Hemos aprendido que la Sukah (traducida como «enramada«, «cabaña«) está formada por tres paredes y el sejaj (el ·techo» hecho de vegetación)… es decir, uno sobre tres.
Pues bien, esa fórmula mesiánica («Uno sobre Tres«) encierra un maravilloso secreto revelado en el armado de la Sukah, y la posterior obediencia de vivir en ella durante siete días.
Si les gusta profundizar en los secretos revelados en esta estructura cósmica denominada sukah, me gustaría contarte que las tres paredes de la Sukah se correlacionan con las tres letras de la palabra Yud; que son Yud-Vav-Dalet (así es como se deletrea: י ו ד) … considerándolo así, encontramos que las paredes, o particiones de la sukah, representan un tipo de Yud que se divide en tres partes, estas tres letras, que son lo que en hebreo se conoce como la Yud inferior.
Ahora nos toca también considerar el secreto revelado en el Sejaj, también llamado techo, que se coloca en la parte superior de las tres paredes. El mismo se correlaciona con el segundo tipo de Yud, que es solo una letra (sin ser fraccionada en las letras que integran su nombre), es decir , la Yud misma escrita así: י. Es por eso que el Sejaj debe colocarse a no menos de diez tefajim, porque el valor del Yud es diez, ya que el Sejaj representa el Yud Superior.
Para comprender lo expresado en el párrafo anterior, debemos conocer que las normas halájicas en la construcción de la sukah, en lo referente a la altura de la misma establecen que la misma debe ser no menor a diez (10) Tefajim (ochenta centímetros (1 metro), por cuanto los Sabios entienden que no es posible habitar en menos de diez (10) Tefajim de altura. Y no puede superar la medida de diez (10) Amot (9.5 m.) porque para ello habría que hacer paredes más fuertes (para que no se caigan), y no parecería una morada momentánea, sino fija.
Ahora, volviendo a nuestra consideración, notamos que así combinada, la Sukah total, con las tres paredes y la Sejaj, representan las dos clases de Yud, la Yud indivisa y la Yud dividida, y esto se correlaciona con los dos Nombres principales diferentes del Eterno, el Nombre de YHVH (Yud -Heih-Vav-Heih) y el Nombre de Adonay (Alef-Dalet-Nun-Yud), que, cuando se combinan, tienen el valor numérico total de 91, que sale exactamente como el valor numérico de la palabra Sukah ( «סוכה» = Samej + Vav + Kaf + Heih = 91). Con esta referencia guemátrica vemos que Sukah se correlaciona con el Nombre combinado de con una Yud al principio y otra Yud al final … y esto se debe a que la Sukah, como he mencionado antes, es la combinación del nombre superior, la Yud superior … con el Nombre inferior, la Yud inferior … y esto también se llama la combinación de la «El Rostro grande de YHVH» y el «Rostro pequeño de YHVH».
Para lograr bajar esto a una praxis en nuestra vida cotidiana, debo decirles que al aceptar vivir por siete días en la Sukah, manifestamos a toda la Creación que sólo existe un único y verdadero Dios, manifestado a Israel con su Nombre más elevado: YHVH. A la misma vez, revelamos a toda criatura la esencia de nuestro Evangelio no sólo Él (Yahvéh) es el Único Dios, sino que lo hemos hecho nuestro Dueño (Adonay) comprometiéndonos con Él en la misión del Tikún Olam (la Rectificación del Mundo) llevando en nuestra mente lo que Él, por medio del Espíritu Santificador del Mesías, ha implantado en nuestro corazón. En otras palabras: siendo discípulos de Su Instrucción, logramos desarrollar en nuestra interioridad la imagen divina que Él nos puso al crearnos, esto sería, alcanzar a conformarnos a su semejanza (en hebreo: «Zeir Anpin» o «Rostro Pequeño de Dios«)… Entonces, y desde este entendimiento (Binah) nuestras mentes están en condiciones de pensar sujetas a Su paradigma, el Mashiaj, y de ese modo santificar Su Nombre: Yahvéh («Airj Anpin» o «Rostro Grande de Dios»), el Ha Kadosh Baruj Hu («Santo y Bendito Es»).
Puedes ver la explicación de este estudio en el siguiente video:
Y en el Octavo día, Moisés llamó a Aarón, a sus hijos y a los ancianos de Israel. Y le dijo a Aarón: ”Toma para ti un becerro para sacrificio expiatorio y un carnero sin defecto para holocausto y ofrécelos al Eterno”.
(Vayikrá/Levítico 1:1-2)
Sheminí quiere decir octavo, y la parashá de esta semana comienza diciéndonos «y en el octavo día»… ¿Por qué el octavo día es tan importante que encabeza el nombre de una Parashá?. Porque el octavo es la posición de la sefiráh de Binah cuando la miramos desde Malkut. El octavo es nuestro objetivo primordial.
«Así como el concepto «séptimo» alude a la naturaleza cíclica (como los siete días de la semana, los siete años del ciclo sabático, los siete ciclos que conforman el Jubileo), el concepto «octavo» alude a la ruptura de la rutina cíclica de lo natural y se erige como metáfora de los valores superiores que trascienden de la naturaleza.» [comentario de la Torat Emet].
Debemos recordar que el Mishkán (Tabernáculo) es para el pueblo de Israel el equivalente al corazón en el cuerpo del ser humano. Cuando el corazón hace circular la sangre por las arterias y venas, entonces la persona tiene vida y de la misma manera el Tabernáculo era la base que sostenía la espiritualidad del pueblo de Israel. Para que el pueblo fuera meritorio de que la Presencia Divina reposara entre ellos siendo el oxígeno que los mantiene vivos, tenían que demostrar que verdaderamente lo deseaban.
El Eterno eligió el octavo día para la inauguración del Tabernáculo porque el número ocho representa todo aquello que está por encima de la naturaleza, aludiendo a los mundos más elevados. Esto le enseña a la persona que el día en el cual YHVH descendió para posar Su Presencia entre el pueblo de Israel, ella debe intentar elevarse y apegarse a los mundos superiores. A pesar de que la persona es una creación de carne y hueso, hecha de materia inerte, ella recibió un alma espiritual que pertenece a los mundos más elevados y que le permite crecer y superarse, desconectándose de lo material y de las vanidades mundanas que la rodean, apegándose a los mundos que se encuentran por encima de la naturaleza.
El objetivo primordial de la existencia humana es lograr servir al Señor con calidad total, alcanzando día a día la manera más perfecta posible, hasta el punto de merecer que la Presencia Divina pueda posarse sobre la persona elevándola hacia el octavo mundo; es decir, más allá de la naturaleza.
Cuál es la función de la persona en este mundo: intentar apegarse a los actos de YHVH cumpliendo con lo que fue dicho en el Talmud: «Así como Él es, así también tú debes ser» (Shabat 133b), y de esta manera elevarse a los mundos superiores representados por el número ocho.
La cercanía con el Eterno exige sumo cuidado en todos nuestros actos aquí en la Tierra, ya que ellos son portales por los que el Rey de la Gloria ingresa al plano de la fisicalidad y la transforma por medio de milagros.
Al comenzar la bitácora dejé establecido que el octavo es nuestro objetivo primordial porque es la posición de la sefiráh de Binah cuando la miramos desde Malkut, es decir desde el Mundo Físico.
Binah es la sefiráh divina cuya energía divina sostiene todos los planos existenciales. Por lo tanto, esta semana la energía de éxito y sustento está disponible para todos aquellos que la quieran. Sólo debemos clamar para que el Espíritu de la Profecía nos revela cómo lograr la certeza de esta conexión, lo cual nos permitirá tener la perseverancia que necesitamos para alcanzar la victoria que Yeshúa, el Mesías, ha obtenido para nosotros. Recuerden que victoria y perseverancia se escriben con la misma palabra hebrea: Netzaj. Esta sefiráh es la que extrae la Luz que se genera en Tiferet (después que se logra un balance entre el dar de Jesed y el recibir de Guevuráh).
¿Cómo hacemos para que esta Luz de Binah entre en nuestro mundo? ¿Cómo hacemos para poder conectar con esa Luz? Pues estudiar esta porción es una de las maneras, porque los días de la semana son como un cóctel de influencias astrales, y traen impreso los desafíos de cada aspecto de las sefirot emocionales. Aceptemos una vez mas que el estudio de la sabiduría de la Torah es la herramienta más eficaz para transitar la vida con sabiduría y conocimiento.
Interesante resultará saber que esta parashá tiene 91 versos. Ya hemos dicho que muchos datos numéricos como este sirven para profundizar en la emunah (fe) escondida en las letras de las Sagradas Escrituras usando la gematría de las misma. Bien, resulta que el número 91 es el resultado de hacer una trenza entre las cuatro letras del Nombre de Dios ( יהוה Yud Hei Vav Hei) con Adonay (Señor), que es el mismo Nombre de Dios que ha descendido a este mundo, cambiando de nivel.
Veamos esta ecuación y la herramienta de meditación que nos entrega la sabiduría de la Torah, en esta disciplina de santificar el Nombre de Dios:
Nombre de Dios: YHVH
יהוה
Éste es la expresión del sistema del Árbol de la Vida sin defecto alguno (por eso para muchos es impronunciable). Su guematria es:
י Yud=10;
ח He=5;
ו Vav=6;
ח He=5.
Total: 26.
Nombre de Dios: Adonay
אדני
A través de éste nombre, Dios actúa en nuestro mundo somo el Soberano de todo. Como en este Nombre Yud He Vav He se ha cambiado de ropaje (ha bajado su frecuencia) para adaptarse a nuestro mundo, podemos pronunciarlo: Adonay.
א Alef=1;
ד Dalet=4;
נ Nun=50;
י Yud=10.
Total: 65.
Al meditar y pronunciar Adonay, estamos declarando que el Eterno es el Amo y Señor majestuoso de toda la Creación. Decimos a todos los planos existenciales que el Eterno es nuestra autoridad plena.
¿Qué es esto de la trenza de los nombres y cómo se realiza?
La trenza o yijud (también traducido como unificación) de un Nombre Divino representa la unión de la Luz con la vasija. En este caso, el Nombre de Dios Yud Hei Vav Hei es la Luz y Adonay es la vasija. Por lo tanto, se crea una secuencia al introducir las letras del nombre Adonay en medio de las letras del Nombre de Dios de más alta frecuencia (siempre comenzando de derecha a izquierda). Entonces, queda así:
יאהדונהי
Guematria 26 + 65 = 91.
Así pues, este Nombre Divino corresponde al número de versos de la parashá. Por tanto, meditando y orando con en este nombre todas las mañanas, atraemos la energía completa de esta porción: la energía del 8. Esto significa que cada mañana al despertar, debemos aceptar humildemente que estamos peregrinando hacia un Mundo Mejor que este que hoy conocemos a través de nuestros sentidos físicos, y que para llegar a alcanzarlo, deberé primeramente humillarme ante el Dueño de todo e invocarlo para que pueda santificar Su Nombre a lo largo de mi jornada laboral, en cada acción que realice.
Por eso, el Olam Havá (Mundo Venidero) está reservado para todos aquellos que formando parte del Pueblo de Israel, reconocen que HaMashiaj (el Mesías) ya vino en la persona de Yeshúa, y que este por su obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz, ha sido elevado por Dios hasta lo sumo, y se le ha dado un Nombre que es sobre todo nombre. Dicho nombre es este yijud poderoso (YHVH Adonay), y sólo en este nombre se puede recibir la energía que esta parashá nos revela.
Considerando todo esto, lograremos entender que la razón por la cual la Torah nos prohibió consumir los animales impuros es porque estos provocan en la persona una tendencia hacia la crueldad y el pueblo de Israel debe ser un pueblo santo en el cual reine la cualidad de la benevolencia (jesed). En el futuro YHVH hablará con cada uno de los miembros del pueblo de Israel, tal como está escrito:
«Sus hijos y sus hijas profetizarán». (Joel 3:1)
En consecuencia, ningún integrante del pueblo puede alimentarse con algo impuro porque sus bocas dirán las palabras de Yahvéh. Esto es lo que nos enseñan las palabras de este versículo: que Moshé y Aharón les avisen que en el futuro Dios les hablará a cada uno y por eso no deben comer animales impuros.
Estamos llamados a desarrollar la misma actitud que hubo en Yeshúa el Mesías, mientras caminó como el Hijo del Hombre sobre la Tierra (Malkut). Es decir, desarrollar tal calidad de Avodáh (servicio sacerdotal) que logre la sublimación y elevación de lo terrenal a las esferas celestiales. Así se permite a la Shekináh (Presencia) de la Luz Infinita manifestarse en medio del mundo natural, permeando a toda la materia, y haciendo que todo lo creado se someta al señorío absoluto del Eterno.
Entonces esta parashá nos deja bien claro el concepto que cada uno de los redimidos, con nuestras buena obras, refinamos las cosas de la fisicalidad y a la vez nos autorefinamos para elevarnos junto con ellas a dimensionalidad de plenitud celeste.
Para lograr la eficacia de esta vocación, y alcanzar excelencia en nuestra misión, debemos aceptar que necesitamos atraer la Luz al mundo material, acercándolo por medio de nuestro esfuerzo de elevarnos en conciencia. Por esto, tenemos que cuidarnos de nuestras obligaciones materiales para poder penetrar en el mundo espiritual.
Para lograr la eficacia de esta vocación, y alcanzar excelencia en nuestra misión, debemos aceptar que necesitamos atraer la Luz al mundo material, acercándolo por medio de nuestro esfuerzo de elevarnos en conciencia. Por esto, tenemos que cuidarnos de nuestras obligaciones materiales para poder penetrar en el mundo espiritual.
Tenemos que prepararnos para la llegada del Rey. Para ellos debemos cuidar nuestro aspecto físico, tanto interno como externo. Cuidar la forma de vestir, la imagen, la higiene tanto física como mental. Observando nuestra forma de ser sociales, hasta incluso alimentándonos equilibradamente, siguiendo una dieta estrictamente profética.
La implicación es elocuente: observar las normas de pureza e impureza tratadas en esta sección (parashá) y las posteriores, lleva a cada redimido a elevarse por sobre lo mundano e incorporar en su ser los valores supremos de lo «octavo», es decir el carácter mesiánico que todo lo puede.
La expresión hebrea Beshalaj significa “Cuando envió”.
De forma diferente a la mayoría de los Shabat del año, el de esta semana lleva un nombre especial, se le conoce como “Shabat Shiráh”, que significa “el Shabat de la Canción”, porque en la Torah leemos la canción Shirát Hayam («Canción del Mar«) que cuenta historia de la liberación definitiva de los hijos de Israel. Muchas congregaciones destacan este Shabat al crear servicios llenos de música extraordinaria para celebrar a Moshé (Moisés) y Miryam (María), que guían a los israelitas a través del Mar de Cañas (Mar Rojo) y fuera de Mtizrayim (Egipto).
En el relato de esta sección semanal encontraremos la asombrosa apertura del Mar Rojo. También aquí aparecen revelados los 72 nombres de Dios que son la vedette de la porción. Así mismo, en esta sección aparecerá el Maná, que se describe como el pan caído del cielo, y que determinará esta disciplina de estudiar la Torah por porciones (parashot) y ascensiones (aliyot).De igual modo, veremos aparecer el omer por primera vez, que era una medida de peso como decir kilo. Aparece el episodio del agua amarga que se convierte en agua dulce; y por último la guerra de Amalek, el enemigo perpetuo del pueblo de Israel.
De esta manera, hemos llegado a la más extraordinaria parasháh de la Torah, porque cuando leemos el episodio de la apertura del Mar Rojo percibimos que se concluye con la salida o éxodo de Egipto.
Entonces, la primera pregunta que tenemos que hacernos es, ¿porque la salida de Egipto esta divida en 3 parashot (porciones)?.
La Torah quiere enseñarnos que cada cambio es un proceso, y que dentro de él hay etapas que transitar. Por lo tanto cuando un cambio se ha producido en nuestras vidas es porque hace ya un momento que venimos transitando etapas emocionales e intelectuales para que este cambio opere en nuestras vidas.
«Beshalaj» es una porción que contiene relatos prodigiosos y grandes fenómenos sobrenaturales en donde lamentablemente existe un patrón recurrente; después de cada milagro, los israelitas olvidaban que habían sido salvados y comenzaban a quejarse, a temer lo que proseguía y a querer regresar al cautiverio.
Siete días después de la salida de Egipto los hijos de Israel llegaron Yam Suf (Mar de los Juncos). Allí el relato nos dice que los israelitas en lugar de estar contentos, ellos estaban realmente asustados.
¿Cómo es posible que, al poco tiempo de su salida hacia la libertad, el pueblo quisiera continuar en el maltrato y la explotación? Esto es bastante incomprensible.
Tenemos que saber que este es un paradigma que continúa repitiendose hasta hoy; la esclavitud existe y se expresa de muchas maneras.
Después de generaciones de ser esclavos en Egipto, no tenían memoria ni sentido de libertad. Ignoraban en qué consistía esta preciosísimo bien de la dignidad humana. Así mismo sucede con nosotros cada vez que encontramos una oportunidad de hacer algo nuevo en nuestra vida. Aun cuando sufrimos en la situación en la que estamos, algo interno nos hace amar el dolor de esa zona de confort. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, será el refrán que resonará en nuestra boca para llamarnos a la «cautela» que impide todo cambio.
Sucede que para cambiar tenemos que estar dispuestos a salir de nuestro supuesto lugar seguro. Nos gusta nuestra vieja realidad, incluso si esta nos hace infeliz, y siempre encontramos excusas para preferirla en lugar de intentar una nueva aventura. Miramos hacia la libertad, pero al mismo tiempo le tememos, por lo que nos encontramos paralizados, tal y como se describe en esta historia.
Luego pues, independientemente de lo que hagamos, si nuestras acciones están basadas en la servidumbre de una idea, de una persona, de un objeto o situación, significa que seguimos “esclavizados en Mitzrayim (Egipto)”. Es necesario recordar que Mitzrayim (Egipto) es en realidad un código lumínico que nos ayuda a identificar nuestro ego (todo aquello que nos impide crear un puente entre nosotros y la luz del Creador). Salir de ese estado de esclavitud (o “salir de Egipto»), requiere entender y recordar que cada reto, situación incómoda y dolorosa, proviene de lo Alto.
El capítulo describe la milagrosa apertura del “Mar de Suf”. Ahora bien, contrario a las descripciones convencionales de este evento, debemos saber y aceptar que no fue el Eterno quien abrió el Mar. Fueron Moisés y los Israelitas quienes llevaron a cabo este acto y al hacerlo superaron a la naturaleza. Esta fue la primera vez que se le dio a la humanidad las herramientas para generar un milagro. Aquí aprendemos a apreciar a Moshé por haber empleado una tecnología celestial conocida en el libro del Zohar como los 72 Nombres de Dios.
Así pues, el “mar que se abre”, es también una metáfora del poder para “abrir el cielo” y derramar milagros, esto es, bajar el “poder divino» a la Tierra a fin de que esta se transforme y sea promocionada a las alturas lumínicas de las esferas divinas. Mediante esta lectura nos conectamos con la realidad potencial de la mente sobre la materia; que es la conciencia en control de lo físico.
Ahora, en la era del Mesías, nosotros como asamblea de hijos primogénitos, nos encontramos muy cerca de eliminar el caos de nuestro universo produciendo pruebas del poder de la emunáh o verdadera fe. Estamos listos para recrear milagros que son igual de grandiosos que la apertura del Mar Rojo. Sin embargo, tal como lo revela esta historia, todavía depende de nosotros eliminar el caos de nuestra vida personal. El verdadero problema es nuestra naturaleza como seres humanos, y su tendencia a lo malo (yetzer hará) lo cual ha sido algo que hasta el momento no hemos sido capaces de cambiar.
Estas herramientas divinas (los 72 Nombres de Dios) son solo efectivas para aquellos de nosotros que siendo proactivos seguimos el camino de la fuerza creadora de Yahvéh. Pero nunca podremos lograr un estado proactivo de conciencia si no ejercitamos la restricción con cada paso del camino.
Muchos de nosotros, enfocados en nuestras debilidades, sucumbimos al juego de HaSatán (el Oponente), tan claramente demostrado en esta historia.
Vivimos en el juego del Oponente, convirtiéndonos en los detectives del después, si tan solo no hubiera hecho esto u aquello todo estaría perfecto. Siempre somos brillantes después de que las cosas sucedieron, esto es HaSatán. Una vez que caemos en esto, el Oponente nos proveerá todo el material que necesitamos para continuar con nuestro caos. El validara todo para nosotros sin importar que tan estúpido sea, pues HaSatán nos dirá cuan brillantes somos. Nos dice como a ese ultimo desastroso error solo le falto una «cosita» de nada que si hubiéramos hecho no habría resultado en error.
La historia de Beshalaj relata que faraón se despertó un día después de que los israelitas dejaron la tierra de Egipto y se dijo algo así: «¿Qué he hecho? ¿Por qué los deje ir? Hay que regresarlos, no pueden sostenerse solos allá afuera.»
Sus consejeros le dijeron que seria un error, pero a pesar de esto los persiguió. ¿Era faraón estúpido? No. Simplemente estaba siguiendo el juego de HaSatán.
Igual acontece muchas veces con nosotros. ¿Cuántas veces nos dice nuestra voz interna o aquellos a nuestro alrededor que no hagamos algo? Pero aún así lo hacemos por que creemos que sabemos más y mejor. Lo hacemos porque vivimos en el juego reactivo de HaSatán sin ejercitar la única conexión que puede vencer al adversario en su propio juego; larestricción.
La restricción es el único juego que nos queda. Cualquier otro juego en donde desciframos y manipulamos es jugado por las manos de HaSatán. Sin restricción no hay forma que estas herramientas (os 72 Nombres de Dios), que son el puente entre la realidad no física y la física puede ser actualizada. Podemos hablar y estar convencidos de mente sobre materia pero no podremos llegar a experimentarlo sin la implementación de los 72 Nombres de Dios.
“Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.”
(Shemot/Éxodo 6:2-3)
Quisiera continuar con la decodificación del Nombre YHVH que comencé en la bitácora anterior.
Habíamos visto como, ante la queja de Moshé (Moisés), Dios promete resolver la situación obligando al Paróh (Faraón) con mano fuerte, es decir, obrando prodigios que han de pesar duramente sobre el faraón. La negativa del soberano egipcio ha servido para que la ira omnipotente del Eterno se manifieste.
Así hemos considerado en el estudio anterior como el Eterno se manifiesta solemnemente como que es el mismo Dios de los patriarcas (v.2), pero con la expresa distinción de que éstos no lo conocieron con el Nombre de YHVH (Yahvéh) sino como El Shadday. Los patriarcas fueron privilegiados de conocer al Dios que hizo el pacto, pero para ellos el pacto apenas si fue cumplido. Los patriarcas conocían a Dios como el Hacedor del Pacto. Moisés y la generación del Éxodo conocerían a Dios como el Único que cumpliría el Pacto a través de Su brazo libertador.
Ahora bien, a lo ya expresado en dicha bitácora podemos agregar dos significaciones más de ese Nombre.
Para ello, conviene saber que los dos nombres divinos más usados en las Escrituras son Elokim y YHVH. El nombre Elokim (traducido al español como “Dios”) aparece unas 2.500 veces en el Tanak (Antiguo Testamento) y YHVH aparece casi 7.000 veces.
Aunque YHVH sea el nombre esencial y personal del Eterno y Elokim un nombre genérico, los intérpretes de las Escrituras hebreas ven en estos dos nombres una tendencia de diferentes emanaciones del Infinito (EinSof) que al mismo tiempo son opuestos y complementarios. El Nombre YHVH está relacionado con las misericordias del Infinito. En cambio, el nombre Elokim está relacionado con su justicia. Así que, normalmente cuando aparece escrito el nombre Elokim, traducido como Dios, está relacionado con un acto de justicia. Así mismo cuando aparece el nombre YHVH, está relacionado con un acto divino de misericordia. Es decir, que YHVH revela que Dios tiene siempre el deseo de intervenir en la historia de sus hijos por medio de sus misericordias, con el fin de erradicar decreto de juicios (din) de exilio que se decreten sobre Israel, Su Pueblo.
De esta manera llegamos a la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.
