Por P.A. David Nesher
Esta semana estamos investigando los códigos de la Luz (Or) escondidos en las tres plagas finales de las conocidas «Eser Macot» (Diez Plagas) que culminaron en la liberación de Israel de la esclavitud egipcia.
Se trata de una porción (parashá) de Torah muy especial, denominada Bo («ven ante») y recibe su nombre del primer versículo que lee:
«VaYomer Adoshem el Mosheh Bo el Paró ki ani hijadti et libo»
Traducido al español se lee:
(«Dios dijo: Ven ante el faraón porque he endurecido su corazón…»)
Encontramos esta parashá en el Libro de Shemot (Éxodo 10:1-13:16).
Como lo expresé al comenzar esta bitácora, la parashá Bo relata las tres últimas plagas de Egipto (Mitzraim):
- la de las langostas,
- la de la oscuridad y
- la de la muerte de los primogénitos.
Como enseñan los comentaristas, estas plagas ya no se enfocan en el Imperio de Egipto, como ocurría con las siete primeras, sino que apuntan exclusivamente a la persona misma del faraón (en hebreo paróh).
La expresión Bo usada aquí tiene múltiples significados. Literalmente quiere decir Ven, pero también dicen los sabios de la Guemará aseguran que su significado más lumínico esta oculto en su guematría. Justamente, existe en esta porción de la Torah una maravillosa curiosidad. Es que el valor guemátrico o numérico de la expresión Bo (בא) equivalea 3:
ב = 2
+
א = 1
_______
3
Si nos fijamos en las dos letras que componen Bo (בא) vemos una letra Bet (ב) abierta hacia la izquierda donde está una letra Alef (א). Eso nos señala la dirección del propósito eterno de Dios para Su Pueblo.
La letra Bet (ב) significa “casa” y en este caso se refiere a Mitzraim (Egipto), que Éxodo 20:2 define como “casa de servidumbre”.
La letra Alef (א), que representa a la unidad, se refiere a la Torah, que es Una.
Bo (בא) es la porción que codifica la Intención divina: el pueblo de Israel saldría de Egipto para recibir la Torah. En Egipto eran esclavos, pero cuando hayan recibido la Torah serán un reinado de sacerdotes (Éxodo 19:6).
Lo más fuerte de esta curiosidad guemátrica es que esta parashá hay exactamente 106 versículos. Para que entiendan el sentido espiritual de esta curiosidad le diré que si asociamos este número (106) con el número 3, el valor numérico de Bo (בא), veremos que ambos se refieren a los tres componentes centrales del cuerpo humano, según las Sagradas Escrituras: cerebro, corazón e hígado.
Si sumamos las guematrías de Moaj (מח) “cerebro”, Lev (לב) “corazón” y Keved (כבד) “hígado” (48 + 32 + 26), respectivamente, obtenemos 106.
¿Cómo podemos relacionar estos tres componentes con las tres plagas de Bo (בא)?
Las langostas (ארבה) aluden al cerebro. Se ha comprobado que cuando estos insectos forman una plaga aumenta el tamaño de su cerebro.
La oscuridad (חושך) se refiere al corazón, ya que el corazón del faraón estaba oscurecido y era obstinado (Éxodo 10:1),y
La muerte de los primogénitos (מכת בכורות) al hígado, ya que Keved (כבד) pertenece a la misma raíz que Kavod (כבוד), “gloria”, y los hijos son la gloria de sus padres.
Interesante, me resultó haber leído al filósofo judío Maimónides quien enseñó que si unimos las letras iniciales de estos tres componentes, Mem (מ), Lamed (ל) y Kaf (כ), obtenemos la expresión hebrea Melek (מלך), que significa “Rey”. Este gran sabio también nos explica en su Mishnéh Torah:
“Con tres coronas fue coronado Israel, la corona de la Torah, la corona del sacerdocio y la corona de la realeza.”
Por eso, al recibirla, el pueblo de Israel dejó de ser un pueblo esclavizado en la sensualidad materialista para ser un pueblo coronado con la majestad del Eterno.
Entonces, cuando nos conectamos correctamente con la historia relatada en la porción Bo, el Eterno nos otorga, por medio de estos códigos, el poder mesiánico para presentir al Ángel de la Muerte cuando entra a nuestras vidas aprovechándose de nuestra obstinación que, nublando nuestro entendimiento, nos conduce a la pérdida de la gloria que se obtiene al tener la Presencia divina.
