Mesías

Un Respetado Rabino reveló que Yeshúa es el Nombre del Mesías

Para comenzar les presento una nota hecha a mano por un rabino judío sefardí, en el 2005, un año antes de que aconteciera su partida de este mundo. En esta nota, desvelaba el que, en su opinión forjada desde una visión, era el nombre del Mesías. Este varón llegó a esta conclusión a partir de los profundos estudios que había llevado a la práctica a lo largo de su vida, siendo como era uno de los más respetados cabalistas.

“En cuanto a la abreviatura de la letra del nombre del Mesías, Él levantará a la gente y demostrar que Su Palabra y Su Ley son válidas. Esto lo he firmado en el mes de la misericordia.”

La frase:  Él levantará a la gente y demostrará que Su Palabra y Su Ley son válidas es la traducción española de “Yarim Ha’Am Veyojiaj Shedvaro Vetorato Omdim”, lo que da el acróstico (al que tan aficionados son los cabalistas) “YHVSVO”, que a su vez, sugiere la palabra “Yehoshúa” o “Yeshúa”… es decir, Jesús.

Ni la nota ni ningún escrito o relato del rabino explicaba cómo había llegado a semejante conclusión, más allá de la revelación hecha por él mismo de que el 4 de enero de 2003 se había encontrado en persona con el Mesías, un prodigio que, por otro lado, le habrían profetizado ocurriría dos de sus maestros muchos años antes.

Imagino que a esta altura, muchos de ustedes vibrando en una ansiosa curiosidad, estarán anhelando que les diga quién es el autor de esta nota tan relevante para la Casa de Judá. Pues bien, estoy hablando del rabino Isaac Kaduri, (יצחק כדורי). Había nacido en Bagdad, capital de Irak, en una familia de judíos sefardíes. Fue hijo de un comerciante de especias, el Rabino Katchouri Diba ben Aziza. Fue un aventajado y por ende un muy destacado estudiante de la prestigiosa escuela de estudios judíos Porat Yosef Yeshiva. Dedicó su entera vida a la lectura y estudio de la literatura clásica judía, el Talmud, la Cábala. Tradujo con perfecta objetividad los más extraños manuscritos de la cultura hebrea. Dichos textos, mientras eran traducidos, los aprendía de memoria con su portentosa capacidad fotográfica, razón probable de que dejara tan escasa obra escrita. Logró dominar memorísticamente la Torah, El Zohar, el Talmud, a Rashí y otros escritos judíos.

Kaduri funda su propia escuela la Nachalat Isaac Yeshiva. De hecho, se trataba de uno de los rabinos más solicitados por políticos y creyentes que sufrían enfermedades, en busca del favor divino para recibir su bendición y obtener la anhelada sanación. Por todo esto, sus palabras eran muy respetadas por los judíos de Medio Oriente.

A la muerte del Rabino Efraim Hakoken en 1989, Kaduri es elegido máxima autoridad de la Cábala y su carisma raya tan alto que se le atribuirán profecías, exorcismos, milagros y curaciones. Todo lo cual no es óbice para que se conduzca en todo momento con austeridad y sobriedad notables.

Isaac Kaduri muere en Jerusalén el 28 de enero de 2006 con aproximadamente 103 años (ya que no se sabe a ciencia cierta cuando había nacido), a su funeral acudirán nada menos que trescientas mil personas, entre los cuales el entonces presidente de Israel, Moshe Katsav, el Gran Rabino sefardí Shlomo Amar y el ex ministro de Exteriores Silvan Shalom.

Durante la última década de su vida sus seguidores vieron y disfrutaron la enseñanza de un frágil Kaduri que no hablaba lo suficientemente fuerte como para ser escuchado. Por lo que sus hijos se encargaban de repetir lo que decía.

De hecho, Kaduri profetizó en su sinagoga en Yom Kippur o Día del Perdón, que el Mesías aparecería a Israel unos pocos años después de la muerte de Ariel Sharón. El militar y político falleció en enero de 2014. Interesantemente es agregar aquí que otros grandes rabinos también profetizaron lo mismo, el Rabí Haim Cohen, Rabi Nir Ben Artzi y la esposa del Rabí Haim Kneiveskzy.

En 2007, el periódico Israel Today informó que meses antes de morir, Yitzhak Kaduri, escribió el nombre del Mesías en una pequeña nota que solicitaba permaneciera cerrada hasta un año después de su muerte. Cuando la nota fue abierta, reveló lo que muchos han conocido durante siglos, el nombre del Mesías como «Yehoshúa o Yeshúa». Al parecer producto de una visión que tuvo cara a cara con el Mesías en 2003, quien le reveló su santo nombre.

Sabemos que Jesús es la transliteración castellana del nombre hebreo/arameo del Mesías Yeshúa/Yehoshua. El rabino cabalista describe su nombre usando seis palabras y dando a entender que en sus letras iniciales formaban el nombre del Mesías.

Yehoshúa en arameo y Yeshúa en hebreo son el mismo nombre, derivado de la misma raíz hebrea de la palabra «salvación» como se documenta en Zacarías 6:11 y Esdras 3:2. El mismo relato narrado en Esdras llama al hijo de Josadac «Yeshua (ישוע) [Jesúa]», mientras Zacarías lo llama «Yehoshúa (יהושוע) [Josúe] hijo de Jozadac».

Israel Today señaló que la noticia, como era de esperar, no fue bien recibida por la comunidad judía ultraortodoxa e incluso cuenta con su reprobación, procurando todo el tiempo que esto no sea nombrado entre los miembros de la Casa de Judá para quedar en el olvido. Por eso es que la revelación de Kadurí recibió tan escasa cobertura en los medios de comunicación israelíes.

En una entrevista con Israel Today, el rabino David Kaduri, el hijo de 80 años del rabino Yitzhak, confirmó que, en su último año de vida, su padre había hablado y soñado casi exclusivamente sobre el mesías y su regreso. «Mi padre había conocido al mesías en una visión, y nos dijo que vendría pronto».

Israel Today mostró los manuscritos del rabino, para uso exclusivo de sus alumnos. Lo más impactante fueron los símbolos parecidos a cruces utilizados por Kaduri en todas las páginas. En la tradición judía no se utilizan cruces, de hecho, incluso el uso de signos de suma o adición se desaconseja ya que podrían confundirse con cruces.

Pero allí estaban, manuscritas por el rabino, cuando se le preguntó por el significado de esos signos, el rabino David Kaduri dijo que eran «signos del ángel», presionándolo un poco más sobre este significado, dijo que no lo sabía. El rabino David Kaduri tan sólo explicó que únicamente su padre había tenido una relación espiritual con Dios y que había conocido al Mesías en sus sueños.

Los judíos ortodoxos que viven en las proximidades del Nahalat Yitzhak Yeshiva dijeron a Israel Today, una semana después del reportaje sobre la nota secreta del rabino Kaduri, que eso nunca debió haberse sabido y que ha dañado el nombre de un sabio anciano reverenciado.

¿Qué opinión te despierte esta noticia?

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Los Siete Diseños Divinos Preexistentes

“Porque él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros”

(1 Pedro 1:20)

Según la mentalidad hebrea desarrollada por los códigos de la Luz Infinita de la Instrucción (Torah) divina, existen siete cosas preexistentes (anterior en el tiempo a todas las cosas).

Desde tiempos antiguos en ciertos escritos interpretativos no agregados a la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento), se dice que siete cosas fueron creadas antes de los Cielos. Es decir, que antes de crear el Universo existencial todo, Yahvéh concibió en Él mismo siete conceptos fundamentales para el perfecto funcionamiento de los Olamot (mundos). Esto quiere decir, que estos diseños vibraban ya en el Eterno antes que el mundo fue creado:

  1. La Torah, (Instrucción, cf. Proverbios 8:22).
  2. La Teshuváh (el arrepentimiento, cf. Salmo 90:2-3). Fue concebida en la mente divina para mantener la existencia humana, y asegurarse así la armonía en el mundo.
  3. El Gan Eden (Huerto del Edén o el paraíso, cf. Génesis 2:8). Diseñado con el propósito de asegurar una recompensa para el espíritu de los justos.
  4. El Gehinom (el lago de fuego, cf. Isaías 30:33). Concebido para dar castigo a todo malvado.
  5. Kise HaKavod o Trono  Celestial de Gloria, (cf. Salmo 93:2). Fue concebido en el Eterno con el fin de manifestar físicamente la Gloria divina en los planos físicos.
  6. El Beit Hamikdash o Templo Santo, (cf. Jeremías 17:12). Fue concebido como una condición para la Creación para que la Shekinah more en medio de ella permanentemente.
  7. El Nombre del Mesías, (cf. Salmo 72:17).

A fin de entender de qué manera estas siete creaciones en particular son vitales para la humanidad y que por lo tanto debieron ser concebidas antes de la Creación, dejaré esta síntesis que permitirá captar conceptos tan altos y profundos:

● El mundo fue creado solamente con el propósito de estudiar Torah y cumplir sus dictámenes.

● Teshuváh fue concebida para mantener su existencia. Un mundo sin teshuvá perecería inevitablemente a los ojos del juicio de YHVH.

● El Gan Eden fue concebido a fin de asegurar una recompensa para los justos.

● El Guehinom fue concebido a fin de dar castigo al malvado.

● El Trono Celestial de la Gloria fue concebido antes que el Universo a fin de manifestar la gloria de YHVH en el mundo.

● El lugar donde moraba la Shekináh (divinidad) permanentemente era el Beit Hamikdash. Por lo tanto, el concepto de Beit Hamikdash fue concebido como una condición para la Creación.

● El objetivo final de la humanidad es llegar a los días del Mashiaj; por lo tanto, el nombre del Mashiaj debía ser formulado aún antes de la iniciación.

Así pues, logramos entender y aceptar que el Eterno, de acuerdo con Su Intención, creó el mundo físico con relación a estas siete cosas.

La Torah fue el primero de estos siete conceptos fundamentales. Ella es el instrumento arquitectónico del Eterno de toda la creación. Ha permitido la construcción de todos los Mundos. ¿Por qué fue esto necesario?

La Torah sirvió como el instrumento arquitectónico en la construcción del mundo.

Si un constructor erige una casa sin consultar un arquitecto, ¿cómo será el producto final? La casa podría carecer de las puertas, ventanas o escaleras necesarias. Podría cometer un error en la viga básica de sostén de manera que toda la casa se derrumbaría poco tiempo después de su terminación. Por lo tanto, cada construcción debe estar precedida por un proyecto. El primer paso en la construcción es el plano completo dibujado por el arquitecto, incluyendo cada una de las divisiones, entradas y salidas. Luego el constructor siguiendo el proyecto de la construcción, lo convierte en realidad. – ¿Siguiendo qué diagrama fue construido el mundo?

Por otra, parte y para lograr profundizar mejor en la idea de qué es el propósito eterno de Dios, diremos que el hecho de que se hable del arrepentimiento como algo que precede la creación, nos enseña que aunque el Eterno no haya decidido de antemano que el hombre pecara, ya había diseñado una solución para el pecado del hombre:

“El Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo”

(Revelación 13:8)

¡Tres Días Son Tres Días… no Un Día y Medio!… (El Misterio de la Señal de Jonás)

Por P.A. David Nesher

“La generación mala y adúltera busque a un signo; y no se le dará ninguna señal a la misma, sino la señal del profeta Jonás:
Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar

(Mateo 12:40)

Es natural que aquellos varones y mujeres que no están familiarizadas con la secuencia de las Fiestas Primaverales del Eterno, determinaron un error de conteo al considerar la frase dada en su relato por el apóstol Juan al escribir:

«Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí»
(Juan 19:31)

Ellos identificaron el día después de la crucifixión como un Sabbath semanal, en ves de uno especial o anual. Esto quiere decir para ellos que Yeshúa fue crucificado en un día viernes, porque toda la gente sabe que el Sabbath judío es el día sábado. Y casi todo el mundo está de acuerdo en que Él resucitó en un día domingo. Pero, a la vez, todos coinciden en que no hay manera alguna en que se pueda contar tres días y tres noches entre un viernes y el domingo siguiente. He allí la controversia.

