Las
negociaciones secretas entre Libia y los Estados Unidos avanzan
rápidamente para acordar un alto el fuego que permitiría a la OTAN de no
tener una humillación y poder salvar la cara. Pero lejos de renunciar a
su ambición de remodelar el norte de África a sus intereses
geopolíticos, el gobierno de Obama ya se está preparando a una segunda
ronda de acciones secretas, Thierry Meyssan nos informa desde Trípoli.
Como yo lo explicaba en nuestras columnas y contra-corriente de la desinformación vehiculada
[por el lobby de la prensa comercial occidental], la OTAN ya perdió la
guerra política en Libia, el 1ro de julio, cuando 1’700,000 libios
salieron a las calles de Trípoli a abuchear a la Alianza Atlántica
(OTAN) y para unirse y hacer bloque a favor de Muammar Gaddafi [1].
Sólo falta sacar las conclusiones de esta derrota. Es lo que
Washington ha hecho de manera rápida y sin juzgar necesario de informar a
sus aliados [europeos], de su brusco cambio ni de la nueva estrategia
que piensa emplear [en Libia].
Robar los fondos y preparar el saqueo
En primer lugar, la Casa Blanca decidió robar todo lo que pueda de
los activos libios [fondos financieros del estado libio colocados en
cuentas bancarias en el extranjero], un asunto primordial a fin de poder
recuperar los gastos que ha engendrado la aventura militar.
Hillary Clinton
fue informada de esta decisión sólo cuando estaba a bordo de su avión
rumbo a Estambul [en Turquía]. Hillary no pudo opinar ni decir nadar,
sólo tuvo que obedecer.
Tenga en cuenta también que turcos y franceses se han visto obligados
de tragarse la misma «píldora» que le fue administrada a la Secretaria
de Estado [de EEUU, es decir a Hillary]. Estos «negociadores» turcos y
franceses vinieron con sus propias propuestas y han tenido que
guardárselas, sin que se les permita incluso exponerlas.
La cumbre se transformó en un sala donde todo el mundo copió y escribió lo que estaba ya decidido. Los Miembros del Grupo de Contacto
fueron informados de la decisión tomada por la Casa Blanca, la de
identificar [y confiscar] los activos [fondos] libios y de ponerlos a
disposición del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, es decir en manos de los «rebeldes».
Esto se aplica tanto a los activos financieros, como a la
autorización para transmitir información [noticias e imágenes TV] con el
satélite Nilesat, o incluso la explotación del petróleo en la zona
controlada por la Alianza Atlántica (OTAN). Para llevar a cabo este
robo, se les pidió a los miembros del Grupo de Contacto —que no lo
habían hecho todavía—, que reconocieran al CNT como el único
representante del pueblo libio en lugar de la Jamahiriya Árabe Libia [2]. Se les informó que la operación estaba supervisada por la Libyan Information Exchange Mechanism (LIEM), y como ya se les había dicho en la precedente reunión que tuvo lugar en Abu Dabi, el 9 de junio 2011.
Sin embargo, ninguna información fue proporcionada al respecto de la
situación [o estatuto] jurídico del Consejo Nacional de Transición (CNT)
o del LIEM. Todo indica que la Casa Blanca está construyendo y ardiendo
un dispositivo de espoliación muy similar al que colocó en Irak
[durante su invasión y ocupación] y que ha funcionado de maravilla. [3]
En Bagdad, Washington instaló por primera vez la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria (Office of Reconstruction and Humanitarian Assistance
– ORHA por sus iniciales de abreviación), organismo dirigido por el
general US Jay Garner. Más tarde se supo que la OHRA fue creada por una
directiva presidencial secreta firmada mucho antes que se discuta en el
Consejo de Seguridad de la ONU el desencadenamiento de la guerra en
Irak.
A pesar que las iniciales O.H.R.A. puedan hacer pensar que se trata
de una organización humanitaria, la OHRA trabajaba y obedece al
Pentágono.
Con toda probabilidad, es el mismo caso para el LIEM, aunque, oficialmente, su director es un italiano.
En Bagdad, ORHA fue absorbida rápidamente por la Autoridad Provisional de la Coalición (Coalition Provisory Authority – CPA), dirigida por el estadounidense L. Paul Bremer III, quien ejerció todos los poderes durante un año.
Yo demostré con mi investigación anteriormente que la CPA no era una
entidad de derecho internacional, tampoco de derecho [o ley]
estadounidense, sino más bien una empresa privada. Sin embargo, hasta
hoy día se ignora donde la CPA fue inscrita o registrada y quiénes eran
sus accionistas.
Lo único que se ha podido establecer y confirmar es que la CPA está
involucrado en un saqueo sistemático del país [de Irak] y sólo se retiró
cuando su chantaje, formulado al nuevo gobierno iraquí, —el de aceptar y
reconocer una serie de leyes abusivas [e injustas] que garantizan a las
multinacionales el derecho de explotar a fondo el país durante los 99 años a venir—, fue aceptado.
No es sorprendente entonces esperar que una vez que se consiga un
alto al fuego o que una tregua entre en vigor en Libia, el LIEM será
absorbido e implantado en la ciudad de Bengasi, es decir como una nueva
copia del CPA.
Negociar una salida militar
En segundo lugar, inmediatamente después de la cumbre [de Estambul],
Washington abrió negociaciones directas con Trípoli. Éstas se están
llevando a cabo en Túnez. La delegación de EE.UU. está encabezada por
Jeffrey Feltman, asistente personal de la Secretaria de Estado [es decir
de Hillary Clinton] para el Medio Oriente.
En el vocabulario Imperial de Washington, la definición Cercano Oriente (Near East)
designa e involucra a todos los países árabes del norte de África, del
Medio Oriente y del Golfo [Pérsico], además de Israel. Y el título de
asistente de la Secretaria de Estado designa a un procónsul [como en la
época del imperio romano]. Así Jeffrey Feltman tiene la costumbre de
recibir visitantes en su despacho de Washington, moviendo su mano con
gestos arrogantes y mostrando a todo el mundo su gran mapa mural del
«Medio Oriente» en la pared de su despacho, para decir a sus visitantes:
«Esta es mi jurisdicción».
Con la apertura de negociaciones [secretas] y directas entre Obama y
Gaddafi, Washington ha cerrado el canal permanente de negociación que
había abierto París. Desde el comienzo del conflicto bélico, el coronel Gaddafi discutía constantemente con el presidente francés Nicolas Sarkozy
y su ministro Alain Juppé, quien ya había elaborado varios planes para
poner fin a la crisis libia, cada plan acompañado de extravagantes
promesas, de sobornos y todo tipo de coimas, pagos e indemnizaciones,
pero cada vez estos negociados fueron censurados por la Casa Blanca.
Al comienzo de la reunión, Jeffrey Feltman, habló como si hubiera
venido a dar un ultimátum y no como alguien que viene a entablar un
proceso por vía diplomática. Este es el comportamiento habitual de un
procónsul, pero no tuvo necesidad de forzarse para mostrarse arrogante,
autoritario y amenazante, en su manera natural de ser, desde que su
esposa, una brillante historiadora de arte, lo dejó por insolente y
cretino.
Una vez que su show de presentación de gobernador dominador ha
terminado, el insignificante Jeffrey Feltman se pone más conciliador.
Por el momento, Washington admite haber perdido el partido y finge o
quiere hacer creer a todo el mundo que abandona sus ambiciones en Libia.
La Casa Blanca estaría satisfecha con un alto el fuego en el que la
OTAN, aunque no pueda controlar la totalidad de la región de Cirenaica,
le basta y le satisface poder conservar sólo tres enclaves, entre ellos
Bengasi y Misrata.
La OTAN pensaría después ceder su lugar a una fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
En términos de calendario, la fiesta religiosa musulmana del Ramadán
(este año se festeja del 1 al 29 de agosto) se presenta como una buena
oportunidad para detener el bombardeo y para hacer esta transición.
Las condiciones que Washington ambiciona y espera obtener son:
que [Libia] se muestre generosa en términos de concesiones petroleras y arrendamientos de gas;
por otro lado Washington quiere organizar la jubilación definitiva y anticipada del «Guía» [es decir de Gaddafi].
Del punto de vista libio, la primera exigencia [o condición] se puede
discutir todavía, pero la segunda es percibida como un insulto, Muamar
Gaddafi, se ha convertido en el símbolo de la unidad y de la resistencia
del país frente a la «agresión de los cruzados». La delegación libia considera esta última exigencia como una ofensa.
En respuesta a lo que es considerado como un insulto, un ciudadano
libio, cuyo hermano murió en los combates, acaba de vender su granja
para financiar la construcción de un gigantesco retrato en la Plaza
Verde de Trípoli del héroe nacional [de Gaddafi], este hecho ha ocurrido
el pasado viernes, 21 de julio de 2011.
Preparar una segunda ronda
En tercer lugar, el repliegue militar de la OTAN en Libia no
significa que Washington haya abandonado definitivamente a sus
ambiciones. Ya están preparando un nuevo complot. Después que el alto el
fuego haya entrado en vigor, los Estados Unidos desplegarán una serie
de operativos y acciones secretas para alterar la situación o
estabilidad política en Libia.
Apoyándose en la interpretación de un análisis británico incompleto,
Washington pensó que las tribus hostiles a Muammar Gaddafi se unirían al
Consejo Nacional de Transición (CNT). Los expertos del Consejo de
Seguridad Nacional se sorprendieron al ver más bien que las tribus se
reconciliaban con el «Guía» y se unían a él para luchar contra la
injerencia extranjera.
Por tal motivo, durante la tregua, será indispensable para los
planes de Washington de establecer un contacto directo con estas tribus y
convencerlos de que elijan el bando occidental, si una nueva
oportunidad se presenta.
Por otro lado, bajo la cobertura de efectuar operaciones humanitarias
llevadas a cabo por organizaciones supuestamente «no gubernamentales», o
por países miembros de la OTAN que no han participado en las
operaciones militares de agresión contra Libia, la CIA y el Pentágono
tienen la intención de desplegar o «sembrar» agentes de
desestabilización y sabotaje.
Actualmente ya está hablando de corredores humanitarios, aviones, equipos de asistencia o de apoyo «humanitario», etc., que servirán como tapaderas para disimular muchas de las acciones encubiertas que tendrán lugar.
La idea y objetivo es bloquear el proceso de reforma que conduce Saif al Islam Gadafi
[hijo de Gaddafi], proceso que había sido iniciado antes que estalle la
invasión de la OTAN porque la Alianza Atlántica preveía fomentar una revolución de color
allí. Y una desestabilización de Libia mediante una revolución de color
podría ser suficiente para [que Occidente] pueda tomar el poder y
control de Libia. Y si no funciona, daría el pretexto necesario para
reanudar con las operaciones militares.
Así pues, Washington no quiere aceptar que la cosa se quede tal cual como está actualmente y está preparando su revancha.
La mayor parte de la población se ha unido en bloque a favor de
Gaddafi, haciendo fracasar el plan inicial de los EEUU por el momento.
Para poder derrotarlos y vencer, el Imperio necesita primero dividir al pueblo libio.