Por P.A. David Nesher
“No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos. Yo les digo que, si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y los fariseos, ustedes no entrarán en el reino de los cielos”
Mateo 5:17-20
Introducción: Muchos que se consideran cristianos sinceros dicen que las leyes de Dios del Antiguo Testamento acerca del sábado, los días santos, los alimentos limpios o inmundos y el diezmo; fueron abolidas y no tienen ninguna relevancia para los cristianos del Nuevo Testamento.
Supuestamente, ellos argumentan que, mediante el sacrificio de Jesús, el Cristo, todos esos preceptos dados por Moisés fueron «clavadas en la cruz». Desde estas premisas a quienes se declaran cristianos se les dice que ya no están «bajo la esclavitud» del antiguo pacto y las «leyes anticuadas» que enseñó Moisés, sino que ahora están bajo un nuevo pacto; con la libertad de adorar a Dios en la forma que ellos decidan.
Comúnmente se citan palabras del apóstol Pablo para apoyar estas enseñanzas:
- Romanos 6:14, que ya no estamos «bajo la ley, sino bajo la gracia«;
- Colosenses 2:14, que Jesús anuló «el acta de los decretos que había contra nosotros«;
- Gálatas 3:13, que «Cristo nos redimió de la maldición de la ley» y
- Gálatas 3:24-25, que la ley fue solo un «ayo, para llevarnos a Cristo«, pero que «ya no estamos bajo ayo«.
Si no leemos cuidadosamente toda las Sagradas Escrituras y si carecemos del Espíritu Santo, resultaría muy lógico concluir que esas escrituras señalan «la abolición de la ley». Ahora bien, ¿enseñan realmente esas escrituras que la ley fue abolida? O, ¿será esa falsa doctrina parte de las argucias que HaSatán (el Oponente) planeó para engañar al mundo que se considera cristiano? Es necesario llegar a entender lo que la Biblia revela acerca de este tema tan importante, porque es un punto que ha dividido al cuerpo de Cristo a lo largo de los tiempos. Los conflictos acerca de la ley han hecho mucho daño a la obra de Dios y han confundido a mucha gente. ¡No entender apropiadamente este tema podría ocasionar la pérdida de la salvación y la recompensa eterna!
¿El Mesías abolió la Ley?
Una de las preguntas más debatidas entre los creyentes de nuestros días es sobre la postura de Yeshúa, el Mesías, respecto a la Torah (comúnmente conocida como la “Ley de Moisés” o “Ley Judía”). ¿Vino a anularla y establecer un nuevo sistema, o reafirmó su vigencia?
En sus conferencias de 1526 sobre el profeta Jonás, el teólogo alemán Martín Lutero enseñó que «había que aceptar que Jesús atacó al judaísmo y “abolió la Ley a través de Su Espíritu Santo y nos liberó de la Ley y su poder”. [Martín Lutero, “Lecturas sobre Jonás”, en Lecciones sobre los profetas menores II , vol. 19 de Obras de Lutero , ed. Hilton Oswald (St. Louis: Concordia, 1963), 3-104.]
Más recientemente, el pastor de una megaiglesia, Andy Stanley, citó al erudito del Nuevo Testamento Thomas Schreiner, quien dijo que “la totalidad de la ley ha sido dejada de lado ahora que Cristo ha venido”.
Pero, ¿De verdad Yeshúa rechazó la Ley?
No según el evangelio de Mateo. En Mateo 5:17, Yeshúa nos prohíbe pensar que vino a abolir la ley o los profetas.
Para entender su postura, debemos recordar que Yeshúa fue el profeta prometido en Deuteronomio 18, y como tal, nunca enseñaría algo contrario a lo que ya había sido establecido en la Torah.
A esta altura del estudio debo decirles que la frase «ley y profetas» era una abreviatura judía para lo que los judíos llaman Tanak (el Antiguo Testamento). «Ley» se refería a la Torah, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, y «los profetas» era un sustituto para el resto de las Escrituras hebreas. Así, y desde un primer momento, debemos decir que en Mateo 5:17 , Yeshúa nos prohíbe pensar que vino a “abolir la ley o los profetas”.
