Si existe una señal firme y fidedigna acerca de los últimos tiempos, es la aparición de engañadores dentro de la Iglesia de Cristo. Uno de esos tantos, que hoy influyen las mentes inmaduras de los creyentes en Jesús, es el conocido cantautor devenido en pastor al serviciio del Nuevo Orden Mundial, .
Hace unos días atrás, JAR escribió una artículo titulado «Humildad Teológica«, en el que afirma que es imposible comprobar con «absoluta certeza» que la Biblia es la palabra de Dios.
A continuación, reproducimos lo que Jesús Adrián escribió:
«Me gusta la honestidad de los agnósticos, aprecio su humildad epistemológica. Un agnóstico no descarta ni acepta creencias religiosas, simplemente toma una postura neutral porque reconoce los límites del conocimiento humano en el tema de Dios y la religión.
Los cristianos (teístas) tenemos mucho que aprender de los agnósticos. En un mundo en el que la certeza teológica nos ha vuelto orgullosos, nos haría bien un toque de realidad; No todo lo que creemos puede comprobarse con absoluta certeza.
Aunque creo y afirmo que el cristianismo es una fe racional con argumentos sanos e inteligentes, reconozco que algunas de mis convicciones se derivan más de fe que de certeza intelectual. Por ejemplo, no tengo problemas en afirmar que la Biblia es la palabra de Dios y la autoridad final en asuntos de fe y práctica, pero si soy honesto debo reconocer que hay huecos en los argumentos a favor de esta verdad, y para aceptarla, en algún momento de mi formación espiritual tuve que tomar un paso de fe.
¿Cómo compruebo que los 70 traductores de la septuaginta fueron inspirados por el Espíritu Santo para traducir de la manera correcta, agregar nuevos libros o partes de algunos libros al canon del antiguo testamento?
¿Cómo compruebo que el canon de las escrituras es absolutamente correcto y que los hombres asignados a este trabajo escogieron, dirigidos por el Espíritu Santo, la lista de los libros que compondrían la Biblia? ¿Cómo compruebo que fueron inspirados por el Espíritu Santo para determinar la canonicidad de ciertos libros y la apocrificidad de otros?
¿Cómo compruebo que el canon de la Biblia protestante es el correcto cuando el mismo Martín Lutero tenía problemas con algunos libros que ahora son parte del canon bíblico, y cuestionaba que libros como el de Ester, Hebreos y Santiago, entre otros, fueran inspirados por el Espíritu Santo?
Por supuesto que he leído todos los argumentos a favor de la autoridad de la Biblia y estoy de acuerdo con ellos; las profecías cumplidas, los pergaminos que respaldan lo que tenemos escrito, las evidencias históricas y geográficas, la consistencia literaria, la sobre-vivencia de la Biblia al escrutinio de los siglos y a los constantes ataques que ha recibido, etc. Pero después de todos los argumentos, debo ser honesto y aceptar que no puedo comprobar con “absoluta certeza” que la Biblia es la palabra de Dios.
Lo interesante de esto es que aunque no pueda comprobarlo, yo, junto a la mayoría de cristianos a través de los siglos, hemos estado dispuestos a morir por esta verdad. Tenemos la absoluta certeza que la Biblia es inspirada por Dios, pero más que certeza intelectual, esta certeza se deriva de algo más personal; FE.
En mi vida he comprobado que las palabras de este libro son verdad y son vida. Sus consejos me han llevado a encontrar la llave para entrar a una vida plena y productiva.
Al final de todos los argumentos, la única “verdad” a la que nos podemos aferrar con certeza es la verdad de nuestra fe.
Por supuesto que no es una fe ciega, es una fe que lucha y que cuestiona.
La verdadera fe no puede existir a parte de la duda. Cuando dejamos de cuestionar dejamos de aprender y hacemos de nuestra fe algo débil, algo que los demás no pueden tomar en serio.
Un poco de humildad teológica nos hará testigos más honestos y nos dará más credibilidad en un mundo que desesperadamente busca respuestas.«…
Como lograrán discernir, en estas líneas solamente se manifiesta lo denunciado por el Espíritu Santo en Su bendita Escritura.
