Números

La zorra y las uvas… ¿Qué tiene que ver con los doce espías’

Por P.A. David Nesher

Hoy al despertar recordé una fábula de Esopo que leí en mi niñez, y que me condujo a reflexionar en la parashá de esta semana. :

“Una tarde de otoño, una zorra hambrienta y sedienta vio un delicioso racimo de uvas maduras. Pensó que éstas calmarían su sed. Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para alcanzarlos. Comenzó a saltar, y saltar pero no conseguía ni tocarlos.

Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aun así, la zorra no se dio por vencida. Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían estar cada vez más altas y lejanas.

Cansada por el esfuerzo y sintiéndose incapaz de alcanzar las uvas, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Las uvas estaban demasiado altas y la zorra sintió una profunda frustración. Agotada y resignada, la zorra decidió renunciar a las uvas.

Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir alcanzar las uvas, la zorra se dirigió al pájaro y le dijo:

– Yo habría conseguido alcanzar las uvas si hubieran estado maduras, pero me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, preferí desistir de alcanzarlas. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.

Y así fue, la zorra siguió su camino, intentando convencerse de que no fue por su falta de esfuerzo por lo que ella no había comido aquellas riquísimas uvas, sino porque desde su engañosa cosmovisión aquellas estaban verdes.”

Con esta fábula en mi mente, mi alma se transportó a lo que el Eterno le dijo a Su Pueblo a través de Moisés y que cierra la parashá Shlaj Lejá: “… Y no se dejarán mal influenciar por el corazón y lo que ven los ojos a través de los cuales se pervierten.” (Números/Bamidvar 15:39)

El Eterno nos advierten que no nos dejemos mal influenciar por el corazón y lo que ven nuestros ojos para pervertirnos detrás de ellos e ir en el camino erróneo. Fue Rashí que al explicar este texto dice que el corazón y los ojos son las interfaces con el medio exterior, el ojo ve, el corazón desea, la mente elabora una interpretación de la visión y el cuerpo efectúa las tentaciones. De este modo, Rashí parece invertir el orden, ya que la Torah puso primero al corazón y luego a la visión. Entonces los invito a preguntarse: ¿quién es quién? ¿por quién está gobernada la naturaleza del hombre por los ojos o por el corazón?

Aquellos que escuchan mis enseñanzas me han oído con insistencia decir que de acuerdo a la revelación divina los seres humanos somos primordialmente seres lingüísticos. Esto significa que el lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de almas que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia. Por esto es que el lenguaje es generativo. Es decir que el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas, sino que también hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo; el lenguaje crea realidades.

Pero a esto debemos también aceptar, tal como lo dice Esopo en su fábula y Rashi en su explicación, que el lenguaje muchas veces queda condicionado a nuestra sensorialidad, y especialmente nuestra visión. Así nos damos cuenta de que en nuestra cotidianeidad aquello que vemos determina ese hablar privado de nuestro corazón, de donde saldrán nuestras decisiones y ellas se manifestará en nuestras acciones. En consecuencia, en el hombre caído la visión espiritual del hombre decide cómo será su futuro.

En la parashá de este semana, vemos que los doce meraglim (“espías” o “exploradores”) habían retornado de inspeccionar la tierra de Israel. Y todos, excepto Kaleb y Yeoshua, dieron un reporte negativo, desmoralizando al pueblo y  sumiéndolo en la desesperanza.

Sabemos que los doce eran los líderes del pueblo; príncipes de cada una de las tribus, hombres sabios, justos y respetados. Entonces: ¿Por qué dieron un informe negativo?

Los doce espías vieron la misma tierra, las mismas ciudades y los mismos habitantes, pero hubo dos formas de reacción muy diferentes ante lo que vieron. De aquí aprendemos que lo importante no es lo que tenemos por delante de nuestros ojos sino cómo reaccionamos ante ello, desde la cosmovisión que elaboramos en nuestro corazón.

Evidentemente los diez meraglim actuaron motivados por el miedo paralizante que conduce a no querer esforzarse por la victoria. Ese miedo que actúa nublando nuestros sentidos y nuestra mente, anulando toda motivación. Un temor que no solo paraliza, sino que también perturba la visión generando una palabra negativa que justificará la falta de esfuerzo. Cuando nos formamos un preconcepto de cómo debería ser una situación, y elaboramos prejuicios que son producto del miedo y la ignorancia, nuestros ojos se enceguecen y vemos solo lo que nuestra mente quiere ver. Nuestros peores terrores se hacen realidad: “Allí vimos a los gigantes… aparecimos ante nuestros ojos como langostas, y así éramos ante los ojos de ellos.» (Números/Bemidbar 13:33)

Aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos de problemas e imposibilidades que no les permitieron creer que era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. Lo triste de esto es que la razón los encerró en no creer y afirmarse en el Eterno y sus promesas.

Pero los otros dos espías tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido a vivenciar en sus corazones las vivencias de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Yehoshúa y Kaleb sabían que tenían un Elokim poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y lograron sujetarlas la visión de la realidad invisible. Era verdad que los hijos de Anac eran gigantes. También era cierto que las ciudades tenían murallas muy altas. Pero la verdad absoluta era que YHVH, el Todopoderoso, es mucho más grande que cualquier realidad de la fisicalidad, y Él estaba con ellos. Los diez espías vieron las cosas desde abajo pero los dos espías las vieron desde arriba.

Así aprendemos que existen dos voces. Por un lado, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural. Por el otro lado, se encuentra la voz de lo posible, que siempre habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, nuestras acciones estarán condicionadas por lo natural y sus leyes entrópicas, desde donde recibiremos sólo resultados naturales. Pero si nos atrevemos a ejercer visión celestial a través del escuchar lo que enseñan las promesas divinas lograremos a actuar de manera natural, pero recibiendo la asistencia celestial de tal modo que nuestras acciones naturales se transformarán en sobrenaturales y lograrán así la manifestación de los milagros y prodigios propios de los hijos de Israel.

En esta parashá la Torah del Eterno nos quiere enseñar que el corazón humano es más importante que la visión por dos motivos:

  1. La interpretación que le damos a lo que vemos o escuchamos viene del corazón.
  2. Existe un refrán popular que dice: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Si el dicho es correcto, también el axioma contrario lo es: “No hay mejor observador que el que realmente quiere ver”. Si mi corazón quiere ver, entonces seguramente veré. Fue el corazón que le dio la orden al ojo. Según nuestra manera de ver las cosas así nos será hecho.

En esta semana el Eterno nos llama a conocer nuestra propia naturaleza y estar conscientes de quién maneja a quién, que detrás de toda mirada inocente hay un maquinista que está moviendo esta interface. Los espías que hablaron mal de la tierra de Israel utilizaron este mecanismo, los ojos sólo confirmaron lo que ya tenían en el corazón, los ojos sólo vieron lo que el corazón quería que vieran.

Debemos tener más cuidado de lo que queremos ver que de lo que realmente vemos.

Para buscar la conclusión a todo lo que venimos aquí considerando, hallo conveniente hacer mía la oración el apóstol Pablo por los santos de Éfeso:

Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder” (Efesios 1:18-19)

Entonces, si eres discípulo del RYBY (Rabeinu Yeshua Bar Yosef) y crees que Él es el Mesías, debes comprometerte a mirar las cosas con los ojos del espíritu, es decir desde arriba, desde la cima del Monte Santo (tu interioridad ascendida). Si has reflexionado esta lección, te solicito que te propongas a observar la realidad de las cosas físicas pero sin quedarte tildado en ellas, sino escuchando y mirando lo que dice nuestro Padre Celestial, ya que el Cielo es el que tiene la autoridad sobre la Tierra y el poder para cambiar todo lo terrenal por medio de tu declaración. Decídete por ser un colaborador con el Creador, y verás como las promesas del Eterno son capaces de transformar toda situación de la fisicalidad según los recursos benditos que ya contamos en el Cielo, gracias a los méritos de nuestro Dueño y Maestro Yeshúa.

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Bueno será que puedas ingresar a esta Webinar (Aula Virtual) y ampliar lo que en esta bitácora hemos considerado:

Las Seis Características de un Alma Rebelde

Por Moisés Franco

Al estudiar la parashah Koraj vemos en la segunda ascensión que Moshé, en respuesta a la rebelión de Kóraj (o Coré), dice:

que cada uno tome su brasero y ponga allí su incienso, y que cada uno presente su brasero ante YHVH -250 braseros-. Tú y Aharón también presenten cada uno su brasero
(Bamidbar 16:17 – Torat Emet).

Esto da un total de 252 braseros.

Ese número según la gematría1 equivale a “rebelarse”; “hacerse rebelde”. Ante esto, cabe preguntarse qué implica ser un rebelde y cuáles son sus características a fin de identificar esta actitud demoníaca para combatirla dentro de la Asamblea (Israel).


Aclaración preliminar: como se verá más adelante, combatir la rebeldía no significa someterse a cualquier tipo de trato en nombre de una sumisión insana más cercana a la actitud de un robot que de un ser humano.


El verdadero amor siempre promueve el acuerdo, la unidad, a través del diálogo. Diálogo implica un camino de ida y vuelta donde escucho y soy escuchado, no donde impongo mis propias ideas de forma inflexible ni acepto todo sin ningún tipo de trabajo reflexivo.

El amor conduce a una construcción colaborativa siempre. Por ende, todo aquel que actúa desde el amor trabajará por la unidad que trae paz (Mt. 5:9), algo encriptado en el rezo de la Shemá (Dt. 6:4).

Todo aquello que no conduzca a lo anterior se enmarca en la rebeldía, que es lo que analizaremos a continuación al describir seis características de la persona rebelde.

 Se pone frío (Koraj) y deja de actuar desde el Amor perfecto.

El nombre Kóraj signficia “rasurado”, “depilado” y esto está relacionado a la frialdad. Una persona fría. La revista «Muy Interesante» escribe un breve artículo al respecto que me pareció muy apropiado para entender este concepto:

Por lo general, un «corazón frío» o una persona fría describe a alguien que no está disponible emocionalmente. Son personas que no te preguntan cómo estás, no muestran mucho interés con la persona con la que están. Ya sea que la relación sea romántica o platónica, una persona de corazón frío tiene muy poco interés en las demás personas. Si se llegan a interesar por tu estado es para descubrir información que les sea útil de alguna forma. Para ellos siempre falta algo. Simplemente no puedes conectarte con una persona que tiene un corazón frío. Cuando estás con ellos, es posible que siempre sientas que falta algo en la relación. No importa el tipo de relación que sea, siempre existirán dificultades para conectarse con ellos. Falta algo y es la conexión emocional2.

Se aparta en su alma de la congregación, hace de la diferencia un elemento separador en lugar de convertirlo en algo enriquecedor.

Koraj -hijo de Itzhar, hijo de Kehat, hijo de Leví- se apartó con Datán y Aviram- hijos de Eliav- y con On -hijo de Pélet- de la tribu de Reuvén”.
(Bamidmar 16:1 | Torat Emet)

Israel está compuesto de doce tribus, todas con características diferentes, pero interactuando armónicamente. Tal como el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo dice en 1 de Corintios  12:4-30.

En todo grupo humano pueden surgir diferencias de pensamiento, pero éstas lejos de ser una amenaza para la organización deberían considerarse como una oportunidad para que, por medio de un diálogo constructivo, llegar a conclusiones provechosas para el crecimiento del grupo (esto se ve claramente en la relación matrimonial).

Sin embargo, el rebelde es una persona que utiliza la diferencia como un elemento separador, excluyente, y lejos de buscar el diálogo se cierra dentro de sí levantando un muro.

Busca cómplices en su cruzada contra una supuesta injusticia y los arrastra a hacer lashón hará.

  Posteriormente a levantar muros en lugar de puentes -y porque internamente sabe que “no es bueno que el hombre esté solo” (Bereshit/Génesis 2:18)-  el rebelde busca aliados en su modo de interpretar las diferencias.

Para construir esta adhesión, fortalece su perspectiva de la disputa maximizando y/o tergiversando los hechos o dichos del liderazgo a fin de generar la “necesidad” imperiosa de oposición. 

De esta manera, influencia a otros para que asimilen y reproduzcan su discurso, o bien, si este ya existía, lo azuza como quien aviva un pequeño fuego en un pastizal seco.

No hace introspección y reconocimiento de sus errores, o si lo hace es sólo como parte de un proceso argumentativo en el cual la culpa final del mal colectivo es del liderazgo al que se opone.

Esto se vincula a lo que comúnmente se le denomina en psicología como “proyección”. Según la psicóloga Valeria Sabater esto es “un mecanismo de defensa que utilizamos con frecuencia. Lo hace, por ejemplo, quien incapaz de enfrentar sus emociones, conflictos y estados anímicos internos convulsos, los vuelca sobre los demás en forma de críticas y dinámicas dañinas. Es pensar que el defecto lo tienen otros, pero nunca uno mismo (…) Al interpretar que son los demás quienes tienen el verdadero problema, logran distorsionar de tal modo su realidad que llegan a creerla. A creer su fantasía, su error, negando así sus verdaderas carencias”3.

En la porción Kóraj lo vemos claramente aquí:

Y envió Moisés a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá. ¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente? Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos”.
(Nm. 16:12-14 | RV60)

¿Moshé impidió que entraran a la tierra prometida? ¿no había sido la obstinación del pueblo de creer en el relato retorcido de los diez espías en lugar del de Kalev y Yeoushúa?

Se opone a la genuina reconciliación.

       El pasado pasaje podría englobarse en una sección un poco mayor que abarca desde el versículo 8 al 14 donde es notoria la intención reconciliadora que tiene Moshé para que con los rebeldes contrastando con la actitud beligerante de la otra parte.

En Efesios 4:3 se nos dice: “esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. El verbo griego allí utilizado es “spoudázo” que significa “procurar con diligencia”, “ser solícito”.

Es decir, que la persona que en verdad está en la actitud de amor correcta busca activa y velozmente saldar los roces o malos entendidos para guardar la “unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. En cambio, el rebelde no está interesado en esto sino sólo en tener la razón e imponerla por sobre su aparente oponente.

Su vida y su casa son destruidos

Este es el triste resultado final de la vida rebelde y es el que más niega quien se rebela dado que está convencido de su causa, pero los resultados terminan siendo innegables para sí mismo.

El final de Koraj, Datán, Avirám y su séquito de 250 levitas fue el exterminio no por mano humana sino divina. Ejemplos como estos se hallan a lo largo de los 66 libros de las Sagradas Escrituras.

Por eso, el Espíritu a través del apóstol Pablo dice:


“…el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación
(Romanos 13:2 |LBLA).

Porque los rectos habitarán la tierra,Y los perfectos permanecerán en ella, mas los impíos serán cortados de la tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados
(Pr. 2:21-22 |RV60).

El término “prevaricadores” viene del hebreo “bagad” que según el diccionario Strong también puede entenderse como “rebelde”.

Estimado y amado lector si has llegado a este punto de la lectura y has descubierto que efectivamente estás en una actitud rebelde. Humillate ante el Eterno, retorná al diseño de unidad y amor al que te ha llamado.

Esto no implica que, si efectivamente eres víctima de una injusticia, debas soportarlo pasivamente de forma indefinida.

