“Y fue cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijos; y vieron los hijos de los señores que las hijas del hombre eran hermosas, y tomaron para sí mujeres entre todas las que habían escogido. Y dijo el Eterno: no luchará para siempre conmigo mi espíritu por causa del hombre, porque él es también carne; y serán sus días (de vida) ciento veinte años. Los gigantes estaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando conocieron los hijos de los señores a las hijas del hombre y les parieron hijos; éstos fueron los valientes que siempre hubo, varones de fama. Y vio el Eterno que era grande la maldad del hombre en la tierra, y que todo el impulso de los pensamientos de su corazón era exclusivamente malo todos los días. Y se arrepintió el Eterno de haber hecho al hombre en la tierra, y se afligió en su corazón. Y dijo el Eterno: borraré al hombre que cree, de sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta el cuadrúpedo, hasta el reptil y hasta el ave de los cielos; porque estoy arrepentido de haberlos hecho. Más Noé halló gracia ante los ojos del Eterno”.(Bereshit / Génesis 6: 1-8)
Antes que nada, conviene que les exprese una realidad. Todos los hechos pre-diluvianos suelen ser oscuros e imposibles de abordar desde la documentación científica, pues el Mabul (Diluvio) fue una gran debacle que borró o alteró perpetuamente los rastros de épocas anteriores. Por lo cual, el único documento fiable y veraz con el que contamos es el relato que el Eterno hizo de los acontecimientos en el sexto capítulo del libro Bereshit (Génesis). Relato que se encuentra exclusivamente en la Torah (Instrucción), y que debe ser interpretado a la luz de las explicaciones que oralmente el Creador trasmitiera a Moshé (Moisés), y éste a los sacerdotes de la nación de Israel para ser transmitida a las generaciones de escogidos que formarían Israel por todos los siglos.
Recordemos que el relato de los documentos usados por Moshé en los diez primeros capítulos de este libro no persigue el objetivo de otorgar información científica (para eso está el trabajo humano), sino que buscan crear una concientización de características celestiales en las mentes de los Beney Israel (hijos de Israel) que estaban siendo entrenados por Moshé en el desierto a fin de convertirse en una nación de sacerdotes (Shemot 19:6).
Muchos comentaristas sostienen que estos ‘hijos de Dios’ (hebreo: Beney HaElohim) eran descendientes varones de Seth, el hijo de Adam que sustituyó a Abel en el sacerdocio de justicia (Malki-tzedek). Estos estudiosos de los códigos escriturales se basan en la premisa de que el fiel Noaj (Noé) procedía de la línea de Set, mientras que los demás linajes que descendieron de Adán —el de Caín y los de sus otros hijos (Gé 5:3, 4.)— perecieron en el Diluvio. Por ello alegan que el que los “hijos del Dios” tomaran por esposas a “las hijas de los hombres” (que bien interpretan como descendientes de Caín). Por ello, aseguran en sus comentarios bíblicos que hubo uniones matrimoniales entre los sethitas y las descendientes del malvado Caín.
Sin embargo, no hay nada que muestre que en aquel tiempo Dios hiciera tal distinción entre los linajes humanos. El resto de las Escrituras no confirma esta conclusión, a saber, que las dos líneas hicieran enlaces maritales de los que nacieron los “poderosos” (hb. guibborim) de que habla el Génesis 6 versículo 4. Si bien es cierto que la fórmula “hijos de los hombres» [o “de la humanidad”] que los defensores de la postura antes indicada contrastan con el apelativo ‘hijos de Dios’, se suele emplear de manera peyorativa, no siempre es así. (Compárese con Sal. 4:2; 57:4; Pr 8:22, 30, 31; Jer 32:18, 19; Da 10:16.)
Los partidarios de la interpretación citada con anterioridad cuestionan que los “hijos del Dios verdadero” (de Génesis 6:2-4) sean criaturas angélicas, pues objetan que el contexto se refiere exclusivamente a la maldad humana. Sin embargo, no es una objeción válida, pues la interferencia malévola de espíritus en los asuntos del hombre podría contribuir o potenciar el aumento de la iniquidad humana. Aunque estos seres no se materializaron cuando Yeshúa HaMashiaj estuvo en la Tierra, fueron responsables de conducta humana sumamente degradada.
Estudiando sin prejuicio este pasaje, resulta lógico que Bereshit (Génesis) mencione la interferencia de algunos hijos angélicos de Dios en los asuntos humanos, ya que da cuenta a buen grado de la gravedad de la situación existente en la Tierra antes del Diluvio.
Al hablar de la expresión hebrea Elohim podemos notar que en Shemot o Éxodo (4: 16; 7:1), el nombre Elohim [plural de Eloha] en términos generales significa señorío, autoridad, y/o poder. Dependiendo del contexto, puede referirse a Dios mismo o a una autoridad terrenal. Cuando se refiere a Dios, indica un atributo (por oposición a que es Su Nombre propio): el hecho de que Él es el «Señor» o máximo poder y autoridad en el mundo; por eso también esta íntimamenteligado al concepto de juicio.
Como vemos Elohim es una palabra que denota poder, autoridad y por eso también esta palabra se aplica al Eterno, pero no quiere decir que su significado sea solamente “Dios”. Al Eterno también se le llama el Gran Elohim, porque por su puesto Él tiene gran poder, tiene gran autoridad, es majestuoso.
La palabra por extensión, también es aplicada a los dioses de los idolatras.
Por lo tanto, el término hebreo Elohim puede referirse más bien a los que están en eminencia sobre muchas personas y ello puede ser para bien o para mal.
Entonces aquellos Beney HaElohim (“hijos de Dios”) no eran seres humanos, sino hijos angélicos de Yahvéh (compárese con Job 1:6; 2:1). Asimismo, no cabe duda de que los “hijos de Dios” que ‘gritaron en aplauso’ cuando Él ‘colocó la piedra angular’ de la Tierra (Job 38:4-7) eran hijos angélicos y no descendientes de Adán, que evidentemente por este relato del libro de Job, estaba recién siendo creado, por lo que los seres angelicales estallaron en ovación. Del mismo modo, es evidente que los “hijos de Dios” mencionados en el Salmo 89:6 también son criaturas celestiales, no humanos.
El escritor bíblico Judas (hermano de sangre de Yeshúa), dice acerca de algunos ángeles: “y además que a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada” (Judas 6). En otras palabras: dejaron su lugar de asignación jerárquica celestial prefiriendo vivir con mujeres hermosas en la Tierra.
Lo que nos resulta aún más interesante para nuestra consideración es que Judas añade que aquellos ángeles rebeldes fueron como los habitantes de Sodoma y Gomorra, que ‘que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, contra naturaleza,… (Judas 7).
De igual modo, el apóstol Pedro lo corrobora, pues hace referencia a “los espíritus en prisión, que en un tiempo habían sido desobedientes cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé” (1Pe 3:19, 20), así como a los “ángeles que pecaron”, a los que menciona en conexión con el “mundo antiguo” del tiempo de Noaj. (2Pe 2:4, 5).
Las mismas líneas de las Sagradas Escrituras nos revelan que en ciertas ocasiones hubo ángeles que materializaron cuerpos humanos y que hasta comieron y bebieron con hombres. (Génesis 18:1-22; 19:1-3.)
La declaración de nuestro Mesías de que los resucitados no se casan ni se dan en matrimonio, sino que son como los “ángeles en el cielo”, muestra que entre tales criaturas celestiales no existe el matrimonio, pues no son seres sexuados. (Mt 22:30.)
Ahora bien, de esto no se infiere que no pudieran materializar cuerpos humanos y formar vínculos matrimoniales con mujeres, como los teóricos pro-setitas aducen. Cabe notar que la referencia de Judas a los ángeles que no guardaron su posición original y abandonaron su “propia morada” (entiéndase como lugar habitacional de propósito del ámbito de los espíritus) precede de manera inmediata a las palabras: “Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas —después que ellas de la misma manera que ellos habían fornicado, y habían seguido la carne extraña, (otra versión: “yendo en pos de carne para uso contranatural”) fueron puestas por ejemplo”. (Judas 6: 7).
La versión griega Septuaginta (o Versión de Los Setenta) usa el mismo término en Deuteronomio 32:8, y se refiere a los ángeles. Otra variación de esto es Beney HaElohim, que significa que los hijos de los poderosos (Salmo 29:1, 89:6, 82:6). Otra forma que está en arameo, bar Elohim, que significa un hijo de los dioses. Por lo tanto, en todas partes en que se utiliza, es una referencia a los ángeles.
Por lo tanto, las pruebas escriturales señalan de manera contundente a que en los días de Noaj algunos ángeles se descarriaron y cometieron actos contrarios a su naturaleza de espíritus. Por consiguiente, no parece que haya razones válidas para cuestionar que los ‘hijos de Dios’ de Génesis 6:2-4 fuesen ángeles.
Por lo tanto, y considerando también la opinión estudiosos de los dos primeros siglo de nuestra Era Común, como Filón, Flavio Josefo, Tertuliano, Justino, Clemente de Alejandría, (entre otros), aceptaremos que la expresión hebrea Beney HaElohim se refiere a los ángeles que son enviados en misión por el Omnipresente. En este contexto, esta expresión señala a los nobles y los dignatarios jueces de las dimensiones celestes que determinaron abandonar su puestos asignados en la organización celestial conocida como elohim, prefiriendo los ámbitos terrenales como lugar de habitación para poder tener conexiones carnales con las mujeres pecaminosas que los invocaban con sus ritos de maquillaje mágico.
Desde esta rebelión contra el diseño divino, estos seres se pervirtieron, y aprovechándose de la fuerza e inteligencia sobrehumanas de su naturaleza, estos ángeles caídos ejercieron una influencia nefasta sobre la humanidad. De hecho, es muy probable que controlaran y dominaran a toda la sociedad humana. No trabajaban en secreto, como lo haría un criminal que oculta su identidad para llevar a cabo sus fechorías en la sombra. Al contrario, actuaban abiertamente, en descarada rebelión contra Dios y sus mandatos.
Las Sagradas Escrituras no da todos los pormenores sobre lo que hicieron aquellos ángeles desobedientes. Pero eso será tema para otra bitácora. Por ahora, considero que tu mente, querido lector, ya acumuló lo suficiente para meditar.
“Y plantó YHVH Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado.”
(Bereshit/Génesis 2:8)
En los dos relatos creativos de la Instrucción (Torah) notamos que las Sagradas Escrituras pasan rápidamente de la creación del universo (cosmogonía del capítulo 1) al jardín del Edén (antropogonía del capítulo 2)
Si colocamos toda nuestra atención en este pasaje y le permitimos al Espíritu de Dios discernir sus detalles, descubriremos que hubo tres áreas principales en la tierra:
por un lado una dimensión llamada Edén,
por otro lado el huerto o jardín (hebreo gan) colocado bajo la jurisdicción de Edén.
y el resto del mundo terrestre.
Estas tres jurisdicciones del gobierno humano corresponden a las tres áreas que luego Yahvéh determinará en el Tabernáculo de Moisés y posteriormente Templo de Jerusalén: el Lugar Santísimo, el Lugar Santo y el Atrio.
Todo esto demuestra una sola cosa: que el hombre fue puesto en este planeta para vivir en plena intimidad con el Eterno en el lugar santísimo, para servirlo en espíritu y verdad como sacerdote, y desde allí oficiar como pontífice (puente) entre las dimensiones celestiales y las terrenales.
Notamos por lo revelado en estas líneas que toda la creación se había puesto bajo la autoridaddel hombre, y esto, para Dios, era extremadamente bueno (Génesis 1: 31). Pero, este relato muestra que una región en particular se preparó como un lugar especial donde Adán fue a hacer su hogar, y desde donde transformaría el planeta promocionándolo a mayor calidad de propósito. Esta región se llamó Edén y fue en el este de la zona de Mesopotamia donde estuvo ubicada según la descripción escritural. La forma en que el hebreo lo dice significa plantado en la parte este del Edén (2:8).
Así Edén era una gran región geográfica con algunas características especiales en el ámbito celestial. Dios plantó árboles frutales de todo tipo en el jardín. La siembra la realizó directamente el Señor Dios, tal como Él lo formó a Adán. La imagen es que Adán fue creado al oeste del Edén y luego puesto al este del mismo. «Y puso allí al hombre que había formado» (2:8). Este iba a ser su hogar para desarrollarse hasta la plenitud de su propósito. Adán es creado en el Edén y luego será colocado en el Gan Edén (huerto o jardín). Esto significa que él fue creado y posicionadoen una situación ideal, allí tiene todo a su disposición sin prácticamente ningún esfuerzo.
La palabra empleada para jardín es gân que significa «lugar cerrado» o «jardín frondoso«. La versión latina llamada Vulgata, traducirá este término con la palabra paradisus (de donde se origina la palabra española paraíso) que significa jardín.
Gracias a esto, lo primero que conocerá Adán de Elohim (Dios) será acerca de Su amor perfecto (jesed) y Su provisión pre-existencial. ¡El Eterno lo había amado primeramente antes de que viniera a existencia!
“Y Yahvéh Dios hizo brotar de la tierra (VayatsmaJ YHVH Elohim min-ha’adamah) todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento de lo bueno y de lo malo”.
(Bereshit 2:9)
El nombre Edén pudo haber tenido dos orígenes: la palabra sumeria edén, la cual significa “estepa” o “campo abierto” o la palabra hebrea idéntica, qué significa “lujo”, “ternura” o “deleite”. En base a esto el significado de la expresión Edén sería “Ámbito de delicias y ternuras lujosas”. Desde estas pautas notamos que Edén era toda una jurisdicción geográfica que tenía la particularidad de oficiar en dos planos existenciales: el terrenal y el celestial. Para que este propósito cumpla su misión, el Eterno planto el huerto o jardín que oficiaría como portal a través del que lo celestial descendería a lo material acorde a lo que Adán declarara como representante del gobierno divino en la Tierra (en hebreo: mashiaj).
También se conoce como el «huerto del Señor» (Isaías 51:3), el jardín de Dios (Ezequiel 28:13; 31:9), y el paraíso de Dios(Apocalipsis 2:7). Todos estos pasajes dejan en evidencia que este huerto o jardín tenía una funcionalidad totalmente celestial para que el propósito eterno de Dios se llevara a cabo en la Tierra: el Eterno podría habitar con los seres humanos y desde este planeta bendecir los demás planos existenciales con el resplandor de Su Luz Infinita (hebreo Or EinSof).
Como la mayoría de las cosas que son hermosas, el jardín del Edén tenía el potencial para el bien y para el mal.
El versículo 9 habla específicamente sobre el Jardín del Edén. No habla acerca de los demás árboles de la Tierra, ya que ello no tendría relación con el contexto.
Así que todo tipo de maravillosos árboles que dan fruto delicioso crecieron en el jardín, pero añadió dos árboles que no se encuentran en otro lugar. En el centro del huerto había dos árboles, uno cerca del otro:el árbol de la vida (Etz HaJaim) y el árbol del conocimiento del bien y del mal (Etz HaDaat Tov Verá).
El árbol de la vida representa la Torah, que es llamada “árbol de vida” por el rey Salomón en el libro de Proverbios:
“Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan.”
(Proverbios 3:18)
Por medio de la decodificación de las letras hebreas que componen la expresión, es muy probable que el árbol de vida haya estado donde hoy en día está el lugar del templo en Yerushalayim (Jerusalén) y el árbol del conocimiento de lo bueno y de lo malo haya estado en el monte de los olivos o Getsemaní.
El árbol de la vida estaba plantado en medio del jardín para promover y preservar la vida (Gn. 2:9). Era obviamente deseable en todos los sentidos y era la fuente de la vida misma. Si el hombre comía de este árbol sería preservado por toda la eternidad (Proverbios 3:18, 11:30, 13:12, 15:4). Por ejemplo, en el libro de Apocalipsis, el Señor dice a los creyentes en la iglesia de Éfeso:
«Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.»
(Apocalipsis 2:7)
Más adelante en el mismo libro, se menciona una vez más que sus hojas y frutos son para los justos:
«El árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto.Bienaventurados los que lavan sus ropas, para que tengan derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad.»
(Apocalipsis 22:2 y 14)
Sin embargo, otroárbol fue plantado cerca del árbol de vida en medio del huerto, aparentemente uno cerca del otro para la prueba que vendría.
El segundo árbol era el árbol del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2:9). Ahora, por primera vez, Adam tiene la posibilidad del mal. Su propio nombre es siniestro, produciendo el bien o el mal al que come de su fruto. La palabra hebrea para conocimiento significa el conocimiento por la experiencia. Así el fruto de este árbol siempre da a la persona el conocimiento por experiencia del bien y del mal en el sentido de tener el poder de decidir por uno mismo. Pero el simple conocimiento del bien y el mal, ¡no daba el poder de elegir el bien y rechazar el mal! Por lo tanto, Elohim (Dios) predice que al final sólo habrá un resultado para el que come de este fruto: la muerte espiritual y condenatoria (2:17, 3:3). Este era el árbol de la muerte. Cuando tomamos el volante de nuestra propia vida, sacamos a Yahvéh de la escena. Esto es un motín moral. Todo lo que Adán y Eva tenían que hacer era obedecer la palabra de ADONAI (2:17). Una vez que se rechaza la Palabra de Dios, que es lo mejor para nosotros, quedamos a nuestra suerte. Cuando tomamos y comemos, de repente nos encontramos fuera mirando hacia adentro con el Señor. Los rabinos enseñan que el árbol de la ciencia del bien y del mal era una vid porque ninguna otra fruta causa tanta miseria y sufrimiento. Así que los dos árboles más importantes que hizo crecer en el jardín fueron el árbol de la vida, que trajo la vida y el árbol del conocimiento del bien y el mal, que provocó la muerte.
El posible acceso del ser humano al «árbol del conocimiento del bien y el mal»indica que el Eterno había permitido al hombre la posibilidad de elegir el mal, precisamente en virtud de un bien mayor: la libertad. El ser humano, mediante su razón y a través de su conciencia, puede descubrir lo que es bueno y malo; pero no puede establecerlo con su decisión. Pretender decidir lo que es bueno y malo por su cuenta, independientemente de la bondad impresa por el Eterno al crear, sería querer ser como Dios, sin considerar Su voluntad en este asunto. El «árbol de la ciencia del bien y del mal» debía expresar, y constantemente recordar al hombre, el límite insuperable para un ser creado.
El mal encuentra arraigo en el hombre cuando éste se centra en sí mismo y en sus propios deseos en lugar de centrarse en Yahvéh y en Sus deseos (o en un nivel más profundo, cuando se considera independiente o separado del Eterno como Fuente). Cuando se encamina en esa dirección, evalúa toda experiencia sólo en términos de su propio sentido del bien subjetivo.
La Torah revela que el bien mancillado por el egoísmo es representado por el árbol del conocimiento del bien y del mal, mientras que el bien no adulterado es representado por el árbol de la vida. Al ordenarle a Adán que no comiese del fruto del árbol del bien y del mal, Yahvéh le estaba advirtiendo que no mezclara el bien y el mal eligiendo el camino del egoísmo y el egocentrismo.
El único desafío de Adam era “no comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal”, al realizar la acción justa hubiera adquirido el discernimiento para trascender el tiempo y el espacio alcanzando el estado infinito que la imagen divina que tenía le otorgaría.
Los Ríos del Edén
Ahora continuemos analizando la extensión de este ámbito llamado Edén.
Convengamos que, debido a que estamos hablando de un momento protohistórico, resulta muy difícil determinar la ubicación precisa del Edén convirtiéndose para la humanidad actual en un misterio. Es naturalmente obvio comprender que el diluvio en tiempos de Noé produjo cambio en la superficie terrestre desapareciendo así algunos ríos que hoy en día no son identificados con certeza.
Lo que sí tenemos en el mismo relato escritural es al asociación de esta región con cuatro ríos: el Pisón, el Guijón, el Tigris y el Éufrates (vv. 10-14). Por causa de este detalle descriptivo, Yahvéh nos permite deducir que la ubicación exacta del Edén bíblico del tiempo de Adán de acuerdo a la ubicación geográfica de esos ríos estaba situada en alguna parte de lo que actualmente se conoce como Irak y sus regiones colindantes. La palabra Mesopotamia significa “entre dos ríos”, y se refiere al hecho que la tierra yace entre el Río Tigris y el Río Éufrates. El nombre, Irak, significa “país con raíces profundas”.
Entonces veamos la descripción y el significado de estos ríos descritos por la revelación escritural.
“El nombre del primero es Pishón; éste es el que rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro.”
(Bereshit/Génesis 2:11)
Pishón significa “desbordar”, “extenderse”, “abundar”. Según Flavio Josefo y el erudito judío Rashí este sería el río Nilo, el rio principal de Mitzraim (Egipto); y debido a que sus aguas se incrementan y suben y riegan la tierra es llamado «Pishon» (lo que hace brotar y surgir), término relacionado con las crecidas que permiten la producción de lino (hebreo «pishtan«), como se declara con respecto a los mitzrim (egipcios): Los que urden lino…se avergonzaran» (Isaías 19:9)
“Y el nombre del segundo río es Guijón; éste es el que rodea la tierra de Cush.”
(Génesis/Bereshit 2:13)
Guijón significa estruendo. Es llamado así porque fluía atronadoramente y su estruendo era muy grande.
“Y el nombre del tercer río es Jidekel; éste es el que corre al oriente de Ashur. Y el cuarto río es el Perat.”
(Bereshit 2:14)
Jidekel expresión hebrea conformada por dos palabras. Este río es llamado así porque sus aguas son punzantes («hadyn«) y ligeras («kilyn»). En español recibe el nombre de Tigris.
El cuarto río es llamado Perat porque sus aguas fructifican (hebreo:«parin»), se multiplican y proporcionan salud al hombre. En español se le conoce como Éufrates palabra que se deriva originalmente del hebreo: Perat.
Desde estas descripciones y siguiendo a comentaristas de gran peso, podemos decir que probablemente este relato del Bereshit se refieren a los ríos que nosotros conocemos como:
Indo,
Nilo,
Tigris, y
Eufrates.
Lo cierto es que el Edén actualmente no existe. El Eterno lo desapareció junto con el árbol de la vida y el árbol del conocimiento de bien y del mal, porque el hombre ya no podía entrar al Edén ni tener acceso a lo que había en él por haber desobedecido (Génesis 3:22-24). En cambio, en nuestros días, Dios promete que el ser humano volverá a participar sólo del árbol de la vida que existe actualmente en el paraíso de Dios (Apocalipsis 2:7) y luego será colocado en los cielos nuevos y la Tierra nueva que el Eterno tiene preparados para sus herederos (Apocalipsis 22:2).
El Gan Edén (huerto del Edén) representa el lugar que se escoge para adorar y alabar a Dios, el río representa la fuerza del Espíritu Santo que salta para vida eterna (Juan 7:38,39). Por todo esto, el mensaje para nosotros es dejar al Espíritu Santo fluir en ese lugar libremente, para que nos enseñe la Torah (Instrucción) del Padre y así Él pueda hace con nosotros lo que desee, según lo trazado en su diseño original.