¿Qué ocasiona la muerte accidental o súbita en los seres humanos?
A lo largo de las Sagradas Escrituras encontramos claramente expresado que nadie muere de un ACV cerebral; nadie muere de un ataque al corazón; nadie muere de cirrosis hepática; nadie muere de algo que está escrito de un certificado médico de muerte. Ninguna de esas cosas son la verdadera causa de la muerte. La muerte es siempre causada por la manifestación de la energía negativa de la actividad del adversario (HaSatán), al cual nos hemos hecho vulnerables, por causa de no guardar los mitzvot (mandamientos) del Eterno.
Así, al ser vulnerables a HaSatán (el Oponente) y su cultura reptiliana permitimos la entrada para que el Ángel de la Muerte actúe en nuestras vidas, dentro de nuestras familias, y de nuestro mundo. Una vez que el camino de entrada ha sido abierto, entonces y sólo entonces el Ángel de la Muerte escoge las formas para ejecutar a su víctima. Él puede escoger el corazón, el cerebro, el hígado, como órganos generadores de esa energía mortal; él puede escoger la muerte en un accidente, etc. Pero esto es simplemente la forma en la cual el Ángel de la Muerte causa la muerte en el cuerpo humano. El camino fue abierto mucho antes.
¿Qué herramienta podemos usar para evitar esta actividad del Ángel de la Muerte?
Los entendidos en el hebreo, explican que hasta la quinta plaga el Faraón no estaba afectado por lo que sucedía en Egipto, es así como a partir de allí, las plagas comenzaron a tocar el interés personal del Faraón.
No podemos olvidar que el Faraón representa nuestra falta de consciencia sobre el otro, nuestra parte egoísta. Esto nos enseña porque existe el juicio, existe porque solo a través de la afectación propia o del dolor propio comprendemos y somos conmovidos por el dolor del otro. Mientras no somos afectados por lo que sucede en lo externo, somos indiferentes a la pobreza, al hambre, a las penurias y tristezas que los otros experimentan.
Ya hemos aprendido que el Eterno revela que ocuparnos solo de nosotros obliga al sistema de las leyes de causa y efecto a ejecutar la sentencia completa del juicio. Es decir, con cada plaga el faraón tenía la oportunidad de rectificar, pero como no lo hacia entonces el juicio se profundiza aún más. Exactamente igual sucede en nuestras vidas. Si aprendemos después de experimentar el primer golpe, entonces la clemencia interviene deteniendo la sentencia, y anulando la acción ejecutora del Ángel de la Muerte sobre nuestra vida y familia. La idea de las leyes del sistema no es castigarnos, sino corregir el desorden y caos que provocamos en él.
En otras palabras, si estar sordos y ajenos al dolor del otro profundiza el dolor al punto que abrimos una nueva dimensión de juicio en otro de los mundos, la Torah nos enseña aquí que ocuparnos del otro, tapa las arterias por medio el cual el juicio de muerte desciende. Por lo tanto, cualquier dolor que vivamos en nuestras vidas, cualquier caos, carencia o pérdida es producto de un juicio, y este se aminora o anula cuando ayudamos a los otros, que en el fondo se trata de colocarnos en el centro del Árbol de la Vida.
Por todo esto, el nivel que la parashá Bo otorga es el más básico de nuestra conciencia. Leer y meditar esta parashá nos ayudará a concentrar todos nuestros pensamientos en una dirección proactiva y positiva siempre a favor de nuestros semejantes. El altruismo divino podrá manifestarse permitiendo un mundo más humano.
Esto nos obliga a esforzarnos en la tarea maravillosa de primero conocernos a nosotros mismos. Dicho esfuerzo requiere de mucha auto-observación y auto-análisis. Solo así podemos empoderarnos, y ser el «Moisés» frente a nuestro «Faraón interno» el ego, que abre con su dureza de corazón el camino al Ángel de la Muerte.
En este primer día de la semana, te animo a estudiar esta parashá de Bo ya que en ella aprenderás en forma tácita la manera de aminorar un juicio, y evitar la muerte accidental, antes del tiempo de cumplimiento de tu propósito.
Entonces, ya aprendimos que las siete primeras plagas se refieren al mundo de las emociones, en cambio, al estudiar estas tres plagas notaremos que se toca otro mundo o nivel, que es el intelectual en el plano de lo suprarracional.
Recomiendo que escuchen esta enseñanza respecto a los lineamientos primordiales de la parashá Bo para nuestras almas.
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