El Rebe de Lubavitch en la parshá Vaetjanan
Las Haftarot (lectura de los profetas posterior a la de la Torah) de los siete Shabatot de consuelo que comienzan luego de Tisha BeAv fueron elegidas e instituidas de acuerdo al contenido del calendario y los sucesos ocurridos. Por lo tanto, contrastan con las Haftarot leídas a lo largo del año que están directamente relacionadas con el contenido de las lecturas de la Torah que se leen cada semana. Sin embargo, incluso en estos Shabatot, hay una conexión con la lectura semanal de la Torah, porque, como explica el «Shela», Rabí Ieshaiahu Horowitz (1555-1630), «las fechas y festividades del año tienen una conexión con las partes de la Torah que caen en esos momentos«. La Haftará de esta semana comienza: «Najamu, Najamu» («Consuelen, consuelen a mi pueblo«) y refleja un doble consuelo para una doble pérdida (la destrucción del Primer y Segundo Beit HaMikdash). Esto vendrá a través de la construcción del Tercer Beit HaMikdash en la Era de la Redención. Aquí radica la conexión con la lectura de la Torah de esta semana que comienza con la oración de Moshé para entrar a la tierra de Israel. Si Moshé hubiera recibido permiso para conducir a los hebreos a la tierra de Israel y construir el Beit HaMikdash, éste hubiera sido eterno y la Era de la Redención definitiva habría comenzado en ese momento.
Hay, sin embargo, una dificultad aparentemente, el énfasis en la Parshá Vaetjanan es que la oración de Moshé no se cumplió y por lo tanto, existe la posibilidad de exilio y destrucción. Si es así, surge la pregunta: ¿Cuál es la conexión entre esta lectura de la Torah y la promesa de consuelo de la Haftará para el pueblo de Israel?
Esta pregunta se puede resolver sobre la base del concepto de que el consuelo ofrecido por Shabat Najamu es doble y el concepto de duplicidad está conectado con la Redención. Así, el Midrash comenta: «Hay cinco letras que se repiten (es decir, tienen dos formas, una que se usa cuando aparecen al comienzo o en el medio de una palabra y otra que se usa al final de una palabra), cada una de ellas es asociada con la Redención. De hecho, el concepto de duplicidad se asocia con las palabras del versículo (Yob 11:6) «Kiflaim LeTushiá», «dobles para salvación«, que también puede explicarse como una alusión a la salvación final, la Redención futura.
La conexión entre la duplicidad y la Redención es, que esta duplicidad no implica simplemente una sola repetición de un concepto sino es una repetición múltiple e incluso ilimitada del mismo. Por lo tanto, sobre la duplicidad de palabras en una mitzvá en la Torah, por ejemplo sobre la tzedaká (caridad) está escrito: «נתון תתן», («naton, titen» que son dos expresiones del verbo dar), nuestros sabios afirman que la repetición no significa que la mitzvá debe cumplirse solo dos veces, sino más bien, «cien veces«. Además, cien tampoco es un límite, sino más bien una alusión a una cantidad ilimitada. Aquí radica la conexión con la Redención, ya que en la Era de la Redención se revelarán las dimensiones infinitas de la Divinidad.
En particular, la repetición de la promesa de Najamu, Najamu (consuelen, consuelen a mi pueblo), tiene una connotación especialmente positiva.
Para explicar: Con respecto a la orden del Eterno a Abraham, «Lej Leja» («Ve para ti«), Rashi explica que la duplicidad de las palabras «Lej» y «Leja» indica que el viaje será «para su beneficio y para su bien«. Además, con respecto a su futuro personal , representan estas palabras una Redención de Ur Kasdim. De manera similar, encontramos dos palabras repetidas en el versículo (Shemot 3:16) «pakod pakadti» (dos conjugaciones de «recordar«), donde Moshé comunica a los israelitas una señal de que serán redimidos del exilio egipcio. Y en las obras de los profetas, las palabras repetidas del versículo (Zacarías 6:12): «Tzemaj» «itzmaj» (dos conjugaciones de florecer) se usan para predecir la Redención futura.
