al sur y Har Eival al norte, el Rav Shamshon Refael Hirsh dice algo interesante en el sentido de que Har Grizim estaba ubicado en el lado sur, al lado de Shechem (Siquem). Tenía un impresionante paisaje, hierba bellamente cultivada y muchos tipos de alimentos crecían en ella; estaba lleno y próspero con una abundancia de flora. Por otro lado, Har Aival se encontraba adyacente a eso, hacia el lado norte de la porción de Efraín. Estaba vacío y estéril. Nada creció en esta montaña y parecía no tener vida vegetal.Estas dos montañas, que estaban una al lado de la otra, presentaban la visualización más llamativa de berakah (bendición) y klalah (maldición). Ambos están siendo nutridos por el mismo suelo, la misma agua y el mismo viento. Sin embargo, Har Aival era estéril de todos los arbustos, mientras que Har Grizim estaba lleno de exuberante vegetación, todo el camino hasta la montaña. Vemos que berakah y klalah no dependen de apariencias externas; ellos yacen dentro del corazón de una persona. Bendición y maldición son dos energías que se encuentran dentro del anhelo e interés de una persona.

Existe otro dato geográfico interesante que permite entender los lineamientos proféticos de esta elección. Al colocarse en Shejem (Siquem), mirando hacia el norte, donde está la montaña Eival, sobre la cual se pronunció la maldición, la espalda está hacia Yerushalayim. Al voltearse hacia el sur, la montaña de bendición estará delante y, más allá, está la montaña escogida por Yahvéh, el monte Tzión. Quizás, entonces, también se entendía como un mensaje velado de que las bendiciones de Yahvéh llegan cuando hacemos de Jerusalén y el Templo Santo (Beit Hamikdash) el centro de nuestras aspiraciones, y todo lo contrario cuando los abandonamos, tal como tristemente ocurrió con las seis tribus que están paradas en el monte Eival (más cuatro de las en Gerizim) terminaron haciéndolo.

Los rabinos discuten si realmente se puede hablar de una montaña de maldición y otra de bendición. Según Rashí, esto se refiere a que la bendición y la maldición son enunciadas sobre estos dos montes respectivamente. El Targum lo traduce: “Pondrás los que bendicen…” El sabio intérprete Najmánides escribe que la bendición y la maldición no están ligadas a esta o aquella montaña. No podemos pensar que la maldición venga de una montaña, sino que aquí encontramos una forma pedagógica de ilustrar las dos realidades. El pueblo tenía que pronunciar la bendición hacia una montaña y la maldición hacia la otra montaña.

La enseñanza divina es evidente, la bendición no es algo que viene automáticamente con nuestra Salvación. ¿Cuál es el costo para que las bendiciones del Eterno se manifiesten aquí en la Tierra? La obediencia de todo corazón.  Cuando el Eterno tiene todo nuestro corazón en sacrificio vivo, sus mandamientos no son “gravosos”, sino que podemos “deleitarnos” en obedecer y servir al Señor, santificando Su Nombre.

Cuando se enfrentan con elegir entre caminar en las bendiciones o caminar en las maldiciones, todas las personas sanas eligen la bendición.

Sin embargo, esta Parashá deja en claro que las bendiciones obedecen a la Torah. Y muchos encuentran la obediencia difícil mientras luchan contra la tentación y la debilidad de su carne.

Como seguidores de Yeshúa (Jesús) el Mesías, el deseo de nuestro corazón más profundo es obedecer a Yahvéh, guardar Sus caminos y así santificar Su Nombre. El Espíritu de Dios en nosotros nos impulsa hacia la obediencia. Más que eso, nos faculta para ser obedientes.

Sin embargo, la obediencia no es automática. Primero debemos descubrir qué es la santidad.

La obediencia guiada por el Espíritu es el corazón de nuestra fe y la voluntad de nuestro Abba para nosotros. Mientras algunos excusan su desobediencia diciendo que es demasiado difícil, en realidad es mucho más difícil vivir con las consecuencias de la desobediencia.