«Y acabaron (de ser creados) los cielos y la tierra, y todas sus huestes«.
(Bereshit / Génesis 2:1)
Debo decir al comenzar esta bitácora que disfruto mucho proclamar en mi alabanza cotidiana que solamente el Eterno ha existido desde siempre y para siempre; ¡que sólo Él es sin principio ni fin! Siempre sumo a mi corazón y declaro con mis labios lo que dice el salmista:
“Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.» (Salmos 90:2)
Pero a la vez debo confesar mi consciencia certera de la existencia de seres incorpóreos y superpoderosos creados por Yahvéh, nuestro Dios, para hacer conocer Su voluntad perfecta y cumplir Sus órdenes. Y es que no puedo callar que mi vivencia de fe en el Mesías, iluminada por las Sagradas Escrituras, me ha permitido experimentar, a lo largo de mi peregrinar, la verdad sobre la existencia de los ángeles como seres puramente espirituales, creados por el Eterno.
Ha sido así como he comprendido que hay una relación muy estrecha entre los seres humanos y los ángeles. Siempre me inspiró y llenó de confianza lo que el autor de la epístola a los Hebreos escribe al decir que los ángeles son “espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Hebreos 1.14). He disfrutado de seguridad al dejar a mis cuatro hijos bajo la revelación que mi amado Maestro y Dueño otorga al referirse a los niños, dice:
“Sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18.10)
Por esto, afirmo que la existencia de los ángeles, una verdad de nuestra emunah (certeza) en Yahvéh.
Hoy, desde las teologías judeo-cristiana, a estos seres se los identifica de otra manera, señalándolos con el nombre genérico de su misión: «mensajeros» (en hebreo: «malakim» o en griego «ángeles«), ya que son los portadores de ordenes del Eterno. El teólogo y filósofo Agustín de Hipona dice respecto a ellos: «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel«. Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan «constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18: 10), son «agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra» (Sal 103: 20).
Según las Escrituras Sagradas (La Biblia), los ángeles son espíritus, tal como Dios es un Espíritu (Salmo 104:4; Juan 4:24). Ellos forman una gran familia compuesta de millones de miembros, todos los cuales son “poderosos en potencia” _ hebreo gibbor koakj_ [Salmo 103:20; Revelación (Apocalipsis) 5:11]. En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf. Dn 10, 9-12).
Entendemos que por medio del Mesías, el Eterno creó millones y millones de ángeles en el cielo:
“… porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles: tronos, dominios, principados, potestades; todo fue creado por Él y para Él,…»
(Colosenses 1:16)
Acerca de estos, el Tanak (A. T.) señala que:
“….millares de millares lo servían, y millones de millones estaban de pie ante su presencia…» (Daniel 7:10).
Ahora me interesa que ustedes sepan que estas numerosas criaturas espirituales están tan bien organizadas en jerarquías de misión guerrera. Por eso es que se las llama “los ejércitos” (tseba-am) de Yahvéh» (Sal. 103:21).
¿Cuál es el origen de los ángeles? ¿Relata el Libro del Bereshit su creación?
A simple vista, en una lectura superficial y rápida, resulta curiosamente raro que en el Libro de Bereshit (en griego Génesis) que nos habla de toda la creación se nos omita directamente este gran detalle para referirnos claramente cuándo fue que YHVH creó a los ángeles. Sin embargo, esto no es así. Sin profundizamos en Bereshit (Génesis) capítulo 2 verso 1 vemos que expresa «los cielos y la tierra fueron acabados y todas sus HUESTES». Esta última palabra (HUESTES) ¿Se está refiriendo a los ángeles celestiales?
Para poder descubrir la respuesta correcta los invito a que leamos por un momento lo que nos relata el Primer Libro de Reyes:
» …Yo vi al Altísimo sentado en su trono y todo el ejército de los cielos (tseba-am) estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda…» (1 de Reyes 22:19)
Este relato de Micaías, el profeta, nos muestra la situación en los cielos, en donde uno de sus ángeles se convierte en «espíritu de mentira» para hablar por la boca de todos los falsos profetas del malvado Rey Acab, esposo de la malvada Jezabel. ¡Interesante, ¿no? que la mentira venga directamente desde el trono del Eterno! Pero, sigamos con nuestro tema central.
Al leer a Nehemías también encontramos una referencia similar, cuando nos advierte:
«¡Tú solo eres YHVH! Tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos y todas sus huestes (tseba-am)…»
(Nehemías 9: 6)
El Rey David en uno de los Salmos también nos refiere de la creación de estos seres:
«Por la palabra de YHVH fueron hechos los cielos; todo el ejercito (tseba-am) de ellos fué hecho por el soplo de su boca«
(Salmo 33:6)
El profeta Yeshayahu (Isaíaas) también toma parte en esta discusión aportándonos su relato:
«Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién ha creado estas cosas. El saca y cuenta al ejército (tseba-am) de ellas; a todas llama por su nombre…»
(Isa. 40:26).
Asimismo, este profeta nos da una breve semblanza de lo que hizo el Creador:
«…Son mis propias manos las que han desplegado los cielos, y soy yo quien ha dado órdenes a todo su ejército (tseba-am)«.
(Isa.45:12)
Con esta breves referencia ya entendemos que Yahvéh, nuestro Dios, fue quien creó a las «Huestes» o «Ejércitos» (tseba-am) celestiales.
Después de estar seguros de que fueron creados en esos primeros días de la Creación nos toca ahora conocer cuándo fueron creados exactamente.
El tiempo exacto de su creación no está específicamente definido, pero por la evidencia bíblica entendemos que lo más probable es que hayan sido creados en el momento en que también fueron hechos los cielos, como se narra en Génesis 1:1. Esto significaría que posiblemente el Eterno haya creado los ángeles inmediatamente después de haber creado los cielos y antes de crear la tierra. Para demostrar esto, necesito remitirme al libro de Job en donde no cabe duda de que los “hijos de Dios” que ‘gritaron en aplauso’ cuando Él ‘colocó la piedra angular’ de la Tierra (Job 38: 4-7) eran seres angélicos y no descendientes de Adán (ya que este aún no había sido creado). Del mismo modo, es evidente que los “hijos de Dios” o «hijos de los potentados» mencionados en el Salmo 89:6 también son criaturas celestiales, no humanos.
Es interesante mencionar que uno de los Rollos encontrados en la Cueva No. 11 de Qumram nos dice al respecto: «Dividiendo la luz de las tinieblas El estableció el amanecer en Su decisión mental. Cuando todos los ángeles vieron esto ellos se regocijaron en gran manera porque Él les mostró lo que ellos no previamente no habían conocido. El coronó las colinas con cosechas, abundante alimento para todos los vivientes» [(11QPsª) Rollo: «Himno al Creador»].
El testimonio de la obra seudoepigráfica llamada «Libro de los Jubileos» dice:
«Porque en el primer día El creó los cielos que están arriba y la tierra y las aguas y todos los espíritus los cuales sirven delante de El -los ángeles de la Presencia, los ángeles de Santidad, y los ángeles de los espíritus de fuego y los ángeles de los espíritus de los vientos, y los ángeles de los espíritus de las nubes, y de las tinieblas, y de la nieve y del granizo y del hielo, y los ángeles de los sonidos, los truenos y los rayos, y los ángeles de los espíritus del frío y del calor y del invierno y de la primavera y del otoño y del verano y de todos los espíritus de Sus criaturas las cuales están en los cielos y en la tierra«
(Jubileos 2:2)
Ante toda evidencia escritural ofrecida se evidencia que todos los ángeles fueron creados de una vez. Ningún ángel ha sido añadido desde entonces. Los ángeles no están sujetos a la muerte o a ninguna forma de extinción, por lo tanto, su número no decrece.
Es importante al terminar remarcar que estas criaturas celestiales se sintieron felices cuando se fundó la Tierra y realizaron con alegría sus tareas mientras Yahvéh preparaba esta extraordinaria joya del universo para que fuera el hogar de la humanidad, la máxima creación a la que los ángeles deberían servir (Job 38:4, 7). Sabemos que el Eterno creó al ser humano para reflejar sus sublimes cualidades (Heb. 2:7; Gén. 1:26). Si Adán y Eva hubieran usado bien el don del libre albedrío, podrían haber vivido junto con sus descendientes en un paraíso como parte de la familia universal de criaturas inteligentes de Yahvéh. Ellos podrían haber permitido que la presencia de las huestes celestiales se manifestaran visiblemente en todas las esferas del cosmos material que nos rodea.
De todos modos y más allá de la naturaleza pecadora del ser humano. Los ejércitos celestiales siempre han estado en actividad al servicio de la Salvación (en hebreo Yeshúa) del Eterno.
Desde la creación y a lo largo de toda la Historia de la Salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (Gn. 3: 24), protegen a Lot (Gn. 19), salvan a Agar y a su hijo (Gn. 21: 17), detienen la mano de Abraham (Gn. 22: 11), la Torah (Instrucción) es comunicada por su ministerio (Hch. 7:53), conducen el pueblo de Dios (Ex. 23: 20-23), anuncian nacimientos (Jueces 13) y vocaciones (Jc. 6: 11-24; Is 6: 6), asisten a los profetas (1 R 19: 5), por no citar más que algunos ejemplos.
Finalmente, y transitando los días de la Nueva Alianza, vemos al ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Yeshúa (Lc 1: 11.26). Por ello, y desde la Encarnación a la Ascensión del Mesías, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: ‘adórenlo todos los ángeles de Dios‘ (Hb. 1: 6). Desde entonces su cántico de alabanza en el nacimiento del Mesías no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: «Gloria a Dios…» (Lc. 2: 14). Protegen la infancia de Yeshúa (Mt. 1: 20; 2: 13.19), sirven a Yeshúa en el desierto (Mc. 1: 12; Mt. 4: 11), lo reconfortan en la agonía (Lc. 22: 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (Mt. 26: 53). Son también los ángeles quienes «evangelizan» (Lc. 2: 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (Lc. 2: 8-14), y de la Resurrección (Mc. 16: 5-7) de nuestro Maestro y Dueño. Con ocasión de la segunda venida de Yeshúa HaMashiaj, anunciada por los ángeles (Hb. 1: 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (Mt. 13: 41; 25: 31 ; Lc. 12: 8-9).
Por todo esto, hoy creo y aseguro que los poderosos ángeles siguen más activos que nunca en su misión y propósito. Estoy más que convencido que estos ejércitos (tseba-am) celestiales protegen al pueblo de Dios, sobre todo de las cosas que ponen en peligro su espiritualidad. La Escritura dice: “El ángel de YHVH está acampando todo en derredor de los que le temen, y los libra” (Salmo 34:7).
Por último, sé que dentro de muy poco, el malvado sistema de Satanás será destruido y nosotros seremos liberados y manifestados como hijos del Eterno. Sé que los ángeles desempeñarán un papel muy importante en estos trascendentales sucesos, que harán posible la vindicación de la soberanía de nuestro Abba y la realización de su propósito para la Tierra y la humanidad a través de Su Mesías. Los ángeles realmente son espíritus enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación.
¡Alabemos al Eterno porque usa a sus ejércitos (los ángeles) para ayudarnos a cumplir su voluntad que es buena, agradable y perfecta!
Por último, confirmemos la Palabra de Verdad con la que comencé esta bitácora:
«Así fueron terminados los Cielos y la Tierra y todos sus ocupantes«
Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer contribuciones a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.
¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y que señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»
(Génesis 1: 26)
Si meditamos en este diálogo interno de la Divinidad, entendemos que, de acuerdo al diseño original, todo ser humano ha sido colocado como representante de Dios (Elohim) sobre los órdenes de los seres inferiores. Éstos últimos no pueden comprender ni reconocer la soberanía del Eterno; sin embargo, fueron creados con la capacidad instintiva de ver la Gloria divina a través del ser humano posicionado mesiánicamente. Desde aquí cada uno de estos animales está apto para amar y servir al hombre que en propósito cumple la misión de promoverlos como criaturas, garantizándoles las mejores condiciones de vida.
Pero, para que este diseño divino del ser humano sea manifestado a la perfección en las áreas materiales de la animalidad, nos urge comprender la enseñanza de este pasaje desde los códigos hebreos en que vibran sus palabras.
Al leer este versículo del primer capítulo de las Sagradas Escrituras notamos que al terminar de hacer al ser humano (adam) el Todopoderoso dijo:
«…y que señoree en los peces del mar…»
Dicho imperativo surgirá de traducir la siguiente expresión hebrea: «veyirdu bidegat hayam«. Interesante resultará para la edificación de nuestra alma, entender que el verbo hebreo veYirdu usado aquí connota dos implicaciones para la vida humana. Por un lado, significadominio (ridui), pero por otro lado puede significar descenso (yrida). Por lo tanto, el peso de la revelación divina es muy grande y necesitamos reflexionarla profundamente. El Eterno está señalando que si el hombre (varón o mujer) es obediente a la Instrucción (Torah) será digno de dominar toda fiera salvaje y a los animales domésticos; pero si no escucha la Torah, se convierte en un ser indigno del propósito por lo que descenderá más bajo que todo animal existente y entonces las fieras lo dominarán.
La conclusión es que de acuerdo a su actitud ante el propósito eterno de YHVH el hombre puede ser un co-regente regio con Dios sobre toda bestia existente, o descender al estrato infrahumano en el que se degrada a los estándares bestiales, y se someterse así a las leyes naturales de la selva: sobrevivir. Esta última y enajenada condición es la que alcanza el alma humana cuando se hace sensorial a causa de la desobediencia. Es lo que el libro de Bereshit llama “hombre polvo” (Génesis 3: 19) y el apóstol Pablo llamará hombre natural que no acepta las cosas del Espíritu de Yahvéh, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente (1 Corintios 2:14).
Esta condición de «animalidad» de la humanidad la conduce a ser controlada por la enseñanza de la serpiente que conduce un sistema de cosas basado en el poder del temor. Por esto, es mi costumbre designar a esta mentalidad y sistema de vida con el término de reptiliano. En dicho estado la humanidad no vive, sino que sobrevive, ya que toda acción que realiza es en pro del instinto destructivo del ser humano, que busca soluciones urgentes desde el placer inmediato sin pensar en las consecuencias para su destino y generaciones.
Es bien aceptado en la fe del pueblo hebreo el hecho de que la Torah, entre ella el libro de Bereshit (en griego Génesis) fue escrito por Moshé (Moisés), quien recibió dicha revelación directamente del Eterno, en una manifestación pública, teniendo a todo el pueblo por testigo.
“Entonces ordenó a Josué ben Nun, y dijo: ¡Esfuérzate y sé valiente, porque tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y Yo estaré contigo! Y sucedió que al terminar Moisés de escribir las palabras de esta Torah sobre el Rollo, hasta finalizarlas, Moisés mandó a los levitas que llevaban el Arca del Pacto de YHVH, diciendo: “Tomad este Rollo de la Torah y ponedlo al lado del Arca del Pacto de YHVH vuestro Dios, para que quede allí como testigo contra ti . Porque yo conozco tus rebeliones y tu dura cerviz. He aquí, estando yo aún vivo con vosotros, habéis sido rebeldes a YHVH, ¿cuánto más después de mi muerte?”
(Deuteronomio 31:23-27)
Además del testimonio vivo y verdadero que las mismas Escrituras nos acaban de dar, sabemos que es seguro que Moshé pudo haber escrito el denominado Jumash (en gr. Pentateuco) porque fue educado en el palacio del Faraón de Egipto, y «… enseñado en toda la sabiduría de los egipcios…» (Hechos 7:22) la cual incluía la profesión literaria.
Por este privilegio de crianza Moshé era probablemente uno de los hombres que más sabía de la historia del mundo hasta entonces, que ningún hombre de nuestra época maneja, ya que tuvo acceso a las bibliotecas más grandes y los anales más completos de aquel entonces.
Entendemos también que aquella expresión bíblica nos revela que él fue entrenado en las artes del liderazgo organizador que caracterizaba a los egipcios. Debido a esto él era consciente que su llamado celestial lo estaba convirtiendo en el dirigente de un movimiento espiritual que él sabía encerraba una importancia trascendental para todas las generaciones. Por lo tanto, surge una cuestión: ¿es posible que haya sido tan necio como para confiar los anales y los principios de su movimiento a la tradición oral y los mitos religiosos?
De que Moisés hacía uso del arte de escribir nos lo constatan los siguientes pasajes bíblicos: Éxodo 17:14; 24:4; 34:27; Números 17:2; 33:2; Deuteronomio 6:9; 24:1-3; 27:3-4; 31:19-24.
Es bien aceptado, y está bien testimoniado por las líneas de la Torah que Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, son obras de su pura pluma, con algunas porciones escritas bajo su dirección personal. Él fue el autor humano y el origen de estos libros. Él fue testigo de casi todo en el Éxodo, y todo en Levítico, Números y Deuteronomio. Sin embargo, en lo que se refiere a Bereshit o Génesis, él fue un compilador y editor, porque no fue un testigo presencial de los acontecimientos de Génesis, ya que no había nacido todavía.
En cuanto a Bereshit o Génesis (en griego), se sabe que usó relatos provenientes de la tradición oral de aquel tiempo, algo de la información escrita en “El Libro de Yashar” o “Libro del Justo” (Jos. 10: 12-13; 2 Sm. 1: 19-27 y 1 Re. 8: 12-13); y especialmente la influencia de once documentos antiguos existentes en sus días.
El asunto es sencillo de explicar. El libro de Bereshit (Génesis) termina su relato aproximadamente unos 200 años antes de la época de Moisés, y solamente pudo haber obtenido los informes que contiene por revelación directa del Eterno o de anales históricos recibidos de sus antepasados. Por supuesto, en la fe de Israel no se descarta la perfecta conjunción de los dos orígenes. Es que no hay duda alguna que para elaborar este material fue necesario una instrucción directa por parte del Eterno para con Moshé de que se escribiera y que formara parte de la Torah que se entregó en el Monte Sinaí.
Ampliando lo que vengo explicando, le diré que después del denominado «Himno de la Creación«, con el que configura el capítulo primero del Bereshit, Moshé colocará diez libros más, conocidos como «Libros de Generaciones» (hebreo Toledot) con los que logrará trazar los lineamientos del Libro de Génesis o Bereshit. Los eruditos aseguran que estos documentos fueron incorporados íntegros por la pluma de Moisés con la adiciones y explicaciones que el mismo Dios le haya movido a hacer; o también, tal como otros entendidos aseguran, puede que él haya compuesto el relato bajo la misma dirección de las materias históricas que haya tenido a su disposición.
«Generación del Cielo y de la Tierra» (cap. 2: 4 al cap. 4: 26)
«El Libro de las Generaciones de Adán» (cap. 5: 1 al cap. 6:8)
«Las Generaciones de Noé» (cap. 6: 9 al cap. 9: 28)
«Las Generaciones de los Hijos de Noé» (cap. 10: 1 al cap. 11:9)
«Las Generaciones de Sem» (cap. 11: 10-26)
«Las Generaciones de Taré» (cap. 11:27 al cap. 25:11)
«Las Generaciones de Ismael» (cap. 25: 12-18)
«Las Generaciones de Isaac» (cap. 25: 19 al cap. 35:29)
«Las Generaciones de Esaú» (36: 1-43)
«Las Generaciones de Jacob» (cap. 37: 2 al cap. 50: 26)
Estos once documentos primitivos, originalmente eran anales genealógicos de la familia escogida por el Eterno y de otras relacionadas con ella, que forma el libro de Génesis, abarcan los primeros 2000 años de la historia humana, desde la caída del hombre hasta la estadía de la familia de Jacob en Egipto, como germen del Pueblo escogido: Israel.
Este trabajo de recopilación y edición que Moshé, inspirado por el Eterno, realiza tiene la primera intención de demostrar que el pueblo de Israel desciende en línea directa de Adán, el primer hombre creado por Dios. Moshé persigue concientizar a los israelitas liberados de la opresión egipcia que son vástagos y rama principal de esta línea genealógica escogida para manifestar la Luz mesiánica a las naciones.
Por ello, elaborará el relato uniendo la toledot (generaciones) en los puntos centrales representados por Adán, Noé, Sem, Heber, Abraham e Isaac, demostrando así la legitimidad divina del propósito y la misión de Israel para las naciones.
Entonces debemos decir que si bien Moisés hizo uso de la vía oral, así como, las tradiciones escritas, fue en verdad la inspiración del Eterno quien lo guió a editar y compilar estos once documentos genealógicos que fueron sometidos a los lineamientos del Espíritu del Mesías que se ha movido sobre las aguas desde los comienzos a fin de conducir a los hombres a el objetivo final de Su Intención: llegar a la estatura y plenitud de su semejanza (Génesis 1: 26-27; Efesios 4:12-13).
Desperté con la Luz aconteciendo en mi interior. Sus ideas fluían empujándome a escribir. Decidí que cada una de ellas, como chispas de esa Luz Infinita se convirtieran en las líneas de esta bitácora.
Quiero hoy compartirles evidencias. Testimonios de distintos documentos que son Fuentes de Información de mucha credibilidad dentro de los Círculos de Estudios de la Torah. Ellas prevalecieron en el tiempo en forma de papiros o rollos de cuero que un día, de manera «accidental», permitió que fueran encontrados en el Mar Muerto y que nos dan luces históricas sobre la vida de nuestros antepasados en la zona de Oriente Medio. Las Fuentes testimoniales a tener en cuenta en este espacio de reflexión son:
El Talmud
Filón de Alejandría
Flavio Josefo
El Targum
Aristóbulo
Sabiduría
Rollos de Enoch
La Septuaginta (Versión de los Setenta)
Efraim
Hoy, seguramente al igual que yo, ustedes han despertado prestando mucha atención en esto: El Eterno dijo en el yom rishon )primer día): «…¡hágase la luz!…» En base a esta declaración, alguien me preguntó ayer: ¿cómo es posible que la luz que conocemos como la luz que genera nuestro astro mayor el sol o la que se reflecta mediante la Luna, no sea la misma luz? ¿Acaso es que existe la oscura posibilidad de que haya sido otra clase de LUZ?
Recordemos bien que el Sol, la Luna y las estrellas, «fueron creados» (en realidad fueron percibidos y discernidos desde el planeta, como fuentes de luz) solo en el Día Cuarto –yom revi’l. Entonces ¿Cómo desenredamos esta madeja de hilos lumínicos celestiales?
Por siglos, Israel, el Pueblo de Yahvéh, supo los que los sacerdotes y los distintos escritores antiguos de sabiduría yahvista han dicho: la Luz del Primer Día fue una luz especial que Dios permitió para restaurar con visión el mundo que Él ya había creado con perfección en todos los detalles, y que había sido llevado al caos por el primer movimiento de rebelión cósmica.