Por favor, reflexionen conmigo La única señal directa que Yeshúa dio de ser el Mesías fue que estaría 72 horas en el sepulcro, lo mismo que el profeta Jonás, que estuvo prácticamente muerto en el vientre del gran pez ¡y salió de allí únicamente porque Yahvéh lo sacó! Los líderes religiosos que retaron a nuestro Señor sabían muy bien la historia de Jonás, pero al parecer, nunca entendieron su significado.

En la actualidad, la mayoría de las personas que se declaran cristianas siguen la tradición del viernes santo y domingo de resurrección, ¡lo cual es una burla a las palabras de la señal de Cristo! No hay manera de hacer caber 72 horas dentro del lapso de un viernes para la crucifixión y un domingo para la resurrección. La historia de la Pascua florida es fruto de las tradiciones paganas previas al cristianismo ¡y no figura para nada en las Sagradas Escrituras!

A continuación comparto los dos videos de mi Canal de Youtube en los que podrán comprender esto:

PRIMERA PARTE:

SEGUNDA PARTE:


Los Cinco Sacrificios Mesiánicos

Por P.A. David Nesher

Al sumergirnos en el estudio del Sefer (Libro) Vayikrá, descubrimos que este comienza con las ordenanzas de los sacrificios y los tipos de ofrenda.

El hebreo usa la palabra korban y esta tiene que ver con una ofrenda presentada en el altar, ya sea animal o vegetal (Lev 1:3, 10; 2:1). Ya lo he explicado en otra bitácora que en el idioma español no existe una palabra que pueda expresar el significado de korban que se ofrecían en el MishkánLamentablemente, la palabra «sacrificio» implica que renuncio a algo que para mí tiene mucho valor, para que pueda beneficiarse otra persona. Es obvio que el Eterno no puede beneficiarse con los «sacrificios», pues a Él nada le falta. La palabra «ofrenda» tampoco es adecuada, pues la «ofrenda» sirve para apaciguar o aplacar a la persona a quien se la trae. Es como «comprar a alguien«. Una especie de soborno espiritual. El motivo por el cual nos es tan difícil traducir la palabra «korbán» al castellano es que nuestras ideas de «sacrificio» y «ofrenda» derivan de culturas paganas. En efecto, en esas culturas, las expresiones «sacrificio» y «ofrenda» resultaban adecuadas y hasta aptas para los tratos rituales con sus múltiples y temibles divinidades. Cada dios necesitaba algo y los humanos podían evitar su ira dándoles lo que necesitaban.

El término «korbán« posee la misma raíz hebrea que la palabra karav  que significa «acercarse» o «cercano» (Gen 12:11; 20:4; Ex 12:48). Y es una palabra que se emplea en forma exclusiva para describir la relación del ser humano con Yahvéh. Por lo tanto korban, puede traducirse como «acercamiento«, de este modo, la ofrenda misma era vista como una manera de acercarse a Dios. Efectivamente, las ofrendas eran realizadas para acercar las santas virtudes divinas, a fin de que formaran una unidad perfecta con el alma del ser humano redimido y despertaran finalmente misericordia en lugar de juicio. La cosmovisión correcta del significado de korban es la idea de alguien que se acerca a otro para escucharlo y así generar confianza en la conexión. Este es el sentido práctico de la fe generada por el escuchar la Instrucción divina (Heb. 11: 4; Rom. 10: 17).

Con esta explicación vemos claramente que la única forma de acercarnos al Eterno es a través de las ofrendas traídas al altar, nadie se acerca sin nada (Ex 23:15; Deut 16:16). La razón de los sacrificios es poder acercarse al Eterno, en el sentido de subir a su presencia. El redimido que lo practicaba, lo hacía porque quería establecer un acercamiento sincero con Yahvéh a fin de tenerlo por padre. Y como al acercarnos no lo podemos hacer con las manos vacías, todo lo que le damos o hacemos, nuestras oraciones, ofrendas y actos son llevados a la presencia misma de nuestro Dios para así establecer una comunicación eficaz con Él.

Será conveniente agregar que este no era el inicio del sistema de sacrificios del Eterno. Adán conocía el sacrificio (Génesis 3:21), así como Caín y Abel (Génesis 4:3-4), y Noé (Génesis 8:20-21). Así vemos que desde el principio, los seres humanos siempre han presentado ofrendas al Eterno, porque la Torah fue conocida desde antes del Sinaí (Gen 26:5). De allí, que el estudio de esas ideas sirve para inspirarnos a esforzarnos para ascender y acercarnos al Eterno, y adquirir así su santidad en nosotros.

En los seis días de acción creativa que relata el Bereshit, la creación del hombre no sólo fue el acto final del Eterno sobre todo lo hecho por Él, sino que fue un resumen de todo lo que había sido creado antes que el ser humano. Por eso, es que la Torah, en todas sus líneas, procura dejar bien claro que el hombre es un microcosmos del mundo entero. A esa mezcla, de tierra y cielo, Yahvéh agregó al soplarle espíritu, la esencia misma de su divinidad: la Santidad. Y tal como el Eterno imbuyó Santidad en la parte física del hombre, el objetivo de todo ser humano será imbuir activamente Santidad en toda las áreas existenciales de la Creación. Una de las formas de lograr esto es utilizar el mundo físico al servicio del Eterno. Esta mayordomía también otorga el derecho de usar los objetos físicos para el propio placer del hombre, siempre y cuando dirija todos sus objetivos hacia el servicio divino. Si una persona usa las creaciones con un objetivo egoísta, está abusando de su cargo de fideicomiso sobre el mundo. Por eso, llevar un animal al Mishkán (más tarde al Templo) y elevar sus partes en el altar para Yahvéh declaraba el deseo de llevar su parte material más cerca de del Eterno.  La idea de las korbanot (ofrendas) nos enseña que debemos día a día tomar lo físico —el cuerpo y los bienes materiales— y santificarlo, reconociendo que todo es para la Gloria del Eterno.

Por todo esto decimos que los korbanot no influencian al Eterno, sino que son una expresión de nuestro anhelo interno de acercarnos a Él y activar así el amor perfecto que hecha fuera todo temor (1Jn 4: 18).

Los primeros siete capítulos de Levítico lidian con ofrendas personales, voluntarias. Los capítulos 1 al 5 son en su mayoría instrucciones hacia el pueblo que trae la ofrenda y los capítulos 6 y 7 son en su mayoría instrucciones hacia los sacerdotes en cuanto a las ofrendas y su administración. En Levítico capítulo 7 verso 37 está resumido en qué consistía el sistema de sacrificios que Moshé enseñó detalladamente en los siete primeros capítulos del libro:

Esta es la Torah de la ofrenda de ascensión, de la oblación, de la ofrenda de pecado, de la ofrenda de culpa, de las ofrendas de consagración y del sacrificio de las ofrendas de paz

Entonces, listando estos korbanot, podemos aprenderlos así:

  1. Olá – Ofrenda de ascensión, (Levítico 1:1-17; 6:8-13).
  2. Minjá – Oblación, (Levítico 2:1-16; 6:14-18).
  3. Shelamim – (Ofrendas) de paz, (Levítico 3: 1-17; 7: 11-36).
  4. Jatat – (Sacrifico) de pecado, (Levítico 4:1 – 5:13; 6:24-30).
  5. Asham – (Sacrificio) de culpa por la iniquidad, (Levítico 5:14 – 6:7).

La olá, la minjá y los shelamim son “hermanos” y el jatat y el asham son “hermanos”. Cuando hablamos de hermanos es porque son ofrendados por motivos muy similares y se parecen entre ellos en sus fines. Los tres primeros tipos de korbanot pueden ser traídos voluntariamente por un hebreo como regalo a Yahvéh. Los dos últimos tipos de korbanot deben ser ofrecidos por un hebreo después de cometer una averá (pecado). La enseñanza es bien clara: Yahvéh se siente especialmente complacido por los korbanot que son ofrecidos libremente, y no a causa de un pecado. Por esta razón se los menciona en primer término en la Torah.

Sobre cada uno de ellos, el Todopoderoso señaló como debían ser ofrecidos, en qué debían consistir y cómo debían ser quemados y consumidos. Veamos las características y los códigos de vida escondidos en cada uno de ellos:

Primer Korbán: El Olá (subir, ascender, escalar, remontar, crecer)

Se la denomina ofrenda de ascensión u ofrenda encendida. También conocida como “holocausto” que significa “todo quemado”. Es realizado con un animal o un ave que es quemado completamente en el altar.

Las razones para traer este tipo de ofrendas no son especificadas y podía traerse como señal de reverencia al Eterno, petición de algo, alabanza a Dios reconociendo su suprema autoridad y otras. Antes de la dádiva de la Torah por medio de Moshé, era la ofrenda por excelencia de los patriarcas y de los antiguos. Fue la ofrenda hecha por Noaj (Noé) al bajar del arca (ver Gn 8:20).

Este korbán es llevado por una persona que contempla la realización de un pecado, pero que no lo hace, razón por la que es quemado por completo en el altar y no se come nada de él. Esta característica representa la purificación de los pensamientos y la sublimación absoluta de uno a Yahvéh, incluso con todos los pensamientos. El significado de quemar toda la ofrenda es: “Todo mi ser está dedicado a ti. Así como todo este animal es quemado y sube en ascensión a las alturas en el altar, yo entrego todo de mi para tu servicio” (Rom. 12: 1). Era considerada una ofrenda de gran honra puesto que el oferente no obtenía nada de la carne para sí, sino que todo era hecho como alabanza al Eterno. Esta ofrenda no tiene que ver con pecados directamente. Busca la santificación de la vida a través de una consagración total.

La ofrenda era quemada enteramente sobre el altar, excepto la piel del animal. El perfume que subía de la misma era para Yahvéh un olor grato. El Olá (holocausto) es, según el apóstol Pablo, una figura del Mesías dándose a sí mismo como «sacrificio a Dios en olor fragante» (Efesios 5:2). Importante será notar que aquí no se contempla al Mesías llevando nuestros pecados, sino cumpliendo la voluntad del Padre, glorificándolo y vindicando la santidad y majestad de Su trono sobre todos los hombres. Este tema surge de manera prominente en el evangelio de Juan y en el Salmo 40.

Segundo Korbán: La ofrenda Minjá (Oblación u ofrenda de harina).

Es el holocausto que representaba lealtad.  Era la única, de entre todos los demás korbanot, que no consistía en traer un animal sino vegetal, y lo que debía ofrendarse era harina.

La palabra “minjá” significa regalo. En términos de llevarle algo valioso a Yahvéh, esta ofrenda es bastante insignificante. Es una pequeña cantidad de harina con un poco de aceite y especias. ¿Por qué esta ofrenda está listada segunda, inmediatamente después de la ofrenda básica de ascensión? Es más, la sección de la Minjá utiliza una inusual palabra para referirse a una persona, néfesh, la cual es también una de las palabras que se utiliza para referirse al alma. ¿Por qué? La respuesta yace en el entendimiento básico de qué significa acercarse a Yahvéh. Él no necesita nuestras ofrendas. Se trata más de quién soy yo, y lo que necesito en mi propósito, que de lo que pareciera necesitar Dios.

¿Qué tipo de persona llevaría una Minjá? Un ser humano pobre. Para alguien en esa condición, incluso una pequeña cantidad de harina es un gran costo. No puede engañarse creyendo que su ofrenda es tan magnífica que sirve de soborno a Yahvéh. Lo que él esta haciendo es acercarse al Eterno aceptando que Él no excluye a nadie, por lo que no existe excusa alguna para acercarse a Él.  Por ello, la palabra usada para describir a esta persona es nefesh. Esta ofrenda de harina es tan querida para una persona pobre que se considera como si estuviera ofreciendo su alma. El oferente manifiesta su deseo de buscar conocimiento para transformar correctamente las energías que el universo da. Asumía que incluso la acción de comer es una responsabilidad sacerdotal ya que es una dinámica de acercamiento al poder transformador del Eterno. De este korbán surge el paradigma de que sólo cuando seamos fieles administradores del mundo físico, dirigiéndolo hacia Yahvéh, se nos volverá a permitir tener ese poder supremo sobre las otras criaturas vivientes que se le concedió al primer Adán.