«Es mucho más fácil hacer lo que Dios nos ordena que hagamos, sin importar lo difícil que sea enfrentar las responsabilidades de no hacerlo» (BJ Miller).

«¿Cómo te atreves a dar el Diezmo?»

Por P.A. David Nesher

«Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Yahvéh tu Dios en el lugar que Él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Yahvéh tu Dios todos los días. 
Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que Yahvéh tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Yahvéh tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Yahvéh tu Dios escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Yahvéh tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo. 
Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año y lo depositarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni herencia contigo, y el forastero, el huérfano y la viuda que habitan en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que el SEÑOR tu Dios te bendiga en toda obra que tu mano haga.»

(Devarim/Deuteronomio 14:22-29)

En la porción de esta semana, nos toca investigar y meditar en la ordenanza del maáser (el diezmo) que debía separar el campesino en en la tierra de Israel, durante el tiempo del Bet HaMikdash (Templo). El tema, en los espacios del cristianismo, es en verdad muy controversial y hostilizado como todo lo que tiene que ver con dinero, y a decir verdad, es muy difícil permanecer indiferente sin volcarse apasionadamente a uno de los bandos. En esta bitácora no pretendo sumar algo a dicha controversia, ya que considero que de acuerdo a la mal entendida «teología de la gracia» que la mayoría de las denominaciones cristianas profesan, el diezmo no debería ser practicado ya que pertenece al ámbito de lo que los dogmas llaman Antiguo Testamento.

En verdad, lo que quiero hacer en este estudio, es compartir con los que creemos que la Torah (y por consiguiente los Profetas y Escritos) sigue estando vigente como manual que conduce a los secretos de la Sabiduría de lo Alto, los beneficios que otorga la conciencia de Maaser (Diezmo).

Según la Torah divina cada terrateniente debía separar sus frutos y cereales en los siguientes tipos de ofrenda:

  • Terumah,
  • Maaser Rishón,
  • Maaser Shení y
  • Maaser Aní,
  • además de los primeros frutos que se llevaban al Bet HaMikdash (bikurim, las primicias).


La Torah, en realidad, en su hebreo original dice en el versículo 22: “aser te`aser” (que puede traducirse: «diezmar diezmarás«); es decir: «irremisiblemente» o «indefectiblemente» diezmarás…. Y medio de un juego de palabras (los Sabios) las interpretan como: “aser bishbíl shetitasher”, que se traduce: «Da el diezmo para que te enriquezcas«, o «te hagas millonario» según otros traductores (Talmud SHABAT 119ª. TAANIT 9ª).

Para captar mejor lo arriba dicho, regresemos a la expresión ”עַשֵּׂר תְּעַשֵּׂר“ [“aser te`aser” («diezmar, diezmarás)], si observamos el original notamos que la raíz de ambas  la componen las letras Áyin, Shin y Resh. Lo interesante de este dato es que la palabra riqueza posee la misma raíz;  con solo cambiar la vocal ‘a’ por la ‘o’, se forma la palabra «osher» que significa riqueza.  Así que con toda propiedad, los Sabios aseguran que se puede afirmar que el versículo dice: “Diezma  y te enriquecerás”

Por ende, cuando leemos la palabra indefectiblemente notamos que en la cosmovisión de los Cielos cumplir con este mandamiento es muy importante; ya que el diezmo describe dar el diez por ciento, el Eterno mandaba a que realmente fuera el diez por ciento. Se podría pensar que los israelitas podrían descubrir maneras de dar menos del diez por ciento a Dios, pero con esta palabra la pauta quedaba bien clara, el Eterno no puede ser burlado.

¿Por qué y para qué el Eterno mandó dar el diezmo? 

Porque por medio de este instrumento cósmico Él lograba grabar en las mentes de los primogénitos que el es el Dueño absoluto de todo, y que nosotros solo somos administradores o mayordomos de todo lo creado (Deuteronomio 8:18; Salmo 50:10; Hageo 2:8). Así, al dar el diezmo, el pueblo de Israel reconoce que Yahvéh es el gobernante absoluto de todo los bienes que tenemos. El propósito de diezmar era edificar el honor y la reverencia al Nombre Bendito del Eterno. En la paráfrasis de la Living Bible se lo presenta de una manera simple:

«El propósito de diezmar es para enseñarte a siempre poner a Dios primero en tu vida» 

(Deuteronomio 14:23b, Living Bible).