Veamos qué dice el 4º Libro de Ezra (Esdras):
«Entonces Tú ordenaste que un rayo de Luz brotara desde tus tesoros para que tus trabajos pudieran entonces reaparecer». (Esdras 6:40)
Así, pues, de acuerdo a estas líneas del sacerdote re-constructor, fue una luz como ninguna otra que iluminaba toda la creación de una sola vez.
Qué nos dice Aristóbulo de Paneas, un sabio y escritor judío que vivió en Egipto hacia el siglo II antes de la Era Común:
«…el primer dia en el cual la luz nació por la cual todas las cosas pueden ser vistas juntas».
-Aristóbulo, Fragmento 3 (citado en Eusebio Preparatio Evangeliza 13.12.9)
El más más renombrado escritor judío de la antigüedad, Josefo, nos manifiesta:
«Dios ordenó que debía haber la luz y cuando esto vino, El consideró todo asunto».
Josefo, «Antigüedades Judías» 1:27
Uno de los más famosos Libros de Qumram, mencionado en la carta de Judas, el Libro de Enoch también nos cuenta sobre el particular:
(Después de convocar la luz, Dios dice:) «Y Yo estaba en medio de la luz. Y la luz fuera de la luz es llevada asi. Y la gran era vino y fue revelada toda la creación la cual Yo habia pensado crear. Y Yo vi que esto fue bueno”.
– Enoch (I) 25:3
Otra cita más referente al Targum (traducción al arameo de los Libros del Antiguo Pacto) expresa:
«Dios dijo: Hagase la luz para iluminar el mundo, y de una vez fue la luz.”.
-Targum Pseudo Jonathan Génesis 1:3
Uno de los más grandes sabios judío, Rabbi Eliecer dijo:
«Con la luz que Dios creó en el primer día uno podía ver desde una punta del mundo hasta la otra punta».
Una posibilidad que nos sugiere el estudioso de la Torah, James Kugel, es que la luz que vino más tarde a los cuerpos celestiales (sol, luna, estrellas), fueron creados o concebidos en el primer día, y aun así, los cuerpos celestiales no fueron percibidos desde la superficie terrestre sino hasta el Día cuarto.
Otro famoso Rollo de Qumram, llamado El Libro de los Jubileos nos presenta la siguiente opinión:
«Y El creó el abismo y las tinieblas -tarde y noche-, y la luz -amanecer y luz del día-, lo cual El preparó en el conocimiento de su corazón”.
Jubileos 2:2
Efraim, uno de los más prolíficos autores comentaristas de Torah, de comienzos del siglo cuarto, nacido en Siria, nos dice sobre el particular:
«Ha sido dicho que desde esta luz primaria, ahora difusa y del fuego, -los cuales fueron creados en el primer día- el sol fue ideado, el cual fue hecho en el firmamento y así como la luna y las estrellas, ha sido dicho que fueron hechos desde la misma primera luz».
-Efraim, comentario sobre Génesis 9:2
Filón de Alejandría, otro de los filósofos y grandes autores judíos de la antigüedad nos relata de una manera más poética su punto de vista:
«Ahora la luz invisible, perceptible solo por la mente, fue creada como a imagen de la Palabra de Dios (Logos) quien hizo toda la creación conocida. Fue una luz más grande que las estrellas, la fuente de la luz de las estrellas que se puede ver.».
– Filón Sobre la Creación 31 (también 55)
Considerando todos estos aspectos de las interpretaciones antiguas, estaremos concluyendo que de la misma manera que la Luz fue manifestada al principio, en el primer día, como movimiento divino de restauración, asimismo la Torah, haya sido manifestada en ese mismo día. Por ello, David HaMelej -El Rey-, comprendiendo esta verdad, nos canta en una de sus más conocidas melodías:
» Lámpara (Luz) es a mis pies tu palabra y Lumbrera (Luz) a mi camino.» (Salmo 119:115)
Y no podríamos dejar pasar por el alto el concepto del Mesías que acontece en nuestra mente a la luz de lo creado en este primer día. Entendemos que el Espíritu de Dios que se movía sobre las aguas (v.2) vino con los siglos a manifestarse como el «Espíritu del Mesías«. De este modo Yeshúa, aconteciendo en la revelación como el primogénito de toda la creación, se manifestará con su mensaje de ser Él mismo el reflejo de la Torah, por lo que se proclama a sí mismo como «La Luz del Mundo» (Juan 8:12).
El apóstol Juan, tomó un antiguo himno que las primeras comunidades entonaban en su liturgia profética y lo colocó como la Introducción (capítulo 1) de su evangelio. En dicho capítulo, Juan escribió respecto del Mesías Yeshúa, lo siguiente:
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella«
(Juan 1:1-5)
En este pasaje Juan identifica claramente a Yeshúa como un ser que existió mucho antes de su concepción en la Tierra, y lo presenta como la Luz espiritual de la humanidad de la quién todo lo creado procede.
Será importante destacar que la palabra «Luz» en estos pasajes, del griego antiguophos, significa literalmente «resplandor original«, “luz originadora” o incluso «iluminación spiritual» en ciertos casos. Se deriva de la raíz pha, que significa «hacer manifiesto«. Juan dijo que cuando esta Luz brilló contra la oscuridad, o tinieblas [la ignorancia y el desvarío del sistema de cosas del dragón (Romanos 1:20-22)], las tinieblas no pudieron prevalecer contra ella.
Como vemos, esta Luz es muy poderosa. Ella no fue creada el Primer Día. Ella fue la creadora desde el primer instante creativo de todo lo que desde ella vino a existencia. Esta Luz, en el Primer Día, vino a acontecer como diseñadora de todo lo creado para iniciar así la Historia de la Salvación que en verdad es la verdadera historia de la humanidad.
Por todo esto, necesito llevarlos a un cuestionamiento que anhelo que cada uno pueda respondérselo así mismo:
¿De qué forma iluminas la vida de tu entorno y despejas así las tinieblas con la Luz del Mesías (Cristo) y el conocimiento de los caminos del Eterno revelados en Su Instrucción (Torah)?
«En (un) principio creó Elohim los Cielos y la Tierra.«
(Génesis 1: 1)
Hay un dato importantísimo que no podemos pasar por alto a la hora de estudiar las Sagradas Escrituras, especialmente el Pentateuco. El mismo es que la totalidad de la Instrucción (Torah) divina está contenida en el primero de los cinco libros: el Bereshit (o Génesis). Así mismo, el primer libro, en su totalidad, está contenido en el primer capítulo, que a su vez está contenido en la primera sentencia; la misma se haya íntegramente en la primera palabra, y esta se resume en la primera letra: beth.
La Torah hubiera podido comenzar con la primera letra del alefato hebreo, con la letra Alef _ א _, pero Boré Olam (el Creador del Universo), decidió entregárnosla de esa manera porque quería guardarnos un mensaje que está oculto en ella.
Para entender la parte fundamental de toda la codificación de esta primera palabra de las Sagradas Escrituras, debemos saber que el término hebreo Bereshit, es traducida en Génesis capítulo 1 verso 1 como «En el Principio…«. Ahora bien, de haber querido el Eterno indicar que la Torah nos relataría un orden cronológico hubiera entonces utilizado la expresión «Bereshoná» que traduce «en el principio», o «al inicio«, en vez de «Bereshit«. Analizado así, es evidente que en esta palabra están encerrados todos los misterios de la creación.
De acuerdo a su origen es una palabra compuesta de dos vocablos hebreos, Be y Reshit (בראשית = ראש + בית). Ante este detalle lingüístico necesito que nos concentremos con un espíritu muy abierto en la explicación que a continuación desarrollaré. Analizaremos cada una de estas palabras, recordando que el hebreo es una lengua santa que merece ser considerada en su características espirituales.
Lo primero que quiero resaltar es que el hebreo es una lengua polisemántica. Esto quiere decir que cada una de las palabra que lo componen pueden significar muchas cosas. Además del detalle mismo de que cada palabra tiene muchas lecturas tanto en “significancia” como en “esencia”. Establecidas estas pautas, ahora los invito a considerar lo siguiente:
Dijimos que la primera expresión que compone a Bereshit es Be.La mismasignifica “en”, “dentro de”, “con”, “por medio de”, “por causa de”, “en aras de”, etc. (Aquí aportaré que la primera letra de la esta palabra que es Bet significa casa, es importante que recuerde esto).
Continuando con la conformación de Bereshit, dijimos que la segunda expresión que la compone es Reshit. Esta palabrasignifica “primero» (en lugar, tiempo, orden o rango)”, “primicia”, “inicio”, “principal”, “lo mejor”. Esta palabra tiene la misma raíz que la palabra hebrea “ROSH” que significa “cabeza”, “parte superior”, “comienzo”, “jefe”, “principal”, “gobernante”, etc. Esta significación se muestra claramente en la pictografía paleohebrea haciendo referencia a una cabeza humana.
Este pictograma implica la idea de «lo primero«, «en primer lugar«, «el que tiene la prominencia«. La pictografía de la cabeza de un hombre demuestra la inteligencia de una mente con ingeniería infinita escondida detrás de la creación. Nada podría resumir la perfección detrás del Cosmos y nuestro hermoso hogar llamado «Tierra», sino percibimos la insondable inteligencia de una Mente superior detrás de la obra creativa.
Como dijo el físico Albert Einsten:
«Cuanto más observo el universo más se parece a un gran pensamiento …»
Por estos asombrosos detalles de codificación, particularmente creo que la letra Bet es la más importante del alefbeto, pues ella resume lo que es realmente «crear» según la cosmovisión yahvista. La pictografía de la cabeza de un hombre demuestra también la inteligencia, la mente detrás de la creación. Nada podría resumir la perfección detrás del cosmos y nuestro hermoso hogar llamado «Tierra». Percibimos inteligencia, una Mente superior detrás de la obra creativa.
Insisto en que debemos poner atención y profundizar en estas palabras ya que su uso en todas las Kitvei HaKodesh(Escrituras Sagradas) nos dará mucha más luz con respecto a lo que quiere decir el texto que estudiamos hoy. Por ello, debemos saber que la palabra “Reshit” aparece casi 20 veces en el Jumash (Pentateuco), y en más de 50 ocasiones en todo la Tanak (Antiguo Testamento); veamos algunos ejemplos;
Se usa en relación con el inicio de un reinado, Bereshit/Génesis 10:10;
Con un hijo primogénito, Bereshit/Génesis 49:3; Devarim/Deuteronomio 21:17;
Con los primeros frutos de la tierra, las primicias, Shemot/Éxodo 23:19; 34:26
A todo esto debemos considerar que en el libro del profeta Yermiyahu (Jeremías 2:3), el pueblo de Israel es llamado “la primicia (Reshit) de sus frutos”. Si esto último quedó claro, ahora agregaremos lo expresado en Proverbios 8:22, que describe a la Sabiduría divina, que es la Torah, como “el principio (Reshit) de su Camino”.
Así pues, juntando todos estos elementos idiomáticos del hebreo, podríamos también como primera instancia traducir el primer versículo (pasuk) del capítulo uno del Bereshit (Génesis), de estos dos posibles modos:
a – “En la Torah creó Elohim los cielos y la tierra.”
b – “Con la Torah creó Elohim los cielos y la tierra.”
De este modo, y al considerar al texto en su sustancia original logramos expandir nuestro entendimiento en la correcta cosmovisión del espíritu que inspiró estas líneas. Lo que el texto sagrado comienza confirmando es la idea de que la primera Intención de Elohim, fue la Torah y que con ella (y desde ella) creo todo lo existente.
Ahora bien, leyendo la enseñanza del apóstol Pablo, encontramos una visión mucho más clara e impresionante donde el uso de la palabra “reshit”, (sustituida en sus cartas por el término griego prototokos = primogénito), nos revela algo muy grandioso, que nos tomará un tiempo más dentro de nuestro comentario. Con esta codificación celestial en nuestra mente consideremos lo que él le escribe a los discípulos de Colosas:
«Él (Cristo) es la imagen del Dios invisible, el Primogénito (Prototokos) de toda criatura. Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y en él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten por él; y él es la cabeza, del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el primado».
(Colosenses 1:15-18)
¿Que está diciendo el apóstol en este texto? Es sencillo deducirlo: que nuestro Mesías también es señalado por el término primogénito (griego Prototokos o hebreo “Reshit”). Por ende aceptamos y creemos que Él, Yeshúa, es el “Reshit” de todas las cosas.
Es decir que el Mesías es el diseño original de la Intención del Eterno desde quién se proyectó todas las cosas creadas. Él está en el interior del Padre eterno desde la eternidad
“Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
( Juan 1:18)
Si ponen atención aquí, el texto dice que Él (Mesías/Cristo) está en el Padre, es decir que desde la eternidad misma el Mesías existió, existe y existirá. Él está esencialmente unido al Padre por siempre porque la esencia del Mesías es la Torah, que como sabemos estuvo desde siempre en la mente de YHVH y fue lo primero que surgió de Él para ser motor de la creación.
En este texto Juan, menciona al “Verbo de la Vida”. Dicha expresión en hebreo se dice Davar HaJayim ( החיים _ דבר ), o sea «la palabra que da a origen y propósito a la vida«. Esta es una de las cuantas insinuaciones de que la esencia del Mesías, es también llamada “Davar” (hebreo) o «Logo» (griego), ambas expresiones traducidas como “Verbo”.
Los sacerdotes de la Antigua Alianza entendían que el Verbo, manifestado en tiempos de la creación de la materia, existía antes bajo la forma de pensamiento divino, ya que si la palabra es capaz de expresar todo lo material, le es del todo imposible lo inmaterial.
Precisamente por esto está escrito en el primer capítulo del Bereshit (Génesis) “y dijo Elohim (Dios)”. Es decir Elohim, se manifiesta por medio de la forma del “davar”, produciendo un sonido audible desde fuera (de Él). Añade la Torah, “…que sea la luz…”, pues toda la luz procede del misterio del Verbo.
Por tal razón el verbo fue llamado “reshit” (principio), por cuanto fue el origen de toda la creación.
Entonces, de acuerdo a lo que las Escrituras Sagradas revelan, todo fue creado por medio del Mesías y por causa del Mesías, como también está escrito:
“En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
(Juan 1:1-3)
Esta Palabra o Torah (Instrucción); este proyecto Mesías, el propósito eterno de la Intención misma de Yahvéh, fue luego materializado poco a poco por medio de la creación de todas las cosas. Pero aunque el Mesías no había sido manifestado como hombre, todas las cosas fueron preparadas por causa de él, y por causa de que él iba a venir y ser puesto como gobernante sobre todas las cosas creadas. Por esto el primer versículo de Génesis puede también traducirse de esta manera:
“Por causa del Principal creó Dios los cielos y la tierra.”
Al inicio de esta bitácora les solicite que se acordaran de la primera letra de la Torah: bet, (ב / Bet) significa «casa«, «tienda de campaña«, «vivienda«, «dentro» (בֵּית). Justamente en la pictografía paleohebrea la letra ב Bet es un plano de una casa (tienda), mostrando su importancia:
Entonces, teniéndola en cuenta y sumándola a todas las especificaciones que hemos considerado hasta ahora podríamos entender el primer versículo también de esta manera:
“Una casa de Reshít creó Dios los cielos y la tierra”.
La casa de la creación es entonces la vida del universo. La letra ב (Bet) también sugiere la intención de Dios de permanecer dentro del ámbito de la creación, hasta manifestarse como Padre benevolente por medio de sus hijos.
Esto nos enseña que los Cielos (el 99% de la existencia) y la Tierra (el 1% de la existencia) son la casa de Reshít, que es el Mesías. Aquí casa y ropa es esencialmente lo mismo. Por lo tanto, la creación es la ropa del Mesías, como está escrito en el Salmo 102:25-27 y Hebreos 1:10-12:
“Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados. Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin”.
(LBLA)
¿Por qué el Creador no empezó su historia consigo mismo? ¿No es Él quien precede todas las cosas y por lo tanto debería estar puesto en primer lugar? ¿Por qué no escribió “Dios creó en el principio…”? Él no comenzó a hablar de sí mismo, sino de lo que ha hecho por medio de Reshít. Esto nos enseña dos cosas, primero, que Dios es muy modesto en relación con la Creación. No se presenta primero a sí mismo, sino se coloca detrás de Su Reshít.
La segunda cosa que aprendemos de este hecho es que nadie puede conocer al Creador directamente, sino sólo por medio de las cosas que él ha creado. Así es como lo enseñaba el apóstol Pablo a sus destinatarios de Roma, al escribir :
“…porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.”
(Romanos 1:19-20)
La enseñanza recalca que el Creador es invisible e inalcanzable para las cosas creadas. Sólo es posible conocerle por medio de lo que Él revele de sí mismo. En este texto, el apóstol Pablo nos enseña que el camino para conocer al Eterno pasa a través de la Creación y Su Reshít. De esta manera el Hijo, el Mesías, nuestro amado Yeshúa, es revelado como el principal agente por medio del cual el Invisible se manifiesta en el mundo:
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su esencia, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.” (Hebreos 1:1-3)
Así es como el mismo Mesías se revelaba a sus discípulos la noche en que sería entregado:
“Jesús le dice:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”
(Juan 14:6, 9)
El Padre se manifiesta en este mundo a través de su Hijo. Ahora, no podemos caer en la trampa de pensar que el Eterno sea como los hombres o los animales de manera que se pueda reproducir y tener hijos como nosotros. Este pensamiento se encuentra en las religiones paganas entre personas que no conocen la verdad de Torah. Cuando habla del Hijo, se refiere a la función de ser el seguidor y el representante, al igual que un hijo imita y representa a su padre en una familia.
El Hijo es el que representa al Padre en la creación. El concepto hebreo de Hijo tiene que ver con discipulado, representatividad y delegación de autoridad. Desde esta idea, en las Escrituras hebreas los discípulos son llamados hijos, a pesar de no haber sido engendrados biológicamente por su maestro (cf. 1 Reyes 2:12; 20:35; 2 Reyes 2:3ss; Juan 8:39, 41; Efesios 5:1). Estos “hijos” luego reciben la autoridad delegada para actuar como representantes de su maestro.
Por lo tanto, cuando las Escrituras hablan de los “hijos de Dios” se está refiriendo a ángeles u hombres que han recibido poder del Creador para juzgar y gobernar sobre alguna área de la creación, se trata de autoridad delegada (cf. Job 1:6; 38:7; Salmo 82:6; Juan 10:34-38). Por esto a todos los que reciben a Yeshúa les es concedido el poder, es decir la autoridad, de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).
Ser hecho hijo de Dios, significa recibir una posición de liderazgo y un puesto de autoridad en alguna área de la creación.
Ahora, me gustaría invitarlos a que puedan tomarse un tiempo para ampliar lo aquí expuesto por medio de esta conferencia para líderes que di en Lima (Perú) en el año 2010:
https://youtube.com/watch?v=necUYbuLDac
Con amistad y servicio David Nesher (P.A.)
También te invito a leer, y meditar en tu corazón la siguiente enseñanza:
Desde el siglo pasado, la humanidad es testigo de una guerra sin tregua planteada desde los académicos de distintos flancos científicos hacia el relato bíblico de la Creación que aparece en el primer capítulo de Bereshit (o Génesis). Así, y desde sus discurso pedagógicos, se ha implantado en tres generaciones la idea de que el relato de la Creación que aparece en las Sagradas Escrituras es un mito más de entre los tantos que sostuvieron las religiones antiguas.
En verdad, si investigamos con profundidad, nos sorprenderemos al ver que por todo el mundo encontramos leyendas culturales y mitos que se parecen mucho a ciertos relatos en las Escrituras bíblicas como el de la Creación, la Caída de la humanidad, el diluvio y los relatos de la Torre de Babel. Por todas estas coincidencias, los tenidos como eruditos se apresuran a plantear una serie de cuestionamientos, que conducen sutilmente a la rápida conclusión de que la Biblia registra mitología en sus primeros capítulos.
Ahora bien, debo decir que cuando nos enfrentamos a la cuestión de si la Biblia registra la historia antigua con precisión en Génesis 1-11, o si estos pasajes se derivan de algún otro documento “antiguo”, primero tenemos que recordar lo que la Biblia dice sobre ella misma. La Palabra de Dios ha hecho la afirmación final y justificable sobre sí misma que ninguno de estos otros textos antiguos ha hecho. La Escritura Santa afirma en repetidas ocasiones ser la perfecta Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21; Salmo 19: 7; 119: 160). Por lo tanto, si las Sagradas Escrituras hubieran efectivamente tomado prestado de las antiguas mitologías, la anterior afirmación podría ser cuestionada.
En verdad, leyendo las historias míticas antiguas sobre la creación en Mesopotamia, Egipto y Siria, se destaca ante el lector el hecho de que ellas hacen mucho más que intentar explicar cómo el mundo físico llegó a existir. A menudo, los mitos de la creación perseguían elevar a un dios particular, de un santuario particular, a la supremacía sobre a los demás dioses con el fin de validar el prestigio de esa deidad, de ese santuario o de la ciudad en la cual el este estaba localizado. Un ejemplo de ello, lo encontramos en los mitos de la creación de los egipcios. En ellos se asevera que un montículo primordial o una “isla de la creación” surgió de un océano primitivo y que un dios específico creó todas las cosas desde ese sitio. Sin embargo, lo interesante, paradógico y absurdo de este mito es que varios santuarios egipcios afirmaron ser el sitio de dicho montículo primigenio y aseguraron que el dios de ese templo respectivo fue el gran y único dios creador. En Menfis, era Ptah. En el Hermópolis, era Thoth. En Heliópolis, fue Ra-Atom. En este último templo se decía que una piedra sagrada marcaba el sitio exacto donde Ra-Atom, en la forma de un ave de “Bennu”, descendió e inició el proceso creativo.
También debo aquí señalar que algunos temas comunes en los mitos de la creación incluye la generación espontánea de dioses, la reproducción sexual entre dioses y la deificación de la naturaleza (por ejemplo el sol y la luna teniendo coito y dando criaturas).
Otra característica a resaltar de un mito de la creación e s que a menudo se enfoca en elementos geográficos y en otros elementos únicos del santuario asociado con el mito. Un mito egipcio, por ejemplo, presta especial atención a la creación del Nilo.
En ocasiones, los mitos de la creación narran batallas entre dioses y monstruos primitivos, caos acuático, a través del cual uno o más deidades alcanza la supremacía. Algunas veces, la creación ocurre cuando un dios derrota a un mostró primitivo y divide su cuerpo en dos partes, las cuales se convierte en cielo y tierra, o tierra y agua, etc. En el mito de la creación babilónica, llamado Enuma Elish, se describe la derrota de la diosa madre y monstruo marino Tiamat por parte del dios Marduk. En sus líneas se describe como después de una terrible batalla, Marduk le quita la vida a Tiamat, corta su cuerpo a la mitad como “un pez para ponerlo a secar” y lo usa para formar la bóveda celestial llena de las constelaciones que marcarían el destino de los seres humanos. Esta victoria supuestamente establece la supremacía de Marduk entre todos los dioses.