Entonces es muy importante para nuestra fe entender el hecho de que lo primero que Moshé recibió, en la magnífica revelación de la zarza ardiendo, es el interés del Eterno de actuar con compasión y misericordia a favor de Israel:
“ Y Yahvéh dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos… Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.” (Éxodo 3:7, 9)
Esta manifestación de la misericordia (hbr. .rajem) del Eterno no había sido conocida por Abraham, Yitzjak y Yaakov.
Además, encontramos en este Nombre de cuatro letras (Yud Hei Vav Hei) otro aspecto que está relacionado con los dos anteriores: la redención. Leamos con atención estos dos pasukim (versículos):
“ Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel… Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.” (Éxodo 3:8, 10).
Los hijos de Israel necesitaban una redención para poder salir de Egipto. Cuando una o varias personas han llegado a una situación de peligro, esclavitud, pobreza, enfermedad o algo semejante, y no tienen los medios para salir de allí, necesitan redención para poder ser liberados de esa situación.
Un redentor (hbr. goel) es una persona que tiene la capacidad para sacar a los que necesitan ser liberados de un exilio.
En este caso el Eterno se presenta como el Redentor para sacar a los hijos de Israel de Egipto (Mitzrayim), porque ellos no pueden hacerlo por sí mismos:
“En tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con tu poder los has guiado a tu santa morada.” (Éxodo 15:13)
Así mismo, en el salterio quedará atestiguado del poder redentor de Su Nombre:
“Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Yaakov y de Yosef.” (Salmo 77:15)
Entonces, nuestra mente se expande en el entendimiento al comprender que los patriarcas no tuvieron la experiencia con el Eterno como el gran Redentor. Ahora YHVH se manifiesta a los hijos de Israel como Su Redentor, para liberarlos de la esclavitud que el exilio provoca al alma escogida.
Hay una revelación maravillosa que necesitamos meditar e interpretar. Los hijos de Israel eran esclavos. Un esclavo no tiene el derecho de su propia vida, no es dueño de sí mismo. Otra persona es el dueño de él. Para nosotros es difícil entender esto porque no lo hemos vivido.
Ante lo hablado hasta aquí, hay un detalle importante a destacar. La Torah no revela en detalle cómo llegaron a ser esclavos. Pero el hecho de que eran esclavos implica que en algún momento perdieron la libertad. Algunos especulan que quizás se vendieron como esclavos por propia voluntad, otros aseguran que fueron obligados a ser esclavos por la fuerza. Lo cierto es que eran esclavos y como tales eran posesión del faraón. Esto implica que el Eterno no podía sacarlos de Egipto sin el permiso de su dueño. Por eso vemos que Moshé no ordenó al faraón dejar ir a los hijos de Israel para celebrar fiesta al Eterno, sino simplemente le pidió permiso, hasta rogando:
“Entonces ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro. Déjanos ir, te rogamos, camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a YHVH nuestro Dios, no sea que venga sobre nosotros con pestilencia o con espada.” (Éxodo 5:3)
Jurídicamente el Eterno no podía reclamar a los hijos de Israel porque estaban bajo la autoridad del faraón y eran su posesión. Si el Eterno los hubiera sacado sin el permiso del faraón, sería un ladrón y no respetaría el principio de autoridad que él mismo había establecido desde las esferas celestes. Esta será pues la razón por la que Moshé tenía que pedir permiso hasta siete veces para sacar a los hijos de Israel, (cf. 5:1; 7:16; 8:1, 20; 9:1; 10:3). En ninguna de estas ocasiones está escrito que YHVH ordenó al faraón que soltara al pueblo. El Eterno no puede cometer ningún acto de injusticia:
“Justo es YHVH en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.” (Salmo 145:17)
Así mismo, debemos también considerar que el Eterno tenía, a la misma vez, toda la autoridad sobre el faraón. Fue Él quien le había puesto como rey en Egipto, (cf. Romanos 13:1-6), delegándole parte de su propia autoridad. Por lo tanto, Dios tiene el derecho de juzgar las acciones del faraón, y esa también fue parte de la misión de Moshé, que actuaba como Elokim (juez junto al Juez) en este caso sobre el rey de Egipto. Con esto, logramos entender que las plagas vinieron porque el rey de Egipto, junto con su pueblo, no habían respetado las leyes de autoridad espiritual del Eterno que son para todos los hombres de la tierra.
Entonces, debemos aquí afirmar que Moshé fue enviado con dos propósitos principales:
_ juzgar la autoridad que no estaba cumpliendo su función según la voluntad de Aquel que la puso en su lugar, y
_ redimir a los hijos de Israel de su esclavitud.
De esta manera se revelan los dos nombres Elokim y YHVH en esta obra. Elokim como el Juez justo que dicta y ejecuta sentencia sobre un gobierno autoritario y maligno; y YHVH como el misericordioso Redentor que saca a su pueblo de la esclavitud.
De la misma manera el Eterno se ha manifestado en su Hijo Yeshúa el Ungido, nuestro Redentor. Cuando él fue manifestado en carne al mundo vino con los dos propósitos, juzgar el príncipe de este sistema mundial y su pueblo, y sacar a los hijos de Israel de la esclavitud del pecado y de la muerte.
En Yeshúa es revelada la justicia de Elokim y la misericordia redentora de YHVH. La muerte del Mesías es la máxima revelación de la justicia de Elokim y la misericordia de YHVH.
En su muerte fue condenado el pecado y el príncipe de este mundo fue juzgado y echado fuera.
En su muerte fue manifestada la justicia de Dios que no puede perdonar al pecador y declararlo inocente sin pagar por las consecuencias del pecado.
En la muerte del Mesías es manifestada la misericordia de YHVH para que todo aquel que crea en ese sacrificio sustituto sea perdonado y redimido de la esclavitud del pecado y sus últimas consecuencias eternamente.
Ante todo lo dicho aquí, y meditando en nuestros corazones, podemos decir que cuando toda la ayuda humana ha fallado, y el alma afligida, exhausta y desesperada ha perdido la esperanza en el hombre, Dios se acerca, y dice: «YO SOY«.
Elevo plegaria a nuestro Abba para que vuelvas a leer estas dos partes de la primera aliyáh de Vaerá, una y otra vez, a lo largo de la semana, para que puedas palpar Su poder redentor en Yeshúa a favor de tu vida y familia.
Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH. Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.
«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»
(Shemot/Éxodo 6:2-3)
Moshé se encontraba desanimado por que él creía que el Eterno estaba corto en actuar y en ayudar. Su desánimo se debía a que él estaba muy impresionado por el Faraón y no tan impresionado por Dios.
La respuesta de Elokim muestra que Él quería que Moshé supiera que el Señor esta en control de todo.
«En Mi Nombre YHVH no me di a conocer» (בְאֵֵ֣ל שַדֶָׁ֑י וּשְמִֵ֣י יְהוָָ֔ה לֵּ֥אֹ נוֹדִַ֖עְתִי לָהֶָֽם )
¿Qué clase de respuesta es ésta al planteo de Moshé?
Yahvéh intenta transmitirle a Moshé que el objetivo del exilio y la esclavitud en Mitzrayim (Egipto) es preparar al pueblo para una revelación superlativa a través de la entrega de la Torah, donde entonces les revelaría Su Nombre esencial, revelación que ni siquiera los patriarcas experimentaron. Y el sufrimiento que ahora estaban soportando los israelitas era a efectos de despertar su anhelo de liberación.
Esto no quiere decir que los patriarcas no sabían cuál era el nombre personal de Dios (YHVH es usada unas 160 veces en Génesis) .
Desde Génesis cap. 2 vers. 4 había sido conocido su Nombre YHVH y los patriarcas habían recibido la tradición oral desde Adam (cf. Génesis 4:1; 24:31).
Además encontramos que en Génesis cap. 4 vers. 26 los hombres empezaron a invocar el nombre de YHVH.
En el capítulo 15 vers. 2 de Génesis vemos que Avraham está mencionando el nombre YHVH en su oración. Luego está escrito que Avraham creyó a YHVH y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). En el capítulo 17 de Bereshit leemos:
“Cuando Avram tenía noventa y nueve años, YHWH se le apareció, y le dijo: Yo soy El Shadai; anda delante de mí, y sé perfecto.” (Génesis 17:1)
Todo este testimonio escritural nos deja bien en claro que los patriarcas conocían el Nombre de YHVH (cf. Génesis 26:21-25; 28:10-16). Entonces ¿Cómo vamos a entender esta expresión que el Eterno le da como respuesta a Moshé?
Consideremos lo que el intérprete Rashí dice:
“Aquí no está escrito “no les di a conocer”, sino “no ME di a conocer”. Yo no era conocido por ellos con mi cualidad de veracidad, por la cual mi Nombre es llamado YHVH, Fiel para hacer que mi palabra se verifique. Así pues, les había hecho una promesa, pero no la he cumplido.”
La Torah asigna una gran importancia a la definición de los diversos Nombres de Dios, como se deduce de este pasaje y de otros más. Estos nombres, en efecto, hacen conocer al Ser Supremo bajo diferentes atributos: unos lo califican como Creador, Amo de los Destinos, Señor de los Ejércitos, Ser Absoluto, y los otros lo designan en su calidad de Dios de Amor, Juez Supremo, Fuente de Bendiciones y de la Santidad, de la Providencia y de la Omnipotencia.
Según Rashí, el texto quiere decir que las manifestaciones Divinas a los Patriarcas, anunciándoles promesas en el futuro, estaban sostenidas en el Nombre del “Dios Shaday”; (por ejemplo, Génesis 18: 1; 28:3 y 35:11). Pero el nombre YHVH no les era nada conocido, es decir, demostrado en su realidad. Ese Nombre es atributo de verdad, Él cumple Su Palabra y expresa que tiene el poder de cumplimiento. Aunque ese poder no fue jamás manifestado a los atriarcas, ninguno de ellos había expresado la menor duda sobre Su Omnipotencia. Su fe en las promesas Divinas era total.
Tenemos que entender que la revelación de uno de los nombres del Eterno implica, no solamente el conocimiento de la pronunciación o escritura del nombre, sino la revelación de una acción por medio de la cual el Infinito se relaciona con el mundo. El Eterno se revela mediante sus diferentes nombres. Cada nombre revela una acción que está de acuerdo al significado del nombre. De esta manera hay que entender este versículo. Hay una acción implicada en la revelación del nombre YHVH y esa acción todavía no había sido revelada en su totalidad a los Patriarcas. Pero sí les fue revelada la acción que está implícita en el nombre El Shaday.
El nombre El Shaday puede entenderse principalmente de dos maneras, como el Dios Todopoderoso y el Dios Todosuficiente. Los Patriarcas habían conocido al Infinito con ese nombre, que corresponde a esa manera específica de actuar hacia ellos y el resto del mundo.
Habían conocido la mano protectora de El Shaday cuando pasaban por peligros. Habían conocido sus milagros sobrenaturales en la creación. Habían experimentado que El Shaday les había dado todo lo que necesitaban para estar satisfechos. Está escrito que Avraham murió satisfecho (Génesis 25:8). Pero el Eterno no se había dado a conocer a ellos como YHVH.
¿Qué carácter y acción están implícitos en ese Nombre?
Ya hemos citado a Rashí que destaca en ese nombre la fidelidad para cumplir sus promesas. Hasta cierto punto Avraham había conocido esa acción del Eterno, al recibir a Yitzjak como hijo de una manera milagrosa por medio de una promesa, como está escrito en :
“Entonces YHVH visitó a Saráh como había dicho, e hizo YHVH por Sará como había prometido.” (Génesis 21:1 )
Sin embargo, existían varias promesas que el Eterno no cumplió en la vida de los patriarcas, por ejemplo la promesa de tener una descendencia como las estrellas del cielo, el polvo de la tierra y la arena del mar; la promesa de recibir la tierra de Kenáan en posesión perpetua. Esas promesas no fueron cumplidas en la vida de los patriarcas. Además ellos estaban esperando que viniera una ciudad celestial a la tierra de Kenáan:
“Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios… Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad… Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.” (Hebreos 11:9-10, 13-16, 39-40 )
Así que el Eterno no se dio a conocer a los patriarcas con el nombre de YHVH en el sentido de cumplir todas las promesas. Los patriarcas solamente tenían las promesas, no las cosas prometidas.