Dialoga abiertamente con la persona con quien tienes el conflicto, pero siempre con la disposición a reconciliar, a ponerse de acuerdo en el Señor, y el Espíritu Santo irá guiando las cosas en el curso que deban tomar, pero siempre en la verdadera paz (Shalom).

Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación”.
(2 Cor. 2:18-19 |NVI)

FUENTES
  1. HEIDRICK BILL, 252, en “Gematría hebrea”, Trabajos, publicado en www.billheidrick.com y tomado el 07/06/2021 a las 10:30 hs. (ARG) del siguiente enlace: http://www.billheidrick.com/works/hgm2/hg0250.htm#252
  2. MUY INTERESANTE, “¿Eres una persona fría?”, en Salud, tomado del siguiente enlace el 07/06/2021 a las 12:00 hs (ARG). https://www.muyinteresante.es/salud/test/eres-una-persona-fria-661586866967
  3. SABATER VALERIA, “Cargo sobre ti mi culpa (proyección psicológica)”, en Neurociencias, Procesos psicológicos básicos, publicado el 07 de octubre de 2018 en www.lamenteesmaravillosa.com. Tomado el 07/06/2021 a las 12:40 hs (ARG) del siguiente enlace: https://lamenteesmaravillosa.com/cargo-sobre-ti-mi-culpa-proyeccion-psicologica/

RESUMEN DE LO QUE HEMOS CONSIDERADO EN ESTA SEMANA A TRAVÉS DE LA PARASHÁH BEHAALOTJÁ

Autor: Juan José Nesher


La parasha de esta semana a explicado en gran manera el mover espiritual de nuestra función sacerdotal. La porción llamada «Behaalotjá» significa cuando «cuando hagas subir», haciendo referencia sobre la Menorah. Es curioso ver como la porción nos invita a analizar el modo en que transformamos la semana. 

El candelabro de 7 brazos es el símbolo más visible de la vida del hombre en su correcta función. El fuego que asciende es la vida del hombre encontrado en su día a día la chispa divina.

La pregunta es si esta semana he podido darle la luz, el propósito correcto a mi andar. Es por eso que más adelante, la porción nos narra eventos que son parte de nuestra cotidianidad. 

1) El caminar o Peregrinar la Fe

(Nm 9:17-18) 

«Cada vez que la nube se elevaba de la carpa sagrada, el pueblo de Israel levantaba el campamento y la seguía; donde la nube se detenía, el pueblo de Israel armaba el campamento. De esta manera los israelitas viajaban y acampaban por orden del SEÑOR, donde él les indicaba que fueran. Permanecían en el campamento todo el tiempo que la nube se quedaba encima del tabernáculo.»

Es importante destacar que la brújula y guía era la Shekina, la nube de Gloria. Es decir, los pasos de ese pueblo estaban dirigidos por el mover sobrenatural de su Dios, nuestro Dios. Mi lugar de citas, mi desierto debe tener al mismo guía que condujo a ese pueblo. La nube de Gloria está aún en nuestras vida, diciendo dónde ir, dónde acampar, con quién ir con quién no. Si no seguimos la presencia, nos quedamos fuera de su cobertura.

2) La Queja

(Nm 11:1)

«Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el SEÑOR oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del SEÑOR se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento.»

La boca es una herramienta tan poderosa que si las palabras que salen de ella no son de vida, pueden traer muerte. Es por ello que el mover del espíritu está ligado al uso correcto de las palabras. La queja no enciende fuego que eleva sino que destruye.

3) El Espíritu o Unción de Moshe

(Nm 11:25)

«Después el SEÑOR descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.»

La presencia misma del cielo en nosotros, nos da capacidad profética. El modo en que busquemos que nunca falte aceite y por consiguiente, no se apague el fuego, nos promueve a poder declarar con nuestras bocas el año agradable del Eterno.


Recomiendo escuchar la meditación de todo esto en esta PRIMERA PARTE de un aula virtual:

Aquí está la SEGUNDA PARTE:

¡Nunca es Tarde para Volver a Casa! (el Pesaj Shení o Segunda Pascua)

Por P.A. David Nesher

Bamidbar/Números 9: 1-14. Pésaj Shení/ La segunda Ofrenda de Pésaj.

“Y celebraron la Pesaj en el mes primero, en el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinái; tal como HaShem había ordenado a Moshé, así lo hicieron los hijos de Israel. Había, no obstante, algunos hombres que habían entrado en contacto con los muertos, y estaban por consiguiente ritualmente impuros, de modo que no pudieron preparar la ofrenda de Pésaj en ese día. Durante el transcurso de ese día, se acercaron a Moshé y a Aarón. «Estamos ritualmente impuros como resultado del contacto con los muertos –le dijeron los hombres a [Moshé]–. ¿Pero por qué deberíamos dejar de beneficiarnos y no poder presentar la ofrenda de Dios en el tiempo adecuado, junto con los otros israelitas?»

(Bamidbar/Números 9:5-7) 


El relato de la aliyáh (ascensión) de hoy nos cuenta que en el año posterior al Éxodo, Dios le ordenó a Israel que ofrendara el korbán Pesaj (la ofrenda de Pascua) en su tiempo designado, el catorce de Nisán, el primer mes del año (9:2).

Puesto que el Libro de Bamidbar empieza con sucesos del segundo mes o Iyar (1:1), este capítulo está claramente fuera de secuencia, y de hecho los sabios lo emplean para afirmar que el orden de la Torah no es necesariamente cronológico (Pesajim 6b; Sifrí). Más en tales casos debemos intentar comprender por qué la Torah opta por narrar un suceso antes o después de que realmente ocurrió, porque ciertamente los Sabios no pretendieron decir que el orden de la Torah es del todo aleatorio sino sólo en las ocasiones que lo ameritan.

El sabio Rambán comenta que este libro se concentra principalmente en los mandamientos y las vivencias que se relacionaban con los años que la nación pasó en el Desierto. En consecuencia, Bamidbar comienza con una exposición cabal del tema del Tabernáculo y la relación del pueblo con el mismo, debido a que era el punto nodal de la nación en tal período, Por ello, resulta de toda lógica que la narrativa de la ofrenda de Pésaj se haya postergado hasta este punto.

–  ¿Sabías  que esta fue la única vez que aquella generación de israelitas celebró Pesaj en el desierto? 

Es el exégeta Rashi quien hace notar que esta fue la única ofrenda de Pésaj que hizo Israel en todos los cuarenta años de su travesía por el Desierto, lo cual nos muestra cuán infortunado fue que la nación no pudiera entrar a Éretz Israel inmediatamente, donde habrían podido observar este mandamiento una vez por año. Más para no poner hincapié en ese pecado del pueblo al escuchar el informe negativo de los 10 espías, notamos que Elohim optó por inspirar a Moshé a que no empezara el Sefer Bamidbar con el mandamiento del Pesaj Shení.

Rashí, en sus comentario, explica que fue una vergüenza para los hijos de Israel no celebrar Pesaj más que una vez durante los cuarenta años. Esto se debe a que los hijos de Israel no podían circuncidar a sus hijos estando en el desierto y por lo tanto no estaban habilitados para celebrar Pesaj más que una vez. Recuerda que, de acuerdo con lo ordenado por Yahvéh, un padre cuyo hijo no está circuncidado no tiene el derecho de ofrecer el sacrificio de Pesaj (cf. Éxodo 12:48). Si el Eterno no le hubiera ordenado específicamente al pueblo hacer la ofrenda de Pésaj ese año, no habría podido hacerlo, puesto que ese precepto no habría cobrado vigencia sino hasta que hubiera entrado a Éretz Israel (Tosafot, Kidushín 37b, s.v.). Otra forma de entenderlo es que se les prohíbe a padres de niños incircuncisos elevar la ofrenda de Pésaj y, por razones médicas, era peligroso circuncidar niños en el Desierto (Ievamot 71b). de todos modos, resultaba vergonzoso que no hubieran podido realizar la ofrenda esas cuatro décadas, puesto que fue su propio pecado haberles creído a los espías  lo que impidió que entrasen a la Tierra durante el segundo año del Éxodo (Mizraji).

Así, captando el por qué y el para qué de este Pesaj Shení (Segundo Pesaj) logramos entender por qué Yehoshúa (Josué), una vez que se establecieron en Eretz Israel, circuncidó a todos los israelitas que habían nacido en el desierto, tal como está escrito en su rollo:

“En aquel tiempo Yahvéh dijo a Yehoshúa:
Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar, por segunda vez, a los hijos de Israel. Y Yehoshúa se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.
Esta es la razón por la cual Yehoshúa los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados. Pues los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz de Yahvéh; a ellos Yahvhéh les juró que no les permitiría ver la tierra que Yahvéh había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel. Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Yehoshúa los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino. Y sucedió que cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron. Entonces Yahvéh dijo a Yehoshúa: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso aquel lugar se ha llamado Guilgal hasta hoy. Estando los hijos de Israel acampados en Guilgal, celebraron Pesaj por la tarde el día catorce del mes en los llanos de Yerijó.”
(Josué 5:2-10)

Notamos que un grupo de personas no calificaron para hacer la ofrenda debido a que estaban contaminadas. No obstante, motivadas por un intenso deseo de participar en esta gran experiencia espiritual, apelaron a Moshé. 

En reconocimiento por su nobleza de carácter, Dios los convirtió en agentes por medio de los cuales reveló el nuevo mandamiento de Pésaj Shení, la segunda ofrenda de Pésaj, que sería efectuada un mes después del tiempo designado para la primera. 

La Torah normalmente nos comunica los mandamientos por medio de Moshé, en vez de por iniciativa de terceros, más debido al sincero anhelo de tales personas de elevar su espíritu, Dios les concedió el honor de contribuir en la estipulación de este nuevo mandamiento (Sifrí).

La segunda ofrenda de Pésaj difiere de la primera en cuanto a que no hay festividad asociada con la misma, incluso para quienes realizan la ofrenda. Y además de ello, aunque no pueden comer alimentos leudados [jametz] con la ofrenda (v. 11), sí pueden poseer e ingerir jametz en el día en el que la realizan (Rashi; Pesajim 95a).

El Talmud ofrece tres versiones sobre quiénes eran las personas contaminadas: 

  • ✔️ la primera es que fueron los portadores del féretro de losef, que llevaban sus restos a Éretz Israel para ser enterrados en cumplimiento de la promesa que él pidió que sus hermanos le hicieran; 
  • ✔️ la segunda es que estos varones eran los levitas Mishael y Eltzafán, que se habían encargado de los cuerpos de Nadav y Avihu; 
  • ✔️ la tercera es que eran personas que habían hallado un cuerpo no identificado sin enterrar y cumplieron el mandamiento de inhumarlo (Sucá 25a).

Cualquiera sea la razón, lo cierto es que estas personas quedaron momentáneamente inhabilitados para hacer la ofrenda debido a que se habían ocupado de cumplir la mitzváh. El sabio Sforno comenta que la queja ante Moshé consistía en que se supone que una mitzváh debe abrir el camino a otra en lugar de cerrarlo. 

En respuesta a este pedido Dios estableció el «Segundo Pesaj» (Pesaj Sheni) el 14 de Iyar para todo aquel que haya estado imposibilitado de traer la ofrenda en el mes anterior. Este día representa la «segunda oportunidad» que nos da Dios a través de la teshuváh (el poder del arrepentimiento y/o el «retorno»). Como dice rabi Yosef Itzjak Schneerson «Pesaj Shení indica que nunca esta todo perdido».

Así es, al leer esta aliyáh notamos como esos ciudadanos de Israel también querían participar de este servicio sagrado tan importante. Querían ser parte de algo mayor a ellos mismos, algo que los conectara con la Comunidad y con el Eterno, nuestro Dios, por lo que se acercaron a Aharón y a Moshé y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser marginados y no tener la oportunidad de presentar la ofrenda a Dios, así como el resto de los hijos de Israel?”

Moshé le preguntó a YHVH qué hacer y Él contestó: “Háblale a los hijos de Israel y diles: toda persona que esté contaminada por muerte o en un camino distante, tanto ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pésaj para YHVH. La prepararán en la tarde del día 14 del segundo mes (iyar) y la comerán con matzot y con hierbas amargas…” (ver Números 9:6-12).

El Eterno dijo: les daré una segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición actual. Cuando hagan lo necesario para revertir ese estatus, cambiaré las reglas. Esperaré hasta que estén preparados.

Pero, en nuestros días, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando por un camino distante’ hoy en día?

La verdad es que estos términos apuntan a conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de muerte ontológica. Un ‘camino distante’ es un lugar en el que estamos alejados de quienes se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de nosotros sí podemos identificarnos.

Al estar ‘en contacto con la muerte ontológica’ de lo cotidiano, al estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y nuestra fuente, tenemos la capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.

¿Cómo? Accediendo a este increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.

¿Cómo sabemos si estamos distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?

Una situación de desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En este camino hay un abismo entre lo que somos de verdad y la persona en la que nos estamos convirtiendo.

Cuando no somos la persona, la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de nuestro ser, sabemos que estamos lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago, aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En todos los casos, a menudo lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.

A menudo, la desconexión es consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros condicionamientos nos guíen haciendo que nuestro camino no cambie nunca, tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como con los demás, nos sentiremos desconectados de los senderos que llevan a nuestra esencia.

Pero, el Eterno, a través de la vida, nos da muchas segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con conciencia y pasar del juicio a la compasión, de la apatía al interés, de la inactividad a la actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa. El Camino se abre a la Verdad, la Vida comienza a fluir sin impurezas y el Padre nos abraza dándonos la bienvenida a Su Mesa festiva.

Pésaj Shení, el ‘Segundo Pésaj’, representa la capacidad de encaminarnos de vuelta hacia nuestro núcleo, hacia nuestra conexión Divina. Esta es la esencia de la teshuváh, la capacidad de volver, de regresar a la Casa del Abba. Teshuváh es definido como ‘arrepentimiento’, pero involucra algo mucho mayor. Es la capacidad de adoptar un cambio exhaustivo, de pasar de un estado a otro. Es la capacidad de cambiar nuestro ‘estilo de baile’.

Cambiar no es fácil, pero puede hacerse. Más allá de la distancia, más allá de la desconexión, el Eterno nos da Su Espíritu Santo para adquirir la capacidad de reparar y reconectarnos. Nuestro contacto con la ‘muerte’ puede darnos vida. Nuestra ‘distancia’ puede llevar a una cercanía mayor, tanto con Dios como con nosotros mismos.

Pésaj Shení, es la festividad de las segundas oportunidades, y nos recuerda que siempre podemos cambiar nuestra dirección y volver a casa.


Asistencia Divina

Sabiduría Para Cada Día

Matot-Tribus

Porción adicional: Números 31:25-41

A continuación Elohim instruyó a Moshé sobre el recuento de las personas y los animales que habían sido capturados a los midianitas. A los soldados se les permitió guardar la mitad del botín; la mitad restante fue entregada al pueblo hebreo.

Los soldados tenían que ofrendar a los sacerdotes una parte entre quinientas de su medio botín, y el pueblo debía ofrendar una parte entre cincuenta de su mitad a los levitas.