Marduk le quita la vida a Tiamat
Los mitos de la creación de los griegos son similares. Después del caos inicial, las primeras deidades Gaia (diosa terrenal) y Urano (dios del cielo) surgieron una serie de dioses similares a monstruos (como Cronos, Typhon y los Titanes). Pero Zeus (hijo de Cronos) es quien termina venciendo a estos seres y establece el orden del mundo actual.
Además, una enseñanza espantosa que surge de la mayoría de los mitos creativos es que los seres humanos son creados como mano de obra para realizar el “trabajo sucio” que los dioses necesitan que se haga para ellos tener fuerza y poder. Algunos mitos retratan a los humanos como esclavos de los dioses, cuya función principal es alimentarlos con sus sacrificios.
En cambio, podemos destacar que el relato del Génesis desafía explícitamente las afirmaciones de estos mitos antiguos de la creación al revelar la unidad y soberanía de Dios, al describir los cuerpos celestes y las criaturas del gran mar como sus creaciones y al presentar a los seres humanos como sus mayordomos, y verdaderamente portadores de su imagen, en vez de una creación tardía nacida de la necesidad o el ocio divino.
En una simple lectura observamos que la narración de la creación en Bereshit o Génesis se refiere al sol y a la luna como la “gran luz” y la “pequeña luz” ¿Por qué? Al describir estos cuerpos celestiales de esta forma, la Biblia los reduce a una condición de meros objetos físicos que “gobiernan” solo en el sentido en que emiten luz y delimitan el calendario. En contraste, en los mitos antiguos, notamos que en sus idiomas mismos las palabras traducidas “Sol” y “Luna” se refieren a divinidades. Ejemplo de esto es como se refieren al dios (diosa) sol y al dios (diosa) luna. Una demostración de esto último lo encontramos en la palabra Shamash, que en sumerio significa sol, pero es también el nombre del dios Sol de la Mesopotamia. La palabra griegas Selene traducida como “luna”, es también el nombre propio de una diosa griega llamada Selene, supuestamente regente de nuestro satélite. Similarmente, los antiguos consideraban a las estrellas (o constelaciones) seres divinos. En contraste, la concisa declaración bíblica: “…también hizo las estrellas” (Gn 1.16) degrada a estos cuerpos a la condición de simples objetos creados por el Eterno.
Podemos notar pues que la narración de Bereshit (Génesis) rechaza el tema central de la religión pagana: el panteísmo o deificación de la naturaleza. Interesadamente, no busca elevar a YHWH sobre otros dioses. De hecho, en el relato del séptimo día de la creación (Gn. 1:1-2:3) no se menciona a YHWH; al Creador simplemente se le llama “Elohim (Dios)”, un término más genérico. Incluso Génesis capítulos 2 y 3 no da indicios de que YHWH necesitara establecer su supremacía sobre otras deidades. No hay una conquista de otros dioses o monstruos, y no nos dice que algún santuario o ciudad sea el lugar desde el cual Dios empezó su proceso creativo. No se menciona ningún objeto sagrado. El Dios de Génesis 1 Es verdaderamente El Dios del universo.
Como podemos ver, al reflexionar profundamente en todo esto, no es difícil descartar los textos mitológicos del Antiguo y Cercano Oriente como fuentes de influencia para el relato de Bereshit (Génesis). Mientras Bereshit es confiable, estos relatos no lo son. Mientras Bereshit muestra consistencia sobre el carácter justo y soberano de nuestro Dios, los textos mitológicos muestran a los dioses como poco más que gente en constante disputas, que se engañan entre sí y a la humanidad, y que carecen de control soberano y efectivo. Mientras que el relato del Diluvio en Bereshit da suficiente información creíble para permitir la confirmación histórica y geológica, los textos mitológicos proporcionan poco que pueda ser confirmado, y lo que se proporciona no tiene sentido lógico o científico.
Las similitudes que existen entre el relato bíblico, las antiguas mitologías de Oriente Próximo y la Epopeya de Gilgamesh solo tienen sentido desde un punto de vista escritural. Los creyentes en el Mesías no debemos sorprendernos de que grupos étnicos por todo el mundo tengan sus propios relatos de la Creación, la Caída, el Diluvio, relatos sobre hombres de grandes edades, e incluso sobre la Torre de Babel. Los relatos solo nos dicen que alguna vez la gente tuvo el mismo registro o testigo de un acontecimiento común que fue transmitido por una generación que alguna vez se congregó en el mismo lugar y al mismo tiempo.
A la luz de la Escritura, notamos que la mitología de todo el mundo sirve para confirmar que la Biblia es realmente la Palabra de Dios y la única verdad fiable. El mensaje que en ella encontramos es que el Eterno mismo entra en la historia este mundo y la guía en sus acontecimientos para terminar tomando sobre sí, a través de su Mesías, la ira que merecemos. Sólo a través de la consistente Palabra de Dios podemos saber que la salvación sólo se recibe por la fe en la obra redentora de Yeshúa HaMashiaj .
Todos los seres humanos queremos felicidad, pero a menudo caemos e el error reptiliano de confundir la felicidad con el éxito. ¿Cuál es la diferencia? ¡Éxito es obtener lo que quieres; felicidad es querer lo que obtienes! Por lo tanto, recuerda que la felicidad no es algo que nos pasa; es una decisión que tenemos que tomar, ya que podemos ser tan felices como decidamos serlo. El Eterno, creó para esto, un tiempo especial que permite decidir por la felicidad como estado interno del ser humano. Estoy hablando de la Festividad del Sukot, conocida con el nombre de Fiesta de los Tabernáculos o Fiesta de las Enramadas (Cabañas).
Esta Fiesta, conocida también como el «Tiempo de nuestra Alegría«, marca para nosotros, Sus primogénitos en el Mesías, el clímax del Año de YHVH. Y es que durante los siete días de esta festividad, los escogidos tenemos un mandato divino, el de estar completa y exclusivamente alegres (Deuteronomio 16:15).
Seguramente dirás: «¡Es una orden bastante exigente!» Así es, de una manera imperativa, el Eterno, a través de Su Torah (Instrucción), exige a Sus hijos obligarse a la alegría en estos días. Por ello, el espíritu de la festividad y todos los preceptos que la rodean elevan nuestro ánimo y nuestro espíritu a los niveles de la fuerza de la alegría. Obvio que nos encantaría estar felices por siete días de corrido, pero la pregunta es ¿cómo lo hacemos?
La respuesta a esto no tardará en surgir de los códigos mismos que conforman al Instrucción (Torah):
«El día quince del mes séptimo será festividad de las cabañas para el Eterno, que durará siete días« (Levítico 23:34)
y también está escrito así:
«Viviréis en cabañas esos siete días. Cada nativo de Israel habitará en cabañas, para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los liberé de la tierra de Egipto« (Levítico 23:42-43)
Esta festividad le recuerda al pueblo de Israel el vagabundeo que sus ancestros hicieron por el desierto en el camino de la esclavitud a la liberación nacional y espiritual. En el desierto se creó la imagen espiritual y la identidad nacional de Israel por el beneficio del don de la Torah. Aún cuando llega el pueblo a su descanso en la Tierra de Israel, su herencia, debían recordar la adversidad del desierto y la benevolencia del Santo y Bendito Dios:
«Y te condujo por el desierto grande y terrible plagado de víboras ardientes y escorpiones, un erial carente de agua de donde, empero, Él extrajo para tí agua de la roca dura. Y te dio también maná para comer en el desierto, cosa que no conocieron tus padres« (Deuteronomio 8:15-16).
Así pues Sukot sería el memorial que los mantendría siempre despierto a la verdad de que las cosas físicas son temporales, y el Olam HaVa. (Mundo Venidero), por su trascendencia, siempre sería lo mejor.
Por ello, la Fiesta de Sukot es el descenso de las berajot (traducida como «bendiciones«) divinas al ámbito terrenal en donde cada hijo de Israel se mueve reparando el mundo actual (Olam Asiah) para ser recompensado por ello en el Olam HaVá.
Entonces, en Sukot cada paquete de energía de las bendiciones obtenidas en herencia, peregrina desde arriba hacia abajo. Es un viaje espiritual que va desde la mente del Padre, hacia la mente redimida de sus primogénitos reunidos en asamblea festiva. La Verdad, que es Yeshúa intercediendo sacerdotalmente por nosotros, en todo momento quiere derramar sus bendiciones al mundo. El problema es que para que ese derramamiento no se arruine, se necesita de un recipiente. Ese receptáculo es la sukah y los ritos que cada familia de Israel realizan dentro de ella.
Por ello, la construcción que cada jefe de familia realiza de la Sukah, garantiza que esas bendiciones sean perfectamente recepcionadas y almacenadas para que, en tiempo y forma, se materialicen en situaciones concretas que manifestarán la gloria del Eterno. De este modo se entiende que cada enramada sea para nuestro Abba ese receptáculo que Él necesita para depositar cada paquete de bendición que ya tenemos en Yeshúa, el Mesías.
En la gematría profética, la sukah, de acuerdo al valor de las letras que la componen (samej- vav- kaf- hei), tiene el valor numérico 91:
Samej = 60
Vav = 6
Kaf = 20
Hei = 5
(60 + 6 + 20 + 5 = 91)
Esta valoración gemátrica permite la combinación de dos nombres del Eterno: YHVH (de valor 26) y Adonay (65). Si trenzamos las letras de estos dos nombres divinos se forma en hebreo la palabra “bajada”, cuya valoración numérica será 91, igual que el de Sukah.
Por lo tanto, mientras más peregrinamos en los misterios proféticos de las Altas Fiestas de YHVH, hemos ya comprendido que los siete días de vivir en la sukah son necesarios para asegurarse que dichas bendiciones abundantes desciendan en siete «paquetes de energía» espiritual y coronen nuestras cabezas (conciencias) desde la meditación en los Nombres del Eterno.
Por todo esto debo insistir en que valoremos el techo de la sukah y su composición, ya que es el elemento que simbolizará las nubes de gloria (anane kabod) que generan la Providencia divina moviéndose a favor de sus escogidos.
Las bendiciones espirituales que descienden en esta fecha festiva de ocho días, se pueden agrupar clasificándolas en estos siete paquetes:
Primer Día: Benevolencia (Abraham). En esta jornada la conexión de nuestra alma se da con el amor incondicional del Eterno a todas las criaturas que están en este mundo. Quien conecta con este primer día, tiene garantizado el éxito en su vida emocional. Es el día de las bendiciones que provienen del Jesed celestial, y el Nombre divino que se santifica es el de YHVH Yiréh («el Eterno mi Proveedor«).
Segundo Día:Justicia (Isaac). En esta jornada nuestra conexión activa la moderación en todos los deseo y la fuerza personal que permite avanzar sólo por medio de los deseos personales. Así las bendiciones que bajarán, son aquellas que están en el ámbito de la Guevuráh divina, y el Nombre divino que santificamos es YHVH Tzikeinuh («El Eterno mi Justicia» – Jeremías 33:16-).
Tercer Día: Éxito y Triunfo (Jacob). Logramos la conexión con la belleza de la Verdad. Adquirimos la fortaleza suficiente para sobrellevar en la Compasión del Mesías todas las circunstancias difíciles que deparará el próximo año. Permitiremos así que las bendiciones de la Tiferet divina desciendan y se materialicen. En este día se santifica el Nombre divino de YHVH Elokim Shebaot («el Eterno, Dios de los Ejércitos» -Malaquías 3:10-12-) y YHVH Nissi («el Eterno es mi Victoria» – Éxodo 17:15).
Cuarto Día: Milagros (Moisés). Adquirimos conexión con la eternidad y el dominio de la Torah sobre todo lo creado. Adquirimos sabiduría y ciencia para tomar contacto con los mundos espirituales. Otorga revelación para salir del exilio de la fatalidad. El nombre divino que santificamos es YHVH Rafáh («el Eterno es mi Curador» – Éxodo 15: 25-27; Salmo 103:3; 147:3-)
Quinto Día: Paz (Aharón). Tomamos conexión con la receptividad. Otorga la garantía de tener Shalom en todos los vínculos humanos. El Nombre divino que debemos bendecir y santificar es YHVH Shalom («el Eterno es mi Paz» -Jueces 6:24-).
Sexto Día:Virtudes del Creador (José). Logramos conexión con la santidad sexual. Permite corrección de todo acto de lujuria. En este día santificamos el Nombre divino YHVH El Elyon (el Eterno Dios Exaltado; el Eterno Dios de las Alturas -Deuteronomio 26:19-).
Séptimo Día:Plenitud del Reino (David). En esta jornada la conexión es con la Luz Infinita del Mesías. Permite el desarrollo de ser solidario compartiendo en el perfecto amor por medio del servicio. En este día santificamos el Nombre divino YHVH Shamáh («el Eterno está Aquí» – Ezequiel 48:35-).
Octavo Día:Unción Regia (Mesías -Torah). En este día final, nos convertimos en seres iluminados (Mateo 5: 14). Cuando actuamos con estos siete atributos espirituales, la LUZ DIVINA se dirige a nosotros y nos convierte en un conducto para poder brillar en nuestro entorno y así transformar el mundo tal y como lo hizo Yeshúa (Juan 14: 12). En este día se santifica el Nombre divino YHVH El Gibbhor («el Eterno, Dios Fuerte» – Isaías 9:6-).
De lo expuesto hasta aquí deducimos que si hemos entendido correctamente la simbología del Sukot podremos controlar todos los eventos de los meses que tenemos en lo que resta del Año del Señor, y las primeras siete lunas nuevas del próximo año. Esto garantiza que la alegría está activada desde una felicidad verdadera, la del interior.
A esta altura de la explicación y dado que el mandato de Abba en Sukot es estar «completamente alegres«, estamos obligados a tomar esa decisión; la misma requiere que contemplemos una de las grandes paradojas de la vida. Por un lado, independientemente de quién seas, por el solo hecho de estar vivo tu copa está rebosando. Pero por el otro lado, y desde los paradigmas que ofrece el sistema reptiliano, siempre podrías tener una copa más grande. Ante esto, el Eterno te aconseja hoy: «elige obtener placer por lo que tienes, y habrás encontrado el secreto de la felicidad. Elige enfocarte en la búsqueda de una copa más grande, y siempre te va a faltar algo«.
Por favor, ¡no te preocupes, y sé feliz que es gratis!
¡Que nada, ni nadie robe tu alegría!
En Su Paz y a tu disposición: David Nesher
Te invito a escuchar este estudio en una explicación práctica ingresando en este video:
«Porque cuando más esté yo en angustia, ÉL me invitará a estar bajo Su cabaña. Me amparará en Su enramada protegiéndome y poniéndome en las alturas que no imagino«.
(Salmo 27: 5)
Desde que comencé con mi familia a celebrar esta bendita festividad construyendo en el fondo de mi casa la enramada ordenada por Abba, comprendí que vivir en cabañas es en esencia un ejercicio de negación de ego. La vivencia de esta experiencia nos ha ayudado a construir fe en la Fuente espiritual, el Eterno Dios, y no en el dominio de lo material.
El precepto divino es simple: habitar la suka. Durante los siete días de fiesta se obliga a cada familia a comer y dormir en la suka. Esta enramada requiere un techo que es muy insustancial, como seguramente sabes; debe ser suficientemente endeble para permitir que pasen tanto los rayos del sol, como el agua de la lluvia; y es bueno si también puedes ver las estrellas a través de él.
De hecho, me enteré que uno de los significados según la raíz de la palabra en hebreo de suka es “ver a través”. Justamente mi vivencia de abandonar mi vivienda permanente y el “techo sobre mi cabeza” y mudarme a una cabaña que casi no tiene techo, ha permitido que mi familia y yo desarrollemos la habilidad de ver (por medio de la fe) a través de lo material y percibir así lo superior: las bendiciones ya otorgadas en Cristo Jesús (Efesios 1:3). En este mundo, la tentadora ilusión, con la que el sistema del dragón adormece día a día, es que nuestra seguridad deriva de lo material. Por el contrario, residir bajo la suka enseña que la seguridad proviene de otra parte.
Es interesante entender que la festividad de Sukot acontece en la temporada de la cosecha de frutos y la vendimia. Es decir, que el Eterno ordena a Israel celebrarla en una época de gran abundancia material. El mensaje que precisamente nuestro Dios da a Su Pueblo, y que hoy nos transmite en Su Espíritu Santo, es que cuando traes tu cosecha a casa, justo en el momento cuando puedes sentirte más independiente, seguro de ti mismo, más rico y poderoso, la Torah (Instrucción), mediante esta festividad te dice: “¡Cuidado, no te alejes de la real Fuente de todo aquello que tienes!”.
En Sukot nuestras mentes se activan en aquello que el Kohelet (Eclesiastés) revela como paradigma de éxito: “Todo es vanidad”. Por esto, nuestro espíritu fluye en la reflexión celestial que nos dice: “¡Ten cuidado no inviertas tus esfuerzos en este mundo!” Ese es el tema central que constantemente se destaca en todos los comentarios que hacemos durante esta maravillosa Fiesta del Eterno.
Así que vivir en cabañas sirve para que tu conciencia se sensibilice en relación al mundo superior, para metafóricamente dirigir tu mirada hacia arriba, a través de la delgada cobertura de la suka, y obtener seguridad a partir de eso y no del techo de concreto de tu recinto material. Esta es una experiencia tangible de dejar lo material y pasar a una existencia diferente.
¿Es esto menos relevante hoy en día de lo que era antes? Podría ser que es incluso más relevante ahora. Con el desarrollo de la tecnología, con la conquista del medioambiente material, viene la tentación de asumir que estamos en control, que nos estamos acercando al dominio de nuestro mundo. Mientras dominamos más áreas de lo físico ampliamos el peligro. El mayor peligro aquí no es solamente la sensación falsa de control, la peligrosa ilusión de que podemos controlar cualquier cosa en este mundo, sino que al mismo tiempo estamos ampliando nuestro ego y esa es la verdadera fuente de todo desastre.
Está bien claro en nuestro entendimiento que en los días actuales nuestra lucha cotidiana es mental. El sistema de cosas imperante nos tiende lazos materialistas constantemente. Por ello, cuando vives en una casa sólida con tecnología que aparentemente garantiza tu seguridad, tienes mayores probabilidades de olvidar de donde viene tu verdadera protección. La cultura moderna logra implantar un sentido de autosuficiencia y poder humano, haciendo surgir el pensamiento de “estamos en control”.
Al abandonar el confort de mi hogar, y mudarme con mi familia a una suka por toda una semana nuestras mentes reflexionan en la fragilidad de la vida y nuestras conciencias despiertan en el entendimiento de que la vida humana es pasajera. De ese modo nuestras almas se sujetan a un paradigma maravilloso: la seguridad únicamente viene de Yahvéh.
El cumplimiento correcto de esta fiesta es habitar el mayor tiempo posible en la suká durante los siete días de la Fiesta. En este lapso festivo se debe producir un cambio de roles: la casa material se convertirá en nuestra residencia temporal, y la suka en nuestra habitación permanente. De este modo la reflexión del alma será inducida a comprender que la vida es pasajera y necesita para trascender un refugio espiritual trascendental: la Presencia del Eterno, protegiendo y proveyendo propósito de vida.
La idea maravillosa que surge en mi familia durante esta Fiesta es que la Protección del Eterno nos conduce providencialmente a jurisdicciones de Su herencia mesiánica para gobernar y promover a Su Creación.
«Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó:
«YHVH, YHVH, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable…»
(Éxodo. 34:6-7)
Mientras nuestras almas se someten a la decisión de entrar en 21 días de ayuno parcial, hallo conveniente compartir con todos ustedes uno de los más grandes secretos que el Eterno reveló y transfirió a su Pueblo Israel, para lograr transformar toda tragedia en alegría. Me estoy refiriendo a lo que el Señor proclamó acerca de Él, en cuanto a Su naturaleza benevolente, durante un episodio decisivo en la historia de nuestra salvación.
Después de su gran pecado con el ídolo de oro (Éxodo 32), Israel a los pies del Sinaí se había arrepentido, y por intercesión de Moisés, el Eterno los había restaurado otorgándoles una segunda oportunidad. Esta nueva temporada de la gracias del Eterno produjo en las generaciones venideras una conciencia que les permitió siempre mantenerse firmes en los momentos duros de la historia certeros de que el Misericordioso Dios sería propicio de ellos.
Desde los sacerdotes y hasta cada sabio de Israel se concuerda que estos dos versos contienen una lista de 13 atributos de la misericordia de Dios, por esta razón se lo denomina «las 13 misericordias del Señor«. Es tan poderoso el conocimiento divino que se recepciona en esta revelación que en Israel, desde los tiempos davídicos, y durante cada fiesta bíblica, los peregrinos recitan los 13 atributos de Dios en su peregrina hacia el Monte Santo.
Me gustaría conducirlos a sumergirse en el poder maravilloso que esta revelación divina nos entrega.
En los países occidentales, el número 13 a menudo se relaciona con la mala suerte. De hecho, muchos edificios multi-pisos no tienen un piso número 13 debido a las supersticiones.
Antes de hablar sobre el número 13, es necesario que se entiendan dos conceptos:
Primero, que cada letra en el abecedario hebreo, que se compone de 22 consonantes, posee un equivalente numérico.
Segundo, que tanto los sacerdotes, tanto como los profetas practicaban la «guematría». Ésta es la disciplina dedicada a encontrar significado más profundo o escondido en las Escrituras basado en el valor numérico de sus palabras. Eso produce resultados muy interesantes. Uno de los ejemplos más comunes es la palabra hebrea de jai (חי), o «vida,» que tiene un valor numérico de 18; leyendo de derecha a izquierda, la letra ח = 8 y la letra י = 10. Dado que esta palabra es tan importante, muchos donativos judíos monetarios vienen en múltiplos de 18.
Ahora bien es importante para nosotros notar que, desde la mentalidad hebrea, el número 13 no representa la mala suerte de acuerdo a la guematría profético-sacerdotal. Normalmente escrito como yod-guímel [יג], el 13 tiene el valor numérico de la palabra ahavá («amor,» con las letras alef-hei-bet-hei) [אהבה] y de ejad («uno,» como en la declaración diaria de que Dios es Uno, con las letras alef-jet-dalet) [אחד]. Trece es la edad de la responsabilidad, cuando un niño se convierte en «hijo del pacto» o bar-mitzvá. Clamamos por la misericordia del Eterno Dios al recitar lo que la Tradición Rabínica denomina como «shlosh Hesreh middot» (שלוש עשרה מדות), que traducimos como los Trece Atributos de la Misericordia de Dios según Éxodo lo revelado en el libro de Éxodo (Shemot) cap. 34, vv. 6-7. Estos Atributos son los caminos de Bondad, Misericordia y Juicio, con los cuales Elohim conduce al mundo y a la humanidad.