Tercer Korbán: El Shelamim (la ofrenda de la Amistad).

Es una ofrenda voluntaria. es la única en que una parte del animal es quemada en el altar, una porción la recibe el kohén y otra porción es comida por el dueño del korván.

¿Cuándo ofrece un hebreo shelamim? Cuando se siente dichoso y desea compartir un plato de carne con su familia y amigos — pero también desea santificar su comida compartiéndola con Yahvéh y con Sus sacerdotes (kohanim). Si alguien ofrece Olá o Minjá no le está permitido comer ninguna porción del korbán. De modo, pues, que puede ofrecer un buey o una vaca, un carnero o una oveja, o una cabra como korbán shelamim. En esta ofrenda el redimido está reconociendo que está muy bien gracias al Eterno.

Esta ofrenda se traía voluntariamente para expresar gratitud por algo recibido de Dios, por simplemente estar muy conforme sobre como la vida del oferente estaba marchando, como expresión de estar muy bien con su familia y con el Eterno. La ofrenda de paz no tiene que ver con pecados sino con regocijo y estar bien delante de Yahvéh.

De esta ofrenda, parte de la carne y las grasas eran quemadas sobre el altar, otra parte (la espaldilla) era del sacerdote y lo demás era para que el oferente y sus invitados comiesen delante de Yahvéh, con la condición de estar ritualmente puros (Levítico 7:12-20). Este tipo de sacrificio era también llamada ofrenda de agradecimiento (Korbán Todá), ofrenda de votos u ofrenda voluntaria: “El que sacrifica alabanza (Korbán Todá) me honra” (Salmo 50:23).

La palabra hebrea Shelamim viene de la palabra Shalom, paz o prosperidad. Como esta ofrenda es compartida por tres partes, simboliza la creación de paz y prosperidad en el mundo. De este modo, este korbán asegura los lazos de amistad y fraternidad entre los seres humanos.

Cuarto Korbán: El Jatat u ofrenda por el pecado.

La palabra jatat se origina en la raíz jet que significa “pecar” o «errar«.
Hasta ahora la Torah consideró tres korbanot : el Olá, el Minjá, y Shelamim. Estos eran traídos por el redimido que deseaba hacer un regalo a Yahvéh con el fin de acercarlo en amistad a sí mismo. Ahora la Instrucción trata del korbán que el hebreo debe traer por el averá (pecado que cometió).  Este korbán debía ofrecerse por cierto tipo de pecado que un redimido cometía por equivocación ¿Qué significa pecarpor equivocación”? Esto puede ocurrir de dos formas:

  1. La persona no conoce la halajá (mandamientos y preceptos) de la Torah. Por ejemplo, cocina en Shabat porque no sabe que está prohibido cocinar en Shabat.
  2. La persona está equivocada respecto de los hechos. Por ejemplo, sabe que está prohibido cocinar en Shabat, pero olvidó que hoy es Shabat y cocinó en Shabat.

En ambos casos la persona dice simplemente se equivocó. Sin embargo, en la Torah dice que cometió una falta, por lo tanto debe traer un korbán jatat para que Yahvéh le perdone su pecado.

Quinto Korbán: La Asham guezelot (la ofrenda por la culpa o iniquidad).

Este korban a diferencia de la mayoría, es obligatorio. Una persona está obligada a traer su consciencia delante del Eterno cuando tiene la necesidad de compensar el pecado que ha cometido contra la propiedad de su prójimo. Era traída por aquella persona que tenía duda de haber transgredido la palabra de Yahvéh respecto a la propiedad, o si había hecho un falso juramento para defraudad, o elaborado un falso testimonio.

La ofrenda de Asham enseña claramente que un pecado contra nuestro prójimo es también contra Yahvéh. Expresa también que el verdadero arrepentimiento debe buscar resarcir el daño cuando es posible y dar muestras de no volver a hacerlo otra vez. Por medio de esta ofrenda se obligaba al hebreo a reconocer el derecho de propiedad privada. Aquí el pecado es visto como una transgresión contra el gobierno del Eterno. Nuestro arrepentimiento para con el Eterno no anula nuestra necesidad de reparar el daño hecho si es necesario. Por lo tanto, el damnificado debía ser compensado por el total del daño recibido más una quinta parte.

Tanto el Jatat, como el Asham expían por quien peca con una acción. Actuar exclusivamente en base a los deseos y transgredir la voluntad de Yahvéh es un comportamiento inapropiado para un ser humano. Entonces, uno llevababa como ofrenda un animal, que también actúaba en base al pensamiento. Se mataba a ese animal como diciendo: “Me he equivocado y me arrepiento del daño que le causé a mi alma. Mi lado animal se impuso; no quiero repetir ese error. Entonces, prometo matar al animalismo como la fuerza dominante en mi vida”.

Al investigar la codificación de estas cinco ofrendas encontramos ciertos tipos y figuras de la persona y de la obra del Señor Yeshúa, el verdadero «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Las mismas nos ofrecen de manera didáctica un panorama completo del Mesías en misión y su sacrificio en la cruz del Gólgota (Calvario). Son como espejos dispuestos alrededor del Señor y de su obra redentora en la cruz, de manera que cada uno refleja un punto de vista particular de su persona y de su maravillosa obra mesiánica.

A continuación les comparto dos imágenes que esquematizan perfectamente los diseños de fe que se esconden en estos cinco recursos de la adoración verdadera en el Mesías:

 

Pero hay algo más que debemos entender y es que en estos sacrificios está siempre involucrado el fuego, ya que se trata de ofrendas presentadas en el altar. Este nos enseña que nuestros actos (ofrendas) deben tener ese fuego que sale del alma. Estoy hablando de la llama de vida (Prov. 20:27; Juan 1:4; 8:12). La luz de la vida que nos fue dada en nuestro templo del cuerpo no ha sido puesta en nuestro corazón, para alumbrar, desde ahí, delante del Eterno. Por es que nuestro acercamiento al Eterno debe salir del corazón.

La palabra hebrea para corazón es lev y para flama o llama es labah. Ambas expresiones derivan de la misma raíz, por lo que debemos entender que dado que las ofrendas son quemadas por completo en el altar, de la misma forma nosotros debemos entregarle nuestra vida a Yahvéh por completo. La totalidad de nuestro ser debemos rendírselo diariamente a Él:

«¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,
el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios,
y que no sois vuestros?,
Pues habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Elohim en vuestro cuerpo
y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios».

(1 Corintios 6:19-20)

 

Esta conciencia de corazón pleno de pasión por vivir es representada en una ofrenda. En ella, cada redimido, da testimonio a todos los planes existenciales que su acercamiento al Eterno se basa en la siguiente certeza: «aquello que tomo de mí y ofrezco al Bendito manifiesta mi deseo que Él me haga parte de su naturaleza santa«.

El Sacrificio de Continuo y el Gran Deseo Divino

«Esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. Ofrecerás uno de los corderos por la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde. Además, con cada cordero una décima parte de un efa de flor de harina amasada con la cuarta parte de un hin de aceite de olivas machacadas; y para la libación, la cuarta parte de un hin de vino. Y ofrecerás el otro cordero a la caída de la tarde, haciendo conforme a la ofrenda de la mañana, y conforme a su libación, en olor grato; ofrenda encendida a Yahvéh.»

(Éxodo 29: 38-41)

 

Después de la ceremonia de su consagración de Aharón y sus hijos como sacerdotes, el Eterno continúa su pedagogía a través de la práctica de los sacrificios diarios, uno por la mañana y el otro a la caída de la tarde. Tenía por finalidad asegurar la presencia continua de Yahvéh en medio de Israel (v. 42)

Cada día debía ser ofrecido a Yahvéh, empezando y terminando con sacrificios de gratitud y consagración. Como el nombre lo indica (korbán) se quemaba toda la víctima en honor de Yahvéh. Era el sacrificio más perfecto, porque suponía la entrega total y desinteresada de la víctima al Señor.

El mandamiento  acerca del sacrificio continuo u holocausto perpetuo era llamado en hebreo korban tamíd y era una ofrenda derramada ante Yahvéh como una demostración de una completa abnegación de cada israelita al Eterno. Por eso, cada mañana a las nueve y cada tarde a las tres los hebreos tenían que sacrificar un cordero en el tabernáculo terrenal. El cordero de la mañana expiaba por los pecados cometidos durante la noche y el cordero de la tarde expiaba por los pecados cometidos durante el día. De esa manera hubo una expiación constante para los hijos de Israel.

El holocausto continuo comenzaba cada mañana con el primer cordero ofrecido en holocausto (olá, עולה). Los sacerdotes sacrificaban un cordero y lo ponían en el fuego del altar como el primer sacrificio del día. El cordero se quemaba en el fuego durante todo un día, por eso se lo llamaba el holocausto continuo. Los sacerdotes colocaban cada sacrificio posterior sobre la parte superior de la pira en la que el cordero estaba ardiendo.

Cuando el servicio concluía y los sacerdotes habían completado todos los sacrificios para ese día, traían el segundo cordero. Se sacrificaron como una olá y la colocaban en la parte superior de los restos de las ofertas del día, intercalando los servicios de todo el día entre los dos corderos de un holocausto continuo. Dejaban el segundo cordero en el altar para quemar toda la noche. A la mañana siguiente, los sacerdotes eliminaban las cenizas y era sacrificado otro cordero, se ponía sobre el altar, y comenzaba el proceso de nuevo. De esta manera, un cordero se mantenía ardiendo continuamente en el altar delante de Yahvéh.

El holocausto continuo establecía un patrón de referencia como la función más básica y regular del tabernáculo (y posteriormente el Templo). De este modo, los servicios de oración, el canto de los salmos, el encendido de la menorá, y la quema de incienso ocurrían en conjunción con la ofrenda continua. Los dos corderos de un holocausto continuo, que ofrece a las horas establecidas de sacrificio, creaban la estructura temporal para el resto de los servicios del Santuario. Gracias a este rito los israelitas pudieron conocer los tiempos propicios de oración enmarcados en las horas en que el holocausto continuo solía hacerse.

Esta ofrenda no debía cesar jamás. (Números 28: 3, 6, 10, Esdras 3:5). Era un tributo que dos veces al día debía ofrecer Israel en el altar a su Dios. No se omitía ni en los días más solemnes, en que se ofrecían al Señor otros sacrificios (cf. Núm. 28: 3-8). Se sabía que la salud integral de cada miembro de Israel estaba ligada a este korbán tamid (holocausto perpetuo).

El sabio intérprete Abarbanel recalca el hecho de que estos sacrificios no tenían carácter expiatorio, sino que eran en agradecimiento por todo lo que el hombre recibe del Eterno permanentemente: «Tamíd» (תמנד). Este exégeta agrega que todo lo concerniente a los sacrificios fue ordenado por la Torah únicamente después del episodio del becerro de oro. Los sacrificios rituales tienen por finalidad desarraigar pensamientos malos de nosotros. El ideal no es incurrir en error y después expiar el mismo por medio de sacrificio, por eso los sacrificios que se ofrecían en acción de gracias, son los que cobran mayor importancia y así los Sabios del Talmud llegan a decir que los versículos que se refieren a  «korban hatamid» (קרבן התמנד) o sacrificio continuo son cada uno: «Pasuk hacolel ioter batorah» (פסוק הכולל יותר בתורה), o sea, uno de los versos más fundamentales entre todos los versículos de la Torah. La idea pues que este korbán encierra es que lo espontáneo y lo voluntario es lo más loable en la vida del ser humano.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles se nos relata que Pedro y Juan fueron al Templo de Jerusalén a la hora novena:

 

«Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena,  la de la oración.» 