En la Torah se describe el diseño divino de dos tipos de diezmo, el primero y el segundo, los cuales suman el 20% de los ingresos totales de la producción anual.

El primer diezmo (en hebreo: Maaser Rishón) se entregaba enteramente a los levitas que lo pueden comer en cualquier lugar (cf. Números 18:26).

En cambio, el segundo (hebreo: Maaser Shení) se podía comer en Yerushalayim durante los años primero, segundo, cuarto y quinto del ciclo semanal de años. Cada hebreo debía separar en dichos años una décima parte de la producción anual del suelo, que incluía granos, vino y aceite.

Durante el tercero y el sexto año se entregaba el segundo diezmo a los necesitados en cada ciudad, ese diezmo es llamado el diezmo de los pobres. El séptimo año es el año sabático cuando no se podía dar el diezmo de los productos agrícolas porque durante ese año todo lo que crecía en el campo era de todos.

Ya que el diezmo se tenía que transportar a un solo lugar para toda la nación, unos se encontraban mas lejos que otros. Si alguien estaba muy lejos, se les dificultaba transportar el diezmo requerido de grano y ganado. Entonces, quien vivía demasiado lejos del Santuario para llevar a cabo el Maaser Shení, podía llevar a cabo su equivalente en dinero y disfrutar de una comida festiva con su familia y los leviím (levitas). Al final del tercero y sexto años de cada ciclo de siete, ese era el deber ser entregado a los pobres (Maaser Aní) en casa antes de ser llevado al Santuario.

El levita recibe el primer diezmo, y los pobres reciben el segundo diezmo, en los años tercero y sexto del ciclo shemitah. El comentario “Torá con Rashí”,dice al respecto:

“El diezmo (maaser) es la porción del producto agrícola que debe separarse cada año y entregarse a sus respectivos destinatarios. Los diezmos se dividen en tres partes: primer diezmo (maaser rishón), segundo diezmo (maaser shení) y diezmo del pobre (maaser aní). Su orden de separación es el siguiente: primero se separa la trumá (“porción separada”) y es entregada directamente al kohen. Luego se separa el maaser rishón, el cual es entregado al leví; de aquí el leví separa la parte llamada trumat maaser y se la entrega al kohén (ver Núm 18:26). Tercero, se separa el maaser shení y es llevado a Yerushalayim para ser ingerido allí; esto es realizado el primero, segundo y cuarto y quinto años del ciclo agrícola de siete años (ver. Deuteronomio 14:22-26). En el tercero y sexto años, en lugar del maaser shení se separa el maaser aní, el cual es entregado a los pobres (Deuteronomio 14:28-29). En el séptimo año no se separan los diezmos.”

Dar el Diezmo Garantiza Protección en los Malos Tiempos Económicos.

Cuenta la historia hebrea que existió un hombre que era muy escrupuloso al ver sus maaserot (diezmos). Poseía un campo, del cual usaba la mitad para las plantas y en la otra mitad había un estanque con agua. Cierto año hubo una sequía terrible; todo el país sufría de hambre. La comida era escasa y el agua aún más. El trigo se vendió por una moneda, que era un precio altísimo. Y se vendió la misma cantidad de agua por tres selaim. Todo el año el buen hombre se vendió a la gente del agua de su cisterna. «¡Vengan a comprar un saá de agua!», Proclamaba. «¡Rieguen los campos con esa agua y produzcan tres veces de trigo!» Este hombre fue bendecido con suficiente agua para sus propios años en un año de sequía, y también lo sobró para vender los demás, por ser muy cuidadoso con el maaser.

En en el Talmud se encuentra esta cita:

«Da el diezmo (maaser ) para que enriquezcas (titasher )». Mientras más, más va a proporcionar el Dueño de las riquezas ..