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe”. (1 Tim. 4:1)
Según las mismas Sagradas Escrituras, los apóstatas son hombres o mujeres conocedores de la verdad, pero que apostataron de ella.
«Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos«. (Hechos 20:29 – 30)
«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles«. (Romanos 1:21 – 23).
«Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado,...» (2 Pedro 2:1 – 2)
«Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado». (2 Pedro 2:20 – 22)
«Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros«. (1 Juan 2:18 – 19).
«Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo«. (Judas 1:4)
La revelación divina escritural asegura que los apostatas tuercen la sana doctrina y generalmente niegan la inspiración divina de las sagradas escrituras.
«Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza«. (2 Pedro 3:15 – 17)
Después de escuchar a la Escritura hablar no queda otra cosa que confiar en que el Espíritu del Eterno que las inspiró será quien los guíe a no dejarse engañar por este tipo de personajes.
Lo que sí puedo asegurarte es que la Biblia misma asegura ser la Palabra de Dios en todas sus letras. El apóstol Pablo escribió que “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). La palabra griega traducida aquí por «inspirada» es theopneustos y significa literalmente «respirada completamente por Dios hacia afuera«, indicando de esta forma que todos los códigos que la conforman son la Palabra del Eterno dada a los hombres. Esto da a entender claramente que aunque el Eterno Dios ha utilizado a los seres humanos para que declaren sus palabras (Hebreos 1:1-2, 2 Pedro 1:21) esas palabras se originan todas en Él.
El término “Escritura” incluye lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento (Antigua Alianza) —que era lo único que estaba disponible cuando Pablo escribió 2 Timoteo 3:16—y además lo que nosotros llamamos el Nuevo Testamento—que fue ensamblado más tarde e incluye las epístolas de Pablo (2 Pedro 3:16) y otros libros. En otras palabras, toda la Biblia es la Palabra de Dios.
Yeshúa, nuestro Mesías, declaró que la Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). De hecho, toda la Palabra de Dios es verdad (Salmo 119:160), porque Dios, “… no miente” (Tito 1:2). Esto implica que si la Escritura contuviera errores originados en Dios, no podríamos confiar en la Biblia como una base para nuestra creencia.
Al fin y al cabo, si la Biblia afirma falsamente que es verdad en su totalidad, entonces ¿cómo podrían ser verdad todas las otras cosas que afirma ser? ¿Cómo podríamos creer aquellos pasajes en los que Dios declara que es un ser todo poderoso que nos quiere dar vida eterna, si hay otras secciones de la Biblia que contienen falsedades? La única forma en que podemos confiar en la validez del mensaje de la Biblia es si lo que dijo Cristo es verdad: “La Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).
Yo estoy convencido, por mi experiencia de servicio, que en el fondo de la resistencia de muchas personas (como JAR) a creer en la verdad de la Biblia está su rechazo a obedecer lo que esta dice. Al fin y al cabo, si la Biblia es la Palabra de Dios y los seres humanos deben “vivir por cada palabra de Dios” (Lucas 4:4), entonces esto implica que nuestra forma de pensar y nuestra conducta deben ser planteados de tal forma que obedezcan Su Instrucción (Torah). Desafortunadamente, nuestra moderna sociedad describe la Biblia como un texto restrictivo, anticuado, con muy poca aplicación en nuestro mundo actual, tal y como JAR quiere que los creyentes que lo siguen y admira crean. Pero Isaías 40:8 afirma que “la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”, y contra eso, ni JAR, ni ningún otro apóstata de moda podrá ir jamás.
¿Cómo sabemos entonces que la Biblia es cierta? ¡Pruébela! Si es realmente la Palabra de Dios, entonces seguir Su Instrucción traerá bendiciones sobreabundantes y recompensa en público para tu vida. (Deuteronomio 5:32-33), con la bendición final de recibir vida eterna en la familia de Dios. Este es el propósito del Eterno para cada ser humano: Él sólo quiere lo que es mejor para nosotros, y por esto la Biblia debiera ser más que una curiosidad académica—debiera gobernar todo lo que hacemos.
Pruebe la verdad de la Biblia y permita que Dios cambie su vida.