Es fácil malinterpretar la palabra «ley» cuando se usa aquí para el Pentateuco o para todo el Antiguo Testamento. Una traducción mucho mejor de la palabra hebrea torah, que el griego nomos (al usarse miles de años después) oscurece, es «enseñanza», refiriéndose a la que da un padre sabio a sus hijos para que alcancen una vida buena y feliz. Así mismo, en el siglo I, nomos era un término médico que se aplicaba para una regla o régimen de vida cuyo propósito era la salud mental y física.
Así, la «Ley» (Torah) para la cultura del judaísmo siempre ha significado una sabia regla de vida de un Padre amoroso. Lo que Yeshúa y Pablo enseñaron es que nunca podría proporcionar salvación sin el Mesías enseñándolas como Rey de Israel, pero los dos coincidieron con la tradición judía de que la Torah trata sobre la vida y el amor que debe resplandecer desde un redimido.
Así considerado, logramos comprender que la postura de Yeshúa sobre la Torah no fue de anulación, sino de cumplimiento y enseñanza para su obediencia
Yeshúa insistió en que no estaba allí para desvincular a sus seguidores de la Torah ni del resto del Tanak (Antiguo Testamento, sino para demostrar y enseñar su cumplimiento:
«No he venido a abolir, sino a cumplir.»
Me adelantaré aquí en un asunto importante. La palabra griega para «cumplir» aquí es plērosai, que significa «interpretar el pasaje con precisión para lograr vivir el significado del texto en la práctica con la mayor calidad total». [Brad Young, «Conozca a los rabinos: pensamiento rabínico y las enseñanzas de Jesús» (Grand Rapids: Baker Academic, 2007), pg. 43.]
Parte 1: ¿Qué es la Torá y cuál es su Propósito?
Antes de entender lo que Yeshúa enseñó sobre la Torah, debemos saber qué es y para qué fue dada. Para ello, les dejaré estos cuatro puntos primordiales para nuestra consideración:
- La Torah se refiere a los primeros cinco libros de la Biblia (conocida en griego como el Pentateuco y en hebreo Jumash).
- Su propósito es enseñarnos a amar al Eterno y al prójimo. En ella se revela el carácter de Dios y su voluntad para nosotros.
- Lejos de ser algo negativo, la Torah es un cerco protector que nos libera del pecado y nos advierte para no caer en el abismo de la muerte. Fue escrita para nuestro beneficio, prosperidad y felicidad.
- El apóstol Santiago la llama la “perfecta Ley, la de la libertad» (Snt. 1:25), y afirma que quien persevera en ella será bendecido.
¡Yeshúa sabía que la Torah no fue dada para ser una carga para Israel, sino para apartarnos y así ser santos como el Eterno es Santo! (Lev. 19:2)
¿Existió la ley antes del Sinaí?
En la actualidad muchos creen equivocadamente que las leyes escritas por Moisés fueron únicamente parte la dispensación que denominan del antiguo pacto [entre Dios y la antigua Israel], que concluyó con la muerte de Cristo; y por eso aseguran que no tienen aplicación para los cristianos que viven bajo el nuevo pacto.
Sin embargo, la Biblia misma revela algo muy diferente. Por ejemplo, al ir al Nuevo Testamento leemos que «el pecado entró en el mundo por un hombre [Adán]» (Romanos 5:12). Ahora bien, si buscamos la definición de pecado en el mismo Nuevo Testamento «Pecado es infracción [transgresión] de la ley» (1 Juan 3:4). No puede haber transgresión [pecado], «donde no hay ley» (Romanos 4:15). Adán y Eva pecaron por infringir la ley de Dios. No rindieron honor a su Padre [Dios] y pusieron otro dios delante de Él, cuando hicieron caso a HaSatán, la Serpiente antigua. También codiciaron y robaron lo que Dios dijo que era prohibido, luego mintieron para esconder la culpa, en vez de admitir que habían cometido un error. Por otro lado, su hijo Caín fue advertido antes de matar a su hermano que la ira podría llevarlo al pecado (Génesis 4:6-8). Las Sagradas Escrituras indican claramente que las leyes de Dios (Torah) estaban en vigencia desde el principio de la creación; miles de años antes de que Moisés recibiera los diez mandamientos.
A Noé se le llamó «pregonero de justicia» (2 Pedro 2:5), y en la Biblia encontramos la siguiente definición de justicia: «todos tus [del Eterno] mandamientos son justicia« (Salmos 119:172). De manera que la única conclusión lógica a la que podemos llegar es que ¡Noé predicó la obediencia a los mandamientos de Dios!
Lamentablemente, algunos, con el propósito de negar la necesidad de obedecer las leyes de Dios, han llegado a afirmar tozudamente que Moisés estaba predicando diferentes mandamientos de los que se mencionan en la Biblia antes que él naciera. Con todo y aún esto, podemos ver que Abraham y Jacob pagaron diezmos (Génesis 14:18-20; 28:22), aunque el sistema de los diezmos no fue completamente explicado sino hasta después en los escritos de Moisés (Deuteronomio 12:22-28). Sodoma y Gomorra fueron destruidas por cometer pecados que incluían la perversión sexual (Génesis 19:1-13), aunque el homosexualismo no fue llamado pecado sino hasta Levítico 18:22 (ver Romanos 1:24-27). Al adulterio se le llamó «tan grande pecado» (Génesis 20:1-12) antes de que Dios entregara los diez mandamientos. El mismo Dios nos dice en la Biblia que bendijo a Abraham: «Por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto [instrucciones], mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes» (Génesis 26:5); si bien la lista de esos mandamientos, estatutos y leyes fue consignada por escrito por medio de Moisés (Éxodo 20 a 23) como parte del pacto entre Dios y la nación de Israel. [Invito a leer el estudio: ¿Conoció Abraham la Torah o Simplemente tuvo Fe en el Eterno?]
Cuando el Eterno reveló el conocimiento del sábado en la creación, santificó [apartó para uso sagrado] el séptimo día y descansó para mostrarnos la forma de guardar el sábado (Génesis 2:1-3). A muchos que se declaran cristianos se les ha dicho que podemos guardar cualquier día de la semana, o que la tradición de la Iglesia estableció el domingo como día de adoración a Dios. ¡Aunque la Biblia en ningún lugar aprueba tales prácticas!
También podemos asegurar escrituralmente que a los israelitas se les dieron instrucciones de observar la Pascua (Pesaj) y los días de Panes Sin Levadura (Jag HaMatzot), y el sábado (Shabat), antes de que el antiguo pacto fuera establecido (Éxodo 12; 16:23-26). Cuando los israelitas desobedecieron la instrucción de guardar el sábado, el Eterno les preguntó: «¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?« (Éxodo 16:28). Lo que demuestra que las leyes de Yah, incluyendo el sábado y los días santos, estaban vigentes antes del antiguo pacto.
¡La rescisión del antiguo pacto no acabó con la necesidad de obedecer las leyes de Dios que estaban en vigencia antes de la formalización de ese pacto!
- Parte 2: La Misión Declarada: Ejercer la Torah, no destruirla (Mateo 5:17-19)
El primer pasaje fundamental se encuentra en el Sermón del Monte.
Mateo 5:17: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”.
- ¿Qué significa «abrogar» y «cumplir»?
Para poder entender bien esto debemos desmembrar el versículo en las siguientes partes:
- La palabra griega para «abrogar» es kataluo, que significa derribar, deshacer o destruir. (καταλύω – katalúō, de kata= abajo + luo= soltar, desatar; liberar, liberar). Las distintas acepciones que tiene son: apartar, destruir, derribar, romper, soltar (desintegrar), demoler. La idea que el texto quiere expresar es abrogar (abolir mediante una acción autoritaria) o dejar de lado en el ejercicio de la autoridad legislativa. Para el judío religioso, incluso la idea de tal cosa sería una profanidad.
- Yeshúa declara enfáticamente que no vino a destruir la Torah. La forma en que se expresa esto indica que Yeshúa debió percibir que algunos de los presentes creían que abogaba por la derogación de la Torah y el resto del Antiguo Testamento . Por otro lado, considerando la pesada carga que los fariseos les habían impuesto , es posible que esperaran que Yeshúa aboliera la Torah y los rígidos requisitos que estos habían establecido para ser justos. En este contexto, el Maestro da su inolvidable descargo de responsabilidad, que establece para siempre su relación con la Torah.
- «Un Ser Mayor que Moisés y los profetas, está aquí. Pero el Ser Mayor está lleno de reverencia por las instituciones y los libros sagrados de su pueblo. No ha venido a abrogar ni la ley ni los profetas.» (Fuente: AB Bruce: «Comentario de Mateo 5»)
- La palabra griega aquí para «cumplir» es pleroo, que se traduce como ejercer, verificar, completar o rellenar. Predicar por completo, proclamar por completo, engrandecer. cumplirla con obediencia absoluta e incondicional.
- Esto nos enseña que Yeshúa cumplió la Torah a través de su perfecta obediencia, ejerciendo los mandamientos de Adonai. Como sus seguidores, estamos llamados a pensar y actuar de la misma manera: no abrogar la Torah, sino ejercerla como Él lo hizo.
- «Yahvéh se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.» (Isaías 42:21) ¡Eso fue lo que hizo Yeshúa! ¡Engrandecer y magnificar la Torah de Dios! Él la llevó a su máximo esplendor, obedeciendo hasta la muerte; siendo sin pecado e intachable.
- Calvino escribió que no abolió la Ley sino que «sólo la restauró [la Ley] a su integridad manteniéndola y purificándola cuando estaba oscurecida por la falsedad y contaminada por la levadura de los fariseos.
- La vigencia de la Torah (Mateo 5:18)
- Yeshúa continúa diciendo: “porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torá, hasta que todo se haya cumplido”.
- La «jota» se refiere a la letra yud (י), la más pequeña del alfabeto hebreo, y la «tilde» a cualquier trazo pequeño de la escritura. Con esta afirmación, el Mesías asegura que absolutamente nada de la Torah dejará de estar vigente hasta que se cumpla un evento específico.
- La frase «hasta que todo se haya cumplido» es una referencia a las profecías del Tanak (Antiguo Testamento). Eventos proféticos como el regreso del Mesías, el juicio de las naciones, la resurrección de los justos y la restauración de todas las cosas aún no han ocurrido. La culminación de estas profecías será la creación de «cielos nuevos y tierra nueva» (Apocalipsis 21:1, 2 Pedro 3:13).
- Conclusión: Dado que el cielo y la tierra actuales no han pasado y no todas las profecías se han cumplido, la Torá sigue vigente hoy.
- La recompensa por la obediencia (Mateo 5:19)
- El Mesías distingue dos grupos de personas según su actitud hacia los mandamientos.
- Los «muy pequeños»: Aquellos que quebrantan «uno de estos mandamientos muy pequeños» y enseñan a otros a hacerlo. Estos son los que interpretan erróneamente que Yeshúa abolió la Torah. Aunque serán llamados «pequeños», el texto sugiere que entrarán en el reino.
- Los «grandes»: Aquellos que comprenden que la Torah sigue vigente, la guardan y la enseñan. Estos serán llamados «grandes en el reino de los cielos».
- Nuestra manera de vivir la fe en esta vida tendrá un impacto directo en la eternidad. Si aspiramos a ser llamados grandes, debemos guardar y enseñar los mandamientos de Adonai.
El problema en la época de Yeshúa no era la Torah en sí, sino las distorsiones y tradiciones de hombres que los líderes religiosos, como los fariseos y escribas, habían elevado por encima del mandamiento divino, invalidando así su poder transformador.
Yeshúa se enfrentó directamente a esta hipocresía, defendiendo la correcta interpretación de las Escrituras y utilizándolas constantemente para reforzar su enseñanza, nunca para cancelarla
Su método hermenéutico en el Sermón del Monte es claro y repetitivo. Contrapone la enseñanza popular de su tiempo («oísteis que fue dicho«) con la revelación de la intención divina («pero yo os digo«). Esta fórmula no introduce una nueva ley, sino que despoja al mandamiento de las interpretaciones erróneas transmitidas oralmente y lo devuelve a su esencia. A través de esta cátedra, Yeshúa enseña cómo vivir la Torah desde el corazón.
La internalización del mandamiento: Del acto a la intención.
La redefinición de Yeshúa se centra en mover el foco del cumplimiento de la acción visible al estado invisible del corazón, donde se origina todo pecado.
- Sobre el Homicidio: El mandamiento «No matarás» (Éxodo 20:13) era interpretado como la prohibición del acto físico de quitar una vida. Yeshúa, sin embargo, profundiza hasta la raíz del pecado, enseñando que la ira injustificada, el insulto o el rencor hacia un hermano son equivalentes al asesinato a los ojos del Creador. Al guardar la Torah en el corazón y controlar la ira, se previene el acto homicida desde su gestación. Desde esta perspectiva, la transgresión no se limita a unos pocos, sino que nos alcanza a todos los que hemos albergado enojo o hemos herido con nuestras palabras. Yeshúa nos dice que incluso el abuso verbal lo quebranta.
- Sobre el Adulterio: De manera similar, el mandamiento «No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14) se entendía como el acto sexual fuera del matrimonio. Yeshúa internaliza esta prohibición, declarando que el pecado comienza con la codicia en la mirada. «Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón«.
- Sabían que no podían cometer adulterio, pero no se les pasó por la cabeza que un deseo lascivo sería una ofensa contra el precepto hasta que el Salvador lo dijo así, demostrando que el pensamiento del mal es pecado, que una imaginación impura contamina el corazón, que un deseo desenfrenado es culpa a los ojos del Altísimo.
- Ciertamente, esto no fue una abrogación de la ley; fue una maravillosa demostración de su amplia soberanía y de su carácter inquisitivo. Dado que el Creador «escudriña la mente» y «prueba el corazón» (Jeremías 17:10), la falta de dominio propio en los pensamientos y la mirada es una transgresión directa del mandamiento, pues del corazón emanan los malos pensamientos, los adulterios y las fornicaciones.
- ¡Lejos de invalidar la Torah, Yeshúa subrayaba su significado más profundo. Nos lleva al corazón de la Torah para guiarnos hacia las normas del Eterno.
La Restauración de la Justicia y la Santidad Divina.
Yeshúa también corrigió interpretaciones que habían corrompido la justicia social y la santidad de los pactos divinos.
- Sobre el Divorcio: En su tiempo, una interpretación laxa de Deuteronomio 24:1, popularizada por la escuela de Hillel, había convertido el divorcio en una práctica epidémica, permitiendo a los hombres repudiar a sus esposas por motivos triviales. Yeshúa se opone firmemente a esta banalización del matrimonio, aclarando que la «cosa indecente» (ervá en hebreo) mencionada en la Torá no es cualquier cosa, sino que se refiere específicamente a la «fornicación», es decir, una ruptura del pacto matrimonial por adulterio o una unión ilegítima según Levítico 18. Así, no contradice la Torah, sino que restaura la santidad y permanencia del pacto matrimonial.
- Sobre los Juramentos: La práctica de jurar por el cielo, la tierra o la propia cabeza era un subterfugio farisaico para evitar jurar por el nombre del Creador y, a menudo, no cumplir lo prometido. Yeshúa no prohíbe los juramentos en sí, pues la Torah instruye a jurar por el nombre de Dios (Deuteronomio 10:20), sino que condena los juramentos falsos y frívolos. Su enseñanza promueve una integridad radical donde la palabra de una persona es suficiente: «sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no».
- Sobre la «Ley del Talión»: El principio de «ojo por ojo y diente por diente» había sido torcido para justificar la venganza personal. Yeshúa aclara que este no es un mandato para la retaliación individual, sino un principio de justicia equitativa que debía ser aplicado por los jueces para determinar una compensación justa por un daño causado. El propósito de esta ley era precisamente eliminar la venganza, la cual está explícitamente prohibida en la Torah («No te vengarás», Levítico 19:18).
- Sobre el Amor al Enemigo: La enseñanza popular «amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo» contenía una adición humana peligrosa. Yeshúa señala que en ningún lugar la Torah ordena aborrecer al enemigo. De hecho, manda a ayudarlo si su animal está en problemas (Éxodo 23:4-5) y a alimentarlo si tiene hambre (Proverbios 25:21). Por lo tanto, su famoso mandamiento de amar a los enemigos y orar por los perseguidores no es una innovación, sino la restauración y la máxima expresión del verdadero espíritu de la Torah.
Entonces, podemos afirmar que el ministerio de Yeshúa no fue de abrogación, sino de cumplimiento y correcta interpretación. Él nos regresa a la Torah como la guía divina para conocer la voluntad del Creador, advirtiéndonos sobre el peligro de añadir o quitar de sus mandamientos, una inclinación humana que persiste a lo largo de la historia.
Queda bien claro que Su enseñanza demuestra que la Torah sigue vigente, no como un código de legalismo externo, sino como un camino de transformación interna que comienza y culmina en el corazón. Yeshúa no se queda en la observancia externa y legalista (como hacían algunos fariseos), sino que va al corazón de la Torah: la intención, la motivación y el amor. La «justicia» que supera a la de los fariseos no es una que acumule más reglas, sino una que nazca de una transformación interna («ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto»).
Esto es clarísimo: Yeshúa no aboga por la abrogación ni del más mínimo detalle de la Ley. Al leer Mateo 5, versículo 27 hasta el final, se ve que incluso lleva los mandamientos de la Torá más allá. Jesús está cumpliendo exactamente lo profetizado por el profeta Jeremías cuando prometió el nuevo pacto: «Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—: Pondré mi Torá en su interior, y la escribiré en su corazón» (Jeremías 31:33).
Yeshúa dice que no estamos bajo una ley externa, porque ahora tenemos la ley en nuestro interior, escrita en nuestra mente y corazón por el Espíritu Santo. Por lo tanto, nos llama a ir aún más allá de la Ley escrita (es decir, ni siquiera cometer adulterio ni asesinato en el corazón). ¿Suena esto a una enseñanza contraria a la Ley Mosaica y a los profetas? ¡Para nada!
Yeshúa no deja de lado la TaNaK (Antiguo Testamento) en favor de una nueva enseñanza. Él defiende la totalidad de las normas de la Torah, tal como Yah lo dispuso. Identifica a quienes obedecen la ley y se adhieren cuidadosamente a la palabra escrita según su intención original, y los contrasta con quienes relajan los mandamientos, quienes los abolen, para aferrarse a sus propias enseñanzas acumuladas sobre la ley.
Conclusión: ¡Sigan mi ejemplo!
Entonces, ¿abolió Yeshúa la Torah? ¡Absolutamente no! Él la afirmó, la vivió perfectamente y la enseñó como la voluntad eterna del Padre. Ser su seguidor no es unirse a una religión llamada cristianismo o judaísmo. Cuando Yeshúa dijo «Síganme», no se refería a seguir su sombra, sino a seguir su ejemplo: pensar, hablar y actuar como Él lo hizo.
El amor por Él se demuestra guardando su palabra, que no es suya, sino del Padre que lo envió. Los mandamientos no son una carga; son la estructura que el Padre usa para construir la imagen de Yeshúa en nosotros. Son la verdad que nos hace verdaderamente libres.
Así que, hermanos, la invitación de hoy es a ser verdaderos discípulos. A escudriñar las Sagradas Escrituras, a obedecer los mandamientos de Adonai y a caminar como nuestro Mesías caminó. Seamos de aquellos que Él llamará «grandes en el Reino de los Cielos«.
Con amor en Él y a vuestro servicio: David Nesher