La Torah da una promesa especial a los que entregan el diezmo fielmente. La misma consiste en que el Eterno va a bendecirlos en toda la obra de sus manos. Yahvéh bendecirá a un corazón que da alegremente. Nuestro Abba, sabe que nuestros ingresos no siempre llegan a los gastos y que es fácil preocuparse y dudar de cómo el dinero podrá llegar. Por eso Él ha dado una bendición especial al que es fiel en la entrega del diezmo. Esa bendición hace que obtengamos sabiduría de lo alto a la hora de administrar el resto para que no la malgastemos en cosas innecesarias y caras sino que encontremos artículos y comida más baratos. La bendición también hace que el dinero no se pierda ni que se rompan y se gasten las cosas innecesariamente para que los gastos sean grandemente reducidos. La bendición que está sobre la obra del que es fiel en el diezmo tiene mil maneras de manifestarse.

Según entiendo, el primer diezmo es obligatorio para los escogidos de entre las naciones, y el segundo diezmo es optativo, pero conlleva una gran bendición para toda la obra de las manos del que lo entrega.

Alguien me preguntará:

«¿Cómo te atreves a dar el diezmo? ¿Qué pasa si no puedes financiar tu economía?«

Yo le contesto:

«¿Cómo te atreves a no dar el diezmo? ¿Qué pasa si pierdes la bendición del Eterno sobre tu economía?»

Si nuestra pregunta es: ¿Qué tan poco puedo dar y aun complacer a Dios?, entonces nuestro corazón no esta en el lugar correcto, para nada.

Por todo esto, me atrevo a decir que si tienes problemas con tu economía es porque probablemente has sido negligente con el diezmo.

El Rocío, la Lluvia y el Sustento

P.A. David Nesher

 

 «Ocurrirá que si obedecéis Mis preceptos que Yo te ordeno hoy, de amar a El Eterno, vuestro Dios, y de servirlo con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14 entonces Yo proporcionaré lluvia para vuestra Tierra en su momento propicio.»

(Devarim/Deut. 11: 13)

La revelación de Abba nuestro en esta parashá llamada ekev revela que la recompensa por hacer las cosas correctamente es la “lluvia”.

El fenómeno atmosférico de la “lluvia” es originado por medio de que las aguas que se encuentran en la tierra hacienden al cielo. En un sentido espiritual esto alude a lo que significa ejercer el poder de la teshuvah («arrepentimiento» o «regreso«), es decir que la formación de la lluvia es una metáfora referida al esfuerzo de la persona que quiere acercarse al “Cielo” o «Mundo de Arriba».

En el desierto el alimento del pueblo de Israel era el “Maná”. El “Maná” descendía del cielo con rocío, como está escrito:

«Y cuando descendía el “rocío” sobre el campamento de noche, el “Maná” descendía sobre él.»

(Números 11:9)

Sabemos por los datos científicos que el “roció” desciende sobre la tierra diariamente, sin depender de las “aguas inferiores”. Del mismo modo, el pueblo de Israel en el desierto tenía cubiertas todas sus necesidades cotidianas sin esfuerzo alguno.

Pero hoy en día, Yahvéh quiso que el sustento de la persona provenga a través del esfuerzo espiritual de la persona, de modo que las “aguas inferiores” asciendan al “cielo”, generando bendiciones.

Al principio de la creación está escrito:

«Ascendió una bruma de la tierra y regó toda la superficie del suelo.  Y El Eterno Dios formó al hombre de polvo de la Tierra.»

(Bereshit/Gén. 2: 6-7)

Claramente se puede apreciar que desde la misma creación del hombre, lo acompañó su objetivo, ya que la expresión “Ascendió una bruma de la tierra”, alude a la Teshuvah, es decir al deseo del espíritu humano de retornar a la dimensión celestial de donde procede su diseño. Es la metáfora que señala al anhelo del hombre de querer acercarse al Cielo, y conocer así sus secretos. También leemos: “y regó toda la superficie del suelo”, lo que enfatiza la maravillosa verdad de que a raíz de la Teshuvah viene la Parnasah (el sustento abundante).

¿Lashon Hará?… ¡Conmigo NO!

Por P.A. David Nesher

Estudiar los códigos de la sabiduría de la Torah divina resulta ser una tarea maravillosa. Justamente, abordar a la porción Tazría con hambre de sabiduría de lo alto no conducirá a descubrir que ella habla sobre la importancia de las palabras que decimos. Esto lo realizará revelando lo peligroso que resulta practicar la negatividad que es creada a través del habla maliciosa (la lashón hará).

Por medio de esta parasháh (porción) de Tazría, el Eterno nos enseña que la lashón hará (la mala lengua) es la peor forma de oscuridad que existe. La mala lengua es más comúnmente entendida como hablar de manera negativa sobre alguien más, el cual es el nivel más obvio y la peor forma de lashón hará.

Así pues, la lashón hará es la fuente de muchos males sociales. A tal punto que ha causado la disolución de amistades, el término de incontables matrimonios generando un sufrimiento inconmensurable. Ellas es la matriz de odios, celos y disputas los cuales se esparcen tal y como las enfermedades, y los gérmenes que la provocan, se esparcen a través de la suciedad.

La carta del judío Yaakovo (conocido como Santiago), hermano y emisario (apóstol) de Yeshúa, ofrece un planteamiento lleno de sabiduría. Leamos con mucha atención:

“…Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, éste es un varón perfeccionado, capaz de poner en sujeción todo el cuerpo. He aquí que ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos así todo su cuerpo, para un lado y para el otro. Observad también los barcos, aunque tan grandes y llevados por vientos imponentes, son gobernados por un pequeño timón y dirigidos por donde el timonel desea. De la misma manera, la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad cómo un fuego que se inicia tan pequeño, incendia un bosque tan grande! Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad como un bosque; la lengua está ubicada entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo e inflama el curso de nuestra existencia de generación en generación y es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, así como de aves, de reptiles y también de criaturas marinas, puede y de hecho ha sido domesticada por la naturaleza humana. Pero ningún hombre puede tener absoluto dominio de su lengua; un mal que no puede ser controlado, llena de veneno letal. Con ella bendecimos al Eterno y Padre y con ella maldecimos a los hombres creados a semejanza de Di-os. (10) De la misma boca sale bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que esto suceda. ¿Acaso puede una higuera, hermanos míos, producir aceitunas o una vid higos? La fuente de agua salada no produce agua dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por su buena conducta sus obras en sabiduría humilde. Pero si tenéis celos amargos y rivalidades en vuestros corazones, ni os jactéis ni mintáis contra la verdad. No es ésta la sabiduría que desciende de lo alto, sino terrenal, sensual, de espíritus bajos y corruptos. Porque donde hay celos y pleitos, allí hay divisiones y toda obra perversa. Mas la sabiduría que desciende de lo alto, primeramente, es en verdad, pura, en shalom, comprensiva, dispuesta a razonar, repleta de misericordia, sincera, imparcial y que produce buenos frutos. Y para los que son pacificadores, el fruto de la Justicia se siembra en Shalom…”

[Santiago 3:2-18 – Código Real del NT].

De este modo, los discípulos de la primeras comunidades aprendían y aceptaban que los seres humanos tienen la responsabilidad intrínseca de darse cuenta de que, una vez que uno pronuncia una palabra, ésta no se evapora en el aire sin dejar rastro, sino que produce efectos muy graves.

Sobre la maledicencia encontré en un libro de sabiduría hebrea la siguiente anécdota:

«…Cierta vez, Rabi Shimon ben Gamaliel pidió a su asistente que le trajera algo bueno del mercado.
El asistente fue, compró lengua y regresó.
Rabi Shimon ben Gamliel le pidió entonces que le trajera algo malo del mercado. Fue y retornó con otra lengua.
Rabi Shimon ben Gamliel le planteó:
“¡Cuando te pedí algo bueno me trajiste lengua, y cuando te pedí algo malo nuevamente me trajiste lengua!, ¿Cómo puede ser?”
El asistente respondió: “De la lengua proviene lo bueno y lo malo. Cuando de ella proviene lo bueno, no hay nada mejor que ella, pero cuando de ella proviene lo malo, no hay nada peor que ella…».

El único miembro del cuerpo que parece no se cansa es la lengua. Cada uno de nosotros puede hablar 24 horas y seguir y seguir… y si esta activa tanto tiempo hay que tener cuidado. Por algo, es una boca contra dos oídos y dos ojos Por ello, la enseñanza de nuestro Maestro Yeshúa se enfocará en este órgano corporal, tan pequeño y a las vez tan poderoso. Él mismo se encargó de enseñar el paradigma de que cada palabra que uno pronuncia graba una marca que queda eternamente y es imposible de borrar (Mateo 12:26-37).

La persona que habla Lashon Hará provoca daño y muertes en su comunidad de muchas maneras, tanto de quien hablaste, quien hablo y también a quien se lo comento.

La Sabiduría escondida en los códigos de la Torah considera que una expresión es lashón hará cuando los argumentos son verdaderos, aunque desconocidos públicamente, y no se persigue intención de reparar una situación negativa.

Constituye el mismo pecado independientemente del medio utilizado (comunicación cara a cara, reuniones, redes sociales, teléfono, o correo electrónico).

Por otro lado, se llama Hotzaat shem rá al acto de difamar a otra persona utilizando mentiras, y consiste un pecado muy grave que deriva de aquellos que se acostumbran a la práctica del lashón hará.

Los chismes (contar cosas de la intimidad de otro aunque no sea algo negativo), que son la forma práctica del lashón hará, reciben el nombre de rejilut y están también prohibidos por las halajot que se desprenden de la Torah (Levítico 19:16 .

La gravedad del pecado de lashón hará y sus derivados está demostrado por el hecho de que el Talmud reconoce a “quienes hablan lashon hará constantemente” como un grupo que no merece la Shekináh (Divina presencia).

El rey David compara las palabras con flechas (Salmos 64:4) . Una explicación es que son similares en que ambas, antes de largardas uno es el dueño sobre ellas; después de largarlas, son ellas las dueñas sobre uno.

Según el Midrash (Vaikrá Rabá, 26:2), el Lashon Hará, o hablar mal del prójimo, se denomina el «Triple Asesino» ya que mata a quien habla, al que escucha y a la persona de quien están hablando.

No sé quién dijo «la diferencia entre el sabio y el necio es un instante; el sabio piensa un instante antes de hablar mientras que el necio piensa un instante después de haber hablado«… pero que oportuna me resulta esta frase para hablar al corazón de cada uno de ustedes.

Obviamente se infiere que, así como la Torah nos prohíbe hablar lashon hará, así también nos prohíbe escucharlo. Esto tiene mucho sentido ya que si yo no puedo escuchar lashon hará, ¡entonces tú no puedes hablarlo!. Sucede que al escuchar palabras negativas sólo alimentamos nuestro lado negativo y nos hacemos insensibles al efecto que tienen sobre los demás.

Una ley interesante para aplicar es que si alguien te dice algo personal, está prohibido divulgarlo hasta que no te autorice hacerlo. Mucha gente piensa al revés, “si no me dijo que no lo repita, ¿por qué no repetirlo?” La halajáh determina que hasta no tener autorización para divulgarlo, debe permanecer en reserva.

Encontré que el Talmud, explicando todo lo referente al «mal hablar» o «lengua perversa» que legisla Sefer Vayikrá (Libro de Levítico) dice que el cuerpo humano fue construido para ayudar a que la persona se abstenga de hablar lashon hará. Los dientes y los labios sirven como «puertas» para regular lo que sale de nuestra boca, mientras que la lengua se encuentra en una posición horizontal de descanso. Además, si bien los seres humanos tienen dos ojos, dos oídos y dos fosas nasales y sólo tenemos una boca para recordarnos que debemos minimizar la charla. Y dice también el Talmud, ¿con qué finalidad creó Dios los lóbulos de las orejas? Por si nos encontramos en una situación en la que se habla lashon hará, ¡podamos convenientemente doblarlos hacia arriba como tapones para los oídos!