(Hechos 3:1 RV60)

 

Debemos conocer que la hora novena era  la hora del sacrificio diario de por la tarde (3 PM). No tenemos un relato el cual nos hable de la hora del sacrificio de la mañana. Pero fuentes extra bíblicas como Flavio Josefo, Filón de Alejandría y la Mishná (recopilación de la enseñanza oral de la Torah) indican que el sacrificio diario o continuo de la mañana era a la hora tercera (9 AM). También la Mishná muestra que el tipo de  oraciones que se hacían a la hora tercera y la hora novena. Estas oraciones se conocen como la plegaria de las dieciocho bendiciones (Shemoné Esré) también conocida como la amidá y se enfocan en cuatro aspectos: la redención, el perdón de los pecados, la llegada del Mesías y la resurrección de entre los muertos. El esquema de dicha amidá sería así:

  • Geulá (גאולה) «Redención«. Alaba a Dios como el redentor de Israel.
  • Selijá (סליחה) «Perdón«. Se pide a Dios perdón
  • Birkat David (ברכת דוד) «Bendición de David«. Se pide a Dios que traiga pronto al descendiente de David, el Mesías judío.
  • Gevurot (גבורות) «Poderes«. Reconoce la Fuerza y el Poder de Dios, en donde se menciona la sanidad y la salud que vienen de Dios y la Resurrección de los Muertos «Tejiyat Hametim«.

Una vez destruido el Segundo Templo de Jerusalén, y cuando los sacrificios cesaron, la oración sustituirá a los rituales que se celebraban en el Bet Hamikdash (Templo). La «havodat hamikdash» (עבודה המקדש) o ceremonial ritual del Santuario será sustituido por «Havodah shebalev» (עבודה שבלב)  o servicio a Dios con nuestro corazón, sentimiento y mente, lo que  quiere decir que el sacrificio continuo (korban tamíd) reemplazados por la»tefilah» ( תפילה ) u oración de alianza. En otras palabras, la oración tratará de reemplazar por medio de la palabra, lo que el ritual de los sacrificios realizaba por medio del acto concreto.

Aunque sabemos que probablemente las plegarias de la amidá de hoy día no sean semejantes a las que hacían los discípulos del primer siglo, sí entendemos que eran hechas a la hora tercera y la hora novena, es decir a las 9 de la mañana y 3 de la tarde.

 
¿Cuál fue el propósito de esos sacrificios? ¿Para qué el pecado del pueblo tenía que ser expiado?

Entendemos que para que el Eterno pueda cohabitar con seres humanos pecaminosos debían éstos seguir ciertas conductas, procedimientos y normas impuestos por Él mismo. Estos lineamientos pautaban de alguna manera la pureza o limpieza redentora que Dios hace por su pueblo. De lo contrario, cualquiera que pretendiera acercarse a Yahvéh sin dicha “gracia”, moriría (Éxodo 30:21, Éxodo 28:43) y no sería posible dicha relación (redención).

La sangre de este sacrificio continuo, se salpicaba diariamente sobre el altar, proporciona un recordatorio constante de la “sangre del pacto” que Moisés aplicó al altar y al pueblo en el Monte Sinaí (Éx. 24).

Este holocausto revelaba pues que el deseo del Todopoderoso es estar cerca de sus hijos. Pero también recordaba que Él no anhela solamente estar cerca sino también vivir dentro de cada uno de sus hijos (Israel). Yahvéh quiere que su gloria llene al hombre de tal manera que Su Luz pueda irradiarse en este mundo. El anhelo más íntimo del Eterno es habitar en Su Pueblo, y desde él redimir al mundo. Y para cumplir este deseo tenía que establecer estos sacrificios expiatorios que servían para cubrir el pecado de manera que el pueblo pudiera acercarse al Altísimo que es un fuego consumidor.

Juan el Bautista, criado en casa sacerdotal y educado a los pies de los esenios, entendía perfectamente el tipo de este holocausto. Por ello, cuando estaba en el río Jordán aplicando bautismo de teshuvá y vio al Mesías, el arquetipo, hizo en su proclamación alusión al holocausto continuo cuando identificó a Yeshúa como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

La respuesta que Juan estaba anunciando revelaba que el Eterno al fin podría estar cerca del pueblo pues su Cordero había sido entregado en el primer sacrificio, bautismo en el Jordán. Sólo habría que esperar el último holocausto, su sacrificio voluntario en la cruz del Calvario.

Sabemos que las plegarias obligatorias (la amidá) eran hechas a la hora tercera y la hora novena. Pues bien, curiosamente la hora tercera y la hora novena fue el período de tiempo que duró la crucifixión de Yeshúa aquel día 14 del primer mes del calendario hebreo hace casi dos mil años. Los Evangelios relatan.

«Era la hora tercera cuando le crucificaron».
(Marcos 15:25 RV60)

«Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró«.
(Lucas 23:44-46 RV60)

Mientras los Judíos hacían la amidá ese día el Mesías tan esperado y anhelado estaba poniéndose así mismo como expiación por los pecados del pueblo tal como fue anunciado por el ángel Gabriel:

«Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (Yeshúa), porque él salvará a su pueblo de sus pecados«.
(Mateo 1:21 RV60)

Al caminar en estos días postmodernos, la idea de un sistema sacrificial seguramente nos pareces extraña. Sin embargo, estoy convencido que podemos entender el concepto del pago o restitución de una manera fácil. Sabemos, por la revelación, que la paga por el pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que nuestro pecado nos separa de la Gloria del Eterno. También sabemos que las Sagradas Escrituras enseñan que todos somos pecadores, que ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23). A causa de nuestro pecado, estamos separados de Dios y somos culpables ante Él; sin embargo, la única esperanza que podríamos tener es que Él nos proveyera un medio para reconciliarnos con Él. Si comprendemos esto, entonces podemos entender cuál es la razón por la que envió a Su Hijo a morir en la cruz. El Mesías murió para hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los pecados de todos los que creemos en Él y su obra redentora.

¡Realmente asombroso! Toda esta estructura sacrificial fue implantada como una sombra del sacrifico eterno del Mesías Yeshúa. Él fue colgado en un madero a las nueve de la mañana y entregó su espíritu a las tres de la tarde. Su muerte es necesaria para la expiación del pecado en el tabernáculo celestial para que el cielo pueda bajar a la Tierra y el pueblo pueda encontrarse con el Eterno en el tabernáculo celestial.

En el Espíritu del Mesías, el espíritu humano tiene acceso al Tabernáculo celestial (Juan 4:23-24). Aquí hay mucho que decir y a la vez todo esto es difícil de explicar. Las dimensiones y las consecuencias de la muerte expiatoria del Cordero del Todopoderoso son inmensas en cuanto a la intimidad espiritual entre el ser humano y el Creador .

La muerte y resurrección de Yeshúa abrió el camino para el servicio espiritual en el santuario celestial . Todos los que han nacido de nuevo tienen la posibilidad de servir como sacerdotes en el templo celestial. El Mesías es el Sumo Sacerdote y sus discípulos son los sacerdotes .

¡Yeshúa es el “sacrificio continuo” (aquél representado por corderos de un año de edad, que se sacrificaban tanto por la mañana como por la tarde, continuamente) en el Tabernáculo Celestial!

“… pero Él, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, SE SENTÓ A LA DIESTRA DE DIOS”

(Hebreos 10:12 – LBLA – destacado mío)

 

Si alguno de ustedes, después de leer esta bitácora, anhela por su cuenta profundizar en estas realidades celestiales, les aseguro que se le abrirá un mundo inmenso con influencias espirituales asombrosas tanto en las esferas celestes como en este mundo físico. La intimidad con el Eterno por medio del sacrificio del Cordero es mucho más profunda que la intimidad que se produjo en el tabernáculo terrenal. Las palabras no alcanzan para expresar las profundidades y las alturas de este ministerio sacerdotal celestial. ¡Son dimensionalidades infinitas llenas de cosas inimaginables! (1 Corintios 2: 9).


Bitácora Relacionada y Recomendada:

Yeshúa: La Roca que Acompaña en el Desierto

Por: P.A. David Nesher

«Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Yahvéh, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.

Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron:

Danos agua para que bebamos.

Y Moisés les dijo:

¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahvéh?

Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo:

¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

Entonces clamó Moisés a Yahvéh, diciendo:

¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.

Y Yahvéh dijo a Moisés:

Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve.

He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo.

Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.

Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Yahvéh, diciendo:

¿Está, pues, Yahvéh entre nosotros, o no?»

(Éxodo 17: 1-7)

En mis encuentros con las Escrituras Sagradas, este relato siempre me ha permitido la profunda meditación en mi amado Yeshúa. Fue el apóstol Pablo quien desde su pluma, guiada por el Espíritu Santo, implantó en mi mente y corazón mi devoción por este pasaje. Él menciona esta historia en su primera epístola a los creyentes de Corinto, cuando dice que los israelitas “todos comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo. Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual fueron postrados en el desierto” (1 Corintios 10:3-5).

Para entender bien, el profundo mensaje mesiánico de este relato, debemos recordar que cuando Israel vagaba en el desierto se estaba produciendo un ensayo de la fe. Yahvéh los estaba capacitando en el ejercicio de la emuná (Fe) a fin de simplemente confiar en Él para todas sus necesidades materiales. Era un proceso de aprendizaje lento y doloroso. El desierto debía la zona académica que los hiciera transitar de la mentalidad servil que implanta la esclavitud, a la mente de servicio que tiene todo sacerdote. El reinado de sacerdotes que Yahvéh quería formar estaba ya en marcha, y esta «universidad celestial» (el desierto) debía producir seres humanos totalmente mesiánicos, es decir, capacitados para unir lo invisible con la Tierra y provocar reparación (tikún).

Teniendo en cuenta esto, vemos que  Israel hizo exactamente lo que Dios mandó, siguiendo la columna de nube y de fuego; pero no había agua para beber. Era el Eterno mismo quien los guió a esa situación. Estaban en la voluntad perfecta de Dios pero en un tiempo difícil. Esto nos enseña que es posible estar completamente dentro de la voluntad de Dios y aún así estar en la temporada de grandes problemas.

Israel acampa en ese punto y ahora altercan con Moisés, no por alimento, sino por agua. De acuerdo a la ciencia, y a la propia experiencia humana, la sed es el apetito más vehemente, por eso es que ellos muestran más ansiedad y seriedad por el agua que por el pan (como lo relata el capítulo anterior). Además, viajar por jornadas les daría a los israelitas tiempo para descansar y refrescarse. En cada parada necesitarían una fuente de agua significante, ya que la gente y los animales requieren grandes cantidades de agua cada día. Era demasiada, por lo tanto, imposible de cargar. Por esto, comprendemos que el Eterno mismo los condujo a esta situación a fin de capacitarlo en el ejercicio del poder de la emuná (fe).

…Y altercó el pueblo con Moisés…” Frase que describe y destaca que los hijos de Israel “tentaron” al Eterno al poner a prueba su paciencia y despertar su santa ira debido a su continua falta de fe y de gratitud. Toda su historia de peregrinaciones por el desierto es una historia de provocación. Lo que es asombroso para nosotros, es la longanimidad de Yahvéh con los israelitas, que “tentaron y enojaron al Dios Altísimo” (Sal. 78: 56). Repetidas veces “provocaron la ira con sus obras” (Sal. 106: 29), “murmuraron en sus tiendas” (Sal. 106: 25), “se rebelaron junto al mar” (Sal. 106: 7) y “tentaron a Dios en la soledad” (Sal. 106: 14).

Interesante resultará aquí agregar que la palabra hebrea rib, traducida aquí como «altercó«, a menudo se usa en sentido legal para describir una queja formal. En este caso, la gente presenta su queja ante Moisés, exigiendo que les de agua para beber. Sin embargo, según el salmista, este altercado lo describe como el endurecer de sus corazones igual que se endureció el corazón de Faraón (Salmo 95:8).

Cuando tenemos un problema es mucho más fácil el culpar a alguien que el pensar el problema cuidadosamente y en el espíritu. En esta situación Israel pudo pensar, “Estamos en un desierto; no es de sorprenderse que no haya mucha agua aquí. Necesitamos buscar a Dios para satisfacer esta necesidad.” Pero en lugar de eso, ellos culparon a Moisés y no hicieron nada para ayudar con el problema.

En cambio, Moisés siempre llevaba sus dificultades al Señor (Ex. 15: 25; 32: 30; 33: 8; Núm. 11: 2, 11; 12: 13; 14: 13-19). Por experiencia propia había aprendido a tener confianza implícita en Aquel que lo había llamado a ser el jefe de su pueblo, y siempre que llegaba al límite de la sabiduría humana, encontraba un Auxiliador siempre listo para asistir providencialmente.