En estos casos, sin embargo, las palabras repetidas, aunque comparten la misma raíz, no son exactamente las mismas. Por el contrario, las palabras de nuestra Haftará Najamu, Najamu son una repetición exacta. Esta es una verdadera expresión de la conexión entre repetición e infinito. Cuando hay una diferencia entre las palabras repetidas, la intención es obviamente transmitir otro mensaje además del concepto de repetición y para expresar ese concepto, las palabras son ligeramente diferentes. Por el contrario, cuando en el caso que nos ocupa, la repetición es exacta, está claro que el único propósito es expresar la dimensión infinita asociada con la Redención.
Lo especial del mensaje del consuelo transmitido por la profecía Najamu, Najamu es destacado por los sabios, que enseñan que la primera palabra «Najamu» es un consuelo por el Primer Beit HaMikdash y la segunda, un consuelo para el Segundo Beit HaMikdash. Cada una de estas dos estructuras poseía una virtud que carecía la otra. Por lo tanto, el tercer Beit HaMikdash representará un consuelo total por la pérdida de ambos. Por lo tanto, será una estructura triple, que posee sus propias cualidades especiales y las cualidades positivas de cada uno de los dos anteriores Batei HaMikdash (Grandes templos de Jerusalem).
El Primer Beit HaMikdash se caracterizó por una dimensión especial de revelación de Divinidad desde las alturas celestiales, en un grado muy superior a la revelación de Divinidad que se manifestó en el Segundo Beit HaMikdash. Esto se refleja en el hecho, de que cinco elementos de santidad, incluido el Arca del Pacto (que contenía las tablas de la ley), estuvieron presentes en el Primer Beit HaMikdash y no estuvieron presentes en el Segundo.
Por otro lado, el Segundo Beit HaMikdash poseía una ventaja sobre el Primero. Era más grande en tamaño y duró un tiempo más largo; es decir, en tiempo y en espacio, las cualidades que caracterizan nuestro mundo material, superó al Primer Beit HaMikdash. El Tercer Beit HaMikdash poseerá ambas ventajas comparativas, además de una dimensión única reflejada en la fusión de estos dos.
En base a lo anterior, podemos explicar la conexión entre la Haftará, «Najamu, Najamu» y la Parshá Vaetjanan. Uno de los aspectos fundamentales de la Parshá Vaetjanan es la repetición de los Diez Mandamientos, a pesar de que los Diez Mandamientos son mencionados en la Parashá Yitró, de todas formas, se repiten junto con todos sus detalles en la Parshá Vaetjanan.
La naturaleza del contexto en el que se mencionan los Diez Mandamientos en la Parashá Vaetjanan difiere, sin embargo, a los Diez mandamientos de la de Parshá Yitró. En la parshá Yitro, los israelitas estaban en un nivel de «tzadikim» (justos) y así, el relato de los versículos refleja la dimensión de revelación de Divinidad desde las alturas celestiales. Por el contrario, la narración de la Parshá Vaetjanan, es parte de la reprimenda de Moisés al pueblo judío y por lo tanto, está asociada con los «baalei teshuvá» (retornantes a Di-s) y el servicio espiritual de elevar el plano mundano y terrenal.
Más allá de este contraste entre las parshiot Yitró y Vaetjanan, sin embargo, el solo hecho de que los Diez Mandamientos se repitan apunta, al igual que todas las duplicaciones que se mencionaron anteriormente, al concepto de infinito. Y esto representa una alusión al aspecto infinito de la Torah que se revelará en la Era de la Redención, «las nuevas [dimensiones de] la Torah que saldrán de Mí«. (Yeshaiahu 51:4 y Vayikra Rabá Cap.13:3)
Más particularmente, estos dos movimientos de impulso: la revelación desde Arriba, representada por el servicio espiritual de los tzadikim y la elevación del plano mundano, que es el servicio espiritual de los «baalei teshuvá» – serán incluidos en esta revelación de la Era Mesiánica. Porque «las nuevas [dimensiones] de la Torá saldrán«, es decir, saldrán del reino de la Divinidad y entrarán en el ámbito de la comprensión humana y se relacionarán con la elevación del plano mundano. Simultáneamente, vendrá «de Mí», es decir, será una revelación desde las alturas celestiales. Además, estos dos movimientos de impulso se fusionarán juntos como un solo movimiento.
