Patriarcas

«¿Quiénes Son Éstos?»… Efraín y Manasés

Por P.A. David Nesher

Ve’atah shney-vaneycha hanoladim lecha be’erets Mitsrayim ad-bo’i eleycha Mitsraymah li-hem Efrayim uMenasheh kiR’uven veShim’on yihyu-li.

«Ahora, tus dos hijos Efraim y Menashé, que nacieron en Egipto antes de que yo viniese hacia ti, a Egipto, serán considerados míos, tal como son míos Reuvén y Shimón.»

(Bereshit/Génesis 48:5) 

Después de recibir el juramento de Yosef que lo llevaría fuera de Egipto para enterrarlo con Abraham e Itzjak (Isaac), Yaakov continuó postrado en la cama mucho tiempo más.

Un día, cuando Yosef vino a visitarlo con sus dos hijos mayores, el Eterno inspiró a Yaakov a profetizar sobre ellos. Esto dio lugar a la adopción de Efrayim y Menashéh (Efraín y Manasés) por Yaakov como hijos propios, elevándolos así a la categoría de tribus de Israel junto a los otros hermanos de Yoséf, con derecho a adjudicación territorial en la Tierra Prometida.

Yahvéh le había dado a Yaakov la tierra Sagrada, por lo tanto, al ser considerado Yoséf como primogénito en lugar de Reuvén, le corresponde doble porción o dos regiones geográficas en Eretz Israel; una parte sería para Menashé y la otra para Efrayim.

Al considerar Yaakov a Efrayim y Menashéh, hijos de Yoséf, como Reuvén y Shimón; él les está otorgando el derecho de primogenitura, ya que, de acuerdo a las normas vigentes y que más tarde serán sancionadas por la misma Toráh, el primogénito recibía dos parte de la herencia paterna.
[Este comentario está basado en lo que relata el primer libro de Crónicas capítulo 5 vers. 1, donde leemos que la primogenitura de Reuvén fue dada a los hijos de Yosef, hijo de Israel.]

Yaakov le explicó a Yosef lo que acababa de hacer sobre sus hijos mayores de la siguiente manera: Efrayim y Menashéh pasaron a ser hijos mis hijos, por medio de esta adopción, tomando el lugar de herencia territorial de Rubén y Simeón, «en cambio, la descendencia que habrás engendrado después de ellos, serán tuyos, y en nombre de sus hermanos recibirán su heredad» (48:6). Esto se refiere a la distribución territorial de la tierra de promisión. Es decir, que si Yoséf tuviere todavía descendencia, después de Efrayim y Menashéh, ellos no participarían, directamente, de la distribución de la tierra, como estos dos últimos, pero sí, indirectamente, bajo el nombre de Yoséf; ya que Yoséf, a partir de ahora, estará dividido en Efrayim y Menashéh. Estos dos últimos, si bien eran nietos de Yaakov se ven elevados ahora a la categoría de tribus, por este evento de adopción que el patriarca realiza. Yaakov evidentemente, está motivado en esta situación por el fuerte amor que siempre había profesado por Yoséf y que ahora transfiere a sus dos hijos.

Entonces, y para entenderlo bien, Reuvén y Shimón, los dos hijos mayores de Yaakov y Leah, se encontraban en un sentido descalificados de la posición de estatus y liderazgo en la familia de Israel a causa de su pecado (Génesis 34:25, 35:22). Yaakov le dice a Yosef que el resto de los hijos que tuvo después de Erayim y Menashéh, heredarían de él, no de Yaakov. Estos otros hijos de Yosef no se mencionan en ninguna parte de las Sagradas Escrituras, pero sus descendientes están incluidos dentro de las familias de Efraín y Manasés (Números 26:28-37 y I Crónicas 7:14-29).

Esta adopción que hace Yaakov a Erayim y Menashéh permite explicar el por qué hay a menudo diferentes combinaciones de las 12 tribus en distintos lugares de las Sagradas Escrituras. A causa de esta adopción, en realidad hay 13 hijos de Israel. Nacieron los 12, pero José se dividió en dos tribus. Así que, como las tribus se enumeran a través de toda la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento), que pueden hacer trucos y seguir siendo las 12 tribus. Esto genera más de 20 formas diferentes para enlistar las tribus en la Tanak.

“Entonces Yosef los hizo salir de las rodillas de Yaakov, y se inclinó con su rostro en tierra.” (48:12) 

Los dos hijos de Yosef, que tenían más de 25 años en ese momento, fueron introducidos entre las rodillas de Yaakov y luego retirados. Esto constituía un acto oficial de adopción, como si los dos hubieran salido directamente de entre sus lomos. Así llegaron a ser legalmente sus hijos, con plenos derechos dentro de Israel, al igual que Reuvén y Shimón. Este acto impactó tanto a Yosef, que se inclinó y adoró al Padre celestial.

Los versículos 9-12 muestran la adopción de estos hijos dentro de Israel y los versículos 13-22 hablan de la bendición que estos dos hijos recibieron por su padre.

¿Qué significado profético hay en que Manashéh y Efrayim se acerquen a su abuelo Yaakov?

Quiere decir que, gente de todas las naciones vendrán para unirse al pueblo de Israel; fundamentalmente la descendencia de Yoséf, es decir, gentiles que tienen ADN hebreo que están mezclados entre los goyim (gentiles paganos). Efrayim y Menashéh vendrán de entre todos los países, tribus, pueblos y lenguas para sumarse al pueblo de Israel a recibir la bendición de Yahvéh (Zac 8:22-23). Por ello, el profeta habla específicamente de “10 hombres de las naciones”, que es muy probablemente una alusión a la Casa de Israel del Norte, las diez tribus asimiladas.

Les solicito que abramos nuestras consciencias y entendamos que aquí se revela una cosa muy importante: Israel estaba enfermo y cerca de morir. Sus ojos físicos estaban oscuros, pero sus ojos espirituales estaban bien abiertos. Lo profético estaba tan activo en él, que podía ver los acontecimientos de los últimos días, que nosotros aún no hemos visto. El Eterno le estaba revelando toda la Historia de Salvación hasta los últimos días de la Era Mesiánica.

Reflexionemos en este profundo misterio escatológico. Durante más de veinte años Israel pensó que Yosef estaba muerto. Sin embargo, en ese tiempo nacieron los dos hijos Efrayim y Menashéh en el mundo gentil por una madre procedente de los gentiles que había abrazado la fe de Israel.

El nombre Yosef significa “añadirá” o “agregará”, y por medio de él se añadirían más hijos a Israel en el tiempo de su ceguera y de su enfermedad.

Es interesante notar que cuando Israel estaba a punto de adoptar a los hijos de Yosef como sus propios hijos, preguntó quiénes eran, para estar seguro de lo que estaba haciendo. Él quería evitar que pasara lo mismo que ocurrió cuando él engañó a su padre Itzjak y se llevó la bendición. Luego le pidió a Yosef que los acercara para que los pudiera bendecir.

Todas estas cosas tienen una proyección profética para los últimos tiempos. Recordemos que Yosef representa al Mesías, que la Casa de Judá ha considerado muerto durante dos mil años. Sin embargo, durante estos dos milenios han nacido muchos hijos primogénitos en el Mesías entre los gentiles. Mayormente están en el mundo cristiano y por eso aprendieron tanto la vida gentil como parte de la fe de Israel. En los últimos tiempos estos hijos, al igual que Efrayim y Menashéh, serán acercados a la fe de Israel, aprendiendo las raíces de la fe de Avraham, el hebreo. Los ojos de la Casa de Judá se abrirán proféticamente para que pueda ver estos hijos y adoptarlos como sus propios hijos para el mundo venidero.

La pregunta que hace Yaakov “¿Quiénes son estos?” aparece en dos lugares más de las Sagradas Escrituras (Isa. 49:18-22 y Rev. 7:13-14). En estos pasajes proféticos se habla de los hijos nuevos que serán añadidos a Israel en los últimos tiempos, y especialmente en la gran tribulación, cuando Israel estará enfermo y a punto de morir. Pero la venida de Yeshúa HaMashiaj, esta vez como Ben David (Hijo de David) le dará a la nación santa del Eterno nueva vida.

El interés por las raíces hebreas que en nuestros días se está manifestando en el sistema cristiano ha sido despertado por el Mesías Yeshúa. Él está en el cielo intercediendo por todos los hijos de Yahvéh en la tierra para que despierten de su letargo babilónico, e investiguen las raíces de la verdadera emunáh. Es un movimiento profético que terminará abriendo los corazones de los hijos primogénitos del Eterno para que abracen la fe de Abraham y dejen el cristianismo, atreviéndose a ascender al diseño de Su Monte Santo.

Esto último, no significa que tendrán que convertirse y hacerse judíos, sino que más bien que decidan adoptar un estilo de vida y una teología y hermenéutica (interpretación) que estén afín con Israel para que ya no sean piedras de tropiezo para los judíos.

Entendámoslo bien, en el Mesías hay lugar para los dos pueblos sin que el uno tenga que convertirse en el otro. El judío no puede dejar sus tradiciones para poder unirse con los hijos del Mesías de entre los gentiles (la Casa de Efrayím o Israel). Son los no-judíos que tendrán que cambiar sus costumbres babilónicas para poder vivir con los judíos y formar un solo pueblo, multifacético pero unido.

La escena de este pasaje escritural revela el movimiento tierno de nuestro Abba en los últimos días. Justamente simboliza que aquellos que hoy son obedientes a Mashiaj Ben Yosef serán llevados por él hasta las rodillas de Israel para que este los pueda besar y abrazar y adoptar como sus propios hijos. Sólo cuando los hijos de Ben Yosef estén dispuestos a acercarse completamente a Israel y ser besados y abrazados por él podrán recibir su gran bendición.

Los hijos de Ben Yosef  de nuestros días serán introducidos en Israel y restablecidos como hijos con pleno derecho de herencia dentro de Israel. 

Que el Eterno nos otorgue dones proféticos a fin de que nuestros ojos espirituales puedan discernir qué es lo que nos toca hacer como Ministerio en este movimiento profético de acercamiento entre las dos Casas.

¡Bendito sea el Eterno!

Bitácora Relacionada:

Yaakov vio al Mesías…, Cruzó sus Manos Adrede…, y la Historia Se Transformó….

¡Y Vivió! (Vayejí)

Por P.A. David Nesher

Como ya se los comenté Vayejí significa “ Y vivió”.

Comenzaré contándote que en realidad, esta parashá, debió haber empezado en el versículo anterior que dice:
Se asentó Israel en la tierra de Egipto”… ya que el versículo 28 es la continuación directa e indivisible, pero el sabio Rashbam comenta que el hecho es que las congregaciones de Israel no quisieron concluir la parashá con el versículo que dice que toda la tierra pasó a ser propiedad de Paró (Faraón) y la concluyen con el versículo que dice: «Se asentó Israel en la tierra de Egipto”. De este modo, Rashbam pone de manifiesto aquí el sentido optimista que tiene la Historia de Israel.

Convengamos que en el orden técnico se notará que en el Sefer Toráh no aparece el espacio que debe separar una parashá de la otra, que tiene que corresponder, por lo menos, al que ocupan nueve letras. En nuestro caso sólo el espacio de una letra separa la parashá Vaigash de la parashá Vayejí.

De acuerdo a un Midrash citado por el sabio Rashí “Yaakov se disponía a develar el futuro de sus hijos, pero se le ocultó el espíritu de santidad y no pudo hacerlo, por eso la Parashá también está cerrada, no hay espacio«.

Otro Midrash, citado también por Rashí dice que “a partir del momento del fallecimiento de Yaakov se cerraron los ojos y los corazones de Israel, por el sufrimiento de la esclavitud en Egipto”, situación reflejada, gráficamente, en el texto, al cerrarse todo espacio entre ambas parashiot.

El sabio judío Abarbanel comenta que la Torah nos relata aquí los últimos días de Yaakov avinu rodeado por sus hijos y nietos. En definitiva, tal vez estos hayan sido los años de mayor quietud en la agitada existencia del patriarca. Si bien la intención de Yaakov había sido descender a Mitzrayim (Egipto) para ver a Yoséf (Gén. 45.28), la realidad es que él y su descendencia quedaron afincados en la tierra de Egipto, y no es que la muerte lo haya sorprendido en aquel país, ya que él permaneció en ese lugar los últimos diecisiete años de su vida.

Yaakov sabía perfectamente que nunca podría alcanzar sus metas sin la ayuda del Eterno. También concluirá si vida en paz con sus semejantes: Esav, Laván, Dináh y Yosef. ¡Qué acumulación de luchas, sufrimientos y penas ha supuesto para él cada uno de estos dramas!

Les comparto lo que el Midrash señala al respecto:
«…¿Dónde reside la diferencia entre la vida de un tzadik (justo) y la de un rashá (malvado)? El rashá puede disfrutar de una paz imperturbable al comienzo, pero su placer es seguido por interminables amarguras. El tzadik puede sufrir tribulaciones al comienzo, pero una vez superadas, su felicidad es eterna…»

[Midrash, Vayejí].

Desde luego, Yaakov no ha sido infalible, pero posee una virtud que muy pocos hombres tienen: la de ver en cada prueba enviada por el Cielo el bien que encierra de cara al futuro. Así pues, ha errado y tropezado, pero siempre ha vuelto a recuperar su nivel de perfección moral. Su admirable entereza se ha forjado en el yunque de la aflicción. Lo cierto es que, gracias a esta capacidad psíquica, Yaakov pasó en la tierra de Egipto los mejores años de su vida. Allí, libre por fin de preocupaciones, disfrutó de una existencia tranquila, de la paz familiar y de los homenajes que le tributaron los egipcios gracias al prestigio del que Yosef gozaba entre ellos.

Además, tuvo también el placer de ver a su familia “crecer y multiplicarse sobremanera”, así como ver feliz a todos sus hijos siguiendo el camino trazado por él.

La porción y todo el Séfer (Libro o Rollo) finalizan con este capítulo donde Yaakov prodiga bendiciones a las tribus.

Yaakov mira a con profunda dicha a su amado hijo Yoséf gobernando la principal potencia del mundo, Egipto. Pero durante más de dos siglos, los Benei Israel (hijos de Israel) serán forjados como hierro en aquel país a través del dolor y la agonía, hasta que estén listos para dejar el país y en el desierto recibir la Palabra de Yahvéh, la Torah, lo que les hará ser la más grande nación del mundo.

Yaakov, por su don profético, sabía que Egipto era el lugar más impuro del planeta, no obstante, el patriarca logró ser feliz ahí. El libro de El Zohar enseña que una persona espiritual sabe que los lugares oscuros que nos encontramos en la vida, son las mejores y más grandes oportunidades que tenemos para crecer y generar milagros.

¿Pero cuál era el motivo de la felicidad del patriarca?

Para responder esta pregunta, diré que el sabio Akedá sostiene que el uso que la Torah hace del término vivió ( vayejí ) en vez de residió ( que en hebreo se dice vayagar) nos indica que la Torah se refiere a la calidad de vida de Yaakov en Egipto. En el sentido más literal, lo que quiere decir es que tras una vida marcada por las dificultades (el odio de Esav, los engaños de Labán y la desaparición de Yosef), Yaakov avinu finalmente pudo disfrutar de la calma y la armonía que tanto había anhelado en Dios. Como reza el refrán: “Si el final es bueno, todo es bueno.”