Moshé siguió las instrucciones de Dios: contó los individuos y los animales capturados, y luego dividió y entregó a los sacerdotes y levitas sus respectivas partes.

El botín consistió de
(Números 31:32)

Cuando los soldados contaron las personas y los animales capturados encontraron que milagrosamente los totales eran todos divisibles por cincuenta y quinientos. Esto posibilitó el cumplimiento de la orden de Adonai de entregar a los sacerdotes y levitas los porcentajes exactos de lo que habían capturado. Esto resulta aún más asombroso si consideramos todos los detalles que tuvieron que coincidir para la consecución de este milagro: la fertilidad y la expectativa de vida del pueblo y los animales, etc., todo lo cual tuvo lugar mucho antes de que fueran capturados en batalla.

Aprendemos de esto que nunca debe perturbarnos un obstáculo aparente en el cumplimiento de las directivas del Eterno o en el llevar a cabo nuestra misión divina. Por el contrario, debemos recordar que Dios ordenó las cosas por adelantado para permitirnos lograr nuestros objetivos divinos de la mejor forma posible.


Extraído de la edición española de Sabiduría diaria, producido por Jabad y publicado por Kehot . Adaptado por el rabino Moshe Wisnefsky y traducido por el Rabino Eliezer Shemtov.

No basta con Moshé

Sabiduría Para Cada Día

Matot-Tribus

Números 31:13-24

Los Israelitas atacaron a Midián y mataron a todos los varones adultos. Moshé ordenó a los soldados librarse de la impureza ritual que habían contraído en el contacto con cadáveres humanos. Eleazar —sobrino de Moshé consagrado como Sumo Sacerdote tras la reciente muerte de su padre, Aharón— ordenó a los soldados purgar los cubiertos y utensilios de cocina que habían conquistado en batalla.

«Dijo Eleazar el sacerdote a los soldados que regresaron de la batalla…»
Números 31:21

La impureza ritual es una condición espiritual que rodea al objeto, mientras que los alimentos prohibidos penetran en él. Resulta, entonces, que el recipiente que haya absorbido alimentos prohibidos debe purgarse sumergiéndolo en agua hirviente o calentándolo hasta volverlo candente, mientras que un recipiente que se haya vuelto ritualmente impuro debe sumergirse en una pileta ritual (mikve), cuyas aguas rodean al recipiente solo por fuera.

Moshé veía la realidad desde la superior perspectiva divina. Él sentía que un cambio general en la actitud de una persona afectaría la totalidad de los aspectos de su vida, incluyendo los detalles más pequeños, por lo que bastaría con eliminar la impureza ritual. Eleazar, sin embargo, había heredado la perspectiva de su padre, Aharón. Mirando la realidad desde una perspectiva terrenal, él sabía que los cambios generales y comprensivos no bastan; también debemos trabajar en los detalles.

De manera análoga, nuestro Moshé interior puede llegar a decirnos que para enmendar el pasado alcanza con adoptar resoluciones generales. Debemos asegurarnos de escuchar también a nuestro Aharón o Eleazar interiores con el fin de adoptar todos los pasos requeridos para depurar la paralizante negatividad.


Extraído de la edición española de Sabiduría diaria, producido por Jabad y publicado por Kehot . Adaptado por el rabino Moshe Wisnefsky y traducido por el Rabino Eliezer Shemtov.

Un Asna Profética y Un Profeta Burro.

Por P.A. David Nesher

«Elokim se enojó porque él fue [o sea, a pesar de que Bilam vio que YHVH no quería que fuera, él siguió insistiendo]. Entonces el ángel de YHVH se interpuso en el camino para impedírselo. Él iba montado en su asna, acompañado por dos asistentes. Cuando la asna vio al ángel de YHVH parado en el camino con su espada desenvainada en su mano, se apartó del camino hacia el campo. [La asna vio el ángel, pero Bilam no]. Entonces Bilam empezó a pegarle a la asna para hacerla volver al camino.

Bamidbar/Números 22: 22-23

Leer este pasuk (versículo) nos tienta a creer que existe una contradicción en el relato escritural. Primero el Eterno le dice a Bilam que vaya con ellos, y luego se aíra con él cuando va. ¿Cómo vamos a entender esto?

En otra bitácora expliqué que cuando un malvado se obstina en querer algo en contra de la voluntad del Eterno, Él se lo permite. Por eso, hemos visto que en el versículo 12 Dios le dijo a Bilam que no fuera, pero luego, en el versículo 20 le permite ir, y luego se enfada con él por haber ido, según el versículo 22. Algunos podrían pensar que esto era injusto, viendo que Dios fue quien dijo a Bilam que fuera y después se enojó porque fue. Pero Bilam sólo fue porque él primero había rechazado la voz del Eterno, tanto en conciencia y en mandato claro.

Pues bien, la ira del Eterno contra Bilam fue por causa del motivo por el cual se fue. Su deseo era ser pagado y honrado ante las autoridades por su profecía. Era una locura. La mente de este varón vibraba en la codicia de todo lo que otorga el dinero cuando se usan los poderes extrasensoriales del espíritu. ¡Pobre las almas humanas que procuran sacar beneficio económico personal de los dones espirituales que ha recibido del Eterno! Para el Eterno, lo más importante no es lo que estás haciendo sino el por qué y el para qué de lo que estás haciendo.

Entonces, Bilam sube a su asna y sale con el permiso de Dios, sumido en la esperanza e intención de burlar Su voluntad.

Una de las principales imágenes de la parashá Balak es la de Dos abriendo la boca de la asna de Bilam, para que pueda hablarle después que le pegara tres veces. Vale aquí aportar que la asna y el hechicero habían creado entre ellos lazos de “intimidad” interesantes y extraños, explican los sabios del judaísmo.

El brujo cargó su asna con todos los encantamientos y adivinaciones que conocía para maldecir a Israel. Tenía ansias por encontrarse con sus “clientes” pensando sacar el mayor beneficio de esta oportunidad. Él encontraría un flanco débil en los israelitas para justificar el lanzamiento de una maldición y de ese modo obtener una jugosa ganancia del rey. Estos pensamientos irritaron al Altísimo, por ello es que, en el camino eventos curiosos suceden.

En este pasuk (22) aparece una expresión hebrea bastante interesante en su traducción. La misma es: “BADEREJ LE-SATÁN”, en donde se ha traducido a la palabra “satán” como “obstáculo” o «adversario«, pero esto no significa que fue un ángel enviado por el adversario, sino un ángel que se oponía contra Bilam. Así lo explica el comentario de Sahadiáh Gaón y SR. Hirsh: “empero se encendió el furor de Elokim, ya que él estaba yendo, y se apostó el Emisario de Adonai en el camino, como obstáculo ante él. Empero él estaba montado sobre su asna y sus dos mozos estaban con él…” Esto nos enseña que la palabra satán significa adversario, alguien que se opone y trabaja en contra de otra persona.

El asna detiene su marcha.

Resulta imposible entender que este animal vio al emisario del Cielo, un ángel, el cual al no poseer un cuerpo material, no puede ser captado por el sentido de la vista, ni siquiera por seres humanos. El animal, pues, percibió de alguna forma al ángel. Este malak (ángel o mensajero) estaba obstaculizando el camino logrando desviar la dirección del asna.

Lo triste de esto es que el asna era más perceptiva espiritualmente que el profeta que la montaba. El asna no tenía dones espirituales, pero por lo menos reconocía a su Creador. El profeta tenía maravillosos dones espirituales, pero también un corazón y un caminar desobediente.

El asna, respondiendo al ángel de YHVH, se movió a un lado, luego al otro, después finalmente se sentó para evitar el juicio. Evidentemente, el profeta desobediente sufrió en el camino, y también hizo sufrir al asna. Los juicios no solo son para el malvado sino para todo su entorno.

El asna es una imagen perfecta del alma de un manso y humilde; nada espectacular, sin embargo obediente seguidor de Dios. Sensible a la dirección divina. Una espina al desobediente, y a la vez, una víctima de la ira del desobediente.

Lo cierto de todo esto es que las inusuales y difíciles circunstancias de este viaje deberían haberle sugerido a Bilam que esta empresa no era de Dios. Sin embargo Bilam probablemente usó su racionalidad para explicar todo, y tomó todo esto como ataques del enemigo. Así usó las circunstancias para justificarse a sí mismo y fortalecer la egoica esperanza de que Dios lo quería trabajando como un profeta de alquiler.

Esto muestra la gran dificultad que tenemos los redimidos de juzgar la voluntad de Dios discerniendo las circunstancias. Debemos entender y aceptar que muchas circunstancias pueden ser interpretadas de dos maneras: Dios quiere, o Dios no quiere.

¿Y tú lector amado cómo eres delante del Mensajero de Dios?… ¿Sensible o Burro?… ¿Estás aprendiendo a discernir con justo juicio el mensaje divino escondido en cada circunstancia de tu vida?


Bitácoras Relacionadas:

Los Secretos para Alcanzar una Vida Sin Barreras (Parashá Pinjás)

Por P.A. David Nesher

La parashá (porción) Pinjás (Números 25:10 – 29:40) revela en verdad esa conciencia mesiánica a la que podemos ascender por medio de Yeshúa HaMashiaj y que se nos hace especialmente accesible en este Shabat.

¿Qué Clase de Paz practicaba Finees (Pinjás)?

Por P.A. David Nesher

Por tanto, di: «He aquí, yo le doy mi pacto de paz…”

(Bamidbar/Números 25:12) –

Los capítulos de la parashá Pinjás continúan el relato de la sección Balak en donde lo encontramos protagonizando un episodio en el que la autoridad de Moshé fue retada por Zimrí, hijo del jefe de la tribu de Shimón. Resulta que Zimrí se presentó con una midianita llamada Kozbí, desobedeciendo el mandato formal de separarse de estas mujeres. En ese momento, cuando el pueblo esperaba la respuesta a la osadía del varón de la tribu de Shimeón, con la posible consecuencia de la humillación de Moshé, Pinjás atravesó con una lanza tanto a Zimrí como a Kozbí. La Torah nos relata como este lascivo acto cortó la conexión de los israelitas a la sefiráh (esfera) celestial de Yesod, lo que provocó una fuga inmediata de energía mesiánica. Se creó así una abertura que permitió que la negatividad viniera en una plaga que se extendió entre los israelitas, matando a 24.000 de ellos.

Lo cierto de todo esto es que dicho evento tiene una serie de códigos lumínicos que lo convierten en blanco de muchas controversias. Por eso, haremos una serie de preguntas para lograr enfocarnos en la enseñanza de esto: ¿Procedió Pinjás conforme a la Voluntad de Yahvéh o actuó dominado por un ataque de celo? ¡Qué contradictorio! Pinjás mató a un israelita y la Torah lo califica como “persona que hace la paz”. ¿Cómo explicamos esto? Sea cual fuese la respuesta correcta, nada semejante a esta acción había sido vista en Israel hasta entonces.

La Torah nos relata que por este acto de celo por el Nombre de Dios, el mismo Eterno ofrece a Pinjás, su Pacto de Shalom. Ahora bien: ¿cómo se puede armonizar la conducta beligerante de Pinjás con su condición de Kohén, cuya característica fundamental es la paz que debe diferenciar a los descendientes de Aharón? ¿Por qué el Eterno le dio un premio tan grande como el Pacto de la Paz? ¿Qué paz trajo Pinjás al pueblo?

La explicación fluye sola de las mismas Escrituras: Pinjás trae la paz entre el pueblo y Yahvéh a través de su actitud del shomer (atalaya o guarda) que evita que la comunidad toda sufra cortocircuitos espirituales por causa del pecado de algunos.

Para explicarlo mejor, diré que Pinjás era básicamente un hombre de paz, al igual que su padre Elazar y su abuelo Aarón, el Sumo Sacerdote, sobre el cual fue dicho:

 Sé de los estudiantes de Arón HaKohén: amando la paz, persiguiendo la paz, amando a las personas y acercándolas a la Torá”.

(Avot 1:12)

Sin embargo, cuando Pinjás vio que se estaba profanando el Nombre del Eterno de manera pública, él actuó de manera totalmente ajena a su naturaleza (Números 25:6). Al hacer esto él demostró gran fortaleza de carácter, ya que se sobrepuso a su naturaleza pacífica para santificar el Nombre de Dios.

Con su acción decisiva, Pinjás puso punto final a las orgías con las mujeres midianitas, conducta que amenazaba con desviar al pueblo de su recientemente adquirido compromiso con la emunáh de Avraham, Izjak y Yaakov, para conquistar territorios llenos de idolatría.

Así, el Pacto que el Eterno ofreció a Pinjás incluye la palabra Shalom, que es uno de los Nombres divinos. Por ello, se trata de una relación permanente, porque Dios es eterno.

De esto nos resultará interesante señalar que en el texto hebreo, la palabra para “paz” (shalom), tiene un aparente “defecto”. La letra vav, que corresponde a la letra o, está partida. Si así fue escrito en el original. La pregunta es: ¿por qué el Eterno escribió la palabra para paz completa, shalom, con una letra no completa? Hay una opinión que dice que Pinjás sólo tuvo justicia en su mente cuando ejecutó a los pecadores, sin tener una actitud de misericordia. Por eso el pacto con él no fue perfecto.

Entonces, comprendemos que las Sagradas Escrituras enseñan que no hay paz en la sociedad si no hay justicia. Está escrito que el fruto de la justicia es shalom (cf. Hebreos 7:2), donde primeramente habla de justicia y luego de paz (cf. Salmo 72:1-4; 85:10; Isaías 32:17; 48:22; 57:21; 60:17). Sin embargo, la paz no es perfecta si sólo se emplea la justicia, sin tener misericordia. Además no es correcto sentir sólo venganza sino también debe haber un sentimiento de pena por los que son ejecutados. Algunos intérpretes sostienen que es posible que Pinjás no tenía una actitud de misericordia a la hora de ejecutar la justicia. De esta manera sólo reflejaba una parte del carácter de Yahvéh que es justo y misericordioso a la vez. Pinjás tenía un celo por la justicia, pero le faltaba la misericordia, y por eso el pacto de paz no fue completo.

Por otro lado, encontré un respuesta dada por el comentarista de la Torah Obadiah ben Jacob Sforno (1475-1550), que me ha parecido espléndida y nos podría guiar hacia el motivo del “premio divino” de Pinjás.

Sforno hace ver que gracias a este Pacto de Paz que el Eterno le dio a Pinjás, este tuvo una larga vida, viviendo incluso durante la época del Mishkán situado en Siloh, es decir, incluso después de la muerte de Yehoshúa.

Pinjás es la persona que más años vivió en su generación. La razón de esto es, según el Sforno, debido a que la pérdida solo se encuentra en la confrontación de los opuestos. Es decir, que Pinjás logró vivir una vida larga debido a que no tenía confrontación de intereses internos opuestos uno de otro. Pinjás logró vivir una vida larga gracias a su paz interior.

Allá por la década de los años 60, profesores de la Universidad de Harvard guiados por investigaciones científicas llegaron a la conclusión de que la salud física humana depende mucho de la salud mental de la persona. Si uno no está tranquilo mentalmente y emocionalmente, su cuerpo tampoco está tranquilo y esto lleva a que la persona se enferme y muera. La paz interior hace que la persona esté sana y tenga larga vida.