De esta manera podemos sacar la conclusión de que los patriarcas no habían conocido el carácter y la manifestación de la misericordia del Eterno como ahora los hijos de Israel lo iban a experimentar.
Para nosotros, el Eterno quiere ser más que Dios Omnipotente (El Shaday). Él quiere que nosotros lo conozcamos personalmente, como al Dios que hace promesas y las cumple, en el cual podemos confiar para cualquier cosa.
La suprema necesidad en cada hora de dificultad y depresión es una visión de Dios. El verle a Él es el ver cualquier otra cosa en una proporción y perspectiva apropiada.
Los creyentes se debieran de preguntar a sí mismos si en realidad conocen a Dios por dichos nombres.
«Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: EHYEH ASHER EHYEH (En hebreo es: «SERÉ EL QUE ACONTECERÉ») Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: EHYEH (SERE) me envió a ustedes. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Yahvéh el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.»
(Shemot/Éxodo 3: 14-15)
En este evento sobrenatural en el que Moshé se encuentra con el Creador a través de una zarza ardiente que no se consumía, vemos que Dios presenta su identidad de un manera misteriosa. Moshé imaginaba justamente que el pueblo reaccionaría con una pregunta. Al anunciar el encargo, preguntará: “¿Cuál es Su Nombre?”
Esta pregunta es clave, y es una duda directa hacia la identidad de Dios. El cuestionamiento es al mismo tiempo una petición de información sobre Su Nombre, y de explicación de su significado.
Moshé le manifiesta al Creados que ciertamente el pueblo de Israel querrá saber algo más sobre la Intención de Él hacia ellos. Al preguntarle Su Nombre, en verdad, Moshé no está manifestando que no conozca cuál es el mismo, sin que busca comprender el nuevo tipo de relación que el Eterno establecerá con la Comunidad a la que lo está enviando. En el pasado el Eterno se había relacionado como el Dios de los padres. ¿Qué Intención de relación tendrá ahora con Israel?
El Todopoderoso entrega a Moshé una respuesta que se distingue de aquella destinada al pueblo, en respuesta a su eventual petición. El hecho que la respuesta esté dirigida a Moisés, indica que la pregunta no es tomada de manera superficial. Ésta revela algo de Moisés y del pueblo. Dios dijo: “Yo soy aquel que soy” o mejor dicho «Yo soy el que seré«… o más cercanamente traducido en su literalidad: «Yo fui, soy y seré lo que aconteceré«. Esta expresión divina es ultra paradójica, ya que se trata tanto una respuesta como un rechazo divino a responder. «Seré» como contestación a la pregunta «¿Cuál es tu Nombre?» parece como la bofetada de un maestro a su discípulo, como un severo rechazo a la propia pregunta.
Entonces para captar realmente la esencia del texto en cuestión, debemos entender que esta pregunta, en realidad, está en el marco de la segunda objeción que Moshé presenta a Dios para el cumplimiento de su misión vocacional. Dios quiere hacerle entender a Moisés que se manifestará según su proyecto de propósito eterno, más allá de todo lo que sus escogidos hayan planificado para sus vidas.
Por ello, enseguida Dios dará una respuesta a la pregunta del pueblo dado a Moisés, «Así dirás a los israelitas: Yahvéh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros». (v. 15). También el pueblo experimentará el Proyecto del Altísimo en su futuro más allá que Israel quiera o no. Una vez explicado el significado del nombre, en una propuesta que es paralela a la del versículo 14, se le da el mismo nombre inefable: Yahvéh el Dios con el que los padres se había revelado. Es él quien ha enviado a Moshé. La parte final del versículo 15 está dirigida nuevamente a Moshé: “Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación”. El nombre se revela no para satisfacer la curiosidad de Israel, sino para ser instrumento de una adoración continua, que permitirá que este Pueblo se transforme en un reinado de sacerdotes (Éxodo 19:6).
Por lo explicado, debemos aceptar que el texto llega aquí a un lugar que se encuentra más allá de las palabras, a la vez que trata de crear una apertura en nuestra conciencia que permita una ascensión al mundo de arriba.
Debo aquí decir que cuando se habla de las cuatro letras o tetragrama no estamos hablando de un nombre civil o una identidad distintiva entre muchas. Más bien estamos hablando de una naturaleza divina que solamente posee en sí mismo el Creador de todo lo existente. Es obvio que si no existe otro Elohim entonces no es necesario distinguir entre lo únicamente distinguido que existe, ya que no hay otro que pueda ser competencia o variedad. Su naturaleza divina consiste en la eternidad del supremo reino que sobrepasa aun los límites del tiempo y del espacio.
Nombre en el idioma hebreo se dice Shem y cuya percepción por un hijo de Israel no es limitado a una identidad civil como sucede en occidente sino a una esencia del ser a quien se refiere. Por ejemplo notemos que cuando Moshé le pregunta por Su nombre, Él responde: «ehyéh asher ehyéh» («Seré El Que Seré«) y eso fue todo lo que El respondió en cuanto a Su nombre. Buscar una fonética al tetragrama es como tomar literal la Torah, lo cual si sucede así nunca se llegará a comprender su sentido y objetivo, y por mucho que se luche por conseguirlo lo único que se logra es que el tiempo pase sin darnos cuenta y de esta manera descuidamos lo más importante que es accionar en base a la voluntad divina.
«Seré el que Seré» puede querer decir «No tengo nombre, porque ningún nombre podría abarcar lo que realmente soy«. También se puede interpretar: «No importa cómo Me llames , porque lleno todos los nombres (todas la palabras, todas las cosas, todos lo tiempos, y todos los lugares), y cualquier nombre que pretenda describirme Me será realmente un título que exalte Mi Esencia«. El Midrash explica que esta expresión significa: “Yo no soy llamado por ningún nombre permanente; Mi Nombre varía de acuerdo con el modo en que Mis acciones son percibidas por el hombre… El nombre Ehiyé asher ehiyé significa que al igual que Yo estoy con ellos en este exilio; así estaré con ellos en sus futuros exilios.”
La palabra “Ehyêh” (אֶהְיֶה), viene de la raíz primaria “hayâh” (הָיָה) que es un pasado en hebreo que se conoce como conjugación “qatâl”, en la que “hayâh” significa, “el que fue, o ha sido” Por tanto, al ser “Ehyêh” un futuro en primera persona se entiende como “Yo seré”.
La respuesta se vuelve más clara cuando, a lo largo de todas las Sagradas Escrituras, el Tetragramatón (Yud, Hei, Vav, Hei), una combinación imposible del verbo «ser» (Havah). Es decir, que el nombre יהוה no existe como palabra corriente, sino que es construida a partir del presente del verbo ser: הוה (Havéh) y el prefijoי (yod) que indica la tercera persona del futuro, indicando el ser que es ahora y continúa siendo en el futuro. Se revela como el Nombre correcto para señalar al verdadero Dios, y estaría dando a entender «El que hace Ser«, «El que da el Ser«, o «El que trae las cosas a la existencia«, y desde este supuesto equivaldría en cierto modo a la idea de «Creador omnipotente y eterno». Este nombre fue considerado por Israel como el representante del Or Ein Sof (Luz Infinita) manifestándose en la Creación con la Intención de traer todo al
Veamos detenidamente esto. La expresión: «Yo Soy El Que Seré», nos indica eternidad sobre todo lo existente. Está diciendo que Dios es el Ser mismo. Todo el Ser; y de aquí surge la frase para definir Su naturaleza divina («El que fue, el que es, y el que vendrá a Ser») que en hebreo se dice:
Cuando se toman las primeras letras de cada término entonces se forma el conocido Tetragrama o Tetragramatón (YHVH). Esta palabra YHVH (Yud, Hey, Vav, Hey) está relacionada con los dos verbos hayá (ser, estar, existir) y havá (existir, devenir, llegar a ser, ocurrir). De este modo el estas cuatro letras estarían pautando que Él Creador que habla y envía es Todo el Ser.
En la mente de Moshé la consciencia se elevó hacia las certezas que aseguran que Todo contiene a Dios. No hay ningún lugar, ningún momento, ninguna cosa, por cierto ninguna persona que no esté llena hasta rebosar de la Divina Presencia. Por esto, el Nombre Y-H-V-H, no debería ser traducido como Dios o Señor, sino más bien como «Es-Fue-Será» o «Es-Fue-Vendrá«. No es en absoluto un verdadero sustantivo, sino que es un verbo que se detiene artificialmente mientras está en movimiento y que se lo hace actuar como si fuera un sustantivo. Un sustantivo que en realidad es un verbo nunca puede ser sujetado de forma muy firme. Ni bien crees que «lo entiendes», cuando entiendes a Dios como «entidad» más o menos claramente definida, ese sustantivo se te escapa y se convierte en verbo otra vez.
Dios es el Ser. Las cuatro letras del Nombre, tomadas a la inversa, deletrean la palabra HVYH, que se pronuncia HaVaYaH, la cual significa «existencia«. Todo lo que esexiste dentro de Dios, tal como lo expresara el apóstol Pablo a los atenienses (Hechos 17: 28). Pero cuando damos vueltas esas letras y las convertimos en el Nombre, se agrega el misterio que se le reveló a Moshé desde la zarza. El cosmos que es infinitamente variado le da paso a un único Ser, a Uno en cuya presencia sentimos que estamos de pies, Uno a quien nos permitimos dirigirnos en la oración. Este Uno a quien nos dirigimos en su integridad es infinitamente más que la suma de sus partes. «Dios es el lugar del mundo, pero el mundo no es el lugar de Dios«, será la frase con la que los sabios intérpretes del Tanak (Antiguo Testamento) asegurarán que el universo existe enteramente, y en todos sus planos existenciales, dentro de Dios, pero Dios a su vez permanece trascendente al universo. Un misterio que nunca el ser humano terminará de entender, YHVH (Yahvéh) es infinitamente mayor que HVYH (Havayah).
Entonces el Nombre YHVH (Yahvéh) se vuelve garantía en la conciencia de Moshé. Este Nombre contiene el pasado, el presente y el futuro. Todo lo que fue, es y será existe en una sola simultaneidad porque el abrazo divino es más grande que cualquier división en tiempo lineal. Solo para los mortales , que nos vemos limitados por el tiempo, es real esa división. Yahvéh significa, “él estaba, está y estará”, “él está presente y en absoluto control”. Esto significa que Yahvéh es un Dios activo, cuyo señorío se manifiesta en su acción liberadora en la historia (Ex 3:7-10). Lo decisivo no es el valor lingüístico del nombre divino, sino la relación que en él se expresa entre Dios y los eventos históricos. Él es Eterno, Perfecto, Infinito, Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente, Inefable, Incomprensible, Sabio, Santo, es el Creador de todas las cosas, no está limitado a nada, y es el único digno de ser adorado y de recibir culto por parte del ser humano. Él es el mismo de ayer, de hoy, y por los siglos de los siglos. (Hebreos 13:8).
Moshé deberá enseñar a Israel los códigos de este Nombre, ya que los hebreos podrán confiar en lo que dicho Nombre revela, promete y garantiza: un Dios será eficaz para Israel en todo momento. Ellos captaron por medio de este Nombre el amor perfecto de YHVH por su Pueblo, pues estas letras proclamaban un mensaje de amor:
«Seré el que Seré» (o «Aconteceré en quien aconteceré«),
es decir:
«Estaré con ellos en esta aflicción y estaré con ellos cada vez que me requieran«.
Por esta causa, la fe de Israel no se basó nunca en la etimología del oscuro nombre de Ex 3:14, sino en el hecho que Yahvéh reveló su nombre en su acción poderosa y salvadora en favor de su Pueblo. Así ellos caminarán en Nombre de su Dios, si Él camina «con ellos» (Miqueas 4:5).
Yahvéh revela a Moshé, desde la zarza, su Intención de darse a conocer y entrar en relación matrimonial con Israel, pero al mismo tiempo, se revela en un Nombre que no puede ser objetivado y manipulado, cuyo sentido puede ser captado sólo a través del actuar histórico del Eterno. Ninguna interpretación teológica podía abarcar su misterio.
Moshé asume así la certeza de que el Nombre que se acaba de revelar no es una definición filosófica de la esencia divina, sino más bien una descripción de su actuar benevolente en el mundo a favor del ser humano, a través de Su Pueblo Escogido. El nombre indica en la Sagradas Escrituras la identidad del Dios que actúa en la historia. Así Moshé encuentra la fortaleza que le garantiza la convicción del porqué y para qué sacará a los hebreos de la esclavitud en Mitzraim.
Ante todo esto, es maravilloso entender que Dios se manifiesta a Moshé revelando Su Nombre. El hombre esclavo de la religión pretende reducir a Dios a una imagen e introducirlo en sus propios esquemas.
En ese sentido se debe recordar cómo en la antigüedad la imagen de la divinidad era considerada como una realidad mágica, poseyéndola era posible dominar al mismo dios. La lucha contra las imágenes de Dios es una lucha contra cualquier intento por reducir al Eterno a un objeto manipulable del hombre, de hacerse un dios para su propio uso y consumo, un dios a su imagen que se conforma a su semejanza. Por lo tanto, al revelarse como Yahvéh, Israel aprenderá que Él es un Dios que se debe escuchar antes de ver.
Por lo tanto, el Altísimo se revela a sí mismo sin ofrecer una imagen, pero buscando una relación con el hombre. Y en la plenitud de los tiempos se descubrirá que esta imagen asume todos los rasgos de un hombre, Yeshúa HaMashiaj. Yahvéh se hará visible en Yeshúa, en el que podemos descubrir la verdadera imagen de Dios (Colosenses 1: 15).
Ampliando pues este estudio, recordaremos que la palabra YHVH (Yud, Hey, Vav, Hey) está relacionada con los dos verbos hayá y havá, lo cual implica que Él es (eternamente), Él vive (y no puede morir) y Él hace vivir (da existencia a todo ser vivo). Él es el que existe por si mismo, el único ser real, el eternamente presente. Él es la fuente de toda realidad, incomparable, sin límite, autosuficiente, eterno e inmutable. Por eso el profeta proclamó:
“¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado, llamando a las generaciones desde el principio? Yo, HaShem (YHWH), soy el primero, y con los postreros estoy.” (Isaías 41:4)
Esto nos enseña que el Eterno no está dentro del tiempo. Él es el primero y al mismo tiempo está con los postreros. Él está en estos momentos presente en el huerto del Edén cuando Adam toma el fruto prohibido. Él está en estos momentos presente cuando su Hijo está derramando su sangre en el madero. Él está presente en este mismo momento en la segunda venida del Mesías y en el juicio eterno. Él está en el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo. Él es Omnipresente. No necesita recordar el pasado, ya que Él está en el pasado. Él no necesita pronosticar el futuro, pues está en el futuro. Él es el primero y con los postreros está.
Esto implica que Él no necesitaba ver el futuro y el pasado en el momento cuando el Mesías murió por todos los hombres. Él estaba presente en todas las vidas de las personas que habían vivido, las que vivían en ese momento y las que iban a ser creadas en el futuro. Y por razón de que Él es YHVH, él puede trasladar los pecados de todos los hombres del pasado, presente y del futuro, y colocarlos en el cuerpo de su Hijo a fin de que él pueda morir por todos sin excepción. Así que en estos momentos el Eterno está viendo la muerte de Yeshúa, sangrando por ti. Su muerte está eternamente presente ante el trono celestial.
Por causa de esa muerte tú y yo tenemos acceso a su Trono de misericordia. Por causa de que ÉL ES, podemos nosotros estar con Él y recibir su vida eternamente y para siempre.
«Y salió Jacob de Beerseba, y fue para Harán. Y llegó a cierto lugar y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.…«
Bereshit/ Génesis 28: 10-12
Nuestro padre Yaakov se encuentra en la cima del Monte Moriah, el Monte Santo de Dios. Él ha recibido la bendición de Yitsjak su padre. Ha salido de Beersheva, pues su hermano Esav quiere matarlo. Está camino a Padan-aram, la región donde vive el hermano de su madre Rivkáh.
Yaakov se dispone a pasar allí la noche. Es el monte donde su abuelo Abraham, había presentado a Yitsjak al Creador. También es el mismo sitio en el cual, siglos más tarde se levantaría el Gran Templo construido por el Rey Shelomo, «El Beit Hamikdash».
El relato cuenta que el sol se había puesto, Yaakov avinu tomó 12 de las piedras del lugar, las colocó rodeando su cabecera, y se acostó para su reposo nocturno. Entonces, tuvo un sueño profético. En él se describía el futuro de Israel y de la humanidad. Yaakov ve detalladamente una escalera apoyada en tierra, que se extiende hasta llegar al cielo. (cf. Bereshit 28:11-19).
Ahora bien, este momento es en realidad un «instante cósmico» del propósito eterno de Dios, pues dicho sueño revelada que la Intención divina (que es buena, agradable y perfecta), no puede ser obstaculizada por ningún acto de rebeldía humana. El Eterno está revelando a nuestro padre en la emunáh (Fe) que en ese lugar se construiría el diseño que revelaba al hombre en plenitud de propósito y misión mesiánica. El Templo es en sí mismo la maqueta misma de lo que la Humanidad es: Un Templo que contiene la Imagen de Elohim. Veamos lo que dice el relato de la creación del Adam HaRishón:
«Y creó Dios al hombre a su imagen, una imagen de Dios lo creó; varón y hembra lo creó.»
(Bereshit /Génesis 1:27 Reina- RVR 1960)
Por la revelación de los códigos científicos de la Torah, entendemos que el Eterno formó al primer hombre del polvo de la tierra. Lo moldeó micro y macro estructuralmente. Su cadena de ADN fue creada por el Altísimo también. Desde estos códigos, también sabemos que para crear al ser humano (hebreo Adam) no se valió de ningún ser vivo existente. No empleó los procesos de prueba-error ni tampoco siguió los lineamientos de la falsa «evolución teísta«.
Por todo esto, creemos y confesamos que Yahvéh es el Creador. En su mente está cada detalle de este universo. Con Su Palabra creó y ordenó la materia, y por su voluntad todas las cosas subsisten, antes y después del pecado humano.
“Con su poder creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, lo que se ve y lo que no se ve, ya sean ellos seres espirituales, poderes, autoridades o gobernantes. Todo ha sido creado por él y para él.” (Colosenses 1:16)
Está bien claro, las Sagradas Escrituras, explicando la ciencia de la Torah, revelan que cada enlace atómico, cada molécula, cada ser vivo fue formado de acuerdo a los designios de la Intención divina. Pero el hombre no fue creado como un organismo más. ¡No! Él sería la parte más importante de su creación.
El ADN como Carro de la Divinidad.
La complejidad del ADN es maravillosa, pero aún más asombrosa, es la vida espiritual que Yahvéh dio a este «organismo» especial llamado ser humano:
«Formó, pues, Yahvéh (YHVH) Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente.» (Génesis 2:7)
Notamos que de los minerales de esta tierra hizo el Eterno al hombre, y le dio vida física y espiritual. ¿Y cuál «modelo» usó para dar vida al hombre? ¡YHVH mismo! Pues nos creó a Su imagen para que nos desarrolláramos a Su semejanza (Génesis 1:27).
Ahora bien, todos los seres humanos poseemos un ADN específico en el núcleo de nuestras células. ¿Qué gran secreto celestial se esconde en este material genético primordial?
La Historia del ADN
Corría el año 1953 cuando James Watson y Francis Crick lograron lo que parecía imposible: descubrieron la estructura genética que está en lo más profundo del núcleo de nuestras células. A este material genético se le llama ADN, una abreviación de ácido desoxirribonucleico. Este descubrimiento de la estructura de doble hélice de la molécula del ADN abrió las puertas para que los científicos examinaran el código que está en él. Actualmente, más de medio siglo después del descubrimiento inicial, el código del ADN ha sido descifrado.
A medida que los científicos empezaron a decodificar la molécula de ADN humano, encontraron algo sorprendente: un exquisito lenguaje compuesto de 3.000 millones de letras genéticas. Uno de los descubrimientos más extraordinarios del siglo XX fue que el ADN almacena información (instrucciones detalladas para la producción de proteínas) en forma de un código digital de cuatro caracteres. Se comprobó así que la materia es energía comprimida. La información son patrones de energía. Hay un fluido de información en nuestros cuerpos. La regulación de todo el organismo y la coordinación de todas las células se consigue con campos de información.
¿Qué o quién podría comprimir en forma de nano-energía semejante información y colocar este inmenso número de “letras” en la secuencia adecuada como un manual de instrucción genética? ¿Podría la evolución desarrollar un sistema semejante a éste? ¿Podemos acaso imaginarnos que algo mucho más complejo que el programa que maneja un supercomputador (es decir el ADN), sea producto de un accidente evolutivo?
Sabemos que la probabilidad de que el ADN se creara de forma accidental o espontanea (teoría de evolución de Charles Darwin), es según estudios informáticos igual a una entre el número de átomos existentes en el universo.
El ácido desoxirribonucleico, frecuentemente abreviado como ADN, es un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos conocidos y algunos virus, y es responsable de su transmisión hereditaria. El papel principal de la molécula de ADN es el almacenamiento a largo plazo de información. Muchas veces, el ADN es comparado con un plano o una receta, o un código, ya que contiene las instrucciones necesarias para construir otros componentes de las células, como las proteínas y las moléculas de ARN. Los segmentos de ADN que llevan esta información genética son llamados genes, pero las otras secuencias de ADN tienen propósitos estructurales o toman parte en la regulación del uso de esta información genética. El ADN es un conjunto de instrucciones moleculares o código que muestra las especificaciones usadas en la creación de todos los organismos vivientes.
En síntesis podemos decir que el ADN es un conjunto de moléculas especializadas y responsables de codificar la información individual de cada organismo biológico que existe en el planeta. Por eso, el ADN es el que define las características de cada individuo.
La Ciencia Humana y su encuentro con la Ciencia de Dios.
Ahora bien, me interesa destacar aquí lo que investigaciones científicas acerca del ADN han revelado con respecto a la revelación escritural de que el ser humano lleva la imagen del Eterno. Este es un dato muy importante que no se da en difusión por los medios.
El código del ADN, comenzó a descifrarse ampliamente a través del célebre proyecto internacional “GENOMA”. Desde aquí, cada hallazgo, ha una fuente de asombros para científicos de todo el mundo. Los científicos, involucrados en este programa, están examinando el cuerpo a través de la lente de la física cuántica y han descubierto que somos mucho más que máquinas bioquímicas. Muchos estos investigadores estudian actualmente en el lenguaje genómico y aseguran haber encontrado lo que pudiera ser la prueba tangencial de la existencia de Dios.
En los últimos años muchos biólogos moleculares han creado grupos de colaboración junto a criptólogos, estadísticos y lingüistas entre otros profesionales, con el fin de descifrar el mensaje guardado en la gran molécula.
Entre estos, un investigador que se especializa en el ADN humano y utiliza un microscopio electrónico para sus investigaciones, ha descubierto un patrón bastante singular que forma ‘saltos’ en la secuencia de aminoácidos entre los que él denomina “puentes”.
En 1973, mientras estaba en la Universidad de California, el Dr J.J. Hurtak llegó a comprender que existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas en las Letras que conforman el nombre de Dios en el hebreo bíblico YHVH. Ellas son Yud, Hei, Vav, Hei.
Entiendo que mi explicación será bastante deficiente, pero intentaré ser lo más sencillo en expresar este asombroso descubrimiento. El primer salto es en un intervalo de 10, el segundo de 5, el tercero de 6 y el cuarto de 5 aminoácidos. La investigación demostró que el patrón en el ADN humano se repite todo el tiempo en el camino a través de la hebra: 10, 5, 6, 5; luego otro 10, 5, 6, 5; y otro 10, 5, 6, 5; y así sucesivamente.
Entiendo que algunos de ustedes pueden reconocer estos números. ¡Sí, así es! Ellos resultan ser el valor numérico de cada letra en el Tetragramatón o Nombre de Dios. El Tetragrámaton (en griego: τετραγραμματον, «cuatro letras«) es el teónimo יהוה en hebreo, cuadrilateral, que identifica al Dios de Israel, y transliterado como YHVH a otros idiomas. El valor numérico de este Sagrado Nombre es 26.