El Zohar dice (I, 111b) que la mejor vida que tuvo Yaakov fue en Egipto, donde logró vivir con simjáh (alegría) y shalom (paz). En base a esto, el Rebe Najman pregunta: ¿Cómo es que en la Tierra Santa, Yaakov no alcanzó la paz y sí en Egipto, una tierra impura donde sus descendientes sufrirían bajo la esclavitud?» Y la respuesta que él mismo da es que el nivel más elevado de alegría surge cuando uno se hace cargo de la tristeza y de la depresión y las transforma en regocijo. El exilio corrresponde a la tristeza y a la depresió; la respuesta de Yaakov nos muestra cómo transformar sus efectos. Yaakov «vivió en la tierra de Egipto» significa que él sabía que el exilio continuaría hasta que fuesen recolectadas todas las chispas de santidad. Pero pudo encontrar paz e incluso alcanzar una gran alegría en Egipto, porque él y sus descendientes se fortalecieron con la regocijante promesa de Redención Futura (Likutey Halajot, II, p. 158a).

  En conformidad con el axioma de que los hechos de los Patriarcas sentaron una pauta para el futuro de sus descendientes, podemos afirmar que los últimos años de Yaakov -quien simboliza la Torah y la Verdad- ejemplificaron de la manera más vívida que los israelitas son capaces de sobrevivir y hasta prosperar en el exilio si mantienen su apego a los ideales que Yaakov encarnó.

Entonces, para cerrar esta respuesta, podemos decir que, primero que nada, él fue muy fecundo y vio que cada uno de sus hijos lo tenía todo. Yaakov era feliz porque pudo ver nuevamente a su hijo Yoséf HaTzadik, y ver a este hijo era como ver a su amada Rajel, la esposa que tanto amó, pues dice la tradición que la belleza del rostro de Yoséf era de un gran parecido con el de Rajel.

¿Por qué el pueblo de Israel es considerado “justo” y recibe esa especial herencia?

Los descendientes de Yaakov, los israelitas, serán favorecidos por Yahvéh para que sean los poseedores de una herencia eterna. ¿Cuál es esta herencia? Un destino feliz y una vida de delicias delante de HaKadosh Baruj Hu (el Bendito Sea). Esto va más allá de poseer una mera geografía en Eretz Israel (la tierra de Israel), estamos hablando del “Olam HaBá”, que es un mundo espiritual, el «Mundo Venidero».

La tradición judía enseña en Pirké Avot (traducido como «El Tratado de los Padres«) dice:

«…Un instante de teshuvá y buenas acciones en el Olam HaZé (mundo presente, o mundo en que vivimos), es más valioso que todo el Olam HaBá (Mundo Venidero), pero un instante de satisfacción Di-vina en el Olam HaBá es más valioso que todo el Olam HaZé…». (4:22)

Dice El Zohar que es porque ellos son circuncisos. Esto significa, que guardan y preservan el Pacto sagrado, el Pacto de la Procreación. Por eso cuando dice “todos son justos” (tzadikim), es porque quien se circuncida forma parte del pacto, forma parte del pueblo y por lo tanto son parte de ese todo. De esta forma, Israel heredará “el país” para siempre, este lugar es el “Olam Habá”

12 Hermanos Bajo Una Reconciliación.

Por P.A. David Nesher

Vayenashek lekol-ejav vayevk alejem ve’ajarey jen dibru ejavito.

«Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Y después

[que lo vieron llorar y que las lágrimas brotaban de su corazón]

sus hermanos hablaron con él.»

Bereshit/Génesis 45: 15

He aquí una escena conmovedora. En ella notamos que Yoséf no excluyo a los que habían sido especialmente crueles con él. Su corazón estaba abierto a sus hermanos, tanto en grupo como individualmente.

El sabio Rashí dice respecto a este pasuk (versículo) lo siguiente:

El texto no dice que los hermanos hayan llorado y,solamente después que ellos ven las lágrimas que derrama Yoséf hablan con él,pues antes estaban confundidos y avergonzados ante él”.

Aquí se produce un vuelco en la relación de Yoséf con sus hermanos. Los hermanos del odio han desaparecido. Las lágrimas han borrado el pasado. A partir de ahora empezará la historia de los hijos de Israel, todos en conjunto, culminando la historia de los hermanos de Yoséf.

Este cuadro presenta a la vez un evento profético.

¿Repudió Yoséf a sus hermanos porque pecaron contra él? ¿Reemplazó a sus hermanos con su esposa gentil cuando entraron? No, no lo hizo, y porque Yoséf nos señala solo al Mesías, debemos decir entonces que la falsa teología del reemplazo es completamente anti-Mesías. Yahvéh no ha reemplazado al pueblo judío por una Iglesia gentil.

“Porque YHVH no abandonará a su pueblo, Ni desamparará a su heredad.” (Salmo 94:14, Isaías 41:17, 42:16).

Sabemos pues, que un día, beezrat Yahvéh (con la ayuda de Yahvéh), todas las tribus de Israel estarán reunidas en torno al Mashiaj.

En el pasuk 15 notamos que finalmente los hermanos identifican a Yoséf; ello significa que las 12 tribus de Israel, luego de milenios de separación, habrán de reconocer a aquel que rechazaron como hermano suyo (Yeshúa).

Así será cuando Israel se reconcilie con el Mesías. Aquel día habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación y las aspersiones (Zacarías 13:1). Entonces el Mesías dirá a Israel:

Por un breve momento te abandoné, Pero te volveré a recoger con grandes misericordias. En un arrebato de ira, por un breve momento, escondí mi rostro de ti, Pero con gran compasión tendré misericordia de ti eternamente, dice YHVH, tu Redentor.

 (Isaías 54:7-8)

Regresando a la historia literal de Yosef y sus hermanos, vemos que Yoséf estaba haciendo las paces con su pasado. Él no tomó represalias a pesar de que sus hermanos habían pecado contra él, aunque, desde una perspectiva humana, tenía todo el derecho de hacerlo. Él respondió con compasión y perdón. Él los abrazó y los amó.

¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo podía actuar contra la naturaleza humana?

Él verdaderamente creyó en la soberanía del Eterno. Él entendió que Yahvéh estaba trabajando en todos los eventos dolorosos, y que Su propósito se estaba cumpliendo.

¡Qué ejemplo de semejanza con el Mesías!

Aquí vale que nos traslademos al evangelio según San Mateo, y consideremos la cosmovisión del Mashiaj respecto al perdón que asegura la reconciliación entre los hermanos.

Acercándose entonces Pedro, le dijo:

Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y lo perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dice: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mateo 18:21-22).

Amigos míos… le preguntará  cada uno en particular:

¿Existe alguien en tu vida a quien debes perdonar? ¿O de quién necesitas recibir perdón?

Atienda a esto ahora para que Yeshúa HaMashiaj pueda ser honrado. Porque ¿cómo no perdonar a los demás cuando Mesías nos ha perdonado?

“Dios me ha puesto por padre del Faraón” (Parasháh Vayigash)

Ve’atah lo-atem shlajtem oti henah ki ha’Elohim vayesimeni le’av le-Far’oh ule’adon lekol-beyto umoshel bekol-erets Mitsrayim.

«O sea, no fueron ustedes quienes me enviaron acá, sino Elokim, que me puso como Gran Visir de Paró, como amo de toda su casa y como gobernador de todo Egipto.«

(Bereshit/Génesis 45:8) 

¿Cuál es el significado de “padre” en este pasuk?

La expresión “Le Av le Paró”, no está haciendo referencia a un “progenitor” (Av: padre), eso está claro. La Torat Emet traduce la palabra “Av” como “maestro”. Así mismo, por su parte, el maestro en hebreo Rashí explica que el vocablo debe entenderse según su contexto y no en su sentido literal. Por ende “Av” (padre), significa aquí “amigo y patrón”, o “consejero,” «asesor«, o «mentor«. Parhó (Faraón) le había dado a Yoséf el puesto más elevado de Mitzraim (Egipto), pero a la vez, por debajo de la autoridad del mismo monarca, pues aquel que instala a otro en un puesto de autoridad, siempre es superior. Yoséf era el “consejero íntimo” del rey, lo más cercano a un padre.

Todo esto es la tipología de un contenido mesiánico. 

Así Yeshúa ha recibido de Yahvéh, su Padre, el título de Av según está escrito en el libro del profeta Isaías 9:6:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Fuerte, Poderoso, Padre (av), Eterno, Príncipe, Paz.
(Isaías 9:6)

Desde esta interpretación del profeta Isaías, los discípulos de Yeshúa, interpretando los códigos de los tres cargos que Yosef recibió del Faraón, realizaron una pedagogía profética con la correspondencia de estos tres cargos del Mesías.

o       Le puso como av, amigo y patrón, (Isaías 9:6).

o       Le puso como Señor de toda su casa, (Hebreos 3:6).

o       Le puso como gobernador sobre todo el mundo, (Mateo 28:18).


Entonces queda claro que Mashíaj, en el Mundo Venidero, en su calidad de “Av”, será gobernador del mundo, en el sentido de “amigo íntimo” de Yahvéh durante la Era mesiánica. Esto significa que Mashiaj dirigirá los asuntos en el mundo en el Nombre de Yahvéh, nuestro Dios. Solo el Eterno estará por encima de la jerarquía de Mashíaj.

Colisionar para Fusionarse Reconciliados (Parashá Vayigash)

Por P.A. David Nesher 

 

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yosef] y le dijo: “Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Faraón (Parhó).

(Bereshit/Génesis 44:18)

 

En esta parashá continuamos con la historia de Yosef y su encuentro con sus hermanos. Vayigash (וַיִּגַַּ֨שׁ ) significa literalmente “Y se acercó”.

En el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso, también puede traducirse como «Y colisionó para fusionarse» (en otra bitácora ampliaré más esto).

Si la primera palabra de la porción es Vayigashse acercó«) es porque allí se encierra la esencia de la lección de la semana.  En el clímax de la «Parashat Vayigash», Yosef revela su identidad a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo años atrás. A través de besos y lágrimas, Yaakov y sus 12 hijos volverán a ser una sola familia. Todos se reconcilian dejando a sus espaldas el difícil y desgarrador pasado. Pero antes de estos hechos, Yehudáh (Judá) confrontará a Yosef por la acusación que hizo sobre el robo de su “copa de la adivinación”. A fin de cuentas, ¿qué sentido hay en que Yosef desee tomar a Binyamín como siervo si supuestamente es un ladrón? ¿Para qué quiere el Virrey un mozo cleptómano? Esto no es coherente y Yehudá lo sabe. “Aquí hay gato encerrado”, diría Yehudáh usando una frase de nuestros días.

Así vemos que Yehudáh no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era peligroso pues Yoséf podría haber mandado que lo mataran. Pero Yehudáh defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Binyamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Yehudáh y hable.

Esta es sin duda, una de las lecturas más emocionantes registradas en la Torah y el Tanak, ya que se narra el emotivo reencuentro de Yosef con sus once hermanos y su padre Yaakov. Por otro lado, resulta muy interesante que la Torah ocupe más pasukim para hablar de Yosef que de los mismos patriarcas Abraham avinu, Itzjak avinu y Yaakov avinu, especialmente teniendo en cuenta que Yosef solo representa a una de las 12 tribus de Israel (aunque en realidad son dos tribus las que provienen de él), mientras que los patriarcas son la fuente misma de toda la nación hebrea.

En esta sección Yehudáh representa a la sefiráh Malkut (Mundo Físico) y Yosef a la sefiráh Yesod (esfera celestial de vinculación con todos los ámbitos del Mundo de Arriba). Por tanto, el poder de la energía de esta semana se concentra en cerrar la distancia que hay entre Malkut y Yesod. No olvidemos entonces que Yesod representa al Cielo y Malkut a la Tierra.

La colisión mencionada en el segundo párrafo está detallada en el Midrash y se refiere a dos impulsos opuestos: nuestro deseo ontológico (esencial) de conectar con nuestro Creador y las necesidades, impulsos y deseos de nuestro cuerpo de someterse a los impulsos sensoriales que pugnan por dominar nuestras emociones.

Justamente Yesod es la esfera celestial donde la actividad sacerdotal del Mesías transfiere luz a Malkut (la Tierra), pero somos nosotros mismos los que determinamos con nuestras acciones cuanto recibiremos de Él desde esa dimensionalidad celestial (Yesod). Recordemos y aceptemos que nuestras acciones son las que hacen que la zona de Yesod se contenga o que fluya. Pues bien, la energía de esta semana nos ayuda a aprender a evitar que Yesod se contenga. Comprenderemos que estar asociados con Yeshúa HaMashiaj permite que el chorro de Yesod se abra y todo lo que suceda en consecuencia sea siempre milagroso. 

¿Qué más podemos pedirle a la vida? Todo lo que queremos es construir el Paraíso (Gan Edén) en la Tierra. Hacer descender el Cielo a nuestro mundo (Mateo 6:10). Pues bien, esta porción es la que nos da esa materia prima para que descienda el Cielo en todos los aspectos de nuestra vida (amor, familia trabajo, dinero, salud, etc.). Yesod es el almacén de todo lo que podemos desear, así que para cerrar la distancia que tenemos con él, tenemos que eliminar el caos de nuestra vida. ¿Cómo? Removiéndolo, y esto requiere mucho valor, porque a veces es muy doloroso. El dolor de esta lucha cotidiana de colisión para fusión lo describía el apóstol Pablo, cuando a los romanos les decía:

«¡Miserable de mí!

¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesús, el Cristo Señor nuestro.

Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Torah de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.»

(Romanos 7:24-25)

Por ello, en esta semana estaremos conectados a la gratitud al Eterno por habernos dado a Yeshúa quien demostró en su propio cuerpo con unir los dos planes de la existencia desde el correcto uso de su esencia: ser Deseo. Así lograremos que nuestro cuerpo (instrumento propio de Malkut) sea utilizado por el Espíritu Santificador de Yahvéh para ascender todo lo material hasta sublimarlo con lo celestial.

Debemos saber y aceptar que en Malkut (el cuerpo) es donde nuestro mundo psicoemocional (hebreo Zeir Anpin) se materializa. Tenemos muchos rincones oscuros, muchas sombras del pasado que, consciente o inconscientemente, ocultamos en lo profundo de nuestra psiquis. Entendemos, por los experimentos de las neurociencias, que esto funciona como un mecanismo de protección, está bien, pero que saber y aceptar que no porque escondemos nuestros traumas y frustraciones, ellos no nos están corroyendo por dentro. Por ello, muchas disciplinas de las ciencias de la salud, en su apertura holística, aseguran que las enfermedades son la purga de esas emociones no sanadas. Arrastramos traumas infantiles toda la vida sin poder sanarlos conscientemente, y, a veces, eso desata una enfermedad mortal, como el cáncer. Yo sé que nadie quiere sufrir, pero el dolor debe salir a través del trabajo espiritual o por medio de una enfermedad.