La paz interior es un producto, como ya mencionamos, del estado mental y emocional y de la confrontación de intereses opuestos dentro de la persona. Cuanto más sincera y verdadera sea la persona consigo misma, menos stress y conflictos esta va a poseer.

Pinjas tuvo el merito de recibir el pacto de la paz debido a que este no llevaba dentro suyo ninguna confrontación de intereses. El solamente buscaba tranquilizar el enojo de D-os y devolver el pueblo a su lugar correcto. Si Pinjas hubiese tenido un conflicto de intereses, seria imposible saber dónde hubiese terminado esta historia. Gracias a que Pinjas no dudó ni un minuto en cual era la acción que se debía tomar en tal momento, este fue garantizado con un pacto de paz para la eternidad. Gracias a que Pinjas actuó de forma “pura y simple, sin ningún conflicto de intereses que generen dudas”, este fue premiado con el pacto de la paz.

Pinjás no solo marcó un avance en términos de paz hasta esa época y hasta hoy en día, sino que su avance es el que refleja verdaderamente lo que es la paz. Muchos piensan que paz es un término teórico y no práctico. Muchos opinan que para llegar a un estado de paz hay que “levantar las manos” y dejarse llevar. Pinjás nos enseñó que justamente para poder llegar a la paz hay que accionar. Hay que trabajar por ella. Para poder llegar a estar en un estado de paz interior hace falta no quedarse inactivo.

Que siempre podamos estar en paz interiormente para así poder llegar a generar una paz exteriormente.

Shalom!

¡Háblale a la Roca, porque el Eterno no hace un Milagro idéntico a Otro!

Por P.A. David Nesher

«Toma el bastón y reúne a la comunidad — tú y tu hermano Aharón — y háblale a la roca a la vista de ellos y ella dará sus aguas. De ese modo sacarás agua de la roca para ellos y le darás de tomar a la comunidad y a sus ganados”.
Moshé tomó el bastón ante Yahvéh, tal como se lo ordenara. Moshé y Aharón congregaron a la comunidad ante la roca. Moshé les dijo:
“¡Escuchen, rebeldes! ¿¡acaso de esta roca [que no fuera designada por YHVH] quieren que saquemos agua para ustedes!?”.
Moshé levantó su mano y golpeó dos veces con su bastón la roca y emergió abundante agua. Así, tomaron la comunidad y sus ganados

(Números/Bamidbar 20:8-11).

Al leer estos pasukim (versículos) nos encontramos con la narración de uno de los incidentes más conocidos de las Sagradas Escrituras, pero el que más códigos mesiánicos encriptados posee.

Primero, necesitamos recordar que la profetiza Miryam murió el día 10 de Aviv, a los 125 años. Inmediatamente después de su fallecimiento se secó el agua de la fuente. Según los datos dador por el Talmud y el Midrash, la fuente de agua que seguía a los hijos de Israel en el desierto fue dada por los méritos de Miryam. Ahora, con ella fallecida, la fuente estaba seca, y el pueblo pensó que se quedó sin agua.

Lo curioso de esto es que la Torah (Instrucción) divina no registra que la congregación haya llorado por la muerte de Miryam, como lo hizo por Aharón y Moshé (Deut 34:8). Por cierto, fue precisamente debido a que no derramaron lágrimas por la desaparición de Miryam que la fuente de su agua se agotó. Fue como si el mérito de Miryam no les hubiera importado. Por ello, el Eterno permitió que a la muerte de Miryam la roca que suministraba agua quedara oculta.

Resulta que, por causa de dicho insidente, el pueblo presionaba al profeta Moshé para que les diera agua. Ellos habían caminado cuarenta años por las arenas del desierto y ahora, que el manantial de la Roca que los seguía se había secado con el fallecimiento de Miryiam, ello temían morir de sed.

En segundo lugar, vemos que el Eterno manda a Moshé que le hable a la roca porque de ella brotará agua (Números 20:8). La instrucción de hablarle a la peña contrasta con el hecho de que, cuarenta años atrás, Moshé siguió la instrucción de Yahvéh de golpear la roca para que el agua fluyera. Esto es lo que llegó a recordar Moshé años antes:

“…Mira, Yo estaré parado ante ti en la roca, en Jorev. Golpearás la roca y de ella saldrá agua y el pueblo podrá tomar”. Y en efecto, así hizo Moshé a la vista de los ancianos de Israel…”,

[Éxodo/Shemot 17:6, Torat Emet (comparar con Núm. 20:8; 20:11)].

Pero esta vez, la orden había sido bien clara y muy específica, el Eterno le dijo a Moshé que tomara la vara, pero no que la usara. El agua seria proveída si Moshé tan solo hubiera hablado a la peña a la vista del Pueblo. En esta oportunidad, Moshé solamente debía hablar a la roca, aunque con la vara en su mano. Esta vara era sencillamente el símbolo de su autoridad de parte del Eterno.

Así pues, tal y como se le ordenó, Moshé tomó el cayado y fue con Aharón a convocar a toda la congregación para darles agua tal que se santificara el Nombre de Dios. Él comenzó haciendo exactamente lo que el SEÑOR le había dicho que hiciera: Tomar la vara, y reunir al pueblo de Israel.

No obstante, aunque sí logró hacer salir el agua de una piedra, no santificó el Nombre del Santo y Bendito, por lo menos no de la manera, ni al nivel que se le había ordenado. Y aunque la naturaleza exacta de su pecado es desconcertante y ha sido interpretada de diversas maneras por los exegetas, independientemente de su verdadera índole, lo que sí se hace evidente es que este pecado les costó a Moshé y Aharón el privilegio de entrar a la Tierra prometida.

¡Cuidado con el Uso de Tu Voz!

Ahora los invito a considerar códigos lumínicos que nos servirán para la praxis de nuestra emunáh.

Si lo observamos bien, notamos que en esta nueva ocasión, al Profeta se le ordena únicamente el uso correcto de la voz (“háblale a la roca”); sin embargo, él golpeó la roca, pero nada ocurre. En ese momento él tuvo la oportunidad de re-evaluar su enfoque y reflexionar más detenidamente acerca de la instrucción específica de Dios de “hablarle” a la peña, pero en lugar de ello, Moshé la golpea por segunda vez (vers 11), y entonces el agua comenzó a brotar.

Resulta obvio que Moshé debió haber hablado una y otra vez a la roca hasta lograr que esta proveyera agua, pero el tono insultante del pueblo lo condujo a que su ira se convirtiera en furia incontrolada. Justamente los sabios explican que una vez que se hubo enojado, se le ofuscó el juicio y golpeó la roca. Es evidente que fue una mala interpretación la de Moshé y Aharón, quizás por estar bajo una fuerte presión por parte del pueblo de Israel que solía murmurar por todo.

Dicen los sabios que en este lugar de endurecimiento, Moshé cometió un error muy importante que consistía en estas *cinco cosas*:

  • Actuó con ira.
  • Habló palabras fuertes contra los hijos de Israel, “rebeldes”. Dios no le mando que hablara a la nación, ni hablar tan severamente a la nación, sin embargo Moisés lo hizo.
  • Dudó de Yahvéh, no escuchando atentamente la nueva consigna.
  • Desobedeció la orden de hablar a la peña.
  • No santificó al Nombre del Eterno con su proceder.

Por cierto, hay muchas explicaciones para la frustración de Moshé aquí (el Salmos 106:32-33 describe como el pueblo provocó a Moisés aquí), pero ninguna de ellas es excusa.

Peor aún, Moshé no solo tomo la rebelión del pueblo contra el Señor muy personal, él también sobre-magnifico su propia asociación con Dios diciendo:

«¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?» 

Moshé habló como sí él y el Eterno harían el trabajo, como sí ellos dividieran el trabajo cincuenta-cincuenta; como si Dios no pudiera traer agua a menos que él estuviera cerca para hablarle a la peña. Su lapso en desprecio por el pueblo lo guió a un lapso de orgullo sutil. Por sus palabras se deduce que actuó con ira y hablo como si él mismo pudiera hacer milagros, cuando tenía que haber atribuido al Eterno esa capacidad.

Por eso fue que no solo la golpeó a la Roca, sino que la golpeó dos veces. Cuando él golpeó la peña al principio del viaje de Éxodo, él sólo debía golpearla una vez, pero ahora, de la ira y frustración, él lo hizo dos veces.

Quizás, a simple vista, Moshé no cometió un pecado aparentemente serio, pero en los ojos del Todopoderoso su desobediencia fue lo suficientemente grave como para negarle la entrada a la herencia de la tierra. En fin, los errores de estos dos gigantes espirituales fueron sumados con las palabras “vosotros no me creísteis para santificarme ante los hijos de Israel”.

La lección para nosotros aquí es bien clara. Hasta que no elevemos nuestra conciencia, nunca estaremos listos para aceptar los milagros en su forma más pura y se nos impedirá verlos siempre.

Cuarenta años antes (Exo 17:6), cuando el Eterno le mandó a Moshé que golpeara la piedra, el pueblo venía saliendo de una esclavitud brutal, por lo tanto «golpear» era un idioma que ellos conocían perfectamente. Sólo que esta vez, Moshé tiene enfrente a una nueva generación de israelitas que había nacido y crecido en libertad; una generación que requería de un enfoque más suave, la palabra hablada.

Sobre estos pasukim, el Midrash explica:

«…El Eterno dijo a Moshé: Reúne a los tzadikim (hombres justos), y a las grandes personas ante la roca de la cual el agua fluía mientras Miryam estaba viva. Mientras estés parado con la santa Congregación frente a la roca, enséñales una halajáh (ley) o un pasaje de Torah. Luego ordena a la roca manar agua…»,
[“Midrash Bemidbar”, pág 244, 245].

De todo esto aprendemos que la Santificación del Nombre del Eterno [– en hebreo Kidush HaShem (קידוש השם) –] tiene mucha prioridad para el Eterno. La forma de tratarlo es sumamente importante, y especialmente al ser un ejemplo para todo el pueblo, como lo era Moshé. No se puede tratar al Eterno de cualquier manera y pensar que no hay consecuencias de ello. Y cuánto más alto sea el cargo espiritual, más importante es tratar correctamente al Eterno para que el pueblo tenga un buen ejemplo a seguir.

¿De qué manera Moshé y Aharón no habían santificado al Eterno?

La Torah dice que no le habían creído – en hebreo lo heemantem(לא האמנתם). La raíz de la palabra creer – aman, (אמן) – tiene que ver con la construcción de un soporte, algo firme y estable. Por lo tanto, creer en el Eterno no solamente implica creer en lo que Él dice, sino ser fiel y ajustar toda su vida – pensamientos, actitudes y conducta – según lo que el Eterno indica en lo que dice. Creer en Yahvéh es confiar en Él. Creer en el Eterno es serle fiel. Moshé y Aharón no fueron fieles al Eterno en este momento, porque él había dicho que ellos hablaran a la peña y no lo hicieron, sino que la golpearon. Ser fiel es hacer exactamente lo que el Eterno ha dicho, ni más ni menos.

Así pues, al no ser fieles, ellos no santificaron Su Nombre. Al no hacer lo que Él había dicho dieron un ejemplo malísimo ante el pueblo de cómo uno debe comportarse ante el Eterno.

Alguno pensará que no importa tanto si hablaran o golpearan la peña, lo importante es que el milagro se haya hecho y que el pueblo haya sido salvado. Pero en el Reino de los Cielos las cosas no funcionan así, a medias. Lo que el Eterno dice es exactamente lo que quiere decir. Por eso hay que obedecerlo no más ni menos ni de otra manera ni de manera parecida ni a medias, sino exactamente como lo ha dicho. Toda otra cosa es no santificarle y no serle fiel.

¿Por qué hacer que esta Roca vierta agua de maneras distintas?

Al leer el “Midrash Bemidbar” (pág 245), encontramos la respuesta a este planteo y es que el Eterno no hace un milagro idéntico a otro.

Lo que más me impresiona de este relato es que a pesar del lapso de Moshé dentro de una actitud pecaminosa y acción, el Eterno aun así proveyó abundantemente para el pueblo. Es que el amor de Dios por su Pueblo es tan grande, que Él usará sus instrumentos imperfectos. De aquí surge otra enseñanza más: el hecho que Yahvéh use a alguien no es evidencia (para ellos mismos o para el pueblo) que ellos mismos están realmente bien con el Eterno, o que vibran con su ministerio de acuerdo al corazón pastoral de Yahvéh.

Desde esto, surge un lema de emunáh que ayudará a discernir ciertos «eventos milagrosos» que acontecen en el mundo de las denominaciones babilónicas con tintes «carismáticos»: ¡lo que funciona no es la mejor medida para lo que está bien delante del Eterno y Su propósito mesiánico!

Aprendamos de esta lección a estudiar bien lo que el Eterno realmente ha dicho para luego poder hacer exactamente lo que ha dicho y no otra cosa.


Bitácora Relacionada y Recomendada:

El Mejor Refugio para el Alma (Torah y Mashiaj)

Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades, junto con sus tierras de pasto.”

(Números/Bamidbar 35:7) 

Cuando Yahvéh ordenó a Moshé la repartición de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel, los leviím (levitas) no recibieron ningún territorio. En lugar de ello se les otorgaron cuarenta y ocho ciudades a ambos lados del Jordán. Seis de ellas, tres a cada lado de este río, fueron instituidas como arei miklat (“ciudades de refugio”).

En este texto notamos como el Eterno continúa su método pedagógico que permitía a Israel entrenarse en la midot (cualidades) de la benevolencia (Jesed) en balance con la disciplina (Guevurah) a través de la práctica de la generosidad compasiva (Tiferet) para con el prójimo. Cada tribu recibió la orden de dar ciudades y tierras a los levitas dentro de sus fronteras. Es interesante ver que Yahvéh no dictó cuáles serían todas las 48 ciudades de los levitas, sino cedió a sus hijos decidir qué ciudades querían dar a los levitas. El Eterno dio a cada tribu un área de la tierra y luego cada tribu tenía que dar de lo que había recibido a los levitas.

Alrededor de cada ciudad existía un terreno de dos mil codos (1 km) en cada dirección. En el versículo 4 aparece una aparente contradicción, ya que se habla de mil codos, pero en el versículo 5 se habla de dos mil codos. El Talmud resuelve esto diciendo que los primeros mil codos fueron dejados como un espacio abierto, y los otros mil codos servían para campos y viñas.

Recordemos que el mitzvah (mandamiento) de Yahvéh sobre la santidad de la sangre era muy explícito. El derramamiento de sangre humana contaminaba la tierra en la que vivían los hijos de Israel, en medio de la que residía la Shekinah (Presencia) del Eterno, y solo se podía expiar por medio de la sangre del que la había derramado. (Gn. 9:5, 6; Nm. 35:33, 34), preferiblemente a manos del “vengador de sangre,” el pariente masculino más cercano. Así, en el caso de un asesino, cuando el vengador de la sangre le daba muerte “sin falta” (Ex. 21:23; Nm. 35:21), quedaba vengada la sangre de su víctima y se satisfacía la ley de “alma por alma”. El vengador de sangre o goel tenía el derecho y la responsabilidad de matar al asesino: No tendrás piedad de él; sino que limpiarás de Israel la sangre del inocente, para que te vaya bien”. (Dt. 19:13).