La Torah nos relata que Moisés había pedido ver la gloriosa Presencia del Eterno (Ex. 33:18), así que aquí, Dios continúa respondiendo a su petición. La pregunta que se contesta aquí, tanto a Moisés, como a nosotros es: ¿Qué es la Gloria de Dios? Y la respuesta que el Señor da, rompe los paradigmas equivocados de toda religión. La Gloria de Dios es más que una visión y/o manifestación de poder y majestad divina. La Gloria de Dios incluye conocer su naturaleza, carácter y manera de relacionarse con todas sus criaturas. Por ello, debemos entender que la Gloria de Dios se revela por medio de Su Misericordia y Justicia, extendidas con gracia (favor inmerecido) sobre todos los hombres, llenándonos de beneficios diariamente.
El Eterno al atravesar a Moisés en la nube lo bendijo compartiendo una visión profética en la que Él mismo estaba envuelto en un manto (tal como el talit cubre a un líder de una plegaria pública) mientras recitaba estos trece Atributos de Misericordia. Haciendo esto Dios le dijo que cada vez que Israel errara debían decir estas palabras y Dios perdonaría. Desde entonces todos los hijos del Eterno contamos con una de las armas mas poderosas que tenemos: clamar con las trece cualidades de misericordia de Dios en las cuales mencionamos Su gran bondad y piedad, rogándole que se conduzca con nosotros con tolerancia y benevolencia. Así que si alguna vez están realmente en un caso de extrema urgencia y necesitan una salvación urgente ¡les recomiendo que se aprendan esta lista de memoria!
YHVH – yud-hei-vav-hei (Esta mención al Tetragrámaton refiere en primer término a que el Nombre Inefable de Dios trasciende a la razón humana).
YHVH – yud-hei-vav-hei. (Esta segunda mención del Nombre YHVH da a entender que Él es quien origina todo lo existente y que implica «middat harahamim» (מדת הרחמים), es decir que la Misericordia de Dios es para con toda la creación.
Dios – El. El Atributo «El» (אל), significa en hebreo bíblico fuerza. Por lo tanto el Atributo Elohim (que incluye «El«) denota la plenitud; la fuerza y la idea de Dios Omnipotente, o la el que tiene la totalidad del poder para conducir todo lo creado por El.
Misericordioso – Rajúm (רחום): esto indica que el Eterno sólo hizo bondades con todo ser humano durante su estado embrionario mientras permanecía en el seno materno, en su desarrollo y crecimiento. El mismo término רחמים («Rajamim«) traducido como Misericordia, deriva de la palabra hebrea רחם *»Rejem«, que quiere decir seno materno.
Y Clemente – v’Janún (חנון): Indica la Bondad del Creador al dotar al ser humano con inteligencia y raciocinio.
Tardo de ira – Erej Apayim: este Atributo divino, es el que acompaña al ser humano especialmente desde su nacimiento hasta su pubertad señalando que la persona humana no podría crecer ni desarrollarse si fuera juzgado únicamente con el atributo del rigor.
Y grande en benevolencia – v’Rav Jesed
Y Fidelidad – v’Emet
Quien prodiga misericordia por miles de generaciones – Notzer Jesed l’Alafim
Perdona la iniquidad – Nose Avon
Y el pecado intencional – v’Fesha
Y el error – v’Jataah
Y purifica – v’Nakeh
Cuando terminamos de proclamar los 13 Atributos entonces declaramos audiblemente y desde nuestro corazón:
«Misericordioso y lleno de gracia, hemos pecado delante de Ti; ten misericordia de nosotros y sálvanos«.
Desde esta consideración de los Trece Atributos de la Misericordia, los invito a porofundizar el poder que se esconde en esta revelación:
Al meditar profundamente en los 13 atributos de la misericordia divina, descubrimos con asombros que son la forma en la cual el Creador se comunica con nosotros diariamente manifestándose como Abba (Papi). Esto significa que si el creador se comunica así con nosotros, cada uno de nosotros está obligado a comunicarse del mismo modo con su prójimo. Si así lo hacemos estos atributos nos protegerán como si fueran trece flechas (vectores) apostadas a nuestro favor, simplemente porque estamos siendo, en nuestro actuar, semejantes al Eterno.
Entonces analicemos cómo deberá ser nuestro carácter mesiánico una vez que Yeshúa nos penetra revelándonos al Padre en Su misericordia (Nota: al leer estos puntos compárelos paralelamente con lo puntuado en la descripción anterior):
Todos nos equivocamos pero la Luz Infinita (Yeshúa) es misericordiosa y tiene la paciencia para que nosotros volvamos al camino, así debemos ser con los demás.
Paciencia y tolerancia con los demás, nos obliga a no elaborar un juicio inmediato con nuestro prójimo.
La Luz Infinita (Yeshúa) se olvida y deja pasar las cosas malas que hacemos. Esta es la esencia propia del perdonar.
La Luz Infinita siente nuestro dolor. Así nosotros debemos sentir el dolor de los demás. Esto nos conduce diariamente a buscar el bien en los demás y para los demás.
No guardar enojo ni rencor, ni a nosotros ni a los demás. La ira se hace positiva y constructiva.
La Luz Infinita siempre busca lo bueno en nosotros, y nosotros debemos siempre encontrar lo positivo en las demás personas. Gracias a esto, realizamos solamente actos de bondad.
Nosotros cambiamos y la Luz Infinita se olvida de nuestro pasado, así debemos ser. Esto significa que amamos y buscamos el bien para alguien que ha dañado y desea rectificar.
La Luz Infinita con nuestra negatividad trata de ocultarla y no exponerla hasta que nos transformamos. Nosotros debemos darle el tiempo al prójimo olvidando sus malas acciones.
Cuando vemos que la gente hace cosas negativas nosotros queremos que sufran las consecuencias pero debemos inyectar misericordia y no desearle el mal. Debemos practicar la compasión.
Actuar con honestidad. A veces tenemos que hacer juicio de otra persona, pero siempre debemos hacerlo con misericordia y mencionando en que.
Actuar con bondad e indulgencia hacia los demás. La Luz Infinita da sin cálculos. Debemos tener la conciencia de dar y compartir. Estar en ese nivel de conciencia que YHVH anhela que tengamos.
La luz siempre encuentra algo positivo en mi para darme misericordia. Nosotros siempre debemos buscar lo positivo en los demás. Debemos ayudarlos a llegar a hacer teshuvá (retorno) y no guardar rencor.
Buscar maneras de mostrar misericordia y compasión a los demás. Recordar el pasado, nunca olvidarse de lo que hicieron por ti. Aunque ahora te hagan algo que no te guste, siempre recordar lo que alguna vez hicieron por ti o como te ayudaron a crecer. Desde allí obrar con ellos hacia hoy y hacia el mañana.
El pueblo de Israel, al recibir por medio de Moisés, este conocimiento, después de haber sido perdonado por el pecado del becerro de oro, captó la idea clara del propósito: así como el ser humano se comporta aquí abajo para el Eterno y su prójimo, igual será digno de abrir la calidad de esos atributos supremos desde arriba. Es decir que tal como él se comporta, así será la influencia de arriba y hará que esa calidad brille sobre su entorno. Esto conlleva el compromiso sabio de entender que no se trata simplemente de repetir oralmente estos trece atributos sino de representarlos fielmente en cuerpo y alma aquí en la Tierra.
Como podemos ver entonces, estos trece atributos no son tan solo ideas abstractas. Las mismas afectan los planos celestiales y los terrenales, fusionando, fusionándose y afectándose tanto desde «aquí abajo hacia arriba» como desde «allá arriba hacia aquí abajo».
Al considerar esta revelación no hay duda alguna que todos deberíamos alabar a Dios por esos maravillosos atributos, y pedirle que nos ayude a tratar a los demás con misericordia de la misma manera en que Abba nos trata a nosotros. Entonces, por favor, te pido que pienses en cada una de los atributos de la misericordia divina antes mencionadas y reflexiona en como poder imitarlos en cada uno de tus actos cotidianos.
¡Tzome Khal! (¡Espero que tengas un ayuno llevadero y fácil!)
A continuación les comparto una canción que podrán utilizar como fondo cada vez que clamen al Eterno invocando Su Misericordia.
Nota:
Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer contribuciones a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.
¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!
El 17 del cuarto mes (llamado por la Casa de Judá tamuz) es un día de ayuno que conmemora la caída de Jerusalén, previa a la destrucción del Templo Sagrado. Esto marca también el comienzo de un período de duelo nacional de tres semanas, que termina en Tishá B’Av (el 9 de Av o quinto mes del calendario lunar de YHVH).
También, de acuerdo a los relatos del Talmud, se registra que la primera tragedia ocurrida el 17 de tamuz fue el rompimiento de las primeras tablas de la Torah (Instrucción) en el Monte Sinaí.
El Ayuno del 17 de Tamuz es el primero de los días de ayuno enlistados en la Biblia, llamado allí «el ayuno del cuarto mes» (Zacarias 8:19). Fue instituido en recuerdo a la ruptura de la murallas de Jerusalén durante ambos sitios impuestos a la ciudad en la antigüedad: el primero de ellos por Nabucodonosor de Babilonia, el 9 de Tamuz de 586 a. C., y por segunda vez por el comandante de las legiones romanas, Tito, el día 17 de Tamuz del año 70, que devino tres semanas más adelante en la caída de la ciudad y destrucción del segundo Templo de Jerusalén, el día 9 de Av del mismo año.
Este día es el primero de los cuatro días de ayuno mencionados en los profetas. El propósito de este día de ayuno es despertar nuestro sentimiento de pérdida por el Templo destruido y la consecuente travesía de la Casa de Judá hacia el exilio.
El hecho de atormentarnos por estos trágicos eventos tiene como objetivo ayudarnos a conquistar las deficiencias espirituales que los provocaron. A través del proceso de “Teshuvá” —introspección y compromiso a cambiar— tenemos el poder de transformar tragedias en alegrías. De hecho, el Talmud dice que después de la redención futura de Israel y de la reconstrucción del Templo, esos días de ayuno serán re-dedicados como días de regocijo y festividad. Porque como dijo el profeta Zacarías: el 17 de tamuz se convertirá en un día de “regocijo para la casa de Yehudá, de felicidad y de alegres banquetes”.
El periodo de veintiún días entre el diecisiete de tamuz y el nueve de Av es denominado bein ha-metzarim –“días de la angostura«, basado en el versículo (Eijah -Lamentaciones- 1:3) que señala: todos sus perseguidores la alcanzaron entre las angosturas. Los sabios de la escuela del sacerdote Esdras explicaron que «entre las angosturas» se refiere a los días de aflicción que ocurrieron en el período entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av. En éste período, muchas calamidades le sucedieron al pueblo judío a través de las generaciones. Fue durante éste período que tanto el Primero como el Segundo Templo fueron destruidos. Este período fue por consiguiente, establecido como un tiempo de luto por la destrucción de los Santuarios.
El Ayuno de 17 de Tamuz es considerado día de ayuno menor, observado desde el amanecer hasta la caída de la noche y salida de las estrellas, excluyendo las horas nocturnas. Si cae en sábado, será trasladado al domingo subsiguiente, ya que según los preceptos, no se conmemora duelo en Shabat.
Hoy, para nosotros, los redimidos en Yeshúa, el león de la tribu de Judá, este ayuno tiene un propósito mesiánico: despertar el sentimiento de pérdida por el Templo destruido de Yeshúa: Su Cuerpo, la Iglesia. El objetivo de este ayuno será ayudarnos a conquistar las deficiencias psíquico-espirituales que provocan paralelamente en nuestras vidas únicas e individuales, los trágicos eventos de la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo. Estas deficiencias son provocadas por la excesiva vida que le otorgamos a nuestro ego, quien orgullosamente nos conduce a crear un «Dios» a nuestra manera de acuerdo a los diferentes cánones que el materialismo práctico del sistema reptiliano nos ofrece.
El proceso que permite este ayuno es el conocido como Teshuvá, es decir nuestra capacidad de introspección para desarrollar un compromiso inteligente y emocional que nos conduzca a generar cambios en nuestro carácter al estilo de nuestro Mesías, Su majestad Yeshúa.
El resultado celestial será la adquisición de el poder que nos permite transformar tragedias en alegrías que contribuyan y permitan la transformación de nuestro entorno (Tikun).
Asombrado, el historiador griego Heródoto llegó a asegurar que los egipcios son los hombres más religiosos del planeta. Y es que en Egipto, la religión era la base de todo, y lo dominaba todo, tal y como lo había instalado en su fundación el mismo Nimrod, cuando huyó de Babel, después del juicio divino que derrumbara su torre manipuladora de masas.
Las diez plagas marcan el clima de la redención (gueulá) del pueblo de Israel. De acuerdo a la Instrucción (Torah) divina, éstas deben de ocupar el tema principal en la noche de la cena de Pesaj. Yahvéh, nuestro Dios, pudo poner tremenda presión sobre los egipcios desde el principio, para que así fueran libertados los israelitas rápidamente. Pero no fue así, el proceso divino fue paso a paso. ¿Que en realidad podemos aprender con esto?
Lamentablemente la anti-esencia de la idolatría es la creencia en que cada fuerza de la naturaleza tiene escondido un dios que la controla. En un mundo idólatra, cada fuerza de la naturaleza tiene su propio dios, y cada dios es una fuerza independiente y diferente. Los dioses discuten y luchan, y el hombre queda abandonado a merced de los caprichos y celos de estos ruines personajes. Por lo tanto, no hay un sentido de justicia o piedad, pues cada dios tiene su propia agenda. La idea de un Dios único que controla todas las fuerzas de la naturaleza al mismo tiempo el cual se relaciona con el hombre en un balance de justicia y misericordia no era muy popular en la sociedad egipcia.
En Mitzraim (Egipto), idolatraban al río Nilo, al dios sol, a la diosa gato, al dios oveja, etc. Yahvéh, nuestro Dios, ideó las diez plagas para romper las leyes de la naturaleza por completo y así demostrar – no sólo al pueblo de Israel, sino también a toda la humanidad, en todas las generaciones – que es sólo Él quien controla toda la naturaleza y todo el mundo físico, y que no hay nada fuera de Su control soberano.
Por la misma Torah entendemos que la naturaleza no actúa independientemente de la voluntad de YHVH; sin embargo, también sabemos que nuestro Dios sí creó leyes en la naturaleza y no le gusta interferir en ellas. Ciertamente el Eterno es capaz de hacer lo que quiera, pero él no anda jugando con el mundo físico y su funcionamiento. Por esto, entendemos que la mayoría de los milagros son fenómenos naturales impresionantemente cronometrados. Esto significa aceptar que toda la existencia, todos los procesos del universo físico, son un milagro. Nos hemos acostumbrado tanto a esto en nuestras vidas cotidianas que simplemente no nos damos cuenta.
Pero las diez plagas son una excepción notable a esta regla. Más bien son un claro ejemplo de YHVH rompiendo las leyes de la naturaleza.
Las Diez Plagas son probablemente la faceta más reconocible del Éxodo. Si examinamos cuidadosamente cada una de ellas podremos ver con facilidad que fueron diseñadas para mostrar el control del Eterno sobre todas las fuerzas de la naturaleza: el agua y la tierra; el fuego y el hielo; los insectos, los reptiles y los mamíferos; la luz y la oscuridad; y finalmente, la vida y la muerte. Las diez plagas hicieron más que traer dolor y sufrimiento al pueblo egipcio. Cada una de ellas atacó al menos a uno de los muchos dioses egipcios, demostrando la impotencia de sus ídolos y la omnipotencia del Eterno, nuestro Dios.
El Faraón mismo y su casa eran considerados dioses en Egipto y cuando, a pesar de las continuas advertencias dadas por YHVH mediante Moisés y Aarón, el terco Faraón se opuso, el Eterno envió un total de diez plagas, una tras otra, intercaladas con continuas advertencias y oportunidades de rectificación. Cada una de las plagas afectó a animales, objetos o lugares que supuestamente eran sagrados y protegidos por sus dioses. La enseñanza para los egipcios fue conocer al Eterno y único Dios. La Torah repite cinco veces que las plagas eran para que los egipcios supieran que YHVH es el amo de todo el universo
Las diez plagas expresaron el juicio del Eterno contra «todos los dioses de Egipto (Mitzraim)» (Éxodo 12:12). Y después de la derrota de Faraón, Moisés canta: «¿Quién como tú entre los dioses, oh Yahvéh? » (Éxodo 15: 11).
Cuando el Eterno, uno a uno fue degollando los títeres del paganismo egipcio, no dejaba escapatoria para constatar la realidad: ¡hay solamente Uno (Ejad) que gobierna y domina, sin asociados, ni oponentes!
LA ADVERTENCIA PRELIMINAR: ¡YHVH ES EL ÚNICO SOBERANO!
Termutis, diosa protectora del faraones, era representada en la tierra por la cobra. En realidad, los egipcios creían que la reina del cielo (título favorito de HaSatán) se encarnaba en este ofidio y se instalaba como corona sobre la mente de los faraones. Por ello, este reptil era considerado uno de los guardianes de los faraones de Egipto, razón por la que la corona real mostraba la imagen de una.
Cuando la vara de Moshé (Moisés) se convirtió en serpiente y luego se tragó a las varas/serpientes de los magos de Paró (Faraón en hebreo), fue una forma de demostrar que el Dios de los israelitas era más poderoso que el dios y protector de Paró (Éxodo 7:11-12). Solamente bajo la sombra del Altísimo se puede habitar seguro (Salmo 91:1).
TRES GRUPOS DE PLAGAS
La literatura especializada nos pone en conocimiento de la existencia de centenares de deidades poblando la afiebrada imaginación mística de los egipcios; por ello, se hace difícil indicar con exactitud todas los ídolos que fueron execrados por las plagas que el Eterno envió sobre Mitzrayim.
Las diez plagas presentan al Eterno como el Señor de toda la tierra y que interviene en la historia “por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra”.
No solo es una lucha entre Moisés y el Faraón, es una contienda entre el poder único de YHVH y los «diositos» paganos de Egipto representados todos por la persona del Faraón.
¡Sólo hay una fuerza y poder en el universo y es la del verdadero Dios, cuyo nombre es YHVH!. No es una lucha entre el bien y el mal porque el Eterno esta por encima de todo lo creado. Él está por encima de la existencia misma.
Con fines didácticos, hay autores que dividen a las diez plagas en tres grupos de tres cada uno. Cada grupo fue una enseñanza a Faraón y al mundo en general.
Lo que tienen en común es que en la primera plaga de cada una de las series de tres, YHVH le dice a Moshé que se presente ante al Faraón en la mañana cuando éste sale al Nilo. En la segunda le dice que se presente ante el Faraón en su palacio. Y la tercera es sin advertencia previa, y generalmente se trata de un golpe o molestia más psicológica.
La finalidad del primer grupo, sangre, ranas y piojos, es esencialmente el reconocimiento de la existencia del Dios único, dentro de un marco que claramente diferencia entre la existencia de un Dios verdadero y la existencia de poderes imaginarios y la fuerza impura de los brujos y hechiceros, los cuales llenaban la tierra de Egipto. En la advertencia sobre la orilla del río que precede a la plaga de sangre, se define esta finalidad teológica:
“con esto sabrás que Yo soy el Eterno“ (Éxodo 7: 17)
En el trascurso del tiempo que las plagas de sangre y ranas golpearon a Egipto lograron los brujos imitarlas con diferentes hechizos, sin embargo en la tercera plaga se logra el objetivo esencial de este grupo y los brujos debieron reconocer que la aparición de los piojos no podía ser sino “el dedo de Dios”.
“Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho. Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón: “Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto.”Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto.Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho”.
(Éxodo 8:15-19)
El reconocimiento básico en la existencia del Eterno Dios, es designada la segunda triada de plagas, mezcla de animales, epidemia y llagas, para agregar un segundo peldaño, un escalón que afirmará la supervisión cósmica del Creador.
Existen seres humanos que reconocen la existencia de un Creador pero niegan que la divinidad pueda tener alguna relación íntima y especial con el mundo que creó. Para ellos, este concepto encaja muy bien dentro de una visión general que se desentiende del principio del premio y el castigo, y de la distinción entre un justo e injusto. Sin embargo, frente a opiniones de este tipo, fija en forma rotunda la advertencia sobre la orilla del Nilo que se realiza previa a la plaga de mezcla de animales:
“separaré en aquel día la tierra de Goshen que mi pueblo habita, para que no haya allí mezcla de animales, de tal modo sabrás que Yo soy el Señor dentro de la tierra” (Éxodo 8:22).
De tal modo las plagas que pertenecen a este grupo acentúan la distinción entre Israel y Egipto, e incluso entre el rebaño de Israel y aquel de Egipto, para que aprendamos la supervisión universal del Eterno sobre sus criaturas y la distinción que hace entre los justos e injustos.
El tercer peldaño se define dentro de la advertencia que precede a la plaga del granizo, que abre el tercer grupo:
“Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.” (Éxodo 9, 14)
Según el sistema psico-cultural pagano imperante en Egipto, incluso después que una persona haya reconocido la existencia de Dios y su supervisión cósmica, siempre es proclive a pensar que ciertamente la divinidad es poderosa, pero es un poder entre tanto otros semejantes. Por este motivo se acentúa en estas últimas plagas lo especial de cada una de ellas; en:
el granizo: … “muy pesado que no hubo como este en la tierra de Egipto desde que existe hasta ahora…” (9,18);
y en la langosta – “que no vieron tus padres ni los padres de tus padres desde el día que estuvieron sobre la tierra hasta ahora…” (10,6).
La plaga de la oscuridad expresa también lo exclusivo del poder divino, que muestra el control de YHVH sobre el presuntamente más fuerte de todos los dioses egipcios, el sol.
¡Cada una de las plagas atacaba un grupo de los dioses egipcios!
A continuación les comparto un cuadro en el que podrán apreciar y comprender cada plaga como un palo que golpea en el rostro a distintas divinidades egipcias:
Plaga
Deidad falsa
Sangre (Éxodo 7:14-25)
Khnum: dios carnero supuesto creador del agua y la vida. Hapi: deidad del Nilo, principal entre todos los dioses (por sostener la vida en Egipto). Sodpet o Sobek, el dios cocodrilo que supervisaba las aguas de las inundaciones del Nilo tan necesarias para la fertilidad de la tierra. Taweret: la diosa hipopótamo guardiana del embarazo y el parto. Osiris: se creía que el río Nilo era su corriente sanguínea.
Ranas (Éxodo 8:1-5)
Heket o Heget: deidad de la fertilidad, y uno de los dioses primigenios, simbolizada por una rana.
Jejenes, piojos (polvo de la tierra fue usado para provocar esta plaga) (Éxodo 8:16-19)
Gueb: deidad de la tierra que cumplía la función de la fertilidad de la vegetación. Encarcelaba las almas de los muertos y cuando se reía producía terremotos.
«Mixtura» o enjambres de insectos _Arov_ (moscas, tábanos, escarabajos, cucarachas, etc.) (Éxodo 8:20-24; Sal. 78:45)
Kheper o Khefri: deidad de la renovación vital, simbolizado por el escarabajo. Dúa: deidad de los artículos de tocador, el aseo personal y la higiene del hogar. Shejmet: deidad leonina patrono del fuego, guerra y pestilencia.
Peste en animales domésticos (Éxodo 9:1-7)
Hathor: deidad de la belleza, el amor y la ganadería. Simbolizada por una vaca. Criaba y amamantaba a los hijos del faraón. Apis: deidad con figura de toro. (Hubo numerosas deidades animales, que no mencionamos.)
Úlceras o forúnculos (Éxodo 9:8-12)
Imhotep: El curador mítico (también conocido como Toth, deidad de la inteligencia, la educación y la sabiduría médica y oculta). Sekmet y Konsu: los dioses de la medicina y la curación.
Granizo y fuego (Éxodo 9:12-35; Salmo 78:47-48)
Nut: deidad femenina de los cielos y el clima. Seth: deidad del viento, de las tormentas y protector de las cosechas; Neper o Nepri: el dios de las cosechas de granos; Renenutet: diosa de la fertilidad y la comida. Osiris, el gobernante de la vida
Langosta (Éxodo 10:12-15)
Anubis: deidad de los campos. Isis: deidad protectora contra la langosta. Serapis: deidad que resultaba de la asimilación de Apis, a su muerte, con Osiris. Min: deidad de la fertilidad y la vegetación, protectora de la cosecha. Nepri: divinidad masculina protectora de los cultivos, las cosechas y el pan.
Oscuridad (Éxodo 10:21-23)
Ra, Atom, Horus: deidades solares. Shu: dios del aire, Amun o Amón: dios del viento
Muerte de primogénitos (Éxodo 12:29-33)
Isis: deidad protectora de la maternidad y de la vida y la salud de las familias. Especialmente protectora del Paró (Faraón). Osiris: Juez de la muerte, protector de los difuntos y señor del Faraón. Horus: deidad hijo de Isis y Osiris Nekhebet: protector de los nacimientos, y de la casa real (era una mujer con cabeza de buitre). Faraón: El primero de su pueblo, el protector de las primogenituras egipcias por lo que era considerado deidad por los egipcios.
ANÁLISIS DE LOS EFECTOS PSICOLÓGICOS QUE PRODUJERON LAS DIEZ PLAGAS.
Si analizamos rápidamente el panorama psicológico de estos eventos notaremos por ejemplo que cuando el Nilo se convirtió en sangre, los egipcios deben haber pensado que los dioses del Nilo habían sido asesinados. Esa idea causó terror en la mentalidad de todo el Imperio, por lo que los magos acudieron urgentemente a traer paz al Faraón y sus súbditos, imitando el evento con su conjuros y hechizos.
En otro análisis diré que Heket, la diosa egipcia de la fertilidad y la resurrección, era adorada como una rana. Las mujeres egipcias usaban amuletos con una imagen de Heket para recibir protección durante el parto. Matar ranas intencionalmente estaba prohibido e incluso matar una accidentalmente era castigado con pena de muerte. Las ranas representaban una vida larga y eternidad. Por eso la plaga de ranas atacó a los egipcios usando su propio símbolo de protección. Hizo que odiaran a su propia deidad y fueron forzados a matar al animal que para ellos era la manifestación de una diosa. Cuando las ranas muertas formaron montañas putrefactas al final de la plaga, se reforzó el mensaje de que su diosa estaba muerta y era desagradable.
Es difícil imaginarlo, pero en el Antiguo Egipto, las moscas representaban tenacidad, coraje, vida eterna y, en ocasiones, también fertilidad. En antiguas tumbas egipcias han sido encontrados labrados en roca y amuletos con forma de mosca. Ser atacado por el insecto que reverenciaban debe haber sido un golpe inmenso para la mente egipcia.
Los animales sagrados eran adorados como la personificación de los dioses y cuando morían se los embalsamaba. Además de dañar la fuente de alimentos y sustento de los egipcios, la quinta plaga mató a sus dioses, matando el ganado vacuno y ovino que los representaba.
Sekmet y Konsu, los dioses egipcios de la medicina y la curación, quedaron denunciados como ineptos para sanar, tanto como la deidad en jefe Imhotep. Los egipcios comenzaban a temblar de miedo a las afecciones de su salud.
Los antiguos egipcios también adoraban al ojo de Horus, que creían que era un símbolo de protección. Es posible que cuando las langostas son descritas como cubriendo el ojo de la tierra (Éxodo 10:5), se refiera a la percepción de los egipcios de que el ojo protector de Horus fue eclipsado por YHVH nuestro Dios.
Para los egipcios, la densa y negra oscuridad durante siete días y noches fue una clara señal de la derrota de Ra, dios del sol. La fuente de poder de sus almas caía como falsa frente al poder del Creador del sol.
Muerte de los Primogénitos.
La sociedad egipcia estaba construida sobre el culto al primogénito. Ellos aseguraban que Osiris (nombre egipcio de Nimrod), el hijo primogénito de Ra, fue el primer Faraón debido exclusivamente al orden de su nacimiento. Los egipcios creían que todo Faraón era también un dios, el hijo primogénito del primogénito llegando hasta Osiris mismo. Esta plaga destruyó la ilusión final de poder e inmortalidad del líder primogénito egipcio.
Cuando YHVH envió a Moshé donde Paró por primera vez, le dijo que Israel es mi hijo primogénito (Éxodo 4:22). Al matar al primogénito de Egipto y salvar a Israel, el Eterno mostró que Su primogénito es el primogénito verdadero y le dio el golpe final a la estructura religiosa egipcia basada en el primogénito falso (Nimrod).
Las plagas no sólo fueron una venganza creativa, sino que también vinieron a darnos una lección. Fue un reconocimiento de YHVH como único Dios verdadero. Fue un desmantelamiento completo y paso a paso del sistema de creencia egipcio, primer bastión sobreviviente del anti-diseño astrológico conocido como Babel.
Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de dejar en claro al mundo en general (y al pueblo de Israel en particular) la conexión que hay entre Dios (Elohim) y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia del Eterno.
Ahora, para finalizar me despido invitándolos a ver este video que resume lo que aquí hemos considerado:
Te recomiendo también estudiar lo que está propuesto en esta bitácora:
Muchos de los que me escuchan pronunciar el Nombre del Mesías, reaccionan asombrados por distintas razones. Yo digo Yeshúa, y los pensamientos comienzan a fluir en juicio condenatorio contra mi persona. Algunos de mis oyentes, me juzgan con la carátula calificatoria de «judaizante» que pretende confundir a la audiencia a la que sirvo. Otro, influenciados por la secta judaizante de los Nombres Sagrados, creen que «mi ignorancia» me lleva a privarme del conocimiento que ellos, supuestamente gozan, cuando pronuncian Yahshúa como la manera correcta de nombrar a nuestro Mesías. Estos últimos, permanecen adormecidos en el sopor de la ignorancia que sus propios maestros le han implantado gracias a tanto material sin fundamento que publican por la Internet.
Pues bien, en esta hora, no tomaré este espacio para profundizar en la razones etimológicas hebreas que defienden mi pronunciación del Nombre del Mesías. No, no atrasaré mi intención profética en esos detalles que pueden ser investigados por Uds. en otros páginas que con seriedad investigativa postean las razones del decir Yeshúa y no Yahshúa. Lo que sí haré será sumergirme en las vibraciones esenciales del propósito eterno de YHVH. Pretendo demostrarles a cada uno de ustedes que el Nombre bendito de Yeshúa está directamente ligado con Su Misión anunciada en el Protoevangelio registrado en el libro de Génesis (Bereshit) capítulo 3, verso 15:
«Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón«.
El Eterno, está proclamándole a la humanidad caída que el linaje carnal que ellos mismos estaban iniciando inspirados por la serpiente, sería vencido por la redención misma de la humanidad a través de un hombre ungido para esta tarea. De este modo, el sistema u orden de cosas que comenzó a regir la Tierra desde la mirada supervisora del gran dragón, tenía la sentencia profética de parte del mismo Formador de la humanidad de que de esta misma surgiría el hombre capacitado y asignado celestialmente para destruir el orden de cosas de las tinieblas.
Para que esta explicación pueda ser captada en su más profunda significación espiritual, necesito que cada uno de ustedes me permita guiarlos a ciertos puntos importantes:
El primero de ellos, tiene que ver con el hecho de que el Nombre del Mesías fue asignado por el Eterno Dios. Esto queda bien claro al leer el evangelio.
«Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados«.
(Mateo 1:21)
El Nombre del Mesías, el Hijo del Eterno, no fue dado por medio de un hombre sino que su Nombre fue revelado desde el cielo. Leamos el testimonio de Lucas 1:30-31:
«Entonces el ángel le dijo: Myriam, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (YESHÚA)».
(Biblia Versión Reina Valera 1960, Énfasis nuestro)
Está bien claro, que fue el ángel, como mensajero de la Voluntad divina, quien reveló el Nombre que sus padres debían darle según el designio apostólico del Eterno. ¡María y José no escogieron el nombre del redentor!
Ahora bien, todos ustedes ya tienen bien asumido que el nombre Jesús no es más que una transliteración del idioma español del nombre original hebreo. El asunto justamente es que en este momento de la Historia de la Salvación, el mensajero celestial está pronunciando dicho nombre así: YESHÚA. El ángel dice que debe llamarse así por una razón: «… el salvará a su pueblo de sus pecados«.
Me resulta interesante aportar a estas alturas el hecho de que a Saulo de Tarso le fue revelado el nombre desde el cielo por el mismo Hijo de Dios. Pero lo más interesante es que le fue revelado en hebreo. Leamos: Hechos 26:12-15
«Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y DECÍA EN LENGUA HEBREA: «¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón». Yo entonces dije: ¿Quién eres, Amo? Y el Maestro dijo: Yo soy Yeshúa, a quien tú persigues».
No cabe la menor duda, que este nombre es hebreo y debe ser dicho en lengua hebra tal como lo vemos en las Escrituras. En el Tanaj (Toráh, Profetas y Escritos – llamado de forma común Antiguo Testamento-) es YESHÚA y encontramos esto en el libro de Nehemías. Antes de citar esta escritura conviene que veamos cómo se escribe Yeshúa en hebreo. Las letras se leen de derecha a izquierda y son: Yod, Shin, Vav y Ayin.
La referencia Strong H3442 ישׁוע (Yeshúa) tiene como raíz la H3091 יהושׁוּע (Yehoshúa) y significa: YHVH ES SALVACIÓN, así mismo podemos apreciar en la transliteración más correcta del nombre Yeshúa al español, que este aparece como “JESÚA”, El diccionario bíblico nos dice:
– Jesúa (hebreo Yêshûa) es una forma tardía de Yehôshûa (Josué); también aparece en antiguos sellos hebreos y en documentos seculares encontrados entre los Rollos del Mar Muerto).
Ahora, permítanme conducirlo a un secreto maravilloso revelado en los códigos de este maravilloso Nombre.
Debemos aceptar que el idioma hebreo es muy rico en su fondo y forma. Cada palabra cuenta con un significado complejo y rico, y además, cada letra que la conforma esconde un mensaje codificado. Para una mayor comprensión de esto que digo, valdrá aquí comparar a cada palabra hebra con un archivo comprimido de nuestra PC, ya que cada una encierra mayor información de la que se ve a primera vista. Por ello, me gusta aconsejar que aquellos que se están sumergiendo en la investigación de las raíces hebreas de nuestra fe, no se dejen seducir por falsos maestros que enseñan a repetir consignas y conceptos basados en la ignorancia.
En el anuncio angelical entendemos que el Eterno llamó al Mesías Yeshúa porque significa «Yahvéh salva«. De este modo, Abba nuestro, se aseguró que cada vez que un redimido pronuncie ese Nombre declaré que es salvo, no por obras de esfuerzo humano, sino por mano poderosa de YHVH (Ef. 2:8-9). De esta manera se entiende más profundamente lo que las comunidades primigenias del siglo I había vivenciado al conocer Su Nombre y confesarlo con su boca:
«… que si confiesas con tu boca a Yeshúa por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo;porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación»
(Romanos 10:9-10)
Esta maravillosa revelación se nos manifiesta en la superficie misma del Nombre Yeshúa. Su primer significado esconde un poder maravilloso para la humanidad caída. Pero, como antes lo expresé, el idioma hebreo encierra en las letras de sus palabras un mensaje cifrado que puede comprenderse al decodificarlas en sus significaciones pictográficas y/o numéricas. Es por eso que el Nombre del Mesías encierra aún más riqueza para nosotros.
Cuando me refiero al carácter pictográfico de cada letra hebrea, estoy hablando que ellas fueron en sus orígenes representadas por figuras (dibujo) de partes del cuerpo humano, objetos, animales, etc. Esto fue descubierto en 1905, cuando Flinder Petri, egiptólogo, hizo un descubrimiento que cambiaría la historia. En la Península del Sinaí, en Serabit, encontró un objeto con una inscripción que ahora se conoce como, proto-cananeo o proto-sinaítico, que prueba ser la escritura más antigua del planeta, y la madre del resto de las escrituras del planeta. Esta escritura pudo ser entendida porque las letras hebreas contienen un significado pictográfico. Estos pictogramas eran de letras hebreas, lo que prueba que es un alefato previo al fenicio .
El nombre «Jesús» en hebreo es «Yeshûa». «Yeshûa» se escribe con 4 letras hebreas (de derecha a izquierda) de la manera siguiente:
· Yôd.
· Shîn.
· Vav.
· Áyin.
Si ahora, nosotros consideramos la letras que conforman el Nombre hebreo Yeshúa y las decodificamos desde sus valores pictográficos, tenemos lo siguiente:
Yod: Históricamente la letra de la yod se origina en un dibujo, el pictograma que representa la mano.
El pictograma de la letra yod (un brazo con su mano extendida)
Shin: En la antigüedad tenía una imagen pictográfica primitiva que describía a unos dientes, de hecho ese es su significado primario, «dientes» o «morder». De esa imagen de dos dientes de serpiente viene su significado de «diente, dientes, «filoso» o «puntiagudo»; «destructor». Se la asociaba con los verbos destruir y consumir.
Vav: representa en el alfabeto hebreo al número seis (6), cuyo símbolo pictórico es un clavo, estaca o gancho; y su significado y función principal es ser conexión y establecer un orden. Un gancho mantiene dos cosas juntas, o unidas. También un medio para conectar lo espiritual y lo físico. Así que esta letra hebrea vav también está asociada con el hombre, porque él fue creado en el sexto (6) día; y con el cosmos o universo porque éste fue creado en seis (6) días (Gn. 1:26-2:2).
Ayin: en el alef-beto pictográfico Significa ojo, ver, supervisar desde la cima, el ojo que vela. En gematría representa el nº 70; en la Biblia el número 70 está asociado a las naciones (universalidad) y el orden administrativo espiritual y material que las controla.
Desde esta detallada consideración podremos ahora sorprendernos al descubrir que el Nombre del Mesías tiene un peso muy fuerte para nuestros días. Por favor, observe las imágenes e interprete el claro mensaje profético para las tinieblas:
Yod La Mano
Shinque destruye
Vav el sistema de cosas
Ayin del Ojo que vela.
«La mano que destruye el sistema de cosas del Ojo que vela».
¡El paradigma es claro y poderoso! Es la vergüenza que el apóstol Pablo describe a los Colosenses que padecieron las autoridades de las tinieblas:
«… habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz.Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él« (Yeshúa).
(Colosenses 2: 14-15)
¡Debemos apasionarnos con la confianza que hemos puesto en esta grandiosa obra divina! Cuando leemos Hebreos 2:14,15 podemos ver que la obra redentora del Mesías en la cruz del Gólgota ha destruido el poder de Satanás y su sistema reptiliano sobre el ser humano: “… para destruir por medio de la muerte al que tenla el imperio de la muerte, esto es, al diablo.” DESTRUIRLO. ¿Podríamos pronunciar algo más fuerte que esto? En el griego esta palabra significa “dejar sin poder, o ponerlo fuera de acción”.
En la cruz, Yeshúa luchó y venció a estos dominios político-espirituales que desafían su condición de criaturas para oponerse a los designios de la Torah del Eterno. En la cruz, afirma Pablo, los poderes mostraron su fiereza y potencial destructivo. Los instrumentos humanos y sobrehumanos al servicio de este sistema de cosas que promovía la enemistad con el Eterno han sido vencidos de una vez y para siempre en la obra redentora de Yeshúa. Esos poderes no gobiernan el mundo, aunque visiblemente pueda parecerlo: la vida mesiánica derramada en la cruz los desarmó e inhabilitó para siempre. Ésa es la realidad más grande para nuestra confianza y hay que asumirla no con triunfalismo, sino con una responsabilidad activa en la promoción de la venida del Reino Milenial del Eterno, en el que Yeshúa, el Cordero de Dios y Su Esposa, Israel, la Iglesia, enseñaremos a los pueblos y las naciones el poder creativo-transformador de la Torah.
Aquello que el Eterno anunció en el Edén acerca del destino final de la serpiente y su diseño anti-Torah, fue cumplido fielmente por Su Hijo Yeshúa, nuestro amado Mesías y Amo.
Por ello, es que yo sé cuál es la correcta pronunciación del Nombre de mi Amado y no me interesa lo que los indoctos piensen.
¿Cuál será tu posición en cuánto a esto?
Aquí les comparto el alef-beto pictográfico que les permitirá cotejar lo expuesto en este estudio
El regalo divino más maravilloso que hemos recibido es la Instrucción (Torah) del Eterno. Nuestro Creador, YHVH es Su Nombre, se encargó que este regalo fuera usado correctamente inspirando, a lo largo de unos 1.600 años, un manual de 66 rollos que hoy se conoce con el nombre de Biblia. Ella es, literalmente, la forma en la cual el Eterno mismo se revela y se comunica con la humanidad. Cada uno de sus 66 libros enseñan cómo cumplir fielmente la Torah en nuestras vidas. Todo lo que sabemos sobre nuestro Formador viene de las Sagradas Escrituras y contienen todo lo necesario para ser un hijo justo y vivir la vida según esta convicción.
Sin embargo, al mirar la cristiandad, notaremos que hay muchas cosas que los que se autodenominan seguidores de Cristo creen, y que NO SON BÍBLICAS en lo absoluto.
¿Qué explicación se le puede dar a esto? Muy sencillo. La gran mayoría de las veces, los cristianos escuchan a alguien decir algo que les gustó y les hizo sentido. Entonces se dedican a repetirlo como si fuera de parte de la revelación divina sin corroborarlo en las Escrituras, tal y como lo hacían los creyentes de Berea que escuchaban la catequesis del apóstol Pablo (Hch. 17:11). Hay algunos de estas frases y afirmaciones que han sido tan popularizadas, que hay creyentes sinceros (incluso pastores) ¡que afirman que son versículos de la Biblia!
1. “Ayúdate que yo te ayudaré.”
Comienzo con ella pues es la que más he escuchado repetir cuando estoy hablando con algún ser humano que quiere jactarse ante mí de tener su mente iluminada por la Biblia.
No existe registro en la Biblia en el que se encuentre ésta afirmación, y popularmente la gente cree que La Biblia lo dice, simplemente porque en medios de comunicación masiva y personas en su diario vivir lo han compartido.
En verdad, esta frase es anti-Evangelio. La misma promueve en la mente humana el desarrollo de una actitud de auto-dependencia y fariseísmo. Se induce a creer que por mis obras y esfuerzo, el Eterno está obligado a sorprenderse, y por ende, a ayudarme en mis metas y planificaciones. Es la actitud satánica de que “esforzándote más lo harás mejor” y llegarás a ser pleno. Justamente, esta actitud es la que siempre estorba el trabajo que el Eterno quiere hacer en la vida de un ser humano mediante la revelación de Su Hijo.
La frase «Ayúdate que yo te ayudaré» tiene su origen en escritos del obispo de Hipona del siglo IV, Agustín. Él decía: “Haz lo posible, que Dios hará el resto” y también escribió esto: “Dios ayuda a los que se ayudan», obviamente esto se interpretó como los que “se ayudan a sí mismos”. Desde aquí la herencia oral intergeneracional lo convirtió en “ayúdate”. Como es obvio pensar, Agustín había leído La Biblia y habría encontrado un texto que conlleva un mensaje similar; pero él acomodó la frase a su modo poniéndole sus propias palabras.
Veamos entonces lo que la Biblia sí afirma:
La Biblia sí afirma que debemos esforzarnos y tener valentía para obedecer lo que YHVH dice en Su Instrucción (Torah), con el fin que todo lo que emprendamos y hagamos nos salga bien.
Literalmente el texto es: «Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas»(Josué 1:7). Vemos aquí la orden del Eterno a Josué, el sucesor de Moisés, al tomar el mando del pueblo de Israel tras el fallecimiento de este último. Antes que Josué conquistara Jericó, y atravesara el río Jordán, YHVH le dio varias indicaciones para obtener la victoria, y entre ellas se encontraba ésta en particular.
Fíjense que el contexto es totalmente diferente al concepto que popularmente se tiene del “Ayúdate que yo te ayudaré”, aquí se trata es de obedecer los mandatos del libro de la Torah (los cinco primeros libros de La Biblia). Esto complementa el hecho que debemos tener la iniciativa para dejar la pereza y tener dedicación para lograr los grandes objetivos en la vida. Pero esto parte de seguir las palabras que YHVH me ha revelado en Su Instrucción.
El Eterno nos dio unas capacidades, talentos y raciocino. Pero éstos deben ser usados bajo una absoluta dependencia de Su Voluntad, que es buena, agradable y perfecta (Rom. 12:3) y que se encuentra revelada en la Torah. Justamente la realidad del Evangelio del Reino que Yeshúa proclamó es: que el Eterno solamente ayuda a aquellos que mueren a sí mismo y lo siguen en Su Yugo (Mateo 16:24).
¡La gracia puede hacer maravillas en el hombre que le abre su corazón al Eterno y obedece Su Instrucción (Torah)!
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2. “Dios quiere que yo sea feliz.”
Muchas personas cristianas hoy en día creen que el objetivo final de Dios es hacernos feliz. Esto es especialmente popular hoy en día en los púlpitos llenos de mensajes de la New Age, desde donde se implanta en los oyentes la idea de los derechos humanos como importantes en su relación con el Eterno. Por alguna razón, es algo común pensar en Dios como nuestro asistente personal, esperando a que nosotros pidamos algo para darnoslo. Es impresionante la cantidad de pecado que justificamos porque creemos que “Dios sólo quiere que yo sea feliz.” De ese modo este pensamiento genera esta falacias: 1. Lo que me haga feliz debe estar correcto. Lo que me haga infeliz debe estar equivocado. 2. La incomodidad, demora, riesgo, sufrimiento, inconvenientes y obstáculos no pueden ser la voluntad de Dios.
El resultado práctico de esto será que dichos creyentes comienzan a adorar a los dioses falsos del confort, el dinero, el placer, y todo lo que el sistema de cosas reptiliano les ofrece.
El problema con esta teología New Age es que a menudo otorga el permiso para hacer cosas que deshonran a la Voluntad del Eterno revelada en Su Torah. Desde allí se daña la relación de alianza con YHVH e incluso las relaciones con los demás. Eso no está bien.