Malkut es puro deseo egoísta (ratzón atzmut) y por cada deseo hay una vasija. Cuando un espacio de la vasija está ocupado con una situación no resuelta, esto es igual a una vasija cerrada como una nuez. La Luz Infinita no tiene manera de penetrar. Por tanto, esa nuez hay que romperla, y es eso lo que duele (en el idioma paulino, a esto se le llama «castigar el cuerpo» – ver 1 Corinitios cap. 9 vers. 27). Salir de un trauma duele porque para el subconsciente es como si fuera un hijo y ha vivido con él durante años (es lo único que conoce). Nos cuesta romperlo porque lo desconocido causa miedo.

Te invito, estimado lector, a que imagines que cada problema o dolor que se te presenta es una nuez que vas a romper. En cuanto se rompe, sentirás la tristeza, el dolor, llorarás… pero debes saber que estás en el proceso verdadero de acercarte a Yeshúa como Salvador. Ese proceso de sanación es la semilla de la nuez que te estás comiendo y digiriendo, pero una vez que termine, te queda el espacio para que la vasija se llene de Luz mesiánica. Ella es simple y tiene una sola programación: dar. No puede haber una vasija vacía, porque en cuanto el espacio esté disponible, enseguida se llenará de Luz.

Justamente de esto se trata el proceso de salvación que el Eterno ha realizado con sus llamados, tal y como lo describe el apóstol Pablo al escribir:

«Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó…»

(Romanos 8:30)

Es decir que a través de Yeshúa HaMashiaj hemos escapado del mundo sensoro-emocional en donde habita el miedo limitante, la ira y el sentimiento de ser una víctima (emociones estas que nos bajan la frecuencia), para ir a la cabeza, que son los niveles superiores intelectuales que conectan con las dimensiones de Yesod; las zonas donde todo le es posible al que cree (Marcos 9: 23).

En esta semana seremos capacitados por el Espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) para entender que nuestra propia naturaleza reactiva que siempre busca detenernos, volvernos lentos o paralizarnos psíquica y emocionalmente, se vale del mecanismo de la víctima como la principal herramienta del cuerpo, para evitar los cambios que anhelamos a hacer, y que a ese nuestro satán no le gustan nada. La naturaleza corpórea rechaza los cambios porque ello incluye una actividad psíquica, emocional, química o celular nueva, que terminará produciendo un movimiento interno de conexión con la energía de la vida eterna (es decir, una vida con la calidad del Eterno); y el cuerpo, por causa del pecado, tiene implícito una memoria de muerte, porque constantemente se está regenerando, es decir, una parte nuestra muere y otra renace, por lo tanto debemos encontrar una manera diferente que nos llevará a un verdadero cambio y transformación, es por eso que se ha revelado públicamente el yugo de Yeshúa, que están provocando que cada día despierten más varones y mujeres, salgan de la zona de la Gran P… (Babilonia) y acepten hacerse sus discípulos a fin de sanar sus almas hasta lograr unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo. Así cuando los redimidos logran su misión en plenitud uniendo Cielo y Tierra, el Nombre de YHVH es santificado y se activa produciendo un flujo de milagros en la fisicalidad.

Anhelo que te interese caminar conmigo en estos seis días de ascensión y promoción mesiánica.

Shalom!

 

Los Hermanos de José Bajan a Egipto

Por P.A. David Nesher

 

«Jacob, viendo que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando unos a otros?
Y dijo:

Mirad, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y compradnos grano para que podamos vivir y no muramos.

Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto.»

(Génesis/Bereshit 42: 1-3)

Hasta el presente hemos sido testigos de cómo Yoséf interpreta los sueños de personas extrañas y cómo estos se cumplen.

Cabe recordar que la primera vez que la Torah relaciona a Yoséf con sueños lo hace relatándonos sus propios sueños que empezarán a cobrar realidad a partir del encuentro con sus hermanos.
Años han transcurrido desde que Yoséf fuera odiado por sus “sueños y sus palabras”.

El hambre en Egipto y en las comarcas que circundan a esa tierra no es más que uno de los elementos que conducirán al cumplimiento de los sueños de Yoséf, que no son un fin en sí mismos, sino que a su vez son los caminos a través de los cuales los descendientes de Abraham llegarán a Egipto y se acrisolarán como pueblo de Israel. Así pues, el hambre no perdonó a ningún pueblo, incluida Eretz Kenaán, país de los hijos de Yaakov. De esta forma se cumple el sueño de Yoséf; la gavilla de él es “levantada” más arriba que los de sus hermanos. Una pregunta surge aquí: ¿Qué hizo Yoséf para que sus sueños se cumplieran? Mantenerlos frescos en su memoria, no olvidarlos, solo de esa forma podían volverse realidad. Un buen sueño nunca debe olvidarse. Si el hombre olvida sus sueños nunca se le cumplirán y también él será olvidado.

Canaán y el mundo fueron golpeados con hambruna en la buena, agradable y perfecta Voluntad (Ratzón) del Eterno. Yaakov avinu y sus hijos estaban en peligro de muerte. Como el hambre se propagaba en la tierra prometida a Avraham e Itzjak, la familia de Israel estaba empezando a caer en desgracia. En la tierra prometida ya no fluía leche y miel. La mano invisible de Yahvéh había cerrado todo grifo celestial. Los canales sefiróticos del Eterno estaban sufriendo pérdidas en otras dimensionalidades de la existencia, por lo que en el plano físico la tierra de Canaán estaba experimentando dicha negatividad. Se había convertido en una tierra de hambre y desesperación.

Sabemos que el hambre no es algo bueno, pero el Eterno lo usó. Él puede, y hace uso del material necesario, que necesitamos en nuestra vida para que lleguemos a hacer cosas que normalmente no haríamos. Normalmente, los hermanos de Yoséf nunca hubieran descendido a Egipto.Pero la necesidad los llevó a esa nación.

El negocio de la familia de Yaakov era principalmente criar ganado vacuno y ovino en lugar de la agricultura. Ellos habían soportado un año antes la hambruna y tenían reservas para tal ocurrencia. Pero cuando el segundo año de la hambruna vino sobre ellos sus reservas se habían agotado y era el momento de actuar. Tenían que encontrar grano para mantenerse a sí mismos y sus familias, alrededor de ochenta personas en total. Pero a pesar de tener ellos una gran riqueza, no había grano para comprar en Canaán. Así Yaakov envió a sus diez hijos a Mitzraím (Egipto) para comprar allí. Toda esta circunstancia negativa, permitida por la Providencia del Eterno, los expulsó de sus tierras, y los llevó a Mitzraím (Egipto) un símbolo del mundo o gentilidad. Todo esto sería una tipología perfecta, ya que esta profecía  se cumpliría dos mil años más tarde, cuando Yeshúa el Mesías también sería entregado por sus hermanos (los judíos) en manos de los gentiles,  y tantos años después, los hijos de Israel (Casa de Judá), después de rechazar al Mesías (o Cristo) fueron obligados por los romanos (enviados por Dios) a abandonar sus tierras y se dispersaron en todo el mundo gentil (goyim).

«Así que los hijos de Israel fueron a comprar grano entre los que iban, pues la hambruna estaba en la tierra de Canaán.»

(Génesis/Bereshit 42:5)

Imaginemos la escena. Al igual que el terrible silencio de Avraham e Itzjak (Isaac) viajando al Monte Moriah, ellos viajaban en resignado silencio. No está registrada ni una sola palabra de la conversación. Sólo podemos imaginar los pensamientos y sentimientos de los diez hermanos, que viajaban a Egipto y recordaban la venta de su hermano veintidós años antes. Lo que no sabían es lo que habría en los depósitos de granos para ellos.

Los hijos de Yaakov estaban muy lejos de imaginar que al vender a Yoséf a los mercaderes que se dirigían a Egipto estaban sellando el destino de toda su familia y el de las generaciones venideras. La disposición divina tenía que cumplirse; para ello ellos debían ir a Egipto, posteriormente lo haría la familia entera con la finalidad de sobrevivir al hambre que azotaba a aquellas regiones. La profecía de Yahvéh a Abraham estaba en proceso de cumplirse:

«…Peregrina será tu descendencia en tierra que no le pertenece, y los harán servir…»,

(Gén 15: 13)

Yoséf era el visir (virrey) del país, y no obstante, jamás delegó en nadie la responsabilidad de la distribución física de los productos de primera necesidad a la gente que los requería. Él era el que vendía el cereal a todo el pueblo de la tierra (v. 6). Él personalmente cumplía esa función, para asegurarse de que nadie fuese engañado y para constituirse en un ejemplo vivo de la celeridad y la urgencia con que se debe atender los menesteres de los más necesitados. [Torat Emet].

Vinieron los hermanos de Yoséf y se prosternaron con el rostro a tierra. ¡Así y tal como lo leemos! Los hermanos de Yoséf llegan a Egipto y se presentan ante él inclinando sus rostros por tratarse de un varón de autoridad. Ahora bien, si usted no cree que el Eterno puede llevarlo al fin de usted mismo, mire esta imagen. Aquellos que se rieron del adolescente en el pozo ahora están postrados delante de él rostro en tierra. Necesitamos ser humildes ante el Dueño del universo. Nuestra expresión española humilde viene de la palabra griega humas, que significa tierra. Es decir, que cuando usted ruega a Dios debe acostumbrarse a «poner su cara en tierra«. Si los ángeles lo hacen, ¿por qué no hacerlo nosotros? La Sagrada Escritura dice que hay que humillarse ante Dios (Daniel 10:12), porque si usted no se humilla, Él lo humillará, porque tarde o temprano toda rodilla se inclinará ante Él (Filipenses 2:10-11). No es si usted va a humillarse, es cuando va a humillarse. Usted puede inclinarse hoy, o puede inclinarse en el Día del Juicio, pero se inclinará. Su elección es de que manera.

Volviendo a este encuentro fraternal. En realidad, Yoséf quien mandó a buscar a sus hermanos apenas los reconoció. Ellos no sabían que estaban ante su hermano “perdido”. Era imposible identificar a Yoséf detrás de esa barba, con un collar de oro en el cuello, con vestimentas de seda y carmín, y sin su inconfundible cabellera peinada-trenzada. Además llevaba en su cabeza una corona real de oro puro. Sin embargo, él sí reconoció a cada uno de ellos, a pesar de no verlos durante más de 20 años.

Yoséf no era reconocible porque había cambiado, pero ellos ¿habían cambiado? Él no lo sabía, pero a lo largo de los años había decidido que si sus hermanos llegaban ante él, primero los probaría antes de revelárseles. Finalmente ellos se quedaron allí. En el versículo 7 hay un juego de palabras en hebreo. Fueron reconocidos, pero él se hizo irreconocible y fingió ser un extraño. Por eso, decidió hablarles duramente a través de un intérprete. Dicho intérprete sabía a la perfección el idioma egipcio y el hebreo; el Midrash cuenta que este intérprete era Menashé, hijo mayor de Yoséf. Pasados 22 años, se volvieron a ver. Yoséf no reveló su identidad a sus hermanos, sino que los trató con rudeza.

YOSÉF TRATA DURAMENTE A SUS HERMANOS.

 Vayizkor Yosef et hachalomot asher chalam lahem vayomer alehem meraglim atem lir’ot et-ervat ha’arets batem.


«Yoséf recordó los sueños que había soñado acerca de ellos y les dijo:

“¡Ustedes son espías. Vinieron a investigar el punto débil de la tierra para luego atacarnos!»

(Génesis 42:9)

Explica el Midrash que, los hermanos de Yoséf enfrentan el cargo de “espías”, ya que Yoséf advirtió que ellos ingresaron de forma estratégica a Egipto; cada uno por puertas distintas.

¿Por qué los acusa de espías?

Los hermanos de Yoséf lo habían calificado de esa manera cuando trabajaba para su padre Yaakov.

Durante la hambruna Yoséf había ordenado que se registrara a cada individuo que entraba Egipto. Él estaba seguro que sus hermanos tendrían que llegar al país en búsqueda de alimentos. Los midrashim narran que, llegando a Egipto, los hermanos comienzan a buscar a Yoséf para tratar de recuperarlo. Esta acción es profética: Actualmente, Yoséf (Casa de Efrayím), está disperso entre los gentiles y los judíos (Estado judío moderno), están ayudando a la recuperación de sus descendientes, las “tribus perdidas de los hijos de Yaakov”.

Volviendo al momento de la acusación que Yoséf les hace, no habiendo ofrecido ellos ninguna respuesta ante la misma, Yoséf los confina por tres días como sospechosos, hasta que se aclare su situación.

El primero en admitir su culpa, entre ellos, fue Yehudá quien reconoce haber maltratado a Yoséf y participar en el complot contra él. También reconoce que él sugirió la venta de Yoséf, pero fue una manera de salvarlo de morir en el pozo. Sin embargo, todos eran culpables de darle la tristeza de su vida a su anciano padre Yaakov.

La dureza — aparente o real — con la cual Yosef trata a sus hermanos es objeto de interpretaciones variadas.

Existe un detalle maravilloso que debo destacar antes de continuar con el hilo de esta bitácora. Como quiera que sea, en las Sagradas Escrituras los protagonistas de sus relatos son seres humanos con pasiones y amores, odios y lealtades. Por esto, no veremos a un Yoséf indiferente frente a sus hermanos, ni indolente por el sufrimiento que ellos le causaron. Abarbanel sugiere que, en última instancia, los propósitos de daños maquinados por sus hermanos no afectaron a Yosef, ya que él sobrevive y alcanza la gloria, entendiendo que todo estaba dominado por la soberana Intención de Yahvéh. Pero, en la mentalidad básica de ellos anidó la voluntad de dañar.

Por lo tanto Yoséf responderá en la misma forma. El los interrogará, les hará preguntas difíciles, quizás algunas con poco fundamento, pero velará por su bienestar físico; les venderá alimentos y al mismo tiempo ordenará, en secreto, la devolución de su dinero, tal vez para no empobrecerlos. Les hablará con dureza en público, pero se ocultará muy cerca de ellos y llorará.

El reconocerá a sus hermanos físicamente y más aún reconocerá su grado de parentesco y no los dañará, cosa que los hermanos ignoraron cuando lo arrojaron a “la cisterna, en el desierto”.
Evidentemente hay grandeza de alma en Yoséf, sin olvidar su condición humana.

Personas y no héroes protagonizan estos relatos.

Entonces aceptemos bien lo que aquí se esconde. Cuando Yosef probó a sus hermanos, él buscaba dos cosas antes de revelarse a ellos. En primer lugar, quería ver si ellos habían cambiado. La última vez que los vio, lo habían arrojado a un pozo y luego lo vendieron como esclavo. Entonces, como prueba definitiva de sus corazones cambiados, Yosef necesitaba ver cómo ellos tratarían a su hermano menor Benjamín. ¿Iban a ser ellos tan celoso de Benjamín como lo habían sido de él? ¿Podía confiar en ellos?

Muchas veces el Eterno puede y debe utilizar formas que pensamos que son muy duras para llamarnos a estar donde Él quiere que estemos. No debemos resistirnos nunca, porque es la dureza de nuestro corazón la que lo demanda.

«Antes que fuera humillado, yo erraba, pero ahora guardo tu Palabra.»

(Salmo 119: 67)

Existe en estos códigos una tipología profética maravillosa. Ni Yoséf ni Yeshúa fueron reconocidos por sus propios hermanos.

