Por P.A. David Nesher
En verdad debo decir que el homicidio de George Floyd, sin duda alguna, generó una crisis social en los Estados Unidos que le ha doblado el brazo al establishment allí establecido. La furia social plasmada en protestas callejeras, incendios y saqueos, puso en evidencia el agotamiento de un sistema que pretende mostrarse perfecto y hegemónico pero arrastra desde hace siglos las más acuciantes desigualdades estructurales.
Asombrados, hemos sido testigos de que el malestar de los estadounidenses y los incidentes provocados por ellos, llegaron a un punto en el que el presidente Donald Trump se ha determinado a tomar medidas extremas para frenar la agresión en la vía pública. El establishment político-económico actual de los Estados Unidos, ante todo esto, se ve así obligado al desafío de producir una «nueva normalidad» desde la sincera aceptación de sus asuntos ontológicos no resueltos, que esta nación mantiene desde sus días fundacionales.
Al mismo tiempo, hemos sido testigos de como Trump, con su hábito cotidiano de expresar su parecer a través de Twitter, se expidió con su habitual vehemencia con respecto del estallido social Entonces, sus mensajes despertaron a Anonymous en su ira. De este modo, el famoso grupo de hackers y activistas decidió poner nuevamente bajo la luz pública el llamado «El pequeño libro negro de Jeffrey Epstein«, donde se menciona a personas que asistieron a eventos de este el ricachón estadounidense, que apareció muerto en su celda, con signos de haberse suicidado, en agosto del 2019 tras haber sido condenado por tráfico de menores.
Así el nombre de Epstein ha resucitado por este regreso de los hackers de Anonymous que han colocado en la mesa de la política internacional la teoría conspirativa de que el millonario fue asesinado, y que Donald Trump sería quien dio la orden para que no desvelara su presencia en la trama de tráfico de menores.
Pero en verdad, el nombre de este varón ya venía sonando en la conciencia de muchos desde el final de The Good Fight, la serie de CBS que dedicó su último episodio a esa teoría de la conspiración para denunciar los abusos de poder que se practican en las altas esferas del establishment estadounidense.
También se ha vuelto a hablar de Jeffrey Epstein por la hoy popular plataforma de streaming Netflix que estrenó hace unas semanas la serie documental dedicada a su figura, y que bajo el nombre de «Jeffrey Epstein: asquerosamente rico» (en inglés: «Jeffrey Epstein Flthy Rich«), ha ido haciéndose un hueco hasta llegar a lo más alto del ránking de popularidad que colocan en su interfaz.
¿Quién es Jeffrey Epstein?
Como lo expresé anteriormente, en agosto del 2019, exactamente el día 10, Jeffrey Epstein apareció muerto en su celda. Las autoridades aseguraron que se había suicidado con una sábana: «la amarró a la litera y se empujó hacia adelante«. Sin embargo, un sinfín de teorías especulan que Epstein no se quitó la vida, sino que lo asesinaron. ¿Pero por qué?
Antes de atreverme a responder el porqué de su muerte, desde lo que he investigado, creo conveniente darles un breve resumen biográfico de este varón.
Jeffrey Epstein fue un multimillonario que en dos ocasiones (en 2007 y 2019), fue acusado de pedofilia, solicitud de prostitución y prostitución de menores.
Este sujeto había nacido en Nueva York en la primera mitad de la década de los 50; carecía de título universitario alguno, pero a pesar de eso, logró dar clases de matemáticas y física en la prestigiosa The Dalton School, en Manhattan (Nueva York).. (¡Incógnitas que tiene la vida!)
El salto cuántico lo logró en el año 1976, cuando por recomendación del padre de un alumno de esa institución, ingresó en el banco de inversiones Bear Stearns, donde ascendió hasta convertirse en socio de la firma.
En Bear Stearns, empezó a utilizar fórmulas matemáticas y algoritmos para valorar la información financiera y las tendencias. Fue allí donde tejió su red de contactos entre la gente más adinerada de los Estados Unidos.
