Por: Pr. Moisés Franco
La segunda ascensión de la porción Shemot comienza con Paró (faraón) reprendiendo a las parteras hebreas por haber dejado con vida a los niños de su pueblo en los partos.
Ellas le dicen que esto ocurre porque las hebreas “son expertas parteras” y dan a luz antes de que lleguen las asistentes.
Vemos luego al monarca egipcio dar la siguiente orden: “… Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida” (Shemot 1:22 |RV60).
En este punto me resultó muy esclarecedor el comentario de la versión Torat Emet: “la creación está conformada por los elementos masculino y femenino. Si el elemento masculino representa el espíritu y el elemento femenino representa el cuerpo, la intención de los egipcios fue darle una trascendencia desmedida a la materia, prescindiendo de la contención espiritual («varón») que aquella requiere”.
Teniendo en cuenta esto último, considero importante agregar que cuando el mencionado versículo dice “todo hijo que nazca”, la palabra ahí usada para hijo es “ben”, que también significa “edificador” según el diccionario Strong.
El Espíritu Santo me llevaba a pensar que el sistema ha sido muy astuto desde siempre en llevar al varón, quien debería ser el principal representante de la benevolencia divina que edifica un mundo mejor, a ser una persona netamente materialista.
Alguien que usa y abusa de la materia (incluyendo en ella a los demás humanos y en particular a su cónyuge) según su antojo caprichoso.
Este cambio lo vemos a partir de la desobediencia y maldición de la primera humanidad en el Edén. Luego del varón ser maldito, él le cambia el nombre a su esposa (que hasta el momento era ‘ishá’, varona, porque del ‘ish’ -varón- había sido tomada) y pasa a llamarla Eva (madre de todos los vivientes).
O sea, deja de reconocerla como alguien que es como él mismo, pero opuesto, para convertirse en sólo alguien que le dará hijos (Génesis 3:20).
Sin embargo, en el relato de esta ascensión no sólo encontramos el modelo del varón egipcio (materialista), sino también a Moshé (Moisés). Sobre el significado de su nombre quisiera volver a citar la Torat Emet, que comenta: “La voz Moshé (…) es una voz activa que significa ‘sacar a otros’ de situaciones dificultosas; y justamente por eso mismo es que su nombre es Moshé, porque la función de un líder es sacar y liberar a sus dirigidos de todo estado conflictivo que pudiera aquejarlos”.
Entendiendo esto vemos que ya no se trata sólo de ese faraón y de ese niño llamado Moshé, sino que son dos modelos de humanidad: una materialista, hedonista y utilitarista; por un lado, y por el otro, una humanidad que se esfuerza por sacar a su prójimo de las aguas de la confusión que lo ahogan.
Así llegamos a Yeshúa, profetizado por Isaías como “varón de dolores” (Is.53:3), quien estuvo dispuesto a entregar su vida en servicio a fin de que Israel -y en ella toda la humanidad- pudiera tener “vida eterna” como Él (Juan 3:16).
Y nuestro Maestro nos dejó este mandamiento en más de una ocasión: “que se amen unos a otros, como yo los he amado” (Juan 15:12 |RVC) y también que si lo seguíamos nos haría “pescadores de hombres” (Mateo 4:19).
“11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”
(Efesios 4:11-13 |RV 60)
PREGUNTAS PARA MEDITAR:
▪️ ¿Estoy siendo utilitarista de mis vínculos disfrazándolo con ‘mis necesidades’, ‘mis negocios’, ‘mis derechos’?
▪️ ¿Estoy buscando activamente -no sólo como expresión de deseo- salvar a otros del hundimiento en el lago de fuego?