Así pues, vemos a Moisés llevando el caso a yahvéh, deseando castigar a todo el pueblo por su rebelión contra él y el Altísimo. Moisés apela al Eterno con el deseo de que haga justicia en ese momento en contra de ese pueblo infiel. Pero vemos a Yahvéh darle a Moisés una extraña orden. Dios le dice:

“Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo.”

¡Sorprendente es el amor perfecto del Eterno! En lugar de descargar Su ira sobre ese pueblo rebelde y terco, Él decide una vez más revelar Su misericordia. Yahvéh le revela a Moisés que desea darle de beber a Su pueblo. Pero, en lugar de darle permiso al líder para castigar a los rebeldes, le dice que golpee la peña. Es decir, Dios le estaba ordenando a Moisés que en lugar de castigar a Israel, golpeara y castigara a la peña. Pero, lo más impactante de esta orden es que Dios le dice, ” yo estaré delante de ti allí sobre la peña.” Yahvéh estaría sobre la peña que iba a ser golpeada por Moisés. El Señor mismo recibiría el castigo que debió recibir el pueblo de Israel. El Eterno revelaba que estaría sobre la peña en sustitución de Su pueblo. ¿No impacta esto tu corazón?

No cabe duda que este era un milagro con propósito. Al golpear la peña Moisés actuó el drama que quizás él no entendió. Yahvéh estuvo en lugar de Israel sobre la peña, para recibir el castigo que este pueblo merecía por sus rebeliones. De la misma manera Cristo estuvo sobre la cruz, en sustitución de Su pueblo, para cargar sus pecados y recibir el castigo que la humanidad merecía. Por ello, el apóstol Pablo escribió de Israel en el Éxodo: «y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (1 de Corintios 10:4). El apóstol describe este hecho como una sombra de Aquel que habría de venir, ya que cuando Yeshúa fue golpeado, la Buena Noticia dice que agua viva fluyó para que todos la recibieran.. He aquí un tipo del Mesías, ‘golpeado, herido de Dios, y afligido’ (Isaías 53:4; 1 Corintios 10:4). El Mesías fue golpeado con la vara de Moisés – la maldición de la ley – y a través de Él fluyó agua para satisfacer nuestra sed espiritual de cosas sobrenaturales.

 

La palabra que ha sido traducida aquí como “peña” es el hebreo “tsur” que significa “roca”. Esta roca era el Mesías. En el libro de Números se habla de nuevo de esta roca, a la cual Moisés tenía que hablar, no golpear, para que saliera agua (Números 20:8-11).  Esto nos enseña que el Mesías fue golpeado sólo una vez. Ese golpe produjo agua para todo el pueblo de Israel. Pero, si golpeamos a Mashiaj otra vez no podremos entrar en la tierra prometida. Por ello, el autor de la epístola a los Hebreos remarcará:

“Porque en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, que gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo cuelgan en un madero para sí mismos al Hijo de Dios y le exponen a la ignominia pública”

(Hebreos 6:4-6)

Insisto en la esencia de esta revelación. La roca ya había sido golpeada. Una vez que la roca había sido golpeada, ya no era necesario golpearla de nuevo. Cristo sólo debía morir una sola vez por Su pueblo:

“… que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.«

(Hebreos 7: 27)

El Mesías es, pues, nuestra roca, golpeada una sola vez para que nosotros recibiésemos aguas vivas espirituales. Eso es lo maravilloso de nuestro Redentor. Fue necesario golpearlo una sola vez, pero luego sólo se requiere que se le hable para que nos provea de aguas vivas que refresquen nuestras almas. Por eso, se entiende que Moisés, la segunda vez, no sólo desobedeció la orden del Eterno, sino que destruye esa tipología establecida por Yavhéh para enseñarle a Israel cómo sería la obra mesiánica, por lo cual fue castigado con no entrar en la Tierra Prometida.

 

Volviendo a la cosmovisión paulina del Mesías, el apóstol Pablo llama al agua “bebida espiritual” disfrutada por Israel en el desierto. Él definitivamente asegura, lo que por siglos los sabios habían sostenido, que el Mesías fue la fuente del agua sobrenatural que salvo a los israelitas de perecer en Refidim. El teólogo A. T. Robertson dice: “Los rabinos tenían la explicación que el agua siguió realmente a los Israelitas por cuarenta años, en una forma de un fragmento de roca de quince pies de alto que seguían al pueblo y de la cual ellos tomaban el agua.” Es decir que la provisión de agua en la roca ocurrió desde el inicio y a lo largo de todo su viaje en el desierto (17:1-7; Núm 20:1-13). Pablo llega a la conclusión de que Cristo los seguía a ellos por todo el desierto proveyéndolos de agua para beber. Todos los israelitas en el desierto comieron el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Ellos estuvieron tomando de una roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

Años después, cuando Israel ya estaba instalada en la tierra, recordó la provisión del Eterno en el desierto en la Fiesta de los Tabernáculos, ellos tuvieron una específica ceremonia donde ellos recordaron este milagro del agua de la peña, como un acto de salvación divina. Es justamente en ese exacto contexto festivo que Yeshúa proclamó: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.» (Juan 7:37-38). El agua viva de la cual el Mesías habló era el Espíritu Santo (Juan 7:39); no es un milagro menor que el Eterno traiga el amor y poder del Espíritu Santo de nuestros corazones que lo es el sacar agua de la roca. Después de todo nuestros corazones pueden ser igual de duros.

De Yeshúa, el Mesías, golpeado mana una corriente sobrenatural de vida para siempre. Esta corriente sale en virtud de Su expiación y su gracia, acompañando a los hijos de Dios allí donde peregrinan día a día. El mensaje es claro y maravilloso; cualquiera sea el desierto que los primogénitos transiten, Cristo los seguirá y fortalecerá. La eficacia de la obra en Su sangre, la luz de su gracia, el poder de su Buena Noticia (evangelio), les acompañará en todas sus  millares de peregrinaciones. En Él siempre habrá bebida espiritual para fortalecerse y continuar hasta alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios, en Cristo Jesús.

Isaac: un Hijo «Prisionero» del Propósito Divino para forma un Matrimonio Celestial

 

Por P.A. David Nesher

 

 

Y Abrahám le dijo:
«Ten mucho cuidado de no llevar a mi hijo allá.  El Señor, el Dios de los cielos, me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes; él mismo me habló, y con juramento me dijo: “Esta tierra se la daré a tu descendencia”, así que él enviará a su ángel delante de ti, y de allá tomarás una mujer para mi hijo. Si la mujer no quiere venir contigo, quedarás libre del juramento que me has hecho. ¡Pero de ninguna manera lleves allá a mi hijo!»

(Génesis 24: 6- 8)

El dato curioso que Bereshit nos aporta es que Isaac, el hijo de la promesa, no dejó la tierra prometida ni una vez. Por ello, al leer estos versículos, todo investigador no puede evitar la correcta pregunta que brota de un corazón apasionado por los secretos celestiales:

¿Por qué Isaac (hebreo Yitzjak) no pudo ir a la tierra de donde había salido Abrahám?

Primeramente, y para que la respuesta surja clara del texto, será necesario hacer algunos comentarios que aclaren el contexto de esta historia.

Isaac acababa de cumplir 40 años. Este acontecimiento marcaba el inicio de un ciclo muy importante en la vida de un varón oriental. Había llegado el momento de formar una familia. Este era el tiempo ideal, de acuerdo al diseño divino, para buscarle una esposa.

Ahora bien, las Escrituras Sagradas revelan que el Eterno no quiso que se casara con una mujer de las hijas de Kenáan (Canaán), ni con una mujer de Egipto. Por ello Abrahám hizo jurar a su siervo más confiable, el damasceno Eliezer, por la señal del pacto de circuncisión, y lo envió a buscar una esposa para su hijo de la tierra donde estaban sus parientes, descendientes de Shem, hijo de Noaj. Cuando Eliezer preguntó si podía llevar allí a Isaac, en el caso de que la mujer no quisiera venir, Abrahám contestó rotundamente que no, y lo repitió dos veces.

¿Por qué Yitsjak (Isaac) no podía volver al lugar de donde había salido Abrahám?

Meditando profundamente en los sagrados escritos se nos revela que Yitsjak (Isaac) no podía salir de la tierra prometida. Justamente notamos que más adelante cuando él intenta bajar a Egipto, el Eterno mismo le prohíbe y le ordena quedarse en la tierra (26:2-3). Yitzjak fue el único de los tres patriarcas que no tenía permiso para salir al extranjero. Su vida estaba unida a la tierra de la promesa y allí tenía que permanecer hasta la resurrección. Isaac el hijo de la promesa, no dejó la tierra prometida ni una vez.

Este dato no es una simple curiosidad bíblica, sino que contiene un misterio mesiánico revelado por el Espíritu de Yahvéh, que nos conduce a hacernos las siguientes preguntas: ¿por qué Abrahám no quiso que su hijo se fuera a ver a sus primos y demás familiares? ¿Qué mal había en eso?

Abraham estaba diciendo en realidad a Eliazer: «Elohim me ha prometido que a través de mi semilla Yitzjak, va a traer una bendición para el mundo. Usted puede estar seguro de una cosa: El Señor tiene una esposa para Isaac apartada allí .» Lo notamos claramente: Abraham descansa o se fundamenta en lo que Yahvéh ya ha dicho. Así queda revelado que la fe es descansar en algo y siempre es razonable o prudente. Nunca es un salto al vacío. La fe no es un juego de azar; es una cosa segura. Y Abraham estaba seguro que la esposa de su hijo se encontraba escogida por el Señor entre su parentela.

Por otra parte, el relato da a entender que si Yitzjak hubiera ido él mimo, en busca de una novia, podría haber sido una tentación demasiado grande quedarse con ella en medio de su propio pueblo, en lugar de regresar a Canaán. En el diseño del Eterno que Abrahám había comprendido, estaba establecido que ella debía estar dispuesta a venir a él (24:6 y 8). Por lo tanto, Abraham envió a su siervo más antiguo en la misión.

Las Sagradas Escrituras nos revelan que la familia de la cual había salido Abrahám era de prácticas idólatras, especializados en las artes prohibidas de la astrología (Josué 24:15). Abrahám tomó la decisión de abandonar toda práctica idolátrica y vivir sólo para el Creador de Cielos y Tierra (Génesis 24:3). Él conocía muy bien la fuerza que los familiares podían ejercer sobre sus miembros y es muy posible que no quiso exponer a su hijo Yitzjak a las presiones emocionales que son producto de los lazos familiares, porque correría el riesgo de que adoptara sus costumbres paganas, lo cual contaminaría su alma y dañaría el plan de redención divina para el mundo. Yitzjak era el hijo de la promesa y había que guardarlo de toda contaminación maligna. El propósito eterno de Dios se encontraba plenamente activo y maduro en Isaac. Sus 40 años recién cumplidos así lo anunciaban. Él no podía volver a las sendas de iniquidad ancestral y así abortar la misión que traía en lo más profundo de su alma.

Abraham estableció claramente que la esposa para su hijo debía ser de su mismo linaje familiar (no una cananea), pero, por sobre todas las cosas, debía ser una mujer que estuviera dispuesta a suscribirse al testimonio de la alianza mesiánica que Abrahám y su casa había creído.

El ejemplo de Abrahám conduce al alma de todo padre redimido a un llamado a teshuvah (arrepentimiento que permite retornar al propósito). Esta actitud de nuestro padre en la fe nos enseña y exhorta a cuidarnos mucho de enviar a nuestros hijos a un sistema de cosas que hemos dejado a fin de que no sean contaminados por las costumbres de allí. Cuando dejamos atrás contextos culturales y relaciones con los que practican las costumbres mundanas, es sumamente importante que no dejemos que nuestros hijos vuelvan allí y se enreden en la madeja de iniquidades que nosotros hemos abandonados en al nacer de nuevo en el Mesías. De ceder como padres en esto, todo el proceso de restauración y redención que estamos viviendo sería frenado y abortado en la siguiente generación. Y nuestra conciencia nos juzgaría preguntándonos: ¿para qué entonces nos sacó el Eterno de allí?