En el 2002, Jimmy Cayne, director ejecutivo de Bear Stearns, en una entrevista a la revista New York Magazine, hablando de Epstein como un fenómeno para imitar, explicó: «Dada su formación matemática, lo colocamos en nuestra división de productos especiales, donde aconsejaba a nuestros clientes más ricos sobre las implicaciones fiscales de sus inversiones». Esta capacidad de recomendar a sus clientes ricos sobre ciertas transacciones que tenían ventajas tributarias le ganó el respeto de sus superiores.
Desde este puesto, fue ampliando sus contactos hasta tal punto que en 1982 lanzó su propia firma de inversiones: J. Epstein & Co. La misma se reservaba la exclusividad de sólo aceptar clientes con activos que superen los US$1.000 millones. Era una firma que garantizaba la absoluta reserva de su servicios, a tal punto que el único nombre conocido entre sus clientes es Les Wexner, el fundador de la marca de ropa The Limited, que agrupa marcas como Victoria’s Secret o Bath & Body Work.
Con lo considerado hasta aquí, notamos que Jeffrey Epstein había logrado vender el perfil perfecto para que la alta sociedad neoyorquina le abrazara sin hacer preguntas. Había obtenido la reputación de ser un financiero de éxito, un filántropo comprometido y un pensador. Así llegó a ser considerado por el expresidente Bill Clinton o el príncipe Andrés de Inglaterra, quienes se convirtieron en sus mejores amigos.
Justamente con Bill Clinton logró establecer una relación laboral antes del arresto del millonario en el 2005. En el documental de Netflix se revela que Clinton viajo al menos 26 veces en el avión privado de Epstein, y hasta se sostiene que se lo vio visitando la isla privada del millonario, uno de los sitios donde tenían lugar sus abusos pederastas.
Para ese momento, y a punta de su carisma, y de actividades financieras que muchos llegaron a calificar de opacas, Jeffrey Epstein ya se movía con facilidad en el mundo de las élites empresariales, políticas y culturales de Estados Unidos. Él hacía funcionar el dinero de una manera asombrosa, y de esta manera estableció un poderoso círculo de conexiones que protegió su trama pedófila, mirando a otro lado.
Una Red Piramidal del Inframundo.
Uno de los secretos traídos a luz en el documental de Netflix es la red o sistema que Jeffrey Epstein tenía a su disposición para llevar a cabo sus crímenes. La misma es definida como una estructura piramidal que implicaba el reclutamiento de menores a partir de «reclutadores» que les ofrecían dinero.
El modus operandi de Epstein se basaba presuntamente en acceder a adolescentes de West Palm Beach a través de cuatro mujeres que trabajaban para él y entre las que se encontraba su pareja, la británica Ghislaine Maxwell, Licenciada en Oxford, carismática y entrenada en el estatus rico gracias a sus padres (-una defensora de las víctimas del Holocausto y un empresario de medios-). Maxwell tenía eso de lo que carecía Jeffrey para acercarse a las jovencitas sin asustarlas.
Ghislaine, que siempre ha negado todas las acusaciones, les decía que les pagarían 200 dólares por dar masajes en el lado «bueno» de Palm Beach. Y ahí empezaba la pesadilla para muchas de ellas. La pareja disponía de saunas y salas con camillas en las que ellos dos y sus amigos abusaban de las chicas. Las paredes estaban cubiertas de perturbadores dibujos y fotografías de menores desnudas, algo que recuerdan nítidamente todas las víctimas. Si huían, las acosaban, y insinuaban una denuncia, ellos las amenazaban con dañar a sus familias.