Yoséf había sido exaltado sobre todo Egipto, pero Israel no lo sabía. Todos esos años él creyó que Yosef estaba muerto, y luego, por causa del hambre mundial, los hijos de Israel descendieron a Egipto, pero no lo reconocieron. Así ha sido con los descendientes de Israel en la Casa de Judá desde el momento en que rechazaron a su Mesías:

«A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.»

(Juan 1:11)

Los judíos no han aceptado que el Eterno había enviado y criado a Yeshúa. Ellos creyeron que, después de su crucifixión Él está muerto, y a lo largo de todo este exilio de Edom (Roma) un velo se ha puesto sobre sus corazones y mentes. Incluso el comienzo de la Gran Tribulación los encontrará aún ignorantes de la exaltación y gloria del Señor Yeshúa HaMashiaj (2 Tesalonicenses 2:14).

José y Su Nuevo Nombre: Zafnat Panea

Por P.A. David Nesher

 Vayikra Far’oh shem-Yosef Tsofnat Paneaj vayiten-lo et-Osnat bat-Poti Fera kohen On le’ishah vayetse Yosef al-erets Mitsrayim.

«Y Parhó llamó a Iosef “Tzafenat Paneaj”, [“Interpretador de mensajes crípticos”] y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera [Potifar], ministro de On. [Después], Iosef salió por la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:45)

 

La civilización egipcia era tan antigua como el tiempo. Los egipcios eran descendientes de Mitzraim, uno de los nietos de Noé. El Faraón era conocido como el Rey de las Dos Tierras porque Egipto estaba dividido en dos grandes zonas: El Alto y el Bajo Egipto. La producción de trigo de esa nación era inmensa, tanto que siglos después se convertirá en el granero del imperio Romano. Estaba repleto de grandes matemáticos, arquitectos, músicos y las calles de sus ciudades rebosaban de mercaderes, malabaristas y muchas prostitutas. Un ejército de médicos mantenía a raya la malaria. Los científicos modernos desconocen que técnicas usaban o de qué medicamentos se valían pero eran bastante eficaces para combatir esa enfermedad. La magia era el pan nuestro de cada día al igual que las sectas esotéricas. Y allí estaba, el bisnieto de Abraham, descendiente de Sem, el hebreo Yoséf… el esclavo con el don divino de interpretar sueños. Allí estaba, de pie frente al hombre más poderoso del mundo que ellos conocían, el Parhó (Faraón), quien le daría una esposa y un nuevo nombre: Zafnat Panea (hbr. Tzafnat Panéaj)

Yoséf se casó con Osnat (Asenat), hija de Poti-Fera. Hay diversas opiniones sobre este Potifera; algunos intérpretes piensan que es el antiguo amo de Yoséf (Potifar), si así fuere, esta es la ironía del destino; Egipto era el país de las castas y de las jerarquías, de los faraones y los esclavos, donde toda mezcla sanguínea con seres de inferior rango eran repudiados. Ahora el gran cortesano de Egipto, Poti-Fera debía entregar a su propia hija al esclavo hebreo. Por otra parte, la mujer de Potifar entregará a su hija al hombre que ella deseaba para sí, y deberá elevar al hombre a quien envió a una tenebrosa prisión. En síntesis, las ruedas del destino giran prontas y misteriosamente, y todo lo absurdo empieza a acontecer. De este modo, el siervo se convierte en amo, y el amo se prosterna ante el siervo.

También encuentro honesto contarles que debido a que a los rabinos no les gusta el hecho de que Yoséf tuviera una novia gentil, entonces aplican una leyenda que dice que Asenat era realmente la hija de Dina y Siquem. Ellos enseñan que ella fue expulsada de la casa de Yaakov avinu,  abandonada en la frontera de Egipto, y entonces, supuestamente fue adoptada por Potifera sacerdote de On y su esposa, para finalmente casarse providencialmente con Yosef.

Desde el momento en que Yoséf subió al poder, se propuso desarraigar el mal social y convencer a los egipcios de que llevasen una vida moral más sana y más pura.

YOSÉF ES TZAFENAT PANEAJ

Tzafnat Panéaj” (צָפְנַת פַּעְנֵּ ח) Es el nombre que Faraón dio a Yoséf al ungirlo como gobernador de Egipto. Esto de cambiar el nombre corresponde a una costumbre de la nobleza egipcia y, a veces también a la usanza hebrea (ver Núm 13: 16).

No es un nombre importante, sin embargo, se le dio con el propósito de distinguirlo a causa de su especial don.

Para Faraón el título quiere significar “revelador de cosas ocultas”, o “el que descifra misterios”.

Según Rashí y Flavio Josefo, el nombre Tzafnat Panéaj significa “revelador de misterios”. Tzafnat podría derivar de la raíz tzafán, que significa “esconder”, “ocultar”. La versión LXX (Setenta) y la versión Copta tradujo este nombre como “salvador del mundo”.

Este cambio de nombre tuvo su importancia en el posterior desarrollo de nuestra historia ya que contribuyó a disimular la identidad de Yoséf cuando sus hermanos llegaron a Egipto.

Para algunos judíos, el significado viene a ser: “¿Quién es capaz de descifrar lo que hay oculto tras esta máscara?»

Lo más probable es que el significado del nombre sea «Dios habla y vive«, refiriéndose a la Palabra de Dios viniendo a través de Yoséf, asegurando la preservación del país, por medio de métodos celestiales. Todo esto porque Yoséf demostró con su vida que Dios vive y habla y que sería la salvación de Egipto, de Israel y las naciones vecinas. Con este nombre, el Parhó (Faraón) reconocía en Yoséf a un hombre que reflejo que Dios existe y quería salvar a la humanidad de toda destrucción que el caos ocasiona.

Hoy, para nosotros el mensaje es bien fuerte. Este mundo que esta por perecer necesita de cada uno de nosotros, los redimidos. Sí necesita de usted que ama la Torah, y es un hijo primogénito en Yeshúa. El mundo necesita que usted le refleje que hay un Dios que Vive y habla. El Eterno uso a Yoséf para salvarlos. Él también lo usará a usted si  acepta el desafío. Ese es su propósito de estar vivo aquí y ahora.

TIPOLOGÍA MESIÁNICA.

Así como Yoséf adquirió una identidad pagana (egipcia), Yeshúa por su parte fue secuestrado y desfigurado; se lo romanizó y luego cristianizó. La eclesiástica cristiana le dio un sobrenombre latino: “Jesucristo”. Pero todo esto no es más que un antifaz que le colocaron en su rostro para que no se le identifique como lo que es, un hijo de Israel que observó la Torah y que llegó a ser reconocido como Mashíaj por millares de su nación, durante los dos primeros siglos de la Era Común.

¿Significará esto que nuestros hermanos yehudim (judíos) de nuestra época podrán descifrar lo que “hay oculto tras la máscara” del nazareno Yeshúa? En un primer momento, los hermanos de Yoséf, estando aún frente a él, no lograron reconocerlo; sin embargo, fue hasta la segunda entrevista que les fue revelada la identidad de su hermano.

¡Yosef pasó De Mesías a Visir! (El Faraón Eligió a Yosef como Virrey)

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Par’oh el-avadav hanimtsa kazeh ish asher ruach Elohim bo.

Vayarkev oto bemirkevet hamishneh asher-lo vayikre’u lefanav avrej venaton oto al kol-erets Mitsrayim.

«Dijo Parhó a sus sirvientes:

“¿Podrá, acaso, ser hallado otro hombre como éste, en quien se encuentre el espíritu de Elokim?”…

Y lo hizo subir en su segunda carroza y proclamaban ante él:

“¡El Virrey!”.

Así, lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:38 y 43)

 

Yoséf ha pasado desde lo más bajo hasta lo más alto, pero tomó 13 años para que esto sucediera. Para los del exterior, el empoderamiento de Yoséf parecía un”éxito repentino”, pero duró más de trece años en la fabricación.

Antes de salir de la prisión Yoséf tenía apenas el control de los reos, pero jamás imaginaría que después de abandonar definitivamente ese lugar tendría control sobre el poderoso Imperio de Egipto. Yoséf es un buen ejemplo de un hombre que parecía tener todos los dones y talentos para el liderazgo, pero el Eterno debía desarrollar primeramente el carácter mesiánico durante muchos años. Dones y talentos pueden ser impresionantes e inmediatos, pero el carácter de un ungido (mesías) es lo que el Eterno busca y siempre toma tiempo para desarrollarlo. Yoséf había aprendido la obediencia y así logró ser fiel en todas las pequeñas cosas que Yahvéh le había enviado; Yoséf ahora se convertiría en gobernador de toda la tierra de Egipto bajo el Faraón.

Parhó (Faraón) nombra a Yosef como Virrey de Egipto. A pesar de todo, Yosef poseía una muy buena imagen; tenía un porte distinguido y no se parecía en nada a los esclavos comunes. Pero esto despertó la envidia y celos del resto de los ministros del palacio quienes objetaron la decisión del rey. A Yoséf se le aplicaron diversas y complicadas pruebas las cuales superó de manera exitosa.

Yoséf tendría plena autoridad para llevar a cabo su plan. Esta sería la tercera casa en la que Yosef fue colocado. Fue de la casa de Potifar a la cárcel, y de esta, a la casa de Faraón. La única cosa que no le fue permitido poseer a Yoséf fue el trono de Faraón. Por lo tanto, la relación de Yoséf con el Faraón es paralela a su relación con Potifar. Sólo la mujer de Potifar estaba prohibida a Yoséf mientras que el Faraón solamente retuvo su trono.

«Y Faraón dijo a José: He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.»

(41:41)

Entonces el Faraón vuelve a enfatizar lo que acababa de decir. Así como Potifar levantó a Yoséf para estar a cargo de su casa, y al igual que el jefe de la cárcel lo puso a cargo de la prisión, el Faraón lo levantó para estar sobre toda la tierra de Egipto. La frase: te pongo sobre toda la tierra de Egipto, literalmente, significa: «y todo mi pueblo será obediente a usted, o toda mi gente va a besar la tierra en sumisión a ti«. Las funciones del visir o primer ministro eran críticas y variadas. Él tenía el control total del gobierno, fijar y recaudar los impuestos, designar los funcionarios, controlar la obra pública, construir nuevos monumentos, supervisar el cementerio real, mantener los registros y el suministro de alimentos. En otras palabras, era su responsabilidad asesorar a Faraón y velar por que el país funcione sin problemas.

Según los sabios la palabra hebrea “avrej” traducida aquí por virrey, significa «arrodillarse«, «consejero«, o «amigo principal«. En este caso la expresión quiere decir: “Este es el maestro del rey”, es decir, que así Faraón está presentando a Yoséf ante todos sus súbditos. Ahora Yosef no solo recuperaba su dignidad sino que llega a superar su posición anterior.

De esta forma Yoséf sale de los sucios calabozos para ascender de manera directa al trono de Egipto en calidad de Virrey (el segundo puesto después de faraón).

Faraón lo pone por sobre toda la tierra de Mitzrayim (Egipto) dándole su anillo de sellar y vistiéndole con finas ropas de lino, colocándole asimismo un collar de oro en su cuello. Enseguida lo transporta en su segundo carro y todos proclaman delante de él “¡Avrej!” La palabra abrej puede dividirse en dos partes:

▶ las letras jaf y bet suman veintidós, igual que la cantidad de letras con las cuales está escrita la Torah.

▶ Las letras reish y bet forman la palabra a rab (rabino _ maestro), dando testimonio de que a pesar de que Yosef actuó con humildad, su sabiduría era muy grande, tal como corresponde al carácter de un rabino.

¡Maravillosa enseñanza para nuestra alma! Así es como opera la Salvación del Cielo, primero, pareciera que no le ocurre nada positivo a los hijos de Dios, pero en un segundo, les sobrevienen las recompensas más grandiosas.

Yahvéh, el Señor de la Providencia.

Por P.A. David Nesher

«Y aconteció que después de dos años, Faraón tuvo un sueño. Soñó que estaba de pie junto al Nilo.»

(Génesis/Bereshit 41: 1-2) 

El pasaje que nos toca estudiar hoy (Gén. 41:15-38) relata las características maravillosas de las misericordias del Eterno operando a favor de Yosef, Egipto y los pueblos cercanos. En estas líneas se resalta asimismo la fidelidad providencial de Yahvéh en guiar todas las circunstancias para llegar al cumplimiento perfecto del propósito mesiánico de Su Salvación.

Detrás de los personajes y del escenario de este hermoso relato descubrimos a un Dios soberano que controla y dirige la historia y la vida de los seres humanos y las naciones para llevar a cabo su diseño profético de salvación.

Yosef había pasado doce largos y muy dolorosos años en la cárcel. En todo este tiempo su alma no sabía si alguna vez volvería a ver la Luz de la libertad. Sin embargo, el Eterno había decretado que su vida no terminaría en el cautiverio de un presidio. Simplemente Él esperaba que esos años de prisión permitieran la expiación de las transgresiones de Yosef

Diez años de la prisión correspondía al tikún (reparación) que Yosef debía hacer por causa de haber usado lashón hará (Mal Hablar) contra sus diez hermanos.

Los otros dos años en la cárcel eran en castigo por haberle dicho al copero del Faraón: “Recuérdame y sácame de esta prisión”. Dos palabras que develaban la errada confianza que Yosef puso en las conexiones humanas. Dos años por cada palabra.

Pero al mismo tiempo, debemos discernir que los dos últimos años de Yosef en prisión, fueron una bendición enmascarada de la Providencia divina, pues si el copero lo hubiera nombrado delante de Faraón dos años antes, ¿cuál hubiera sido el destino de Yosef?

Si el Faraón lo hubiera liberado en esos años, seguramente Yosef se hubiera convertido en un intérprete profesional de sueños de toda la corte, ganando de ese modo dinero suficiente para sólo asegurarse una vida acomodada. Entonces, el propósito eterno de Dios hubiera sido abortado en él, y la Historia de la Salvación se hubiera truncado para toda la humanidad.

Pero ahora, dos años más tarde, después de los extraños sueños del rey, ¿qué le ocurrió a Yosef como consecuencia de su interpretación? Fue llevado al poder, convirtiéndose en el virrey de Mitzraim (Egipto).

Los expertos en el idioma hebreo bíblico aseguran que el versículo 1 revela en realidad que, por dos años consecutivos, el Faraón tuvo sueños extraños cada noche, pero no podía recordarlos cuando despertaba. Sin embargo, cuando llegó el momento de propósito para liberar a Yosef, el monarca egipcio despertó esa mañana muy turbado mentalmente pues recordaba el sueño en todos sus detalles.

De acuerdo con los códigos guemátricos del texto, se puede calcular la fecha de la noche del sueño, y coincide en el calendario divino con el primer día del séptimo mes, es decir Yom Teruah, tiempo cuando el Eterno decide la suerte del mundo entero y decreta la escasez y la abundancia para cada país. Es el día en el que la Justicia divina revela al obrar providencial del Eterno sobre los eventos naturales, para que todo esté siempre en armonía a Su diseño Lumínico.

