Estamos terminando el año 2015 y el Café de Flore, conocido como la meca de los intelectuales franceses, se postra delante de fanáticos barbudos, al igual que hace treinta años se arrodilló ante Stalin. Sucede que hace unos días, el presidente de la Sorbona, Philippe Boutry, firmó un acuerdo con el fiscal general del estado de Qatar. En dicho acuerdo se establece que en los próximos tres años, la monarquía islámica financiará los estudios de cientos de inmigrantes sirios en la joya académica parisina. La Sorbona ha aceptado 1,8 millones de euros por año durante tres años, de ese modo este prestigioso palacio del saber europeo queda a merced de sus nuevos «dueños», los árabes. El objetivo de esta suculenta suma de ‘petroeuros’ es la financiación de matrículas y del alojamiento de cientos de estudiantes refugiados en la capital francesa. La gloriosa academia francesa se está convirtiendo en un campo de refugiados islámico. Dicen los historiadores que la intelectualidad francesa siempre se arrodilla ante el ganador, o lo que ve como futuro ganador, y aquí podemos ver que eso es totalmente cierto.
La razón principal de esta aparente solidaridad árabe trasciende la apariencia de piedad que este acto presenta a simple vista. Sucede que Europa se ha convertido en el destino principal de los inmigrantes y, a golpe de talonario, países como Qatar se aseguran de que éstos no se les ocurra viajar hacia Oriente Próximo, pensando vivir en su territorio. Por eso, mientras Arabia Saudí financia el levantamiento de mezquitas en Alemania para los sirios establecidos allí, los qataríes pagan a los jóvenes sirios sus estudios en Francia, obviamente en las mejores academias de dicho país.
Lo iniciativa no ha sido recibida con agrado por todos los sectores estudiantiles. El sindicato Unión Nacional Interuniversitario, por ejemplo, se ha quejado de la acogida de los refugiados sirios en las aulas mientras otros estudiantes franceses »con méritos se han quedado sin plaza por falta de espacio».
Pero lo que más quiero compartirles en esta bitácora es que Francia no es el único país europeo al que los estados árabes han regalado dinero. He leído también que las Universidades de Oxford y Cambridge han aumentado su solvencia gracias a la financiación de Arabia Saudí, convirtiéndose este país en el mecenas principal de la educación en el Reino Unido. Eso sí el objetivo de la mayoría de estos fondos están destinados únicamente al estudio del Islam, Oriente Medio y la literatura Árabe.
Para que cuenten con datos precisos y no supongan que esto es una invención humana anti-árabe, les comparto que en el año 2008, el príncipe saudí Alwaleed bin Talal donó 8 millones de euros a universidades de Cambridge y a Edimburgo. Ya antes, en el 2005, este príncipe, apodado ‘Sultán‘, fue un poco menos generoso y pagó 2 millones al Museo Ashmolean, dependiente de Oxford. Así mismo, podríamos rescatar a otros muchos donantes que financian a las universidades británicas. El sultán de Omán, Qaboos bin Said, concedió 3,1 millones euros a Cambridge para financiar dos puestos, incluyendo el de un catedrático de árabe. Así, una larga lista de naciones como Emiratos Árabes Unidos –5 millones a la Universidad de Exeter– o Abu Dhabi– a la Universidad de Gales, etc.
En EEUU ocurre algo similar: 20 millones de dólares fueron donados al Centro de Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Arkansas; 5 millones de dólares para el Centro de Estudios de Oriente Medio en Berkeley, en California; 11 millones a la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York y medio millón de dólares a la Universidad de Texas (la séptima universidad, en orden de tamaño, en los Estados Unidos); 1 millón a Princeton; 5 millones de dólares a la Universidad de Rutgers.
Una generosidad que parece no conocer límites pero con un objetivo común, el estudio y enseñanza del Islam. ¿Qué pretenden los países del Golfo Pérsico con semejantes donaciones?
Siendo joven, en mis días de ateísmo, leí al filósofo Nietzsche quien citando a Zaratustra expresó en su obra: «… el desierto crece en Europa«; hoy, siendo adulto y presenciando estos hechos históricos, puede decir que fue quizás un augurio de la obra del Islam en el viejo continente.
¡Nuevos vientos soplan sobre la Historia de la Humanidad! ¡Será necesario no quedarse dormido ante ellos!