A partir de aquí, a las niñas se les proponía ser reclutadoras prometiéndoseles una paga más si llevaban a amigas, a algunas las llevaban a fiestas que hacía en sus propiedades (la mansión de Nueva York), la isla privada en Islas Vírgenes son algunas de las mencionadas. Así terminaron en sus garras cientos de mujeres menores de edad. Lo triste es que ellas, de acuerdo a sus testimonios, terminaban convencidas de que toda su vida dependía de él y accedían a los abusos.
A algunas de las chicas, las más vulnerables, se las llevaba en su jete a una isla privada que todos sus empleados bautizaron como «la isla de la pederastia». En ella también recibía a los invitados más exclusivos, como Bill Clinton o el príncipe Andrés, a quien una de las víctimas acusa de abuso sexual tanto en el complejo del Caribe como en Londres cuando ella tenía 17 años.
¡La Caída de la Torre de la Gran Ramera!
¡Gracias al Eterno, toda esta estructura anti-Dios se vino abajo! Era el año 2005, y los padres de una menor de 14 años lo denunciaron ante la policía de Palm Beach, Florida, por supuestamente haber abusado de ella.
Ante esta denuncia, las autoridades se vieron obligadas a investigar, y encontraron que el multimillonario tenía montada su red, captando menores de edad “particularmente vulnerables”, y reclutándolas a sus residencias en Manhattan y Palm Beach. Al parecer, las convencía de que las convertiría en modelos, o de que les becaría su universidad. Una vez que estaban en su casa, simplemente les daba dinero a cambio de un masaje, que terminaba en manoseos, encuentros sexuales con Epstein masturbándose mientras ellas lo tocaban. Todas las víctimas también hablan y reconocen su error. Muchas sentían que Jeffrey Epstein era su protector y hasta que lograron volver en sí y darse cuenta de que eran sólo víctimas del mismo monstruo.
Fue en este tiempo de investigación que también salieron a la luz las fiestas o las orgías que hacía en su casa, o en su isla privada, ubicada en las Islas Vírgenes, y a las que Epstein invitaba a sus amigos. Allá llevaba a varias de las niñas, a quienes transportaba en su avión privado, al que la prensa bautizó ‘Lolita Express’.
Pero en esta época de la historia, resulta escalofriante ver cómo esta primera investigación contra él cayó en saco roto. La policía de Palm Beach montó un caso redondo, encontró a decenas de víctimas, muchas aceptaron testificar. Tras meses de trabajo, el caso se vino abajo. El responsable y culpable de esto fue un tal Alexander Acosta, que en aquel 2007, era el fiscal federal encargado (ex-secretario de Trabajo de Estados en la administración de Trump). Acosta cerró un acuerdo para que Epstein evitara la Justicia tras haber sido acusado de traficar con menores con fines sexuales. Al final fue sólo condenado por “solicitar prostitución y tentar a la prostitución a menores”. Daba igual que se hubiera identificado a 36 adolescentes y que algunas tuvieran sólo 14 años.
Acosta, logró así negociar con los abogados de Epstein para que aceptara quedar incluido en el registro federal de delincuentes sexuales, a cambio de parar los otros cargos.
Este acuerdo secreto fue criticado por las familias de las menores, quienes encontraron en los medios y la sociedad el apoyo por la falta de transparencia del caso. Por eso, ante nuevas instancias, se logró terminar con el millonario en la cárcel en junio de 2008. Pero Epstein contaba aún con condiciones bastante favorables: solo estuvo 13 meses en prisión, para colmo, le permitían salir a su oficina durante 12 horas al día, seis días a la semana, a fin de poder continuar encargándose de sus «negocios».
Cuando este perverso millonario salió libre ya no tenía los mismos amigos que antes, pero intentó limpiar su imagen. Para ello, asistía a cenas de millonarios, donaba plata a la caridad de las Fundaciones que estos presidían y en las entrevistas decía que no era un depredador sexual, pues solo había cometido un delito: “Es la diferencia entre un asesino y una persona que robó una rosquilla”, le dijo a The New York Post en 2011.