Por ello, al considerar esta historia debemos tomar en cuenta cinco momentos significativos que nos permiten reconocer sin lugar a duda que Yahvéh es el Señor de la Providencia:

  1. El Eterno hace que el Faraón sueñe porque desea mostrarle sus diseños y voluntad perfecta (v. 25). Este es un buen ejemplo de cuando los sueños que Yahvéh utiliza para dar a conocer su voluntad a fin de preparar a la persona, a una familia o a una nación (o conjunto de naciones) para un evento especial.
  2. El Eterno hizo que el copero se recordara de Yosef (v. 9) Habían pasado dos años desde que el copero había vuelto a su puesto en el palacio y ahora bajo las condiciones exactas, recuerda su falta de gratitud y su falta de memoria.
  3. El Eterno otorgó a Yosef la interpretación y el significad correcto de los sueños del Faraón (v. 16). Yosef no se atribuye a sí mismo la capacidad de interpretar los sueños y con toda humildad confiesa: “No está en mí. Dios responderá para el bienestar del Faraón.”
  4. El Eterno sacó a Yosef de la cárcel y lo llevó a ser el Primer Ministro del Faraón (v. 39). Es asombroso e impresionante ver como el Faraón mismo reconoce la mano de Yahvéh en todo este asunto.
  5. El Eterno concede a Yosef la sabiduría para administrar los productos de la tierra para salvar a los egipcios, a otras naciones y en especial a la propia familia de Yosef (vv. 56-57)

Como vemos, en el diseño mesiánico providencial, Yosef es el instrumente de información del propósito divino y de previsión para la sobrevivencia de Egipto (Mitzraim) de donde siglos más tarde saldría elevada la nación de Israel. Así, por medio de Yosef, el Eterno permite que la abundancia de Egipto beneficie primeramente a la población local, luego a aquellos habitantes de las regiones vecinas donde el hambre se había extendido. La prominencia de Mitzraim (Egipto) en esta crisis y el papel directivo de Yosef son preparativos providenciales de la Divinidad indispensables para la supervivencia de la familia de Yaakov, y los descendientes que constituirían al Pueblo que daría finalmente al Mesías como pan a las naciones.

¡Con Todo… El Eterno Jamás te Olvidará! (parashah Vayeshev)

Por P.A. David Nesher

«Velo-zachar sar-hamashkim et-Yosef vayishkachehu.»

«Pero el Maestro de coperos no se acordó de Iosef, sino se olvidó de él.»

(Bereshit/Génesis 40:23)

Evidentemente, la felicidad le hizo olvidar al copero la desgracia de su compañero de celda. Este fenómeno es, desgraciadamente, muy humano, y lamentablemente bastante común en la historia de las relaciones humanas. Es simple, se llama ingratitud. El ser humano, en su naturaleza caída, tiende a olvidar al prójimo que estuvo junto a él en los momentos difíciles, pero el Eterno no olvida a Sus fieles. Sin duda se cumplen estas hermosas palabras: “…Muchos males hay acechando al justo, pero de todos los salva el Eterno…” (Tehilim/Salm 34:20).

El copero olvidó a Yosef, y con ello, la “llave” que le abriría la prisión se le negó. Yosef permaneció en prisión 12 años en total; los primeros diez años le habían sido decretados como corrección por haber contado a su padre habladurías (o Lashón Hará), contra sus hermanos, (excepto Binyamin). Dos años adicionales le fueron decretados como castigo por haber confiado en que su salvación vendría de un ser humano, es decir, por confiar en las influencias del copero. Yosef le había pedido: “…Háblale bien de mí al faraón……». Por haber confiado en un hombre, tuvo que pasar dos años más en la cárcel. Esa corrupción no se permite a los líderes del Reino. Dos años de cárcel merece esa actitud de manipulación, intentando usar un “enchufe, rosca, palanca, cuello”. Si no vas por la vía legal mereces «dos años de cárcel» (códigos en metáfora) según la justicia celestial. Era pues necesario que Yosef comprendiera y aceptara que su estancia en la cárcel no dependía del copero ni del faraón sino de Yahvéh, nuestro Dios.

Ahora pues Yosef estaba penando por duplicado, triplicado, cuadriplicado; estaba preso, era esclavo, era extranjero y ya no había esperanza de cambiar su amarguísima situación.

Los días se hicieron meses, estos se volvieron años y no había rescate para Yosef. Tantas esperanzas, tantos sueños, tantas promesas y proyectos que quedarían sepultados en la espesura terrible del pozo en el cual se encontraba. Pero, he aquí una importante lección, a veces lo que parece un fracaso en verdad es la semilla de un éxito verdadero.

Dos largos, crudos y terribles años transcurrieron para que el jefe de coperos se acordara de Yosef. No lo hizo gratuitamente, sino para ayudar a su amo el Faraón (en hbr. Paró), que estaba en problemas, justamente por un sueño que complicaba a los sabios egipcios. Y recién entonces, pudo salir Yosef del pozo para transformarse en un arrebato veloz e inesperado en el segundo hombre más poderoso de la tierra. O quizás el primero, ya que Faraón confió todo lo suyo a su ingenio.

Yosef ya había aprendido de la peor manera, cuando recibió el castigo de parte de sus hermanos, y su venta, y la esclavitud, y la falsa acusación, y el lastimoso pasaje por la cárcel. Ahora estaba seguro de que el camino debía ser el de la construcción de paz, no más orgullo, chismes, y holgazanerías, ya no más el “ego” (ratzón atmutz = «deseo de recibir sólo para sí»). Así pues, un sueño (el primero que Yosef contó a sus hermanos), había causado que Yosef cayera. Ahora otro sueño (el que aclararía a faraón), lo encumbraría por encima de todos los demás mortales.

Enseñan los sabios que, el hombre guarda su alma con toda su pureza cuando doblega su cuerpo con cuatro herramientas espirituales:

  1. El ayuno;
  2. El estudio de los secretos de la Torah;
  3. Las veladas de estudio;
  4. La resistencia al instinto animal.

Recapitulemos. ¿Por qué son importantes estos relatos? Si analizamos en detalle el destino de Yosef, notaremos la similitud con la historia del Pueblo de Israel en el exilio.

Yosef, un muchacho de 17 años, hijo predilecto de Yaakov, es arrancado de repente del seno familiar, erradicado de su país y vendido como esclavo en un país extraño. El joven se ve envuelto en circunstancias difíciles y crueles, y dichos acontecimientos le suceden siendo él inocente. Cualquier otra persona en su lugar se hubiera deprimido, entristecido, sintiendo inclusive cierta indiferencia a todo como consecuencia de su condición. Sin embargo Yosef entendió que debía ponerse a la altura de las circunstancias. Como esclavo cumplió sus tareas óptimamente, hasta que por mérito de Yosef, su amo Potifar tuvo éxito en cualquiera de sus emprendimientos. Esa es la particularidad de todo israelita, que en toda situación y circunstancia trata de cumplir con su misión de la mejor forma.

Los sabios nos explican que cada justo se distingue por la práctica de una virtud (midah) o de un mitzvah (mandamiento) por la que siente especial predilección. La mitzvah que caracterizó a Abraham fue la circuncisión, la de Yitzjak, fue la oración, y la de Yosef fue la profunda piedad que manifestó a través de su castidad, el cuidado de su brit milah (circuncisión).

Los sabios nos dicen que, lo ocurrido a Yosef no fue un error de alguien. Todo lo que ocurrió tenía que suceder así para que Yosef fuera a Egipto y pudiera plantar la semilla para la redención de los israelitas. Todos estos registros son narraciones preparatorias para la introducción de Mashiaj en Israel y el mundo. Si desconectamos al Mashiaj de los relatos de la Torah creamos un falso Mashiaj, un híbrido sin soporte histórico. El Mashiaj está conectado de manera profunda con la historia misma del pueblo de Israel. Yosef es un hijo de Yaakov quien es al mismo tiempo una sombra profética que apunta al Mesías y rey de los judíos: “…Yeshúa’ Hanotsrí Mélej Hayehudim…”, (Mat 27: 29, 37, 42; Juan 19:19).

Conclusión:

A semejanza de lo ocurrido a Yaakov, las cosas negativas que llegan a sucedernos son las llaves que abren las puertas de la transformación, permitiéndonos ver que hay más niveles para que nosotros ascendamos.

Puede que no siempre seamos capaces de controlar la situación, pero sin duda podemos controlar nuestra actitud hacia ella, y cómo elegimos enfrentar cualquier situación. Por eso, ya que nuestra vida refleja las elecciones que hemos hecho en el pasado, si estamos buscando resultados diferentes, debemos hacer elecciones diferentes. En cualquier momento, nos estamos moviendo hacia el cambio y el crecimiento, o nos estamos alejando de ambos. Escoger movernos hacia adelante cuando sentimos que todo está perdido, es lo que logra atravesar la negatividad y nos cambia para siempre.

Por esto no te desesperes cuando las cosas van en dirección contraria a lo que esperabas al ser fiel y amante de la justicia y la verdad. Sigue amando y confiando en el Eterno que constantemente está cerca de los justos, y con el tiempo te sacará del apuro. Aprende a amar a todos, no hables mal de nadie y no intentes aprovecharte de los contactos para obtener beneficios personales. Cuando hayas aprendido esa lección estarás preparado para ser levantado y elevado.

Recuerda que movernos derecho, adelante y hacia arriba es una decisión para conectarnos más e involucrarnos con la energía espiritual. Que Yahvéh, el Abba nuestro, nos permita alcanzar el mérito del atributo de *emunah (confianza en el Eterno), en verdad y de causar que descienda sobre nosotros toda la buena abundancia espiritual y material desde ahora y para siempre. Amén.

Las “Tribus” Venden a Yosef y pretenden llamarlo «Yeshú»

Por P.A. David Nesher

Vayeshvu le’echol-lechem vayis’u eyneyhem vayir’u vehineh orchat Yishme’elim ba’ah miGil’ad ugemaleyhem nos’im nechot utsri valot holchim lehorid Mitsraymah. 26) Vayomer Yehudah el-echav mah-betsa ki naharog et-achinu vechisinu et-damo.

«Luego se sentaron a comer pan, levantaron la vista y vieron una caravana de ishmaelitas que venían de Guilead cuyos camellos transportaban especias, bálsamos y aristoloquia [hierba medicinal de raíces aromáticas], que llevaban a Egipto.
Entonces dijo Yehudáh a sus hermanos.
“¿Qué beneficio tendremos de matar a nuestro hermano y encubrir su sangre

(Bereshit/Génesis 37:25-26)

Hemos estudiado como Yosef (José), el hijo favorito del patriarca Yaakov, en la flor de la edad, es separado de la casa paterna y de su tierra natal. Yosef es vendido por las “tribus” (sus hermanos), a unos extranjeros, al que más tarde abandonan en medio de una nación depravada, mientras sus hermanos, en casa, tratan por todos los medios de hacer olvidar hasta, si es posible, su nombre.

Ahora bien, desde un plano profético-mesiánico, y entendiendo que Yosef con su vida es una representación del arquetipo celestial Yeshúa HaMashiaj, debemos discernir que esta acción de los hermanos contra Yosef, para que sea olvidado su nombre, es semejante a la actitud religiosa que hoy existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico ante nuestro Señor.

Ellos evitan mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret – ישוע הנוצרי), modificándolo a propósito al omitir la letra final, “ayin” (ע), quedando solo las consonantes Yud, Shin, Vav (ישו) que se lee “Yeshú” y es una palabra que el rabinato detractor del SEÑOR usa como un título y/o acróstico empleado despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro” (ימח שמו וזכרו), que traducido es “que su recuerdo y nombre sean borrados para siempre”. 

La obra rabínica «Toldoth Yeshú«, un antiguo tratado medieval, escrito, según algunos en el siglo V después del Mesías, señala que el nombre original del Maestro de Nazaret era Yehoshúa (en griego: Josué) o su variante Yeshúa (español: Jesús). Luego, cuando vino a ser considerado por los líderes judíos como hereje, su nombre fue cambiado a Yeshú como un insulto rabínico deliberado eliminando la última letra de su nombre el sonido que equivale a nuestra “A” para evitar toda implicación del Redentor de la salvación, quedando las tres letras restantes “YeSHú”.

Esas palabras (“Yimaj shemó u´zincro”) adoptan y expanden sacado de los libros del verso “que su nombre sea borrado” (Mishlé/Proverbios 10:7) y de la última frase del Tehilim/Salmos 109:13. Así es como el nombre Yeshú (ישו) el cual lo relacionan al Mashíaj en la forma que cada vez que quiere hacer referencia de él lo hacen de una forma despectiva y humillante

Entonces, el nombre Yeshú se convirtió en un juego de palabras despectivo, en un conjuro en contra del cristianismo romano y bizantino. Siendo bastante común en la literatura polémica medieval hebrea y pueda ser encontrada hasta en el Talmud (SANEDRÍN B. 43) También tenemos, en el Talmud que son cinco las enseñanzas atacadas principalmente (SANHEDRIN 49B).

Sin embargo, como el «humor divino» es insondable y misterioso, esta expresión usada por la mayoría de los judíos actuales esconde una ironía profética maravillosa. Y es que de lo que no se percataron los oponentes del Mesías es que al maldecirlo con este acrónimo y su frase, lo que en realidad estaban haciendo era confirmarlo como Mesías ¿Por qué?

Porque si usamos las cuatro primeras letras de la frase, es decir Yud, Mem, Hei y Shin (YiMáJ SHemó…) cuando se las recombinan forma la palabra hebrea MaSHiaJ (Mem, Shin, Yud, Hei) es decir MESÍAS o CRISTO, es decir el Ungido de Dios.

Como dijera Yosef HaTzadík (José el Justo) a sus hermanos:

Ustedes pensaron hacerme mal, pero Elohím lo cambió en bien
(Bereshít/Génesis 50:20)


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Lo que Significa Estar en Un Pozo

Por P.A. David Nesher

Vayikachuhu vayashlichu oto haborah vehabor reyk eyn bo mayim.

«Lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna. La cisterna estaba vacía, no tenía agua.»

(Génesis/Bereshit 37:24)

Después de que le fueron quitadas sus finas ropas, Yosef fue arrojado a un pozo seco (vers 23). Allí, Yosef, se convierte, en la idea de sus hermanos, en el «Rey del pozo”, lo cual apuntaría a otro tipo de reino más adelante.

El pozo simboliza la muerte, el abismo (cf. Salmo 30:3) donde aparece la misma palabra hebrea bor. Según Rashí, era un lugar de escorpiones y serpientes. Por eso, la decodificación de esto establece que si está el pozo está vacío está claro que no tiene agua, de lo que los sabios desprendieron el siguiente paradigma celestial:

“Agua no tiene. Culebras y escorpiones sí tendrá”.

La Torah se compara al agua. Donde no hay Torah, las serpientes y escorpiones, o sea, el impulso al mal (Yetzer HaRá), reina sin impedimentos, porque la Torah es la única defensa que tenemos contra nuestros malos impulsos.

Es en ese momento angustioso que Yosef entiende que algo no está funcionando bien para él, hay algo que está haciendo está mal y que debe cambiar.

Así mismo para nosotros existen momentos en que nos ocurren cosas semejantes; nos sobreviene alguna situación desagradable y dolorosa que nos pone a reflexionar, lo que nos hace modificar nuestro comportamiento.

Este es el secreto de la vida; es necesario que recordemos que todo el dolor y los sufrimientos que experimentamos, son oportunidades de rectificación, de mejora y de cambio.