El Eterno Dios nos llama a la santidad, y no a la felicidad. Después de todo la felicidad es una condición esencial de nuestro espíritu que viene en nosotros desde nuestra concepción. Lo que en verdad YHVH anhela es que nos convirtamos en Bienaventurados. La palabra bíblica (en el NT) para bienaventurado “makarios” significa “supremamente bendecido” o “exageradamente feliz”. Esta es la meta del Dios verdadero, YHVH, para nosotros, incluso cuando las cosas no van de la manera que queremos que vayan. El deseo del Eterno es hacernos santos, no sólo temporalmente feliz. La verdadera felicidad es una vida “bendecida”, y sólo llega cuando buscamos el Reino de YHVH en primer lugar, amando su justicia (Torah) por encima de todo.
Para logra esto es necesario dejarnos transformar en su proceso de santificación. Nuestro Formador quiere que lo honremos con nuestras opciones diarias y nuestro estilo de vida en general. Según la Biblia, existe el bien y el mal. Y cuando algo está mal, el Eterno nos dice “no lo hagas” desde lo que claramente ha establecido en Su Torah.
«Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo»
(1 Pedro 1:14-16).
¡El Eterno no te quiere feliz cuando tu idea de felicidad sólo se basa en las cosas de este mundo! Los aprendices de Yeshúa tienen una visión diferente de las cosas que todos los demás. Sabemos que hay más en esta vida que el aquí y ahora. Así que codiciar lo que ofrece este sistema de cosas (y tratar de encontrar total realización y felicidad en ello), es idolatría. Y nuestro Abba no quiere que adoremos ídolos, pues eso acarrea muerte y condenación.
«No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre»
(1 Juan 2:15-17).
Lo que el Eterno Dios quiere es que seamos obedientes a Él, que confiemos en Sus promesas de Alianza y que siempre esperemos sin ansiedad alguna, sabiendo que todo lo que hace obra para el bien de Su propósito eterno, aunque no nos haga sentir “felices” en ese momento (Romanos 8:28).
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3. “Todos somos hijos de Dios.”
La Biblia establece claramente, que toda la humanidad es creación de Dios (Colosenses 1:16), pero que sólo aquellos que han nacido de nuevo son hijos del Eterno Dios (Juan 1:12; Juan 11:52; Romanos 8:16; 1 Juan 3:1-10). Es decir, que sólo aquellos que se han arrepentido de sus pecados y que han puesto su fe en Yeshúa como Mesías y Señor, y a quienes el Eterno los santificó con al Torah por medio de Su Espíritu Santo pueden llamarlo “Padre” (Romanos 8:15-16).
Por lo tanto, todos los que no tienen a Yeshúa como su Mesías no son hijos del Altísimo:
“Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios”
(Efesios 2:1-2).
“Por lo tanto, podemos identificar quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo. Todo el que no se conduce con rectitud y no ama a los creyentes no pertenece a Dios”
(1 Juan 3:10)
En la Escritura, los que se pierden nunca son mencionados como hijos de Dios. Efesios 2:3 nos dice que antes que fuéramos salvos, “éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. El apóstol Pablo, en Romanos 9:8, dice que “…no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. En vez de haber nacido como hijos del Eterno, nacimos en pecado, el cual nos separa de YHVH y nos sitúa al lado de Satanás como enemigos del Altísimo Dios (Juan 8:43). Un verso después, en Juan 8:44, Jesús dijo a los fariseos; “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer…”
Nos convertimos en hijos de YHVH cuando somos salvos porque somos adoptados dentro de la familia de Dios a través de nuestra relación con Yeshúa, el Mesías (Gálatas 4:5-6; Efesios 1:5). Esto puede verse claramente en versos como Romanos 8:14-17. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados.” Aquellos que son salvos son… hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26) porque Dios nos ha “…predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad” (Efesios 1:5).
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4. “Dios no te dará más de lo que puedas soportar”.
Esta frase suena agradable y reconfortante, pero, nuestro Abba nunca dijo esto. De hecho, es seguro que el Eterno te dará más de lo que puedas soportar.
Lo que sucede en realidad, es que muchos cristianos piensan que este paradigma es cierto porque confunden lo que dice La Biblia en 1 Corintios 10:13:
«Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir«.
Si leemos cuidadosamente, nos damos cuenta que el versículo habla de la tentación, no las situaciones y dificultades que afrentamos a diario. La Biblia dice que el Eterno nunca permitirá más tentación de lo que puedas soportar. Él siempre te dará una salida de la tentación. Pero la Biblia nunca dice, “Dios no te da más de lo que puedas soportar”.
La realidad es que toda la vida es una dificultad tras la otra. El propósito de que nosotros vivamos en un mundo caído no es para que intentemos con nuestras fuerzas llevar este yugo pesado, sino que nos rindamos ante el Eterno Dios. Este es un mundo caído y nuestro Abba nos diseñó para una eternidad perfecta en Él. Por eso es que Yeshúa nos dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Como seres humanos, naturalmente tratamos de resolver nuestros problemas con nuestra propia fuerza y habilidades. Si crees que Dios nunca te dará más de lo que puedes soportar, entonces cuando viene la crisis vas a tratar de apoyarte en tus propias fuerzas. Esto no es lo que Dios quiere para ti. Dios nos da más de lo que podemos soportar de manera que aprendamos a confiar en su poder.
El apóstol Pablo luchó contra lo que llamó un aguijón en la carne. No sabemos exactamente de qué se trataba, pero hizo que su vida y ministerio fuera un desafío. En tres ocasiones diferentes, le pidió a Dios que le quitara esta condición debilitante.
«Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. 10 Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte«
(2 Corintios 12:9-10).
Notamos que el apóstol Pablo estuvo feliz cuando sufrió porque le permitió experimentar el poder de Dios en su vida.
La verdad, de todo esto, es que creceremos más cerca de Dios en nuestros tiempos de sufrimiento y dolor, que en los tiempos de facilidad y comodidad. Esos momentos de crisis y lucha son momentos en los que podemos experimentar el poder de Dios que nos sostendrá.
Dios nos dará más de lo que podemos soportar. Cuenta con eso. Pero lo hace para que lo conozcamos mejor y para que confiemos más profundamente en su poder.
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5. “Todos adoramos al mismo Dios”.
Esta falacia surge porque muchas personas sostienen que todas las religiones son caminos igualmente válidos para llegar a Dios y descubrir el sentido de la vida. Otras muchas creen que en todas las religiones hay cosas buenas y cosas malas, y que ninguna posee el monopolio de la verdad ni puede afirmar que es la única vía que conduce a Dios.
Esas ideas son populares en la sociedad pluralista y “tolerante” de hoy. Tanto es así que a los que no las comparten suele vérseles como personas llenas de prejuicios, de mente estrecha.
Si somos sinceros, podemos desde este falso paradigma hacer algunas reflexiones. Si todas las religiones llevaran a un mismo Dios, las veríamos promoviendo la paz y unidad entre la humanidad. Pero ¿lo están haciendo? La historia demuestra que en lugar de unir a la gente, la religión ocasiona divisiones y peleas.
La conclusión es obvia. Las religiones del mundo no han traído paz y unidad y no han conducido a la gente a adorar al verdadero Dios. Al contrario, han dividido a la humanidad y han pintado un cuadro confuso de quién es Dios y de cómo adorarlo. Por consiguiente, todo el que quiera adorar al Dios verdadero tiene que elegir con cuidado el camino que seguirá. Esto está en armonía con lo que dice la Biblia. Ella indica claramente que para encontrar el camino que conduce al Dios verdadero hay que pensar con detenimiento y decidir en consecuencia. Josué, siervo del Eterno, dijo lo siguiente a la antigua nación de Israel: “Escójanse hoy a quién quieren servir, si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra están morando. Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Yahvéh”. Años después, el profeta Elías también animó al pueblo a que escogiera: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si YHVH es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal [un dios cananeo] lo es, vayan siguiéndolo a él” (Josué 24:15, 16; 1 Reyes 18:21).
Estos y otros textos bíblicos demuestran categóricamente que los que querían servir al Dios verdadero tuvieron que tomar una decisión bien pensada. Hoy día nos encontramos en la misma situación. Si queremos adorar y servir al Dios verdadero, tenemos que decidirnos por el camino correcto. Ese camino está revelado por Yeshúa, la Torah viviente del Eterno Dios.
Sí, hay un solo Dios vivo y verdadero (Deuteronomio 4:39), pero Él sólo acepta la adoración que viene a través de Su hijo unigénito, Yeshúa, … no Buda, ni Mahoma, ni ningún otro (Hechos 4:12; Juan 14:6).
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6. “Todos somos gente buena”.
Muchos seres humanos postmodernos no se quieren acercar al Eterrno porque dicen que no se explican “por qué un Dios lleno de amor, puede permitir que le sucedan tragedias a personas buenas”.
Muchas veces, ka tendencia de los seres humanos, es colocarse en el asiento del juez, determinando desde criterios relativistas lo que está bien y lo que está mal. Pensamos que una persona es más buena o más mala que otra o peor aun, que somos mejores que otra persona por cualquier razón. La realidad bíblica es que no hay ninguno bueno entre nosotros. Ni uno, dice la Escritura (Romanos 3:10). Es por esta razón que necesitamos el sacrificio de Yeshúa.
Quizá a ti te haya pasado algo malo y tu te consideras una persona buena que no le hace mal a nadie, a lo mejor pueda que estés sufriendo por la perdida de un ser querido, porque te despidieron, porque sufriste un accidente o te paso algo sumamente malo que se te hace difícil sacarlo de tu mente. Y es aquí donde tu te cuestionas.. ¿Porque un Dios bueno puede permitir que cosas malas me pasan? ¿Porque a mi si no le hago daño a nadie? Si te haces estas preguntas déjame decirte que ¡conoces muy poco a Dios! Es por eso que debes aprender lo siguiente:
«No hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!»
(Romanos 12:11-12)
Ante los ojos del Eterno todos los hombres son iguales. No hay distinción de raza, clase social, sexo, sin embargo aunque parezca que el Eterno nos hizo distintos solo tenemos una cosa común y es el PECADO. Desde las personas mas ricas hasta las mas pobres han ofendido el carácter santo y justo de Dios al quebrar Su Instrucción (Torah). Eso es el pecado, nos vuelve imperfectos ante los ojos de YHVH y nos separan y condenan al Lago de Fuego.
«Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor».
(Romanos 6:23)
Debido a que todos somos pecadores, esa condición hace que “Nadie sea bueno”, ya que todos en nuestra vida hemos mentido, hemos robado, hemos codiciado a alguien etc.. y toda la vida seremos así.. no hay pecado grande o mayor.. para el Eterno tanto la mentira como el asesinato son considerados faltas graves contra su persona. Leemos lo siguiente:
«Porque el que cumple con toda la Torah pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda. Pues el que dijo: «No cometas adulterio», también dijo: «No mates.» Si no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la Torah».
(Santiago 2:10-11)
Ahora que comprendemos que para Dios no hay nadie bueno, ya que TODOS se han descarriado, podemos empezar a tener un enfoque diferente de las cosas.
«No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra«.
(Gálatas 6:7)
El fracaso emocional que estés pasando, las malas relaciones que puedas estar teniendo o algo grave por lo que estés atravesando muy posiblemente sea por las malas decisiones que has tomado tu u otras personas que te rodean, como padres y amigos. Decisiones tomadas dándole la espalda a lo que la Torah revela.
Cuando llevamos una vida en desobediencia a la Torah del Eterno, no considerando sus consejos y principios bíblicos, llegamos a tener una vida egoísta y vacía, llena de múltiples problemas y dificultades. Si conocemos poco a Dios nos podemos llegar a irritar y enojarnos con Él, echándole la culpa de nuestras desgracias, cuando ya vimos que no es así. Medita bien en esto: las malas decisiones que tomes hoy decidirán quien eres mañana, recordando que el Eterno siempre esta contigo en donde quiera que vayas.
El Eterno es bueno con todo aquel que lo busca, Él tiene un diseño de propósito perfecto para cada persona y cada circunstancia que pasa (sea buena o aparentemente mala) solo es una oportunidad que Él nos da para que vivamos por Yeshúa cada día, escuchando y obedeciendo Su Instrucción (Torah).
¡El Señor te ama, clama a Él y con paciencia el te responderá! ¡No te dejes vencer por el mal al contrario véncelo con el bien que se esconden en Su Torah! ¿Que tu fe no desmaye! ¡Cobra fuerzas en el Señor!
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7. “Cuando alguien muere, Dios gana un angelito.”
La respuesta aquí es simple y sencilla: los humanos son humanos y los ángeles son ángeles. La Torah, claramente enseña que los ángeles son seres distintos a los humanos. En el Salmo 8:4-5 de la Biblia aparece que Dios hizo a los humanos un poco menos que los ángeles. Hebreos 12:22-23 menciona que los ángeles y los espíritus perfeccionados de la gente justa se encuentran bien diferenciados en la asamblea de adoración de Abba. Esto implica que los espíritus humanos mantienen sus propias cualidades después de la muerte y no se convierten en ángeles. Esto se mantiene así hasta la eternidad.
En el caso de los niños que no alcanzaron la capacidad de razonamiento y mueren, hay que también entender que fueron creados como seres humanos. Por lo tanto, siempre serán seres humanos. Cuando mueren, no se convierten en ángeles, una clase de criatura diferente. En este mundo nosotros conocemos y amamos a los niños como seres humanos. Después de la muerte los niños siguen siendo seres humanos.
Así como Yeshúa no llegó a convertirse en ángel cuando murió y resucitó, así no se va a convertir en ángel ningún ser humano.
La Biblia incluso enseña lo siguiente: «¿no sabéis que juzgaremos ángeles?» (1 Corintios 6:3 ). Si bien este versículo puede estar refiriéndose a los ángeles rebeldes que han elegido seguir a Satanás, implica que nuestra condición después de la muerte será superior a la de los ángeles.
De hecho, a los ángeles les intriga la interacción entre el Eterno y los humanos creados a Su imagen y semejanza:
“A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”.
(1 Pedro 1:12)
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8. “Todos vamos al mismo sitio cuando muramos”
Esta falacia proviene de la doctrina babilónica de la mortalidad del alma. Dicha doctrina se fundamenta principalmente en decir que el alma no muere después del fallecimiento de una persona. HaSatán ha logrado con esta falacia usar a las religiones para enseñar que los difuntos se convierten en espíritus a los que los vivos deben respetar y honrar. Según esta creencia, esos espíritus pueden ser amigos poderosos o enemigos terribles. Creyendo esta mentira, muchas personas los temen, los honran y les rinden culto. La Biblia, en cambio, enseña que los muertos están durmiendo y que solo debemos adorar al Dios verdadero, Yahvéh, quien nos ha creado y nos ha dado todo (Revelación 4:11).
Al leer La Biblia descubrimos otra cosmovisión acerca de este asunto. El libro de Eclesiastés 12:7, que en relación al final de nuestra vida dice:
“… y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Elohim que lo dio.”
Bien, la pregunta es: ¿puede aquel que muere estar consciente y saber todo lo que ocurre con sus seres queridos en la tierra a tal punto de comunicarse con ellos?, Respecto de eso, la Biblia aclara:
“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol“
(Eclesiastes 9:5 y 6)
Muchos pasajes de la biblia reafirman esta idea, es más en diversas ocasiones la muerte es comparada con un sueño:
“Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle“.
(Juan 11:11)
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él“.
(1 Tesalonicenses 4:13,14)
Quiero quedarme con esta ultima idea. La Biblia es clara, no quiere que estemos sin una esperanza, a muchos amados perderemos, pero podremos volver a abrazarles cuando el regrese, si aceptamos su salvación, ¿Quieres respuestas?, La Biblia las tiene, no siempre nos gustaran, pero créeme, Dios sabe como hace las cosas y te ama con una profundidad inimaginable.
Cuando conocemos la verdad sobre los muertos, ya no nos engañan las mentiras religiosas. Además, entendemos mejor otras enseñanzas de la Biblia, como por ejemplo, la promesa de vivir eternamente en el Milenio y desde allí el Paraíso.
Esta esperanza se vuelve muy real para nosotros cuando aprendemos que los difuntos no van a vivir como espíritus a otra parte. ¡No existe un estado intermedio con conciencia entre la muerte y la resurrección!
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9. «Dios ama al pecador pero aborrece el pecado»
¿Está esto basado en las Escrituras? Me temo que no. La verdad es que esta frase fue dicha por el abogado, pensador y político hindú Mahatma Gandhi. Tiempo después esta frase fue tomada por muchos cristianos y en sus púlpitos y sermones comenzaron a mencionarla implantándola en los oyentes como un paradigma bíblico.
La Biblia, en cambio, simplemente no dice esto. De hecho, se dice lo contrario:
«Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad.”
(Salmo 5: 5)
Sé que muchos de Uds. van a protestarme aquí, pero la Biblia también dice:
«Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti.
Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
aborreces a todos los que hacen iniquidad.»
(Salmos 5:4-5)
«Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días». (Salmos 7:11)
«Abominación son a YHVH los perversos de corazón; más los perfectos de camino le son agradables».
(Proverbios 11:20)
Será bueno aclarar que esto no significa que el Eterno es cruel. Él abomina al pecador porque es Justo. Las Escrituras revelan que YHVH es Juez Justo, por lo tanto, abomina al pecador. Él no mandara el homosexualismo al lago de fuego el mandara al homosexual. No mandara el robo a la condenación eterna, sino que Él mandara al ladrón. Esto no se trata de crueldad, sino de plena Justicia revelada en la Torah. ¡En La Biblia no dice que la ira de Dios se manifiesta sobre el pecado, dice que la ira divina se manifiesta sobre el pecador!
«El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él».
(Juan 3:36)
«Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia».
(Efesios 5:6)
El aborrecimiento justo es una píldora difícil de tragar tal debido a la cultura auto-centrada, autosuficiente, egoísta , ególatra, y de auto-exaltación en la que vivimos. Lo que todos tenemos que entender es que en la cruz del Gólgota, sobre el cuerpo del Cordero divino, el amor y el odio santo chocaron.
Seamos sinceros; la mayoría de los cristianos profesantes de hoy adoran a un Jesús incompleto, el Jesús romano. Un falso Cristo. Por otra parte, si no entendemos el odio del Eterno, Su amor perfecto no significa mucho para nosotros. Tenemos que llegar a un acuerdo con el odio santo de YHVH. El versículo más conocido pero desconcertante en el Nuevo Testamento que nos confronta con el odio de Dios por los pecadores es Romanos 9:13- “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.” Es comprensiblemente difícil envolver nuestras mentes alrededor de esto, pero si tomamos el Biblia en serio tenemos que aceptarlo y poner nuestras emociones volubles, opiniones y tradiciones de lado.
En el gran esquema de las cosas, el odio de Dios será derramado sobre los no elegidos por la eternidad en el lago de fuego. Tenemos que entender que el Eterno es perfectamente justo y bueno para sólo salvar a algunos porque todos merecemos su ira aborrecedora. Romanos 9:14-15 arroja más luz: “¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! Porque El dice a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión.” Cuando comprendemos y continuamente recordamos que Yahvéh nos ha salvado a los pecadores de experimentar su odio, nos hace ser personas humildes agradecidas.
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Al considerar todas estas falacias, notamos que lo paradójico del cristianismo es que por un lado enseña que la Biblia fue inspirada por Dios y es de Su autoría, y aunque usó el puño y letra de seres humanos no tiene errores en su mensaje. Pero, por el otro lado fomenta el analfabetismo bíblico en aquellos creyentes que mantiene en sus filas, permitiendo que sostengan, afirmen y declaren estas falacias como parte de la revelación de la Instrucción de Dios.
Yo quiero aconsejar al lector sincero que está leyendo esta bitácora, que en lugar de aceptar estas cosas sólo porque son populares o porque las escuchaste de un pastor o líder en la iglesia, seas como los creyentes de Berea que La Biblia describe que “día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad” (Hechos 17:10-11).
Por último, te aconsejo que a partir de ahora todo lo que confieses como paradigma de fe, esté sujeto a la revelación de Su Palabra. La Biblia dice:
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesús, el Cristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
(1 Pedro 4:11)
Nota:
Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.
¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!
Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor».
(Mateo 9:36)
«Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron».
(Mateo 20:34)
Cuando recurrimos al diccionario de nuestra lengua para encontrar el significado de la palabra compasión, notamos que la define de la siguiente manera: «Sentimiento de ternura y lástima por las desgracias de los demás«. Este concepto es lo que moviliza a los seres humanos a sentir pena por alguien (sentir lástima), diciendo: «¡Ay, pobrecito!«, y… seguir caminando. Esta la compasión que alimenta el ego. Es un sentimiento en contra del diseño mesiánico ya que evita la movilización espiritual que permite socorrer al afligido y sacarlo de esa zona o nivel de cautividad. ¡Compasión no es lástima pasajera!
Sin embargo, cuando vemos a nuestro Mesías, según el relato del evangelio, sintiendo compasión por las multitudes entendemos que se trata de la verdadera. Es decir, la compasión que hace humilde. La que nace de un profundo entendimiento del orden de las cosas: cuando comprendes que tu prójimo está sufriendo para que tú seas el privilegiado de ayudarlo, entonces realmente te vuelves humilde, empatizas con él, y desde su lugar lo ayudas a elevarse y continuar derecho, adelante y hacia arriba.
La verdadera compasión nos lleva a identificarnos con el dolor del prójimo, de tal manera que hacemos nuestra su condición o situación; nos colocamos en su lugar. Eso nos motiva y nos provoca a actuar y a hacer lo que nos corresponde.
Los apóstoles supervisaban constantemente a que las comunidades de discípulos practicaran la compasión humilde. Así leemos el consejo del hermano del Señor, Jacobo, diciéndoles a sus destinatarios:
«Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero ne les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?»
(Stg..2:15-17).
Del mismo modo el discípulo amado Juan, enseñaba que la movilización de este tipo de compasión garantizaba una equidad material en las comunidades que él presidía con su servicio pedagógico:
«El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? … No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad»
(Jn 3:17-18)
Charlando con mi esposa, licenciada en Letras, aprendía que la palabra compasión deriva de los términos, en latín, pati y cum, que unidos significan «sufrir con». Esto sumó a lo que conozco del texto bíblico. En griego, el verbo tener/sentir compasión, que leemos en el evangelio refiriéndose a Yeshúa, literalmente significa «conmoverse las entrañas». Este verbo, en griego, viene del sustantivo entrañas, vísceras, lo íntimo, oculto; la raíz hebrea, también significa, en plural, entrañas (paternas o maternas). Significa compadecerse, tener compasión íntima, profunda, entrañable, tal y como lo hace una madre y/o un padre.
En las Escrituras (Bibli), se revela que para la mentalidad hebrea las entrañas son la sede de la misericordia. Entrañas, en plural, traduce el plural hebreo rajamim; pero el singular hebreo rajem designa el útero, la matriz, seno materno. (Jer 1.5; 20.17; Job 3.11; 1 Re 3.26; Gen 43.30). Así, el significado del plural rajamim fue evolucionando, bajo la influencia del significado materno, hasta llegar a significar la matiz característico de las madres. Este verbo, aplicado al Abba-YHVH, adquiere una riqueza de significado teológico, presentando al Eterno con sentimientos maternos (Lc. 15:20). Es un verbo con gran densidad emotiva. Un Dios con entrañas de amor, misericordia y ternura, que brotan de lo hondo del vientre fecundo de una mujer. Es amor gratuito, incondicional, apasionado, constante, irremediable e invencible. Todo eso, en praxis divina, es la compasión que hace humilde.
Entonces, entendieno el origen etimológico de la palabra compasión, y profundizando la idea hebraica de esta actitud, comprendo que la compasión que nos hace humilde nos pide que vayamos a los lugares donde existe dolor, que entremos a los espacios donde se sufre, para participar de la sensación de quebranto, temor, confusión y agonía de otro. Nos llama a llorar con los que han quedado olvidados, a padecer con aquellos que sufren soledad, a agonizar por los que han perdido la esperanza. En última instancia, la compasión significa la disposición de sumergirse en pleno en la condición humana, lo que representa mucho más que simplemente ser amable o bueno.
La compasión que alimenta el ego nos coloca como meta nuestro confort. Por ello, mantiene nuestra mente en la inercia tempestuosa por un buen pasar; en avanzar, en alcanzar la distinción en lo nuestro. Nuestras almas se orientan así hacia la competencia con nuestros pares, y el mejor consejo que podemos darle a los que nos acompañan en este proceso es que tratemos, por el camino, de herirnos lo menos posible los unos a los otros. Nuestro ideal es alcanzar la máxima satisfacción personal sin causarle demasiados problemas a los que nos rodean.
Sin embargo, al estudiar el yugo que nos ofrece nuestro Mesías, entendemos que la meta que Él propone es otra: «sean compasivos como su Padre es compasivo» (Lc 6.36 – NVI). Yeshúa tenía la perspectiva divina, la de Su Padre celestial. Él sabía que YHWH respetaba y valoraba la dignidad humana de cada quien en toda su integralidad. Miraba lo que era su corazón, lo que cada cual era realmente. Veía más allá del dinero, posición social, o lo que la gente creyera. Para Yeshúa, las personas tenían un valor intrínseco, por haber sido creadas a la imagen y semejanza del Eterno.
La compasión, correctamente entendida, es la puerta por la que accedemos a la expresión más plena de nuestra humanidad, embebida en Su divinidad.
Las Sagradas Escrituras comienzan con esta expresión: “En el principio creó Dios (Elokim)…” Dentro de las Escrituras Hebreas existen varias palabras que se usan para referirse a Dios; sin embargo “Elohim” es la palabra más común. Esta expresión, es la forma plural de Eloah, que significa “Poderoso”. La expresión Eloah viene de El que significa “poderoso”, “poder”, “fuerza”. Estas tres palabras, El, Eloah y Elokim, son utilizadas en las Escrituras como sinónimas para referirse al Creador y Eterno Dios.
Los hebreos tenían tres expresiones comunes para el título Dios, El, Elokim y Eloah; además aplicaban a estos títulos el Nombre propio Yahweh.
LA PALABRA HEBREA “EL”.
El término EL corresponde a la más antigua designación de una deidad en el cercano Oriente. Este nombre se usaba para designar una variedad de dioses, no solamente para designar al Dios verdadero. Por eso es muy común encontrar este nombre acompañado de algo más, para así indicar que no se refiere a cualquier dios del mundo pagano, sino al único Dios verdadero.
Si leemos Génesis 33:20 notaremos que dice: “Y erigió allí un altar y lo llamó EI-Elohe-Israel”. Este nombre significa “Dios, el Dios de Israel” No se está hablando de cualquier dios, sino del único Dios verdadero, y para ello se dice: El Dios de Israel.
La etimología del nombre El no es muy clara, sin embargo parece indicar que tiene asociación con la palabra “fuerza” o “poder”. Por esta razón muchos estudiosos de la Biblia afirman que el nombre El significa «el Fuerte», «el Poderoso», o «el más importante»; o finalmente «Aquel hacia quien aspira uno», «El que es la meta de toda aspiración y esfuerzo humanos», «a quien uno recurre en la aflicción o cuando necesita guía», o «al que uno se acoge estrechamente»
El nombre El se utiliza para formar algunos nombres de personas. Cada vez que Ud. encuentre un nombre bíblico que contenga la raíz El, se está haciendo alusión a algo que tiene que ver con Dios. Por ejemplo:
Israel, significa «príncipe con Dios» o «El que lucha con (junto a) Dios«;
Misael significa «¿Quién es como Dios?»;
Eliseo significa «Dios salva«; Elcana significa «Dios proveyó«;
Daniel significa «Dios es mi Juez«.;
Samuel significa «pedido de Dios».
La Palabra hebrea “El” se usa para hablar tanto de “poder” como de “Dios”. Por ejemplo en Proverbios 3:27 esta palabra se usa para hablar con exclusividad de “poder”.
“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder [“el”] para hacerlo.” (Proverbios 3:27)
Mientras que en otros textos se usa para hablar con exclusividad de Dios.
“Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios [“El”] Altísimo, sacó pan y vino.” (Génesis 14:18)
LA PALABRA HEBREA “ELOAH” Y SU EQUIVALENTE ARAMEO “ELAH”
Señalaré en primer lugar que la palabra “Eloah” proviene de la palabra hebrea “El”.
“Eloah” es un término hebreo que también significa Dios. Veamos el siguiente texto de la Escritura en dónde encontramos la palabra “Eloah” traducida al idioma español como Dios.
“… Pero tú eres Dios [“Eloah”] que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste.” (Nehemías 9:17)
Recordemos que la mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en idioma Hebreo, y sólo unas pocas porciones fueron escritas en idioma Arameo. La forma aramea de la palabra Hebrea “Eloah” es “Elah”. Así en Daniel 2:18 la palabra “Elah” se ha traducido al idioma español como Dios.
“Para que pidiesen misericordias del Dios [“Elah”] del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia” (Daniel 2:18)
Un dato interesante, este nombre aparece 40 veces en el libro de Job, desde el capítulo 3; versículo 4, hasta el capítulo 40; versículo 2, mientras que en el resto del Antiguo Testamento aparece 15 veces en total.
ELAH es en realidad una palabra aramea y por tanto aparece en los pasajes del Antiguo Testamento que están en arameo. Es una palabra afín a la palabra Alá, que es el nombre que los árabes utilizan para referirse a la deidad.
Esta palabra se usa ampliamente en el libro de Esdras, donde aparece no menos de 43 veces entre Esdras 4:24 y 7:26. En cada uno de los casos se refiere al Dios del pueblo judío.
“Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos.” (Esdras 5:8)
Esto es parte de la carta que los gobernadores no judíos, enviaron a Darío el rey persa. Para referirse a la casa del gran Dios, utilizaron la palabra Elah.
Según Esdras 6:10, aunque los persas no adoraban al Dios de Israel, le atribuían dignidad e inclusive llegaron a llamarle el Dios del Cielo. La mentalidad persa consideraba que se debía respetar a los dioses de cada uno de los pueblos conquistados para así buscar la paz y la armonía en el imperio.
Cuando Esdras utiliza la palabra Elah para referirse al único Dios Verdadero, siempre añade algún calificativo para hacer claro que no se refiere a cualquier dios. Es así como nos habla del Dios de Israel o el Dios del Cielo, o el Dios de Jerusalén. El significado del nombre Elah, es el mismo que El, es decir significa el Fuerte o el Poderoso.
“EL” Y “ELOAH” SON FORMAS SINGULARES MIENTRAS QUE “ELOKIM” ES UNA FORMA PLURAL
En resumidas cuentas, “El”, “Eloah” y “Elokim” significan Dios. Sin embargo, hay algunas diferencias: “El” y “Eloah” están en forma singular y “Elokim” está en forma plural.
La palabra hebrea Elokim (dioses) es la forma plural de eloah (dios). Aunque a veces con la forma plural se alude a una pluralidad de dioses (Génesis 31:30, 32; 35:2), se emplea con más frecuencia como plural mayestático, de dignidad y excelencia. Si recurrimos al uso de la palabra Elokim en el estudio de su significado, encontramos que en su sentido propio denota el verdadero Dios o falsos dioses, y que metafóricamente se aplica a jueces, ángeles y reyes; y aún acompaña otros nombres dándoles un significado superlativo. La presencia del artículo, la construcción en singular de la palabra y su contexto muestran con suficiente claridad si debe ser tomada en su sentido propio o en su sentido metafórico, y cual es su significado preciso en cada caso.
La palabra Elokim, no sólo se usa como título funcional de Yahwéh, y como título general de las deidades sino que también se usa como adjetivo intensivo. Su función como adjetivo intensivo es reforzar la idea de grandeza y fuerza.
Cuando Elokim se utiliza con referencia a YHVH, tiene el sentido de plural mayestático, de dignidad y excelencia. (Gén. 1:1.) A este respecto, una obra comenta lo siguiente: “Elokim es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo’. ‘Es un plural de plenitud y fuerza y de poder’ o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. […] Elokim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo”. (Biblia Comentada, Profesores de Salamanca, vol. 1, págs. 47, 48).
El término Elokimse usa también en los libros del Antiguo Pacto para referirse a los ídolos. A veces este plural significa sencillamente “dioses”. (Éx 12:12; 20:23.) En otras ocasiones es un plural mayestático que hace referencia a un solo dios o diosa. Sin embargo, es evidente que las deidades así aludidas no eran tríadas. (1Sm. 5:7b [Dagón]; 1Rey. 11:5 [la “diosa” Astoret]; Dn. 1:2b [Marduk]).
En el Salmo 82:1, 6 —Salmo que Jesús citó en Juan 10:34, 35— se usa Elokimpara referirse a criaturas humanas, los jueces de Israel, a quienes se podía llamar dioses por el puesto que ocupaban como representantes y voceros de Jehová. De modo parecido, a Moisés se le dijo que sirviese de “Dios” a su hermano Aarón y ante Faraón. (Éx. 4:16; Éx. 7:1).
En la versión griega llamada Septuaginta, así como en otras Escrituras Griegas Cristianas, el término griego equivalente acostumbrado para traducir El y Elo·hím es the·ós, que en latín se transformará en deus, de dónde proviene nuestro termino español dios, aplicado a cualquier tipo de divinidad, que se convertirá en la forma Dios, cuando se refiere al Creador y Eterno Abba.
Sukot es la Fiesta que el Eterno Dios ha otorgando a sus hijos para celebrarlo en Su Majestad y Gracia.
Aquí encontrarás la exposición de los códigos sagrados que esconden el símbolo de la sukah (enramada o cabaña) que se arma en esta fiesta y debajo de la que estamos obligados a compartir en familia momentos con la eternidad. Una explicación clara y práctica acerca de la mentalidad que se necesita desarrollar en esta Fiesta Santa.
No es mera coincidencia que este mismo período marque el inicio de la construcción de la sukkah de Yahvéh, nuestro Dios, el mishkan, el santuario en el desierto (Éxodo [Shemot] 25:8-9). En Éxodo 25:9, la palabra tabernáculo en hebreo es la palabra MISHKÁN.
De acuerdo a la tradición, Moisés (Moshe) ascendió de nuevo al Monte Sinaí durante 40 días y sus noches para recibir las segundas tablas de la ley y descendió el día de Yom Kippur, llevando las tablas como señal del perdón de Dios a Israel por el pecado del becerro de oro y como símbolo del pacto eterno entre Dios e Israel (Shemot 24:12-18; 34:1-2; 27-28). Al día siguiente, Moshe delegó las instrucciones de Dios para construir el mishkan –una morada.
El material necesario para construir esta estructura portátil fue recolectado durante los días que precedían a Sukkot y en esa fecha se comenzó la construcción del mishkan o tabernáculo (Shemot 35; 36:1-7).
¿Por qué se construyó el mishkan? La Torá dice:
«Y harán un santuario para mí y habitaré en medio de ellos»
(Shemot 25:8).
El Eterno prometió que habitaría en medio de su pueblo para establecer una relación marital con Israel. Por lo tanto, Dios determinó que se construyera el mishkan, el tabernáculo en el desierto, para poder habitar en medio de su pueblo.
LA SUKKAH Y LA NUBE DE GLORIA.
La Sukkah nos trae a la memoria las nubes de gloria que cubrían a Israel cuando atravesaba el desierto en camino a la Tierra Prometida. Todos estaban conscientes de la protección divina que Di-s le otorgó a Israel durante esos años tan difíciles. Como está escrito en Shemot 13:21: «Y YHWH iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche«.
APLICACIÓN ESPIRITUAL (Halajá).
Dios deseaba que se construyera el tabernáculo en el desierto, ya que quería habitar en medio de Su pueblo (Shemot 29:44-45). En un sentido espiritual, este tabernáculo físico fue dado por Dios para mostrarnos y que entendamos que Él desea habitar en Su pueblo, a través del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19; 2 Corintios 6:1).
Las nubes representan a los creyentes en Yeshúa (Hebreos 12:1; Apocalipsis 1:7).
«Y dijo Moshé a Elohim; He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo, El Elohim de sus padres me ha enviado a ustedes; si ellos me preguntaren; ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé?«
(Shemot/Éxodo 3:13)
Verónica, una mujer nueva en la fe verdadera, y por consiguiente muy hambrienta por el conocimiento de la Gloria de Abba, me preguntó, vía Whatsapp, lo siguiente: ¿Cuál es el nombre real de Dios? ¿YHWH, Jehová, Yahvéh, Yahwéh?
La noche antes de su muerte, Yeshúa estuvo orando a Dios al alcance del oído de sus discípulos, y una vez más éstos le oyeron dar énfasis a la importancia del nombre de Dios. Dijo él: “He manifestado tu Nombre a los que me has dado sacándolos del mundo”. Más tarde, repitió: “Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer”. (Juan 17:6, 26, Biblia de Jerusalén.) Ellos mismos había sido entrenados por el Maestro a orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9, Versión Popular).
Ante esto, debemos preguntarnos: ¿Por qué tenía tanta importancia para el Mesías el nombre de Dios? ¿Cuál era este Nombre que Jesús dio a conocer a sus seguidores?
¿Cuál Nombre?
Si se le pregunta a la mayoría de los creyentes en la Biblia, especialmente evangélicos, cuál es el nombre del Padre Celestial, ellos probablemente responderán, con rapidez y apresurada «certeza»: Jehová. Si se les pide algunas pruebas de esto, ellos señalarán el uso tradicional o le referirán a usted al Antiguo Testamento de alguna versión de la Biblia en español.
Pues bien, ante esto debo decirles que el nombre del Padre Celestial no es Jehová, y nunca lo fue. La historia de la palabra “Jehová”, que algunas enciclopedias llaman errónea y que muchos eruditos de la Biblia concuerdan en que no es exacta, es completamente evidente en nuestros días gracias a los manuscritos antiguos encontrados en Qunram.
En el versículo citado en el encabezamiento de esta bitácora, vemos que el Eterno dijo: «Eheie asher Eheie«, que es traducido como «Soy el que Soy«, y quizás mejor: «Seré el que seré«, pero indudablemente se lo puede reducir a «Yo Soy«, como expresa la misma Torah.
Es decir, el Eterno asegura que Su nombre es sinónimo de Existente, de Ser. También se traduce como «El Eterno» porque describe Su eternidad y autoexistencia.De aquí es sencillo derivar que la Única Realidad es Él. ¡Él es el único que ES!
Entonces, vemos que cuando el Eterno Dios dijo “YO SOY”, estaba mencionando Su nombre. En el idioma hebreo en el cual este versículo fue escrito, las letras son: yod, hei, vav, hei, de donde obtenemos YHVH, conocido como Tetragrámaton . Pero, ¿cuál es su correcta pronunciación?
Para responder a esta pregunta, deberé antes decir que YHVH es el nombre con el que Dios quiso que se lo conociera cuando ejercía Su Voluntad Misericordiosa y Justiciera con Su Pueblo. YHVH es Su Nombre para ser conocido a perpetuidad.
Sin embargo, la dicción apropiada y correcta del Tetragrámaton, YHVH, se perdió hace siglos. El problema en la pronunciación del nombre de Dios radica en que el hebreo antiguo no usó designaciones vocales cuando se escribieron las Escrituras; solo se usaron consonantes. Es decir, al descifrar lo escrito, en este idioma sólo se cuenta con la ayuda de consonantes y del fondo de conocimiento lexical que cada individuo hebreo maneja. Para que esto se entienda bien, y a modo de ejemplo, supongamos que escribiéramos en el idioma español, sin usar vocales, la frase: “El nombre de Dios es YHVH”, seguro lo haríamos así: “l nmbr d Ds s yhwh”. Esto no presentaría ningún problema a los hebreos porque sabían cuáles eran las palabras y cómo pronunciarlas. No fue sino después de cientos de años, que los judíos empezaron a incluir lo que se llamó “puntos vocales” en los textos copiados del hebreo del Antiguo Testamento.
Al regresar los judíos del exilio babilónico, durante el liderazgo de Nehemías y Esdras, algunos expertos en la Torah decidieron ocultar la pronunciación de este Nombre, influenciados por la superstición pagana, para que no pudiera ser tomado en vano o blasfemado. Desde entonces, la premisa básica del judaísmo tradicional rabínico contra la pronunciación del nombre de Yahvéh, está basado en el retuerzo y en la perversión de los versículos de Vayicra (Levítico) 24:10-16. La prohibición religiosa y rabínica de usar el nombre correcto surge del malentendido de los eventos cuando Yahvéh le hablo a Moshe diciendo que apedreé al hijo de una mujer israelita que blasfemó Su Nombre. Desde ese pasaje, los rabinos han concluido, que el blasfemar el Nombre es igual que pronunciarlo, o mencionarlo, o llevarlo en los labios de uno.
Pero analizando con cuidado los textos de Vayicra/Levítico 24:11 y 15 notamos que ellos revelan el significado plano y literal (pashat) de los textos. La explicación correcta es la siguiente: blasfemia es sinónima con MALDECIR el Nombre o usar el Nombre para maldecir a otros. En ningún lugar estos versículos siquiera sugieren que el pronunciar el Nombre Yahvéh es un acto de blasfemia. Eso es pura tradición religiosa, surgida, lo expresé antes de una superstición temerosa, que en su credo mas básico, es tanto peligrosa como anti Torah, tanto que sofoca el poder transformador del verdadero evangelio.
Con la aparición de esta hermenéutica errada, los judíos en general al llegar a la lectura del tetragrámaton o tetragrama («las cuatro letras»), decían Adonay, que significa «mi Señor». Por esta causa, cuando las cuatro letras del Tetragrámaton aparecían en el texto, los escribas “lo marcaron” con las vocales cambiadas para la palabra hebrea Adonay para que se leyera como “Señor” en lugar de el Sagrado Nombre “Yahvéh”. Los únicos que tenían el derecho de conocer la correcta pronunciación eran aquellos que pertenecían a la casa del Sumo Sacerdote, quien pronunciaba estas cuatro letras en su forma correcta una vez al año, en el Día de la Expiación (Yom Kipur). Y así, con el transcurso de los siglos el olvidó de la débil memoria humana incluso devoró el Nombre Excelso.
¿Qué hicieron los escribas judíos medievales cuando inventaron un sistema de puntuación para marcar las vocales?
Los masoretas, judíos eruditos bíblicos durante la edad media, reemplazaron los signos vocales que tenían que aparecer encima o debajo de las consonantes YHVH con los signos vocales de Adonay. Ellos insertaron las marcas vocales de aDoNaI entre las consonantes de YHVH. (La «I» de Adonai en realidad corresponde a la media vocal Yud, «Y»).
La palabra quedaba así: «YaHoVaH«.
Por una regla gramatical que ahora no explicaremos, la primera «A» de Adonay, se transforma en una «E» breve. Así pues, escrito aparecía: «YeHovaH».
De esta manera, en los libros escritos con la novedosa notación, al llegar a YHVH uno la encontraba punteada con las vocales de aDoNaI. ¿Para qué? Pues, para que el lector recordara que esa palabra se pronunciaba Adonai, y no de otra forma.
Hebreo no comprendido. Espíritu olvidado.
Sabemos muy bien que los primeros convertidos al Salvador y Mesías Yeshúa fueron judíos, incluyendo a los supervisores y líderes de las primigenias asambleas. Pero, a medida que más gentiles convertidos eran aceptados, la asamblea tomó un matiz de gentilidad aún en sus costumbres y prácticas. Estos gentiles generalmente no entendían el hebreo.
De tal modo ocurrió este alejamiento de las raíces hebreas de la fe, que en el siglo V, tiempo de Constantino, hubo una influencia decididamente mayor contra los judíos y la mayor parte de estos gentiles convertidos buscaban no tener nada que ver con lo hebreo, a fin de no ser confundido con los judíos.
Cuando el Antiguo Testamento fue traducido al griego (conocido como la Septuaginta) éste llegó a ser el texto estándar para las primeras asambleas.
Al principio, en todo el texto griego de la Septuaginta, estaba el Nombre Sagrado del Tetragrámaton. Siendo ignorantes del hebreo, los lectores del texto griego pronunciaban equivocadamente el Tetragrámaton hebreo como “Pipi” ya que la pi griega “π”, se parece a la hebrea hei (ה). Las traducciones llegaron a ser el estándar para la iglesia romana y así aparecieron las letras latinas YHVH en lugar del Tetragrámaton hebreo. En aquellos tiempos la vocal i era equivalente de la ye. La V tenia el sonido de W, “u.”
A la i mayúscula pronto se le añadió una cola, una modificación popularizada por los impresores holandeses, así que el Tetragrámaton empezó a aparecer como JHVH. Aunque se veía semejante a nuestra J, la letra latina J se pronunciaba como la letra i. Fue así como alrededor del siglo XV de la era común, entre los cristianos se comenzó a leer erróneamente «Jehová». Digo erróneamente pues se mezclaba en la dicción lo que era para leer y lo que era para decir…
Para que quede un poco más claro, supongamos que la palabra «libertad» por ley estatal no se debe pronunciar. Y supongamos que es un su lugar la gente dice «zapallo». Y sigamos suponiendo que a alguien se le antojo mezclar las consonantes de la palabra prohibida con las vocales de la palabra usada. En los escritos aparecería: «LaBaRToD».
¿En realidad dice labartod?
¿Es eso lo que se quiere pronunciar?
¿Es que alguien sabe en efecto que es un labartod?
Simplemente, lo que debería leerse zapallo, al estar escrito libertad, al final se pronuncia: labartod.
En conclusión labartod, no existe, es un error.
Así mismo, Jehová NO EXISTE, es un error, basado en profunda ignorancia, o en alguna otra cosa que sustente el error.