Cuando te otorgaron el Premio Nobel de la Paz, del cual somos
depositarios, te envié una carta que decía: “Barack, me sorprendió mucho
que te hayan otorgado el Nobel de la Paz, pero ahora que lo tienes
debes ponerlo al servicio de la paz entre los pueblos; tienes toda la
posibilidad de hacerlo, de terminar las guerras y comenzar a revertir la
grave situación que vive tu país y el mundo”.
Sin embargo has
incrementado el odio y traicionado los principios asumidos en la campaña
electoral ante tu pueblo, como poner fin a las guerras en Afganistán e
Irak y cerrar las cárceles en Guantánamo y Abu Graib en Irak. Nada de
eso has logrado hacer; por el contrario, decides comenzar otra guerra
contra Libia, apoyada por la OTAN y la vergonzosa resolución de las
Naciones Unidas de apoyarla; cuando ese alto organismo, empequeñecido y
sin pensamiento propio, ha perdido el rumbo y está sometido a las
veleidades e intereses de las potencias dominantes.
La base
fundacional de la ONU es la defensa y promoción de la paz y dignidad
entre los pueblos. Su preámbulo dice: “Nosotros los pueblos del mundo…”,
hoy ausentes de ese alto organismo.
Quiero recordar a un místico
y maestro que tiene en mi vida una gran influencia, el monje trapense
de la Abadía de Getsemaní en Kentucky, Tomás Merton, quien dice: “La
mayor necesidad de nuestro tiempo es limpiar la enorme masa de basura
mental y emocional que atasca nuestras mentes y convierte toda vida
política y social en una enfermedad de masas. Sin esa limpieza doméstica
no podemos comenzar a ver. Si no vemos no podemos pensar”.
Eras
muy joven Barack durante la Guerra de Vietnam; tal vez no recuerdes la
lucha del pueblo norteamericano por oponerse a la guerra.
Los muertos, heridos y mutilados en Vietnam hasta el día de hoy sufren sus consecuencias.
Tomás
Merton decía –frente a un matasellos del correo que acababa de llegar,
The U.S. Army, key to peace, “El ejército estadounidense, clave de la
paz”–: ningún ejército es clave de la paz. Ninguna nación tiene la clave
de nada que no sea la guerra. El poder no tiene nada que ver con la
paz. Cuando más aumentan los hombres el poder militar, más violan la paz
y la destruyen.
He compartido y acompañado a los veteranos de
guerra de Vietnam, en particular a Brian Wilson y sus compañeros,
quienes fueron víctimas de esa guerra y de todas las guerras.
La
vida tiene ese no sé qué de lo imprevisto y sorprendente, de la
fragancia y belleza que Dios nos dio para toda la humanidad y que
debemos proteger para dejar a las generaciones futuras una vida más
justa y fraterna; restablecer el equilibrio con la Madre Tierra.
Si
no reaccionamos para cambiar la situación actual de la soberbia
suicida, arrastrando a los pueblos a recovecos profundos donde muere la
esperanza, será difícil salir y ver la luz. La humanidad merece un
destino mejor.
Sabes que la esperanza es como el loto que crece
en el fango y florece en todo su esplendor mostrando su belleza.
Leopoldo Marechal, ese gran escritor argentino, decía que “del laberinto
se sale por arriba”.
Y creo, Barack, que después de seguir tu
ruta equivocando caminos, te encuentras en un laberinto sin poder
encontrar la salida y te entierras más y más en la violencia, en la
incertidumbre, devorado por el poder de dominación, arrastrado por las
grandes corporaciones, el complejo industrial militar, y crees tener el
poder que todo lo puede y que el mundo está a los pies de los EE.UU.
porque impone la fuerza de las armas, e invades países con total
impunidad. Es una realidad dolorosa, pero también existe la resistencia
de los pueblos que no claudican frente a los poderosos.
Son tan
largas las atrocidades cometidas por tu país en el mundo que daría tema
para largo, es un desafío para los historiadores que tendrán que
investigar y saber de los comportamientos, política, grandeza y
pequeñeces que han llevado a EE.UU. al monocultivo de las mentes que no
le permite ver otras realidades.