Tipología Mesiánica:

Tanto Yosef como Yeshúa fueron echados al pozo. Veamos por lo tanto, qué significa esta simbología.

Dos veces aparece la palabra pozo en la historia de Yosef, aquí y en el cap. 41, vers. 14, donde la palabra bor se tradujo como “cárcel» o “calabozo”. La Torah muestra dos pozos en el relato de Yosef. El primero fue en la tierra de Israel y el segundo fue en la tierra de Egipto.

Esto nos enseña que la muerte del Mesías ben Yosef fue para los hijos de Israel («las ovejas perdidas de la Casa de Israel» – Mateo 15:24) y también para el mundo entero, representado en Egipto.

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El Liderazgo de Yehudah como Intercesor

Lechu venimkerenu la-Yishme’elim veyadenu al-tehi-vo ki-achinu vesarenu hu vayishme’u echav.

«Vamos, vendámoslo a los ishmaelitas y no pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra misma carne”. Y sus hermanos lo escucharon.»

(Bereshit/Génesis 37:27)

 

Al considerar la expresión: “Y sus hermanos lo escucharon”,  el intérprete Rashí, siguiendo la traducción de Onkelos, asegura que el verbo “escuchar” significa aquí “obedecer”. Por lo tanto, la traducción más fiel debería decir: “Sus hermanos le obedecieron.” Así pues vemos que es esta la primera vez que Judá (hebreo Yehudah) toma la palabra, y podemos observar que sabe imponerse sobre sus hermanos. Yehudah ahora asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef (José).

Yehudah tenía, en efecto, una autoridad natural que ninguno de ellos cuestionaba. Reuvén (Rubén), en cambio no conseguía que le obedecieran de esta manera, no tenía el suficiente carácter. Desde este punto Yehudah adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo. Los rabinos enseñan que los hermanos trataron de castigarlo a él medida por medida. Debido a que Yosef quería gobernar sobre ellos, se convertiría en un esclavo.

Así pues, Yehudá, en una hábil demostración táctica, logró por medio de su intercesión dar expresión a la furia de los hermanos, y al mismo tiempo, salvar a Yosef de una muerte segura. Sin embargo, la esclavitud no constituía una garantía de vida; por el contrario, Yehudah en su interior sabía que lo más probable era que la muerte fuese el destino final de Yosef.

Ahora bien, pese a esta significativa influencia de autoridad, Yehudah no supo utilizar convenientemente el ascendiente que ejercía sobre sus hermanos, tuvo que sufrir las consecuencias de su error. En el capítulo siguiente veremos la “caída”. Rashí comenta:

«…Este relato nos informa de que los hermanos de Yehudah le despojaron de su dignidad de jefe cuando vieron el sufrimiento de su padre. Le dijeron: “Tú fuiste el que nos aconsejó venderle. Si nos hubieras pedido que le trajésemos de vuelta a casa, te hubiéramos obedecido…».

Aquí vemos como los hermanos de Yosef, que hipócritamente no querían contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, siglos más tarde, vemos como los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías Yeshúa, llevaron a Yeshúa a Pilato (Juan 18:28).

 

¿Cómo Evitar el Pozo de la Envidia Fraternal?

P.A. David Nesher

«Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.»

(Bereshit/Génesis 37: 23-28)

¿Puede la envidia causarte el deseo de matar a alguien? Antes que digas: “¡Claro que NO!”, te solicito que medites en esta historia. Diez hombres adultos, se dispusieron en complot para matar a su hermano de sólo 17 años por causa de una túnica rayada de colores especiales y un par de sueños. Su envidia se había convertido en un profundo enojo con pensamientos llenos de cosas terribles.

La túnica representa realeza y autoridad. Aquella túnica de colores era la señal del favor del padre. La entrega de Yaakov (Jacob) de esta prenda a su hijo Yosef (José), en reconocimiento al nivel de obediencia que este le entregaba en honra, había despertado la envidia de los hijos mayores. Por ello, los hijos de Yaakov no reconocieron a Yosef como el jefe que el padre había puesto sobre ellos. No hay duda alguna que los hermanos deben haber tenido un placer perverso al arrancársela a Yosef y debía haber sido particularmente doloroso para Yosef que se la arrancaran. El relato pone de manifiesto el odio de los hijos de Yaakov a Yosef su hermano. Al igual que animales de presa, de inmediato saltaron sobre él. No era suficiente matarlo, tenían que insultarlo también. Ellos lo molestaron mientras lo despojaron de su manto real.

Al meditar en el paralelismo mesiánico del relato discernimos que Yeshúa y Yosef fueron despojados de sus ropas y soportaron la burla y el escarnio de los que estaban a su alrededor

Yeshúa también fue insultado y despojado. Leemos en el Evangelio:

«Entonces los soldados del procurador lo desnudaron, tomaron su túnica sin costura»
(ver Mateo 27:27-28 y Juan 19:23).

Al igual que Yosef, no fue suficiente matar a Yeshúa, también se burlaron de Él, lo insultaron, escupieron y fue azotado antes de que lo mataran (Lucas 18:33).

Los hermanos de Yeshúa tampoco reconocieron su autoridad que tenía del Padre:

“Cuando llegó Yeshúa al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?”

 (Mateo 21:23)

El salmista y rey David ya había anunciado esto al escribir:

“…reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.” 
(Salmo 22:18)

Con este versículo en su corazón y meditando en lo dicho proféticamente por el salmista, el evangelista y apóstol Mateo escribió:

“Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes” 
(Mateo 27:35)

Aquí es donde me parece conveniente recordarte que del mismo modo, a cada creyente en Yeshúa el Abba nuestro ha entregado la cobertura de Su Espíritu Santo que es garantía especial de Su Gracia (cf. 2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14; 4:30). Ciertamente, muchos son los enemigos espirituales que quieren arrancar del creyente la seguridad del favor del Padre. Pero uno de los más peligrosos es, sin duda alguna, la envidia de aquellos con los que nos relacionamos a diario.

Es asombroso ver como el maltrato de los hermanos de Yosef no disminuyó el apetito de ellos. La Torah dice que se sentaron a comer pan (37:25), mientras que Yosef les rogaba por su vida desde el pozo (42:21). Pero ellos no escucharon. Un físico podría calcular el tiempo exacto para que el grito de Yosef llegara a los oídos de sus hermanos. Pero, metafísicamente, tuvieron que pasar veintidós años para que aquel grito pasara desde sus tímpanos hasta sus corazones.

El carácter despiadado de estos hermanos es evidente. Podían sentarse y disfrutar de la comida, mientras que sus corazones estaban decididos a asesinar a su hermano. Fue justamente a esta dureza y crueldad a la que el profeta Amós se refiere, cuando dijo:

Ustedes beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de Yosef.”
(Amos 6:6 NVI)

Los hermanos (que habían matado a todos los hombres de Siquem) era probable que no se molestaran con los gritos de alguien al que ellos envidiaban y por ende, ahora odiaban.

Fue en ese momento, cuando alzaron sus ojos y vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, donde Labán y Yaakov tuvieron sus enfrentamientos algunos años antes. Estos comerciantes eran descendientes de Ismael (25:13-16); llevaban en sus camellos especias, bálsamo y mirra para hacerlos bajar a Egipto para comerciar (37:25b). Es irónico (y no casualidad) que estos tres elementos fueran los mismos regalos que los hermanos de Yosef le llevaron cuando él ya estaba reinando junto al Faraón, en Egipto (43:11).

El relato se vuelve tan impactante como paralizante. No sabemos si debemos pensar bien de los hermanos de Yosef, ya que decidieron perdonarle la vida, o pensar mal de ellos, ya que imaginaron que podían deshacerse de él y hacer un poco de dinero al mismo tiempo. La envidia los llevó a mirar tan en menos a Yosef que consideraban que su hermano sólo tenía un valor de veinte piezas de plata, menos que un esclavo.

Vemos que aquí es cuando Yehudáh asume un papel de liderazgo en relación con el destino de Yosef. Será él quien dirá:

¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y ocultemos su sangre?… Después de todo, él es nuestro hermano, así que sólo vendámoslo como un esclavo en lugar de matarlo.”
(37:26).

Lo paradójico e irónico de todo, es que este será este hijo de Yaakov, que se convertirá en el ancestro del Mesías Yeshúa, el intercesor por excelencia de todos sus hermanos.

Desde este punto Yehudáh adquiere un papel cada vez más destacado en la familia. Él dijo: vendámoslo a los ismaelitas, y no sea nuestra mano contra él. Sus hermanos aceptaron su sugerencia. Ellos podrían evitar el pecado de asesinato y obtener un beneficio al mismo tiempo.

Los hermanos de Yosef, que hipócritamente no quisieron contaminarse con su sangre, lo vendieron a los ismaelitas, así mismo, siglos después, los judíos, que hipócritamente no querían contaminarse con la sangre del Mesías, llevaron a Yeshúa al gobernador romano Poncio Pilato (Juan 18:28).

Entonces, cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a Yosef de la cisterna, lo subieron y lo vendieron por veinte piezas de plata. Y llevaron a Yosef a Egipto (37:28). A causa de este incidente, más tarde Moshé (Moisés), inspirado por el Eterno, fijaría el valor de rescate de un jovencito entre cinco y veinte piezas de plata (Levítico 27:5); y el precio promedio de un esclavo en treinta siclos (Éxodo 21:32).

Lo maravilloso de esta historia es que los hermanos de Yosef no se dieron cuenta, pero cuando lo vendieron se aseguraron el cumplimiento de los dos sueños que él les había relatado; y es que la Providencia divina utiliza todas las circunstancia para beneficio del cumplimiento de su propósito eterno (Romanos 8:29).

Cabe aquí también decir que, tanto para la Torah del Eterno, como para los códigos jurídicos de aquella época, lo que sus hermanos le hicieron a Yosef era considerado un crimen y una ofensa capital.

Tipológicamente hablando, Yeshúa y Yosef fueron traicionados a cambio de plata. Yosef fue vendido por el precio de un esclavo por su hermano Yehudáh, y Yeshúa fue vendido por el precio de un esclavo por su discípulo (talmid) Judas (forma griega de decir Yehudáh). Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Yeshúa, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

— «He pecado» —les dijo— porque he entregado sangre inocente«
(Mateo 27:3-4a).

Volviendo al relato del libro de Bereshit (Génesis), notamos que a los hermanos de Yosef les preocupaba cargar con la culpa de su muerte. Por eso, Yehudáh ofreció una alternativa que no era correcta, pero que los libraba de cometer homicidio. Y a decir verdad, nosotros también, en distintas ocasiones, guiados por el sentimentalismo, optamos por soluciones que son “menos malas” pero están igualmente infectadas de errores. Pues bien, muchas de estas “soluciones” son el producto de la impulsividad que provoca la envidia que se ha desarrollado en nuestro corazón.

El conocido filósofo y teólogo Tomás de Aquino dijo que “la envidia consiste en una tristeza ante el bien del prójimo, considerado como mal propio, o en cuanto se piensa que disminuye la propia excelencia, felicidad, bienestar o prestigio”. Por eso, la Torah enseña que la caridad o justicia social (hebreo tzedakah) permite que nos alegremos del bien de los demás, haciendo que la envidia se debilite y muera.

Lamentablemente debo decir aquí, que en mis años de trabajo en servicio al alma humana, he aprendido que la envidia es el pecado capital más difícil de reconocer por el ser humano, ya que constantemente este busca justificar su manifestación. Sin embargo, debemos aceptar que la envidia fuera de control puede crecer rápidamente y conducir a acciones pecaminosas muy serias.

Mientras más tiempo el ser humano cultive la envidia, más difícil será desarraigarla de su vida. El mejor momento para comenzar a tratar con la envidia es cuando te des cuenta de que estás llevando un registro mental de lo que poseen y alcanzan los demás.

Apreciado lector o lectora, por todo lo hablado, y ante el aprecio que tengo a tu alma, te invito a que en este momento eleves tu corazón al Eterno y permitas que Él lo examine en cuanto a este pecado capital (Salmo 139:23-24)

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¿En qué Consistió el Pecado de Rubén?

Por P.A. David Nesher

Vayehi bishkon Yisra’el ba’arets hahi vayelech Re’uven vayishkav et-Bilhah pilegesh aviv vayishma Yisra’el.»

«Mientras Israel estaba asentado en aquella tierra, Reuvén causó un desorden en relación con el lecho de Bilá, concubina de su padre, e Israel lo escuchó. Los hijos de Israel fueron doce.»

(Bereshit/Génesis 35:22)

Reuvén (Rubén) era el primogénito de Yaakov. Considerando esto, podríamos esperar la más alta conducta de él y esperar que seriamente recibiera el pacto de sus padres. Sin embargo, aquí pecó de la manera más ofensiva en contra de su padre y de toda su familia. Pero la pregunta es: ¿en qué consistió realmente su pecado?

Probablemente Reuvén tendría unos treinta años de edad. No se dan detalles, pero Bilhah era mucho mayor que Reuvén, siendo la sierva de Rajel, y la madre de dos hermanastros de Reuvén: Dan y Neftalí. Por esto, el texto original no permite interpretar un pecado sexual en este evento; ¡esto no fue una violación! En la superficie parecería ser una singular coincidencia, pero cada uno de los protagonistas tenía sus propias razones para involucrarse.

Desde una mente lógica y deductiva, Bilha tenía sus propias razones para involucrarse. Después de la muerte de Rajel, ella probablemente quería tomar el lugar de la matriarca como esposa principal de Yaakov. Durante la vida de Rajel la cama de Yaakov estuvo siempre en la tienda de ella; pero en su lecho de muerte él la sacó a la tienda de Bilhah, la sierva de Rajel. Después de la sepultura de la matriarca, Yaakov avinu continúo durmiendo en la tienda de esta concubina. Después de la muerte de Rajel, Bilhah era claramente la única amenaza para esa posición perteneciente a Lea, madre de Reuvén.

Reuvén se irrita por este motivo, pues cómo podía ser que él durmiera con la sierva y no con la esposa original. Lo tomó como una ofensa para su madre Leah. Según los sabios, en este acto, Reuvén siente la necesidad de recordarle a su padre que tenía la obligación de reanudar sus relaciones con Leah.

Reuvén, lleno de resentimiento por causa de esto, debe haber cavilado en su corazón algo así: «Si mi madre, Lea, estaba subordinada a Raquel, ¿ella también debe estar subordinada a la sierva de Raquel?» Ya era suficientemente malo que Yaakov prefiriera a Rajel respecto de su hermana Leah, pero era intolerable que él prefiriera una sirvienta a su madre. Por lo tanto, él quitó la cama de Bilha y la sustituyó por la de Leah. En lo que se refiere a Reuvén, esto aseguró que Bilhah nunca pudiera ascender a la posición de la esposa principal. Así pues, Reuvén lleva la cama de Yaakov a la tienda de Leah, denigrando a Bilháh y no respetando la voluntad de su padre.

