Por P.A. David Nesher
Vayomer Ya’akov el-beyto ve’el kol-asher imo hasiru et-elohey hanechar asher betochechem vehitaharu vehachalifu simloteychem. Vayitnu el-Ya’akov et kol-elohey hanechar asher beyadam ve’et-hanezamim asher be’ozneyhem vayitmon otam Ya’akov tachat ha’elah asher im-Shchem.
«Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.»
(Bereshit/Génesis 35: 2-4)
Después de los tristes acontecimientos de Siquem, Yaakov, con su alma embargada por la tristeza y decepción que le habían causado sus hijos, sabía que no podía permanecer allí, y así se dispuso a partir para Betel, lugar del que conservaba gratos recuerdos, y al que no quiso ir a vivir cuando el Eterno se lo ordenó. Entendamos y aceptemos que el atroz incidente de Siquem, fue porque Yaakov fue a Siquem, en lugar de Betel, donde se suponía que debía estar. Así, y sin darse cuenta, la familia de Jacob había sido espiritualmente devastada por vivir durante diez años en la ciudad cananea de Siquem. Por encima de todo esto era cierto que sus hijos, eran especialmente vulnerables durante sus años de adolescencia.
Nosotros, de igual modo, a menudo terminamos en grandes problemas que traen mucha dificultad para los que nos rodean, por no ir a donde Yahvéh nos dice que vayamos. Lo mismo que le ocurrió a Yaakov con sus hijos, nos sucede con nuestros hijos hoy. Incluso si los llevamos a la congregación cada semana, la vida de la mundanalidad, durante seis días puede ser demasiado poderosa para contrarrestar cualquier cosa que suceda durante el séptimo día.
Ahora bien, la Torah (Instrucción) revela que la única cura para la mundanalidad es separarse de ella. Por ello, Yaakov tuvo que salir de Siquem e ir a Betel. Este lugar estaba a unos 24 kilómetros al sur de Siquem (hebreo Shejem), pero su elevación es 305 metros más alta. Se hace esta referencia al igual que para Jerusalén, en el Brit Chadashah. Debido a que su elevación es de unos 762 metros sobre el nivel del mar, no importa la dirección en que usted se aproxime, la Biblia dice siempre: subir a Jerusalén, y Betel, está a 3.2 kilómetros al norte de Jerusalén.
Como Yaakov avinu sabia que Yahvéh lo enviaba allí a fin de hacer una acto profético que garantizaría protección de los pueblos vecinos, el patriarca comenzó por preparar espiritualmente a toda su gente.
Yaakov manda a su familia deshacerse de todo material de idolatría, pues luego de tomar el botín de Shejem, no habían destruido los objetos idolátricos que habían capturado con el botín. Cuando habla de “ropas” o “vestidos”, se está refiriendo a ropa decorada con estampas idólatras (Torah Rashí). [Importante es tener en cuenta esto a la hora de considerar qué tipo de ilustraciones y/o leyendas tienen las ropas que usan nuestros hijos]. Recordemos, por lo ya estudiado, que desde tiempos muy remotos, las prendas simbolizan el carácter de quien las porta. Por eso, en las Sagradas Escrituras, la vida interior de los no regenerados se compara con una vestimenta contaminada (Judas 23). En cambio, el texto sagrado revela que el cambio de ropa simboliza la renovación interior (Efesios 4:22-24).
El Targum del maestro Yonatán indica que los aretes no eran simples adornos, sino que constituían amuletos y talismanes con los que se invocaban deidades, y se hacían conjuros (Oseas 2:13).
Todo estaba bien claro: ¡si el Eterno iba a bendecirlos de nuevo, si iban a tener un nuevo comienzo, entonces los dioses extranjeros deben ser todos quitados!
Debido a que se dieron cuenta que estaban en grave peligro de ataque desde otras ciudades cananeas, tenían miedo, y así todos se rindieron a las instrucciones de Yaakov. Del mismo modo, hay que entregarse a Dios antes de que Él nos pueda bendecir. Hay algunas cosas que hay que enterrar y dejar atrás porque posiblemente no pueden ser dedicadas al servicio de Dios.
El Eterno se muestra siempre celoso de su honor, y no admite compañía en el culto que se le ofrece a Su Nombre. A través de este relato se nos revela que lo más difícil de implantar en Israel no fue el culto de Yahvéh, el Dios de Avraham, Itzjak y Yaakov, sino la exclusión de todo otro culto. Era muy difícil admitir para los antiguos la la unicidad de Dios. Yaakov enterró todos los ídolos y amuletos de las joyas y pendientes de su clan bajo la encina de Siquem, sin duda la misma de Moré donde había estado Avraham (Gén. 12:6). La encina de Moré era un árbol o un pequeño bosque que servia como lugar de culto para los habitantes de Siquem y los pueblos vecinos que hasta allí peregrinaban. Años más tarde, en la época de la conquista de la tierra, Josué dirá también a los escuadrones de la nación israelita, bajo esta misma encina:
«Ahora pues, quitad los dioses extranjeros que están en medio de vosotros, e inclinad vuestro corazón al SEÑOR, Dios de Israel.»
(Josué 24:23)
Notamos que Yaakov no quema los objetos idolátricos porque quería que subsistieran para perpetuar el recuerdo del pecado de idolatría que habían cometido. Pero, él no tuvo en cuenta que el instrumento del pecado siempre sigue ejerciendo una acción maléfica en tanto que no es destruido totalmente. En efecto, muchos siglos más tarde, los samaritanos descubrieron un ídolo que tenía la forma de una paloma en lo alto del Monte Guerizim donde habían construido su Templo; la cogieron y se pusieron a adorarla. El caso es que este ídolo era uno de los que Yaakov había enterrado bajo la encina. Por eso, por favor, observe bien esto. La Escritura parece indicar que no se puede desviar las cosas de Satanás para utilizarlas para el servicio al Eterno. Usted necesita deshacerse de ellas (Hechos 19:19). Tenemos que recordar que todo lo que nos estorba en nuestro viaje espiritual no sirve para nada, no importa lo valioso que parezca para el mundo (Hebreos 12:1). ¡Es importante para todo el mundo hacer un balance de lo que puede tener en su casa que es impío y rápidamente deshacerse de esas cosas!
Es prioritario es entender que si no quitamos los ídolos de nuestra vida, pueden arruinar nuestra fe. ¿Qué ídolos hay en tu vida y en tu familia? Un ídolo es cualquier cosa creada que ponemos ante el Eterno. Estos no tienen que ser solamente objetos físicos, sino que pueden ser también seres humanos (queridos y cercanos), tanto como pensamientos, proyectos o deseos. Por eso, al igual que nuestro padre Yaakov, debemos ser muy tajantes y expeditivos, eliminando incondicionalmente de nuestras vidas, todo aquello que interrumpe nuestra comunión con el Espíritu de Yahvéh, nos obstaculiza las bendiciones del Olam Havá (Mundo Venidero).
Luego, después de la purificación de ellos, partieron hacia un nivel de mayor altura (Bet-El).
Interesante es notar como el texto recalca la proximidad de Shejem (v. 4). Esta codificación la podremos comprender mejor a la luz de lo que acabamos de explicar. Shejem, en efecto, era el lugar predestinado a las desgracias; fue allí donde violaron a Dinah; donde más tarde venderían a Yosef; pasando los siglos sería también ese lugar donde se escondió el reino de David, huyendo de su hijo Absalón.