Hasta aquí todo muy entendible, pero, ¿qué pasaba con el homicida involuntario, aquel que, por ejemplo, mataba a su hermano cuando por accidente se desprendía la cabeza del hacha al cortar leña? (Dt 19:4, 5) Para tales desafortunados el Eterno amorosamente proveyó las ciudades de refugio, donde el que derramaba sangre por accidente podía hallar asilo y protección del vengador de la sangre. (Nm. 35:6-32; Jos. 20:2-9).

Lo asombroso que aquí podemos ver, es que no hay prisión en la cosmovisión de la Torah. Evidentemente el Eterno revela que el diseño humano de las prisiones no corrige. Todos sabemos que la gente que sale de la cárcel, en su gran mayoría, sigue conectada con la mentalidad criminal y terrorista. Por lo tanto, según la voluntad divina, la persona que cometió homicidio involuntario debe ir a una ciudad de refugio. Las ciudades que fueron construidas para tales asuntos, indican la intervención directa del gobierno de Yahvéh que quiere separarlos de los demás. De esta manera el Creador mismo marca Su línea entre ellos. La persona debe vivir en esta ciudad, sin derecho a salir de ella. Si viola esta condición, puede ser muerta a manos del vengador de sangre.

Por eso, notamos que las leyes de la Torah de las ciudades de refugio son singulares. Si una persona mata a otra accidentalmente debe huir a una de estas ciudades, tres a cada lado del río Jordán. Mientras se encuentre dentro de los límites de la ciudad, ningún pariente del difunto tiene permitido dañarlo. Si quiere estar a salvo, el perpetrador de ese crimen involuntario debe permanecer en la ciudad de refugio sin abandonar sus límites hasta la muerte del Sumo Sacerdote.

Ahora bien, de las 48 ciudades de los sacerdotes y levitas había dos clases de ciudades de refugio. Todas daban refugio a los homicidas involuntarios. Pero seis de ellas también recibían a los homicidas que habían matado a sabiendas hasta que una sentencia fuese dictada. Los que huían a las 42 ciudades tenían que pagar por su vivienda y la comida mientras que los que huían a las seis ciudades tenían el derecho de una cama y comida sin costo, por la provisión de los levitas. De esta manera también los levitas fueron entrenados a ser generosos, incluso con los asesinos. Así, el Eterno proveyó una “salida celestial” para proteger a Su pueblo de asesinatos cíclicos provenientes del sentimiento de venganza que plagaban a tantas naciones circundantes. Les proveyó una respuesta para no tan sólo proteger al que accidentalmente derramara sangre, sino que también protegía a la persona que procurara la venganza.

Aunque el término “Ciudad de Refugio” pudiera dar la impresión de un lugar indulgente, en realidad era un lugar de juicio (din) divino. El homicida involuntario sólo podía quedarse allí si era declarado inocente de asesinato por premeditación y alevosía. Si la persona huía a dicha ciudad, su caso era escuchado en la puerta de la ciudad por los ancianos gobernantes. Si era hallado culpable, no se le permitía entrar y era entregado a manos del vengador de sangre para darle muerte. La ciudad de refugio estaba allí simplemente para asegurar que la persona pudiera hacer su defensa y asegurar que nadie inocente fuera muerto antes de que su caso fuera escuchado.

La vida dentro de la ciudad estaba llena de beneficios celestiales para el delincuente, además de la evidente seguridad y poder escapar de la muerte. Entendamos que estas ciudades eran administradas por los levitas, quienes proveían un ambiente educativo saludable para la persona hallada culpable de homicidio involuntario. Si el ofensor finalmente lograba regresar al mundo fuera de la ciudad, sería un mejor ciudadano y seguidor de Yahvéh. Al ser expuesto al estilo de vida en esa ciudad, podría resultar ser más sabio y mejor, obteniendo el favor de Yahvéh y muchas bendiciones que él mismo aprendía a hacer descender para rectificar un mundo mejor.

Para comprender mejor el funcionamiento de este diseño judicial, comprende poner atención a los procedimientos que se seguían. Cuando un fugitivo llegaba a una ciudad de refugio, tenía que exponer su caso a los ancianos en la puerta de la ciudad, y debía extendérsele hospitalidad. A fin de evitar que los que cometían asesinatos intencionados se aprovechasen de esta provisión, después de exponer el caso en la ciudad de refugio, el fugitivo tenía que someterse a juicio y probar su inocencia en las puertas de la ciudad bajo cuya jurisdicción había ocurrido la muerte. En caso de hallarle inocente, era devuelto a la ciudad de refugio. Sin embargo, solo podía garantizarse su seguridad si permanecía en la ciudad el resto de su vida o hasta la muerte del sumo sacerdote. No era posible aceptar ningún rescate con el fin de alterar estos términos. (Nm 35:22-29, 32; Jos 20:4-6.) Ni siquiera el altar sagrado de Jehová podía proteger a los asesinos, como se mostró en el caso de Joab. (Éx 21:14; 1Re 1:50; 2:28-34).

Nuestro Refugio Psíquico.

Para comprender los códigos mesiánicos que se esconden en este diseño divino de justicia necesitamos sumergirnos y meditar en muchos detalles que él se encuentran.

Según la explicación del Talmud se sabe que en los tiempos bíblicos existían señales de tránsito esparcidas literalmente por toda la tierra de Israel señalando hacia la ciudad de refugio más cercana. Cada cartel tenía dos palabras: Miklat Miklat. El valor numérico de la palabra miklat es 179, un número primo, que al estar dos veces suma 358. Este número (358) es también la guematría de «Mashíaj«.  De esto inferimos que la señal del camino apuntando hacia la ciudad de refugio, en realidad es una codificación que apunta a una nueva conciencia, la mesiánica. Mentalidad que era necesario que cada hebreo adquiriera a fin de acelerar los tiempos de la manifestación mesiánica que el Eterno prometiera a Avraham su simiente daría en bendición a las naciones.

Debemos saber que para dar refugio a la persona culpable de homicidio accidental, y que se salvara del vengador de sangre, se tomó una medida para asegurar que los principales caminos que conducían a estas ciudades se mantuvieran siempre abiertos. Ninguna parte del territorio de Israel estaba a más de 50 km. de distancia de una ciudad de refugio. Este era un tramo que podía fácilmente cubrirse en un día. Se proporcionaron las ciudades de refugio para proteger a una persona hasta que se decidiera adecuadamente sobre su caso. El derecho de asilo era sí o sí solamente para quienes sin intención habían tomado la vida de otro.

Como lo habrán notado más arriba, la palabra hebrea para «refugio», es miklat, aparece 10 veces en esta sección de la Torah en dos grupos de cinco. El primer concepto comparable que viene inmediatamente a la mente es el del Aseret HaDibrot (el Decálogo, también mal llamados Diez Mandamientos), los que también fueron entregados en dos tablas de 5. El hecho que la palabra miklat aparezca diez veces asocia a las ciudades de refugio con la esencia del número 10. Este número perfecto corresponde a los diez poderes del alma, que debemos rectificar e iluminar con la luz divina de nuestras almas. Debemos activar los diez poderes de nuestra alma para correr hacia la ciudad de refugio (que representa a la Torah) e incorporar Su mensaje.

Como ya he mencionado en el párrafo anterior, la palabra miklat aparece en dos grupos de cinco. El primero de estos grupos aparece al comienzo de la discusión de los asesinatos involuntarios. En este grupo, la palabra miklat aparece tres veces vinculada a la palabra hebrea ir, que se traduce como «ciudad«, y dos veces como lemiklat, que significa «al refugio«. Todas estas referencias son impersonales. A continuación de esta discusión inicial del asesinato accidental, la Torah continúa relatando las leyes de la persona que mató intencionalmente, retomando luego nuevamente la discusión de las muertes accidentales. Pero esta segunda vez miklat aparece en un contexto personal, utilizando la forma miklató, «su refugio«.

Además de refugio, la raíz hebrea de miklat (kuf- lamed-tet), tiene otros dos significados: absorción e integración. Ambos están incluidos en nuestra comprensión de la función de la ciudad de refugio. El proceso de absorción comienza cuando una persona ingresa a una nueva realidad absorbido por el nuevo ambiente que lo rodea. Lentamente se va familiarizando con sus nuevo vecindario, comienza a amarlo y aprende cómo funcionar alegre y efectivamente en él. Ha sido absorbido dentro de la luz abarcadora de su nueva realidad. Esta absorción es relativamente impersonal, correspondiente al primer grupo de las 5 palabras de «refugio» ya mencionado. El proceso de integración es una dinámica diferente e incluso opuesta. Integrar una nueva realidad es absorberla dentro de uno, dejándola penetrar y pernear nuestro ser. La integración es totalmente personal, ingresando dentro de la psique de la persona y cambiando su forma de vida. Esto, por supuesto, corresponde al segundo grupo de 5.

Ante todo esto, podemos deducir que cuando una persona huye a la ciudad de refugio (una nueva conciencia de Torah y particularmente su dimensión interior, la mesiánica) primero debe ser absorbida completamente y enamorarse de ella, sin querer irse jamás. En este estado inicial, la Torah rodea todo su ser, y es absorvida en su conciencia, y no es de una importancia crítica que entienda todo lo que estudia.

Cuando huimos a la ciudad de refugio (la Torah), el sentimiento interior más importante que debemos desarrollar es que se nos ha brindado luz y sabiduría divinas infinitas como un regalo inmerecido. Cuanto más se desarrolla este sentimiento, más se va absorbiendo dentro de la conciencia mesiánica de la Torah.

Entonces, para que su nueva conciencia mesiánica permanezca eternamente como parte de su ser, protegiéndolo de dañarse y de dañar a los demás, la persona debe redirigir su experiencia, integrándola conscientemente dentro de su ser.

El texto sagrado mismo explica que sólo la Torah puede rodear completamente a una persona y simultáneamente encontrarse totalmente dentro de ella misma.Esto es porque la sabiduría de la Torah es infinita. No es así el caso de la sabiduría finita mundana que la persona puede no entenderla, en cuyo caso la sabiduría lo rodea por fuera, o si por el contrario la comprende totalmente la sabiduría está sólo dentro suyo. Como es limitada, no puede rodear a la persona y a la vez estar adentro simultáneamente. Sólo la sabiduría infinita incluye ambas dinámicas de absorción e integración. Este pensamiento está reflejado en los Salmos, 1:2, que describe a la persona feliz que se conduce en los senderos de la Torah. La primera parte del versículo reza: «…su deseo está puesto solamente en la Torah de Di-s». Esta es la etapa de la absorción. La Torah es del Eterno y el único deseo de la persona es ser absorbida dentro de ella. La segunda parte del versículo dice: «y en su Torah se sumergirá día y noche». En este punto la Torah ya ha sido integrada en el alma de la persona, más todavía cuando es llamada «su Torah», del propio estudiante.

Espiritualmente, la máxima ciudad de refugio es la Torah, como Yahvéh le ordenó a Yehoshúa: «y la estudiarás día y noche» (Jos. 1:8). Cuando corremos hacia la Torah, mostramos que nuestra voluntad desea sus códigos de Luz Infinita para continuar el camino de la vida (en hebreo correr se dice ratz, semejante a la palabra «voluntad», ratzón). Expresamos así un deseo muy fuerte de sumergirnos completamente en sus profundidades, refugiándonos en sus palabras reparadoras. Cuando nuestra conciencia está completamente alineada con la Torah, ya no somos vulnerables a los daños y más importante aún, ya no estamos en una situación mental que nos posibilite o de cabida a herir a otro, incluso involuntariamente.

Cuando corremos hacia la dimensión interior mesiánica de la Torah, somos absorbidos en ella y la integramos dentro de nuestras almas. Así ingresamos a un estado de conciencia mesiánica, en a que somos uno con Mashiaj mismo. Desde este estado podemos misionar rectificando nuestras almas, y trayendo así la verdadera redención al mundo entero.

La Guerra contra los Bajos Instintos (Yetzer HaRá)

Por P.A. David Nesher

«Y dijo a ellos Moshé:
¿Acaso dejaron con vida a todas las mujeres? Si ellas fueron una trampa en el consejo de Bilam…,  fueron infieles a Yahvéh en el asunto de Peor, por lo que hubo plaga entre la congregación de Yahvéh.»

(Números/Bamidbar 31:15-16)

Una de las porciones (parashot) que leemos esta semana, Matot, nos relata acerca de la batalla que los israelitas enfrentaron a los medianitas y de su posterior victoria.

Allí la Torah nos cuenta como Moshé reprendió a los soldados debido a que habían traído al campamento mujeres midianitas que fueron tomadas como botín.

El texto deja bien claro que antes de la batalla Moshé les había ordenado acabar con toda la población y ellos, cegados por el deseo, dejaron con vida a aquellas mujeres, cuya seducción había provocado el pecado que atrajo la plaga que costó miles de vidas. Los soldados argumentaron delante de Moshé que no tuvieron la fuerza para resistirse a la tentación.

Ahora bien, en unas líneas más adelante leemos en nuestra parashá, leemos:

“Y dijo Elazar el sacerdote a los hombres del ejército que vinieron a la guerra:

Toda cosa (utensilio) que sea pasada por fuego (para cocinar), será pasada por fuego y se purificará…”.

(Bamidbar 31:21-239)

Si lo volvemos a leer, nos encontramos con algo extraño en el texto:

¿por qué dice que «venían a la guerra», cuando en realidad regresaban de la batalla con Midián?

La respuesta es un codificación para nosotros que conviene mucho considerar. Como bien sabemos, la Torah no es sólo un libro histórico, sino que es un texto encriptado cuyos códigos describen el proceso del alma humana aquí y ahora. Es decir, que existe un nivel de interpretación de la Torah, que nos permite entender los eventos es nivel interno.

Las naciones hostiles a quienes el pueblo de Israel encontró en las páginas de la Instrucción (Torah) representan a esas fuerzas negativas que han ido haciendo nido dentro del ser humano mismo.

Justamente el nombre Madián (hebreo Midián), se relaciona con la palabra hebrea madon que significa “lucha, contienda, rencilla» cotidiana. A la vez, Midián guarda relación con la palabra “Din” que significa juicio, tratando siempre de separar y discriminar. Por ende, las constantes batallas del pueblo de Israel representan las continuas luchas del redimido en el Mesías contra cualidades negativas de su ego que «alimentan» y «energizan» a las fuerzas de HaSatán (el Adversario), que busca activar los juicios de maldición contra el creyente (Efesios 6:10-18).

Frente a la guerra que un escogido libra diariamente contra su instinto maligno denominado en hebreo yetzer hará (tendencia al mal), la guerra física resulta insignificante. El yetzer hará es un enemigo despiadado, ya que no cesa de atacar a la esencia de la persona humana, ni siquiera en su último respiro de vida. Con esto aprendemos que un redimido, sea varón o mujer, está obligado a tomar precauciones para aislarse de malas incitaciones, ya que se lo considera responsable de sus acciones.