Según la tradición e interpretación talmúdica, lo que realmente ocurrió fue mucho menos impactante. Reuvén de hecho estaba protegiendo el honor y el lugar de su madre en la familia. Justamente el Talmud en Shabat 55b explica que no debemos pensar que Reuvén literalmente se acostó con Bilhah; más bien, dicen que debe traducirse como que él » perturbó los arreglos para dormir de Bilhah«. Por eso es que el verso continúa de inmediato: “ Jacob tuvo doce hijos».¡Seguro que ya lo sabemos! Pero la Torah enfatiza esto dando a entender que, incluso después de esta interrupción en la casa de Yaakov, los doce aún eran hijos del tzadikim; es decir que los doce eran igualmente justos.

Pero la Escritura considera inconveniente este hecho. La pérdida de la primogenitura podría ocurrir si una grave ofensa se cometía y Reuvén, en este intento de señalarle a su padre cuál debía ser su posición, terminó por destruir la suya propia, ya que le costaría su primogenitura. Desde esta decodificación, el verdadero alcance de la ofensa de Reuvén, trastornar el delicado equilibrio en la casa de su padre y erosionar la autoridad de Jacob en su propia casa, es como si Reuvén hubiera cometido incesto con Bilhah.

En verdad, lo que Reuvén ignoraba, explican las tradiciones, es que, Yahvéh le iba indicando a Yaakov el lugar donde él debía dormir. ¿Cómo era esto? La Shekinah de gloria solía posicionarse por sobre las tiendas, por lo que Yaakov iba y entraba con la esposa que se encontrara cubierta por la Shekinah. En esta ocasión especial, la Shekinah estaba reposando sobre la habitación de Bilhah, por lo que Yaakov se dispuso a dormir en esa habitación. Lo de Yaakov no era una especie de añoranza respecto de Rajel, porque Bilhah había sido su doncella, Yaakov solo seguía las señales enviadas por el Eterno.

Por otro lado, otros sabios comentan que Reuvén quiso impedir que Yaakov trajera más tribus a la familia. Él sabía que su padre tenía la intención de erigir a doce tribus, por lo que no era posible que ahora estuviera dispuesto a engendrar más hijos.

Más allá de todo, ahora entendemos que nunca fue el propósito de Reuvén profanar el lecho de su padre; sin embargo, por esta acción anárquica, Yaakov revocó su primogenitura dándosela a su hijo Yosef, (Gén 49:3-4). Solo Moshé, antes de su muerte, es quien pudo borrar en su última y suprema bendición, las palabras afrentosas lanzadas por Yaakov contra su primogénito y exclamar:

«¡Viva Reuven, que no se extinga…!»

Raquel es Sepultada por la Muerte Declarada

Por P.A. David Nesher

 Vayatsev Ya’akov matsevah al-kvuratah hi matsevet kevurat Rachel ad-hayom.»

«Yaakov erigió un monumento sobre su sepultura, que es el monumento de la sepultura de Rajel hasta el día de hoy.»

(Bereshit/Génesis 35:20)

 

Muchas veces pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos. Es decir, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Debo decir que eso es sólo una parte de la verdad, ya que lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres, pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia en aquello que haces.

De acuerdo a lo revelado en la Instrucción (Torah) divina, lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.

El Eterno mismo nos dice en su palabra:

“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”

(Mateo 12:37 – RVR-1960).

Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Yahvéh nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para destruir a alguien que nos lastimó, y lo más triste del caso, hemos estado declarando palabras que nos lazan a un destino con final trágico.

La muerte de Raquel (Rajel) es un ejemplo claro de lo dicho hasta aquí. La misma fue primeramente el cumplimiento trágico de la maldición que Jacob (Yaakov) mencionó que vendría sobre el que robó los ídolos de Laván (Génesis 31:32). Pero Rajel misma también provocó este final, al rogarle a Yaakov:

«¡Dame hijos, o si no, me muero!»

(Génesis 30:1)

¡Y así fue como sucedió, ambas declaraciones se convirtieron en realidad! Rajel tuvo hijos y murió como consecuencia de ello, y también, como consecuencia de lo que su esposo declaró vehementemente a aquel que había robado los terafim de su padre.

Lo cierto de esta historia de amor es que Rajel y su esposo no dormirán juntos el “sueño de la muerte”.

Entendemos que su vida fue un episodio corto, pero brillante dentro de esa brevedad, para el cumplimiento del propósito eterno de Yahvéh. Pero su forma de hablar, sumada a su manera sentimental de responder a algunos acontecimientos negativos referentes a su maternidad, la condujeron a transitar un camino de rigor innecesario. Los sabios explican que, por no querer dormir Rajel con su esposo una noche, fue la causa por la que El Eterno no permitió que Rajel “durmiera” junto a Yaakov el sueño permanente del sepulcro. La noche que Yaakov no durmió en la tienda de Rajel fue en la ocasión de las “dudaim” (mandrágoras). Ese día la Shekinah reposaba en la morada de Rajel y aun así, ella envió a Yaakov a dormir con su hermana Leah luego de una “negociación” –intercambio– de unas mandrágoras/dudaim, desvalorando de esa forma la compañía de su esposo así como la indicación de la Shekinah. Estas habían sido las palabras de Rajel:

“…Pero ella le respondió: “¿¡Es poco que hayas tomado a mi esposo que incluso pretendes tomar los dudaím de mi hijo!?”. Dijo Rajel: “Entonces se acostará contigo esta noche, a cambio de [que me entregues] los dudaím de tu hijo…

(Gén 30:15. Torat Emet)

“…Puedes quedarte con mi esposo Yaakov…”

Delicadas palabras de Rajel, sin duda. Sin pretenderlo, la declaratoria de Rajel anuncia de manera profética lo que ocurrirá al final de sus vidas; Leah será enterrada a lado de su esposo Yaakov en Majpela con los demás patriarcas.

Rajel fue sepultada en Ramá, al norte de Jerusalén. Yaakov erigió una estela sobre su sepultura, y Moisés comentó que el pilar que marcaba la tumba de Rajel era visible incluso hasta sus días (35:20). A esto se refiere Samuel cuando envió a Saúl a su casa después de su unción (1Samuel 10:2). Podría haber estado visible durante los días de Jeremías cuando los judíos eran llevados a la cautividad babilónica. Sin embargo, ya no es visible hoy en día, por lo que la ubicación de la tumba se ha perdido y fuera de lugar en Beit-Lejem (Belén).

Rajel muere camino a Beth Lejem de Yehudá, y lo cierto de toda su historia es que el Eterno permitirá que ella sea considerada la “Matriarca principal” de los Benei Israel (Hijos de Israel), la cual vive en el corazón y mentes de sus hijos quienes han ido a visitarle en su lugar de descanso. Rajel es considerada como una misericordiosa madre que, como mujer y esposa sacrificó el eterno amor de su compañero para darse toda ella con amor a sus hijos. Sin embargo, su actitud mental vehemente la llevó a un final que podría haber evitado si hubiera controlado sus dichos y hechos.

Reflexionando en todo esto, y volviendo al mensaje con el que comencé esta bitácora, respecto a nuestras declaraciones orales, tengo que decirte que no es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida, y con las cuales te has trazado un triste futuro. Te aconsejo que tomes como estilo de vida la actitud del salmista:

“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.”

(Salmos 39:1 – RVR-1960)

Tal vez dijiste cosas que no querías. Quizás lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. Acepta que la lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.

De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.

El Dilema de la Verdadera Fe: El Dolor o la Visión

Por P.A. David Nesher

 

 

Tan pronto como terminó de enterrar Yaakov a Déborah, la nodriza de Rebeca (35:8), su alma sumó más duelo, ya que tuvo que enterrar a Raquel (Rajel), su esposa más amada. Entonces, después de cumplir con la promesa de Jacob, se trasladaron de Betel, y mientras estaban en el camino a Belén, su amada Raquel murió en el parto (35:16a). La familia estaba completa ahora con el nacimiento de Benjamín. Curiosamente, once de los doce hijos de Jacob nacieron fuera de la Tierra Prometida en Padan-aram.

De acuerdo al primer libro de Samuel (10:2), ella murió en la frontera de Benjamín y Selsá. Y sabemos por el mismo libro (7:17) que Samuel vivió en Ramá, una ciudad de Benjamín. Por lo tanto, la tumba de Raquel estaba en la ciudad de Ramá, que está al norte de Jerusalén (Jeremías 31:15).

Entendamos primeramente una cosa. Rajel murió antes de tiempo por la maldición que Yaakov había pronunciado sobre la persona que había robado los dioses de Labán (Gé 31:32). ¡Inmenso es el poder de las palabras! Por ello, haremos siempre bien en pensar antes de pronunciarlas.

Moribunda Rajel, llama al niño «Ben Oní» que significa “hijo de mi tristeza” o más literalmente “hijo de mi dolor” (en el hebreo la palabra para el «dolor» y «contracciones de parto» son sinónimos). Pero Yaakov cambió el nombre por el de Binyamin (Benjamín) que significa «hijo de la derecha«, «hijo del sur«, o «hijo de mi fuerza«. Desde el inicio de su vida Benjamín tenía dos cosas que lo diferenciaron de sus hermanos. En primer lugar, él era el único hijo nacido en la Tierra Prometida, y en segundo lugar, él era el único hijo nombrado por su padre.

En la geografía de la Torah, el oriente siempre está hacia delante. Eso difiere de la cosmovisión geográfica de hoy en día cuando todos los mapas colocan el Norte hacia delante. Por lo tanto, desde la mentalidad hebrea, la derecha implica también el sur.

En el Salmo 89:12 aparece la palabra hebrea yamin como una referencia al sur. Por eso el nombre Binyamín hace referencia al lugar del nacimiento de este hijo, fue el único que nació en la tierra de Kenaan que está al sur de Padán Aram, donde nacieron los demás hijos de Yaakov.

Por otra parte, la palabra “yamìn”, sirve algunas veces para designar el mediodía (Salmos 89:13). Avraham avinu en su tiempo solía ya dirigirse hacia el mediodía en su búsqueda del lugar más propicio para la inspiración Divina; y, de hecho, el futuro Santuario de Jerusalem tendría su sede en el sur [Rashí]. El Beth Hamikdash sería construido en territorio de Benyamín; la Majestad Divina pues, “mora entre sus hombros”, dirá así Moshé en Deut. 33:12:

“…Respecto de Binyamín dijo: Que el amado de YHVH viva tranquilo junto a Él. Él lo protege todo el día y descansa entre sus hombros…” [Torat Emet].

Es para mí interesante aportar que en el Zohar, los sabios precisan que la Shekinah se asoció al círculo de los doce hijos en el momento del nacimiento de Binyamín, momento en que, al entrar en Tierra Santa, la familia formó una unidad perfecta.

Es muy usual en la mentalidad hebrea el cambio de un nombre, sobre todo cuando se trata de apartar los malos augurios para que de ese modo se conviertan en buenos. En el lenguaje bíblico la “mano derecha” es un símbolo de «fuerza y poderío», tal como se advierte en Tehilim/Salmo 21:8. Yaakov discernió que fue la Shekinah quien llenó el vacío creado por la muerte de Rajel. A partir de entonces, la Presencia divina permaneció fiel a la familia de Israel.

Con el nacimiento de Binyamín, el Reino de los Cielos empieza a avanzar y asentarse firme en Eretz Israel. Este número 12, está grabado en las leyes de la Creación. Aparece, por ejemplo, en los meses del año, en las 12 constelaciones de los cielos que miran hacia la Tierra, en las horas del día y en las horas de la noche. Esto significa que la futura nación de Israel se asienta, desde sus inicios, sobre las mismas bases sólidas e inmutables que las leyes de la naturaleza.

Teniendo todo este diseño profético en su mente, Yaakov no quería permitir que la pena por la muerte de su amada esposa le impidiera a llegar a la meta que había puesto en su mente desde que salió de la casa de Laván. Él quería llegar a su padre Yitzjak, quien estaba en el sur. Por ello, el sur era la meta para Yaakov en esos momentos. Esta es la razón por la que él cambió el nombre del segundo hijo de Rajel para marcar que la tristeza no debería ser lo que caracterizaba al hijo, sino la visión que estaba por delante: ¡llegar a gozar plenamente de la benevolencia ilimitada del padre!

El cambio del nombre muestra la importancia que Yaakov daba a la visión que tenía. Sólo le quedaba una pequeña distancia para llegar a la meta donde estaba su padre. Jevrón (Hebrón) no está muy lejos de Bet-Lejem (Belén). Y finalmente Yaakov llegó a la meta y pudo ver a su padre (35:27).

Amado discípulo de Yeshúa, mientras peregrinas el camino de ascensión de la Luz, no permitas que las penas y las tristezas que aparecen en tu jornada espiritual te hagan perder tu vista de las metas que el Eterno ha puesto delante de ti.

Que Yahvéh nos ayude a no caer en el pozo de la amargura sino llegar a la meta, el premio de su supremo llamamiento en Yeshúa HaMashiaj.

Shalom!

Limpiándose de la Idolatría para un Futuro Seguro

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Ya’akov el-beyto ve’el kol-asher imo hasiru et-elohey hanechar asher betochechem vehitaharu vehachalifu simloteychem. Vayitnu el-Ya’akov et kol-elohey hanechar asher beyadam ve’et-hanezamim asher be’ozneyhem vayitmon otam Ya’akov tachat ha’elah asher im-Shchem.

«Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.»

(Bereshit/Génesis 35: 2-4)

Después de los tristes acontecimientos de Siquem, Yaakov, con su alma embargada por la tristeza y decepción que le habían causado sus hijos, sabía que no podía permanecer allí, y así se dispuso a partir para Betel, lugar del que conservaba gratos recuerdos, y al que no quiso ir a vivir cuando el Eterno se lo ordenó. Entendamos y aceptemos que el atroz incidente de Siquem, fue porque Yaakov fue a Siquem, en lugar de Betel, donde se suponía que debía estar. Así, y sin darse cuenta, la familia de Jacob había sido espiritualmente devastada por vivir durante diez años en la ciudad cananea de Siquem. Por encima de todo esto era cierto que sus hijos, eran especialmente vulnerables durante sus años de adolescencia.

Nosotros, de igual modo, a menudo terminamos en grandes problemas que traen mucha dificultad para los que nos rodean, por no ir a donde Yahvéh nos dice que vayamos. Lo mismo que le ocurrió a Yaakov con sus hijos, nos sucede con nuestros hijos hoy. Incluso si los llevamos a la congregación cada semana, la vida de la mundanalidad, durante seis días puede ser demasiado poderosa para contrarrestar cualquier cosa que suceda durante el séptimo día.

Ahora bien, la Torah (Instrucción) revela que la única cura para la mundanalidad es separarse de ella. Por ello, Yaakov tuvo que salir de Siquem e ir a Betel. Este lugar estaba a unos 24 kilómetros al sur de Siquem (hebreo Shejem), pero su elevación es 305 metros más alta. Se hace esta referencia al igual que para Jerusalén, en el Brit Chadashah. Debido a que su elevación es de unos 762 metros sobre el nivel del mar, no importa la dirección en que usted se aproxime, la Biblia dice siempre: subir a Jerusalén, y Betel, está a 3.2 kilómetros al norte de Jerusalén.

Como Yaakov avinu sabia que Yahvéh lo enviaba allí a fin de hacer una acto profético que garantizaría protección de los pueblos vecinos, el patriarca comenzó por preparar espiritualmente a toda su gente.