Con base en lo anterior, también podemos apreciar otra conexión con la lectura de la Torah de esta semana, la respuesta de Dios a Moshé de que será Yehoshúa quien liderará la reconquista de la tierra de Israel. Si Moisés hubiera llevado al pueblo a la tierra de Israel, su ingreso a ella habría estado en un nivel espiritual más alto, sin embargo, también hay una ventaja para el pueblo siendo guiados por Yehoshúa, ya que esto representaba una elevación del plano terrenal. Esto se refleja en el hecho de que la instalación del pueblo en Eretz Israel se prolongó, tardando siete años en conquistar la tierra y siete años en dividirla. Dado que elevar el plano material dentro del contexto de su propia perspectiva requiere un esfuerzo sostenido, esta cantidad de tiempo fue necesaria.
Como se mencionó, si Moshe hubiera liderado la entrada a Eretz Israel, nunca más habría sucedido un exilio. El potencial para el exilio, sin embargo, e incluso el exilio mismo, también deben verse bajo una luz positiva. Es el exilio, lo que permite la elevación del mundo en general dentro de su propio contexto. A cada tierra a la que se ha dispersado el pueblo judío, se ha elevado la sustancia material de la tierra y refinado las chispas de Divinidad encerradas en ella. Así, a través de este servicio espiritual, el mundo mismo se ha elevado y preparado para la Redención final.
Por lo tanto, la entrada a Eretz Israel descripta en Parashá Vaetjanan debe verse dentro de un contexto de mayor alcance. Dado que se prepara al mundo para la Redención futura, debe considerarse al estudiarla que contiene el potencial para llegar a la plenitud total que se alcanzará en esa época.
Nuestros Sabios declararon: «Quien trabaje en la preparación de Shabat en la víspera de Shabat (el viernes), comerá en Shabat«.
La singularidad del 15 de Menajem Av se refleja en que es un día de luna llena. La luna llena simboliza plenitud y a su vez la plenitud del pueblo judío que «fija su calendario de acuerdo con la luna, se asemeja a la luna y finalmente se renovará a la misma media que la luna».
Cada mes, la plenitud de la luna refleja un estado de perfección en el servicio espiritual específico conectado con ese mes. En lo que respecta al presente mes, su mismo nombre Menajem Av, apunta a una conexión con el Mashiaj, que es llamado Menajem, “consuelo”. Asimismo, nuestros Sabios enseñan que Tishá BeAv es el día que nació el Mashíaj, es decir, el día en que su fuente espiritual está dotada de poder adicional, pues el día de nacimiento «el mazal de la persona prevalece«. Así, el día 15 de Av es el tiempo que el potencial de Redención alcanza un estado de perfección.
De manera similar, fue en el día de su creación que Adam (el primer hombre) convocó a todos los seres creados: «Vengan, prosternémonos e inclinémonos, arrodillémonos antes Dios nuestro hacedor», es decir, llevó al mundo entero a la aceptación del Reino de Dios. Y es en la Era de la Redención, cuando el reinado de Dios será revelado de una forma completa y manifiesta.
Nuestros Sabios asociaron a Tu Be Av (el día 15 de Av) con un aumento en el estudio de la Torah:
«Desde el decimoquinto día de Av en adelante, quien agregue las noches a los días con estudio de la Torah tendrá años agregados a su vida«.
Dado que la Torah indica que «se puede suponer que todos los judíos se comportan de manera apropiada«, podemos suponer que han fijado tiempos para el estudio de la Torah y por lo tanto, el aumento deseado no es meramente limitado en naturaleza, sino más bien un aumento que va más allá de los límites ordinarios de la persona.Y es mediante el aprovechamiento del potencial infinito del alma de un judío, cada uno de acuerdo con su naturaleza, puede revelar el infinito de Dios. Esto se reflejará en la revelación de «las nuevas [dimensiones de] la Torá que saldrán de Mí» en la Era de la Redención, ya que esta será una dimensión infinita de la Torá. De manera similar, está conectado con un verdadero «aumento en la vida», la vida eterna del segundo período de la Era de la Redención.