Primeramente quiero solicitarte que imagines un matrimonio sin negatividad, vergüenza o culpa. Quiero que sepas que más allá de que lo creas o no, es posible.
Por supuesto que lograr esta realidad tiene que pagarse un precio: el cambio de actitud mental que el evangelio del Reino condiciona como demanda para experimentar su poder transformador.
A continuación los invito a considerar tres pasos que pueden tomar para desintoxicar al matrimonio que el Eterno Dios que la entregado.
1. Detén el abuso verbal
No es necesario recordar que cualquier forma de abuso es inaceptable en una relación. El abuso verbal es justamente un asesino silencioso de toda relación. Lamentablemente, son muchas las personas que no se dan cuenta que están siendo abusivos en este tema.
Este mal no siempre es fácil de medir dado que no hay pruebas visibles. Pero quiero guiarte a reflexionar que arremeter en contra de tu pareja con quejas daña la confianza en la relación, al punto que muchas parejas se separan porque consideran que su matrimonio ya no es seguro. Puede que te sientas mejor temporalmente exteriorizando tus sentimientos de una forma explosiva, pero anhelo que te des cuenta que es esto demandará un gran costo para tu matrimonio.
Mientras que es posible que estés consciente de los casos más obvios de abuso verbal como gritar e insultar, hay formas más sutiles que hacen la misma cantidad de daño, como culpar o avergonzar. Los comentarios sarcásticos, rebajar al otro, fastidiar y quejarse, extraen la calidez y el amor de un matrimonio, causando desconexión y ciclos de negatividad. Para que una relación prospere, estos comentarios tóxicos deben ser eliminados.
«La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor»
(Proverbios 15:1)
2. Actúa por el bien de la relación.
En este paso quiero aconsejarte que cuando estés a punto de hacer un comentario, tómate un momento y piensa en el efecto que tendrá el mismo en tu relación. Pregúntate interiormente: ¿aumentará mi conexión o no? Si la respuesta es no, te pido que te atrevas a ejercitar la restricción.
Recuerda que en cualquier relación, ya sea con Dios, con tus amigos, pero especialmente con tu pareja, la meta máxima es la conexión (lazo) de espíritu. Por lo tanto cada pensamiento, palabra o acción debe ser previamente evaluada en tu mente y corazón para ver si promoverá una conexión profunda o todo lo contrario. Pregúntate: «¿acaso este pensamiento, palabra o acción será de ayuda para nuestra relación de pareja?»; «¿Nutrirá la relación o la dañará?» Incluso si te sientes enojado o herido, es importante poseer la sabiduría de aquel que puede prever el resultado a largo plazo de sus elecciones.
«Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal» (Salmo 37.8).
«El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar» (Proverbios 14:17).
3. Pide lo que necesitas.
Si te sientes disgustado o frustrado en tu relación, una forma más productiva de expresar esos sentimientos es articulando la petición o la necesidad insatisfecha que está detrás de ellos. La pregunta clave aquí es: ¿qué necesito de mi pareja?
Es fácil enredarse tanto en el conflicto que puedes olvidar por qué estabas peleando. Detente un momento, toma conciencia de lo que estás haciendo y descubre qué es lo que realmente quieres.
«El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa»
(Proverbios 19:11)
La conclusión es que si estás enojado porque hay algo de tu pareja que no estás recibiendo, el fastidiar, culpar y criticar no conducen a nada excepto a alejar a la otra persona. Pedir directamente lo que quieres es una forma mucho más productiva de recibir lo que necesitas.
Hay una regla importante para pedir lo que quieres. Ten cuidado de no agregar una amenaza en tu petición. Por ejemplo, si le pides a tu pareja que pase más tiempo contigo y agregas que te irás a otro lado si la petición no se cumple, es poco probable que recibas los resultados que quieres ya que estarás creando un ambiente inseguro. Lo principal es poder pedir lo que quieres en un contexto de seguridad.
Para logra esto te aconsejo que tomes responsabilidad por tus sentimientos y los expreses de forma madura. Una manera en la que esto puede ser logrado es simplemente diciendo frases de «Yo«. En vez de criticar, culpar o avergonzar cuando nos sentimos heridos, prueba: «Yo me siento triste o menospreciado cuando me hablas de esa forma«. Cuando pones el foco en ti mismo estás disminuyendo el potencial de reacción de tu pareja. Mientras que uno puede discutir los hechos, uno no puede discutir sobre un sentimiento. Al decir frases «Yo«, has quitado esa amenaza, y al mismo tiempo has creado seguridad.
Si has sido herido por mucho tiempo, entiendo que puede parecer una tarea insuperable desintoxicar tu matrimonio. ¿Cómo puedes no insistir en faltas pasadas? Sin embargo para seguir adelante debes eliminar la culpa, la vergüenza y la critica lo máximo que puedas, ya que son conductas tóxicas que envenenan tu matrimonio. Al implementar cambios positivos en tu relación podrás desintoxicar tu matrimonio y redescubrir la alegría y la bendición que el matrimonio tiene para ofrecer.