Yaakov manda a su familia deshacerse de todo material de idolatría, pues luego de tomar el botín de Shejem, no habían destruido los objetos idolátricos que habían capturado con el botín. Cuando habla de “ropas” o “vestidos”, se está refiriendo a ropa decorada con estampas idólatras (Torah Rashí). [Importante es tener en cuenta esto a la hora de considerar qué  tipo de ilustraciones y/o leyendas tienen las ropas que usan nuestros hijos]. Recordemos, por lo ya estudiado, que desde tiempos muy remotos, las prendas simbolizan el carácter de quien las porta. Por eso, en las Sagradas Escrituras, la vida interior de los no regenerados se compara con una vestimenta contaminada (Judas 23).  En cambio, el texto sagrado revela que el cambio de ropa simboliza la renovación interior (Efesios 4:22-24).

El Targum del maestro Yonatán indica que los aretes no eran simples adornos, sino que constituían amuletos y talismanes con los que se invocaban deidades, y se hacían conjuros (Oseas 2:13).

Todo estaba bien claro: ¡si el Eterno iba a bendecirlos de nuevo, si iban a tener un nuevo comienzo, entonces los dioses extranjeros deben ser todos quitados!

Debido a que se dieron cuenta que estaban en grave peligro de ataque desde otras ciudades cananeas, tenían miedo, y así todos se rindieron a las instrucciones de Yaakov. Del mismo modo, hay que entregarse a Dios antes de que Él nos pueda bendecir. Hay algunas cosas que hay que enterrar y dejar atrás porque posiblemente no pueden ser dedicadas al servicio de Dios.

El Eterno se muestra siempre celoso de su honor, y no admite compañía en el culto que se le ofrece a Su Nombre. A través de este relato se nos revela que lo más difícil de implantar en Israel no fue el culto de Yahvéh, el Dios de Avraham, Itzjak y Yaakov, sino la exclusión de todo otro culto. Era muy difícil admitir para los antiguos la la unicidad de Dios. Yaakov enterró todos los ídolos y amuletos de las joyas y pendientes de su clan bajo la encina de Siquem, sin duda la misma de Moré donde había estado Avraham (Gén. 12:6). La encina de Moré era un árbol o un pequeño bosque que servia como lugar de culto para los habitantes de Siquem y los pueblos vecinos que hasta allí peregrinaban. Años más tarde, en la época de la conquista de la tierra, Josué dirá también a los escuadrones de la nación israelita, bajo esta misma encina:

«Ahora pues, quitad los dioses extranjeros que están en medio de vosotros, e inclinad vuestro corazón al SEÑOR, Dios de Israel.»
(Josué 24:23)

Notamos que Yaakov no quema los objetos idolátricos porque quería que subsistieran para perpetuar el recuerdo del pecado de idolatría que habían cometido. Pero, él no tuvo en cuenta que el instrumento del pecado siempre sigue ejerciendo una acción maléfica en tanto que no es destruido totalmente. En efecto, muchos siglos más tarde, los samaritanos descubrieron un ídolo que tenía la forma de una paloma en lo alto del Monte Guerizim donde habían construido su Templo; la cogieron y se pusieron a adorarla. El caso es que este ídolo era uno de los que Yaakov había enterrado bajo la encina. Por eso, por favor, observe bien esto. La Escritura parece indicar que no se puede desviar las cosas de Satanás para utilizarlas para el servicio al Eterno. Usted necesita deshacerse de ellas (Hechos 19:19). Tenemos que recordar que todo lo que nos estorba en nuestro viaje espiritual no sirve para nada, no importa lo valioso que parezca para el mundo (Hebreos 12:1). ¡Es importante para todo el mundo hacer un balance de lo que puede tener en su casa que es impío y rápidamente deshacerse de esas cosas!

Es prioritario es entender que si no quitamos los ídolos de nuestra vida, pueden arruinar nuestra fe. ¿Qué ídolos hay en tu vida y en tu familia? Un ídolo es cualquier cosa creada que ponemos ante el Eterno. Estos no tienen que ser solamente objetos físicos, sino que pueden ser también seres humanos (queridos y cercanos), tanto como pensamientos, proyectos o deseos. Por eso, al igual que nuestro padre Yaakov, debemos ser muy tajantes y expeditivos, eliminando incondicionalmente de nuestras vidas, todo aquello que interrumpe nuestra comunión con el Espíritu de Yahvéh, nos obstaculiza las bendiciones del Olam Havá (Mundo Venidero).

Luego, después de la purificación de ellos, partieron hacia un nivel de mayor altura (Bet-El).

Interesante es notar como el texto recalca la proximidad de Shejem (v. 4). Esta codificación la podremos comprender mejor a la luz de lo que acabamos de explicar. Shejem, en efecto, era el lugar predestinado a las desgracias; fue allí donde violaron a Dinah; donde más tarde venderían a Yosef; pasando los siglos sería también ese lugar donde se escondió el reino de David, huyendo de su hijo Absalón.

Los Siete Altares Patriarcales

Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-betel, porque allí Dios se le había manifestado cuando huía de su hermano.

(Bereshit/Génesis 35:7)

 

Habiendo llegado, Yaakov construyó un altar, y le cambió el nombre al lugar El-Bet-El, que significa «el Dios de la Casa de Dios«, porque allí se le había revelado ’Elohim cuando huía delante de su hermano Esaú. En realidad, El-Betel es la expresión hebrea que significa “el Poderoso de Betel”. El exegeta hebreo Rashí sostiene que debe ser traducida como “El Santo está en Betel”.

Aquí, en el texto hebreo tenemos otra implicación de la pluralidad en la Deidad revelado en el rollo de Bereshit (Génesis). Debemos entender que la palabra hebrea para Elohim es un sustantivo plural. Cuando la palabra Elohim es utilizada para dioses paganos, entonces el adjetivo o verbo que va con ella también está en plural. Pero cuando Elohim es utilizada para el único Dios verdadero, entonces el adjetivo o verbo está normalmente en singular. Sin embargo, hay excepciones. A veces, la pluralidad de la Deidad se revela porque el adjetivo o verbo que se refiere a Elohim está también en plural, y aquí es un buen ejemplo porque en hebreo la palabra revelado está en plural. El verbo en plural se utiliza con el sustantivo plural. Por lo tanto, literalmente significa, los dioses se revelaron a él. Esto apunta claramente a una pluralidad en la Deidad. Los rabinos, quienes no creen en la pluralidad de la Deidad, racionalizan este versículo diciendo que la palabra Dios en este versículo se refiere a los ángeles revelándose al patriarca, algo muy lejano a la intención del Eterno manifestada en el contexto general de Su Instrucción (Torah).

Ahora bien, en este pasaje vemos como Yaakov está más interesado en el Eterno que en su casa. Esto es muestra de su crecimiento espiritual. Aunque Yaakov, había pecado habiendo ido a morar a Siquem, ahora estaba haciendo lo recto delante de Yahvéh. Nuestro padre, a pesar del peligro que se había suscitado entre las ciudades vecinas a Siquem, confió en la protección del Eterno. 

Este es el segundo altar que Yaakov edifica.

Por último, conviene aquí mencionar que con este altar, queda completo el ciclo profético que nuestros padres en la fe abrieron con sus méritos de fe para que lo mesiánico comenzase a fluir en Su Luz. En total los patriarcas edificaron siete altares en la tierra, Avraham edificó cuatro, Yitzjak uno y Yaakov dos.

Los siete altares fueron edificados en los siguientes lugares:

Una Escalera al Cielo

Por P.A. David Nesher

 Vayachalom vehineh sulam mutsav artsah verosho magia hashamaymah vehineh mal’achey Elohim olim veyoredim bo.»

«Entonces tuvo un sueño: Resulta que una escalera estaba apoyada en la tierra y su extremo superior llegaba al cielo. Y los ángeles de Elokim subían y bajaban por ella.»

(Bereshit/Génesis 28:12)

“Soñó con una escalera.”

Por primera vez en su vida, el Eterno honraba a Yaakov con una revelación. Lo curioso también es que esta es la primera vez que la Torah nos habla de un sueño.

El sueño de Yaakov es uno de los capítulos de mayor vastedad y profundidad simbólica de toda la Torah. En el sueño de Yaakov, Malkut (la tierra) se conecta con Yesod (el Cielo).

La escalera simboliza la unión del hombre con Yahvéh. El espíritu especulativo del hombre debe elevarse en la «escalera del conocimiento» hasta acceder al Creador del Universo. Es posible unir el cielo con la tierra, sincronizar la vida mundanal con la existencia espiritual. La vida material es limitada, en tanto que la espiritual no tiene fin. Cuando unes ambas, encuentras la plenitud en esta vida y la delicia en la eternidad.

Los sabios estudiosos de la gematría y simbología del hebreo explican que la escalera simboliza nuestro pensamiento que puede ayudarnos a alcanzar hasta los mismos cielos, esto es, manifestar nuestro verdadero yo interior y alcanzar el lugar espiritual al que aspiramos. De eso se trata el sueño de la famosa “escalera”. El sueño de Yaakov avinu tendrá pues, un importante significado místico.

Este pasuk tiene distintos significados, todos ellos de suma importancia e interés. Según Rav Iben Hezra, esta escalera demuestra que los eventos que suceden en la Tierra dependen de la decisión del Omnipotente en las alturas y es como si fuera que la escalera estuviera entre ambos mundos y los emisarios de Yahvéh transitan a través de ella, en ambos sentidos, para cumplir con el Mandato divino. La visión que Yaakov tuvo es la revelación de todo lo que debía ocurrirle a sus descendientes en la posteridad. La escalera representa la escala de la Historia: pueblos, reinados, imperios que subían cada uno hasta cierto grado de grandeza, y descendían en su decadencia.

Esta visión simboliza también la escala social. Todos los hombres de virtud, cualquiera que sea su nacionalidad, su raza y su culto, tienen derecho de ascender por ella; todos se pueden aproximar a la luz Divina. Los ángeles (malakim) representan el saber sobre el conocimiento del Eterno en todas sus facetas. La escalera simboliza los niveles del conocimiento de Elokim. El hombre, pues, debe elevarse, en términos espirituales, hasta llegar a su Creador.

Siguen explicando los sabios que la “escalera” representa igualmente las tefilot (oraciones-rezos), mediante las cuales la persona puede ascender hasta los niveles espirituales más altos y volver a la tierra totalmente recargados, y llenos de emunah. Cuando un creyente se postra ante Yahvéh y lo hace en total comunión debe sobrepasar los niveles naturales. Por ello, las tefilot ofrecidas desde el Beth HaMikdash, estaban garantizadas su atención por parte del Santo y Bendito Sea.

En el libro de las Crónicas encontramos el siguiente testimonio:

“…Mis ojos estarán abiertos, y Mis oídos atentos a la plegaria que se eleve en este lugar, (16). Porque ahora he escogido y santificado esta Casa para que Mi Nombre esté allí por siempre y Mis ojos y Mi corazón estará allí eternamente…»

(2ª Cronicas 7:15-16) [Tanaj Edit. Sinaí].

La escalera es también una representación del monte Sinaí. El Sinaí fue la rampa/escalera que conectó lo Alto con lo bajo, a los hombres con Yahvéh. Es el evento del «Matán Torah» (entrega de la Torah), donde se hicieron presentes millares de malakim. Estuvieron ahí de pie todos los descendientes de Yaakov, las 12 tribus y millares de familias gentiles conversas. A futuro, la escalera de Yaakov, sería también la rampa que comunicaría con el altar del Beth HaMikdash a ofrendar los korbanot (sacrificios) los cuales serían incinerados para que sus aromas se eleven al trono Celestial. Aún el mismo viaje que emprendería Yaakov desde Beersheva hasta Jarán podría trazarse una larguísima ruta, de sur a norte en el mapa, formándose así una larga escalera geográfica.

Por último, los sabios explican que; “la escalera es la voz” de un justo. Por eso el Baal HaTurim explica en este versículo que; “la voz de la oración de los Tzadikím es como una escalera”, ya que “Sulam” (escalera) sus letras Samej (ס 60), Vav (ו 6), Lamed (ל 30), Mem (ם 40), tienen el mismo valor numérico que el vocablo “Kol” que significa “voz”, que se compone por las letras: Kuf (ק 100), Vav (ו 6), y Lamed (ל 30), en total, 136.

Esto significa que cuando la persona usa su voz para hablar palabras santas de Torah y oración con los demás, es como si tuviera una “escalera” bajo su brazo que lo lleva desde las profundidades de la tierra hasta las alturas más elevadas de los cielos. Las palabras son, literalmente, como una escalera que llevan a la persona a niveles más y más elevados. Por todo ello, existe en el judaísmo este hermoso pensamiento: ´´´«…Hay una escalera que sale de este mundo; una forma de alcanzar las estrellas. La plataforma de lanzamiento es el Sinaí, la aeronave es la Torah…».´´´

SIGNIFICADO DE LOS MALAKIM (ángeles)

“Malakim que ascendían y descendían”

Lo más lógico es que el texto dijera que los seres “descienden del cielo y luego ascienden”. Sin embargo, el pasuk habla a la inversa; los malakim “suben y luego bajan”. Según Rashí, estos seres eran malakim (ángeles) guardianes los cuales Hashem enviaba delante de Yaakov con la finalidad de protegerlo.

Mientras Yaakov estaba en Eretz Kenaan, necesitó de ángeles solo para que le ayudaran espiritualmente, pero una vez que sale de su tierra, los necesita para que le presten ayuda física y espiritual. En este sentido los malakim que “ascienden al cielo” –según el sueño-, son los que habían estado cuidando a Yaakov dentro de los límites de santidad de Eretz Israel. Como ahora Yaakov iba a salir del país, estos ángeles “ascendieron a Di-s” apartándose de él (pues Yaakov estaría fuera de su patria por muchos años), no tenían permitido salir de tierra santa. Por esta razón, nuevos seres “descienden del cielo” ahora con la misión de estar con él fuera de los ámbitos de santidad, es decir, fuera de Israel.

Los ángeles son también una figura de los Kohanim (Sacerdotes) levitas que transitarán por la rampa del altar del Templo “subiendo y bajando” transportando los distintos korbanot.

Rabí Eliezer, por su parte, explica que gel sueño de Yaakov fue una profecía en la que Dios le reveló los cuatro reinos que habían de esclavizar a sus descendientes, anunciándole así mismo su ascensión y su caída. Los cuatro reinos eran los de Babilonia, Media, Grecia y Edom, o Roma. Los malakim (ángeles) representaban los sarim (o «príncipes» o “padrinos”) de estos reinos en las esferas celestiales. Pero el Eterno apareció en la cima de la escalera y le prometió a Yaakov que le daría su protección: “…Te guardaré doquiera que vayas y te haré volver a esta Tierra…”.

Los sabios explican que un significado mesiánico es el siguiente: “La escalera” por la que los ángeles suben y bajan es un anuncio del Mashiaj. Mashiaj Yeshúa es la conexión entre el hombre pecador y la divinidad y será quien conectará en la Era Mesiánica (redención final), a todos los hombres temerosos y a la totalidad del pueblo de Israel con el Creador. Aquí lo que Yeshúa dice sobre la “Escalera de Yaakov”:

“…Y le dice:

De cierto de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que ascienden y descienden sobre el Hijo del Hombre (Ben Adám)…”,

[Juan 1:51, Código Real den NT]