Por P.A. David Nesher
“Todos los niños crecen, excepto uno”. Así comienza el famoso libro escrito por el autor escocés James Matthew Barrie (1904) en el que nos cuenta la historia de un niño llamado Peter Pan, quien habita el mundo de “Nunca Jamás”.
En dicha historia, este niño tan famoso vive rodeado de piratas, hadas madrinas, magia y aventuras. Un niño que disfruta mucho de la compañía de otros, pero que no le gusta la idea de crecer y ser un adulto. Es curioso cómo esta historia inspiró una serie de conductas llamativas en personas adultas que se negaban a crecer, a responsabilizarse de sus actos y que se sentían incapaces de ser adultos. Hoy te contamos sobre el síndrome de Peter Pan.
El síndrome de Peter Pan es un “desorden de la personalidad que afecta principalmente a los hombres y que se caracteriza por una inmadurez psicológica en aspectos sociales y sexuales, irresponsabilidad, rebeldía, cólera, narcisismo, dependencia y manipulación” (Torres, 2011, p.188). El término fue acuñado por el psicólogo estadounidense Dan Kiley (1983) cuando escribió un libro titulado “Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up/ Síndrome de Peter Pan: Los hombres que nunca han crecido”. En este libro, Kiley describía un fenómeno que había observado con frecuencia en algunos jóvenes que no querían asumir su rol de adultos.
El Síndrome de Peter Pan hace referencia a aquellos adultos que continúan comportándose como niños o adolescentes sin ser capaces de tomar la responsabilidad de sus actos y la vida adulta. Son personas que se niegan a crecer con una marcada inmadurez emocional matizada por una fuerte inseguridad y un gran temor a no ser queridos y aceptados por lo demás.
No pueden desarrollar los roles que han de asumir, como el de padre, pareja o profesional, tal y como se espera en la adultez. Se pueden reconocer porque muchos de ellos puede que se resistan a independizarse de los padres, mantengan relaciones afectivas superficiales y sin compromiso o no acaben de encontrar su sitio en el mundo laboral.
Esta resistencia a crecer, más frecuente en varones que en mujeres, fue definida por el psicólogo americano Dan Kiley en 1983, y es un problema cada vez más frecuente.
Las personas que se encargan de satisfacerle generalmente son los padres, hermanos mayores o la pareja.
En pocas palabras el Síndrome de Peter Pan quedaría sintetizado en estas características:
CONCLUSIÓN
Es curioso como un personaje ficticio como Peter Pan ha ayudado a describir ciertas conductas en algunas personas. Entender el Síndrome de Peter Pan como el producto de una falta de gestión emocional y una crianza que no promueve el desarrollo de la independencia en el individuo es fundamental. Es por ello que el trabajo terapéutico a realizarse en estos casos será, sobre todo, establecido como un proceso de reconocimiento de emociones, autopercepción y trabajo en familia.