Cuando la Luz sale y la Oscuridad se disipa…
Pese a todo este tufillo de poderes políticos y económicos , la Luz prevaleció sobre las tinieblas, y en noviembre de 2018, la periodista Julie K. Brown, del diario The Miami Herald, tuvo acceso al acuerdo que le había garantizado la libertad de Epstein, y a los documentos de la primera investigación. Así publicó un reportaje en el que mostraba el entramado que habían descubierto las autoridades sobre el millonario, los secretos sobre su primer juicio y los testimonios de varias víctimas.
Esto puso en problemas a Alexander Acosta, quien como fiscal había avalado el acuerdo secreto, y ahora tuvo que renunciar a su cargo como secretario de Trabajo en la administración de Donald Trump, que ejercía desde 2017. Además, esta periodista impulsó a otras mujeres víctimas a denunciar a Epstein de nuevo, esta vez en Nueva York.
Por eso, el 6 de julio, cuando regresaba a la ciudad luego de sus vacaciones en París, las autoridades arrestaron al millonario. Esta vez, decididos a actuar con todo el peso de la ley, agentes del FBI allanaron su casa de Manhattan y encontraron una caja fuerte con un CD que tenía fotos de muchas de sus víctimas, la mayoría de ellas desnudas.
El multimillonario, nuevamente usando sus altas influencias, intentó obtener libertad bajo fianza, pero le fue negada por considerarlo un peligro para la sociedad. A cambio, lo mandaron al Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, una de las cárceles más seguras del mundo.
Tres semanas antes del deceso de Epstein, comenzaron a suceder cosas extrañas. El millonario pederasta apareció herido en el piso de su celda, con hematomas en su cuello, en un aparente fallido intento de suicidio. Las autoridades activaron el protocolo y lo pusieron en observación las veinticuatro horas con exámenes psiquiátricos diarios. Pero el 1 de agosto regresó a su celda sin ningún tipo de vigilancia.
Diez días después, cuando apareció muerto con señales de haberse colgado, aparecieron otros datos curiosos que generaron alarma. Entre ellos está el de que esa noche del suicidio los guardias no siguieron el procedimiento de rutina, que indicaba pasar a vigilarlo cada 30 minutos, y Epstein estuvo solo en su celda, cuando las políticas de la cárcel indican que debía estar acompañado.
El propio fiscal general de Estados Unidos, William P. Barr, dijo que había muchas irregularidades, y un ex-convicto que estuvo en las mismas celdas le manifestó a The New York Post que no había forma de colgarse allí adentro: “Es imposible, porque entre el piso y el techo hay como 8 o 9 pies» (entre 2 y 3 metros).
A muchos les parece increíble que un hombre acusado de delitos tan graves pudiera ahorcarse en una de las cárceles más seguras del mundo sin que nadie se diera cuenta. Esa sospecha, sumada al hecho de que Epstein solía rodearse de políticos, presidentes, empresarios, actores y miembros de la realeza, a quienes invitaba a sus fiestas y les guardaba secretos, ha disparado todo tipo de teorías de conspiración.
Por eso, son muchos los expertos que especulan que en realidad alguien lo asesinó para encubrir a los poderosos involucrados en el escándalo sexual. Hasta el alcalde de Nueva York, y precandidato demócrata a la presidencia, Bill de Blasio, puso en duda la versión del suicidio llegando a decir: “Es una muerte demasiado conveniente. Hay muchas piezas que no encajan”.
Es bien evidente. Con la muerte de Epstein no termina la investigación. En su juicio seguramente saldrían a la luz nuevos secretos sobre la red y todo indicaba que podían aparecer otras personas involucradas. Sobre todo quienes participaron en sus fiestas y sus orgías con niñas menores de edad.
Es más, exactamente un día antes del supuesto suicidio, un juez había publicado cientos de documentos sobre el caso que enlodaban a otras personalidades. Incluso el expresidente colombiano Andrés Pastrana tuvo que dar explicaciones por aparecer en un listado de pasajeros del avión del millonario.