Apreciados padres que leen esta bitácora y ya están en la fe de Abrahám, si alguno de ustedes tiene un joven o una joven en su casa que está en edad de casarse, debe orar para que él o ella no haga alianza de amor con alguien que posea «espíritu cananeo» (materialista y hedonista). Un verdadero padre de mentalidad hebrea establece de antemano, por medio de su intercesión de fe, el tipo de matrimonio que desea para sus hijos.

Los padres de la fe yavhista como la de Abrahám enseñan a sus hijos que el matrimonio que cada uno de ellos forme es un diseño divino que se hará parte de la totalidad de su vida, por lo tanto, es una relación permanente y no algo temporal. Por esto, es necesario que cada hijo entienda que la pareja que encuentre debe estar de acuerdo con lo que desean lograr espiritualmente en sus vidas.

No olviden queridos padres que aún estamos en la Tierra, bajo el dominio del sistema reptiliano, y siempre existe el peligro de que uno de nuestros jóvenes se case con uno de los hijos de Babilonia. Si lo hacen, como alguien ha dicho, «tendrán al diablo por su suegro«, y siempre habrá problemas con él.

En este momento elevo una plegaria de intercesión a fin de que el Eterno nos dé gracia para encaminar a nuestros hijos correctamente para que puedan continuar la línea de bendición y redención que hemos recibido por nuestro padre Abrahám y nuestro Señor Yeshúa el Mesías.

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Dos Nacimientos y un Solo Propósito (Isaac y Jesús)

Por P.A. David Nesher

«Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac. Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado. Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo.
Entonces dijo Sara:
Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y añadió:
¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez«.

(Génesis 21: 2-7)

INTRODUCCIÓN:

Después de la vocación de Abraham para ser el padre de los creyentes (Gén. cap. 12), el nacimiento de Isaac es el segundo gran paso hacia el cumplimiento del Proyecto del Eterno.

Recordemos que la Intención divina vibraba en el deseo eterno de tener Su propio pueblo, separado de las naciones vecinas. Un pueblo que debía confiar en su Palabra; un pueblo a través del cual el Mesías, Salvador del mundo, habría de nacer; y un pueblo que, en última instancia, se convertiría en el medio de bendición para todas las naciones de la Tierra. Ahora el tiempo señalado para el cumplimiento de las promesas del Eterno a Abraham y Sara había llegado y Yahvéh, el dador de bendiciones, cumplió Su promesa.

«Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac»

Sabemos que originalmente, el nombre Isaac (en hebreo: Yitsjak)fue como un tipo de regaño por la risa de Abraham y Sara (Génesis 17:17-19 y 18:12-15), pero Yahvéh, nuestro Dios, cambió aquel regaño suave en una causa de gozo. Esto se convirtió en el fundamento de la fe del patriarca, ya que su hijo Isaac fue para Abraham una carta celestial en la que nuestro padre en la fe pudo leer el verdadero Evangelio de Yeshúa.

Existe una sorprendente similitud de conexión entre el nacimiento de Isaac y el nacimiento del Mesías Yeshúa. Yitzjak iba a nacer en el tiempo señalado por el Dios de la creación, como había prometido (21:2). Se dice más acerca del nacimiento de Yitzjak que de cualquier otro nacimiento en las Sagradas Escrituras (Biblia), excepto el nacimiento de Yeshúa, HaMashiaj (el Cristo). Por lo tanto, Yitzjak es un tipo de Cristo y su nacimiento anunciaba el nacimiento del Señor, porque cuando había llegado el tiempo, Dios envió a su Hijo (Gálatas 4:4a; Marcos 1:15; Romanos 5-6; Efesios 1:10).

El teólogo Dr. McGee dijo: “Eso fue verdad de Isaac, y fue ciertamente verdad del Señor Jesucristo. Hay una imagen maravillosa del nacimiento y de la vida de Yeshúa en el nacimiento y la vida de Isaac”.

En los capítulos 21 y 22 de Génesis, tenemos en el nacimiento y la vida de Isaac un notable prototipo del nacimiento y la vida de nuestro Salvador, Yeshúa, llamado el Ungido (Cristo o Mesías). ¡El nacimiento de Isaac comparado con el nacimiento de Yeshúa es una verdadera revelación a la mente de los escogidos! Uno es un tipo del otro que es el arquetipo (o antitipo).

Por ello, debo aquí animarlos a que se atrevan a introducirse en lo que se conoce como tipología bíblica.

Para explicar bien que es tipología bíblica me parece muy importante citar esta definición:

la tipología del Nuevo Testamento llama la atención a [un] punto de similitud entre una persona, evento o cosa en el Antiguo Testamento y una persona, evento o cosa en el Nuevo Testamento

(El Seminario Portátil, pág. 81)

Acorde a esto, debemos entender que un estudio de los tipos de Yeshúa en el Antiguo Pacto nos da una gran cantidad de conocimientos acerca de Él. Gracias al estudio de la tipología comenzamos a ver que el Mesías es el tema central de toda la Biblia, tanto en el Antiguo Pacto como en el Pacto Renovado (o mal llamado Nuevo Testamento). Vemos que no hay tema más importante que el Evangelio de Yeshúa. Por ello, el apóstol Pablo, pudo decir:

Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesús el Cristo, y a éste crucificado

(1 Corintios 2:2)

Las grandes verdades de la muerte de Yeshúa en la cruz por nuestros pecados deben ser lo principal que pensamos al leer las Sagradas Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Pacto, ¡pues el Evangelio del Mesías es el tema principal de la Biblia entera!

En esta bitácora, nuestro enfoque será en el tipo es el nacimiento de Isaac – y el anti-tipo (o cumplimiento del tipo) es el Evangelio de Yeshúa. Esto se debe a que fue a través del nacimiento, el sacrificio y la vida de su hijo Isaac que Dios “dio de antemano [previamente] la buena nueva (evangelio) a Abraham” (Gálatas 3:8).

1. Ambos nacimientos fueron profetizados antes de que ellos nacieran.

Dios prometió darle un hijo a Abraham cuando Dios lo llamó que saliera de Ur de los Caldeos. Eso fue alrededor de 25 años antes del nacimiento de Isaac. Ese es el tipo.
La venida de Yeshúa también fue profetizada antes de que Él naciera. Dios dijo a la nación de Israel,

He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo

(Isaías 7:14).

Ese es el anti-tipo, el cumplimiento del tipo.

2. Hubo un largo período de tiempo entre la promesa y el cumplimiento en ambos casos.

Hubo un período de unos 25 años desde el momento en que el Eterno lo prometió hasta el nacimiento de Isaac. El nacimiento de Yeshúa fue profetizado cientos de años antes de que Él naciera. Así que, de nuevo, hay un tipo y un anti-tipo, una promesa y un cumplimiento de la misma.

3. El nombre de Isaac y el nombre de Yeshúa fueron ambos profetizados antes de que ellos nacieran.

Dios le dijo a Abraham, “Y llamarás su nombre Isaac” (Génesis 17:19).

El ángel del Señor se le apareció a José y le dijo:

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Yeshúa, porque él salvará a su pueblo de sus pecados
(Mateo 1:21).

Así que, de nuevo, hay un paralelo entre Isaac (el tipo) y Yeshúa (el anti-tipo).

4. El  anuncio del nacimiento de ellos pareció imposible a ambas madres.

Sara tenía noventa años y Abraham tenía cien años cuando nació Isaac. Cuando a Sara se le dijo que ella daría a luz un hijo, “Se rió, pues, Sara entre sí” – y dudó de que algo así sucedería.

Cuando el ángel Gabriel le dijo a Miriam (María) que tendría un hijo llamado Yeshúa, ella dijo:

¿Cómo será esto? pues no conozco varón
(Lucas 1:34).


Notamos que en ambos casos, a las mujeres se les dijo que nada es demasiado difícil para el Señor. A Sara, le dijo el ángel: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” (Génesis 18:14). A María, le dijo el ángel: “Porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).

Tanto en el tipo como en el anti-tipo, en ambos casos, el anuncio del nacimiento sobrenatural de sus hijos pareció imposible a sus madres, Sara la madre de Isaac y María la madre de Yeshúa.

5. Ambos nacimientos ocurrieron en el tiempo señalado por Dios.

En Génesis 21:2 se nos dice:

Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había señaladoen el tiempo’ anunciado por Dios» _ NVI],” (Génesis 21:2)

En Gálatas 4:4, Pablo dijo:

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4).

Vemos que Isaac nació en el “tiempo que Dios había dicho”; Yeshúa nació, “cuando vino el cumplimiento del tiempo”. Ambos nacimientos ocurrieron en el tiempo señalado por Dios, tanto el tipo (Isaac) como el anti-tipo (Yeshúa).

6. Ambos el nacimiento de Isaac y el nacimiento de Yeshúa fueron milagrosos.

El nacimiento de Isaac fue un nacimiento milagroso porque Abraham consideraba su cuerpo prácticamente muerto y la muerte de la matriz de Sara (Romanos 4:19 BTX), y sin duda el nacimiento virginal del Señor fue un milagro (Lucas 1: 34-35).

El Dr. McGee dijo:

Los dos nacimientos fueron milagros. El nacimiento de Isaac fue un nacimiento milagroso, y, sin duda, el nacimiento del Señor Yeshúa”.

El Dr. DeHaan dijo que el “milagroso nacimiento de Isaac fue un tipo excepcional de Jesucristo y la fe absoluta en el Nacimiento Virginal…Isaac entonces, como un tipo de Yeshúa, es ante todo una figura, una sombra, y una profecía del Nacimiento Virginal del Señor Jesucristo…El nacimiento de Isaac, Hijo de Abraham, fue un milagro, ya que Isaac nació cuando Abraham era totalmente impotente a la edad de cien años, y Sara era completamente estéril a la edad de noventa años. Pero Dios había prometido a Abraham y a Sara un hijo, una semilla que se convertiría en la bendición de todo el mundo…Se nos dice que Abraham y Sara eran viejos y seniles y Sara se rió de la promesa de un hijo. Entonces Dios le responde:

“¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo

(Génesis 18:14)

Y así fue. Cuando Dios había realizado el milagro del rejuvenecimiento de Abraham y Sara, Él cumplió Su promesa. No era demasiado difícil para el Señor.

Visitó Yahvéh a Sara, como había dicho, e hizoYahvéh con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho

(Génesis 21:1, 2)

(M. R. DeHaan, M.D., ibid., pág. 126)

Tanto el nacimiento de Isaac, como el nacimiento de Yeshúa fueron milagros divino; el tipo y el anti-tipo.

7. Ambos Isaac y Yeshúa fueron el gozo de sus padres.

El relato de Bereshit dice:

Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac”.
Génesis 21:3

El nombre “Isaac” significa risa. Sara se había reído en incredulidad ante el anuncio de su nacimiento. Y Abraham se rió de gozo por el nacimiento de su hijo. Se rió con tanta felicidad que llamó a su bebé “risa”. ¡Eso es lo que significa el nombre Isaac!

De la misma manera, cuando Yeshúa fue bautizado, Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). ¡Ambos hijos, Isaac y Yeshúa, fueron gozo a sus padres!

8. Ambos hijos fueron obedientes a sus padres, aun hasta la muerte.

Notamos que al crecer, Isaac siguió a su padre para ser atado en sacrificio en el Monte Moriah. Él fue obediente a Abraham aun hasta la muerte.

Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo
(Génesis 22:9, 10)

Yeshúa dijo que Moisés habló de Él. Eso es cierto, y lo podemos notar claramente en el capítulo 22 de Génesis, donde Isaac es un tipo claro del Mesías en su sacrificio. La primera vez que vi en [Génesis 22] estas grandes verdades que representan la Pasión salvífica de Yeshúa, quedé maravillado. Descubrí entonces, que no sólo en el nacimiento de Isaac, sino especialmente en el sacrificio de Isaac, existe una asombrosa similitud con la vida de nuestro Señor.