Recordemos que el Tetragrámaton está conformado por la siguiente secuencia de letras: yud-hei-vav-hei. Teniendo en cuenta la guematría de las letras hebreas, la yud tiene un valor numérico de 10, la hei tiene un valor numérico de 5, la vav tiene un valor numérico de 6 y la hei final, por supuesto, es otro 5. Sabiendo esto, podemos afirmar que la firma del arquitecto se puede encontrar en el ADN humano, tal como se encuentra en casi todo lo demás, en un nivel u otro.
Antes de continuar con esta bitácora, te invito a escuchar a uno de los científicos que ha descubierto esto, el científico y rabino Yeshayahu Rubinstein quien en octubre de 1986 descubrió este mensaje divino encriptado en las células:
ADN y YHVH: La Escalera que lleva al Cielo
Revisando los 4 ácidos nucleicos, Adenina, Timina, Citosina y Guanina, nota que entre estos se forman los puentes de sulfuro, que dan la vida a la célula en el ADN, dándole una apariencia de escalera. La progresión la calcula cada 10 ácidos, cada 5 ácidos, cada 6 ácidos y cada 5 ácidos, y concluye que, al tomar esta sucesión numérica infinita en hebreo, equivale a las letras que forman el nombre Sagrado del Creador, y su correspondiente valor de 26 en el ADN.
10=(י)
5 = (ה)
6 = (ו)
5 = (ה)
«10 + 5 + 6 + 5 = 26» también, representa la suma de los valores de las sefirot. Pilar Central del Arbol de la Vida:
(Keter) 1 +
(Tiferet) 6+
(Yesod) 9+
(Maljut) 10
Da una Sumatoria Total de 26
En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino (Tetragrámaton) y las partes celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz.
El Código Divino es el mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el vínculo vibratorio forma la «materia genética» dentro de las células como un patrón de flujo de energía divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t. programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto interno de letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico de la vida.
En resumen, hay una frecuencia vibratoria sónica imperceptible al oído humano. Ésta vibración sonora sería la “pronunciación exacta” del Nombre de Dios. Ésta vibración se “materializa” operando en el ADN, el cual actúa como un receptor equivalente-molde al “sonido” del Tetragramatón. Esta acción es la que desencadena la creación del cuerpo humano en la forma del óvulo fecundado que comienza a transformarse en embrión.
La operación de estas fuerzas superiores vinculadas al sonido imperceptible del Nombre, fue descrita con sencillez sublime por el sabio-rey Salomón:
«Tal como no te das cuenta de cuál es el camino del espíritu en los huesos de un bebé dentro del vientre de la que está encinta, de igual manera no conoces la obra del Dios, que hace todas las cosas.» (Eclesiastés 11:5)
Así mismo, el salterio (libro de los Salmos o Tehilim), sostiene en sus líneas musicales la certeza de la existencia de una codificación que determina las características de la de vida de un embrión de ser humano:
“Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.”
(Salmos 139:16-18 – RVR 1960)
Considerando esto, el antiguo libro de sabiduría hebrea, denominadoEl Zohar(escrito en el siglo II E.C.), sostiene, al explicar el libro de Bereshit, que el universo fue creado y es manejado por un código cósmico hecho de secuencias de letras hebreas y de la energía que representan. De la misma manera que el ADN, este código tiene las especificaciones para la creación y mantenimiento de la vida.
El código de ADN está escrito en cuatro letras y su posicionamiento determina nuestras características, así mismo, el Tetragramatón está escrito en cuatro letras y, según el Zóhar, su posicionamiento también determina nuestras características.
Se nos dice que un día todos los hombres sabrán el Nombre de Dios:
«Por eso, ahora voy a darles una lección. Les voy a enseñar de una vez por todas lo que es mi poder y mi fuerza; así aprenderán que mi nombre es YHVH.» (Jeremías 16:21)
Seguramente este descubrimiento científico sobre el ADN realmente está dando a conocer este nombre único y podamos comprender lo que comunican estas letras, que este nombre literalmente reina encima de todo.
El nombre representado por el Tetragramatón (YHVH = Yahvéh, no Jehová) ha sido traducido como “Yo Soy”, “Yo Soy el que Soy”. En verdad este nombre proviene del verbo “ser” (hayah). Algunos eruditos piensan que YHVH se corresponde con la forma causativa de este verbo. De ser así, significaría literalmente “El que causa que sea, el que trae a la existencia”. Sobre esta base, sería apropiado decir que el nombre representado en el Tetragrmatón (Yahvéh), tiene una conexión con cada uno de nosotros, con la propia vida humana integral. No solo el Nombre estaría vinculado con el Propósito de Dios a nivel general, sino que estaría íntimamente ligado con nosotros mismos en cada detalle psíquico y físico. De esa forma su propio Nombre adquiere un significado más íntimo y esperanzador. Un significado más personal.
Recordemos que en la mentalidad hebrea, al hablar del “Nombre”, la verdadera referencia puede ser no sólo una palabra o expresión utilizada para designar a un individuo, sino la persona misma, su personalidad, cualidades, principios e historial, lo que él mismo es. Por consiguiente, sería correcto afirmar que, aunque conozcamos el nombre con el cual se llama a una persona, si no la conocemos por lo que verdaderamente es, no conocemos en realidad su “nombre” en el sentido real y vital.
La Esencia Humana y la Estructura de la Existencia.
Buscando llegar a la conclusión, necesito también decir que las palabras “esencia”, “sustancia”, “existencia” y “ser”, en hebreo comparten el mismo valor numérico que el del Tetragrámaton: 26. [Además, merece destacar que es precisamente en el versículo «26» del capítulo 1 de Bereshit (Génesis) donde se revela la Intención del Abba kadosh de crear una Humanidad que lo tenga en lo más profundo de su esencia.].
En consecuencia, nuestra mente se expande al darnos cuenta que en el momento del sueño (visión) del patriarca Yaakov, donde convergen los factores para la elevación de la creación:
El Monte Moriah,
El Kodesh ha Kodashim del Templo (el Lugar Santísimo),
La Eretz Israel (la Tierra de Yisrael) y
Yaakov, es decir, la Nación de Yisrael.
El lugar en el que Yaakov avinu se detuvo a descansar es el Monte Moriáh, donde se construyó el Beit HaMikdash (Templo de Jerusalén). Así pues, la Escalera simbolizaría el «puente» entre el Cielo y la Tierra, establecido a través del pacto entre Dios y el pueblo de Israel, y fortificado por las oraciones y sacrificios realizados en el Templo.
Además, la escalera representaría a la Torah dada en el Monte Sinaí para ser guardada en el corazón del alma redimida, como un nuevo vínculo entre Cielo y Tierra. Interesante resulta saber que el término hebreo para «escalera», sulam – םלס – y el de Monte Sinaí (- יניס -) tiene la misma gematría (valor numérico de las letras que las componen).
Así en el cumplimiento más exquisito de las Mitzvot, girando el pasado, presente y futuro en el mismo instante, al momento excelso de la plegaria del Tzadik, se vislumbra en sulam (סלם), la escalera, el ADN perfecto de orden y paz que emana de la comunicación, porque al escribirla agregándole una letra Vav (ו), la palabra sulam queda así: סולם; y su valor gemátrico da 136, que coincide con la palabra קול, (Kol) que significa “voz”.
Entonces, de todo lo hasta aquí expuesto, nuestra alma se eleva en admiración al descubrir que Ha Kadosh Baruj Hu (El Santo Bendito Es), escribió su Nombre en nuestro ADN, en nuestro código genético, tal cual hace un Gran Artista al firma su obra maestra al terminarla. No podemos negar su existencia pues su sustancia está en nuestro interior, en cada cosa que nos rodea, TODO ESTA EN EL CREADOR DEL UNIVERSO.
Lo más fuerte de esta información es darnos cuenta que lo que está detrás del Nombre Divino es una carta de amor celestial de instrucción y habilitación para realizar buenas obras. Se trata de una carta que está incrustada en la estructura humana célula por célula (y ahora sabemos y creemos que de manera literal) para poder compartir, que nos acercamos a romper la barrera imaginaria que separa la Fe de la Ciencia. Cada ser humano sería «proyectado» de alguna forma a través de sonidos y frecuencias cuánticas que lograrían activar el milagro del ADN.
Además, comprendemos que es en el ADN donde viene codificada la necesidad de Dios de todo ser humano. Esta necesidad se satisface plenamente al vivir en una unión íntima y constante por medio del Mesías activo soberanamente en el interior del ser humano. El mismo Yeshúa, nuestro Mesías, dijo:
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10).
No existe otro medio divino para la Salvación…
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12). No hay otro método… “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13).
Es necesario creer que Yeshúa es el Señor, quien pagó en la cruz por nuestros pecados (Salvador), y que por su gracia se obtiene salvación y la vida eterna.
Es por medio de Yeshúa, el Mesías, que se obtiene el ADN Celestial, es decir, el Espíritu Santo que YHVH ha prometido a sus herederos:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” (Efesios 1:13-14)
Es el “ADN CELESTIAL” (El Espíritu Santo) que te constituye en “semilla de luz”, la cual germina en tu interior para llevarte a la altura del varón perfecto:
“… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:14)
Es necesario reflejar el “ADN Celestial” mediante intención (kabanáh) y acción que sean acordes a la voluntad de Yahvéh revelada en Su Instrucción (Torah) y explicada perfectamente en todas las Sagradas Escrituras hebreas. Es necesario identificarse como “miembro activo” de su familia en el lugar donde él decida enviarte. El Espíritu Santo te capacita para reflejarlo con convicción, poder y espontaneidad en todo lugar y circunstancia.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:14-16)
¡Por todo esto te suplico que no escondas tu “ADN CELESTIAL”!
“Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor” (Lucas 11:34-35)
«Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos:
No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.
Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito».
(Juan 19:19-22)
La anécdota con la que comenzaré puede resultar graciosa, pero también develará el espíritu de ignorancia que hoy gobierna en las mentes cristianas. Cierta vez, me encontré con un católico nominal que estaba convencido que el cartel que él leía en la parte superior de los crucifijos (INRI) ostentaba el nombre de la fábrica de procedencia del mismo. Sorprendido quedó cuando le leí esta porción del evangelio en la que queda bien en claro que esas cuatro letras son el acrónimo (palabra formada por las iniciales de otras palabras) de un paradigma de condenación redactado por Poncio Pilato. Estas iniciales eran de las palabras que informaban de la causa de la sentencia del crucificado.
El famoso título en latín que todos conocemos era INRI, pero dice el Evangelio que primeramente estaba escrito en hebreo y luego en griego y latín. Por lo tanto, lo que se leía como acrónimo era en este orden: YHVH, INBI, INRI. El uso de estas tres lenguas son por el siguiente motivo: el hebreo era la lengua oficial del templo, el griego era la lengua cultural y comercial; y el latín era la lengua oficial del imperio romano.
El letrero era este:
Sus inscripciones se espesaban en sus correspondientes idiomas así:
ישוע הנצרי ומלך היהודים (hebreo)
ΙΗΣΟΥΣ Ο ΝΑΖΩΡΑΙΟΣ Ο ΒΑΣΙΛΙΑΣ ΤΩΝ ΙΟΥΔΑΙΩΝ (griego)
Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum (latín)
¿Qué era lo escrito en la cruz que ofendía la mente hebrea de los sacerdotes?
Debemos entender que los sacerdotes estaban enteramente capacitados para discernir los mensajes ocultos detrás de cada letra hebrea. Ellos conocías y manejaban perfectamente la herramienta de la gematría. Por lo tanto el ojo agudo y místico de los sacerdotes, les permitió observar una peculiar «anomalía» en el burlezco título en hebreo, griego (koiné) y latín que se encontraba en la cruz. Protestaron en gran manera a Poncio Pilato (Juan 19: 19-22), porque en el letrero le había puesto un título en hebreo que significaba que Yeshúa era rey de los Judíos. Lo inquirieron para que modificase de la cruz ese título en hebreo. Ellos querían que se pusiera que fue el propio Yeshúa el que decía que era rey de los Judíos, sin embargo ésta no era la única razón para modificar el título, sino que al estar la cruz cerca de la ciudad y al estar en el paso por donde todos subían a Jerusalén para Pesaj (Pascua), cuando se veía ese madero de tormento con la inscripción, lo que se leía de lejos era YHVH, el nombre de Elohim clavado en la cruz. Imagínense el impacto que esto significó en aquél 14 de Abib comienzo de Pésaj (Pascua) día de gran solemnidad, que en una Cruz romana estuviera clavado un hombre que se llamaba Yahvéh y que había sido crucificado a petición de ellos mismos.
