No es mera coincidencia que este mismo período marque el inicio de la construcción de la sukkah de Yahvéh, nuestro Dios, el mishkan, el santuario en el desierto (Éxodo [Shemot] 25:8-9). En Éxodo 25:9, la palabra tabernáculo en hebreo es la palabra MISHKÁN.
De acuerdo a la tradición, Moisés (Moshe) ascendió de nuevo al Monte Sinaí durante 40 días y sus noches para recibir las segundas tablas de la ley y descendió el día de Yom Kippur, llevando las tablas como señal del perdón de Dios a Israel por el pecado del becerro de oro y como símbolo del pacto eterno entre Dios e Israel (Shemot 24:12-18; 34:1-2; 27-28). Al día siguiente, Moshe delegó las instrucciones de Dios para construir el mishkan –una morada.
El material necesario para construir esta estructura portátil fue recolectado durante los días que precedían a Sukkot y en esa fecha se comenzó la construcción del mishkan o tabernáculo (Shemot 35; 36:1-7).
¿Por qué se construyó el mishkan? La Torá dice:
«Y harán un santuario para mí y habitaré en medio de ellos»
(Shemot 25:8).
El Eterno prometió que habitaría en medio de su pueblo para establecer una relación marital con Israel. Por lo tanto, Dios determinó que se construyera el mishkan, el tabernáculo en el desierto, para poder habitar en medio de su pueblo.
LA SUKKAH Y LA NUBE DE GLORIA.
La Sukkah nos trae a la memoria las nubes de gloria que cubrían a Israel cuando atravesaba el desierto en camino a la Tierra Prometida. Todos estaban conscientes de la protección divina que Di-s le otorgó a Israel durante esos años tan difíciles. Como está escrito en Shemot 13:21: «Y YHWH iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche«.
APLICACIÓN ESPIRITUAL (Halajá).
Dios deseaba que se construyera el tabernáculo en el desierto, ya que quería habitar en medio de Su pueblo (Shemot 29:44-45). En un sentido espiritual, este tabernáculo físico fue dado por Dios para mostrarnos y que entendamos que Él desea habitar en Su pueblo, a través del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19; 2 Corintios 6:1).
Las nubes representan a los creyentes en Yeshúa (Hebreos 12:1; Apocalipsis 1:7).