A Bin Laden, supuesto autor
ideológico del ataque a las Torres Gemelas, lo identifican como el Satán
encarnado que aterrorizaba al mundo y la propaganda de tu gobierno lo
señalaba como el “eje del mal”, y eso le ha servido para declarar las
guerras deseadas que el complejo industrial militar necesita para
colocar sus productos de muerte.
Sabes que investigadores del
trágico 11 de septiembre señalan que el atentado tiene mucho de
“autogolpe”, como el avión contra el Pentágono y el vaciamiento anterior
de las oficinas de las Torres; atentado que dio motivo para desatar la
guerra contra Irak y Afganistán y ahora contra Libia; argumentando en la
mentira y la soberbia del poder que todo lo hacen para salvar al
pueblo, en nombre de “la libertad y defensa de la democracia”, con el
cinismo de decir que la muerte de mujeres y niños son “daños
colaterales”. Eso lo viví en Irak, en Bagdad con los bombardeos a la
ciudad y el hospital pediátrico, y en el refugio de niños que fueron
víctimas de esos “daños colaterales”.
La palabra vaciada de
valores y contenido, por lo que al asesinato lo llamas muerte y dices
que por fin EE.UU. ha “muerto” a Bin Laden. No trato de justificarlo
bajo ningún concepto, estoy en contra de todo terrorismo, tanto de esos
grupos armados, como del terrorismo de Estado que tu país ejerce en
diversas partes del mundo apoyando a dictadores, imponiendo bases
militares e intervenciones armadas, ejerciendo la violencia para
mantenerse por el terror en el eje del poder mundial. ¿Hay un solo “eje
del mal”? ¿Cómo lo llamarías?
¿Será por ese motivo que el pueblo
de los EE.UU. vive con tanto miedo a las represalias de quienes llaman
el “eje del mal”? El simplismo e hipocresía de justificar lo
injustificable.
La paz es una dinámica de vida en las relaciones
entre las personas y los pueblos; es un desafío a la conciencia de la
humanidad; su camino es trabajoso, cotidiano y esperanzador, donde los
pueblos son constructores de su propia vida y de su propia historia. La
paz no se regala, se construye, y eso es lo que te falta, muchacho:
coraje para asumir la responsabilidad histórica con tu pueblo y la
humanidad.
No puedes vivir en el laberinto del miedo y la
dominación de quienes gobiernan los EE.UU., desconociendo los tratados
internacionales, los pactos y protocolos, de gobiernos que firman pero
no ratifican nada y no cumplen ninguno de los acuerdos, pero hablan en
nombre de la libertad y el derecho.
¿Cómo puedes hablar de la paz si no quieres cumplir con nada, salvo los intereses de tu país?
¿Cómo
puedes hablar de la libertad cuando tienes en las cárceles a
prisioneros inocentes, en Guantánamo, en los EE.UU., en las cárceles de
Irak, como la de Abu Graib, y en Afganistán?
¿Cómo puedes hablar
de los derechos humanos y la dignidad de los pueblos cuando los violas
permanentemente y bloqueas a quienes no comparten tu ideología y deben
soportar tus abusos?
¿Cómo puedes enviar fuerzas militares a Haití después del devastador terremoto y no ayuda humanitaria a ese sufrido pueblo?
¿Cómo
puedes hablar de libertad cuando masacras a los pueblos del Medio
Oriente y propagas guerras y torturas, en conflictos interminables que
desangran a los palestinos e israelíes?
Barack: mira para arriba
de tu laberinto, puedes encontrar la estrella que te guíe, aunque sepas
que nunca podrás alcanzarla, como bien lo dice Eduardo Galeano.
Busca ser coherente entre lo que dices y haces, es la única forma de no perder el rumbo. Es un desafío de la vida.
El Nobel de la Paz es un instrumento al servicio de los pueblos, nunca para la vanidad personal.
Te deseo mucha fuerza y esperanza, y esperamos que tengas el coraje de corregir el camino y encontrar la sabiduría de la paz.
Buenos Aires, 5 de mayo de 2011