“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho:

En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”

(Hebreos 11:17-19)

Abraham tomó a su hijo Isaac para sacrificarlo en el monte Moriah. Abraham creyó que Dios podía levantar a Isaac de entre los muertos en un sentido “figurado”. Esa palabra “figurado” es importante. Se traduce de la palabra griega es “parabŏlĕ”. Significa un “símbolo” o un “tipo”. Así vemos que el sacrificio de Isaac era un tipo. Pero el autor de Hebreos no nos dice específicamente el anti-tipo, o cumplimiento, del tipo. Para descubrir eso debemos ir a Gálatas 3:8, en donde leemos que el Eterno “dio de antemano la buena nueva a Abraham”. De esto aprendemos que el Evangelio de Yeshúa era el anti-tipo, el cumplimiento de la “parabŏlĕ” o “símbolo” dado en el sacrificio de Isaac.

Para concluir diré que toda la preparación que hemos visto:

  • – el Eterno, enviando Isaac a Abraham, preparando el camino para la venida de Yeshúa
  • – Él (Yeshúa) muriendo en la Cruz para pagar por nuestros pecados
  • – para derramar Su Sangre para limpiarnos del pecado
  • – para levantarse físicamente de la tumba para darnos la vida.

Todo, fue una clara muestra de lo importante que es para Yahvéh salvarte de tu pecado.

Y ya que esta obra es tan importante para el Eterno, debe ser importante para ti también.

Por lo tanto, te pido que hoy te esfuerces a entrar en Yeshúa. Esfuérzate en venir a Él y confiar en todo lo que Él hizo por ti.

El Mesías te salvará y perdonará todos tus pecados en el momento que confíes en Él, ¡porque Él vino a buscar y a salvar a una persona perdida en el sistema reptiliano como tú!

¡Confía hoy en Yeshúa y experimentarás como Su Sangre te limpiará de todo pecado, y el Espíritu Santo te dará la Torah (Instrucción) del Eterno como regalo en tu mente y corazón!

Entendámoslo bien, la promesa de un hijo no se cumplió porque Abraham obedeció perfectamente, sino porque Yahvéh fue fiel en Su Palabra. Algunas de las promesas del Eterno son condicionales y dependen de algo que nosotros tenemos que hacer, pero otras promesas divinas son incondicionales y Yahvéh las cumple no por lo que hacemos, sino por quién es Él.

¡Cuando Dios finalmente respondió a Abrahán a sus oraciones, le dio el hijo de la promesa! De igual manera, el Eterno quiere responder a tu clamar por el cumplimiento de Su promesa en Su Hijo:  el Espíritu Santo llenando tu vida. Yeshúa aseguró:

“¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
(Lucas 11:13)

¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
(Lucas 18: 7)


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Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

Por P.A. David Nesher

“…con esto sabrás que Yo soy YHVH…

(Éxodo 7: 17)

Asombrado, el historiador griego Heródoto llegó a asegurar que los egipcios son los hombres más religiosos del planeta. Y es que en Egipto, la religión era la base de todo, y lo dominaba todo, tal y como lo había instalado en su fundación el mismo Nimrod, cuando huyó de Babel, después del juicio divino que derrumbara su torre manipuladora de masas.

Las diez plagas marcan el clima de la redención (gueulá) del pueblo de Israel. De acuerdo a la Instrucción (Torah) divina, éstas deben de ocupar el tema principal en la noche de la cena de Pesaj. Yahvéh, nuestro Dios, pudo poner tremenda presión sobre los egipcios desde el principio, para que así fueran libertados los israelitas rápidamente. Pero no fue así, el proceso divino fue paso a paso. ¿Que en realidad podemos aprender con esto?

Lamentablemente la anti-esencia de la idolatría es la creencia en que cada fuerza de la naturaleza tiene escondido un dios que la controla. En un mundo idólatra, cada fuerza de la naturaleza tiene su propio dios, y cada dios es una fuerza independiente y diferente. Los dioses discuten y luchan, y el hombre queda abandonado a merced de los caprichos y celos de estos ruines personajes. Por lo tanto, no hay un sentido de justicia o piedad, pues cada dios tiene su propia agenda. La idea de un Dios único que controla todas las fuerzas de la naturaleza al mismo tiempo el cual se relaciona con el hombre en un balance de justicia y misericordia no era muy popular en la sociedad egipcia.

En Mitzraim (Egipto), idolatraban al río Nilo, al dios sol, a la diosa gato, al dios oveja, etc. Yahvéh, nuestro Dios, ideó las diez plagas para romper las leyes de la naturaleza por completo y así demostrar – no sólo al pueblo de Israel, sino también a toda la humanidad, en todas las generaciones – que es sólo Él quien controla toda la naturaleza y todo el mundo físico, y que no hay nada fuera de Su control soberano.

Por la misma Torah entendemos que la naturaleza no actúa independientemente de la voluntad de YHVH; sin embargo, también sabemos que nuestro Dios sí creó leyes en la naturaleza y no le gusta interferir en ellas. Ciertamente el Eterno es capaz de hacer lo que quiera, pero él no anda jugando con el mundo físico y su funcionamiento. Por esto, entendemos que la mayoría de los milagros son fenómenos naturales impresionantemente cronometrados. Esto significa aceptar que toda la existencia, todos los procesos del universo físico, son un milagro. Nos hemos acostumbrado tanto a esto en nuestras vidas cotidianas que simplemente no nos damos cuenta.

Pero las diez plagas son una excepción notable a esta regla. Más bien son un claro ejemplo de YHVH rompiendo las leyes de la naturaleza.

Las Diez Plagas son probablemente la faceta más reconocible del Éxodo. Si examinamos cuidadosamente cada una de ellas podremos ver con facilidad que fueron diseñadas para mostrar el control del Eterno sobre todas las fuerzas de la naturaleza: el agua y la tierra; el fuego y el hielo; los insectos, los reptiles y los mamíferos; la luz y la oscuridad; y finalmente, la vida y la muerte. Las diez plagas hicieron más que traer dolor y sufrimiento al pueblo egipcio. Cada una de ellas atacó al menos a uno de los muchos dioses egipcios, demostrando la impotencia de sus ídolos y la omnipotencia del Eterno, nuestro Dios.

El Faraón mismo y su casa eran considerados dioses en Egipto y cuando, a pesar de las continuas advertencias dadas por YHVH mediante Moisés y Aarón, el terco Faraón se opuso, el Eterno envió un total de diez plagas, una tras otra, intercaladas con continuas advertencias y oportunidades de rectificación. Cada una de las plagas afectó a animales, objetos o lugares que supuestamente eran sagrados y protegidos por sus dioses. La enseñanza para los egipcios fue conocer al Eterno y único Dios. La Torah repite cinco veces que las plagas eran para que los egipcios supieran que YHVH es el amo de todo el universo

Las diez plagas expresaron el juicio del Eterno contra «todos los dioses de Egipto (Mitzraim)» (Éxodo 12:12). Y después de la derrota de Faraón, Moisés canta: «¿Quién como tú entre los dioses, oh Yahvéh? » (Éxodo 15: 11).

Cuando el Eterno, uno a uno fue degollando los títeres del paganismo egipcio, no dejaba escapatoria para constatar la realidad: ¡hay solamente Uno (Ejad) que gobierna y domina, sin asociados, ni oponentes!

LA ADVERTENCIA PRELIMINAR: ¡YHVH ES EL ÚNICO SOBERANO!

Termutis, diosa protectora del faraones, era representada en la tierra por la cobra. En realidad, los egipcios creían que la reina del cielo (título favorito de HaSatán) se encarnaba en este ofidio y se instalaba como corona sobre la mente de los faraones. Por ello, este reptil era considerado uno de los guardianes de los faraones de Egipto, razón por la que la corona real mostraba la imagen de una.

Cuando la vara de Moshé (Moisés) se convirtió en serpiente y luego se tragó a las varas/serpientes de los magos de Paró (Faraón en hebreo), fue una forma de demostrar que el Dios de los israelitas era más poderoso que el dios y protector de Paró (Éxodo 7:11-12). Solamente bajo la sombra del Altísimo se puede habitar seguro (Salmo 91:1).

TRES GRUPOS DE PLAGAS

La literatura especializada nos pone en conocimiento de la existencia de centenares de deidades poblando la afiebrada imaginación mística de los egipcios; por ello, se hace difícil indicar con exactitud todas los ídolos que fueron execrados por las plagas que el Eterno envió sobre Mitzrayim.

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Las diez plagas presentan al Eterno como el Señor de toda la tierra y que interviene en la historia “por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra”.

No solo es una lucha entre Moisés y el Faraón, es una contienda entre el poder único de YHVH y los «diositos» paganos de Egipto representados todos por la persona del Faraón.

¡Sólo hay una fuerza y poder en el universo y es la del verdadero Dios, cuyo nombre es YHVH!. No es una lucha entre el bien y el mal porque el Eterno esta por encima de todo lo creado. Él está por encima de la existencia misma.

Con fines didácticos, hay autores que dividen a las diez plagas en tres grupos de tres cada uno. Cada grupo fue una enseñanza a Faraón y al mundo en general.

Lo que tienen en común es que en la primera plaga de cada una de las series de tres, YHVH le dice a Moshé que se presente ante al Faraón en la mañana cuando éste sale al Nilo. En la segunda le dice que se presente ante el Faraón en su palacio. Y la tercera es sin advertencia previa, y generalmente se trata de un golpe o molestia más psicológica.

La finalidad del primer grupo, sangre, ranas y piojos, es esencialmente el reconocimiento de la existencia del Dios único, dentro de un marco que claramente diferencia entre la existencia de un Dios verdadero y la existencia de poderes imaginarios y la fuerza impura de los brujos y hechiceros, los cuales llenaban la tierra de Egipto. En la advertencia sobre la orilla del río que precede a la plaga de sangre, se define esta finalidad teológica:

“con esto sabrás que Yo soy el Eterno“
(Éxodo 7: 17)

En el trascurso del tiempo que las plagas de sangre y ranas golpearon a Egipto lograron los brujos imitarlas con diferentes hechizos, sin embargo en la tercera plaga se logra el objetivo esencial de este grupo y los brujos debieron reconocer que la aparición de los piojos no podía ser sino “el dedo de Dios”.

Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:
Di a Aarón:
“Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto.”Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto.Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho”.

(Éxodo 8:15-19)

El reconocimiento básico en la existencia del Eterno Dios, es designada la segunda triada de plagas, mezcla de animales, epidemia y llagas, para agregar un segundo peldaño, un escalón que afirmará la supervisión cósmica del Creador.

Existen seres humanos que reconocen la existencia de un Creador pero niegan que la divinidad pueda tener alguna relación íntima y especial con el mundo que creó. Para ellos, este concepto encaja muy bien dentro de una visión general que se desentiende del principio del premio y el castigo, y de la distinción entre un justo e injusto. Sin embargo, frente a opiniones de este tipo, fija en forma rotunda la advertencia sobre la orilla del Nilo que se realiza previa a la plaga de mezcla de animales:

“separaré en aquel día la tierra de Goshen que mi pueblo habita, para que no haya allí mezcla de animales, de tal modo sabrás que Yo soy el Señor dentro de la tierra”
(Éxodo 8:22).

De tal modo las plagas que pertenecen a este grupo acentúan la distinción entre Israel y Egipto, e incluso entre el rebaño de Israel y aquel de Egipto, para que aprendamos la supervisión universal del Eterno sobre sus criaturas y la distinción que hace entre los justos e injustos.

El tercer peldaño se define dentro de la advertencia que precede a la plaga del granizo, que abre el tercer grupo:

“Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.”
(Éxodo 9, 14)

Según el sistema psico-cultural pagano imperante en Egipto, incluso después que una persona haya reconocido la existencia de Dios y su supervisión cósmica, siempre es proclive a pensar que ciertamente la divinidad es poderosa, pero es un poder entre tanto otros semejantes. Por este motivo se acentúa en estas últimas plagas lo especial de cada una de ellas; en:

  • el granizo: … “muy pesado que no hubo como este en la tierra de Egipto desde que existe hasta ahora…” (9,18);
  • y en la langosta – “que no vieron tus padres ni los padres de tus padres desde el día que estuvieron sobre la tierra hasta ahora…” (10,6).

La plaga de la oscuridad expresa también lo exclusivo del poder divino, que muestra el control de YHVH sobre el presuntamente más fuerte de todos los dioses egipcios, el sol.