¿Quiénes están Enredados en esta Red Piramidal?
Ahora, desde que Anonymous volviera a traer este caso en su amenaza, los ojos están puestos en otras personas. Una de ellas es Ghislaine Maxwell, la hija del fallecido magnate británico de los medios Robert Maxwell, quien fue novia de Epstein y por muchos años trabajó a su lado como su mano derecha como la»madame» de la rede. Las autoridades la acusan de coordinar la red de menores de edad y de conseguirle al millonario las niñas que solicitaba.
En esta trama pedófila, y en base al recuento hecho por los investigadores, se cita a Nadia Marcinkova. La antigua modelo yugoslava vivió con el financiero y participó en las orgías. Varias chicas también afirman que Epstein les hizo participar en actos sexuales con Marcinkova, que finalmente se convirtieron en tríos tanto con él como con la modelo. «Epstein la había comprado a su familia en Yugoslavia», escribió el detective Joseph Recarey después de su entrevista con una víctima. «Epstein se jactó de haberla traído a los Estados Unidos para ser su esclava sexual yugoslava».
También se menciona como asistentes personales a Sarah Kellen, Adriana Ross y Lesley Groff. Ninguna de las cuatro mujeres fue imputada por los fiscales.
En ese sentido, varios investigadores y periodistas revisan el registro de pasajeros del avión privado de Epstein, que los medios conocían como el ‘Lolita Express’, y su agenda de contactos. Esta agenda, conocida como el black book, está en manos del FBI y un periodista la filtró hace unos meses a Internet.
Como consecuencia de esto, quien está pasando por una situación difícil es el príncipe Andrés, hijo menor de la reina Isabel de Gran Bretaña, pues una de las víctimas lo acusa de haberse acostado con ella cuando tenía 17 años. Pero eso no es todo. Anonymous incluso declaró que la muerte de Lady Di en 1997, está relacionada con éste escándalo: ellos aseguran habría sido asesinada para que no revelara las conexiones de la familia real británica con la red de internacional de pedofilia.
Menos involucrados, pero igual de preocupados, están los que tuvieron una relación cercana con Epstein y ahora lo rechazan, como Clinton y Trump.
Las juergas entre Donald y Jeffrey se remontan a 1992, hasta el punto de que el actual presidente norteamericano afirmó en una entrevista en 2002 con The New York Magazine que conocía a Epstein desde hacía 15 años y era «un tipo fantástico y divertido al que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas más jóvenes«. Cuando fue condenado el año pasado, el jefe de Estado argumentó que su relación estaba rota desde hacía una década.
Tristemente, ninguno de sus supuestos y célebres amigos y cómplices vertieron una lágrima ni sacaron la cara por Epstein. De prontos, aquellos amigos de antaño, con los que les unía negocios, fiestas y fotografías no recordaban haberse tomado.
Sin embargo, podemos decir que el espectáculo de Jeffrey Epstein es uno de los más grandes de su tipo en la historia de Estados Unidos que atrapa presidentes y primeros ministros. Supuestamente algunos de los hombres más influyentes del mundo en los campos cultural, financiero y académico están implicados en el comportamiento depredador con niñas menores de edad.
Lo cierto es que con su muerte Epstein cerró un capítulo nefasto, pero abrió otro que podría ser aún más grande y escandaloso, y que solo ahora comienza.
¡Los Ricos de este Mundo viviendo los Días de Indignación del SEÑOR!
En una bitácora anterior he dejado constancia de cómo el Eterno, hace un mes atrás, inundó mi alma con una certeza al dejarme oír Su Voz diciendo:
«¡Mi indignación actual es contra los ricos de este mundo que han actuado como virus mortal en la historia de los últimos dos siglos!»
Inmediatamente me condujo a lo anunciado en la carta de Santiago:
«¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.»
(Santiago 5: 1-6)
Mirando la historia de estos últimos dos siglos, todos somos testigos que la insensata lujuria del rico ganada por la opresión de los obreros y finalmente por la condenación y muerte del inocente ha sido más que documentada en la historia. Esto ha llevado al hecho profético de que el Eterno se mantuvo en su paciencia amorosa oyendo el clamor del oprimido y preparó en Su gracia un día específico de indignación y de matanza, en el que las riquezas del rico servirán de testimonio contra ellos, cayendo desde sus bolsas para terminar cayendo en las manos de los seres humanos en vías de desarrollo.
Jacobo (Santiago) le reserva a los ricos de este mundo, algo de su más vívido lenguaje, adaptándose al tono de los grandes profetas sociales de Israel, los cuales también arremetieron en su día contra el rico opresor. Entra en mucho detalle en la conducta de éstos y las consecuencias que deben enfrentar por su conducta arrogante, flagrante y perversa.
El Eterno deja bien en claro por medio de este mensaje que el rico de este mundo no se dispone a recibir instrucción, o exhortación profética, sino condenación sin la más leve esperanza de redención. Este mensaje se sujeta a las cargas proféticas que condenan a los ricos opresores y afirman la justicia de las víctimas (Sal 109:31) (Sal 146) (Is 5:22-24) (Am 2:6-7); todas estas palabras proféticas se concentrarán en las palabras de Yeshúa en Lc 6:20-26).
Al leer este pasaje mientras vibraba en mis pensamientos aquellas palabras que susurrara a mi alma el Espíritu de la Profecía, comprendí que las pruebas por las que hoy estamos pasando que incluyen problemas económicos que se avecinan, son debido a persecución de los ricos a las clases bajas durante tantos años (Stg 2:6-7).
El Eterno ante la posibilidad del desánimo que puede tentar a su hijos en días difíciles como estos, envía este aliento celestial desde Su Palabra.
Así cada escogido evitará caer en el deseo de vengarse, guardar rencor, codiciar y participar del materialismo que ha corrompido al rico, y que veremos aparecer en las multitudes manifestadas en rebeliones violentas.
Por ende tenemos dos objetivos dispares:
- 1) Estímulo divino. El juicio caerá sobre el rico, así que, deben dejar este juicio a Dios y perseverar en la vida justa sin envidiar la suerte del rico.
- 2) Advertencia divina. Si el juicio cae sobre este pecado debemos los escogidos cuidarnos unos a otros del materialismo consumista.
La historia de la humanidad ya ha probado que la esencia del mal es la consecución posesiva y egoísta de bienes y ganancias materiales. La codicia, el afán por adquirir y adquirir solo para sí, es idolatría (Col 3:5). Es una disposición que convierte las posesiones en objeto de falsa adoración y hace de la riqueza un fin en sí mismo, para ser buscada y atesorada como el sumo bien de la vida, quitando de ese lugar al Eterno, verdadero Dios. Muchos de los ricos de este mundo pueden ser externamente religiosa (Stg 1:26; 2:16) pero si el deseo por ganancia material se convierte en la fuerza dominante y conductora de la vida, toda pretensión suena hueca, ya que la adoración a Dios y la búsqueda de su reino conlleva una demanda exclusiva (Mt 6:24).
Esa demanda de Yeshúa apunta más bien a conseguir una riqueza infinitamente mayor: la trascendencia a través del nuevo nacimiento. Al igual que se entra desnudo en la vida, sólo se entrará desnudo en el Reino de los cielos, pues, si desnudo se nace, desnudo se renace. Sólo quien se ha despojado de ambiciones egoístas, de poderes, de falsas ilusiones, de odios y revanchas, podrá entender mejor las riquezas del Reino de los Cielos. ¡Yeshúa no viene a empobrecer al ser humano, pero sí a sustituir una riqueza pasajera por la gran riqueza del Eterno!