Para entender mejor esto que les estoy planteando los invito a que veamos detenidamente ciertos detalles que contienen los secretos de esta tesis.
En el título puesto por Pilato sobre la cruz, encontramos que Jesús (Yeshúa) era y es primeramente Rey de los Judíos. El famoso título en latín que todos conocemos era INRI, pero dice el Evangelio que primeramenteestaba escrito en hebreo y luego en griego y latín. Comenzamos por el ultimo el latín.
INRI= Acrónimo esotérico en Latín:
INRI hemos dicho que son las siglas de la frase latina IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM, la cual se traduce al español como: «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos».
Algunas sociedades esotéricas como los masones y los rosacruces atribuyen a este acrónimo orígenes paganos, es decir, anteriores a la cristianización. Lo interpretan como IGNE NATVRA RENOVATVR INTEGRA, que significa «Por el fuego se renueva completamente la naturaleza», era una manera de adoración al sol. Y esto Poncio Pilato lo conocía muy bien, por lo cual diseñó esta escritura con la intención de continuar burlándose de nuestro Señor y también de los judíos que gobernaba.
INBI= Acrónimo Griego:
Algunas Iglesias Ortodoxas de Oriente usan las letras INBI del texto griego de la inscripción en la cruz,Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων. Su sacerdocio cambia el título por ὁ Bασιλεὺς τοῦ κόσμου ( que signfica «El Rey del Mundo«), no implicando que esto es en realidad lo que estaba escrito, sino que eso es lo que debió haberse escrito. También otras Iglesias Ortodoxas de oriente (como la de Rumania), utilizan la abreviación INRI.
YHVH= Acrónimo Hebreo que revela al Eterno.
Pero la perla mística revelada a nuestra fe es la inscripción en hebreo cuya abreviación es el propio Tetragrama o nombre de Elohim (Dios):
ישוע הנצרי ומלך היהודים
“Yeshúa HaNotzri VeMelej HaYehudim” (YHVH), que significa lo mismo que INBI y que INRI, Yeshúa es Jesús, HaNotzri es de Nazaret, V’Melej con V , es Rey, y HaYehudim, de los Judíos.
Es decir que lo que se leía al principio de cada palabra eran la siglas YHVH, el nombre de nuestro Dios como título encima de la cabeza de Jesús clavado en el madero. Esto causó un fuerte impacto en la mente de los sacerdotes y fariseo. Significaba claramente y a simple vista que en el comienzo de la Pascua, en una cruz romana, estuva clavado un hombre que en el título o cartel sobre su cabeza tenía codificado el nombre sagrado Yahvéh. Esta situación coincidía con el cartel que se colocaba en el cuello de los corderos consagrados que cada padre de familia llevaba ese mismo día al Templo para sacrificarlo y luego disfrutarlo en familia durante la Cena de esta gran solemnidad. Cada cartel destacaba el nombre del padre que había apartado dicho cordero para la redención de su hogar. Los especialistas en códigos sagrados, discernían que cualquier judío que por allí pasara camino al Templo para adorar, vería claramente que aquel hombre verdaderamente era el Cordero de Elohim que quita el pecado del mundo, tal y como lo anunciara Su profeta Juan, el bautizante tres años antes en el Jordán (Juan 1:29).
Los sacerdotes también discernían que de esta manera se cumplía en Jesús la Escritura del libro de Éxodo donde el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) debía llevar el nombre de Elohim sobre su frente para cargar sobre sí las faltas cometidas por los hijos de Israel y a fin de que ellos reciban gracia delante de YHVH.
«Harás un ornamento de oro puro y graba en él como en un sello: ‘Apartado para YHVH.’
Átalo al turbante con un cordón azul, en la parte delantera del turbante,
sobre la frente de Aarón. Porque Aarón lleva la culpa de los errores cometidos por los hijos de Israel en dedicar sus ofrendas santas, este ornamento estará siempre sobre su frente, para que las ofrendas para YHVH sean aceptadas por ÉL.»
(Éxodo 28:36-38)
Los sacerdotes temían que cualquier varón judío, entendido en la Torah, al pasar cerca del Gólgota y ver de lejos las siglas de este cartel, se preguntara: «¿Cómo llevara el Kohen Gadol sobre su frente el Nombre de YHVH después de haberlo condenado a muerte?«. Usted, amado lector, ¿logra darse cuenta de este gran secreto mesiánico?
Entonces, como comprendemos hasta aquí las siglas de los acrónimos INRI o INBI no nos dicen nada. Solamente cumplen su rol de texto informativo. Pero, el acrónimo, en hebreo (el idioma original que fueron escritas las Escrituras, la lengua santa y el idioma con el que Dios creó el mundo), nos hacer ver que Yeshúa (Jesús) está sellado con el Nombre del Dios verdadero: YHVH. ¿Casualidad? ¿Coincidencia?… Seguros estamos que no. Poncio Pilatos, en su ignorancia escarnecedora, puso esas letras, pero fue el Santo Espíritu del Eterno quien permitió que así se revelara el nombre de Dios.
Para colmo de todo, la ira de estos líderes religiosos se aumentó exponencialmente al oír del procurador romano lo siguiente:
Pilato respondió: Lo que he escrito, he escrito.
(Juan 19:22)
Con todo esto, aquellos líderes religiosos, los testigos de esta Pasión maravillosa de nuestro Mesías, los discípulos que captaron esta señal,… lograron discernir el cumplimiento del salmo cantado por tantos años en Israel, especialmente en lo coronación de sus reyes:
(Salmo 2)
1 «¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?
2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra YHVH y contra su ungido, diciendo:
3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.
4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.
5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.
6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.
7 Yo publicaré el decreto; YHVH me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.
8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.
10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.
11 Servid aYHVH con temor, Y alegraos con temblor.
12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían».
Este fue el anuncio final del Eterno a Su Pueblo. Él se manifestaría corporalmente en Su Mesías. Evidentemente este mensaje resalta y sella que Yeshúa (Jesús) es YHVH. Así, y solamente así, se comprende el kerigma apostólico de las primeras comunidades: ¡Jesús es El Señor! Habiendo sido traducida las Sagradas Escrituras al latín, hoy los seres humanos solamente ven en las iglesias el termino (INRI). Con esto entendemos lo que sostengo al afirmar que las traducciones le roban el significado a la idea original de las Escrituras. ¡Toda versión es una traición!
¡Mas hoy debemos alegrarnos porque Espíritu Santo ha comenzado a restaurar la lengua que fue confundida en Babel, para traernos a todos a su conocimiento antes de que El regrese!
«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos».
(Hechos 4:12)
Importantísimo resulta para los primogénitos del Monte Santo adentrarnos en los misterios revelados del Nombre de nuestro Redentor. Y es que Yeshúa es un nombre hebreo que aplicado en la persona del Hijo unigénito del Eterno se transforma en un Nombre que es sobre todo nombre. Por ello, dedico esta bitácora para que, por medio de unos instantes de sus vidas, puedan sus almas reflexionar profundamente en los distintos secretos que Abba les revelará acerca del nombre Yeshúa.
Tenemos bien entendido que nombre en español Jesús, es una transliteración idiomática del original hebreo Yeshúa. La raíz hebrea de este nombre proviene de HO-SH-U-A que significa Salvación. Sin embargo, “la salvación” es sólo la mitad de la esencia de éste nombre. Para conocer la esencia completa del nombre de Jesús en hebreo, debemos remitirnos a la historia de los doce espías que Moisés envió para que reconocieran la tierra de Canaán. En el relato bíblico se nos dice que Moisés le dio a Hoshua(Oseas) el nuevo nombre de Ye-hoshua (Josué), que significa:Yahvé-es-Salvación.
«Y Yahvé habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Yahvé; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel. Estos son sus nombres… Samúa… Safat… Caleb… Igal… Oseas [Hoshua]… Palti… Gadiel… Gadi… Amiel… Setur… Nahbi… Geuel… Estos son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a Oseas [Hoshua] hijo de Nun, le puso Moisés el nombre de Josué [Yehoshua]«.
(Números 13:1-16)
Vemos aquí entonces que Yeshúa (en hebreo יֵשׁוּעַ) es una forma tardía del nombre de Josué.
Al transcurrir el tiempo, el nombre de Yehoshua (Josué) llegó a ser de uso muy común dentro del pueblo de Israel. Por ejemplo, así se llamó un descendiente del sacerdote Eleazar (1 Crónicas 24:11, 2 Crónicas 31:15), un gobernador del tiempo del rey Josías (2 Reyes 23:8), y durante el tiempo de la reconstrucción de Jerusalén un sumo sacerdote (Hageo 1:1, Zacarías 3:1) y un gobernador (Nehemías 3:19).
Fue allá por el siglo quinto antes de Cristo, cuando el nombre Yehoshúa fue acortado a Yeshúa (esto podemos verlo como ejemplo en 1 Crónicas 24:11, Esdras 3:2, Nehemías 7:39 y Zacarías 6:11-12). Incluso durante el siglo primero de nuestra era, otros hombres judíos también tuvieron el mismo nombre hebreo Yeshúa, por ejemplo un falso profeta (Hechos 13:6) y un compañero de trabajo del apóstol Pablo (Colosenses 4:11). Este nombre aparece también citado en escritos seculares. En las obras de Flavio Josefo, por ejemplo, son mencionados unos veinte personajes con igual denominación.
Repasando lo que hasta aquí les he enseñado, podemos sintetizarlo en el siguiente cuadro:
Resultará muy interesante mencionar que David Flusser, un profesor de la universidad Hebrea, afirma que Yeshu era la manera como se pronunciaba aquel nombre por parte de los judíos galileos del primer siglo. Ellos no pronunciaban la letra hebrea ayin ubicada al final de las palabras y tal vez por esa razón con el tiempo empezaron a deletrear de acuerdo con esa pronunciación. “El nombre hebreo de Jesús, Yeshu, es evidencia de la pronunciación de la Galilea de la época, y no es de ninguna manera abusiva. Jesús era galileo, y por lo tanto no se pronunciaba la a al final de su nombre Yeshua”. [David Flusser. Fuentes Judías en la Cristiandad Temprana. Pág. 15. Adama Books, New York, 1987].
En el siglo primero después de Cristo, los judíos (probablemente debido a la influencia griega) redujeron la pronunciación hebrea del nombre Yeshúa dos veces más. Primero en Y’shuay luego en Y’shu. La forma Y’shu fue un intento deliberado de los judíos ortodoxos de ese tiempo para expresar su descontento con Yeshúa de Nazaret, presentándolo como si fuera una maldición compuesta por las letras iniciales de las tres palabras Immach SCHeino Vezicro, que traduce: “¡Que su nombre y memoria sean borrados!”. [aconsejo leer más de esto en Daniel Gleason. La Evolución del Nombre Jesús. Yehoshua -> Ihsous -> Iesus -> Jesús].
Para nosotros, los primogénitos en Su sangre, es muy importante entender que Yeshúa es el nombre que el Eterno prometió revelar en la Historia de la Salvación para cuando Él mismo viniera a salvarnos manifestado en carne (Isaías 52:6). Por eso, al ser el nombre del Eterno Dios, es que Yeshúa es el nombre que está por encima de cualquier otro nombre (Filipenses 2:9-10). Por lo tanto, es el único nombre en el que tenemos vida (Juan 20:31) y perdón de pecados (Hechos 4:12, 1. Juan 2:12), y es por eso que su iglesia está llamada a hacer todo en el nombre de Jesús o Yeshúa (Colosenses 3:17).
Las Sagradas Escrituras comienzan con esta expresión: “En el principio creó Dios (Elokim)…” Dentro de las Escrituras Hebreas existen varias palabras que se usan para referirse a Dios; sin embargo “Elohim” es la palabra más común. Esta expresión, es la forma plural de Eloah, que significa “Poderoso”. La expresión Eloah viene de El que significa “poderoso”, “poder”, “fuerza”. Estas tres palabras, El, Eloah y Elokim, son utilizadas en las Escrituras como sinónimas para referirse al Creador y Eterno Dios.