¡Cada una de las plagas atacaba un grupo de los dioses egipcios! 

A continuación les comparto un cuadro en el que podrán apreciar y comprender cada plaga como un palo que golpea en el rostro a distintas divinidades egipcias:

PlagaDeidad falsa
Sangre   (Éxodo 7:14-25)Khnum: dios carnero supuesto creador del agua y la vida.  
Hapi: deidad del Nilo, principal entre todos los dioses (por sostener la vida en Egipto).
Sodpet o Sobek, el dios cocodrilo que supervisaba las aguas de las inundaciones del Nilo tan necesarias para la fertilidad de la tierra.
Taweret: la diosa hipopótamo guardiana del embarazo y el parto.
Osiris: se creía que el río Nilo era su corriente sanguínea.
Ranas   (Éxodo 8:1-5)Heket o Heget: deidad de la fertilidad, y uno de los dioses primigenios, simbolizada por una rana.
Jejenes, piojos (polvo de la tierra fue usado para provocar esta plaga)   (Éxodo 8:16-19)Gueb: deidad de la tierra que cumplía la función de la fertilidad de la vegetación. Encarcelaba las almas de los muertos y cuando se reía producía terremotos.
«Mixtura» o enjambres de insectos _Arov_ (moscas, tábanos, escarabajos, cucarachas, etc.)   (Éxodo 8:20-24;  Sal. 78:45)Kheper Khefri: deidad de la renovación vital, simbolizado por el escarabajo.  
Dúa: deidad de los artículos de tocador, el aseo personal y la higiene del hogar.
Shejmet: deidad leonina patrono del fuego, guerra y pestilencia.
Peste en animales domésticos   (Éxodo 9:1-7)Hathor: deidad de la belleza, el amor  y la ganadería. Simbolizada por una vaca. Criaba y amamantaba a los hijos del faraón.
Apis: deidad con figura de toro.
(Hubo numerosas deidades animales, que no mencionamos.)
Úlceras o forúnculos   (Éxodo 9:8-12)Imhotep: El curador mítico (también conocido como Toth, deidad de la inteligencia, la educación y la sabiduría médica y oculta).  
Sekmet  y Konsu: los dioses de la medicina y la curación.
Granizo y fuego   (Éxodo 9:12-35; Salmo 78:47-48)Nut: deidad femenina de los cielos y el clima.  
Seth: deidad del viento, de las tormentas y protector de las cosechas;
Neper Nepri: el dios de las cosechas de granos; Renenutet: diosa de la fertilidad y la comida.
Osiris, el gobernante de la vida
Langosta   (Éxodo 10:12-15)Anubis: deidad de los campos.  
Isis: deidad protectora contra la langosta.
Serapis: deidad que resultaba de la asimilación de Apis, a su muerte, con Osiris. Min: deidad de la fertilidad y la vegetación, protectora de la cosecha.
Nepri: divinidad masculina protectora de los cultivos, las cosechas y el pan.
Oscuridad   (Éxodo 10:21-23)Ra, Atom, Horus: deidades solares.   Shu: dios del aire, Amun o Amón:  dios del viento
Muerte de primogénitos   (Éxodo 12:29-33)Isis: deidad protectora de la maternidad y de la vida y la salud de las familias. Especialmente protectora del Paró (Faraón).   Osiris: Juez de la muerte, protector de los difuntos y señor del Faraón. Horus: deidad hijo de Isis y Osiris Nekhebet: protector de los nacimientos, y de la casa real (era una mujer con cabeza de buitre). Faraón: El primero de su pueblo, el protector de las primogenituras egipcias por lo que era considerado deidad por los egipcios.
ANÁLISIS DE LOS EFECTOS PSICOLÓGICOS QUE PRODUJERON LAS DIEZ PLAGAS.

Si analizamos rápidamente el panorama psicológico de estos eventos notaremos por ejemplo que cuando el Nilo se convirtió en sangre, los egipcios deben haber pensado que los dioses del Nilo habían sido asesinados. Esa idea causó terror en la mentalidad de todo el Imperio, por lo que los magos acudieron urgentemente a traer paz al Faraón y sus súbditos, imitando el evento con su conjuros y hechizos.

En otro análisis diré que Heket, la diosa egipcia de la fertilidad y la resurrección, era adorada como una rana. Las mujeres egipcias usaban amuletos con una imagen de Heket para recibir protección durante el parto. Matar ranas intencionalmente estaba prohibido e incluso matar una accidentalmente era castigado con pena de muerte. Las ranas representaban una vida larga y eternidad. Por eso la plaga de ranas atacó a los egipcios usando su propio símbolo de protección. Hizo que odiaran a su propia deidad y fueron forzados a matar al animal que para ellos era la manifestación de una diosa. Cuando las ranas muertas formaron montañas putrefactas al final de la plaga, se reforzó el mensaje de que su diosa estaba muerta y era desagradable.

Es difícil imaginarlo, pero en el Antiguo Egipto, las moscas representaban tenacidad, coraje, vida eterna y, en ocasiones, también fertilidad. En antiguas tumbas egipcias han sido encontrados labrados en roca y amuletos con forma de mosca. Ser atacado por el insecto que reverenciaban debe haber sido un golpe inmenso para la mente egipcia.

Los animales sagrados eran adorados como la personificación de los dioses y cuando morían se los embalsamaba. Además de dañar la fuente de alimentos y sustento de los egipcios, la quinta plaga mató a sus dioses, matando el ganado vacuno y ovino que los representaba.

Sekmet y Konsu, los dioses egipcios de la medicina y la curación, quedaron denunciados como ineptos para sanar, tanto como la deidad en jefe Imhotep. Los egipcios comenzaban a temblar de miedo a las afecciones de su salud.

Los antiguos egipcios también adoraban al ojo de Horus, que creían que era un símbolo de protección. Es posible que cuando las langostas son descritas como cubriendo el ojo de la tierra (Éxodo 10:5), se refiera a la percepción de los egipcios de que el ojo protector de Horus fue eclipsado por YHVH nuestro Dios.

Para los egipcios, la densa y negra oscuridad durante siete días y noches fue una clara señal de la derrota de Ra, dios del sol. La fuente de poder de sus almas caía como falsa frente al poder del Creador del sol.

Muerte de los Primogénitos.

La sociedad egipcia estaba construida sobre el culto al primogénito. Ellos aseguraban que Osiris (nombre egipcio de Nimrod), el hijo primogénito de Ra, fue el primer Faraón debido exclusivamente al orden de su nacimiento. Los egipcios creían que todo Faraón era también un dios, el hijo primogénito del primogénito llegando hasta Osiris mismo. Esta plaga destruyó la ilusión final de poder e inmortalidad del líder primogénito egipcio.

Cuando YHVH envió a Moshé donde Paró por primera vez, le dijo que Israel es mi hijo primogénito (Éxodo 4:22). Al matar al primogénito de Egipto y salvar a Israel, el Eterno mostró que Su primogénito es el primogénito verdadero y le dio el golpe final a la estructura religiosa egipcia basada en el primogénito falso (Nimrod).

Las plagas no sólo fueron una venganza creativa, sino que también vinieron a darnos una lección. Fue un reconocimiento de YHVH como único Dios verdadero. Fue un desmantelamiento completo y paso a paso del sistema de creencia egipcio, primer bastión sobreviviente del anti-diseño astrológico conocido como Babel.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de dejar en claro al mundo en general (y al pueblo de Israel en particular) la conexión que hay entre Dios (Elohim) y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia del Eterno.

Ahora, para finalizar me despido invitándolos a ver este video que resume lo que aquí hemos considerado:

Te recomiendo también estudiar lo que está propuesto en esta bitácora:

Rabinos se juntan para pedir a Dios que acelera la venida del Mesías

El informe de un evento sin precedentes muestra que algunos de los principales líderes religiosos judíos de Israel se reunieron para una “campaña de oración”. Liderados por Shlomo Amar, uno de los grandes rabinos de Jerusalén, anunciaron que están pidiendo a gritos a יהוה YHVH que pronto envíe al Mesías y ocurra la ‘redención final’.

El anuncio fue hecho después de una reunión de oración que duró toda la noche, uniendo a los rabinos del movimiento Chabad-Lubavitch, una de las mayores organizaciones judías en el mundo.

En los días previos a las conversaciones oficiales, unos 6.000 rabinos y líderes comunitarios judíos participaron en la Conferencia Internacional de Chabad-Lubavitch. Estuvieron presentes los representantes de las comunidades judías de más de 75 países.

Durante la reunión, Berel Lazar, uno de los dos rabinos más importantes de Rusia, recordó que hace 25 años el movimiento analiza el tema de un “din psak” (decisión rabínica oficial) sobre el tema de la redención del pueblo judío.

Los líderes judíos acordaron que había llegado el momento de anunciar la solicitud para יהוה YHVH al cual le pedirán que ‘acelere’ la llegada del Mesías. Por lo que sabemos, es la primera vez en la historia que hay un movimiento coordinado de este tipo, lo que incluye la mayoría de las comunidades judías de todo el mundo.

Las palabras clave fueron: “Decidimos, atender el pedido del público, que demanda, aunque vemos lo que pide, que יהוה YHVH Todopoderoso acelere el fin y revele al Mesías ante nuestros ojos “.

Su declaración fue bien recibida con un caluroso “Amén.” Inmediatamente, los rabinos comenzaron a cantar “¡Queremos al Mesías ahora! ¡No queremos esperar!”, esta es una vieja canción, conocida por todos los judíos hssídicos.

Sin embargo, el rabino Uri Kaploun explica que la tradición judía, en la práctica esto es como “obligar” o demandarle respuestas a יהוה YHVH. Los Chazal (los sabios judíos) entienden que pueden intervenir en el Tribunal Celestial que, por así decirlo, prácticamente obligando a יהוה YHVH a dar una respuesta.

Un Cristo para cada gusto

Algunos cristianos tanto han jugado en crear un Jesucristo enlatado y en colores para todos los gustos que habría que preguntarse de vez en cuando si creer en Jesucristo es un lujo, un  capricho o un compromiso para toda la vida.
 
Ciertas personas “adoran”, pero no quieren ni saber lo que dijo.
 
Ciertos jóvenes lo “adoran”, pero no están de acuerdo con todo lo que Él dijo, porque Jesús no pudo haber sido tan retrógrado en algunos temas…
 
Otros adoran al “líder”, pero… bueno… ¡no es posible hacer todo lo que Él hacía! ¡Después de todo, uno es hombre!
 
Y, así, de reticencia en reticencia, vamos despojando a Jesús de todos sus atributos, o coronándolo con lindos nombres y títulos, mientras seguimos haciéndole hacer papelones y a tenerlo de adorno sobre viejas Biblias, sobre paredes vacías como las cabezas de sus dueños, como adornos en los edificios públicos, en los tribunales, en las escuelas, en las Iglesias…
 
Y todos somos culpables.
 
Algunos por causa de sexo.
Otros, por dinero.
Otros, por calumnias.
Otros, por mentiras.
Otros todavía, por concubinato.
Por una separación,
Por un divorcio,
Por una traición,
Por un negociado,
Por drogas,
Por un impuesto a las rentas,
Por un cheque sin fondos,
Por una deuda sin pagar,
Por un desfalco,
Por un asalto,
Por un salario de hambre,
Por un excesivo y casi nunca merecido salario,
Por un rencor jamás contenido…
 
No. No es fácil creer en Jesucristo. ¡Hay que cambiar de vida! Y son pocos los que aceptan hacerlo. El radicalismo de Jesucristo crea muchos admiradores y pocos, muy pocos adeptos…
 
Casi siempre, la razón de que no quieran seguir a Jesucristo no es Jesús ni su doctrina: son los cristianos y la deshonestidad con que se comportan ante el Dios en quien dicen creer…
 
Y si Jesús no nos lleva al compromiso, entonces somos de aquellos que lo admiran pero no lo aceptan. Es posible que no tengamos nada en su contra. Pero no tener nada en contra no es lo mismo que gustar de alguien.
 
¡En el fondo, en el fondo, tal vez no nos guste…El Dios que tanto gusta de nosotros!

 Autor: P. Zezinho