Los soldados que habían luchado contra los midianitas, venían con una victoria física sobre sus hombros, pero ahora se enfrentaban a la soberbia y el deseo lascivo, representados en las mujeres midianitas cautivas. Esta es la batalla más difícil; esto es lo que quiere enseñarnos la Torah cuando dice que vinieron a la guerra.

Debes estar siempre alerta; el adversario (HaSatán) te acecha y busca sorprenderte en todo momento.

Ahora bien, seguramente te estarás preguntando: ¿Dónde se encuentra el instinto maligno? Y la respuesta es simple y reveladora: en los lugares en que piensas que no se encuentra.

Por eso, debemos ser sobrios y velar en oración (1Pedro 5:8), a fin de tener siempre presente en nuestras conciencias que el enfrentamiento con el yetzer hará es incesante. En realidad es una conflagración que nunca termina.

Esta estrategia profética la aprendemos de lo que está escrito en el rollo de Devarim:

«Cuando salgas a la guerra sobre tu enemigo, y te lo entregará Yahvéh en tu mano.»

(Deuteronomio 20:1)

Si sabes que todos los días sales a la guerra contra tu enemigo íntimo (el yétzer hará), entonces, Yahvéh te lo entregará en tu mano y podrás vencerlo. Pero si crees que ya lo venciste, y te asientas en la zonas de confort que ofrece el sistema, perderás siempre la batalla.

Por ese motivo, inmediatamente después de que regresaron los soldados de la guerra, les fue encomendado el mitzvá (mandamiento) de la purificación de los utensilios de cocina, también lleno de códigos lumínicos para nosotros.

El precepto ordenaba que toda cosa que fuera pasada por fuego. Resulta interesante la revelación que surge de este mandamiento: un utensilio que pudo haber sido utilizado por un idólatra practicante de hechicería, hay que pasarlo por fuego, para que lo que esté allí impregnado sea destruido con la acción del fuego.

Pero, buscando la praxis ontológica de esto, notamos que esta codificación es una perfecta representación de lo que sucede con el ser humano en su lucha cotidiana. Cuando el alma humana cae en manos del yetzer hará, que es producto de la pasión egoísta, simbolizada en el fuego, debe ser vencido con el fuego de la Torah. No existe otra forma de escapar de él. Por eso, los sabios intérpretes que escribieron el Talmud al explicar el origen de este instinto tan bajo dicen: «He creado el yétzer hará (instinto maligno) y también he creado su antídoto, que es la Torah. Si ustedes estudian Torah, no caerán en su trampa« (Kidushín 30b).

También en esta obra de sabiduría hebrea existe un consejo más:

«Si te encuentras con ese villano (el yétzer hará), llévalo al Bet HaMidrash (Templo Santo). Si es una roca, se desmoronará; si es de hierro, se hará pedazos. Porque la Torah es la luz que ilumina al hombre por el camino que debe ir. No es lo mismo caminar por un sendero oscuro y lleno de trampas que recorrer la misma senda bien iluminada. Aunque estudiemos Torah, debemos ser cautos y saber utilizar su fuego, pues cuando es mal empleado, daña y perjudica. Cuanto más elevado sea el nivel que alcance una persona, mayor será la lucha que tendrá que librar contra su fuerte impulso al mal.» (Suka 52)

Al reflexionar sumergiéndonos en estas profundidades de la Sabiduría divina notamos el compromiso que debemos asumir a diario de buscar en los libros de las Sagradas Escrituras, aquellas estrategias adecuadas para protegernos del yétzer hará que nos asecha constantemente. Además, y sellando esa búsqueda, debemos elevar tefilot (oraciones de alianza) al Todopoderoso pidiéndole que nos fortalezca con Su Unción para salir sanos y salvos de la batalla contra nuestro más grande enemigo.

Entonces, la próxima vez que el yétzer hará venga a provocarte, no lo escuches. Pues una vez que caigas en sus lazos, y HaSatán con sus ángeles te vean pecar,  volarán para acusarte de todo lo que te atreviste a realizar, y así lograr que el rigor divino suelte sus juicios de maldición en tu vida y entorno.

Aceptemos que las dificultades que conseguimos nos dan la oportunidad de mostrar nuestras verdaderas capacidades, revelar nuestra fuerza, valentía y la magnificencia de quien realmente somos en la redención conseguida por nuestro Dueño Yeshúa, HaMashiaj.

¡Gracias por siempre estar junto a mí aprendiendo Torah!

Shalom!

La Vaca Roja y La Purificación de la Muerte

Por P.A. David Nesher

La pregunta es: ¿Por qué una vaca roja?

La respuesta es primeramente, otra pregunta: ¿Cuántas veces en la vida no tenemos que enfrentar a cosas que no terminamos de comprender y debemos actuar por fe?

Con este mitzvá (mandamiento) nos pasa lo mismo, ¿por qué una vaca roja? ¿No habría sido lo mismo cualquier otra vaca?

A veces, en la vida debemos enfrentarnos a cosas que no tienen explicación o no podemos entender, sin embargo, las enfrentamos y seguimos adelante.

Sin embargo, si nos esforzamos en la investigación, seguramente lograremos asombrarnos de toda la codificación mesiánica redentora que se encuentra en este diseño yahvista.

Te invito a sentarte con tu libro de apuntes y disponerte a tomar nota de todo lo que tu corazón recepcione de estos videos:

Primera Parte: La Impureza del Ego

Segunda Parte: La Impureza de la Muerte Ontológica.

Tercera Parte: La Conexión con Yeshúa el Justo Perfecto.

Cuarta Parte: Las Conexiones Mesiánicas.

Los Excesos de Comida como Fuente de Inmoralidad

Por P.A. David Nesher

 

La multitud mezclada que había entre ellos empezó a sentir un antojo y los Hijos de Israel lloraron una vez más, diciendo: ¿Quién nos dará de comer carne? Recordamos el pescado que comimos en Egipto sin pagar nada, y los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo, pero ahora nuestra vida está reseca, no hay nada; no tenemos nada por delante salvo el maná.»

(Números/Bamidbar 11: 4)

Lo normal del mecanismo psíquico de defensa de un ser humano es olvidarse de las emociones negativas, para sólo quedarse con las positivas conformando sus recuerdos. En este episodio los hijos de Israel ya no se acordaban de la esclavitud. Por eso, el planteo lógico-racional que surge de la literalidad del texto es: si habían estado trabajando duramente como esclavos, ¿cómo ahora dicen que comían gratis? El intérprete del hebreo Rashí asegura que aquí se refieren a que pudieron comer gratis en Egipto en cuanto a no tener que cumplir ningún mandamiento divino.

Por eso, los expertos en decodificar la Torah explican que con dicha queja, queriendo comer carne, en verdad pretendían sacarse el yugo de los mitzvot (preceptos), pretendiendo permitir, desde esta actitud negativa, las relaciones prohibidas. Como esclavos, los israelitas crecieron acostumbrados a vivir de la generosidad de Mitzraim (Egipto). Por ello, a un año de su liberación, hicieron escuchar su voz de protesta, porque a partir del momento en que ingresaran a la Tierra Prometida debían trabajar arduamente para obtener la bendición de lo Alto.

Así pues, descubrimos el secreto ontológico que este texto revela: detrás de cada queja prepotente que el ser humano realiza al Eterno, se esconden cuestiones de índole moral, ya que la persona plena está contenta con lo que tiene, no codiciando lo que tiene el prójimo.

El ser humano necesita variar el gusto de la comida para no fastidiarse. Ahora, los hijos de Israel estaban en una situación de tránsito y, por influencia de los extranjeros, consideraron que la Providencia divina les estaba dando una comida de emergencia, para que sobrevivieran durante el paso por el desierto que no debería durar tanto tiempo.

El Midrash explica que el maná cambiaba de sabor, según el deseo de cada uno de los israelitas. Esto lo hace combinando las dos enseñanzas que la Torah tiene al describir cómo era el sabor del maná, según lo que está escrito en Éxodo 16:31b: “su sabor era como de hojuelas con miel”; uniéndolo con lo que se expresa en Números 11:8: “tenía el sabor de tortas cocidas con aceite”.

Así notamos que el maná era un alimento muy refinado, de origen sobrenatural (cf. Salmo 78: 25), el maná adoptaba el gusto que cada uno quería, y verdaderamente podía asumir el gusto de la carne también. Pero el pueblo tenía un “antojo” en su naturaleza pecadora (Yetzer HaRá). Dicho antojo los llevó a exigir prepotentemente el querer comer carne, para caer en definitiva en adulterio espiritual y físico. Esto lo entendemos desde la expresión «empezó a sentir un antojo» o «tuvo un vivo deseo, se traduce de la palabra hebrea ta’avah; (es también usada en pasajes como Génesis 3:6, 1 Samuel 2:16, Job 33:20, Salmos 10:3) y hace referencia al fuerte deseo egoísta de algo placentero, pero quizás pecaminoso.

Esencialmente, sus quejas en contra del maná eran, “No es lo suficientemente emocionante. Es aburrido.” Esta espantosa falta de gratitud no era nada menos que haber menospreciado al Señor mismo (Números 11:20). Yahvéh es nuestro proveedor; el despreciar lo que Él provee es despreciarlo a Él. No es el trabajo del Eterno entretenernos, y nosotros deberíamos ser más que hijos que demandan ser entretenidos y entusiasmados.

Pedir es algo muy bueno, y de hecho es un precepto pedir por las necesidades (Mateo 7:7-11). Pero esta acción debe ser realizada siempre con humildad, y no de manera prepotente, ya que de está manera la persona demuestra faltante y carencia, no percibiendo de buena manera lo que uno ya tiene.

Exigir de mala manera opaca el alma, comenzando la persona a querer comer de más (en este caso carne), y engordar, conllevando a las bajezas más grandes de índole moral.

Cuando uno come de más, no es la cuestión la comida en sí, sino que con este comer de más la persona está manifestando insuficiencia, debiendo la persona trabajar sobre las satisfacción real y verdadera de estar en el camino correcto, sin tener luego que lamentarse por los excesos.

Cuando una persona no muestra agradecimiento por la comida que recibe, desata maldiciones sobre su vida. Por medio de las bendiciones que damos a Yahvéh antes y después de comer, estamos dándole culto por medio de las cosas materiales y somos liberados de todo tipo de codicia.

“Porque no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar; y en Moisés todos fueron sumergidos en la nube y en el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía; y la roca era el Mesías. Sin embargo, Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron.”
(1 Corintios 10:1-6)

En este texto se habla de un “alimento espiritual”, una “bebida espiritual” y una “roca espiritual”. Así que el maná y el agua que fueron dados en el desierto eran alimento y bebida espirituales. ¿Cómo es que la Sagrada Escritura llama estas cosas materiales “espirituales”?

Según la filosofía griega que domina a la cosmovisión occidental, algo espiritual no puede ser algo físico. Sin embargo, el maná sí era físico, el agua sí era física, así como la roca era física. Así que la expresión “espiritual” no puede ser entendida desde el punto de vista filosófico, sino tiene que ser entendido desde una mentalidad hebrea. Según el punto de vista de la cosmovisión yahvista, algo espiritual es algo que viene del mundo espiritual, o que tiene la aprobación del Cielo, y que tiene una relación y un punto de contacto con el mundo espiritual. Considerado así, una comida espiritual es una comida avalada, bendecida, entregada y santificada por el Eterno mismo. Nuestra misión sacerdotal mesiánica tiene, entre otras cosas, la función de elevar los elementos meramente naturales a un nivel espiritual para que así puedan rendir culto al Eterno. La comida se convierte en algo espiritual cuando es recibida con una bendición basada en la Palabra de Dios, como está escrito en

“Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración.”
(1 Timoteo 4:4-5)

En todo elemento de la creación, y por ende, en todo alimento que ingiere el ser humano, se halla presente un resplandor de la energía vital de Or EinSof (la Luz Infinita), que es en definitiva la que le da la que da existencia física a ese elemento en particular; incluso una mera roca inherente también tiene esa fuerza dentro de sí. De hecho, si Yahvéh quisiera hacer desaparecer algún elemento físico de la Tierra, no tendría más que quitarle la Energía divina que lo impregna y sustenta, y entonces aquel desaparecería como si jamás antes hubiera existido. Ahora bien, cuando tú, que perteneces al reino humano, ingieres elementos de los tres reinos inferiores de la naturaleza (mineral, vegetal y animal), lo haces parte de tu sangre y de tu carne, y así los elevas a un plano superior. En definitiva, ese es el objetivo de la existencia del ser humano: sublimar la materia. Y por eso los israelitas reclamaron ante Moshé por la falta de alimento acorde a sus deseos egoístas.

Israel tenía que rendirse a esta ansia intensa; no sería cumplida a menos que cooperaran con ello. Teniendo en cuenta esta tendencia hedonista en el alma humana, el apóstol Jacobo, hermano de nuestro Señor Yeshúa, enseñaba a las comunidades hebreas a su cargo, lo siguiente:

«…sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido»
(Santiago 1:14)

Por todo lo expresado, debemos pues aceptar que la atracción al pecado está constantemente presente entre nosotros, sin embargo debemos evitar ceder a ella en eligiendo en humildad servir a Yahvéh y su propósito eterno en nosotros.



Estudio Relacionado que recomiendo LEER:

Los Secretos de la Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Y El Eterno habló á Moshé, diciendo:
Habla a Aharon y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciendo:
El Eterno te bendiga, y te proteja. Haga resplandecer El Eterno Su rostro sobre ti, y de ti tenga misericordia. El Eterno alce a ti Su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.»

(Bamidbar/Números 6:22-279)

Al llegar a este tramo del rollo de Bamidbar, notamos que la Torah establece un precepto positivo: que los kohanim (sacerdotes) bendigan al pueblo de Israel.  Lo que resulta interesante de este precepto, es que se debía aplicarse todos los días, perpetuamente. Era así tan importante, que todo kohen al que se le pida que suba a la tarima para bendecir al pueblo de Israel y se niega, si bien desde un estricto punto de vista halájico incumple con un precepto, se considera que incumplió tres mitzovot (mandamientos). Esto se debe a que de los versículos antes mencionados se desprende que Yahvéh desea bendecir al pueblo de Israel, razón por la cual ordena tres veces a los kohanim para que se apresuren a hacerlo

Por esto, la Bendición Sacerdotal o Bendición Aharónica es como la Corona y el Sello de lo que ahora es reconocido como un completo y organizado Pueblo del Eterno que a partir de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo) marchó corporativamente hacia la Tierra Santa, la Tierra Prometida, Eretz Israel.

De acuerdo a la interpretación de exégetas hebreos, el santuario portable del desierto fue terminado un veinticinco de Kislev, pero que la inauguración fue el día primero de Aviv (Nisán). Desde esta aseveración, la mayoría de los comentaristas concuerdan que la primera vez que se expresa esta bendición fue en esta inauguración.

Por eso, quiero invitarlos a que imaginemos ese momento donde nuestros ancestros escucharon por primera vez estas frases tan especiales, momentos que nos dicen que existe un lugar que Yahvéh designó, para que disfrutaremos Su Presencia.

Permitamos que el Espíritu Santificante de nuestro Abba, nos guíe a reconstruir el sonido de esta berajah (bendición) en los tiempos del primer Templo y del Segundo.

¿Cuántas veces habrán salido de allí estas palabras? ¿Cuántas veces nuestro amado Dueño, el Mesías Yeshúa, las escuchó mientras transitaba por el patio del Templo?

Lamentablemente hemos perdido los Templos, pero lo que no hemos perdido es la berajah, ni el deseo profundo y estable del Bendito Eterno, nuestro Abba kadosh.

Por eso, si logramos revalorizar los códigos de Luz Infinita vibrantes en estas palabras, seguramente las volveremos a oír una vez mas cuando el Tercer Templo sea levantado, en la Segunda Venida del Mesías.

Esta Berajah y Su Historia.

Estas palabras llenas de energía divina, han trascendido el tiempo y la historia misma de Israel, vibrando sobre las distintas generaciones hebreas, más allá de sus avatares históricos. Durante el tiempo del Templo de Jerusalén la bendición sacerdotal fue parte del culto diario. Parados en una plataforma especial, los sacerdotes levantaron sus manos para dar la bendición sacerdotal. Esta tribuna era llamada «duján» (aunque es mas corriente el nombre de «dujanim«). Las palabras de esta berajah eran pronunciadas después del sacrificio de las ofrendas diarias de la mañana y de la tarde.

La Bendición Sacerdotal fue uno de los mas impresionantes elementos del servicio en el Santo Templo de Jerusalem. El Shulján Aruj (nombre por el que se conoce a la más importante recopilación de normas de conducta contenidas en la fe hebrea), enseña que aunque hoy en día el Templo no existe, permanece este mandamiento positivo, y se realiza por medio de birkat kohanim, pronunciado durante ciertas oraciones en la sinagoga. Incluso un kohén pecador puede decir birkat kohanim, puesto que la bendición proviene de Dios y los kohanim son sólo los intermedios que transmiten esa bendición. Sin embargo un kohén es excluido de birkat kohanim y pierde sus derechos de kohén si se casa con una mujer divorciada o toda otra mujer prohibida a los kohanim. También es parte del ritual casero, donde tradicionalmente es pronunciada por el padre para bendecir a sus hijos en la víspera del Shabat.

De igual manera, ante el mover del Espíritu de Yahvéh sobre las naciones para juntar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, aquellas familias que hemos despertado a las raíces de la fe de Abraham, debemos otorgarle el lugar espiritual que estas palabras merecieron en las doce tribus de la Amada del Señor: Israel.

Desde la Reforma, la Bendición Sacerdotal hace parte constitutiva del servicio en muchas iglesias protestantes.

Análisis de los Códigos de Birkat Kohanim
1- La Ascención Gradual del Alma Bendecida

Comenzando el análisis de esta Bendición, nos encontramos que aun cuando la orden está dada en plural, pues dice “Así bendecirás a los hijos de Israel”, al ejecutarse se pronuncia en singular: “Que te bendiga”.

Así, lo primero que notamos en este análisis es que que esta expresión condiciona a los kohanim (sacerdotes) a dar una bendición con amor. ¿Por qué con amor? Porque Yahvéh quiere revelar que eso es lo que merece el pueblo de Israel por se solícito en el estar unido corporativamente. Porque el amor entre ellos ha hecho posible que se vea como un ejad [unidad], como un solo hombre. Por eso la bendición esta expresada en singular.

Además, la orden divina al kohen de que exprese esta bendición con amor, es para que quede bien claro que él el no es el dueño de la intención que esta tiene. El Dueño queda claramente expresado a través de las manos extendidas, símbolos del Eterno como Creador que aún trabaja a través de un hombre dispuesto a unir el Mundo de Abajo con el Mundo de Arriba. Esto es lo que quizo expresar nuestro amado Mesías al decir:

«Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.»
(Juan 5:17 – NBD)

Así el Creador del mundo se dirige con estas palabras, con todo el amor hacia su pueblo, hacia lo que más ama. Es un amor que suena en todo el universo, que no ha dejado de estar presente en la vida de todos y cada uno de los que conforman el Pueblo Elegido.

Ahora sí, yendo a los detalles literarios, podemos observar que el texto hebreo consiste de tres (3) cortos versos de tres (3), cinco (5) y siete (7) palabras, respectivamente. A las vez el texto está montado sobre «estaciones graduales» desde la petición por bendiciones materiales y protección, como por la Divina Gracia de obtener bendiciones espirituales, culminando en un precioso clímax peticionario hacia el mas consumado regalo de Dios: Su Shalom, es decir, esa Paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Paz, que será el bienestar en la cual todo lo material y espiritual son bien comprendidos, contenidos y manifestados en vida plena.

Resultará muy importante saber que las quince (15) palabras que constituyen estos tres (3) versos contienen un mundo de confianza en en el Eterno, que aumenta el poder de la fe que nos fue dada una vez por herencia. Todas ellas están adornadas de una gran belleza rítmica, y caen en una solemne majestad sobre el oído de los adoradores que busca el Eterno:

v.23  «Así bendecirás a los hijos de Israel diciéndoles:»
(koh tevaraju et-beney Yisra’el amor lahem).

Lo importante para destacar aquí es que los kohanim (sacerdotes) no son de alguna manera super-especiales para conferir esta bendición, sino un vehículo que Yahvéh ha escogido para depositar sus bendiciones en su pueblo. Ellos no pueden bendecir al pueblo de una manera arbitraria «Así bendecirás«, quiere decir que deben ceñirse al patrón que Yahvéh les está dando y no salirse de allí tratando de hacer algo diferente como el pecado anterior de los otros dos hijos de Aaron cuando ofrecieron incienso no autorizado. Los kohanim tienen que seguir la fórmula ya que ellos son los ejecutantes, no los legisladores.

Durante los servicios los fieles no debían mirar las manos de los kohanim ya que la bendición no reside en sus manos, son un instrumento, mientras que la bendición viene del Eterno. Yahvéh es quien, por la obediencia absoluta de este precepta, confirma las palabras de los kohanim y los bendice igualmente a ellos .

Es costumbre que las manos de los kohanim se dirijan hacia los fieles juntándose ellas por sus dedos pulgares y abriéndose formándose dos (2) letras Shin (W), vale decir, los dedos indice y corazón van pegados el uno al otro y los dedos meñique y anular juntos también de la misma manera en ambas manos, lo que representaría doblemente la palabra «Shalom«.

Al pronunciar la bendición, debe hacerse primeramente en lengua hebrea y posteriormente traducirse al lenguaje en uso de la comunidad. Todas estas regulaciones tienen un profundo significado espiritual para todos los tiempos.

Un extraño NO debe bendecir. Para bendecir se necesita conocimiento y la comprensión de la persona que ha de ser bendecida. Además, bendecir a otros es una difícil tarea, que requiere prontitud para el sacrificio y para las oraciones. Por ello, quien bendice debe ser bastante sobrio y piadoso. El fanático o aquel que su juicio está siendo cegado por el odio o el prejuicio nunca debe bendecir a nadie. El lenguaje, como se dijo, debe ser en la Lengua Sagrada –Lashon Hakodesh- y pronunciarse con voz llena de vitalidad.

La Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal) se pronuncia así:

«YEVAREJEJÁ YAHVÉH VE-ISHMEREJA
YAER YAHVEH PANAV ELEJA VI-JUNEJA
ISA YAHVÉH PANAV ELEJA
VEYASEM LEJA SHALOM.»

2- La Protección Completa de Yahvéh
A. – Yahvéh te bendiga y te guarde (Yevarejejá Adonai veyishmereja)

Esta expresión quiere decir te otorgue vida, salud y prosperidad, pues para qué sirve vivir si no se tiene salud y no se prospera en los caminos que se emprenden. No quiere decir esto tampoco que la prosperidad sea «únicamente económica» como se acostumbra a malentender los versos bíblicos que hablan de «prosperidad»; porque se puede ser próspero económicamente y no gozar de buena salud. Así como también, se puede estar sano físicamente, y gozar de buen pasar económico, pero ser un fracasado en cualquier cosa que emprenda en el plano espiritual o emocional.

Yevarejeja: La pregunta es: ¿Por qué se utiliza solo el singular y no bendecimos en plural? La explicación mas corriente es que como prerrequisito para todas las bendiciones, Israel debe ser primero la UNIDAD que el Eterno demanda. Todo Israel debe sentirse como UN Solo Cuerpo, entonces las bendiciones serán para ese varón perfecto (Efesios 4:13).

Veyishmereja: Puede traducirse como «Te Guarde» o «Te Mantenga«. Al pronunciarse esta expresión se está declarando lo siguiente: «que Yahvéh te garantice su divina protección contra el mal, la enfermedad, la pobreza, la calamidad«. Esto es lo que desarrolla la consciencia de que es el Señor el que Guarda a Israel. Él guarda nuestras almas de la muerte, nuestros ojos de lágrimas y nuestros pies de tropezar.

Además, los exégetas del hebreo, han dado una amplia explicación sobre estas tres palabras hebreas, aduciendo que su literal traducción se aproximaría a esta declaración:

«¡Que el Eterno te bendiga con posesiones y sea Él que te las guarde. Que estas posesiones sean poseídas por ti. Pueda así el Eterno guardarte del pecado, y protegerte de todas las destructivas influencias que tan a menudo sigue tras las posesiones terrenales!«

Evidentemente, existe una fuerte conexión entre la bendición y la protección. ¿Para qué sirve una bendición si no la puedes guardar, o si pierdes la capacidad de aprovecharla? La bendición y la protección son necesidades básicas de la creación. Necesitamos bendición y protección para poder existir y desarrollarnos.

Adam tenía la tarea de labrar y guardar el huerto del Edén, con otras palabras, tenía que bendecirlo y protegerlo. Son dos funciones básicas de una administración correcta, no solamente producir, sino también guardar. No solamente guardar, sino también extender.

Una congregación que solamente está enfocada hacia el crecimiento sin guardar las almas de los que han sido cosechadas no será estable. Una congregación que sólo sirve para la auto conservación sin expansión está condenada a muerte. Ambas cosas son necesarias para que una congregación sea viva y sana.

En esto pensaba el salmista cuando escribió:

“Porque sol (bendición) y escudo (protección) es Yahvéh Dios; gracia y gloria da Yahvéh; nada bueno niega a los que andan en integridad.”
(Salmo 84:11)

Dos principios básicos para el éxito son: bendición y protección. Un tercer principio básico es: dirección. Si recibes bendición y protección y luego te desvías, ¿para qué te sirve? También necesitas dirección, consejo, para saber cómo hacer las cosas, necesitas mandamientos para cumplir para no desviarte del camino.

Según Rashí, la bendición de la cual se habla en birkat kohanim se refiere a los bienes materiales y cuando Yahvéh alza su rostro significa que subyuga su ira.

Un último comentario exegético asegura que esta parte de la bendición asegura al Pueblo oyente que Yahvéh lo protegerá para que otros no lo dominen.

 B.– Que Yahvéh haga que Su Presencia brille en ti y te garantice su gracia. (Ya’er Adonai panav eleyja vijuneja)

Cuando hablamos de LUZ en las Escrituras, no solamente es para referirnos al sentido literal, sino mas bien como símbolo de alegría y pureza como también de amistad. Causar que el Rostro resplandezca sobre alguien, es en el idioma hebreo significa ser amigable con alguien.

Por ende, cuando el Rostro de Yahvéh se dice que es vuelto hacia una persona y que brilla en esa persona, ello implica un derramamiento de su divino Amor y Salvación:

«Oh, YHVH de los ejércitos, restáuranos.
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos
(Salmos 80: 19)

Teniendo esta cosmovisión en su mente, el salmista compuso esta estrofa:

“Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Yahvéh, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro y seremos salvos.”
(Salmo 80:3, 7, 19)

Así es bien clara la idea: si el rostro de Yahvéh resplandece sobre alguien, hay salvación. La palabra salvación tiene un sentido muy amplio: liberación, ayuda en problemas, apoyo en momentos difíciles, liberación de apuros, protección contra peligros, sanidad de enfermedades etc.

Las palabras: «Haga resplandecer Su Rostro sobre ti«, deben ser interpretadas en el sentido puramente espiritual para implicar que es el regalo del conocimiento y la profundidad moral. La idea literal de esta frase sería:

«Pueda Yahvéh darte el brillo de los ojos y la luz de Su Shekinah;pueda el fuego de la Profecía arder en las almas de tus hijos; pueda la luz de la Torah iluminar tu casa» 

La palabra «vijuneja» tiene una significación mayor que la expresión «te guarde«. La idea primordial expresaría lo siguiente:

«Se convierta Yahvéh en tu benefactor y te llene de su Gracia y cumpliendo tu petición.»

Los exégetas del hebreo entienden «vijuneja» en el sentido de :

«Pueda Él darte Gracia en los ojos de tus compañeros«; vale decir, «pueda Él hacerte adorable y amado a los ojos de los otros

 C. – «Que Yahvéh levante su Presencia sobre ti.» (Yisa Yahvéh panav eleyja)

Esta expresión también podría expresarse así:

«Vuelva Su cara hacia ti. Vuelva Su atención a ti, y su cuidadoso amor lo extienda siempre hacia ti.»

C. – Te garantice («establezca para ti» o «arregle para ti») Shalom. (Veyasem leja Shalom).

La palabra Shalom, en hebreo, significa no solo libre de todos los desastres, sino también, salud, bienestar, seguridad y tranquilidad; la paz, aseguran los sabios hebreos, que la Shalom es uno de los pilares del mundo; sin ella, el orden social no puede existir.

«Paz en tu entrar y paz en tu salir, paz para con todos los hombres. Grande es la paz porque es el sello de todas las bendiciones» (Talmud)

Shalom es la palabra que el Eterno utiliza para describir la integridad, la bondad y la total satisfacción en la vida. ¡Esta es la vida abundante que Yeshúa prometió! (Juan 10:10)

Nosotros no solamente debemos ser pacíficos a nosotros mismos, sino ayudar a otros a serlo también. La Paz no es solamente una condición personal, sino nacional.

La Paz (Shalom) no es un concepto negativo y no es el equivalente a inactividad. Los profetas esperaron por una paz Mesiánica que debe fundar al universo y ello incluye a todos los hombres de todos los pueblos y eso también incluye a todas las bestias del campo (Isaias 11, 6-10).

«Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel»

El ser bendecido por el Eterno es tener Su Nombre sobre ti para ser identificado con quien es Él y toda Su naturaleza.

Aharón fue mandado a pronunciar esta bendición sobre el pueblo de Israel, no sobre las otras naciones. Aunque Yahvéh ama y bendice a toda la humanidad, hay un fuerte y definido sentido en el cual Él tiene bendición sólo para Su Pueblo de Alianza. Por lo tanto, nosotros tenemos que unirnos a Él para ganar esa bendición.

Por otra parte, vemos que el Eterno promete bendecir en respuesta a su bendición. ¡Qué apropiado para los líderes del Corazón Pastoral de Yahvéh el pronunciar estas palabras sobre su pueblo! Que tanto más apropiado para cada creyente el recordar que tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo que siempre vive para interceder por nosotros y para bendecirnos de acuerdo a Su misma bendición.

¡Vamos ahora reflexiona y alégrate!… ¡Qué gran regalo, el tener el nombre de Dios sobre ti! ¡Vive pues como un hijo primogénito que ya está bendecido con toda bendición espiritual en lo lugares celestiales!

¡Para Dios Eres Único! (Parashá Bamidbar)

 

«Hagan el censo de toda la asamblea de Israel …»

(Bamidbar/Números 1: 2)

 

Esta semana hemos comenzado la lectura e investigación de la primera parashá (sección) del libro Bamidbar (Números), que también se conoce como «el Libro de los Números«. Los traductores primigenios le dieron también este nombre debido a que Yahvéh solicita el censar en Israel para darnos la bienvenida al número de integrantes que lo formaban en ese momento. Es usual que los derechos se ajustan a las necesidades de cada uno de los miembros que lo componen. ¿Acaso el Eterno necesita solicitar un conteo para recabar estos datos? ¡Es absurdo pensar que Yahvéh lo requiera! Entonces, ¿cuál es el objetivo de este censo?

Yahvéh, a través de Yeshúa HaMashiaj, es nuestro Padre. Todos sabemos cuánto cariño un padre dispensa a su hijo. Sin embargo, no conocemos a padres que para demostrarlo se dediquen a contar a sus hijos. Más aún, el Libro de Shemot (Éxodo) comienza a mencionar a los hijos de Yaacob Abinu (Shemot/Éxodo 1:1) Comenta Rashi: “aunque la Torá ya los había contado por Sus nombres en vida, vuelve a contarlos PESE una cola ya habían muerto con el propósito de dar a conocer el cariño que el Eterno les tiene, pues habían sido comparados con las estrellas a las que Yahvéh saca y mete por número y por sus nombres, como dice el versículo: Aquel que saca por número a Sus ejércitos, a todos llama con un nombre » [Yeshayá 40:26; Shemot Rabá 1:3].

La Torah revela que cada uno de los integrantes del Pueblo de Israel es como una piedra preciosa ante los ojos del Eterno. Es como alguien que posee un tesoro y no se cansa de contar y contemplar cada una de sus piezas, valorando desde la más pequeña hasta la más grande, ya que todas son valiosas. De igual forma, no hay diferencias ante los ojos de Yahvéh; todos sus hijos valemos por igual, todos somos parte de Su tesoro, no importa el cargo ni la posición social ni el coeficiente intelectual. Ni siquiera nuestro nivel espiritual cuenta a la hora de supervisar cada uno de nuestros movimientos. Amado es el Pueblo de Israel, pues ellos son llamados Hijos de Yahvéh.[Pirké Abot 3:14]

Él confirió a Israel las coronas de la Torah, del Sacerdocio y de la Realeza.[Rambam, Talmud Torá 3:1] Por eso, cuando ordenó contar al pueblo utilizó la palabra seú, que además del significado literal, que es “cuenten”, también significa “eleven”. Fuimos contados para que cada judío se percatara de que es un ser único y especial.  El calificativo no sólo nos enorgullece, sino que nos obliga, nos compromete a vivir en forma honesta y bajo los lineamientos que el Eterno nos dio. Con esta expresión, Yahvéh quiere mostrarnos que cada uno posee características diferentes y que cada quien tiene un valor, un propósito y una misión determinados en el mundo.[R Shimshon Raphael Hirsch; Seforno]

Debes tener presente que nunca hubo una persona exactamente igual a ti, ni la habrá hasta el final de los días. Eres una persona singular, que posee una combinación precisa de talentos. El Eterno te colocó en un hogar en un determinado momento de la historia y en un lugar exacto. Yahvéh te asignó una tarea específica. Gozas de una porción especial en la Torah. El mundo, en su totalidad, te espera. No existe otra persona que pueda cumplir tu misión particular en la vida.

La palabra Adam, que es como nombró el Eterno al primer hombre, no tiene plural en hebreo, enseñándonos así que no existe suplente para lo que cada uno debe hacer.

 

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores estaban muriendo. El roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el pino.

El rey fue a observar al pino y lo halló caído, porque no podía dar uvas como la vid.

El rey se acercó a la vid y la encontró agonizante, argumentando que no podía florecer como la rosa.

La rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el roble.

El rey caminaba cavilando sobre la deplorable situación en la que se encontraba su jardín. Entonces encontró una planta, una hermosa orquídea que florecía e irradiaba una belleza como nunca antes había visto. El monarca se alegró y le preguntó:

_ “¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín inconforme y sombrío?”.

_ “No lo sé, su majestad”, respondió la flor. “Quizás sea porque siempre supuse que cuando usted me plantó, quería una orquídea. Si su majestad hubiera querido un roble o una rosa, los habría plantado aquí. Por eso desde el momento en que me sembró, me dije: ‘¡Intentaré ser orquídea de la mejor manera que pueda…!”.

[Historias, cuentos y reflexiones, pág 45; Nelly Kaufman K. de Klein]

Debemos aceptar que cada uno de nosotros es una personalidad importante e insustituible. Por ello, hay que procurar ser auténticos y hacer lo que realmente nos corresponde. Si buscamos imitar a otros, nunca lo conseguiremos, pues no poseemos ni las virtudes ni el permiso del Cielo para ocupar su lugar. Así, debes mostrarte tal como eres. Ten presente que el Eterno te creó con características que sólo tú posees. No existe otro en el mundo como tú.

Esto debe hacerte sentir dichoso y seguro, mas no altivo. ¿Acaso existe alguien que pueda atestiguar sobre sí mismo que se comporta de acuerdo con todos los requerimientos que debe cumplir alguien querido por Yahvéh? La persona que se considera importante no puede vestir cualquier clase de ropa sólo porque todos los demás lo hacen, ni tampoco comer en cualquier lugar público o cometer errores que quizá otra persona sí podría cometer. Por el contrario, debe ser un ejemplo en toda su vida, ya que permanentemente es observado por todos para ver su proceder. *La persona que busca comportarse como Yahvéh desea, debe estudiar el Manual de Instrucciones (la Torá), donde se detalla cuál debe ser la conducta, el criterio y la forma en que cada hebreo logre su cometido, y cuando se presente delante del Rey de los reyes, podrá decir con orgullo: “¡Misión cumplida!”.

Cada hebreo es hijo único del Eterno.”

 

 

© Autor anónimo (me llegó por Whatsapp)


Te invito a que puedas ahora escuchar este SEMINARIO dado a líderes del Ministerio:


El Poder de Cumplir con lo que se Promete.

Por P.A. David Nesher

«Entonces Moisés habló a los jefes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que el SEÑOR ha ordenado. Si un hombre hace un voto al SEÑOR, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca.»

(Números 30:1-2)

En los días que transitamos es sorprendente la manera tan fácil y natural con que los seres humanos asumen sus promesas, como si la vida fuera un juego en el que puedes prometer cualquiera cosa, sin saber siquiera si están en condiciones de afrontarla en el futuro, y por ende, sin importar si podrán cumplirlas o no. Total, hoy nadie demanda a cumplir nada, y si alguien se atreviera a hacerlo, qué importancia tiene.

Hay pocas cosas peores que una persona que hace promesas de forma constante y no las cumple, bien sea porque no puede o simplemente no quiere. Van de pacto en pacto creando expectativas y causando decepción cuando fallan en satisfacerlas, sin siquiera medir o conocer (al menos en muchos casos) el impacto de lo que están haciendo.

Por todo esto, no sé qué es peor, si dar la palabra y romperla o nunca darla. Lo cierto es que, hoy vivimos en sociedades en la que ambas cosas son frecuentes, e insisto, a nadie le importa. En todo esto, es la palabra “compromiso” la que se ha convertido en una palabra desagradable que puede destruir una relación o dividir una sociedad de negocios. Hoy en día, el compromiso, no sólo se evita, sino que también se rompe con facilidad. Los matrimonios, una vez instituciones sagradas, se han vuelto desechables, y romper los acuerdos verbales es ahora una costumbre.

¡Muy lejos han quedado los día de nuestros abuelos en que honrar una promesa, era poco menos que verte con un compromiso de vida o muerte!

Necesitamos entender que nuestra palabra es nuestro único bien con valor. Las cosas materiales son circunstanciales y un día podemos encontrarnos sin ellas.No deberíamos conferirles más valor del que tengan para permitirnos sobrellevar nuestra vida. Por el contrario, nuestra palabra y nuestros actos, nos acaban definiendo como personas a largo plazo.

Por eso, en la parashá (porción) de estudio de esta semana, denominada Matot (que significa «tribus«), nos encontramos con un gran discurso disertando acerca de la importancia y el poder de cumplir las promesas.

La Torah destaca a los líderes (jefes) en relación con el cumplimiento de las promesas. Esto nos enseña en primer lugar que un jefe o líder (desde una familia, hasta una nación) tiene mucha más responsabilidad para cumplir sus promesas que aquellos a los que preside. Esto se debe al hecho de que él, o ella, representa a YHVH ante los suyos. En consecuencia, si un líder no cumple con sus promesas, el colectivo que preside tendrá una imagen equivocada del Eterno que le ha puesto como Su representante. Desde esto, debemos inferir también que desde la cosmovisión yahvista toda sociedad tiene que ser fundada sobre fidelidad, especialmente entre los líderes que la ministran.

Desde estas pautas divinas queda bien claro que un líder político que fluye en promesas durante una campaña electoral y luego, al ser elegido, no cumple con ellas, profana el nombre de YHVH, y propicia juicios sobre su persona y los colectivos que preside. Sin embargo, y pese a que está bien claro en las Sagradas Escrituras, en el occidente cristiano actual es costumbre de todos los gobiernos prometer mucho y cumplir poco (o nada). A esos «señores» sería bueno anunciarles que la actitud de no cumplir las promesas es más grave de lo que parece y/o piensan. No cumplir con lo que se promete tiene que ver con el honor de YHVH y la armonía de las esferas celestiales.

Como lo di a entender más arriba, este principio es prioritariamente válido para los padres de una familia. Los dos, papá y mamá, deben aceptar que al dar una promesa a los hijos es muy importante cumplirla para que así ellos conozcan la fidelidad de YHVH a través del ejemplo de los padres.

Por eso, cuando son los padres los que se convierten en infractores comunes de las promesas que les hacen a sus hijos (especialmente cuando son pequeños), el escenario, sin duda alguna, se agrava de manera esencial. Y es que en estos casos, la confianza en papá o mamá, y en los adultos en general, se rompe, pues los niños aprenden a esperar lo que se les garantiza.

De acuerdo con los profesionales de la salud psíquica, en niños y adolescentes, las promesas que no les cumplen pueden, incluso, afectarles la autoestima, pues pueden llegar a pensar que sus padres no los quieren lo suficiente como para hacer valer su palabra. De ese modo, las promesas incumplidas quitan la autoridad como padres. Hacen que se pierda la credibilidad que los hijos tienen en sus progenitores, generándose entonces mucha desilusión, que suscita desconfianza en los seres humanos todos, en el ambiente y hasta en la Divinidad.

Por favor padres, entiendan que la imagen que ustedes proyectan sobre sus hijos es la que los hijos aplican sobre el Eterno. Los hijos siempre piensan que YHVH es como sus padres. Por esto es muy importante que los padres cumplan sus promesas a los hijos y no cambien su palabra. Si alguna vez es necesario cambiar la palabra dada a los hijos hay que pedirles perdón para que ellos entiendan que ese comportamiento no es correcto y así no van a pensar que YHVH quiebra sus promesas.

Siendo más amplios y globales en este estudio, agregaré que este texto también implica que un ser humano es responsable para cumplir su palabra ante las autoridades y que, en ciertos momentos, las autoridades tienen la posibilidad de anular las promesas que hayan sido hechas por el pueblo.

Entonces, aceptémoslo: hacer y mantener nuestros compromisos da a los demás confianza en nosotros, pero lo más importante, da confianza en uno mismo. Esto nos permite crecer más allá de nuestras limitaciones actuales, y nos ayuda a navegar a través de las tentaciones y otros peligros espirituales. Mientras muchas personas erróneamente piensan que hacer un compromiso los restringirá y evitará que hagan otras cosas, la verdad es todo lo contrario. Sólo cuando podemos dar nuestra palabra y mantenerla, es que tenemos la capacidad para movernos y crecer de forma progresiva.

Matrimonio, hijos, carrera, espiritualidad (lo que sea) todos requieren que seamos capaces de dar nuestra palabra y cumplirla. Cuanto más mantenemos nuestra palabra, más poderosa se vuelve.

El pueblo del Eterno está llamado a mantener su palabra (compromiso), aunque esto no quiere decir que vamos a cumplir con algo que sabemos no se puede. Nunca debes estar en una situación en la que has dejado de cumplir a alguien porque prometiste algo que sabías de antemano que no podías cumplir. Yeshúa advirtió en contra del juramento (en el sentido de hacer votos o promesas que no podremos cumplir) cuando dijo:

«Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.”

(Mateo 5:37)

Pero, si se trata de la promesa de pagar a alguien, mantener un secreto que se nos ha confiado o realizar algún tipo de trabajo (tarea) entonces debemos cumplir con el compromiso.

Nuestra palabra (compromiso) debería ser suficiente. Si sentimos que debemos fortalecerla con un juramento, algo anda mal con nuestra sinceridad, y especialmente con nuestra ética.

Yahvéh enseñó a los israelitas que al hacer un voto con Él, no debían arrepentirse de su promesa aun si esta resultaba más costosa de lo que esperaban. El Eterno toma seriamente nuestras promesas. Si usted hizo un voto (compromiso) de dar, donar, y/o hacer algo para el Señor y repentinamente surgen imprevistos, su fiel mayordomía será costosa. Sin embargo, Yahvéh espera que usted cumpla con su promesa, aun cuando le sea difícil.

En algunas ocasiones queremos comprometernos con el Eterno en forma parcial. Pero el compromiso y la obediencia al Señor no son negociables. Cuando se tiene que obedecer a Dios, la mitad de la obediencia no servirá de nada.

Tal vez pensamos que esto no traerá consecuencia sobre nosotros porque no vemos que nada nos suceda. Pero un día daremos cuenta de todo lo que hablemos y prometamos. El Señor dice:

“Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.

(Mateo 12:36-37

¿Sabías que al hacer una promesa o un pacto con Yahvéh quedamos ligados por las palabras de nuestra boca y que debemos cumplirla? Su Palabra dice:

“Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios».

(Proverbios 6:2)

Hacer una promesa a Yahvéh es como una atadura porque después de prometerle algo a Él te has comprometido y has ligado tu alma a las palabras que has hablado.

Aceptar una responsabilidad significa llevarla a cabo con determinación y valor, a pesar del sacrificio personal.

Estemos atentos para que nuestra fe en Yeshúa no esté basada solamente en ciertos rituales, sino en prometerle nuestro amor y manifestarlo con obras concretas para transformar nuestro mundo todos los días.

Por eso, mi amado discípulo del Mesías, te pido que seas muy cuidadoso en cumplir lo que has prometido. De esa manera serás como Yahvéh y honrarás Su Nombre entre los hombres.

Piénsalo la próxima vez que estés tentado a prometer… ¿estás dispuesto a cumplir esta promesa pase lo que pase?