Los hebreos tenían tres expresiones comunes para el título Dios, El, Elokim y Eloah; además aplicaban a estos títulos el Nombre propio Yahweh.
LA PALABRA HEBREA “EL”.
El término EL corresponde a la más antigua designación de una deidad en el cercano Oriente. Este nombre se usaba para designar una variedad de dioses, no solamente para designar al Dios verdadero. Por eso es muy común encontrar este nombre acompañado de algo más, para así indicar que no se refiere a cualquier dios del mundo pagano, sino al único Dios verdadero.
Si leemos Génesis 33:20 notaremos que dice: “Y erigió allí un altar y lo llamó EI-Elohe-Israel”. Este nombre significa “Dios, el Dios de Israel” No se está hablando de cualquier dios, sino del único Dios verdadero, y para ello se dice: El Dios de Israel.
La etimología del nombre El no es muy clara, sin embargo parece indicar que tiene asociación con la palabra “fuerza” o “poder”. Por esta razón muchos estudiosos de la Biblia afirman que el nombre El significa «el Fuerte», «el Poderoso», o «el más importante»; o finalmente «Aquel hacia quien aspira uno», «El que es la meta de toda aspiración y esfuerzo humanos», «a quien uno recurre en la aflicción o cuando necesita guía», o «al que uno se acoge estrechamente»
El nombre El se utiliza para formar algunos nombres de personas. Cada vez que Ud. encuentre un nombre bíblico que contenga la raíz El, se está haciendo alusión a algo que tiene que ver con Dios. Por ejemplo:
Israel, significa «príncipe con Dios» o «El que lucha con (junto a) Dios«;
Misael significa «¿Quién es como Dios?»;
Eliseo significa «Dios salva«; Elcana significa «Dios proveyó«;
Daniel significa «Dios es mi Juez«.;
Samuel significa «pedido de Dios».
La Palabra hebrea “El” se usa para hablar tanto de “poder” como de “Dios”. Por ejemplo en Proverbios 3:27 esta palabra se usa para hablar con exclusividad de “poder”.
“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder [“el”] para hacerlo.” (Proverbios 3:27)
Mientras que en otros textos se usa para hablar con exclusividad de Dios.
“Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios [“El”] Altísimo, sacó pan y vino.” (Génesis 14:18)
LA PALABRA HEBREA “ELOAH” Y SU EQUIVALENTE ARAMEO “ELAH”
Señalaré en primer lugar que la palabra “Eloah” proviene de la palabra hebrea “El”.
“Eloah” es un término hebreo que también significa Dios. Veamos el siguiente texto de la Escritura en dónde encontramos la palabra “Eloah” traducida al idioma español como Dios.
“… Pero tú eres Dios [“Eloah”] que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste.” (Nehemías 9:17)
Recordemos que la mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en idioma Hebreo, y sólo unas pocas porciones fueron escritas en idioma Arameo. La forma aramea de la palabra Hebrea “Eloah” es “Elah”. Así en Daniel 2:18 la palabra “Elah” se ha traducido al idioma español como Dios.
“Para que pidiesen misericordias del Dios [“Elah”] del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia” (Daniel 2:18)
Un dato interesante, este nombre aparece 40 veces en el libro de Job, desde el capítulo 3; versículo 4, hasta el capítulo 40; versículo 2, mientras que en el resto del Antiguo Testamento aparece 15 veces en total.
ELAH es en realidad una palabra aramea y por tanto aparece en los pasajes del Antiguo Testamento que están en arameo. Es una palabra afín a la palabra Alá, que es el nombre que los árabes utilizan para referirse a la deidad.
Esta palabra se usa ampliamente en el libro de Esdras, donde aparece no menos de 43 veces entre Esdras 4:24 y 7:26. En cada uno de los casos se refiere al Dios del pueblo judío.
“Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos.” (Esdras 5:8)
Esto es parte de la carta que los gobernadores no judíos, enviaron a Darío el rey persa. Para referirse a la casa del gran Dios, utilizaron la palabra Elah.
Según Esdras 6:10, aunque los persas no adoraban al Dios de Israel, le atribuían dignidad e inclusive llegaron a llamarle el Dios del Cielo. La mentalidad persa consideraba que se debía respetar a los dioses de cada uno de los pueblos conquistados para así buscar la paz y la armonía en el imperio.
Cuando Esdras utiliza la palabra Elah para referirse al único Dios Verdadero, siempre añade algún calificativo para hacer claro que no se refiere a cualquier dios. Es así como nos habla del Dios de Israel o el Dios del Cielo, o el Dios de Jerusalén. El significado del nombre Elah, es el mismo que El, es decir significa el Fuerte o el Poderoso.
“EL” Y “ELOAH” SON FORMAS SINGULARES MIENTRAS QUE “ELOKIM” ES UNA FORMA PLURAL
En resumidas cuentas, “El”, “Eloah” y “Elokim” significan Dios. Sin embargo, hay algunas diferencias: “El” y “Eloah” están en forma singular y “Elokim” está en forma plural.
La palabra hebrea Elokim (dioses) es la forma plural de eloah (dios). Aunque a veces con la forma plural se alude a una pluralidad de dioses (Génesis 31:30, 32; 35:2), se emplea con más frecuencia como plural mayestático, de dignidad y excelencia. Si recurrimos al uso de la palabra Elokim en el estudio de su significado, encontramos que en su sentido propio denota el verdadero Dios o falsos dioses, y que metafóricamente se aplica a jueces, ángeles y reyes; y aún acompaña otros nombres dándoles un significado superlativo. La presencia del artículo, la construcción en singular de la palabra y su contexto muestran con suficiente claridad si debe ser tomada en su sentido propio o en su sentido metafórico, y cual es su significado preciso en cada caso.
La palabra Elokim, no sólo se usa como título funcional de Yahwéh, y como título general de las deidades sino que también se usa como adjetivo intensivo. Su función como adjetivo intensivo es reforzar la idea de grandeza y fuerza.
Cuando Elokim se utiliza con referencia a YHVH, tiene el sentido de plural mayestático, de dignidad y excelencia. (Gén. 1:1.) A este respecto, una obra comenta lo siguiente: “Elokim es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo’. ‘Es un plural de plenitud y fuerza y de poder’ o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. […] Elokim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo”. (Biblia Comentada, Profesores de Salamanca, vol. 1, págs. 47, 48).
El término Elokimse usa también en los libros del Antiguo Pacto para referirse a los ídolos. A veces este plural significa sencillamente “dioses”. (Éx 12:12; 20:23.) En otras ocasiones es un plural mayestático que hace referencia a un solo dios o diosa. Sin embargo, es evidente que las deidades así aludidas no eran tríadas. (1Sm. 5:7b [Dagón]; 1Rey. 11:5 [la “diosa” Astoret]; Dn. 1:2b [Marduk]).
En el Salmo 82:1, 6 —Salmo que Jesús citó en Juan 10:34, 35— se usa Elokimpara referirse a criaturas humanas, los jueces de Israel, a quienes se podía llamar dioses por el puesto que ocupaban como representantes y voceros de Jehová. De modo parecido, a Moisés se le dijo que sirviese de “Dios” a su hermano Aarón y ante Faraón. (Éx. 4:16; Éx. 7:1).
En la versión griega llamada Septuaginta, así como en otras Escrituras Griegas Cristianas, el término griego equivalente acostumbrado para traducir El y Elo·hím es the·ós, que en latín se transformará en deus, de dónde proviene nuestro termino español dios, aplicado a cualquier tipo de divinidad, que se convertirá en la forma Dios, cuando se refiere al Creador y Eterno Abba.
«Por eso, he aquí que en este tiempo les mostraré y les daré a conocer mi mano y mi poderío. Entonces sabrán que mi nombre es Yahvéh».
(Jeremías 16:21 _ Versión de la Biblia “Peshitta en español”, traducción de los antiguos manuscritos arameos)
Es importante recordar que cada promesa profética era dada por el Eterno Dios refiriéndose, la mayoría de las veces, a la temporada que el Mesías inauguraría. El versículo citado arriba, testifica, según Jeremías, menciona un tiempo en el que el pueblo de Israel conocería el poderío completo de Yahvéh contemplando su mano. ¿Qué significaba proféticamente esto? ¿Qué relación tiene con la misión del Mesías de revelar plenamente al Eterno Dios?La palabra SEÑOR (LORD), representa toda en mayúscula en la mayoría de las Biblias en inglés, es conocido Como el “Tetragramaton”, y expresa la combinación de estas letras hebreas Este nombre tiene incontables miles de años de antigüedad, es nombre más sagrado del Eterno Dios dado a Moisés en el arbusto llameante, el que la mayoría de traducciones al inglés ponen como YO SOY, las letras hebreas suenan así: Yud, Heih, Vav y nuevamente Heih (YHVH)
Yud, Heih, Vav, Heih es además el Nombre olvidado de Dios, el cual los estudiosos judíos y los investigadores dicen, tiene un significado y una pronunciación que se perdió, porque sus ancestros rechazaron pronunciarla en voz alta desde más o menos una generación antes de la destrucción romana del templo de Jerusalén.
Hoy, Yud, Heih, Vav, Heih es más a menudo pronunciado como Yahvéh cuando es dicho o escrito por cristianos y otros. Es interesante agregar que con todo este conocimiento actual y certero, todavía no es pronunciado en voz alta por los judíos ortodoxos.
Sepan que la pronunciación “Jehová” es una forma más antigua y totalmente incorrecta de estas letras, originada con los primeros traductores alemanes del idioma hebreo y sus sonidos, de ahí el sonido más dramático de “Jehová”
Investiguemos el significado ideográfico de las letras hebreas Yud, Heih, Vav, Heih. El ideograma es un símbolo que representa una idea, como los símbolos masculino y femenino que se pueden ver en las puertas de los baños públicos. Las letras hebreas han tenido significados ideográficos desde tiempos ancestrales.
Existen varios significados ideográficos para cada una de las letras. Aleph, por ejemplo, la primera letra del alfabeto hebreo, puede significar “Buey o “Toro”. Bet, la segunda letra del alfabeto hebreo representa la palabra “Casa”o “Tienda”, pero en cada caso, las ideas representadas por cada una de las letras, están íntimamente emparentadas,
Con todo esto en mente, usando los significados ideográficos de “Yud, Heih, Vav, Heih”, aceptados más comúnmente por estudiosos judíos a través de los siglos, la traducción de las letras “Yud, Heih, Vav, Heih”, (YHWH) del nombre sagrado del Eterno Dios, simbólicamente hablando pueden traducirse exactamente como:
Yud = la mano,
Heih = una ventana o significa “contemplar o mirar«, y
Vav el clavo,
Teniendo esto en cuenta puede verse que simbólicamente hablando, la combinación de estas letras puede ser traducida exactamente y con toda seguridad como: “Contemple la mano, contempla el clavo” o “Mire la mano, mire el clavo”.
Cuando consideramos que Yeshúa o “Jesús”, en hebreo este nombre significa: “Yahvéh es nuestra salvación”, entonces el significado es incluso más rico, a través de Jesús, pues Yahweh facilitó nuestra salvación, si no lo creéis, “Contemple la mano, contemple el clavo” cuando crucificaron a Jesús de Nazaret el hijo de Dios, el Mesías prometido.
Por último, estudiaremos la señal que Poncio Pilato hizo colocar por encima de la cruz de Jesús:
«Y poner sobre su cabeza su acusación escrita contra él «
(Mateo 27:37)
El cartel se escribió en tres idiomas (hebreo, griego y latín) Lo escrito en hebreo era leído así: « Yeshua HaNatzerat VaMalech Hayehudim«, o «Yeshúa de Nazaret, Rey de los Judios«. Consideraremos la primera letra de cada estas cuatro palabras hebreas:
YOD – Y – eshua, HEIH – H-aNatserat VAV – V-aMealech HEIH – H-aYehudim
Descubrimos en ellas a el Nombre de Dios (YHVH) y notamos que son parte de un acróstico escondido en la acusación en contra de Jesús son los mismos = YOD, HEY, VAV, HEY – YHWH, el nombre revelado de Dios a Su Pueblo Israel.
¡YHVH reveló su poderío en la obra mesiánica de la redención sobre la cruz del Gólgota!
A continuación los invito a ver un VIDEO que permitirá compartir esta enseñanza: