” Él te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; El sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. No sea que digas en tu corazón: «Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.» Mas acuérdate de Yahvéh tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.”
(Devarim/Deut. 8:15-18)
Estudiando los códigos de la Torah, especialmente Devarim (Deuteronomio), nos hemos alegrado ante la revelación de que nuestro Abba santo está muy interesado en capacitar nuestra mente para que domine la materia, desarrollando así en plenitud el propósito mesiánico para nuestras vidas. Está escrituralmente establecido que Yahvéh, nuestro Dios, desea bendecir a sus hijos primogénitos con muchas riquezas materiales. Pero, también aceptábamos que, por causa de la tendencia pecaminosa del hombre, es muy fácil olvidarse del Eterno y Su Instrucción (Torah) cuando las riquezas aparecen y comienzan a multiplicarse.
Hoy nos toca ver cómo Moshé advierte sobre este peligro diciendo a los israelitas de la nueva generación que tengan mucho cuidado de no olvidar al Eterno en el momento de obtener muchas riquezas materiales.
He aquí el primero de los remedios contra esta desviación pecaminosa (avaricia): acordarse en todo tiempo del Eterno, haciendo caso a lo que la Torah dice al respecto. El que pone esta palabra de la Torah en su corazón toma todos los recaudos para no olvidar a Yahvéh a la hora de obtener riquezas, reconociendo todo el tiempo que es el Eterno, y sólo Él, quien nos da la capacidad para hacer riquezas y alabándolo entonces por ello, en todo lugar y tiempo.
El segundo remedio que ayuda al ser humano redimido a ser guardado de la avaricia, y así olvidarse del Eterno, es su fidelidad con la entrega de los diezmos. Las Sagradas Escrituras revelan que la generosidad practicada en esta disciplina guarda el corazón de la avaricia.
El tercer remedio que el Eterno tiene para guardar a sus redimidos del orgullo y la idolatría de las riquezas es hacerlos pasar por el desierto. La experiencia del desierto el método divino que otorga la mejor preparación para poder aguantar las bendiciones materiales sin volverse autosuficiente, orgulloso y conformista.
El propósito de Yahvéh de introducirnos y mantenernos en el desierto es humillarnos para finalmente hacernos bien como recompensa a la humildad adquirida. Al estudiar este método celestial debemos aceptar que a veces hay hijos primogénitos tan egocéntricos que deben pasar mucho tiempo en el desierto. Otros son tan orgullosos ante la voluntad de nuestro Abba, que deben soportar el proceso pasando por muchos desiertos, a lo largo de su peregrinar en la vida mesiánica. ¡Yahvéh sabe bien lo que cada uno necesita!
Por lo tanto, si hoy estás en un terrible desierto con serpientes, escorpiones, sequía y sed, te pido que no te alejes del Eterno. Por el contrario, te aconsejo que lo busques en tu angustia y confía en que Él es capaz de sacar agua de la roca para saciar tu sed y alimentarte de manera sobrenatural. A lo mejor no vas a tener en abundancia, pero te aseguro que no vas a perecer en el desierto. Tendrás suficiente para sobrevivir y para aprender a depender del Eterno, hasta que al fin puedas pisar la Tierra de Su Promisión destinada en Yeshúa sólo para ti.
Recuerda y acepta humildemente que tu Padre celestial es muy sabio. Él conoce tu corazón. Él sabe que, según las muchas bendiciones que te quiere dar, tendrás que permanecer en el desierto. Esto no lo hará para quitar tus derechos, sino para formar tu carácter y para entrenarte para el tiempo de la promoción material sobreabundante.
Así que, aprende a alabarlo porque te está dando lo suficiente para no morir en una situación humanamente imposible. Levanta tu corazón, tus ojos y tus manos al Cielo. Aprende a darle las gracias siempre por lo que recibes, sea poco o mucho. Ten en cuenta que una vez que hayas aprendido la lección, te espera mucha abundancia. Y luego de recibir esa abundancia en esta vida, ten también por certeza que el Eterno es bueno para continuar promocionándote en la vida venidera.
Kol tuv! (¡Toda Bendición!)