Del mismo modo, nosotros, los redimidos en la sangre del Cordero de Dios (cf. Juan 1:29-34), estamos libres. Hemos aceptado, y así lo creemos, que el Mesías avergonzó públicamente al gran dragón, el Faraón del mundo espiritual y sus huestes (Colosenses 2;14-15). Por lo tanto, debemos en esta fiesta de Pesaj animarnos a tomar el desafío divino de peregrinar en un viaje redentor que nos promocionará de la esclavitud de nuestro Egipto interior, el exilio mental que nos aleja del propósito divino, hacia un nivel sacerdotal dónde lo que Él ha heredado del Padre Eterno como primogénito, nos será entregado como coherederos con Él (Romanos 8:16-17), guiándonos a recepcionar la eterno Instrucción que ilumina la existencia toda.
Para ampliar el entendimiento de esto recomiendo leer: Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría